Pater et filius (Priv. Sean)

Aquel lugar llevaba tiempo abandonado, varios de sus muros habían desaparecido, sus piedras se resquebrajaban haciendo increíble que parte de la estructura de aquella otrora magnifica mansión siguiese en pie, menos aun si se la observaba desde el exterior donde la fachada se mostraba ennegrecida por la acción del fuego que consumió un ala completa.

Gregory visitaba esas ruinas desde hace mucho tiempo, fueron abandonadas luego de la guerra que destruyo Volkommen pero seguía conservando importantes retazos de la vida de su padre. Era su conexión con él, la única manera en que llego a conocer a aquel hombre que odiaba más que a cualquier otro.

Se movió por los pasillos iluminados por el alto astro rey, cuyos rayos luminosos atravesaban los ventanales privados de sus cristales y lamían la superficie a esa hora temprana del día, obligando a las alimañas más sensibles a resguardarse en las tinieblas hasta el crepúsculo, lo que era propicio para que el pudiese visitar aquel sitio sin preocuparse de ser atacado por demonios inferiores u otras criaturas que infectaban cada rincón de la muerta ciudad.

Llego hasta la recamara principal, accediendo al espacio intimo tras empujar las pesadas puertas de madera, cuyos gravados eran ahora inentendibles gracias a las múltiples marcas de garras que la cubrían. El interior permanecía casi intacto, los muebles y la decoración estaban en su sitio, incluso la ropa abandonada en los cajones, gemelos de puño con incrustaciones de diamantes, la botella de colonia casi sin usar, todo seguía en su exacto lugar, apenas con la diferencia de que les cubría una capa de hollín y polvo.

Dio un salto arrojándose a la enorme cama con dosel, del cual colgaba una pesada cortina de terciopelo negro, se giro hasta quedar sobre su espalda mirando la pared opuesta donde colgaba el retrato de una mujer, el artista que la retrato había hecho un esmerado trabajo pintándole una sedosa y ondulada cabellera dorada que se derramaba sobre su hombro desnudo, sus orejas parecían terminar en punta y aunque su rostro revelaba unos enormes ojos azules el resto de su delicada faz había sido rasgado de la pintura.

Aquel retrato de Zuka no estaba originalmente colgado en aquel privilegiado lugar, sino que oculto en el sótano entre diversas cosas de desecho, fue Gregory quien lo descubrió casi consumido por la humedad y el moho y lo colgó donde su madre hubiese deseado que su imagen estuviera.

Constantemente indagaba sobre como el rostro de su madre sufrió aquel atentado, ella era tan bella, tan magnifica a sus ojos que sólo podía creer que su padre además de todo era un ciego y un tonto para destruir tal belleza, si es que el era responsable, pero igualmente seguía siendo culpable de condenar al olvido a Zuka, cuando ella en cambio había vivido cada día como un tormento lejos de Sean.

Tan amargas eran las ideas que surcaban su mente, tanto era el odio que experimentaba que desperdicio las valiosas horas de luz imaginando todo lo que le haría a su padre cuando cayese en sus manos, colgaría ese retrato cerca para que su madre pudiese observar, siquiera simbólicamente, todas las horribles torturas a las que lo sometería, haría que suplicase piedad y perdón a su madre, solo entonces consideraría ser piadoso y matarle.

Spoiler:

Sean procuraba no pisar ninguna zona de esa ciudad destruida, simbolo algun tiempo de la riqueza de una poderosa nación gobernada por un rey absolutista. Solo cuando era absolutamente necesario y la situacion lo requeria entonces y solo entonces medoreaba en busca de lo que necesitaba sin afan de quedarse demasiado tiempo. La ciudad le traia demasiados malos recuerdos, ecos de destruccion y muerte y si afinaba el oido podria incluso escuchar los lamentos de las almas muertas que no habian sido reclamadas ni por angeles, ni por demonios. Habian tantos espiritus... tantos y tan arraigados a esa tierra, que formaban parte del espantoso paisaje.

Aun su mente recordaba el camino a casa, a esa mansión que ya era absolutamente nada, lugar donde habia llevado una vida libertina en compañia de femina, una ninfa de los infiernos con la cual habria llevado una peculiar relacion. No se pertenecian aunque ella mostraba mucho mas amor por él..pero él no era el que es ahora. La mujer saciaba los retorcidos caprichos de un demonio despreocupado unicamente motivado por el afan de divertirse, de saborear todas las formas de pecado hasta el extremo, un demonio insaciable. Lo peor de él habia caminado por esos suelos desvencijados siglos atras.

