Ajuste de cuentas [Priv.]

La nueva condicion de Uriel no lo habia cambiado en absoluto, seguia siendo rudo, cortante y sus palabras frias como el hielo, sin embargo Astaroth veia mas alla que esa gelidez, la forma de sus labios al pronunciarlas, la naturalidad de sus miradas intensas y penetrantes, el tacto de sus fuertes dedos... Plego sus parpados y suspiró pesaroso, un solo dedo ajeno en alguna parte de la piel de Uriel bastaria para inflamar su colera y destrozar cualquier vestigio de razon deseando arrasar todo, sin embargo sabia que debia controlarse, ahora él era humano, vulnerable, envejeceria y se debilitaria con el tiempo. Siguio con los ojos el descenso de la mano por su pecho y frunció el ceño con molestia. Advirtio el caido, que esa ultima frase no le habia molestado unicamente a el.

No....¿Por que? Puedes vivir en mi palacio, te llenare de ilusiones, de paraisos hermosos, de luz, de calor y de un cielo azul celeste... puedo hacerlo Uriel, puedo hacer tu estancia confortable y segura..

Dijo cercando al pelinegro de pulcra piel contra la balaustrada de piedra. Lo sujeto por la cintura y lo alzo sintiendolo muy ligero hasta apoyarlo en la misma. Se introdujo entre sus piernas y lo ciñó con los brazos hasta enredarlo entre ellos. Acerco su rostro al de él, los labios a los contrarios hasta que susurro sobre ellos entrecerrando la mirada.

No tenemos que hacer nada que no queramos....ahora somos dueños de nosotros mismos.

Lamio los rosados gajos ladeando ligeramente el rostro hasta penetrar su boca con la lengua y una vez dentro se recreo en ese pozo de deliciosas mieles, saboreando ese atisbo de divinidad que aun le pertenecia. El beso lento y profundo, tal y como el de un par de amantes entregados y pasionales, fue finalmente irrumpido cuando separo su rostro y ladeo el mismo para apoyar el menton en su hombro derecho. Suspiró sobre su piel y prosiguió argumentando.

Sabes que tarde o temprano ire a ti, no te dejare tranquilo....¿No hemos jugado al raton y al gato el suficiente tiempo Uriel?

Los orbes plateados de Uriel destellaron cuando Astaroth lo alzó con suavidad por la cintura, colocandolo sobre la baulastrada en perfecto equilibrio, la espalda desnuda de Uriel recibió los reflejos del fuego del Infierno, sentí el calor lejanos de los pozos de azufre y si aguzaba el oído los gritos de los condenados que se mezclaban inclimente con el viento. Pero eso se borró de su mente cuando sintió que sus fuertes muslos eran abiertos y el cuerpo escultural de Astaroth se colaba entre ellos, inspiró profundamente, recordando la noche donde perdió la virginadad, Astaroth también estuvo entre sus piernas. Se incllinó con majestuosidad, sus frentes quedaron apoyadas la una en la otra, lo miraba intensamente, pareciera que quisiera consumirlo, consumía su corazón de una forma indecible, con cada respiración y cada una de sus palabras.

Cerró los ojos cuando sus bocas se encontraron de nuevo, al principio se quedó quieto pero luego movió sus labios, despacio, amoldándose al beso experto de su hermano y amante, sus lenguas se entrelazaron lentamente, frotandose la una contra la otra en un largo abrazo ensalivado. Alzo la fuerte y masculina mano derecha, la posó en la nuca de Astaroth, Uriel jamás supo dar caricias hasta ahora e iba aprendiendo sobre la marcha, improvisando con el único hombre al cual tocaría de esa forma. Sus dedos ascendieron y se colaron entre las hebras sedosas y oscuras del cabello de Astaroth, tirando levemente de él hasta que Astaroth interrumpio el beso y apoyo su barbillo sobre su fuerte y terso hombro.

La mano de Uriel descendió y acarició la espalda morena de Astaroth, escuchando, meditando, abrió los ojos, profundos y viejos como el mismo mundo- Siempre fuiste un buen ratón-susurró, en la voz de Uriel se podía adivinar una sonrisa pero no la dejó ver porque Astaroth tenía el rostro apoyado contra su cuello-¿seguro Astaroth?...¿seguro que podrías protegerme del Infierno entero?-entrecerró los místicos orbes- Ahora ya puedo tocarte, besarte, ser tu amante...has ganado mucho conmigo siendo mortal, yo he ganado capacidad para decidir mi destino.-su tono era serio, casi gélido-Puedo quedarme un tiempo en este lugar pero sabes que se me marchitaría el corazón, poco a poco me sentiría como un águila a la cual al arrancado las plumas y la tienen dentro de una jaula dorada. Y te odiaría-le cogió el rostro entre sus dedos, haciendo que lo mirara-Y ya te he odiado suficiente, ya te maldecido demasiado...no quiero eso-sin soltarlo, se inclinó y lo besó él ahora, de nuevo profundamente y luego pasó sus musculosos brazos por su cuello, posesivamente porque lo consideraba suyo.

