Chico problemático - priv

Para ser sinceros, me metía demasiado en líos. Pero esta vez los líos vinieron a mí solos, como si me echaran de menos. Había pasado unos días alejado de todo, perdido en medio de un enorme bosque que para mí era como el paraíso. Había compartido charlas con Sean, cosa que me gustó porque era un tipo peculiar. Me agradó conocer a alguien tan distinto a mí, pero con unas ideas parecidas a las mías sobre la conservación del mundo y la degradación de este.

Y bueno, nada más llegar tuve un pequeño lío. No sé cómo o porqué, sin comerlo ni beberlo, me vi forzado a correr por las calles de los barrios bajos mientras un par de demonios me perseguían. No eran muy fuertes, tampoco muy listos, pero la verdad es que yo era un simple humano. Acabé encontrando mi moto, montándome en ella y comenzando a correr como alma que se lleva el demonio, literalmente.

Podía sentir como las calles cada vez se agrietaban más, pero había momentos que el asfalto parecía nuevo, como si lo hubieran reconstruido hacía poco. Giré mi rostro hacia atrás y los vi corriendo como alimañas. Tenían un poder curioso, el de convertirse en gárgolas. Aquellos seres horripilantes hacían que cualquiera se defecara encima, debido a las uñas amarillas, la piel grisácea casi de piedra y esos ojos rojos tan intensos. Sin embargo, llegado a una calle todo se calmó y ellos corrieron en dirección contraria.

Me quedé flipado, hasta que mi instinto me dijo que tanto silencio no era bueno. Tragué saliva dejando que mis ojos tomaran contacto con cada muro, y de cada muro cada grieta. Miraba a un lado y a otro, buscaba una emboscada preparada quizás por ellos. Una farola daba fogonazos a lo lejos, como si se fuera a fundir en cualquier momento. El sonido de unos contenedores me alertó, hasta que vi a un gato surgir de entre la basura desparramada.

-Nunca me gustaron las sorpresas, espero que esta no sea una y si lo es que salga una tia desnuda de la tarta.-murmuré intentando armarme de valor, continuando a un ritmo más calmado con la moto intentando averiguar, pues mi curiosidad podía más que con mi inteligencia.-Quieres que te maten, que te conviertan en sushi.-balbuceé pulsando uno de los rádar que poseía mi moto, necesitaba saber dónde estaba. Aún no conocía bien la ciudad, todo aquel mundo era un laberinto para mi.

Y de nuevo llegó la noche. Había días en los que me cansaba demasiado pasar tantas horas en mi apartamento esperando que el Sol se escondiera o que al menos su luz se hiciese algo menos intensa y, por lo tanto, más soportable para un vampiro, aunque no por eso agradable. Maldito astro rey... Pero como siempre, la noche terminó por llegar y yo pude salir tranquilamente a pasear por la ciudad. ¿Qué me encontraría aquella vez? Sentía bastante curiosidad, pues no dejaba de encontrarme seres y situaciones la mar de interesantes.

Pasé junto al teatro donde hacía un par de noches me había encontrado con un tipo extraño, un hechicero con alma de aventurero, y continué caminando. Finalmente, sin apenas darme cuenta, llegué a los barrios bajos de la ciudad. No me gustaba demasiado aquella zona, pues apenas había diversión o entretenimiento. Sin embargo, aquella noche parecía ser diferente. Subí a un tejado y comencé a andar sobre las viviendas de la zona, observando las calles. Un par de demonios perseguían a lo que a simple vista parecía un humano sobre una moto. Pero entonces se esfumaron, algo que me sorprendió y parecía que al dueño de la moto también.

Me mantuve en riguroso silencio en cuclillas sobre un tejado, justo a la espalda del motorista, escuchando lo que decía. Parecía asustado, pero tal vez fuera una simple fachada ocultando su verdadero rostro. Aun así, necesitaba entretenerme, y aquella parecía una buena manera.

- Bueno, yo no veo tarta alguna... - bajé del tejado de un salto, quedando a pocos metros de él - Y si quieres que me desnude necesitarás algo más que esa moto.

Ese barrio era de los Thorns, dominado por un Krusnik y su ejército de seguidores. Había escuchado que eran como una familia donde cada uno cumple una función, una específica, y eso le daba fortaleza. Parecía una Babilonia actual, no estaba mal, pero demasiado extraño para alguien como yo. Había pensado ser de su organización, pero mi curiosidad acabó en otro lado.

Un Krusnik no era más que un demonio y un ángel unido en una combinación letal. Sabía que cazaban vampiros y demonios menores, al menos eso decían mis archivos. Había tenido contacto con un par, pero ninguno era de Thorns. Si bien, de Thorns había espiado y conversado con ángeles caídos y hechiceros a su servicio.

