Siguiendo tus pasos -Priv- (Adam Crow)

Ser un ángel en la tierra era raro, veías a la gente con una vida normal con sus cosas buenas y sus cosas malas. Vivir y morir, yo con todo el tiempo del mundo veía como la vida de amigos, conocidos y protegidos, se iba apagando con el paso del tiempo. El ciclo de la vida al que nosotros no teníamos que adaptarnos, pero los humanos y algunas de las otras razas que habitan en la tierra sabían que en algún momento pasaría lo inevitable. Y sin que yo pudiese hacer nada al respecto. Todo esto lo digo, porque cuando uno de nuestros protegidos pasa a mejor vida, otro ocupa su puesto. Y todo esto me había pasado a mi, hace 24 años. Mi protegido había dejado la vida terrenal tras una vida plena, en la vejez. Y su puesto lo había ocupado un pequeño niño de apenas un año de edad. Yo no entendía el porque había que proteger a ciertas personas, pero no me importaba hacerlo. Era gratificante ver crecer a alguien desde tan pequeño y ver como pasa su vida.

Ahora aquel bebe, tenía 25 años y por fin hacía años había descubierto su cualidad especial. Aquel chico, Adam, era un híbrido de metamorfo y hechizero. Y yo me encargaba de que no le pasase nada, ni si quiera cuando salía de casa convertido en un águila majestuosa. Y allí estaba Adam, estaba saliendo de su casa preparado para correr y hacer algo de ejercicio. Nunca habíamos entablado una conversación, pero siempre había una primera vez. Cuando él se pone a correr lo hago yo detrás de él, como si llevase haciéndolo un rato. Pero entonces algo ocurre, que hace que lo de pasar desapercibido se acabe, Adam iba tan absorto que no se da cuenta de lo que está pasando. Cuando él iba a cruzar la calle, un camión va directo hacia él.

- ¡No! - grito, agarrando el brazo del chico y tirando para atrás. Por los pelos, el chico se ha salvado por los pelos. Nos hemos caído al suelo, pero por suerte estamos bien. - Ten más cuidado la próxima vez Adam, no siempre voy a poder estar detrás. - añado con una sonrisa, estirando mi mano para que la agarre y se levante del suelo.

Como otra mañana cualquiera, me disponía a realizar mi serie de ejercicios matutinos. Cualquieras que me viera hacer exactamente lo mismo todas las mañanas pensaría que era un obsesionado con el ejercicio y el aspecto físico. Pero nada más lejos de la verdad. Me gustaba mantenerme en forma y tener un buen cuerpo, sí, pero ese no era el verdadero motivo de mi rutina diaria. La verdad era muy diferente, algo que muy pocas personas en mi vida sabían. De hecho, solo mis familiares más cercanos sabían la verdad...pues ellos tenían el mismo secreto que yo. Hechicero por parte de padre, metamorfo por parte de padre. Yo era las dos cosas juntas, y era algo a lo que aun no me había acostumbrado.

Cuando descubrí lo que era, me costó un tiempo aceptarlo. Pero después de pasar tiempo con los abuelos, tanto por parte de padre como de madre, acepté mi doble naturaleza. De mi padre, había heredado sus poderosos poderes mágicos, aunque aun no era capaz de hacer más que cosas básicas, como pequeños hechizos protectores y sanar heridas leves. Por parte de madre, había heredado la capacidad de transformarme en un animal. El mio era un águila americana, perfecta y majestuosa. Todos los días me transformaba al menos una vez para volar. Era la cosa más relajante del mundo.

Pero ahora que era un híbrido, envejecía más lentamente y era algo más fuerte que un humano normal. De ahí el entrenamiento. También había aprendido a luchar, y se me daba bastante bien. Sobre todo con la vara metálica. Pero ahora solo saldría a correr un rato. Pero lo que iba a pasar me enseñaría a tener la cabeza en el suelo, pues estaba tan absorto en mis pensamientos que no vi el camión que iba a atropellarme. O eso era lo que iba a pasar, porque cuando quise darme cuenta estaba tirado en el suelo, con un chico sobre mi. No sabía que era lo que estaba pasando, y normalmente no le haría ascos a que un chico tan guapo se me tirara enzima.

- Vaya, que reflejos tienes - dije, aceptando su mano para levantarme. - Gracias por salvarme la vida...¿Y que es eso de que no vas a poder estar detrás siempre? Normalmente no te rechazaría, pero esto es algo raro. ¿Puedes decirme quien eres? ¿Y por qué tengo la sensación de que no me va a gustar lo que me digas? - digo, preparado para cualquier cosa, empezando a recitar mentalmente un hechizo defensivo.

Aquel chico, Adam, era bastante despistado. La he tenido que salvar varias veces de accidentes tan tontos como el de ahora. Pero nunca había realizado nada físico para solventarlo como ahora, siempre había usado mi poder para no tener que dar explicaciones de lo que soy y lo que hago. Con una protegida que lo supiese y reaccione mal me vale, no quiero tener que aguantar las tonterías de el resto de mis protegidos. Como si tuviese poco con los demonios y ángeles caídos como para aguantar el mal carácter del resto de humanos. Pero algo en mi interior me decía que con Adam sería distinto, no parecía tener un carácter fuerte ni malas intenciones, y eso era algo que me agradaba bastante en él. Que aún hubiese personas así en el mundo terrenal, le subí a uno un poco la moral y le dejaba ver algo más de luz, en un mundo lleno de oscuridad.

