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Greystone Manor -LIBRE
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Greystone Manor -LIBRE
Caminó elegantemente por el vestíbulo del local, repleto de personas moviéndose alrededor, bailando, riendo y coqueteando. Si le hubiesen preguntado diría que era el sitio más gramoroso y caro de Hollywood, pero no era por ello que estaba allí. Venía a divertirse, a "festejar" su llegada a la ciudad y oh, claro que festejaría.
El Greystone Manor era uno de los clubes más exclusivos de la ciudad. Solo gente hermosa, famosos y aquellos con poder adquisitivo podían ingresar. Ella poseía las cualidades, pero no le hizo falta pagar, solo convenció al portero de que debía dejarla entrar y él no se resistió.
Sonrió mientras observaba el lugar, sillones rojos , algunos espaciosos como para un grupo pequeño y otros mucho más íntimos con diminutas velas en el centro de cada mesa ambientado el lugar. Además de candelabros antiguos que colgaban del techo refulgiendo entre las luces. Más adelante las pistas de baile donde la gente se amontonaba y bailaba sin cesar toda la noche, revolviendo sus cuerpos entre sí y olvidándose del mundo. El lugar destilaba sexo y eso le encantaba.
Cerró los ojos un momento disfrutando del olor del lugar, se divertiría mucho en ese sitio.
El Greystone Manor era uno de los clubes más exclusivos de la ciudad. Solo gente hermosa, famosos y aquellos con poder adquisitivo podían ingresar. Ella poseía las cualidades, pero no le hizo falta pagar, solo convenció al portero de que debía dejarla entrar y él no se resistió.
Sonrió mientras observaba el lugar, sillones rojos , algunos espaciosos como para un grupo pequeño y otros mucho más íntimos con diminutas velas en el centro de cada mesa ambientado el lugar. Además de candelabros antiguos que colgaban del techo refulgiendo entre las luces. Más adelante las pistas de baile donde la gente se amontonaba y bailaba sin cesar toda la noche, revolviendo sus cuerpos entre sí y olvidándose del mundo. El lugar destilaba sexo y eso le encantaba.
Cerró los ojos un momento disfrutando del olor del lugar, se divertiría mucho en ese sitio.
- Spoiler:
- El club
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Uno de mis apartamentos estaba justo en el centro más poderoso de aquel infierno llamado Los Ángeles. Había despertado tras una gloriosa y salvaje fiesta, la cual llegó hasta más allá del medio día. Casi una decena de mujeres, y un par de chicos, aún quedaban tirados sobre mi enrome cama, tanto subidos sobre ella como en los pies arrojados sobre las alfombras persas, de más de cuatro metros de ancho y largo, la cual se encontraba frente a las vistas de la indomable y lujuriosa ciudad. Podía ver los altos rascacielos, las luces de neón de varios de mis clubs de ocio nocturno, uno más exclusivos que otros, pero en definitiva era como un Rey contemplando su amplio territorio.
-Marcharos.
Fue mi mandato, el cual cumplieron sin emitir ni una sola queja. Recogieron sus destrozadas prendas y se marcharon rumbo a la fría noche que les aguardaba en las noctámbulas calles. Yo sin embargo permanecí en la cama durante una larga hora, meditaba mis pasos a seguir tras adquirir varios negocios donde la droga y el desenfreno ahora corrían por mi parte. Mis distribuidores eran tan sibaritas como yo, poseían un alto poder que me complacía plenamente, así como sus productos más exclusivos y adictivos.
Decidí tomar una ducha e internarme en uno de los nuevos locales. En concreto iría directo al Greystone Manor para comprobar lo turbio del ambiente, saboreando al fin mi victoria sobre el antiguo dueño y sintiéndome lleno de vida gracias a las sombras de pecado que generaría.
Opté por un traje de lujo, una firma italiana me había hecho llegar varios a mi medida. Era algo informal, pero no dejaba de ser algo serio y muy elegante. Me gustaba sentirme envuelto por el poder que emanaban prendas como aquella. Todo, inclusive los complementos, eran negros y daban un toque especial a mi piel blanca la cual parecía de roca. Mis ojos verdes seguían mis movimientos frente al espejo de mi habitación, la cual aún estaba revuelta.
Nada más salir me choqué con una de las jóvenes sirvientas, la cual acorralé en una de las esquinas. Aún poseía las marcas de mis dientes y mis dedos en su cuello y en sus brazos, varias de aquellas mujeres eran empleadas mías. Todos sucumbían a mis deseos en cuanto mis ojos jugaban a dominar.
-Recoge todo, sobretodo airea la habitación apesta a prostíbulo.
Fueron las palabras más corteses que había escuchado de mis labios, puesto que mis órdenes solían ser gestos y no palabras. Dejaba la palabrería inútil para los verborréicos que a veces me acompañaban adulándome hasta extremos insospechados.
Dadas mis órdenes para el día, al resto del servicio, me dispuse a disfrutar del ambiente cargado de sexo, mentiras, drogas y sudor que había adquirido recientemente. Nada más llegar noté la presencia de varios demonios nuevos en la zona, aunque los conocía bien porque nada ni nadie escapaba de mis conocimientos. Era un líder nato en los infiernos, no sólo en la superficie. Conocía a todo aquel que caía maldito desde el cielo o simplemente aparecían sin más.
Uno de aquellos demonios rezumaba lujuria, sexo, placer y sobretodo estaba envuelto en unas curvas femeninas muy reconocibles. Sabía quienes eran, repito, todos y cada uno de mis “hermanos” y ella era una de las virtudes demoníacas que más me gustaban. La tentación que solía llamar a mi puerta sin necesidad de tenerla a ella presente.
-Veo que el ambiente te es familiar.
Susurré tras sus espaldas mientras chasqueaba los dedos para que uno de mis camareros aparecieran impacientes, era un demonio de rango menor y el encargado de mi local, al menos el encargado de todos los camareros que iban de aquí para allá.
-Whisky.
Indiqué nada más acercarse a mí, aunque manteniendo las distancias.
-Sí jefe.
Movió la cabeza nervioso, con la vista sobre sus zapatos y se movió hacia la barra para en un suspiro aproximarme la bebida en su charola. Tomé el vaso y sonreí a la princesa de la Lujuria.
-¿Qué hace el pecado llamando a mi puerta? ¿Es que me he portado demasiado bien y pretenden congraciarse conmigo? No sabía que mi más adorada tentación, a la cual aún no tenía el gusto de conocer en persona, se aproximaría hasta mi local esta noche.
Di un trago de mi bebida esperando su respuesta, si me quería acompañar la invitaría a una copa y le mostraría las instalaciones. Podría quizás colaborar conmigo y hacer que el antro diera mayores beneficios, no me importaba si todos acababan desquiciados hasta convertirse prácticamente en una noche inolvidable para todos.
-Marcharos.
Fue mi mandato, el cual cumplieron sin emitir ni una sola queja. Recogieron sus destrozadas prendas y se marcharon rumbo a la fría noche que les aguardaba en las noctámbulas calles. Yo sin embargo permanecí en la cama durante una larga hora, meditaba mis pasos a seguir tras adquirir varios negocios donde la droga y el desenfreno ahora corrían por mi parte. Mis distribuidores eran tan sibaritas como yo, poseían un alto poder que me complacía plenamente, así como sus productos más exclusivos y adictivos.
Decidí tomar una ducha e internarme en uno de los nuevos locales. En concreto iría directo al Greystone Manor para comprobar lo turbio del ambiente, saboreando al fin mi victoria sobre el antiguo dueño y sintiéndome lleno de vida gracias a las sombras de pecado que generaría.
Opté por un traje de lujo, una firma italiana me había hecho llegar varios a mi medida. Era algo informal, pero no dejaba de ser algo serio y muy elegante. Me gustaba sentirme envuelto por el poder que emanaban prendas como aquella. Todo, inclusive los complementos, eran negros y daban un toque especial a mi piel blanca la cual parecía de roca. Mis ojos verdes seguían mis movimientos frente al espejo de mi habitación, la cual aún estaba revuelta.
Nada más salir me choqué con una de las jóvenes sirvientas, la cual acorralé en una de las esquinas. Aún poseía las marcas de mis dientes y mis dedos en su cuello y en sus brazos, varias de aquellas mujeres eran empleadas mías. Todos sucumbían a mis deseos en cuanto mis ojos jugaban a dominar.
-Recoge todo, sobretodo airea la habitación apesta a prostíbulo.
Fueron las palabras más corteses que había escuchado de mis labios, puesto que mis órdenes solían ser gestos y no palabras. Dejaba la palabrería inútil para los verborréicos que a veces me acompañaban adulándome hasta extremos insospechados.
Dadas mis órdenes para el día, al resto del servicio, me dispuse a disfrutar del ambiente cargado de sexo, mentiras, drogas y sudor que había adquirido recientemente. Nada más llegar noté la presencia de varios demonios nuevos en la zona, aunque los conocía bien porque nada ni nadie escapaba de mis conocimientos. Era un líder nato en los infiernos, no sólo en la superficie. Conocía a todo aquel que caía maldito desde el cielo o simplemente aparecían sin más.
Uno de aquellos demonios rezumaba lujuria, sexo, placer y sobretodo estaba envuelto en unas curvas femeninas muy reconocibles. Sabía quienes eran, repito, todos y cada uno de mis “hermanos” y ella era una de las virtudes demoníacas que más me gustaban. La tentación que solía llamar a mi puerta sin necesidad de tenerla a ella presente.
-Veo que el ambiente te es familiar.
Susurré tras sus espaldas mientras chasqueaba los dedos para que uno de mis camareros aparecieran impacientes, era un demonio de rango menor y el encargado de mi local, al menos el encargado de todos los camareros que iban de aquí para allá.
-Whisky.
Indiqué nada más acercarse a mí, aunque manteniendo las distancias.
-Sí jefe.
Movió la cabeza nervioso, con la vista sobre sus zapatos y se movió hacia la barra para en un suspiro aproximarme la bebida en su charola. Tomé el vaso y sonreí a la princesa de la Lujuria.
-¿Qué hace el pecado llamando a mi puerta? ¿Es que me he portado demasiado bien y pretenden congraciarse conmigo? No sabía que mi más adorada tentación, a la cual aún no tenía el gusto de conocer en persona, se aproximaría hasta mi local esta noche.
Di un trago de mi bebida esperando su respuesta, si me quería acompañar la invitaría a una copa y le mostraría las instalaciones. Podría quizás colaborar conmigo y hacer que el antro diera mayores beneficios, no me importaba si todos acababan desquiciados hasta convertirse prácticamente en una noche inolvidable para todos.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Esa noche llevaba un vestido de seda negra, tan suave al tacto y liviano que parecía una segunda piel. Se ajustaba con suavidad sobre su torso y pecho y dejaba, en cambio, la espalda al descubierto mientras una suave cola de satín bajaba por sus piernas.
Contempló a los humanos a su alrededor, también habían otros tipos de seres. Qué interesante, pensó. Sintió la presencia de un ser poderoso a penas llegó, lo olía en el aire. Cerró los ojos llenando sus pulmones de la esencia, un demonio poderoso y él también la había notado.
"Veo que el ambiente te es familiar" la sola expresión hizo que sonriera y voltease a verlo. No era necesario que se presentara, nunca se habían visto, pero sabía reconocer a sus "hermanos" muy bien.
-El gran Presidente del infierno -susurró con voz aterciopelada mientras sonreía-. ¿No sientes como si ya nos conociéramos? -dijo inocentemente mientras lo observaba. Era magnífico e imponente, definitivamente su estadía en la ciudad sería grandiosa-. Sabes bien quién soy, pero puedes llamarme simplemente Angie.
Se lamió los labios y sonrió de nuevo.
-Me encanta este lugar. Sabía que debía venir -se acercó un poco más a él y susurró cerca de su oído-. Oh, claro que te has portado muy bien.
Contempló a los humanos a su alrededor, también habían otros tipos de seres. Qué interesante, pensó. Sintió la presencia de un ser poderoso a penas llegó, lo olía en el aire. Cerró los ojos llenando sus pulmones de la esencia, un demonio poderoso y él también la había notado.
"Veo que el ambiente te es familiar" la sola expresión hizo que sonriera y voltease a verlo. No era necesario que se presentara, nunca se habían visto, pero sabía reconocer a sus "hermanos" muy bien.
-El gran Presidente del infierno -susurró con voz aterciopelada mientras sonreía-. ¿No sientes como si ya nos conociéramos? -dijo inocentemente mientras lo observaba. Era magnífico e imponente, definitivamente su estadía en la ciudad sería grandiosa-. Sabes bien quién soy, pero puedes llamarme simplemente Angie.
Se lamió los labios y sonrió de nuevo.
-Me encanta este lugar. Sabía que debía venir -se acercó un poco más a él y susurró cerca de su oído-. Oh, claro que te has portado muy bien.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Su presencia era perturbadora para todos aquellos en mi lujoso ambiente de trabajo, un lugar donde para entrar se necesitaba invitación o reserva con antelación a seis meses. Era discreto, elegante y sobretodo se podía ser infiel sin que la prensa se enterara, algo muy importante para los famosos de moda. Todos los allí presentes disfrutaban de noches de alcohol, drogas, sexo y pactos con demonios tan poderosos como yo. Era una de mis mejores sedes, una puerta al infierno y al paraíso a la vez. Si bien, todos parecían dejarse llevar de una forma más frenética y sensual desde que había pisado el hall.
Mis ojos verdes brillaron al escuchar de sus labios que me había reconocido. Mi nombre sonaba en cada recóndito lugar del infierno, fueran ruinas o palacios donde el desenfreno causaba estragos en todos nosotros. Si bien, era mi presencia la cual me había delatado, la cual no me molesté en ocultar y menos ante ella. Sonreí maravillado por el movimiento de sus labios y su mirada excitante posada en mí, sin duda alguna podíamos hacer grandes planes.
-Oh, dulce Angie me provocas con tu sola presencia y tu perfume.
No sólo me provocaba, también me incitaba a desear desnudarla en ese mismo instante. Si bien, primero deseaba llegar a un acuerdo con ella y después podríamos celebrarlo. Sabía que con ella en mi local, fuera este o cualquiera de la ciudad, tendría mayor afluencia de público y mayor satisfacción para mis clientes, eso haría que ellos cayeran en tentaciones de manera más fácil y rápida.
