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El placer de los infiernos + 18
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Re: El placer de los infiernos + 18
La música sonaba violentamente machacando los cuerpos de los bailarines, todos se movían restregándose como si fuera el último día sobre este patético mundo llamado Tierra. Deslizaba mis manos sobre la barandilla notando bajo las yemas de mis dedos la rugosa madera de roble importada. En ese momento decidí bajar, justo cuando Sympathy For The Devil comenzaba a sonar con sus primeros acordes.
Cada pie que daba hacia el lugar más bullicioso del local era la pisada de un coloso. Muchos se quedaron mirándome, varios se apartaron y otros me envidiaron desde las sombras. Las luces se movían al ritmo de los tambores, maracas y guitarras. Mi rostro era serio, como si estuviera cincelado en la piedra que era mi propia carne.
Notaba otro espíritu poderoso, un ángel caído quizás. El aroma era familiar, cercano al infierno pero sin llegar a haber nacido en él. Me acerqué a la barra donde estaba la fuente de aquel poder, dejando que mis ojos jugaran con las curvas de aquel pecado hecho carne. Una mujer pelirroja, un ángel caído proveniente quizás del fruto del pecado o la codicia, tal vez de ambas.
-Un placer conocerla, soy el Presidente de los Infiernos.
La canción aún sonaba mientras todos seguían moviéndose entorno a nosotros, así como fornicando en varios lugares estratégicos del local. Aquella estúpida ya no estaba al alcance de mi vista, ni en mis recuerdos y tampoco en mi local. Sólo quedaba seguir disfrutando de la noche en una mejor compañía, tal vez más apetitosa y complaciente para mí.
-Espero que mi local le sea de su total agrado, he decidido recrear nuestro mundo para el resto de seres corruptibles y estúpidos.
Aquello era el paraíso, un paraíso de perversiones infinitas y de placer demasiado deslumbrantes como para caer en la cuenta que era el infierno, uno de sus portales. Me senté en uno de los cómodos taburetes para ser inmediatamente atendido por uno de mis camareros, sabían que quería y como me gustaba ser atendido con celeridad. Pronto tenía un vaso de whisky frente a mí para que mis labios se siguieran deleitando de su sabor de barrica antigua, así como mis ojos jugaban con las contorneadas y suculentas formas de aquella pelirroja.
Cada pie que daba hacia el lugar más bullicioso del local era la pisada de un coloso. Muchos se quedaron mirándome, varios se apartaron y otros me envidiaron desde las sombras. Las luces se movían al ritmo de los tambores, maracas y guitarras. Mi rostro era serio, como si estuviera cincelado en la piedra que era mi propia carne.
Notaba otro espíritu poderoso, un ángel caído quizás. El aroma era familiar, cercano al infierno pero sin llegar a haber nacido en él. Me acerqué a la barra donde estaba la fuente de aquel poder, dejando que mis ojos jugaran con las curvas de aquel pecado hecho carne. Una mujer pelirroja, un ángel caído proveniente quizás del fruto del pecado o la codicia, tal vez de ambas.
-Un placer conocerla, soy el Presidente de los Infiernos.
La canción aún sonaba mientras todos seguían moviéndose entorno a nosotros, así como fornicando en varios lugares estratégicos del local. Aquella estúpida ya no estaba al alcance de mi vista, ni en mis recuerdos y tampoco en mi local. Sólo quedaba seguir disfrutando de la noche en una mejor compañía, tal vez más apetitosa y complaciente para mí.
-Espero que mi local le sea de su total agrado, he decidido recrear nuestro mundo para el resto de seres corruptibles y estúpidos.
Aquello era el paraíso, un paraíso de perversiones infinitas y de placer demasiado deslumbrantes como para caer en la cuenta que era el infierno, uno de sus portales. Me senté en uno de los cómodos taburetes para ser inmediatamente atendido por uno de mis camareros, sabían que quería y como me gustaba ser atendido con celeridad. Pronto tenía un vaso de whisky frente a mí para que mis labios se siguieran deleitando de su sabor de barrica antigua, así como mis ojos jugaban con las contorneadas y suculentas formas de aquella pelirroja.
Invitado- Invitado
Re: El placer de los infiernos + 18
Me lleve las manos al rostro olisqueando aquel aroma que desprendía la chica a la que había tocado, olía a sangre, sexo, crueldad y vacío, también a un hombre en concreto, el que comenzaba a bajar las escaleras, y todos miraban, menos yo. Seguía preguntándome que le había hecho aquel poderoso ser a la pobre chica, pero tal vez no era de mi incumbencia.
Bebí de nuevo un sorbo de ron mientras se acercaba, cuando dijo quien era solté media carcajada y ladee la cabeza hacia él notando mi cabello caer hacia la izquierda.
Yo soy Naamah... Primera consorte de Samael... No se que trato has hecho con aquella muchacha pero yo prefiero hablar antes de firmar por mi alma, ya que soy seguidora de Lucifer y mi alma solo pertenece a mi querido... - mostré mis dientes con una sonrisa y bebí otro sorbo de ron - Desde ya no voy a doblegarme en la cama, soy mas orgullosa y dominante que ella, así que mejor que lo tengas claro ahora, no me doblegue frente a Adán, menos con Samael y menos contigo Caim. Ya puedes decirme que deseas de esta piromana y uno de los cuatro ángeles de la prostitución, si no me gusta tu ofrecimiento me largare antes que puedas hacerme nada - sentencié y termine de un trago el ron que me quedaba en el vaso, pedí otro y comencé a caminar hacia aquella zona que era vip, esperando que me siguiera.
Bebí de nuevo un sorbo de ron mientras se acercaba, cuando dijo quien era solté media carcajada y ladee la cabeza hacia él notando mi cabello caer hacia la izquierda.
Yo soy Naamah... Primera consorte de Samael... No se que trato has hecho con aquella muchacha pero yo prefiero hablar antes de firmar por mi alma, ya que soy seguidora de Lucifer y mi alma solo pertenece a mi querido... - mostré mis dientes con una sonrisa y bebí otro sorbo de ron - Desde ya no voy a doblegarme en la cama, soy mas orgullosa y dominante que ella, así que mejor que lo tengas claro ahora, no me doblegue frente a Adán, menos con Samael y menos contigo Caim. Ya puedes decirme que deseas de esta piromana y uno de los cuatro ángeles de la prostitución, si no me gusta tu ofrecimiento me largare antes que puedas hacerme nada - sentencié y termine de un trago el ron que me quedaba en el vaso, pedí otro y comencé a caminar hacia aquella zona que era vip, esperando que me siguiera.
Invitado- Invitado
Re: El placer de los infiernos + 18
Solté una honda carcajada que parecía proceder de los infiernos, aquello me provocó reír como hacía décadas que no lo hacía. Simplemente me había acercado a ella para comprobar que hacía en mi local, pues para mí todas las mujeres tenían un tentador atractivo y sobretodo aquellas que tenían cierto poder.
-Estoy saciado esta noche.
Fue mi breve respuesta antes de volver a la calma dándole un trago corto a mi bebida, la misma que agitaba levemente mientras los cubitos de hielo flotaban como náufragos en medio de un delicioso mar de pecado, desenfreno y necesidad como era el alcohol, como era mi local y como podía llegar a ser yo mismo.
-Tal vez podamos hacer negocios, quizás puedas colaborar conmigo para que el pecado reine con mayor rotundidad en mis locales. Me gustaría que influenciaras en ellos arrastrando a malditos e incautos.
Mis ojos verdes se fijaban en su generoso escote, para luego contemplar los suyos hundiéndome en ellos. No me importaba que fuera salvaje, tampoco quería domarla aquella noche. Había quedado insatisfecho con aquella estúpida, pero de momento mis bajos instintos pedían una presa fácil y delicada, quizás una humana, a la cual hundirla en los infiernos. Si bien, eso sería más al término de la noche y no en esos mismos instantes.
-Puedo ofrecerte aquello que desees, pues soy un hombre que sabe hacer grandes ofertas.
Di otro sobro al whisky, paladeando su sin igual sabor. Era una marca que siempre me había llamado la atención, las barricas donde reposaban habían contenido algunos de los Jerez más exclusivos, lo cual le daba un toque algo afrutado que recordaba al vino más clásico. Amaba el alcohol hecho a la vieja usanza, nada de modernidades, y sobretodo lo disfrutaba en mis locales rodeado de pérfidas almas y estúpidos que sueñan demasiado alto.
-Podríamos ir a mi despacho, allí hablaríamos de los detalles del contrato.
-Estoy saciado esta noche.
Fue mi breve respuesta antes de volver a la calma dándole un trago corto a mi bebida, la misma que agitaba levemente mientras los cubitos de hielo flotaban como náufragos en medio de un delicioso mar de pecado, desenfreno y necesidad como era el alcohol, como era mi local y como podía llegar a ser yo mismo.
-Tal vez podamos hacer negocios, quizás puedas colaborar conmigo para que el pecado reine con mayor rotundidad en mis locales. Me gustaría que influenciaras en ellos arrastrando a malditos e incautos.
Mis ojos verdes se fijaban en su generoso escote, para luego contemplar los suyos hundiéndome en ellos. No me importaba que fuera salvaje, tampoco quería domarla aquella noche. Había quedado insatisfecho con aquella estúpida, pero de momento mis bajos instintos pedían una presa fácil y delicada, quizás una humana, a la cual hundirla en los infiernos. Si bien, eso sería más al término de la noche y no en esos mismos instantes.
