El tren nocturno de la carne (Libre)

Muy dentro, en las entrañas de la ciudad, surgian los intrinsecos recorridos del metro. Ciertas zonas en desuso me conferian la intimidad que necesitaba. Incluso los vagabundos y rateros rechazaban la idea de merodear en es lugar escondido, mi pequeño secreto. El olor de los tuneles, la respiracion regurcitada por un millon de viajeros, almas errantes, que circulaban por aquel laberinto ya quedaba atras conforme me hundia en la oscuridad dando lugar a un aroma denso ligeramente caustico. Eran las criaturas antiguas e infernales con apetitos abominables que descansaban en esos lugares, con esas suaves voces susurrandome que les llevara sacrificios, que las alimentara.

Habia tenido anteriormente problemas con esas masas de pellejos y finalmente comprendieron que yo no era su hombre, no les iba a hacer el trabajo sucio.
Sortee varios escombros y llegue al vagon mas entero de los que quedaban. El resto solo era una amasijo de hierros, metal y cables. Descorrí la puerta y percibi el aroma de la sangre y carne, ya no tan fresca, que se exhibia inmovil colgando del techo. Tres cuerpos sin ningun rastro de bello, desnudos y sangrantes como vinieron al mundo, totalmente diferentes, no solo en genero, si no en raza y condicion. Un dhampir, un licantropo y un vampiro, a este ultimo le faltaba la cabeza. Los otros dos estaban abiertos en canal, sus visceras colgaban ligeramente, aun caia la sangre en aquellos cubos negros que habia puesto bajo de ellos.

El damphir mostraba una mayor meticulosidad en el trabajo sangriento realizado. De sus labios abiertos colgaba su lengua, la cabeza caida sobre el cuello rasgado, unas delicadas incisiones sobre su pecho tal y como lo habria hecho un forense al examinar el cadaver.
Tome la cabeza del vampiro y la coloque dentro de una vitrina. Sus parpados estaban delicadamente plegados, sus carnosos labios sesgados en una serena sonrisa. Habia algo diferente en el, distintivo. Al contrario que las otras victimas, este se habia ofrecido a ser estudio de mi particular ciencia.

"No creo en nada, no soy nada. Sere tu instrumento, me has convencido con tu odio, haz tu mejor obra en mi". Esas fueron sus palabras. Que teatreros eran los chupasangres.

-A trabajar- musite sonriendo satisfecho mientras me recogia el cabello en una coleta baja, me colocaba unos guantes especiales confeccionados con piel de basilisco para evitar lesiones por los experimentos y me vestia con una bata verdosa en la cual aun habia sangre de otros experimentos.

No era solo un entretenimiento vanal y divertido, era algo más, era ciencia, era necesario. Mejoraba armas que ya no se usaban dotandolas de mecanismos novedosos y efectivos para convertirme en un verdadero mercenario de la meurte.

Escombros, recuerdos llenos de dolor y tristeza... Un viejo tren que, por alguna razón, había tenido un trágico desenlace, y seguía allí, aunque ya no tenía ninguna utilidad...

Los barrios bajos eran un asco, siempre lo habían sido, y siempre lo serían... Pero a pesar de todo, yo estaba allí.
Por alguna razón desconocida, me gustaba pasear por aquellos callejones asquerosos y oscuros, y explorar rincones desconocidos, a pesar de que resultaban increíblemente desagradables...

Lo curioso fue que, aquella noche, descubrí lo que parecían los destrozados restos de un viejo tren, aunque era difícil asegurarlo, puesto que apenas quedaban unos cuantos vagones en pie.

Elegí el vagón que más entero parecía, dispuesta a curiosear un poco más, y me deslicé en su interior... descubriendo, con un sobresalto, a un hombre, vestido con una bata verde, frente a una especie de vitrina macabra de cadáveres.
-Hola.-saludé con precaucion, alzando las cejas y arrugando levemente la nariz por el olor.

Los cuerpos habian sido vaciados y sus organos se mantenian en tarros con formol. Trabajaria con los venenos que disponia probando cual era mas corrosivo en las diferentes carnes, pues cada una tenia una cualidad diferente. De haber tenido mas tecnologia me hubiese gustado mantener un corazon vivo, latiendo por esporadicas rafagas de electricidad. El tejido organico vivo ofrecia mayores resultados que el muerto y putrefacto. Tendria que conformarme con lo que tenia.

