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Amores descompuestos (Libre)
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Re: Amores descompuestos (Libre)
Aquellas momificaciones de los que fueron caballeros gentiles, una dama solitaria, hombres de fe y un par pobres mendigos compadecidos por su sufrimiento, me estremecieron. Sin embargo mi rostro no varió ni un ápice. Sentí lástima por sus vidas truncadas de forma tan siniestra. Mis pasos fueron taimados y cortos hacia ellos, dejando reposar sobre el más joven una rosa. Sus almas estaban despegando poco a poco, elevándose hacia la otra realidad en la cual las almas acataban la sentencia sobre su vida.
-Cenizas somos y en cenizas nos convertiremos.
Comenté aún arrodillado frente al muchacho. Era un pobre mendigo de cabellos dorados que ahora parecían la corteza de un árbol, había perdido incluso el brillo de aquellos mechones que brillaban incluso dentro de la inmundicia. Sus ropas raídas aún olían a los restos de hamburguesas que solía guardar en sus bolsillos, lo hacía en los restaurantes de comida rápida donde siempre se desperdiciaba todo. Acomodé su chaqueta y acabé por dejar la rosa en el ojal.
-No hay oportunidades en este mundo, ni siquiera cuando parece que todo no puede ir peor. Sin embargo, hay que conservar la esperanza que ellos una vez tuvieron en este mundo y proseguir el camino.
Me aparté de ellos quedando al lado de Armand esperando que él procediera. Me quedé allí rezando en silencio, pidiendo a Dios que se compadeciera de su sufrimiento. Sus almas no se habían aferrado al mundo, aunque sí había alguien aferrado a ellos. Un perro delgado se acomodó a mi lado llorando. El muchacho era su compañero y pasaba las noches merodeando la zona, buscándolo porque podía sentirlo pero no verlo. Acaricié su espesa cabellera y rasqué tras sus orejas mientras el fuego se iniciaba.
-Me quedaré contigo muchacho, serás mi compañero.
Esbocé una sonrisa cuando él comenzó a lamer mis dedos de la mano con la cual lo rascaba, era su forma de agradecerme el quedarme con él y no dejarlo con su dolor. Había hecho que sus sentimientos se calmaran como lo habría hecho con un ser humano. Los animales sentían igual o más que un hombre.
-Cenizas somos y en cenizas nos convertiremos.
Comenté aún arrodillado frente al muchacho. Era un pobre mendigo de cabellos dorados que ahora parecían la corteza de un árbol, había perdido incluso el brillo de aquellos mechones que brillaban incluso dentro de la inmundicia. Sus ropas raídas aún olían a los restos de hamburguesas que solía guardar en sus bolsillos, lo hacía en los restaurantes de comida rápida donde siempre se desperdiciaba todo. Acomodé su chaqueta y acabé por dejar la rosa en el ojal.
-No hay oportunidades en este mundo, ni siquiera cuando parece que todo no puede ir peor. Sin embargo, hay que conservar la esperanza que ellos una vez tuvieron en este mundo y proseguir el camino.
Me aparté de ellos quedando al lado de Armand esperando que él procediera. Me quedé allí rezando en silencio, pidiendo a Dios que se compadeciera de su sufrimiento. Sus almas no se habían aferrado al mundo, aunque sí había alguien aferrado a ellos. Un perro delgado se acomodó a mi lado llorando. El muchacho era su compañero y pasaba las noches merodeando la zona, buscándolo porque podía sentirlo pero no verlo. Acaricié su espesa cabellera y rasqué tras sus orejas mientras el fuego se iniciaba.
-Me quedaré contigo muchacho, serás mi compañero.
Esbocé una sonrisa cuando él comenzó a lamer mis dedos de la mano con la cual lo rascaba, era su forma de agradecerme el quedarme con él y no dejarlo con su dolor. Había hecho que sus sentimientos se calmaran como lo habría hecho con un ser humano. Los animales sentían igual o más que un hombre.
