Curioso Encuentro-priv- [Wolf&Stancy]

Un tormentoso y nublado cielo se extendía sobre el mar grisáceo al atardecer. La salada brisa marina chocaba contra el rostro de Anya despeinando sus dorados cabellos y obligándola a arrugar la nariz levemente. Definitivamente el olor amar no era su favorito. Todo el largo del bulevar de Santa Mónica se encontraba desierto debido al clima a excepción de un grupo de marineros que a lo lejos descargaban el cargamento de un barco y lo llevaban hasta unos pequeños almacenes a la orilla de la playa. 

Anya aferro sus manos al barandal  que separaba la playa del bulevar mirando directamente al horizonte sin ninguna expresión en su rostro. Esta vez, ella había salido sin su sombrilla de encaje, ya que el sol se encontraba oculto detrás de inmensas nubes. Además, ella sabía que la noche estaba por llegar y esa era su hora favorita para cazar.  Anya comenzó  su caminata con parsimonia mientras sus dedos aun jugaban en el barandal deslizándose al ritmo de su andanza. 

De pronto, la vampiresa pudo divisar como una blanca figura felina se mantenía sentada a la mitad del bulevar. Ella se acerco aún mas y pudo apreciar a la elegante criatura que con gracia se mantenía inmóvil mirándola con unos grandes y brillantes ojos grises. Esos ojos le recordaban al color del cielo, a excepción de que estos tenían un brillo sobrenatural. Anya se puso en cuclillas frente al animal y pudo apreciar que la dimensión de este era mayor a la de un gato común; esto la hizo dudar. ¿Que haría un gato salvaje a la mitad de Santa Mónica? Aún así  su rostro de porcelana se mantenía inexpresivo para no delatar sus dudas. 

-Nyan...-susurró al tiempo que deslizaba su dedo indice desde la frente de la criatura hasta su nariz en una sutil caricia. Posteriormente, se puso de nuevo se pie y prosiguió su andanza hasta los almacenes. 

Minutos después, Anya se encontraba paseando en los pasillos que separaban los almacenes entre sí. Las paredes de estos estaban oscurecidas y resquebrajas por el tiempo y la humedad. En alguna de estas paredes se podía llegar a apreciar el sello despintado de la compañía a la que estos almacenes pertenecían. De pronto, sobre una pila de cajas, se encontraba un alto y fornido joven de muy buen ver. Sobre su nuca, caía una rizada mata de cabello cobrizo que ahora se pegaba a sus mejillas debido al sudor. Anya suponía que el apuesto chico era uno de los jóvenes que antes estaban bajando el cargamento del barco y verlo ahí, tan vulnerable y adormecido, hizo que a Anya le pareciese una víctima fácil. 

Ella dio unos pasos adelante poniendo una mano en su hombro y agitó al chico con suavidad. El despertó y dejó a la luz un par de ojos verdes y expresivos; esto definitivamente aumentaba su belleza aún mas.

Disculpa... estoy perdida-dijo Anya en un tono inocente. De inmediato el chico se puso de pie diciéndole que le brindaría su ayuda. Un olor a licor de jerez llegó hasta la vampiresa, como ella suponía,  el estaba ebrio. 

El joven dio un paso hacia delante con intenciones de guiar a la chica, pero debido a su estado de embriaguez esté cayó sobre ella haciéndola retroceder y caer de bruces contra el suelo con el chico encima. Un sonido sordo se escuchó ante la caída, ya que un montículo de cajas de diversos tamaños habían caído a sus costados y sobre ellos.

