Amores descompuestos (Libre)

por **Armand** Dom Ene 08, 2012 4:22 am

La muerte llegó de noche, transformada en la sombra de un hombre desdibujado. Ella abrió sus enormes ojos color café repletos de sorpresa y entre abrió sus labios dejando escapar un quejido mudo. El puñal ser hundió ferozmente en su suave carne, directo al musculo que latia intensamente herido y manando del mismo un reguero de sangre como una pequeña cascada. Resbalaba el dulce elixir por sus senos, surcando ese vestido blanco, deslizandose como afluentes por sus caderas y piernas, hasta que su cuerpo privado de fuerzas cayó presa de los brazos de aquel monstruó que la asesinó.

No hubo ningun testigo, al menos eso pensaba aquel desgarbado y sombrio ser. Ocultó el cuerpo concienzudamente y fue a su hogar en donde se encerró por el espacio de unos días.
Armand acechaba, lo habia hecho durante un asesinato que pudo haber impedido, mas si saber por que se quedó congelado, viendo a la mujer mientras exhalaba su ultimo suspiro. Pudo haberlo evitado si. Esa mujer habria tenido un destino mas dulce, sin duda.

"¿Por que no lo hiciste Armand?"

Desgraciadamente no habia vuelta atrás, tan solo podia hacer una cosa. Le pondria un tragico fin a ese asesino. Asi que durante dos noches Armand lo acechó, observandolo a través de la ventana que daba al salón, sentado en su sillon, tomando una cerveza tras otra y devorando pateticos programas televisivos. No sentia culpabilidad por que habia perdido toda humanidad. Era un rechazado por la sociedad y nadie lo queria, el vampiro dudó que alguien lo quisiera alguna vez, pero él si. Armand lo amaba, con toda su maldad y vileza y por ello habia sido elegido para ser su presa y cuando su espiritu escapara del cuerpo, solo Dios lo juzgaria y le daria su merecido.

Cuando la luna se alzara en lo mas alto en la mas plena noche, Armand llevaria a cabo su necesitado ritual de alimentacion.

por Invitado Dom Ene 08, 2012 6:11 pm

Noches eternas. Noches cargadas de recuerdos. Noches en las cuales nadie duerme y todos callan arrullados por el dolor. Noches en las cuales los asesinos son cazados con paciencia. Noches frías con cierto calor, arrojo de valentía y de coraje. Noches de caza. Noches de ángeles que van de un lugar a otro buscando ¿qué? ¿el camino hacia el cielo? Noches en las cuales había visto demasiado, callado aún más, y había comprobado que el ser humano seguía en su habitual equilibro hacia la estupidez.

Caminaba por la ciudad prácticamente oscura, sólo la luz de algún portal o luminoso la hacía brillante. Los negocios más habituales en la zona eran prostíbulos, casas de apuestas y vicios que volvían loco al más cuerdo. Arrastraba mis pies guarecido en una gabardina larga, tan larga que llegaba hasta mis zapatos cubriéndolos por completo, mis cabellos dorados y rizados caían sobre mis hombros, los cuales estaban encogidos a causa del frío y el cansancio. Llevaba caminando todo el día, observando nada más y tocando el hombro a todo aquel que merecía un consejo. Mi rostro era joven, parecía un muchacho, pero mi alma seguía siendo tan antigua como mis pensamientos.

"Un día ganaré la batalla, ese día lo equilibrado dará pie a un mundo perfecto."

Me decía aquello constantemente, como si fuera un viejo salmo u oración. Mi guitarra en la espalda me protegía de la leve brisa que se había alzado, como paloma al vuelo, para que el frío se calara más hondo. Noté entonces un cambio, un aroma y con ese aroma una presencia. Giré mi rostro hacia la escena que iba a producirse frente a mí, teniéndome como mero espectador.

por **Armand** Lun Ene 09, 2012 6:12 am

En momentos como esos, tan concentrado estaba que solo escuchaba las apresuradas respiraciones de la criatura junto a los latidos de su corazon, solo olia el aroma de esa sangre que corria por las venas... los cinco sentidos volcados en el asesino. No esperaria mas, la noche ya estaba avanzada, listo o no, aquel hombre recibiria la guadaña de la muerte en cuestion de minutos.
Avanzó sigiloso, deslizandose por la ventana que conducia al baño y se aproximó por detrás. Los latidos de ese corazón eran mas fuerte, poderosos, llamandolo, hipnotizandolo.

Hacia un calor sofocante y los olores se intensificaban volviendose incluso visibles, un halo de miseria y hedor rodeaba al individuo, pero no importaba, el vampiro seguia atraido hacia el. Quedó quieto unos minutos a su lado hasta que el hombre reparó en su presencia.
Palabras atropelladas salian escupidas de su boca y Armand podia sentir como la ira recorria cada fibra seguida de un intenso espasmo de adrenalina que lo indujo a atacar al intruso.

Detuvo la mano con una de las suyas y a contiación la otra, mermandolo, obligandolo a sentarse de nuevo en el sofa. La ira fue transformandose en terror, un horror que congeló el rostro del tipo el cual ahora imploraba piedad.
-¿Por que deberia tener piedad contigo?- susurro despacio escrutandolo con sus ojos frios y castaños -No hay piedad para los asesinos.- sentencié y acto seguido mostro sus armas mas mortiferas, dos pequeñas dagas como dientes que prontamente se clavaron en la suave y calida carne. Un torrente liquido que estimulo sus muertas terminaciones, un estremecimiento intenso que lo hizo jadear tremulo mientras le robaba la vida a grandes sorbos.

Al rato el último suspiro de su miserable vida escapó de sus labios y apartandose ligeramente, no sin antes cerrar esos orificios en la piel, lo dejó sentado, pareciendo que dormia placidamente.
-Que Dios se apiade de tu alma- susurro quedo percatandose luego de una humedad que recorria sus mejillas.

"¿Acaso no es el espíritu marchito y fúnebre de un hombre muerto vestido con la ropa de un niño?"

Ese ángel no debió hacer bien su trabajo, pensó Armand mientras descorria la ventana para salir del apartamento. A veces rostro, palabras, frases que parecian importantes para el, venian a su mente y las evocaba causandole un lacerante dolor.
Salio de un salto, ascendiendo por el tejado percatandose de que no estaba solo, ni lo habia estado mientras tomaba el rojo elixir. Barrio la sangre de sus mejillas con los dedos y se hirguió mirando al otro hombre que despedia un aroma particular, podria decirse que hasta divino.

-¿Has venido para juzgar mis actos?- pregunto sin amenaza ni hostilidad alguna, Armand era lo suficientemente viejo como para saber que hasta respirar, era pecado.

Spoiler:

por Invitado Lun Ene 09, 2012 11:10 am

Una suave brisa recorrió la calle, la misma que era una lengua negra de alquitrán buscando llegar a alguna parte. Todos los caminos conducían a la perdición o al nirvana, todo dependía de los pasos que se dieran y de lo cuidadoso que fuera uno con los recuerdos, las experiencias vividas y las escuchadas por boca de otros. Guardé mis manos en los bolsillos de mi gabardina, permaneciendo allí con los ojos fijos en aquel teatro que se daba nuevamente. Vida y muerte luchando, las agonías de un asesino y el poder sediento de un vampiro. Podía escuchar las súplicas del condenado, así como notar el deseo insaciable que aquella criatura poseía. Sus cabellos rojos, luminosos como una llamarada en medio de la noche, me llamaron sutilmente la atención.

Nada más quedar frente a mí, desenvolviéndose con firmeza que le daba su fuerza, igual que una amapola silvestre conoce su belleza y una rosa su simbología enigmática, pensé en miles de respuestas pero permanecí en silencio. Moví mis labios sin pronunciar sonido alguno, tan sólo sonreí como lo haría un anciano al reconocer a un igual.

-Dios te juzgará, no yo.

Mi cautela a veces era aplastante, como en aquella ocasión, y me mostraba firme ante cualquier comentario que pudiera hacer. Mi aspecto era el de un hombre común pero emanaba una fuerza, una que llevaba a sentirse sosegado y con los deseos saciados. Caminaba en la estrecha línea de lo cálido y lo frío, jugando con esas sensaciones que provocaba mi mirada de ojos vidriosos como los de una muñeca.

