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Poison girl -Libre +18
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Poison girl -Libre +18
Había despertado temprano tras una agitada noche, pero la luz del sol me quitaba el sueño. Prácticamente estaba sola en casa, Alexei se había marchado a trabajar según decía su nota y Lestat... mi "padre", dormía encerrado en el cuarto de Alexei.
Decidí salir de inmediato, no soportaba estar en aquella casa, después de todas las cosas que habían pasado la noche anterior, sólo quería distraerme y olvidarlo todo. Caminaría, no tenía idea de a dónde y no me importaba. Me vestí con rapidez sin dejar nota alguna, si no llegaba a dormir perfecto, que Lestat aprendiera a preocuparse un poco ya que Alexei le había medio sanado. Ahora mismo estaba confusa, y los dos me daban igual.
Estuve horas completas caminando, llegando a Sunset Strip de nuevo. El sol se empezaba a ocultar mientras yo daba vueltas, y al final decidía entrar en un local de ambiente oscuro, se veía misterioso y sabría que lograría sacar algo de allí. Aunque esta vez sería el colmo si encontraba a Louis, suficiente trauma como para no querer ir a un bar en mi vida...
Al entrar, engañando al de la entrada con mi edad... en teoría, ya que tenía más de 250 años, me fijé en la gente que había. Se veía bien, de seguro conseguía un buen ligue aquella tarde noche.
Decidí salir de inmediato, no soportaba estar en aquella casa, después de todas las cosas que habían pasado la noche anterior, sólo quería distraerme y olvidarlo todo. Caminaría, no tenía idea de a dónde y no me importaba. Me vestí con rapidez sin dejar nota alguna, si no llegaba a dormir perfecto, que Lestat aprendiera a preocuparse un poco ya que Alexei le había medio sanado. Ahora mismo estaba confusa, y los dos me daban igual.
Estuve horas completas caminando, llegando a Sunset Strip de nuevo. El sol se empezaba a ocultar mientras yo daba vueltas, y al final decidía entrar en un local de ambiente oscuro, se veía misterioso y sabría que lograría sacar algo de allí. Aunque esta vez sería el colmo si encontraba a Louis, suficiente trauma como para no querer ir a un bar en mi vida...
Al entrar, engañando al de la entrada con mi edad... en teoría, ya que tenía más de 250 años, me fijé en la gente que había. Se veía bien, de seguro conseguía un buen ligue aquella tarde noche.
Invitado- Invitado
Re: Poison girl -Libre +18
Había despertado en pleno atardecer. La noche anterior se había alargado hasta pasado el medio día. Las mujeres que estaban a mi alrededor aún dormían plácidamente deseando que me quedara a jugar un rato más, sin embargo no solía repetir juguete. Aquellas exuberantes criaturas habían llegado a mi enigmático local reformado para atraer a jóvenes de toda la ciudad, todas gracias a mis trato cerrado con la Lujuria. Sabía que Naamah estaba colaborando también de forma intensa, muchas prostitutas de lujo rebajaban sus tarifas por poder pasar una noche en mis locales de ambiente, cientos de ellas rogaban una entrada en los cabaret y en los numerosos “Hoteles del Pecado” tenía hospedada a varias que sólo paraban para poder dormir unas horas e ingerir algo de alimento.
Mi despertar había sido el más placentero, podía sentir las almas caer en el desenfreno y el patético espejismo de vivir en el paraíso. Algunas de aquellas deliciosas criaturas se deslizaron bajo las sábanas nada más notar que despertaba, estaban cansadas pero podían hacerme un último favor. Dos morenas de piel bronceada y ojos aguamarina succionaban mi miembro, turnándose como buenas hermanas, mientras una rubia se dedicaba a estimularse frente a mí.
Reí a carcajadas al ver como finalmente las tres rogaban las atenciones de mis manos y falo, mientras una pelirroja comenzaba a contonearse frente a nosotros, regalándome así unas vistas maravillosas de su suculenta anatomía. Mis dedos se hundían en aquellas mujeres consumiendo sus almas, hundiéndolas en la oscuridad, mientras pensaban que habían hecho el mejor trato de sus vidas.
-Marcharos y contad a todos que en mis locales tendrán los lujos más inaccesibles a buen precio.
El atardecer se podía contemplar desde las ventanas de mi apartamento, el cual se hallaba en uno de los rascacielos más altos y lujosos, los mismos que estaban rodeados por altas medidas de seguridad. En realidad, nadie me atacaría porque sabían cual era el precio por intentar algo semejante. Yo ya existía cuando Dios apareció, era tan viejo como él, la oscuridad era anterior al sol.
Decidí darme una ducha y salir a vigilar algunos de mis negocios, regresaría quizás al nuevo e imponente Poison Devil en Sunset Strip. Era un local de ambiente con alfombra roja en forma de lengua, la entrada era una gárgola y dentro todo era rojo, llamativo rojo sangre, y sofá cómodos de color negro con una luz tenue, casi inexistente, que provocaba que todos se sintieran en un ambiente íntimo, con buena música rock sonando sin cesar y una barra con cientos de bebidas importadas. La entrada era algo cara, pero con ella podías adquirir dos bebidas comunes.
Me vestí para la ocasión, unos pantalones de cuero ajustado con una camiseta sin mangas blanca y una chupa de cuero. Llegaría en una de mis hermosas harley con el cabello suelto y aspecto indiferente. Buscaría mujeres para tentar hasta provocar que perdieran el juicio, muchas incluso matarían por mí debido al trance que ofrecían mis ojos de serpiente.
Una vez colocadas las botas de cuero militares, un modelo especial y exclusivo creado por mí, me marché al garaje y saqué una de aquellas maravillas. Amaba sentir la velocidad entre mis piernas, era como tener sexo con una mujer sumisa y a la vez con un motor salvaje que te pedía más. Sin duda, ese era el tipo de mujeres que me gustaban. Las chicas sumisas e insaciables, y si no eran sumisas yo las dominaba hasta que no quedaba nada de ellas.
Cuando llegué noté como una poderosa mujer se colaba en la entrada, tenía aspecto de niña pero olía a vampiro y a una esencia infernal que me atrajo. Ella sería mi primera víctima. No necesitaba pactos nuevos con diablesas, de momento, y sabía que si lograba entrar entre sus piernas lo disfrutaría tanto o más que con la señorita Lujuria.
Entré en el local siguiendo su pista hasta la barra del bar. Me senté junto a ella deleitándome por su cabello dorado, su piel suave en apariencia y de color de porcelana cara. Me preguntaba si la podía romper en la cama y si se dejaría destrozar como bien merecían sus largas piernas. Su estatura era pequeña comparada conmigo, casi minúscula, pues no llegaba ni al 180 pero estaba proporcional. Desde sus rabiosas facciones hasta su busto o forma de sus caderas, algo estrechas pero sin duda deliciosas. No dije nada esperando que ella misma se presentara, podía sentir que los peligros le llamaban la atención.
-Whisky
Mi poderosa voz rompió el silencio de mis labios pidiendo una bebida, algo que me hiciera la espera menos aburrida y más divertida. Notaba la mirada de hombres y mujeres en mi dirección, no eran hacia ella sino hacia el poderoso demonio que acababa de llegar y que sabían todos que era el dueño del local. Todos los presentes eran mestizos, humanos o vampiros jóvenes que buscaban presa entre los estúpidos que venían a dejarse tentar. En realidad, todos caían y nadie salía vivo de entre mis garras.
Mi despertar había sido el más placentero, podía sentir las almas caer en el desenfreno y el patético espejismo de vivir en el paraíso. Algunas de aquellas deliciosas criaturas se deslizaron bajo las sábanas nada más notar que despertaba, estaban cansadas pero podían hacerme un último favor. Dos morenas de piel bronceada y ojos aguamarina succionaban mi miembro, turnándose como buenas hermanas, mientras una rubia se dedicaba a estimularse frente a mí.
Reí a carcajadas al ver como finalmente las tres rogaban las atenciones de mis manos y falo, mientras una pelirroja comenzaba a contonearse frente a nosotros, regalándome así unas vistas maravillosas de su suculenta anatomía. Mis dedos se hundían en aquellas mujeres consumiendo sus almas, hundiéndolas en la oscuridad, mientras pensaban que habían hecho el mejor trato de sus vidas.
-Marcharos y contad a todos que en mis locales tendrán los lujos más inaccesibles a buen precio.
El atardecer se podía contemplar desde las ventanas de mi apartamento, el cual se hallaba en uno de los rascacielos más altos y lujosos, los mismos que estaban rodeados por altas medidas de seguridad. En realidad, nadie me atacaría porque sabían cual era el precio por intentar algo semejante. Yo ya existía cuando Dios apareció, era tan viejo como él, la oscuridad era anterior al sol.
Decidí darme una ducha y salir a vigilar algunos de mis negocios, regresaría quizás al nuevo e imponente Poison Devil en Sunset Strip. Era un local de ambiente con alfombra roja en forma de lengua, la entrada era una gárgola y dentro todo era rojo, llamativo rojo sangre, y sofá cómodos de color negro con una luz tenue, casi inexistente, que provocaba que todos se sintieran en un ambiente íntimo, con buena música rock sonando sin cesar y una barra con cientos de bebidas importadas. La entrada era algo cara, pero con ella podías adquirir dos bebidas comunes.
Me vestí para la ocasión, unos pantalones de cuero ajustado con una camiseta sin mangas blanca y una chupa de cuero. Llegaría en una de mis hermosas harley con el cabello suelto y aspecto indiferente. Buscaría mujeres para tentar hasta provocar que perdieran el juicio, muchas incluso matarían por mí debido al trance que ofrecían mis ojos de serpiente.
Una vez colocadas las botas de cuero militares, un modelo especial y exclusivo creado por mí, me marché al garaje y saqué una de aquellas maravillas. Amaba sentir la velocidad entre mis piernas, era como tener sexo con una mujer sumisa y a la vez con un motor salvaje que te pedía más. Sin duda, ese era el tipo de mujeres que me gustaban. Las chicas sumisas e insaciables, y si no eran sumisas yo las dominaba hasta que no quedaba nada de ellas.
Cuando llegué noté como una poderosa mujer se colaba en la entrada, tenía aspecto de niña pero olía a vampiro y a una esencia infernal que me atrajo. Ella sería mi primera víctima. No necesitaba pactos nuevos con diablesas, de momento, y sabía que si lograba entrar entre sus piernas lo disfrutaría tanto o más que con la señorita Lujuria.
Entré en el local siguiendo su pista hasta la barra del bar. Me senté junto a ella deleitándome por su cabello dorado, su piel suave en apariencia y de color de porcelana cara. Me preguntaba si la podía romper en la cama y si se dejaría destrozar como bien merecían sus largas piernas. Su estatura era pequeña comparada conmigo, casi minúscula, pues no llegaba ni al 180 pero estaba proporcional. Desde sus rabiosas facciones hasta su busto o forma de sus caderas, algo estrechas pero sin duda deliciosas. No dije nada esperando que ella misma se presentara, podía sentir que los peligros le llamaban la atención.