Astaroth cerró los ojos y se apoyo por completo en el cuerpo ajeno, el aroma de ese cuello lo calmaba como calman la musica a las bestias, sin embargo aquellas interrogantes lo hicieron pensar y tenia razon, el caido no podria protegerlo siempre de todo y de todos, aunque jamas lo admitiria abiertamente pues su orgullo lo impedia, el no podia ser tan fuerte y tan influenciable para salvaguardar a Uriel. Ahora sus triquiñuelas con Pestilencia cobraban mas sentido...si lograba deshacerse de las molestas moscas que deseaban ponerle encima la mano a Uriel usando la baza del jinete, podria ser todo mas facil de manejar y manipular.

Abrió los ojos y de mala gana se irguió rompiendo dicho abrazo, fruncio el ceño al escucharle, lo habia calado en poco tiempo, si por él fuera lo tendria atado a la pata de su cama y encerrado en su cuarto, y si no estubiera estupidizado por culpa de ese corazon que latia fuerte aunque lejos de su cuerpo, lo habria hecho.

Esta bien...tengo un plan.

Susurro antes de que sus labios se tocaran de nuevo y su piel achocolatada se erizara por la zona de la nuca y brazos. Abrio su boca entregandose al placer de saborear aquel musculo humedo y blandito mientras estrechaba con fuerza la cintura del ex-angel y lo apretaba contra su cuerpo. El beso fue tan lento y entregado como el anterior, pero Astaroth lo volvió mas apasionado ladeando ligeramente el rostro, sin darle tregua a la tierna lengua del angel.

El cuerpo del caido entro en calor, un calor que lo consumia desde las entrañas avivando el deseo y la lujuria. Y su sexo se puso rigido y se froto contra el muslo de Uriel en los suaves vaivenes que ejecutaba su cadera. Rompió el beso de pronto al ladear el rostro y su labios susurron entrecortados dichas palabras.

Buscaremos un lugar seguro para ti, para que empieces tu nueva vida...sin embargo estare vigilando...y no te dejare indefenso...

Deshizo el abrazo de Uriel para tomarlo de la muñeca derecha, alzarla y llevarla a su rostro. Deposito un beso sobre ella y alrededor de la misma se fue materializando un brazalete plateado con forma de dos cocordilos que se amoldo perfectamente al grosor de la muñeca.

Consideralo un amuleto...no te desprendas nunca de él.

Aviso Astaroth mostrandole el brazalete a Uriel.

Me dara el margen necesario para acudir en tu busca si estas en problemas.

No era mas que una proteccion bastante fuerte contra cualquier ser sobrenatural, sin embargo sus propiedades se perdian al poco tiempo y no podia volverse a usar durante algun tiempo. Era un seguro para Astaroth, pues acudiria antes de que esa poderosa y antigua magia se desvaneciera y eliminaria a cualquier basura que tratara de capturarlo.

Uriel observó el brazalete y lo alzó levemente, notando el poder, todavái quedaba dentro de aquel cuerpo, dentro de su ser algo del poder con el cual fue imbuido al principio de todos los tiempos y con el cual fue creado, su Señor, su padre no lo abandonaba del todo, podia ser humano pero su aroma continuaba siendo el de angel, sus ojos poseían aquella extraña tonalidad plateada, brillantes e extrañamente inhumanos, su rostro aquella perfección despiadada, cincelada y fría. Bajó de nuevo su musculoso brazo, entreabrió sus labios para pronuncia unas palabras y una enorme sacudida hizo temblar todo el palacio de Astaroth, no solo todo el palacio, Uriel se agarró a la barandilla, alzando la vista...¡todo el Infierno completo estaba temblando, era un terremoto que afectaba a las mismas raíces del averno!
Un rugido hizo que Uriel se echara las manos a sus oidos, era sonido de trompetas, de trompetas que anunciaban una guerra, la sangre manó de la nariz de Uriel, cayendo al suelo y gritó de dolor cuando sintió que una ola de poder infernal manaba de la misma tierra, del aire y las almas condenadas chillaban entre llantos de terror y júbilo.

-¡NO, NO, NO!-Uriel cayó de rodillas, viendo como desde todos los palacios infernales se alzaban miles de alas oscuras y correosas, todas las huestes del mismo Infierno ascendía hacia arriba...¡ascendian hacia la Tierra, era un ataque de todos los ejércitos!. Uriel gritó de nuevo, desgarrando por el viento afilado y el calor que manaban de las cientos, de las miles, de las millones de alas que batían el aire y de las llamas que acompañaban a los corceles de los señores infernales.

