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Mensaje por Invitado Sáb Mar 10, 2012 6:23 am

Ocurrió justamente a las doce de la noche, quizás un minuto antes o un minuto después nadie lo recordaría con exactitud, lo único que se quedó en la mente de todos fue que las luces de la ciudad de Verona tamblaron, apagándose una tras otra, parpadeantes y todo el sonido cesó, todo, las voces se apagaron, los coches se detuvieron, hasta los bebés en sus cunas dejaron de moverse, todos alzaron la cabeza como si escucharan una llamada y luego...luego el olor, un viento que se expandió hacia los cuatro puntos cardinales, olía a lluvía, a hierba recién cortada, a naranjas, a desierto y a selva. Esos aromas jamas se borrarían de su memoría, los llevarían con ellos hasta el día de su muerte.

Un hombre se detuvo en medio de una de las calles principales sonrió levemente, sus ojos verdes se entrecerraron-Jardín del Edem-y todo cambió.

Eran las diez de la mañana, todo el paisaje había cambiado, los edificiones estaban cubiertos de enredaderas trepadoras, los jardines de la ciudad parecían haberse desbocado e invadido todo en torno a ellos, los setos eran enormes, rompiendo los paterres, todos los árboles habían crecido sin control, las raices rompieron las ceras y el afastaldo, las cañerías y ahora el agua brotaba por doquier como fuentes, toda la vida vegetal había sufrido una descomuna explosión. Pero no solo la vegatal, ahora había perros, gatos, caballos, loros de todos los colores colgados en los balcones o las líneas de alta tensión, algunos ciervos, muchos cerdos y hasta jirafas.

Se decía que no era aconsejable meterse en asuntos de hechiceros y el causante de todo aquello no podría estar más de acuerdo porque por una desaveniencia había ocurrido aquello. Aren no solía ser demasiado vengativo, bueno sí, lo admitía, lo era cuando lo irritaban demasiado y aquellos buenos ciudadanos lo lograron con su grosería sin límites. De hecho se le había olvidado la razón concreta, quizás fuera un cúmulo de ellas pero sí le gustaba comportarse como animales, animales serían.

No mataría a nadie pero disfrutaría viendo durante al menos dos días como aquella ciudad se convertía en una pequeña selva. Aren se acomodó en el museo de arte modenor que ahora asemejaba a una jumgla, hizo crecer una manzano en medio de la sala central de exposiones y acomodó su esbelta y atractiva figura entre las raíces que conformaron una especie de enorme sillón. Sus ojos se posaron en algunos de los cuadros colgados en las paredes-horrendos.-sus ojos verdes y brillantes se entrecerraron, de hecho el pintor de los mismos, un pequeño topo andaba por allí, ahora muy entretenido buscando lombrices.



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Mensaje por Invitado Dom Mar 11, 2012 1:00 am

Verona habia sido sin duda una de las ciudades más atractivas e interesantes de Italia..al menos asi fue la ultima vez que Sean habia estado en ella. Cuando volvió por asuntos de negocios se encontró con un paisaje muy cambiado, la criminalidad habia ascendido a un punto crítico y el recelo del buen ciudadano y de los no tan buenos manchaban las pintorescas calles y callejuelas. Quizas esa percepcion habia sido mas sensible en su caso, al ser un ser intuitivo capaz de observar las auras de la gente, de ver dentro de ellos. Un ser humano normal no se habria percatado del gran y terrible cambio que habia experimentado esa ciudad.

El vuelo saldria a las dos del dia siguiente y en cuestión de horas Sean habia acabado con sus asuntos, de una vez por todas. La busqueda habia sido suspendida y habia querido ir personalmente a cada uno de los lugares en donde tenia agentes trabajando para su persona con el motivo de despedirlos personalmente ofreciendoles grandes sumas de dinero. El oro no era un problema para un ser atemporal como el. Antes de partir quiso visitar algunos lugares que años atras lo habian capturado por su arte y arquitectura, mas su decepcion fue demasiado cuando un hermoso palacio italiano habia sido vaciado en su interior para albergar muestras de arte moderno. Sean no tenia nada en contra de ese arte, pero lo encontraba vacio y carente de alma.

Desvio entonces sus pasos, hacia uno de los pocos parques seminaturales que quedaban en esa ciudad en donde las parejas encontraban su intimidad al igual que los ladrones que las asaltaban. Verona no era el unico lugar salpicado por el pecado, Sean se habia acostumbrado a ese decadente medio esperando alguna orden, alguna señal, alguna presencia demoniaca a la cual plantarle cara.
La primera alarma de repentino peligro fueron las intermitentes luces que quedaron finalmente apagadas. No habia sido un fallo electrico, el olfato de Sean percibio la melosa magia obrando en el ambiente, silenciosa y efectiva.

Segundos despues, o minutos, u horas...cuando el híbrido abrió los ojos aturdido, se incorporó y cual fue su sorpresa que al hacerlo quedaba en cuatro. Mas antes de asimilar el cambio a su persona, tuvo que asimilar el cambio atroz que presentaba el parque, los edificios, las personas. Las ratas correteaban desparovidas agrupandose de forma natural para infiltrarse en las alcantarillas. Habian chacales, buitres, halcones, gatos, gacelas, cebras, jirafas.....como si Noe hubiese volcado su arca de golpe soltandolos a todos. Camino sintiendo una fluidez de movimientos asombrosa, todo iba al compas, tan natural e inherente. Sean detuvo la mirada en una agrietada placa metálica en donde observo que habia mutado en una espectacular pantera negra de ojos brillantes.

Soltó un gruñido, tan fuerte que provoco que varios animales que se encontraban a su alrededor huyeran espantados. ¿Sueño o hechizo? El causante de aquello se encontraba cerca, Sean podia percibir una unica presencia humana en aquel entorno salvaje, giro sus andares no sin antes clavar las uñas en una pared de cemento y estirar su salvaje anatomía. Curiosamente no se sintio enfadado por ese cambio, encontro afinidad en ese particular sentido del humor y así habria sido hasta que contemplo como una hiena estaba dandose un festin con un suave y tierno conejito. Las almas oscuras habian sido transformados en animales repudiados por su naturaleza, ratas, cuervos, serpientes, carroñeros..y se lucraban de las buenas almas que habian tenido la desdicha de convertirse en presas inocentes.

Se acercó a la llena con rapidez y salto sobre ella apartandola del conejo medio muerto. Un zarpazo en su hocico fue suficiente para hacerla chillar, alejandola de él. Se giró entonces hacia el conejo, su vida estaba a punto de desvanecerse. Tomó entre sus fauces como si fuera su cachorro y lo traslado dirigiendo sus extremidades hacia el museo moderno en donde la presencia humana era mas fuerte y dominante. La sangre en su boca lo hizo rugir, la tentacion de cerrar la boca en torno a ese suave bocado era grande.
Llegó hasta aquel gran arbol convertido en trono en donde se sentaba el responsable de todo esto y dejó el conejo en el suelo mientras su fiera mirada estudiaba al sujeto en si. No habia perdido su mente, ese hechizo habia sido efectivo, pero no le habia dominado por completo.
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Mensaje por Invitado Dom Mar 11, 2012 1:24 am

Aren había estirado una de sus manos y cogió una de las manzanas rojas que colgaban de las ramas, le dio un mordisco y masticó, despacio, dejando que el dulces sabor se deslizara por su lengua. ¿Por qué había dejado sus frondosas selvas cerca del Nepal? seguramente fue su curiosidad, algo que le pasaba cada tres o cuatro siglos, después de la muerte de Elizabeth perdió interés en casi todo, ella se convirtió en una especie de ancla para él, lograba situarlo en el mundo real cuando Aren se dispersaba, cuando su mente se volcaba en todo lo que le rodeaba menos en si mismo, cuando aparecía sus caprichos que ella manejaba con mano de hierro y lograba que él la adorara por esa misma razón.

Pero tras su muerte, todo dejó de interesarle, de nuevo se sentía más planta que humano..¿y qué interés podía guardar un árbol hacia un ser humano?, ninguno, ahora era despegado e indiferente, cada vez le importaba menos todos aquellos asuntos mundanos que conmovían medio mundo, le molestaba aquella destrucción a la que parecían inevitablemente abocados, bien, adelante, que se destruyeran, ¿que mas daba? pero que no se llevaran a todo el jodido planeta con ellos. Los demonios lo complicaban todo, eran unos seres bastante absurdos y viles, tanto como los humanos a los que pretendían dominar. Y aquello le mermaba la paciencia.

Abandonó su templo, su hogar de la jungla para vagar, para saber que estaba pasando allí, como un padre que regresa del trabajo para ver en que estado se encuentra la habitación de los niños y el caos aumentó de mal en peor. Y los seres humanos..entre los cuales a su pesar se encontraba, no había evolucionado a mejor. Eso crispó sus nervios con rapidez,no era un hombre paciente, eso lo sabía y que Verona ahora fuera un Edem lo demostraba.

Estaba reclinando sobre aquel asiento, llevaba solo unos vaqueros llenos de rotos, estaba descalzo y una cahqueta vaquera sin blusa debajo, descuidado y natural porque ahora no tenía que lucir para nadie. Algo hizo que alzara la cabeza, sus ojos verdes y oscuros se posaron sobre la criatura que con paso majestuoso estaba entrando en la gran sala, ahora todo el suelo de la misma estaba cubiertos de flores exóticas. Aren se inclinó hacia delante, una pantera, eso sí era algo nuevo, alguien que se idenfiticaba con ese animal por completo. Vio que era un gran macho, el pelaje fluía por sus músculos a cada paso.