-Whisky
Mi poderosa voz rompió el silencio de mis labios pidiendo una bebida, algo que me hiciera la espera menos aburrida y más divertida. Notaba la mirada de hombres y mujeres en mi dirección, no eran hacia ella sino hacia el poderoso demonio que acababa de llegar y que sabían todos que era el dueño del local. Todos los presentes eran mestizos, humanos o vampiros jóvenes que buscaban presa entre los estúpidos que venían a dejarse tentar. En realidad, todos caían y nadie salía vivo de entre mis garras.
Satisfaction (sonando en el local)
Invitado- Invitado
Re: Poison girl -Libre +18
Me había quedado en la barra, allí siempre era un lugar interesante en el cual se encontraba de todo un poco. Pedí un JD, como siempre, y mientras aguardaba me dediqué a mirar a mi alrededor, buscaba alguna presa entre las vampiresas del local aunque tampoco descartaba a los jóvenes vampiros. Su sangre siempre me refrescaba, y sus cuerpos calientes a mi tacto me ayudaban a distraerme de mis problemas y pensamientos.
Sin embargo, pronto una poderosa presencia se acercó a donde yo estaba. Al darme cuenta, me fijé que se trataba de un hombre, un poderoso demonio cuya aura destilaba oscuridad y misterio, aunque también peligro. Me pregunté, ¿qué tan prudente sería hablarle? Todas las miradas del bar estaban fijas en él.
Rápidamente aquella vocecita en mi cabeza empezó a decirme que me alejara, que era peligroso. Pero el pequeño problema era que... aquella noche, sobre las demás, quería sentir el peligro y arriesgarme a una locura. No sería la primera ni la última vez, además, yo era una de las más poderosas.
Desde el brazalete de mi mano derecha, la verdad era que ya no podía sentir el peligro. El hechizo de Alexei era poderoso, lo reconocía porque podía contenerme aunque no del todo, pero sobre todo, porque no permitía que nada me dañara, ni las balas, ni los poderes de otros seres de la oscuridad. Así que no tenía nada que perder, y callando a mi conciencia cobarde, me presenté utilizando mi encanto nato, una mirada suave y una leve sonrisa seductora.
-Bonjour monsieur -susurré con voz suave, jugando con mi dedo en torno a mi copa- Agradable noche, ¿no cree?
Sin embargo, pronto una poderosa presencia se acercó a donde yo estaba. Al darme cuenta, me fijé que se trataba de un hombre, un poderoso demonio cuya aura destilaba oscuridad y misterio, aunque también peligro. Me pregunté, ¿qué tan prudente sería hablarle? Todas las miradas del bar estaban fijas en él.
Rápidamente aquella vocecita en mi cabeza empezó a decirme que me alejara, que era peligroso. Pero el pequeño problema era que... aquella noche, sobre las demás, quería sentir el peligro y arriesgarme a una locura. No sería la primera ni la última vez, además, yo era una de las más poderosas.
Desde el brazalete de mi mano derecha, la verdad era que ya no podía sentir el peligro. El hechizo de Alexei era poderoso, lo reconocía porque podía contenerme aunque no del todo, pero sobre todo, porque no permitía que nada me dañara, ni las balas, ni los poderes de otros seres de la oscuridad. Así que no tenía nada que perder, y callando a mi conciencia cobarde, me presenté utilizando mi encanto nato, una mirada suave y una leve sonrisa seductora.
-Bonjour monsieur -susurré con voz suave, jugando con mi dedo en torno a mi copa- Agradable noche, ¿no cree?
Invitado- Invitado
Re: Poison girl -Libre +18
Lancé una mirada fría y calculadora sobre ella, tan fría que podía haberla dejado gélida aunque no lo aparentara. Una leve sonrisa descarada y cruel asomó en mis labios, dibujando en mi rostro una expresión proveniente de los mismos infiernos. Mis ojos se fundieron en los suyos, con sólo un vistazo, mientras mi mano derecha tomaba la copa que me acababan de dejar frente a mí. El vaso de whisky llamaba mi atención, igual que ella, pero no demostraba querer nada más que dar un trago y marcharme.
Acerqué el vaso a mi boca alejando mis ojos de ella, concentrándome en el espejo que había tras el camarero. Mis ojos verdes eran imponentes e inquietantes, los suyos tenían un deje a melancolía y rebeldía. Mismo color, pero distinto destino y desafío. Ella parecía desear el peligro, excitarse con la sensación de poder arriesgarlo todo, y yo deseaba conocer a una de las más estúpidas criaturas del mundo. La reconocí de inmediato, sobre todo por el brazalete que llevaba en su muñeca.
-Buenas noches, Lutho.
Ella no me conocía, pero yo sabía todo de ella. Conocía sus más oscuras ambiciones, podía aspirar sus cabellos llenos de demencia y saborear sus labios llenos de mentiras que hasta ella se creía. Podía hacer todo aquello desde antes de conocernos. Era la criatura que Lucifer estaba usando para destruir al mundo, aunque necesitábamos que cayera en lo más bajo para que su ira desatada cumpliera su cometido. Deseábamos que la oscuridad la engullera.
-¿Vienes a buscar algo de sangre para tus lindos labios y te meta en calor? ¿O quizás algo que te caliente entre las piernas?
Me giré de nuevo hacia ella enterrando mi mirada más atrayente, aquella que era como la de una serpiente a punto de cazar a su presa. Sabía que la doblegaría a pesar del brazalete, no era un golpe ni un poder para dañar su cuerpo. Era simplemente el encanto de un demonio en su más pura esencia. Ella tenía cierto deje que la hacía atractiva, pero sabía que eso era culpa del patán de su padre Lestat. Un vampiro estúpido con un amor aún más estúpido a la humanidad y un amante llorica que no recordaba ni cómo había llegado a ser lo que era.
Mis ojos se cerraron escuchando las primeras notas de violín de la canción que comenzó a desarmar a muchos de los presentes, mis labios se movieron lentamente mientras mis ojos volvían a ella. Tarareaba bajo la canción sintiendo que había sido creada para muchos de nosotros, puesto que disfrutábamos de las frustraciones humanas, por mínimas que fuera, hasta verlos gritar de dolor cayendo en la locura y en la propia puerte. Los demonios éramos hijos de la oscuridad y esta era hija de la muerte.
Acerqué el vaso a mi boca alejando mis ojos de ella, concentrándome en el espejo que había tras el camarero. Mis ojos verdes eran imponentes e inquietantes, los suyos tenían un deje a melancolía y rebeldía. Mismo color, pero distinto destino y desafío. Ella parecía desear el peligro, excitarse con la sensación de poder arriesgarlo todo, y yo deseaba conocer a una de las más estúpidas criaturas del mundo. La reconocí de inmediato, sobre todo por el brazalete que llevaba en su muñeca.
-Buenas noches, Lutho.
Ella no me conocía, pero yo sabía todo de ella. Conocía sus más oscuras ambiciones, podía aspirar sus cabellos llenos de demencia y saborear sus labios llenos de mentiras que hasta ella se creía. Podía hacer todo aquello desde antes de conocernos. Era la criatura que Lucifer estaba usando para destruir al mundo, aunque necesitábamos que cayera en lo más bajo para que su ira desatada cumpliera su cometido. Deseábamos que la oscuridad la engullera.
-¿Vienes a buscar algo de sangre para tus lindos labios y te meta en calor? ¿O quizás algo que te caliente entre las piernas?
Me giré de nuevo hacia ella enterrando mi mirada más atrayente, aquella que era como la de una serpiente a punto de cazar a su presa. Sabía que la doblegaría a pesar del brazalete, no era un golpe ni un poder para dañar su cuerpo. Era simplemente el encanto de un demonio en su más pura esencia. Ella tenía cierto deje que la hacía atractiva, pero sabía que eso era culpa del patán de su padre Lestat. Un vampiro estúpido con un amor aún más estúpido a la humanidad y un amante llorica que no recordaba ni cómo había llegado a ser lo que era.
Mis ojos se cerraron escuchando las primeras notas de violín de la canción que comenzó a desarmar a muchos de los presentes, mis labios se movieron lentamente mientras mis ojos volvían a ella. Tarareaba bajo la canción sintiendo que había sido creada para muchos de nosotros, puesto que disfrutábamos de las frustraciones humanas, por mínimas que fuera, hasta verlos gritar de dolor cayendo en la locura y en la propia puerte. Los demonios éramos hijos de la oscuridad y esta era hija de la muerte.
- Spoiler:
Invitado- Invitado
Re: Poison girl -Libre +18
Una mirada fría y una voz aún más fría fue lo que obtuve por respuesta. Mi mirada continuó igual, como si no me hubiera congelado ante sus ojos fríos y calculadores. Por dentro, la vocecilla esa empezó a gritar con mayor fuerza que me marchara de allí, pero yo había salido buscando justo eso, peligro, aventuras, desafíos que estaba segura, podría superar aunque fuera a rastras.
No me sorprendió tanto que supiera mi nombre, pues había notado una fugaz mirada hacia mi brazalete. Aquella cosa cada día me molestaba más, esperaba poder quitármela apenas tuviera la menor posibilidad. Ante sus siguientes palabras, las cuales fueron un poco descaradas, no pude hacer más que sonreír con cierta coquetería nata, aquella mirada era atrayente pero yo podía hacerme un poco la interesante.
-Vengo en busca de lo que la noche quiera ofrecerme -respondí girando el rostro, contemplando mi copa la cual tomé delicadamente y me llevé a la boca. El ardor del alcohol en mi garganta era exquisito, tanto como sentir aquella mirada suya recorrerme por completo- Pero hasta ahora no he hallado nada interesante o que logre llamar totalmente mi atención -comenté, con cierto tono provocativo.
Sabía que estaba poniendo mucho en juego con el sólo hecho de hablar con un demonio, pero aquella falta de mi instinto de supervivencia y aquel deseo de sentir el peligro podían controlarme y mucho.
No me sorprendió tanto que supiera mi nombre, pues había notado una fugaz mirada hacia mi brazalete. Aquella cosa cada día me molestaba más, esperaba poder quitármela apenas tuviera la menor posibilidad. Ante sus siguientes palabras, las cuales fueron un poco descaradas, no pude hacer más que sonreír con cierta coquetería nata, aquella mirada era atrayente pero yo podía hacerme un poco la interesante.
-Vengo en busca de lo que la noche quiera ofrecerme -respondí girando el rostro, contemplando mi copa la cual tomé delicadamente y me llevé a la boca. El ardor del alcohol en mi garganta era exquisito, tanto como sentir aquella mirada suya recorrerme por completo- Pero hasta ahora no he hallado nada interesante o que logre llamar totalmente mi atención -comenté, con cierto tono provocativo.