-Tengo grandes negocios para ti, un plan maestro que acaba de venir a mi mente y que tal vez te interesaría tratar en privado conmigo junto a una botella de champaña fría.
Comenté ofreciéndole mi brazo para que lo tomara. La llevaría a mi despacho, aún más lujoso y confortable que cualquier privado que pudiera encontrarse en mi local. Estaba insonorizado, con una calefacción agradable para ambos, poseía una mesa de reuniones y mobiliario bastante lujoso, cómodo y sobretodo sobrio. Lo sobrio era elegante, sobretodo si era en cuero negro.
-Si me acompañas podré contarte con todo detalle lo que pretendo.
Mis ojos verdes brillaron al escuchar de sus labios que me había reconocido. Mi nombre sonaba en cada recóndito lugar del infierno, fueran ruinas o palacios donde el desenfreno causaba estragos en todos nosotros. Si bien, era mi presencia la cual me había delatado, la cual no me molesté en ocultar y menos ante ella. Sonreí maravillado por el movimiento de sus labios y su mirada excitante posada en mí, sin duda alguna podíamos hacer grandes planes.
-Oh, dulce Angie me provocas con tu sola presencia y tu perfume.
No sólo me provocaba, también me incitaba a desear desnudarla en ese mismo instante. Si bien, primero deseaba llegar a un acuerdo con ella y después podríamos celebrarlo. Sabía que con ella en mi local, fuera este o cualquiera de la ciudad, tendría mayor afluencia de público y mayor satisfacción para mis clientes, eso haría que ellos cayeran en tentaciones de manera más fácil y rápida.
-Tengo grandes negocios para ti, un plan maestro que acaba de venir a mi mente y que tal vez te interesaría tratar en privado conmigo junto a una botella de champaña fría.
Comenté ofreciéndole mi brazo para que lo tomara. La llevaría a mi despacho, aún más lujoso y confortable que cualquier privado que pudiera encontrarse en mi local. Estaba insonorizado, con una calefacción agradable para ambos, poseía una mesa de reuniones y mobiliario bastante lujoso, cómodo y sobretodo sobrio. Lo sobrio era elegante, sobretodo si era en cuero negro.
-Si me acompañas podré contarte con todo detalle lo que pretendo.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Había llegado al lugar indicado, Caim le había "simpatizado" desde que sus ojos se posaron sobre él. Esa sensual y elegante, digno de su rango y además ambos eran demonios, se entendían lo suficiente sin decir ni una palabra.
-Puedo hacer más que provocar -susurró sonriente y parpadeó con sus ojos turquesa brillando-. ¿Negocios? -dijo con curiosidad-. Me encantaría escuchar de qué se trata, especialmente si hay champaña fría de por medio.
Tomó su brazo con delicadeza dejando que su cuerpo se rozara con el suyo mientras caminaban. Al pasar por el centro de la pista de baile donde la gente se arremolinaba sonrió deleitada por el sonido de la música.
-¿Te importaría desviarte un poco por unos minutos? -murmuró cerca de su oído antes de alejarse un par de metros. Se volteó para observarlo y estiró un largo dedo para llamarlo, le estaba tentando a acercarse.
Sonrió y cerró los ojos, dejando que la música fluyera y vibrara en su cuerpo mientras sus caderas oscilaban siguiendo el sensual ritmo. Era como el sexo, fluía por sus venas. Subió una mano desde su muslo derecho recorriendo su costado y subiendo por su pecho hasta enredar los dedos en su cabello sin dejar de moverse.
-Puedo hacer más que provocar -susurró sonriente y parpadeó con sus ojos turquesa brillando-. ¿Negocios? -dijo con curiosidad-. Me encantaría escuchar de qué se trata, especialmente si hay champaña fría de por medio.
Tomó su brazo con delicadeza dejando que su cuerpo se rozara con el suyo mientras caminaban. Al pasar por el centro de la pista de baile donde la gente se arremolinaba sonrió deleitada por el sonido de la música.
-¿Te importaría desviarte un poco por unos minutos? -murmuró cerca de su oído antes de alejarse un par de metros. Se volteó para observarlo y estiró un largo dedo para llamarlo, le estaba tentando a acercarse.
Sonrió y cerró los ojos, dejando que la música fluyera y vibrara en su cuerpo mientras sus caderas oscilaban siguiendo el sensual ritmo. Era como el sexo, fluía por sus venas. Subió una mano desde su muslo derecho recorriendo su costado y subiendo por su pecho hasta enredar los dedos en su cabello sin dejar de moverse.
- Spoiler:
- La canción
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Aceptó mi invitación motivada por un próspero negocio, todos conocían que podía ser justo con aquellos de mi raza y rango que me proporcionaran sus poderes y a cambio yo les proporcionaría aquello que desearan, ya fueran humanos condenados o secretos que pudiera adquirir de seres de bajo rango. Podía ofrecerles incluso protección o mi ejercito en caso de rebelión contra su poder. Era generoso, pero cruel y déspota con los seres inferiores y quienes no cumplían mis tratos, o mis normas.
Se detuvo rogándome que hiciera un alto, no me importó lo más mínimo pararme unos segundos en la pista de baile. Aquellos humanos se rendían a los encantos de la música, la fascinación de un decorado lujoso pero no sobrecargado, y la buena compañía de mis hermanos los cuales les tentaba y les susurraba actos con los cuales caer a las llamaradas de nuestro hogar. El perfume del infierno en uno de sus portales, de sus centros más magníficos e idílicos, estaba presente en todos nosotros.
La música parecía vibrar en su cuerpo, como lo hacía con el resto, pero sus contoneos eran mucho más sensuales, lascivos y atrayentes que los de cualquier humana. Una de mis manos fue directa a su cintura provocando que su cuerpo se pegara a mí, sobretodo su desbordante busto. Sus pechos se rozaron apretándose contra la parte baja de mi torso. Era mucho más alto que ella, todo un coloso, y aunque sus tacones la hicieran más esbelta yo superaba los dos metros.
Algunos nos miraron con cierta envidia, fascinación e incluso cierta intriga. Los menos siguieron bailando como si no existiéramos y varios simplemente la contemplaban sin pudor alguno. Yo era el afortunado para muchos de aquellos hombres, para ellas era la “dulce” Angie la afortunada. Me incliné hacia ella apoyando mi ancha frente en la suya, mirándola con deseo y desenfreno propio sin caer más allá en la tentación de sus curvas girando, retorciéndose como una serpiente, frente a mí.
-Además de tentadora eres una magnífica bailarina, eres toda una caja de Pandora pequeña.
Mis labios se aproximaron a los suyos, para pronto dominarlos igual que su lengua. Era posesivo y entregado inclusive en besos simples que yo convertía en puro desenfeno, pero era un desenfreno lleno de elegancia e imponía respeto con ello. Sabía manejarme mejor que cualquier otro en el campo del placer, así como en las distancias cortas frente a un negocio tentador.
Se detuvo rogándome que hiciera un alto, no me importó lo más mínimo pararme unos segundos en la pista de baile. Aquellos humanos se rendían a los encantos de la música, la fascinación de un decorado lujoso pero no sobrecargado, y la buena compañía de mis hermanos los cuales les tentaba y les susurraba actos con los cuales caer a las llamaradas de nuestro hogar. El perfume del infierno en uno de sus portales, de sus centros más magníficos e idílicos, estaba presente en todos nosotros.
La música parecía vibrar en su cuerpo, como lo hacía con el resto, pero sus contoneos eran mucho más sensuales, lascivos y atrayentes que los de cualquier humana. Una de mis manos fue directa a su cintura provocando que su cuerpo se pegara a mí, sobretodo su desbordante busto. Sus pechos se rozaron apretándose contra la parte baja de mi torso. Era mucho más alto que ella, todo un coloso, y aunque sus tacones la hicieran más esbelta yo superaba los dos metros.
Algunos nos miraron con cierta envidia, fascinación e incluso cierta intriga. Los menos siguieron bailando como si no existiéramos y varios simplemente la contemplaban sin pudor alguno. Yo era el afortunado para muchos de aquellos hombres, para ellas era la “dulce” Angie la afortunada. Me incliné hacia ella apoyando mi ancha frente en la suya, mirándola con deseo y desenfreno propio sin caer más allá en la tentación de sus curvas girando, retorciéndose como una serpiente, frente a mí.
-Además de tentadora eres una magnífica bailarina, eres toda una caja de Pandora pequeña.
Mis labios se aproximaron a los suyos, para pronto dominarlos igual que su lengua. Era posesivo y entregado inclusive en besos simples que yo convertía en puro desenfeno, pero era un desenfreno lleno de elegancia e imponía respeto con ello. Sabía manejarme mejor que cualquier otro en el campo del placer, así como en las distancias cortas frente a un negocio tentador.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Abrió los ojos justo a tiempo para observar cómo Caim ponía una mano sobre su cintura y hacía que ambos se pegaran cerca. Continuó bailando mientras sus cuerpos se tocaban y alrededor varios de los humanos volteaban a observarlos. Ni siquiera había activado su poder y ya llamaba la atención. No podía evitarlo de todas formas, ella era la tentación hecha carne y había sido puesta en ese mundo para ello.
Y estaba con el Presidente del infierno, él llamaba la atención por sí mismo. El cuerpo que había tomado en esta vida era imponente, aunque lo que más llamaba su atención eran sus ojos, probablemente nadie prestara la suficiente atención a sus ojos y por ello no veían la expresividad en ellos.
Cuando él apoyó sus frentes juntas lo observó mientras sus desafiantes ojos azules se mezclaban con los verdes de él. La besó con fuerza intentando dominar su boca, era posesivo y se abría paso sin miramientos. Sonrió de nuevo acortando el espacio entre sus cuerpos mientras succionaba a penas su lengua jugando con él, atrayendo su boca y alejándose un poco, lo justo como para tentarle un poco más. Había mordido la manzana prohibida.
Y estaba con el Presidente del infierno, él llamaba la atención por sí mismo. El cuerpo que había tomado en esta vida era imponente, aunque lo que más llamaba su atención eran sus ojos, probablemente nadie prestara la suficiente atención a sus ojos y por ello no veían la expresividad en ellos.
Cuando él apoyó sus frentes juntas lo observó mientras sus desafiantes ojos azules se mezclaban con los verdes de él. La besó con fuerza intentando dominar su boca, era posesivo y se abría paso sin miramientos. Sonrió de nuevo acortando el espacio entre sus cuerpos mientras succionaba a penas su lengua jugando con él, atrayendo su boca y alejándose un poco, lo justo como para tentarle un poco más. Había mordido la manzana prohibida.
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Re: Greystone Manor -LIBRE
Intentaba jugar conmigo tentándome, sin embargo para mí todas las mujeres eran buenas para la cama si tenían buen físico y algo que ofrecerme. Me gustaban sobretodo las de un tipo, aquellas que me respetaban. Mis manos enormes se apoyaron en su cintura, tomándola por el talle mientras la aproximaba de nuevo a mí. Mi boca comenzó a dominar la suya de nuevo, imponiéndose de forma salvaje y sin miramiento alguno. No me importaba que nos miraran, cuantos más espectadores mejor en cierto sentido. Podía notar como muchos comenzaron a caer en el desenfreno nuevamente, moviéndose como si no estuviéramos allí retándonos.
El cuerpo que poseía era el de un ángel al cual yo mismo hice caer de su pedestal hacía miles de años, mi aspecto estaba curtido por las propias manos de Dios al cual le devolví el favor enterrando el alma de aquel estúpido en los infiernos. Allí aún sigue gritando piedad mientras los azotes no cesan y el dolor es lo único que conoce y recuerda. Sin embargo, el poseía unos ojos azules como los de ella. El color verde de mis ojos era propio, imponía mis características a ese cuerpo que ya consideraba mío y del cual no deseaba deshacerme por nada en absoluto.
-Quieres tentarme a algo por lo cual siempre estoy ansioso.
Me había separado de su boca, para apoyar mis labios en su cuello deslizándolos con cierto descaro hacia su oreja derecha. Allí susurré aquellas palabras como si fueran magia.
-¿Quieres que entre en ti y me derrame como un quinceañero? ¿Quieres provocar que tenga una erección en mis pantalones? ¿Necesitas verme caer en tus artes? ¿Qué pretendes? Porque puedo ofrecerte sexo, dártelo, si es lo que tanto necesitas y te gusta. Puedo hacerlo si eso buscas, pero a cambio quiero colaboración.
Susurré todo aquello pegado a su oído, dejando que la música siguiera sonando y mis manos se movieran sobre su vestido, así como sobre su desnuda espalda. Las yemas ásperas de mis dedos eran como lijas contra aquella piel bronceada y cálida, tan suave como tentadora.
-Se buena chica y hablemos de negocios, si quieres luego lo celebramos.
Comenté justo después de tomarla por el mentón, para clavar mi mirada en la suya. Profundicé en sus ojos azules dominándolos, mi poder era magnético y sabía que obedecería a mi mandato. Todos caían en el juego, todos terminaban accediendo a una copa y un discurso que les cambiaría la vida. Para los demonios como ella tenía preparado la gloria, para los estúpidos más débiles una patada para el billete de ida a los infiernos.
El cuerpo que poseía era el de un ángel al cual yo mismo hice caer de su pedestal hacía miles de años, mi aspecto estaba curtido por las propias manos de Dios al cual le devolví el favor enterrando el alma de aquel estúpido en los infiernos. Allí aún sigue gritando piedad mientras los azotes no cesan y el dolor es lo único que conoce y recuerda. Sin embargo, el poseía unos ojos azules como los de ella. El color verde de mis ojos era propio, imponía mis características a ese cuerpo que ya consideraba mío y del cual no deseaba deshacerme por nada en absoluto.
-Quieres tentarme a algo por lo cual siempre estoy ansioso.
Me había separado de su boca, para apoyar mis labios en su cuello deslizándolos con cierto descaro hacia su oreja derecha. Allí susurré aquellas palabras como si fueran magia.
-¿Quieres que entre en ti y me derrame como un quinceañero? ¿Quieres provocar que tenga una erección en mis pantalones? ¿Necesitas verme caer en tus artes? ¿Qué pretendes? Porque puedo ofrecerte sexo, dártelo, si es lo que tanto necesitas y te gusta. Puedo hacerlo si eso buscas, pero a cambio quiero colaboración.