-Él se apiadará de ti, o quizás simplemente te condene al fuego de los infiernos. Nunca se sabe cual es el camino que Dios tiene preparado para uno, ni como caminará por él.

Saqué uno de mis cigarrillos, me gustaba el aroma que poseían pues eran de sabores y aromas distintos. El de cereza era mi favorito, por eso prendí uno de estos frente a él. La llama del zippo iluminó brevemente mi rostro, concretamente mis ojos los cuales no perdían detalle de él.

-Igual que juzgará a tu víctima, aunque puedo asegurarte que su condena no será leve.

Di una honda calada dejando que el humo surgiera en forma de O. Mis movimientos eran pausados, milimetrados. Mi elegancia no era dejada a lo casual, me concentraba en moverme acorde con el momento que ambos provocábamos. El destino nos había unido, el dedo de Dios había hecho girar la ruleta.

-Ese es el amor y la justicia infinita de Dios.

P.D: No me importa que sean respuestas extensas, es mucho mejor así.

por **Armand** Jue Ene 12, 2012 6:24 am

Habia sido una pregunta la suya impulsiva, como la mayoria de algunos de sus actos, ligeramente inquisitiva, causó un facil y prominente sonrojo, debido a la sangre recientemente ingerida, en sus palidas y marmoleas mejillas que lo obligo a bajar la mirada. La fuerza, la energia que desprendia aquel ser aparentemente normal era descomunal, Armand sentia que volcaban sobre el todo el peso celestial, o quizas solo fuera esa su sensacion. Sabía lo que era, sin dudar a dudas, un hombre de Dios, un mensajero, guerrero, luz cegadora de nuestro Señor. Aun no se habia acostumbrado a que estos seres caminaran por la tierra con asiduidad y esta es la segunda vez que cruzara palabras con uno.

-Disculpeme, en numerosas ocasiones esta lengua traiciona mi subconsciente..- susurro con los ojos color café brillantes y fijos en los contrarios. Un ligero temor lo asalto, sentia que ese ser de luz terminaria por quemarlo como el sol que el tanto extrañaba. El viento nocturno sacudio mis cabellos, los alzo con gracilidad desplegando rojos latigazos al aire y bajo la luz empobrecida de las farolas parecia que su cabeza estallaba en delicadas flamas.
Apartó uno largo mechon de su rostro una vez este cesó, muy atento con las acciones de aquel angel y decidió impulsarse hacia el otro lado, al otro tejado en donde estaba él, con la gracilidad de un cisne.

-Dios es Amor y sabre encajar su juicio con humildad- expreso calmado adornando sus palabras con una breve y aun asi melancólica sonrisa - He retrasado demasiado el momento de mi marcha y aunque no lo recuerdo bien, creo que he intentado alcanzar esas nubes bajo la luz de un sol cegador... recuerdo un lugar que no podria describir, en donde me sentí pletórico, lleno de amor, feliz...agradezco a tu hermano que no me haya privado de ese momento tan crucial para mi.- finiquitó su confesión inclinandose y posteriormente arrodillandose frente al angel con las manos unidas frente.

Jadeó y alzo el rostro, sus ojos abiertos, soñadores y el ceño ligeramente fruncido, apelando a la bondad de estos seres para que soportara aquella inconsciente charla.

-¿Que mas puedo hacer aqui? ¿Cual es mi destino? ¿Lo sabe usted?-

por Invitado Jue Ene 12, 2012 11:32 am

Me sorprendieron sus palabras. Parecía hablar un sacerdote y no un ser de rostro de ángel. Su aspecto me recordó a varios hermanos, pero su esencia era oscura como la de todo vampiro. Parecía conocer la palabra de Dios, su amor infinito, pero no así su destino aquí en la Tierra. Al tenerlo frente a mí, cada vez más cerca, sentí cierta curiosidad que medité y razoné. No era un ser habitual, parecía que sus cabellos de fuego fueran llamas auténticas acariciadas por el viento.

La voz de aquel vampiro parecían caricias, no ataques. No se burlaba de mí, sino que realmente buscaba un mensaje venido de manos de Dios. Nuestro padre no nos había enviado al mundo para dar mensajes personalizados, sino para colaborar en las acciones que creyéramos necesarias. Impuse mis manos sobre sus hombros, tan sólo como consuelo.

-No es un camino marcado, Dios da mensajes que debes encontrar por ti mismo. Cada paso que das en este mundo te conecta con un camino distinto, te premia o castiga, y sólo tú sabrás cual es el que te concede Dios y cual el Diablo.

Le ayudé a levantarse dejándolo frente a mí. Mis ojos jugaban a escudriñar en los suyos, en el las pequeñas arrugas de su frente y en sus acaloradas mejillas. Había bebido hasta la última gota de aquel condenado, las sombras los arrastraban ya hacia los infiernos para ser juzgado por el diablo y no por Dios.

-Soy el ángel de la templanza, traigo equilibro a las vidas desordenadas y abogo por aquellos cuyos deseos desesperados hacen que caigan en pecado.

Era una de las virtudes más alabadas, no sólo por las religiones actuales sino también por las de Grecia y Roma. Siempre fui amado y respetado, recordado como ejemplo, pues mi don era yo mismo.

-Te dejas llevar por las emociones, lo he notado.

No hablaba de aquellas que le impulsaron a rogarme, sino las cuales no llevaron a encontrarnos.

-Pero no te juzgaré por ello, no soy quien. Tan sólo estoy de paso, te hallé a ti y he decidido quedarme a conocer a la criatura de Dios cuyo aura detuvo mi camino.

por **Armand** Mar Ene 17, 2012 4:28 am

Ya antes de postrarse Armand supo que su pregunta no tenia facil respuesta por lo que no le sorprendieron esas palabras. Exhalo un suspiro corto y accedió a incorporarse, sonriendo con confidencia al escucharlo -Verá, el demonio marcó mi sendero en el momento en el que me hice inmortal.- y al terminar enarcó una de sus cejas confundido. ¿Puede que faltara templanza en su vida? Habia sido bueno, en todo sentido de la palabra, excepto por la forma de alimentarse la cual no podia obviar. Ayudaba a los huerfanos, se ofrecia para ilustrar gratuitamente las iglesias con hermosas pinturas de rostro relucientes y rezaba algunas oraciones en su lengua materna. El pensaba en esta nueva oportunidad como una forma de redención, el pecado era una tentacion dificil de disipar, siempre lo asaltaba, a veces en pleno dia cuando se suponia que su vampirico cuerpo debia descansar.

Desperto una sincera sonrisa cuando lo caló tan hondo sin "conocerle" y responde encogiendose de hombros -Lo admito, me dejo llevar por las emociones hasta el punto en el que me averguenzo de lo dicho o hecho...mas no puedo hacer nada, no puedo ser tan frio como lo es habitualmente mi cuerpo y cuando amo...me puedo volver un completo demonio- musito desviando el rostro y la mirada hacia un horizonte carente de significado.

¿Conocerme a mi? Una criatura de Dios o del Diablo? Se sintió especial, mas no incentivando su vanidad como lo hubiera hecho por ejemplo otro vampiro que cree que su existencia es realmente importante y vale la pena que lo conozcan. Lo hizo sentir pequeño, minusculo, un niño con un largo pasado lleno de oscuridad, cuyo enimagtico rostro oculta pecados que no recuerda.
No recuerda...esa es la clave, es la clave para centrarse en la busqueda de su nuevo camino. Sabia que no obtendria la respuesta, "vivir" no era, ni seria nunca fácil y aun asi sentia la necesidad de preguntar.

Un intenso y rapido sonido me hizo alzar el rostro para escudriñar el cielo minuciosamente. Un angel de acero, un avion, surcaba el cielo dejando una estela nublosa cuya noche estrellada engullia. Armand se preguntó cuando dejaria la tecnologia de crecer, cuando la historia se detendria o daria a su fin con toda la existencia humana, su capacidad de adaptación a las epocas posteriores habia sido nefasta.

