Red as the Death [Darius]

Caía el sol en la ciudad tiñendo todo alrededor de un color rojizo intenso; entre penumbra y sombras. Allí estaba yo. Viendo cómo el mundo giraba frente a mis ojos. Allí estaba, sentado en algún rincón de aquel sitio que para muchos podía resultar aterrador, para otros trágico... Para mí, sólo significaba paz. Adoraba el silencio y la soledad. Entonces sólo estábamos nosotros, las lápidas y yo.
Me recosté contra una que rezaba "Arthur Weils, amado padre, esposo e hijo". Me sonreí brevemente. Era realmente desmotivador el modo en que los humanos sólo lograban amar al prógimo verdaderamente en ese momento, cuando estaba muerto. Al fin y al cabo, no eran mucho más puros que nosotros, los caídos. Pero tenían algo que ninguna otra criatura tendría jamás: el perdón eterno de Dios; lo cual era ciertamente muy irónico, puesto que ellos habían sido su peor invención. Sin embargo, Él se avergonzaba de nosotros por habernos revelado, y no de ellos por ignorarlo y a sus enseñanzas día tras día. Realmente deseaba que Mi Señor Lucifer tomara las riendas de todo, Él era quien verdaderamente lo merecía. Y lo mejor: odiaba a los humanos tanto o más que yo. Continué pensando en todo esto mientras comenzaba a llover. Permanecí inmóvil, dejando que el agua resbalara por mi cuerpo despacio, llevándome a un éxtasis máximo. Sin lugar a dudas, no había nada mejor que las sensaciones. Entonces podía sentir como lo hacían ellos, los humanos. Podía experimentar dolor, placer y todo lo que se encontraba en medio. Hubiese dado lo que fuera por eso. Hubiese matado por eso. Maté por eso.

Caminaba con tata tranquilidad que sus pasos eran lentos y sin sonido alguno, era una tecnica que habia aprendido de su creador, caminar como un verdadero fantasma, esconderse en la seguridad de la oscuridad, por que el pertenecia a ella, el era uno de los amos de la oscuridad.

Respiro tranquilamente, exhalando a los pocos segundos el humo del cigarro que llevaba en los labios, gafas oscuras pese a ser de noche y todo lo que le rodeaba eran sombras, cosa que no era molesto para él, por que él podia ver claramente en aquellas penumbras.

Se detuvo frente a un mausoleo,hecho de marmol con angeles grabados en ellos y letras en dorado que dictaba el apellido o apellidos de la familia que yacia ahi dentro.

"Familia Lioncourt Bennett"

Abrio la puerta con cuidado, metiendose en la seguridad del lugar encendiendo las veladoras con sus dones, iluminando todo en tonalidades ambarinas, el aroma a la cera de abeja, el chisporroteo de las llamas, era bello, lo amaba, amaba esa sensacion de paz que le provocaban aquellas pequeñas cosas que le rodeaban, la paz de la soledad en la que solo estaban el y sus memorias, en medio de ese lugar donde descanzaban los restos de lo que alguna vez habia sido su cuerpo en otra vida.

Estiro la mano, acariciando el frio marmol en el suelo, las letras grabadas ahi, las deletreo una a una sonriendo ligeramente antes de sacar una botella de vino tinto de su chaqueta.

-A tu salud viejo - murmuro abriendola dando un largo trago a la botella antes de volver la vista nuevamente hacia el piso, leyendo nuevamente.

"Darius Lioncourt. Gran Padre, Gran Amigo y Gran Lider"

OFF: lo bueno demora, por eso siempre llego tarde Ok, no. Lo siento.


La lluvia fue haciéndose más y más intensa. Mi cabello cubría casi todo mi rostro, apenas lo aparté de mis ojos. Inhalé profundo para dejar que el aroma de tierra húmeda se apoderara por completo de mí. Aquello era sencillamente hermoso… No tenía una razón precisa por la cual estar allí aquella noche. Simplemente me gustaba deambular en lugares solitarios, era en ellos en donde mi consciencia y yo gustábamos de relajarnos y conversar un poco; acerca de la vida, la muerte, la eternidad, El Cielo, El Infierno y por qué no, algunos temas mundanos. Pero entonces tenía la mente en blanco. No
quería pensar en nada, sólo estar allí, como una sombra más dentro de la oscuridad de la ya caída noche.