Por eso sabía que la zona podía ser un peligro para mí. ¿Quién me decía que un Krusnik sólo comía vampiros o demonios inferiores? ¿Quién? Podían tener una dieta variada, debido a que no siempre se consigue lo que uno quiere.

Y cuando me fundía en esos pensamientos, hundiéndome en todos ellos, me di cuenta de una chica. Llovían chicas del cielo ahora como el viejo anuncio de Axe, el cual había dado con él en mis estudios sobre el siglo XX y XXI.

-Linda chica.-dije alzando y bajando las cejas.-Aunque... te diré que tengo mal sabor. Ya sabe, la comida rápida engorda y no querrás perder ese tipo tan cuidado.-comenté intentando mostrarme calmado, como si la curiosidad no me matara a la vez que mis temores.

Siempre me había considerado comida rápida, debido a que me desplazaba a gran velocidad con mi moto. Y aunque siembre tenía mis "fuegos artificiales" cargados, la noche anterior me asaltaron y no pude ponerla a punto. Había salido para varios asuntos, uno el comprar munición, y cuando estaba a nada de colocarla, en sus distintos dispositivos, ya tenía a esos dos detrás. A parte, estaba a punto de quedarme sin energía, pues era eléctrica, y sin segundo combustible, una mezcla de aceites reciclados. Mi moto se estaba quedando sin fuelle, y yo me estaba quedando si mi mejor arma. Así que si ella intentaba comerme tendría que convertirme en pantera y salir corriendo por las calles, buscando un refugio apropiado o simplemente rezando por mi vida.

Me quedé en el mismo sitio durante un buen rato, observando al motorista y aprovechando la ligera brisa que corría para recibir su aroma sin tener que acercarme demasiado. No, no era humano, era uno de esos bichos extraños que se transformaban en animal, lo cual no me terminaba de convencer, aunque estaba segura de que podía ser más rápida y más fuerte que un animal, pero ¿para qué arriesgarnos? De todas formas estaba en mi territorio, probablemente habría varios Thorns cerca de donde nos encontrábamos, y si necesitaba ayuda podría llamarlos. Sin embargo, me sentía totalmente capaz de derrotar a aquel metamorfo en caso de que las cosas se pusieran feas. Y ya de paso me quedaría su moto.

Aunque intentase ignorar sus pensamientos, su mente parecía gritar deseosa de que la escuchase. Sabía dónde se encontraba y que yo era krusnik, y aquello no le hacía demasiada gracia por razones obvias. Prácticamente podía oler su miedo, y eso que aunque ya estuviéramos frente a frente seguíamos a varios metros de distancia.

Me reí ante su comentario antes de contestar - ¿Comida rápida? No creo que pudieras llegar muy lejos si me propusiera cazarte. De todas formas, ya he cenado, y no me interesas.

Me acerqué lentamente hacia él, observándolo por completo y sin producir sonido alguno, hasta que quedé a un metro escaso de él - ¿Qué haces aquí? Esos demonios que te perseguían han sido más inteligentes que tú al darse la vuelta y huir lo más lejos posible. ¿Creías que correrías mejor suerte que ellos si te quedabas aquí?

¿Qué hacía hablando con un metamorfo subido en una moto? Aquello sí que era subrealista hasta para mí. Pero bueno, no tenía nada más interesante que hacer aquella noche, si es que se podía llamar interesante a aquella criatura que me miraba con una mezcla entre curiosidad y temor, lo que, para qué negarlo, me hacía mucha gracia.

¿Qué hacía ahí? Uy, esa era una buena pregunta... Eso mismo me preguntaba. Conocía a varios hechiceros de la organización, si iba con ellos estaría a salvo mientras tanto era un insecto dentro de un frasco. Me asfixiaba lo que podía percibir con mis instintos, a pesar que era como un ciego que intenta desarrollar el resto de sus sentidos.

-Pues, sinceramente...-miré a mi alrededor mientras bajaba de la moto para ahorrar algo de combustible, empujándola e intentando no salir corriendo dejándola abandonada. Esa moto era lo poco que tenía a parte de mis anotaciones.-Estaba encerrado en mi apartamento y me dije, Junsu vamos a la calle a que te persigan dos demonios porque les salga de las pelotas. Así que me puse mi mejor ropa, saqué la moto casi sin combustible y fue por casualidad que decidí ir al mecánico antes que a beber. Sí, es más divertido ser el ratón de dos idiotas con cara de vieja extreñida.-comenté parándome para contemplarla unos segundos.-Y ahora pues de la nada, mis queridos amigos, me dejan tirado ¿cómo lo ves? yo tan guapo para ellos. Les iba a ofrecer bailar, porque ya que no consigo bailar con las chicas guapas pensé... anda, pues bailemos con las más feas.