Susurré todo aquello pegado a su oído, dejando que la música siguiera sonando y mis manos se movieran sobre su vestido, así como sobre su desnuda espalda. Las yemas ásperas de mis dedos eran como lijas contra aquella piel bronceada y cálida, tan suave como tentadora.
-Se buena chica y hablemos de negocios, si quieres luego lo celebramos.
Comenté justo después de tomarla por el mentón, para clavar mi mirada en la suya. Profundicé en sus ojos azules dominándolos, mi poder era magnético y sabía que obedecería a mi mandato. Todos caían en el juego, todos terminaban accediendo a una copa y un discurso que les cambiaría la vida. Para los demonios como ella tenía preparado la gloria, para los estúpidos más débiles una patada para el billete de ida a los infiernos.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
La besó salvajemente, intentando dominarla, intentando marcar su territorio. Alrededor a los humanos les llamaba la atención. Siempre le pareció gracioso ese sentido del morbo que todos los humanos tenían.
Rió ligeramente cuando él susurró aquellas palabras en su oído, ese era un demonio que iba directamente al punto y eso le gustaba. Negocios, se preguntó qué clase de negocios deseaba ofrecerle. Ella podía tener todo lo que deseara pero prefería recorrer el mundo, siempre silenciosa y observando entre las tinieblas aunque quizás ahora se divertiría mucho más en este sitio.
Sintió su poder recorriéndola, cómo sus ojos se posaban sobre los suyos y comenzaban a ejercer una fuerza magnética.
-Serpens –susurró y una energía eléctrica recorrió su vientre, allí donde el tatuaje de la serpiente se encontraba. De pronto su cabeza se despejó por completo y sonrió ligeramente-. No no no, yo no usaré mis dones contigo y tú no usarás tus maravillosos dones, conmigo. Si deseas luego te lo enseñaré –murmuró refiriéndose al porqué de no estar bajo su dominio.
Este demonio le caía especialmente bien, no había nada de humano en él, eso era más que interesante.
-Hablemos de negocios entonces –sonrió e hizo una leve reverencia sin apartarse de sus ojos.
Rió ligeramente cuando él susurró aquellas palabras en su oído, ese era un demonio que iba directamente al punto y eso le gustaba. Negocios, se preguntó qué clase de negocios deseaba ofrecerle. Ella podía tener todo lo que deseara pero prefería recorrer el mundo, siempre silenciosa y observando entre las tinieblas aunque quizás ahora se divertiría mucho más en este sitio.
Sintió su poder recorriéndola, cómo sus ojos se posaban sobre los suyos y comenzaban a ejercer una fuerza magnética.
-Serpens –susurró y una energía eléctrica recorrió su vientre, allí donde el tatuaje de la serpiente se encontraba. De pronto su cabeza se despejó por completo y sonrió ligeramente-. No no no, yo no usaré mis dones contigo y tú no usarás tus maravillosos dones, conmigo. Si deseas luego te lo enseñaré –murmuró refiriéndose al porqué de no estar bajo su dominio.
Este demonio le caía especialmente bien, no había nada de humano en él, eso era más que interesante.
-Hablemos de negocios entonces –sonrió e hizo una leve reverencia sin apartarse de sus ojos.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Se deshizo de mis ojos con cierta facilidad, lo cual me contrarió e incluso molestó. No me gustaba sentir que uno de mis dones quedaban aplacados con tanta facilidad, sin embargo logré aquello que me proponía. Deseaba tratar negocios con ella, para mí era importante la colaboración entre nosotros para conseguir combatir la cegadora y odiosa luz. La noche era más interesante y si podía cubrir las tinieblas incluso el más radiante y caluroso sol, ese dorado que tuesta aún la piel de los campesinos y de las chicas en bikini. Debíamos ayudarnos, ser fuertes, y generar una hermandas bienavenida. No quería fallar, deseaba llevarme almas conmigo y por supuesto el poder energético que eso me provocaba.
Mis ojos no dejaron de jugar con los suyos, dominándolos pero sin usar mi don. Usaba mi mirada habitual, la misma que coqueteaba de pupila a pupila. Mis manos se detuvieron sobre su cadera jugando con esta subiéndolas lentamente por los costados, hasta rozar su busto. Aproximé mi rostro al suyo, frente con frente nuevamente mientras sonreía complacido porque había comprendido al fin que los negocios para mí estaban antes que el placer.
-Prefiero que después me muestres algo más que ese encantamiento, tal vez tu cuerpo desnudo sobre la mesa de negociaciones.
Susurré antes de apartarme para rodearla por la cintura, acompañándola al fin hacia las escaleras enroscadas que llevaban hacia la zona exclusiva, la más lujosa y excitante. A pesar que todo estaba insonorizado nosotros podíamos sentir, escuchar y sobretodo fundirnos con los muros hasta conocer todos los secretos que guardaban las puertas de aquel largo pasillo.
Hombres y mujeres mantenían sexo en orgías llenas de drogas de todo tipo, juguetes sexuales y corrupción. Sellaban sus tratos con demonios sutiles con escasa ropa, mujeres de piernas largas que les rodeaban aceptándoles gustosamente. Muchos de ellos eran mis propios hijos, una familia extensa, pero para mí no eran más que parte de mi ejército que cada vez se ampliaba aún más. Sus almas quedaban condenadas, igual que su destino se empeñaba en una vida de lujos hasta que pronto les fuera arrebatadas.
-Querida, sólo deseo que colaboremos. Somos uña y carne con la maldad, el deseo y sobretodo debemos unirnos. La luz no puede iluminar la oscuridad, es una simple llama que debe ser apagada.
Dije quedando frente a una enorme puerta, una sala enorme y lujosa nos esperaba tras ella. Nada más abrirla se encontró aquel universo de negocios, lujo y placentero encuentro con el champán como le había dicho. Era un hombre de palabra. Siempre poseía una botella bien fría para los negocios que podían darse durante las altas horas en mis locales.
-Pasa, acomódate en uno de estos caros y cómodos sillones de ejecutivos sin corazón.
Susurré acariciando su espalda con mis dedos, deslizándolos por su columna vertebral para sentir sus vértebras retorciéndose como serpiente bajo su carne. Curvas en piel de satén, un delicado bocado lleno de veneno que podía ayudarme con su belleza, astucia y malas artes.
Cerré la puerta con calma para caminar hacia el sillón presidencial. Con un chasquido de dedos descendí la luz y con mi poder encendí la pantalla que se encontraba a un lado de la habitación, la cual salió de su escondrijo mostrando el logotipo de mi imperio en la tierra. Mi pose era la de un cruel magnate de los negocios, el presidente de un club selecto de hombres que dominaban el mundo haciéndolo girar y bailar a su son.
-Creo que el video hablará por si mismo, después podemos dialogar sobre los detalles de nuestro negocio.
“Durante milenios, desde que el hombre es hombre, las fuerzas oscuras hemos tenido que luchar por un territorio que nos pertenecía antes de la creación. Somos entes capaces de absorber almas, así como sus energías, cuanto más oscuras son estas más poder se nos otorga. Por ello siempre hemos susurrado, tentando de esta forma a todos los estúpidos seres que pueblan este triste rebaño de idiotas y paisajes de hormigón.
Sea cual sea la raza, tanto hombres como nuevos seres o ángeles, pueden ser tentados y atraídos hasta nosotros, los demonios y ángeles caídos. Nosotros estamos en las sombras, somos las sombras mismas, y el futuro está en nuestras manos. Liderados por los ángeles caídos más poderosos y los demonios más antiguos, apoyados por las tentaciones y los guerreros más valientes, podemos lograr todo aquello que nos propongamos.
Debemos despertar, apagar la luz y luchar conjuntamente. Por ello lo ideal son los negocios que atraen a las masas con sus luces de colores, pecado en copas de vino caro y suculentas habitaciones de hotel donde la gula, lujuria y el frenesí juegan a las cartas con las despreocupaciones.
El selecto Imperio Caim Place no es más que un hermoso lugar, un edén, en la Tierra donde todos se dejan llevar en el lujo y diversión que esperan. Desde antros donde los billares, música rock en directo y las drogas más sintéticas juegan un papel importante hasta las suite en los hoteles y casinos más importantes de las Vegas o las dulces telas bajo la luz de las velas de un hotel pequeño, apartado y erótico en París... ese es el Imperio en el cual podemos hallarnos, y te hallas, disfrutando quizás de un confort indudable e inigualable.
¿Qué pretendemos? Captar almas, saborearlas engulléndolas y con ello aumentar nuestro poder, así también como poder adquisitivo e influencia en los hombres, sobretodo en aquellos que dominan al pueblo en las elecciones y legislaturas. Únete a la legión que aplastará el mundo y lo hará suyo.
Imperio Caim Place”
Mi voz sonaba poderosa y también atrayente, una sutil lluvia eléctrica que recorría por las neuronas de aquel que lo escuchaba. Había visto a compañeras de este mundo que acaban excitadas con sólo pensar de tener sus presas cerca sin tener que hacer rodeos por las calles, y todo en los entornos donde más disfrutan. El lujo era algo que nos atraía a todos, igual que los cuervos se ven atraídos por las cosas brillantes.
Las imágenes iban de un lugar a otro del mundo, mostraba las calles donde estaban mis clubs. Iban desde cabarets, casinos, hoteles o bares de carretera. Todo a disposición de aquellos que se aliaban a mí, sin tener que ser parte de los hombres leales de Lucifer.
-Sólo tienes que ser leal a mí, pasearte por mis salas y disfrutar de todo lo que te pueden ofrecer. Tendrías lugar en cualquier hotel, casino, bar o cabaret. Podrás disfrutar de los lujos más exclusivos y sentir como el placer inunda tus sentidos, hasta embotarlos y sentirte poderosa, plena y sobretodo excitada. En definitiva, no te pido que te unas a los hombres de Lucifer, no tienes que hacerlo, sólo colaborar conmigo y disfrutar de la corrupción más sutil. A cambio de ir y venir en mis locales, de gozar como no lo has hecho en siglos, sólo te pido que expandas tu poder sobre los hombres y mujeres que se reunirán entorno a ti.
La luz se alzó y la pantalla se ocultó, mientras yo la contemplaba sin miramientos. Mis ojos se fijaban en ella, lo hacía esperando una respuesta afirmativa.
-Espero que aceptes, me vendría bien una ayuda como la tuya.
Mis ojos no dejaron de jugar con los suyos, dominándolos pero sin usar mi don. Usaba mi mirada habitual, la misma que coqueteaba de pupila a pupila. Mis manos se detuvieron sobre su cadera jugando con esta subiéndolas lentamente por los costados, hasta rozar su busto. Aproximé mi rostro al suyo, frente con frente nuevamente mientras sonreía complacido porque había comprendido al fin que los negocios para mí estaban antes que el placer.
-Prefiero que después me muestres algo más que ese encantamiento, tal vez tu cuerpo desnudo sobre la mesa de negociaciones.
Susurré antes de apartarme para rodearla por la cintura, acompañándola al fin hacia las escaleras enroscadas que llevaban hacia la zona exclusiva, la más lujosa y excitante. A pesar que todo estaba insonorizado nosotros podíamos sentir, escuchar y sobretodo fundirnos con los muros hasta conocer todos los secretos que guardaban las puertas de aquel largo pasillo.
Hombres y mujeres mantenían sexo en orgías llenas de drogas de todo tipo, juguetes sexuales y corrupción. Sellaban sus tratos con demonios sutiles con escasa ropa, mujeres de piernas largas que les rodeaban aceptándoles gustosamente. Muchos de ellos eran mis propios hijos, una familia extensa, pero para mí no eran más que parte de mi ejército que cada vez se ampliaba aún más. Sus almas quedaban condenadas, igual que su destino se empeñaba en una vida de lujos hasta que pronto les fuera arrebatadas.
-Querida, sólo deseo que colaboremos. Somos uña y carne con la maldad, el deseo y sobretodo debemos unirnos. La luz no puede iluminar la oscuridad, es una simple llama que debe ser apagada.
Dije quedando frente a una enorme puerta, una sala enorme y lujosa nos esperaba tras ella. Nada más abrirla se encontró aquel universo de negocios, lujo y placentero encuentro con el champán como le había dicho. Era un hombre de palabra. Siempre poseía una botella bien fría para los negocios que podían darse durante las altas horas en mis locales.
-Pasa, acomódate en uno de estos caros y cómodos sillones de ejecutivos sin corazón.
Susurré acariciando su espalda con mis dedos, deslizándolos por su columna vertebral para sentir sus vértebras retorciéndose como serpiente bajo su carne. Curvas en piel de satén, un delicado bocado lleno de veneno que podía ayudarme con su belleza, astucia y malas artes.
Cerré la puerta con calma para caminar hacia el sillón presidencial. Con un chasquido de dedos descendí la luz y con mi poder encendí la pantalla que se encontraba a un lado de la habitación, la cual salió de su escondrijo mostrando el logotipo de mi imperio en la tierra. Mi pose era la de un cruel magnate de los negocios, el presidente de un club selecto de hombres que dominaban el mundo haciéndolo girar y bailar a su son.
-Creo que el video hablará por si mismo, después podemos dialogar sobre los detalles de nuestro negocio.
“Durante milenios, desde que el hombre es hombre, las fuerzas oscuras hemos tenido que luchar por un territorio que nos pertenecía antes de la creación. Somos entes capaces de absorber almas, así como sus energías, cuanto más oscuras son estas más poder se nos otorga. Por ello siempre hemos susurrado, tentando de esta forma a todos los estúpidos seres que pueblan este triste rebaño de idiotas y paisajes de hormigón.
Sea cual sea la raza, tanto hombres como nuevos seres o ángeles, pueden ser tentados y atraídos hasta nosotros, los demonios y ángeles caídos. Nosotros estamos en las sombras, somos las sombras mismas, y el futuro está en nuestras manos. Liderados por los ángeles caídos más poderosos y los demonios más antiguos, apoyados por las tentaciones y los guerreros más valientes, podemos lograr todo aquello que nos propongamos.
Debemos despertar, apagar la luz y luchar conjuntamente. Por ello lo ideal son los negocios que atraen a las masas con sus luces de colores, pecado en copas de vino caro y suculentas habitaciones de hotel donde la gula, lujuria y el frenesí juegan a las cartas con las despreocupaciones.
