We will rise (libre)

(se puede?)

David llevaba cerca de una semana en el Vaticano y la investigación no avanzaba o puede que fuerzas que él no pudiera disculucidar la estuvieran entorpeciendo. Se había presentado en la ciudad-estado para esclarecer quien fue el causante de las destrucción de la basílica de San Pedro, lo que en principio pareció algo sencillo se fue volviendo complejo por momentos y quizás, no quizás no, con total seguriad parte de la culpa era de él, se había encontrado con Armand y la fascinación que siempre sintió hacia él, tras varios siglos sin verlo, se convirtió en pasión sexual en una sola noche, el pelirrojo vampiro supo que teclas accionar con él, como lograr que cada fibra de su ser se estremeciera.

Después de dos noche se sexo y sangre, tuvo que abandonar la ciudad, de nuevo, la orden le mandaba en otra misión suicida, ahora a los Ángeles. No podía decir que hubiera salido indeme, primer fue un encuentro con Leviatham que lo secuestró y aunque intentó aprovecharse de David, el vampiro logró escapar de él, luego fue Caim que tambien casi lo mató y luego los dos demonios junto y aún así, ninguno de ello pudo darle muerte. David era un superviviente y quien creyera que era un bibliotecario apolillado en un cuerpo de vampiro, se equivocaba.

Ahora estaba de vuelta, todo el rastro que pudiera haber se había enfriado...estaba en el mismo punto de partida, es decir, a cero. Y los Illuminati no presentaban una gran ayuda, no quería hablar con David, se habían cerrado en banda sin revelar claramente sus movitos y aunque hablara en nombre de la Talamasca, no abrirían sus archivos para él. Aquella noche había salido de caza, llevaba más de un mes sin alimentarse, David no cazaba por placer, postergaba aquel momento hasta que simplemente se obligaba a beber o volverse una bestia sedienta de sangre. Aquella noche iba vestido con uno de sus impecables trajes, hecho a medida, negro y sus pasos lo condujeron hasta la plaza, buscando una presa para aquella noche o puede que dos, tenía hambre y la sed aumentaba a cada minuto, torturándolo.

(mmm, creo sería bueno respetar el orden de llegada al post, si os parece)

David estrechó los dorados ojos, ladeó el rostro, aquella piel, cubierta por la patina sobrenatural que le otorgó en Don oscuro, captaba la luz de una forma especial, haciendo que se deslizara sobre su epidermis bronceada, extraña para un vampiro, vestido de traje y sin lentes oscuras que cubrieran sus ojos, era complicado que alguien lo tomara por un humano, muchas personas cuando lo miraban directo al rostro, se apartaban y hacían la señal de la cruz, los vampiros continuaban siendo criaturas malditas pero como el mismo Armand le indicó en su momento el tiempo de esconderse había pasado.

Y eso iba por todas las criaturas por lo que percibía, la plaza estaba atestada de personas pero ya muchas se estaban retirando con la caída del sol hacia sus hogares, prevacivos y dentro de poco, serían las fuerzas del Vaticano quienes comenzaron a patrullar el perímetro, sobre todo, mezclados o infiltrados entre ellos estaría los Illuminati, esquivos y testarudos, orgulloso en su postura de no compartir con la Orden de la Talamasca su información. Pero no eran ellos lo que preocupaban a David, era otra cosa , un sutil pestilencia a azufre se estaba abriendo paso entre los aromas que flotaban en el aire y una corriente fría rasgaba su visión, la que estaban en contacto con el mundo espiritual. Un demonio solía ser el causante de semejantes vibraciones.

Pero no era todo. su entrenado instinto de raza el advirtió de algo más, sí, un congénere, otro vampiro. Los inmortales, invariablemente se vían atraídos los unos por los otros, eran depredadores al finy al cabo y como tales se veían las caras para dejar bien claro de quien era un territorio. Se giró sobre sus talones y vió a aquel hombro, alto, vestido de negro, los cabellos eran rubios casi platinos y sus ragos nordicos, le recordó a un vikingo solo que ataviado con ropas actuales y caminaba recto hacía él sin sombra de duda en sus seguros pasos, moviéndose con aquella fluidez propia de los de su casta. David esperó, huir de un vampiro era justo lo que nunca se debía hacer, uno debía manterne su posición, él no era débil ni tenía miedo.

-Buenas noches.-saludó cuando esto apenas a un metro, no necesitaba alzar su profunda voz de acento inglés, el oído de un vampiro es muy agudo.

Cuando aquel hombre con aspecto de dios nordico y de presencia vampira se dirigió a él por su apellido, David, no altería su gesto, se limitó a observarlo con más detenimiento, sus ojos dorados lo recorrieron de arriba abajo, la superficie de sus pupilas estaban algo más amarillentas por el apetito que lo había impulsado a aventurarse en las calle del Vaticano aquella noche, en busca de una presa que saciara su hambre. Que lo llamara directamente, indicaban demasiadas cosas desagradables que pasaron por su mente a gran velocidad pero no eran ni la mitad de desagradables cuando el otro vampiro nombró a la orden en la cual prestaba sus servicios. Se suponía que como muchas organizaciones, la Talamasca era secreta, su existencia poco o casi desconocida. De nuevo demasiadas implicaciones, David se tensó, imperceptiblemente.

