Dead N' Gone - Priv. Annsi et Alexandre

Habían pasado un par de meses y mi piel seguía con aquel color moreno que me hacía parecer demasiado humano. Las quemaduras ya habían desaparecido hacía algún tiempo tal vez gracias a mi avanzada edad, pues contra todo pronóstico había sobrevivido a los peligrosos y mortales rayos del sol. Había sobrevivido...

Me detuve en mi andar sólo para rebuscar entre mis bolsillos en busca de un cigarrillo. El tabaco en sí no me provocaba nada, pero el hecho de tener algo entre los dedos con qué juguetear desviaba un poco mi ansiedad y evitaba que colapsara mentalmente y me perdiera en la locura. Tras la primera calada, continué mi caminata por el bosque sin preocuparme por nada ni por nadie, sólo manteniendo la mente en blanco y los sentidos alertas por si a algún estúpido licántropo se le ocurría aparecerse en busca de pelea. 

Últimamente me había convertido literalmente en una sombra, nadie sabía de mí ni de mi paradero. Si quiera de mi existencia, y lo prefería así. En cierta forma sentía que había muerto de nuevo, no encontraba motivación alguna, no encontraba una compañía que pudiese tolerar sin acabar por asquearme o sentirme ahogado. La soledad me consumía al igual que la depresión, la misma que me había llevado a perder el control de mi poder y hacer que me expusiera al sol. Necesitaba... buscaba... algo...

Y el trabajo había sido hecho, y sin importar las consecuencias, quizás lo hacia por que lo sentía correcto, por que él era parte de mi familia, mi sangre, aun que no sabia cuanto de mi habia en ese chico, aun que en definitiva, tampoco podia negarlo, el tenia ese encanto androgino enfermiso que solia tener en mi juventud, algo que siempre habia odiado y que me habia condenado.

Suspire largamente mientras andaba a paso lento por aquel bosque, me recordaba tanto a mis caminatas en los bosques franceses, pero este era distinto, aun se sentia en el ambiente algo contamiado toda la tragedia que habia sucedido, las muertes, el genosidio, era casi como andar por los lugares que en la epoca Nazi, habian sido los campos de consentracion, nada diferente, solo cambiaban las razas y en aquella ocacion habian sido los vampiros las victimas de las manias locas de un hibrido sin gracia.

Cerro los ojos algo cansado de pensar en tantas cosas, en aquel instinto de falsa moral que habia llevado a traicionar a su familiar, simplemente no podia aceptar que Adrian teniendo al consorte que tenia, lo traicionaba con un licantropo, y no cualquiera, un cazador de vampiros, atractivo y con poder, pero nada en comparacion a su jefe, a la mano derecha de Northman.

-Eres un idiota, Bennett - murmuro y saco de su chaqueta un cigarro, encendiendolo y se quedo sentado sobre un viejo y humedo tronco, restos de un viejo roble.

Por momentos, incluso en el bosque, me sentía como un enorme felino enclaustrado, por más que caminara adentrándome cada vez más en la espesura de aquel campo de muerte y sufrimiento. Pese a los años trascurridos y a la misma naturaleza que siempre retomaba lo que le correspondía, la reciente agudeza de mis sentidos me hacía mucho más sensible a los vestigios de emociones que allí reinaban, casi como si caminara por un cementerio.

Esa sensación angustiosa y dolorosa aumentaba más a medida que seguía caminando en la espesura oscura y húmeda; era capaz de sentir fantasmas más bien como ecos de muerte repitiendo los momentos de sus muertes una y otra vez sin ninguna posibilidad de escape. Me sentía casi como ellos, reviviendo el pasado una y otra vez, mis malas decisiones y mis más profundos dolores. 

Acabé mi cigarrillo y me detuve un momento frente a un lago, seguramente aquel en el cual Alexei casi había ahogado a Cerberus... sonreí ante la imagen mental y me senté con las piernas cruzadas en la orilla, sin llegar a mojar mis pantalones ni zapatillas. Observaba las oscuras aguas y el cielo reflejado en ellas, para luego cerrar los ojos dejando fluir un poco mi mente y poder, dejando que los fantasmas del pasado cobraran vida... escuchaba los gritos, los llantos, los pasos veloces de los vampiros que intentaban escapar... sentía el aroma de la sangre y la pólvora, y entre todos, un aroma en particular, tan dolorosamente conocido que me hizo gemir bajo de dolor.

