Back in Blood

Había dejado a Killian esa noche de regreso a su casa, prefería eso a que me acompañara a ver como me alimentaba y extorsionaba a varios indeseables, tan indeseables como yo. Entré en uno de los tugurios más sórdidos de la ciudad, buscaba información para mi supuesto líder. Mi mente estaba en blanco, como una hoja de papel de fumar, y sólo necesitaba una llama para entrar en acción y terminar ardiendo entre vísceras y sangre. Era un depredador, todos me temían, pero no tanto como a mi yo real.

Entré marcando territorio, tomando a una de las chicas demonio que se ofrecía prácticamente desnuda. Mis manos fueron a su cintura y después a sus caderas. La tomaría para ser mi alimento, mi copa caliente, mientras me informaban de los últimos ataques, así como de aquellos que habían llegado nuevos con ganas de molestar. Tenía que encontrar nuevos guerreros, enemigos y algo de diversión que me olvidara que estaba dejándome vulnerable frente a él.

Me senté en una de las mesas del fondo, pronto se aproximaran a mí un par de tipos de mucho tamaño y poco cerebro. La mano de aquella demonio iba a mi entrepierna, pero yo sólo me excitaba por su sangre cercana a mí. Mis colmillos se hundían en su cuello, mientras ella gemía por el placer de ese beso de vampiro, de hijo del miedo, los otros me iban pasando informes. Ella se sentía mareada, pero mi boca mordía de nuevo, esta vez sobre uno de sus pechos. Su mano apretaba mi entrepierna, dura pero no por ella sino por la sangre. No pensaba ni en Killian, ni en nada que había querido o deseado alguna vez.

-Eso es todo.-dijo uno de ellos mientras yo examinaba aquellas fichas.-Nos jugamos el cuello, nuestro jefe nos busca.

-¿Y?-pregunté.-Os dije que os daría dinero y dinero tenéis, una cuenta con muchos ceros en el banco... lo demás creo que no estaba en el trato. No pienso meter a dos chibatos a mi organización, si habéis defraudado a vuestro líder ¿por qué a mí no?

Lo siguiente que recuerdo es salir de aquel bar. Estaba aturdido. Notaba un ligero pinchazo en mi costado pero no sabía que era. Pronto vinieron golpes, arañazos como garras metálicas... me sentía en medio de Elm Streat. Mi cabeza daba vueltas. No pensaba de forma racional. Me dolía hasta el alma. Sentía como la vida se escapaba de mi cuerpo y yo la retenía pensando únicamente en sus ojos, en sus caricias, y en no dejarme vencer. No iba a perder.

Cuando regresé en sí caí sobre un imbécil que me estaba arañando con garras metálicas, bebí de su sangre hasta dejarlo muerto, eso me ayudó a estar más consciente. Había una droga, droga para aturdir a vampiros... esa golfa me la había inyectado mientras bebía. Me hundía en mis pesadillas, en mis pensamientos, pero intentaba no mostrarme ante nada ni nadie.

Como pude saqué mis armas, aunque querían arrebatarmelas. Quedaban dos, a esos dos los maté aunque yo había quedado para el arrastre. Y así... arrastrándome llegué al barrio de Killian. Me apoyaba en las paredes, sentía como mis marcas no cicatrizaban.

-¡Mierda!-grité casi sin fuerzas, cayendo desplomado.

Como de un encantamiento vino a mi cerebro, como inyección letal, la canción Back in Blood que yo incluso había tomado como Cover cuando era un estúpido adolescente, un mocoso, que creía que los vampiros no existían y no me importaba morir. ¿Por qué coño tenía que sonar en mi mente cuando moría? Tal vez él era el causante de eso, el único.

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Había vuelto a casa pero no encontró a Román ni a su padre, así que se dedicó a recoger un poco, se duchó y se sentó a leer. Había movido el butacón hacia la ventana, Amaury había confesado mirarle desde allí así que quería pillarle si volvía a hacerlo esa noche... pero no apareció. Estaba quedandose dormido cuando el propio ruido del libro al caer al suelo le despertó. Se despabiló y estiró un poco, saldría a estirar las piernas.

