¿Mucho mejor? [Olivia]

Al fin llegamos a nuestro objetivo, o mi objetivo mejor dicho, ya que había sido yo quien había guiado aquel viaje conjunto, llevando tras de mí a aquel ángel tan sumamente atractivo, quien tenía la culpa de que hubiera cambiado no sólo de país, sino también de continente, aunque no me costaba demasiado. Era en aquellos casos en los que agradecía poder transformarme en un animal con alas, lo cual era tremendamente útil.

Cuando vislumbré el cementerio de Los Ángeles me giré para ver si aún me estaba siguiendo, y al comprobar que sí granzé, en señal de que ya habíamos llegado, aunque dudaba mucho que pudiese entender el idioma de los cuervos, un animal fascinante en mi opinión. Volé en picado en dirección a una cruz un tanto destrozada que coronaba la lápida de alguien cuyo nombre ni me molesté en averiguar. ¿Que por qué había elegido el cementerio? Muy sencillo. Allí todo estaba muerto, no había ningún tipo de distracción ni tentación para mí, pues aún no me había interesado por la necrofilia o comer muertos, algo que en verdad me parecía asqueroso, y así la angelita podía estar más tranquila y mantener una conversación ¿civilizada? conmigo. Además, no era raro ver un cuervo en un cementerio, aunque si continuaba con aquel aspecto lo de mantener una conversación sería un tanto complicado, ya fuese civilizada o no...

Después de volar por un largo rato llegamos hasta un lugar, el menos imaginable, un cementerio, porque había escogido un cementerio? No lo sabia pero bueno por lo menos no había nadie a quien el pudiera afectar así que me di por bien servida ante esa situación, baje junto con el despacio hasta pararme frente a aquella lapida que el se encontraba, lo vi aun con su forma de cuervo y en ese momento me quede pensando de que hablaríamos, claro si es que lo hacíamos ya que como un cuervo dudaba que lo hiciéramos.

Me quede a una distancia prudente ya que debía de tener cuidado, el era un demonio y como tal podía hacerme una jugarreta, yo parecía muy frágil e indefensa pero en realidad no era así, yo había recibido el entrenamiento debido en el cielo, aun que era una traedora de alegrías aun así el padre no me enviaría sin saber lo básico para que nada malo me pasara

Al fin llegó el ángel a nuestro objetivo, mi objetivo al menos, y se posó en el suelo justo enfrente de mí. Tenía unas alas increíbles, para qué negarlo. Siempre me había preguntado qué se sentiría al portar aquello a la espalda, aunque en su forma humana las llevaran ocultas, pero al sacar su parte de ángel... Eran impresionantemente grandes e imponentes. Tenía entendido que cuando un celestial caía aquellas plumas de un blanco resplandeciente pasaban a ser totalmente negras, como su alma, o tal vez como el mío, si es que tenía de eso en alguna parte de mi interior. En cierto modo yo también tenía alas, y también completamente negras, pero no tan enormes como las que pudiera tener un ángel, caído o no.

Alcé el vuelo para separarme de aquella lápida y en el aire recuperé mi forma humana, cayendo de pies en el suelo, justo frente al ángel, y de nuevo sin camisa. En mis casi nueve siglos de existencia no había sido capaz de entender por qué siempre conservaba los pantalones en mis transformaciones. ¿Dónde se metían cuando estaba en forma de cuervo? Aun así no sabía si la camisa también permanecería intacta, pues siempre me la quitaba por mera comodidad, pues aunque no se viese yo la sentía.

- Ya ves... No soy tan malo como pensabas. - dije, mirándole a los ojos fijamente, intentando averiguar qué era lo que pensaba - He recorrido miles de kilómetros para alejarme de aquellos niños y de cualquier ser humano....vivo, al menos. Oh, qué demonio más cruel... - dije en tono sarcástico.