Sabía que estaba poniendo mucho en juego con el sólo hecho de hablar con un demonio, pero aquella falta de mi instinto de supervivencia y aquel deseo de sentir el peligro podían controlarme y mucho.
Invitado- Invitado
Re: Poison girl -Libre +18
Deseaba darle un enfoque provocador a cualquier acto que ella realizara en contra de los principios básicos de un ser racional, conocía mi esencia y la había sentido igual que muchos en el local. Todos me tenían cierto respeto, miedo y atracción a partes iguales, por eso nadie se atrevía a decirme una palabra más alta que otra. Ella estaba tentando a su suerte, sobre todo al decir que encontraba que todo era aburrido, sin mucho brillo, y más ante el mismísimo dueño del local.
Hice aparecer un cigarrillo entre mis dedos, encendiéndolo frente a ella para dar una pequeña calada. Mis ojos se quedaron pegados a los suyos contemplándola como si fuera un animal pequeño al cual cazar. Ojos verdes como los míos, muy profundos y rebeldes. Una chica joven a la cual domar hasta que perdiera el aliento. Alargué mi mano derecha hacia la pulsera jugando con ella, tocando los eslabones que esta poseía mientras calaba el cigarrillo.
-Podría quitarte esta pulsera que tanto detestas.
Susurré aquello junto a una nube de tabaco, un aroma pegajoso de nicotina con cierto regusto a menta. Me gustaban los cigarrillos mentolados, le daban un sabor distinto al vicio más común de todos. El alcohol, el tabaco y las mujeres era algo habitual en cualquier hombre, de cualquier época, salvo algunos que preferían hombres antes que a la belleza venenosa de una chica.
-Pero no sé que podrías darme a cambio, no te veo dispuesta a colaborar. Más bien te veo demasiado pretenciosa para ser nueva en esta ciudad, así como para soltar esas palabras frente al dueño de este enorme club nocturno.
Mis ojos jugaban con los suyos hasta su mentón y de su mentón a sus pechos. Los contemplaba descaradamente, siempre lo hacía. Las mujeres eran para mirar atentamente cada trozo de sus cuerpos, los cuales habitualmente quedaban destrozados en mi lecho tan agotadas como satisfechas, aunque algunas como Hella terminaban llorando como mujerzuela barata.
-Lutho, ¿quieres tener la mejor noche de tu vida? ¿Deseas sentirte libre en todos los sentidos? ¿Experimentar cuanto pecado puedas palpar o saborear?
Mis palabras eran un juego terrible de palabras, un contrato para alguien como ella. Mis ojos se quedaron fijos en los suyos nuevamente. Sabía que si la liberaba de aquella pulsera Lucifer sería feliz, y yo podría dañarla de alguna forma que me diera el placer de haber torturado al vampiro más estúpido, petulante y plástico que existía, una muñeca barbie con colmillos.
Hice aparecer un cigarrillo entre mis dedos, encendiéndolo frente a ella para dar una pequeña calada. Mis ojos se quedaron pegados a los suyos contemplándola como si fuera un animal pequeño al cual cazar. Ojos verdes como los míos, muy profundos y rebeldes. Una chica joven a la cual domar hasta que perdiera el aliento. Alargué mi mano derecha hacia la pulsera jugando con ella, tocando los eslabones que esta poseía mientras calaba el cigarrillo.
-Podría quitarte esta pulsera que tanto detestas.
Susurré aquello junto a una nube de tabaco, un aroma pegajoso de nicotina con cierto regusto a menta. Me gustaban los cigarrillos mentolados, le daban un sabor distinto al vicio más común de todos. El alcohol, el tabaco y las mujeres era algo habitual en cualquier hombre, de cualquier época, salvo algunos que preferían hombres antes que a la belleza venenosa de una chica.
-Pero no sé que podrías darme a cambio, no te veo dispuesta a colaborar. Más bien te veo demasiado pretenciosa para ser nueva en esta ciudad, así como para soltar esas palabras frente al dueño de este enorme club nocturno.
Mis ojos jugaban con los suyos hasta su mentón y de su mentón a sus pechos. Los contemplaba descaradamente, siempre lo hacía. Las mujeres eran para mirar atentamente cada trozo de sus cuerpos, los cuales habitualmente quedaban destrozados en mi lecho tan agotadas como satisfechas, aunque algunas como Hella terminaban llorando como mujerzuela barata.
-Lutho, ¿quieres tener la mejor noche de tu vida? ¿Deseas sentirte libre en todos los sentidos? ¿Experimentar cuanto pecado puedas palpar o saborear?
Mis palabras eran un juego terrible de palabras, un contrato para alguien como ella. Mis ojos se quedaron fijos en los suyos nuevamente. Sabía que si la liberaba de aquella pulsera Lucifer sería feliz, y yo podría dañarla de alguna forma que me diera el placer de haber torturado al vampiro más estúpido, petulante y plástico que existía, una muñeca barbie con colmillos.
Invitado- Invitado
Re: Poison girl -Libre +18
Sus ojos me recordaban a los de una serpiente, fría y calculadora, increíblemente diferentes de los míos pese a ser del mismo color verdoso. No podía despegar mi vista de los suyos demasiado tiempo, me atraían como si se trataran de gemas preciosas, de las más hermosas y caras. Y sus palabras no se quedaban atrás, realmente sabía cómo llamar mi atención.
-Pretenciosa no, atrevida y tal vez imprudente -comenté mirándole fijamente, notando sus ojos sobre mis pechos pero sin sentirme incómoda, ¿acaso ese no era el objetivo de usar aquellas ropas provocadoras?- Así que, dueño del local, me ofrece quitarme el brazalete y darme una noche única... ¿cree que es apropiado hacer tratos con un demonio?
Me crucé de piernas tras aquella pregunta, alejando mi mano de la suya para que no tocara el pequeño objeto que rodeaba mi muñeca. Sentía que esa era mi oportunidad para librarme de ese hechizo, como también sentía que aquel demonio era bastante poderoso aunque no me dejaría intimidar.
-Y si decido aceptar tan apetitosas ofertas, ¿cuál es el precio que debo pagar a cambio? -le pregunté, conocía los métodos de los demonios y sabía que nunca nada era gratis. Pero yo podría pagar, estaba segura y siempre sería así; pagaría lo que fuera por poder sentir aquella libertad que me ofrecía, por poder sentir el peligro recorrerme de pies a cabeza para luego poder someterlo.
-Pretenciosa no, atrevida y tal vez imprudente -comenté mirándole fijamente, notando sus ojos sobre mis pechos pero sin sentirme incómoda, ¿acaso ese no era el objetivo de usar aquellas ropas provocadoras?- Así que, dueño del local, me ofrece quitarme el brazalete y darme una noche única... ¿cree que es apropiado hacer tratos con un demonio?
Me crucé de piernas tras aquella pregunta, alejando mi mano de la suya para que no tocara el pequeño objeto que rodeaba mi muñeca. Sentía que esa era mi oportunidad para librarme de ese hechizo, como también sentía que aquel demonio era bastante poderoso aunque no me dejaría intimidar.
-Y si decido aceptar tan apetitosas ofertas, ¿cuál es el precio que debo pagar a cambio? -le pregunté, conocía los métodos de los demonios y sabía que nunca nada era gratis. Pero yo podría pagar, estaba segura y siempre sería así; pagaría lo que fuera por poder sentir aquella libertad que me ofrecía, por poder sentir el peligro recorrerme de pies a cabeza para luego poder someterlo.
Invitado- Invitado
Re: Poison girl -Libre +18
Tenía encanto, sin embargo no dejaba de ser una mujer anclada en la más estúpida adolescencia. Estaba seguro que ante tal despliego de ego y soberbia no había más que una ingenua deseando ser tratada como un demonio, sin embargo no era más que una vampira histérica que no era nadie, aún, para juguetear por los callejones de mi laberinto. Tomé el resto de mi bebida de un sólo trago, antes de echar hacia atrás mis largos cabellos, levantándome de aquel taburete mostrándome aún más imponente ante ella.
-Dejarte hacer todo lo que te venga en gana, estoy seguro que así aplaco tu ira. El sexo salvaje, duro y doloroso es lo mejor para apaciguar los ánimos.
Me sumergí en aquellos ojos verdes que rogaban libertad, pero se arrastraba como un gusano que jamás sería mariposa. Una patética mujerzuela que deseaba ser la reina de los infiernos, causar problemas y ser recordada con odio, aunque apostaba que deseaba ser amada y envidiada por todos. Sin duda, una experta en meterse en aprietos.
La agarré por la nuca para pegar su rostro al mío, notando su cálido aliento cerca de mis labios sin rozarlos siquiera. Chasqueé mis dedos trayéndome un pequeño frasco, el mismo que había comprado a mi último y gran proveedor. Era hora de saber si aquella sangre de vampiro milenario, de uno poderoso y envidiado, la excitarían hasta embotar su mente para que hiciera lo que mejor sabía hacer: dejar de pensar.
Vertí el pequeño frasco en sus labios. Un frasco de cristal decorado con engarces de plata, el cual contenía una esencia poderosa mezclada con una gota de mi sangre. Sabía conjugar mis negocios, mis malas artes, y provocar que cayeran cegados ante mi poder. Una vez vertido sobre su lengua, provocando que sus pupilas se dilataran, la mía comenzó a domarla pegándola hacia mi. Arrancaría su aliento y sus gritos por aquel placer extremo que la dejaría más que insatisfecha por sólo poseer un poco, sólo un poco, de esos manjares de los cuales le hablaba.
-Deja que te quite la pulsera, para que así seas libre y puedas experimentar mucho más.
Me despegué de ella echando a caminar esperando que me siguiera, si era chica lista sabría que yo la conduciría a un lugar más íntimo y apropiado. Pensaba en mi hotel de lujo, uno embellecido con dioses griegos y sus mitos más conocidos. Estaba seguro que la sala de Pandora sería su favorita, incluso juraba que con la sangre que le había ofrecido vería las figuras de la cúpula moverse frente a ella mientras la dominaba.
-Dejarte hacer todo lo que te venga en gana, estoy seguro que así aplaco tu ira. El sexo salvaje, duro y doloroso es lo mejor para apaciguar los ánimos.
Me sumergí en aquellos ojos verdes que rogaban libertad, pero se arrastraba como un gusano que jamás sería mariposa. Una patética mujerzuela que deseaba ser la reina de los infiernos, causar problemas y ser recordada con odio, aunque apostaba que deseaba ser amada y envidiada por todos. Sin duda, una experta en meterse en aprietos.