Deposió el conejo a los pies de las raices y Aren percibió la chispa de inteligencia tras sus ojos, frunció levemente el ceño, no se comportaba como un animal, seguro. Quizás su hechizo había dado alcance a otro tipo de criatura.

-¿Y?-su voz fue modulada, mirando al conejito-se llama selección natural.-le sonrió-un conejito, una pantera.-el conejo chilló, retorciéndose un poco y Aren se luso en pie, las enormes raíces fluyeron bajo sus pies desnudos, formando escalones. Cuando tocó la hierba esta creció un poco más y las flores se abrieron. Alargó los dedos y tocó las largas orejas del conejo, acariciándolas-pobrecito..-vio el brillo peligro de los ojos de la pantera-no te alteres, amigo. -cogió al conejo entre sus brazos y pasó los dedos por la herida, un resplandor verde cerró la misma. Luego lo depositó y le dio un suave empujón con el pie desnudo para que se fuera correr entre las flores.

Volvió su atención a la pantera, se movió en torno a ella-que hermoso...-susurro-eres realmente una preciosidad, majestuosa y fuerte.-estiró la mano y sus dedos recorrieron el lomo, acariciando el pelaje-ahh..que maravilla..deberías ser así para siempre.
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Mensaje por Invitado Dom Mar 11, 2012 1:01 pm

Su ávida mirada recorrió el gran manzano, fijandose en las robustas ramas. Que comodas serian estas para descansar ahí su peso, amparado por las hojas que le regalarian un agradable frescor. Siguio bajando los ojos felinos por el tronco hasta dar con aquel ser. Sus palabras sonaron similares a las de un demonio despota amante enfermizo de la naturaleza. Sus acciones parecian obra de lo mismo. Solo un ser así habria querido convertir aquella ciudad en un circo selvatico, para su unico disfrute. Un acto tan egoista... sin embargo lo que a continuación hizo, añadió mas dudas sobre esa figura. Solo un hechicero poderoso podia hacer tal cosa. Solo alguien asi podia albergar bondad y maldad al mismo tiempo y desatarlas seguidamente.

Sean mostro sus colmillos, una hilera filosa de los mismos y fijo las pupilas en aquel ser. No le agradeceria nada, por que lo habia tomado de improviso y si habia algo que odiara aquel hibrido es que jugaran con el como si fuera títere mas. Sus filosas uñas se mostraron amenazantes, acariciando el duro y gelido suelo. Mas cuando el hechicero camino en torno a el, quedó quieto, moviendo las orejas de forma inquieta. Se revolvió y con una zarpa arañó esa mano que lo tocaba. Si tan amante de los animales era ese hombre, deberia saber que una pantera era un animal salvaje y muy propio. Indomable.

Soltó un fuerte rugido y avanzo hacia ese trono tallado en madera. Con las uñas ascendió por el tronco dejando las huellas de sus zarpas al paso y se acomodo sobre esa rama, volviendolo a mirar desde ahí.
"¿Por que piensa que sus actos no tendran ninguna consecuencia?" hablo una voz masculina y profunda en su cabeza, proyectando tales palabras a las del hechicero "Si hubiese empleado su magia para convertir a criminales y almas podridas, incluso habria aplaudido su hazaña.." interrumpió su frase para lamerse una de las garras con su enorme y rosada lengua, pasando luego la misma garra a la altura de la oreja.

"Le pido amablemente que revierta el hechizo lo antes posible. Ese conejo al cual ha curado volvera a ser devorado por cualquier hiena, buitre o chacal. Ese conejo era una persona con un aura limpia y pura y no puedo permitir que su capricho destruya su inocencia o su propia vida." Sus palabras sonaron diligentes, empleando un tono firme, duro y constante, explicando sus intenciones. En verdad no le importaba si deshacia todo el hechizo liberando a los ciudadanos y tardaba más en revertir su propia conversión. Sean jamas habria pensado que ser pantera podria ser tan..gratificante, pero el egoismo no estaba entre sus primeros platos.
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Mensaje por Invitado Dom Mar 11, 2012 11:10 pm

Aren le había dado la espalda a la pantera y al enorme árbol, parecía que no estaba escuchando ni una de las palabras de Sean a pesar de que estaban resonando dentro de su cabeza como si tuviera un amplificador. Miraba su morena mano con atención y la alzó, la sangre descendió por el dorso de la misma, era una sangre oscura, muy roja, las gotas cayeron al suelo de losas blancas y negras, la hierbas comenzó a brotar por toda la sala, resquebrajando la piedra, creciendo de forma exuberante. Aren movió los dedos, parecía que los tendones no fueron afectatos por el zarpazo, ya no recordaba la última vez que fue atacado, aquello resultó realmente estimulanta para él. El aroma que desprendía y que cambiaba conforme sus emociones, varió, antes desprendía un suave aroma a melocotones y ahora era a menta y pimienta. Movió los dedos de nuevo y una suave luz verdes rodeó la herida, más magía que se iba allí, la piel se fue cerrando y la sangre fue cesando.

Se giró poco a poco, sonriendo, sus ojos verdes se posaron en la poderosa pantera que resposaba en una de las ramas-No-articuló con claridad-me temo que no voy a romper el hechizo, estimada pantera.-la voz de Aren fue modulada, resonando en el verde recinto, hasta la luz se volía esmeralda.-Verás, yo no eligo las formas. Ella es un conejito-señaló al pequeño animal que ahora comía un flor rosa-porque en el fondo cree que es bonita, peluda e inocente. Y tú, eres una pantera, porque confías en tu fuerza y no te consideras presa de nadie. ¿Crees que en su forma de dos patas no eran presas igual?.-su sonrisa se amplió-Pero ahora dan mas pena, ¿no? -sacudió la mano-El hechizo dura un día más pero podemos llegar a un acuerdo...hacía mucho que nadie me plantaba cara o mas bien bigotes en este momento.-había estado como somnoliento el tiempo que estuvo en sus selvas de Nepal y aquella zarpa lo había despertado, haciendo correr la adrenalina.

Lo analizó con la mirada,eran varias las razas que poseían poderes telepáticos, pero aquel no era un demonio, cuando los demonios eran convertidos...era algo horrible, un aborto de lo natural, una deformación, tampoco era un ángel, los pequeños emplumados seguramente se convertirían en patitos o lindos cisnes pero no en panteras, no en aquella enorme pantera. Siempre lo sorprendia el resultado de sus hechizos, cuando se caminaba por la senda de Liltih habia un margen de incertidumbre que ni siquiera Aren controlaba.

-Veamos que tal juegas con tu nuevo cuerpo, panterita.-Aren se despojó de su chaqueta, mostrando su pecho, era un hombre esbelto pero la musculatura se marcaba de forma elegante bajo su morena piel. Se agachó y posó sus manos en la hierba y comenzo a camianr, cambiando de forma, los pantalones se rajaron y un león de doradas melenas y ojos verdes se irguió allí, sacudió su cuerpo. De repente se movió, subió por el tronco del árbol, clavando sus garras, saltó hasta la rama y embistió a la pantera con un rugido que hizo vibrar todas las hojas.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 6:02 am

Sus movimientos eran tan naturales que hubiesa sido imposible definir que hubiese dentro un alma racional. Sean descansaba en la rama, apoyando su enorme cabezota sobre una de sus garras, estrechando la mirada sobre aquel ser que respondio con una negativa rotunda. Paró las orejas y su garganta vibró al soltar un rugido de molestia. Tendria que librar con un ser cabezota e irracional, lo que ocurria es que en su forma de animal, sentia que la paciencia no estaba consigo, ni tampoco la mesura. No estaba de acuerdo con las palabras del hechicero. Su capricho lo habia llevado a jugar con los mortales como lo haria cualquier otro demonio. Les habia arrebatado el libre albedrio y los habia convertido en animales. ¿Acaso este ser se estaba comparando con Dios?.

Al parecer Sean tendria que obligarle a deshacer el hechizo y no serian palabras dulces o conciliadoras lo que usaria como arma.
"Entiendo. Parece ser que todos los argumentos que pueda emprender envileciendo su accion seran en vano...asi que no me pienso calentar la lengua en hacerle entender mi postura." habló tranquilo y confiado. Entonces ocurrió que la figura de aquel hombre arrogante se transmuto al de un hermoso y gran leon. Sus ropas quedaron deshechas y su piel se vió con un lustroso pelaje. Al parecer en este enfrentamiento el rey de la selva se enfrentaria al rey de la jungla.

Afiló las uñas en el tronco y mostró su afilada dentadura mientras gruñia. Sus pupilas se engrandecieron hasta disipar el color azul de sus orbes y se preparó para recibir el impacto del león provocando que ambos cayeran al suelo. En el, Sean quien estaba debajó logró voltear al felino de la sabana aprisionarlo bajo su peso. Alzó la zarpa repleta de afiladas uñas y descendió sobre el hocico del leon mientras de sus fauces salian bufidos y gruñidos. Su cola enorme y oscura se movia azotando el suelo a modo de latigo y cuando la sangre salpicó las fosas nasales de la pantera, sus dientes se volvieron mas amenazadores y fueron en busca de la yugular del leon aunque acabaron anclados en lugar mas distante de la misma, pudo saborear su sangre y atrapar un buen trozo de carne.

