Navidad en familia - Bloody Rose family-

-Lestat querido padre, amado abuelo, y respetado vampiro... ¿te comió la lengua el caimán?-dije pestañeando antes de colocar mis manos sobre los hombros de Román.-Si es cobarde con las personas que no conoce, es porque ha vivido muchas cosas que tú no... ha tenido una infancia difícil y yo no quiero que nadie le dañe.-le miré con mis profundos ojos clavándolos hasta su retorcida alma.-Cuidado con tocarle un pelo o meterle ideas extrañas, es lo único que tengo de Dio y quiero conservarlo...-creo que no le sorprendió para nada que echara cojones frente a él.-Darius, a ti te digo lo mismo... eres igual o más idiota que Lestat.-luego miré a Michi y sonreí.-Cariño... eres de lo poco cuerdo y normal de esta casa... espero que estés cuidando bien que no salga ardiendo, explotando o convertida en un desastre.

-Deslenguado.-murmuró Lestat.

-Gilipollas.-respondí y bien alto.-No tuviste cojones de ir donde Louis y apartarlo de esa puta, preferiste correr aventuras y luego... mejor me callo.-abracé bien a Román.-No digo que sea mala Nerissa, sino que tú perdiste el norte y te convertiste en un ser más estúpido de lo que ya eras... aún así te estimo y por eso voy a intentar controlar mis arrebatos hoy.

-Yo le decia a tu Hijo, Cat.-conteste sonriendo, aceptando el chocolate que me ofrecia Roman.-Y bien, pasen, la cocina esta a la derecha, y si a Mich no le molesta, yo servire la cena para ustedes.

Comente sonriendo, regresando al lado de Adrian, entregandole el otro chocolate que habia tomado dela bolsa de Roman.

Seguia sin hablar, mirando a todos, medio sonriendo, pegado a Michelle y observando a Darius, su forma de ser, la forma en que se desenvolvia... Trataba de recordar si era asi cuando lo habia conocido en mi otra vida, pero simplemente me venian dolores de cabeza, asi que cerre los ojos y suspire con cansancio, me talle los ojos y sonrei ligeramente tomando el chocolate que Darius me ofrecia.

-Gracias.-conteste jugueteando con el antes de darle una pequeña mordidita.-Tengo hambre...

Murmure, volviendo la mirada a Darius, haciendo un ligero puchero.

Escuchaba sus discusiones, lo que decían, lo que decía Cat de Nerissa, tenía la cabeza agachada con el cabello tapándome todo el rostro, tenía los ojos cerrados aguantando todo aquello. Quería que todo saliera bien, pero se iba a la mierda con todo lo que decían, no quería que pasara aquello, sin darme cuenta había comenzado a derramar lágrimas. Las manos que las tenía en el respaldo de mi silla terminó por romperse al igual que mi paciencia y calma.

No lo soporto! Quería una navidad con todos! No quería discusiones! - grite mirándoles a todos que se giraron a verme por fin, pero lo que mas miraban eran mis cabellos que flotaban. -Quería que os divirtierais, no todo esto! Me largo! - Volví a gritar, me gire y comencé a correr saliendo de la casa por la terraza y luego comencé a volar bien alto por encima de las nubes.

-Yo voy a por ella.-dije antes de girarme hacia Cat profundamente molesto.-¿Estás feliz?-pregunté antes de moverme hacia la misma ventana por la cual salió.

Empecé a volar siguiendo el rastro de su esencia, podía rastrear incluso su perfume en el aire. Y cuando la alcancé aún volaba. Así, que aún en el aire, la abracé pegándola a mí y besando su frente, como sus mejillas.

-Te amo mi pequeña.-dije con ternura.-Te daré eso que tanto ansías... pero no puedo hacerlo si no regresas.-sususrré mirándola a los ojos.-Pequeña, si no vuelves no lo haré yo. No pienso volver a la fiesta si tú no lo haces.

No esperé ni por asomo esa respuesta de Michelle. Me quedé parado observándolo todo y con el rostro cubierto por cierto dolor y tristeza. Román se pegó a mí mordisqueando sus chocolates, los cuales le quité y guardé con rapidez.