El selecto Imperio Caim Place no es más que un hermoso lugar, un edén, en la Tierra donde todos se dejan llevar en el lujo y diversión que esperan. Desde antros donde los billares, música rock en directo y las drogas más sintéticas juegan un papel importante hasta las suite en los hoteles y casinos más importantes de las Vegas o las dulces telas bajo la luz de las velas de un hotel pequeño, apartado y erótico en París... ese es el Imperio en el cual podemos hallarnos, y te hallas, disfrutando quizás de un confort indudable e inigualable.
¿Qué pretendemos? Captar almas, saborearlas engulléndolas y con ello aumentar nuestro poder, así también como poder adquisitivo e influencia en los hombres, sobretodo en aquellos que dominan al pueblo en las elecciones y legislaturas. Únete a la legión que aplastará el mundo y lo hará suyo.
Imperio Caim Place”
Mi voz sonaba poderosa y también atrayente, una sutil lluvia eléctrica que recorría por las neuronas de aquel que lo escuchaba. Había visto a compañeras de este mundo que acaban excitadas con sólo pensar de tener sus presas cerca sin tener que hacer rodeos por las calles, y todo en los entornos donde más disfrutan. El lujo era algo que nos atraía a todos, igual que los cuervos se ven atraídos por las cosas brillantes.
Las imágenes iban de un lugar a otro del mundo, mostraba las calles donde estaban mis clubs. Iban desde cabarets, casinos, hoteles o bares de carretera. Todo a disposición de aquellos que se aliaban a mí, sin tener que ser parte de los hombres leales de Lucifer.
-Sólo tienes que ser leal a mí, pasearte por mis salas y disfrutar de todo lo que te pueden ofrecer. Tendrías lugar en cualquier hotel, casino, bar o cabaret. Podrás disfrutar de los lujos más exclusivos y sentir como el placer inunda tus sentidos, hasta embotarlos y sentirte poderosa, plena y sobretodo excitada. En definitiva, no te pido que te unas a los hombres de Lucifer, no tienes que hacerlo, sólo colaborar conmigo y disfrutar de la corrupción más sutil. A cambio de ir y venir en mis locales, de gozar como no lo has hecho en siglos, sólo te pido que expandas tu poder sobre los hombres y mujeres que se reunirán entorno a ti.
La luz se alzó y la pantalla se ocultó, mientras yo la contemplaba sin miramientos. Mis ojos se fijaban en ella, lo hacía esperando una respuesta afirmativa.
-Espero que aceptes, me vendría bien una ayuda como la tuya.
- música de fondo junto a su voz en el video:
- D'Angelo and Velvet Embracer
Sólo las notas, en un tono mucho más bajo dejando la voz de Caim como conductora de las emociones que desea generar. Por supuesto, nada de poder sólo su persuasión personal.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Mantuvo su mirada firme y sonrió ligeramente ante el roce de sus manos subiendo por su cuerpo. Era un demonio con todo el encanto que se nos había otorgado desde el principio de los tiempos. Nos observamos un momento más, mientras él susurraba sus planes luego de las negociaciones.
Definitivamente no era una puta, pero amaba el sexo. Era la sangre que recorría sus venas y él y ella podían satisfacer sus necesidades sin nada implicado en medio, eso era atrayente.
Caminaron silenciosamente a través de las largas escaleras y pasillos, no era necesario hablar simplemente escuchar y sentir las vibraciones de lo que ocurría detrás de cada pared y cada recoveco de ese lugar. Era fascinante, había creado un imperio atrayendo a los humanos con lo que más amaban, las drogas el sexo y el alcohol.
Podía escuchar los gemidos de placer y las voces entrecortadas pidiendo por más. Estaba segura de que si cerraba los ojos, con sus habilidades, podría verlos. Tenía que admitir que le complacía el éxito que Caim estaba teniendo en sus planes.
-Tantas almas que desean ser corrompidas. –Susurró mientras él abría las puertas de aquel lujoso lugar cubierto en cuero negro y detalles elegantes por doquier. Rió ante la referencia de los ejecutivos sin corazón y caminó lenta y grácilmente hasta sentarse sobre uno de los caros sillones de cuero.
-Entonces hablemos de negocios. –dijo mientras se cruzaba elegantemente de piernas y observaba cómo una pantalla se desplazaba desde un rincón del lugar.
Observó el video con detenimiento, escuchando sus palabras y sopesando su significado. “Sea cual sea la raza, tanto hombres como nuevos seres o ángeles, pueden ser tentados” y ella lo sabía muy bien. El sexo, la tentación, las pasiones y la lujuria podían causar guerras y otorgarle el poder y el alma de miles.
Caim sí que sabía ofrecer negocios. Hablaba de tentaciones, de poder y de almas y todos podían ganar. La parte que más le interesaba era la de colaborar con él. No estaba interesada en unirse a ninguna organización, de ningún bando. Pero colaborar con otro demonio en pos de la posesión y corrupción de almas le resultaba un buen negocio.
Posó una mano sobre su mentón sopesando la idea, los pros y los contras. Acarició distraídamente el borde de sus labios con un largo dedo mientras sonreía ligeramente. Al fin de cuentas Caim había ofrecido un trato que le parecía divertido.
-Acepto –dijo sonriente con los ojos azul turquesa divertidos por las posibilidades-. Haré que tus locales sean los más solicitados del mundo y que las almas que entren en este lugar jamás puedan regresar. –Frunció ligeramente los labios, definitivamente se divertiría.
Definitivamente no era una puta, pero amaba el sexo. Era la sangre que recorría sus venas y él y ella podían satisfacer sus necesidades sin nada implicado en medio, eso era atrayente.
Caminaron silenciosamente a través de las largas escaleras y pasillos, no era necesario hablar simplemente escuchar y sentir las vibraciones de lo que ocurría detrás de cada pared y cada recoveco de ese lugar. Era fascinante, había creado un imperio atrayendo a los humanos con lo que más amaban, las drogas el sexo y el alcohol.
Podía escuchar los gemidos de placer y las voces entrecortadas pidiendo por más. Estaba segura de que si cerraba los ojos, con sus habilidades, podría verlos. Tenía que admitir que le complacía el éxito que Caim estaba teniendo en sus planes.
-Tantas almas que desean ser corrompidas. –Susurró mientras él abría las puertas de aquel lujoso lugar cubierto en cuero negro y detalles elegantes por doquier. Rió ante la referencia de los ejecutivos sin corazón y caminó lenta y grácilmente hasta sentarse sobre uno de los caros sillones de cuero.
-Entonces hablemos de negocios. –dijo mientras se cruzaba elegantemente de piernas y observaba cómo una pantalla se desplazaba desde un rincón del lugar.
Observó el video con detenimiento, escuchando sus palabras y sopesando su significado. “Sea cual sea la raza, tanto hombres como nuevos seres o ángeles, pueden ser tentados” y ella lo sabía muy bien. El sexo, la tentación, las pasiones y la lujuria podían causar guerras y otorgarle el poder y el alma de miles.
Caim sí que sabía ofrecer negocios. Hablaba de tentaciones, de poder y de almas y todos podían ganar. La parte que más le interesaba era la de colaborar con él. No estaba interesada en unirse a ninguna organización, de ningún bando. Pero colaborar con otro demonio en pos de la posesión y corrupción de almas le resultaba un buen negocio.
Posó una mano sobre su mentón sopesando la idea, los pros y los contras. Acarició distraídamente el borde de sus labios con un largo dedo mientras sonreía ligeramente. Al fin de cuentas Caim había ofrecido un trato que le parecía divertido.
-Acepto –dijo sonriente con los ojos azul turquesa divertidos por las posibilidades-. Haré que tus locales sean los más solicitados del mundo y que las almas que entren en este lugar jamás puedan regresar. –Frunció ligeramente los labios, definitivamente se divertiría.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Sopesaba mi propuesta como una niña en una tienda de muñecas, le habían dicho que tenía que elegir la más conveniente para sus juegos y ella se quedaba fascinada contemplando el escaparate. Afortunadamente mi negocio había sido el juguete elegido por la damisela del desenfreno, el placer, y la maravillosa sensación de plenitud que daba el sexo. La lujuria siempre había sido mi fascinación, parte de mi estandarte, porque la pasión que derrochaba y que ella poseía me atraía, además de compartirla.
Me levanté dirigiéndome hacia la champaña fría, descorchando la botella y sirviendo dos copas. Aquel líquido dorado burbujeante se mostraba tentador, su sabor era el más exquisito y lujoso. Tenía la fábrica adquirida desde hacía más de cien años, era de mi propiedad y me gustaba alardear de él porque era considerado el mejor del mundo.
-Brindemos para sellar nuestro negocio, espero que pronto se adhieran más descendientes de los infiernos. Sobretodo si son damas tan elegantes, atractivas y sensuales como tú. Me gusta reunirme con mujeres hermosas que saben lo que quieren y cuando lo quieren.
Ofrecí la copa para que la tomara entre sus delicadas manos, las cuales me tentaban con cada movimiento de sus dedos. Aquellas uñas de gata peligrosa me fascinaban, quería lamer y notar sobre mi torso mientras el sexo nos cegara a ambos. Pero los negocios eran los negocios, los acuerdos eran los acuerdos, y para mí los juegos sólo podían comenzar cuando todo estaba pactado. Tal vez me dejaba seducir por ella, pero aquello era un duelo de titanes y ambos nos seducíamos mutuamente sin incomodarnos el uno con el otro.
-Por un futuro lleno de perversión, lujos, pasión y desenfreno.
Dije dejando la copa entre sus manos, acercando la mía y chocándola para darle un trago finalmente. Amaba brindar con champaña o vinos caros, eran maravillosos para sentir el triunfo que estábamos logrando.
Los pobres e ignorantes humanos de la ciudad, como de otras partes del mundo, no podían ni sospechar que el mundo volvería a ser hegemonía de la oscuridad, que apagaríamos las luces como velas de un cumpleaños y que nuestro deseo sería no volver a prender ni una cerilla. Allá donde había luz tenía que haber oscuridad, pero haríamos que en nuestra oscuridad no existiera ni una briza de esperanza para ver la luz entre la negrura.
Me levanté dirigiéndome hacia la champaña fría, descorchando la botella y sirviendo dos copas. Aquel líquido dorado burbujeante se mostraba tentador, su sabor era el más exquisito y lujoso. Tenía la fábrica adquirida desde hacía más de cien años, era de mi propiedad y me gustaba alardear de él porque era considerado el mejor del mundo.
-Brindemos para sellar nuestro negocio, espero que pronto se adhieran más descendientes de los infiernos. Sobretodo si son damas tan elegantes, atractivas y sensuales como tú. Me gusta reunirme con mujeres hermosas que saben lo que quieren y cuando lo quieren.
Ofrecí la copa para que la tomara entre sus delicadas manos, las cuales me tentaban con cada movimiento de sus dedos. Aquellas uñas de gata peligrosa me fascinaban, quería lamer y notar sobre mi torso mientras el sexo nos cegara a ambos. Pero los negocios eran los negocios, los acuerdos eran los acuerdos, y para mí los juegos sólo podían comenzar cuando todo estaba pactado. Tal vez me dejaba seducir por ella, pero aquello era un duelo de titanes y ambos nos seducíamos mutuamente sin incomodarnos el uno con el otro.
-Por un futuro lleno de perversión, lujos, pasión y desenfreno.
Dije dejando la copa entre sus manos, acercando la mía y chocándola para darle un trago finalmente. Amaba brindar con champaña o vinos caros, eran maravillosos para sentir el triunfo que estábamos logrando.
Los pobres e ignorantes humanos de la ciudad, como de otras partes del mundo, no podían ni sospechar que el mundo volvería a ser hegemonía de la oscuridad, que apagaríamos las luces como velas de un cumpleaños y que nuestro deseo sería no volver a prender ni una cerilla. Allá donde había luz tenía que haber oscuridad, pero haríamos que en nuestra oscuridad no existiera ni una briza de esperanza para ver la luz entre la negrura.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Observó cómo destapaba la champaña y se puso de pie sonriente porque estaba segura de que no se arrepentiría de este trato. Le ofrecían en bandeja aquello para lo cual había sido, literalmente, creada. Estos eran años oscuros y ella gustosa aceptaría su lugar en ello.
Le acercó una copa del burbujeante líquido que se veía delicioso, como el néctar de los dioses. Se reiría de la ironía, ahora ellos eran dioses en un mundo corrupto y oscuro, lleno de almas perdidas y seres inimaginables.
-Oh, te aseguro que no encontrarás damas tan atractivas como yo –murmuró pestañando inocentemente-. -Por un futuro lleno de oscuridad para nuestras oscuras almas –brindó y rió ligeramente mientras chocaban sus copas ligeramente y daban un sorbo a aquél excitante líquido-. Delicioso –susurró deleitada arrastrando las palabras.
Nada para sentirse como en casa como hacer negociosos con otro demonio. Especialmente con Caim, quien había sabido ofrecerle algo que realmente apetecía.
-Creo que tú y yo nos entenderemos muy bien, ¿no es cierto? –lo observó ligeramente y sonrió-. Eres un chico malo y has tenido mucho sexo últimamente, lo noto en tu esencia. Apuesto a que un puñado de humanas que han llorado amargamente tu rechazo a su amor –el solo pensamiento le hacía querer reír a carcajadas-. ¿O no me dirás que eres uno de los que ha caído ante semejante sentimiento alguna vez? -lo observó con curiosidad divertida.
Le acercó una copa del burbujeante líquido que se veía delicioso, como el néctar de los dioses. Se reiría de la ironía, ahora ellos eran dioses en un mundo corrupto y oscuro, lleno de almas perdidas y seres inimaginables.
-Oh, te aseguro que no encontrarás damas tan atractivas como yo –murmuró pestañando inocentemente-. -Por un futuro lleno de oscuridad para nuestras oscuras almas –brindó y rió ligeramente mientras chocaban sus copas ligeramente y daban un sorbo a aquél excitante líquido-. Delicioso –susurró deleitada arrastrando las palabras.
Nada para sentirse como en casa como hacer negociosos con otro demonio. Especialmente con Caim, quien había sabido ofrecerle algo que realmente apetecía.