El viaje había transcurrido tranquilo la mayor parte del tiempo, y a pesar de que podía resultar tediosa la idea de hacer un viaje tan largo en barco Wolf había convencido a Stancy con el argumento de que sería el medio menos concurrido, y en efecto, a la oscuridad del cielo ennegrecido por nubes tormentosas el barco podría fácilmente haber pasado por barco fantasma, de no ser por los energicos miembros de la tripulación que discutían de cuando en cuando, cabe mencionar que se trataba de un barco de carga y la chica había decidido hacer dicho viaje en su forma gatuna, la cual mantenía aún con el fin de no tener que establecer trato alguno con los humanos de la tripulación, ahora acurrucada en el catre rodeada por su suave cola enroscada a su alrededor, de cuando en cuando, la chica gato dirigía furiosas miradas de envidia a su hermano que dormía tendido en toda la extensión del catre con una pierna colgando por el suelo.

El viaje casi llegaba a su fin para alivio de Stancy pues no había podido conciliar el sueño debido al oscilante movimiento del barco, que había hecho un efecto particularmente caotico en el estomago de la chica que no dejaba de esperar el momento para reprocharle a su hermano el hecho de haberla llevado en calidad de carga cuando fácilmente hubiesen podido costear cualquier viaje por lujoso y costoso que fuera.

Cuando por fin el viaje hubo concluído, Stancy se aventuró a saltar al abdomen de su hermano huyendo en el acto antes de que este pudiese si quiera reaccionar, como venganza había decidido jugar al escondite con Wolf por lo cual saltó del barco adentrandose en el puerto hasta perderse, una vez que decidió que llevaba ventaja suficiente optó por sentarse a contemplar la luna hasta ser descubierta por la chica de rubia cabellera, al instante supo, gracias a su olfato que se trataba de una no-humana. Le permitió acercarse para escrutarla con su mirada gatuna, más cuando sintió el contacto con la mano de la chica dió un respingo y se alejó perdiéndose entre un montón de cajas de madera; sin embargo a partir de entonces siguió a la chica con curiosidad aunque manteniendo su distancia para no ser descubierta.

-genial...-susurró la chica con enfado tras haber caído de golpe contra el suelo, con el tipo encima al igual que un gran número de cajas de madera vacías. Debido a sus capacidades sobrenaturales, mover aquellos objetos no era un gran reto; pero al notar la cercanía que ahora tenía con su presa ya no era necesario emplear sus "trucos de seducción" para atraerlo. Se disponía a clavar sus pequeños colmillos en el individuo cuando la sensación de una presencia externa la hizo detenerse. El ruido de la madera quebrándose le hizo darse cuenta que alguien mas estaba removiendo la avalancha de cajas tratando de ayudar. Anya sintió como el peso del cuerpo del chico era retirado de encima de ella y confundida se recostó sobre sus codos, como si por un segundo hubiese olvidado que aún se encontraba en el suelo. 

-Que rayos...-susurró Anya mientras se llevaba inconscientemente una mano a su frente. Una masculina figura en las sombras se encargaba de surtir a golpes al chico marinero haciendo que este cayera inconsciente contra el frío y húmedo suelo. 

La luna se colaba espasmódicamente entre las nubes tormentosas y con su luz plateada alumbraba ahora a un apuesto joven pelinegro, que le tendía una mano en un acto de cortesía. Sin duda alguna, el era uno de los chicos mas apuestos que Anya había visto a lo largo de su inmortal existencia. Con sus centelleantes ojos grises y sus pálidas y finas facciones, Anya estaba segura que cualquiera cedería a los encantos del joven. Pero en ese instante eso había perdido sentido para ella, ya que se había percatado que por culpa de el había perdido a una victima. Eso molestaba a la vampiresa de sobremanera; sabía que podía jugar el papel de damisela rescatada y así ganar una presa de "repuesto", pero su enfado era mayor que cualquier cosa. 

La Visconti tomó su mano con propiedad y se puso de pie como toda dama haría. Escuchó que el recién llegado le dedicaba unas palabras, pero ella estaba mas enfocada en sacudir su azul vestido de gasa que en responderle. Hasta que después de un minuto sus rosados labios se abrieron para replicar: 

-¿ A caso estas esperando una muestra de agradecimiento, joven caballero?-aquella frase se había escapado en un tono malcriado debido a su enfado. Anya cruzó sus brazos contra su cuerpo en un ademán soberbio mientras sus azulados orbes se clavaban en el rostro del apuesto joven.

