Forbidden Kiss - Priv-

Después de mi encuentro con los ángeles deje que pasaran algunos días después de las fiestas, eran días de la epifanía del señor, llevaba de nuevo ropa normal, hacía ya demasiado frío para ir con algún vestido bonito, mas que nada porque me los había dejado en casa por lo que llevaba de nuevo mayas negras debajo de unos jeans negros con una camisa blanca y un jersey negro con el pocho de plumas y la bufanda, pero me había puesto un gorro de lana rojo... Podía que no pegara con aquel atuendo pero que mas me daba?

Era de tarde, llegaba la hora de cenar, y yo caminaba por las calles viendo que aquí parecía haber mas humanos, podía mordisquear a alguno y luego cenar comida normal. Suspiré dentro de la bufanda, varios contactos que me conocían del pasado me dijeron que habían visto a Armand, pero que parecía como desmemoriado, tenía ese día, el deseo de que hubiera venido a Roma para así encontrármelo, lo había extrañado mucho, pero tenía el miedo de que le pasara como a Adrian y que se sintiera abrumado o cualquier cosa.

París, la ciudad del amor, del romanticismo, de tantos sueños como pesadillas. Para mi no significaba nada, una ciudad mas con sus problemas y maravillas. Mas habían ciertos lugares que se me hacian conocidos, tenian un encanto especial, estaban cargado de historias y por eso me atraian tanto...o eso queria pensar. Ciertos lugares si, como un viejo teatro en cuyo interior no habia mas que ruinas. Parecia que se habian esforzado durante un tiempo en arreglarlo pero no habia pasado de ahi.
Sin embargo no entré, por mucho que llamase mi atención. Lo mire distante, sentado en el borde del tejado y estuve varias horas escudriñandolo sin percatarme del rapido paso del tiempo. Podia ensimismarme con los detalles mas pequeños. Muchas veces cortaba mi pelo y miraba como me volvia a crecer, era un pasatiempo interesante cuando la desidia ganaba.

Faltaban unas horas para el amanecer, aun no habia entrado en la franja de peligro y aunque asi fuera, el sol no me hacia demasiado daño a primera instancia, solo unas horas despues de exposicion. Pequeños detalles que me ayudaban a saber cuan viejo era.
Ocurria a veces que me encontraba con viejos vampiros, con gente de mi pasado. Enemigos, amigos...para mi no eran mas que personas a las cuales merecia o no merecia la pena conocer.
Una capucha cubria mis cabellos y la parte superior de mi rostro. Bajé de allí con rapidez y camine entre los jovenes embriagados. Las noches parisinas estaban llenas de alegria, ilusion y juventud.

Una rafaga de aire se llevó a mi capucha despertando una rojiza melena. Muchos de mis mechones cubrieron gran parte de mi rostro y cuando me los fui retirando con naturalidad vi a una joven solitaria. Al igual que aquel viejo teatro, desperto un desasosiego...pero no mucho mas. Seguí caminando.

Al final use mi don para ir a París, a aquel teatro de vampiros que me dijo el abuelo Lestat, pero suponía que seguía en ruinas.
Baje a unos metros mas abajo por lo que me puse a caminar hacia la entrada, un golpe de aire movió mis cabellos haciendo que me fijara en la figura de un chico de cabello rojo, ladee la cabeza y vi que se ponía a caminar. Otro golpe de aire en su contra hizo que su olor llegara a mi.

Abrí mucho los ojos, no podía ser él por lo que corrí hacia donde estaba para atraparle.

Ar... Armand? - pregunte dudosa pero imágenes de su cabello pelirrojo se amontonaban en mi mente

Me sonroje al ver de nuevo su rostro y escuchar su voz, sonreí medio infantil por su pregunta aun nerviosa y jugando con mis dedos.

Soy... Nightmare.... digo Michelle... Y si, nos conocemos... - susurre mirándole.

Cerré los ojos unos segundos recordando vagamente cuando iba a verle, no sabía como se tomaría que fuera su nieta si no se acordaba de mi, intentaba no llorar por aquello.

Se que no me vas a creer pero soy tu nieta - le mire a los ojos mas nerviosa de lo que ya estaba, busque por mis bolsillos y saque una chocolatina llevándola a la boca para calmarme. - Tu me pusiste el apodo de Nightmare - dije con la chocolatina aun en la boca, era mas como un bombón.

Termine de comer el chocolate esperando que hablara, ya sabía lo de la memoria, solo era tiempo de que él mismo lo confirmara, me encogí de hombros cuando me pregunto por aquel apodo, nunca lo había pensado.

Soy hija de Adrian... Que es tu hijo y el de la abuela Nerissa... - murmure sin saber como explicar aquello, yo igual casi no podía recordar de cuando era pequeña.