-Puedo ofrecerte aquello que desees, pues soy un hombre que sabe hacer grandes ofertas.
Di otro sobro al whisky, paladeando su sin igual sabor. Era una marca que siempre me había llamado la atención, las barricas donde reposaban habían contenido algunos de los Jerez más exclusivos, lo cual le daba un toque algo afrutado que recordaba al vino más clásico. Amaba el alcohol hecho a la vieja usanza, nada de modernidades, y sobretodo lo disfrutaba en mis locales rodeado de pérfidas almas y estúpidos que sueñan demasiado alto.
-Podríamos ir a mi despacho, allí hablaríamos de los detalles del contrato.
Invitado- Invitado
Re: El placer de los infiernos + 18
Puse los ojos en blanco cuando se comenzó a carcajear, era muy mía con respecto a temas de cama, pero ahora que Samael parecía ausente podría hacer lo que quisiera.
Como estaba levantada aproveche para acercarme a aquel enorme cuerpo, me pegue a este y me quede mirándole.
Sé que estás insatisfecho aunque te corrieras, así que no uses ese don tuyo que tienes de dominación, no me gusta nada - gruñí apretando sus partes con aquella fuerza bruta que tenía - Qué puedo ofrecerte? Tienes a casi todas mis chicas a tu mandato. Sabes que incluso con un chasquido te las podría quitar y llevarlas a una de mis casas y que no vuelvan contigo por muy contrato que hayan firmado, el contrato que vale es con el ángel de la prostitución. - sonreí fríamente pero seria.
Me separe de su cuerpo y fui a la pista de baile bebiendo mas ron y comencé a contonearme para que se acercase a mi y así poder bailar un rato antes de hablar de sus negocios conmigo.
Como estaba levantada aproveche para acercarme a aquel enorme cuerpo, me pegue a este y me quede mirándole.
Sé que estás insatisfecho aunque te corrieras, así que no uses ese don tuyo que tienes de dominación, no me gusta nada - gruñí apretando sus partes con aquella fuerza bruta que tenía - Qué puedo ofrecerte? Tienes a casi todas mis chicas a tu mandato. Sabes que incluso con un chasquido te las podría quitar y llevarlas a una de mis casas y que no vuelvan contigo por muy contrato que hayan firmado, el contrato que vale es con el ángel de la prostitución. - sonreí fríamente pero seria.
Me separe de su cuerpo y fui a la pista de baile bebiendo mas ron y comencé a contonearme para que se acercase a mi y así poder bailar un rato antes de hablar de sus negocios conmigo.
Invitado- Invitado
Re: El placer de los infiernos + 18
Insatisfecho o no en esos instantes no buscaba más que el abrigo de una copa y hacer un pacto con ella, por mucho que tuviera a sus mujerzuelas deseando ejercer sus malas artes frente a mí, o conmigo mismo, no era más que un juego estúpido e ingenuo para aquello que deseaba. Quería tener bajo mi mando, o colaboración, a todo ángel caído o demonio que pisara la ciudad. Era tentador sentir el infierno rodeándome en un lugar donde los ángeles venían buscando dar la palabra de Dios, así como la da un loco gritando que el fin del mundo nuevamente se acerca.
Su mano pronto apretó mi entrepierna, por muy fuerte y ruda que fuera a mí no me hacía ni cosquillas. Tenía asimilado el dolor, así que para mí no fue más que una caricia poco sincera. Di un trago de mi whisky, lo hice calmado saboreándolo y sintiendo incluso el aroma especial del vidrio. Mis ojos se deslizaron hacia sus pisadas, contemplándola como si fuera un cuadro de un gran museo donde las obras parecían cobrar vida.
Dejé el vaso sobre la barra, para aproximarme a ella puesto que parecía deseosa de coquetear antes de proseguir con el acuerdo de un contrato que nos venía bien, tanto a ella como a mí. Mis manos se posaron en sus caderas jugueteando con su escasa tela. Estaba inclinado levemente, echado hacia delante, para contemplarla sintiendo el aroma que desprendía. Era un aroma parecido a la lujuria, la excitación, el vicio y la perdición más preciada.
-Tus chicas vienen porque pueden tener el lujo que ellas desean, el contrato es sencillo. No pasan frío en las calles, tienen cuanto imbécil que deseen metido en cualquiera de sus orificios, y saborean los lujos más increíbles a cambio de cobrar un precio tentador. Puesto que quiero que todos caigan, que lo hagan muy abajo, y queden sin nada. No todas las que aquí ves son tuyas, también hay hijas mías y de otros demonios, aunque para mí no existe la familia ni lazos de sangre. Todo son negocios mi preciosa reina de las putas.
Mis palabras sonaban sinceras, porque realmente era sincero cuando trataba negocios con iguales a mí, con los humanos tenía artes muy extrañas así como con los vampiros y con las demás razas. Era un buen negociador, tentaba como el que más.
-Bailemos ahora si quieres, pero dudo tener sexo contigo porque a mí me gusta domar en la cama, sentir que no pueden ni desean despegarse de mi cuerpo, y no sentirme la mascota de otros. Si deseara ser mascota me convertiría en ave y dejaría que me encerraran en una jaula, para así trinar porque no puedo escapar y follar con cuanta golfa que se pasea ante mí.
La música sonaba envolviéndonos, provocando que nos rozáramos con cierta lascivia mientras mis manos iba a sus costados acariciando su cuerpo con descaro. Era elegante y a la vez obsceno, una mezcla letal porque era el caballero y el maldito chulo que todas querían. Tenía las dos caras de la moneda.
-Me gusta que griten mi nombre porque en mis brazos encuentran el placer de ser poseídas, así que buscaré eso esta noche y contigo bailaré, haré un pacto entre iguales y quizás brindemos con un licor caro. Porque yo busco perras que se dejen penetrar sin contemplaciones, así como lo hizo la estúpida que llora porque no soy el padre que pretendía encontrar. ¿Es culpa mía carecer de sentimientos blandos y estúpidos? No soy débil, mi querida amiga.
Me incliné atrapando sus labios para besarla de forma tosca, masculina, y sobretodo dominante. El sabor del ron se mezcló con el de mi whisky, así como el sabor del cuerpo de aquella idiota que aún seguía en la punta de mi lengua. Al apartarme la miré como lo hacía con cualquier objeto, aunque tal vez con una chispa de descaro.
-No busques dominar a alguien que incluso es más viejo que tú, tanto como Dios mismo.
Su mano pronto apretó mi entrepierna, por muy fuerte y ruda que fuera a mí no me hacía ni cosquillas. Tenía asimilado el dolor, así que para mí no fue más que una caricia poco sincera. Di un trago de mi whisky, lo hice calmado saboreándolo y sintiendo incluso el aroma especial del vidrio. Mis ojos se deslizaron hacia sus pisadas, contemplándola como si fuera un cuadro de un gran museo donde las obras parecían cobrar vida.
Dejé el vaso sobre la barra, para aproximarme a ella puesto que parecía deseosa de coquetear antes de proseguir con el acuerdo de un contrato que nos venía bien, tanto a ella como a mí. Mis manos se posaron en sus caderas jugueteando con su escasa tela. Estaba inclinado levemente, echado hacia delante, para contemplarla sintiendo el aroma que desprendía. Era un aroma parecido a la lujuria, la excitación, el vicio y la perdición más preciada.
-Tus chicas vienen porque pueden tener el lujo que ellas desean, el contrato es sencillo. No pasan frío en las calles, tienen cuanto imbécil que deseen metido en cualquiera de sus orificios, y saborean los lujos más increíbles a cambio de cobrar un precio tentador. Puesto que quiero que todos caigan, que lo hagan muy abajo, y queden sin nada. No todas las que aquí ves son tuyas, también hay hijas mías y de otros demonios, aunque para mí no existe la familia ni lazos de sangre. Todo son negocios mi preciosa reina de las putas.
Mis palabras sonaban sinceras, porque realmente era sincero cuando trataba negocios con iguales a mí, con los humanos tenía artes muy extrañas así como con los vampiros y con las demás razas. Era un buen negociador, tentaba como el que más.
-Bailemos ahora si quieres, pero dudo tener sexo contigo porque a mí me gusta domar en la cama, sentir que no pueden ni desean despegarse de mi cuerpo, y no sentirme la mascota de otros. Si deseara ser mascota me convertiría en ave y dejaría que me encerraran en una jaula, para así trinar porque no puedo escapar y follar con cuanta golfa que se pasea ante mí.
La música sonaba envolviéndonos, provocando que nos rozáramos con cierta lascivia mientras mis manos iba a sus costados acariciando su cuerpo con descaro. Era elegante y a la vez obsceno, una mezcla letal porque era el caballero y el maldito chulo que todas querían. Tenía las dos caras de la moneda.
-Me gusta que griten mi nombre porque en mis brazos encuentran el placer de ser poseídas, así que buscaré eso esta noche y contigo bailaré, haré un pacto entre iguales y quizás brindemos con un licor caro. Porque yo busco perras que se dejen penetrar sin contemplaciones, así como lo hizo la estúpida que llora porque no soy el padre que pretendía encontrar. ¿Es culpa mía carecer de sentimientos blandos y estúpidos? No soy débil, mi querida amiga.
Me incliné atrapando sus labios para besarla de forma tosca, masculina, y sobretodo dominante. El sabor del ron se mezcló con el de mi whisky, así como el sabor del cuerpo de aquella idiota que aún seguía en la punta de mi lengua. Al apartarme la miré como lo hacía con cualquier objeto, aunque tal vez con una chispa de descaro.