Ironía de la vida, estaba contestando a un krusnik con un poco de sarcasmo. Tomé aire y seguí empujando. Mis mofletes se habían inflado mientras me preguntaba donde estaría Faolan, según mis recientes estudios ahora pertenecía a Thorns. Fue un ligue de una noche, sí, pero me salvaría el culo.

-La verdad, para ser sinceros, sólo salí a llenar el tanque de mi moto y sus bolsillos ocultos, donde tengo mis juguetes, para luego quizás dar una vuelta y tomar algo en un bar.-supuse que si me comportaba como un idiota por culpa de mi molestia, pagándola con ella que no tenía culpa, sería pateado hasta la muerte. No me iba a doler al orgullo porque fuera una chica, me iba a doler porque era más fuerte.-Así que encanto, me tienes aquí quejándome frente a ti en el territorio de tu organización, supongo.

Me toqué la sien, sentí una punzada. Me preguntaba si tanto estres alentaría a la migraña que había tenido durante semanas.

Me quedé quieta justo frente a él, a apenas un metro de distancia, dispuesta a escuchar lo que fuera que tenía que decir. Mi rostro no mostró ningún tipo de expresión en lo que duró su extensa explicación, con lo que, me dio la impresión, pretendía que me riera, algo que, por supuesto, no sucedió. ¿Se estaba riendo de mí? ¿Pretendía ser chistoso? Mal momento para hacerlo y, sobre todo, mal lugar.

- ¿Tengo cara de que me importen tus problemas? Me estoy ablandando con los años... Te he permitido hablar demasiado. ¿Sabes? Me aburres - de un salto los esquivé a él y a la moto, delante de la cual me quedé parada un momento, observándola, antes de montar en ella, sin intención alguna de llevármela. Había conocido siglos atrás a un demonio insolente a la par que adorable con una moto, una Harley Davidson, en la que había montado en varias ocasiones. Siempre me habían gustado más los coches, sobre todo los descapotables, pero también adoraba las motos, y más si estaba en su compañía.

- Aún estás a tiempo de marcharte - dije acariciando con suavidad cada parte de la moto - Yo he sido demasiado buena contigo, pero el resto de Thorns probablemente no lo sean. Yo lo digo por tu bien... - levanté la vista y lo miré fijamente - Espera, no me importas lo más mínimo, y por supuesto no me importa lo que pueda pasarte - me reí - Puedes quedarte a comprobar cuánto puede durar tu suerte.

-No me importa morir por defender lo que creo y lo que soy. ¿No es eso lo que tanto alardeáis vosotros? Defender lo que uno cree y es.-dije empujando mi moto, no me iba a apartar de ella ni loco.-Esta moto significa mucho para mi, tal vez no te importe, pero es de las pocas cosas buenas que tengo como recuerdo de mi hermano. Si tengo que morir para luchar por ella lo haré, de eso que no te quepa duda.

Era terco. No me apartaría de algo que me recordaba a mi infancia, mi juventud y lo poco honesto que había conocido. Era mi moto. Era mi medio de transporte y mi arma. Era la única amiga que tenía. No iba a dejar que alguien la destrozara o se la llevara. Jamás me alejaría de ella. Tenía componentes de la moto que me regaló mi hermano.

-Prefiero que me maten.-dije empujando como pude, aunque tenía más fuerza que un humano común por mi entrenamiento.-Así que tú misma. No me importa si lo haces, prefiero morir a dejarla aquí. Ella es lo poco que tengo.-la miré a los ojos y sonreí.-Te pareceré un idiota, pero al menos tengo orgullo y ella es mi orgullo. Dudo que muchos de esos demonios de los que te alimentas o rodeas lo tengan. En este mundo el orgullo ya no existe.

- Yo no te digo que no defiendas tus principios, sólo te estaba dando un consejo, algo que aún no sé por qué he hecho. Si aprecias tu vida, lárgate de aquí. - dije, aún encima de la moto.

Comenzó a empujar, supuse que intentando que me bajase de su querida y apreciada moto, pero obviamente yo no era una simple humana sin fuerzas. Aun así, decidí aparentar no oponer resistencia y me levanté. Sin embargo, en un rápido movimiento lo agarré y apoyé su espalda contra la pared más cercana, mientras mis ojos se volvían del todo negros, más que la propia noche, sin rastro de humanidad en ellos.

- Verás... No tenía intención de hacerte daño alguno ni de robarte tu estúpida moto, pero me estás calentando. Al final seré yo quien te mate y no tardando mucho - dije mientras enseñaba mis colmillos a través de mis labios y lo miraba desafiante.

Estaba claro que me tenía miedo, no hacía falta que lo mostrase o lo dijese, podía oírlo a la perfección en su cabeza. Me aparté de él, soltándolo, mientras recuperaba mi aspecto anterior, con mis ojos color chocolate y una dentadura perfecta pero sin colmillos demasiado largos. Me reí a carcajadas mientras volvía a acercarme a su moto.