Mire que extendió la mano y sonreí levemente encajando la mía en la suya, me la quede mirando unos momentos y recordé algo que tal vez él también recordara.

Ah, mi otro abuelo es Lestat - sonreí mas esperando por si eso lo recordaba sino no sabría que mas decir o hacer.

Agache la cabeza un poco cuando dijo que no reconocía ningún nombre, suspire cerrando los ojos, le mire cuando me dijo que le hablara de mi, pero si le hablaba de mi eso conllevaba a nombrar a aquellos que no recordaba.

Vi que me llevaba a una cafetería pero no dije nada, me mordía el labio por dentro pensando que decirle, acaricie levemente la palma de su mano con mi pulgar, estaba suave a su manera.

Tenía ganas de verte... Extrañaba estar contigo - susurre mirando aquel local lleno de parejas dándose mimos

Respondi con una sonrisa suave y condescendiente, guiandola a una de las mesas que se encontraban mas retiradas de los demas, para tener cierta intimidad, aunque ya de por si, era lo que mas primaba en dicho ambiente. Las parejas hablaban bajo, casi susurrandose al oido provocando dulces rubores en esas pieles calidas y juveniles. Compartian alegrias, penas embriagandolas con cocteles dulzones y de alta gradacion.

-¿Por que tan callada Michelle?- pregunte una vez situado frente a ella observando que su rostro reflejaba un sin fin de sensaciones, timidez, tristeza, alegria, calma, que dispares se iban encontrando y guardando en su interior.

-¿Deseas tomar algo?- pregunte al advertir que una jovencita ataviada con un delantal que se afianzaba en su cintura, se nos acercaba para tomarnos nota. -Una copa de vino tinto por favor.- pedi con modulada voz, despues de todo acostumbrado a aparentar.

Aun miraba hacia el suelo dejando que me llevara a una mesa apartada, estaba perdida sin saber que decir. Me sonroje por su pregunta mirando hacia otro lado mientras me sentaba. Al ver a la camarera la mire levemente pensando en que pedir.

Chocolate caliente - sonreí poco y me quede mirando los cabellos pelirrojos de Armand. - Que quieres saber de mi? - pregunte con timidez y voz suave cuando la camarera se fue a buscar nuestras cosas.

Me puse a jugar con un mechón de mi cabello mirando casi a la nada esperando alguna pregunta, seguía algo nerviosa por haberle encontrado por fin, ahora tenía miedo de separarme de él.

Me quede pensando en que podría decirle o preguntarle, casi no podía recordar la última vez que lo vi. Fruncí el ceño y agache un poco la cabeza mordiendo mi labio inferior.

Me gustan mucho los vestidos - sonreí mirándole notando su mano en la mía. - Tengo en casa una biblioteca enorme con muchos libros antiguos... Los colecciono sabes? - sonreí casi mostrando mis dientes, estaba orgullosa de mi biblioteca y de todo un vestidor lleno de toda clase de vestidos y zapatos a juego.

Me quede pensando en que tipo de libros, ladee levemente la cabeza y vi mi taza de chocolate, sonreí levemente y removí el líquido.

De arte, geografía e historia mundial... bueno de historia tengo de cada país - sonreí y llevé la taza del chocolate a mis labios dando un traguito. - Los tengo puesto por épocas... como a cambiado tanto el mundo... tengo historia antigua también. Libros de naturaleza de flora y fauna... -ladee la sonrisa volviendo a remover el chocolate. - Literarios tengo muy pocos - hice una leve mueca. - Los que tengo son los que escribio el abu Lestat hace siglos

Si - respondí escueta, no sabía si aquello le haría mal o cualquier cosa.
Vi una imagen en su mente de Adris y sonreí levemente bebiendo mas chocolate.
Ese... es mi... em... papi - sonreí levemente y me puse a mirar por la ventana.

Sería bueno que recordara algo de aquella vida que tubo? O al menos algo de mi, pero parecía algo imposible.

Tengo dos libros en latín pero no se me da muy bien - suspire con media sonrisa volviendo a beber chocolate estaba rico

Pero el Adrian que viste era... mi hermano sin recuerdos de su vida pasada antes de morir, por eso no te reconoció - murmure aun apenada llevando la taza de chocolate a mis labios dando un sorbo.

Me frustraba el pensar tener a mi abuelo biológico delante y no poder estar con él como cuando era pequeña, mas bien me entristecía. Tenía un vinculo ligado a él desde que nací lo terminaba de recordar ahora.

Tu le ayudaste a que yo naciera - susurre mirando el color del chocolate. - No te preocupes, soy un caso perdido con el latín, puesto que cuando tuve la oportunidad no pude porque tenía que cuidar de mis dos hermanos - respondí con una sonrisa.

Aparte mi cabello que se había caído un poco y luego volví a jugar con la cuchara dentro del chocolate.