Invitado- Invitado
Re: Amores descompuestos (Libre)
Ante su particular afirmacion y cuando David acabó con esos tiernos rituales de despedida a esos muertos, inicie un fuego controlado en el nido de seda de la araña que prendió con pasmosa facilidad, alcanzando a cada uno de los cuerpos ligeramente embalsamados. El fuego me atraia..como siempre lo habia hecho. Era pura energia que consume todo, incluso nuestros cuerpos resistentes dependiendo de la exposicion. De todas formas supe que si ahora mismo entraba al fuego, saldria indemne, con los cabellos chamuscados al igual que mis ropas, pero imperturbable.
Carbonizó los cadaveres con deleite y lentitud, mientras observaba aquel elemento, ajeno a los jugueteos del angel con aquel perro callejero.
-Han padecido una gran tortura..solo espero que sus almas ahora tengan un destino mejor...libre de sufrimiento.- suspire algo encogido, buscando la esperanza en algo tan horrible como esto. Lo unico que encontre fue el placer de haber asesinado a esa criatura del infierno...y la tentacion de volver a hacerlo convirtiendome en una especie de justiciero inmortal.
Que ajeno, que indiferente...cuando odio podia recibir de mi mismo por haber sido tan sobervio y egocentrico. Ahora detestaba en silencio a los que habian sido como yo, acomodados, caprichosos, preocupandose por ellos y por nada mas, los detestaba y me provocaban molestia, ira, turbación...y sin embargo debia lidiar con esos seres para convencerlos de que fueran mas conscientes del entorno en el que vivian, el entorno que se estaba perdiendo a pasos agigantados.
-¿Vamos?- musité en un hilillo de voz, una vez apague el fuego y como resultado quedo un cumulo negro de cenizas. No deseaba estar mas en ese entorno, sentia que la muerte me seguia cercana, una sombra amenazante que desea atraparme y gozoso de mi me dejaria...si, seguramente.
Pensé que habia asimilado bien la sangre de aquel demonio y sin embargo sentia pequeñas combustiones internas, estallidos que corroian mis articulaciones haciendome gemir inconsciente, provocando un dolor lacerante.
-Hmgg..- ví las palmas de mis manos, parecian que se disolvian en si mismas, como si me estuviera desintegrando, pero solo era efecto de una mente manipulada. No sabia que ocurria, curiosamente no tenia miedo, si no fascinacion y curiosidad. ¿La sangre habia podido mas que yo mismo? ¿Me estaba poseyendo?
Carbonizó los cadaveres con deleite y lentitud, mientras observaba aquel elemento, ajeno a los jugueteos del angel con aquel perro callejero.
-Han padecido una gran tortura..solo espero que sus almas ahora tengan un destino mejor...libre de sufrimiento.- suspire algo encogido, buscando la esperanza en algo tan horrible como esto. Lo unico que encontre fue el placer de haber asesinado a esa criatura del infierno...y la tentacion de volver a hacerlo convirtiendome en una especie de justiciero inmortal.
Que ajeno, que indiferente...cuando odio podia recibir de mi mismo por haber sido tan sobervio y egocentrico. Ahora detestaba en silencio a los que habian sido como yo, acomodados, caprichosos, preocupandose por ellos y por nada mas, los detestaba y me provocaban molestia, ira, turbación...y sin embargo debia lidiar con esos seres para convencerlos de que fueran mas conscientes del entorno en el que vivian, el entorno que se estaba perdiendo a pasos agigantados.
-¿Vamos?- musité en un hilillo de voz, una vez apague el fuego y como resultado quedo un cumulo negro de cenizas. No deseaba estar mas en ese entorno, sentia que la muerte me seguia cercana, una sombra amenazante que desea atraparme y gozoso de mi me dejaria...si, seguramente.