La agarré por la nuca para pegar su rostro al mío, notando su cálido aliento cerca de mis labios sin rozarlos siquiera. Chasqueé mis dedos trayéndome un pequeño frasco, el mismo que había comprado a mi último y gran proveedor. Era hora de saber si aquella sangre de vampiro milenario, de uno poderoso y envidiado, la excitarían hasta embotar su mente para que hiciera lo que mejor sabía hacer: dejar de pensar.
Vertí el pequeño frasco en sus labios. Un frasco de cristal decorado con engarces de plata, el cual contenía una esencia poderosa mezclada con una gota de mi sangre. Sabía conjugar mis negocios, mis malas artes, y provocar que cayeran cegados ante mi poder. Una vez vertido sobre su lengua, provocando que sus pupilas se dilataran, la mía comenzó a domarla pegándola hacia mi. Arrancaría su aliento y sus gritos por aquel placer extremo que la dejaría más que insatisfecha por sólo poseer un poco, sólo un poco, de esos manjares de los cuales le hablaba.
-Deja que te quite la pulsera, para que así seas libre y puedas experimentar mucho más.
Me despegué de ella echando a caminar esperando que me siguiera, si era chica lista sabría que yo la conduciría a un lugar más íntimo y apropiado. Pensaba en mi hotel de lujo, uno embellecido con dioses griegos y sus mitos más conocidos. Estaba seguro que la sala de Pandora sería su favorita, incluso juraba que con la sangre que le había ofrecido vería las figuras de la cúpula moverse frente a ella mientras la dominaba.
Invitado- Invitado
Re: Poison girl -Libre +18
Quedé prácticamente sin aliento cuando me aferró de aquella forma, quedando su rostro tan cerca del mío. Ya de por sí su aspecto era atractivo y sus ojos llamativos, pero estar así de cerca de sus labios como de la libertad que prometía era demasiado excitante.
Sin embargo, cuando vi y sentí cómo liberaba un líquido en mi boca, quedé totalmente aturdida. Nunca antes había bebido sangre tan antigua, milenaria más bien y tan poderosa. Era mucho más exquisita que la de mi propio padre, y tan adictiva como una droga, de hecho, tenía los mismos efectos que una. Cuando se acabó, gemí bajo abriendo los ojos otra vez, ni siquiera me había dado cuenta de que los había cerrado. Sin embargo, volví a cerrarlos con aquel beso profundo, sólo una persona me había hecho casi tiritar con un beso y ese había sido Lestat.
Al verle levantarse, sin dudarlo imité su gesto y le seguí. Prometía sexo, libertad y aquella sangre, una cuyo poder y sabor me hizo estremecer completamente. Y también estaban esos besos delirantes, tan similares y a la vez diferentes de los que daba mi padre. Me deslicé a su lado, mis movimientos eran elegantes y sensuales a la vez, mi andar seguro al igual que mi mirada. Me daba cuenta de que me parecía en mucho a mi padre, aunque imaginaba que en lo demás, sería igual a mi madre.
Sin embargo, cuando vi y sentí cómo liberaba un líquido en mi boca, quedé totalmente aturdida. Nunca antes había bebido sangre tan antigua, milenaria más bien y tan poderosa. Era mucho más exquisita que la de mi propio padre, y tan adictiva como una droga, de hecho, tenía los mismos efectos que una. Cuando se acabó, gemí bajo abriendo los ojos otra vez, ni siquiera me había dado cuenta de que los había cerrado. Sin embargo, volví a cerrarlos con aquel beso profundo, sólo una persona me había hecho casi tiritar con un beso y ese había sido Lestat.
Al verle levantarse, sin dudarlo imité su gesto y le seguí. Prometía sexo, libertad y aquella sangre, una cuyo poder y sabor me hizo estremecer completamente. Y también estaban esos besos delirantes, tan similares y a la vez diferentes de los que daba mi padre. Me deslicé a su lado, mis movimientos eran elegantes y sensuales a la vez, mi andar seguro al igual que mi mirada. Me daba cuenta de que me parecía en mucho a mi padre, aunque imaginaba que en lo demás, sería igual a mi madre.
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Re: Poison girl -Libre +18
Había quedado extasiada con aquel busco inicio de velada. Sus labios eran suaves, tiernos y templados comparados con los míos que eran mucho más finos y calientes. Comencé a imaginar cuantas maravillas podía hacer esa boca, sobre todo su lengua ya que se desenvolvió con la mía luchando por la supervivencia. Su delicioso escote me llamaba la atención, así como ver su cuerpo desnudo en la cama. Sería mi trofeo de aquella noche, una más en mi gran lista de mujeres satisfechas y desquebrajadas como un huevo de ave del paraíso.
La tomé de la cadera pegándola a mí, llevándola hasta la puerta del local. Mi maravillosa criatura, una motocicleta de gran potencia nos esperaba fuera tan oscura como la noche, tan oscura como mi alma si es que yo poseía alguna. Aquel ser era uno con el asfalto, igual que yo era uno con la crueldad. Mis dedos se deslizaron por sus caderas hasta quedar justo bajo su pecho rozándolo con sutileza.
-Espero que te agrade la velocidad.
Mi voz sonó aún más poderosa lejos de los altavoces que repetían aquella música rock, mientras mis pies pisaban con mayor firmeza. Era un coloso junto a una pequeña figura femenina que parecía de porcelana. Me cuestioné en esos instantes si podría romperla sólo con deslizar su ropa interior y dejarla caer sobre mi alfombra.
-Te quitaré la pulsera donde nadie pueda vernos.
Liberaría parte de mi poder para romper aquellos eslabones plateados, destrozaría su muñeca quizás, pero pronto volvería a estar sanada de la misma forma que si se llegara a romper. Deseaba que su poder se liberara, para que de ese modo la oscuridad la absorbiera y la hundiera en las sombras de la senda camino a los infiernos. Necesitaba contemplar sus alas negras como el luto de una bandera pirata, hundida en la desesperación más insana y la locura más decadente.
Me monté en la moto sin esperar que ella hiciera lo mismo, pues la tomé de la muñeca y jalé de ella para que no perdiéramos más tiempo. Dejaría que sintiera un sucedáneo de libertad, sólo una bocanada de aire moviendo sus cabellos, para terminar enjaulada abriendo sus piernas para mí. Tendría a la hija de Lestat de Lioncourt, el Ángel de la Muerte, chillando en mi lecho mientras le daba sexo sin contemplaciones.
El motor rugió como si se tratara de un león salvaje, pidiendo que acelerara y dejara atrás el local del cual había rescatado a la nueva furcia de mi lecho. La convertiría en mi reina del sexo, para luego vestiría de miseria y abandonarla en uno de mis hoteles. Aprendería de la crueldad para generar aún mayor oscuridad.
La tomé de la cadera pegándola a mí, llevándola hasta la puerta del local. Mi maravillosa criatura, una motocicleta de gran potencia nos esperaba fuera tan oscura como la noche, tan oscura como mi alma si es que yo poseía alguna. Aquel ser era uno con el asfalto, igual que yo era uno con la crueldad. Mis dedos se deslizaron por sus caderas hasta quedar justo bajo su pecho rozándolo con sutileza.
-Espero que te agrade la velocidad.
Mi voz sonó aún más poderosa lejos de los altavoces que repetían aquella música rock, mientras mis pies pisaban con mayor firmeza. Era un coloso junto a una pequeña figura femenina que parecía de porcelana. Me cuestioné en esos instantes si podría romperla sólo con deslizar su ropa interior y dejarla caer sobre mi alfombra.
-Te quitaré la pulsera donde nadie pueda vernos.
Liberaría parte de mi poder para romper aquellos eslabones plateados, destrozaría su muñeca quizás, pero pronto volvería a estar sanada de la misma forma que si se llegara a romper. Deseaba que su poder se liberara, para que de ese modo la oscuridad la absorbiera y la hundiera en las sombras de la senda camino a los infiernos. Necesitaba contemplar sus alas negras como el luto de una bandera pirata, hundida en la desesperación más insana y la locura más decadente.
Me monté en la moto sin esperar que ella hiciera lo mismo, pues la tomé de la muñeca y jalé de ella para que no perdiéramos más tiempo. Dejaría que sintiera un sucedáneo de libertad, sólo una bocanada de aire moviendo sus cabellos, para terminar enjaulada abriendo sus piernas para mí. Tendría a la hija de Lestat de Lioncourt, el Ángel de la Muerte, chillando en mi lecho mientras le daba sexo sin contemplaciones.
El motor rugió como si se tratara de un león salvaje, pidiendo que acelerara y dejara atrás el local del cual había rescatado a la nueva furcia de mi lecho. La convertiría en mi reina del sexo, para luego vestiría de miseria y abandonarla en uno de mis hoteles. Aprendería de la crueldad para generar aún mayor oscuridad.
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Re: Poison girl -Libre +18
Caminé junto a él saliendo del local, viendo una motocicleta preciosa frente a nosotros, era como la que siempre había soñado, hermosa, suda, sensual... Pero casi no tuve tiempo para contemplarla, ya que me jaló de la muñeca haciéndome subir tras él.
-La velocidad es algo que amo tanto como el sexo, mon cher... -murmuré contra su oído, con voz baja y a la vez provocadora- Espero que la quites pronto, estoy ansiosa... -comenté, antes de sonreír con picardía aunque no pudiera verme.
Pasé mis manos por su cintura medio abrazándole, medio sujetándome, escuchando el rugido del motor como si fuera el de una bestia salvaje esperando a ser domada, ansiando la libertad tanto como yo. La motocicleta arrancó con un sonido sordo, y pronto la velocidad me hizo subir los niveles de adrenalina. El viento golpeando mi rostro y desparramando mis cabellos se sentía delicioso, pero a pesar de todo aquello, no me sentiría totalmente libre hasta que me quitara la pulsera.
-La velocidad es algo que amo tanto como el sexo, mon cher... -murmuré contra su oído, con voz baja y a la vez provocadora- Espero que la quites pronto, estoy ansiosa... -comenté, antes de sonreír con picardía aunque no pudiera verme.
Pasé mis manos por su cintura medio abrazándole, medio sujetándome, escuchando el rugido del motor como si fuera el de una bestia salvaje esperando a ser domada, ansiando la libertad tanto como yo. La motocicleta arrancó con un sonido sordo, y pronto la velocidad me hizo subir los niveles de adrenalina. El viento golpeando mi rostro y desparramando mis cabellos se sentía delicioso, pero a pesar de todo aquello, no me sentiría totalmente libre hasta que me quitara la pulsera.
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Re: Poison girl -Libre +18
La ciudad nos contemplaba fastuosa, pese a los años de guerra. Muchos de los edificios los había reconstruido con la malsana intención de hundir a todos en penumbra. Luces de neón que gritaban hasta dejarte sordo: lujuria, placer, belleza indomable, ruido excesivo de buena música rock, lujos inconcebibles, drogas que atontaban el cuerpo y provocaban que la mente se evadiera hacia los oscuros caminos del infierno, vida y muerte. Las aceras estaban plagadas de mujeres elegantes con hombres estúpidos que deseaban conquistarlas, así como mis hijos que llevaban a pobres desgraciadas a la desesperación más sublime. En cada esquina se podía sentir mi presencia, aunque la ciudad no fuera mía sí lo eran los locales y aquellos que caminaban por ellas.