De haber estado en mi forma humana habría sonreido al sentir la presencia cercana de Wolf, solo con presenciar la escena sabía que de ser vista por su hermano este actuaría como el heroe, él tenía esa mala manía y justo como lo había previsto el chico se apresuró hacia el sujeto asestandole una patada al tenerle en el suelo dejandole inconsciente, moví la cola de un lado a otro divertida pues ya que había seguido a la rubia había notado perfectamente que él hombre, a pesar de su estado de ebriedad no se había abalanzado sobre la chica.

Wolf, distraido como siempre parecía no haberse percatado de la naturaleza de la chica y había actuado como su rescatador. Dí un salto sobre una de las cajas de madera y me senté allí para disfrutar del acontecimiento.

- Estúpido - pensé.

Su mirada se mantenía fija en el pelinegro hasta que una ráfaga blanquecina se deslizó con cautela a un lado de donde la escena con el joven se llevaba a cabo. Al principio ella estaba muy aturdida como para darse cuenta, pero el olor del presente no era el de un humano; mas bien le parecía al aroma de un hombre lobo con algo más, algo más que ella no podía descifrar. Esto despertó la curiosidad en la Visconti, quien aún cruzada de brazos escuchaba la perspicaz respuesta del chico. 

El recién llegado se presento así mismo con una exagerada reverencia que a Anya le parecía mas sarcasmo que otra cosa. Aún así, no pudo evitar que una gélida sonrisa se tatuara en sus labios; fuese o no un gesto sarcástico, ese tipo de cuidados y atenciones eran los que ella merecía. El joven de ojos grises se hacía llamar Wolfgang Gierzsal, un nombre bastante elegante y extravagante al mismo tiempo. 

-Bueno señor Gierzsal... espero que entienda que usted me hizo perder algo valioso- dijo Anya con un frío recato y con un dejo de soberbia, posó su mirada en el joven marinero que yacía en el suelo del oscuro pasillo-¿Cómo planea usted recompensarme?- finalizó con una sonrisa maliciosa disfrazada de amabilidad.

La chica gato enrosco su suave cola a su alrededor para protegerse de las suaves pero heladas ventiscas, me límite a estirar mis garras y a limpiarlas con mi áspera lengua sin apartar la mirada de la escena. 

 La chica de ojos azules sin intentar hacerse pasar por victima, no reparo en reprocharle a Wolf que había arruinado su cacería, aunque Stancy sabía lo idiota que podía llegar a ser su hermano y supo que incluso ante tal obviedad podría pasar por alto la condición de la chica, que sin lugar a dudas se trataba de un vampiro, criaturas a las que la chica parte metamorfa-parte lupina despreciaba sobremanera, por otra parte, a pesar de haber presenciado encuentros de Wolf con vampiros, desconocía su posición respecto a ellos pues  a pesar de poseer la sangre de un hombre lobo y tener dicha enemistar en nuestra naturaleza, él iba en contra de toda ella, incluso apartándose de costumbres de su parte metamorfa, quizá debido a las relaciones que habíamos tenido con las distintas clases.

Desde las primeras palabras que Anya cruzó con el joven pelinegro, ella esperaba que el se sintiese ofendido e indignado; pero ese no fue el caso. Al contrario de sus especulaciones, Wolf parecía ser un chico mas orgulloso y caprichoso de lo que ella esperaba. El, en una pose retadora, bajo su rostro a la altura del de la vampiresa quien era por mucho mas baja que el. En esa posición, Anya pudo apreciar con mayor detenimiento el rostro del joven. En verdad era muy bello, tanto que  el sería capaz de robarle un suspiro a cualquier mortal y bajo la luz de la luna, sus gricaseos ojos brillaban como la más fina plata. Pero sin distraerse, Anya respondió a sus palabras. 