- ¿Me llevas? Me apetece dar una vuelta... - me reí de nuevo, esperando una reacción por su parte.

Por mucho miedo que me diera no dejaría esa moto. Tenía que regresar al taller, el cual estaba en territorio cercano al que ocupaban los Thorns, y que pusieran nuevas armas y rellenaran el depósito. Cuando escuché todo eso después de ver esos ojos tan negros me lo pensé, pero bueno no podía perder mucho más de lo que haría negándome.

-Si podemos llevarla a un taller antes de quejarme tirado, sí.-dije acercándome de nuevo a mi moto.-Y no es sólo porque sea un buen arma, ni siquiera porque sea bonita o me ayude con mis asuntos. Esta moto es algo más.-algunas piezas eran de la moto que mi hermano me había regalado hacía años, la primera que tuve. Había logrado recuperar algunas piezas y montar aquella con otras dadas en chatarra. Una moto construida pieza a pieza, mejorada con el paso de los años, y a la cual tenía cierto cariño. Así que no me fiaba de nadie.-Si me acompañas al taller sí, luego te llevo donde quieras aunque supongo que puedes ir volando incluso.

Sabía que esos seres tenían incluso alas, pero no se diferenciaban demasiado de un vampiro común salvo que tenían más fuerza y resistencia. Nunca había conversado con una mujer que tuviera esa condena, salvo con una vampiresa hacía un par de meses. Había sido una experiencia agradable porque se portó bien conmigo, aunque sólo lo hizo por soberbia y ego. Quería que Talamasca tuviera archivos de ella.

-¿Trato hecho?-pregunté subiéndome a la moto y esperando que dijera que sí.

Lo miré con curiosidad mientras me decía que quería ir a un taller. Sabía que había uno cerca de donde nos encontrábamos, pero nunca había ido, básicamente porque yo no tenía moto ni coche, a pesar de que me gustasen demasiado aquellos trastos. Observé la moto fijamente, pensando dónde ocultaría esas armas que por lo visto llevaba encima. Aun así, lo que realmente me movió a querer llevarlo a aquel taller no fue que después tal vez me diese una vuelta en la moto, sino que en su mente había alguien, la persona que había poseído aquella moto o parte de ella un tiempo atrás, su hermano. En aquel momento me acordé de mi propia hermana, a quien hacía demasiado tiempo había perdido la pista. Ni siquiera estaba segura de que estuviera viva.

- Está bien, vamos a ese taller. Pero sólo si prometes montarme después... - me reí - ...en la moto, se entiende.

Escuché lo que decía de que podía ir volando. Tenía razón, una de las ventajas de mi nueva naturaleza eran las alas membranosas de las que disponía a mi antojo. Pero, ¿cómo sabía él eso? También sabía que se encontraba en el territorio de mi organización, algo en lo que no había pensado hasta ese momento. Pronto llegué a una conclusión. Talamasca. Había oído hablar varias veces de esa organización, pero ni siquiera estaba segura de que existiera de verdad, aunque por lo visto así era, y tenían conocimiento de prácticamente cualquier cosa. Aquello sí que era curioso.

- ¿Tienes suficiente gasolina o quieres que la lleve volando, como dices? - pregunté alzando una ceja, dando a entender que no me hacía demasiada gracia que supiera tanto sobre mí, aunque no podía negar que me resultaba interesante, pues ante todo era demasiado curiosa.

-No usa gasolina.-dije intentando explicarle que mi moto jamás usaría algo tóxico para el medio ambiente.-Usa un combustible que no daña el ecosistema, el cual incluso puede usarse como abono.-comenté antes de hacerla rugir, la cual parecía una elegante pantera negra atacando el asfalto con la elegancia que poseía en medio de la selva.

Sus faros se encendieron iluminando la calzada con facilidad, la noche parecía menos peligrosa subido en aquel cacharro, aunque tenía una krusnik a mis espaldas. Me giré hacia ella, contemplándola unos segundos antes de sonreír de lado. Podía saber mucho sobre su raza, más de lo que ella creía, pero era por algo más que Talamasca. Mi fin era saber todo de todos, cada ser vivo y cada objeto, para poder recuperar el mundo.

-Agárrate.-aceleré provocando que saliera disparada la moto por la calle, en pocos metros hallaríamos el taller. Si tenían de mi combustible todo sería sencillo, aunque a veces era difícil de conseguir. Aún era un prototipo, tenía que ir a ciertos locales de la ciudad y sólo a ciertas horas podía tener la fortuna de encontrar un par de barriles.

Las farolas quedaban atrás, cada portal o contenedor de basura también desaparecía como si fueran fantasmas en medio de la madrugada. Y al llegar a un cruce frené parando justo frente a un luminoso. Era el taller que venía buscando, un amigo que siempre me ayudaba pese a ser de una organización que no solía congeniar demasiado con Talamasca. Eran varios los mecánicos que me conocían y que me daban soporte.