Sin abrir los ojos para no toparme con aquella matanza del pasado, imaginé a Anssi... mi amado y condenado Anssi... estaba más que seguro de que podía sentir su aroma y esencia, su poder y el dulce aroma de su sangre llamándome. Quise detener mi poder y levantarme, pero temía abrir los ojos y no encontrarme con mi hermosa y desdichada criatura. Luego pensé en Adrian... ¿qué ería de ese pequeño híbrido?

Cerre los ojos, dejando que el viento se llevara la pesades de la culpabilidad y el humo del cigarro, que jugara con mis cabellos, tratando de evitar las imagenes de mi pasado, ese pasado que tanto me dolia y tanto odiaba.

Abri los ojos cuando escuche ruido a mi reddedor, imagenes fantasmales, algo irreal, algo provocado por otra mente, y esa poderosa escencia, quizas no era tan poderosa como la de mi jefe, pero era conocida, demaciado conocida.

Trague un poco de saliva, sin moverme del lugar donde estaba, sintiendo como de inmediato todo mi cuerpo se ponia rigido, y comenzaba a la vez a temblar ligeramente.

-Alexandre - murmure casi con miedo, con temor a ver su cara nuevamente, temor ante su reaccion, pues hasta donde habian quedado las cosas entre nosotros, yo habia muerto y el habia desaparecido.

Me deleité con aquel aroma por unos momentos, por el recuerdo de su voz susurrando mi nombre. Seguía sintiendo a los fantasmas a mi alrededor pero me había sumido en mi propio trance, me había vuelto a perder dentro de mis propias ilusiones mentales. Me sentía con los sentidos más sensibles que de costumbre y mi instinto se alertó ligeramente, pues mi poder podía descontrolarse y volverse, otra vez, contra mí mismo.

Finalmente, me obligué a abrir los ojos, sintiéndome perdido. Seguía sintiendo su aroma y esencia, el llamado de la sangre pues él había sido... Bajé la vista,pues por siglos me había obligado a suprimir esos recuerdos. La culpa no me dejaba pensar con claridad y al final siempre acababa colapsando, pero seguía sin el valor suficiente como para acabar con mi miserable vida... Ya ni el sol parecía efectivo. ¿Existiría un Dios que se compadeciera de mi tormento? Lo dudaba. 

Volví a encender un cigarrillo y finalmente me levanté sin mirar hacia atrás, sin ánimos de ver a aquellos fantasmas. Comencé a caminar a paso lento otra vez bordeando el lago, casi de manera inconsciente, hacia el lugar del cual sentía, provenía el llamado de la sangre del único vampiro que fui capaz de crear, egoístamente.

Me puse de pie enseguida, buscando la de donde venia aquella esencia. Me pase las manos por el cabello, olvidando el cigarro que ya habia caido de mis manos, y se habia apagado por la humedad de la tierra.

Mi corazon latia acelerado, asi como mi respiracion, queria escapar, debia, pero mis pies se negaban a responder a esa simple orden de mi cerebro.

-Alex -volvi a murmurar, con voz tremula, sintiendo casi terror de tenerlo tan cerca, de ver esa oscura sombra, ese musculoso cuerpo que se acercaba por la orilla del lago, inconfundible e incomparable.

Nuevamente ese llamado, esa voz clara y fresca tal cual la recordaba, temblorosa por el miedo... Sentí que me jugaba malas pasadas a mí mismo, o tal vez, ya había vuelto a perder el juicio. Atribuí todo al sentimiento constante de culpa que guardaba en el interior y pensé que tal vez por eso, podía percibir casi terror de parte del recuerdo de mi amado vampiro finlandés, aunque no hubiera sido así en las anteriores ilusiones. Tal vez, era porque me había dejado alcanzar por el sol y sabía que si Anssi siguiera vivo, eso le habría molestado y aterrado sobremanera. 

Eso, en caso de que me siguiera queriendo.