Abrigado y con la ballesta a su espalda paseaba por las solitarias y oscuras calles, su barrio no estaba en el centro que era donde la noche se veía viva. Se cruzaba con alguna persona de vez en cuando u oía voces en las calles contiguas, pero por lo demás la noche era silenciosa y sin contratiempos. Al menos hasta que ese olor a sangre le abofeteó y su cuerpo se alteró cortandose, siguió el rastro del olor, cargando unas de sus flechas y nada más cruzar la esquina apuntó y disparó. Fue instintó pero al ver quién era la victima se alegró.

Amaury estaba desplomado en el suelo, sangrando por los cuatros costados y el rubio acababa de acertar en la cabeza de un vampiro que se preparaba para hincarle el diente al verlo presa fácil. Se acerco corriendo apartando el cuerpo del desgraciado y dejando la ballesta a un lado - oh dios mío Ama, que coño te ha pasado - murmuraba nervioso, buscandole el rostro, comprobando si respiraba. Antes de que se diera cuenta estaba llorando, el corazón se le había desbocado y no sabía que hacer.

Amaury no cicatrizaba, algo no le dejaba cicatrizar como cualquier vampiro haría, con su magia pudo apañar algunas heridas pero otras eran tan profundas que no podía hacer nada, incluso cuando se hirió la muñeca con una flecha y vertió sangre en su boca no notó mejora. Ya lloraba tanto que se le caían hasta los mocos y viendo que no podía hacer nada tomó la única opción sensata que se le ocurría.

Con un hechizo hizo que pesara menos y se lo cargó a la espalda, no era recomendable mover a los heridos, menos si sangraban tanto, pero si no le movía, si no le llevaba a alguien que pudiera arreglarlo lo perdería. Y ya no podía pensar en un mundo sin él. Acabó en la puerta de D, aporreandola y manchandola de sangre sin querer, todo el estaba cubierto de sangre y solo la de la muñeca era suya, pero estaba tan asustado y shockeado que su trauma se había esfumado. - Ayuda! por favor!

Lauren me había dejado solo, esa noche quería saber si podía encontrar algún ligue y terminar conociendo al hombre de su vida. Le tenía dicho que no era todo tan fácil, pero era peor que su padre. Suspiré pesado leyendo por enésima vez un hechizo, estaba intentando mejorarlo pero no hallaba con la solución.

-Tiene que ser algo, algún componente que no he probado aún.-murmuré moviendo mis uñas en forma de garras.-Tal vez, quizás... necesito savia de rosas, pero no... ya probé.

Estaba inmerso en mis juegos a ser Dios que cuando escuché el grito fue cuando sentí la presencia de dos seres, una se agotaba y la otra estaba agitada. La voz, su voz, me hizo recordar al muchacho de cabellos dorados y cara aniñada. Aquel chico que había ayudado Amaury, le dije que no jugara con él y con el destino... pero él aún así no hizo caso.

Al abrir la puerta lo vi desangrado, terminando su vida, sobre la espalda de aquel joven hechicero. Lo aparté porque veía que ya no tenía fuerzas, tomándolo como si fuera un niño lo llevé hacia dentro. El rostro de Amaury estaba desfigurado, sólo sus ojos entreabiertos mostraban quien era y su rabia acumulada durante cientos de años.

-Amaury, te dije que no jugaras.-susurré llevándolo hacia mi dormitorio.-Te dije que no lo hicieras.

Reposé su cuerpo en mi lecho, para terminar quitándole la ropa. Fui hacia una palangana y comencé a limpiar sus heridas. Lo hacía con una poción de vida, la misma que quería mejorar para que fuera más efectiva. Evitaba que se desangrara, no cicatrizaba pero las heridas no vertían sangre.