Ninguno de sus sentidos estaba dormido. Aquel hechizo habia sido efectivo para humanos normales, pero a Sean solo lo habia modificado fisicamente. Su mente, sus poderes, su habilidad...seguian consigo. Mostro su fuerza, convergente de la mezcla entre dos poderosas razas, infernal y celestial, al rechazar el ataque inicial con tanta ferocidad.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 6:43 am

Pero mientras que para Sean aquella era la primera vez en asumir aquella forma a pesar de la enorme familiaridad con la cual se movía para Aren aquello ya era viejo, era como su segunda piel, en muchas ocasiones se convirtió en aquel animal al cual su alma se sentía profundamente ligada. Puede que no tuviera aquella monstruosa fueza que demostró Sean y que lo asombró, Aren lo compensaba con agilidad y con la maestría de un cambiaformas, su fuerza era la del propio León porque continuaba siendo humano a pesar de ser un hechicero de más de tres mil años de edad. Cuando ambos cayeron del árbol, rodaron por la hierba entre rugidos, sintió el zarpazo en le hocico que lo hizo mostrar sus enormes colmillos, rodaron de nuevo y percibió aquellos colmillos que se hundía en su lomo, haciendo que brotara su sangre de nuevo.

Aren abrió toda su boca y se giró, su zarpa salió disparada y le dio un lado del rostro de la pantera para quítarselo de encima, cuando uno estaba en aquella forma salvaje, corría el peligro de ir perdiéndose a si mismo poco a poco, el lado feral ganaba espacio y actuaba por cuenta propio, liberándolo a uno de los pensamientos racionales. Aren rodó por el suelo, sacudó su melena, sus orejas estaban aplanadas sobre su enorme cráneo, su cola azotaba de un lado a otro. La rosada lengua asomó entre sus fauces y se lamió la sanbre del hocico, mirándolo con sus brillantes ojos verdes.

Volvió a emprender la carrera, el león no era un animal resistente pero en distancias cortas desarrollaba una velocidad expliva, en el último medio metro saltó y se agarró al lomo de la pantera, clavando sus garras en los costados, se inclinó y el mordió la nuca aunque Sean se viró de nuevo para rodar los dos por la hierbas, dándose zarpazos en uno al otro, sus colas se movían de un lado a otro y sus orejas estaban aplastadas entre el pelaje. Pero a medida que se mordían el uno al otro, la curiosidad iba a apareciendo en la mente de Aren..¿quién era aquel hombre? ¿cómo sería sin aquel manto de pelo negro azulado? ¿por qué tenía tanto poder?

En uno de los giros de los dos cuerpos de los felinos, Aren quedó bajo la pantera y cambió de forma, quedando entre sus patas, tenía el cuerpo ensangrentado, su pecho subía y bajaba por su acelerada respiración, sus ojos se prendieron en los del enorme animal. Le rodeó el cuello de repente con sus morenos brazos, apretándolo y entonces susurró unas palabras a su oreja-Cambia..
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 7:49 am

Sus dientes tiraron de la carne con la unica intencion de desprenderla del resto de su cuerpo mientras gruñia y su pelaje se erizaba. Solo aquel zarpazo consiguió que los caninos de Sean soltaran la musculatura del león sintiendose ligeramente aturdido por el golpe. De su pelaje negro rezumó la sangre, de un color rojo vivo que contrastaba poderosamente con su figura oscura. Pese a todo, Sean no se encontraba exhausto, ni gravemente herido y se habia recuperado con rapidez, quedando con el cuerpo inclinado, casi pegado al suelo y las extremidades flexionadas, preparado para el segundo asalto. Cuando el león se dispuso a embestir, él también lo hizo impulsandose hacia el, pero el melenudo habia saltado en el ultimo momento y su espalda recibió esas uñas que se anclaron lacerandole la carne.

Rugió de dolor cuando clavó sus dientes en la nuca, aunque no por mucho tiempo. Su cuerpo flexible hizo posible que se librara de esos dientes por medio de zarpazos y bocados. De nuevos enzarzados rodaron dejando una estela de sangre tras de si hasta que la pantera tuvo de nuevo acorralado al leon bajo de él. Clavo sobre el pecho las garras y su garganta vibró al manar de la misma un sonido tan potente y feroz que se escucho en toda la sala repercutiendo a modo de eco en tantas otras. Sin embargo cuando abrió sus fauces dispuesto a atacar, aquel leon habia dejado de serlo transformandose en aquel hombre de piel morena y ojos tan brillantes como arrogantes. Sus palabras reactivaron el hechizo, revirtiendo los efectos del mismo.

La deformación achico la cabeza del animal, las orejas se hundieron en un cabello que dejaba de ser negro para mutar a castaño claro. Su rostro volvió a ser el de siempre, aunque sus ojos conservaron el color de los otros. Sus extremidades superiores encogieron, el pelaje desaparecia, sus extremidades inferiores se alargaron desarrollando cada musculo asi como los de su espalda, pecho, advientre y gluteos. Las heridas relucian entre su piel, profundas como tajos de cuchillos afilados. Sean se encontraba sobre ese hombre el cual lo mantenia aferrado por el cuello, pegando piel contra piel, percibiendo con su firme anatomia la contraria... jadeante. Clavó su mirada que brillaba furiosa en los contrarios y sintió que sus musculos temblaban de adrenalina.

-Al fin empezaba a divertirme.- gruñó feroz, aun compartiendo rasgos con aquella pantera y se desembarazó de esos brazos, rodando su anatomía, para incorporarse de inmediato. Completamente desnudo, su sexo colgaba semirrigido de su entrepierna y su musculoso pecho se inflaba una y otra vez...asi seria asi hasta que su respiracion no se calmase. Donde habian heridas expermiento el cosquilleo y escozor de la una rapida regeneración. Su mirada seguia fija en el contrario, si volvia a embestirlo esta vez no se contendria y usaria todo su potencial hasta convencerlo de deshacer el entuerto. Giró su cuerpo confiado mostrando unas nalgas altivas, apretadas y lo que mas atención clamaba, un hermoso tatuaje de una pantera negra, mostrando sus colmillos, que ocupaba gran parte de su espalda y que daba la sensacion de querer salir de ella.

Mientras caminaba hacia el manzano fue la sangre resbalando de su cuerpo hasta quedar impoluto y sobre este los tejidos se entretejieron hasta conformar pantalones y camisa. Giró nuevamente y tomó asiento en el trono, acariciando las betas de la madera de los posabrazos.

-Deshaz el hechizo.-
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Mensaje por Invitado Mar Mar 13, 2012 8:36 am

Aren sintió como aquel enorme cuerpo cambiaba entre sus brazos, revertida la transformación por su magia, el paleja fue desapareciendo como si fuera una capa de pintura de que deslizaba por las gotas de lluvia, dando paso a una tersa piel y los músculos que vibraban bajo ella, espamódicamente, Los dedos de Aren descendieron por la nuca de Sean, despacio en esos breves segundos que sus cuerpos estuvieron apretado el uno contra el otro en un abrazo propio de amantes, cuerpo desnudo contra cuerpo desnudo. En esos momentos, que extrañamente parecieron dilatarse en el tiempo se dio el lujo de admirar el rostro de aquel hombre, era muy masculino, marcados y armoniosos, perfectos aunque algo duros y eran el perfecto marco de aquellos azules ojos que lo atravesaron furiosos y salvajes.

Se deshizo de su abrazo con brusquedad, Aren lo soltó y se quedó tendido entre las hierbas, mirando al techo que sus enredaderas habían cubierto casi por completo, abriendo sus flores de todos los colores, su pecho desnudo subía y bajaba, tenía el cuerpo herido, al contrario que su riva, no se regeneraría solo, tendría que usar magía para cerrar las heridas más profundas y que no dejaran cicatrices visibles. La sangra manaba de uno de sus hombros, de su cadera y del rostro, cayendo entre las raices de las plantas, flexionó una pierna y se estiró, despacio con un suspiro sexual. Azó una mano y se rozó la entrepierna, aquello habia sido sensual, sangre y lucha. La diosa debía estar complacida.

Ladeó el rostro para ver como caminaba hacia el árbol, recorriendo la ancha y musculosa espalda, viendo el hermoso tatuaje de la pantera, ahora se explicaba muchas cosas pero no se detuvo solo ahi, descendió para ver como se movían sus nalgas, apretándose altivamente a cada uno de sus pasos hasta que se acomodó en su trono de madera viva. Sonrió cuando hizo su exigencia, meditándola, le había dado unos segundos de intensidad, podrían tener una batalla allí pero estaba debilitado por el uso de Jardín del Edén y por cambiar de forma, también tendría que usar magia para sus heridas.

-Me habría encantado que cerraramos las paces con un beso profundo..-alzó la mano, despacio-pero se dice que no se pude tener todo..-susurró y su cuerpo comenzó a hundirse entre las hierbas, chasqueó los dedos y su mano se hundió, desapareciendo. Todo se cubrió de un resplandor verde, los arboles se contrajeron, la hierba desapareció, todo iba volviendo a semillas que se encontraron esparcidas por el suelo. El conejo cambió y una chica se encontró desnuda, cerca de uno de los cuatros, chilló y se tapó los senos desnudos. Los gritos de sorpresa y confusión se escucharon por la ciudad, todos cambiaban de nuevo y estaban desnudos, algunos incluso se habían estado apareando momentos antes.

