Sube la marea (LIBRE)

Asmodeus se encontraba en uno de los muelles del puerto de Los Angeles City. La luna estaba llena en lo alto, iluminando todo el lugar. La luz plateada y el aroma a sal de mar eran... refrescantes, por así decirlo. No se suponía que estuviese allí debido a que el acceso al puerto se había restringido desde hace bastantes horas, el mismo oficialmente cerrado por ese día... Sin embargo, él era un Demonio, no tenía porqué seguir reglas impuestas por estúpidos humanos.
Podía parecer extraño... Un chico rubio vestido en un elegante traje Armani sentado al final de uno de los muelles, con las piernas balanceándose sobre las aguas ¿Porqué estaba allí? Bueno, necesitaba relajarse y ponerse a pensar un poco... Además, la oscuridad lo tranquilizaba, le recordaba aquellas cómodas épocas previas a la Creación en las cuales vagaba por las tinieblas sin ningún tipo de preocupación y sirviendo tan solo su propia voluntad retorcida... Pero por ese maldito... por ese condenado Otro... el que los mortales llamaban Dios... Se encontraba subordinado a estúpidos Ángeles Caídos advenedizos que solo arrebataron poder que no les correspondía... La misma Obra que el Otro había creado era una ofensa a sus principios desde el inicio de los tiempos... El universo tendría que ser totalmente oscuro y tenebroso, como siempre lo fue antes de que a aquel imbécil se le ocurriera crear la luz...
Y era irónico, porque la misma luz que detestaba era la que le había dado los más grandes poderes cuando la absorbió al acercarse a curiosear por la Creación. Sonrió mientras seguía observando la luna... La luna... Faro de luz plateada, pero no solo eso... La luna, a diferencia de su astro hermano, el sol, había sido de gran ayuda para muchos hechiceros que servían al Infierno... La luna llena representaba el punto álgido del poder profano de aquellas bestias insulsas que eran los licántropos... Sin duda si había por lo menos algo mínimo que le gustase de la Creación era ese astro.

El General Infernal se encontraba abstraído en sus oscuros pensamientos mientras observaba el astro lunar... Cuando una voz lo sacó de su ensimismamiento, una voz y una presencia extraña... oscura... sea quien sea, sabía que el recién llegado no era humano ni mucho menos... No había que prestarle demasiada atención a su aura para darse cuenta de ello...
Asmodeus se puso de pie, aún mirando hacia el mar, sin observar al recién llegado... Aspiró largamente, intentando empaparse de la esencia ajena para averiguar de que ser se trataba sin verlo... No pasó mucho tiempo hasta que se dio cuenta de una cosa: aparte de no ser humano, el recién llegado era un compañero... Otro General de los Infiernos... Esbozando una malvada sonrisa, totalmente normal en su rostro dio media vuelta encarando al otro que se encontraba unos metros alejado, apoyado sobre el barandal del muelle, al verlo lo reconoció asi al instante, del mismo modo que, seguramente el otro también lo había reconocido.
- La noche es espléndida... Aunque en esta corroída Creación la luna es lo único que le otorga interés al paisaje...- suspiró y agregó: - Hace mucho tiempo que no nos vemos... Puedes dejar las formalidades si quieres o... - se acercó al otro y tal vez medio metro alejado, también se apoyó sobre el barandal - Seguirnos tratando de "usted".

Asmodeus rió ante los comentarios del otro General... ¿Qué más cabría esperar de un Ángel Caído? Seres que habían sido creados por el Otro... Y que habían perdido toda su gracia y su gloria... Negó suavemente con la cabeza, además aparentemente había malinterpretado sus palabras con referencia a la Luna:
- No, Mefisto no... Al contrario, lo que quería expresar es que... De todo esto que ves a tu alrededor, la Luna es lo único que me agrada aunque en mi caso no potencie mi fuerza... Creo que fue lo único que ese ridículo al que los mortales idolatran tanto hizo bien.
Suspiró mientras observaba el vasto océano negro. El Caído tenía razón, habrían pasado un par de siglos desde su último encuentro y arqueó una ceja cuando mencionó su meta de corromper a tantos humanos y ángeles como le fuera posible... Una meta que había comentado solo a unos pocos y aparentemente esos pocos se encargaron de aflojar la lengua en el Infierno, sobre los movimientos del general en la Tierra. Hace mucho que no acudía al Hades... No había tenido ninguna necesidad de hacerlo y prefería causar caos por el mundo mortal antes que volver a un letargo inactivo en el Reino de las Sombras. Ya había pasado demasiado tiempo confinado en él, aunque la idea de volver se le hacía atractiva, con ironía dijo:
- Ah, lo sabes... Vaya, veo que allá abajo me extrañan lo suficiente como para hablar de mí... Encantador.
Suspiró mientras decía sin apartar la mirada del oscuro mar:
- Supongo que este encuentro es del todo casual ¿no? O quizá me estoy equivocando y quieres hablar de algo en particular conmigo... ¿Órdenes de Lucifer acaso?