Había puesto mi mejor sonrisa, esa que solo pongo con aquellas personas que conozco bastante bien y que les tengo cariño. Supongo que todo eso también lo tengo por él, al fin y al cabo llevo a su lado más de veinte años, aunque nunca hayamos mantenido una conversación. Al extender mi mano, para ayudarle a levantar, el la coge aunque algo receloso por la situación. Como me temía ahora tocan las explicaciones y sus múltiples reacciones después. Cruzaría los dedos si eso sirviese para algo, pero espero que todo esto salga bien.

- ¿Rechazarme? - pregunto algo confuso, no entendía muy bien esa palabra en la frase que había dicho. ¿A qué se refería con eso? - Después tendrás que explicarme eso, pero antes...creo que me toca a mi decir algo. - digo mirando los ojos de Adam. Había preguntado quien era y que pensaba que no le iba a gustar mi respuesta. No entiendo porque a nadie le gusta tener un ángel guardián a sus espaldas. Suspiro, poniendo los ojos en blanco. - Mi nombre es Shamuel y...- digo mirando alrededor. Oigo lo que está pensando Adam, intenta hacer una clase de hechizo. Probablemente de protección. - Adam, yo que tú no haría eso. No va a funcionar. - añado encogiendo los hombros. - No quiero hacerte daño, es más bien lo contrario. Vamos a un sitio más...seguro. - digo volviendo a estirar mi mano hacia él. Cuando me la diese nos teletransportaríamos a otro lugar. Una pequeña pradera donde me gustaba ir a desconectar. - Confía en mi.

Era lo más extraño que me había pasado nunca. Había estado a punto de morir atropellado y, de la nada, ese chico había aparecido y me había salvado la vida. Pero lo más curioso es que me hablaba como si me conociera de toda la vida. ¡¡Pero si es la primera vez que le veo!! ¿De que narices va todo esto? Me recompongo después de la caída, ayudado por el extraño, que parece que va a contestar sin ningún problema a mis preguntas, no sin antes decirme que no servirá de nada lo que estaba haciendo, refiriéndose a mis hechizos.

- ¿De que estás hablando? - dije, y me di cuenta de que era inútil ocultárselo. - ¿Cómo sabes que estoy haciendo hechizos? ¿Es que lees mi mente o algo así? En cuanto a lo de rechazarte...no le des importancia. era una broma sin importancia. Eres atractivo y estabas encima mía. Entonces no se....¿por que me estoy poniendo tan rojo? - dije, avergonzándome de todo lo que estaba diciendo.

La verdad es que no sentía nada malo proveniente del chico, de nombre Shamael. No sabía como explicarlo, pero sentía una paz tremenda ahora que estaba a mi lado. Y eso me asustaba bastante. no tanto como cuando supe lo que era en realidad, pero si era desconcertante. Y quería saber lo que tenía que contarme. Sobre todo, porque se sabía mi nombre sin habérselo dicho.

Aunque dudé, cogí su mano y, de pronto, sentí como todo a mi alrededor cambiaba. Todo se movía y solo veía luces. Me estaba mareando, así que cerré los ojos. Cuando los volví a abrir estaba en una preciosa pradera, toda verde y adornada con multitud de flores. Miré a Shamael en busca de explicaciones.

- ¿Que ha pasado? Y dime la verdad, ya estoy cansado de que me engañen. ¿Quien eres? ¿Qué quieres de mi? - pregunté, con tono intimidatorio.

Había varias cosas que no llegaba a comprender del ser humano a parte de los sentimientos sexuales o amorosos que sentían ante sus iguales. Y menos aún la desconfianza que mantenían ante personas que solo intentaban ayudarles, aunque con los tiempos que corren tampoco me extraña en absoluto. Después de la tercera guerra mundial las cosas habían cambiado mucho y a mal. Cada vez era más difícil hacer que en el mundo hubiese algo más de luz en este mundo de oscuridad. Pero si los humanos y seres de otras razas no arrimaban un poco el hombro, la cosa volvía a fastidiarse. Supongo que lo de haber dicho su nombre no ayuda, a que Adam pueda relajarse. Eso puede demostrar que soy un asesino o cualquier cosa, que esté intentando hacerle daño. Y para rematarlo todo añado la frase en referencia a sus hechizos que está repasando mentalmente. Tenía que aprender una mejor forma de actuar ante gente precavida y que puede que no crea en esta clase de cosas.

Frunzo el ceño ante su pregunta de cómo sabía lo que él estaba haciendo. Creía que saber que yo sabía lo que pensaba podía darle una ligera idea, pero no. Creo que iba a tener que entablar una larga conversación con él. Había demasiadas cosas que explicar y que contar, y la mayoría iba a tener que hacerlo yo. Será algo así como un monólogo, pero para poder a empezar tendríamos que salir de aquella calle y alejarnos de miradas indiscretas.

- Es largo y difícil de explicar. Si tardas mucho en decidirte no me dará tiempo a explicarte todo. – añado apremiando al chico. – Pero si…leo tu mente. Eso es un pequeño adelanto. – sonrío, sin mover un ápice de mi cuerpo. Me quedo mirando la cara del joven, cuando me intenta explicar lo de rechazarme. Me había llamado atractivo y había hecho que mis mejillas se sonrojasen. Es algo que nunca me había dicho nadie, y debía de ser eso que llaman piropo. – Pues lo siento Adam, pero… - digo negando con la cabeza sin acabar la frase. Aunque creo que ha quedado bastante clara.

Por fin coge mi mano y nos teletransportamos lejos de aquel sitio, lejos de la ciudad. De hecho ni si quiera estábamos en el mismo sitio. Nos encontrábamos en una pradera cerca de lo que antiguamente se llamaba Irlanda. Un lugar bonito y verde, lleno de flores. Me siento en el suelo y me descalzo para poder sentir la tierra y la hierba húmeda en mi piel. Respiro hondo y me tumbo, escuchando las preguntas confusas de mi protegido.

