Wolf And Raven [Giorgio]

El sonido era un batir de alas atravesando el follaje, veloz al punto de verse como un borrón de tono castaño, una imponente águila cayo sobre un conejo clavando sus garras en el llevándolo a las alturas para más adelante soltarlo sobre una rocas matando de esa manera a su presa, el ave se poso empezando a arrancar los pelos del conejo muerto mientras lo sostenía con su garra, desnudando de esa manera la piel aun caliente para poder desgarrarla más fácilmente con su pico.


Entregarse a sus instintos animales era una válvula de escape, un modo de lidiar con su nueva vida rodeado de edificios y concreto, en un país extranjero con un idioma que muy lentamente iba aprendiendo. Faolán era gentil y paciente con él, pero para el joven resultaba demasiado vergonzoso solicitarle dinero cuando este ya le proveía de techo y protección, intento encontrar un trabajo pero su pésimo inglés había saboteado cada entrevista a la que acudió.

Así desproveído de su dosis de café se hallaba irritable, se sentía claustrofóbico e incluso a veces le asaltaba el deseo de arrancarse la piel de tanta frustración, cambiar y volar tan lejos como sus alas pudiesen llevarle ayudaba significativamente a aliviar todo lo que se retorcía en su interior. Cazar era un extra, una necesidad ya no del hombre sino del rapaz que era, usar el poder de sus instintos para proveerse a si mismo.

“Algo te observa” susurro su instinto, levanto la cabeza colgándose de su pico un trozo desgarrado de entrañas, sus agudos ojos percibieron al hombre sentado cerca entre la espesura. No parecía estarlo asechando y no tenía armas visibles, aun así estaban muy adentro del bosque, cosa peligrosa tomando en cuenta que aquel lugar no sólo era habitado por animales, las criaturas salvajes sólo atacaban cuando se las provocaba, pero no así otros seres como demonios inferiores y licántropos que también buscaban el perfecto escondite que regalaban los inmensos árboles y la descontrolada vegetación que crecía en todas partes.

Dejo al animal para desplegar sus alas y posarse en la roca más cercana, grazno en advertencia, no era bueno que estuviese allí, solo y desarmado, quizás estuviese perdido, sería más efectivo cambiar y preguntarle, pero no todos reaccionaban bien viendo el cambio y el tenía su ropa oculta en un sitio algo retirado, ambas parecían buenas razones para no mostrarse como humano.

Pero más allá de su pudor sería irresponsable dejarlo a su suerte, podría estar perdido, o incluso desorientado, así que salto tras la roca obrando allí el cambio, dejando la pieza mineral entre ambos.

- Ciao (Hola) – saludo tratando de amenizar un poco lo extraño de la situación – hai perso? Hai bisogno di aiuto?(estas perdido? Necesitas que te ayude?)

El metamorfo suspiro profundamente, regañándose mentalmente por no poder aprender aquel idioma tan rápido como quisiera, Faolan le daba lecciones con mucha paciencia, pero el no lograba concentrarse sin beber café antes, su mente sólo canturreaba “caffè, caffè, caffè" aunque ahora también lo hacia en el idioma local “café, café, café”. Logro entender mayormente lo dicho por el otro joven, pero le daba vergüenza intentar usar el inglés tan raro que hablaba y su acento tan marcado que creía sonar como si no se esforzara.

Se vistió rápidamente notando que existían ciertas diferencias de tallas entre el y el desconocido, pero estaba conforme en tanto no se resbalasen esos jeans por sus caderas. Dejo su escondite notando que el chico estaba concentrado en otra cosa, su vista clavada cerca del agua donde un cervatillo bebía tranquilamente de la cristalina fuente.

Evidentemente esa atención eran signos de un predador asechando a su presa, lo que lo hizo fruncir ligeramente el seño, aquel animal no era un conejo que se pudiese perseguir y atrapar con las manos, no a menos que se contase con una velocidad sobrehumana para equipararlo en carrera, como águila el podría perseguirlo desde las alturas y caer sobre el animal usando sus potentes garras y su afilado pico, o las fuerzas de sus alas para elevarlo, pero no cazaba nunca algo que no pudiese comer por entero.

La velocidad con que se movió le quito al metamorfo cualquier idea equivocada sobre que se tratase de un humano, ningún hombre común, por muy buen estado físico que poseyera podía correr con esa velocidad y agilidad. Lo perdió de vista entre la espesura que parecía cerrarse a su paso. Podía cambiar y seguirlo pero prefirió subirse a la roca y sentarse en la cima de esta, guardando silencio para oír cualquier rumor de lo que posiblemente sucedía. Sus sentidos eran enteramente humanos en su forma de hombre, pero poniendo suficiente atención podía captar y descifrar señales, como el chasquido de una rama, las hojas secas que crujen bajo el peso de unas pisadas.

Pasaron unos minutos sin que notase nada más que la fauna moviéndose a su alrededor, había aves construyendo sus nidos en las altas ramas, especies frugívoras que emitían sus cantos variados y musicales sobre su cabeza, lo que le hizo recordar diversas historias que su padre le narraba junto al fuego, historias de metamorfos que se enamoraban del viento y olvidaban su lado humano, aquellos que optaban por anidar en las altas cumbres uniéndose a una pareja completamente animal.

Siempre se pregunto si serian ciertas o sólo cuentos para entretener que iban pasando de una generación a otra, a Giorgio le parecían perfectamente posibles dado que a su entender ellos podrían ser animales que tomaban aspecto humano o humanos que se tornaban animales, era un asunto que disfrutaba debatir con los mayores, los viejos tenían toda clase de ideas, algunos muy cuadradas y otras excesivamente liberales.

El crujido de las hojas lo despertó de sus ensoñaciones, aquel muchacho debió tener éxito en su caza y venia cargando el cervatillo, por lo pesada de sus pisadas o caso contrario quizás el debiese estar en alerta ante un posible asechador de considerable tamaño.

Las palabras las comprendió de forma fragmentada, entendía algunas de ellas, pero resultaba difícil darle un significado completo. Se reprendió mentalmente por ser un estudiante tan lento, pero aunque no era un idiota nunca tampoco fue el más brillante, sus notas en la pequeña escuela comunal, a la que acudía desde que cumplió los 6 años, eran sólo promedio, ni malas ni buenas, notas aceptables que le permitían pasar de año y tener tiempo para dedicarse a jugar con los otros niños antes de volver a casa.

Se sorprendió cuando las palabras ajenas llegaron hasta el, las entendió aunque no comprendía como era posible, la telepatía era una habilidad más asociada con los vampiros, pero como el sol aun no se ponía aquel no podía ser tampoco de estos, quizás demonio, pensar en ello lo hizo mirarlo con desconfianza, fue por causa de una de esas criaturas que acabo volviéndose el esclavo de otra, Samael también había sonado gentil y caritativo cuando ofreció salvarle la vida, y lo que obtuvo fue esclavitud, humillaciones y violaciones…

- Starò bene (Estaré bien)… yo bien - dijo lo más claro que pudo – no ayuda, yo bien – su acento hacía aun más rara su pronunciación, no le gustaba como sonaba, quería tener esa fluidez que tenía Faolan cuando hablaba tranquilamente con el.

Se deshizo de la camiseta y la doblo sobre la roca, caminando detrás de esta para hacer lo mimo con los pantalones empujando las prendas en dirección al otro joven.

- Volar, cazar – le dijo señalando la copa de los árboles, su dominio, donde se volvía el fuerte y temido.