Foul-mouthed [ Priv. Dastya Zhidkova ]

Dastya observó sorprendida el semblante del muchacho y casi podía sentir cómo la decepción lo inundaba, provocando que ella misma mordiera su labio inferior sin saber muy bien cómo reaccionar. Sentía cientos de emociones y pensamientos contradictorios en su interior y casi obviando la situación, dejando pasar por unos momentos la forma en que el chico había rodeado su cintura y aferrado su mentón, se inclinó delicadamente frente a él y tomó sus manos, dejando el zapato sobre la acera y jalando suavemente para ayudarle a ponerse de pie.

-Ven, ponte de pie... No soy una princesa y definitivamente, no soy alguien a quien debas ayudar a calzarse de esta forma -susurró con su tono de voz más suave y amable, sintiendo una repentina punzada de angustia y dolor en su pecho, recordando a sus sirvientes, sus mucamas, todas las personas que diariamente la ayudaban y se inclinaban ante ella. En cierta forma ver así a Wolf le había molestado, pues ella ya no quería de aquellos lujos, ni de aquellas atenciones que se le hacían humillantes hacia los demás. 

Hizo que Wolf se levantara aunque luego no atinó a soltar sus manos, sino que miró directamente a los ojos ajenos con dulzura exquisita, casi el semblante de una amable princesa fue el que se dibujó en su rostro. Le sonrió con amabilidad y rápidamente bajó la mirada avergonzada, soltándole finalmente y calzándose los finos zapatitos con elegancia, sin agacharse.

Dastya no entendía muy bien por qué su pecho pareció apretarse cuando el chico le dio la espalda, ciertamente era un dolor nuevo para ella, que le hizo llevar sus manos a aquella zona con gesto delicado. Quiso negar las palabras de Wolf y decirle que no se arrepentía, pero tenía un nudo en la garganta que le impedía hablar y sólo sintió sus ojos humedecerse, aunque no quería llorar. 

El chico habló de besarla y un par de silenciosas lágrimas cayeron de sus ojos, aunque la muchacha ni siquiera se percató de eso. En realidad, sentía un frío que venía desde dentro de su cuerpo, al recordar la situación en la cual su primer beso había sido robado. Su labio inferior tembló ligeramente y retrocedió un par de pasos, abrazándose a sí misma mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. 

-Yo... lo siento... por favor perdóname -pidió con la voz rota y en un tono apenas audible, notando sólo entonces que estaba llorando y girándose, dándole la espalda a Wolf mientras con sus dedos, limpiaba aquellas lágrimas cristalinas esperando que el joven no lo notara, pues le avergonzaba llorar. En esos momentos, se sentía muy tonta por mostrarse tan emotiva y sensible.

La chica se tensó al sentir a Wolf tras ella, casi rosando su espalda y cabellos, pero sólo atinó a quedarse estática en su lugar, dejando de limpiar sus lágrimas al oírle. Ella no le estaba rechazando y definitivamente, no quería no ser amable con ese chico pese a ser un desconocido. Aún así, el instinto le ayudaba a sentir como si le conociera de siempre, a saber que Wolf era una buena persona y un simple muchacho, sin oscuras intenciones de por medio. 

Sin pensarlo dos veces, se giró a verle con el rostro empapado en lágrimas, mirándole profundamente a los ojos mientras se mordía el labio. Su expresión dejaba ver una profunda tristeza y desolación, pues no podía evitar sentirse abrumada por todas sus emociones, por la misma situación, y por el no saber cómo reaccionar. 

-No dejaré de ser amable contigo, Wolf... yo... lo lamento, pero no puedo, además, me has ayudado y... y veo que eres un buen chico -dijo con la voz rota y en voz baja, luchando por hablar coherentemente pese al nudo en su garganta, el cual hacía que el acento y las palabras en inglés se le trabaran con el ruso. Verdaderamente, Dastya estaba muy nerviosa y apenada, pero no quería que Wolf malinterpretara sus acciones-. Por favor... perdóname, por darte la impresión equivocada... es sólo que... me das miedo...

La chica cerró los ojos suavemente ante el tacto del híbrido limpiando su lágrima, suspirando suavemente aunque sin poder evitar que su cuerpo entrara en tensión y temblara ante el tacto de aquellos labios en su mejilla. En su vientre había sentido unas extrañas cosquillas, una curiosa sensación que no desapareció cuando Wolf se separó de ella, dejándola por la paz. 