Aren emergió entre las altas hierbas del parque a las afuera de la ciudad, había fundido su cuerpo con la vegetación para desaparecer, pero no se movió aun estaba sangrando, solo se quedo unos instantes así y luego se fue sentando poco a poco, desnudo, sus ojos se posaron en la laguna cercana-me olvidé preguntar su nombre.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 3:36 am

El hechicero descarado, sus movimientos y palabras hicieron que Sean alzara la ceja derecha, pero por lo demás permaneció quieto, impasible. Esperando por que ese hombre deshiciera el hechizo para sopesar el impacto que este habia causado en la ciudad. Habian sido pocas horas, pero seguramente las consecuencias habian sido fatales y no descartaba el hecho de tener que usar sus habilidades para reestablecer el caos. Y mientras el joven hechicero se desvanecia en el verdor que el mismo creado observó como el jardin salvaje se iba disolviendo asombrosamente. Las raices de las plantas se filtraban por las grietas cerrandose estas despues. El manzano en el cual estaba sentado empezó a vibrar, anunciando su pronta desaparición. Se levantó del mismo y se giró para observar como, al igual que toda la vegetación restante, se desvanecia hasta quedar en nada.

Caminó hacia el exterior dejando tras de sí el antiguo museo y se empapo de la conmocion general de todos esos hombres, mujeres y niños. Algunos habian estado fornicando y se sorprenden a si mismo de tales acciones, repudiandose unos a otros. Alborotos, griteríos, confusión...incluso habian hombres y mujeres heridos, por haber sido atacados por otros predadores cuando se encontraban en su forma de inofensivo animal de presa. El hibrido suspiro largamente. Debia frenar aquel circo humano asi que cerró los ojos y los detuvo a todos, como si su mano portara un mando invisible que hubiera detenido el torrente de vida. Modificó sus recuerdos, restaurandolos al segundo antes de ser hechizados y los vistió creandoles ropas, como asi mismo se las habia creado. El desgaste de energia fue enorme, y aun tenia que rescatar a los heridos que como los otros estaban detenidos en el tiempo.

Liberó a los sanos. No se escuchó nada que no fuera el habitual ruido de la ciudad que poco a poco se iba restaurando. Confusos, sin saber que demonios hacian allí, lo achacarian a un despiste y volverian a sus negocios, excepto con los que aún yacian en el suelo sangrantes.
Con gran rapidez, se deslizó sin ser visto alcanzando a cada uno de esas personas y las sanó, reseteandoles también la mente. Tras el arduo trabajo, Sean pudo apoyar el cuerpo en la fachada de un edificio cualquiera y tomarse un tiempo para descansar. Un tiempo excaso, pues aun quedaba un herido...aquel inconsciente. Percibia ese aroma, podria facilmente seguirlo, alcanzarlo, curar sus heridas y darle una reprimenda del tamaño de sus acciones, enorme...pero por otra parte, se merecia esas heridas por tanta irresponsabilidad que habia cometido.

Su dilema mental finalizó cuando comenzó a caminar seguido por ese aroma. Un arcangel le había dicho que debia ayudar al que se encontraba herido o confundido. No es que no supiera lo que debia o no debia hacer, pero el alado se lo habia recordado. Si, con los años se habia olvidado de su propia responsabilidad.
-Asi que aqui esta.- susurro cuando su caminata, efimera debido a la rapidez que habia empleado, intuyo la figura del sujeto en aquel salvaje entorno natural a las afueras de Veronca. Él estaba oculto, pero Sean podia sentir su aura, tan verde como esas esmeraldas que tenia por ojos.

-Muestrese, no hay motivo por el cual tenga que esconderse de mi. De la cara y deje que le sane las heridas, seguramente estara exhausto y tardara mucho mas de lo debido...ademas podrian infectarse.- entonó con voz masculina, grave y serena mientras se cruzaba de brazos y miraba en su dirección.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 4:03 am

Aren se había fundido practicamente con el verde que lo rodeaba, de nuevo quedándose en aquel estado en que su mente divagaba, perdiéndose en la corriente vegetal, ajena a sus heridas, a la sangre que se mezclaba con el pasto, gotas rojas que salpicaban las flores y la tierra, haciendo brotar vida en torno a él. Le dolían pero las heridas no eran nada nuevo, ya se había hecho muchas durante toda su existencia aunque no recordaba cuando fue la última vez que cambió a su forma animal para hacerle frente a otro. Aunque claro, no calibró bien las fuerzas de su openente, aquel tipo rubio y enorme no era humano y por tanto, su vigor se trasmitió a la segunda forma, aquella con la cual se identificaba su alma y se sentía cómodo. Una pantera.

Abrió los ojos cuando escuchó la voz, las pupilas se dilataron entre el asombro y la diversión, ¿qué diablos hacía allí? ¿venía en busca de revancha o de venganza? cuando Sean terminó de hablar, no supo si reírse a carcajadas o mostrarse colérico con su compasión, su piedad sin sentido. Parecía un rey que después de vencer, tomar el castillo y ordenar todo a su antojo, decidía conceder una gracia porque se sentía generoso y era poderoso.

La hierba onduló como si fuera un mar, las hojas acariciaban las rodillas de Sean y las luciérnagas danzaban sobre la superficie del lago, ajenas por completo a todo lo ocurrido en la ciudad, indiferentes y felices. Aren fue subiendo, emergiendo hasta que finalmente se materializó en la orilla, sentando, con el rostro volteado hacia él, sus verdes ojos recordaban a la catedral vegetal de un jungla, cambiando sutilmente de tonalidad. Flexionó una pierna, aun sin ponerse en pie, su cuerpo era moreno y esbelto pero masculino.

-¿Curar mis heridas, hombre pantera? ¿eres acaso un ángel?-sonrió, sus dientes eran muy blanco, perfectamente alineados, estrechó sus ojos.-¿A veces se te ocurre pensar que tu generosidad es una afrenta para el orgullo?..no, creo que no..-flexionó sus deods, despacio, con dificultad de puso en pie-no te molestes en vestirme, me siento cómod así.-las luciérnagas, se acercaron, algunas se colocaron sobre su pecho, paseando por el, otras sobre sus hombros y cabellos, el rostro de Aren estaba ensangrentado.-si vas a curarme, tócame..-sonrió-no has temido nada para verter sangre, seguro que no temes para tocar con una buena y pura intención en tu corazón, hombre pantera.

Esperó, dejando que los insectos incluso tocaran sus heridas con sus vientres luminosos, no les hizo daño, en aquellos seres no había maldad,tampoco bondad, existían y estaban integrados dentro del círculo de la vida pero los humanos no, tampoco los demonios ni los ángeles, que estropeaban o cambiaban todo lo que tocaban.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 4:38 am

La naturaleza vivia en torno a su figura, se fluia dinamica reaccionando con él. Fue maravilloso para Sean contemplar como la belleza del entorno resplandecia ante la vibración del hechicero, las luciernagas, las flores, el verdor de las hojas de los arboles que emitian un suave y dulce murmullo, aquella agua cristalina bajo la cual la vida seguia su ritmo natural... Incluso disminuia la ironia empleada por a quel ser amparado por semejante paisaje.

Sonrió. Era consciente de que sus palabras no sentaban bien a todo el mundo y que muchos rechazaban su ayuda sin intereses por puro orgullo. Las criaturas como él, que habian recorrido un largo camino y habian experimentado tanta amargura como felicidad, eran reaccias a que los ayudasen. Lobos solitarios e idealistas que caminaban por deserticas estepas desando cambiarlo todo a su propio gusto y beneficio. Caminó a través de la espesa hierba procurando que sus pisadas no fueran tan pesadas como para dejar huellas, ahogando a las raices bajo sus pies y llegó hasta el lago, hasta donde descansaba el hechicero. Apoyó el hombro en el grueso tronco de un arbol de gran tamaño y se cruzó de brazos, observandolo.

-Soy muchas cosas...angel, demonio, hombre pantera...pero por lo general, prefiero que me llamen Sean.- entrecerró su mirada y dudó por unos segundos si hacer lo que se habia propuesto, mas no seria nada noble por su parte, abandonar su conviccion por unas cuantas palabras... sería fiel a sus principios, a sus acciones, hasta el final.

Asi que flexionó sus rodillas y tomó del mentón al hechicero, sopesando con su mirada las facciones marcadas y viriles de ese rostro y la salvaje belleza del mismo. Con el dorso de su mano, acarició la herida regenerandola al paso de la misma, desplegando el cosquilleo de su magia mas pura sobre esa piel.

-Deje su veneno para otro a quien le perturbe- comentó en un susurro mientras deslizaba su mano ahora por el hombro -Deberia haberme enfadado mucho mas por su atrevimiento....- frunció ligeramente el ceño, seguramente la sorpresa de verse en ese estado y lo comodo que se habia sentido en ese cuerpo animal, habian disminuido si malestar e ira. -Afortunadamente no hubo muertos y he podido reparar su caos vegetal.- no le miró a los ojos, pues estos bajaban por su costado, acariciando con la mirada su figura hasta encontrar la ultima herida.

Presionó ahora la palma sobre ella cuando los pequeños animalillos se apartaron, era la mas profunda de todas, requiso mas de su energia. Mas Sean no tenia una fuente ilimitada de esta, estaba cansado y se le notaba en su rostro, en sus pequeñas y finas arrugas de expresion bajo sus ojos.
Apartó la mano cuando la herida cicatrizó y se echó hacia atras quedando sentado buscando descanso para recuperar asi algo de su poder.