-No busques dominar a alguien que incluso es más viejo que tú, tanto como Dios mismo.
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Re: El placer de los infiernos + 18
Bailaba pegada a su cuerpo escuchando sus palabras, aquellas que sonaban de muchas maneras pero sinceras, sobre mis chicas, sus hijas y las hijas de demonios. Reí varias veces con lo que decía notando sus manos por mi cuerpo. Eso estaba bien, no tendría que ser dominada por alguien que no quería.
Oh querido, pero yo hago que deseen prostituirse, sino no existiría - reí y le correspondí a aquel beso salvaje, notando el sabor de la pobre chica, escuche aquello y suspire. - Pero no tendrías que haberle roto el alma aunque no la quieras como tal, por muy orgullo que ella tuviera, podrías haber hablado antes con ella, y no tener tanta impaciencia. - negué con la cabeza y cuando termino la música me separe de su cuerpo. Subamos pues a tu despacho y terminemos con los negocios.
Oh querido, pero yo hago que deseen prostituirse, sino no existiría - reí y le correspondí a aquel beso salvaje, notando el sabor de la pobre chica, escuche aquello y suspire. - Pero no tendrías que haberle roto el alma aunque no la quieras como tal, por muy orgullo que ella tuviera, podrías haber hablado antes con ella, y no tener tanta impaciencia. - negué con la cabeza y cuando termino la música me separe de su cuerpo. Subamos pues a tu despacho y terminemos con los negocios.
Invitado- Invitado
Re: El placer de los infiernos + 18
Pedía demasiado para mí, aquello que para los simples humanos era tan fácil de hacer como ser comprensivo para mí era imposible. A mí no me importaba nada ni nadie, todo lo que me interesaba era mi propio beneficio. Sólo tenía cierto tacto con aquellos que debía tratar por negocios, así como aquellos amantes que me satisfacían plenamente en la cama, los cuales eran tan frívolos y crueles como yo.
Las mujeres de los infiernos siempre eran calientes, satisfactorias y sobretodo no me pedían explicaciones. Se abrían ante mi, me aceptaban en sus calientes vaginas y dejaban que me derramara mientras prácticamente las asfixiaba rodeando sus cuellos con mis manos. Esa estúpida ni siquiera me había dejado repetir o profundizar en mis juegos, tan sólo me chupó mi falo y dejó que lo enterrara. Si volvía a verla la torturaría sexualmente, la dominaría hasta que no quedara ni siquiera un mínimo recuerdo de quien era o qué quería ser.
-No pidas imposibles, no soy un ángel ni pretendo serlo.
Fue mi escueto discurso que había pronunciado más de un millar de veces. Era un salvaje con buenas formas y trajes caros, tal vez con el sutil aroma de un sibarita y la elegancia de un maldito. Sabía exhibirme con la genialidad de un hombre de negocios, lo que era.
Tomé por la cintura a mi nueva aliada, la cual podía ayudarme a mis propósitos. Sacaría con ella algo más que una tarjeta de visita, unos papeles o un discurso excitante. Le mostraría los lujos que poseía en mi club, así como el desenfreno que allí podía hallarse. Por lo tanto la conduje a la parte superior, donde varias mujerzuelas, para nada de oficio de prostíbulo, engatusaban a varios empresarios, los cuales se venían en sus manos y bocas, mientras sellaban pactos de placer, lujo y vidas de ensueño. Las disfrutarían uno o dos años, después me los llevaría conmigo. En las habitaciones más lujosas se promovía el S&M, la cocaína, la sangre de vampiro y sobretodo las orgías llenas de música erótica y mujeres exuberantes. Pocas prostitutas había que ella controlara, tan sólo unas cuantas que poseían una belleza única. Eran humanas, putas de lujo que incluso me habían limpiado mi sable cuando sólo venía de paso.
-Quiero potenciar todo lo que ves, quiero mujeres más hermosas y con unas vaginas sin remilgos. Necesito ninfómanas que no digan no, que griten de placer y que cobren poco. Necesito sexo de calidad a buen precio, inclusive que se dediquen a ello por unas copas, droga y una buena cama. Por supuesto todo de mi mano, nada de mano de los hombres de negocio que atraeran como mosdas. ¿Por qué? Quiero almas podridas, negras como petróleo, y que caigan a los infiernos alimentando nuestro poder y dándonos energía. Tú tendrás tu parte de ese poder, de esa energía y te alimentarás aquí de cualquier imbécil que quieras, sea hombre o mujer.
Mi tono de voz estaba diseñado para ser atrayente, todo mientras el lugar rezumaba sexo y desenfreno. Muchos con los ojos rojos por culpa de las drogas, viendo quizás seres que no existían, mientras sentían los besos de las mujeres más increíbles y de los hombres más hermosos, más que los mismos ángeles.
-Tengo negocios en todo el mundo, esto se haría a gran escala y por supuesto podrías hacer en mis locales tus tratos. Es una colaboración, tú ganas y yo también. No hay letra pequeña.
Reí chasqueando los dedos ofreciéndole hombres y mujeres sumamente atractivos, deseosos de estar con una clienta tan especial.
-Contempla lo que puedo ofrecerte, sus cuerpos perfectos y sus atenciones para ti y para tus negocios. Cualquiera de aquí hará lo que tú quieras, mientras tengamos beneficios y no dañes la mercancía.
Entonces gesticulé para que se fueran y se marcharan con los clientes que atendían. Después me coloqué tras ella tomándola por la cintura, acariciando su vientre mientras mis labios se pegaban a su cuello.
-Sé de ti más que tu propia sombra, sé que amas destrozar a los más inocentes y puedo ofrecerte un orfanato al completo para que juegues con el destino de cada uno de ellos. Enfermedades, mala suerte o convertirlos en los despojados enfermos sexuales que ves ante ti. Puedo darte niños para que manipules su destino, sus vidas, como obsequio.
Sabía que aquello incluso podía excitarla, igual que a una mujer un anillo de diamantes. Mis manos se pegaron a su busto apretándolo con lascivia, mientras la punta de mi lengua jugaba sobre su cuello y olfateaba sus cabellos que no olían al humo y decadencia de aquel lugar, sino a mi amado infierno.
-¿Tentador? ¿Excitante quizás? ¿No crees que es una buena propuesta y un genial obsequio? Sé lo que desean todos, sé lo que necesitas y estoy seguro que estás húmeda de sólo pensar en tus juegos sucios. ¿Y tú me llamas cruel? Todos somos crueles, todos podemos sufrir orgasmos con sólo sentir la crueldad bailando a nuestro lado.
Me aparté de ella caminando esta vez a su lado, rebasándola mientras mis pasos algo toscos pero elegantes iban hacia el pasillo. Si ella me quería seguir para bajar el calor de su vagina, estaría más que satisfecho a mostrarle que ser dominada por una noche podía ser placentero, y si no podía quedarse allí pensando el aceptar o no mi propuesta. No necesitaba una respuesta inmediata, aunque me gustaba que fueran eficientes y rápidos.
Las mujeres de los infiernos siempre eran calientes, satisfactorias y sobretodo no me pedían explicaciones. Se abrían ante mi, me aceptaban en sus calientes vaginas y dejaban que me derramara mientras prácticamente las asfixiaba rodeando sus cuellos con mis manos. Esa estúpida ni siquiera me había dejado repetir o profundizar en mis juegos, tan sólo me chupó mi falo y dejó que lo enterrara. Si volvía a verla la torturaría sexualmente, la dominaría hasta que no quedara ni siquiera un mínimo recuerdo de quien era o qué quería ser.
-No pidas imposibles, no soy un ángel ni pretendo serlo.
Fue mi escueto discurso que había pronunciado más de un millar de veces. Era un salvaje con buenas formas y trajes caros, tal vez con el sutil aroma de un sibarita y la elegancia de un maldito. Sabía exhibirme con la genialidad de un hombre de negocios, lo que era.
Tomé por la cintura a mi nueva aliada, la cual podía ayudarme a mis propósitos. Sacaría con ella algo más que una tarjeta de visita, unos papeles o un discurso excitante. Le mostraría los lujos que poseía en mi club, así como el desenfreno que allí podía hallarse. Por lo tanto la conduje a la parte superior, donde varias mujerzuelas, para nada de oficio de prostíbulo, engatusaban a varios empresarios, los cuales se venían en sus manos y bocas, mientras sellaban pactos de placer, lujo y vidas de ensueño. Las disfrutarían uno o dos años, después me los llevaría conmigo. En las habitaciones más lujosas se promovía el S&M, la cocaína, la sangre de vampiro y sobretodo las orgías llenas de música erótica y mujeres exuberantes. Pocas prostitutas había que ella controlara, tan sólo unas cuantas que poseían una belleza única. Eran humanas, putas de lujo que incluso me habían limpiado mi sable cuando sólo venía de paso.
-Quiero potenciar todo lo que ves, quiero mujeres más hermosas y con unas vaginas sin remilgos. Necesito ninfómanas que no digan no, que griten de placer y que cobren poco. Necesito sexo de calidad a buen precio, inclusive que se dediquen a ello por unas copas, droga y una buena cama. Por supuesto todo de mi mano, nada de mano de los hombres de negocio que atraeran como mosdas. ¿Por qué? Quiero almas podridas, negras como petróleo, y que caigan a los infiernos alimentando nuestro poder y dándonos energía. Tú tendrás tu parte de ese poder, de esa energía y te alimentarás aquí de cualquier imbécil que quieras, sea hombre o mujer.