-Creo que tú y yo nos entenderemos muy bien, ¿no es cierto? –lo observó ligeramente y sonrió-. Eres un chico malo y has tenido mucho sexo últimamente, lo noto en tu esencia. Apuesto a que un puñado de humanas que han llorado amargamente tu rechazo a su amor –el solo pensamiento le hacía querer reír a carcajadas-. ¿O no me dirás que eres uno de los que ha caído ante semejante sentimiento alguna vez? -lo observó con curiosidad divertida.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Su risa era un delicioso canto de sirenas. La risa de una mujer, particularmente las de nuestra especie, tenían un encanto especial que encandilaba y atraía a cualquier hombre sin importar condición o raza. Sabía que su risa era síntoma de haber hecho un trago magnífico, yo también estaba plenamente satisfecho aunque mi pose estoica tan fría como el hielo era enigmática incluso para mis congéneres.
Mis ojos rodaron hacia su escote deleitándome con él mientras demostraba que pecaba como todos nosotros de ego, aunque ciertamente mujeres tan voluptuosas y atrayentes no eran habituales. Ella estaba hecha para pecar, para hacer que todos cediéramos a sus encantos, y por lo tanto su belleza era como la de un ángel y sus ojos te invitaban a sumergirte en su oscura alma. Curiosamente poseía cierta luz, la luz de la oscuridad, que la embellecía con carisma y soberbia.
Pero todos mis pensamientos se fueron por el sumidero cuando dejó caer una acusación tan absurda. Yo no creía en el amor, eso que tanto predicaban los ángeles los cuales no podían sentir la tentación y que tenían órganos reproductores que no disfrutaban. Yo no tenía amor por mis descendientes, mucho menos por las mujeres a las cuales tenía como mancebas o criadas.
-No me acuses de algo tan bajo y estúpido. El amor no existe, es una pura estupidez que Dios se ha inventado y que los ángeles han promovido. No existe el amor, sólo la excitación sexual. Una erección no se crea con amor, sino por el deseo de fornicar como posesos.
Sin embargo, pese a todo, había acertado sobre el sexo. Había tenido junto a mí a medio centenar de mujeres en las últimas noches, algunas eran mis criadas en la gran mansión donde me hospedaba, y otras eran hijas de demonios inferiores o mías propias. Para mí no existía la genética, ni los lazos de sangre. Lo único que me unía a todas las mujeres con las cuales había disfrutado era el deseo de fornicar, de tener noches salvajes de sexo y de dominarlas hasta el extremo de perder la conciencia sobre sí mismas. También había tenido algún que otro hombre a mis servicios, podían ser muy complacientes y atender bien a mis deseos.
-Para mí todas y cada una de las mujeres con las que he estado, así como hombres, únicamente han sido, y serán, un agujero caliente donde verter mi esperma. Espero que eso te quede claro en el concepto que las tengo, salvo escogiendo unas cuantas a las cuales les he tomado cierto aprecio por su buen hacer y las he recompensado con unos tratos favorables. Por supuesto, son tan oscuras, pérfidas y crueles como su propio padre.
Un par de mis hijas habían logrado tener una mejor clientela gracias a sus favores conmigo. No existía para mí ningún tipo de vínculo, menos con aquellas que ni siquiera recordaba el rostro de sus madres. Para mí eran simplemente un ser más en la escala de mando.
-Y por supuesto, un par de mujeres demonio que me han ofrecido ayuda a mis negocios y les he planteado un buen trato como a ti. El resto sólo son juguetes, los cuales si deseo puedo romper y conseguir otros.
Mi crueldad era excesiva, pero para mí los excesos no existían. La maldad infinita era inalcanzable pero siempre pugnaba por conseguir más de ella, era como un vicio o droga que me hacía caer en éxtasis.
-¿Y tú? ¿Quieres probar mis dotes amatorias? ¿O simplemente deseas brindar conmigo por el acuerdo?
Mi voz seguía en su tono atrayente, masculino y algo frío, mientras el delicioso elixir de mis bodegas calmaba mi garganta. Estaba hablando demasiado, no porque la información me pareciera relevante sino porque no me gustaba hablar, sino actuar y por lo tanto dejé la copa sobre la mesa.
Me acerqué a ella acariciando su cintura, aproximándola a mí, para sentir su suculento busto sobre mi torso mientras hundía mi boca en el hueco derecho izquierdo de su cuello. Mi lengua se deslizaba sobre su piel, saboreándola, hasta llegar al lóbulo de su oreja para mordisquearla sin reparo alguno. Tenía entre mis brazos a la diosa de la lujuria, una de las tentaciones más adorables y sensuales, por lo tanto debía aprovechar el momento y sucumbir hasta dominar sus curvas entre mis manos.
-¿Alguna vez lo has hecho sobre la mesa de una sala de juntas de altos ejecutivos infernales?
Pregunté en un susurro bajo, tentándola con cierta maestría porque ya sabía como hacerlo con mujeres como ella. Eran de un tipo especial, las cuales sabían seducir pero también querían sentirse seducidas. Buscaban un reto quizás, alguien que las comprendieran y adoraran hasta caer en adulaciones innecesarias.
-No te ofrezco flores, eso que lo hagan los patéticos humanos que engatusas y provocas que te amen. Yo te ofrezco sexo desinhibido haciéndote temblar en un antro de lujo, en el cual te puedo ofrecer todo lo que desees.
Murmuré aquello alejándome de su cuello, contemplándola a los ojos mientras mi frente se apoyaba en la suya. No jugaba con mis poderes, sólo con mi imponente presencia y la importancia que tenía en la jerarquía. Y de un momento a otro atrapé sus labios besándola con una gula asfixiante y dominante, mis labios se fundieron sobre los suyos y mi lengua se retorcía buscando luchar con los sentidos y su contrincante, la de ella, mientras la mano que había dejado en su cintura deslizaba hacia abajo lentamente la cremallera de su vestido.
Mis ojos rodaron hacia su escote deleitándome con él mientras demostraba que pecaba como todos nosotros de ego, aunque ciertamente mujeres tan voluptuosas y atrayentes no eran habituales. Ella estaba hecha para pecar, para hacer que todos cediéramos a sus encantos, y por lo tanto su belleza era como la de un ángel y sus ojos te invitaban a sumergirte en su oscura alma. Curiosamente poseía cierta luz, la luz de la oscuridad, que la embellecía con carisma y soberbia.
Pero todos mis pensamientos se fueron por el sumidero cuando dejó caer una acusación tan absurda. Yo no creía en el amor, eso que tanto predicaban los ángeles los cuales no podían sentir la tentación y que tenían órganos reproductores que no disfrutaban. Yo no tenía amor por mis descendientes, mucho menos por las mujeres a las cuales tenía como mancebas o criadas.
-No me acuses de algo tan bajo y estúpido. El amor no existe, es una pura estupidez que Dios se ha inventado y que los ángeles han promovido. No existe el amor, sólo la excitación sexual. Una erección no se crea con amor, sino por el deseo de fornicar como posesos.
Sin embargo, pese a todo, había acertado sobre el sexo. Había tenido junto a mí a medio centenar de mujeres en las últimas noches, algunas eran mis criadas en la gran mansión donde me hospedaba, y otras eran hijas de demonios inferiores o mías propias. Para mí no existía la genética, ni los lazos de sangre. Lo único que me unía a todas las mujeres con las cuales había disfrutado era el deseo de fornicar, de tener noches salvajes de sexo y de dominarlas hasta el extremo de perder la conciencia sobre sí mismas. También había tenido algún que otro hombre a mis servicios, podían ser muy complacientes y atender bien a mis deseos.
-Para mí todas y cada una de las mujeres con las que he estado, así como hombres, únicamente han sido, y serán, un agujero caliente donde verter mi esperma. Espero que eso te quede claro en el concepto que las tengo, salvo escogiendo unas cuantas a las cuales les he tomado cierto aprecio por su buen hacer y las he recompensado con unos tratos favorables. Por supuesto, son tan oscuras, pérfidas y crueles como su propio padre.
Un par de mis hijas habían logrado tener una mejor clientela gracias a sus favores conmigo. No existía para mí ningún tipo de vínculo, menos con aquellas que ni siquiera recordaba el rostro de sus madres. Para mí eran simplemente un ser más en la escala de mando.
-Y por supuesto, un par de mujeres demonio que me han ofrecido ayuda a mis negocios y les he planteado un buen trato como a ti. El resto sólo son juguetes, los cuales si deseo puedo romper y conseguir otros.
Mi crueldad era excesiva, pero para mí los excesos no existían. La maldad infinita era inalcanzable pero siempre pugnaba por conseguir más de ella, era como un vicio o droga que me hacía caer en éxtasis.
-¿Y tú? ¿Quieres probar mis dotes amatorias? ¿O simplemente deseas brindar conmigo por el acuerdo?
Mi voz seguía en su tono atrayente, masculino y algo frío, mientras el delicioso elixir de mis bodegas calmaba mi garganta. Estaba hablando demasiado, no porque la información me pareciera relevante sino porque no me gustaba hablar, sino actuar y por lo tanto dejé la copa sobre la mesa.
Me acerqué a ella acariciando su cintura, aproximándola a mí, para sentir su suculento busto sobre mi torso mientras hundía mi boca en el hueco derecho izquierdo de su cuello. Mi lengua se deslizaba sobre su piel, saboreándola, hasta llegar al lóbulo de su oreja para mordisquearla sin reparo alguno. Tenía entre mis brazos a la diosa de la lujuria, una de las tentaciones más adorables y sensuales, por lo tanto debía aprovechar el momento y sucumbir hasta dominar sus curvas entre mis manos.
-¿Alguna vez lo has hecho sobre la mesa de una sala de juntas de altos ejecutivos infernales?
Pregunté en un susurro bajo, tentándola con cierta maestría porque ya sabía como hacerlo con mujeres como ella. Eran de un tipo especial, las cuales sabían seducir pero también querían sentirse seducidas. Buscaban un reto quizás, alguien que las comprendieran y adoraran hasta caer en adulaciones innecesarias.
-No te ofrezco flores, eso que lo hagan los patéticos humanos que engatusas y provocas que te amen. Yo te ofrezco sexo desinhibido haciéndote temblar en un antro de lujo, en el cual te puedo ofrecer todo lo que desees.
Murmuré aquello alejándome de su cuello, contemplándola a los ojos mientras mi frente se apoyaba en la suya. No jugaba con mis poderes, sólo con mi imponente presencia y la importancia que tenía en la jerarquía. Y de un momento a otro atrapé sus labios besándola con una gula asfixiante y dominante, mis labios se fundieron sobre los suyos y mi lengua se retorcía buscando luchar con los sentidos y su contrincante, la de ella, mientras la mano que había dejado en su cintura deslizaba hacia abajo lentamente la cremallera de su vestido.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Rió de nuevo y negó con la cabeza mientras acercó una mano a su rostro sin tocarlo, era probable que no le gustara que lo tocasen así que simplemente le sonrió.
-Por supuesto que no te acuso de tal cosa –parpadeó sonriente aún, más adelante se acostumbraría a su humor, probablemente-. Los humanos encuentran fascinante ese sentimiento, aunque les traiga más desgracias que beneficios –dijo más para sí misma.
Sonrió un poco más al darse cuenta de que había tenido razón en cuanto al sexo.
-Me parece hilarante que de verdad alguien se crea capaz de obtener el amor de un demonio como tú –negó con la cabeza, divertida por el pensamiento de humanas y otros seres rogándole.
Se acercó y besó su cuello con ansia, ella ladeó la cabeza para darle más acceso, sonriendo mientras sus cuerpos se juntaban aún más y ronroneó como un gato.
-Definitivamente quiero probar tu escritorio –murmuró viéndolo a los ojos mientras llevaba una mano hacia su pelo y desataba el lazo que mantenía su cabello unido. Dejó que callera por sus hombros con suavidad-. Y las flores siempre hacen feliz a una dama, pero conmigo no necesitas de eso para tener sexo, sino más bien para simpatizarme. –Se encogió de hombros sonriente, le gustaban las ironías.
Caim era un demonio cruel y sin sentimiento alguno y ambos lo sabían. Ella era un ser que jugaba fuera de las reglas pre establecidas y le daba igual que él le ofreciera flores o no. Se observaron un momento, a ella le divertía mucho esta situación y él era un elegante e imponente demonio.
Luchó contra su boca ferozmente, frotando y apretándose contra su cuerpo mientras tiraba de sus labios y jugaba con su boca. Él deslizó la cremallera de su vestido haciendo que cayera grácilmente sobre su cuerpo como una fina hoja de papel, debajo llevaba un conjunto negro, de encaje de los más finos hilos que cualquiera hubiese tocado o visto. Su ropa no estaba hecha por humanos por supuesto, le gustaba la mejor ropa que ese mundo podía realizar, especialmente ese conjunto bordado con pequeñas hojas del edén negras. El portaligas se ajustaba a las medias que recorrían sus largas piernas hasta los tacones.
-Por supuesto que no te acuso de tal cosa –parpadeó sonriente aún, más adelante se acostumbraría a su humor, probablemente-. Los humanos encuentran fascinante ese sentimiento, aunque les traiga más desgracias que beneficios –dijo más para sí misma.
Sonrió un poco más al darse cuenta de que había tenido razón en cuanto al sexo.
-Me parece hilarante que de verdad alguien se crea capaz de obtener el amor de un demonio como tú –negó con la cabeza, divertida por el pensamiento de humanas y otros seres rogándole.
Se acercó y besó su cuello con ansia, ella ladeó la cabeza para darle más acceso, sonriendo mientras sus cuerpos se juntaban aún más y ronroneó como un gato.
-Definitivamente quiero probar tu escritorio –murmuró viéndolo a los ojos mientras llevaba una mano hacia su pelo y desataba el lazo que mantenía su cabello unido. Dejó que callera por sus hombros con suavidad-. Y las flores siempre hacen feliz a una dama, pero conmigo no necesitas de eso para tener sexo, sino más bien para simpatizarme. –Se encogió de hombros sonriente, le gustaban las ironías.
Caim era un demonio cruel y sin sentimiento alguno y ambos lo sabían. Ella era un ser que jugaba fuera de las reglas pre establecidas y le daba igual que él le ofreciera flores o no. Se observaron un momento, a ella le divertía mucho esta situación y él era un elegante e imponente demonio.