-¿Que le hizo Verona para merecer tal destino, Aren?.- por supuesto supo su nombre, mucho antes de que sus fauces lo atacaran con ira.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 5:12 am

Aren volvió los ojos hacia él cuando Sean le tomó de la barbilla con delicadeza pero firmemente, verdes y relucientes, quizás en ellos había algo esquivo, algo que no quería ser descubierto como un animal que se esconde entre el follaje, esperando ser camuflado, que huía de todas las miradas pero solo fue un destello que desapareció entre las profundidades esmeraldas. No apartó sus orbes de los otros azules mientre la piel de su rostro comenzaba a cerrarse, notando el cosquilleo de la magía, del poder que otro ejercía sobre su cuerpo. Luego el hombro, las luciérnagas alzaron el vuelo, ligeras y frágiles, acariciando los dedos de Sean mientras este los deslizaba sobre el tajo para que cesara la hemorragia y la piel recuperar su tersura. Aren ladeó el rostro, elegante, casi con el gesto de un ciervo, observando como de nuevo, aquella palma caliente se posaba en el torneado muslos para terminar con la última herida, la más profunda y Aren escrutó su rostro, notando el agotamiento, el parpadeo de su aura.

Lo vio retroceder, buscando asiento en aquel árbol, recostarse contra él, lo miró en silencio mientras la pantera hablaba con aquella voz grave y calmada, dando ahora su nombre, un nombre humano, en el fondo, para Aren, continuaba siendo aquella criatura poderosa, de pelaje negro, brillante y poderosos músculos. Cuando pronunció su nombre, sonrió...¡ah, que hábil! lo dedució en cuanto cambió de forma, supo encontrar el nombre que se adecuaba a él, le encantaba la sutileza y la inteligencia, combinada con una enorme fuerza. Pero extrañamente, en esos justo momentos, no le apetecía hablar.

Se puso en pie, despacio-¿Qué importa lo que hiciera o dejaron de hacer, Sean? Eso es pasado, crees que si te doy explicaciones quizás puedas disculpar así mis acciones o que puedas comprenderlo.-se fue aproximando, sus pasos leventaron un susurro en la hierba, las puntas de las hojas acariciaban sus muslos morenos, algunas de las luciérganas aun lo seguían y aleteaban delante de él, alumbrando sus ojos verdes.-Piensa mejor que soy un hombre egoista y caprichoso, que tengo más amor por todo lo que crece que por los seres de dos patas aunque yo sea uno de ellos.-se arrodilló delante de él, notando su cansancio, los dedos de Aren tocaron la tierra y un pequeño matorral con fresas que comenzaron a madurar, brotó de ella, luego tocó otro punto y brotaron unas parras que comenzaron a dar como frutos unas grandes y dulces uvas negras.

Recolectó los frutos y acercó una de las fresas a los labios de Sean, rozándolos con ella-No hablemos del bien o del mal, eso se lo dejo a los erudito y ángeles..-le sonrió-mejor hablemos de por qué no eres una pantera para siempre-lo escrutó-pero no puedes, ¿verdad? el peso de la responsabilidad curva tus hombros, Sean. Te haré una oferta por curar mis heridas, una noche, una noche completa con tu verdadera forma, una noche bajo la luna. Y puedes reclamarlo cuando quieras. ¿No te gustaría?

Esperó que aceptara la fresa, los insecto ahora volaban en toro a ellos en un calidoscopio luminoso-¿es dulce?-le ofreció otra.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 5:45 am

Esquivo como los felinos, eludia sus responsabilidades y le quitaba importancia a sus actos. Se auto tituló como lo que Sean habria pensado de él al principio, egolatra y caprichoso, cuando en realidad habia mucho mas tras esos ojos verdes. Tendría la mente cerrada a cal y canto, seguro, aunque Sean no habia entrado en ella si no fuera por algo realmente necesario. Detestaba invadir la mente ajena, le parecia una falta de gentileza y una absoluta violación a la persona. Entendió que era de ese tipo de personas que guardaban sus verdades mas intimas en la carcel de su alma, camuflando su rostro con afiladas palabras y sonrisas desenfadadas. Sean no lo culparia por ello, todos teniamos derecho a subyugar nuestros fantasmas pasados y aparentar ser mejores o peores personas.

De nuevo obró la magia de la vida en en mitad del verdor, acelerando el natural proceso de los arbustos frutales que proporcionaban generosos y dulces frutos. Tenia un poder asombroso y en el fondo sus intenciones las entendia como nobles, un naturalista solo podia desear lo mejor para el planeta tierra y veria a los humanos como malas hierbas que debian ser arrancadas. Sin embargo Sean consideraba muy extremista esa opcion, el pensaba y piensa que todo puede vivir en armonia, colaborando tanto el mundo vegetal, como el humano sin destruirse el uno al otro.

Le hubiese gustado discutir con el sobre el asunto, pero aquel hombre no tenia animos de charlar y su mente y cuerpo se encontraban cansados. Apoyó las manos y se inclino un poco hacia atras, dejando que sus brazos cargaran el peso de su espalda y cabeza.
Percibió aquel sabor agridulce de la fresca fres, rozar sus labios. Su atrevimiento podia ser catalogado como el de un amante que cuidaba a su pareja con infima dulzura y le hizo fruncir el ceño. Valiente atrevido...Sean no iba a rechazar esa fresa, uno de los frutos que mas le agradaban por su sabor entre ácido y dulce.

La atrapó mientras sus ojos taladraban los contrarios y masticó aquel rojo fruto, engullendolo finalmente. No solian acercarse a él con tanta familiaridad, no al menos sin conocerse mas. O le tenian mucho respeto, o su caballerosidad y gentileza lo hacia mas bien distante. Por supuesto con los demonios, no existia la caballerosidad, la gentileza o la educación. Mucho menos "las palabras bonitas".

-Deduzco por tus palabras que usted no es un erudito.- comentó esbozando una ligera sonrisa. Podía ser ácido cuando se lo proponia, ser menos bueno, menos ángel. Asintió.
-El sabor es el correcto- añadió y pensó sobre la oferta que le lanzaba -Su oferta es tentadora...muy tentadora...- cerró los ojos. Una noche siendo pantera, vagueando con la mirada fija en la luna, admirando las estrellas, correr sin rumbo alguno por el simple capricho de perseguir un tierno conejo, aunque no llegara a cazarlo al final. Si, esa libertad que habia saboreado minutos antes.

-Permitame.- alargó la mano y tomó un pequeño racimo de uvas e inclinando el cuello como lo haria un emperador romano recostado en un diván, atrapó la primera uva, gruesa y redonda con los labios, engullendola posteriormente. El dulzor fue mas pronunciado en la uva que en la fresa, aunque igualmente le agradó.
-Aceptare esa mágica noche que me ofrece....si me habla de usted.- entonó gravemente mirando al hechicero, mas que su propio deseo de ser nuevamente una pantera, supo que aquel hombre lo deseaba mas incluso que el mismo.
-Puede ser todo lo extensible que usted requiera.- añadió finalmente sonriendo gentilmente.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 7:06 am

Cuando Sean calificó el sabo de la fresa como "correcta", Aren apretó ligeramente sus labios y luego los abrió para emitir una risa que no pudo contener, una risa vibrante y alta, las notas que en ella se salpicaban parecían chispear en el aire, burbujeando en su moreno pecho, le sonó tan terriblemente inglés que le recordó a aquel vampiro que conoció en las selvas de Brasil, se encontraron, por pura casualida en uno de aquellos templos perdido de los cuales nadie conocía su existencia. ¿Recordaba su nombre?, comenzaba por d...¿Daniel? ¿Darem?...no, era nombre de un ángel, sí, David. Fue tan terriblemente formal, tan educado en aquel lugar perdido de mano de Dios que Aren no pudo evitar hacerle preguntas incómodas una tras otra solo para ver como se las arreglaba para esquivar con su compostura británica.

-No serás inglés, ¿verdad?, tienes la justa formalidad para parecer tan seco como un hombre de cien años y aparentar menos-le devolvía el golpe, no olvidaba su alusión a que no sería un erudito. Al parecer, Sean, tenía una lengua sarcástica y afilada pero solo cuando le tiraba de ella. Y usaba su amabilidad, su cortesía para mantener las distancias y cuando sobrepasabas esa frontera que marcaba en torno suyo, se comportaba de forma incómoda, parecía que nadie se atreviera a entrar en su mundo con descaro, lograr transtonar aquella tranquilidad. Y Aren se preguntaba si bajo aquella capa de hielo habría lava..¿un volcán dormido?

Alargó sus dedos y cogió las uvas, se sentó y unas ramas emergieron de la tierra para acomodar su cuerpo con suavidad, cubriéndose de un musgo verde. Aren arrancó una de las uvas y masticó, pensando en sus palabras...¿para qué quería saber de él? ¿acaso era para conocer sus debilidades? ¿contarle sus penas como un mocoso de 16 años? ¿o era genuina curiosidad? Estrechó sus verdes ojos, cavilando en ese corto espacio de tiempo mientras el jugo de la fruta se deslizaba por su garganta.

-Verás, soy egoísta pero tampoco me gusta dar monólogos interminables que puedan parar tu corazó de pura emoción o de tedio-sus dedos morenos apresaron otra fresa-así que esto será doble, intercambio equivalente, dar y tomar..-su volvió se tornó algo espesa en ese punto-Yo contaré cosas sobre mi y a cambio quiero cosas sobre ti, Sean.

