Lightning [Nay]

Había logrado mi cometido: se retrasó la fecha de salida del videojuego en el que trabajo. Me había dado el lujo de desaparecer e impedirles localizarme, sólo porque terminé harto con el humano que me roba mi trabajo y lo hace pasar por suyo. Después de darme mi lugar y portarme, aunque esté mal, como una verdadera diva. Hoy había regresado al trabajo. Exigí lo que me merezco en cuanto a salario, bonos y extras para finalmente tomarme media hora en lo que decidía si volvía o no al trabajo. Accedí hasta que me ofrecieron más y sólo entonces entré a la computadora. Tardé menos de cinco minutos en cancelar el código de defensa que había activado justamente para protegerme. Tres horas después, todo estaba listo. Porque claro, yo soy genial.

Había dado la hora de salir y la envidia de todos me acompañó al salir del edificio. Todavía me di el lujo de lanzarles besos. Tengo que estar agradecido por cosas así. Esta vez no traigo la moto, así que camino por las calles, muy contento por mi logro de hoy.

Paso por varios lugares, pero hay tantas personas... y muchas tienen un café en la mano. ¿Pero por qué a mí? ¿Por qué en este momento en el que acabo de lograr que todas las personas de un edificio? Maldigo en japonés y le doy un golpe a la pared más cercana.

- KSOOOO!

Sigo caminando e intento controlarme. En algún momento noto la sensación de que alguien me sigue, pero continuar viendo personas con cafés en sus manos, me nubla la visión. Ni siquiera sé por qué, pero quiero uno. Logro encontrar la cafetería, y finjo un accidente para derramarle su café a la mujer que acaba de salir.

- Lo sientooooo...

Obviamente no lo lamento, eso se gana por hacerme envidiarla, maldita humana. Levanto la vista antes de entrar y veo a una chica sobre el tejado. Le sonrío y la saludo con la mano.

- Hola neko-chan. Te invito un café.

En principio sólo lo hago para que la otra chica se moleste y la envidie. Lo logro y me sonrío a mí mismo al tiempo que me froto las manos y espero la respuesta de la chica del tejado.

Quiero venganza con la mujer que me antojó su café... o bueno, con la última mujer que me antojó su café. Lo cierto es, que no es la única, pero como me quedaba de paso, pues le hice un par de diabluras. Me sorprende ver a la chica del tejado, justamente porque pocos suben a los tejados y casi ninguno es humano. Así que la saludo y le invito un café, para disgusto de la humana.

- Chiwa, neko-chan!

Ella baja de un salto y aunque no soy perfecto identificando gente, no soy tan malo. Uno no vive 10 mil años sin aprender algo. No es humana por completo, aunque tiene mucha humanidad, si es que eso hacía sentido. Es humana-plus y puede ser cambiaformas que casi no he visto, hechicera o vampira, pero a esta hora, tal vez esto último puedo descartarlo. Entro con ella al café, no sin antes cederle el paso.

- Se lo ganó por antojarme su café.

Elijo una mesa y ella se presenta. La ayudo a sentarse y me siento frente a ella. Entrelazo mis manos sobre la mesa sin dejar de sonreír. Me puso de buenas molestar a la humanita tonta esa.

- Ryuu desu, Senbō Ryuu.

Amplío mi sonrisa porque sé que al igual que todos los japoneses, ella sí va a entender mi nombre como lo que es "dragón de la envidia". Pude decirle sólo mi nombre, Ryuu, pero me divierte ver qué piensa.

- ¿Y qué hacías sobre el tejado, Nay-chan?

Entramos al café y no tardo en encontrar una mesa. A veces podría jurar que el ser un demonio tan caótico tiene sus ventajas como esta... o tal vez sólo sea buena suerte de verdad. Nos presentamos y yo le doy a Nay mi nombre completo. Sí, soy presumido, pero lo hago básicamente porque espero envidia a cambio, aunque no siempre y nunda de inmediato.

- Supongo que entiendes lo que significa... es lo gratificante de toparme con alguien de mi propio país.

O bueno, algo por el estilo. Porque no tengo propiamente un país, pero se entendía. Al menos vengo de la región del infierno que corresponde a lo que seguramente es el país natal de esta chica.

La respuesta a lo que hacía en el tejado me sorprende gratamente. Creo que hasta me brillan los ojos pero es que, ¿cómo no?