Luchó contra su boca ferozmente, frotando y apretándose contra su cuerpo mientras tiraba de sus labios y jugaba con su boca. Él deslizó la cremallera de su vestido haciendo que cayera grácilmente sobre su cuerpo como una fina hoja de papel, debajo llevaba un conjunto negro, de encaje de los más finos hilos que cualquiera hubiese tocado o visto. Su ropa no estaba hecha por humanos por supuesto, le gustaba la mejor ropa que ese mundo podía realizar, especialmente ese conjunto bordado con pequeñas hojas del edén negras. El portaligas se ajustaba a las medias que recorrían sus largas piernas hasta los tacones.
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Re: Greystone Manor -LIBRE
Se regaló como un obsequio de poder incalculable, pues la seducción era un poder extremadamente fuerte y atrayente. Ella era pura seducción, pasión y deseo en un suculento Sus acciones eran los de un felino que me atraía haciéndose desear. Bajo aquella ropa había una fina lencería y eso me incitó aún más a poseer su cuerpo entre mis garras. Era un ser insaciable como ella, el sexo se había vuelto un placer demasiado tentador y necesario en mi vida. Fornicar era la forma de pactar, envenenar y tentar a todo aquel que cayera en mis manos. Con ella era un pacto, un brindis, por una relación laboral estable y recomendable para ambos.
Deslicé mis dedos sobre sus hombros provocando que sus tirantas cayeran, mi boca se posó sobre sus clavículas y escote. Poseía un aroma encantador, tan salvaje y libertino que me excitaba. Pocas veces llevaba a sentirme tan maravillado, supongo que era porque su poder desprendía unos encantos que me incitaban a deshinibirme y dejarme llevar. Desabroché su sujetador al rodearla con mis brazos, pegándola a mí para sentir sus pechos contra mi torso.
-Eres atractiva, sin duda, y prácticamente única.
La recosté sobre aquella mesa cargada de poder, la misma que había estado con cientos de demonios a su alrededor y varios proyectos importantes para los infiernos, por supuesto para mí en particular. Mi cuerpo, mucho más grande y pesado, cayó sobre ella besándola de forma dominante mientras alzaba una de sus piernas, para que me rodeara con ella y poderla así sentir más próxima a mí.
-Creo que voy a pasarlo muy bien contigo.
Sus labios eran suculentos, gruesos y suaves, sin embargo los míos eran ásperos y finos. Mi lengua se hundía buscando enredarse con la suya, mientras mis manos acariciaban sus costados hasta la cintura. Bajé con cuidado aquella ropa interior minúscula a juego con su sujetador, así como el resto de prendas que quedaban en ella. No quería nada que impidiera contemplarla, tocarla, morderla y lamerla. Iba a disfrutarla como nunca, estaba cansándome de demonios menores sin atractivo más allá que su belleza y de humanas estúpidas enamoradas por mi poder.
Deslicé mis dedos sobre sus hombros provocando que sus tirantas cayeran, mi boca se posó sobre sus clavículas y escote. Poseía un aroma encantador, tan salvaje y libertino que me excitaba. Pocas veces llevaba a sentirme tan maravillado, supongo que era porque su poder desprendía unos encantos que me incitaban a deshinibirme y dejarme llevar. Desabroché su sujetador al rodearla con mis brazos, pegándola a mí para sentir sus pechos contra mi torso.
-Eres atractiva, sin duda, y prácticamente única.
La recosté sobre aquella mesa cargada de poder, la misma que había estado con cientos de demonios a su alrededor y varios proyectos importantes para los infiernos, por supuesto para mí en particular. Mi cuerpo, mucho más grande y pesado, cayó sobre ella besándola de forma dominante mientras alzaba una de sus piernas, para que me rodeara con ella y poderla así sentir más próxima a mí.
-Creo que voy a pasarlo muy bien contigo.
Sus labios eran suculentos, gruesos y suaves, sin embargo los míos eran ásperos y finos. Mi lengua se hundía buscando enredarse con la suya, mientras mis manos acariciaban sus costados hasta la cintura. Bajé con cuidado aquella ropa interior minúscula a juego con su sujetador, así como el resto de prendas que quedaban en ella. No quería nada que impidiera contemplarla, tocarla, morderla y lamerla. Iba a disfrutarla como nunca, estaba cansándome de demonios menores sin atractivo más allá que su belleza y de humanas estúpidas enamoradas por mi poder.
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Re: Greystone Manor -LIBRE
Sellaríamos nuestro pacto de la mejor forma, a la vieja usanza y ambos podrían disfrutar de aquél trato. Entrelazó las piernas en su cintura comenzando con el leve desenfreno que aumentaba en la habitación. Amaba el dulce aroma de la excitación, de las ropas siendo quitadas, del roce de la piel, del ritmo frenético.
Dejó que acabara de quitar su ropa dejando al descubierto el tatuaje de la serpiente que subía por su cadera y vientre hasta el otro lado de su estómago, no solo era muy apropiado, además era su protección.
-Te prometí que te lo enseñaría. –susurré antes de que él volviese a hacer que sus cuerpos se pegaran, sus pechos rozándose con su camisa. Arañó ligeramente sobre su torso, presionando las uñas y los dedos hasta su estómago plano y escultural-. Tú también eres prácticamente único, eso es lo que nos ha reunido. –Sonrió complacida, porque era cierto, ambos eran similares, del mismo origen, de la misma oscuridad era un vínculo más importante que el que cualquier humano nunca tendría.
-También creo que podemos pasarlo muy bien. –Susurró contra su boca mientras lamía sus labios-. Este sitio nunca volverá a ser el mismo. –dijo divertida antes de apretarse contra él, su cuerpo, mucho más robusto y alto que el suyo la cubría por completo como una capa negra.
Dejó que acabara de quitar su ropa dejando al descubierto el tatuaje de la serpiente que subía por su cadera y vientre hasta el otro lado de su estómago, no solo era muy apropiado, además era su protección.
-Te prometí que te lo enseñaría. –susurré antes de que él volviese a hacer que sus cuerpos se pegaran, sus pechos rozándose con su camisa. Arañó ligeramente sobre su torso, presionando las uñas y los dedos hasta su estómago plano y escultural-. Tú también eres prácticamente único, eso es lo que nos ha reunido. –Sonrió complacida, porque era cierto, ambos eran similares, del mismo origen, de la misma oscuridad era un vínculo más importante que el que cualquier humano nunca tendría.
-También creo que podemos pasarlo muy bien. –Susurró contra su boca mientras lamía sus labios-. Este sitio nunca volverá a ser el mismo. –dijo divertida antes de apretarse contra él, su cuerpo, mucho más robusto y alto que el suyo la cubría por completo como una capa negra.
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Re: Greystone Manor -LIBRE
Una hermosa serpiente tatuada cruzaba su piel como si fuera el tronco de un árbol, la misma serpiente que simbolizaba el mal y la perdición en el Edén. Podía sentirla viva circulando sobre su cuerpo, cada escama estaba con milimétrico detalle y prácticamente podía escuchar el siseo de su lengua. Aquel tatuaje no era uno común, era un hermoso tatuaje que la protegía de mi poder rechazándolo. Sin duda era un escudo de protección muy eficaz y erótico.
Las mujeres tatuadas siempre me habían atraído. Había conocido brujas que poseían pequeños poemas en sus espaldas, conjuros de protección, que ellas mismas habían hecho. Por supuesto, había hecho caer a varios ángeles que para ocultar sus espaldas habían usado los dibujos de un tatuaje, unas alas pintadas en sus espaldas que no eran más que el símbolo de las reales. Irónicamente, cuando perdieron sus alas también se disiparon sus tatuajes y quedaron sin siquiera el mísero recuerdo de haber sido grandes y hermosos estúpidos seres de luz. La luz no me agradaba, prefería la oscuridad porque en ella podía hallar el placer más intenso.
-No hallarás un demonio como yo, pues cuando yo nací ni siquiera existían los ángeles.
Era pura energía cruel y maléfica que caminaba por el universo, codiciaba experimentar mis límites y cuando comprobé que existían seres como los ángeles, que alguien los había creado, quise ser como ellos pero sin la estupidez de los buenos sentimientos. Para mí lo peor del mundo era su sentimentalismo barato. Los sentimientos si no eran de ambición, desenfreno u odio carecían de atractivo.
-Tú tampoco lo serás.
Mis acuerdos, como mis actos, solían ser demasiado placenteros para todos aquellos con los que me topaba. Ella había hecho un buen trato conmigo, digno de una gran negociadora. Podía sentirse envuelta en el lujo sin tener que esforzarse, yo tendría a la lujuria suelta por mis locales dando rienda a sus encantos. Ambos ganábamos.
Su cuerpo pegado al mío me generaba un magnetismo extraño, delicioso, pero era porque encontraba a una de mi raza y rango. Necesitaba encontrar al resto de las tentaciones, así como a todo aquel demonio poderoso que me pudiera hacer ganar aún más. Cuantos más unidos estuviéramos más fácil tendríamos el lograr nuestras metas, si todos nos apoyábamos por una vez dejando viejas rencillas lograríamos tener a los humanos y todas las razas dominadas, subyugadas a nuestro poder y encanto.
Me aparté de ella con cierta molestia, sin embargo estaba algo ansioso por comenzar a sentir su piel contra la mía. La lascivia nos electrocutaba y nuestro nerviosismo aumentaba como también el deseo. No era común poder encontrarnos con tanta facilidad, tampoco llegar a un acuerdo de forma tan placentera.
Desnudé mi cuerpo al fin con cierta rapidez, soltando mis ropas sobre las cómodas sillas de cuero de corte ejecutivo que nos rodeaban. Una vez desnudo me coloqué sobre ella, cubriéndola nuevamente con mi amplio torso, fuertes brazos y largos cabellos, no sin antes echar un vistazo a su tentador envoltorio. Me encajé entre sus piernas, dejándolas alrededor de mi cuerpo como en un principio, mientras mi boca devoraba la suya. Mis dientes mordían sus labios jalando de estos, para luego colar mi lengua entre ellos acariciando con impulsividad la suya. Bajé por su cuerpo lamiendo su piel, justo hasta sus exuberantes pechos. Sus pezones eran tan apetecibles que no pude controlarme y terminé succionándolos, mientras rodeaba uno de ellos con mis dientes, jalando de él, el otro era pellizcado por los dedos de mi mano izquierda.
Las mujeres tatuadas siempre me habían atraído. Había conocido brujas que poseían pequeños poemas en sus espaldas, conjuros de protección, que ellas mismas habían hecho. Por supuesto, había hecho caer a varios ángeles que para ocultar sus espaldas habían usado los dibujos de un tatuaje, unas alas pintadas en sus espaldas que no eran más que el símbolo de las reales. Irónicamente, cuando perdieron sus alas también se disiparon sus tatuajes y quedaron sin siquiera el mísero recuerdo de haber sido grandes y hermosos estúpidos seres de luz. La luz no me agradaba, prefería la oscuridad porque en ella podía hallar el placer más intenso.
-No hallarás un demonio como yo, pues cuando yo nací ni siquiera existían los ángeles.
Era pura energía cruel y maléfica que caminaba por el universo, codiciaba experimentar mis límites y cuando comprobé que existían seres como los ángeles, que alguien los había creado, quise ser como ellos pero sin la estupidez de los buenos sentimientos. Para mí lo peor del mundo era su sentimentalismo barato. Los sentimientos si no eran de ambición, desenfreno u odio carecían de atractivo.
-Tú tampoco lo serás.
Mis acuerdos, como mis actos, solían ser demasiado placenteros para todos aquellos con los que me topaba. Ella había hecho un buen trato conmigo, digno de una gran negociadora. Podía sentirse envuelta en el lujo sin tener que esforzarse, yo tendría a la lujuria suelta por mis locales dando rienda a sus encantos. Ambos ganábamos.
Su cuerpo pegado al mío me generaba un magnetismo extraño, delicioso, pero era porque encontraba a una de mi raza y rango. Necesitaba encontrar al resto de las tentaciones, así como a todo aquel demonio poderoso que me pudiera hacer ganar aún más. Cuantos más unidos estuviéramos más fácil tendríamos el lograr nuestras metas, si todos nos apoyábamos por una vez dejando viejas rencillas lograríamos tener a los humanos y todas las razas dominadas, subyugadas a nuestro poder y encanto.
Me aparté de ella con cierta molestia, sin embargo estaba algo ansioso por comenzar a sentir su piel contra la mía. La lascivia nos electrocutaba y nuestro nerviosismo aumentaba como también el deseo. No era común poder encontrarnos con tanta facilidad, tampoco llegar a un acuerdo de forma tan placentera.
Desnudé mi cuerpo al fin con cierta rapidez, soltando mis ropas sobre las cómodas sillas de cuero de corte ejecutivo que nos rodeaban. Una vez desnudo me coloqué sobre ella, cubriéndola nuevamente con mi amplio torso, fuertes brazos y largos cabellos, no sin antes echar un vistazo a su tentador envoltorio. Me encajé entre sus piernas, dejándolas alrededor de mi cuerpo como en un principio, mientras mi boca devoraba la suya. Mis dientes mordían sus labios jalando de estos, para luego colar mi lengua entre ellos acariciando con impulsividad la suya. Bajé por su cuerpo lamiendo su piel, justo hasta sus exuberantes pechos. Sus pezones eran tan apetecibles que no pude controlarme y terminé succionándolos, mientras rodeaba uno de ellos con mis dientes, jalando de él, el otro era pellizcado por los dedos de mi mano izquierda.
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Re: Greystone Manor -LIBRE
Se sostuvo sobre sus codos observándolo mientras se quitaba la ropa con rapidez. Vio su torso marcado y mordible y su piel curtida por las guerras a través de los siglos que solo lo hacía lucir más atractivo.
A partir de ese día la lujuria se pasearía por la ciudad llenando a las pobres almas de regocijo y placeres que nunca antes han conocido. Ella cumpliría con su parte utilizando sus encantos y ayudaría a su raza a gobernar el mundo.
Cuando acabó de quitarse sus ropas ella se detuvo una vez más para contemplarlo, era merecedor de su raza, toda una tentación al igual que ella lo era. Su cabello los cubría como un suave manto oscuro que la rodeaba al igual que su boca.
