il messaggio (Priv. Naamah-Samael)

Giorgio había dejado atrás el estrellado cielo para sumergirse en lo más profundo del averno, alli nada seguia la logica a la que estaba habituado, el cielo era purpura y por zonas se volvia de un obscuro escarlata, también el aire parecia más pesado lo que le dificultaba la respiración y hacía que se agotara más rapido.

Ya había visitado a varias demonios que se parecían a la descripción de la mujer de su amo, ninguna había sido ella y todas las veces por muy poco habia evitado terminar rostizado, de hecho una incluso le había hecho un horrendo arañon que le cruzo el pecho apenas se transformo en hombre para hablarle, pero la gema carmesi era efectiva y la herida era ya sólo otro recuerdo.

Desde lo alto diviso gracias a sus ojos de aguila una mujer delgada y bella, con cabellos que desprendian chispas de fuego al andar, no perdía nada con un intento más, además Samael le dijo muy claramente que no regresara sin su mujer, así que descendio cambiando su aspecto poco antes de tocar el piso, mostrandose con un bello y desnudo mortal de cuya boca colgaba el pergamino con el mensaje que de Samae.

- Scusa,Naamah sei tu, moglie di Samael? (¿Disculpe, es usted Naamah esposa de Samael?) – interrogo tras quitarse el mensaje de la boca, con las mejillas levemente encendidas al tenerse que mostrar como vino al mundo frente a una mujer.

Una amplia sonrisa nacida del alivio se expandió por su rostro cuando comprobó que finalmente había dado con la esposa de su señor, se apresuro a desenrollar el pergamino, ansioso por entregar su mensaje y que aquella infernal odisea terminara, pero con Samael nada en sencillo, ni siquiera eso. Su expresión alegre fue extinguiéndose para ser reemplazada por otra de pura desesperación, su amo en otro de sus tantos actos de crueldad había escrito aquello en un dialecto que el no podía leer, adivino que se trataba de japonés pues todos esos símbolos eran similares a los que vio en aquella isla cuando se encontró con el demonio.

Por encima de la hoja vio a Naamah aguardando su mensaje y trago saliva mientras trataba de idear alguna salida, recordaba que Samael le había dicho que debía cantar el mensaje, y solo regresar si Naamah lo acompañaba… así que quizás se trataba de una canción de amor, después de todo eran marido y mujer “Anche i demoni possono amare (Incluso los demonios pueden amar” penso para luego aclararse la garganta empezando una tonada que recordaba a su padre cantarle a su madre cuando se abrazaban en la oscuridad de la cocina creyendolo dormido.

Spoiler:

Su voz no tenia la potencia de un tenor, pero aun así era una voz hermosa y rica, agradable en sus entonaciones juveniles, cuando acabo sus ojos contenian brillantes lagrimas, pues la canción le recordaba un tiempo lejano en la seguridad de su hogar, el amor incondicional de sus padres, sus miradas calidas y sus actos simples repletos de cariño. Miro a la mujer recordando su misión, no estaba allí para hundirse en ensoñaciones que evocaran el pasado, sino para que esa bella señorita lo siguiera a la presencia de Samael.

- Il mio Signore mandi quella canzone (Mi señor le envia esa canción) – le dijo – egli spera di vederlo, mi ha chiesto di portarla in sua presenza (el espera verla, me ha pedido que la lleve en su presencia) – le explico el joven

El miro sus nuevas ropas sintiendose agradecido de no tener que andar caminando desnudo por todo el lugar, pero luego debio hacer una pequeña carrera para alcanzar a la mujer, ella se movía rapido con esas torneadas piernas suyas.

- Grazie (Gracias)- dijo sonriendole, mirando alrededor, todo le parecia extraño y peligroso alli, por lo que se mantubo estrechamente cerca procurando evitar los peligros – non lo so le ragioni del mio signore, ma era molto specifico, vuole vedere a voi (No conozco los motivos de mi señor, pero fue muy especifico, desea verla) – hablo el joven metiendose las manos a los bolsillos – stai combattendo? (estan ustedes peleados?)– interrogo con curiosidad en vista de que así como le sorprendio saber que los demonios se casaban, había asumido que de hacerlo debía ser que se amaban, de algun modo obscuro y retorcido, pero el no concebía la idea de matrimonio sin amor.

El la escucho mientras seguía moviéndose a su lado, aunque trataba de prestar atención no podía evitar fijarse en lo joven que lucia, había esperado que la mujer de su amo fuese similar a él, de expresión austera, quizás con el cabello recogido en un severo moño y un largo vestido negro . Pero ella era bella y vital, las crispas de su cabello resultabas fascinantes no podía entender porque su amo había desahogado sus “necesidades” con él teniendo una esposa como esa.

- dobbiamo andare a Tokyo, Giappone (debemos ir a Tokyo, Japon) – le conto el muchacho – Ci mio signore l'attesa, ho volato più veloce e per quanto ho potuto trovare (Allí mi señor la espera, he volado tan rápido y tan lejos como he podido para encontrarla)

No tenia dudas de que las palabras de Naamah fuesen ciertas, ella le mostró su figura desnuda después de todo, sus senos perfectamente rellenos, del tamaño exacto para que un hombre las tomara en sus palmas, su trasero empinado y su sexo que lucía acogedor. El muchacho sintió la sangre subir a su rostro y también a “otras” partes pues no era indiferente a los encantos femeninos.

Aun así Naamah le mostró también su lado amenazante, el siseo en su voz como el de un letal reptil y las llamas en sus ojos que parecían desear fulminarlo, trago saliva en tanto la escuchaba, Samael no se sentiría contento de que hubiese fracasado, sin embargo prefería regresar con el para enfrentar su ira que quedarse allí a provocar la de su señora.

- mi scuso (me disculpo) – dijo antes de abandonar la forma humana y con ello las ropas que Naamah materializo sobre el, alejándose rápidamente bajo la forma de un veloz halcón.