- Maji! Kakkoi! Pues sí que el destino te puso sobre mi cabeza, Nay-chan. Y no, realmente molesto a cualquiera que sea estúpido o que me haga envidiarlo.

Como acompañando mi elocuente frase, una mesera se aparece, tímida, sin saber qué pensar de los dos orientales que hablan así de los humanos. Nos deja el menú y se marcha. Regreso la vista hacia mi acompañante.

- ¿Y qué haces tan lejos de casa, chibi? Yo vine por mi trabajo. Soy debugger para Square Enix.

En realidad vine aquí por mi trabajo con los Chevaliers, pero eso es un simple tecnicismo.

Le hago un guiño al comprobar que efectivamente, comprendió mi nombre. Sería interesante saber qué es lo que está pensando al respecto, pero lo dejaré por ahora. Supongo que terminaré por enterarme. Cruzo una pierna y me acomoodo mejor en el asiento. Hablamos sobre los humanos y me hace reír.

- ¿Acaso tú no eres humana? Ningen janai desuka?

Espero que eso haga que me diga su raza.

La mesera nos deja el menú, pero prácticamente la ignoramos. Para mí es como parte del mobiliario por ahora.

- Hai, omoshiroi desu... Aunque últimamente tuve algunos problemitas por ahí con un humano imbécil, pero no cedí hasta que los fastidié a los todos. Así soy yo. Pero sí, es interesante, porque juego casi todos los videojuegos mucho antes de que salgan. Claro que se me traban, porque corregir eso es mi trabajo, pero está bien. Me divierto, para qué mentir.

Tomo uno de los menús y comienzo a verlo.

- ¿Qué piensas tomar, Nay-chan?

Una sonrisa de medio lado aparece algo timida en mi rostro, ese guiño de ojos es el que lo provoco, pero se que no va mas halla de algun entendimiento entre el y yo.

-por supuesto que no- sonrio divertida, tenia fachada de humana pero nada que ver con ellos -hechizera- digo al tiempo que una pequeña burbuja de agua se forma en mi palma y desaparece unos instantes despues -tu tampoco eres humano ¿o me equivoco?- claro que no me equivocaba, pero tampoco podia decir que era este chico

-me gustaria un trabajo asi- jugar todo el dia no sonaba nada mal, pero bueno, traficar con red tambien era divertido, en cierta forma claro, aunque algo si me sorprendia de el, el hecho de que pudiera utilizar la tecnologia tan facilmente -para ti debes ser muy facil utilizar la tecnologia- digo con una sonrisa algo avergonzada y bajando un poco la vista, era mas un pensamiento para mi misma que para el pero bueno...

Tomo el otro menu y lo veo rapidamente -un latte de vainilla estaria bien-, bajo el menu y lo miro de nuevo -¿y tu que pediras?-

Sonrío divertido también y triunfal al enterarme de cuál es su raza. Y no una cualquiera, una de esas que a los humanos mejores, al grado de que dejan de serlo.

- ¡Hechicera! Hontou? Sugoi... Casi no hay... He visto muy pocos, de un tiempo para acá.

Entrelazo las manos sobre la mesa, como si fuera a pedirle que me vendiera su alma, y sólo entonces respondo la pregunta.

- Oh, pero yo ya te lo dije... cuando te dije mi nombre. Yo soy la Envidia, encantado de conocerte, hechicera. Soy un demonio único, genial e irrepetible.

Hablo de mi trabajo, pero parece que toqué una fibra sensible sin querer... una, que me hace sentir la envidia que me tiene por poder manejar un cacharro tecnológico, o varios, o de hecho, todos los que existen. Ah, Nay-chan, ahora me caes mucho mejor.

- Puedo enseñarte... hay demasiados cacharritos tecnológicos en este mundo, pero escoge uno que te guste y yo puedo enseñarte a usarlo. No es tan difícil, una vez que aprendes.

Por fin miramos el menú, pero es que estas cosas uno las hace cuando ya es necesario, no cuando se le antoja a los meseros. Llamo a la mesera con un ademán elegante.

- Algo frío...

Espero a que llegue y entonces ordeno.

- Un latte de vainilla para la chica mágica y un moka frappé para el chico demonio.

En cuanto se marcha, continúo con la charla.