Las palabras de Mefistófeles no hicieron ninguna mella en el Demonio, era demasiado viejo como para sorprenderse de lo que el Caído decía, incluso más que él... Pero esas palabras le dieron la conciencia de algo.... Algo fuerte estaba desatándose en el Infierno y él se lo estaba perdiendo...
- No puede ser que siempre me pierda la diversión...- dijo sarcásticamente mientras negaba con la cabeza. - ¿Me voy un par de siglos y el Infierno se revoluciona? Que mala suerte que tengo.
Miró el anillo de plata que tenía en la mano derecha... Con aquel brillante rubí con letras grabadas... "Omnes Moriuntur"... Todo Morirá... Ese anillo lo había hecho hace milenios, cuando había sido confinado al Infierno por el Otro, incluso antes de la caída de Lucifer. Lo había creado como recordatorio de que, en un momento, el Universo había sido un Vacío perfecto, lleno de tinieblas y oscuridad y que ese era su estado natural al cual, eventualmente, volvería.
- En mi opinión, creo que te equivocas Mefisto... Si Lucifer cae, el Infierno seguirá siendo Infierno... El Infierno lo fue antes de su caída del Cielo y lo será después de su desaparición si algún día se produce...
Cuando habló de que los "Nuevos gobernantes" lo obligarían a hacer lo que quisieran dijo, sin poder evitar soltar un cinismo:
- Uy que mal... Entonces eso creo que me pone en la situación de tener que apoyar al viejo Caído ¿eh? No es tan gruñón después de todo. - rió y agregó: - Si Lucifer es derrotado, yo no pisaré el Infierno nunca más y por fin seré libre... Porque si él desaparece, yo lo haré... pero en el sentido de desaparecer de ésta Creación y volver al Vacío que existe en el Universo, aún cuando sea un espacio pequeño, será todo para mí... Dado que me imagino que seguro los demás Hijos de las Tinieblas estarán demasiado ocupados siguiendo las órdenes de los nuevos gobernantes.

Cuando dijo que la diversión se encontraba en la Tierra y no en el Infierno, el Demonio pensó irónicamente: "No me digas..." Sabía que Mefisto tenía razón... Los Angeles, Vollkommen... Todo parecía más revolucionado de lo normal y una gran abundancia de demonios vagaba por la Tierra... Eso no le había pasado por alto al General Infernal...
- Ahora sé muy bien cuales son las opciones... Y actuaré cautamente conforme mis intereses. Soy bastante consciente de las consecuencias que puede acarrearme alguna decisión, tanto beneficiosas como perjudiciales.
A Mefistófeles no tenía porqué interesarle lo que Asmodeus hiciera, podría ser un Príncipe Infernal tal vez, pero el General prefería responder directamente ante el Rey antes que ante cualquiera de los Príncipes Caídos, era una costumbre que tenía desde hace milenios y al mismo monarca del Infierno no le molestaba o por lo menos nunca había expresado descontento ante ello. El Demonio miró las aguas del mar mientras aspiraba el aire de la brisa marina... No era del todo reconfortante dado que no estaba corrupto pero si era algo... refrescante.
- De todas maneras creo que una división es absurda cuando se tiene un enemigo común a quien vencer... Las cosas no acabarán verdaderamente hasta que el Ser que se hace llamar Dios terminé derrotado y su Hueste Celestial sea exterminada... Pero si tengo que tomar una decisión con respecto a un camino que seguir ya lo he hecho.

¿Una invitación de Mefistófeles a tomar un trago? ¿Desde cuando un Príncipe Infernal como él podía llegar a ser tan amable incluso con otro ser infernal? Tal vez era solo eso: invitarlo a un trago. Pero conociendo como se manejaban las cosas entre los Infernales y teniendo en cuenta la propia desconfianza y precaución que siempre imperaba en el humor del General, desconfiar no le parecía descabellado. Sin embargo, prefería por un momento, apostar a la razón y al entendimiento en vez de a la desconfianza... Después de todo serían un Demonio y un Caído, pero eso no significaba que no pudieran ser seres civilizados.
Vio desaparecer a Mefistófeles, y dando una última inhalación de la brisa marina, prestó atención a ver donde lograba encontrar la presencia del otro Infernal... Lo detectó casi al instante porque no estaba demasiado lejos... Cerró los ojos y desapareció del puerto...