El motor ronroneaba con furia mientras llevaba a la mujerzuela de los Lioncourt a una de mis más fastuosas mansiones. Estaba en la zona más exclusiva y lujosa, un lugar donde todos parecían hechos con el pincel de un escultor con el don de dar belleza, una belleza tétrica y poderosa. La mansión contaba con una piscina enorme en la parte trasera, mientras que nos daba la bienvenida un enorme laberinto de setos, flores, árboles, un cenador cubierto de madreselva, esculturas del ángel caído y de escenas del infierno de Dante representadas en mármol de gran calidad, una fuente en el centro y una zona de parking donde los coches más lujosos parecían esperarme.
Cuando quedamos frente a la fachada cubierta por madreselva, como el cenador, y de un color blanco, casi dañino a los ojos, paré nuestra alocada carrera. Al bajar la eché sobre mí, dejándola pegada a mi torso mientras la contemplaba. En las mazmorras podría encontrar los condimentos y útiles necesarios, así como uno de los libros de contrahechizos más poderosos que podía poseer un demonio.
-Vamos, estoy deseando ver qué haces con tu libertad.
Reí bajo caminando con ella hasta el enorme portón negro, el cual se abrió por mis empleados dejándonos pasar. Todos eran hombres y mujeres jóvenes de belleza sublime, cánones de belleza muy distintos pero todos tenían cierto atractivo.
-Ya tendrás tiempo para ver mi habitación, ahora bajemos.
La tomaba por la cadera haciéndola caminar hacia una puerta con una bestia horripilante como llamador, la cual se abrió con mi don mental. En aquella habitación sólo había una escalera de caracol hacia el subterráneo. Era de hierro forjado, con barrotes retorcidos como si gimieran de dolor o placer, y que al pisarlo parecían sollozar.
Abajo nos esperaba un pasadizo de piedra con antorchas que se iban iluminando. No había decoración alguna, sólo piedras resistentes de color grisáceo. Nuestros pasos eran lentos porque así me movía, mientras que la humedad cada vez era más pegajosa y el calor se intensificaba. Había un leve murmullo de agua goteando, aunque no se sabía de dónde provenía con precisión. Mis ojos verdes parecían reverberos flameando llamaradas.
-Aquí es.
Dije frente a una puerta de madera quemada, al abrirla tras ella había una enorme habitación llena de libros, dagas y cientos de pócimas. Sin embargo, en el centro sólo se hallaba un libro abierto por la mitad esperando ser leído o seguir escribiendo en él. La solté acercándome a él, invocando a los infiernos y a todas sus almas allí contenidas, provocando que mi aura se volviera densa como la espesa brea o el alquitrán del asfalto que acabábamos de dejar atrás.
Busqué el contrahechizo oportuno, el cual conocía bien. Mis palabras se volvieron oscuras, la lengua de los demonios comenzó a transmitir su poder contra aquellos eslabones que la maniataban. Pronto comenzó aquella pulsera a temblar y arder, tal vez causándole dolor, pero pronto cayó al suelo. Tal y como le había prometido le quité la pulsera. Sólo tenía que tener una cosa a su favor y era que ella estuviera de acuerdo, de no haber sido así no se la hubiera podido quitar y jamás liberar lo que era.
El motor ronroneaba con furia mientras llevaba a la mujerzuela de los Lioncourt a una de mis más fastuosas mansiones. Estaba en la zona más exclusiva y lujosa, un lugar donde todos parecían hechos con el pincel de un escultor con el don de dar belleza, una belleza tétrica y poderosa. La mansión contaba con una piscina enorme en la parte trasera, mientras que nos daba la bienvenida un enorme laberinto de setos, flores, árboles, un cenador cubierto de madreselva, esculturas del ángel caído y de escenas del infierno de Dante representadas en mármol de gran calidad, una fuente en el centro y una zona de parking donde los coches más lujosos parecían esperarme.
Cuando quedamos frente a la fachada cubierta por madreselva, como el cenador, y de un color blanco, casi dañino a los ojos, paré nuestra alocada carrera. Al bajar la eché sobre mí, dejándola pegada a mi torso mientras la contemplaba. En las mazmorras podría encontrar los condimentos y útiles necesarios, así como uno de los libros de contrahechizos más poderosos que podía poseer un demonio.
-Vamos, estoy deseando ver qué haces con tu libertad.
Reí bajo caminando con ella hasta el enorme portón negro, el cual se abrió por mis empleados dejándonos pasar. Todos eran hombres y mujeres jóvenes de belleza sublime, cánones de belleza muy distintos pero todos tenían cierto atractivo.
-Ya tendrás tiempo para ver mi habitación, ahora bajemos.
La tomaba por la cadera haciéndola caminar hacia una puerta con una bestia horripilante como llamador, la cual se abrió con mi don mental. En aquella habitación sólo había una escalera de caracol hacia el subterráneo. Era de hierro forjado, con barrotes retorcidos como si gimieran de dolor o placer, y que al pisarlo parecían sollozar.
Abajo nos esperaba un pasadizo de piedra con antorchas que se iban iluminando. No había decoración alguna, sólo piedras resistentes de color grisáceo. Nuestros pasos eran lentos porque así me movía, mientras que la humedad cada vez era más pegajosa y el calor se intensificaba. Había un leve murmullo de agua goteando, aunque no se sabía de dónde provenía con precisión. Mis ojos verdes parecían reverberos flameando llamaradas.
-Aquí es.
Dije frente a una puerta de madera quemada, al abrirla tras ella había una enorme habitación llena de libros, dagas y cientos de pócimas. Sin embargo, en el centro sólo se hallaba un libro abierto por la mitad esperando ser leído o seguir escribiendo en él. La solté acercándome a él, invocando a los infiernos y a todas sus almas allí contenidas, provocando que mi aura se volviera densa como la espesa brea o el alquitrán del asfalto que acabábamos de dejar atrás.
Busqué el contrahechizo oportuno, el cual conocía bien. Mis palabras se volvieron oscuras, la lengua de los demonios comenzó a transmitir su poder contra aquellos eslabones que la maniataban. Pronto comenzó aquella pulsera a temblar y arder, tal vez causándole dolor, pero pronto cayó al suelo. Tal y como le había prometido le quité la pulsera. Sólo tenía que tener una cosa a su favor y era que ella estuviera de acuerdo, de no haber sido así no se la hubiera podido quitar y jamás liberar lo que era.
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Re: Poison girl -Libre +18
El viaje se me hizo demasiado corto, quería más de aquella libertad, y sinceramente una motocicleta no bastaba para ello. Ansiaba verme libre ya de aquel hechizo, había vivido con él desde que tenía memoria prácticamente y ya no soportaba más llegarlo conmigo. De Alexei no quería su protección, podía cuidarme sola aunque todos me vieran como una niña de 17 años.
Una vez llegamos a su mansión, quedé impresionada tanto por el diseño de los jardines que podía atisbar como por la arquitectura de la enorme casa. Era un lugar hermoso que ni en mis mejores sueños habría podido imaginar. Sin embargo admiraba en silencio, no comenté nada al respecto y le seguí por donde me indicaba su mano en mi cadera.
Asentí a sus palabras sintiéndome muy ansiosa, ya luego visitaríamos su habitación y lo que quisiera, pero por ahora, yo sólo pensaba en la libertad que me daría al quitarme aquel molesto objeto de mi muñeca. El camino bajando escaleras se me hizo eterno, incluso sentí algo de recelo mientras bajábamos, pero miedo nunca.
Ya por fin una vez abajo, me quedé quieta observando alrededor, parecía todo aquello sacado de una película de terror. Tragué duro viéndole avanzar hacia aquel libro, quise seguirle y permanecer a su lado ya que aquel lugar no me agradaba mucho, pero no fui capaz de moverme. Me quedé congelada en mi lugar al sentir su presencia pesada y poderosa, y la alarma en mi interior gritaba "peligro".
Pero no me iría, no a estas alturas y tan cerca de la libertad. Me quedé de pie allí, sentía que su poder me aplastaba y me preguntaba si al liberarme, el mío sería similar, menor o peor. En cuanto empezó a hablar, sentí un dolor punzante en mi muñeca, primero un ligero ardor que luego se convirtió casi en una tortura. Pero no grité, me mordí el labio inferior rogando porque eso acabara.
Era como si el hechizo se aferrara a mí, apretaba y quemaba como si no quisiera desaparecer. Y tras unos pocos segundos que me parecieron horas, terminó. Escuché el pequeño objeto de plata caer al suelo, pero aún sentía dolor en mi muñeca y brazo, el cual con rapidez empezó a cicatrizar. Cuando levanté la vista hacia él, con cierto brillo de alarma en mi rostro, sentí un peso extraño en mi espalda. ¿Las alas? Nunca había aprendido a guardarlas, y ahora se extendían con gloria frente a él. También sentí cómo mi poder, al verse libre ya de aquella contención, empezaba a aumentar con rapidez, me sentía extraña, increíblemente poderosa y sí, por fin, libre.
Una vez llegamos a su mansión, quedé impresionada tanto por el diseño de los jardines que podía atisbar como por la arquitectura de la enorme casa. Era un lugar hermoso que ni en mis mejores sueños habría podido imaginar. Sin embargo admiraba en silencio, no comenté nada al respecto y le seguí por donde me indicaba su mano en mi cadera.
Asentí a sus palabras sintiéndome muy ansiosa, ya luego visitaríamos su habitación y lo que quisiera, pero por ahora, yo sólo pensaba en la libertad que me daría al quitarme aquel molesto objeto de mi muñeca. El camino bajando escaleras se me hizo eterno, incluso sentí algo de recelo mientras bajábamos, pero miedo nunca.
Ya por fin una vez abajo, me quedé quieta observando alrededor, parecía todo aquello sacado de una película de terror. Tragué duro viéndole avanzar hacia aquel libro, quise seguirle y permanecer a su lado ya que aquel lugar no me agradaba mucho, pero no fui capaz de moverme. Me quedé congelada en mi lugar al sentir su presencia pesada y poderosa, y la alarma en mi interior gritaba "peligro".
Pero no me iría, no a estas alturas y tan cerca de la libertad. Me quedé de pie allí, sentía que su poder me aplastaba y me preguntaba si al liberarme, el mío sería similar, menor o peor. En cuanto empezó a hablar, sentí un dolor punzante en mi muñeca, primero un ligero ardor que luego se convirtió casi en una tortura. Pero no grité, me mordí el labio inferior rogando porque eso acabara.