Terminé el cigarrillo y subí la vista para encontrarme con la lejana figura del delgado y andrógino muchacho rubio que tanto extrañaba, seguro de que era una ilusión producto de mi propio poder o de mi mente enferma. Tenía la edad en la cual le convertí, esa en la cual él había optado por suicidarse... Suspiré y me quedé quieto, mirándole, con amor y anhelo, con nostalgia, extrañándolo y profundamente arrepentido... Pues había muerto por culpa mía.

Mi corazon se detuvo por completo en cuanto la luz de la luna le ilumino, borrando cualquier duda que hubiera, cualquier tipo de alucinacion, ahi estaba, Alexandre... justo como le recordaba.

-¿Que haces aquí? -pregunte, sin moverme aun, teniendo deseos encontrados, entre querer correr y abrazarle o  deseos de escapar.

Cerré los ojos y dejé escapar un suspiro pesado, para luego volver a encender un cigarrillo dándole una buena calada-. Yo también me pregunto lo mismo a veces... Supongo que busco nuevas formas de suicidarme -respondí encogiéndome de hombros, pero con sentimientos encontrados, como siempre. Primero me había arrepentido de aquella respuesta, pues no quería preocuparle o hacerle sentir mal. Luego recordé que era una ilusión y eso no importaba.

Evité mirarle y quise continuar mi camino, no ver el momento en el cual se esfumara entre la oscuridad dejándome con aquel horrible sentimiento de soledad. Sin embargo, me sentía clavado al piso presa de los recuerdos y el remordimiento-. Supongo que ya te lo he dicho muchas veces, pero te extraño... -confesé con voz temblorosa y quebrada, pero aguantando las inevitables ganas de llorar.

Ahora contestaba, aun que no sabia si realmente me estaba hablando o fuera totalmente consiente de que estaba ahi.

-Y fue esa la razon de que me hicieras esto? - pregunte, apretando los puños - Que me condenaras a ser algo que yo no deseaba, Alexandre?

Grite, dando un paso hacia él.

-He tenido que lidear solo de esta condena, tratando de no odiarte mas de lo que lograste hacer que te odiara, de que todo el amor que sentia por ti no se apagara totalmente y apareces asi... solo asi diciendo que quieres morir, ojala murieras realmente y me dejaras ser libre de ti por fin.... 

Senti lagrimas en mis ojos, a punto de escapar.

Mantuve la cabeza gacha con sus reclamos, no era primera vez que mi mente lo convocaba y él me gritara de esa forma, me dijera todas las verdades y me sacara en cara mis errores. Aún así, mentalmente inestable como me encontraba y emocionalmente colapsado, no pude retener más tiempo esas sanguinolentas lagrimas que mancharon mi rostro. 

-Lo sé, Anssi... lo siento, lo siento tanto... -la misma historia de siempre, yo cayendo de rodillas al suelo rogando por perdón a un recuerdo, esclavizado al pasado y a mis propias culpas. Pero, a él no podía dejarle ir como había, por fin, conseguido hacer con mi difunta esposa... No me sentía capaz de olvidar a Anssi, de borrar esa ilusión tan vívida, tan real. Casi podía sentir el calor de su cuerpo, el sonido de su respiración. 

-Soy tan egoísta, lo siento... Sólo deseo morir para poder estar contigo -sollocé destrozado, llevándome con manos temblorosas el cigarrillo a los labios, buscando calma o consuelo en aquel banal y humano vicio.

Senti el ardor de la furia correr por mis venas, pese a que habia sido bien entrenado por Siegfried y su gente, no demostrar sentimientos en publico, ser frio y practico para evitar ser blanco del enemigo, sin embargo ahi estaba, dejandome llevar por todo lo que Alexandre me provocaba.

-Como te atreves a llorar... como puedes decir todas esas cosas - grite y me lanze contra el, empujandolo con todo mi peso y fuerza, estrellandolo contra un arbol cercano, astillandolo - Deberias haber muerto cuando me trasnformaste, cuando me condenaste a esto... Te odio.. - dije gruñendo, clavando mis uñas en su cuello, deseando arrancar su cabeza de un tajo, por provocarme aun todo eso que ardia en mi pecho, por dejar que mis lagrimas mancharan mi rostro una vez mas, por el... por todo lo que aun sentia por el... - Te odio tanto o mas de lo que alguna vez llegue a amarte...

Dije y segui sollozando, apretando mas mis manos en torno a su cuello, sintiedo dolor en mi, mucho dolor.