Y ahi se encontraba de nuevo, vestido elegante no favorablemente para el terreno que pisaba, pues los bajos de su pantalon se encontraban polvorientos para molestia del híbrido, mas eso ahora no importaba, debia encontrar el objeto por el cual estaba aquí. Algo que ayudaria a Rafael en su tarea de proteger a esos niños que se encontraban en permanente peligro. Se habia involucrado de veras en ese tema, los habia visto, pequeños, solos, aunque se tenian los unos a los otros asi como al angel, pero el conocia de sobra lo que era la soledad mas pura aun cuando te rodeaban seres que decian comprenderte.

Alzó las gafas de sol que protegian su celeste mirada en cuanto alcanzo el portal que conducia al interior de la casa. Habian zonas mas destrozadas unas que otras y paso tras paso volvió al pasado recordando aquel lugar como siempre habia sido. Si algo compartian en verdad con aquella mujer fue su gusto estetico en cuanto a decoración. Las paredes estaban revestidas entonces de un precioso papel pintado con adornos florales, repetitivos en un color beige sobre un fondo mas claro. Lamparitas revestidas en oro viejo iluminaban el largo pasillo cuyas puerta daban a diferentes dependencias y al final de este se encontraba la escalera de marmol blanco que ascendia al piso superior.

Se detuvo en mitad de aquellos escombros sintiendo una presencia anomala en dicho lugar en el piso superior. Un mendigo, un carroñero, un ladron...podria ser cualquier cosa y la sola idea le hizo fruncir el ceño. Si bien ahora ese lugar estaba destruido y ya no tenia posesion sobre él, formaba parte de su historia, de su pasado y aunque no debiera sentir ira por aquel allanamiento, la sintio. Guardó las gafas de sol en la funda de piel y las metió en los bolsillos interiores de su oscura chaqueta. Fuera quien fuera deberia sentir que no estaba solo en aquel lugar, pues la presencia de Sean se hizo notar y para nada amigable.

Aquella fuerte presencia desconocida hizo que prácticamente saltara fuera de la cama, Volkommen y sus alrededores estaba plagada de demonios sanguinarios, vampiros entregados a la sed y licántropos rabiosos, en resumen, la más violenta escoria se reunía en sus ruinosos alrededores.

Hizo surgir sus garras metálicas, su inesperado visitante tenía un aura agresiva, lo que por ende significaba que deseaba un confrontamiento, el no pensaba decepcionarlo, pero por supuesto eso no significaba que pensase jugar limpio. Abrió el cajón de la mesita de noche extrayendo varios viales llenos de un liquido púrpura, aquello era un extracto de una flor infernal muy similar al loto, pero que crecía como una enredadera y se apoderaba de grandes extensiones de tierra y vegetación alimentándose de los demonios inferiores que cometían el error de ingerir sus dulces pétalos, estos contenían un elemento paralizante que afectaba su sistema nervioso ocasionando que quedaran a merced de la enredadera que crecía rápidamente rodeando el cuerpo inmóvil, drenando sus líquidos hasta la momificación, un destino para nada agradable considerando que los demonios no morían fácilmente.

Miro el retrato mutilado de su madre sonriendo con amplitud, ella estaría orgullosa de ver lo bien que recordaba sus lecciones, aun si su amor por aquel krusnik la consumió, la mujer demonio hizo lo posible por transmitir a su cría todos sus conocimientos, o al menos los que creyó le serían útiles.

- Nuestro visitante parece fuerte madre – dijo girando entre sus dedos los viales – pero incluso el fuerte tiembla cuando se posee los recursos adecuados – lanzo un beso hacia el retrato y se escabullo por un pasadizo junto al vestidor, conocía varios de los caminos secretos de esa mansión, pues la había explorado concienzudamente.

No tardo en apersonarse ante el invasor, sonriendo de forma despreocupada e incluso algo cínica descendió por la alta escalera de mármol. A esa distancia podía decir por el aroma que desprendía la clase de criatura que era, resultando ser un krusnik, la especie que más odiaba, para el eran engendros impuros que agredían a la estirpe demoníaca con su sangre mestiza, claro que esa opinión era el resultado de su odio hacia su progenitor.