-Debes comer, Michelle volverá y querrá que cenemos en familia.-él me miró con sus enormes ojos, lo hizo en silencio, para luego marcharse hacia uno de los sofá de la sala.

Allí como pudo se subió en ellos, eran demasiado altos para él y su pequeña estatura. Se quedó con los pies colgando, la espalda echada hacia el respaldo y sus brazos a ambos lados junto a su cabeza echada hacia atrás. Notaba que estaba triste, a él tampoco le gustaban las discusiones.

Comencé a cantar cuando me senté en el sofá, eso siempre me hacía sentir bien. Me había sentido tan incómodo por culpa de papá y el abuelo. Yo sólo bromeaba, pero ellos sacaron de quicio todo.


https://www.youtube.com/watch?v=PVXI_Fa7ZLk&feature=related

Movía leve mis pies enfundados en esas botas que papá me compraba, lo hacía para que no pareciera tan bajito pero lo era... incluso con ellas. Terminé recostado cantando aquello, notando como mi padre se sentaba a mi lado acariciando mis cabellos.

Me asusto la actitud de Michelle, el hecho de que siempre habia deseado tener su familia tal como ella la habia conocido,por que sabia que algunas veces ella seguia viendonos a mi y a Darius como sus padres... aun que realmente ya no lo eramos.

Baje la mirada, dandome la media vuelta, dejando el chocolate que me habian dado sobre una de las mesitas de la sala, caminando hasta el jardin, quedandome ahi, cerca de un enorme arbol que para esas fechas ya estaba medio seco, pero aun tenia algunas hojas y me fui a ocultar ahi, debajo de las ramas,bajo su sombra.

Me abraze con fuerza, sintiendo un terrible dolor en el pecho y mis lagrimas corriendo por mis mejillas, sollozaba con dolor, por que me sentia aislado de todos, incluso de Darius y Michelle, por que ellos recordaban quienes eran esas personas y yo no... Por que ellos tenian la confianza incluso de discutir y gritarse entre ellos y yo no...

Yo solo era una sombra, un reflejo difuso y el recuerdo de alguien a quienes ellos habian estimado.

Suspire cansado, aun que ni tiempo de contestar tuve, por que Lestat fue tras ella, mi princesa.

Simplemente me dirigi a la sala, dejando una botella de vino sobre la mesa de centro y unas copas, ofreciendo a mis convidados algo de beber antes de salir detras de Adrian que parecia demaciado alterado.

Lo encontre en el jardin, llorando, sabia como se sentia, pues no hacian falta palabras para saberlo. Me dolia verlo asi.

-No llores.-murmure, acercandome a el, sintiendo inmediatamente su cuerpo pegado al mio, sus lagrimas mojando mi camisa, sus cabellos rosando mi barbilla.

Tan pequeño... y hermoso, un verdadero angel... mi angel.

Levante su rostro, con mi mano libre, limpiando sus lagrimas con mis labios, antes de atrapar los suyos con los mios fundidos en un beso lleno de necesidad, por parte de ambos.

Lloraba como nunca lo había hecho, nunca habíamos estado juntos, por eso Adrian no conocía a nadie, no por que no recordara sino que igualmente no los conocía.
Cuando me atrapó Lestat intente separarme de sus brazos pero al final desistí sin dejar de llorar.

Ahora entiendo porque toda la familia esta separada, sabía que al final resultaría una mala idea reuniros a todos, ademas quería que Adrian conociera a Cat y a Román dentro de sus no recuerdos - grite entre sollozos.

Sabía que no vendría Nerissa porque no querría ponerse a discutir con todos. Me limpié las lágrimas y mire a Lestat.

Entonces vamos... Pero supongo que nadie dirá nada, y todos estaréis sin miraros... pero que mas da! Todo por no hacerme llorar no? - me libere por fin de sus brazos y comencé a volar de regreso sin dejarle que respondiera a lo que había dicho.

Simplemente la rodeé dirigiéndonos hacia la fiesta, nuevamente a ese lugar donde estábamos reunidos algunos de aquellos que nos habíamos querido, odiado, soportado y deseado la muerte... pero con la boca pequeña. Nada más llegar escuché la voz de Román, lo contemplé unos segundos comprobando porque Cat era tan protector. Parecía un niño aún, un adolescente perdido, y no un hombre.