Eran electricidad y excitación y sexo puro y duro como una energía arrolladora que se expandía por el lugar. El frenesí de las mordidas y besos aumentó mientras ella se sujetaba de su espalda presionando las piernas contra su pelvis rozándolo dolorosamente.
Se arqueó ligueramente y ronroneó mientras él tomaba entre sus labios su pecho y pellizcaba y mordía. Clavó las uñas en sus omóplatos removiéndose sensualmente bajo su cuerpo.
A partir de ese día la lujuria se pasearía por la ciudad llenando a las pobres almas de regocijo y placeres que nunca antes han conocido. Ella cumpliría con su parte utilizando sus encantos y ayudaría a su raza a gobernar el mundo.
Cuando acabó de quitarse sus ropas ella se detuvo una vez más para contemplarlo, era merecedor de su raza, toda una tentación al igual que ella lo era. Su cabello los cubría como un suave manto oscuro que la rodeaba al igual que su boca.
Eran electricidad y excitación y sexo puro y duro como una energía arrolladora que se expandía por el lugar. El frenesí de las mordidas y besos aumentó mientras ella se sujetaba de su espalda presionando las piernas contra su pelvis rozándolo dolorosamente.
Se arqueó ligueramente y ronroneó mientras él tomaba entre sus labios su pecho y pellizcaba y mordía. Clavó las uñas en sus omóplatos removiéndose sensualmente bajo su cuerpo.
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Re: Greystone Manor -LIBRE
Nuestro encuentro no podía haber marchado mejor, parecía que disfrutaríamos de un juego sutil y salvaje. Mi boca abandonó sus pezones, para ir directa a su ombligo mordisqueando su vientre mientras mis manos jugaban con la suavidad, y calidez, de la zona interna de sus muslos. Mi manos ásperas y masculinas, las de un guerrero curtido en batallas de todo tipo, acabaron por acariciar los labios de su vagina. Mi lengua acarició sutilmente su tatuaje, dibujándolo con cada una de mis lamidas, mientras mis ojos se fundían en los suyos.
Mi boca bajó hacia su monte de venus, acariciando con mis labios el borde de la entrada a su vagina. Lamí sus labios inferiores, para acabar abriéndolos e introduciendo mi lengua palpando con ella su clítoris. Coloqué entonces mis manos sobre sus pechos, apretándolos como si fueran dos rodajas de naranja. Mis dedos masajeaban aquellos exuberantes pecados, los cuales me tentaban tanto como ella misma, mientras mi lengua parecía la de una serpiente, igual o más peligrosa que la de su tatuaje.
Deseaba ver a la lujuria caer en su propio pecado, justo entre mis manos y por culpa de mi boca. Era un pequeño reto que me había propuesto como meta personal en ese mismo instante, por ello me esmeraba con ella más que con mis anteriores relaciones con seres de nuestra estirpe. Quería escuchar sus gemidos, para después sentir sus gritos de placer.
Mi lengua se colaba entre sus piernas lamiendo su clítoris, succionándolo, para luego mordisquear sus labios vaginales. Sentía como ardía como yo mismo, como nuestro hogar se abría bajo nuestros cuerpos y nos rodeaba. El deseo que cruzaban nuestras miradas eran intenso, como nuestras oscuras almas. Éramos pozo de brea ardiendo.
Me aparté sentándome en uno de aquellos enormes y cómodos sillones, la miré complacido recreándome con su cuerpo. Me acomodé sonriendo como cualquier demonio complacido por la creación de un nudo de maldad, de placer o simplemente por la idea de saborear parte del praíso en pleno infierno.
-Ven pequeña mía, lléname de tu lujuria.
Deseaba que me excitara haciéndome caer en sus malas artes, quería deshinibirme por completo perdiendo la cabeza. Estaba inmerso siempre en mis negocios, pero llegado el momento de placer olvidaba incluso el lugar donde me hallaba. Quería que ella me enseñara su forma de ser, para así domarla pegándola a mí y ofreciéndole el poder de los infiernos. No era como todas las furcias que me visitaban, aunque mi cuerpo reaccionara igual, sabía que su poder era atrayente igual que Naamah. Eran flores oscuras, rosas negras, que me complacían con su aroma y su lívido.
Sabía que me veía imponente en aquel sillón de cuero que quedaba pequeño bajo mi cuerpo, mi piel blanca y que parecía cincelada en mármol junto a mis cabellos negros y ojos extremadamente verdes, provocaba una ilusión parecida a ver una aparición de un ángel cubierto de pecado. Mi cuerpo lo había sido, la esencia que lo poseía era un ser más oscuro y retorcido que cualquier ángel caído. Yo era el más poderoso de una gran lista, aunque había otros sobre la jerarquía. Sin embargo, mi elegancia y rudeza estaban equilibradas dando un aspecto de señor de los infiernos, de noble, cercano a lo que era realmente.
Mi boca bajó hacia su monte de venus, acariciando con mis labios el borde de la entrada a su vagina. Lamí sus labios inferiores, para acabar abriéndolos e introduciendo mi lengua palpando con ella su clítoris. Coloqué entonces mis manos sobre sus pechos, apretándolos como si fueran dos rodajas de naranja. Mis dedos masajeaban aquellos exuberantes pecados, los cuales me tentaban tanto como ella misma, mientras mi lengua parecía la de una serpiente, igual o más peligrosa que la de su tatuaje.
Deseaba ver a la lujuria caer en su propio pecado, justo entre mis manos y por culpa de mi boca. Era un pequeño reto que me había propuesto como meta personal en ese mismo instante, por ello me esmeraba con ella más que con mis anteriores relaciones con seres de nuestra estirpe. Quería escuchar sus gemidos, para después sentir sus gritos de placer.
Mi lengua se colaba entre sus piernas lamiendo su clítoris, succionándolo, para luego mordisquear sus labios vaginales. Sentía como ardía como yo mismo, como nuestro hogar se abría bajo nuestros cuerpos y nos rodeaba. El deseo que cruzaban nuestras miradas eran intenso, como nuestras oscuras almas. Éramos pozo de brea ardiendo.
Me aparté sentándome en uno de aquellos enormes y cómodos sillones, la miré complacido recreándome con su cuerpo. Me acomodé sonriendo como cualquier demonio complacido por la creación de un nudo de maldad, de placer o simplemente por la idea de saborear parte del praíso en pleno infierno.
-Ven pequeña mía, lléname de tu lujuria.
Deseaba que me excitara haciéndome caer en sus malas artes, quería deshinibirme por completo perdiendo la cabeza. Estaba inmerso siempre en mis negocios, pero llegado el momento de placer olvidaba incluso el lugar donde me hallaba. Quería que ella me enseñara su forma de ser, para así domarla pegándola a mí y ofreciéndole el poder de los infiernos. No era como todas las furcias que me visitaban, aunque mi cuerpo reaccionara igual, sabía que su poder era atrayente igual que Naamah. Eran flores oscuras, rosas negras, que me complacían con su aroma y su lívido.
Sabía que me veía imponente en aquel sillón de cuero que quedaba pequeño bajo mi cuerpo, mi piel blanca y que parecía cincelada en mármol junto a mis cabellos negros y ojos extremadamente verdes, provocaba una ilusión parecida a ver una aparición de un ángel cubierto de pecado. Mi cuerpo lo había sido, la esencia que lo poseía era un ser más oscuro y retorcido que cualquier ángel caído. Yo era el más poderoso de una gran lista, aunque había otros sobre la jerarquía. Sin embargo, mi elegancia y rudeza estaban equilibradas dando un aspecto de señor de los infiernos, de noble, cercano a lo que era realmente.
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Re: Greystone Manor -LIBRE
Cerró los ojos mientras él descendía por su cuerpo, sus manos hacían bien su trabajo y él sabía muy bien cómo tocar a una mujer, ambos sabían muy bien qué deseaban del otro. Abrió los ojos para observarlo y al mismo tiempo que él alzaba la vista mientras lamía ligeramente su tatuaje.
Todo en aquella habitación era erótico y frenético. Sonrió y se mordió el labio inferior cuando él comenzó a lamer más abajo, llegando hasta su clítoris. Gimió bajo deleitada por el placer y el sonido que su lengua hacía sobre la humedad. Le estaba tentando y ambos sabían jugar ese juego muy bien.
Gimió arqueándose un poco sin dejar de observarlo, su porte magnífico, sus manos grandes y su piel más varonil y curtida contrastando contra la suya más suave y delicada, todo lo hacía lucir más excitante y deseable.
Sus cuerpos ardían y se sentía en el aire el olor a sexo y desenfreno junto con el sonido de sus cuerpos dándose placer. De pronto se apartó y se sentó en uno de los sillones negros que contrastaban magníficamente con su piel blanca casi etérea.
Y la llamó.
Deseaba que le sedujera, que le enseñara aquello por lo que tantos se volvían locos. Sonrió sentándose sobre el escritorio con el cabello cayendo por su espalda dándole el toque de un ángel caído, solo que ella no era nada de eso, ella era la pasión que habitaba en cada ser, esas fantasías que pedían a gritos ser realizadas.
Le sonrió encantadora desde su lugar y bajó de un salto hacia el suelo. Era como un felino caminó unos pasos y chasqueó los dedos activando el reproductor de música que había visto cuando ingresaron al lugar.
-Qué apropiado –dijo maliciosa mientras avanzaba otro paso moviéndose como una serpiente que era. Subió las manos por sus caderas como él había hecho un momento antes sin apartar la vista de él, acarició su vientre y subió por su pecho acariciándolos con ambas manos mientras sus caderas seguían el ritmo de la música. Gimió sintiéndose observada y apretó su pecho mientras abría las piernas y bailaba deslizándose hasta el suelo. Gateó lenta y elegantemente los últimos metros hasta llegar a él, observándolo con los ojos turquesa refulgiendo como los de un animal salvaje.
Se puso de pie, rozando su miembro con su cuerpo ligeramente sin entrar en contacto y deslizándose por su cuerpo sin siquiera tocarlo. Bailó un poco más apenas rozando sus cuerpos que se atraían como un imán y sonrió poniéndose a su altura con los labios tan cerca que sentía sus respiraciones entremezcladas.
Todo en aquella habitación era erótico y frenético. Sonrió y se mordió el labio inferior cuando él comenzó a lamer más abajo, llegando hasta su clítoris. Gimió bajo deleitada por el placer y el sonido que su lengua hacía sobre la humedad. Le estaba tentando y ambos sabían jugar ese juego muy bien.
Gimió arqueándose un poco sin dejar de observarlo, su porte magnífico, sus manos grandes y su piel más varonil y curtida contrastando contra la suya más suave y delicada, todo lo hacía lucir más excitante y deseable.
Sus cuerpos ardían y se sentía en el aire el olor a sexo y desenfreno junto con el sonido de sus cuerpos dándose placer. De pronto se apartó y se sentó en uno de los sillones negros que contrastaban magníficamente con su piel blanca casi etérea.
Y la llamó.
Deseaba que le sedujera, que le enseñara aquello por lo que tantos se volvían locos. Sonrió sentándose sobre el escritorio con el cabello cayendo por su espalda dándole el toque de un ángel caído, solo que ella no era nada de eso, ella era la pasión que habitaba en cada ser, esas fantasías que pedían a gritos ser realizadas.
Le sonrió encantadora desde su lugar y bajó de un salto hacia el suelo. Era como un felino caminó unos pasos y chasqueó los dedos activando el reproductor de música que había visto cuando ingresaron al lugar.
-Qué apropiado –dijo maliciosa mientras avanzaba otro paso moviéndose como una serpiente que era. Subió las manos por sus caderas como él había hecho un momento antes sin apartar la vista de él, acarició su vientre y subió por su pecho acariciándolos con ambas manos mientras sus caderas seguían el ritmo de la música. Gimió sintiéndose observada y apretó su pecho mientras abría las piernas y bailaba deslizándose hasta el suelo. Gateó lenta y elegantemente los últimos metros hasta llegar a él, observándolo con los ojos turquesa refulgiendo como los de un animal salvaje.
Se puso de pie, rozando su miembro con su cuerpo ligeramente sin entrar en contacto y deslizándose por su cuerpo sin siquiera tocarlo. Bailó un poco más apenas rozando sus cuerpos que se atraían como un imán y sonrió poniéndose a su altura con los labios tan cerca que sentía sus respiraciones entremezcladas.
- Spoiler:
- La canción del reproductor
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Re: Greystone Manor -LIBRE
Su aspecto era el de un ángel delicado que se ofrecía frente a mí, quizás para rezar por mi alma, y sin embargo era el ser más pecaminoso y desenfrenado que había encontrado en la ciudad. Desde mi larga etapa en los infiernos no había encontrado una mujer demonio como aquella, tan deliciosa y prometedora con sólo unas miradas. Esperaba que no me decepcionara, odiaba equivocarme con mis veredictos.
Su cuerpo se contoneaba como el de una serpiente, con la elegancia de un felino y el aroma de los infiernos pegado a ella. Sabía que nada más estar entre sus piernas me sentiría en casa. No moví ni un músculo disfrutando de su espectáculo de cabaret, incluso puso el reproductor para darle un toque más atrayente y perfecto. Amaba las mujeres detallistas, porque yo lo era cuando necesitaba sacar algo de ellas.
Su piel pronto se rozó contra la mía, sus largas piernas daban el efecto que se enredaban entre ellas y terminaban siendo el lazo perfecto de mi cuerpo. Mi miembro comenzó a endurecerse por culpa de aquel baile sensual, aunque aún necesitaba más de su maestría a la hora de excitar a un demonio tan cargado de obligaciones como yo. Sonreí deteniendo su contoneo con mis manos enormes, las de un guerrero dispuesto a tomar aquello que cree que le pertenece, por muy injusto y cruel que fuera para el campesino.
-Me gustan las fieras por domar, porque puedo ofrecerles el infierno más tentador mientras ellas me regalan sensualidad.
Había dejado mi mano izquierda sobre su cadera derecha, apretándola con cierta fuerza y rabia para impedir que siquiera jugando con la música y su erotismo. La pista de sonido cambió dando paso a T.N.T una de las canciones que siempre me habían hecho sentir identificado. Mi mano derecha acarició su ombligo deslizándose hasta sus pechos, los cuales lamí y mordí nuevamente. Mis ojos se fundieron con los suyos sin dejar de saborear su piel, sentir su calor y su aroma pegado a mi gruesa piel.