- Siéntate a mi lado Adam y te contaré todo lo que quieras. – digo meditando mis siguientes palabras. – Soy un arcángel, y…se podría decir que tú eres mi protegido. Llevo siguiendo tus pasos desde que eras un bebe. – digo recordando aquellos tiempos. - Y en cuanto al lugar… - digo observando todo aquello, en sitios como este se demostraba que Dios existía y que seguía haciendo cosas por el mundo. – Irlanda, es precioso ¿verdad?

Me encontraba algo desorientado por los recientes acontecimientos. Vale que sabía que había cosas sobrehumanas en este mundo, pues yo era la prueba viviente de ello, ya que nunca me imaginé que podrían existir los magos y los cambiantes, y mucho menos que mis padres fueran miembros de esas razas, dando lugar a un híbrido, como yo.

Pero lo que me estaba pasando ahora mismo no terminaba de creerlo. Había confiando en un completo desconocido, le había cogido de la mano y, en el instante siguiente, estábamos en un sitio completamente diferente al que me encontraba. Miré hacia todos los lados para examinar el lugar, para saber si había algún tipo de peligro. Fue entonces cuando me encontré de nuevo con la mirada de Shamuel. Intentaba procesar todo lo que me acaba de decir. ¿Que era un arcángel? ¿Y a que se refería con que me protegía que era un bebé? Demasiadas cosas en tan poco tiempo...toda una locura.

- Si, el lugar es precioso. De hecho, nunca había visto un lugar tan verde. No...no entiendo nada. ¿Un arcángel? ¿Como los que hay en la Biblía? ¿En serio son...sois reales? Lo siento, pero esto ya es algo que puede conmigo - digo, sentñandome para poder tener un sitio en el que apoyarme. - ¿Ese es el motivo por el que sabes mi nombre? Porque llevas vigilándome desde que nací...y has decidido revlarte ahora. ¿Tengo que entender que no es la primera vez que me ayudas? Porque eso explicaría muchas situaciones que he vivido y de las que siempre he salido ileso. ¿Me equivoco? - dije, mirándole a los ojos.

Ahora que sabía todo esto me venían a la cabeza muchas mas dudas. También sabía que mis comentarios sobre su aspecto físico le habían avergonzado, pues sus mejillas se habían erojecido debido a que, espero, le pareciese un cumplido. Ya seguiría más tarde por ese lado, ahora necesitaba saber más cosas sobre Shamuel y su condición de ángel guardián.

- ¿Y como llegué a ser tu protegido?

Aquel sitio era lo más parecido al paraíso que quedaba en la tierra. Los humanos y el resto de criaturas creadas por Dios, se habían dedicado a destruir la naturaleza y todo lo que les rodeaba para poder "vivir mejor" o eso decían ellos. Gracias a sus acciones habían desaparecido numerosas especies de animales y los bosques y zonas verdes habían menguado de forma drástica. Y todo había empeorado más aún después de la tercera guerra mundial, los campos habían quedado arrasados a causa del fuego y de la cruel batalla. En cambio aquel lugar había quedado a salvo de todo aquello y se mantenía puro y limpio. Supongo que algún grupo de ángeles se ha encargado de mantenerlo así, pero sea quien sea el que ha dejado esto intacto se lo agradezco.

Miro a Adam, la verdad es que gracioso ver a gente que es capaz de hacer "magia" y realizar hechizos, se quedase boquiabierto porque alguien pudiese teletransportarlo a otro lugar sin el menor esfuerzo. Sonrío y escucho atentamente sus palabras e intento buscar la forma correcta para explicar las cosas. No quiero que se asuste más de lo que está. Cuando se sienta a mi lado, pongo una mano sobre su hombro y le transmito paz y tranquilidad, para poder mantener una conversación normal.

- Pues si Adam, los ángeles también existimos. Al igual que los hechiceros, metamorfos, vampiros, licántropos... todos somos reales. ¿Puede contigo? - pregunto sin comprender muy bien. - Lo siento, pero no entiendo. No estoy muy familiarizado con vuestro vocabulario. - añado algo sonrojado por no saber lo que quería decir. Asiento cuando me pregunta que si es por eso que se su nombre y ahora toca contar la historia de como le conocí, por así decirlo. - Las cosas para nosotros tampoco son sencillas, la gente suele actuar ante nosotros de forma rara. Se asustan y salen corriendo, otros te comprenden y se quedan, y...otros, bueno, son hostiles y reacios a nuestra presencia. - digo encogiendo los hombros recordando a Áine. - Por eso nunca me había presentado antes , al menos directamente. Y por cierto, si quieres preguntar algo más hazlo. - pongo una gran sonrisa, creo que con este chico las cosas saldrán mejor.

Estiro todos los músculos de mi cuerpo, y me tumbo poniendo los brazos bajo mi cabeza para poder observar el cielo y las nubes. Lo que era y consideraba mi verdadero hogar, aunque ahora lo haya sustituido por la tierra. Me pregunta que como llegó a convertirse en mi protegido. Le miro con delicadeza, como a aquellas personas con la que has pasado una vida juntos. Y una pequeña lágrima cae por mi rostro al recordar al anterior protegido, Henry, aquel fue un gran hombre.

- Ocupaste el lugar de otro, y nose porque...yo no soy el que toma esa clase de decisiones. Eso viene de allí arriba, pero cuando tienes a alguien como yo detrás de ti es porque eres importante o...demasiado bueno. - digo sonriendo al poner énfasis en el demasiado. - ¿Has mejorado tus habilidades? - pregunto intentando no sacar el tema de mi protegido anterior.