Se acomodó en su asiento vegetal, sin darle importancia a su desnudez a pesar de que ahora hacía más fresco, posó sus manos sobre la madera, acariciando la veta que latí bajo sus dedos, la savia que circulaba en la madera vira, maravillosa-Nací en Egipto hace aproximadamente 3000 años, una año arriba un año abajo, ¿que más da? Mi padre era mago en la corte del faraón, como viene siendo costumbre en nuestra familia, los varones solo escogen cuando la magia elige, a veces solo es una noche de pasión que da su fruto y otra una enlace. Mi madre se llamaba Nerfetiti y era una noble, mi padre pidió su mano como mandaba las costumbres en aquellos tiempos. ¿Qué decir de mi infancia? me acostumbré a correr desnudo con mis amigos a orilla del Nilo, nadar en las zonas de corriente donde no están los cocodrilos, a recolectar papiro, a jugar a las runas, a ir a cazar escorpiones de noche cuando salen de sus agujeros, tocar algun instrumento y darme mis primeros besos con otro chico detrás del templo de Ra.-se rió-Mi madre me descubrió, tenía diez años y me azotó con la vara por descarado.

Se interrumpió y cogió mas uvas-tu turno, cuéntame cosas que recuerdes de tu infancia porque doy por hecho que sí fuiste niño.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 21, 2012 8:14 am

Sean poseia en su mente una biblioteca de vida. A lo largo de los años habia coleccionado en su cabeza historias de seres con los cuales habia cruzado, algunos de los cuales habia mantenido contacto posteriormente y otros tantos los cuales no habia vuelto a ver. Recordaba cada detalle, incluso era capaz de recordar y reproducir los aromas de esas personas, sus imagenes. Muchos ya muertos, algunos que aun seguian vagando. Relatos crueles, conmovedores... y a cambió él habia sido una especie de confesor. Todo ser necesitaba que le escuchasen, narrar esas historias les concedia esa importancia que muchos buscaban. Por parte del híbrido, sentia curiosidad. Una hambrienta curiosidad por conocer a la persona, su desgracias y alegrias.

Por ello cuando Aren hizo aquella alusión a su forma de ser, gentil y correcta incluso hasta rayar lo obsesivo Sean se limitó a reir por lo bajo y a responder con una liviana afirmación -La educacion no entiende de edades pero admito que conmigo dió usted en el clavo.- . No tenia cien años, tenia muchos más, pero su apariencia seria la de un eterno hombre de 27 o 28 años, al menos hasta que el lo decidiera. Podia dejar que la vejez siguiera su flujo natural y quizas lo hiciera cuando la paz estabilizara el orden mundial, cuando los seres humanos pudieran vivir sin miedo a la muerte y a la represión.

La madre naturaleza mimaba a Aren, acomodando ese cuerpo entre sus delicadas ramas entretejidas y cubriendo con su verde frondor las intimidades del joven hombre. Le recordó una obra que poseia en donde estaban plasmados el primero hombre y la primera mujer que moraron la tierra. Adan se encontraba descansando, similar a la postura del joven Aren. Y bajo su cabeza estaba un leon somnoliento , tanto o mas como él. Las hojas de parra cubrian sus partes pudendas de forma natural y tanto asi ocurria con ella, solo que Eva estaba de pie, con los ojos absorvidos por un color rojo y llamativo. El de la fruta prohibida. Sus labios entreabiertos, anhelantes daban la impresion de que jadeaba de deseo. El fruto rojo colgando de la rama y la serpiente deslizandose sinuosa por esta, aparentando ser un noble animal, como tantos otros. Sin duda era una de sus pinturas favoritas, como estas, tenia cantidades, de autores no tan reconocidos pero sin duda artistas.

Sacandolo de su ensoñación su celeste mirada volvió a la verdosa del hechicero quien le proponia lo siguiente. -Intercambio equivalente. Uno de los tantos principios de la magia.- asiente sin perder la sonrisa -Lo veo justo.- y se acomoda expectante, disfrutando de unas cuantas uvas mientras escuchaba al joven.

Su mente imaginativa presentó el escenario, asi como un Aren mas aniñado, pero con esos rasgos salvajes. Imaginó las piramides, las dunas del desierto, los suntuosos palacios decorados con exquisitos jeroglíficos, en definitiva, la vida en aquellos tiempos. Por su parte, el habia estado mas presente en China, descubriendo a la par que ellos esos avances de mentes tan suspicaces. Pero tambien habria visitado Egipto y se habia enamorado de la arquitectura, de esos "ahora" falsos dioses y de las costumbres de sus gentes. Su relato le pareció cuanto menos encantador. Habia tenido una infancia feliz, siendo un niño por completo.

-¿La gran reina de Egipto fue tu madre?.- preguntó aunque las evidencias afirmaban tales palabras. Pese a todo Egipto era una gran desconocida para Sean, mas habia estudiado los escritos que dejaron, los testimonios que guardaban los historiadores generación tras generación. No habia datos de Nefertiti despues del decimocuarto año del reinado de su marido. Le resultó violento hablar sobre esas dudas que desconocia, hablaba de su madre, no de la reina y puesto que Aren le pidió que hablara de su infancia, dejó las uvas a un lado y cerro los ojos unos segundos.

-Naci en Mesopotamía, hace unos 5300 años aproximadamente...como usted dice, año arriba, año abajo..- sonrió breve y abrió sus ojos celestes, mirandolo ahora -Mi madre, un angel segun descubrí posteriormente murió al darme a luz y de no haber sido por la herencia que me dejaron sus genes, asi como los de mi padre, habria muerto como un niño mas en aquella epoca. La natalidad era tan alta como la mortandad de los infantes. Me crié solo, como un niño salvaje, alimentandome de lo que pillaba, peleandome con otros niños. Era un niño salvaje y poco consciente de mis poderes, como de mi mismo. No era el unico por supuesto, aunque la ciudad era rica, suele ocurrir que la riqueza la prueban unos pocos. La avaricia del hombre nació junto con él, le es inherente.- detuvo sus palabras, sentia que se desviaba del tema asi que volvió a centrarse, cerró los ojos y rememoro esa niñez aunque algunos pasajes estaban desdibujados o borrados. Curioso, podia retener mil historias pero la suya propia le era dificil mantenerla intacta.

-A los 11 años decidí marcharme de allí para ir al sur de dichas tierras, a mis oidos habia llegado que la riqueza dle oro fluctuaba por alli. Para ello debia atravesar un desierto y sin pensarlo demasiado vague por el durante 20 días. Fue una experiencia extremadamente dura, aun era joven para valerme por mi mismo, pero tenia la tenacidad y cabezoneria como para intentarlo. Desfallecí del cansancio y creí morir, hasta que un buen hombre me acogió. Este hombre me habló con franqueza, jamás nadie se habia atrevido a tratarme como la persona que era, pese a mi excasa edad. Encontré en el la figura paternal que necesitaba y dejé mis empeños en cubrirme de oro para aprender el oficio de la agricultura y la orfebrería.- finalizó soltando un largo suspiro.

-Hableme de su madre...hableme de su adolescencia.- pidió con franqueza recuperando esos recuerdos que habia revivido con sus palabras, para guardarlos nuevamente en el interior de su memoria.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 21, 2012 8:56 am

Aren tenía el rostro ladeado, sus ojos verdes estaban posado en el baila que ejecutaban las luciérnagas sobre el agua, aquella caótica danza de hipnotica belleza, la misma que siempre se repetía a lo largo de todos los tiempos pero distinta a cada momento. ¿No era maravilloso que unas criaturas tan simples pudieran hacer algo así sin ser consciente de ello? Pero el hechicero no estaba distraído, ni mucho menos, escuchaba cada una de las palabras de aquel hombre, sus ojos relucieron cuando le reveló que su madre era de naturaleza celestial, de ahí provenía aquel inmenso poder que parecía manar de todo su musculoso cuerpo pero sentía que no era la explicación pausible a aquella agresivad ardiente cuando estuvo transformado en pantera y hundió sus colmillos en uno de sus hombros, había algo mas.

Aren volvió poco a poco la cabeza hacia él, sus dedos acariciaron las vetas de la madera, sentía el latido de la savia que se coordinaba con los propios latidos de su corazón. Mesopotamia, mucho más antiguo que él, en su mente se dibujo a un niño salvaje, medio desnudo, territorial como un lobo y audaz como un gato, luchando por sobrevivir, al contrario que él, Sean parecía haber tenido una infancia realmente dura, quizás no fuera más que una bestia hasta que aquel hombre lo recogió, si era cierto lo que decía no fue consciente de si mismo hasta ese momento, solo era consciente de satisfacer sus necesidades más básicas.

Y el nombre, Sean le parecía demasiado moderno, no parecía un nombre mesopotámico ni mucho menos pero seguramente lo eligió en algun punto de su historia, de su vida, al contrario que él que renunciando a ciertas parte de si mismo, conservaba su nombre. Cuando le hizo aquellas preguntas, cuando mencionó a su madre, algo ocurrió en los ojos de Aren, se aclararon visiblemente hasta ser de un ver muy claro, la sorpresa lo había hecho súbitamente vulnerable.