-Es usted lo que necesita este castigado mundo mas que nunca.- comentó volviendo la vista al angel de cabellos rubios cuyo rostro guardaba un enigma en cuanto a edad, parecia joven, pero ciertas arrugillas le daban un aspecto mas maduro, adulto -aunque ellos jamás lo admitan- torció su sonrisa bajando la mirada ahora a la calle en donde un par de jovenes reian despreocupados.

por Invitado Mar Ene 17, 2012 10:03 am

Su voz era tan delicada como sus rasgos, provocando la ilusión de hablar con un adolescente en busca de la verdad. Si bien, la verdad no era revelada sólo con buscarla y desearla. El murmullo de la ciudad seguía como vieja, y barata, banda sonora de película de bajo presupuesto. El sonido de los motores de los aviones, las sirenas de las ambulancias, un cabaret cercano derrochaba vida y un ambiente parecido al de cualquier tugurio que pudiera abrirse en cualquier ciudad, conversaciones en murmullos en los edificios a nuestros pies y sobre nuestras cabezas. Su discurso se desarrollaba en un marco único, un marco lleno de desenfreno y estruendo. El tiempo era breve, pero no por ello debíamos olvidar que nuestras acciones nos abofetearían.

-El mundo siempre me ha necesitado.

Fue mi rápida respuesta a sus palabras finales. Mis ojos escudriñaban los suyos, perdiéndome en ellos por unos segundos. Podía notar cierta ilusión, como la de cualquier beato que contempla la aparición de alguno de nosotros. Puse mis manos sobre sus hombros y sonreí de forma breve.

-El amor es un deseo intenso, pero hay que saber administrarlo para no caer en pozos de brea.

Susurré acercando mi rostro al suyo, sólo para poder contemplar con mayor intensidad aquella mirada tímida y sobrecogida. Todos éramos hijos de Dios, incluso los demonios que se retorcían entre las llamas, y que padre perdonaría si se arrepintieran de corazón aceptando de nuevo la palabra de este y su castigo, pero ellos estaban tan cargados de odio que eran incapaces de ver que aún seguían amándolo de alguna extraña manera.

Aparté mis manos de él, quedando erguido como una estatua mientras una leve brisa movía mis cabellos, algo largos, sobre mis hombros rozándolos al igual que mis mejillas. Parecía una estatua que cobraba vida por segundos, pero nuevamente quedaba recto y frío. Mis ojos azules intentaban entender el porque la ciudad se veía tan gris, podía sentir el lamento de niños y de hombres. Notaba como el escritor perdía el tiempo bebiendo hasta caer en coma etílico, como el adolescente reía despreocupado dejándose llevar por todos los deseos sin razonar ni un instante. Muchos no vivían más allá de los veinte años, otros tenían unas largas y opulentas vidas llenas de pecado. El mundo estaba descompuesto. No sólo me necesitaba a mí, necesitaba el milagro de todos nuestros hermanos.

-La obra de dios se desbarata, quedando como sombra a lo que fue. Si bien, no importa la naturaleza de cada uno de nosotros. Todos debemos colaborar. Todos debemos luchar por razonar antes de arrojarnos a un momento intenso, tal vez porque así se saborea mejor y se conoce sus consecuencias. Las guerras ocurren porque la sociedad ha perdido el valor de sentarse a conversar, dejando atrás cualquier prejuicio por muy absurdo y creíble que sea, sino que se impulsa a buscar nuevas vías tecnológicas para acabar con el enemigo. El mundo necesita algo más que una lección, la cual poseyó hace más de dos siglos. Necesita comprender porque ocurrió, es algo aún que se mantiene como si fuera ininteligible o sin explicación alguna. Y todo es porque no se razona, no se tiene tiempo de conocerse y hacer introspecciones para hallar la vida equilibrada.

Tras mi discurso hice un breve y marcado silencio, para después enmarcar en mi rostro una sonrisa bondadosa. Una de esas sonrisas que únicamente los ángeles poseemos, una sonrisa franca y calmada como las caricias de una madre.

-Llámame David.

por **Armand** Sáb Ene 21, 2012 11:12 pm

Armand se estremeció bajo el ligero peso de aquellas manos y le pareció francamenet sorprendente que no estuviera en llamas por estar tan cercano a la luz habiendo sido él, un oscuro pozo de pecado. El aliento del ser angelical acarició su rostro, sus pupilas temblaron ligeramente, podia ver en esas extrañas orbes diferentes entre sí, ese mundo celestial que una vez pudo experimentar y el amor puro y desprendido que despertaban. Suspiró abrumado por dichas afirmaciones sabiendo que todas ellas eran tan ciertas como su propia intención de cambiar lo que habia sido por lo que era ahora. Se consideraba asi mismo como un ser nuevo, recien nacido desprovisto de unas extensas y largas memorias que lo empujaban a tomar decisiones erroneas una y otra vez.

Bien podrian estallar disturbios cercanos a Armand, el estaba centrado en el ángel, obviando lo que le rodeaba, fijandose con detalle en la anatomia contraria, en como las claras ebras coqueteaban con su piel que parecia de marmol pulido, tanto como la suya propia. Se podia decir que estaba fascinando, hechizado y por supuesto no pudo pasar por alto el increible aroma que desprendia dicha criatura, que lo habia llegado a embriagar despertando ciertas hambres propias de su especie. Por suerte sus palabras lo sacaron de su ensimismamiento y pudo recuperar la cordura.

Asintió en timido silencio mirando, conforme escuchaba, la realidad que relataba David. Desde que la egolatria no gobernaba su mundo, Armand habia estado mas concienciado con la humanidad, despues de todo él era parte de ese mundo que se derrumbaba como las cartas en un castillo de naipes, no podia ser unicamente la criatura que se alimenta, sin conmoverse por el llanto de un niño hambriento y solo.

Hacia dos siglos habia estallado una guerra entre las fuerzas del biel y del mal y no habia noche alguna en la que el cielo nocturno no se alumbrara por los choques de las espadas de ambas facciones. Muchos habian sufrido las consecuencias y el caos habia despertado lo peor y lo mejor de los supervivientes.
-¿Que sugiere David? ¿Una nueva guerra celestial? Finalmente no quedarian ni las cenizas de lo que ahora es la civilización.- susurro volviendo su mirada hacia él -Desgraciadamente el ser humano es influenciable por naturaleza, y son muchas los demonios que hacen su trabajo susurrando.... Sin embargo tiene razon, todos podemos luchar y no obstante... ¿Cual podria ser mi papel David?- su media sonrisa despertó el cinismo, bajó la mirada a las palmas de sus manos -Hace tanto que abandone la idea de luchar que me siento atrofiado.- cerró los puños percibiendo como las afiladas uñas rasgaban su carne de piedra.

por Invitado Dom Ene 22, 2012 7:01 am

Sus ojos parecían disiparse en los míos, bucear más allá de mis palabras intentando comprender mis afirmaciones, mientras quedaba sobrecogido. Siglos atrás yo era sobretodo el compañero de filósofos y políticos, los últimos se dejaron influenciar por los susurros de los ángeles caídos y los demonios de más bajo rango. El murmullo del infierno se hizo cada vez más intenso, el poder se volvió obsesivo y las guerras comenzaron entre los hombres. Yo dejé de aparecer para filósofos, mártires de sus preguntas y razonamientos, y para los políticos. Me centré en el pueblo, busqué en ellos el otorgarle un segundo de calma y la templanza necesaria para encontrar las soluciones pertinentes. Si bien, en ocasiones fallé frente a la envidia y la codicia o la ira.

Mis pasos sobre el mundo eran certeros, firmes y desafiantes en ocasiones. Intentaba encontrar seres que transmitieran mis oraciones, que mostraran la cara amable del mundo aunque hubieran caído en pecado. Dios ama a sus criaturas, a todas y cada una, sin importar la condición de sus almas. El infierno se había desatado en la Tierra, justo como pretendían los altos generales del infierno, pero aún había paraísos en la obra de Dios. El mundo era un lienzo en el cual aún se podían dar pinceladas.

-El mundo es un cuadro, una hermosa pintura, y aún se pueden dar pinceladas marcando y firmando la obra para el siguiente pintor.