Después de preguntarle y de hablarle sobre todo lo que necesitaba decirle, tras lo que me había contado y que me había pillado totalmente por sorpresa, llegaba la hora de las explicaciones y las aclaraciones. No se puede soltar esa bomba y esperar que la gente no reaccione como yo, que se quede totalmente flipando. No era lo mismo poder hacer magia o que me transformase en águila a que existan los ángeles. Pero cuando Shamuel se sienta a mi lado y pone su mano sobre mi hombro, todo parece mucho más claro y estoy más tranquilo. Estaba preparado para oir lo que tiene que decirme.

- No es que pueda conmigo, es que no me esperaba que existierais también. Sé que salis en la Biblia y que muchas religiones os adoran, pero siempre pensé que eran simples leyendas. Pero me equivocaba, así que espero que me disculpes - digo, cada vez más sereno.

Escuché atentamente su historia, pues tenía muchas cosas que contar, y no quería que se dejase ningún detalle, pues quería saberlo absolutamente todo sobre él, lo que había tenido que hacer por mi y, sobre todo, como se había hecho cargo de mi. A medida que habla, veo que aunque sea un ser celestial tampoco es t5an distinto a un humano normal. No todos reaccionan como yo, seguún dice, cuando se revelan a sus protegidos. Eso es algo que no me cabe en la cabeza. ¿Cómo puede ser que alguien que yeva ayudándote y velando por tu seguirdad toda la vida puede enfadarse e incluso hacer locuras contra ellos? Yo no sería así...vale que aun estaba algo en shock, pero saber que tenía a alguien detrás siempre protegiendome, era gratificante.

Cuando le pregunto por como llegué a ser su protegido, veo que una lágrima cae de sus ojos, cosa que me conmueve mucho pues, a pesar de haberle conocido ahora mismo, siento una gran conexión entre nosotros. Antes de que diga una sola palabra, pongo una mano sobre su pierna y le sonrio.

- Siento mucho lo que le pasase a tu anterior protegido. Probablemente hayas compartido muchas cosas con él y a eso se deba que estés así. Pero ahora espero dar lo mejor de mi para ser un buen protegido - dije sonriendo. - Seguro que fuiste muy buen ángel guardián y, allá donde esté, seguro que lo sabe. En cuanto a mis habilidades - dije, algo asustado por que supiera tantas cosas de mi - voy mejorando poco a poco, que ya es bastante. Solo hace unos meses que conozco lo que soy. ¿Es por eso por lo que te has revelado a mi?

La cabeza de Adam, era un hervidero de cientos de cosas. Por su mente pasaban demasiadas cosas que quería preguntarme y decenas de sentimientos mezclados. Confusión, tranquilidad...la verdad es que es difícil leer todo aquello a la vez. Creo que Adam es una persona bastante inteligente, y nunca se meterá en problemas el solo. Aunque tenía alguna compañía que no agradaba del todo. Aquel vampiro con el que se juntaba y se consideraban buenos amigos, y creo que además ambos sentía algo por el otro, aunque ninguno decía anda. No es que no me gustase por ser un vampiro, porque era vegetariano, pero su actitud...dejaba bastante que desear. Eso lo comentaré más adelante, cuando haya algo más de confianza entre nosotros. No quiero...fastidiarlo el primer día diciendo un comentario fuera de lugar.

Poco a poco, iba soltándose más. Es posible que solo sea porque es tímido, no porque sea yo. Aunque también veo las cosas desde otro lado. Yo llevo conociéndolo desde que era un bebe, y he visto como ha crecido y todo lo que ha vivido. Pero él no sabe nada de mi, aunque tampoco hay mucho que saber en la vida de un ángel. Nuestra vida estaba basada en cuidar y proteger la de los demás, hacer que este mundo sea más...luminoso.

- Tus disculpas son aceptadas Adam, aunque no tienes porque pedirlas. La mayoría de la gente no cree en nosotros, y después de todo lo que ha pasado sus pensamientos no han cambiado. - digo mientras me pongo algo más cómodo. - Seguro que algunas cosas de las que cuentan sobre nosotros, también son leyendas. - digo guiñando el ojo de forma divertida.

No me gustaba hablar de mis otros protegidos, con nadie. Era un tema privado entre ellos y yo, algo que nadie debía de saber. Algunos contaban sus más íntimos secretos, aunque ya sabía la mayoría de ellos. Por eso la información quedaba guardada dentro de mi, como dicen los humanos "Soy una tumba". Aunque hablar de el que había sido mi protegido antes que Adam, no había hablado. Solo había demostrado un sentimiento cariño y afecto hacia un ser querido que abandonó el mundo terrenal hace años. Sonrío y asiento con la cabeza ante sus palabras.

- Gracias por tus palabras. Pero ya eres un buen protegido, eres uno de los que en menos problemas te metes y...has aceptado bien mi papel de ángel. - digo de forma cariñosa. Aquello era una de las mejores cosas, que te acepten y te traten bien. - Y no te preocupes por mi, solo ha sido un pequeño recuerdo a su memoria. - ladeo la cabeza, escuchando su pregunta. - Es posible. - añado con una leve carcajada. - Llevo tiempo intentando hacerlo, pero...tenía algo de miedo a tu reacción. A los ángeles también nos pasa estas cosas. - digo de forma burlona, aunque sin mala intención. - Si no hubiese sido por ese camión, no lo hubiese hecho todavía. Aunque desde que sabes lo que eres te sigo más de cerca. - me levanto con un pequeño salto, extendiendo mi mano como había hecho antes para ayudar a Adam a levantarse. - Muéstrame lo que sabes hacer, tanto de hechicero como de metamorfo. - digo con una sonrisa triunfal, esperando ver todo lo que sabía o podía hacer.

