The Dark Hole.- Lalyam +18

Yo siempre me pierdo
Siempre estoy solo
A veces quiero volver a tomar esa mano que me fue extendida.

Había llegado hacia exactamente dos días a Los ángeles, no sabía porque venía aquí pero después de viajar tanto se había cansado por completo, extrañaba a Naamah; su señora. La única que le acompaño y la cual podía decir que era parte de su familia, se sentía realmente extraño en pensar esas cosas. Ojala pudiera encontrarla pronto.

Camino sin rumbo por las calles de esa ciudad, podía sentir el viento rosar sus piernas descubiertas. La mayoría del tiempo usaba aquellos trajes que dejaban esa parte de su anatomía libres, era lo único de si que le gustaba. A veces Lalyam se sentía muy enclenque, suspiro casi de manera teatral y a lo lejos cerca de una tienda diviso a alguien. Abrió grande esos azules y hermosos ojos del cual era poseedor ¿Podía ser? Se quedo quieto admirándola desde su lugar. Viéndose así, parecía un muñeco de tamaño de un ser humano olvidado en esa calle, no se atrevía acercarse aunque era lo que más deseaba en ese momento ¡Enserio que lo deseaba!.

Después de unos segundos pudo mover apenas sus labios, susurrando no, más bien gritando ese nombre que tenía, anhelando de que fuera su ama esa persona. Lo quería.

- ¡Naamah! -no reconoció su voz, se escucho tan emocionado, como sólo podía con ella y que en todo ese tiempo jamás se oyó de tal manera.

Te estoy llamando, te estoy llamando
En este momento, en este momento, con mi voz
Te estoy llamando, te estoy llamando
Tienes que ser tú...

Sus labio inferior tembló, veía como esa mujer se acercaba a una velocidad sorprendente y supo, lo supo. Era ella, Naamah... su ama. Sintió un estremecimiento en su pequeño cuerpo cuando acarició su rostro y le dijo tonto, era lo menos que merecía pero no le importaba se sentía tan feliz que solo correspondió el abrazo con fuerza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, sólo con ella se mostraba como era en verdad ese "niño" sensible, tierno. Sin esa mascara que creo por culpa de esa persona que le hizo daño.

Se separo apenas, muy a su pesar para verla mejor. La había extrañado tanto pero notaba cierta inquietud en su persona ¿Qué podía haberle pasado para estar en tal estado? Entrecerró sus ojos volviéndolos en dos finas ranuras de un azul cobalto para apreciarla mejor.

- También la extrañe ¿Qué ha pasado para que su tranquilidad este tan perturbada? Claro si aun después de estos tres años sigue confiando plenamente en su muñequito. -le acarició su brazo cariñosamente para calmarla un poco, que podía haber pasado... bueno en tres años muchas cosas podían pasar y él lo sabía muy bien, demasiado para su gusto.

Háblame más.
Hacedme ver que aun confías en mí
Es lo único que este gatito desea...

Dejo que esas manos limpiaran las lágrimas que sin saber como se habían deslizado de sus ojos para ir recorriendo sus pálidas mejillas hasta ahora ser recibidos por los dedos de Naamah los cuales lamió causándole un leve sonrojo en su rostro. Ella siempre provocando sensaciones diferentes en su persona.

- Entiendo ¿Lo ha vuelto ver eh? No me gusta verla así -negó en un movimiento suave y rostro sin alejarse de ella sintiendo como aun seguía tocándole las mejillas. Un beso que supo más a un roce fue el que sintió por parte de ella en sus belfos causándole una sonrisa.

Si que la había extrañado, entrelazo su mano con la ajena sintiendo ese beso en el torso de esta y se dejo gustoso. Como siempre, era como una especie de mimo o eso le decía su lado animal, su gatito interior.

- Claro me encantaría vamos a comer y así me cuenta todo lo que ha pasado. Ya sabe que aquí esta su gatito para escucharle y tranquilizarla -dejo que le siguiera tocando su mejilla y se puso a un lado para comenzar a caminar con ella. Naamah debía de guiarle porque hacia poco había llegado a esa ciudad tan grande y desconocida.

Estrecho sus ojos al oírla hablar de esa manera, si que estaba furiosa a de saber que cosas paso en su ausencia aunque ya tendría tiempo de contarle aquello en el restaurante. Caminaron por esas calles en silencio hasta que ella se hizo escuchar de nuevo. Lalyam la observo y sonrió asintiendo. Donde ella quisiera estaba todo bien.