Aquel cuervo negro en que se había convertido aquel demonio volo un poco y en el aire tomo su forma humana de nuevo quedando cerca de mi otra vez a escasos centímetros como cuando nos encontramos en esa ciudad donde los niños se habían convertido en mi preocupación, mis mejillas se tiñeron de nuevo un poco rojas por aquella cercanía, no me movi por que no quería que sintiera que me daba miedo o algo así, después escuche sus palabras y sonreí dulcemente -No … no eres tan malo - dije ya que era cierto sin pensarlo como un impulso solo deposite un beso en su mejilla, tal vez era solo una táctica para que yo confiara en el o tal vez lo hacia por que de verdad no quería lastimar a aquellos niños, no importaba tanto lo que mas importaba era el hecho que lo había hecho eso era lo que contaba

-Yo no soy quien para juzgar a nadie- dije ya que parecía que era lo que pensaba que yo había hecho que lo había juzgado por el hecho de ser un demonio, yo no conocía muchos y los que conosi me había atacado sin razón alguna y uno de ellos me había llamado y acusado de soberbia cuando no lo era, solo había tratado de defenderme de ellos

Observé detenidamente su expresión al ver que de nuevo volvía a tener aspecto humano y me encontraba tan cerca de ella. Sonreí levemente cuando vi en sus mejillas el tono rosáceo de la ruborización, por lo visto no se encontraba demasiado cómoda estando tan cerca de mí. Aun así, no se apartó, gesto que en cierto modo agradecí, aunque siempre hacía sentir bien el ver que inspiraba temor en alguien. Si un demonio no daba miedo, ¿qué más le quedaba?

Sin embargo, lo que más me sorprendió fue que antes de que pudiese darme cuenta sentí sus labios en mi mejilla dejando un suave beso en ella. No sólo no me tenía miedo, sino que... ¿comenzaba a confiar en mí? No, aquello no podía ser cierto. Yo no confiaba en ella y estaba claro que yo no inspiraba demasiada confianza en nadie, ni siquiera en los de mi propia raza, y con más razón en los ángeles. Agradecí el gesto con otra leve sonrisa, pero menos siniestra que la anterior, y de un salto me senté en la cruz en la que me había posado como cuervo.

- Bueno, lo normal es que un ángel y un demonio no se lleven bien. Está en nuestra naturaleza, y sí que me juzgas. Lo noté en tu cara en aquella calle. Estabas segura de que les haría algo a aquellos niños, por eso reflejabas preocupación y temor. Eso, querida, es tener prejuicios. Cierto es que si hubiera querido los habría atacado gustosamente, pero tú lo diste por hecho sólo con ver que soy un demonio.

No me importaba en absoluto lo que los demás pensasen de mí, y menos si se trataba de un ángel, pero acababa de demostrar que no era tan malo como ella había pensado en un principio. Lo cual al primero al que había sorprendido había sido a mí mismo.

Aquel beso que le di en ese impulso lo agradeció con una sonrisa a lo cual yo hice lo mismo, para luego verlo subir de nuevo a aquella cruz de piedra que estaba frente a mi y sus palabras hicieron que bajara la vista, yo había hecho mal a juzgarlo, aun que claro era un demonio y todo lo que yo sabia de ellos era que no eran dignos de confianza ni mucho menos, yo no sabia en realidad por que había tenido aquel impulso, tal vez era agradecimiento por no haber atacado a aquellos pequeños, mas sin embargo el tenia razón en decirme que yo lo había juzgado y haber dado por hecho algo que no hizo mas al contrario el volo hasta el otro lado de la tierra para no hacerlo

-Yo… lo siento - dije como disculpa pero el tenia razón era nuestra naturaleza, mas sin embargo el había demostrado no ser tan malo como se esperaba de cualquier demonio, tal vez tenia algo diferente pero aun así también sabia que no debía confiar por completo en el

La miré con curiosidad, en verdad parecía arrepentida por haberme juzgado aun sin conocerme. ¿Yo, un demonio, había hecho a un ángel disculparse? Aquello sí que era algo insólito que jamás me había sucedido, ni siquiera se me había pasado por la mente que algo así fuese posible.

