Back in Blood

Me quedé parado frente a él escuchando su petición, y la primera respuesta fue pulsar al fin el ascensor para que fuéramos hacia la parte inferior. Sabía que había hecho mal al demostrar tantas cosas, pero no aquello. Debía hablar con Atsushi, uno de mis guerreros, el cual conocía realmente mi aspecto, para pedirle un gran favor.

-Lo sé.-susurré tomándolo en brazos para entrar en el largo pasillo plagado de puertas, contraseñas y vigilancia. Pocos conocían aquel lugar, sólo los más cercanos, los cuales pedirían morir antes que decir su lugar exacto, las claves y como acceder a la última puerta.

Aún entre sus brazos se agachó un poco para recoger el yukata de D, se lo echó por encima de los hombros y se acurrucó en sus brazos. Se sentió bien cuando le tomó así, no estaba acostumbrado a que le cogieran en brazos. Otro hubiera estado pendiente de por donde iban, otro que tuviera dobles intenciones, e rubio sin embargo estaba ensimismado en el castaño, jugando con uno de los ondulados mechones que le caían por el pecho. Él le interesaba más que los pasillo por donde cogieran o las claves para acceder a esas puertas.

- ¿De veras voy a ser tu consorte? - preguntó al fin, sin atreverse a alzar la vista a él, sentía las mejillas rojas - ¿no te arrepentirás de haber montado tanto escándalo en el ascensor?. - Entonces se acurrucó más en él - a mi me encantará ser tu consorte, aun si soy odiado por muchos, no me importa... estar contigo es un buena recompensa a cambio.

-Sí, pero creo que le diré a uno de mis guerreros que borre de la mente de todos el que soy el líder, que el líder les habló pero que invente que no vieron su rostro ni suena exáctamente como yo. Así como que este aspecto es el de siempre, que no he cambiado.-comenté cargándolo hasta la cama, dejándolo allí acomodado como si fuera un ángel ofrecido de nuevo a los cielos. Maldito idiota, era demasiado atractivo y delicado.-Creo que será lo mejor para nuestra seguridad, por lo demás... creo que habilitaré la habitación contigua a esta, aumentaré su seguridad y tanto tú como Román viviréis aquí. Cat se sentirá menos angustiado, puedo sentir su angustia por las calles de la ciudad... sin tan siquiera concentrarme en él, simplemente lo sé.

Tenía una conexión especial con aquel maldito felino, sus ojos no eran lo único que me expresaba su estado de ánimo, tampoco sus palabras o gestos... toda su esencia, su presencia en las calles, me decía tal y como se sentía.

-¿No has sentido una angustia extraña que no procede de mi ni de ti?-susurré acariciando sus mejillas.-Es él, es un vampiro poderoso angustiado y perdido.

Se dejó acomodar en la cama asintiendo un poco - si, creo que será mejor, no estarás tan expuesto. - Entonces le miró a los ojos, sintiendo sus caricias y concentrandose un poco - ahora que lo dices si - pero no lo siento intensamente, creo que es por mi poder, ejerzo tanta presión involuntaria en el estado de ánimo de los demás que raramente me llega claramente el de ellos, por muy poderosos que sean... Solo el tuyo me llega algo más claramente, seguramente por que te dejo llegar más hondo que al resto.

Entonces alzó una de las manos para acariciarle la barbita con los dedos, rió suave por que raspaba pero no hacía daño - entonces, cuando resintonice los recuerdos de todos, borrará también lo del ascensor?

En parte quería por que no sabía que cara poner cuando volviera a ver a sus compañeros, pero tampoco quería borrarlo por que era algo que le había marcado como especial. Y el quería serlo, quería ser especial para Amaury.

Escuchaba sus palabras y estuve por reirme como loco. A leguas se podía leer, oler y sentir que lo del ascensor para él era un logro, una medalla, y que si se lo quitaba del recuerdo colectivo se iba a sentir como antes y no como en ese momento donde se sentía en la gloria.

-No lo voy a borrar, porque ni tú quieres que lo haga.-comenté abriéndole las piernas para acomodarme sobre él.-Quieres que te malcriee de esa forma, que todos sepan que cuando me meto entre tus piernas gruño como cualquier hombre... y que tus gemidos hacen que se ponga tan dura que hasta duela. Necesitas saber que no sólo me pones, sino que me interesas como algo más y ese acto desenfrenado parece que a todos le queda claro que somos algo más, que somos uno quizás.-acariciaba su rostro con las yemas de mis dedos, dibujando sus facciones y quedándome con ellas.-Eres fascinante... podría ofrecerte cualquier cosa y sólo quieres que todos sepan que te quiero, algo muy sencillo de ofrecer y a la vez muy complicado.

Se coloreó por sus palabras, por que había dado en el clavo, tenía razón en cada palabra que soltaba ¿tan fácil de leer era? Le acogió entre sus piernas, acariciandole los costados con suavidad mientras el castaño redibujaba sus rasgos con los dedos, haciendole unas sutiles cosquillas por su tacto ligeramente áspero.

- Tus manos son más ásperas ahora, igual que tu cara por la barbita, pero me gusta, hacen cosquillas - dibujando formas en su baja espalda con los dedos. - Tu eres especial para mi, solo quiero serlo para ti también. Te quiero y se me nota, me gusta la sensación que siento cuando se te nota a ti también.