Era como si el hechizo se aferrara a mí, apretaba y quemaba como si no quisiera desaparecer. Y tras unos pocos segundos que me parecieron horas, terminó. Escuché el pequeño objeto de plata caer al suelo, pero aún sentía dolor en mi muñeca y brazo, el cual con rapidez empezó a cicatrizar. Cuando levanté la vista hacia él, con cierto brillo de alarma en mi rostro, sentí un peso extraño en mi espalda. ¿Las alas? Nunca había aprendido a guardarlas, y ahora se extendían con gloria frente a él. También sentí cómo mi poder, al verse libre ya de aquella contención, empezaba a aumentar con rapidez, me sentía extraña, increíblemente poderosa y sí, por fin, libre.
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Re: Poison girl -Libre +18
Tal y como había previsto su poder se volvió aplastante, aunque yo estaba acostumbrado a sentir seres tan poderosos como ella. Sus alas eran aún blancas, aunque poseía algunas plumas negras o grisáceas. Debía volverlas tan oscuras como la noche, mucho antes que cualquiera invirtiera el proceso y la convirtiera en esclava del bien, la luz y toda esa estupidez ñoña que tanto apasionaban a los descendientes de los cielos, a los seres celestiales.
-Querida mía, te enseñaré a guardar tus alas cuando acabe la noche.
Comenté caminando hacia ella acariciando con cierta fascinación su mandíbula, nunca había visto una criatura tan especial en mis manos salvo algunos ángeles, pero estos eran tan estúpidos que terminaban aburriéndome a los pocos minutos. Deslicé mis dedos por su cuello hasta sus clavículas, contemplando sus ojos de un fulgor verdoso tan parecido, y a la vez tan distintos, a los míos. Sus labios eran muy atractivos, tanto como el resto de su cuerpo plagado de curvas.
-¿Recuerdas qué me prometiste?
Interrogué antes de lamer sus labios con mi lengua, colándola con brusquedad en su boca para hundirla hasta su campanilla. Lo hice con un corte para verter parte de mi sangre en aquella pequeña cavidad, ofreciéndole visiones del paraíso infernal donde cientos de cuerpos se tocaban en pleno orgasmo. Demonios que se contemplaban unos a otros en pleno frenesí, mientras las almas gritaban piedad y el mundo caía a nuestros pies.
-El infierno te necesita, Lutho.
Dije aquello con un timbre de voz oscuro como mis propios cabellos, para después apartarme caminando hacia el pasillo esperando que me siguiera. Ofrecería para ella el sexo más desenfrenado, en el cual podría incluso optar a complacerse con alguno o alguna de mis sirvientes junto a mí. Comida opulenta, buen alcohol regando nuestras gargantas y gemidos que surgirían de nuestras bocas hasta el amanecer. Le ofrecería por último un hechizo para ocultar sus alas, unas palabras que la acompañarían y un colgante que le abriría las puertas del infierno si así lo deseaba. Dejaría de ser la niña de Lestat para ser la niña de los Avernos.
-Querida mía, te enseñaré a guardar tus alas cuando acabe la noche.
Comenté caminando hacia ella acariciando con cierta fascinación su mandíbula, nunca había visto una criatura tan especial en mis manos salvo algunos ángeles, pero estos eran tan estúpidos que terminaban aburriéndome a los pocos minutos. Deslicé mis dedos por su cuello hasta sus clavículas, contemplando sus ojos de un fulgor verdoso tan parecido, y a la vez tan distintos, a los míos. Sus labios eran muy atractivos, tanto como el resto de su cuerpo plagado de curvas.
-¿Recuerdas qué me prometiste?
Interrogué antes de lamer sus labios con mi lengua, colándola con brusquedad en su boca para hundirla hasta su campanilla. Lo hice con un corte para verter parte de mi sangre en aquella pequeña cavidad, ofreciéndole visiones del paraíso infernal donde cientos de cuerpos se tocaban en pleno orgasmo. Demonios que se contemplaban unos a otros en pleno frenesí, mientras las almas gritaban piedad y el mundo caía a nuestros pies.
-El infierno te necesita, Lutho.
Dije aquello con un timbre de voz oscuro como mis propios cabellos, para después apartarme caminando hacia el pasillo esperando que me siguiera. Ofrecería para ella el sexo más desenfrenado, en el cual podría incluso optar a complacerse con alguno o alguna de mis sirvientes junto a mí. Comida opulenta, buen alcohol regando nuestras gargantas y gemidos que surgirían de nuestras bocas hasta el amanecer. Le ofrecería por último un hechizo para ocultar sus alas, unas palabras que la acompañarían y un colgante que le abriría las puertas del infierno si así lo deseaba. Dejaría de ser la niña de Lestat para ser la niña de los Avernos.
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Re: Poison girl -Libre +18
Sentía que mi poder corría desenfrenado, incluso mis cabellos se movían con un inexistente viento mientras él hablaba. El tono de su voz me parecía más oscuro ahora, pero no tenía miedo, es más, sentía que mi poder se igualaba al suyo. Seguramente con la práctica sería el ángel más poderoso, un ente que por donde pasara acarrearía conmigo la muerte y la decadencia.
Sonreí de forma macabra cuando me hizo aquella pregunta, sentía sus manos en mi barbilla y deslizarse por mi piel. Sus ojos me parecían cada vez más atrayentes, los míos brillaban con el éxtasis de la libertad y el poder, incluso con un poco de locura. Cuando encontrara a Luficer, me convertiría en su reina y en la emperatriz del nuevo mundo, uno lleno de muerte y destrucción en el cual los demonios y los ángeles caídos reinaríamos al fin.
Acepté su beso correspondiendo con el mismo deseo, metiendo mi lengua en su boca de la misma forma descarada que él hacía. Gemí ahogadamente contra sus labios, sin embargo, al sentir el sabor de la sangre, de su sangre, en mi boca. Las visiones que me mandaba eran perfectas, un mundo sumido en el caos de la lujuria, ¡perfecto! Aquel era el futuro que nos esperaba, la perfección total del caos sobre la Tierra.
-El infierno sucumbirá a mi poder -dije tras escucharle, siguiéndole por aquel pasillo manteniendo mi sonrisa. Por un momento pensé en Lestat y en Alexei, seguramente si me vieran ahora me tendrían miedo, no parecía real. Parecía un demonio más, una criatura sacada de las pesadillas más grandes del hombre. La Muerte misma, el mayor temor del ser humano.
Sonreí de forma macabra cuando me hizo aquella pregunta, sentía sus manos en mi barbilla y deslizarse por mi piel. Sus ojos me parecían cada vez más atrayentes, los míos brillaban con el éxtasis de la libertad y el poder, incluso con un poco de locura. Cuando encontrara a Luficer, me convertiría en su reina y en la emperatriz del nuevo mundo, uno lleno de muerte y destrucción en el cual los demonios y los ángeles caídos reinaríamos al fin.
Acepté su beso correspondiendo con el mismo deseo, metiendo mi lengua en su boca de la misma forma descarada que él hacía. Gemí ahogadamente contra sus labios, sin embargo, al sentir el sabor de la sangre, de su sangre, en mi boca. Las visiones que me mandaba eran perfectas, un mundo sumido en el caos de la lujuria, ¡perfecto! Aquel era el futuro que nos esperaba, la perfección total del caos sobre la Tierra.
-El infierno sucumbirá a mi poder -dije tras escucharle, siguiéndole por aquel pasillo manteniendo mi sonrisa. Por un momento pensé en Lestat y en Alexei, seguramente si me vieran ahora me tendrían miedo, no parecía real. Parecía un demonio más, una criatura sacada de las pesadillas más grandes del hombre. La Muerte misma, el mayor temor del ser humano.
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Re: Poison girl -Libre +18
Percibía su poder entorno al mío, aunque no había mostrado todo la gloria que poseía concentrado en aquella masa de carne dura que era el cuerpo robado a un ángel. Sus palabras me demostraban su ambición, el deseo retorcido que la hacía encarcelarse al fuego fatuo de las almas corruptas que deseaba como esclavos, una legión de placer.
Mis pasos sonaban huecos, como los suyos, por aquella fría galería mientras las antorchas se apagaban y la escalera de hierro nos esperaba para surgir hacia las elegantes estancias que poseía. Mis ojos se fijaban en cada trozo de piedra, donde en ocasiones se podía ver salmos de la Biblia Negra que antes eran imperceptibles para ella, pero quedaron legibles y comprensibles ante su verde mirada.
Subía peldaño a peldaño saboreando el momento, sintiendo como aquel ángel me seguiría hasta el mismísimo infierno si así lo deseaba. Abrí la misma puerta que se cerró tras nuestras espaldas, para después caminar hacia la escalera de mármol cubierta de alfombras rojas tejidas con seda persa. Mis pies la pisaron con la misma elegancia y tosquedad que si fuera la de hierro.
Arriba estaba mi dormitorio, justo al final del pasillo, dando al jardín más inmenso que quizás había conocido sus ojos. Un lugar plagado de estatuas de Dante jugando con rosas rojas, blancas, amarillas, violetas, azules y naranjas así como negras. Un mundo colorista que representaba las emociones humanas, aquellas que retorcía para que cayeran en las llamas infernales.
La cama de mi dormitorio era inmensa, poseía más de cinco cojines y sábanas de seda negra, igual que la colcha de plumas negras con pequeños bordados rojos con la inicial de mi nombre. Poseía un escritorio, varias estanterías con libros sobre novelas muy cercanas a la realidad que se vivía día a día, un espejo de cuerpo entero y el acceso a dos puertas, mi vestidor y un baño inmenso con todas las comodidades y lujos que a mí me apetecía poseer. También había un pequeño mueble donde guardaba esposas, cordones de seda y diversos juguetes para mi satisfacción sexual.
-Pasa, pequeña Lioncourt.
Mis pasos sonaban huecos, como los suyos, por aquella fría galería mientras las antorchas se apagaban y la escalera de hierro nos esperaba para surgir hacia las elegantes estancias que poseía. Mis ojos se fijaban en cada trozo de piedra, donde en ocasiones se podía ver salmos de la Biblia Negra que antes eran imperceptibles para ella, pero quedaron legibles y comprensibles ante su verde mirada.
Subía peldaño a peldaño saboreando el momento, sintiendo como aquel ángel me seguiría hasta el mismísimo infierno si así lo deseaba. Abrí la misma puerta que se cerró tras nuestras espaldas, para después caminar hacia la escalera de mármol cubierta de alfombras rojas tejidas con seda persa. Mis pies la pisaron con la misma elegancia y tosquedad que si fuera la de hierro.
Arriba estaba mi dormitorio, justo al final del pasillo, dando al jardín más inmenso que quizás había conocido sus ojos. Un lugar plagado de estatuas de Dante jugando con rosas rojas, blancas, amarillas, violetas, azules y naranjas así como negras. Un mundo colorista que representaba las emociones humanas, aquellas que retorcía para que cayeran en las llamas infernales.