Mi tono de voz estaba diseñado para ser atrayente, todo mientras el lugar rezumaba sexo y desenfreno. Muchos con los ojos rojos por culpa de las drogas, viendo quizás seres que no existían, mientras sentían los besos de las mujeres más increíbles y de los hombres más hermosos, más que los mismos ángeles.
-Tengo negocios en todo el mundo, esto se haría a gran escala y por supuesto podrías hacer en mis locales tus tratos. Es una colaboración, tú ganas y yo también. No hay letra pequeña.
Reí chasqueando los dedos ofreciéndole hombres y mujeres sumamente atractivos, deseosos de estar con una clienta tan especial.
-Contempla lo que puedo ofrecerte, sus cuerpos perfectos y sus atenciones para ti y para tus negocios. Cualquiera de aquí hará lo que tú quieras, mientras tengamos beneficios y no dañes la mercancía.
Entonces gesticulé para que se fueran y se marcharan con los clientes que atendían. Después me coloqué tras ella tomándola por la cintura, acariciando su vientre mientras mis labios se pegaban a su cuello.
-Sé de ti más que tu propia sombra, sé que amas destrozar a los más inocentes y puedo ofrecerte un orfanato al completo para que juegues con el destino de cada uno de ellos. Enfermedades, mala suerte o convertirlos en los despojados enfermos sexuales que ves ante ti. Puedo darte niños para que manipules su destino, sus vidas, como obsequio.
Sabía que aquello incluso podía excitarla, igual que a una mujer un anillo de diamantes. Mis manos se pegaron a su busto apretándolo con lascivia, mientras la punta de mi lengua jugaba sobre su cuello y olfateaba sus cabellos que no olían al humo y decadencia de aquel lugar, sino a mi amado infierno.
-¿Tentador? ¿Excitante quizás? ¿No crees que es una buena propuesta y un genial obsequio? Sé lo que desean todos, sé lo que necesitas y estoy seguro que estás húmeda de sólo pensar en tus juegos sucios. ¿Y tú me llamas cruel? Todos somos crueles, todos podemos sufrir orgasmos con sólo sentir la crueldad bailando a nuestro lado.
Me aparté de ella caminando esta vez a su lado, rebasándola mientras mis pasos algo toscos pero elegantes iban hacia el pasillo. Si ella me quería seguir para bajar el calor de su vagina, estaría más que satisfecho a mostrarle que ser dominada por una noche podía ser placentero, y si no podía quedarse allí pensando el aceptar o no mi propuesta. No necesitaba una respuesta inmediata, aunque me gustaba que fueran eficientes y rápidos.
Invitado- Invitado
Re: El placer de los infiernos + 18
Suspire levemente con lo que dijo, luego comenzó a hablar de sus negocios de lo que quería hacer y lo que quería que yo hiciera. Vi a aquellos hombres y mujeres cerca nuestro, sonreí levemente acariciando la mejilla de una chica, antes de que se fuera.
Cerré los ojos cuando se puso tras de mi comenzando a susurrar aquellas cosas tan bellas que poco a poco me excitaban, apoyando la cabeza en su hombro aun con los ojos cerrados. No decía nada, solo estaba atenta a sus palabras. Era algo que siempre había hecho pero al lado de Lilith. Cuando se separó reaccioné y fui detrás de él.
Trato hecho, pero solo con la condición de que no metas a Lilith en tus negocios, la odio y como se vuelva a cruzar en mi camino soy capaz de matarla. Solo busca desesperada el semen derramado por hombres, los niños son cosa mía. Solo piensa en parir y parir - siempre la había odiado por ser mas famosa que yo. Ya iba siendo hora de que se hablara mas de mi.
Me pegue a su espalda, comenzando a bajar mis humos, me había excitado con aquellas palabras y ahora estaba deseosa de que me domara al menos por aquella noche, ninguna mas.
Cerré los ojos cuando se puso tras de mi comenzando a susurrar aquellas cosas tan bellas que poco a poco me excitaban, apoyando la cabeza en su hombro aun con los ojos cerrados. No decía nada, solo estaba atenta a sus palabras. Era algo que siempre había hecho pero al lado de Lilith. Cuando se separó reaccioné y fui detrás de él.
Trato hecho, pero solo con la condición de que no metas a Lilith en tus negocios, la odio y como se vuelva a cruzar en mi camino soy capaz de matarla. Solo busca desesperada el semen derramado por hombres, los niños son cosa mía. Solo piensa en parir y parir - siempre la había odiado por ser mas famosa que yo. Ya iba siendo hora de que se hablara mas de mi.
Me pegue a su espalda, comenzando a bajar mis humos, me había excitado con aquellas palabras y ahora estaba deseosa de que me domara al menos por aquella noche, ninguna mas.
Invitado- Invitado
Re: El placer de los infiernos + 18
Sentí sus caricias deseosas de ser respondidas con la dominación que tenía conmigo, con el poder que podía ejercer con mi miembro y mis palabras. Mi rostro no cambió de aspecto, ni una mueca de asentimiento o de rechazo. Simplemente me giré contemplándola como si fuera mercancía, aunque una de calidad que me daría lo que quería. Me sentía satisfecho por haber hecho un trato tan suculento.
-Lilith no me interesa, tal vez si me topo con ella le ofrezco un poco de mi esperma en sus labios como hace siglos. Pero ella no es lo que quiero, no es lo que deseo, quiero gente eficiente que comprenda de negocios y ella para mí jamás ha sabido comprender el mundo donde me muevo.
Acaricié sus labios hundiendo uno de mis dedos, para acariciar sus perfectos dientes y acariciar su lengua como si fuera el lomo de un gato. Inspeccionaba la boca que me haría endurecer, que quizás saborearía uno de los manjares que podíamos ofrecer los hombres, nuestro propio placer esparcido por su boca sintiendo mi poder que derrochaba no sólo con mis ojos o mis palabras.
-Hoy serás mi mujerzuela, sellando así conmigo un pacto agradable y suculento.
Murmuré hundiendo mis ojos en ella, sintiendo como su mirada era lasciva y eso era atrayente. Poco a poco comenzamos a bailar a pasos cortos hacia la pared de una de las puertas, la misma que había cerrado dejando a Hella despertar de su estupidez.
-Puedo comprarte el orfanato que está cerca de aquí, todo para ti. Corrómpeles, destroza al que veas inservible y dales vidas miserables, que aprendan que es el dolor para que cuando vuelvan a nosotros sean parte de su ejercito de golfas y maleantes.
Mi dedo seguía acariciando su lengua mientras la otra jugaba entre sus muslos, acariciándolos, para después pellizcar su clítoris bajo su ropa. Estaba húmeda y aquel pequeño punto de placer estaba deseando sentirme dentro, sin darse cuenta había caído en mi encanto personal sin juegos y sin dones ocultos.
-¿No te sientes abrumada?
Pregunté mirándola a los ojos, antes de lamer la punta de su nariz. Saqué el dedo de su boca acariciando sus labios humedeciéndolos. Acerqué mi rostro a ella como lo haría un cazador, un gato contra un pequeño ratón que sabía que iba a morir. Mordí sus jugosos labios, para después hundir mi lengua besándola con gula insaciable.
Tomé una de sus manos con la misma que estuvo jugando con su lengua, para dejarla en mi entrepierna. Estaba flácido aún, necesitaba más que una mujer erótica frente a mí. Quería que me complacieran hasta el más mínimo detalle. Mis ojos verdes se fundían con una mirada clara y poderosa, sin usar mis sutiles trucos como habíamos acordados. Sólo era yo, ella era ella, y aún así ganaba frente a su magnetismo.
-¿No lo notas? Quieres tenerme tan dentro, sentirte tan puta y a la vez señora mientras sabes que te concederé tus mayores deseos.
Esas palabras tan soeces no eran más que la verdad sin decoración fastuosa, sólo simple y llana. Mis dedos pinzados en su vagina, hundiéndose lo poco que dejaba la tela, me demostraban que cada vez ardía más en la necesidad más baja. Iba a ser domada más que aquella estúpida, iba a sentirme por todos sus orificios y de todas las formas posibles hasta bien entrada la mañana. Después, si podía con el peso de su cuerpo, podría irse a cualquier hotel de mi compañía a descansar y disfrutar de todos los lujos.
Abrí la puerta metiéndola de una buena vez, cerrando tras mi espalda para hacer jirones su ropa. Ya crearía otra para ella, inclusive le daría vestidos más suntuosos y minúsculos si así lo quería. Sus pechos botaron leve al sentirse sin opresión alguna, mis dedos se hundieron en su vagina acariciando su clítoris y notando lo húmeda que estaba.
-¿Comprendes ahora porque soy el líder? No me hace falta usar mis ojos para hundirte en la necesidad, ni siquiera demasiadas palabras. Te doy lo que quieres, lo que más anhelas, y también te daré algo que crees no desear... pero que en realidad no es más que algo por lo que prácticamente ruegas.
Mis dedos se movían algo rudos en ella, dándole placer de una forma que ningún otro había hecho. Prácticamente la desmontaba de su trono de dominación para caer frente a mí, prácticamente rezando por ser tocada. La tomé del cuello y la hundí en un beso aún más pasional, más asfixiante, antes de arrojarla a la cama aún desecha por el sexo anterior.
-Tócate para mí, haz que te vea fascinada por tu propio cuerpo.