-Baja, preguntaré si le queda combustible.

Me sorprendió escuchar que la moto no llevaba gasolina, pero aun así sí que necesitaba algo para que funcionara, y básicamente era a lo que me refería con mi pregunta, pues gasolina o no, si no tenía combustible, fuera el que fuese, iba a ser algo complicado ir montados en la moto a ese taller.
Monté tras él y por puro instinto me agarré a su cintura. Era fuerte y rápida, pero estaba segura de que salir volando desde una moto no tenía que ser una sensación demasiado agradable, así que prefería prevenir por si acaso.
Me gustaba la velocidad, en algunas ocasiones salía a correr por la ciudad, me resultaba fascinante ver cómo las luces de la ciudad se convertían en simples manchas de color a mi paso, disfrutaba sintiendo el aire fresco en la cara a esa velocidad. Sin embargo, en esa ocasión iba sentada, y la sensación no era para nada desagradable. Siempre había querido una moto, pero, ¿para qué? Podía llegar incluso más rápido corriendo. Ventajas de ser un vampiro...

Finalmente llegamos al taller que buscaba el metamorfo y bajamos de la moto. Le seguí con la mirada mientras se dirigía hacia el interior a preguntar por el combustible. Presentía que en lo que la operación se llevaba a cabo me iba a aburrir soberanamente, pero nadie me había obligado a ir hasta allí, había ido porque había querido.

Bajó de la moto y tiré de ella para entrar, mi moto era como una prolongación de mi cuerpo. Ella y yo éramos uno. Era cuidadosa con el medio ambiente, cosa que pedí cuando la reutilicé. Había máquinas aún que usaban un combustifle fósil. El petróleo era otra de las causas de guerras entre los hombres, demonios y demás criaturas. Un absurdo. Había otras vías desde el año 2000.

Saludé al mecánico, ya nos conocíamos, y le expliqué el problema. Tenía de mi combustible y recambios de las balas que usaba. No era la única moto que había visto de ese modo, aunque normalmente eran más bien coches y otro tipo de vehículos. Pero algo tan sofisticado en manos de un humano no era común.

No tardé mucho, unos veinte minutos, mientras por el hilo musical sonaba AC/DC, Guns, Metallica... genios como Lemmy y también bandas asiáticas como X-JAPAN, Vamps, MoNoLith entre otros... Yo la verdad es que mientras fuera rock me daba igual el idioma, sabía más de cinco idiomas y con eso me valía.

-Ya nos vamos.-tarareaba la letra de Stand by me, una cover de Lemmy. Me preguntaba porque ya no había música, la música que existía era mierda. Desde el 2010 aproximadamente la tontería llegó al mundo, Jackson junto a otros grandes fueron muriendo y poco a poco quedó un vacío enorme.

No había buena música rock, ni metal, ni jazz, ni blues y ni mucho menos de otros géneros que ya habían sido profanados y maltratados. El mundo por mí podía quedarse en silencio, porque todo estaba hecho un desastre. Lo único bueno era que la música de la naturaleza seguía ahí, el viento y las aves, el rugido de un animal salvaje y el aullido de los lobos. Estaba ahí, al menos eso estaba ahí.

Empujaba la moto hasta quedar frente a Kayla y sonreí de lado. Me monté y esperé que lo hiciera. Lo prometido era deuda y había dicho que le daría una vuelta.

Tras estar un rato fuera, disfrutando de la estupenda noche que hacía, finalmente decidí entrar al taller para ver lo que hacían con la moto de aquel metamorfo. El mecánico y él parecían conocerse desde hacía bastante, por lo que parecía que iba habitualmente a ese taller, lo cual quería decir que se quedaba rápido sin combustible o que era un desastre y estropeaba la moto a la menor. Me reí ante aquella idea. Los humanos tendían a ser bastante desastres, lo sabía por propia experiencia, aunque yo había dejado mi etapa algo patosa tiempo atrás.

La música que se oía en el local me resultaba familiar, y me gustaba. Conocía a aquellas bandas, las había escuchado hacía bastante tiempo. A lo largo de toda mi existencia había visto la evolución de la música, sus etapas de éxito y sus fases de decadencia, había visto el nacimiento de miles de grupos y también su desaparición. Observé al metamorfo, él también parecía disfrutar con aquella música, e incluso la tarareaba, lo cual me hizo sonreír.

Finalmente la moto estuvo a punto y salimos del taller, montó en la moto y se colocó frente a mí. Sonreí ampliamente al ver su sonrisa y su ofrecimiento. Al menos había alguien que cumplía sus promesas. Monté tras él y me agarré con fuerza a su torso, esperando que arrancara y desconociendo por dónde me llevaría.