Atacaban, ya no había un señor de los caballeros del cielo, ya Uriel no era una amenaza, ahora nadia podía detenerlos, sin el mando implacable de Uriel, sin su liderazgo frío y audaz, los huestes del cielo estaban completamente desorganizadas. Uriel se puso en pie con esfuerzo, agarrándose a la roca, jadeando mientras se asomaba, la sangre aun manaba de su nariz, sus ojos plateados ahora estaban enrojecidos mientras veía como el ejército de demonios iban a la coonquista de la Tierra, los humanos estaban perdidos...completamente perdidos.

-Señor...están solos..-golpeó el borde de la muralla con un puño, desgarrandose los nudillos, aprentando los dientes, él ya no tenía poder, solo era humano. Inclinó la cabeza, jadeando, mostrando así su espalda de piel blanca, tersa, donde estaban las largas cicatrices que daban fe que un dia fue arcángel. La marea que vomitaba las entrañas del Infierno subía y subía, pareciendo no tener fin. Uriel ladeó el rostro, mirando a Astaroth-No me quedaré aquí mientras toda la creación arde..-susurró, no sería un pájaro en una jaula por mucho que amara a Astaroth.-Sabes que no puedo a pesar de que por ti he renunciado a todo...pero no me quedaré...no puedo, Astaroth. Como siempre seré fiel a mi mismo como lo eres tú como ambos lo somos.-se fue acercando, acarició el rostro de su hermano con la mano dereche y buscó su boca de nuevo, llevándose el sabor que impregnaba aquellos labios de pecado.

Lo que Uriel contemplaba y escuchaba horrorizado no era algo nuevo para el lord caido. Por fin habia estallado la guerra, la caida del jefe de las huestes celestiales habia sido la señal que faltaba para estallar e invadir la tierra. Astaroth sabia que aquello ocurriria, Uriel podria haberle recriminado el haberlo hecho a proposito y le rugiria que eran falacias, mentiras. Lo que habia ocurrido entre ellos no tenia nada que ver con el fin del mundo.

Uriel habia pecado de avaricia pero no era tan avaricioso como Astaroth, por segundos el habria dejado todo el infierno, todas sus huestes e intenciones de acabar con la humanidad para estar al lado del caido....pero él no, él no podia. Tenia prioridades, malditas prioridades aun asi dejara de ser angel. Miraba su rostro, sus ojos azules brillantes y decisivos, sus labios carnosos exhalaban aquel aliento aromatico y tan deseado...y podia ver un futuro cadaver, sus blandas y calidas facciones convertidas en hueso. Una vision horrible que no modifico la expresion de su rostro pero si hizo que apretara las manos hasta sentir como las uñas atravesaban la piel. La prematura muerte de Uriel, aquella vision, su ojo divino...no podia permitirlo.

Lo atrajo por el brazo y lo acerco a su cuerpo evitando que se autolesionase más.

Basta.

Susurró con el rostro y los labios tensos. Lo cogio con ambas manos por el rostro y le obligo a que lo mirase.

Tienes que entender que ya no eres una amenaza para ninguno de mis hermanos....que te eliminaran en cuanto tengan la oportunidad...hazme caso Uriel

El antiguo angel busco la boca del caido y durante unos segundos la tuvo, sin embargo Astaroth terminó por ladear el rostro. Uriel no podia saber de su futuro, Astaroth podia verlo todo pero no podia hablarle de ello, iba mucho mas de sus deseos. Si tan solo hubiera sabido...si tan solo lo hubiera visto antes.... Se alejó de Uriel y le dió la espalda mientras llevaba la mano a su rostro, la gran palma cubrió la mayor parte.

Arrepientete...pidele perdon al Padre y jura que solo le serviras y le amaras a él. Quizas te devuelva tu estatus, las alas....quizas puedas volver al cielo.

Dijó con voz tremula. Bajó la mano y se giró para mirarlo con sus grandes ojos purpuras, las orbes de la perdicion y de la premonicion. Si era la unica forma de que Uriel no falleciera prematuramente, el sacrificio mereceria la pena.

Podria ser fiel a ti Uriel....mas que a mi mismo, mas que a lo que soy y a la causa. Yo podria serlo....pero tu...

Sus labios se torcieron en una mueca de tristeza. La situacion se remontaba eones atrás, cuando ambos se separaron en pleno incendio de la ciudad de Plata. Se vió a si mismo aun con las alas, con la espada sangrante, invitando a Uriel a seguirle a la perdicion, suplicando por que se uniera a él. ¿Se repetiria otra vez la historia? ¿Volveria a perder su identidad y la cordura que habia recuperado con los besos de su hermano?