-No sé por qué eso es tan relevante para ti pero...- dijo en un tono de agotamiento mientras que deslizaba una de sus manos por sus rubios cabellos en un ademán vanidoso. Posteriormente extendió esa misma mano hasta Wolf dejando muy en claro que esperaba que esta fuera besada- Anya Visconti... oh y por lo que veo, eres un hombre lobo bastante distraído...-finalizo en un suave tono que iba perfecto con su postura.

Tal y como lo había previsto, el joven pelinegro respondió a su gesto con un beso en la mano de la vampiresa. Pero lo que realmente había sorprendido a Anya era la delicadeza y la galantería que el había expresado; debido a sus primera contestaciones ella no esperaba algo así de el. Sintió como la sangre subía hasta sus mejillas provocándole  un pequeño sonrojo que la hacía sentir como una humana, cosa que odiaba. Giró su rostro de lado en un intento de ocultar su rubor mientras resguardaba su mano contra su pecho, como si protegiese el mas codiciado tesoro. 

Escucho como Wolf se dirigía a ella nuevamente con ese tono burlón del inicio y su anterior sorpresa (o ilusión, quizá) se desvaneció al instante. El chico tenía pinta de ser terco, pero para su desgracia la rubia también lo era, si algo se podía esperar era que ninguno de los dos cedería con facilidad. 

-No por nada somos enemigos naturales- respondió en un tono sereno mientras tomaba asiento en una de las cajas de madera que aún se encontraban despilfarradas al rededor. Los orbes azulinos de Anya se clavaron en Wolf, quien hacía un sutil gesto con su mano. ¿Será que venía acompañado? esa fue la primera interrogante que cruzó por su mente, pero la reprimió al instante ignorando aquel gesto del chico. La visconti cruzó una de sus piernas sobre la otra en una coqueta posición al tiempo que estiraba y acomodaba su vestido azul. Este se había arrugado y dañado por la caída, pero eso no le preocupaba, ella sabía que tenía cientos de vestidos aun mejores. 

-Bueno joven Gierzsal, retomando el tema importante...-replico en un tono tranquilo con una pizca de presuntuosidad- Como podrá notar... usted me hizo perder a una importante víctima ¿Cómo planea usted recompensarme por ello?- finalizó mientras una sutil sonrisa malcriada se tatuaba en su rostro. Estaba segura que este sería un acuerdo interesante.

Mientras Anya esperaba la respuesta del joven, una blanquecina figura se apareció en la escena. Aquella criatura felina que ella se había encontrado hace unos instantes atrás. Ahora Anya sabía por qué se encontraba ahí. El animal se posó con elegancia ante la vampiresa y gracilmente se paseo entre sus piernas desnudas, el movimiento asimilaba al roce de la mas fina seda. La Visconti le dedicó una mirada curiosa al felino; mirada que fue interrumpida por las palabras de Wolf. Sus ojos se posicionaron nuevamente en el joven pelinegro; su rostro parecía tallado por los mismísimos ángeles, pero su sonrisa tatuada por lucifer en persona. 

-¿Los mejores amigos? ¿tu tipo?...-preguntó con superioridad mientras se cruzaba de brazos en un falso ademán de ofensa- oh! pero que osado.. -finalizó la vampiresa mientras desviaba un segundo su mirada. A lo lejos se podía divisar un mar azul oscuro decorado con destellos color plata sobre sus olas. 