-La Talamasca no es un orden de buitres, señor-aquel vampiro estaba muy bien informado y negar lo evidente era cosa de estúpidos-y si hubiera carroña estoy seguro que otros tipos de pájaros vendrían.-lo observó con detenimiendo, no lo lograba que la impresión de conocerlo lo abandonara, parecía un vampiro antiguo, su forma de mirar, con aquellos glaciares ojos, los gesto llenos de un orgullo innato, desmedido.

-Y los asuntos de la Talamasca son de la Talamasca.-aunque el no se considerara un miembro con todas sus consecuencias, para empezar, hacia las cosas a su manera y no siempre estaba de acuerdo con el actual director de la Orden, Vladimir.-Y ya que conoce mi nombre, quizás debería presentarse, por la vieja cortesía entre vampiros.-los dos se estudiaban, fijamente, como dos tigres que en medio de la selva se encuentran, cautelosos, sabiendo que el otro guarda sus garras bajo el terciopelo de su pelaje.

Al tiempo sentía más cercana la presencia del demonio..¿ssería todo otra trampas orquestada? Caim y Leviatham ya le tendieron una en su momento y salió de ella con vida pero por muy poco.

David guardó silencio, era una situación tan tensa que seguramente estallaría en cualquier momento, sus dorados ojos de posaron en los otros dos hombres, tenía sus armas a la cadera pero no deseaba desenfundar y convertir aquel lugar sagrado en le escenario de una maldita masacre solo por el hecho que el destino que hubiera puesto caprichoso y los hubiera hecho coincidir a los tres aquella noche. Además, tenía hambre, mucha hambre y en aquel estado estaba muy cerca de un frenesí de sangre, durante un periódo de esa naturaleza era mejor no estar cerca de él, por el simple hecho que se comportaba como una bestia pero hacia uso igualmente de sus poderes y de toda su habilidad.

Ladeó el rostro, mostrando su perfil, masculino y fuerte, evaluando en apenas segundos varios cursos a seguir y las consecuencias de los mismos, en todos sus cálculos podían haber bajas inocentes, mucha deliciosa sangre derramanda, pintando los mosaicos de la plaza. La Talamasca tenia por norma no provocar las situaciones, abstenerse de intervenir directamente aunque esa política había cambiado en los últimos tiempos, David mismo era partidario de ser algo más agresivos, no era momento de quedarse sentando en un rincón, tomando notas como un ciéntifico que estudia como se extingue una especie sin mover un dedo.

-Caballeros, propongo que resolvamos lo que queramos fuera de esta plaza..-posó los dorados ojos en el vampiro de aspecto nordico, arrogante y frío. Luego volvió los ojos hacia aquel extraño demonio, no lo conocía de nada y eso que ya había tendo encuentro con varios de jerarquía superior. Pero sería una tontería creer que uno podía conocer todos los nombres de aquellas criaturas, una arrogancia fébril que podría llevar a un mal final.-Y por mi parte, prometo no ponerme violente hasta que sepa si esto es casualidad o algo más..¿vamos?-dio varios pasos a un lado a ver si ambos aceptaban los términos.

David estaba acostumbrado, de hecho casi aburrido aunque no lo aparentara, que confudieran su buena educación, sus buenos modales con algo parecido a la cobardia, prefería no tener que hacer uso de la violencia si no era necesario y no estuviera en una situación de vida de o muerte, algo que en los últimos tiempo venía siendo habitual para él. Pero es que además no sabía si aquel demonio siemplemente era corto de entendederas, tan obtuso que no sabía interpretar las palabras o es que se hacía simplemente el ignorante para provocarlo. Fuera lo que fuera, David se percataba que no estaban dispuestos a hacer uso de las buenas maneras, ni siquiera el otro vampiro parecía estar en la disposición de acogerse a la vieja hospitalidad vampirica.

No deberían haberlo presionado justo al borde de un frenesí de sangre, ahora estaba más agresivo, el cazador, el vampiro, estaba a flor de piel y pedía su cuota de sangre de aquella noche si condiciones. Las solapas de la elegante se abrieron de repente como dos alas negras a ambos lados de la alta figura de David, dos armas de 290 mm fueron desenfundadas, una aleacion de nácar, plata y acero, recámara modificada para doce balas, sistema intenrior de acumulación de energía y las balas más especiales que se fabricaban en aquella tiera. Un cañón se apoyó en el pecho del demonio y el otro en el vampiro y David disparó, todo en un solo movimiento.

Uno una detonación de luz cegadora, las balas eran de punta hueca, se introducían en la piel, incluso en la dura de los vampiros, detonaban dentro y espación un retardante de le regeneració celular, impidiendo que los tejidos se cerraran, no los mataría pero sí los dejarían invomilizados. David saltó en el aire, quince metros, aterrizó sobre el cuerpo caido del demonio, lo agarró del cuello y lo tiró dentro de una de las grandes fuentes que flanqueaban la basílica. Y ahora, lo doloroso, David entró en contacto con todas las mentes de la plaza, una gota de sangre resbaló de su nariz, negra y brillante. "TODOS FUERA, CORRED AHORA" dio una orden telepática y todas las personas comenzaron a correr, entre gritos pero sin poder evitar obedecerlo.

David movió las muñecas y sacó las balas, las recambión en dos gesto, en una de las pistolas, unas especiales para demonios, en la otra, una para vampiros. Mal sitio para una pelea, aquello comprometería a la orden y para colmo, los guardianes del Vaticano ya estarían en camino y entre ellos incluso había criaturas tan poderosas como híbridos entre demonio y ángel.

-Ya no quedan caballeros.-murmuró y ajustó las miras, preparándose para el segundo asalto.