El hermoso y frío rostro de Uriel se crispó por las palabras de Astaroth como si estuviera masticando en aquel momento cristales rotos, sus ojos azul plata se quedaron prendidos de la faz de su hermano...mas que hermano, ahora era su amante, su compañero, el único hombre que permite y permitiría ponerle una mano encima, por el cual abandonó los privilegios del Cielo y le entrego su virginidad junto con sus alas. Todo aquel sacrificio tenía un significado, un precio, por eso había pagado con gusto, no le importó renunciar en ese momento a todo aunque después no tuviera las mismas armas ni las mismas fuerzas. Uriel fue frunciendo el ceño y se reflejó en sus rasgos aquella parte de su carácter que lo hacia tan inflexible, era tu tosudez, su cabezoneria, Uriel no retrocedía cuando una decisión era tomada, tampoco pedía perdón por ella.

-Es que tengo un probleme sin solución-su voz fue dura como el diamente, no iba a cambiar de idea.-Te amo a ti...no a él, no de la forma que me he entregado a ti. Él es mi padre y mi creador pero tú eres mi amante y mi compañero-expresaba literalmente aquello que pasaba por su cabeza, no disfrazaba nada, era sincero hasta la crudeza.-¿Para que te creó? encajas perfectamente conmigo si no hubiera deseado que pecara pues haberme convertido en un pajaro, en un estúpido querubín de cabeza hueca pero no en tu otra mitad.-sus dedos quitaron la sangre que se deslizaba desde su nariz hasta el arco de cupido que formaba su labio superior, arrojando las gotas al suelo.

-Dejar de amarte y renunciar a ti no está sujeto a discusión, se acabó.-Uriel ya había dictado sentencia, para él estaba todo dicho. Ladeó ligeramente el rostro, viendo al ejército de demonios ascender, entrecerró los ojos y les dio la espalda, encaminandose de nuevo al palacio de Astaroth, pasando a su lado con orgullo, soberbio y obstinado hasta el final. Amaba a Astaroth, sacrficó sus alas pero no saldrían de su boca que su único señor, que su único amo, que el único que amaría sobre todas las cosas era a Dios porque no era cierto y él no era un mentiroso.

No le dió opcion alguna de responder, parecia que la discusion se acababa ahí pues uno de los que la encabezaba abandonaba la estancia. Astaroth quedó ahi plantado con una expresion en el rostro que haria retroceder hasta el mas valiente. Deseo golpear a Uriel para abrirle los ojos de un guantazo, pero no podia hacerlo por que su mano antes de llegar a la mejilla acariciaria en lugar de lastimarla. Con pasos lentos fue al interior del palacete en donde aguardaban ansiosos los demonios que le eran fieles. Lo miraban taladrandolo, ya Uriel habia pasado entre ellos suscitando los mil y un pensamientos sobre la debilidad de su señor por culpa de aquel angel.

¿Que haceis aquí mirandome desgraciados?

Su voz sonó tan potente, tan alta e infernal que reveverberó por todos los ecos del castillo.

Coged las armas y subir allá arriba, conquistar en nombre de Astaroth, robad, violad y matar, traedme almas, muchas almas....servirme con fervor y os dare todo aquello que querais. Eso si, sabeis que hay alguien a quien no debeis tocad...hacedlo y deseareis no haberme conocido jamas!

Los soldados agitaron sus armas y aullaron al unisono un escalofriante "Astaroth". En bandada salieron del castillo y como hormiguas que salen de su hogar a buscar comida fluyeron en manada dirigiendose a la puerta infernal que los llevaria a la tierra para terror de los mortales.
Solo se quedaron los mas jovenes, los sirvientes y las putas que le servian la comida y el vino a Astaroth.

¿Uriel?

Exclamó una vez el castillo quedó medianamente vacio. Subió con agilidad aunque parsimonia los escalones que ascendian a su alcoba y otras dependencias sin importancia y lo vió dentro de sus aposentos. No iba a discutir mas con el, necesitaba saber su proposito, sus planes, vigilarlo, estar cerca de él y defenderlo cuando la muerte se echara sobre el cuerpo. Erguido y observando por la ventana estaba, seguramente horrorizado por que las huestes del caido se sumaban a la batalla.

¿Y bien? ¿Que haras a partir de ahora?

Preguntó taladrandole la nuca con su violeta mirada, se apoyó en el marco de la puerta y creo otra puerta dimensional al lado suyo cuyo voragine oscuro parecia desear tragarlo todo. La puerta llevaba a la tierra, pero no se la dejaria cruzar hasta que no conociera sus intenciones.