- Ah esta bien, después iremos a conocer su nuevo hogar ¿Se esta quedando a vivir aquí siempre? o solo ¿De vez en cuando? -pregunto con algo de curiosidad. Siempre había visto que no tenía un lugar fijo aunque él pequeño demonio entendería que ella se estuviera quedando.

Siguieron caminando hasta que llegaron a ese lugar donde comerían, lo veía sencillo pero acogedor. Estaba acostumbrado a llevar una vida sencilla aunque sus trajes distaba que fuera así, pero era él y solo él quien se diseñaba la ropa y la creaba así que no gastaba mucho en ella, era divertido. Como un niño pequeño creaba todo su vestuario.

- Es un bonito lugar ¿Lo acaba de conocer mi señora? A muñequito le gusta -rió divertido y jugo con un mechón de su cabello mientras comenzaba hacer soniditos como los gatitos, el típico ronroneo a la vez que sus ojos se encontraban fulgurante de felicidad.

Sonrió suave y se adentraron al restaurante como si nada. Los llevaron hasta un lado de aquel lugar donde no había casi nadie. Era apartado para que nada ni nadie los molestara y estuvieran cómodos. Se sentó en silla que le correspondería y ella acomodo la suya para estar a su lado, ambos se pusieron a ojear el menú. No había mucho que se le antojara al menor, sentía la mano de ella tomando la suya y eso le hacia suspirar. Despego su vista del menú y recorrió el lugar de manera fugaz para después bajarla de nuevo, esperando a que ella escogiera algo.

- ¿Ya escogió algo que le gustara? Nada llama mi atención... supongo que pediré algo liviano no se o lo mismo que usted -su voz se escucho demasiado suave y es que no era alguien que comiera mucho.

Por eso era tan delgado, había veces que su contextura se veía tan pequeña que daba hasta pena verlo tan delgado pero no era más porque a veces llegaba a ser muy activo, andar de aquí para allá y todas esas cosas causaban su bajo peso. Aunque ahora se veía algo normal, tal vez porque había estado flojeando algunos días y más lo que se comía se acumulaba en su cuerpo. Odiaba a veces que eso fuera notorio. Debía Lalyam admitir que no se gustaba, se encontraba horrendo y más aun con esa fea cicatriz en su espalda de forma de rosa, que algunas personas le decían que lo viera por el lado positivo ya que no era fea pero para él era la cosa más asquerosa que pudiera a ver en este mundo.

- Mnh creo que viene ya el mesero para ver nuestros pedidos, mejor comeré lo mismo que usted mi señora -cerró el menú y vio como se acercaba a ellos la persona que los atendería.

Una pequeña mueca se formo en sus labios al escuchar que comería Naamah. Estaba seguro que no se podría comer todo eso, tal vez la cuarta parte de este o menos pero no quedaba de otra. Sonrió con las mejillas levemente sonrojadas y la miro por la caricia que deposito en su mejilla, ella le conocía bastante.

- Sabe que no será así pero de todas formas es mejor que las otras cosas que están ahí. Debo de parecer a esos humanos que tienes esas enfermedades alimenticias -cubrió un poco sus labios soltando una suave risa- ¿Cómo es una...? ¿Anorexia? Si esa cosa.

Rodó sus ojos y vio como el mesero dejaba una botella de vino y un refresco. Ese era para él, Lalyam no estaba muy acostumbrado a beber, podría tomar un poco lo más mínimo, lo demás debía de ser un refresco, agua o lo que sea. El mesero se fue por los pedidos y se quedaron así tomados de la mano mientras dejaba que la demonio jugara con sus dedos.

- ¿Dónde he estado? Bueno regrese a Japón unos meses y este ultimo tiempo estuve en Londres. Es un bonito lugar, me agrado bastante.

Escucho su risa y sonrió, sabiendo que todo eso era verdad y que aunque ella le dijera que le gustaba estando delgado, él no se gustaba así mismo y eso estaba mal, muy mal. Porque podía ser aquello que lo hundiría aun más de lo que estaba. Solo con ella sentía que estaba bien, ya que se había ganado parte de su cariño y ni decir que lo trataba muy bien.

Alzo una de sus cejas cuando habló sobre ese metamorfo ¿El día y la noche? Soltó una risa divertida por eso, ya se imaginaba a alguien demasiado bueno o algo por el estilo.

- ¿Un cambiaformas? ¿Y le ha tratado bien? Yo bueno, me gustaría decir que conocí gente y que me agrado pero ya sabe como soy. No soy de hablar mucho o que llamen mi atención.

Soltó un poco su mano de la ajena para abrir el refresco y verter su contenido en un vaso para tomar un poco de este. Estaba algo sediento.