Estreché sus hombros entre mis manos, necesitaba que pusiera atención a mis palabras. Quizás podría hacer que sus pasos confusos se volvieran firmes, que sus ojos terminaran siendo calmados y que sus palabras fueran consecuentes a sus actos. Podría ayudarlo a tener la templanza para razonar y sosegar su vida.

-Todos somos mensajeros de Dios, a la vez somos su mensaje. Intenta luchar contra el mal, lucha contra los demonios que son como tú pero que poseen almas tan manchadas y negras como el petróleo.

Susurré profundizando en mi mirada, observándole como si fuera un ángel caído y no un humano caído en desgracia. Pues era un humano que había sido manipulado, llevado a ser un muñeco perfecto y quizás un compañero idóneo. Desconocía en esos momentos toda su historia, igual que él. Deseaba centrarme en su presente, no en su pasado. Lo veía como un ángel que podía aún salvar sus alas.

-Razona.

Añadí a mis palabras antes de apartarme y girarme para contemplar la ciudad. Bajo nuestros pies y sobre nuestras cabezas ocurrían desgracias continuas, dolores incesantes que no tenían más que la raíz de un mismo problema. Todos estaban agitados, desencantados y llenos de envidia.

-El ser humano no necesita otra guerra, necesita comprender porque hubo una guerra. Aún no comprende la magnitud del asunto, no sabe siquiera porque aún estamos aquí. La gracia y el amor infinito de Dios es la respuesta, el amor por sus hijos aunque estos hayan caído en desgracia. Dios tiene un plan para todos nosotros, quizás el tuyo sea el de luchar contra demonios.

Me giré de medio lado, contemplándolo una vez más y haciendo un leve gesto con la mano le pedí que se acercara a mí.

-Mira al frente, contempla la ciudad y observa como se matan entre hermanos por los susurros de los demonios inferiores. Algunos vampiros cazan a otros, cazan a demonios y también a humanos que están corruptos por los segundos. Los demonios influyen en el ser humano, intenta cambiar su rumbo quizás. Los vampiros podéis influenciarlos dejando más huella que nosotros, somos vistos como los culpables de no haberlos salvado. No recuerdan que muchos de mis hermanos cayeron yertos por salvar niños o ancianos. Caza aquellos que no tienen solución, razona antes de dejarte llevar por las emociones ilusorias que puede generar ese momento de tu alimentación. Razona, no te dejes llevar porque quizás te pierdas cayendo en un mundo tan oscuro que jamás volverás a ver la luz.

por **Armand** Sáb Feb 04, 2012 4:50 am

En el velo de su mirada parda se vislumbraba aquello que habia estado subyugado por las nuevas creencias, por sus renovadas ideologias. La luz del angel era poderosa, calmaba ansiedades, lo calmaba a el. Pero nunca estaria en paz, nunca podria estarlo asi olvidara su pasado una y otra vez, verse privado del deseo lo habia hecho desgraciado y egoista, lo habia convertido en un demonio al cual se habia acostumbrado su ser. Asi que pensó, privadme del deseo y ya no necesitare sucumbir a la tentacion que conlleva la maldad.
Ideas nobles en un corazon manchado. Razona.

Ladeó el rostro observando mas allá de la vista nocturna que un ser humano podria alcanzar normalmente, observando lo que no podia verse. Si dejaba fluir su concentracion podia vislumbrar los fantasmas de seres que vagaban. Como él, viajaban intemporales, buscando un lugar, una razon, alguien que los guiara. Un angel, o un demonio. Suspiró pesadamente, cerrando sus ojos, escudandose bajo una cortina de largas y curvadas pestañas y disipo las ruinas de su memoria.

-¿Debo entonces alzarme contra mis hermanos? preferiria que mis armas fueran solo mi labia y no mis dientes y garras.- aun el ángel le pidió que se acercara, Armand no lo hizo. Su rostro estaba tenso, quizas huraño -pero se usarlas.- musitó y movió su cuerpo sin necesidad de dar paso alguno -No soy mejor que ellos, no soy fuerte como los angeles y ni tan persuasivo como los demonios, ya no y sin embargo mis uñas y dientes son afiladas y son capaces de desgarrar hasta el granito.- sus cejas se fruncieron -Nunca es suficiente, nada es suficiente- musitó y miró al ángel llamado David -Me he exigido tanto a mi mismo, he exigido tanto a los demas y no...puedo llegar a alcanzar esa inmutabilidad que deseo- sus mejillas estaban ardiendo a causa del festin recientemente dado.

Giró bruscamente camino hasta el ángel hasta quedar cerca de él para decirle desgarrado -Mira dentro, ¿Crees que no he caido antes en la oscuridad?, me pierdo en la hipocresia de ser alguien que no soy. Detesto la maldad y sin embargo tengo habilidad para ejecutarla bajo un rostro de falso angel- sus hombros se crisparon, el soliloquio lo estaba enloqueciendo -Hablare en nombre de Dios, razonare en nombre de Dios, seducire en nombre de Dios y asesinare en nombre de Dios, solo por que uno de sus angeles, me lo ha recomendado.- su lengua desatada habia sido cruel, pero ese angel era la templanza, algo que Armand no habia tenido en exceso a lo largo de su existencia.

por Invitado Sáb Feb 04, 2012 5:11 am

Oleadas desgarradoras de infortunio, muerte y dolor cayeron sobre mí. Su alma estaba envuelta en harapos. Los salmos de la Biblia razonados bajo sus rojizos cabellos, tan rojos como la sangre que cientos habían hecho brotar en nombre de Dios. Recordé a Jesús, el momento en el cual lo pegué contra mi propio cuerpo y las palabras que le dieron fuerza para no caer. Una de mis manos fueron hacia sus cabellos, acariciando sus hebras mientras oteaba el horizonte.

-Han matado en nombre de Dios desde que Dios mismo nos envió para iluminar a los hombres.

Bajé lentamente mis párpados, cerrándolos mientras influía en él ofreciéndole consuelo y templanza. Haría que sintiera en su corazón el calor y la paz que le permitiría pensar con claridad, actuar con sabiduría y sentirse firme a pesar de los deseos.

-Todos podemos pecar, todos podemos caer. Hermanos míos cayeron en su día influenciados por la curiosidad.

Quedé en silencio antes de quedar tras él apoyando mis manos en sus hombros, abriendo mis ojos que eran los de un águila en tonos de océano y cielo. Mi lengua se pasó sobre mis labios intentando meditar las palabras que le consolaran.

-Sé que te influyeron hace años, sé muchas cosas con sólo tocarte o sentir tu alma junto a la mi espíritu. Sé que te arrepientes y sé que siempre has deseado ser lo que aparentas, porque a pesar del deseo, el cual es normal en todo hombre y criatura, hay una parte de luz que impuso Dios en sus hijos. Haz que esa luz te guíe muchacho, haz que esté presente y no dejes que nadie la apague.

Me incliné para susurrar en sus oídos, dejando que mis últimas palabras quedaran presentes en su mente firmadas a fuego.

-Te pido que convenzas a los que puedas, aquellos que sepas que serán útiles. Dios será benevolente con el castigo de sus pecados pasados, envolverá a estos en alabanzas si colabora contra mi hermano caído.

Cuando yo nací Lucifer era un arcángel resplandeciente. Su belleza era comparable con la de Padre, como la de todos nosotros, y se había apoyado en él como su columna más firme. Estuve presente cuando arremetió contra él hablando de los demonios que ya existían, los mismos que ahora colaboran con él desde los albores de los tiempos.

-Lucha contra aquellos que dañen al buen hombre, no a la escoria que ha aceptado al diablo y no piensa dejarlo. No te achantes contra los demonios débiles, imponte. Tú debes ser quien guíe tus pasos, no ellos.

Sabía que muchos se aproximarían a él, como hacían con otros, y lo harían para incidir en sus acciones, incluso e sus sueños. Mis manos acariciaban sus hombros imprimiendo con ternura un poco de mi fuerza, de mi sabiduría, para calmar sus lágrimas y el dolor que poseía a causa de sus heridas.

por **Armand** Sáb Feb 04, 2012 2:31 pm

Su rostro, como mascara mortecina, tenia esos labios tensos, finos, su mandibula apretada, hasta escuchar el propio rechinamiento de sus dientes. Ni la belleza angelical de sus facciones podia salvarlo de esos sensaciones que afloraban como latigos de siete colas, desgarrando la serenidad. Como un volcan en erupcion, sus arrebatos se exponian con cierta demencia y una vez que chorreaban de la fuente, como lava liquida lacerando su cuerpo, se enfriaban dejando el magma del arrepentimiento.