Necesitaba preguntar muchas cosas y recibir muchas respuestas. Algunas me gustarían, y otras no, eso estaba claro. Pero quería saberlo todo, quizá no de golpe, pero si a su debido tiempo. Acababa de saber que había seres cuidando de gente como yo, y eso no era algo fácil de asimilar. Estaban ahí, sin que otros les vieran, ayudándonos y guiándonos en los momentos de necesidad. Y yo había tenido muchos, así que le estaba dando mucho trabajo a mi ángel guardián y espero que pronto amigo mio Shamuel.

- Es que todo esto me pilla por sorpresa. Yo no es que no creyera en vosotros. Mi madre me contaba historias de vosotros, que velabais por el equilibrio en el mundo y hacer que el bien reinara sobre el mal. Así que se puede decir que influyó bastante la muerte de mis padres en un rechazo a la fe...cosa que puedo garantizar que no volverá a pasar. Pero tengo más preguntas. ¿Solo puedo verte yo? ¿Qué habilidades tienes? ¿De donde vienes? ¿Hago demasiadas preguntas? - digo, muy nervioso. - Quiero saberlo todo sobre ti...sobre vosotros - dije, intentando ocultar mi vergüenza y esperando que no notase que estaba especialmente interesado a él, pues su atractivo físico era perfecto, probablemente como todos los ángeles. - Y sobre todo, saber que es verdad y que es leyenda.

Sonrío al oír las palabras amables que dice sobre mi, pues al parecer lleva vigilándome bastante. Sabe que no me meto en líos, al menos no voluntariamente. Al parecer no se había revelado antes por miedo a mi reacción, antes de que yo supiera lo que era en realidad. Al aceptar que era un híbrido, supuso que estaba preparado y por eso decidió que era el mejor momento.

- Pues la verdad es que hiciste bien. Como sabrás, me quedé en shock cuando supe que era mitad mago y mitad cambiante, y me costó aceptarlo. Pero ahora lo he hecho y estoy en sintonía con todos los animales que encuentro. siento un enlace especial hacia ellos y ellos hacia mi. ¿Sabes a que se debe eso? Mi abuelo no llegó a explicármelo...al igual que mi abuela.

Me da su mano para poderme levantar. La acepto, y de un salto me pongo de pie. Es entonces cuando me dice que le muestre todo lo que sé hacer. Me pongo muy nervioso...pues a penas se hacer un par de hechizos y aun no he conseguido transformarme durante mucho tiempo.

- Si eres mi guardián sabrás que a penas sé un par de hechizos defensivos y no consigo mantener mi forma animal más de cinco minutos. Así que creo que has cogido al protegido más torpe del mundo...

La verdad es que aquel pequeño contratiempo de presentarme antes de lo que esperaba, no estaba saliendo tan mal como creía. Más bien todo lo contrario, Adam era un buen chico. Amable, simpático y parece que es capaz de escuchar y razonar todo lo que le dices. Ojala el resto de los humanos fuesen un poco como él, y las cosas irían bastante mejor en este sitio. No creo que sea complicado actuar de buenas maneras y tener un mínimo de modales. Lo único que puede que le falle un poco es la curiosidad, aunque de momento solo la ha usado para aprender no para cotillear ni sacar cosas raras de mi. La verdad es que la curiosidad también puede ser tomada, como un acto de aprendizaje. Le interesa todo lo que le pueda contar sobre mi raza pero no sobre mi vida, me gusta este chico. Creo que nos llevaremos bastante bien.

- No tienes porque sentirte mal por rechazar a la fe en un momento como ese, todos dudan el algún momento. Pero te aseguro que si tus padres abandonaron la tierra es porque mi Padre los necesitaba allí arriba. - añado con una sonrisa para intentar consolarlo. La muerte de un ser querido siempre es dura, aunque sepas que después te espera algo en el cielo. - Pregunta lo que desees, y yo intentaré responder a lo que pueda. - Escucho sus preguntas y suspiro cuando acaba, cogiendo aire para empezar a responder. - Pueden verme todos los que haya a nuestro alrededor, soy como una persona normal, no tengo porque esconderme. ¿Habilidades? - pregunto pensativo. - Puedo crear vida, leer tus pensamientos, calmar tus sentimientos, teletransportarme y...un don especial que me dio Dios. - cierro mis ojos, y hago aparecer una leve capa de escarcha cerca de donde esta Adam. Abro los ojos sonriendo. - Venir, vengo de allí arriba. Aunque llevo tiempo con vosotros. Y...bueno, tranquilo, es normal que tengas tantas preguntas. Yo también las tendría. - recapacito al escuchar que dice que le interesa saber lo que es verdad y lo que es leyenda. - ¿Qué sabes de nosotros? Así seguro que es más sencillo contar que es leyenda y que no.

Como ya había dicho antes, es capaz de entender todo lo que le digo y comprender cada cosa que he hecho. Todo debe de ir a su debido tiempo, pero no todos suelen entender esto. Creo que sus abuelos han hecho un buen trabajo educando a este joven, solo espero que pronto sea capaz de controlar sus poderes como lo hace con su vida. Entonces todo le irá a pedir de boca. Niego con la cabeza y encojo mis hombros ante su pregunta, la verdad es que no se a que se debe esa conexión que siente con los animales. Siendo híbrido puede venir de lados distintos, incluso provenir de ambos.

- Tal vez sea por tus dos naturalezas, te transformas en animal y eso debe significar algo en ellos. Y de tu naturaleza hechicera...puede que sea la senda. ¿Sabes a lo que me refiero? - pregunto mirando fijamente sus ojos, y esperando a que de su mano para levantarse y empezar el espectáculo de poderes. Aunque creo que no está muy seguro de como usarlos. Se le ve reticente a lo ahora de hablar de ello, como si no se atreviese a usarlos. - Tienes que confiar en ti Adam, si no consigues hacer eso tú mismo, nadie lo hará. Al principio es difícil entender todo esto y saber como usar cada cosa. Por eso estoy aquí, para ayudarte a...aprender. - digo guiñando un ojo, mientras doy vueltas a su alrededor. - Intenta hacer algo. - digo poniendo mi mano sobre su hombro. - Por cada hechizo o transformación, te dejo que realices una pregunta. - digo en broma.