Pensé que habia asimilado bien la sangre de aquel demonio y sin embargo sentia pequeñas combustiones internas, estallidos que corroian mis articulaciones haciendome gemir inconsciente, provocando un dolor lacerante.
-Hmgg..- ví las palmas de mis manos, parecian que se disolvian en si mismas, como si me estuviera desintegrando, pero solo era efecto de una mente manipulada. No sabia que ocurria, curiosamente no tenia miedo, si no fascinacion y curiosidad. ¿La sangre habia podido mas que yo mismo? ¿Me estaba poseyendo?
Armand- Cantidad de envíos : 407
Fecha de inscripción : 29/11/2011
Re: Amores descompuestos (Libre)
Rodeé su cuerpo dejando que el perro quedara junto a nosotros observándonos, la calma en los ojos del animal era una muestra que su angustia se había marchado. Mis manos se iluminaron sobre su pecho mientras mi torso se pegaba por completo a él. Mis cabellos dorados rozaban los suyos pelirrojos mezclándose y aparentando ser aún las llamas de aquellos que había dado su último viaje.
Comencé a rezar mientras rogaba a padre que me ayudara, pues yo sólo no me creía capaz. Las nubes se acumularon sobre nuestras cabezas y entonces provoqué la lluvia. Una fuerte lluvia comenzó a caer dispersando las cenizas, hundiéndolas en la tierra y siendo para las plantas cercanas abono. Nuestras ropas se pegaban a la piel mientras mis manos se iluminaban como un potente haz de luz que no quemaba ni haría daño al vampiro, tan sólo destrozaría los restos de maldad de aquella criatura.
Apoyé mi frente en su cabeza susurrando palabras en hebreo. Envié a su mente imágenes de un prado bañado por el poderoso sol al que tuvo que negarse, los pastos frescos se extendían moviéndose con cautela por una ligera brisa, un coro de aves salieron en vuelo hacia el horizonte mientras podía escucharse a lo lejos la risa de unos niños jugando cerca del camino y el movimiento de algunos campesinos trabajando en los árboles frutales que dejaban en el aire un aroma a cítricos bastante agradable.
Mis dedos se hundieron en su alma arrancando al intruso mientras lo sellaba enviándolo al lugar del cual no debió salir. Una leve sonrisa surgió en mi rostro cuando la batalla estaba finalizando. Aquella mancha desapareció dejando cierto dolor en mis dedos, aunque sabía en unas horas sería sólo cierto recuerdo. Al apartarme fui oscureciendo el paisaje y permitiendo que el real apareciera frente a él. La lluvia cantaba para nosotros calando nuestras ropas y sosegando por completo su alma, así como dándome a mí fuerzas para continuar el camino.
-Si te sientes perdido mira en tu alma, es mucho más fuerte de lo que crees.
Me aparté inclinándome hacia el perro, permitiéndole que lamiera mi rostro y mis manos. El animal se encontraba con ánimos de ser quizás mi mascota. Un noble animal que me quedaría hasta encontrar un buen hogar.
Comencé a rezar mientras rogaba a padre que me ayudara, pues yo sólo no me creía capaz. Las nubes se acumularon sobre nuestras cabezas y entonces provoqué la lluvia. Una fuerte lluvia comenzó a caer dispersando las cenizas, hundiéndolas en la tierra y siendo para las plantas cercanas abono. Nuestras ropas se pegaban a la piel mientras mis manos se iluminaban como un potente haz de luz que no quemaba ni haría daño al vampiro, tan sólo destrozaría los restos de maldad de aquella criatura.
Apoyé mi frente en su cabeza susurrando palabras en hebreo. Envié a su mente imágenes de un prado bañado por el poderoso sol al que tuvo que negarse, los pastos frescos se extendían moviéndose con cautela por una ligera brisa, un coro de aves salieron en vuelo hacia el horizonte mientras podía escucharse a lo lejos la risa de unos niños jugando cerca del camino y el movimiento de algunos campesinos trabajando en los árboles frutales que dejaban en el aire un aroma a cítricos bastante agradable.