La cama de mi dormitorio era inmensa, poseía más de cinco cojines y sábanas de seda negra, igual que la colcha de plumas negras con pequeños bordados rojos con la inicial de mi nombre. Poseía un escritorio, varias estanterías con libros sobre novelas muy cercanas a la realidad que se vivía día a día, un espejo de cuerpo entero y el acceso a dos puertas, mi vestidor y un baño inmenso con todas las comodidades y lujos que a mí me apetecía poseer. También había un pequeño mueble donde guardaba esposas, cordones de seda y diversos juguetes para mi satisfacción sexual.
-Pasa, pequeña Lioncourt.
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Re: Poison girl -Libre +18
Le seguí manteniendo aquella sonrisa satisfecha, mientras mis ojos vagaban con curiosa solemnidad las paredes con escritos que antes no había visto. Y una vez fuera de aquel pasillo y escaleras, una vez ya en su habitación, mi mirada se posó en aquella enorme y elegante cama, para luego recorrer por completo el cuarto hasta detenerse en él.
- ¿Lioncourt? Ya nunca más -dije, haciendo una mueca de desprecio ante aquel apellido- Sólo Lutho, sólo Muerte -le aclaré, acercándome a él con paso lento, ladeando levemente el rostro mientras mis ojos se volvían negros, tanto o más como el carbón, producto de la lujuria que empezaba a recorrer mis venas.
Mi sonrisa se ensanchó una vez estuve frente a él, a escasos centímetros de su rostro. Me relamí los labios viéndole fijamente con mis ojos negros, antes de besarle de forma lujuriosa y de recorrer parte de su pecho con mis manos. Mis uñas habían crecido un poco más y mi cabello volvía a ser tan rubio como el oro, como si jamás lo hubiese teñido de castaño claro. Adquiría mi aspecto verdadero, el más salvaje y natural, me volvía cada vez más yo misma: el reflejo de la Muerte, la belleza de la destrucción caótica.
- ¿Lioncourt? Ya nunca más -dije, haciendo una mueca de desprecio ante aquel apellido- Sólo Lutho, sólo Muerte -le aclaré, acercándome a él con paso lento, ladeando levemente el rostro mientras mis ojos se volvían negros, tanto o más como el carbón, producto de la lujuria que empezaba a recorrer mis venas.
Mi sonrisa se ensanchó una vez estuve frente a él, a escasos centímetros de su rostro. Me relamí los labios viéndole fijamente con mis ojos negros, antes de besarle de forma lujuriosa y de recorrer parte de su pecho con mis manos. Mis uñas habían crecido un poco más y mi cabello volvía a ser tan rubio como el oro, como si jamás lo hubiese teñido de castaño claro. Adquiría mi aspecto verdadero, el más salvaje y natural, me volvía cada vez más yo misma: el reflejo de la Muerte, la belleza de la destrucción caótica.
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Re: Poison girl -Libre +18
Había decidido que su apellido no existiera, como si rechazara al estúpido de su padre. Sus razones más que prácticas eran debidas a su egoísmo adolescente, a la estupidez que solía bañar a cada uno de los inocentes muchachos que se creían malos por odiar a quienes le dieron la vida, seres que se creían invencibles e indomables por repudiar a la sangre. Yo era padre, tenía hijos, pero no tenía un vínculo tan estrecho. Sin embargo, conocía bien que para ellos era algo más que genes cedidos por un pacto o una noche de placer. Era patética, se creía mejor que su padre y era tan sólo una réplica con unos hermosos senos.
Se posicionó frente a mí como una ramera cara. Parecía desear que le abriera las piernas y me hundiera con lujuria. Estaba caliente y no pensaba de forma racional. Destrozaría su cuerpo para que el odio la envolviera con sutiles ropas de seda. La rabia la envenenaría hasta asfixiarla. Sus cabellos dorados como los de un ángel me provocaban deseos de jalar de ellos, tirar de estos hasta que quedaran en mis manos. Sería mi muñeca, una que rompería para que la crueldad la envenenara.
-Te voy a tratar como una furcia, no esperes nada especial. Hicimos un pacto, recuerda.
Rasgué sus ropas dejando que cayeran sobre sus pies y entorno a estos. Pronto sus pechos botaron libres lejos del sujetador. Sus pezones sonrosados pedían ser mordidos con rabia hasta ser endurecidos. Mis manos gruesas y ásperas acariciaban su vientre, para terminar abriendo sus piernas hundiendo uno de mis dedos en ella.
-Tienes ganas de sexo, pese a todo.
La arrojé a la cama en un impulso salvaje, bajé mi cremallera con mi miembro endurecido sólo por imaginar sus ojos aterrados, sus deseos de huir y a la vez de permanecer a mi lado. Entré en ella gruñendo como una bestia proveniente de las pesadillas más crueles y terroríficas.
Se posicionó frente a mí como una ramera cara. Parecía desear que le abriera las piernas y me hundiera con lujuria. Estaba caliente y no pensaba de forma racional. Destrozaría su cuerpo para que el odio la envolviera con sutiles ropas de seda. La rabia la envenenaría hasta asfixiarla. Sus cabellos dorados como los de un ángel me provocaban deseos de jalar de ellos, tirar de estos hasta que quedaran en mis manos. Sería mi muñeca, una que rompería para que la crueldad la envenenara.
-Te voy a tratar como una furcia, no esperes nada especial. Hicimos un pacto, recuerda.
Rasgué sus ropas dejando que cayeran sobre sus pies y entorno a estos. Pronto sus pechos botaron libres lejos del sujetador. Sus pezones sonrosados pedían ser mordidos con rabia hasta ser endurecidos. Mis manos gruesas y ásperas acariciaban su vientre, para terminar abriendo sus piernas hundiendo uno de mis dedos en ella.
-Tienes ganas de sexo, pese a todo.
La arrojé a la cama en un impulso salvaje, bajé mi cremallera con mi miembro endurecido sólo por imaginar sus ojos aterrados, sus deseos de huir y a la vez de permanecer a mi lado. Entré en ella gruñendo como una bestia proveniente de las pesadillas más crueles y terroríficas.
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Re: Poison girl -Libre +18
Escuché sus palabras sonriendo de forma altanera, dejándolo hacer con mi ropa, no eran cosas que necesitara. Mis ojos parecían reflejar la nada a la cual llevaba a las almas que mataba, eran tan negros, tan profundos y brillantes como la brea, capaces de consumir almas con una facilidad asombrosa.
Mis alas de a poco se teñían de negro, parecía que iba tomando la forma del ángel caído que era, mi esencia destacaba por sobre mi cuerpo y estaba segura de que más que ver a una chica vampira de aparentes 17 años, vería al ente que bajó a la Tierra hacía miles de años. Empezaba a ver más allá de mí, a recordar fragmentos, a redescubrir sensaciones que como ente, aún conservaba.
-Acordamos sexo, libertad... no que yo sería tu puta o viceversa -dije con voz filosa aunque con un tono de voz burlón en la vez, uno tan propio de mí como de mi padre. Cerré los ojos cuando sentí su dedo en mi interior, por supuesto que tenía ganas de sexo ya que ese era mi mayor placer, mi mayor pecado.
Cuando me lanzó sobre la cama y arremetió en mi interior, dejé escapar un fuerte gemido de placer. Él en cambio gruñó como un animal, pero no me asustaba, sentía que nada podía someterme ahora con aquel nuevo despliegue de poder que tenía. Mis manos apretaron sus hombros y mis uñas filosas rasgaron parte de su piel mientras liberaba excitados jadeos al sentir su enorme miembro dentro de mí.
Mis alas de a poco se teñían de negro, parecía que iba tomando la forma del ángel caído que era, mi esencia destacaba por sobre mi cuerpo y estaba segura de que más que ver a una chica vampira de aparentes 17 años, vería al ente que bajó a la Tierra hacía miles de años. Empezaba a ver más allá de mí, a recordar fragmentos, a redescubrir sensaciones que como ente, aún conservaba.
-Acordamos sexo, libertad... no que yo sería tu puta o viceversa -dije con voz filosa aunque con un tono de voz burlón en la vez, uno tan propio de mí como de mi padre. Cerré los ojos cuando sentí su dedo en mi interior, por supuesto que tenía ganas de sexo ya que ese era mi mayor placer, mi mayor pecado.
Cuando me lanzó sobre la cama y arremetió en mi interior, dejé escapar un fuerte gemido de placer. Él en cambio gruñó como un animal, pero no me asustaba, sentía que nada podía someterme ahora con aquel nuevo despliegue de poder que tenía. Mis manos apretaron sus hombros y mis uñas filosas rasgaron parte de su piel mientras liberaba excitados jadeos al sentir su enorme miembro dentro de mí.
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Re: Poison girl -Libre +18
Sus palabras sonaban vacías frente a mí. No podía llamarse mujer, ni dama, o muchacha impía. Era la ramera de todos, una zorra que se abría con deseos de ser hundida en el placer. Para ella no había distinciones entre hombres o mujeres, si la hacían gemir todo valía. Mi miembro se ensanchaba dentro de su cavidad, una cavidad húmeda que engullía mi miembro como la nada, la misma que reflejaba sus ojos.
-Eres una furcia bien entrenada.
Mis ojos se hundieron con perversión en ella. Sabía que podía manipularla si así lo deseaba. No tenía plenas facultades cuando el placer la absorbía, como si ese pozo húmero y caliente fuera su perdición. Lamí sus labios entreabiertos mientras arremetía concentrándome en hacer que se viniera, pues con su mente perdida podía usarla a mi antojo.
-Deseas tus recuerdos más lacerantes, aquellos que te hundan en quién eres aunque te hagan sufrir. Quieres la libertad de las cadenas que te ataron una vez, eso quieres.
Podía leer en su aura la estupidez de poner en jaque a los Thorns, los cuales la buscarían por todo el mundo, así como el falso compromiso con Belial. Disfruté vislumbrando como se cubría de pecado, mentiras, corrupción y de un amor que la volvería loca. Iba a provocar que su mente se hundiera en un caos terrible.
-Pronto conocerás a un hombre que te hará libre.
Ella descubriría el amor real con su medio hermano, uno que estaba dispuesto a desear su corazón con la única ambición de hundir a su padre en el dolor. Lograría su cometido, aunque los sentimientos siempre terminaban traicionándonos y al ser más despreciable podía convertirlo en un bendito. Sabía que terminaría despreciada por muchos, llorando amargamente, y en ese estado recordaría todo como si fuera un oráculo que acumula la información de los Dioses.
Mi miembro se hundía cada vez más rápido y profundo, un sexo brusco tan salvaje que la destrozaba. Podía sentir como su interior se rasgaba y escocía al cicatrizar rápidamente. Mis ojos fulguraban usándola, tomando información para luego ofrecérsela a cambio de humillaciones. Alguien tan curioso desearía saber todo.