-Está muy mal.-susurré tomando su rostro entre mis manos, comenzando a dejar paños con cremas que yo mismo había hecho.-Haré que su cuerpo se regenere, que cambie y crezca... se fortalezca...-me giré hacia Killian y le miré.-Esto ha sido algo fatal.-murmuré tomando su colgante para ofrecérselo a su pareja.-Esto se lo di hace tiempo, te cuidará... te lo doy por si no logro nada.-deslicé mis ojos fríos hacia Amaury y fui hacia mis libros.-Necesito que me pases un poco de tu poder, cuando vaya envolviéndolo en esta seda... cicatriza, mejora, crece y hace que nazcamos de nuevos como si fuéramos mariposas.-susurré mostrándole el conjuro.-Cuando te diga impón tus manos sobre él y no las apartes, te quedarás sin fuerzas, pero no morirás... después de unos días descansando, igual que él, ambos volveréis a estar bien.

Noté que varias de mis criaturas se aproximaron, todos llenos de curiosidad. Samantha era la primera en curiosear, era ahora de Lauren.

-Tenéis suerte que mi hija no esté, como tampoco su padre.-comenté.-Ambos se alterarían quizás si me desplomo yo también... y eso alteraría todo.

Comencé con el hechizo concentrándome, notando como de mi cuerpo surgían mechones de seda que comenzaban a cubrir su cuerpo. Eran verdes, como las escamas de un dragón, y algunas doradas. Brillaba como si fuera oro, pero era un brillo plateado. Escuché un gruñido de dolor de Amaury, pero no me detuve ya que era normal que así sucediera.

Se vio un atisbo de alivio en su angustiado rostro cuando el chico dragón abrió la puerta, no se resistió cuando tomó a Amaury en brazos pero lo siguió no separandose más de dos pasos.

- In-intenté hacer algo, logré curar algunas heridas... pero son muy profundas - murmuró hipando por que aún lloraba, mesandose las manos ensangrantadas, él mismo seguía sangrando ya que no se preocupó de cerrar la herida. Tomó el colgante apretandolo con fuerza en su mano, asintiendo a su petición - no me importa si es que le ayuda - realmente no le importaba quedarse vacío, sin energía, si a cambio Amaury recuperaba su vitalidad.

Observó atento, esperando su turno mientras se secaba las lágrimas manchandose la cara de sangre, y apretaba aquel colgante contra su pecho. Centrando todos sus pensamientos en ayudar al castaño, en salvarle, por que tenía que hacerlo si o si, no había otra posibilidad.

Hizo todo lo que le ordené. Cuando llegó el momento moví sus manos para que comenzara a colaborar con la cicatrización. Aquello le dolería, gruñiría y gritaría en sueños. Había adormecido aún su cuerpo metiéndolo en letargo.

-Es veneno, impide que cicatrice...-susurré creando un hechizo contrario al de aquel líquido, convirtiéndolo en cicatrizante. Mis labios no se movían pero mi voz se oía con claridad.

Mis cabellos se movían como si hiciera viento, los apliques que lo recogían cayeron al suelo y mis ropas se agritaban como si estuviera en medio de una tormenta ventosa. Mis ojos se abrieron, mi piel era cada vez más escamosa. Pronto sacaba todo mi verdadero ser, lo hacía sin miedo.

-¡ON ED RO... OLOY!-grité provocando que cayera yo al suelo agotado.-Necesito dulces.-murmuré antes de pegar un leve grito.-Perfecto, cubierto de escamas verdes.-siseé mostrando mi lengua bípeda antes de alzar la vista.-¿Estás bien?

Ya sólo quedaba esperar que funcionara.

Se dejó guiar, fluyendo su energía y poder hacia el cuerpo del castaño, no solo tenía las manos fijas en él sino también su vista. No la despegaba, no quería dejar de mirarle ni un segundo, como si pensara que de hacerlo desaparecería.

Cuando terminó asintió un fuerte mareo, apoyó una de las manos en la cama y la otra la llevó a su frente. - No, siento como si toda la habitación estuviera girando - tragó saliva - creo que voy a desmayarme. Dicho y hecho, su mente se apagó y cayó en la profunda oscuridad de la inconsciencia.

