Red as the Death [Darius]

Me sonreí ante su respuesta. Me gustaba la disposición.-Sorpréndeme.-Me encogí de hombros y le miré de forma sugerente. Lo cierto es que no tenía nada particular en mente, simplemente esperaba algo que me motivara, fuera lo que fuese, algo bien hecho. Y de hecho por primera vez no pretendía tener el control de la situación; dejaría que tomara las riendas. No me importaba imponerme de forma alguna, aunque también era consciente de que la sumisión no era lo mío.-Pero ten en cuenta que soy tan bueno en lo que hago como demandante con lo que hacen los demás, así que mejor te esmeras...-Le dije por fin, cerrando los ojos, colocando mis manos sobre las suyas y acercándome más, abriendo paso al deseo.

Sonrei ligeramente, empujandolo hasta chocar contra el sofa, dejandolo sentado, separando sus piernas con una de las mias.

-Para mi eso suena a pretexto y a que eres inexperto -dije torciendo los labios en una media sonrisa, dejando mis manos cada una al lado de su rostro, arqueandome sobre el, acercandome a sus labios para besarlos nuevamente.

Cedí a todos sus movimientos sin presentar resistencia alguna.-Tal vez tengas razón. Bien o mal, soy un ángel, no lo olvides. Las perversiones no son propias de mi especie.Tendrás que enseñarme cómo es eso...- Relamí mi labio inferior seductoramente y luego le miré con expresión de inocencia.-A menos que no te consideres capaz de sorprenderme, lo cual es también una posibilidad. Tú dime...-Comencé a enredar mis dedos en su cabellera y deslicé una mano por debajo de su playera desde el vientre hacia arriba, acariciándole sólo con la yema de los dedos. Respondí a su beso jalando un poco de su labio inferior.-Vampiro.

Rei sobre sus labios, pasando una mano por su rostro, fino, hermoso, casi como todos los angeles.

-Si me pagaran un dolar por cada ángel que me ha dicho lo que tu, ya habria pagado mis deudas - comente y volvi a besarle, con mas ansias, hincandome en medio de sus piernas, arrancando el cinturon - Decide, quieres seguir con esto, angelito? Aun tienes tiempo de decir que no.

Sonrei maliciosamente sosteniendo en una de mis manos el cinto de cuero, jugueteando con el, mientras mi mente ya ideaba un juego para con él.

Bien, como ya dije anteriormente, mi instinto me decía que no estaba metiéndome con cualquiera. Aquel vampiro me despertaba alarma, se me hacía peligroso, y quizás era esa una de las razones más fuertes para que me encontrara en aquella situación. Era algo imprudente, estúpido y muy sucio. Por eso mismo sabía que era una buena idea.-¿Realmente crees que lo haría?-Reí dedicándole una mirada lasciva.-Enséñame lo que tienes. Cautívame, has que me excite hasta sentir dolor, y seré tu puta por el resto de la noche...-Mordí mi labio inferior y atraje su cuerpo al mío generando un roce poco discreto entre ambos.

Rei sobre sus labios, mordiendolos ligeramente, tirando del carnoso labio inferior, cortando la piel ligeramente.

-Veamos pues- murmure, usando el cinto de cuero para amarrar sus manos y colocarlas detras de su cabeza- Se un niño bueno, quieres.

Ordene, y volvi a ponerme entre sus piernas, acariciando con la llema de los dedos sus muslos, sintiendo aun sobre la tela sus musculos tensos y el calor que emanaba de el, y el latido de la sangre en el, el como la vena que atravesaba su muslo se movia ligeramente, casi de forma imperseptible bajo la piel y ropa. 

Lami mis labios lentamente, sin dejar de mirarle a los ojos, y baje de un tiron el pantalon, sacandolo y tirandolo en cualquier lugar y volvi a psar las manos por sus largas piernas, separandolas.

Mordió mi labio inferior casi obligándome a sonreír con lascivia. Me relamí y sentí el sabor de mi propia sangre aunado a un leve ardor que pude ignorar con facilidad. Ató mis manos con el cinto sobre mi cabeza impidiéndome cualquier movimiento, que tampoco pretendía ejecutar y me sonreí provocativamente.-Me gustan los juegos...-Murmuré sobre sus labios mientras disfrutaba de sus caricias en mis muslos percibiendo su instinto animal ante la fragancia de mi sangre. Lamió sus labios despacio, me arrancó los pantalones y separó mis piernas. Mordí mi labio inferior y le miré de la forma más lujuriosa que pude.-¿No vas a lastimarme, cierto?-Le pregunté fingiendo ingenuidad.-No olvides que soy un frágil ángel...-Continúo, soltando una breve carcajada, relamiendo mis labios y echando la cabeza hacia atrás.