Abrió los ojos al oír sus palabras dejando salir un último par de lágrimas mientras recuperaba el control sobre sí misma y la calma, aunque en parte, ésto último se debió al semblante serio y oscuro de aquel muchacho-. Sobran los motivos en este momento -susurró con un hilo de voz, dejando caer sus brazos a sus costados y mirándole con expresión un tanto fría y angustiada a la vez, pareciendo casi un ángel herido en esos momentos-. Me lamento porque no es tu culpa que te tema, sino de quien me hizo daño. Yo... no quiero... rechazarte... Sin embargo... 

No pudo decir mucho más, pues en ese momento, se quedó congelada en su lugar al sentir el filo de un objeto rozar su mejilla, justo en donde antes Wolf la había besado. Al llevarse los dedos al rostro, notó cómo la sangre humedecía la punta de sus dedos y manchaba parte de su vestido. Y al levantar la vista, pudo ver, sobre uno de los enormes letreros, a un cazador apuntándole otra vez, esta vez, no dispuesto a fallar. Así que ya la habían encontrado, pues en el mercado negro, un cambiaformas como ella, albino y puro, podía ser vendida a un gran precio.

El comentario del joven, provocó una sensación increíblemente fría y desgarradora en el pecho de Dastya. Un filo más grande que el del cuchillo que había cortado su mejilla, tan frío, que la joven pudo sentir casi cómo algo se desquebrajaba en su interior de forma demasiado dolorosa. Y aunque la muchacha estaba en contra de toda violencia y prefería rehuir las batallas y evitar que alguien saliera herido, no pudo evitar girarse y tomar del suelo, con decisión, el arma que había cortado su rostro. 

-Sólo de uno me desharé esta noche... -susurró más para sí misma que para Wolf, quien ya se había adelantado a enfrentarse al cazador, quien en su intento por rehuir las balas, había saltado ágilmente hacia adelante, esquivando también, de alguna forma, al muchacho que le aguardaba con las pistolas desenfundadas. En ese instante, la mirada de Dastya era totalmente diferente a la que poseía apenas segundos atrás. Sus ojos brillaban con un frío capaz de congelar a cualquiera, una amenaza y a la vez una tranquilidad que era prácticamente paralizadora.

Y su rostro, indiferente, sin emoción que delatara cómo realmente se sentía. Era la imagen de un perfecto ángel, casi, de una estatua de mármol y piedras preciosas. Tal era su belleza y la amenaza sobrecogedora que su cuerpo emanaba, más aún, cuando con total precisión y fuerza lanzó el cuchillo, directo al pecho del cazador que, aunque estaba en movimiento, enfrascado en pelea con Wolf, no pudo esquivar debido la forma en que Dastya lo había lanzado.

El cazador se desplomó sin hacer ruido alguno, ni un quejido, ni siquiera un último suspiro. Sólo su cuerpo al caer, provocó un sonido seco contra el suelo mientras Dastya permanecía inmóvil, mirándole aún de aquella forma fría e indiferente. Sin embargo, pese a ser su rostro una completa máscara de indiferencia, de sus ojos caían finas lágrimas cristalinas, las cuales, junto a la sangre que lenta y espesa se deslizaba por su piel, le brindaban un extraño toque de ángel genocida. 

La muchacha sólo reaccionó cuando escuchó la voz de Wolf, casi lejana pues se había ensimismado contemplado el cuerpo sin vida frente a ella. Dejó caer sus manos a sus costados sin notar realmente que temblaba de forma un tanto alarmante, como si pudiera desplomarse en cualquier instante. Miró al hombre frente a ella con gesto frío y, sin decir nada, se acercó un par de pasos a él, pasando por su lado sin mirarle hasta llegar al cuerpo del cazador. Con gesto frío, cogió con decisión el arma homicida y lo arrancó del cadáver, y sólo una vez tuvo el cuchillo en su mano, se giró hacia Wolf otra vez.

-¿Sabes? Nunca antes había matado a nadie -susurró con voz distante, casi con gesto ausente. Su mirada era tan dura y fría, la mirada de un depredador, capaz de sobrecoger a cualquiera-. No apoyo la violencia, ni la muerte, a menos que ésta sea necesaria. Normalmente sólo me limito a dañar a los cazadores, de forma que no puedan seguir dedicándose a su trabajo, pero jamás, con la intensión de que mueran. Hasta esta noche -la muchacha bajó la mirada hacia el cuchillo sangrante en su mano y luego, volvió a mirar a Wolf, con el ceño ligeramente fruncido y ojos heridos-. ¿Por qué es que lo lamentas? 

 Bajé la mirada posando esta sobre las armas gemelas que aún mantenía aferradas a mi, me sentí incómodo, las enfundé y arrugué la nariz al fruncir el ceño, tenía que alejarme de la metamorfa... pero la verdad es que no tenía la más mínima intención de hacerlo.