- Me temo que este sitio ya esta ocupado – le dijo llegando al final de la escalera – porque no nos evitamos molestias y se va exactamente por donde llego? – le interrogo mostrando una confianza y seguridad singular para tratarse de un demonio joven – no me siento dispuesto a acoger invitados.

Spoiler:

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Controlar las emociones era la claver para controlar los actos. Ahora mismo el krusnik tenia dos caminos, emprender una batalla por aquel territorio destruido o ser politicamente correcto, hablar con aquel ser y disuadirlo para que le dejase tomar lo que necesitaba. Seria muy facil dejarse llevar por la ira y despedazar al individuo en cuestión, o intentarlo al menos. No tenia demasiada compasion con los demonios a pesar de que no los odiaba especialmente, pero eran seres que invadian una tierra que no era la suya y que a razon del híbrido debian estar pululando por los infiernos torturando a las almas pecadoras.

La experiencia dictaba a Sean que las apariencias siempre engañas y que subestimar al enemigo significaba una derrota prematura. Percibió algo mas que el aroma de aquella criatura, un olor ambrosíaco, una nota de fondo que se entrelazaba sutilmente con el efluvio demoniaco...comprendió entonces que el joven de cabellos rubios tenia un veneno escondido en alguna parte, no necesito saber mas, sabia que era bastante letal por el olor que desprendia. Por el tono de su voz, por la exaltada respuesta y confiadas palabras, pudo adivinar mas o menos la edad del chico. Observó tambien las armas que poseia, esas garras de acero dispuestas a la defensiva para atacar a la mas minima afrenta. El traje de Sean era lo suficientemente caro como para que aquel chico lo rasgase. Opto por usar las palabras en lugar de los puños.

-Me temo que no puedo marcharme todavia, tengo algo que recoger por aqui.- dijo, sin dar demasiados detalles y avanzó con seguridad hacia el chico, sin dejar de escrutarlo con sus celestes orbes -Debe saber que no soy ningun invitado, soy el dueño de este lugar....asi que en teoria, el invitado aqui es usted y me molesta que haya vagado por este lugar libremente sin temer consecuencia alguna.- su voz sonó tan seria como la mascara de su rostro que se mostraba tan firme como indiferente -Pero como soy un caballero..- sus labios se curvaron en una media sonrisa -Pasare por alto este allanamiento....tomare lo que he venido a buscar y podras quedarte en este...- miró hacia la izquierda encontrandose unicamente escombros -palacio...- y no dijo nada mas.

No tenia necesidad de aclarar nada, si ese chico ponia objecion alguna o pretendia envenenarlo entonces tendrian un serio problema y una segura confrontación. Su velocidad era mucho mayor, asi como su temple. El pasillo era suficientemente ancho como para que Sean pasara al lado del demonio siguiendo el rumbo hasta detras de la escalera en donde se encontraba la puerta para bajar al sotano. Nunca se le debia dar la espalda a un demonio, pero el krusnik no necesitaba de ojos en la espalda para vigilar los movimientos del demonio.

El rostro del joven sufrió una leve crispación cuando Sean hizo su reclamo sobre la propiedad, le tomo un esfuerzo tremendo esconder sus emociones, las cuales ahora mismo bullían en su interior, había planeado tantas veces ese momento, lo que haría cuando tuviese a su padre cara a cara y ahora estaba en blanco…

Retrocedió un par de pasos hasta que sus talones chocaron contra el primer escalón de la escalera, trato de centrarse y pensar claramente, no podía actuar como un atolondrado demonio adolescente y arrojarse sobre el krusnik en un arranque de violencia, aunque su padre pertenecía a una raza inferior e incompleta, vulnerables a la luz solar, dependientes de su sed de sangre, en ese momento lo amparaba la noche y la diferencia de edades era abismal, las posibilidades de vencerlo en un enfrentamiento directo eran mínimas si no es que nulas.

“piensa Cio, piensa…” se auto insto “vamos intelecto este no es el momento para fallarme, tienes todos los recursos, sólo debes descubrir como usarlos”, una engañosa sonrisa amistosa se extendió en sus labios.

- Claro, parece un trato justo, me gusta bastante el lugar debo decir, muy acogedor – incluso hablando con tanta calma, sus ojos no podían evitar mostrar rencor, pero siendo su naturaleza la de un ser del averno bien podría pasar por apenas una de las características comunes de su especie – le apetece algún refrigerio mientras busca? Estoy completamente seguro que vi una rata gorda esta mañana, la mejor sangre que se puede conseguir por estos lados.