-Román.-dije con una leve sonrisa.-Canta algo animado, supongo que no es momento para llantos.

-Mi hijo canta como se siente.-dijo Cat.

-Aún estás molesto por eso que pasó con Dio, ya veo.-murmuré suspirando y él simplemente giró su rostro digno.

Me marché tras mis otros primos, quería saber como eran y si papá tenía razón. Ellos habían nacido de nuevo, se suponía que uno al nacer nuevamente no comete los mimos errores. Si bien, los vi juntos y tan cariñosos como dos amantes... dos viejos amantes.

Primero sentí rabia, yo nunca podría tener algo así por culpa de mi padre, y segundo frustración y miedo. Temía que el resto supiera de aquello, que mi padre pusiera el grito en el cielo y todo volviera al caos.

Segui sintiendo sus labios, su suave textura, el sabor y su embriagante aroma a leche y miel, solo el podia tener ese dulce aroma de inocencia, ese calor que me envolvía por completo, haciendome sentir unico.

-Te amo.-murmure pegado a sus labios, sosteniendo su rostro entre mis manos, mirandole fijamente mientras le sonreia dulcemente, como solo podia sonreirle a el.-Regresemos antes de que vengan a armar un desmadre aqui.

Dije, sin soltarlo, no queria, no era mi deseo alejarme de el, mi angel, mi Adrian.

Me gustaba y eso era algo que no podia negarme, era algo que me quedaba claro y que hubiera sido o no mi hermano, sin importar nuestro pasado, me hubiese enamorado de el sin dudarlo.

Abri los ojos, sonriendo ligeramente, sonrojado, sintiendo el contraste con sus manos frias en mi rostro.

-Yo te amo mas.-murmure volviendo a cerrar los ojos, suspirando y volviendo a abrirlos cuando dijo que regresaramos, fijandome detras de el que estaba aquel chico de bonitos ojos, que al parecer era nuestro primo.

-Creo que ya nos descubrieron.-murmure, soltando una risilla nerviosa, tomandolo de la mano, caminado en direccion a la casa.

Nada mas poner los pies en la tierra escuche como Roman cantaba, luego como miraba a Darius y Adrian besándose, mire hacia dentro de la casa y comencé a caminar con tranquilidad hacia la bandeja donde estaban los licores, cogí el ron añejo y lo puse en una copa, luego con la copa en la mano fui sin mirar a nadie hacia mi silla y me senté con elegancia cruzando una pierna encima de la otra esperándoles a todos, ya me daba igual lo que hicieran ya, yo esperaría a nada.

Felices fiestas - murmure dando un trago al ron

Román entró corriendo hacia donde estaba, abrazándose a mí. Tenía las mejillas rojas y los ojos confusos. Creo que sabía que sucedía, no era idiota. Esos dos habían vuelto a las andadas, que ahora fueran hermanos no quitaba que Adrian cayera en su trampa. Quería hablar con él a solas, contarle las jugadas de Darius, y que si era como yo pensaba... seguiría siendo igual de estúpido. Odiaba ver a Adrian llorar, se me quebraba el alma.

-Tranquilo amor, papá está aquí.-dije acariciando su rostro para besar su frente.-Felices Fiestas pequeña.-comenté antes de agarrar bien a Román.-Tú no bebes, dios no quiero recordar como terminaste la última vez.

Me acerqué al aparato de música y saqué un viejo cd de mi bandolera, la cual cargaba a todas partes y era la misma que siempre tuve.

-¿Quién quiere algo de H.I.M?

No me parecía correcto, pero a veces el amor prohibido es el más hermoso. Yo de amor no sabía nada, sólo aquello que leía en mis libros. Era de esos pequeños animalillos huraños que se pasaba el día enterrado en libros y música vieja. Tocaba la guitarra y cantaba olvidándome del dolor, de estar tan sólo a pesar de tener a mi padre. Yo deseaba vivir, pero la vida no podía ser como quería gracias a la persona que me dio la vida.