Yo era más fuerte que él, lo único que sentía era un agotamiento extremo. Me levanté pasado unos minutos y los arropé. Parecía amarle de verdad, igual que había predicho. Tenía ciertas dotes adivinatorias, pero no me gustaba abusar de ellas.

Fui hacia la cocina tambaleándome, Samantha me ayudó finalmente igual que otros de mis animales. Allí tomé más de cinco dulces sin casi respirar, estaba tan necesitado de energía que no me importó que tuvieran nueces, cuando en ocasiones los dejaba para el final.

-Espero que me pague bien Amaury, dichoso estúido.

Cayó en una inconsciencia profunda, un sueño negro y denso, sin sueños. Su cuerpo regeneraba la magia consimida y la energía gastada, recargandose, casi como si estuviera en letargo. No despertó hasta dos días después con un fuerte dolor de cabeza y muchisima hambre, desorientado.

- Joder como duele - murmuró sentandose en la cama poco a poco - mirando a su alrededor sin entender donde estaba, buscando algo conocido como punto de referencia pero no encontraba nada.

Sabía que estaba a punto de despertar, le había visto moverse de forma más agitada que noches atrás. Pronto Amaury también despertaría, lo haría quizás con algunos años en su cuerpo pero una nueva experiencia vital para un vampiro. No se puede ser confiado, si se es confiado puede llegar la muerte.

Entré en la pieza con una bandeja cargada de carne recién hecha, así como verduras, frutas y varios refrescos. No comía carne, pero sabía que él la necesitaría como muchos de mis animales. Dejé la bandeja frente a él en una mesilla mientras despertaba del todo.

-Buenas noches.-dije sereno.-Habrá sido duro para ti el reposo, creo que has tenido pesadillas.-murmuré ayudándole a incorporarse en la cama.

Lo había tapado con una de las mantas más gruesas que tenía, sabía que su cuerpo bajaría de temperatura por culpa de la carencia de actividad y alimento. Mis ojos se fijaron en los suyos y ensanché mi sonrisa amable, como siempre.

-Pronto él también lo hará.-comenté destapando a Amaury.-Aliméntate, iré a preparar la sangre que he comprado... habrá que calentarla.

Miraba a su alrededor sin entender hasta que D se cruzó en su campo de visión, entonces todo volvió a conectarse y lo primero que hizo fue mirar al bulto inerte que era Amaury, aún en letargo. El olor de la carne el inundó las fosas nasales y su estómago gruño por ello, se sentía débil y hambriento, así que con algo de vergüenza se sentó bien en la cama empezando a comer.

- Estoy algo débil, pero puedo darle de la mía - murmuró tragando mirando a Amaury y luego a él, aún con hambre pero quería preguntárselo. - ¿Como podré pagártelo? - volviendo a bajar la vista al castaño,sentía un nudo en el estómago, ¿y si no despertaba?

-Amaury no es enemigo de mi líder, más bien colabora con él a su modo.-comenté sentándome en un cojín al estilo más clásico.

La estantería que tenía tras mi espalda llena de libros incunables, manuscritos de más de mil años y pociones que nadie, salvo yo y tal vez mi abuelo, habíamos conocido. Mi kimono negro con mariposas violáceas en las mangas, así como pequeños apliques para mis largos cabellos del mismo color, también en especie de mariposas que se movían, era una visión quizás fuera de época, sacada de un libro de fantasía o quizás histórico.

-Sólo sé que el mundo en el cual vivimos debemos aprender el "hoy por ti y mañana por mí"-comenté antes de clavar mis ojos en él, Amaury seguía calmado en sueños.-No sé si debería permitir que bebiera de ti, necesita la sangre de varios humanos... ¿qué mejor que donaciones de sangre de un par de sus guerreros? son vampiros milenarios algunos, sólo necesito calentarla en cuanto vea que comienza a inquietarse.

Cerré los ojos calmado, siseando bajo mientras me preguntaba yo también si sobreviviría.