Olio su antipatía, antipatía que creyó normal en un demonio pues para estos la mezcla que resultaban los krusnik eran detestables. Estaba acostumbrado a las miradas de odio, a las palabras venenosas y a las acciones nada nobles, por ello el grado de indiferencia y fortaleza era bastnate elevado. Por fortuna para el demonio no intentó nada cuando le dió la espalda y antes de abrir la puerta se detuvo a escuchar sus palabras. Ladeó el rostro hasta dar con el del rubio escrutandolo con la mirada, su ceño ahora se mostraba algo fruncido. Seguia emanando esa aura hostil, pero esas palabras aunque burlonas parecian mas suaves y calmadas.

-Muy amable joven, sin embargo no bebo de ratas- aclaró con ligero orgullo -Y estoy bien servido.... ahora si me disculpa.- inclinó ligeramente la cabeza y se internó en la oscuridad de aquellas escaleras que descendian. Sus ojos eran polivalentes, podian ver en la oscuridad como los de cualquier gato, tambien podian soportar la luz del sol, unas horas sin embargo, aunque él praticularmente era un ser que disfrutaba del astro rey y pretendia mediante magia o algun hechizo prolongar la exposicion al mismo durante mas tiempo. De esta forma dejaria de tener ese punto vulnerable.

El polvo sacudió su olfato en cuanto abrió la segunda puerta. La humedad enranció el ambiente y Sean accionó la luz mortecina que aun funcionaba. Habian infintud de objetos amontonados en el suelo, dispuestos en estanterias, encerrados en cajas. Algunos cuadros presas del implacable moho y bastantes libros de antigua encuadernacion, demasiado fragiles para moverlos de su sitio sin que se despiezara en tus manos. Lo que le interesaban a Sean estaba oculto en el fondo de aquella habitación. Avanzó raudo y llegó hasta la pared en donde no parecia haber mas que eso, pero presionando con su palma en el lugar adecuado desencadeno unos engranajes que hicieron que la pared se abriera en dos descubriendo una camara secreta. Ahí los objetos estaban conservados en un buen estado, el moho y la humedad no habia corrompido las texturas de esas cartas, de esos libros. Cuadros de gran valor y otros de gran valor personal.

Inspeccionó encontrando algo que no era lo que buscaba, pero que llamó su atención. Era un marco sencillo de plata que albergaba una vieja fotografia. Ella llevaba su esplendida melena rubia recogida en un lucido moño, engastado en brillantes diamantes. Su vestido de saten rojo y brilante, aun lo recordaba Sean, entallaba su cuerpo gracil y voluptuoso en caderas y pecho. Y el llevaba el traje mas sobrio aunque a su juicio elegante de aquella epoca, despreciando las medias que solian ponerse los infantes y nobles de alta cuna. Su expresion era solemne, su mirada incluso parecia brillar peligrosamente y trajo a su memoria el momento en el que esa foto fue echada. Por aquel entonces el proceso era largo y agotador. Para una foto igual debias estar una hora esperando en la misma postura, por ello el rostro de Sean parecia enfadado, la paciencia en aquellos dias no era su punto mas fuerte.

Se llevaria el retrato consigo, aquel dia tambien fue uno de los mas felices dentro de aquel mundo infernal que ambos se habian creado. Habian salido como una pareja de mortales a una fiesta que daba el rey de la epoca y se habian comportado como tal, coqueteando con damas y señores, manipulandolos sutilmente par que volcaran parte de sus beneficios en organizaciones invisibles. Si, aquella noche la recordó como la mas divertida.

Cio lo siguió a una distancia prudente, respetando su espacio para no ponerlo en alerta, lo vio abrir una cámara secreta que el desconocía, imagino que allí su padre debía guardar aquellas posesiones de mayor valor, cuando se hiciese cargo del problema “padre demasiado sano” exploraría el lugar y vería que cosas de provecho podía conseguir.

Miro a un lado y a otro, las paredes allí eran sólidas para resguardar los tesoros que el Krusnik poseía, no se desbaratarían al primer soplo como las de otras estancias, además aun tenía consigo el veneno paralizante, dosis suficientes para tumbar a un dinosaurio si aun existieran, sólo lamentaba tener que desperdiciarlos en su padre, esas cosas valían mucho en el mercado negro.