Mis dedos se hundieron en su alma arrancando al intruso mientras lo sellaba enviándolo al lugar del cual no debió salir. Una leve sonrisa surgió en mi rostro cuando la batalla estaba finalizando. Aquella mancha desapareció dejando cierto dolor en mis dedos, aunque sabía en unas horas sería sólo cierto recuerdo. Al apartarme fui oscureciendo el paisaje y permitiendo que el real apareciera frente a él. La lluvia cantaba para nosotros calando nuestras ropas y sosegando por completo su alma, así como dándome a mí fuerzas para continuar el camino.
-Si te sientes perdido mira en tu alma, es mucho más fuerte de lo que crees.
Me aparté inclinándome hacia el perro, permitiéndole que lamiera mi rostro y mis manos. El animal se encontraba con ánimos de ser quizás mi mascota. Un noble animal que me quedaría hasta encontrar un buen hogar.
Invitado- Invitado
Re: Amores descompuestos (Libre)
El ardor anido en mi como una amante celosa y posesiva, destruyendo fibra a fibra ese inmortal y aparentemente indestructible cuerpo y mi mente pareció hundirse literalmente en un infierno. Veia rostros de seres arremolinados en torno a mi, caras deformadas por el odio, la mas salvaje pasion, la avaricia, codicia y ambicion, que sujetaban entre sus manos piedras que me arrojaban tratando de la pidarme. No sufri dolor fisico ante esas agresiones, pues era mi mente la que me hacia ver tales cosas y era consciente de ello, sin embargo aquellos actos me sobrecogian, me conmocionaban...
De pronto todo se disolvio, se difuminó dando lugar a un ambiente totalmente opuesto al anterior. Amparado por el cuerpo del angel que traia una frescura innata que sofocó mi actual estado, obró en mi mente una maravillosa obra de paz y tranquilidad. Sin embargo lo que mas me impacto fue mirar dirigir mi mirada al sol y sentir como esos rayos bañaban mi rostro sin que mi piel ardiera por ello. Tuve que proteger mi mirada, como lo haria cualquier mortal que se atreviera a desafiar al astro rey, y sin embargo continue mirandolo, sintiendo como la humedad bañaba mis ojos y caia gruesas lagrimas rodando por mis mejillas palidas, hasta que esa imágen para mi desgracia, fue disipandose en la actual oscuridad de aquel parque.
Suspiré largamente y fui consciente de la humedad que entrañaban mis ropas, de la lluvia que caia sobre nuestros cuerpos. Palpe instintivamente mi rostro buscando alguna señal de ese dolor fisico pero no encontre mas que una piel suave, fria y humeda por el agua y la sangre. No me importo haber viajado al infierno, haber visto los rostros de la muerte, para mi fue mas importante poder contemplar una mañana soleada con un cielo despejado y azul celeste.
David lo sabia tanto como yo, pero ignoraba esa fortaleza en mí. Habia sobrevivido al paso de los años, pocos vampiros conseguian llegar tan lejos, antes perdian la cabeza y termianban arrojandose al sol. Yo mismo lo hice, me consta...pero sobrevivi y siempre habia sido asi. Me acerque al angel que recibia el cariño de esa criatura, la cual asombrosamente ni me gruño al acercarme y me incliné para tomar el rostro del rubio entre mis manos. Unas arrugas fluyeron a los extremos de los ojos cuyas pupilas de diferentes tamaños causaban fascinante sensacion y su faz tenia rasgos mas maduros, a mis ojos envejecia y rejuvenecia, pero de forma imperceptible.