Tomé el corazon del damphir, un hibrido entre vampiro y humano. El musculo viscoso estaba enjuto, con un color enfermizo y empeñecido por la sangre que habia drenado. Al escuchar el eco de unos pasos caminando por esos lares detuve mi hacer y afine el oido.
"¿Por que no os comeis al intruso mis señores? ¿Sois tan perezosos que ni teniendo un hambre atroz atacariais por ustedes mismos?" les dije a esas criaturas hambrientas que descansaban en los oscuros rincones. Eran tan debiles y desgraciadas que no podian hacer nada por si mismas. "Pudrios de hambre cabrones".

Abrí el primer cajón extrayendo un afilado bísturi y espere a que el gatito entrara al vagón con la unica intención de meterse donde no le llamaban. Me molestaban los intrusos y no tenia paciencia con nadie. A no ser que me buscara directamente para alguna cosa en concreta, no descartaria una cuarta victima en el museo de la carne.
-¿Debes haberte perdido verdad?- enfoque mi mirada agresivamente sobre la chica que me habia saludado como si me encontrara en una cafeteria, afablemente. Inmune a la sangre y al horror al parecer, cualquier otra niñita habria salido gritando de alli o pidiendo ayuda.

-¿Me traes una ofrenda? ¿O simplemente vienes a donar tu cuerpo a la ciencia?- esboce una ladina sonrisa y lancé el bisturi hacia el cadaver mas cercano a ella, clavandolo en la frente del mismo.

El hombre me miró y comentó agresivamente que si me había perdido, tras lo que, lanzando un bisturí al cadáver más cercano a mí, inquirió sonriendo ladinamente si le traía una ofrenda o si sólo quería donar mi cuerpo a la ciencia.

Yo alcé las cejas, divertida. Lo que parecía una amenaza no me asustó, sino que me pareció curioso, por lo que me acerqué un poco al cadáver y lo observé un instante con cierta repugnancia.
-Buena puntería.-alabé distraídamente, haciendo una mueca al ver la sangre, antes de contestar.- ¿Perderme? No, ni mucho menos. Y tengo muchas cosas que hacer en la vida antes de donar mi cuerpo a nadie...-fruncí levemente el ceño.- Aunque si lo llego a saber, habría traido una "ofrenda".-indiqué, divertida, y me presenté suavemente, acercándome lo justo para no molestarle.- Soy Sidney NightRoo... También llamada Sid o Pantera... Al gusto de cada cual.

Era evidente que a aquel hombre no le parecía demasiado bien que yo estuviera allí, pero su tren de los horrores me parecía demasiado curioso, además de asqueroso, como para irme sin saber quién era el sujeto. Probablemente, sólo necesitaría su nombre para, dando gracias a mi genial memoria, saber un poco de su historia.

La paciencia no era una de mis grandes virtudes...claro que tampoco gozaba de ninguna otra. Aquel bisturí se hundió en la carne y en cuestion de segundos salió de la palma de mi mano, atravesandome la piel, recuperando el instrumento sin pestañear ni emitir quejido alguno.
-¿De veras tienes tantas cosas que hacer? Cualquiera lo diria adentrandote en este bonito agujero...- plegué la navaja dejandola sobre la mesa y giré la silla para cruzarme tanto de piernas como de brazos.

-Pantera...- paladee su nombre en mi boca y la miré buscando algun motivo por el cual pudiera llamarse así, pero lo unico que parecia era una gatita a la cual le habian cortado las uñas -Las panteras carecen de predadores o competidores naturales....¿No crees que ese apodo te queda demasiado grande? Yo te veo mas como un gatito...y ya sabes que les pasa a los gatitos cuando van curioseando.- escupi con puro veneno, lo que pasaba por mi mente lo soltaba sin mas, no me importaba que pensaran los demás, ni mis comentarios herian inutiles sentimientos.

-No encontraras el oro al final del arcoiris aqui, asi que mejor largate antes de que cambie de idea y desee añadirte a mis experimentos...o darte de comer a los antiguos....¿Ah, no los has oido? Eres una hechicera...joven, pero lo eres al fin y al cabo. ¿No te has dado cuenta de que tu olor ha despertado mucha hambre y expectacion?.- de pronto senti que si podia ofrecerles una victima, ser de nuevo el cazador. Se la veia confiada, debia ser por esa juventud que le daba el valor de caminar por MI propio rincon para experimentar.