-Me traicionaste... rompiste tu promesa....

Me sentía perdido y aturdido, ¿me había golpeado? ¿Era eso real o una muy vívida alucinación producto de la falta de sangre en mi sistema? Quise recordar la última vez que me había alimentado, pero no la recordaba. Seguramente, una o dos semanas, pues también había pretendido morir por inanición, aunque no estaba muy seguro de si funcionaría. 

Sentí el dolor en mi cuello pero comparado con aquellas palabras, apenas era una ligera molestia aunque el instinto me dictaba defenderme y apartar esa mano que me ahorcaba. Me quedé inmóvil mirándole, perdiéndome en esas lágrimas de sangre y quedándome quieto contra aquel árbol, intentando pensar y no perder la razón. O tal vez, eso ya diera igual, pues él había muerto hacía muchos años, siglos ya.

-He roto todas las promesas que hice alguna vez -susurré viéndole a los ojos, preguntándome qué tan real era todo eso, si estaba soñando, si finalmente mi poder se había salido de control. Y luego, casi con dolor, la ligera esperanza de que realmente fuera él y estuviese aquí, "vivo"-. Sin embargo jamás dejé de amarte... te amaría incluso después de la muerte...

Deje escapar un gruñido, sacado de las profundidades de mis entrañas, levante el puño con fuerza y lo deje caer sobre su rostro, con la misma intensidad, escuchando como crujia el hueso de su pomulo ante el golme, como los nudillos de mi mano se abrian debido a la fuerza y el contacto con los huesos rotos.

-Jodete, Alexandre Escamilla.... - grite, antes de separarme - No digas que me amas... no lo repitas nunca...

Debo admitir que ese golpe sí dolió, bastante. Sin embargo, mis huesos sanaron con rapidez debido a mi edad, y ya para cuando el dolor fue un leve atisbo,estaba totalmente seguro de que no era una ilusión. Al menos no muy seguido perdía el control al punto de terminar demasiado herido, y no había ocurrido algún detonante que me hiciera perder el control... creo. Ni siquiera de eso estaba seguro.

-Pues aún te amo, aunque te pese -murmuré escupiendo un poco de sangre, levantándome y tomándole por los hombros con algo de fuerza y brusquedad-. ¿Eres real? ¿O es que ya perdí el juicio? -Pregunté desesperado, sintiendo un nudo en el pecho y demasiado dolor.

-No me toques- dije alejandome de el, casi a rastras, sin ganas de estar cerca de el, aun que ardia en deseos de lanzarme a sus brazos, de besarlo y recorrerlo con mis manos.

-No me toques... miserable traidor....

Cuando se separó, sentí cómo parte de mi alma se desgarraba también, y fue sólo entonces, que supe que sí se trataba de él. Anssi estaba vivo... estaba vivo y lo tenía frente a mí, ¡no podía creerlo!

- ¡Anssi! ¡De verdad eres tú! -Exclamé sin importarme, sin escuchar casi, sus insultos y el cómo me increpaba. Sólo me importaba el tenerlo allí, el sostenerlo otra vez, poder tocar su frío cuerpo nuevamente.

Sin preocuparme si me golpeaba otra vez o me apartaba o gritaba, lo aferré nuevamente por los brazos y lo atraje hacia mí, abrazándolo, estrechándolo contra mi pecho casi con desesperación y miedo de que pudiera desvanecerse-. ¡Eres tú! ¡Eres real! Mon Dieu... Anssi!

Senti sus brazos al rededor de mi cuerpo, y seguia igual de fuerte y alto como recordaba, haciendome sentir pequeño en comparacion, pese haber crecido, pese a que ya no era el niño que el habia conocido.

Lo empuje y arañe su rostro, aun irritado, realmente enojado con el.

-Te dije que no me tocaras- grite nuevamente y me puse de pie, moviendome, alejandome de el.

Su arañazo y su empujón me sacaron un poco de onda, pero de verdad era él, Anssi Enkeli... de verdad estaba vivo. Y muy, muy molesto. Cuando se apartó, volví a aferrarlo por sus antebrazos con firmeza, decidido a no dejarlo irse otra vez, no lo permitiría, ¡no cuando finalmente había vuelto a encontrarlo!