Vi regresar a Michelle con el abuelo, pero sólo me quedé mirando las estanterías observando las fotografías, los libros, el aparato de música y quedé de puntillas intentando alcanzar una novela... "La vida de un maldito" el autor lo conocía.

-¡Papá! ¡Papá! ¡Aquí hay un libro de Amaury!

Entré con ella intentando no golpear a Darius, sabía que estaba sucediendo y no quería ver llorar a Adrian. Escuché a Román y Cat, ambos parecían desear quitar la tensión del ambiente.

-No, no.-dije quedando al lado de Cat.-Pon algo que pueda bailar, deseo bailar, y eso no es bailable.

-¿Qué quieres que ponga?-preguntó mostrándome los temas.

-Acabo de recordar algo.-reí con cierta nostalgia.-Oh, sí... pero necesito a Michelle.-pulsé la canción y él me miró como miraría un gato, con curiosidad y ciertas dudas.

canción

Tomé a Michelle alejándola de todo. Intentaba que dejara de pensar. Además, me recordaba a Nerissa y quería vivir aquella noche en la cual mandé a la mierda a Louis frente a todos. Fue mi pequeña victoria frente al estúpido, el cual regresó a mí y volvió a irse con el putón que tenía por pareja.

Mis piernas se movían con gracilidad pasmosa, así como la movía a ella, mientras sonreía girándola y pegándola a mí. Por un momento dejamos de ser abuelo y nieta para ser un par de bailarines. Sonreí echándola hacia atrás, sus cabellos rozaron el suelo y su pierna se colocó en mi cadera, cuando la alcé besé su mejilla.

-Aprende a bailar, si consigues novio tendrás que saber hacerlo.-le guiñé un ojo y luego miré a Darius.-Y tú deja que tu hiija sea mujer, que encuentre pareja si quiere y te diré algo.-dije señalándolo.-Por mucho que la protejas jamás, pero jamás, vas a logar que no la dañen. Además, debe aprender a ser dañada y a recuperarse. Harás que pase lo mismo que me pasó con Claudia. Sólo te pido eso, deja que viaje y conozca mundo. Dale eso de regalo.-la tomé de los hombros y la terminé rodeando por detrás.-¿Verdad que quieres viajar? Unos meses, como diversión... para conocer amigos, tener nuevas experiencias, conocer países... y si nos necesita ya nos avisará, es una chica lista.

Entramos a la sala, yo aun sosteniendo la mano de Adrian con cuidado, con la delicadeza con la que se deben tratar las cosas bellas y perfectas como el, aun que el no era una cosa, el era mi Angel, mi Adrian.

Vimos que todos se comenzaban a animar, al igual que Michelle, que al parecer se encontraba algo frustrada, por como habian salido las cosas.

-Deja de mal aconsejar a MI hija quieres, Lestat.-dijo Adrian, al escuchar a Lestat diciendole que se fuera, que no debia quedarse, aun que jamas crei que esas palabras saldrian de los labios de Adrian, especialmente dado el hecho de que no recordaba casi nada, y que a Michelle el en esta vida, siempre la veia como su hermana mayor.

Me cruze de brazos esperando la respuesta de Lestat a mi pregunta, que habia salido de mis labios de forma natural, sin siquiera pensalo, aun cuando ya me habia percatado de ello, seguia pasiente esperando la respuesta, sintiendo cierta molestia de que alguien como Lestat acosejara asi a mi... hermana...

Vi que me cogía Lestat y deje la copa del ron dejandome llevar, se suponía que tenía que bailar, pero hacia mucho que no lo hacía. Reí levemente pero con lo que dijo al entrar Darius y Adrian, me dejo mal, pero mas lo que dijo Adrian no me lo esperaba.

Haced el favor de dejar de discutir, yo quería una fiesta con todos, pero ya he entendido porque nunca hacíamos ninguna... Todo porque no dejáis de discutir, no se ni para que me esfuerzo en hacer comida y una fiesta - suspire cansada entre Lestat y mis dos hermanos.- Voy a salir de viaje, a mis cosas y mi vida social, no me lo vais a prohibir, solo quiero un poco de paz - volví a suspirar y me fui hacia la cocina a cenar dejando que se mataran si querían.