-Si me siento perdido- dije en un susurro -solo tengo que recordar ese paisaje que me has mostrado..y la sensacion del sol bañando mi piel.- cerré los ojos y sonrei, abriendolos de nuevo para mirarle -Te quiero David- le dije sincero, pues sentia por el un amor puro, fraternal, carente de cualquier malicia y malas intenciones. Rodee su cuello con mis delgados brazos y lo abracé. Dios debia amarme si...habia enviado a sus hijos a que me mostrasen el camino, a que renovase mi fe. Me aparte segundos después, retirando el resto de lagrimas con los palidos dedos y me levanté. Sabia que tarde o temprano nuestros caminos se separarian, que el sol marcaria la despedida y sin embargo no queria irme tan pronto de su lado.
De pronto todo se disolvio, se difuminó dando lugar a un ambiente totalmente opuesto al anterior. Amparado por el cuerpo del angel que traia una frescura innata que sofocó mi actual estado, obró en mi mente una maravillosa obra de paz y tranquilidad. Sin embargo lo que mas me impacto fue mirar dirigir mi mirada al sol y sentir como esos rayos bañaban mi rostro sin que mi piel ardiera por ello. Tuve que proteger mi mirada, como lo haria cualquier mortal que se atreviera a desafiar al astro rey, y sin embargo continue mirandolo, sintiendo como la humedad bañaba mis ojos y caia gruesas lagrimas rodando por mis mejillas palidas, hasta que esa imágen para mi desgracia, fue disipandose en la actual oscuridad de aquel parque.
Suspiré largamente y fui consciente de la humedad que entrañaban mis ropas, de la lluvia que caia sobre nuestros cuerpos. Palpe instintivamente mi rostro buscando alguna señal de ese dolor fisico pero no encontre mas que una piel suave, fria y humeda por el agua y la sangre. No me importo haber viajado al infierno, haber visto los rostros de la muerte, para mi fue mas importante poder contemplar una mañana soleada con un cielo despejado y azul celeste.
David lo sabia tanto como yo, pero ignoraba esa fortaleza en mí. Habia sobrevivido al paso de los años, pocos vampiros conseguian llegar tan lejos, antes perdian la cabeza y termianban arrojandose al sol. Yo mismo lo hice, me consta...pero sobrevivi y siempre habia sido asi. Me acerque al angel que recibia el cariño de esa criatura, la cual asombrosamente ni me gruño al acercarme y me incliné para tomar el rostro del rubio entre mis manos. Unas arrugas fluyeron a los extremos de los ojos cuyas pupilas de diferentes tamaños causaban fascinante sensacion y su faz tenia rasgos mas maduros, a mis ojos envejecia y rejuvenecia, pero de forma imperceptible.
-Si me siento perdido- dije en un susurro -solo tengo que recordar ese paisaje que me has mostrado..y la sensacion del sol bañando mi piel.- cerré los ojos y sonrei, abriendolos de nuevo para mirarle -Te quiero David- le dije sincero, pues sentia por el un amor puro, fraternal, carente de cualquier malicia y malas intenciones. Rodee su cuello con mis delgados brazos y lo abracé. Dios debia amarme si...habia enviado a sus hijos a que me mostrasen el camino, a que renovase mi fe. Me aparte segundos después, retirando el resto de lagrimas con los palidos dedos y me levanté. Sabia que tarde o temprano nuestros caminos se separarian, que el sol marcaria la despedida y sin embargo no queria irme tan pronto de su lado.
Armand- Cantidad de envíos : 407
Fecha de inscripción : 29/11/2011
Re: Amores descompuestos (Libre)
Sabía que había luchado contra el dolor, igual que había luchado contra la soledad. Un vampiro siempre terminaba enterrándose en un pantano de soledad que le hundía hasta permanecer sin juicio sano. Yo había conocido vampiros cuyo amor por los humanos les había dado fuerzas para no asesinarlos, aunque en ocasiones su amor les hacía ayudarlos a concederles aquello que deseaban y que no era más que la muerte. Hombres y mujeres de buen corazón arrancados de sus camas, en ocasiones, o de brazos de sus padres para ser expuestos a la malicia que no sabía crecer en ellos. Hombres y mujeres que yo no salvaba, se salvaban ellos porque el coraje provenía de su interior y yo sólo les recordaba quienes eran, qué deseaban y qué lograrían.