El krusnik se detuvo observando lo que parecía una fotografía “aww que tierno, incluso pone ojos de cachorro” pensó burlonamente antes de aprovechar aquella distracción para asomarse a la entrada. Apenas se paro bajo el umbral hizo un movimiento con la muñeca que libero una fuerte corriente de aire que arrojo al mestizo contra el muro, reteniéndolo allí con la fuerza aplastante del aire, Sean era fuerte y mantenerlo allí requería de un gran desgaste energético, las piedras entorno a el se empezaron a agrietar por la fuerza aplastante con que su cuerpo era empujado por las corrientes.

Usando su otra mano arrojo unos de los viales que se quebró contra el pecho ajeno, el liquido dejaba una sensación de ardor allí donde tocaba, con una maligna sonrisa Cio revelo que tenía al menos otros tres viales en su posesión, arrojando otro más que impacto cerca de la cabeza de Sean.

- Maldición… que mal apunto con la mano izquierda – dijo lamentando aquel desperdicio en que el frasco acabo – bueno… aun tengo otras dos oportunidades – arrojo consecutivamente los otros dos viales, acertándole una vez más en el pecho u el otro en el abdomen.

La corriente de aire se detuvo abruptamente dejando a Sean caer al suelo, el liquido púrpura se evaporaba convirtiéndose en una neblina de la misma tonalidad, igual de nociva que el contacto directo del liquido, con sus poderes el demonio mantenía alejado de si la toxica nube esperando a que el veneno terminara de dispersarse para proceder a la captura de su premio.

Segundos antes percibió el cambio de densidades en aquel ambiente de por si cambiado, Sean no pensó que el demonio finalmente se atreviera a atacarlo y aprovechó el reducido espacio en el cual se encontraba para "acorralarlo". El cristal del pequeño cuadro se agrieto fragmentandose en mil pedazos y el marco se astillo de modo que Sean solo pudo apretar con la palma de la mano la fotografia. Sus pupilas se dilataron hasta cubrir sus orbes de negro, en tal que se vió atrapado contra la pared y comprobo que dificilmente podria mover sus estremidades y mucho menos repeler aquel veneno que impacto en su pecho corroyendo sus ropas caras y su piel con afan de penetrar en su cuerpo.

Sus labios se fruncieron en una mueca de dolor, aquel liquido estaba quemando los tejidos con mucha rapidez y no tardaria en penetrar en la sangre para podrir seguramente los conductos por dentro. Sean no solo tenia fortaleza fisica, si no psiquica. Asi que en cuanto el demonio lanzo los otros dos viales haciendo diana entonces actuo. Localizó el liquido que penetraba en su cuerpo y lo expulso asi como esa sangre que habia entrado en contacto con el mismo. De las heridas manaba un liquido espeso, sanguinolento, de un color purpura oscuro que fue resbalando por su piel antes de caer al suelo.

No permitiria que ese veneno controlase ningun musculo de su cuerpo y antes de inhalar demasiado una capa brillante y metálica revestió todos su cuerpo empezando por la punta de los pies hasta la cabeza. Sean se irguio como una estatua plateada, revelando su anatomia endurecida por el adamantio. Golpeó la pared que tenia tras de sí la cual se derrumbo como un castillo de naipes, dejando que aquella toxina se filtrara por aquel hueco que daba al exterior y se impulso acto seguido en direccion al demonio. Golpeó certeramente con el puño cerrado la faz, destrozando esos labios que sonreian con burla. La dureza impactaba con los musculos faciales del demonio, haciendo girar el rostro y provocando que el cuerpo se viera impulsado hacia atras expulsandolo de aquel lugar para dar con la espalda en las escaleras, las cuales se resinterion y esportillaron ante el impacto.

No contento, Sean siguio ese cuerpo de cerca, sin dejarlo contraatacar y lo agarró del cuello ascendiendo con rapidez por las escaleras y una vez fuera de las mismas lanzó el cuerpo del demonio por los aires, traspasando el excaso techo. El revestimiento de adamantio desapareció subitamente, tal y como habia aparecido, dejando a un krusnik magullado que regeneraba las heridas con rapidez.

Sabiendo que esos ataques no seria suficientes para eliminarlo, metió la mano bajo la chaqueta y sacó una de sus pistolas gemelas apuntando al cuerpo que se elevaba en el aire.

-Muere.- disparó cuatro veces y no fallo ninguna de ellas.