Cerro los ojos, tragó saliva con dificultad e inclinó el rostro hacia adelante, dejando que sus largos cabellos lo cubrieran e impidieran ver el puzzle que era ahora su faz.
-No se si seré capaz David. Traté de llevar las riendas de mi propia existencia y acabé sumiendome en un pozo de verguenza y dolor. Hasta ahora he sobrevivido, hasta he pensado que Dios no me quiso en su seno cuando intenté...desaparecer. Soy fuerte y testaduro, pero...lo suficiente como para realizar lo que me encomiendas?.- alzó el rostro encontrando la compasion en el ajeno y se inclinó hacia ese cuerpo, rodeandolo por la cintura con sus delgados brazos, apagando sus delicadas facciones en el fondo de aquel pecho cubierto con ligera tela mientras lo abrazaba con firmeza.

-Lo intentare- murmura en un susurro -Que no digan que me acobarde, ni que me reclui en una cueva como ermitaño, viendo como el mundo se corrompe desde las entrañas.- alego quedo, conociendo a cientos de seres como él que se dedicaban unicamente al disfrute del mundo y de las superficiliadades que en él se obraban mientras otros tantos se conformaban con ver la evolucion del hombre, esperando a que la desesperacion los visitase un buen dia, para poder morir bajo la luz del sol. Sin embargo ahora no conocia a nadie, es decir, no recordaba a nadie. ¿Como podria entonces influirles con sus palabras, con su mision?

Que calido, que reconfortante. En comparacion con el cuerpo del vampiro, el angel constituia una caldera de luz y calor, del cual Armand se fue despegando poco a poco, cuando supuso que el contacto habia sido bastante esclarecedor.
Si era cierto que la calma recorria ahora sus facciones dotandolo de esa belleza afeminada imperturbable.

-Eres un angel muy efectivo David- comento con cierta comicidad, mas no riendose de él. Solo resultaba extraño y a la vez gracioso. -Unas horas y has reclutado a alguien mas para combatir el mal- inclinó su rostro con ligereza -Espero ser un buen soldado de Dios.-

por Invitado Dom Feb 26, 2012 5:27 am

La dulzura de su rostro sólo eran comparadas con sus palabras. Aquel vampiro estaba conociendo la luz de Dios, lo hacía nuevamente como si fuera el niño que aparentaba. Sus labios susurraban sus preocupaciones, sus miedos más sinceros, su amor hacia nuestro creador y su convicción que yo le había ayudado, así como ayudaba a Padre. Mis manos quedaron sobre sus cabellos hundiendo mis dedos en aquella maraña de fuego, más no quemaba sino que eran sedosos como las ropas más caras y distinguidas, aquellas que envolvían a los viejos Reyes en el pasado.

-Tan sólo ten fe, la fe siempre te abrirá puertas.

Murmuré inclinándome hacia él, tomando su rostro entre mis manos mientras dejaba que mis orbes bailaran con las suyas en mis muestras sinceras, en mi creencia férrea, que consistía en que todos podíamos ser los mejores guerreros de Dios. Dios necesitaba que sus criaturas, pues eso éramos todos nosotros, notaran su amor y su luz a través de esta era de densa oscuridad.

-Conversa con otros como tú, intenta hacerles comprender que el mejor camino no es la senda del mal. Influye en ellos para que amen, olvidando así su odio. Hazles entender que la luz de Dios no los aniquilará, más bien iluminarán sus caminos en la oscuridad. El mundo pertenece a Dios y sus obras magistrales. Debéis cuidarlo, tal vez si no se obra como se debe caeremos todos y este preciado regalo de Padre, nuestro salvador y creador, se hundirá en los infiernos y estos os abrasarán.

Me conmovía la expresión de sus ojos, sin embargo mi aspecto era calmo y parecía que cierta frialdad no dejaba trasmitir mejor la calidez de cada una de mis palabras. Si bien, sabía que él las comprendería, que esa pasión que anidaba en su pecho se convertiría en luz para muchos que habían quedado ciegos. Se levantarían, andarían entre los cascotes de este mundo moribundo y conquistarían para Dios un nuevo amanecer para todos nosotros. Debíamos aprender a luchar todos, todos aquellos que amábamos a nuestro Padre.

-Eres un niño lleno de curiosidad, un joven para mí que ya es un anciano. He conocido tiempos gloriosos y deseo que vosotros los viváis, el mundo debe volver a ser un paraíso. Por eso ten cautela, la tenacidad suficiente, y enfrenta la vida que posee alzando tu voz para ser escuchado. No caigas, no te rindas, pues yo estaré ahí cuando me necesites.

(Lo lamento muchísimo el retraso, no vi que habías respondido)

por **Armand** Miér Mar 07, 2012 5:41 am

(No te preocupes ^^)

Armand no deseaba apartarse aun, simplemente queria aprovechar un poco mas esa fuerza, esa calma, esa paz..que desprendia el contrario regando su alma como la flor marchita que deseaba, necesitaba revivir y florecer nuevamente. "No, no me apartes aun". Solto un liviano suspiro cuando le hizo mirarlo, esas orbes de diferente color. Las manos apretadas contra mis mejillas regalaban calidez como toda su persona. Armand comprendia lo que escuchaba, el lo tenia claro, pero tenia miedo. Ahora no conocia a nadie, es decir, no recordaba a nadie, todo su pasado habia sido borrado.

-Me tomaran por loco...un fanatico.- susurro a sabiendas de que cuando ponia mucha pasion en algo, podia dar una impresion equivocada a la deseada. Tendria que optar por la prudencia, hablarle solo a esos semejantes que estuvieran dispuestos a escuchar y no a criticar sus palabras. Ser juicioso, eludir las discusiones y aconsejar a aquellos que si gustasen de seguir sus palabras.

-Gracias por iluminarme el sendero David.- su sonrisa fue simple, bella y luminosa, dotada de una nueva energia. No se habian movido de allí en todo ese tiempo, aun se podia ver desde esa posicion la ventana de aquel al cual Armand habia arrebatado la sangre, sin embargo el tiempo habia pasado, seguia pasando alrededor de las dos figuras aunque para el pelirrojo se hubiera detenido.

-No he podido evitar observar ese instrumento que llevas en la espalda... ¿Seria posible que me tocases algo con el?...no aqui...en cualquier otro lugar. Por favor, acompañeme....si es que no tiene otras cosas mas importantes que hacer y puede perder un poco mas de tiempo conmigo.- añadió con humildad y respeto sin olvidarse de con quien estaba tratando.

por Invitado Jue Abr 05, 2012 11:55 am

Sabía que mi compañía dejaría su alma en paz, por ello permanecí en aquel lugar observándolo mientras le escuchaba. Sonreí al escuchar sus palabras, todas ellas cargadas de cierta necesidad de sentirse arropado por un poco de luz en la oscuridad. Dios me había encargado una misión lejos de las armas habituales. Mi virtud era importante. Debía despejar los susurros de los demonios, alejarlos de los humanos y cuando no hubiera remedio enterrar mi espada en ellos. Se podía combatir las sombras, la soledad y el dolor con un poco de música. Nada más escuchar aquel ruego me coloqué en posición con mi guitarra.

Spoiler:

Recordé cierta canción cuyo video musical me había llamado profundamente la atención. Una ciudad destruida desde sus cimientos, su sociedad, llena de maravillas frágiles y fáciles de corromper. La esperanza parecía no existir. Día a día todo se perdía, pero algo se fue ganando poco a poco. Sólo había que seguir luchando. Había tomado de aquel cantante el nombre, así como ciertas similitudes. Admiraba su ritmo, su forma de contar historias imprescindibles hoy en día, como también en aquel siglo que comenzó a ser turbio poco antes de su fin.