-Yo también te quiero Armand, eres un hombre con muchas cualidades que debe recordar a ser posible cada noche. No dejes que tu mente se nuble.
Mis manos se posaron sobre sus hombros apretándolos con cuidado y cariño. Era un hombre especial, como aquel que lo creó. Muchos vampiros seguían unas reglas especiales para el mundo, otros intentaban encontrar las suyas. Podía ver en sus almas sus miedos, recuerdos, frustraciones, victorias y derrotas. Por supuesto podía ver sus sueños, los pequeños fragmentos de felicidad y la escasa luz que no remitía. La oscuridad no era total y ciega, no los dejaba desamparados, pues la linterna de la esperanza, el fuego imposible de apagar, yacía en sus almas iluminándolo todo sin causar estragos.
-El sol saldrá pronto y espero que para la próxima noche tú sigas un camino menos doloroso.
Coloqué mis manos en su rostro acariciando sus mejillas húmedas por la lluvia, frías por su naturaleza aunque algo tibias por la sangre del maldito y suaves como la seda. Su belleza era la de un ángel, su carisma el de un hombre de fe y su paciencia debía crecer igual que la esperanza que deseaba implantar en él.
-Si me necesitas búscame, no estaré lejos.
Di un par de pasos hacia el tronco cercano, el perro me siguió como si conociera sobradamente que ahora sería parte de mi hasta hallarle una familia. Esperaba que fuera pronto, pues su nobleza le haría ser un fiero guardián para cualquier niño.
-Vamos, te acompañaré hasta donde descansas si así deseas.
-Yo también te quiero Armand, eres un hombre con muchas cualidades que debe recordar a ser posible cada noche. No dejes que tu mente se nuble.
Mis manos se posaron sobre sus hombros apretándolos con cuidado y cariño. Era un hombre especial, como aquel que lo creó. Muchos vampiros seguían unas reglas especiales para el mundo, otros intentaban encontrar las suyas. Podía ver en sus almas sus miedos, recuerdos, frustraciones, victorias y derrotas. Por supuesto podía ver sus sueños, los pequeños fragmentos de felicidad y la escasa luz que no remitía. La oscuridad no era total y ciega, no los dejaba desamparados, pues la linterna de la esperanza, el fuego imposible de apagar, yacía en sus almas iluminándolo todo sin causar estragos.
-El sol saldrá pronto y espero que para la próxima noche tú sigas un camino menos doloroso.
Coloqué mis manos en su rostro acariciando sus mejillas húmedas por la lluvia, frías por su naturaleza aunque algo tibias por la sangre del maldito y suaves como la seda. Su belleza era la de un ángel, su carisma el de un hombre de fe y su paciencia debía crecer igual que la esperanza que deseaba implantar en él.
-Si me necesitas búscame, no estaré lejos.
Di un par de pasos hacia el tronco cercano, el perro me siguió como si conociera sobradamente que ahora sería parte de mi hasta hallarle una familia. Esperaba que fuera pronto, pues su nobleza le haría ser un fiero guardián para cualquier niño.
-Vamos, te acompañaré hasta donde descansas si así deseas.
Invitado- Invitado
Re: Amores descompuestos (Libre)
-Es muy amable David- asentí predispuesto a abandonar aquel lugar para dirigirme a donde descansaba eventualmente. Los tiempos de ataudes habian quedado atras para mí, aunque confieso que me sentia naturalmente comodo en esas cajas de pino revestidas en el interior con suaves telas para que el difunto pudiera estar lo mas comodo posible...algo extraño, pues esos cuerpos ya no sentian nada. Ahora mi cuerpo reposaba en un motel el cual usaba unicamente para encerrarme durante el dia, el cual era un motel mas de la larga lista de hostales y hoteles. Simple, bastante humilde, pero seguro, pues gozaba de la amistad del dueño del mismo y de su ayuda en caso de requerirla.