- No te preocupes. - fue todo lo que dije - Tampoco es que yo confíe en ti. Y no porque seas un ángel, sino porque apenas te conozco - callé unos instantes mientras la miraba fijamente, reflexionando - ¿Sabes? La verdad es que me parece absurdo el hecho de odiar a alguien sólo por ser un ángel. Cierto es que desde que el mundo es mundo nuestras razas han sido enemigas mortales, pero si yo odio a alguien es por él mismo, no por su raza, porque si fuese así sería tener prejuicios, y precisamente acabo de acusarte a ti de tenerlos.

Guardé silencio y me reí, me reí como hacía tiempo que no me reía. Yo, el eterno cabrón, estaba dando un discurso acerca de los prejuicios entre razas delante de un ángel. Definitivamente, me estaba perdiendo, y esperaba que nadie se enterase de aquello o me perderían el respeto, se vería afectada una reputación que llevaba varios siglos labrándome, y todo por no saber cerrar la boca cuando más debía hacerlo.

Escuche atentamente lo que el decía, mientras lo escuchaba me sentía apenada por haber juzgado mal a aquel ser, no debí haberlo hecho después me sorprendió un poco su reacción, no comprendía de que se reía, no le había encontrado ningún chiste así que me quede viéndolo sin comprender por que aquella reacción.

-Tienes razón - dije aun que claro que todo lo que yo conocía y sabia era eso que los demonios eran malos y solo hacían daño a la humanidad a aquellos que cuidábamos para eso estábamos hechos, yo era una de las 7 virtudes era la Diligencia y el ayudar a la humanidad era lo que mas me gustaba, cuando lo vi tan cerca de aquellos niños sentí miedo de que los fuera a lastimar o a mal aconsejar pero en vez de eso se había alejado para no hacerlo, eso me tenia un tanto confundida

Dejé de reírme en el momento en que vi la confusión en su rostro. Obviamente ella no estaba en mi cabeza como para saber de qué me reía y tampoco había dicho nada gracioso como para justificar el ataque de risa que me había dado. Además, aquel ángel no me conocía, no sabía cómo había sido aquellos ocho siglos y medio, no sabía que con ella me estaba comportando de una manera nada propia en mí y, por tanto, no sabía que no me reía porque algo fuese gracioso, sino por el hecho de sorprenderme a mí mismo haciendo algo impropio de mí. Arken jamás habría hecho lo mismo que yo, nunca habría recorrido medio mundo volando para no sentir impulsos de atacar a aquellos niños y no estaría teniendo una conversación tan amistosa con un ángel, por muy preciosa que fuera.

- Lo sé... Suelo tenerla. - dije mirando al suelo, sin saber qué era lo que debía decir o hacer en aquel instante. La miré fijamente a los ojos y lo supe. Aquello no era lo correcto, yo no debía estar allí con aquel ángel, debía reflexionar sobre qué era en lo que me estaba convirtiendo... Sonreí con afecto, algo a lo que tampoco estaba acostumbrado, y produciendo el sonido de una leve explosión me convertí en cuervo, di una vuelta alrededor del ángel y salí volando lejos de allí.

Spoiler:

Aquel demonio me tenia bastante confundida cada una de sus reacciones me hacían sentir asi ya que no era nada común todo lo que hacia aun que bueno yo no sabia mas lo que me habían dicho de los demonios, después vi su reacción y cuando volvió a ser un cuervo volando a mi alrededor desapareciendo de mi vista

Me quede unos momentos mas ahí tratando de entender todo lo que había pasado sin llegar a nada así que mejor decidí irme de ahí para buscar alguien a quien ayudar o poder conocer mas cosas