Terminé por arrancar para llevarla a uno de mis lugares favoritos de la ciudad, estaba cerca de Sunset y era un jardín extenso donde se podía uno poner a divagar. Claro que a las horas que íbamos no iba a ser una visita muy agradable, pero podíamos pasar cerca de allí y disfrutar del aroma a primavera. Había una fragancia especial en el aire que me recordaba lo que era, mi instinto natural salía a flote y mis ojos de gato se apoderaban de mis facciones asiáticas.

Ibamos a toda velocidad, tenía armamento y biocombustible para dos noches seguidas. El tanque de depósito era grande y la moto consumía poco. Quemé rueda en una de las avenidas escasamente transitadas, aquel lugar de los barrios bajos de noche podía estar desolado en algunas calles y otras ser de lo más concurridas. Esa era la frontera, justo la frontera, hacia Sunset y por eso nadie estaba allí. El dominio de varios demonios en la zona era tal que los alejaba.

-¡Vamos!-grité girándome para verla, mis ojos debían brillar en la oscuridad y ser lo más semejante a los de un gato.

Cuando llegué al final de la calle entramos en aquella zona, un pulmón verde muy llamativo llenos de setos, árboles cargados con frutos, bancos para descansar, una pequeña fuente y algunos puestos de comida que ahora permanecían cerrados. Rodeé aquel lugar para llegar a otro cercano, no tan solitario y con multitud de tiendas, pero me quedé a medio camino.

-¿Quieres pasar por medio del parque a toda velocidad? ¿O prefieres ver a los demonios conquistar la noche a unos metros? tú decides.

Me agradaba sentir la velocidad en mi cara, ya que obviamente no llevaba casco, ni él tampoco. El viento movía mi larga melena y dejaba mi cuello al descubierto, lo cual era bastante cómodo, pues a veces daba demasiado calor. Aun así, daba igual la velocidad a la que fuéramos, mis ojos se adaptaban a la perfección al estar tan acostumbrados a mi propia velocidad, y veía la ciudad como si de un paseo se tratara. Estaba claro que a él también le gustaba la velocidad, pues cada vez le daba más caña a la moto, hasta tal punto que temí por ella, aunque parecía de lo más resistente.

Cuando se giró para mirarme me sorprendí. Sabía que era un metamorfo, pero no me esperaba ver aquella mínima transformación en aquel momento. Sus ojos eran completamente de gato y me resultaron realmente hermosos. Siempre me habían gustado los felinos, me parecían seres fascinantes, sobre todo las panteras, el animal más elegante que se podía imaginar. Pensé en si tal vez él podía convertirse en pantera.

- Bueno, no sé si recuerdas que nos hemos conocido porque tú estabas huyendo de unos demonios, así que lo podemos dejar para otro día. Podríamos pasar por el parque o incluso quedarnos en él. Tirarse en el césped de noche es una sensación única. Yo no tengo nada mejor que hacer, así que lo dejo a tu elección.

La naturaleza era única. El césped no se podía comparar con la hierba, pero algo era algo. Las estrellas no se podían ver por culpa de la contaminación y las luces de neón. Sin embargo, el murmullo de los grillos sí se podía escuchar igual que el resto de seres a lo lejos. Las pisadas aproximándose de forma sigilosa, el ruido del motor o simplemente el brinco de un gato sobre un árbol... todo eso que era la naturaleza de la jungla de asfalto. Así que ante su propuesta no pude más que asentir dirigiendo mi moto hasta el principio de aquel lugar.

Había pocas farolas encendidas, algunas estaban fundidas y otras apedreadas. Sin embargo, estaba limpio de porquería y la fuente tenía un alegre murmullo que te sosegaba de alguna forma. Esperé a que se bajara para tirar de la moto hasta dejarla aparcada cerca de un lugar donde el césped era espeso. Miré a mi alrededor unos segundos observando unas luciérnagas que danzaban cerca de la fuente, al igual que un par de mariposas. La primavera ya estaba dando paso al verano, prácticamente en un mes haría un calor infernal en la ciudad.

Me senté en el césped sacando un cigarrillo, para encenderlo y quedarme pensativo. Tenía que dejar el cigarro, de alguna forma. Sin embargo, ese momento pitillo me gustaba demasiado. Un momento justo después del desayuno o el almuerzo, también tras una buena carrera en moto.

-Ven, siéntate y dime qué demonios haces en esta ciudad. Supongo que hay otras menos sobrepobladas de vampiros y otras razas. ¿Por qué esta?-no sabía qué preguntar en ese momento, pero por algo se empezaba. Quizás me podía decir porque demonios estaba en un lugar tan destrozado, ella era bonita y podía estar en un lugar más agradable.