-Mi madre..-su voz pareció tornarse lejana-Nefertiti nunca fue fiel a su esposo en favor de mi padre, fue prometida desde que nació como era la costumbre...-se estaba dejando arrastrar por los recuerdos sin darse cuenta de ello, del peligro que entrañaba bajar las defensas-pero ella era demasiado inteligente, demasiado curiosa para conformarse con un hombre que la tratara como una mera muñeca y se dedicara a estar con sus concubinas. Mi madre se fijó pronto en mi padre, se veían en secreto siendo ella reina y mi padre mago en la corte..oh si, habian magos en aquellos tiempos, no teníamos que escondernos de nadie. Lo que recuerdo de ella era su hermosura, su voz y la forma de tocarme. Sabía dominarme..-un suspiro de profundo anhelo manó de su pecho-sabía que tarde o temprano cedería ante ella. Me mantuvo en secreto, después de todo era un hijo fuera del matrimonio aunque llegado cierto punto..comenzó a pensar en fugarse como mi padre. Ella lo ama...-de repente sus ojos se oscurieron y alarmado los volvió hacia aquel hombre, hacia aquel desconocido al cual le estaba revelando tantas cosas íntimas de su alma, se puso en pie con brusqueda, desconcertado, furioso-tú....-susurró con rabia, dando un paso atrás.

¿Cómo podía ser tan estúpido? confesando aquel tipo de cosas que hacia siglos que no revelaba, a excepcion de sus parejas, de sus esposos.

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Mensaje por Invitado Miér Mar 21, 2012 9:27 am

Como tantas cosas de su pasado que se habia desvanecido, su nombre, el verdadero, el que ese hombre que le habia cuidado le habia otorgado, se habia perdido. No lo recordaba, era imposible. Se habia nombrado con muchos otros nombres, de acorde con las diferentes epocas. Sean habia sido el ultimo y esperaba que asi fuera de ahora en adelante.

El híbrido no pensó que le respondiera...es mas, imaginó que saldria por la tangente, que le preguntaria algo o que evaderia el tema con la habilidad de un buen charlatán.
Pero sus palabras fluyeron con tremulidad. Hablaba con el corazón y por primera vez Sean estaba viendo realmente a la persona que era, no ese principe de la diosa Gea, vanidoso, egoista y caprichoso. Estaba viendo su alma, simple y llanamente. Como una flor que se abre, hablaba de su madre con la mirada perdida en los añorados recuerdos. A Sean le resulto hermoso y a la vez triste. La recordaba con fervor, quizas estuviera recordando incluso el tacto calido de su mano contra su propia mejilla. Aren era un hombre afortunado, podia guardar esos recuerdos, revivirlos siempre que lo deseara. En cambio Sean no podia añorar nada, pues no se puede recordar lo que no se conoce. Pocas mujeres le habian dado un cariño puro y sin interes alguno. Esos abrazos maternales, cariñosos y simples, le eran desconocidos.

Si antes se habia abierto como una flor mostrando la parte mas bondadosa de su alma, ahora se cerraba cual planta carnivora, gruñendo y rugiendo. Reclamando y jadeando. Sean lo miró sorprendido por dicha reacción y posteriormente la fue asimilando. Demasiado para unas cuantas horas. Se encontraba ante un hombre profundamente receloso de su intimidad.

-Lamento haber promovido esos tristes recuerdos...soy consciente de que usted no confia en absoluto en mi, pero creame cuando le digo que no intentare usar esas memorias para perjudicarle en lo mas minimo.- se levantó también, quedando a la altura o quizas un poco mas alto que él -Aun asi...agradezco que me haya hablado de su madre, me hubiese encantado conocerla.-. Sí...debio ser extraordinaria, pensó Sean. -Muchos años atrás, habria dado todo mi poder y longevidad por haber disfrutado de un abrazo maternal, una cancion de cuna o una dura reprimenda.- refuto con serenidad y ligera congoja. Ladeó su cuerpo dirigiendo la mirada hacia la lejana civilización. Su mirada anodina se fijó en los altos edificios de la ciudad de Verona.

Entendió que Aren deseaba estar solo, quizas lo mejor seria retirarse, seguir con su viaje, después de todo las personas como él se movian a gusto en su soledad. Sean también seria un eterno solitario, viajante infinito bajo el manto de estrellas de una fria noche o sobre los rayos del ardiente sol.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 21, 2012 9:58 am

Aren se había quedado paralizado, quizás aquellos recuerdos sobre su madre, que emergieron a la superficie cuando comenzó a hablar sobre ella, lo volvieron a hacerle sentir humano y cuando se sentia humano, se sentía inmensamente pequeño. Inmensamente vulnerable en aquel mundo lleno de oscuridad, de demonios, de tantas y tantas cosas que se le escapaban de los dedos, a veces creía que era mejor hundirse, dejar que aquella morena carne se pudriera, entregarse finalmente a la tierra y a la diosa. Le costaba centrarse, su mente se dispersaba en miles de fragmentos, su temperamento variaba como una brisa de verano, de caliente a frío y no tenía ancla alguna. Y cuando aquel hombre logró que se aferrara justo a aquel momento en concreto, sintió un oscuro temor...al sentirse más mortal que nunca en varios siglos.

Pero Sean lo tocó para disculparse, quizás habría sido lo mejor porque lo habría retenido en aquel momento, logrando abrir de nuevo las mandíbulas de la planta carnívora, logrando que sus defensas no se alzaran tan deprisa y colsarse por uno de los huecos abiertos sin percatarse de ello. En cambio giró la cabeza para mirar la ciudad y Aren siguió la mirada de sus ojos, sus orbes de color esmeralda de enfriaron súbitamente, recordando lo que aconteció hace unas horas.

-Aun te preocupas por ellos, gastas energías en ellos, no merecen la pena...ni uno..-la voz de Aren se tornaba espesa, las enredaderas emergieron del suelo, comenzando a cubrir su cuerpo.-Disculpas aceptadas, señor Sean.-uso su misma formalidad, la que usaba aquel hombre para mantener a todos fuera de su círculo de intimidad-no termine mi historia, por supuesto, fui afortunado en algunos aspecto pero no en otros..-la hierba comenzó a moverse en torno a ellos como si fuera un gran mar, susurrante. Pero de repente, dentro de aquel caracter voluble una sonrisa de dibujó en sus labios-yo podría darte duras reprimendas y más...

Aren como un gato, se erizaba, arañaba, bufaba pero a los dos segundos parecia calmado, mimoso y cercano. Alargó la mano y las enredaderas rodearon la cintura de Sean, atrayéndolo hacia él.-¿Siempre eres tan formal en todo? entonces tendré que esperar a otro encuentro..-una flor violeta floreció cerca del rostro de Sean, la tomó entre sus dedos y le acaricó los labios con los pétalos para después colarla entre sus cabellos, separándose.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 21, 2012 10:38 am

De pronto la vulnerabilidad del hechicero habia pasado a él. A diferencia de Aren, podia guardar las apariencias. Todo estaria bien si su exterior se mantenia firme. En todas aquellas historias la figura de la madre era la mas querida, anhelada por todos y cada uno de sus confesores...y a veces le ardia la sangre de pura envidia, a veces deseaba perder la racionalidad para afirmar con sus manos el cuello ajeno. Todos esos pensamientos eran pura ponzoña, mas corrosiva que cualquier otro tipo de veneno.

-Esa es tu opinión, no la mia.- su voz se tornó dura. Habia suprimido el "usted" de la frase cuando ahora Aren era quien lo estaba usando con, al parecer, ironia pura. Inspiró despacio y esclareció su mente, debia deshacerse de esos pensamientos rapido, con efectividad. Movió su cuello a un lado y hacia otro provocando que sus huesos crujieran y giro el rostro para clavar su intensa mirada en la contraria -No me siento comodo con ese comentario.- añadió con el ceño medianamente fruncido, Sean sintió molestia al escuchar como Aren usaba ese anhelo intimo para darle un toque perverso, ¿A caso seria una forma de venganza por haber visto mas de lo que deseaba mostrar?.

Volvió a fruncir el ceño, ahora confuso, movido por la naturaleza y cercania hacia el otro ser. Resulto ser tan caprichoso que cambiaba de parecer y de sentir cada minuto. Eso desconcertaba al híbrido, pero no por mucho tiempo. Aren habia vuelto al origen, buscando su distracción para hacerle olvidar que habia visto su alma mas pura y su amor mas ferviente. Sean no era ningun idiota. Esbozo una sonrisa ladina -Eso no es del todo cierto- mantuvo la distancia excasa con el rostro ajeno, un brillo de imprudencia destello en su mirada y lo habria besado de no ser por lo que sus oidos captaron.

Un, dos, tres..
Tres segundos después aquel paisaje que las manos del hechicero habian creado, estalló en llamas, pero su reacción habia sido lo suficientemente rapida como para evitar que ambos salieran calcinados. Habia tomado a Aren en brazos y usado la velocidad para alejarse de allí, mas no dudaba de que quienes fueran los que habian iniciado el ataque, volverian a por ellos.

-Todo acto conlleva una represalia.- siseó en un susurro a Aren, afilando la mirada contra las extensas cortinas de humo, entre ellas vislumbró al enemigo. Verona era una gran ciudad, desgraciadamente habia sido salpicada por una de las mafias mas sangrientas y demoniacas que dirigian toda Italia desde sus tronos de reyes. Como le habia pasado a Sean, esos seres no habian sido afectados por el hechizo del hechicero y no se lo habian tomado tan bien como él. Dejó a Aren en el suelo y se retiró la chaqueta, dejandola en el suelo. No emplearia palabras con esos seres, tan solo emplearia una cosa..su fiel espada.