- Aún así, no estabas obligado a prestarme ayuda - contestó, observandolo y volviendo a comer. Ahora mismo el mostraba un aspecto totalmente diferente al suyo, estaba despeinado, aún con la ropa sucia de sangre resaca y con un leve olor a sudor aún si llevaba dos días sin moverse de la cama. D se veía como una ensoñación, etéreo, él se veía demasiado terreal, real como la vida misma.

- Tienes razón, será una sangre más fuerte que la mía... muchas gracias por la comida por cierto - comiendo, no pasó muco cuando no quedó nada en el plato

-Deberías lavarte, el baño está preparado.-comenté antes de levantarme.-Tienes una yukata limpia en el perchero, así como muda y calcetines.-dije mientras salí con calma de la habitación.-Yo iré a por la sangre, pronto despertará y es mejor que te vea en el mejor estado.

Entré en la cocina comenzando a calentar las bolsas con un poco de mi poder, dejándolas en varias botellas que le daría como si bebiera sangría. Era una sangre densa, de varios de sus guerreros. Ellos habían conocido el destino de Amaury, ahora todos sabían que era el líder... su nuevo aspecto más imponente callaría bocas.

No sólo le había devuelto la vida, sino mejores cualidades, y con la sangre de vampiro milenario llegaría a tener más vigor, agudeza y fuerza.

Se miró las manos cuando dijo aquello, manos sucias de sangre seca y asintió leve - tienes razón, gracias de nuevo - contestó, avergonzado por su aspecto. Se levantó de la cama para meterse en el baño.

Su cuerpo agradeció el agua caliente recorriendole la piel, llevandose la sangre y suciedad, dejando su piel limpia y destensandole los músculos. Se limpió bien y salió con la piel caliente y sonrosada, se secó bien y salió a la habitación con la yutaka puesta. Era simple un degradado de negro a plateado en los bajos y mangas y cerrando con un cinto color plata. Nada más entrar en la habitación volvió a sentarse en la cama, no quería separarse del cuerpo del castaño.

-Traigo el biberón para el bebé.-comenté dejando la bandeja en un lado de aquella cama estilo oriental, pero sin dejar la confortabilidad de una europea. Era una mezcla extraña, como yo mismo.

Amaury comenzó a reaccionar, así que simplemente fui cortando los hilos de seda con cuidado. Mis uñas eran mejores que cualquier navaja. Al abrirlo su cuerpo había cambiado, incluso tenía una barba de días que no se iría jamás. Un aspecto cruel, salvaje, pero seguía siendo el mismo estúpido de siempre.

-Me debes dos.-comenté antes de abrir su boca para comenzar a darle de beber la sangre.

Reaccionó como haría cualquier vampiro, se aferró a mi mano y con una mano más grande, rasposa y con un brazo que juraría eran dos de mis piernas.

-Con calma.-susurré frío antes de notar como se incorporaba del todo.-Os dejaré a solas, que tome toda la sangre y si me necesitan estaré tomando el té.

Sonrió un poco por su broma y miró atento como rompía los hilos que tapaban a su castaño... que ya no era su castaño. Le miraba sorprendido, en shock, por que Amaury ya no era igual. Se veía mucho más adulto, había perdido su cara de niño, incluso tenía algo de barba.

Asintió viendo como D desaparecía de su vista, entonces volvió sus ojos al, ahora extraño, que tenía a su lado, le miraba con extrañeza e incluso algo de desconfianza. - Ama - murmuró acercandose a él, buscando sus ojos... seguían siendo los mismos a pesar de que el exterior hubiera cambiado, alzó una de las manos para tocarle el rostro. - Ama - volvió a murmurar antes de que empezaran a brotar lágrimas de sus ojos, lágrimas de alivio. Se abrazó a él con cuidado de no estorbarle mientras bebía de aquella botella.

No recordaba nada. No sabía porque estaba allí. D me daba esa sangre tibia que cayó como si fuera un caldo de pollo, recordaba esos caldos de cuando me invitaban a casa de mis amigos y comía caliente al menos una vez al mes. Algo que no fuera comida de perro o las sobras de mis padres.