El hechicero recuperó el bisturí y comentó que no parecía que tuviera tantas cosas que hacer dado que me adentraba en aquel agujero.

Yo le dediqué una sonrisilla burlona, y ladeé la cabeza, con una canción rondando mi cabeza, pero como no era el mejor momento, la aparté en un lado de mi mente para otro momento.
-Me gusta el riesgo... tal vez tenga alguna tendencia suicida.-me burlé.- Y de todas formas, no tengo gran cosa que perder. Ya no.-murmuré, frunciendo el ceño.

El hombre me miró diciendo mi apodo, y comentó que me veía más como un gatito, y que ya sabía lo que les ocurría a los gatitos cuando andaban curioseando.

Yo le observé un instante, procesando sus palabras.
Aquello no me molestaba realmente; y el simple hecho de que lo dijera, me hacía hacerme una idea más concreta de su personalidad... y me gustaba, por raro que pudiera parecer, tal vez por su sinceridad.
De pronto me eché a reír ligeramente, divertida:
-En realidad, lo de Pantera viene por una buena amiga que tengo... Una hermosísima pantera negra.-expliqué calmadamente.- Me gustan los gatitos.-sonreí, divertida.- Ya, y digo yo que tú sabrás lo que, supuestamente, les pasa a los que madrugan... Todo mentiras.-sacudí la cabeza, sonriendo.- Y aún no sé tu nombre... Aunque por el veneno que escupes, podría ser Víbora...

El hechicero sugirió que me fuera antes de que deseara darme de comer a los antiguos, y comentó que dado que era hechicera los habría oído.

Yo hice un mohín y le miré divertida, asintiendo:
-Jamás busqué el oro, porque no hay tal arcoiris... Por supuesto que los oigo, pero no les temo. Tal vez por imprudencia, tal vez por empatía... Sea como sea, no me importa.-alcé levemente las cejas.- No te agrada la compañía, ¿cierto? A veces yo tampoco la soporto; la gente es taaan idiota...-hice una mueca.- Yo incluida.-añadí burlonamente.- Así que... ¿experimentando con cadáveres?

Me levante del asiento y dejé por un momento mis macabros experimentos para mas tarde. No los haria frente a nadie, eran algo mio, privado, los resultados serian la base del aumento de mis poderes, de mi capacidad de dañar y parecia que esa niña se negaba a irse. Se lo tomaba todo muy tranquilamente, como si no pudiera oler el veneno que esperacian mis palabras, ni sentir los gemidos del averno aullar en su nuca. No me interesaba nada de lo qu eme contaba ahora, pero fingiria escucharla.

Sopesé el terreno, repleto de escombros, nada espacioso, pero con muchos recovecos favorecedores para alguien como yo, escurridizo y ladino.
Caminé hasta ella, moviendo sutilmente uno de los cuerpos a mi paso que se balanceaba con el enfasis de una piñata, dispuesta a ser golpeada hasta que todos sus caramelos cayeran.

Llegué hasta a ella, manteniendo el mentón alzado, la mirada entrecerrada, suspicaz.
-Quieres saber muchas cosas gatita.- no la iba a llamar pantera solo por que tuviera una de mascota, me resulto absurdo y anodino -Si logras sorprenderme en un enfrentamiento, respondere a tus preguntas. Estoy de buen humor.- aunque mi rostro no diera señales de ello -Lucha, intenta vencerme...y si no lo haces, acepta tu muerte o retirada, niña.- me acerqué mas a ella, hasta que mi rostro se quedo a excasos centimetros del suyo. Las pupilas de mis ojos se afilaron como los de una serpiente, unas sombras violaceas y oscuras parpadeaban bajo los mismos, como el veneno que fluia bajo mi piel.

Observé cómo se levantaba lentamente, acercándose a mí.

Probablemente no me estaba escuchando; su mirada no traslucía nada; pero no me importó lo más mínimo. Si creía que iba a dañarme con palabras, estaba muy equivocado; a mí sólo me dañaban las acciones.
Me resultaba curioso; era un ser extraño, y probablemente peligroso, pero había algo en él que me impedía alejarme... Aunque me estuviera metiendo en la oscura boca del lobo de cabeza.