-Eres una furcia bien entrenada.
Mis ojos se hundieron con perversión en ella. Sabía que podía manipularla si así lo deseaba. No tenía plenas facultades cuando el placer la absorbía, como si ese pozo húmero y caliente fuera su perdición. Lamí sus labios entreabiertos mientras arremetía concentrándome en hacer que se viniera, pues con su mente perdida podía usarla a mi antojo.
-Deseas tus recuerdos más lacerantes, aquellos que te hundan en quién eres aunque te hagan sufrir. Quieres la libertad de las cadenas que te ataron una vez, eso quieres.
Podía leer en su aura la estupidez de poner en jaque a los Thorns, los cuales la buscarían por todo el mundo, así como el falso compromiso con Belial. Disfruté vislumbrando como se cubría de pecado, mentiras, corrupción y de un amor que la volvería loca. Iba a provocar que su mente se hundiera en un caos terrible.
-Pronto conocerás a un hombre que te hará libre.
Ella descubriría el amor real con su medio hermano, uno que estaba dispuesto a desear su corazón con la única ambición de hundir a su padre en el dolor. Lograría su cometido, aunque los sentimientos siempre terminaban traicionándonos y al ser más despreciable podía convertirlo en un bendito. Sabía que terminaría despreciada por muchos, llorando amargamente, y en ese estado recordaría todo como si fuera un oráculo que acumula la información de los Dioses.
Mi miembro se hundía cada vez más rápido y profundo, un sexo brusco tan salvaje que la destrozaba. Podía sentir como su interior se rasgaba y escocía al cicatrizar rápidamente. Mis ojos fulguraban usándola, tomando información para luego ofrecérsela a cambio de humillaciones. Alguien tan curioso desearía saber todo.
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Re: Poison girl -Libre +18
Cuando me llamó furcia bien entrenada, tuve ganas de arañarle el rostro cual felino ofuscado, pero había algo que me lo evitaba. Tan sólo me quedé gimiendo y jadeando con sus bruscos movimientos, sujetándome de sus fuertes brazos y de sus hombros mientras le escuchaba hablar.
Me estremecí completamente cuando su lengua recorrió mis labios, sintiendo que en cualquier momento llegaba al orgasmo a pesar del dolor que me provocaba su miembro, del escozor que provocaba en mi interior al cicatrizar las heridas que me hacía.
Asentí ante sus palabras sin entender bien a qué se refería, sentía mi mente nublada por el placer y mis pensamientos distorsionados y revueltos. Sin embargo, cuando habló de un hombre, mis ojos relucieron con el brillo de la curiosidad. Quería saber todo lo que quisiera contarme, pero mi mente no ayudaba a controlarme. Terminé llegando al orgasmo entre gemidos estridentes y jadeos descontrolados. enterrando nuevamente mis uñas en su piel, cerrando los ojos concentrándome en aquel placer delirante.
-Ahh..!! Cielos...!! -gemí, abriendo nuevamente los ojos, mirándole con el rostro empapado en sudor y con expresión agotada- Dime... dime más... ¿qué hombre? -le pregunté, curiosa como yo sola deseando saber.
Me estremecí completamente cuando su lengua recorrió mis labios, sintiendo que en cualquier momento llegaba al orgasmo a pesar del dolor que me provocaba su miembro, del escozor que provocaba en mi interior al cicatrizar las heridas que me hacía.
Asentí ante sus palabras sin entender bien a qué se refería, sentía mi mente nublada por el placer y mis pensamientos distorsionados y revueltos. Sin embargo, cuando habló de un hombre, mis ojos relucieron con el brillo de la curiosidad. Quería saber todo lo que quisiera contarme, pero mi mente no ayudaba a controlarme. Terminé llegando al orgasmo entre gemidos estridentes y jadeos descontrolados. enterrando nuevamente mis uñas en su piel, cerrando los ojos concentrándome en aquel placer delirante.
-Ahh..!! Cielos...!! -gemí, abriendo nuevamente los ojos, mirándole con el rostro empapado en sudor y con expresión agotada- Dime... dime más... ¿qué hombre? -le pregunté, curiosa como yo sola deseando saber.
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Re: Poison girl -Libre +18
El éxtasis que sentía su cuerpo era el mismo que podían percibir mis hechiceros, los cuales profesaban una religión en la cual yo era uno de sus dioses principales. Era el ser que les había provisto de la comprensión de los animales, premoniciones oscuras que caían sobre la Tierra como un jarro de agua helada, y el dinero suficiente para construir templos en mi nombre.
-El mismo que matarás, zorra. Eres indigna de sentir amor, como cualquier demonio. Eres la ramera de todos, la puta que se ofrece en cualquier esquina por un trago.
Deseaba saber más sobre ese hombre, el cual era su hermano. Podía vislumbrar en sus ojos el amor que ambos se darían, el deseo encarnizado de estar unidos piel con piel, y la oposición familiar. Su mundo se derrumbaría, sería una tortura digna de una furcia barata. Inclusive los engendros que tendría, el sexo que desearía con otros pero no le complacería y regresaría a él mansa. Un hombre de apariencia de caballero que ocultaba un demonio dentro, uno que latía con odio y se alimentaba de este.
-Serás Abel y él Cain.
Rellené su interior con mi esencia, la cual la quemaría como hierro fundido debido a sus heridas que continuamente deseaban cicatrizarse. Rompí sus caderas en un último movimiento de las mías e hice que una de sus muñecas se quebrara, pues la tomé entre mis manos estirando sus brazos para que no enterrara sus uñas.
-Las furcias como tú jamás aprenden.
Escupí aquello apartándome para buscar mi batín, necesitaba una ducha para quitarme el hedor que ella desprendía. Las lágrimas surcarían su rostro y el sentimiento de impotencia la bañaría. Aprendería así una valiosa lección, si era la muerte que aceptara quien era de una vez y se dejara de estúpidos cuentos de hadas que para nada sirven.
-Que pases buena noche, Electra.
Las mujeres que se hallaban enamoradas de su padre se denominaban Electra, ella lo estaba del suyo. Su huida no fue más que un deseo vano de alejarlo de ella, pues cada noche estaba más próxima a ser como él y despreciarse para el resto de su vida.
-El mismo que matarás, zorra. Eres indigna de sentir amor, como cualquier demonio. Eres la ramera de todos, la puta que se ofrece en cualquier esquina por un trago.
Deseaba saber más sobre ese hombre, el cual era su hermano. Podía vislumbrar en sus ojos el amor que ambos se darían, el deseo encarnizado de estar unidos piel con piel, y la oposición familiar. Su mundo se derrumbaría, sería una tortura digna de una furcia barata. Inclusive los engendros que tendría, el sexo que desearía con otros pero no le complacería y regresaría a él mansa. Un hombre de apariencia de caballero que ocultaba un demonio dentro, uno que latía con odio y se alimentaba de este.
-Serás Abel y él Cain.
Rellené su interior con mi esencia, la cual la quemaría como hierro fundido debido a sus heridas que continuamente deseaban cicatrizarse. Rompí sus caderas en un último movimiento de las mías e hice que una de sus muñecas se quebrara, pues la tomé entre mis manos estirando sus brazos para que no enterrara sus uñas.
-Las furcias como tú jamás aprenden.
Escupí aquello apartándome para buscar mi batín, necesitaba una ducha para quitarme el hedor que ella desprendía. Las lágrimas surcarían su rostro y el sentimiento de impotencia la bañaría. Aprendería así una valiosa lección, si era la muerte que aceptara quien era de una vez y se dejara de estúpidos cuentos de hadas que para nada sirven.
-Que pases buena noche, Electra.
Las mujeres que se hallaban enamoradas de su padre se denominaban Electra, ella lo estaba del suyo. Su huida no fue más que un deseo vano de alejarlo de ella, pues cada noche estaba más próxima a ser como él y despreciarse para el resto de su vida.
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Re: Poison girl -Libre +18
Sus palabras me llenaron de rabia y de impotencia por no poder hacer nada, ni siquiera podía escupir palabras crueles como él lo hacía. Sin embargo, aguanté las ganas de llorar, siempre lo hacía, y no pensaba permitir que un estúpido como él las contemplara.
Dejé escapar un último gemido de dolor, al sentir cómo su esencia me llenaba, haciéndome arder por dentro. Me mordí los labios para no llorar ni gritar de dolor, él creía que le daría en el gusto, pues no lo haría. Tenía mi orgullo, era como mi padre y más que él, sabía que podía hacerlo. Pero su crueldad me tenía rota por dentro, llena de angustia y rabia. Le odiaba, pero no podía arrepentirme de este trato que me liberaría. Por más que ahora me doliera, no me arrepentiría, jamás.
Cuando al fin salió de mí y se apartó, cerré los ojos, llorando en silencio. Ya no aguantaba, me dolía el cuerpo, me escocían las heridas y los huesos rotos que buscaban reacomodarse. Era una tortura que aguantaba en silencio, y en cierta forma, era como la serpiente que se mordía la lengua. No me moví por un largo tiempo, y mantenía mis ojos cerrados.
Sentía rabia, tenía ganas de matarlo. Ante su último comentario, giré el rostro viéndole, no sabía quién era esa mujer que mencionaba. Le gruñí bajo, medio incorporándome una vez mis huesos se soldaron, terminando sentada sobre la cama. Le miré con odio, sentía que mis colmillos crecían al igual que mis uñas ante la necesidad de arrojarme sobre él.
Dejé escapar un último gemido de dolor, al sentir cómo su esencia me llenaba, haciéndome arder por dentro. Me mordí los labios para no llorar ni gritar de dolor, él creía que le daría en el gusto, pues no lo haría. Tenía mi orgullo, era como mi padre y más que él, sabía que podía hacerlo. Pero su crueldad me tenía rota por dentro, llena de angustia y rabia. Le odiaba, pero no podía arrepentirme de este trato que me liberaría. Por más que ahora me doliera, no me arrepentiría, jamás.
Cuando al fin salió de mí y se apartó, cerré los ojos, llorando en silencio. Ya no aguantaba, me dolía el cuerpo, me escocían las heridas y los huesos rotos que buscaban reacomodarse. Era una tortura que aguantaba en silencio, y en cierta forma, era como la serpiente que se mordía la lengua. No me moví por un largo tiempo, y mantenía mis ojos cerrados.
Sentía rabia, tenía ganas de matarlo. Ante su último comentario, giré el rostro viéndole, no sabía quién era esa mujer que mencionaba. Le gruñí bajo, medio incorporándome una vez mis huesos se soldaron, terminando sentada sobre la cama. Le miré con odio, sentía que mis colmillos crecían al igual que mis uñas ante la necesidad de arrojarme sobre él.
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