No pude evitar que por el camino mis labios se curvaran en una sonrisa plácida, de satisfacción pues habia tenido una noche realmente instructiva, como las que pasaba en el interior de una iglesia, danzando con el pincel sin cesar por la fresca y limpia pared. Nunca se era demasiado viejo para aprender y mi mente estaba abierta a todo consejo que pudiera disipar la congoja interna. No tenia motivos para la desesperanza, para la desilucion, para la agonia de un espiritu marchito por los siglos.
Tomé la mano de David con la mia con atrevimiento y naturalidad. Agarrarlo a el era como agarrar un pedacito de cielo y mis pasos se volvian mas livianos que de costumbre.
-¿Te quedaras con el animal?- pregunté mientras observaba ladeando el rostro para encontrar al noble can que seguia al angel de cerca, quizas creyendo tener un nuevo dueño. Se me antojó curiosa la imagen del angel con ese perro abandonado, sucio y seguramente plagado de piojos. Cruzamos el parque y caminamos dirección a los barrios bajos. Siendo altas horas de la madrugada no habia mucho movimiento a excepcion de las señoritas de la noche y algun que otro maleante.
Tiré ligeramente de su mano una vez llegamos al frente de aquella fachada desvencijada cuyo letrero rezaba el nombre de "Motel Eden" y detuve mis pasos.
-Es aqui- susurré mirando al angel manteniendo la sonrisa que hube llevado en todo el camino -Nuestros caminos se separan David y me alegro mucho de haberte conocido, creeme- alzé la mano que tenia agarrada con la mia y bese su dorso con los labios, apenas un roce -Has enriquecido mi alma y has renovado la fe de este inmortal perdido- asentí y solte suavemente la mano del rubio. No sabia que mas decirle, el adios siempre era un momento emotivo para mí, claro esta cuando tenia ocasion de despedirme.
No pude evitar que por el camino mis labios se curvaran en una sonrisa plácida, de satisfacción pues habia tenido una noche realmente instructiva, como las que pasaba en el interior de una iglesia, danzando con el pincel sin cesar por la fresca y limpia pared. Nunca se era demasiado viejo para aprender y mi mente estaba abierta a todo consejo que pudiera disipar la congoja interna. No tenia motivos para la desesperanza, para la desilucion, para la agonia de un espiritu marchito por los siglos.
Tomé la mano de David con la mia con atrevimiento y naturalidad. Agarrarlo a el era como agarrar un pedacito de cielo y mis pasos se volvian mas livianos que de costumbre.
-¿Te quedaras con el animal?- pregunté mientras observaba ladeando el rostro para encontrar al noble can que seguia al angel de cerca, quizas creyendo tener un nuevo dueño. Se me antojó curiosa la imagen del angel con ese perro abandonado, sucio y seguramente plagado de piojos. Cruzamos el parque y caminamos dirección a los barrios bajos. Siendo altas horas de la madrugada no habia mucho movimiento a excepcion de las señoritas de la noche y algun que otro maleante.
Tiré ligeramente de su mano una vez llegamos al frente de aquella fachada desvencijada cuyo letrero rezaba el nombre de "Motel Eden" y detuve mis pasos.
-Es aqui- susurré mirando al angel manteniendo la sonrisa que hube llevado en todo el camino -Nuestros caminos se separan David y me alegro mucho de haberte conocido, creeme- alzé la mano que tenia agarrada con la mia y bese su dorso con los labios, apenas un roce -Has enriquecido mi alma y has renovado la fe de este inmortal perdido- asentí y solte suavemente la mano del rubio. No sabia que mas decirle, el adios siempre era un momento emotivo para mí, claro esta cuando tenia ocasion de despedirme.
Armand- Cantidad de envíos : 407
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