Parecía que había aceptado mi propuesta de entrar en el parque y tumbarnos en el césped para pasar una noche agradable y, sobre todo, tranquila. Eso sí, en cuanto se fuese acercando el amanecer tendría que correr, y rápido, hasta refugiarme en la sede de los Thorns, ya que era el lugar más cercano al parque en el que me podía resguardar de la luz solar, pues mi casa quedaba algo más lejana y no me apetecía freírme por el camino.

Bajé de la moto y le observé aparcarla sobre el césped antes de volver donde estaba yo y sentarse en el suelo. Le imité y vi cómo encendía un cigarrillo antes de hacerme una pregunta a la que ni siquiera yo misma sabía responder.

- Sabes que eso no es bueno para tu salud, ¿verdad? Yo puedo fumar, beber y hacer lo que quiera, soy inmortal y no me afecta, pero tú, por muchas habilidades que tengas, sigues siendo humano. - ¿Me estaba preocupando por un humano? Parecía que comenzaba a cogerle cierto cariño, me había caído bien - Ya, pero supongo que tengo que estar con los míos, ¿no? Aun así, aún tengo mucha vida por delante, tengo tiempo para quedarme, irme, volver y hacer lo que quiera. Conocí esta ciudad cuando estaba en mejores condiciones y me gustaba. ¿Que por qué volví después de todo lo que ocurrió? Llámame masoca o nostálgica, no lo sé. De vez en cuando vuelvo a Alemania y te puedo asegurar que está mucho peor que esto, pero es mi hogar, o al menos lo fue hace muchísimo tiempo. - Le miré a los ojos y sonreí, antes de quitarle el cigarrillo, darle una calada y devolvérselo - Ahora bien, ¿cuál es tu excusa? ¿Por qué no te largas?

El cigarro lo había intentado dejar desde hacía más de cinco años, justo unos meses antes de la muerte de mi hermano. Había decidido que él tenía razón, que yo debía cuidar mi salud y que aún me quedaban muchos años por delante. Sin embargo, su muerte me hizo quedarme sin aliento y el nerviosismo aumentaba. Lo único que controlaba mi cambio a otras formas era el cigarrillo. Mis ojos felinos la contemplaban mientras me hablaba explicándome el porqué de su estancia en la ciudad, algo que siempre ocurría con seres como ella. Cuando encontraban un lugar donde merodear se quedaban, aunque lo destrozaran otros como ella o aquellos que surgían entre las ascuas de los infiernos.

-Debería dejarlo, he empezado a planteármelo desde hace meses. Antes fumaba menos, pero desde que murió mi hermano ha aumentado.-apagué el cigarrillo guardando la colilla, jamás la tiraba porque era contaminante para otras especies.-Vine aquí con mi hermano, hemos viajado por todo el mundo y acabé en la ciudad lejos de nuestras raíces y con él en un foso.-murmuré antes de mirar hacia el cielo, aquel cielo tan tóxico a causa de tanta porquería, ya fuera contaminación o la podredumbre de las almas que allí rondaban.

Recordé los ojos de mi hermanos mucho más adultos que los míos. Mi madre había hecho que creciéramos a una velocidad mayor que los seres como nosotros, lo había hecho por nuestro propio bien. Ella deseaba que nos cuidáramos de aquellos que siempre nos perseguían como si fuéramos animales de exposición. Además, nuestra sangre podía ayudar a los hechiceros a erradicar ciertas enfermedades o incluso preparar pociones contra los krusnik.

-Voy y vengo de la ciudad, no estoy siempre aquí.-dije volviendo a mirarla, quedándome con su rostro para quizás hacer un boceto rápido y algunas anotaciones. Había seres como ella que merecían su propio lugar, aunque no fueran en datos para la organización sino para mi. Mi cuaderno de viajes, donde anotaba aquellos acontecimientos importantes o meros datos curiosos que podían calificarse de experiencias que a la larga podrían ser necesarias.-Pero jamás regresaré junto a mi madre, para ella es doloroso ver que un hijo vuelve pero no el otro. Ella ha cambiado, es un zombie comparado con la mujer que fue antes. Ni siquiera provocar que creciéramos con mayor rapidez que otros nos ha librado de la muerte, o más bien del asesinato.-esbocé una sonrisa amarga.-Aunque el que debería estar muerto soy yo, no él.

Lo miré fijamente mientras escuchaba su historia, ya que él había escuchado la mía. No era para nada una historia alegre, pero en verdad ninguna lo es, ya que en la mía también había muertes a pesar de no haberlo contado, pero era más que obvio viendo el tipo de criatura en el que me había convertido. Hacía siglos que había perdido a todas aquellas personas que me rodeaban en mi vida humana, y ni siquiera me había podido despedir de ellos.
Podía ver la tristeza en sus ojos y aunque prácticamente nos acabábamos de conocer, algo dentro de mí, si es que quedaba algo, sintió compasión por él. Le sonreí levemente cuando me miró, intentando animarle, si es que era posible algo así. Me hubiera gustado abrazarle, acariciarle o decir algunas palabras de ánimo, pero jamás se me habían dado bien aquellas situaciones, y menos desde que mi corazón ya no latía. Pensé en que tal vez yo también fuera un zombie, como había llamado él a su madre.