Al regresar la mirada por las palabras de Wolf, Anya se encontró con la mirada del chico, quien ahora estaba incado, clavada  en su busto. Sintió como el calor subía hasta su rostro, pero logró disimularlo bastante bien. La vampiresa llevó una de sus manos a su pecho cubriéndose mientras en su rostro se formulaba la tierna expresión de la inocencia pura- Oh Wolf... no dirías algo así- susurró en un débil tono infantil mientras se ponía de pie nuevamente, dejando la caja de madera atrás. Sin previo aviso, Anya le atestó una patada al abdomen del joven de manera que este cayera de espaldas al piso. Una vez ahí, la Visconti dejó su pie descansando en el pecho del pelinegro ejerciendo una leve presión sobre este- Vaya.. este lobito necesita ser domesticado...- finalizó en un susurro sombrío al igual que su mirada.

La gatita se froto instantáneamente contra la mano del chico sin darle oportunidad de separarse  y tras un momento, cuando el chico alejó su mano, Stancy se acurrucó a su lado ronroneando. A pesar de ser parte de la actuación, en su forma felina Stancy tenía la inexplicable naturaleza de ser mucho más apegada y sumisa con su hermano. 

Comenzó a lamerse una patita la cual usaba para limpiar su carita y sus orejitas ya que no podía reirse a causa de los comentarios absurdos de su hermano hacia la chica vampiro, intrigada esperó la reacción de esta que por primera vez perdió la compostura lanzando al suelo al chico. Stancy le dedico una mirada rencorosa y una suave combinación entre lo que habría sido un bufido y un siseo.

El joven solo tuvo el tiempo suficiente como para liberar un quejido, al parecer, el ataque de Anya lo había tomado de improviso. Aun en el suelo,el chico seguía siendo hermoso y eso molestaba a la vampiresa por alguna extraña razón. Su pie descansaba en el pecho de Wolf con su resplandeciente zapatilla de charol brillando debido a la luz de la luna. Sin darse cuenta, ya había oscurecido por completo y la celestial luz platinada era lo único que los alumbraba. 

El licántropo a pesar de encontrarse en esa situación no desaprovechó para hacer un comentario algo burlón sobre la vista que tenía desde el suelo. Anya con un resoplido, se separó del joven llevando ambas manos a su vestido para cubrirse. El pelinegro se sostenía sobre sus codos mirando directamente el rostro de la Visconti y no dejó escapar la oportunidad para hacer un comentario burdo sobre el busto de la joven. La rubia sintió como el calor se posaba en su rostro, pero esta vez se contuvo; no planeaba darle gusto a Wolf. En cambio, se arrodillo frente a el y llevó una de sus manos de porcelana hasta el mentón del joven, alzando este para que sus ojos se encontraran con los de ella. El se veía como alguien confiado de su apariencia y seguro pensaría que por ser una chica Anya caería en sus encantos, pero ella conocía ese juego y lo aceptó: Veamos quien sucumbe a los encantos de quien, primero. 

-Como has dicho... aun así te gusto- musitó en un delicado susurro. Sus brillantes ojos verdes no se separaban de los grisáceos de Wolf. Anya sabía que esta no era razón suficiente como para usar su don especial, pero ese contacto visual tan directo le permitía ver algunas imágenes recientes. En su mente se formuló la figura del barco de carga que antes había apreciado y lo entendió- Eres nuevo aquí...-murmuró para finalizar.

Parecía que los segundos se congelaban en el inmaculado momento en que las miradas de Wolf y Anya se fundían. No era intensión de la vampiresa hurgar en la mente del joven lobo, pero a pesar de sus años de inmortalidad había veces (sumamente especiales) en las que controlar su don le resultaba difícil. Quizá era por que el chico frente a ella le inspiraba una curiosidad profunda, no lo sabía; pero Wolf se había percatado de que ella pudo ver "a través" de el. Anya liberó el mentón del licántropo y desviando su rostro llevó su mano a su frente, como si ese gesto pudiese aliviar la confusión que le sobrevino. 