-No hace falta que te diga lo que siento, ni que lo demuestre... creo que con sólo mirarte se nota que únicamente te quiero a ti, que no quiero compartirte y que eres especial. Pero te empeñas en querer que todos lo sepan, como si eso fuera importante. Lo importante es que tú lo sabes y lo que piense el resto te debería de sudar.-murmuré dejando que sus dedos me acariciaran, me hacía sentir en casa... aunque nunca había sabido que era una casa, pero sabía que era esa sensación de compañía como cuando Jorge me abrazaba, igual que un hermano.

En ocasiones, echaba de menos a los que una vez me quisieron como una familia y me preguntaba qué había sido de ellos. Ahora tenía amigos, pero no era lo mismo. No eran los días de la inocencia cuando el mundo desconocía que los vampiros de los libros eran reales, que las brujas sí se reunían entorno a calderos y que había demonios más monstruosos que en la Biblia.

-Te quiero rubio.-murmuré antes de besar su frente de forma tierna.-Tú eres único para mi.

- No es tanto eso Ama, no me importa lo que piensen los demás - contestó haciendo un leve puchero, realmente no era eso. Pero esas palabras y ese beso tierno en la frente le hicieron sonreir, acariciandole la espalda con la palma de sus manos, piel suave contra áspera.

- Yo también te quiero, y eres único, pero sabes? por muy femenino que me vea también soy un hombre y tengo algo de primario, me gusta marcar mi territorio - inflando uno de los mofletes, le daba vergüenza reconocerlo. - No me importa que piensen pero quiero que sepan que si pasan la linea enseño los dientes... siempre he pensado que tengo algo de lycan - riendo un poco para restarle importancia a la confesión.

-Bueno, no sólo nosotros vamos meando o pintando pollas en medio del campo. Aquí todos tenemos nuestra forma de marcar, las mujeres normalmente con actos que no te diré porque no te hace falta.

Si le decía que esa forma de pensar suya no era para nada masculina, más bien femenina, se iba a molestar. Nosotros éramos de gruñir al paso de nuestras parejas, de marcarlo con miradas dominantes y de hacer concursos de "gallitos". Las mujeres eran de arañar, gemir y demostrar quien era la más atractiva para el semental, en este caso yo. Pero no le iba a hablar del mundo animal en el cual todos estábamos vinculados.

-Si eres medio Lycan o te sientes así por mí está bien, me parecen nobles y legendarios guerreros... aunque a veces me mata que en su forma de lobo pierdan las formas y orinen donde les da la real gana.-eso ocurría después de estar celebrando alguna victoria, si tocaba luna o se agitaban demasiado terminaban ebrios y convertidos en animal, provocando que orinaran incluso en la puerta del ascensor.

Terminó riendo divertido - tienes razón, me ha tocado limpiar a veces, pero bueno, solo es un desliz que puede perdonarse - jugando con las hondas castañas rojizas, empezaba a acomodarse para dormir.

- En realidad, nunca he sabido que era mi padre, mi madre nunca lo dijo, solo repetía una y otra vez que por mi culpa lo perdió, nada más ... seguramente fue humano o hechicero. - Con un suspiro se acomodó más, sin dejar de acariciarle la espalda y costados - ya empiezo a sentir más las piernas, pero estoy seguro de que mañana no podré hablar - a decir verdad su voz iba y venía un poco, el primer síntoma de afonía.

-¿Y qué importa? al menos tus abuelos te educaron bien, el resto no interesa.-comenté acariciando sus cabellos, no quería que pensara ese tipo de cosas porque solían hacerle daño.-Acomódate y duerme... mañana saldré temprano, tengo que hacer ciertos negocios con Atsushi Sakurai.

Aquel guerrero me tenía que ayudar, sabía que era leal a mí y lo era porque le había parecido pasional, única y simplemente sincera mi forma de luchar. Así que yo era un imbécil prepotente, pero tenía talento con la espada y eso él lo aceptaba como un gran honor para servirme en mi causa, la cual también veía noble y sincera.

-Anda échate a un lado y déjame hueco que estás en todo el medio.-dije apartándolo un poco para tomar mi posición de siempre, pronto llegaría la mañana y yo empezaba a estar agotado.

- Sip tienes razón, que importa - sonriendole un poco, asintió - ok, yo te esperaré aquí, o me iré arriba si tardas demasiado - entonces bostezó y rió después. - No te quejes, tu eres quién me ha tumbado en todo el centro - haciendole hueco y devolviendole los suaves empujones. Acabó abrasandose a él, pegándose a su cuerpo y colando una de sus piernas entre las suyas.

Habían sido poquisimas veces pero empezaba pillarle el gusto a dormir así, sintiendole contra él aún si su temperatura empezaba a menguar - que duermas bien murmuró con un pequeño achuchón mientras cerraba los ojos.

Ese calorcito era bastante rico, me sentía como en otro mundo cuando él estaba conmigo. Podía dormir sin que las pesadillas me siguieran, simplemente existía un vacío cálido que me hacía sucumbir pronto a mi letargo. Me relajaba, era el paraíso y no evitaba ese sentimiento en absoluto.

A pesar del cambio de mi cuerpo la expresión de mi rostro al dormir era la misma, parecía un niño que finalmente alcanzaba el sueño que tanto deseaba. Me aferré a él antes de quedar quieto por completo. Lo hice porque era mi sustento, mi deseo, y mi mayor posesión.