Susurré aquello deshaciéndome de mi ropa, dejándola acomodada sobre la silla. Mi ropa la cuidaba, aunque podía crear otra, pero me gustaba conservarla porque el aroma del sexo se impregnaba en ella y eso me hacía sentir cómodo, sobretodo si era de mujeres venidas de los propios infiernos.
-¿Por qué no vienes y pruebas lo que tengo de regalo entre mis piernas?
-Lilith no me interesa, tal vez si me topo con ella le ofrezco un poco de mi esperma en sus labios como hace siglos. Pero ella no es lo que quiero, no es lo que deseo, quiero gente eficiente que comprenda de negocios y ella para mí jamás ha sabido comprender el mundo donde me muevo.
Acaricié sus labios hundiendo uno de mis dedos, para acariciar sus perfectos dientes y acariciar su lengua como si fuera el lomo de un gato. Inspeccionaba la boca que me haría endurecer, que quizás saborearía uno de los manjares que podíamos ofrecer los hombres, nuestro propio placer esparcido por su boca sintiendo mi poder que derrochaba no sólo con mis ojos o mis palabras.
-Hoy serás mi mujerzuela, sellando así conmigo un pacto agradable y suculento.
Murmuré hundiendo mis ojos en ella, sintiendo como su mirada era lasciva y eso era atrayente. Poco a poco comenzamos a bailar a pasos cortos hacia la pared de una de las puertas, la misma que había cerrado dejando a Hella despertar de su estupidez.
-Puedo comprarte el orfanato que está cerca de aquí, todo para ti. Corrómpeles, destroza al que veas inservible y dales vidas miserables, que aprendan que es el dolor para que cuando vuelvan a nosotros sean parte de su ejercito de golfas y maleantes.
Mi dedo seguía acariciando su lengua mientras la otra jugaba entre sus muslos, acariciándolos, para después pellizcar su clítoris bajo su ropa. Estaba húmeda y aquel pequeño punto de placer estaba deseando sentirme dentro, sin darse cuenta había caído en mi encanto personal sin juegos y sin dones ocultos.
-¿No te sientes abrumada?
Pregunté mirándola a los ojos, antes de lamer la punta de su nariz. Saqué el dedo de su boca acariciando sus labios humedeciéndolos. Acerqué mi rostro a ella como lo haría un cazador, un gato contra un pequeño ratón que sabía que iba a morir. Mordí sus jugosos labios, para después hundir mi lengua besándola con gula insaciable.
Tomé una de sus manos con la misma que estuvo jugando con su lengua, para dejarla en mi entrepierna. Estaba flácido aún, necesitaba más que una mujer erótica frente a mí. Quería que me complacieran hasta el más mínimo detalle. Mis ojos verdes se fundían con una mirada clara y poderosa, sin usar mis sutiles trucos como habíamos acordados. Sólo era yo, ella era ella, y aún así ganaba frente a su magnetismo.
-¿No lo notas? Quieres tenerme tan dentro, sentirte tan puta y a la vez señora mientras sabes que te concederé tus mayores deseos.
Esas palabras tan soeces no eran más que la verdad sin decoración fastuosa, sólo simple y llana. Mis dedos pinzados en su vagina, hundiéndose lo poco que dejaba la tela, me demostraban que cada vez ardía más en la necesidad más baja. Iba a ser domada más que aquella estúpida, iba a sentirme por todos sus orificios y de todas las formas posibles hasta bien entrada la mañana. Después, si podía con el peso de su cuerpo, podría irse a cualquier hotel de mi compañía a descansar y disfrutar de todos los lujos.
Abrí la puerta metiéndola de una buena vez, cerrando tras mi espalda para hacer jirones su ropa. Ya crearía otra para ella, inclusive le daría vestidos más suntuosos y minúsculos si así lo quería. Sus pechos botaron leve al sentirse sin opresión alguna, mis dedos se hundieron en su vagina acariciando su clítoris y notando lo húmeda que estaba.
-¿Comprendes ahora porque soy el líder? No me hace falta usar mis ojos para hundirte en la necesidad, ni siquiera demasiadas palabras. Te doy lo que quieres, lo que más anhelas, y también te daré algo que crees no desear... pero que en realidad no es más que algo por lo que prácticamente ruegas.
Mis dedos se movían algo rudos en ella, dándole placer de una forma que ningún otro había hecho. Prácticamente la desmontaba de su trono de dominación para caer frente a mí, prácticamente rezando por ser tocada. La tomé del cuello y la hundí en un beso aún más pasional, más asfixiante, antes de arrojarla a la cama aún desecha por el sexo anterior.
-Tócate para mí, haz que te vea fascinada por tu propio cuerpo.
Susurré aquello deshaciéndome de mi ropa, dejándola acomodada sobre la silla. Mi ropa la cuidaba, aunque podía crear otra, pero me gustaba conservarla porque el aroma del sexo se impregnaba en ella y eso me hacía sentir cómodo, sobretodo si era de mujeres venidas de los propios infiernos.
-¿Por qué no vienes y pruebas lo que tengo de regalo entre mis piernas?
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Re: El placer de los infiernos + 18
Deje que metiera un dedo en mi boca sin dejar de mirarle, notando su otra mano jugar en mi entrepierna haciendo que jadeara y cerrara los ojos de vez en cuando. Escuchado lo que decía de Lilith hizo que me alegrara demasiado.
Al llegar a la habitación me dejó caer en la cama sin ropa alguna, los niños eran míos, de ellos solo me encargaba yo y nadie mas, siempre había evitado que Lilith tocara a los recién nacidos enviándola siempre a por mas semen para ella y sus engendros.
Comencé a tocarme cuando me lo dijo viendo como se iba desvistiendo delicadamente, cosa que me hizo gracia. Me senté en la cama cuando se quedó desnudo y fui hacia donde estaba arrodillándome delante de él y comencé a masturbarlo poco a poco combinando con lamidas por su capullo.
Samael siempre me había dejado ir a mi antojo, decía que mis negocios eran míos y que tendría que tomar consecuencias si salía mal, ni le importaba que terminara por matar a Lilith algún día aunque ella también fuera su pareja. Él siempre tenía ojos para mi. Mire a mi nuevo amante aunque fuera solo por hoy sin dejar de lamer, ahora metiendo y sacando su media dureza de mi boca mientras succionaba de vez en cuando sus huevos notando como chorreaba mis bajos.
Al llegar a la habitación me dejó caer en la cama sin ropa alguna, los niños eran míos, de ellos solo me encargaba yo y nadie mas, siempre había evitado que Lilith tocara a los recién nacidos enviándola siempre a por mas semen para ella y sus engendros.
Comencé a tocarme cuando me lo dijo viendo como se iba desvistiendo delicadamente, cosa que me hizo gracia. Me senté en la cama cuando se quedó desnudo y fui hacia donde estaba arrodillándome delante de él y comencé a masturbarlo poco a poco combinando con lamidas por su capullo.
Samael siempre me había dejado ir a mi antojo, decía que mis negocios eran míos y que tendría que tomar consecuencias si salía mal, ni le importaba que terminara por matar a Lilith algún día aunque ella también fuera su pareja. Él siempre tenía ojos para mi. Mire a mi nuevo amante aunque fuera solo por hoy sin dejar de lamer, ahora metiendo y sacando su media dureza de mi boca mientras succionaba de vez en cuando sus huevos notando como chorreaba mis bajos.
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Re: El placer de los infiernos + 18
Necesitaba saber a quién me enfrentaba, sobretodo por sus actos en la cama. Podía calificar a todos aquellos con los que había tenido relaciones, eran de clases distintas las furcias y las mujeres experimentadas aunque ambas tenían una habilidad extraordinaria para las succiones. Coloqué una de mis manos sobre su cabeza, igual que si fuera un animal perdido y yo su pastor, el gesto típico de un Mesías ante sus pecadores a punto de aceptar la comunión. Reí bajo por esa imagen que me ofrecía, parecía una jovencita encantada de tener un nuevo amante al cual complacer.
-No es justo que tengas que compartir ¿no es así?
Murmuré intentando buscar en ella la frustración necesaria hacia su pareja. Detestaba a todo aquel que caía en convencionalismos absurdos, lo mejor era ser libre y disfrutar del sexo con cuantos se pudiera.
-Deberías ser libre y gozar de todos los placeres que te ofrece este lugar.
Dije aquello apartando sus manos de mi cuerpo, para a continuación tomarla de ambos lados de su cabeza evitando cualquier movimiento de esta. Mis caderas comenzaron a moverse para llevar la fricción deseada. Primero un movimiento lento, intentando endurecer mi miembro que a penas despertaba, para después hacerlo de forma más rápida hasta que mis testículos golpeaban su mentón y la base de mi miembro llegaba a sus labios. Sabía de sobra que mi miembro, así como todo mi cuerpo, era excesivamente grande, sin embargo no me importaba arremeter contra ellas de esa forma.
-Siente a un demonio de verdad, querida.
Gruñí aquello tras alejarla de mi falo tirándola al suelo para entrar entre sus piernas, no sin antes acariciar la piel suave de sus muslos con mis manos enormes. Era pequeña comparada conmigo, una criatura que iba a ser mía y domesticada a mi forma. Dejaría en ella mi marca, como en todas mis amantes, porque mi ego era demasiado grande como para ser contenido en acciones de negocio.
Mordí el lado izquierdo de su cuello mientras arremetía contra su cuerpo. Mis caderas se movían rápidas y desenfrenadas. Parecía un animal salvaje, una bestia que destrozaba todo sin preocupaciones y en realidad no me preocupaba ella, sólo quería satisfacerme y llenar de esa forma un nuevo hueco de mi amor propio.