Algunos relámpagos comenzaron a tronar, quebrando de pronto la calma que traía la ciudad. Abrí los ojos para contemplar a las personas corriendo por las calles a resguardarse de la tormenta. Algunos de repente se detenían a observarme con curiosidad, pero luego continuaban su camino, algo
espantados. El sereno del cementerio bebía café mientras escuchaba la emisora de radio con algunas interferencias. En un momento, pareció verme. No me moví. Tomó una linterna y comenzó a aproximarse.

-¿Hay alguien ahí?-gritó, y su voz se entremezcló con el sonido de las densas gotas de lluvia. No respondí. A los segundos, repitió su pregunta mientras continuaba caminando. En un momento, estuvo enfrente de mí y dirigió la linterna directo a mi rostro.

-Mira lo que tenemos por aquí, un mozalbete silencioso. Qué, ¿has hecho una apuesta con tus amigos de pasar la noche en el cementerio?-preguntó en tono de burla.

Iba a responder, pero luego dirigió su mirada hacia un panteón, del cual provino un sonido.

-¿Estás con alguien más?-preguntó al cabo, a lo que me encogí de hombros, sin saber de quién podría tratarse.
La entrada estaba entornada. Obviamente había ingresado alguien. Lo cual era ciertamente casi imposible. ¿Cómo podría ese alguien haber pasado por en frente mío sin que lo viera? A no ser que se tratara de un qué…
El sereno dirigió la luz de su linterna a la entrada del panteón y exclamó:

-Ya te escuché, vamos chaval, sal de ahí. Tú y tu amiguito no deberían estar aquí, obedece o tendré que utilizar la coercibilidad.

Me sonreí al escuchar la estúpida amenaza de aquel hombre medio calvo, con expresiones duras y de cuerpo robusto. Algo verdaderamente penoso. Aguardé unos segundos, se me había clavado la curiosidad, de verdad quería saber quién estaba allí dentro. Y cómo había entrado.

Podria haber seguido la noche entera en ese lugar, observando las letras de aquel sepulcro, los epitafios dedicados a mis fallecidos "padres", a lo que alguna vez significo mi vida pasada, era una verdadera broma del destino, encontrarme ahi, pensando en lo que habia sido, e imaginando en lo que pude haber sido de no haber muerto y renacido.

Solte una ligera carcajada, lo cual llamo la atencion del guardia del cementerio. Cerre los ojos, tomando una larga bocanada de aire, sacando un nuevo cigarro para encenderlo antes de asomar la cabeza por la puerta de la cripta, mirando fijo al hombre que sostenia sin temor, la lampara de mano y a un joven que no aparentaba ser mayor que yo y que claramente olia a infierno.

-No deberia preocuparse señor - dije - No pienso profanar ninguna tumba - sonrei socarron, mirando ahora al joven - Ademas seria un mal ejemplo viniendo del dueño de la ciudad, ¿no cree?

Pregunte levantando una ceja de forma perspicas, colocandome las gafas de sol nuevamente, pues no era grato que te señalara con una lampara directo al rostro. Exhale un poco del humo del cigarro, esperando cualquier reaccion, cualquier tipo de amenaza que pudiese representar aquel ser, no tanto por lo que pudiera hacer el humano, quien de forma humilde simplemente me miro sorprendido por mi afirmacion, aun asi, sin quitar su pose autoritaria, a fin de cuentas, el cementerio, era su responsabilidad.

A los segundos, se oyó desde el interior de la cripta una voz masculina, respondiendo a la pregunta. Unos instantes después un chico asoma su cabeza. Pude sentir su energía, definitivamente se trataba de un qué. Sonreí sorprendido de lo sigiloso que había sido. El tipo le contestó:
-No sé de qué estás hablando, pero de todos modos, no pueden estar aquí. Los quiero fuera en este preciso instante.
Acabó el hombre cuando alcé una ceja y me sonreí nuevamente.
-¿A quién cree que asusta este imbécil?-pensé.-De veras no venía con ganas de deshuellar a nadie, pero ya se me está haciendo muy molesto...-

No respondí ni hice ninguna clase de movimiento. Preferí permanecer en mi posición; quería ver qué hacía ese humano imbécil, y además estaba haciendo tiempo para ver si lograba determinar a qué raza pertenecía el chico de la cripta. Quizás su reacción a aquella "fatal" amenaza me lo diría, tal vez no. Sólo esperé...