Ante las palabras de Wolf, Dastya deseó golpearle, con fuerza. O más bien, con impotencia, pues se sabía responsable de la muerte de ese hombre a sus pies, sabía que lo había hecho en un arrebato de rabia y capricho. Y quiso culpar a Wolf por ello, para no tener que cargar con la fría sensación de su pecho. Sin embargo, no podía hacerlo, y ante aquella dura verdad, sólo podía sentir mayores ganas de golpear al híbrido frente a ella. 

En cambio, bajó su mirada fría hacia el cuchillo en su mano y, sin preocuparse en lo absoluto de su propia prenda, limpió aquella sangre de la hoja de acero en los pliegues de su vestido pálido. Cuando acabó de limpiarlo, se lo tendió a Wolf con algo de elegante y delicada brusquedad, paradójicamente hablando, y se inclinó de rodillas frente al cadáver, cerrando los ojos. Entonces, empezó a orar en voz baja, no a dios alguno, no a una deidad cristiana ni de ninguna otra religión. Oró a la naturaleza, a la madre de todas las criaturas, por el alma de ese pobre sujeto que sólo cumplía con lo que estaba destinado: cazar. 

-Que los dioses y los espíritus del bosque acompañen vuestro camino a lugares mejores... Perdóname, por favor, madre naturaleza, por haber matado a uno de vuestros hijos... -susurró al acabar de orar, abriendo nuevamente los ojos y limpiando sus lágrimas. Se sentía demasiado sucia, demasiado despreciable bajo la atenta mirada de la luna. Desde el frío y duro suelo, levantó la vista y observó a Wolf, pero ya no quedaba rastro alguno de esa cruel indiferencia, de esas ganas de culparle y golpearle. En cambio, lo observó añorante, tímida y herida, como si quien hubiese muerto fuera alguien a quien ella hubiese querido como a su propia familia. Dastya miró a Wolf, de aquella forma que miran las personas que desean ser abrazadas y no ser soltadas pronto.

La muchacha observó al híbrido convertirse en un hermoso y majestuoso espécimen de lobo negro, enorme en tamaño e incluso bastante intimidador para cualquier humano que le viera. Sin embargo la chica había sido criada entre cambiaformas y prácticamente había vivido con lobos salvajes durante su fuga, razón por la cual, al ver al enorme animal acercarse a ella, le dejó hacer en silencio, sintiendo su cálido y denso pelaje contra su fría mano y sonriendo débilmente ante la sumisión de Wolf, ante la forma en que se dejaba acariciar.

Dastya, por lo general, no era del tipo de muchacha o mujer que actuaba dejándose guiar por la impulsividad, sino todo lo contrario. Una chica calculadora y sensata, que siempre medía sus acciones y controlaba cada uno de sus movimientos pues así había sido enseñada. Y todo eso, parecía desaparecer junto a la casi caótica presencia de aquel híbrido, pues primero, había matado al cazador casi sin pensarlo, y ahora... Ahora, sin siquiera ser capaz de evitar ese impulso salvaje que la movía desde lo más profundo de su alma, como con todo cambiaformas, la chica simplemente se inclinó y se abrazó al cuello del lobo, ocultando su rostro entre su cálido y suave pelaje.

Tuvo nuevamente aquella necesidad de llorar, de permitirse derramar lágrimas como no lo hacía desde que dejara Rusia. Sin duda el hecho de que Wolf estuviera en forma de lobo y no de humano ayudaba bastante a que la chica dejara de lado su timidez y gran parte de sus barreras y escudos mentales, aquella imagen que protegía su personalidad y su alma al fin y al cabo; pero Dastya no quería llorar más de lo que ya había hecho, de forma silenciosa, hacía escasos momentos. Pensó, en un fugaz destello de recuerdo, en las veces en que su hermano mayor la cobijaba entre sus brazos cuando ella se sentía perdida y tuvo nuevas ganas de llorar. Extrañaba a su familia, de eso no había duda. Extrañaba la compañía, también, el sentirse protegida por alguien en quien pudiese confiar. Y, por unos momentos, tal vez de forma ilusoria, pensó que el lobo al cual abrazaba con su delicada fuerza podría ser ese apoyo, esa compañía que su alma ansiaba.

Aquel abrazo por parte del lobo resultaba simplemente reconfortante, cálido en su totalidad. Dastya casi podía sentir, de forma intuitiva y seguramente gracias a su instinto de can, el arrepentimiento de Wolf y una suerte de angustia por el hecho de haber sacado a flote la fragilidad latente de la muchacha, aunque innegablemente dentro de aquel abrazo la albina notoriamente se sentía mucho mejor. La calidez del negro pelaje del lobo era reconfortante, así como la forma en que la rodeaba... en que la estrechaba.