-Todo depende si eres un angel bueno o un angel malo - sonrei, bajando el rostro para besar sus muslos, sintiendo el calor de su piel, tan suave, y en efecto fragil, tan fragil que podia sentir su arteria latir al ritmo de las pulsaciones de su corazon- Suave... muy suave...

Murmure y saque la lengua para lamerle, chupando y recorriendo sus piernas con los labios, dejando que mis manos acariciaran tambien, subiendo y pasando muy cerca de su miembro, apenas rosando, insitandole.

Me sonreí con sus palabras, mientras observaba expectante cada uno de sus movimientos. Lo cierto es que me ponía algo nervioso cuando las personas me trataban con algo parecido al cariño. Era extraño. Yo no solía hacerlo, no me gustaba tampoco que lo hicieran conmigo. ¿Y por qué? Bueno, las emociones humanas me aterraban. Después de lo ocurrido con aquél a quien amara, ya no quería nada de eso. Me debilitaba. No sabía cómo hacer para protegerme de un abrazo, un beso o tan sólo una caricia que no tuviese un trasfondo lujurioso. Por todo esto, cuando comenzó a besar mis muslos, me estremecí en contra de mi voluntad; casi deseé alejarle. Pero luego, cuando comenzó a recorrer mis piernas con su lengua, me calmé un poco; todo estaba en orden, no había de qué preocuparse, no con un vampiro que acababa de conocer. Sólo sería un rollo. Aunque hacía años que no tenía uno por voluntad propia, y eso me complicaba las cosas.
-¿Tú qué quieres que sea, uhm? ¿Bueno... O malo?-Insistí mientras se dibujaba una media sonrisa en mis labios debido al roce de sus manos cerca de mi miembro. -Porque puedo jugar muy bien ambos papeles...- Separé más las piernas y moví un poco las caderas en su dirección como respuesta a su agradable tacto.

Levante la oscura mirada, sonriendo de forma perversa al sentir sus movimientos, pasando mis dedos por la larga extencion de su miembro, rosando la humeda punta.

-Deja que yo sea quien te juzgue respecto a si eres... bueno o malo - indique, pasando mi lengua por los labios, abriendo la boca para mostrar mis colmillos, bajando nuevamente, clavandolos en su ingle, cortando la arteria y dando un par de tragos de su sangre, tan distinta a la sangre humana o de otros vampiros. Lami la herida para sellarla, levantandome con los ojos cerrados y los labios aun con rastros de su sangre en ellos -.Bueno... realmente bueno -murmure en siseos, y volvi a abrir los ojos, sintiendo ya los efectos de su sangre en mi cuerpo, me acerque a besar sus labios con lujuria al tiempo que me colocaba entre sus piernas y comenzaba a masajear sin cuidado alguno su miembro que se iba enduresiendo entre mis dedos.

-Como quieras...-Le respondí relamiéndome seductoramente acomodándome en la cama. Todos mis músculos se tensaron de pronto y una electricidad hiriente recorrió mi cuerpo entero cuando sus colmillos se clavaron en mi carne. Solté un gemido de placer y dolor sintiendo mi sangre drenar y entrecerré los ojos. Se acercó a mis labios y me dio un beso profundo, especialmente lujurioso. Mientras masajeaba mi miembro, me estremecí de golpe y mordí mi labio inferior con deseo, sintiendo cosquilleos ascendentes y descendentes recorrerme.-Estás jugando con fuego, vampiro. Espero que no te moleste quemarte...-Solté jadeando, con un tono inundado de malicia y perversión y una sonrisa malévola en los labios.

Una carcajada profunda salio de mis labios, ralmente divertido ante sus amenazas.

-Entregue mi alma a tu maestro hace mucho tiempo - murmure tomandolo por la mandibula, mostrandole la cruz invertida entre mis claviculas - Tu crees que temo a un ángelito caido como tu? - pregunte y tome sus labios casi con salvajismo, mordiendolos para hacerlos sangrar, bebiendome algunas gotitas que solo enardecian mas mi libido, mientras me acomodaba entre sus piernas y rosaba mi ereccion, aun atrapada en mis pantalones, contra la suya, la cual seguia masajeando con mi mano.

No puedo evitar esbozar una sonrisa de lo más encantadora con sus palabras. Claro que con un ser como el que tenía en frente aquella noche, las amenazas no se trataban más que de un juego tonto. ¡Qué va! Si quería ser follado brutalmente por él, ¿en qué iba a oponerme? No tenía ninguna razón por la cual ponerme en plan de batalla, ni ninguna intención de hacerlo tampoco. No con un hombre que sabe tomar las riendas de la situación de buenas a primeras. Me resultaba delicioso simplemente dejarle actuar y usarme a su santo antojo, y sabía que lo haría bien, o al menos eso venía demostrándome.-¿Y a caso tú crees que eso me impresiona de algún modo? También estuve en el hoyo ardiente. Para mí no significa la gran cosa. Tal vez puedas impresionarme de algún otro modo, aunque lo dudo.-Le desafié rodando los ojos y relamiéndome el labio para sentir el sabor de la sangre que brotaba tímidamente de la herida que el vampiro me causase.