Su cuerpo impacto produciendo un horrible sonido de huesos rotos y músculos desgarrados, subestimo al krusnik imaginando que el veneno se haría cargo de la diferencia de poderes, se equivoco tan terriblemente que ahora eso le costaría la propia vida.

Sus pulmones se estaban llenando rápidamente de sangre la cual burbujeaba a través de su nariz, su rostro estaba horriblemente magullado y tenía cuatro diferentes orificios atravesándolo de lado a lado, eso sin contar los huesos que se había roto en la caída. Hizo un esfuerzo para girarse y ver a Sean, sus ojos azules destellaban llenos de rabia pero también con lagrimas que se negaba a derramar.

Le había fallado a su madre de la manera más miserable, casi se sentía como un insecto que Sean había pisoteado hasta que dejo de mover las patas. “No te puedes morir de esta manera”, se dijo a si mismo “Si te mueres desapareces, lo sabes, HAZ ALGO!” exigía su mente, el aun era joven, su energía obscura no era lo bastante densa para poder volver de la muerte, lo más seguro es que se dispersara y fuese absorbida por presencias más fuertes.

- maldito – dijo en un débil susurro que le paso una fuerte tos como factura, todo su cuerpo dolía con el más insignificante movimiento. De alguna manera logro ponerse de pie – espero… que sepas volar – dijo usando lo que quedaba de su fuerza para disparar una ráfaga tan potente que de haber acertado a Sean lo hubiese arrojado a kilómetros de distancia, pero Cio estaba aun tan aturdido por el castigo recibido que lo que arrojo fue un trozo del muro a un lado de su padre.

Eso lo hizo sentir derrotado cayendo sobre sus rodillas mientras las lagrimas se derramaban mezclándose con la sangre.

- NO ES JUSTO! – grito provocándose sólo otro ataque de tos – una mierda mestiza… -sus frases se cortaban por los ataques de tos en los que expulsaba sangre por la boca – nunca… nunca debió tocarla… es tu culpa que mi sangre también sea sucia…

Sean vió en ese demonio necedad, estupidez y falta de experiencia. Solo un loco se enfrentaria siendo tan joven en este mundo, a un Krusnik de varios milenios. ¿Tanto seria su ansia de derrotarlo que se exponia de esa forma tan lamentable? Encontro algo extraño en su comportamiento. Pocos eran los demonios que atacaban ya, por odio a esa raza, pues los angeles y los hechiceros captaban mas su atención. Los tiempos de persecucion de seres como Sean habian pasado hacia milenios.

Alzó la mano con la pistola apuntandole justo a la cabeza, sin mover un ápice su cuerpo cuando el rubio intento su ultimo ataque desesperadamente. Presionó el retroceso de la misma escuchando el particular sonido y acaricio el gatillo con el dedo corazón mientras aquel infernal se lamentaba de su suerte. Sean no debia sentir pena por seres como estos, pues eran rastreros y seguro aprovecharian que mantenia la guardia baja para probar con algun otro truco. Pero esas lagrimas... nunca antes habia visto llorar a un demonio y ahora ese chico parecia eso, un chico, derrotado, compugido... dejo de ver ese maldito espiritu y se sintio...mal, extraño, cuando solo se habia protegido de la cercana muerte.

Sean inspiro largamente y bajó el arba, pero no la guardo.
-Me culpa... ¿De existir? o ¿De su existencia?- su ceño se mantenia fruncido y todo su cuerpo se encontraba alerta por si acaso. Seria muy facil golpear su cabeza con el pie si intentaba algo -No le conozco, no se quien es, no quise empezar esta lucha y sin embargo me ha obligado a ello. Deberia matarle, acabar con esas lagrimas....un demonio menos en el mundo, nadie me recriminaria nada.- hablo con dureza, harto de escuchar la misma cancion repetida una y otra vez. Odio, sangre sucia, mierda mestiza, palabras de las cuales habia pasado mientras solo quedaran en palabras.

-Vete....- compasión, sus ojos celestes volvian a ser serenos. Finalmente guardó el arma, no pensaba que lo volviese a intentar y por alguna extraña razon no puede eliminar a alguien que esta llorando, por muy desgraciado que sea. Le dió la espalda y suspiro, eran acciones como estas las que condenaban a la derrota a uno, acciones que debia pulir, encerrar, para que nadie las pudiera usar en su contra.
Sacó la fotografia del bolsillo, estaba desquebrajada, arrugada...la miró por ultima vez y la tiró al suelo.