Parece que estaba empezando a entender mejor todo lo que estaba pasando. Mi primera reacción había sido de total sorpresa al conocer la existencia de los ángeles. Sobre eso, me había surgido la duda sobre la existencia de los demonios, puesto que si existían los ángeles ¿por qué no iban a existir los demonios? Pero a parte de esa duda, Shamuel contestaba mis preguntas con mucha amabilidad, usando un tono de cercanía que pocos habían usado una vez conmigo.

- Aun me cuesta pensar que existe un ser superior a todos nosotros. Pero me consuela saber que ayuda a la gente, o al menos lo intenta. Pero entonces ¿si es un ser superior por qué no hace lo posible por evitar todas las guerras y penurias por las que pasamos? Perdona pero es que no lo entiendo, pero no quiero ser pesado - digo, rascándome la cabeza. - Vaya, es flipante todo lo que puedes hacer. Casí tan increíble como las que puedo hacer yo. ¿Y las alas? ¿Teneís alas? Y las cosas que sé de ti no son muchas. Me he criado con una familia de hechiceros y meramorfos, así que no puedo decirte más cosas. Mi madre me contaba historias sobre vosotros, en las que velabais por la gente de la Tierra y protegiais a la gente.

Sigue explicándome cosas sobre mis poderes y su procedencia, las cuales escucho con total atención. Me resultaba muy extraño que, sin conocernos, esté atendiendole tanto y que esté tan interesado en él.

- Ojalá supiera transformarme totalmente todo el tiempo que quiera, pero aun no soy capaz de mantenerla mucho tiempo. En cuanto a lo de la senda, mi abuelo me lo comentó, pero no me dio tiempo a saber más sobre eso. Atacaron su pueblo y solo unos pocos sobrevivimos...pero mi abuelo no - dije, algo triste. - Si confio en mi, pero aun no tengo la fuerza suficiente para ello. De momento, esto es lo que puedo hacer.

Me fijé en una planta que había cerca de nosotros, que estaba marchita. Me concentré y extendí mi mano hacia ella. Me concentré en ella y comenzé a recitar el hechizdo de curación. Tras haberlo dicho un par de veces, la planta empezó a brillar y, por arte de magia, volvío a estar como si acabase de florecer.

La verdad es que no me agradaba hablar sobre ese ser superior como lo llamaban los humanos, que en realidad era mi padre. Mi padre y el de todos los seres que habitaban en el mundo terrenal. Al final Él había creado todo lo que pisábamos y todo lo que había alrededor de nosotros, hasta la más ínfima partícula y célula había visto la mano y el poder de Dios, en el comienzo de la tierra. Había muchos seres que no se creían la existencia de alguien que les vigilaba y les protegía, aunque últimamente esas cosas las entendía. Había pasado demasiadas cosas “malas” en el mundo, como para creer que hubiese un ser superior que esté ahí velando por sus vidas. Y no todos eran tan agnósticos como los humanos, supongo que debe de tener relación con que tienen un periodo de vida más pequeño y muchas aún, no conocen la mayoría de las especies y seres que habitan en la tierra. Si no sabían ni quien era su vecino, ¿por qué iban a saber de la existencia de ángeles y un ser superior? Son cosas que tampoco llego a entender.

Había otra cosa que no llegaba a comprender, ¿por qué había gente que se inventaba cosas? Y no es que se inventasen cosas sobre ellos mismos, no. Era más… ¿divertido? Inventarse historias y fábulas sobre el resto de seres o personas que te rodean. Había escuchado historias sobre nosotros, como que nosotros hacíamos cosas impuras con nuestros hermanos, para crear otros ángeles. Aquello era erróneo, los ángeles eran creados por Dios y todos habitábamos los cielos desde hace siglos. Además, aquello era un pecado enorme para nosotros por el que se nos cortaba las alas. Muchos de mis hermanos habían caído por eso.

- Tranquilo Adam, entiendo todas tus dudas y preocupaciones. La verdad es que Él, mi Padre, hace todo lo posible para velar por el bien de la humanidad y del resto de razas. La mayoría del ejercito celestial, vamos todos mis hermanos, estamos en la tierra. Luchamos contra el mal, y todas las cosas que pasan pero… nos han sobrepasado. La oscuridad ha ganado terreno a la luz, pero espero que con la ayuda de otros seres vayamos ganando terreno. – añado satisfecho con una sonrisa por mi respuesta. Era un tema que no me agradaba, explicar al resto que aquello que pasaba no era por culpa de mi Padre. Que todo aquello que sucede es culpa de Lucifer y todo su séquito. – Al final todos somos parecidos ya que hemos sido creados por el mismo Ser. Y en cuanto a las alas…- digo dando una ligera vuelta sin moverme del sitio. – Si que las tengo, pero no puedes verlas a no ser que me transforme a mi forma celestial. Aunque un dato que no sabes, es que las alas tienen un color diferente según el poder de cada uno. – hago una leve pausa, mientras me siento de nuevo. Esta vez he elegido un pequeño árbol caído. Un pequeño zorro sale de la maleza y se acerca a mi de forma lenta y relajada. Se tumba entre mis piernas y le acaricio el cuello. – Habrás oído que no tenemos sexo, eso es cierto. Al igual de los poderes que poseemos y…ciertas cosas que mis hermanos hicieron en el pasado. No podemos mantener relaciones amorosas con nadie ni…atentar contra la vida de ningún ser vivo. – añado dando un leve beso a aquel animal.