Invocó a rebellion quien se formo entre ambas manos, orgullosa, lacerante y reluciente como el diamante. Naturalmente esperaria a que los demonios atacasen primero, pues incluso ahí, era un caballero.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 21, 2012 11:14 am

Aren sintió en dolor de toda la vida vegetal antes de que aquello ardiera en llamas, una sacudida de agonía sacudió todo su cuerpo, haciendo temblar sus huesos, pudo sentir como moría cada una de aquellas criaturas, cada célula que estalló de dolor, jadeó y su piel morena palideció por el tormento pero justo en ese momento Sean lo cogió en brazos, elevándose en el aire a gran velocidad. Aren giró la cabeza y vio como las hermosas luciérnagas se convertían en copos de carbón que caían humeando al agua. Demonios, era un ataque de demonios, al parecer, habitaban en aquellas ciudad, su hechizo debió tocarle muchísimo los cojones, Aren lo sabía y ahora deseaban ajustarle las cuentas al atrevido hechicero.

Ladeó el rostro cuando escuchó las palabras de amonestación de Sean, frunció el ceño, así que consideraba que un ataque de demonios era un justo castigo por haberse atrevido a hacerle aquello a la ciudad. Sean lo reñía como si fuer aun crío que precisara disciplina, incluso en un trance como aquel. Se posó en el suelo y depositó a Aren a un lado, éste observó la gran horde de demonios que se aproximaba, eran muchos, de todas las formas posibles aunque abundaba la forma humanoide con ciertos rasgos de insectos monstruosos. Ladeó el rostro cuando sintió la vorágine de energía que movía las misma moléculas del aire, Sean estaba solidificando una espada, era una extensión de su poder, un gran poder.

Aren se separó unos metros de el, necesitaba espacio para obrar su magía, estaba débil pero eso no lograría que se echara atrás, menos escapar, presentaría batalla a su manera, no dependía de nadie. Cerró los ojos y una luz verde lo envolvio, invocó primero un hechizo para reforzar su cuerpo, que era frágil a los ataques físicos, lo que parecía corteza comezó a cubrir todo su cuerpo, sus ojos se convirtieron en dos gemas verdes, parecía una figura de madera pulida y brillante. Se percató que Sean no iba a atacar, hasta para eso era educado, Aren creía que era forma por los dos y él no le debía nada a simples demonios.

-No esperes que tenga honor con demonios, Sean.-de repente todo su cuerpo volvió a destellar con la luz verde que se intensifico, un aroma a bosque se extendió incluso sobre el olor a azufre. Elsuelo que estaba a la derecha de la horda de los demonio, se agrietó de repente y de las grandes rajas en la tierra emergieron lo que parecían unas enormes plantas carnívoras, abrieron sus grandes bocas y para horror de los demonios se abalanzaron sobre ellos, cogiendo a varias en bocados, entre las fauces vegetales cubiertas de ácido de digestivo. Algo zumbó en el aire y rodeó a Aren, un enorme enjambre de abejas, una nube muy negra de cuerpo peludos y zumbantes. El hechicero señaló a lso demonios y las abejas se arrojaron contra ellos, cientos de miles de pequeños enemigos. Los gritos llenaron la noche, pero algunos de los demonios lanzaron grandes bolas de fuego para contratacar.
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Mensaje por Invitado Jue Mar 22, 2012 6:28 am

El hechicero no tenia tanta cortesia para aquellos hijos del infierno. Atacó sin pensarlo corroido por la ira al ver como su vegetación habia perecido bajo las llamas. Puede que aquel exterminio vegetal repercutiera directamente en su estado de animo, pues su mirada se volvió feroz como la de aquel leon. Observó de reojo como el otro endurecia su cuerpo de ese modo tan extraño y particular, dejando de parecer un ser humano, para convertirse en el Dios Pan. Sus palabras eran bien ciertas. No esperaba honor de esos demonios, pero para el híbrido una defensa era el mejor ataque. Asi que mientras el moreno desplegaba su poder sobre aquellos, atrapando con las plantas que surgieron de la misma tierra, a algunos de esos desalmados Sean permanecia imperturbable. El enemigo se acercaba, los que habian sorteado las gigantescas plantas y los que habian disipado las abejas con sus armas o bien con sus poderes igneos, dirigian su principal poder de ataque hacia Sean y a hacia Aren.

Los supervivientes dirigieron sus bocas abiertas hacia ambos y de las mismas surgieron las famosas llamas del averno a modo de llamaradas que dirigieron a ambos hombres. Sean alzó entonces la espada y la giró muy rapidamente. De la susodicha centelleaban relampagos, electricidad que concentraba la hoja de metal y dando lugar, junto al vortice de viento creado por la velocidad, a un pequeño huracan electrico que fue aumentado hasta que esas llamas lamieron y carbonizaron sus ropas.

Descargó el huracan contra ellas, contra los demonios que se vieron rapidamente arrastrados por el vendabal y desapareció del lado de Aren en cuestion de milisegundos.
Se podia ver en aquella densa espiral de aire, electricidad y tierra, fuertes destellos y chorros de sangre fluyendo de la misma a gran velocidad. Se escuchaban gritos y el sonido de una afilada hoja cortando carne, traspasando huesos. Cuando el huracan cesó, Sean descendió pisando la tierra con las ropas rasgadas, apenas hechas jirones sobre su cuerpo ensangrentado y los pedazos de aquellos seres cayendo como si llovieran del cielo.

Los demonios de tan bajo escalafón no tenian nada que hacer contra Sean, aun asi, sabia que estos eran meros perros enviados por una figura de mas alto rango. Los habian subestimado.

Caminó hacia Aren, el huracan afectaba a todos aquellos a los cuales engullia, por ello, su cuerpo se veia afectado por leves descargas electricas. Sentía los oidos entaponados, el fuerte viento lo habia dejado sordo asi que no pudo escuchar nada. Tampoco podia guiarse por su olfato, impregnado de sangre demoniaca, no era capaz de percibir nada mas. Y en cuanto a su vision...estaba fija en el hechicero. Asi que el híbrido solo pudo sentir la profunda y dolorosa puñalada de una hoja que le atravesó el abdomen desde atrás. Alzó ambas cejas sorprendido mientras la hoja dentada serraba la carne al ser retirada y abrió los labios para soltar un gruñido lacerante.

Acto seguido ladeó su cuerpo y moviendo la espada seccionó la cabeza del demonio que lo habia herido. El pobre diablo, triunfante al resultar su ataque efectivo, bajó la guardia. Hundió la espada en la tierra y se arrodilló apoyando el rostro en el mango de la misma, jadeando.
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Mensaje por Invitado Jue Mar 22, 2012 6:58 am

Aren tuvo que echar raíces para no ser arrastrado por aquel huracán y no se trataba de una mera forma de hablar, de aquella coraza de madera que era su segunda piel para protegerlo de los ataques, la superficie se removió y sugieron primero las puntas para luego la totalidad de las raices que se estiraron, dotadas de vida propia y guiadas por la voluntad del hechicero, se enterraron en la tierra, sujetándolo, evitando que el poder que desató Sean se lo llevara a él también por los aires. Alzó la vista para verlo en acción, algo realmente impresionante, directamente estaba masacrando a aquellos demonios, haciéndolos pedazos, Aren percibía las vibraciones de su poder que estremecía la tierra, no parecía un hombre, sabía que no era humano, tenía más aspecto de dios. Sobre todo cuando se volvió hacia él con el su cuerpo apenas cubierto por algunos jirones de ropas, los poderosos músculos que ondulaban bajo la piel, Aren conectó sus ojos que ahora eran dos gemas verdes con los suyos, hipnotizado.

La coraza de madera se fue disolviendo, comenzado por el rostro de Aren, revelando su faz, su pecho y luego poco a poco todo su cuerpo, avanzó hacia Sean y estaba tan pendiente de él que no vio al demonio hasta que le hoja aserrada lo atravesó, Aren se quedó helado, sus pupilas se dilataron al ver como la sangre brotaba y la mirada de Sean de pura sorpresa, anodado. Aren corrió hacia él, en un impulso que le brotó de dentro, sin pararse a pensar en nada mientras Sean se giraba y acababa con su atacante de un solo tajo, la cabeza rodó por el suelo con un sonido hueco.

Aren se arrodilló a su lado y colocó su morena piel contra la herida, taponando como podía, frunciendo el ceño, Sean estaba débil, demasiada energía gastada y estaban demasiado expuestos, allí no podía ayudarlo, sobre todo si el que comandaba a esos demonios decidía presentar también batalla contra ellos-Aquí no puedo ayudarte, Sean, vas a tener que aguantar un poco..-Aren le rodeó la cintura, haciendo que Sean le rodeara los hombros con un brazo-Pesas..-sonrió, pero lo fue poniendo en pie y además aun tenía mas recursos.

Del suelo brotaron enredaderas que rodearon el cuerpo de Saen, acomodándolo, las gruesas hojas taponaron la herida para evitar que continuara perdiendo sangre, unas flores amarillas, se abrieron, exhalando un perfume narcótico-Es hora de que duermas un poco, habrá menos dolor..-las flores rodeaban a Sean, las manos de Aren sostuvieron su cabeza con delicadeza,observando como se iban cerrando sus ojos.-No te haré daño.-seguramente serían las últimas palabras que el híbrido escuchara antes de que perdiera totalmente la consciencia. Aren se quedó mirando su faz, sus dedos morenos tocaron la mejilla y luego la acarició despacio, entrecerrando sus verdes ojo, a veces se sorprendía a si mismo cuando hacía cosas así. Secuestraría a aquel hombre...digamos porque le debía algo aunque no sabía bien que era.

(CERRADO)
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