-No es justo que tengas que compartir ¿no es así?
Murmuré intentando buscar en ella la frustración necesaria hacia su pareja. Detestaba a todo aquel que caía en convencionalismos absurdos, lo mejor era ser libre y disfrutar del sexo con cuantos se pudiera.
-Deberías ser libre y gozar de todos los placeres que te ofrece este lugar.
Dije aquello apartando sus manos de mi cuerpo, para a continuación tomarla de ambos lados de su cabeza evitando cualquier movimiento de esta. Mis caderas comenzaron a moverse para llevar la fricción deseada. Primero un movimiento lento, intentando endurecer mi miembro que a penas despertaba, para después hacerlo de forma más rápida hasta que mis testículos golpeaban su mentón y la base de mi miembro llegaba a sus labios. Sabía de sobra que mi miembro, así como todo mi cuerpo, era excesivamente grande, sin embargo no me importaba arremeter contra ellas de esa forma.
-Siente a un demonio de verdad, querida.
Gruñí aquello tras alejarla de mi falo tirándola al suelo para entrar entre sus piernas, no sin antes acariciar la piel suave de sus muslos con mis manos enormes. Era pequeña comparada conmigo, una criatura que iba a ser mía y domesticada a mi forma. Dejaría en ella mi marca, como en todas mis amantes, porque mi ego era demasiado grande como para ser contenido en acciones de negocio.
Mordí el lado izquierdo de su cuello mientras arremetía contra su cuerpo. Mis caderas se movían rápidas y desenfrenadas. Parecía un animal salvaje, una bestia que destrozaba todo sin preocupaciones y en realidad no me preocupaba ella, sólo quería satisfacerme y llenar de esa forma un nuevo hueco de mi amor propio.
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Re: El placer de los infiernos + 18
Sus palabras hicieron que le mirara con furia, viendo ahora que me apartaba de su cuerpo quedando tendida en la alfombra.
Samael siempre a dejado que hiciera lo que me diera la gana - respondí sintiendo como aquel descomunal miembro entraba en mi haciendo que arqueara la espalda haciendo que soltara un gemido de placer.
Note como me mordía mi cuello haciéndome marca en este, haciendo que yo fuera de su propiedad, gemí de nuevo jadeando leve y moviendo ahora mi cadera contra la suya.
Él esta ausente así que, que importa ahora? -gruñí soltando otro gemido agarrando la alfombra como podía sin dejar de jadear ni de gemir.
Samael siempre a dejado que hiciera lo que me diera la gana - respondí sintiendo como aquel descomunal miembro entraba en mi haciendo que arqueara la espalda haciendo que soltara un gemido de placer.
Note como me mordía mi cuello haciéndome marca en este, haciendo que yo fuera de su propiedad, gemí de nuevo jadeando leve y moviendo ahora mi cadera contra la suya.
Él esta ausente así que, que importa ahora? -gruñí soltando otro gemido agarrando la alfombra como podía sin dejar de jadear ni de gemir.
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Re: El placer de los infiernos + 18
La furia que emitían sus acciones y sus palabras simplemente generaba una sensación en mí de placer, él no estaba a su lado y yo podía desear a la mujer de otro. No me interesaba Naamah para otra ocasión, si ocurría no diría que no y si no sucedía tenía cientos de mujeres, y hombres, que estaban deseando sentir mi miembro dentro de sus entrañas.
Fornicaba con dos, tres, cuatro e incluso cinco parejas en un día. En ocasiones, montaba fiestas con más de diez o doce mujeres, las cuales me hacían gozar mostrándose tentadoras entre ellas y regalándome caricias lascivas. Sin embargo, no todas eran demonios o ángeles caídos, aunque cada vez más tenía mayores opciones de conseguirlas y eso me hacía sentir más satisfecho. Los vampiros, lycan y humanos no eran razas complacientes, aunque algunos poseían una belleza destacable.
-Entonces, gime y goza.
A partir de aquel momento me mantuve en silencio, lo único que podía escucharse de mí era la respiración agitada. Mis manos recorrían su cuerpo desde sus caderas hasta sus costados, mi boca se deslizaba jadeante sobre sus pechos succionándolos, mordiéndolos y lamiéndolos. Ella iba a disfrutar de aquel momento recordándolo de una forma especial, como muchos de mis amantes. Me aparté saliendo de ella con mi miembro palpitante, la veía hundida en el placer.
Tomé su cuerpo como si tuviera el peso de una hoja de papel, lo hice para llevara a la orilla de la cama arrojándola. Dejé sus piernas en el suelo, mientras sus pechos acariciaban las sábanas revueltas. Fui hacia mi pantalón tomando el cinturón para atar sus manos, no quería ni un rasguño en mi cuerpo aunque cicatrizara de forma rápida. Para evitar que sus uñas se aferraran a mí, así como para dominar de forma más plausible, la dejé atada y abierta de piernas mostrándome su vagina húmeda y caliente.
Entré entre sus piernas, rasgando su vagina y notando como todos sus músculos se tensaban. No necesitaba ver su rostro colmado de placer, ni siquiera sentir su respiración en mi cuello, lo único que necesitaba era un agujero cálido, húmero y que se cerrara entorno a mi falo. Agarré la correa jalando de sus brazos, estirándolos sobre la cama mientras con la otra mano levantaba sus caderas para que me diera mayor placer.
-Eres mi zorra, ¿lo notas? Una mujerzuela más que no puede evitar gemir para mí.
El movimiento de la cama, el cabezal golpeando contra la pared, el sonido de mis testículos golpeando su cuerpo y el roce de la correa era una música que me complacía y que se mezclaba con sus gemidos. Yo sin embargo, no emitía sonido alguno salvo una respiración pesada contra su oído y leves gemidos.
Fornicaba con dos, tres, cuatro e incluso cinco parejas en un día. En ocasiones, montaba fiestas con más de diez o doce mujeres, las cuales me hacían gozar mostrándose tentadoras entre ellas y regalándome caricias lascivas. Sin embargo, no todas eran demonios o ángeles caídos, aunque cada vez más tenía mayores opciones de conseguirlas y eso me hacía sentir más satisfecho. Los vampiros, lycan y humanos no eran razas complacientes, aunque algunos poseían una belleza destacable.
-Entonces, gime y goza.
A partir de aquel momento me mantuve en silencio, lo único que podía escucharse de mí era la respiración agitada. Mis manos recorrían su cuerpo desde sus caderas hasta sus costados, mi boca se deslizaba jadeante sobre sus pechos succionándolos, mordiéndolos y lamiéndolos. Ella iba a disfrutar de aquel momento recordándolo de una forma especial, como muchos de mis amantes. Me aparté saliendo de ella con mi miembro palpitante, la veía hundida en el placer.
Tomé su cuerpo como si tuviera el peso de una hoja de papel, lo hice para llevara a la orilla de la cama arrojándola. Dejé sus piernas en el suelo, mientras sus pechos acariciaban las sábanas revueltas. Fui hacia mi pantalón tomando el cinturón para atar sus manos, no quería ni un rasguño en mi cuerpo aunque cicatrizara de forma rápida. Para evitar que sus uñas se aferraran a mí, así como para dominar de forma más plausible, la dejé atada y abierta de piernas mostrándome su vagina húmeda y caliente.
Entré entre sus piernas, rasgando su vagina y notando como todos sus músculos se tensaban. No necesitaba ver su rostro colmado de placer, ni siquiera sentir su respiración en mi cuello, lo único que necesitaba era un agujero cálido, húmero y que se cerrara entorno a mi falo. Agarré la correa jalando de sus brazos, estirándolos sobre la cama mientras con la otra mano levantaba sus caderas para que me diera mayor placer.
-Eres mi zorra, ¿lo notas? Una mujerzuela más que no puede evitar gemir para mí.
El movimiento de la cama, el cabezal golpeando contra la pared, el sonido de mis testículos golpeando su cuerpo y el roce de la correa era una música que me complacía y que se mezclaba con sus gemidos. Yo sin embargo, no emitía sonido alguno salvo una respiración pesada contra su oído y leves gemidos.
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Re: El placer de los infiernos + 18
Sonreí vagamente cuando dijo que gimiera y gozara, eso lo tenía ya por asegurado. Hacia tiempo que nadie me daba tanto placer, perdí la cuenta.
Note que me levantaba de mi lugar dejando mi cuerpo en la cama, gruñí leve cuando vi que me ataba las manos, pero un trato era un trato por lo que volví a cerrar los ojos notando como entraba y salía de mi cuerpo.
Aumente los gemidos sin darme cuenta, cada vez eran mas altos, temblando por todo aquel placer que recorría mi cuerpo, echaba de menos acostarme con un demonio, los humanos comenzaban a aburrirme un poco, así que disfrutaría de aquel momento. Y pronto vino mi primer orgasmo haciendo que mis músculos vaginales se contrajeran y luego se movieran como si tuviera espasmos haciendo que gimiera arqueando la espalda con los ojos abiertos.
Note que me levantaba de mi lugar dejando mi cuerpo en la cama, gruñí leve cuando vi que me ataba las manos, pero un trato era un trato por lo que volví a cerrar los ojos notando como entraba y salía de mi cuerpo.
Aumente los gemidos sin darme cuenta, cada vez eran mas altos, temblando por todo aquel placer que recorría mi cuerpo, echaba de menos acostarme con un demonio, los humanos comenzaban a aburrirme un poco, así que disfrutaría de aquel momento. Y pronto vino mi primer orgasmo haciendo que mis músculos vaginales se contrajeran y luego se movieran como si tuviera espasmos haciendo que gimiera arqueando la espalda con los ojos abiertos.