Dastya no se percató realmente del momento del cambio, pues sus ojos estaban cerrados y su mente, se había puesto en blanco frente a las emociones reconfortantes que invadían su pecho. Sólo cuando notó que era estrechada con mayor fuerza hacia el cuerpo del muchacho, reaccionó quedándose estática en su lugar, congelada y temblando ligeramente, no por causa del frío. Abrió los ojos lentamente pero no miró al muchacho en ningún momento, se sentía confusa y no podía negar que tenía miedo, siempre había sido así. Sus brazos estaban en torno al cuello del chico y podía sentir su cálida respiración filtrarse por entre sus delicados y blanquecinos cabellos, pero se obligó a permanecer quieta, a no salir huyendo ni a apartar al muchacho de un empujón.

Quiso decir algo, hacer algún comentario, pero ningún sonido salía de su garganta. Volvió a cerrar los ojos con fuerza y apretó un poco más sus brazos en torno al cuello de Wolf, pese al exceso de contacto corporal según ella, pero no quería verle, temía abrir los ojos y descubrir su piel desnuda, o sus ojos fríos. O peor aún, temía ver su sonrisa y descubrir en sus ojos amabilidad y calidez, pues sabía que entonces no querría liberar aquel abrazo y eso le sonaba demasiado peligroso para su integridad.

Al principio Dastya se negó a abrir los ojos, estaba demasiado asustada, igual que un pequeño y nervioso cervatillo que ha caído en una trampa o una jaula. Temblaba y sus manos habían comenzado a traspirar, su respiración se había acelerado y su voz seguía negándose a abandonar su garganta para finalmente salir. En cuando sintió que era apartada y sujetada en cambio por sus hombros, la albina abrió los ojos sorprendida y se encontró con la mirada penetrante de Wolf, sintiendo cómo un estremecimiento que poco tenía que ver con sus miedos y traumas mentales, recorría su cuerpo y le hacían aguantar un suspiro. 

Estática como estaba, se dejó ayudar a levantar sintiendo sus piernas temblar en demasía y pegó un leve brinco al sentir las cálidas manos del muchacho sobre sus mejillas. Bastó aquel beso en su frente, aquellas palabras y una fugaz e inconsciente mirada al amplio pecho del chico, para que su nariz comenzara a sangrar y clavara sus uñas en los antebrazos del híbrido, realmente sin darse cuenta de ello. No fue hasta que vio sintió el tacto cálido y viscoso de la sangre entre sus dedos, que soltó su agarre casi felino y levantó la mirada, alarmada.

-Y-yo... y-yo... c-co... compen...sarlo...? -casi gimoteó, en un hilo de voz, la pobre muchacha, demasiado temerosa y nerviosa, demasiado inocente y a la vez... ¿guardaba cierta expectativa respecto a los actos de aquel muchacho? Después de todo, pese a todo el miedo inconmesurable que sentía frente a su tacto y su natural condición de hombre, se había sentido bien, segura y protegida... no había sentido ese "algo" desagradable y vergonzoso, eso que la hacía sentir sucia y herida, sino todo lo contrario. No quería admitirlo, pero pese a sus propios traumas y miedos, la joven metamorfa se sentía ilusionada.

"No me odies", retumbaron las palabras del muchacho en la cabeza de la chica provocando que rehuyera su mirada, sintiéndose mal de haber tal vez provocado aquel pensamiento por parte del chico que sostenía sus manos. No, claro que no le odiaba y daba por hecho, con total seguridad, el no querer hacerlo nunca, aunque hacía apenas unos instantes le conociera. Se sintió un poco cruel al dar esa impresión errónea.

"Nunca podría odiarte", pensó para sus adentros, nuevamente incapaz de hablar y siquiera tartamudear, tanto por la bruma de sus pensamientos como por las nuevas acciones del híbrido frente a ella. La forma en que lamía la sangre y la cercanía de su propia mano con los labios ajenos provocaron que su pulso se disparara al igual que sus palpitaciones, pero por suerte in llegar a hiperventilar de forma demasiado notoria aunque Dastya estaba más que segura de que Wolf se habría percatado de ésto. 

Por un momento temió incluso desmayarse frente a la forma en que temblaban sus blancas piernas, y para cuando el chico finalmente la soltó, casi por instinto la chica retrocedió un par de pasos buscando algo de qué sostenerse o seguramente terminaría en el suelo, muerta de vergüenza.