Sus labios se torcieron en un gesto algo extraño cuando dijo la palabra gordito. Él cuando se transformaba era diferente, su apariencia era de un gatito casi bebé y muy delgado como era en realidad. Ya se imaginaba a ese otro gato todo blanco y grande por todos lados, eso no le agradaba mucho, esperaba que en humano fuera diferente.

- ya, bueno por lo menos se trataron bien. Me alegro que haya conocido a más personas, no me gusta verla sola y bueno si estas son de su agrado es aun mejor -dijo dejando el vaso en la mesa mientras sonreía ante el ultimo comentario, era divertido- mi señora usted exagera con lo de lindo por mi parte.

Y su lado de encontrarse feo salía otra vez. Era algo inevitable en su persona porque así se sentía después de todo esos sucesos cuando era más joven, suspiro pensando a que hora vendrían con la comida, aunque claro el no comía mucho pero eso no quitaba que le había comenzado a dar hambre.

Entrecerró los ojos y vio como venía el mismo hombre de antes con los pedidos los cuales dejo en la mesa. Observo los grandes platos y trago forzosamente, era demasiado.

El de cabellos plateados sabía que aquello le molestaba a Naamah pero es que no podía evitar considerarse algo horrible, nada merecedor de la palabra "lindo" y así sin más lo decía, sin miedo a que los demás le pudieran decir.

Suspiro, sabiendo que en cualquier momento vendría una reprimenda pero lo que vino primero fue uno de esos besos que provocaban un gran sonrojo en su bella faz. Los cuales hacia verlo tan pequeño y como alguien que no rompiera ningún plato, como alguien que era demasiado increíble creer que es un demonio, pero la realidad es que si lo era.

Al momento de separarse la demonio le dijo que comenzara a comer y asintió con cierto grado aun de vergüenza.

- Hai, hai esta bien lo que usted diga, uff comeré -tomo los cubiertos y procedió alimentarse, de manera lenta sin muchos ánimos.

Ella muchas veces se comportaba como una madre, le agradaba pero sinceramente comer no era algo que lo hiciera así que le costaba bastante pero lo hacía por ella. No podía dejarla sola, no otra vez. En esos momentos Naamah necesitaba de él.

Cuando le dijo eso sonrió sabiendo que sería pronto, solo llevaba un par de bocados y ya se sentía lleno, aunque comería un poco más por si acaso.

- Claro, eso hago ¿No ve? Igual ya me estoy llenando así que creo que comerá usted bastante -sonrió comenzando a jugar con sus delgadas y hermosas piernas, las balanceaba de manera distraída tomando el vaso con su refresco bebiendo un sorbo. Disfrutaba del buen sabor de este- Después de aquí ¿Donde iremos? Podemos pasear y así me enseña de mejor manera algunos lugares de esta ciudad.

Comía sin mucha gana, cuando llego mesero levaba poco menos que la mitad y se sintió agradecido cuando Naamah dijo que ya no le trajeran el segundo plato. Estaba demasiado consciente que no iba a poder comérselo, ya que este tampoco iba hacerlo entero. Suspiro al momento en que el hombre se largó y dejo los cubiertos en la mesa viendo a su ama cuando se decidió por responderle, sonrió y dejo que le quitara el plato.

- Está bien, bueno algo es algo ya otro día ¿Me mostrará esta ciudad? –dulcifico su voz al igual que sus ojos se mostraban más limpios y no tan apagados como comúnmente lo eran sintiendo la caricia en su mejilla- oh… ¿De lo suyo? –rió con suavidad mientras un leve tono rosa se instalaba en sus mejillas de porcelana- ya sabe que acepto sus castigos sin chistar... bueno con uno que otros sonidos, ya sabe -sonrió avergonzado tomando su vaso para beber del contenido.

Sonrió por lo que dijo, le gustaba que le dijera gatito. Era la única persona que dejaba que le llamara de esa forma, incluso que le mirada de aquella manera… si lo demás lo hicieran estaría abrumado e incómodo. No podía aceptar que le encontraran lindo ¡No podía! Negó con rapidez para sacarse esos pensamientos, no debía de pensar en esas cosas.

¿Los lugares que no puedo ir? Mmm espero que no sean muchos –susurro dejando que su barbilla fuera acariciada y le mirada de aquella forma como antaño, esa mirada le hacía sentir deseado y su baja autoestima subía un poco- ¿Atacarme? Haríamos un espectáculo digno aquí –soltó una carcajada con las mejillas rojizas y apoyo su cabeza en el hombro ajeno cerrando los ojos. Sin darse cuenta de nuevo de la presencia del camarero que le trajo el otro plato de comida a su ama.