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Re: El placer de los infiernos + 18
Estaba especialmente sensible, podía notar como no podía dejar de gemir bajo mi cuerpo y de retorcerse como si fuera una serpiente. Una mujer insatisfecha que estaba saciándose contigo por primera vez en mucho tiempo. Su vagina me engullía como si no tuviera fondo, mis movimientos cada vez eran más rápidos y profundos. Gritaba de forma desgarradora dándome un placer increíble, así como una satisfacción que no podía ocultar. Gruñí al notar como estrangulaba mi falo, palpitante aún.
-¿Ya? O no follas desde hace meses o tus amantes son basura.
Para que yo derramara mi esperma en ella aún quedaba demasiado tiempo, ella aún debía darme más placer que un simple polvo rápido. Seguí penetándola sin contemplaciones, no me importaba si estaba cansada o si me deseaba aún más. Yo sólo quería tener placer, quien importaba allí y quien debía celebrar su triunfo era yo.
Me quedé parado dentro de ella, como si el tiempo se hubiera detenido, y acaricié su espalda con la yema de mis dedos, la izquierda, jugando sobre su columna vertebral para luego golpear sus nalgas moviéndome de forma brusca. Aquel cambio de ritmo me hizo gruñir como si surgiera por primera vez desde las profundidades del infierno tras un largo letargo. Jadeé abriendo los ojos contemplándola, deseándola por culpa de la humedad de su vagina y el calor tan dulce que parecía no cesar.
El aroma a sexo llenaba la habitación, el sudor de un demonio era diferente al de un humano, mucho más intenso, y sucedía lo mismo con el aroma a sexo. La fragancia de aquella mujerzuela que poseía entre mis brazos, hundiéndome entre sus piernas, era muy delicioso y me recordaba mis mejores amantes. Era la princesa de la prostitución, la puta mayor, y estaba en mi cama desecha en gemidos y llegando a orgasmos que parecían romperla por la mitad.
Salí de ella recostándola en la cama dejándola de lado, para después alzar una de sus piernas colocándola sobre mis hombros. Contemplé su rostro acalorado, así como sus pezones duros deseando ser mordidos y succionados. Reí a carcajadas entrando de nuevo en ella hundiéndome en aquel orificio que ya estaba acostumbrado a mí. Era una postura incómoda para ella, porque quedaba recostada de lado y ya no podía aferrarse ni siquiera al colchón, pero para mí era placentera.
-¿Ya? O no follas desde hace meses o tus amantes son basura.
Para que yo derramara mi esperma en ella aún quedaba demasiado tiempo, ella aún debía darme más placer que un simple polvo rápido. Seguí penetándola sin contemplaciones, no me importaba si estaba cansada o si me deseaba aún más. Yo sólo quería tener placer, quien importaba allí y quien debía celebrar su triunfo era yo.
Me quedé parado dentro de ella, como si el tiempo se hubiera detenido, y acaricié su espalda con la yema de mis dedos, la izquierda, jugando sobre su columna vertebral para luego golpear sus nalgas moviéndome de forma brusca. Aquel cambio de ritmo me hizo gruñir como si surgiera por primera vez desde las profundidades del infierno tras un largo letargo. Jadeé abriendo los ojos contemplándola, deseándola por culpa de la humedad de su vagina y el calor tan dulce que parecía no cesar.
El aroma a sexo llenaba la habitación, el sudor de un demonio era diferente al de un humano, mucho más intenso, y sucedía lo mismo con el aroma a sexo. La fragancia de aquella mujerzuela que poseía entre mis brazos, hundiéndome entre sus piernas, era muy delicioso y me recordaba mis mejores amantes. Era la princesa de la prostitución, la puta mayor, y estaba en mi cama desecha en gemidos y llegando a orgasmos que parecían romperla por la mitad.
Salí de ella recostándola en la cama dejándola de lado, para después alzar una de sus piernas colocándola sobre mis hombros. Contemplé su rostro acalorado, así como sus pezones duros deseando ser mordidos y succionados. Reí a carcajadas entrando de nuevo en ella hundiéndome en aquel orificio que ya estaba acostumbrado a mí. Era una postura incómoda para ella, porque quedaba recostada de lado y ya no podía aferrarse ni siquiera al colchón, pero para mí era placentera.
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Re: El placer de los infiernos + 18
Gruñí cuando dijo aquello, la verdad es que casi eran las dos cosas la que habían hecho que llegara mi primer orgasmo. Sabía que él no iba a parar, y yo no quería que lo hiciera.
Sus embestidas casa vez se me hacían mas deliciosas, no dejaba de gemir alto, retorciendo mi cuerpo bajo el suyo, notando que ambos estábamos sudando, la habitación tenia nuestro aroma, haciendo que deseara que siguiera aun con aquello.
Note como me giraba y levantaba una pierna mía dejándola en su hombro, solté un seco gruñido con los ojos abiertos, pero pronto volvió a arremeter contra mi haciendo que volviera a gemir jadeando cada vez mas seguido, sentía como se escurrían mis jugos por mis muslos, a causa de los orgasmos seguidos que tenía. Me alimentaba de aquella energía suya que no dejaba de darme, por lo que casi ni me cansaba, aunque parecía que él también me la cogiera a mi.
Sus embestidas casa vez se me hacían mas deliciosas, no dejaba de gemir alto, retorciendo mi cuerpo bajo el suyo, notando que ambos estábamos sudando, la habitación tenia nuestro aroma, haciendo que deseara que siguiera aun con aquello.
Note como me giraba y levantaba una pierna mía dejándola en su hombro, solté un seco gruñido con los ojos abiertos, pero pronto volvió a arremeter contra mi haciendo que volviera a gemir jadeando cada vez mas seguido, sentía como se escurrían mis jugos por mis muslos, a causa de los orgasmos seguidos que tenía. Me alimentaba de aquella energía suya que no dejaba de darme, por lo que casi ni me cansaba, aunque parecía que él también me la cogiera a mi.
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Re: El placer de los infiernos + 18
Naamah era la princesa de la prostitución, la encargada de hacer pecar a las mujeres y desear que el sexo llegara a sus vidas corrompiendo sus almas, destrozando sus cuerpos y borrando su orgullo. Su poder residía en anularlas como seres racionales, para convertirlas en desechos sociales que acababan siempre en el arrollo. Sin embargo, ella parecía no haber probado sexo desde hacía meses. Notaba como deseaba captar energía de mi alma, pero por supuesto yo la tomaba de la suya. No era sólo sexo, era un acto frenético en el cual nos ofrecíamos como víctimas y a la vez éramos verdugos.
Percibía su deseo frenético, sus caderas se movían a un ritmo erótico muy sensual y sus gemidos parecían el canto de un ángel. Podía ver en ella reflejado a una mujer insatisfecha con su esposo buscando un amante que la hiciera sentir viva. Aquel amante de ocasión era yo mismo, el cual despertaba el volcán que poseía su cuerpo y su alma. Quería que volviera a ser la mujer lujuriosa, lasciva y entregada de la cual había oído hablar en numerosas ocasiones.
Mis intereses en ella eran económicos, no hacía aquello por caridad. Cuanto más deseosa y desenfrenada estuviera más lo estarían sus chicas, por ello le había ofrecido el trato. Podría tener demonios a su alcance, aunque todos inferiores a mí, y gozar en mis instalaciones mientras sus mujeres y hombres atraían al resto de incautos. Mi mundo era su mundo, un trato era un trato.
Deslicé una de mis manos sobre su vientre, camino a sus pechos. Apreté uno de ellos entre mis manos, agarrándolo con rabia, mientras arremetía de una forma más violenta. El cabezal de la cama rebotaba produciendo un enorme estruendo, mientras los muelles chillaban junto a ella. No sólo golpeaba su punto de placer, también le ofrecía el ritmo que tanto rogaba con sus ojos llenos de lascivia.
-Admítelo, soy incluso mejor que tu esposo.
Tiré de la correa levantándola de la cama para arrojarla con las piernas abiertas, entré en ella mirándola como lo haría un depredador. Sabía que no podía responder porque los gemidos no dejaban de salir de entre sus labios, aunque más bien eran gritos llenos de deseo. Sus ojos estaban entreabiertos intentando esquivar los míos, los cuales se clavaban en ella dominándola y hundiéndola en los infiernos de aquel colchón. Sacaba su energía y se la devolvía, eso prolongaba sus orgasmos consecutivos prácticamente y también un leve estado que la mantenía aturdida.
Salí de ella quedándome de rodillas en la cama, mi miembro estaba hinchado y palpitaba. Las venas de mi falo parecían extrangularlo y sonreí con cierta malicia. Decidí tomarla del cuello, levantándola del colchón donde intentaba recobrar el aliento y la cordura, para introducir mi capullo entre sus labios, hundiendo el resto de mi miembro en su boca y regalándole el esperma que tan bien se había merecido.
-Goza, puta. Porque es esto lo que andabas buscando, necesitando y prácticamente rogando.
Percibía su deseo frenético, sus caderas se movían a un ritmo erótico muy sensual y sus gemidos parecían el canto de un ángel. Podía ver en ella reflejado a una mujer insatisfecha con su esposo buscando un amante que la hiciera sentir viva. Aquel amante de ocasión era yo mismo, el cual despertaba el volcán que poseía su cuerpo y su alma. Quería que volviera a ser la mujer lujuriosa, lasciva y entregada de la cual había oído hablar en numerosas ocasiones.