Era bastante sencillo hablar sobre esto con Adam, puede que en algún día cercano haga un pequeño encuentro entre mis protegidos. Para ver si así aprenden algo, además ella es hechicera y podrá ayudar a su manera a Adam. Así su inexperiencia podría ser arrebatada gracias a otro como él. Pero por mucho que diga, que confía en sí mismo no es verdad, yo lo noto. Tiene miedo a lo que pueda pasar con sus poderes. Y a que no consiga hacer las cosas que sus antepasados les gustaría que hiciesen. Veo como surte efecto un hechizo de curación, haciendo que una planta medio muerta vuelva a la vida en un momento.

- Eso ha sido sencillo hacerlo ¿verdad? No te ha costado nada de energía, y has hecho que una planta vuelva a la vida. – me levanto de mi asiento, haciendo que el zorrillo levante la vista y nos mire de forma curiosa. Me pongo al lado de Adam, coloco una mano en su hombro y susurro. – Ahora cierra los ojos, concéntrate en tu poder. – digo en el mismo tono de voz, aunque con hago que suene convincente para que le de fuerzas. – Visualiza el animal en el que debes convertirte. Imagina su cuerpo latiendo dentro de ti y…gritando con fuerza para salir. – digo mirando al zorro que ladea la cabeza, disfrutando con la imagen. – Prueba.

Aun me costaba creer que pudiera existir alguien con tal cantidad de poder como para crear todo lo que existía. Era algo demasiado complejo como para intentar asimilarlo tan rápido. Ni siquiera a la gente que era creyente de verdad lo terminaba de asimilar nunca, así que podía permitirme tomarme mi tiempo para creermelo. Quizá fuera verdad o no, pero estaba seguro de que, aunque no llegase a creermelo, podría llegar a entender a toda esa gente que pensba que había un Dios que nos juzgaba y protegía desde los cielos.

Poco a poco estaba más tranquilo con todo esto, y me encontraba mucho más relajado que antes. Dispuesto a escuchar lo que Shamael pudiera intentar explicarme todo lo que era desconodido para mi.

- Me alegro que seas tan comprensivo conmigo, pues no todos lo son hoy en día. La verdad es que, aunque sean cosas costosas de asimilar, creo que puedo llegar a entenderlas, aunque no las comparta. Y sino, siempre puedo contar con tu apoyo y consejo. ¿Cierto? - digo, sonriendo al ángel. - ¿Y sois muchos como tu los que están en la Tierra? Me imagino que solo podremos saber si son ángeles si somos su protegidos ¿no? Me imagino que hoy en día tendreis más trabajo que nunca. En cuanto a la ayuda que podamos daros el resto de los mortales, creo que no tendrás duda en que cuentas con la mía para lo que pueda.

Me sigue contando cosas sobre su padre y los ángeles. Me interesa el tema de las alas, y me entero de que solo pueden mostrarlas cuando se transforman totalmente, sino que son de diferentes colores en función del poder especial que tienen. Cuando cambia de tema y habla de sexo, me pongo algo nervioso, pues Shamael era el hombre más actractivo que habñia visto nunca. Guapo, alto, tremendamente atractivo y con un porte muy interesante, podría haber intentado algo con él, pero no después de sus palabras. Al parecer, no podían relacionarse con nadie.

- Vaya. Pues eso debe de ser, y perdón por la expresión, es una putada. Es una cosa bastante importante. Pero debe de haber algún motivo por el que no puedas acostarte con alguien ¿no? ¿Tampoco puedes enamorarte? - pregunté con curiosidad.

Hablar de esto con Shamael me resulta extraño pero a la vez normal, pues a pesar de habernos conocido hace escasas horas, pues habían pasado horas ya desde que habíamos empezado a hablar, me resultaba cada vez más fácil y me daban ganas de hablar con él de absolutamente todo. Dspués del primer intento de usar mis poderes, la planta se cuera totalmente y no he gastado nada de energía en hacerlo. Las palabras que el ángel me dice a continuación me hacen sentirme en paz y más concentrado, siguiendo que algo de él entre en mi. Está intentando que use mi parte metamorfa y me convierta totalmente en mi animal, que aun no he descubierto. Cierro los ojos e intento descubrir mi poder.

Cuando abro los ojos, lo veo todo desde más abajo. Me miro y es entonces cuando me he dado cuenta de lo que ha pasado. He conseguido transformarme del todo y sin a penas gastar nada de energía. Y todo gracias a Shamael. Me había transformado en una majestuosa águila.

Estaba claro que Adam necesitaba a alguien a su lado que le diese ánimos y fuerza para seguir adelante con lo de sus poderes. Parece que le da miedo saber el nivel al que puede llegar con su magia, o su don. Como si temiese poder hacer daño a alguien sin querer con ese poder oculto que se escondía dentro de él. Por eso debía de ir sacando poco a poco todo su potencial, para saber como manejarlo a su antojo y poder hacer lo que quiera con él. Si un hechicero consigue sacarle todo el partido a su poder, estará bien protegido. Si abre bien los ojos y está atento a lo que sucede a su alrededor, sino de nada servirá su poder ni nada por el estilo.

Ladeo la cabeza entornando un poco los ojos, para evitar que el sol me de directamente en ellos. Escucho lo que va diciendo sobre lo que le acabo de contar yo. Creo que Áine no me hizo falta explicarle nada de esto, ya lo sabía todo sobre nosotros. O por lo menos eso pensaba ella.