-¿Por qué no me haces explotar? Tal vez, así podría comenzar a conocerte mejor y dominarte de una forma más sutil y pecaminosa que a las mujerzuelas que suelen venir a mí, perras que se creen amantes del mismísimo satanás y no son más que niñas buscando un hombre que las cuide. Quiero algo más que un baile, quiero sentir como me endureces y provocas que te caiga encima.
Su cuerpo se contoneaba como el de una serpiente, con la elegancia de un felino y el aroma de los infiernos pegado a ella. Sabía que nada más estar entre sus piernas me sentiría en casa. No moví ni un músculo disfrutando de su espectáculo de cabaret, incluso puso el reproductor para darle un toque más atrayente y perfecto. Amaba las mujeres detallistas, porque yo lo era cuando necesitaba sacar algo de ellas.
Su piel pronto se rozó contra la mía, sus largas piernas daban el efecto que se enredaban entre ellas y terminaban siendo el lazo perfecto de mi cuerpo. Mi miembro comenzó a endurecerse por culpa de aquel baile sensual, aunque aún necesitaba más de su maestría a la hora de excitar a un demonio tan cargado de obligaciones como yo. Sonreí deteniendo su contoneo con mis manos enormes, las de un guerrero dispuesto a tomar aquello que cree que le pertenece, por muy injusto y cruel que fuera para el campesino.
-Me gustan las fieras por domar, porque puedo ofrecerles el infierno más tentador mientras ellas me regalan sensualidad.
Había dejado mi mano izquierda sobre su cadera derecha, apretándola con cierta fuerza y rabia para impedir que siquiera jugando con la música y su erotismo. La pista de sonido cambió dando paso a T.N.T una de las canciones que siempre me habían hecho sentir identificado. Mi mano derecha acarició su ombligo deslizándose hasta sus pechos, los cuales lamí y mordí nuevamente. Mis ojos se fundieron con los suyos sin dejar de saborear su piel, sentir su calor y su aroma pegado a mi gruesa piel.
-¿Por qué no me haces explotar? Tal vez, así podría comenzar a conocerte mejor y dominarte de una forma más sutil y pecaminosa que a las mujerzuelas que suelen venir a mí, perras que se creen amantes del mismísimo satanás y no son más que niñas buscando un hombre que las cuide. Quiero algo más que un baile, quiero sentir como me endureces y provocas que te caiga encima.
- Spoiler:
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Re: Greystone Manor -LIBRE
Rió como había hecho muchas veces esa noche. Caim era un demonio que le hacía reír de una buena forma. Él no era fácil y eso era divertido, porque ella tampoco. Esperaba que su encuentro fuese memorable.
Puso una mano sobre su cadera, quería más y ella se lo daría. Se deslizó por su cuerpo como una serpiente, bajando con suavidad arañando y dejando pequeños senderos rojizos sobre su pecho y bajando por su torso, se inclinó para morder ligeramente como si pudiese transmitirle el veneno que corría por sus venas. Bajó más y hundió sin previo aviso su miembro, tomándolo con maestría entre sus labios suaves y rellenos. Descendió más antes de dejar que su lengua vibrara contra su piel, recorrió el glande haciendo que el pre seminal tocara su boca y se deslizara fugazmente por la comisura de su boca. Lo hizo todo sin dejar de ver sus ojos, era como una batalla silenciosa un juego de poderes y del salvaje deseo.
Descendió mientras sus manos acariciaban con intensidad sus testículos y mientras su boca se hundía en él y su lengua siseaba sobre la superficie endureciéndolo a cada lamida. Rasguñó ligeramente con los dientes enviando oleadas de electricidad por sus cuerpos, eran como animales salvajes fundidos en calor y energía antinatural.
-Imagina todas las almas que caerán en la oscuridad, todas esas almas corruptas plagadas de sexo y drogas. Te haré el demonio más poderoso de la ciudad el más deseado –Arrastró las palabras lamiendo sus labios con la punta de la lengua mientras sus manos aumentaban el ritmo donde su boca había estado-. Sé que quieres domarme, quieres correrte entre mis piernas calientes y que ambos nos perdamos entre el fuego infernal.
Puso una mano sobre su cadera, quería más y ella se lo daría. Se deslizó por su cuerpo como una serpiente, bajando con suavidad arañando y dejando pequeños senderos rojizos sobre su pecho y bajando por su torso, se inclinó para morder ligeramente como si pudiese transmitirle el veneno que corría por sus venas. Bajó más y hundió sin previo aviso su miembro, tomándolo con maestría entre sus labios suaves y rellenos. Descendió más antes de dejar que su lengua vibrara contra su piel, recorrió el glande haciendo que el pre seminal tocara su boca y se deslizara fugazmente por la comisura de su boca. Lo hizo todo sin dejar de ver sus ojos, era como una batalla silenciosa un juego de poderes y del salvaje deseo.
Descendió mientras sus manos acariciaban con intensidad sus testículos y mientras su boca se hundía en él y su lengua siseaba sobre la superficie endureciéndolo a cada lamida. Rasguñó ligeramente con los dientes enviando oleadas de electricidad por sus cuerpos, eran como animales salvajes fundidos en calor y energía antinatural.
-Imagina todas las almas que caerán en la oscuridad, todas esas almas corruptas plagadas de sexo y drogas. Te haré el demonio más poderoso de la ciudad el más deseado –Arrastró las palabras lamiendo sus labios con la punta de la lengua mientras sus manos aumentaban el ritmo donde su boca había estado-. Sé que quieres domarme, quieres correrte entre mis piernas calientes y que ambos nos perdamos entre el fuego infernal.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Había dado con un demonio que me recordaba a lo mejor de la vida: El sexo. Sin embargo, no era lo único que me ofrecía, también me recordaba un viejo dicho que solía decir desde que el mundo era mundo y yo conocía los placeres ocultos que nos ofrecía: Si tienes el placer de conocer al pecado encarnado en una mujer no lo dejes pasar, invítala a una copa y deja que te solucione la noche dándole un punto divertido y salvaje.
Ella estaba dándome una lección de sexo salvaje, erótico y sofisticado. Su lengua siseaba y vibraba sobre mi miembro, atrapándolo entre sus labios y recreándose con sus ojos fundidos en los míos. Podía notar los carnosos infiernos que eran sus labios, así como mi líquido pre-seminal rozaba la comisura de sus labios. Se veía una mujer poderosa, adicta a regalar su mortífero veneno de pecado y a probarlo ella también.
-Me conoces bien para el poco tiempo que llevamos tratándonos.
Quería hundirme en ella, sumergirme en sus piernas, y ella misma lo había dicho de una forma envidiable. Sus piernas calientes, como un horno infernal, eran el lugar apropiado para mi miembro endurecido. Hasta ahora no había tenido el gusto de conocerla, pero sabía que me haría un demonio poderoso en todo el país.
Poseía mansiones, rascacielos, casinos y multitud de propiedades por todo el mundo. Sin embargo, si puedes tener más ten más y si te lo ofrecen aceptalo. Yo quería más. Necesitaba mayor poder y presencia en este mundo que estaba acabando. Deseaba que todos me conocieran para que cuando el mundo cayera en nuestras manos, para cuando todo humano quedara sumergido en las verdaderas tinieblas, conociera mi nombre y temblaran nada más con imaginar mis ojos frente a ellos. Ese era mi gran sueño, ser tan conocido y envidiado como Lucifer. Él era mi líder, pero podía equipararme en fuerzas y también quería hacerlo en fama.
-Si tan bien sabes qué quiero, dámelo.
Fue un mandato claro y corto, quería que me diera aquello que bien deseábamos ambos. Me incliné apoderándome de sus labios, hundiendo mi lengua en ellos mientras la tomaba del cuello. No apartaba mi boca de ella, succionaba el aire de sus pulmones y parte de sus energías. Sabía que otra en su lugar se aturdiría, pero ella aguantaría el tipo con majestuosidad.
Me levanté de mi trono de empresario polivalente, tiránico e ingenioso para pegarla contra la mesa. Provoqué que sus pechos se aplastaran contra el grueso cristal, el cual podía soportar hasta un elefante al ser blindado, y abrí sus piernas posicionándome entre ellas. Me gustaba esa postura, porque podía tener mayor dominio sobre mis víctimas y compañeras de diversión.
-Sé que vas a gozar tanto como yo, incluso más.
Susurré aquellas palabras mientras mi glande rozaba sus labios vaginales, los mismos que se abrieron cediendo necesitados. Mi falo entró rasguñando su interior, acomplándose a ella y sintiendo al fin los infiernos.
-Es como estar en casa.
No tardé en moverme de forma frenética dentro de ella, buscando el placer que tanto deseaba y que también ella necesitaba. Mi pesado cuerpo se inclinó sobre el suyo, aplastándola y dominándola como únicamente yo sabía hacer. Sólo se escuchaba de mi parte mi respiración algo agitada, igual que el resoplido de un toro al arremeter contra su oponente, así como mis testículos chocando contra ella y la fricción de mi miembro. De mi parte, nada más. Era un hombre silencioso en los actos de placer, pocos habían logrado que gruñera o mostrara mayor interés. Me gustaba guardar silencio para escuchar los gemidos que provocaba.
Ella estaba dándome una lección de sexo salvaje, erótico y sofisticado. Su lengua siseaba y vibraba sobre mi miembro, atrapándolo entre sus labios y recreándose con sus ojos fundidos en los míos. Podía notar los carnosos infiernos que eran sus labios, así como mi líquido pre-seminal rozaba la comisura de sus labios. Se veía una mujer poderosa, adicta a regalar su mortífero veneno de pecado y a probarlo ella también.
-Me conoces bien para el poco tiempo que llevamos tratándonos.
Quería hundirme en ella, sumergirme en sus piernas, y ella misma lo había dicho de una forma envidiable. Sus piernas calientes, como un horno infernal, eran el lugar apropiado para mi miembro endurecido. Hasta ahora no había tenido el gusto de conocerla, pero sabía que me haría un demonio poderoso en todo el país.
Poseía mansiones, rascacielos, casinos y multitud de propiedades por todo el mundo. Sin embargo, si puedes tener más ten más y si te lo ofrecen aceptalo. Yo quería más. Necesitaba mayor poder y presencia en este mundo que estaba acabando. Deseaba que todos me conocieran para que cuando el mundo cayera en nuestras manos, para cuando todo humano quedara sumergido en las verdaderas tinieblas, conociera mi nombre y temblaran nada más con imaginar mis ojos frente a ellos. Ese era mi gran sueño, ser tan conocido y envidiado como Lucifer. Él era mi líder, pero podía equipararme en fuerzas y también quería hacerlo en fama.
-Si tan bien sabes qué quiero, dámelo.
Fue un mandato claro y corto, quería que me diera aquello que bien deseábamos ambos. Me incliné apoderándome de sus labios, hundiendo mi lengua en ellos mientras la tomaba del cuello. No apartaba mi boca de ella, succionaba el aire de sus pulmones y parte de sus energías. Sabía que otra en su lugar se aturdiría, pero ella aguantaría el tipo con majestuosidad.
Me levanté de mi trono de empresario polivalente, tiránico e ingenioso para pegarla contra la mesa. Provoqué que sus pechos se aplastaran contra el grueso cristal, el cual podía soportar hasta un elefante al ser blindado, y abrí sus piernas posicionándome entre ellas. Me gustaba esa postura, porque podía tener mayor dominio sobre mis víctimas y compañeras de diversión.
-Sé que vas a gozar tanto como yo, incluso más.
Susurré aquellas palabras mientras mi glande rozaba sus labios vaginales, los mismos que se abrieron cediendo necesitados. Mi falo entró rasguñando su interior, acomplándose a ella y sintiendo al fin los infiernos.
-Es como estar en casa.
No tardé en moverme de forma frenética dentro de ella, buscando el placer que tanto deseaba y que también ella necesitaba. Mi pesado cuerpo se inclinó sobre el suyo, aplastándola y dominándola como únicamente yo sabía hacer. Sólo se escuchaba de mi parte mi respiración algo agitada, igual que el resoplido de un toro al arremeter contra su oponente, así como mis testículos chocando contra ella y la fricción de mi miembro. De mi parte, nada más. Era un hombre silencioso en los actos de placer, pocos habían logrado que gruñera o mostrara mayor interés. Me gustaba guardar silencio para escuchar los gemidos que provocaba.
Invitado- Invitado
Re: Greystone Manor -LIBRE
Entró en ella embistiendo con fuerza haciéndole gemir lascivamente. Se movía sobre ella con fuerza pero aún así se mantenía controlado mientras su cuerpo se tensaba por la excitación. Sonrió mientras sus brazos se sostuvieron de su cadera y sus piernas se enredaron en su cintura para darle más acceso y juntar más sus cuerpos, uniéndolos en llamas de salvajismo animal.
Se movió contra él rasguñando su espalda mientras se sujetaba de él. Era un demonio, no se dejaría follar como si fuese una marioneta, a ambos les gustaba jugar e incluso ahora que se movían con desenfreno continuaban retándose.
Giró la cabeza lo suficiente para besarlo sin dejar de moverse y gimió sensualmente contra sus labios mientras su pelvis se balanceaba con fuerza contra él. Su cuerpo era robusto y sus embestidas la llenaban por completo. Para incrementar el placer presionó los músculos de su entrada, aprisionándolo en cada embestida, volviéndolos un poco más dementes con el calor y la presión y toda la sangre acumulada directo allí donde se tocaban.
Se movió contra él rasguñando su espalda mientras se sujetaba de él. Era un demonio, no se dejaría follar como si fuese una marioneta, a ambos les gustaba jugar e incluso ahora que se movían con desenfreno continuaban retándose.
Giró la cabeza lo suficiente para besarlo sin dejar de moverse y gimió sensualmente contra sus labios mientras su pelvis se balanceaba con fuerza contra él. Su cuerpo era robusto y sus embestidas la llenaban por completo. Para incrementar el placer presionó los músculos de su entrada, aprisionándolo en cada embestida, volviéndolos un poco más dementes con el calor y la presión y toda la sangre acumulada directo allí donde se tocaban.
Invitado- Invitado
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