Reapareció en el lugar adonde el Caído se había desplazado... Era un bar, Asmodeus miró a su alrededor... Parecía ser bastante decente... Por lo menos no había borrachos pendencieros tratando de matarse con botellas de cerveza... Cosa que, en ese preciso instante agradaba al General. Quería que esa noche fuese, dentro de lo posible, tranquila y sin incidentes...
Encontró rápidamente a Mefisto y se dirigió a la mesa donde él estaba, los camareros lo miraron extrañados al principio, pero cuando se dieron cuenta que era la persona que acompañaría al Caído simplemente se calmaron. Asmodeus se sentó enfrente del otro y vio el tequila que ya había llegado a la mesa junto con algunos otros aperitivos:
- Buen lugar... - tomó la botella y se dedicó a servir dos generosas medidas en los vasos - Creo que he de agradecer la invitación...- tomó su vaso y dio un sorbo corto, deleitándose en el gusto del licor y en el calor que dejaba al bajar por su garganta. - Tener oportunidad de compartir tiempo con otro Infernal civilizado no es algo que pase todos los días.

El Demonio escuchó lo que Mefistófeles le relataba sobre su propiedad en ese bar... Así que después de todo ese lugar si era del Caído a través de un pacto con el dueño... Recordaba cuando él había adquirido de esa manera su palacio en los Alpes... Había sido a través de un pacto con un noble suizo a cambio de incrementar sustancialmente su riqueza de tal manera de convertirse en el hombre más poderoso del país...
Sin embargo, los tratos con el Demonio eran engañosos, Asmodeus otorgó al noble lo que deseaba, sin embargo también causó su muerte en un "accidente" de caza, a su muerte puso un hechizo sobre el palacio para evitar que los herederos del noble lo encontraran y se quedó con él.
Dio otro sorbo al tequila y escuchó lo que decía sobre la compañía, sonrió y le dijo:
- Agradezco tus palabras y ofrecimientos... Sin embargo, creo que por ahora no me apetece nada. Además, si voy a depositar mi simiente corrupta en algún lugar, me aseguro que, si es un mortal sea alguien que tenga algo que perder, como su pureza.
Mientras estaban en esa conversación, un humano apareció junto a ellos. Asmodeus se caracterizaba por ser un Demonio muy observador y no pasó por alto la mirada ciertamente provocativa que el humano le echó a Mefisto además de como se dirigía el Caído al humano... Dedujo que ese era el dueño humano del bar y por la mirada que le dio a su acompañante seguramente hacía ciertas "cosas" libidinosas con él... Arqueó una ceja, ciertamente entretenido por esto, y luego miró a Mefisto cuando lo mencionó a él, posó su vista en el tal Magnus y dijo:
- Me encuentro muy bien sin duda... He de felicitarle por el tequila, es estupendo. Aunque creo, que si no es mucho atrevimiento me gustaría pedir un toscano, si tiene, claro está.

El servilismo de Magnus era realmente entretenido, era muy divertido ver como un humano se ponía de esa manera, como todo un perro domesticado ante otro ser... Pero después de eso, esa era la esencia del humano, servir. Para eso fueron creados. Era divertido, sin duda, ver como Mefisto tenía el control de la situación en ese lugar y sobre todo sobre aquel humano. Ante la mención de Magnus de llevarle a alguien virgen, el Demonio negó cortésmente con la cabeza. No era virginidad ni pureza carnal exclusivamente lo que buscaba, la pureza de la cual le habló a Mefistófeles iba más allá de la simple virginidad. Era pureza de alma, religiosidad por decirlo de alguna manera, verdadera fe... Eso era lo que a él le causaba una gran satisfacción corromper, más allá de toda lpureza física. Cuando el Caído mencioonó lo del pago, el Demonio esbozó una sonrisa suave, tenía lo suficiente como para pagar toneles enteros del licor que le habían servido... Una botella era nada más que una simple minucia al lado de lo que él podía pagar.
- Descuida, Mefisto, estoy totalmente seguro de que puedo pagar...- dicho esto metió la mano en su chaqueta y sacó una moneda de oro puro del más brillante y valioso. - Supongo que aceptan oro en el sentido más literal de la palabra ¿no es así?- dejó la moneda sobre la mesa, no muy alejada de su propia mano y echó un vistazo general a todo el bar.
- Dinero aparte... Debo volver a felicitarte...- bebió un leve sorbo del nuevo licor que el dueño humano del bar le había llevado... Estaba todavía más delicioso, por lo menos a su paladar que el tequila. - Aunque sin duda, las normas de la cortesía dictan que la próxima ocasión deba ser yo quien te invite a un trago en mis... dominios, por así decirlo... Y son normas que estaré gustoso de cumplir.