Tome una gran fumada a mi cigarro, dejando escapar el humo de forma irregular en un espeso humo gris que se diluia rapidamente debido a la lluvia, mire fijamente al hombre, quitandome las gafas de sol.

- Me agrada - murmure al mortal antes de poner mi mano en su hombro, usando mis dones para absorber su energia - Pero por esta noche no debe preocuparse tanto... el cementerio estara a salvo, asi como sus difuntos.

Tome al hombre en cuanto este se desvanecio en mis brazos para llevarlo a su cuartucho, a penas iluminado por una lampara fluoresente y una chimenea mal trecha, pensando que merecia una mejor vida que esa, peor hacia lo que el queria y estaba en el empleo que el habia amado desde siempre.

Permanecí algunos varios segundos observando el proceder de aquel joven misterioso, intentando determinar su especie. Bueno, había una cosa que ya sabía: tenía control mental o algo parecido, por la forma en que el guardia se rindió ante sus palabras. No era control mental precisamente, pues el hombre lucía debilitado. Como fuere, aquel joven era poderoso, de eso tenía certezas, lo que me cautivaba, y mucho. Dicen que lo que mata es la curiosidad, pues bien, yo ya estaba sumergido en ella. Vi cómo el chico llevó al sereno hasta su cabina. Me acerqué unos pasos para observar cómo reaccionaba el humano luego de ser colocado en su silla.
-¿Cómo has... ¿Cómo demonios has hecho eso?
Preguntó el hombre, en un tono que mezclaba miedo con sorpresa.

-Es mi don - levante el rostro y una ceja con cuidado, sacando un nuevo cigarrillo - Uno de tantos... y tu eres un caído, ¿no es así?

Pregunte antes de encender el cigarro. Era facil distinguirlos, mas facil cuando eran jovenes, poniendolos en comparacion con Él.

-¿Quien te envia? O me vas a decir que vienes sin orden alguna a esta ciudad.

OFF: el que hizo la pregunta no fui yo, fue el sereno del cementerio Pero ahora dejémoslo así, una vez que se empieza el diálogo, ya está.

-Pues sí, tienes razón. Soy un caído. Y orgulloso de ello, debo decir. Estaba escrito, tarde o temprano abandonaría la monarquía celestial. Es pura mierda.-Acabé diciendo mientras colocaba un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
-Nadie me envía.-Respondí al cabo.-Me gusta esta ciudad. En especial los lugares solitarios y con olor a muerte. ¿Qué te trae a ti por aquí? Imagino que no eres un profanador de tumbas, ¿o sí?

Mis labios se torcieron en una sonrisa sarcastica, un gesto habitual en mi, pese a que no tenia demaciados motivos para sonreir.

-Para nada - conteste - Simplemente disfruto de venir a visitar a "familiares" por asi decirlo.

Tore el cigarro que se habia consumido entre mis dedos, observando la punta brillante apagarse lentamente en el suelo humedo, las gotas de llubia humedeciendo la tierra.

Observé su sonrisa sarcástica.
-¿Con que familiares, uh? Curioso. Visitando familiares a estas horas, sobre todo cuando el cementerio está cerrado.-sonreí.-Mi nombre es Kenneth. O Chase, como prefieras.-Me acerqué a él un poco e inspiré hondo, era un vampiro, su olor era muy caracterísitico.-Vampiro.-Dije al cabo, en tono neutral.-Me agradan los vampiros. La sangre me gusta tanto como a ustedes, pero de distinto modo. Me agrada verla correr, tenerla en mis manos, verla manar de un cuerpo sin vida. Al fin y al cabo, soy un guerrero.-Acabé diciendo mientras colocaba un cigarrillo en mis labios y buscaba mi encendedor más bien por inercia, ya que hacía varios días no lo podía hallar.