Me quedé observando todo. Siempre observaba. Mi vida era monótona porque las cosas interesantes les ocurría a otros. Era el niño de las miradas profundas y los silencios extensos. Siempre estaba callado, salvo cuando estaba algo nervioso o intranquilo. Miré a mi abuelo bailar, bailaba excesivamente bien, para luego escuchar la discusión. Era algo que me ocurría con mi padre, como si lo viera reflejado.

-Tener amigos no es malo.-dije con mi pequeña y tímida voz.-Yo puedo ser tu amigo.

No me percataba que quizás había pecado de ingenuo. Pero, yo quería tener amigos. Aunque estos amigos eran familia y prácticamente mi padre, Cat, me había dicho que con Darius ni la hora.

Fui hasta Adrian y lo abracé, fue instintivo. Me quedé aferrado a él moviendo leve mis caderas, mirándolo confuso por aquel momento de molestia. No quería que se molestaran unos con otros.

-Tienes un pelo bonito.-dije ampliando mi sonrisa algo nerviosa.-Papá me dijo que te gustan los gatos... puedo enseñarte a realizar unos de papel, relajan mucho.-lo notaba tenso, lo mejor era relajar a todos.-Podemos hacer todos gatos de papel.

-Sí, lo mejor será que todos y digo todos nos relajemos aunque sea con papiroflexia.-comenté sacándome la chupa de cuero que llevaba, mostrando una camiseta de tirantas ajustadas de Cheshire.

Aquella camiseta era violeta y morada, como el gato, y con unos enormes ojos verdes. Tenía otra debajo de color negro con pequeñas pisadas de gato en tonos morado. Ambas las había diseñado yo, me entretenía hacer ese tipo de ropa. Mi cuerpo delgado era un contraste quizás con el de Darius, pero tanto Adrian como Román eran bastante esbeltos y pequeños.

-Padre.-comenté mirando a Lestat.-No.-fue instintivo.-No hagas eso, no influyas en ella. Tú eres tú, eres distinto. Ella es muy parecida a Adrian y sé que si se marcha lejos nos va a necesitar, a todos, y la soledad no es buena compañía.-susurré.-No te molestes, pero no deberías salir de la ciudad sola. Allá fuera ocurren cosas terribles, es una suerte que estés viva.

Jamás había disgustado a Adrian, nunca. Recuerdo que cuidaba sus pasos, que vigilaba sus lágrimas, porque sabía lo doloroso que era para alguien perder un ser tan querido y deseado como era para él Darius. Darius también me preocupaba, pero siempre me mostré frío y duro con él. Louis fue mi mejor creación, Darius fue mi segundo error junto con Claudia y aún así una de las criaturas que más me imponían. Era duro con Darius como lo era con Louis, mi forma de demostrar mi amor o respeto iba en igual proporciones a mis burlas o frialdad.

-Adrian.-susurré antes que Cat me obligara a callar.

Fui hacia Michelle quedándome a su lado, acariciando sus cabellos, para dejar mis manos sobre sus hombros.

-Quizás puedas acompañarme alguna noche, o a los chicos. Todos podemos atenderte bien y cuidarte, sabemos que no eres una niña pero debemos cuidar a la única señorita de nuestra familia.-después miré a Adrian.-Lamento haberte echo enfadar, no sabes cuanto.

Si yo pedía disculpas eran sentidas. Él prácticamente no me recordaba, me dolía verme reflejado en sus ojos como si fuera un extraño. Era un extraño para casi todos allí.

Trague saliva con fuerza, sintiendome realmente mal por la forma en que habia contestado Michelle, en como todos me miraban con sorpresa, me dolia ser el que se adaptaba poco, el que se sentia aislado de todos ahi y por tanto, me sentia incomodo estando entre ellos.

Estaba fuera de lugar, por que realmente era el unico ahi que no pertenecia a ellos.

Senti mis lagrimas rodar por mis mejillas las cuales estaban sonrojadas, y mordi mis labios para evitar soltar un sollozo, nuevamente, camine hasta el sillon, sentandome al lado del chico Roman, con las manos entre las piernas, la cabeza gacha escondiendo mi rostro entre mis largos y rubios cabellos. No queria que nadie me viera.