- Te entiendo perfectamente, créeme, mejor de lo que piensas. Yo he conocido a mucha gente en distintos lugares del mundo, y es muy probable que ahora todos estén muertos, incluida mi familia. - pensé en ellos por un momento, en la última vez que los había visto - Supongo que no soy nadie para darte consejos, pero si yo fuera tú iría a ver a mi madre...antes de que sea demasiado tarde. Yo intenté crecer rápidamente por mí misma, me fui de casa y viví mi vida...hasta que me convertí en lo que soy hoy día, y esto no es estar viva. Pero tú sí estás vivo, y es lo que cuenta, así que disfruta de ello y no mires atrás. El pasado nunca vuelve y no te pido que lo olvides, sé que no es fácil olvidar a un hermano, pero sí que no pienses en ello, al menos no de ese modo en que lo estás haciendo.

-El problema no es no querer verla, por mí la traería junto a mí aunque ama su huerto y sigue lavando la ropa a mano. Ella dice que todo queda mejor que con la lavadora, porque para eso es su trabajo. Ella tiene un pequeño negocio de costura, planchado y lavado.-recordaba aún las largas tardes de sol con la ropa blanca tendida en las cuerdas hondeando, como si fueran las velas de una fragata antigua.-A ella aún le quedan muchas décadas por vivir, y espero al momento en el cual deje de llorar la muerte de mi hermano.-la miré fijamente sonriendo con cierta amargura.-Sé que como debes sentirte, todos a tu alrededor mueren. Yo tuve que adelantar mi crecimiento, o más bien fue mi madre. Sin embargo, me esperan muchas décadas siendo un joven de treinta años.

Nosotros teníamos un crecimiento lento, aunque inevitablemente moríamos. Esperaba encontrar mi hueco en el mundo antes de llegar al hoyo, alguna buena chica como la novia de mi hermano y buenos amigos que me acompañaran hasta el final. Sin embargo, siempre terminaba solo por mi forma de vida, también por mi forma de ser. Era huraño y soñador, una mezcla extraña. Siempre fui tildado de estratega por ser silencioso, meticuloso, quisquilloso y demasiado perfeccionista. Pasaba la vida contemplándola mientras intentaba vivirla. Mis cuadernos estaban llenos de datos, no sólo sobre las características de un ser vivo, fuera planta o seres nocturnos como Kayla. Me aislaba del mundo como un científico loco y amargado, aunque en realidad en mi mundo la música o el arte siempre estaba presente y era mucho más agradable sobrellevarlo.

-Supongo que algún día te animarás a saber qué fue de ellos, igual que yo me animaré a pisar de nuevo Corea.-dije alzando de nuevo el rostro hacia las estrellas.-Quizás no todo está perdido.

Sonreí al escuchar cómo describía a su madre. Yo tenía miles de años y había vivido en demasiadas épocas completamente diferentes entre sí. Sin embargo, había visto y conocido gente así, que vivía en el campo y lo hacía todo a mano, no dependían de nada y menos aún de objetos eléctricos. Siempre me había fascinado ese tipo de gente, sobre todo en los últimos años ya que, aunque por todas partes hubiera tecnología prácticamente indestructible y millones de personas fueran incapaces de vivir sin usar aparatos digitales, aún quedaba gente como la madre del metamorfo, aislada de todo eso.

- Sí, es así, parece que todo lo que toco muere... Yo me quedé con una apariencia de veinticuatro años y así seguiré siempre, mientras todo lo que me rodea va muriendo. A veces deseo poder morir yo también.

Pensé en mi hermana, en cuánto la quería. Con 20 años me había marchado de casa, cuando ella tan sólo tenía 17. La imaginé terminando el instituto, haciéndose adulta, casándose y formando una familia. Ella siempre había sido así, muy familiar, y su sueño siempre había sido conseguir un marido que la quisiera y tener hijos. Sonreí al recordar su rostro, el rostro de una niña hermosa a la que abandoné por un capricho. No quise imaginarme su muerte, ni siquiera quise pensar en que hubiera vivido una vida larga y plena hasta la vejez. Sólo de imaginarme la muerte de mi hermana me recorría un escalofrío por toda la espalda. Aun así, la primera en morir había sido yo, una muerte eterna que tenía sus cosas buenas pero que no le deseaba a nadie.

- Aquí lo que importa no son los medios, sino el fin, y sé que están muertos. No necesito saber nada más. No puedo volver a atrás y arreglar mis errores. Pero tú sí tienes la oportunidad de volver a ver a tu madre. No la desaproveches...