El hombre, puesto que aún no se había dignado a decirme su nombre, indicó que respondería a todo si le sorprendía en un enfrentamiento. Se acercó tanto a mí, que pude ver sus curiosos ojos... como de serpiente.

Yo sonreí levemente, pensativa:
-¿Sorprenderte?-inquirí, burlona.- Me parece que eres de esos que nunca están satisfechos. De todas formas, aunque consiguiera asombrarte, seguirías con el mismo rostro hierático, ¿me equivoco?-observé sus ojos más con inquietud que con temor; las serpientes no eran precisamente mi animal favorito, pero tenían su encanto.- Aunque es una buena oferta.-admití divertida.

OFF: Hola! Aquí, hablando de user a user (más que nada porque a Sidney no le da miedo tu pj, pero a mí sí xD), te diré que no tengo ni maldita idea de cómo va lo de las peleas; si es pactado, o como te de la gana... Así que si me orientas un poco...

Si mi mirada o mi apariencia no le causaba aversion o miedo, me encargaria de que mis actos influeran en su estado de animo hasta verla temblar de terror. Percibi el cosquilleo en la punta de mis dedos al crecer las puntiagudas uñas de animal de ellas de forma anormal y cortante. Estaba en el filo de la puerta, un paso hacia atras y la chica se encontraria fuera de la caravana.

-¿Sabes Gatita? Para conocer el sabor de algo..hay que probarlo primero...- sisee con tanta burla como ella habia mostrado en sus palabras acercandome un paso mas. Mi pecho dió contra el suyo haciendola retroceder un poco, mas aun sin sacarla de mi "santuario", mi rostro cerca del suyo, aun causaba efecto alguna. Tan cerca que incluso ambos labios podian rozarse, susurre sobre ellos un mantra básico que enriqueceria mi cuerpo con una gran fuerza mientras mi mirada seguia encauzada a sus ojos. Si en verdad era una hechicera sabria que me estaba preparando para el combate.

Y en en cuestion de segundos realicé un drastico movimiento. Lance la mano, la agarre por el cuello y la arroje del vagon con verdadera fuerza. Su cuerpo no se me hizo pesado, parecia mas una muñeca de trapo que un ser humano. Quizas tuviera que abrirla por dentro para ver si corria sangre o algodón.

Salí de la vagoneta y me retire la bata dejandola por ahi. Mis hombros estaban desnudos al llevar una camiseta sin mangas, negra, con unas cadenas que se cruzaban sobre ella, cadenas que poseian en sus eslabones unas afiladas cuchillas de diferente tamaño y grosor. Al pisar sobre el desquebrajado pavimento, las ratas que habian muerto envenenadas por mis diferentes experimentos revivieron y enfocaron sus ojos inyectados en sangre hacia la rubia.

-Comerosla- indique en un susurro a esas pequeñas criaturas, cuyo numero era escalofriante, que se abalanzaron sobre la joven hechicera.

Entrelacé mis dedos y los hice crujir, en lo que la hechicera se reponia y se disponia a recibir a la legión de ratas, pero antes de ello jugó con el elemento igneo haciendo estallar uno de los vagones que ya estaban destrozados. ¿Pero que estaba haciendo? El objetivo era yo, y si se habia desviado tanto para advertirme es que no queria vivir. Convenció a las ratas para que me asaltaran y estas me miraron con sus ojos rojos resplandecientes de ira. La coincidencia me provoco soltar una ácida carcajada mientras las venia correr hacia a mí. Chasqueé los dedos y simplemente las hice explotar por dentro por diversas combustiones espontaneas.

-Veo que juegas a mi mismo juego....veremos si de esto puedes librarte.- sisee sonriendo divertido, pues claro, me encantaba luchar y bien dura me la ponia la destrucción. Provoqué entonces que fracciones del muro que habia tras de ella cayeran sobre la mujer y aproveche para avanzar a toda prisa. En el transcurso de mi carrera mis ojos se tornaron ambarinos y la pupila se estrechó hasta parecer una unica linea. Dentro de mi boca la dentadura de una serpiente se desarrollaba al tiempo que las uñas crecian y se afinaban hasta parecer agujas.

Llegué hasta ella y hundi el puño en su estomago para ponerla contra la pared, de esta forma no se me podria escapar. Abrí la boca mostrando amenazadora mis colmillos y me precipite a su tierno cuello de gacela, para hundirlos ahí.