Mis intereses en ella eran económicos, no hacía aquello por caridad. Cuanto más deseosa y desenfrenada estuviera más lo estarían sus chicas, por ello le había ofrecido el trato. Podría tener demonios a su alcance, aunque todos inferiores a mí, y gozar en mis instalaciones mientras sus mujeres y hombres atraían al resto de incautos. Mi mundo era su mundo, un trato era un trato.
Deslicé una de mis manos sobre su vientre, camino a sus pechos. Apreté uno de ellos entre mis manos, agarrándolo con rabia, mientras arremetía de una forma más violenta. El cabezal de la cama rebotaba produciendo un enorme estruendo, mientras los muelles chillaban junto a ella. No sólo golpeaba su punto de placer, también le ofrecía el ritmo que tanto rogaba con sus ojos llenos de lascivia.
-Admítelo, soy incluso mejor que tu esposo.
Tiré de la correa levantándola de la cama para arrojarla con las piernas abiertas, entré en ella mirándola como lo haría un depredador. Sabía que no podía responder porque los gemidos no dejaban de salir de entre sus labios, aunque más bien eran gritos llenos de deseo. Sus ojos estaban entreabiertos intentando esquivar los míos, los cuales se clavaban en ella dominándola y hundiéndola en los infiernos de aquel colchón. Sacaba su energía y se la devolvía, eso prolongaba sus orgasmos consecutivos prácticamente y también un leve estado que la mantenía aturdida.
Salí de ella quedándome de rodillas en la cama, mi miembro estaba hinchado y palpitaba. Las venas de mi falo parecían extrangularlo y sonreí con cierta malicia. Decidí tomarla del cuello, levantándola del colchón donde intentaba recobrar el aliento y la cordura, para introducir mi capullo entre sus labios, hundiendo el resto de mi miembro en su boca y regalándole el esperma que tan bien se había merecido.
-Goza, puta. Porque es esto lo que andabas buscando, necesitando y prácticamente rogando.
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Re: El placer de los infiernos + 18
Aquello si era el infierno, cuando no hacía mas que fornicar con Samael mientras Lilith seguía distraída con el semen de los humanos. Sentía las sacudidas que daba en mi cuerpo, en el colchón y en el cabezal de la cama, gimiendo sin parar, algo cansada de toda aquella movida.
Con aquel sexo desenfrenado volvía a ser la que era, hacía varios siglos, antes de que me encerraran, antes de que desapareciera Samael. Ahora podría hacer bien mis negocios con las chicas, corromper a niños, provocar el infierno en sus vidas y un poco de epilepsia.
Abrí los ojos cuando me cogió del cuello, viendo como metía su miembro palpitante en mi boca succionando este para sacar todo aquel rico jugo suyo, deje que llenara mi boca y luego cerré los ojos comenzando a tragar saboreando y disfrutando. Me limpie la boca y luego le mire sonriendo.
Gracias - recupere mi aliento y la capacidad de mover las piernas, encontré un baño y me metí para ducharme sin decirle nada mas. Aquel negocio había terminado, esperaba que me crease ropa y así poder irme a hacer mis cosas.
Con aquel sexo desenfrenado volvía a ser la que era, hacía varios siglos, antes de que me encerraran, antes de que desapareciera Samael. Ahora podría hacer bien mis negocios con las chicas, corromper a niños, provocar el infierno en sus vidas y un poco de epilepsia.
Abrí los ojos cuando me cogió del cuello, viendo como metía su miembro palpitante en mi boca succionando este para sacar todo aquel rico jugo suyo, deje que llenara mi boca y luego cerré los ojos comenzando a tragar saboreando y disfrutando. Me limpie la boca y luego le mire sonriendo.
Gracias - recupere mi aliento y la capacidad de mover las piernas, encontré un baño y me metí para ducharme sin decirle nada mas. Aquel negocio había terminado, esperaba que me crease ropa y así poder irme a hacer mis cosas.
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Re: El placer de los infiernos + 18
El trato había quedado sellado y ambos habíamos acabado ampliamente satisfechos. El sexo era la mejor rubrica que podía existir entre demonios y ángeles caídos, era el sello de un pacto que quedaba marcado con una relación menos tensa y a la vez formal. Para mí era la moneda de cambio en muchas ocasiones, así como mi modo de alimentarme de la energía humana y de corromper a cualquier ser que se posara frente a mis narices.
Agradecí su profesionalidad al desaparecer de mi vista. Detestaba que se pegaran a mí tras fornicar, ya que no era más que una forma de encontrar el camino a la perdición que tanto amaba y no un lazo extremadamente vinculante, patético y asfixiante. No existía el amor en mi mundo, sólo conocía el desenfreno. Por ello me gustaban las orgías donde podía copular con cualquier invitado sin tener soportar sus quebrantos.
Creé para ella un vestido rojo pasión, como sus cabellos y su alma. Era algo escotado, pero debido al tipo de ser que era quedaba perfecto para generar tentación, delirio y necesidad. No sólo generé un vestido, también sus complementos como señal de demostración hacia un aliado generoso. Compartiría con ella mis beneficios y ella su poder, era un trato.
Tomé la ropa que se hallaba en la silla, para colocarla con cuidado y cierta elegancia. Era un Duque infernal, un Lord, el señor de una basta extensión de tierras infernales y un rey ante los hombres. Sin duda era uno de los presidentes del Infierno, uno de los líderes más poderosos y orgullosos de su maldad. Exhibía ante todos un aspecto impresionante, sin importar la posición que estos tuvieran. Quería ser poderoso frente a todos e incluso frente a mí mismo.
Salí de la habitación rumbo a la sala inferior, allí tomé a un par de mujeres para seguir mis juegos en uno de los edificios cercanos. Era una torre gigantesca de hormigón, hierro, cristal y cemento que se alzaba imponente ante una ciudad prácticamente destrozada por el paso de una guerra y las viejas rencillas que desmoronaban lo poco que se construía. Si bien, los edificios de demonios y seres poderosos siempre estaban alzados, impresionantes y hermosos. Me gustaba la ostentación de mis riquezas, pero sabía guardar en ella la elegancia de la cual muchos carecían.
Agradecí su profesionalidad al desaparecer de mi vista. Detestaba que se pegaran a mí tras fornicar, ya que no era más que una forma de encontrar el camino a la perdición que tanto amaba y no un lazo extremadamente vinculante, patético y asfixiante. No existía el amor en mi mundo, sólo conocía el desenfreno. Por ello me gustaban las orgías donde podía copular con cualquier invitado sin tener soportar sus quebrantos.
Creé para ella un vestido rojo pasión, como sus cabellos y su alma. Era algo escotado, pero debido al tipo de ser que era quedaba perfecto para generar tentación, delirio y necesidad. No sólo generé un vestido, también sus complementos como señal de demostración hacia un aliado generoso. Compartiría con ella mis beneficios y ella su poder, era un trato.
Tomé la ropa que se hallaba en la silla, para colocarla con cuidado y cierta elegancia. Era un Duque infernal, un Lord, el señor de una basta extensión de tierras infernales y un rey ante los hombres. Sin duda era uno de los presidentes del Infierno, uno de los líderes más poderosos y orgullosos de su maldad. Exhibía ante todos un aspecto impresionante, sin importar la posición que estos tuvieran. Quería ser poderoso frente a todos e incluso frente a mí mismo.
Salí de la habitación rumbo a la sala inferior, allí tomé a un par de mujeres para seguir mis juegos en uno de los edificios cercanos. Era una torre gigantesca de hormigón, hierro, cristal y cemento que se alzaba imponente ante una ciudad prácticamente destrozada por el paso de una guerra y las viejas rencillas que desmoronaban lo poco que se construía. Si bien, los edificios de demonios y seres poderosos siempre estaban alzados, impresionantes y hermosos. Me gustaba la ostentación de mis riquezas, pero sabía guardar en ella la elegancia de la cual muchos carecían.
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Re: El placer de los infiernos + 18
Notaba el agua caer por mi cuerpo, enjabone mi cabello y cuerpo, necesitaba cuidar mi aspecto, era lo mas esencial para mi.
Cuando termine me lié en toallas escuchando como se iba, sonreí levemente y salí a la habitación que aun olía a nuestro sexo, vi el vestido rojo que me había dejado con varias joyas. Me sequé bien y me puse aquel vestido suave que me quedaba como un guante, me puse los zapatos rojos, y salí de la habitación poniendo los pendientes en mi oreja.
Baje las escaleras a la zona vip y cogí de una bandeja que llevaba un camarero, un vaso de ron, me quede mirando a las chicas por unos momentos, baje a la otra zona terminando el ron para irme a dar un paseo a buscar chicas que quisieran lujo que podía otorgarles aquel demonio.
--- Cerrado ---
Cuando termine me lié en toallas escuchando como se iba, sonreí levemente y salí a la habitación que aun olía a nuestro sexo, vi el vestido rojo que me había dejado con varias joyas. Me sequé bien y me puse aquel vestido suave que me quedaba como un guante, me puse los zapatos rojos, y salí de la habitación poniendo los pendientes en mi oreja.
Baje las escaleras a la zona vip y cogí de una bandeja que llevaba un camarero, un vaso de ron, me quede mirando a las chicas por unos momentos, baje a la otra zona terminando el ron para irme a dar un paseo a buscar chicas que quisieran lujo que podía otorgarles aquel demonio.
--- Cerrado ---
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