-No seas pegajoso.-comenté notando como mi voz estaba algo más gruesa, aunque seguía siendo prácticamente la misma.

En ese momento recordé fragmentos, la chica del bar, los tipos buscando algo más que no le daría, la pelea con otros tipos más fuertes mientras aquellos dos morían incinerados. No pude entonar ni una palabra para cambiar sus acciones, todos cayeron sobre mí y yo sobre ellos.

Me incorporé en la cama llevándome las manos a la cabeza, el cabello era más espeso y largo, mis brazos parecían haber cambiado y todo mi cuerpo en realidad. Todo yo había cambiado, mutado, si no empecé a chillar fue porque la sed me lo impedía.

Tomé otra de las botellas bebiéndola con asiedad, más espesa y metálica. Era de un hijo de los milenios, lo sabía. Pero desconocía como o porque había logrado D dármela, sin embargo había hecho bien porque estaba seco. La boca la notaba pastosa.

La tercera botella era sangre más débil, pero ya no tenía esa ansiedad, así que nada más acabarlas me tiré en la cama cansado, algo entumido, pero sintiéndome más vivo que nunca.

-¿Qué ha pasado? Rubio, deja de llorar joder y dime qué ha pasado. Sólo recuerdo haberme cargado a unos cinco vampiros.

Aspecto actual: https://www.youtube.com/watch?v=zZ0V6TWtaw4

Amaury se separó de él, levantandose, pero el rubio siguió llorando, secandose las lágrimas con las manos mientras intentaba seguirle con la mirada, aliviado por verle andando.Hipaba, intentando coger aire para contestarle.

- No, no lo se, yo... no venías y estaba inquieto así que salí, y... y te encontré. No sabía que eras tu, solo vi a un vampiro, acechando a alguien moribundo... lo maté, y eras tu... sangrabas mucho, intente curarte... Estaba asustado Ama, no sabía que hacer... te di de mi sangre pero no... reaccionabas... te traje aquí y D te curó... no se que hizo, tomó también parte de mi magia y energía... pero no importa. Estas vivo... joder Ama, estaba tan asustado... como vuelvas a hacerme algo así te mato yo.

LLoraba aún, hablando entrecortado, secándose las mejillas aunque de poco servía ya que las lágrimas no paraban, se sorbía la nariz y le miraba con alivio.

-Por eso no quería esto, por estas tonterías que estás soltando.-comenté antes de tirar de él.

Sentir de esa forma tan agitada su corazón, el aroma de sus lágrimas, las bofetadas que me daba a mí mismo escuchar que lo había pasado mal, no era bueno porque me sentía impotente y culpable de haber provocado todo eso en él. Yo era un guerrero, se suponía que lo mío era la guerra y no la estupidez del amor.

-Ya, para de llorar.-susurré cerca de su oído notando que mis brazos tenían tatuajes.-¿Por qué tengo este cuerpo? ¿Qué es todo esto? y dímelo sin llorar. Aunque supongo que es cosa de Daichi.

- No estoy soltando tonterías - protestó, aferrandose a él, aliviado el sentir su cuerpo vivo contra si, aún si ese cuerpo era mucho más grande que el que estaba acostumbrado. - No puedo dejar de llorar, estoy feliz por que estás bien - murmuró sorbiendose la nariz de nuevo - creía que no volverías a abrir los ojos... y no se por que estás diferente, yo solo colaboré dando energía, y estaba tan asustado que no presté atención a las explicaciones de D. Ni siquiera se que día es hoy, me desmayé y no se cuanto tiempo ha pasado... tenía mucha hambre y olía un poco a sudor así que debe de haber pasado más de un día...

Escuché aquello que me decía, intenté encontrar la fuente de poder que era D, pero no sentía nada. Me levanté de la cama apartando aquella cosa pringosa, eran como hilos pero diferentes a los de costura. Recordé a las mariposas, las cuales pasaban de larba a insecto metidas en capullos. Supuse que algo así era, que yo había dejado mi fase de larba.