Nuevamente la expresion arrogante volvio a mi rostro. Demonio o no, no era agradable crusarme con ellos, demonios o angeles caidos, era una sensacion de impotencia extraña, que procuraba guardar en mis adentros.

No demostrar mis miedos, ser frio y sigiloso, como la serpiente que era. Sonrei ligeramente, sacando el ensendedor para prender su cigarro.

- Digamos que durante el dia no es ... un horario muy sano para alguien como yo, comprenderas... no?

Su casi neutral expresión apenas me permitió vislumbrar cierto desagrado hacia mi ser. Parecía ser que, por alguna extraña razón, los chevalier de l'enfer no le simpatizábamos para nada.Hice caso omiso de ello y proseguí a inhalar el humo del cigarro que el vampiro había encendido.-Claro, estoy al tanto de su enemistad con la luz solar. Por cierto, aún no me dices tu nombre.

Saque un nuevo cigarrillo, cierta adiccion a la que no encontraba tanto sentido, incluso siendo mortal hacia mas de doscientos años tampoco lo halle, pero simplemente era algo que necesitaba, el cigarro, al igual que mis gafas de sol, eran algo que no podia separar de mi.

-Darius - dije en tono aspero debido al humo de cigarro que salia de mis labios - Darius Merchant, un placer señor Kenneth.

-El placer es todo mío, señor Merchant.-Le dije con una media sonrisa. Lo cierto es que su apellido me había llamado la atención, me sonaba extrañamente familiar. Probablemente Darius tuviera una gran y destacada ascendencia.
-Merchant... Es un apellido curioso. Me suena al de alguien que ha hecho grandes cosas. Tal vez sólo sea una impresión mía... ¿Lo es? ¿O hablabas en serio al proclamarte "dueño de la ciudad"?

-Hablo muy enserio - dije moviendome del lugar,sin ganas de estar bajo la lluvia, al menos no en ese momento - Creo que deberiamos irnos.

Comente moviendome nuevamente a espera de que él me siguiera, sin un sitio en especial a donde ir.

Sonreí ante su afirmación. Pocas veces mi instinto se equivocaba. No me molestaba la lluvia, por el contrario, la adoraba. Debía admitir que, aunque obra de Dios, era una gran obra de arte. Mi cuerpo se encontraba totalmente cubierto de agua, de la cabeza a los pies. De pronto, cuando la lluvia se intensificó, sentí algo: frío. Verdaderamente grandioso. Las sensaciones aún me maravillaban, cuando celestial, no lograba percibir ni la mitad de lo que lo hacía ahora. Permanecí algunos segundos saboreando esa experiencia antes de seguir los pasos del vampiro. No sabía exactamente por qué lo hacía, ¿por qué no? No tenía ni idea de a dónde prentendía ir, y algo me decía que él tampoco. Sólo lo seguí en silencio.

No era que me desagradara la lluvia, ni el lugar, siempre habia encontrado muy comodo estar ahi, encerrarme en la cripta donde yacia mi antiguo yo, pero no queria que nadie mas estuviese cerca, era casi como si me sintiera profanado, extraña sensacion, pense y segui andando, saliendo del cementerio, en direccion al Sunset, a donde estaban los bares que siempre visitaba.

-Iremos a un bar, si no te molesta.

Me encogí de hombros.
-Por mí está bien.
Algo me decía que el vampiro no se sentía en verdad cómodo en aquel lugar. No sabía aún el motivo, pero no quise entrometerme, así es que hice caso omiso de ello. Continuamos caminando bajo la lluvia, que no cesaba ni disminuía su intensidad hasta que nos detuvimos en un bar. El sitio era bastante acogedor, nada familiar claro, pero parecía tranquilo. Quizás era por la baja iluminación que daban unas farolas. Te hacían sentir en paz, seguro, a gusto.
-Interesante elección.-Aprobé, asintiendo con la cabeza mientras observaba los alrededores. Me quité la chaqueta, estaba demasiado mojada.
-Yo invito. Pide lo que quieras.-Propuse cuando se nos acercaba una camarera.

