Hacia tiempo que no te escuchaba tocar (Derek Slash)

Hacían años desde que había oído tocar a su protegido.

Recordó la última vez que se había sentado junto a él, oculta bajo su manto, inspirándole para que tocará una sola vez más. Aquella era la forma que tenía de compensar el dolor del joven por una perdida que llevaba sobre sus hombros demasiado tiempo.

Se sentó junto a él en la barra de un bar y sonrió. El no sabía lo que ella era y la historia que escondía: había visto a su madre morir en los brazos de otro demonio de su clase.

Su madre también había sido su protegida. Le había intentado convencer de no ejercer el mal, de entregarse a su Padre y redimirse de sus pecados, a veces sin éxito alguno. Pero como protegida, la aconsejaba y guiaba hasta que aquel día, no pudo protegerla de la maldad que le atravesó el corazón.

Y ahí estaba, junto a su hijo, con quien sentía tener una deuda que pagar.

- Te invito a una copa- dijo sonriéndole. Aparentaba ser la mujer más humana de la tierra.

Hacía siglos que tocaba la guitarra, desde que era un simple adolescente que necesitaba de su madre para saber por qué camino debía caminar y qué decisiones debía tomar. Mi guitarra me había acompañado desde que mi madre ya no estaba conmigo, y algunas noches tocaba en locales en la ciudad, por simple entretenimiento, ya que no buscaba dinero ni fama, tenía todo lo que quería y no necesitaba más.

Terminé mi concierto de aquella noche y decidí tomarme un par de copas antes de regresar a mi piso, pues en pocas horas amanecería y el Sol no me agradaba demasiado, aunque podía salir de día sin problema alguno, al contrario que los vampiros. Me senté en uno de los taburetes que había alrededor de la barra del bar y estaba a punto de pedir una copa cuando una voz femenina se dirigió a mí invitándome a un trago, algo que, por supuesto, no iba a rechazar, y más viniendo de una belleza así.

Sin embargo, pronto me di cuenta de mi error. No era una simple humana que intentase conquistarme o algo por el estilo, sino un ángel, algo que me sorprendió y extrañó. ¿Un ángel acercándose por propia voluntad a un demonio e invitándole a una copa? Había algo raro en todo aquello.

- ¿Qué es lo que quieres? - pregunté con el ceño ligeramente fruncido y bastante sorprendido aún.

- ¿Qué puede un ángel querer de un demonio, Derek? - le preguntó. - No te preocupes, estoy aquí como una simple musa.

Jofiel esbozó una sonrisa y le miró. Su forma humana era similar a la de su madre, al menos en el color de sus ojos. Se encogió de hombros y dio un trago a su copa de whisky. Había aprendido a deleitarse con tales placeres fácilmente y ahora estaba acostumbraba al ardor en el esófago al entrar en contacto con la bebida alcohólica.

- Estoy aquí para inspirarte...¿Hay algo de malo en eso? Algunas veces, los ángeles necesitamos algo de diversión. He disfrutado mucho oyéndote tocar esa última canción que yo te había enseñado.

Hacía siglos de aquella noche. Recordó que había sido la última antes de su confinamiento. Lo había encontrado tumbado en el sillón, en una habitación oscura y aire ardiente.

- Permíteme que me presente... soy Jofiel.

La miré fijamente. Estaba seguro de que no la había visto antes, ya que recordaría aquella belleza de haberla visto con anterioridad, pero... ¿Por qué me resultaba tan familiar? Sentía su esencia de ángel, pura e inocente, con buenas intenciones hacia mí, y sentía que no era la primera vez que nos encontrábamos. Me había cruzado con muchos ángeles a lo largo de mi existencia, pero recordaba la sensación que aquel en concreto me producía.

- ¿Una simple musa? ¿Cuánto tiempo llevas espiándome o siguiéndome? Está claro que no es la primera vez que rondas a mi alrededor... Qué valientes los ángeles, escondiéndose debajo de una capucha y acechando en las sombras...

Bebí un trago de la copa que me acababa de servir el camarero y deposité de nuevo el vaso en la barra con firmeza y algo de fuerza, pero no la suficiente como para romperlo. No quería montar un escándalo, pues me gustaba tocar en aquel local y si destrozaba algo no me volverían a dejar ir allí, aunque tampoco me importaba demasiado, había muchos locales iguales en Los Ángeles y en todo el mundo.

- Yo soy Derek Slash, aunque tengo la impresión de que ya lo sabías... Y esa canción salió de aquí - dije, posando un dedo en mi sien y mirándola fijamente - No necesito a nadie que me enseñe a tocar la guitarra después de casi nueve siglos.