-Lo siento...-dijo en un inaudible susurro que podía llegar a interpretarse como vulnerabilidad. Poniéndose nuevamente de pie, la rubia se alejo del chico y no tardó en reponer la compostura-dejaré pasar el hecho de que arruinaste mi caza.... y como vista de mi inmensa generosidad, dejaré que tu y tu amiga felina se hospeden conmigo- repuso en un tono tranquilo mientras jugueteaba con uno de los mechones de su cabello. Según la impresión que ella tenía de Wolf, el chico podía llegar a malinterpretar su gesto como una caridad. El se veía de naturaleza orgullosa y sin duda se negaría; pero la verdad de todo era que Anya deseaba recompensarle por haber invadido su privacidad; Aunque no tenía la intención de hacerlo.

Descansando sobre el regazo de su hermano, Constanze en su forma felina levantó súbitamente la cabeza como reacción al ofrecimiento de la vampiresa a su hermano, la simple idea de convivir con un vampiro le resultaba completamente intolerable.  Comenzó a presionar repetidamente  con sus patitas sobre el regazo del chico que de pronto abarcaba el cuerpo del felino con sus manos, Stancy intentó escurrirse de estas pero no lo logró así como tampoco alcanzó a arañar la nariz de Wolf y tuvo que mantenerse resignada entre sus brazos mirando con recelo a la chica vampiro.

El joven pelinegro reaccionó de manera burlesca al principio, lo que hizo que los labios de Anya se convirtiesen en una fina linea. Wolf la había pillado y supo que debajo de ese gesto de generosidad y de su actitud altiva, estaba realmente un acto de compensación. De ser una mortal cualquiera, el rostro de la vampiresa se hubiese tornado de un carmesí intenso. Antes de poder replicar cualquier cosa, la actitud de Wolf cambió en una mas gentil, provocando que las facciones de Anya se ablandaran de igual forma.

-Si eso espero señor Gierzsal...-respondió al fin tras escuchar al chico y comenzó su andanza hacía la  salida del callejón. Unos pasos mas adelante, se giró para mirar a Wolf y a su felina amiga-¿Vas a venir, o qué?.... deben estar hambrientos-finalizó serena mientras giraba sobre sus talones para continuar su camino.

Los hombros y brazos de Anya se tensaron al instante al escuchar la respuesta de Wolf. Sus manos se cerraban en pequeños puños, provocando que su nudillos se tornaran aún mas blanquecinos debido a la fuerza aplicada. Ella no planeaba responder con golpes como la vez anterior, por lo que decidió relajarse soltando un débil suspiro. 

-Espero que te guste lo que vez- respondió al fin enarcando una ceja y sin detener su caminata; Sin darse cuenta, ya había lograr pasar el sucio pasillo repleto de cajas que separaba a los almacenes entre sí, en cambio ahora el puerto se extendía sobre ellos con esa larga explanada con barandal y con la magnificencia del mar como su protagonista. Un aroma húmedo y salado golpeó a Anya provocandole arrugar la nariz sutilmente- Si caminamos puerto arriba encontraremos un bello restaurante para que descansen un momento-respondió la vampiresa señalando en la distancia. 

A medida que avanzaban en el puerto,el paisaje se convertía en una mezcla entre el misterio y la belleza nocturnos. A su lado derecho, almacenes oscuros y abandonados; a su izquierda, un poderoso mar chocando contra la orilla y el destello del barandal que separaba el agua de la tierra. La luna a momentos era eclipsada por las nubes provocando cambios en la iluminación, de una mas brillante y platinada a una sombra grisácea.- y ...¿Qué los trae por América?- preguntó con cortesía mientras miraba a Wolf y a su felino con expresión apacible. 

Después de unos minutos de caminata, no muy lejos se divisaba un edificio brillante del cual emanaba una cálida y amarillenta luz, invitando a los comensales a entrar. La fachada de la construcción era una sencilla casa victoriana en tonos celeste y blanco, con grandes ventanales que producían un sonido zumbante cuando el las golpeaba. Todo esto producía una extraña sinfonía de sonidos donde en primer plano se apreciaba el relajante canto de las olas.