-¡No pienso dejarte ir otra vez! ¡Pensé que estabas muerto! -Gemí desesperado, volviendo a atraerlo hacia mí, abrazándolo, con mucha fuerza. Aspiré el aroma de sus cabellos rubios, recordando su aroma intacto, tan perfecto, tan vivo como siempre. Mi amado gatito rubio...

-Eso deberias creer eternamente - sisee, aun removiendome entre sus brazos - Que estaba muerto, lo mereces, mereces todo el sufrimiento del mundo por arrancarme lo unico que realmente deseaba.

Intente empujarlo, ante el recuerdo de mi hijo aun pequeño y aquel beso de buenas noches, el ultimo que le habia dado.

-Anssi... mi Anssi, lo siento tanto... -susurré contra sus cabellos, sintiendo sus palabras peores que cuchilladas o balas, más que seguro de que si ahora desaparecía otra vez, no lo soportaría y moriría.

Era más que consciente de mi error. La culpa por haberle creído muerto me había seguido todos estos años impidiéndome descansar, impidiéndome dormir. Sabía que era mi castigo por actuar tan egoístamente y amarle demasiado, pero, no podía imaginar una vida sin él... No quería volver a ser el fantasma en el cual me había convertido en su ausencia.

-Por favor perdóname... No sabes todo lo que te he necesitado, mi amor... No sabes todo lo que te he extrañado -murmuré sin dejar que se alejara, sujetándolo con firmeza aunque procurando no dañarle, intentando que la desesperación no cegara mis movimientos.

Solo no soportaba escuchar aquellas palabras, sentia que mi sangre ardia y me llenaba de rabia.

-CALLATE! - grite empujandolo con toda la fuerza que tenia, separandome de el, sintiendo mucho dolor en mi ser, tanto amor, tanto rencor, tanto de todo que guardaba en mi pecho- No digas que me amas, no lo haces,.. lo tuyo solo es maldito egoismo, solo no querias perder a lo unico que te recordara a tu mujer.... a esa maldita puta!

Volvió a apartarme con fuerza, pero finalmente perdí un poco el control ante sus palabras. Le di una bofetada que le volteó el rostro aunque incluso en eso me había moderado, no le había golpeado con todas mis fuerzas pues no me sentía capaz de hacerlo. Aunque sus palabras sí que me habían dolido.

-No vuelvas a decir eso... -dije cerrando las manos en puños, no quería volver a abofetearle pero de todas formas, ambos estábamos histéricos. Tomé una buena bocanada de aire y tras relajar mis músculos otra vez, le abracé con cuidado, ya más calmado, esperando que no me arañara o golpeara de nuevo, rogando porque no me apartara-. Nunca vuelvas a decir eso... Era a ti a quien amaba. Siempre ha sido a ti, Anssi.

Era cierto. Cassandra... ahora todo era diferente. A ella la había dejado ir, finalmente con el tiempo la había superado, en cambio, a Anssi jamás. Sólo a él le di la condena de la vida eterna, y admito, para retenerle por siempre junto a mí. Y sólo con él, lo haría de nuevo.

Me quede mirandole, sintiendo el ligero ardor en la mejilla debido al golpe  que habia recibido, el como la tencion en sus brazos se relajaba cuando lo senti abrazandome una vez mas.

No pude resistirme mas a ello, cerre los ojos, aun sin dejarme llevar del todo, solamente me recargue en su pecho, con la mente en blanco, queriendo sacar todo el odio y la desesperacion que llevaba dentro.

Agradecí interiormente que no me alejara esta vez, y por unos minutos ambos guardamos silencio. Le sentía respirar contra mi pecho, aún inquieto en sus emociones aunque no podía saber qué pasaba por su mente. Mis manos, que rodeaban su cintura, las subí lentamente masajeándole de forma sutil, hasta conseguir enredar los dedos con sus largos cabellos rubios.

Me sentía completo a su lado, demasiado a gusto sintiéndole entre mis brazos. ¿Cuántos siglos habían pasado ya? ¿Cuánto tiempo había tenido que soportar esta condena perdido y solo? No había sido eso lo que había querido para él, y ahora la culpa se sentía mucho peor, pues le había condenado a llevar un peso sobre sus hombros demasiado grande, como para que lo hubiera aguantado solo. Nunca debió de haberse ido de mi lado...