Cuando no se tiene nada sólo queda la esperanza y las ganas de luchar. Debía transmitirle un poco de esa esperanza, esa lucha llena de deseos de mejorar. Todos necesitábamos sentirnos útiles, él parecía ansiarlo. Lejos de la oscuridad que le rodeaba deseaba prender una llama de ilusión. Podría ser feliz si me proponía alejar de él los excesos, que se dedicara a ser algo más racional y buscar en la palabra un arma eficaz. Deseaba tener fe, yo se la ofrecía. Dios poseyó siempre planes para todos.

Mis pies se movían al ritmo de aquella canción, mis manos presionaban y rasgaban las cuerdas, mi voz sonaba envolviendo el silencio hasta romperlo, como momentos antes lo hicieron las sirenas de las ambulancias. Esbocé una sonrisa de felicidad mientras la música surgía como mensaje para alejar la soledad. No me iría, no me marcharía hasta que él así lo deseara.

por **Armand** Vie Abr 13, 2012 3:40 am

Como al niño que le cumplen el capricho, Armand decidió sentarse sobre las tejas, flexionando las piernas y apoyando los codos en las rodillas, de modo que sus manos pudieran acunar su rostro mientras escuchaba al angel tocar. Estaba extasiado en cierta manera y aunque la guitarra no era uno de los intrumentos que solia escuchar, tuvo esa sensacion de que le gustaria la tonada. Sorpresivamente la canción fue mas animada de lo que hubiese esperado, pero incluso asi no le desagradó. Era ese estilo de los ochenta, las baterias contundentes y las canciones que contaban una historia. Mucho mejor musica que la que se escuchaba actualmente, en donde primaba la tecnologia sobre los instrumentos tocados como antaño.

Incluso movió las palmas y aplaudió al ritmo de la cancion, moviendo ligeramente su rostro en señal de aprovación, o como lo hacian los chicos de ahora cuando escuchaban una cancion de rock. En algun momento de esa melodía, mientras el arcangel cantaba, recordó un retazo de su pasado. Era otro tipo de musica, era una musica clasica, un piano y una melodia apasionante, capaz de conmover cualquier frio corazon. Manos no humanas tocaban aquella melodía, Armand se abstrajo escuchando esa dualidad a manos de un ejecutor sin rostro.

Cuando David dejó de tocar Armand salió de su ensoñación, miró al alado y sonrio -Ha sido bastante divertido señor...- desde abajo parecia una criatura incluso creiblemente inocente, con sus ojos pardos grandes y soñadores. Su mirada se desvió hasta el horizonte pasando por los multiples tejados en donde algunos gatos se perseguian salpicados de celo y curiosidad. Se abstrajo de nuevo. Podia estar quieto como la mejor estatua mientras su mirada se congelaba en el paisaje. Podia tirarse minutos, horas, dias....abstraido y no es que fuera algo fuera de lo común para esos seres que tenian todo el tiempo del mundo.

-Perdón...- susurro volviendo a centrarse en su interlocutor -Tengo hambre.- añadió sincero y sin necesidad de adornos elegantes en sus palabras. Se levantó -¿Podriais acompañarme? Un ultimo paseo.- dijo, aunque sintio que estaba pidiendole demasiado a un ser como él, despues de todo, en estos tiempos que corrian acelerados y violentos...

por Invitado Miér Abr 18, 2012 9:22 am

En los tiempos que corrían no había tiempo para conversar sin cautela y sin miedo, el cual te podía hundir en las más oscuras profundidades. Tenías que estar pendiente de cualquier sombra, cambio en el viento o simplemente en el silencio demasiado desolador. Muchos artistas se volvían inquietos y caían en las desesperadas garras de la droga, la prostitución e incluso el suicidio. Solía tomarlos en pleno momento de estrés, nervios o depresión. Me quedaba a su lado acariciando sus hombros escuchando sus dudas, e incluso sintiendo como otras se generaban en su interior. Los seres humanos eran frágiles, pero en su fragilidad estaba su belleza.

Armand era hermoso. Parecía un ángel que descendía a la Tierra para ser visto. Poseía cierta bondad pese al nido de arañas que era su corazón a causa de su pasado. Había sufrido tan terriblemente cuando era apenas un chiquillo mortal, su cuerpo cálido y frágil había padecido horribles torturas. Podía percibir en su alma cada cicatriz mal curada. Mis manos se apoyaron en sus hombros cuando le escuché pedirme caminar a su lado.

-Caminaré junto a ti.

Haría que su sed menguara y pudiera encontrar un ser impuro al cual atacar, aquel que realmente se mereciera la muerte pues ni siquiera Dios podía tener esperanzas en todo aquel que caminaba por senderos oscuros. Como hacía varios milenios perdió la fe sobre Lucifer, de igual modo sentía que podía perder la fe en la humanidad. Por ello nosotros habíamos descendido para cuidar el mundo, esta vez sin importar morir en el intento. Armand tendría mi ayuda para encontrar un nuevo sendero por el cual llevar a todo aquel que deseara escuchar, pues aunque no eran tiempos para conversar podía ocurrir un pequeño milagro.

-Por esta noche no te dejaré solo, aunque siempre podrás encontrarme si me necesitas.

por **Armand** Miér Abr 25, 2012 3:41 am

Encantado y euforico me encontraba al escuchar al angel David que accedia a acompañarme en esta tan nada noble acción. Dar muerte a otro ser habia dejado de constituir un placer para mi, una ensalzación de lo que era, la misma muerte andante.. como muchos otros pensaban, como yo alguna vez pensé en el pasado sin duda alguna. El poder de quitar vida y crearla, aunque maldita...pero confiriendo un poder que nos hacia parecer o que nos hacia creer que eramos dioses. Dias, semanas, meses sin una gota de sangre hasta que esta se vuelve tu obsesion malsana, tu deseo fluyendo, tan fuerte que ridirige tus propias acciones y reconduce tu camino....un solo asesino no podia saciarme ahora.

El encuentro me habia proporcionado esperanza y una nueva sensiblidad con lo cual seria ahora mas dificil elegir a un mortal que pudiera proporcionarme lo que necesitaba. Contemplaba la idea del pequeño trago, de nutrirme de varias presas sin llegar a matarlas, pero el tiempo apremiaba y el amanecer se acercaba silente para dar paso a un nuevo dia. Redirigí mis pasos para descender de aquella azotea y a mi lado se encontraba David.

Lo miré durante unos instantes y sonrei con una frescura que creí perdida. Alargando la mano tomé la del angel, entrelazando mis dedos con los suyos para caminar juntos por aquellos mortecinos callejones. Un reactor que voló a una velocidad alarmante me distrajo de la busqueda. Alce el rostro, mis ojos se abrieron mostrandose enormes, despiertos y vivaces mientras contemplaba como la estela se perdia en la noche. Aun me fascinaba la tecnologia, aun deseaba experimentar y me tentaba la idea de abandonarme a ese mundo y aun ahora me alarmaban aparatos que ya conocia pero que lograban sorprenderme.

-Que maravilla...- ladee el rostro para mirar al angel -Siempre me sorprendo, como la primera vez que ví algo semejante... -reí un poco avivado por algunos recuerdos -¿Para ustedes, los angeles que han vivido la mayor parte de su existencia en el paraiso, también es dificil comprender estos avances tecnologicos?.- pregunté al tiempo que reanudaba mi camino, centrandome en mi objetivo, que variaba. A decir verdad me sentia cohibido ante la idea de que pudiera observarme de nuevo, observandome de una criatura. Ademas..¿Que grado de pecado debia tener el pecador para ser considerada particular cena? Anteriormente un asesino ¿Y ahora?...

por Invitado Miér Abr 25, 2012 6:34 pm

Parecía un chiquillo al cual le habían dado alas y soltado en medio de una dulcería. Podía elegir cualquier pastelillo, sin embargo él buscaba ahora el indicado. Sabía que debía detener quizás su glotonería y pensar antes de actuar. Debía razonar. Sabía bien que esa pasión que surgía de él iluminándolo por completo, de igual modo que sus cabellos iluminaban la más lóbrega noche, podía hacerle perder el ritmo de sus pasos. Sin embargo, conocía bien a esas criaturas que llamaban muchos demonios y otros simples humanos con dones especiales, el don más especial era su juventud eterna y el no padecer enfermedad alguna. Un don peculiar que tenía que ver con la oscuridad que caminaba por sus venas, de igual modo que ambos caminábamos unidos por los callejones de aquella gran ciudad. Pero él, como muchos otros vampiros, tenía una luz interior más poderosa que la de otros. Sabía que muchos le llamarían asesino, otros psicópata y alguno tan sólo niño perdido. Para mí era un alma que quizás no llegaría al paraíso, o tal vez el creador le concedía ese beneficio debido a las buenas acciones y al arrepentimiento de sus pecados, más valiosa que la de muchos simples humanos.