- Claro, siempre puedes contar conmigo para lo que quieras. Si alguna vez me necesitas grita mi nombre en tu cabeza y yo apareceré. - digo con una sonrisa, una manera sencilla de avisarnos cuando estos inocentes estaban en peligro. - Aunque no entiendo muy bien eso de no compartirlas...¿a qué te refieres? - digo sin terminar de comprender lo que intenta decir con todo aquello. - ¿Cuántos como yo hay en la tierra? - repito su pregunta - Muchos, bastantes diría yo. En los tiempos que corren nos hemos visto obligados a dejar nuestro mundo celestial para ayudar en todo lo posible. - asiento con la cabeza y me pongo una mano como visera para tapar algo más el sol tan brillante que había hoy. - A parte de vosotros, hay otros seres que son capaces de saber lo que somos. ¿Sabes de la existencia de otros seres no? - pregunto pasando mi mano por el pelo, haciendo que se descoloque.

Me agrada conseguir a gente que nos ayude en estas cosas, cuantas más manos amigas haya en nuestro bando mejor que mejor. Está claro que si los demonios y el bando de la oscuridad unen sus fuerzas, nos veremos en peligro. Son demasiados los que andan haciendo cosas que no deben con sus mentes perversas y pocos, los que por el contrario luchamos por un mundo lleno de luz y paz. Era magnífico saber que mi protegido estaría dispuesto a ayudar en lo que fuese posible, aunque primero tiene que averiguar cual es su poder y conseguir sacar todo el potencial. No puedo permitir que nos ayude, si eso le pone en peligro. No puedo permitir perder a ninguno de mis protegidos.

Me río con una carcajada estridente, cuando Adam dice que es una putada no poder enamorarse de nadie ni poder mantener relaciones sexuales con ningún ser. Es una de las leyes más importantes que nuestro padre nos manda obedecer. Hay cosas que para nosotros no son iguales que para el resto de seres, somos seres puros y de la luz. Debemos ser castos para poder seguir poseyendo nuestras alas.

- Supongo que sí, aunque... - digo moviendo la cabeza de un lado para otro. - Si nunca has tenido algo no puedes echarlo de menos ¿no? - pregunto alzando una ceja de forma curiosa. - No se, la verdad es que...estoy bien tal como estoy.

Ahora llega el momento clave que llevo esperando, por fin podría ver la forma que tomaría Adam a la hora de usar sus poderes de metamorfo. Para ello necesitaba mucha concentración para poder contactar con el animal que lleva dentro, el animal que grita por ser liberado por un rato. Un animal que era desconocido para todos, incluso para él. Cuando por fin consigue usar su poder, se ha convertido en un águila majestuosa que anda surcando los cielos aleteando sus alas y viendo todo como vista de pájaro. Desde allí se ve todo más pequeño, como si el resto de la humanidad fuesen pequeños juguetes con vida propia. Lanzo un pequeño grito de júbilo, y doy vueltas con los brazos estirados feliz de por lo que ha pasado, pero sin apartar la vista de aquel majestuosos animal. Me dejo caer al suelo, y me quedo allí tumbado, esperando a que Adam vuelva y me cuente que le ha parecido todo aquello. Pero primero le dejaré que disfrute un rato, se lo merece.

Notaba que las intenciones de Shamuel solo estaban dirigidas a mi total bienestar, pues estaba seguro de que me protegería de cualquier cosa y que su única intención era guiarme en aquellos momentos en los que no sabía como seguir adelante. Pero aunque había muchas cosas que no terminaba de entender, sabía que poco a poco lo acabaría comprendiendo y al final acabaría por aceptar cualquier cosa que en este nuevo mundo pudiese aparecer.

- Veo que contactar contigo es muy sencillo. ¿Responderás y aparecerás en cualquier momento que te necesite? Cuando digo que no comparto vuestras creencias me refiero a que, hasta ahora, no creía que existiera un ser superior que nos hubiese creado a todos y que velar por nosotros. Porque si nos protege ¿por que permite que nos pasen cosas malas? - volví a preguntar. - Sí, se que hay más seres a parte de los híbridos, hechiceros y metamorfos, pero nunca he visto ninguno. Si alguno trata de atacarme ¿como los reconoceré?

Quería saber todo cuando pudiera por las criaturas sobrenaturales, yo mismo incluido. Estábamos en un momento oscuro, en el que todo el mundo se había vuelto loco y nos enfrentábamos todos contra todos, pero siempre había unos más siniestros y peligrosos que otros. Y esos eran los que más prisa corrían para ser detenidos.

Habla ahora de que no ha echado de menos el amor ni el sexo pues nunca lo he tenido. Muchas dudas me venían a la mente, pero sabía que aun no podía preguntarle todo.

- Pero aunque no lo hayas necesitado ¿nunca te ha entrado curiosidad? ¿Nunca has visto a ninguno de tus protegidos enamorarse o practicar sexo? Espera...¿alguna vez me has visto a mi hacerlo? - pregunté, totalmente avergonzado.

Cuando por fin consigo transformarme totalmente en mi animal, doy gritos de júbilo en mi interior por haberlo conseguido, pero en vez de palabras salían poderosos gritos, pues ahora era un águila y ya no podía hablar, aunque en mi cabeza seguía pensando como si no me hubiese transformado. Volé rápido para aterrizar justo delante de Shamuel y me preparé para volver a la normalidad. Cuando lo hice estuve un rato atontado, pero me recuperé en seguida.

- ¡¡Que pasada!! ¡¡Nunca había sentido nada así!! Poder volar de esta forma, sentir al aire a mi alrededor...ha sido increíble. Pero ¿por qué tengo tanto frío? - dije, mirando a Shamuel y, al ver su cara de asombro me di cuenta de que estaba desnudo. - ¡¡Mierda!! - dije, y me escondí detrás de un árbol.