Se seco las lágrimas con el brazo, esparciendo más la sangre y suciedad por su rostro el cual poco a poco empezaba a desinflamarse gracias a sus poderes curativos que trabajaban a un ritmo más lento que el de los demonios realmente “adultos”. ”Ahora ya conoces su fuerza, estarás mejor preparado la próxima vez” trato de ver aquello de manera positiva, sin embargo tenia que irse ya antes de que su padre cambiase de opinión y no hubiese una próxima vez.

Tomo la fotografía desechada por Sean y la doblo para guardarla entre sus ropas, soportando un gran dolor producido por sus heridas se deslizo por los corredores tomando un camino alternativo a la recamara, sus pasos dejaban un rastro de sangre que una vez abandonase la relativa seguridad de esas ruinas se convertiría en un señuelo para las criaturas que deambulaban por la destruida ciudad. Más que perdonarle la vida Sean le estaba dejando el trabajo sucio a los engendros que anidaban en Volkommen.

Se apodero del retrato de Zuka, no iba a dejar a su madre allí relegada al polvo y el olvido una vez más, miro con detenimiento la pintura en sus manos, apenas quedaba el para guardar su recuerdo, los parientes, si es que los tenía y los amigos de su madre, todos se apartaron de ella cuando sus desgraciados sentimientos la hicieron obsesionarse con una criatura mestiza. Sólo el permaneció a su lado, era el único que conoció la profundidad de su dolor, y la estupidez de su esperanza, recordar esas cosas le hacia desear bajar de nuevo y destrozar el bello rostro de su progenitor.

- lo siento madre – se disculpo el joven – he fracasado – quiso acariciar la tela pero se detuvo justo a tiempo antes de mancharla con su sangre – algún día el pagara cada una de tus lagrimas – se prometió, antes de apartar una de las pesadas cortinas para salir al exterior por el la ventana, descendiendo hasta la calle por las paredes, tendría que ser rápido y moverse lejos de las criaturas, su poder seria útil para evitar que el aroma de su sangre se dispersara y llamara a todos los hambrientos monstruos de por allí.

Escucho como trasteaba un poco antes de marcharse y atribuyo esa acción a que únicamente estaba saqueando, llevándose algo de valor, lo que pudiera quedar entre esa ruinosa estructura. Cuando volteó el rostro una ultima vez para comprobar que finalmente se había ido observó aquel rastro de sangre y quizás algo mas significativo. La fotografía que él había tirado ya no estaba. Aquel hecho insignificante puso en vilo al híbrido.. ¿Qué deseaba un demonio como ese de esa fotografía? ¿Por qué estaba en ese lugar? ¿Por qué lo defendía con tanto ahínco? De una manera u de otra lo averiguaría. No sabia su nombre, pero ese rostro no se le olvidaría.

Rebuscó entre los escombros, pues ahora solo había eso. Cualquier cosa de valor, libro, pintura, dinero, se había destruido con el impacto de su cuerpo. Ya no importaba su traje, estaba destruido, hecho jirones, no como su piel que estaba del todo restablecida.
Por fin lo halló, tubo que buscar muy en el fondo, lo había escondido bien. Era un guardapelo de plata, parecía simple, pero dentro se encontraba una gran magia ancestral. Posiblemente fuera lo mas puro que alguna vez sostuvieron sus manos, exceptuando cuando estrecho la mano del arcángel Rafael.

Aquel chico…
Sean sintió que se estaba obsesionando por saber, saciar su curiosidad. No podía ser únicamente fruto de la casualidad que lo atacase, exponiéndose a una muerte temprana, por puras cuestiones territoriales.
Se irguió y escuchó un sonoro gruñido que venia del norte de la derruida ciudad. La misma estaba infectada de alimañas, la sangre derramada en este lugar las había alertado. Solo esperaba que ese chico se las hubiera ingeniado, en el fondo sabia que se volverían a encontrar..y para entonces, ya lo habría averiguado todo sobre el.

Refugió el guardapelo en el bolsillo interior de la chaqueta, justo encima de su corazón e inmediatamente sintió un cosquilleo reconfortante, puro.
Antes de abandonar el lugar, lo miro por ultima vez. Muchos buenos y malos momentos allá acaecidos… pero ya, no volvería a pisar ese lugar jamás.