-Yo estoy en continuo camino, digamos que no estoy ni en el cielo ni en la Tierra. Sin embargo, cada vez que llego me sorprendo gratamente de algunos nuevos inventos y por el contrario vierto amargas lágrimas al conocer que estos se usan para aniquilar, destrozar o simplemente aprisionar las almas de otros seres, los cuales como tú, desean encontrar la esperanza a la vuelta de la esquina.

Paré mi caminar soltando su mano, para tomarlo por los hombros y continuar el trayecto de un modo menos frenético. Observaba a nuestro alrededor buscando algún demonio inferior, un ser que fuera oscuro pero no necesariamente más poderoso que él. Seres como él eran los que debía contener y alejar del ser humano, yo le apoyaría para luchar con ellos si era preciso. Esos seres eran los que desde un principio le habían atormentado a él, como a otros millones de humanos, a lo largo de la historia de la humanidad.

-Busca un demonio de poder inferior al tuyo, pero cuya alma esté tan intoxicada que no quede más que pensamientos crueles. Es mejor matar demonios pequeños que humanos, pues estos pueden llegar a pedir perdón por sus actos. El arrepentimiento es mejor que una muerte repentina. Si bebes de un humano debes tener en cuenta que su alma está tan podrida que jamás se arrepentiría, un alma tan tóxica que duele a simple vista. Busca la oscuridad en la oscuridad.

Si lograba que él, junto a muchos otros, terminaran uniéndose a la causa de encender la esperanza en el mundo, alejando los vicios de los seres indefensos, lograría más que yo sólo batiéndome en duelo como un enajenado. Prefería la palabra y actos puntuales, como aquel junto al pelirrojo, que mil batallas donde derramaría quizás sangre inocente. Sin embargo, puestos a luchar si no había otra mi espada surgiría y arremetería contra mi enemigo. Había luchado contra demonios en más de una ocasión, pero era incapaz de hacerlo contra humanos manipulados por estos. No era cobardía, era simple respeto a la obra de Dios. Si bien, en más de una ocasión tuve que reducir a cenizas a un alma humana.

por **Armand** Sáb Abr 28, 2012 5:46 am

Quizas las armas eran lo que mas despertaba mi interes, lamentablemente...pero la tecnologia que en ellas se empleaba era la magia que habian creado los propios humanos. Unas mentes tan brillantes capaces de crear un gran bien y un gran mal en busca de la destrucción de si mismos. Si, era fascinante desde un punto de vista objetivo, decepcionante la manipulación en la que se veian envueltos a la hora de usarlas destruyendo pueblos, ciudades y en ocasiones naciones.

Él debió percibir mi duda no expresada y me ofreció una grata solución. Por costumbre o por precaución procuraba no cruzarme en el camino de esos seres diabolicos y si lo hacia no habia empleado ninguna acción bélica contra ellos. Es mas, pretendia comprenderlos, buscaba algo bueno en ellos inutilmente teniendo presente la procedencia de estos. Me hube cruzado con una señorita, un fruto entre angel y demonio, que ademas se alimentaba de sangre vampirica y que habia pretendido en primera instancia probarme. De no haber sido mas medida quizas no la hubiera conocido mejor y no la hubiera comprendido. Esas criaturas tenian el mismo derecho a cambiar que nosotros los que habiamos errado caminando por las sendas oscuras.

Detuve mis pasos cuando David me aferro por los hombros. Habiamos llegado a un parque, un espacio natural bastante extenso en el corazon de la ciudad, los suficientemente amplio como para que algunos seres encontraran de dicho entorno un refugio. Abrí bien los ojos dispuesto a encontrar a un ser como los que habia descrito el angel, afinando el oido hasta dar con unos susurros que provenian de una voz femenina, delicada...la demandante debia tener unos 8 años, o al menos eso denotaba el sonido que manaba de su garganta. Mis cejas se contrajeron y busque con la mirada la sospechosa criatura. La vi, junto a un viejo castaño agrietado. Tenia las ropas rasgadas, sangre en la friente y su aspecto era totalmente el de una niña desvalida.

-Abusan de su apariencia para engatusar...- Susurre por lo bajo mirando a David de reojo -Aguarda aqui por favor, creo que ya encontré a quien me saciara.- y me desvaneci practicamente de su lado, aunque solo fue que mi cuerpo se movio tremendamente rapido. Apareci frente a la niña, sus ojos claros, enrojecidos por el llanto y las cristalinas lagrimas que de ellos caian asi como sus labios fruncidos haciendo un puchero, conmoveria a cualquier mortal que tuviera un minimo de bondad. Lucia como una niña perdida, pero yo podia ver que su alma era negra, pecadora e insaciable. Intentó engatusarme, susurrando con su joven voz que se habia perdido...mas en cuanto di un paso hacia ella percibió que la habia descubierto y mostró tu verdadera cara. El horror en su rostro, los rasgos se habian deformado hasta asemejarse a una araña, era una pequeña viuda negra y tras el castaño y otros arboles mas tenia su gran telaraña con varios cuerpos enrollados en tela.

Ni siquiera me plantee lo fuerte que esta pudiera ser, ella se avalanzo hacia a mi llevando las garras por delante y la detuve impidiendo que me tocara, aplastando su cuerpo contra la corteza del arbol que retorció sus ramas para sujetar a la pequeña inmovilizandola. Avancé con determinación, esquivando un escupitajo, seguramente corrosivo y la agarre de los cabellos, ladeando su cabeza para ver el palido cuello, para localizar la suculenta vena que latia para mi, tentadora como siempre. Jamas habia probado sangre de demonio...para todo habia una primera vez, asi pues hundí los dientes en su cuello y me deje llevar por el frenesí mientras paladeaba algo casi tan ardiente como el mismo fuego.

por Invitado Sáb Abr 28, 2012 8:08 am

Jamás había visto luchar de esa forma a un vampiro, nunca había deseado presenciar algo como aquello. Solía apartar la mirada y buscar colaborar con seres humanos, mucho más delicados, a los cuales incluso había salvado de ataques de demonios algo más cruentos que aquellos que se dedicaban a usar su lengua y magnetismo. Sin embargo, mis pupilas se dilataron aún más mientras apretaba mis puños al contemplar aquello.

Si bien, la oscuridad luchaba contra la oscuridad. Prefería que seres como Armand convivieran con los humanos, siendo custodio de aquellos amables y juez de los condenados. Aunque el único juez era Dios y no sus empleados. Nosotros tan sólo colaborábamos con su causa. Noté como aquel demonio parecía seguir luchando en su contra, intentando alejarlo de su cuello perforado.

Debía sellar su alma cuando terminara con aquel cuerpo energético, pues aún quedarían rastros de su oscuridad. Me aproximé con la espada en mi mano y el aspecto real que podía tener para Dios, no aquel que Armand pudo hallar en mi. Mis cabellos eran aún más dorados, mi rostro aún más joven y mis ropas parecían brillar igual que mi cuerpo. Era pura luz envuelto en capaz aún más luminosas.

Aparté al vampiro calmándolo con mi toque antes de enterrar mi espada en aquel insecto tenebroso. Mis ojos no se apartaron de sus pupilas cubiertas por la noche misma, tan oscuras como el carbón. Algunos de mis hermanos rezaban cánticos, otro una pequeña oración, para aumentar su energía, si bien yo tan sólo guardaba silencio y calmaba mis ánimos.