-Oh... bueno.. gracias - dije, emulando al demonio, colocando mi chaqueta en el respaldo de la silla, sentandome, sintiendo el calor del resinto - Un whisky doble, Jack Daniel's en las rocas, por favor.

Dije a la camarera antes de volver el rostro al individuo.

-Y... ya que dices que nadie te manda, que haces aqui? - pregunte de nueva cuenta, probablemente sonaba repetitivo, pero simplemente no me fiaba mucho de seres como el, eran engañosos, demaciado volatiles y nada predicibles.

No tenía demasiadas ganas de beber, para ser sincero. Pero ya que estábamos allí, ¿qué más daba?
-Quiero un vodka, el más fuerte que tengas. Que sea rápido, por favor.-Guardé silencio y comencé a golpear suavemente la mesa con los dedos, distraído.-Simplemente... aquí estoy. ¿Mi verdadero pretexto? Tiempo libre. Mi ejército está en recesión buscando vengarse de un alado. A mí el asunto me trae sin cuidado, así es que preferí darme una vuelta por la ciudad del caos. Disculpa que lo diga de este modo, sé que es tu ciudad, pero LA se ha vuelto loca.-Acabé diciendo con un tono de circunstancia fingida.-¡Que va! Amo esta puta ciudad.-Dije, y mi voz albergó cierto tono de júbilo.-Imagino que tú siempre estás merodeando por los alrededores... Al fin y al cabo, este es tu sitio. Es extraño. Tener un lugar al que llamar "tuyo". Hace demasiado tiempo que no me sucede eso.-No sé por qué razón se lo dije, simplemente vino a mi cabeza, y con el mismo impulso lo expresé.

Lo mire fijamente debajo de las gafas de sol, aguardando a que trajeran las bebidas, aun que yo no tenia la necesidad de pedir algo, pues la gente de aqui sabia perfectamente mis gustos, whisky doble en las rocas.

Solte un largo suspiro, como si realmente necesitara respirar, como si fuese algo indispensable para mi, sin embargo eran de esas cosas que se manejaban por inercia.

-Vaya ... "La ciudad del Caos", ese es un nuevo termino... dado a que intento lo que sea para que el lugar sea algo neutral - comente medio sonriendole - Para ciudades del caos esta Vollkommene... eso si era un verdaero caos en sus años de "gloria".

OFF: siempre el mismo irresponsable y perezoso mi Chase..Mis disculpas en su nombre
-Bueno, tal parece que es imposible mantener una ciudad entera al margen de una guerra que promete destruir media humanidad. Aunque, como ya he dicho, es un lugar bonito. Algo loco, eso es todo. Pero a estas alturas, ¿qué más da? Según he sabido últimamente Volkommen está hecha un desastre. Desolada, arruinada. Pero son sólo rumores, hace mucho tiempo que no la frecuento, para ser sinceros.-A los minutos, regresó la camarera y nos trajo las bebidas.-Por LA.-Le dije, alzando mi vaso de vodka.

-Por LA - levante mi vaso, apurando de un trago la mitad de la bebida, sonriendo, con cierto orgullo, para que negarlo, el ser dueño y señor de aquel lugar, del lugar que habia sido muy significativo para mi, cuando era mortal. -Me han llegado rumores de que quieren re construir Vollkommen - comente de la nada - A decir verdad no se que pensar al respecto, seria como querer revivir a los que realmente ya estan muertos...

Sonrei ligeramente, pasando mi lengua por los labios.

OFF: estúpido y sensual Darius, yo sé que me odias por haberme follado a tu niño, pero la verdad, estás bien pinshi sexy tú también. Ok, no.

Su parlamento me tomó por sorpresa. ¿Había algo más estúpido que reconstruir Volkommen? ¿Quién habría sido el de tan mala idea?-Pues, es una de las ideas más ridículas que he escuchado en mucho tiempo.-Negué con la cabeza, esbozando una media sonrisa.-Volkommen es símbolo de enfrentamientos y destrucción. Re-edificarla parece una invitación para que allí vuelvan a disputarse más batallas. No digo que esté en contra, simplemente creo que no tiene sentido ocuparse de levantar una ciudad cuando la Tierra, el Cielo y el Infierno se encuentran en un momento crucial.