Torci los labios de forma sarcastica, sonriendo y mostrando mis colmillos nuevamente, pase mi lengua por su cuello, para seguirla con los colmillos, dejando ligeros rasguños al tiempo que seguia masajeando su verga de forma poco delicada, buscando hacerle gemir, suplicar por que lo tomara.

Sentí su lengua fría humedecer la piel de mi cuello y provocarme un estremecimiento que se evaporó al momento en que sus colmillos comenzaron a dejarme mordidas, lo cual me ocasionó una involuntaria y brutal erección, que se vio potenciada con un masajeo rítmico, brusco y certero. Apenas me acomodé sobre la cama (con las manos atadas al respaldo, no podía hacer mucho) y cerré los ojos cuando unos sonidos bastante parecidos a los ronroneos de un pequeño felino fueron asomando a mi garganta. Entonces pude presentirlo; sería una de esas noches en que me convertiría en una virgencita adolescente desesperada por una verga. No solía sucederme porque era un inter más acentuado como activo, pero tenía momentos en los que resultaba especialmente pasivo, y tal parecía que aquél sería uno de esos.-Due-duele...-Solté de pronto.-Me duele...-Claro, me encantaba que me doliera puesto que era extremadamente sadomasoquista y además era capaz de soportar eso y mucho más, pero me excitó increíblemente la idea de hacerle saber que era su esclava sumisa aquella noche, y que podría hacer conmigo lo que le viniera en gana. Los gemidos no tardaron en hacerse presentes, casi tan bajos como susurros, aunque intensos y femeninos como un placer sucio, vergonzoso y culposo. Sacudí la cabeza haciendo que mi melena rubia cayera sobre mi frente apenas permitiendo que se asomaran mis ojos. Casi víctima de una excitación creciente, le miré suplicante y murmuré entre gemidos:-Penétrame... Penétrame ahora.

Sonreí con gusto al escucharle suplicar de aquella forma, tanto que sin pensarlo clave con rudeza mis uñas en su miembro, arañando la delicada piel de aquella zona, soltándolo para moverme entre sus piernas restregando mi propia virilidad contra la ajena mientras lamia mis dedos manchados de sangre y liquido pre seminal.
 

-Repítelo – pedí tirando con la otra mano de sus cabellos, con fuerza suficiente para hacerle levantar el rostro y poder besar aquellos deliciosos e hinchados labios teñidos de carmesí. Me deleite de besarlos con rudeza, de morderlos con la misma saña con que acariciaba su flanco y dejaba líneas de sangre en la pálida piel – Repítelo y quizás lo consigas…

Mis gemidos continuaron cuando le vi sonreír ante mis actos, pero se convirtieron en una especie de grito cuando sus uñas se enterraron en mi masculinidad hasta el punto de hacerme sangrar. Dolía. Dolía, y  mucho. Pero me gustaba. Quería más de aquello. No le temía al dolor. Estaba tan acostumbrado a él, que ya era parte de mí. Lo necesitaba para experimentar el placer en todo su esplendor. Me había adictado a ello en todos los aspectos de mi existencia, por lo cual no era extraño que prefiriera el sadomasoquismo al momento de tener sexo. Lo hacía más interesante, como la pizca de azúcar en las recetas saladas; sin ella, hay algo que falta, algo que no es del todo perfecto.
Hubiera querido tomar su miembro entre mis manos y apretarlo, masturbarlo a prisa. Pero, qué va, apenas podía moverme. El vampiro besó y mordió mis labios con rudeza mientras jalaba de mi cabello, lo cual enfurecía profundamente a mi condición de activo, pero excitaba brutalmente a mi álter-ego pasivo. Me separé apenas de sus labios y exhalé con fuerza, sacudiendo un poco la cabeza para retirar el cabello de mi rostro. -Fóllame.-Murmuré en un tono especialmente sensual y sugerente.-Lo deseo. Lo necesito.-Agregué, aunque este último parlamento se asemejó más a algo femenino y suplicante.-Hazme daño, abusa de mí.-Creo que llegué a decir después, relamiéndome despacio, acomodándome en la cama y viéndole al rostro aunque un poco de reojo, con la mirada más inocente y encantadora del mundo, detrás de largos mechones de dorado cabello.