Aquella muñeca diabólica no volvería a tomar almas caritativas, tan sólo se pudriría parte de su esencia en los infiernos si no era tomada por otros demonios aún más formidables. Sin mi poder no podría hacerlo mismo Armand, sin embargo sabía que la mayoría acabaría siendo engullido por iguales sin tener que ser sellados. Aquella vez tan sólo me propuse no arriesgarme.

-¿Estás bien?

Susurré antes de girarme para contemplarlo unos instantes. Era un niño, una creación temprana para un mundo tan maltratado. Si bien, sabía que en su época los humanos morían jóvenes y su historia no me era desconocida.

por **Armand** Lun Abr 30, 2012 11:23 am

Su sangre espesa, maldita y de picante sabor entró en mi cuerpo hambriento a borbotones dandome una nueva energia asi como tambien confiriendome conocimiento sobre todos sus pecados. Regaba con sus horripilantes crimenes mi mente que sellé para no contemplar ni uno de ellos y sin embargo me senti mas maldito que nunca, pues la maldad habia entrado en mí y me nutria obrando en mi cuerpo el milagro de una nueva vida. Sentí un intenso calor en el rostro, pues mi carne palida se tornaba ahora mas humana a excepcion unicamente de mis ojos que destacaban brillantes como gemas, concentrando toda la gama de los marrones y dorados en tan reducido espacio.

Flotando, ni cuenta di de que el angel me apartaba de la presa. Estaba sumido en la ensoñacion, en el extasis que nos producida la ingesta de sangre... que mi cuerpo cayó hacia atras, retorciendose de insano placer sobre la fresca hierba. Arranqué briznas de la misma con los dedos, inquieto, entreabriendo mis labios para que de ellos escaparan algunos suspiros quedos.

Entonces, subitamente, mi cuerpo pareció entrar en combustión espontanea. Asimilando esa sangre demoniaca experimente por unos segundos lo que seria seguramente el infierno, el hogar de las llamas. Era la misma sensacion de cuando me expuse una vez al sol con la unica finalidad de dejar de existir...pero esa sensacion se fue tan rapida como vino, dejandome nuevamente presa de mis propios actos y dueño de mi cuerpo.

Percibi un destello dorado, o bien su espada o bien sus cabellos...fuera lo que fuera, la maldad se habia evaporado dejando tras de si un yerto cadaver que se desintegraba en pequeñas particulas de polvo. Me incorpore jadeante, apoyando las manos en el suelo, pero permaneciendo sentado aun en él.

-Pensé que su sabor me desagradaria...- susurré al ente reluciente mientras un hormigueo recorrió mis extremidades. Me incliné hacia adelante y gateé hasta donde descansaban esas cenizas. Hundí los dedos en ella -¿Desapareció por completo?- el polvo escapaba de mis dedos y suspire sacudiendolos, incorporandome, estirando ligeramente el cuerpo que anteriormente sentia entumecido y ahora solo revitalizado -¿Que posibilidades hay...de que vuelva a la tierra a sembrar el mal?- quise saber, curioso por naturaleza. Era la primera vez que veia un ritual como ese. Su espada la habia atravesado limpiamente, la habia sellado y la habia tornado polvo en cuestion de segundos.

por Invitado Miér Mayo 02, 2012 9:17 am

-No creo que regrese, su esencia es muy débil y tú has tomado parte de ella. Tu sangre la reducirá a nada, pues tu antigüedad es superior. Muchos demonios toman mayor poder succionando el alma de aquellos a quienes cazan, incluso a los que son como ellos.

El mundo de los infiernos era demasiado perverso. Esperaba que alguien como él, el cual se impactaba con facilidad, no cayera en las ascuas ni en los ríos de lava. Sentía cierto cariño hacia los vampiros que no abandonaban del todo su humanidad, aquellos que buscaban el perdón y la solidaridad. Quizás en otro tiempo él hubiera sido temido por sus retorcidos planes, pero en la actualidad no era más que un ángel encerrado en la condena de mantenerse joven y corrupto. Podía evitar la caída en el dolor, la desesperación y la crueldad si se mantenía firme. Creía en él. Dios no podía estar equivocado cuando decía amar a todos los seres que había creado, él era parte de la creación.

-Espero que no regrese, si lo hace lo hará en otra parte del mundo. No suelen mantenerse en los mismos lugares mucho tiempo.

Alcé el rostro hacia las estrellas, casi ni se podían apreciar por culpa de tanta luz en medio de aquella ciudad llena de demonios. Suspiré cansado por la nula visión de la belleza natural, de aquello que Padre había creado para admirarse.

-Tiene las mismas posibilidades de regresar que de ver estrellas desde los puntos más luminosos de esta urbe maldita.

Agaché el rostro contemplándolo y acariciando con cuidado sus cabellos rojos intenté calmar sus pensamientos, dejando aquellos más agradables que le dieran cierta felicidad y firmeza.

por **Armand** Jue Mayo 03, 2012 4:29 am

Nosotros éramos como demonios, demonios que se nutrían de los más débiles para fortalecerse…si, éramos tan similares, solo que ellos tenían mas poder, mas ambición y residían en los infiernos. Imagine que una vida allá abajo debía ser difícil si tu posición no era respetable. Siempre pendiente de salvar tu existencia, o simplemente aceptando el hecho de que tarde o temprano serias la comida de alguien. No distaba de mucha diferencia en verdad de lo ocurría entre inmortales. Ahora no estábamos en lo mas alto de la cadena alimenticia, habían seres, con extraordinarios poderes y dudosa procedencia, que gustaban de la sangre vampirica, por lo que ahora parecemos gacelas en espera a que los leones nos clavasen los dientes. Para mi suerte no tuve que huir de ninguno de ellos, al parecer, debido a la dualidad de sus almas, buscaban hacer el menor daño posible, aunque no todos.

Un suave viento alzó las cenizas y las expandió en diversas direcciones. Fijé mis cabellos al sentirlos también en vuelo y miré al ángel que tenia la vista clavada en el cielo, cuya contaminación lumínica impedía ver las estrellas. La única forma de contemplar las estrellas era marcharse lejos, deambular por un desierto, bosque o estepa nevada, alejados de la humanidad, de la civilización. En mis largos años de existencia, las estrellas no guardaban gran secreto para mi. Conocía todas las constelaciones e incluso me había atrevido a crear propias. Había escrutado ese cielo nocturno con diversos aparatos y a medida que la tecnología crecía, se me había permitido ver planetas, satélites, meteoritos… Incluso hubo un tiempo en el que desee ir a la luna. Sentí verdadera envidia por los hombres que habían atravesado la atmosfera y habían contemplado la tierra desde aquella situación.

Cerré los ojos por su caricia, reconfortante como las primeras, segundas y terceras…
-David.- susurré ladeando el rostro, dirigiendo mi mirada hacia detrás de aquel árbol en donde estaban los cadáveres que la criatura infernal había consumido. Envueltas en sedas, dudaba mucho de que al menos alguno sobreviviera.
Así que me dirigí a ellos, rasgué con mis uñas aquellas telas flácidas y descolgué uno a uno esos cuerpos. David coincidiría conmigo en que al menos debíamos ofrecerles unas plegarias.

Me arrodillé y rasgue la tela que ocultaba el rostro de uno, descubriendo una momificación aterradora. Mejillas enjutas, labios delgados casi extintos, piel gelatinosa y ojos secos, hundidos. Sentí un ligero estremecimiento, aun estaba asimilando esa sangre, latía dentro de mis venas, regocijándose de su obra. En total había tres cuerpos y todos habían corrido la misma suerte. Entrelacé mis dedos a la altura de mi rostro y apoye en ellos mi frente para rezar en voz baja.

“Dios nuestro, ante quien los muertos viven y en,
Quien los santos encuentran la felicidad eterna,
Escucha nuestras súplicas por nuestros hermanos,
que han sido privados de la luz de este Mundo,
y concédeles gozar eternamente de la Claridad de tu presencia.
Por Cristo nuestro Señor
Amén.”

Suspiré y dí unos pasos atrás hasta encontrarme con el ángel.
-¿Estaría bien que los quemáramos David?- pregunté dispuesto a iniciar el fuego que tornaría cenizas sus cuerpos, creyendo fielmente que era la purificación de todo pecado. El fuego, el eterno e implacable fuego.

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