Caminé por el pasillo hasta la tienda, sabía recorrer aquella casa por las pocas ocasiones en las cuales me había internado en busca de pociones, armas o algún amuleto para mis guerreros. Al llegar al salón del té sólo tenía una nota.

Tomé el papel que olía a él, una especie de canela y miel algo atrayente. Su letra era de chica, cursiva y algo redondeada, explicaba en aquel documento todo lo que había ocurrido, así como que salía a caminar por unas horas.

"He recreado el cuerpo que hubieras tenido con 30 años. Sé la vida que has llevado. Sé como has sufrido. Por eso tu rostro tiene marcas, muescas de ese sufrimiento, así tu cuerpo. Te he añadido tatuajes, creo que hubieras tenido más de uno debido a tu fascinación por ellos.

Lo demás, sólo es fruto de tu genética. Yo sólo decoré tu cuerpo y lo recuperé de entre los muertos. Me ha costado superar este trance casi dos días completos, igual que a tu pareja. Disfruta de él, obedece a tu instinto y no a tu razonamiento.

D, el Dragón de la Suerte."

Con aquel papel fui de vuelta a la cama, pero al pasar por uno de los espejos me vi. Aquello me provocó que chillara. No me reconocía en aquel espejo, estaba viejo.

Amaury se fue, en busca de D se suponía, y el se quedó en la cama intentando calmarse, quería dejar de llorar ya, peor estaba tan aliviado que no lo conseguía. Si la cama fuera suya estaría saltando encima de la misma alegría.

Alegría que se le cortó de golpe al escucharle gritar, se levantó de un salto y corrió a su lado. - Que pasa? Ama, algo va mal? te duele algo? - pululando a su alrededor, acariciandole, preocupado y asustado... al menos había dejado de llorar. - Necesitas más sangre? Ama que pasa? - suponiendo que quizás ese grito era por que la sed se le arremolinaba en el estómago.

-Soy un jodido viejo.-murmuré mirándome al espejo.-Estoy viejo, joder.

El shock de un niño que había perdido un tiempo de su vida y ahora lo asimilaba. En ese momento me pregunté cuántas cosas me había perdido, qué cosas no había conocido y sentido como se debía. Apoyé mis manos contra el muro contemplándome en el espejo.

El marco tenía símbolos japoneses y chinos, así como un dragón de la suerte recorriéndolo. En coreano también había unas muescas, pero casi insignificantes. Parte de Asia estaba frente a mí reflejándome.

-¿A eso se le llama crecer?-pregunté tocando el reflejo, como si pudiera meterme hacia el otro lado.-Necesito una ducha, quiero despejarme.

Se quedó sorprendido por sus palabras, incluso se enfadó un poco - Ama por dios, estás vivo! que importa si te ves más adulto o no? Aun vives, eso es lo que importa... además no te ves viejo, solo más hombre, más adulto.

Entonces se separó un poco de él - la ducha está por allí... Am - entonces se quitó el colgante del cuello - esto es tuyo, D te lo quitó mientras te curaba - acercandose para ponerle el collar alrededor del cuello, delizando las manos por su pecho, más fuerte ahora, después. - Te quiero... - entonces se separó un pasito de él - ve a darte esa ducha.

-Sé que estoy vivo, pero no me gusta ver a un extraño en mi reflejo.

Entonces eché la cabeza hacia abajo y vi a mi amiga. Se había puesto algo dura sólo por las caricias y el aroma que desprendía él.

-Bueno, tú al menos sigues igual.-parecía que se lo decía a él, pero no hablaba con mi amiga.-Tan oportuna como siempre, si señora.

Me giré estirazándome, me sentía incluso algo más alto quizás unos centímetros a lo sumo. Mi cuerpo era el de un guerrero, no el de un mocoso. El tatuaje de mi espalda se veía inmenso, igual que el de mis brazos y vientre. Sin duda era un hombre nuevo, más agresivo.