- ¿Y qué magia haces aparte del agua? Yo hago esto...

Obviamente uno no va por ahí contando sus secretos, pero estiro el dedo índice de la mano derecha y lo voy moviendo por toda la mesa, lanzando así pequeños rayos.

Sonrio un tanto alegre al ver su expresion, no muchas personas se alegran de esa manera al escuchar que soy hechicera, Ryuu comienza a caerme aun mejor.

-Hontoni- una media sonrisa -yo tampoco e visto muchos- digo algo melancolica, hacia mucho tiempo que no veia a otros como yo, no sabia si eso era algo bueno o malo, le sonrio divertida -Oni... eso ya lo note-

-hontou?- pregunto mas emocionada de lo que me gustaria -de verdad me enseñarias?- es sin duda me hacia feliz en cierta medida, finalmente podria aprender a utilizar una de esas cosas extrañas que todo el mundo utilizaba -Sugoi... seria genial- digo con emocion en la voz y luego sonrio algo avergonzada, apuesto a que me habia visto como una niña pequeña a quien le ofrece un juguete

La camarera llega y toma nuestra orden aunque su mirada sombre nosotros es de extrañeza, seguramente los terminos chica magica y chico demonio no son muy comunes para ella, reio por lo bajo y luego vuelvo mi atencion a Ryuu

-genial... ademas del agua, esto- comienzo a mover un dedo sobre la mesa en circulos rapidamente hasta que se forma un pequeño remolino de aire, luego soplo un poco y este desaparece -y ya sabes... pociones, hechizos, cosas de brujos- sonrio, no pienso contarle todos mis secretos pero que mas da que le diga na o dos cosas

La verdad es que yo no sé por qué no hay tantos magos así como no sé por qué no hay tantos cambiaformas. Creo que es bueno en parte, porque significa que la mayoría de los humanos sigue siendo una bola de idiotas que no buscan ir más allá. O tal vez sea malo porque significa que el gran señor Dios ya aplastó cualquier cosa que vaya en contra suya. De igual manera, toparme con una hechicera maquiavélica pero con una cara kawaii sin duda es una buena señal. Y una que encima me llama oni, como debe ser. Le hago un guiño, pero sé que ella sí que comprende la diferencia entre un oni y la idea absurda del demonio rojo con cuernos y tridente que habían popularizado los seguidores de Dios. Ciertamente un oni es mucho más complejo.

La envidia que me tiene Nay-chan es algo tan inesperado en este momento y tan increíblemente genial, que incluso me ofrezco a enseñarle a manejar la tecnología. Yo había tenido que aprender, justamente porque no podía quedarme anticuado y motivado por la envidia que me provocaban los humanos que sí sabían usar estas cosas, aprendí. Río un poco al ver cómo se pone, cualquiera diría que está encantada y es obvio que así debe ser. La misma envidia le va a enseñar, eso no pasa todos los días.

- Hontou. Ore wa kakkoi, ne?

En cuanto llega la mesera, le doy la orden muy a mi estilo. Digo la verdad, pero a modo de mentira y se va muy confundida. Luego presumo un poco uno de mis poderes y ella hace lo mismo.

- Wow, así que eres algo así como maga elemental, ne? Hay que conseguir a alguien que haga fuego y conquistamos el mundo.

Respeto el "cosas de hechiceros" y no insisto porque yo tampoco pienso decirle todas las "cosas de demonio" que hago yo.

La mesera regresa con nuestras bebidas y doy un sorbo antes de volver a mirar a mi acompañante.

- ¿Y estudiaste algo? Como humana, obvio. A veces es una buena pantalla. Aunque tú podrías hacerte pasar por psíquica y estafar humanos.

Me da curiosidad y continúo la conversación preguntando si estudió algo. La verdad es que a veces sirve y los salones de clase son lugares geniales para tratar mal gente y divertirte. Al menos lo eran para mí, lo habían sido cada vez que se me había ocurrido estudiar algo. Río divertido al escuchar el asunto de los frascos de colores que los estúpidos humanos creían que eran pociones del amor. Siempre buscan algo para el amor, son demasiado predecibles.

- Vaya, filosofía y letras... Eso es algo que nunca intenté. ¿Es entretenido?

La forma que usa para preguntarme si yo estudié algo, me encanta. Mi ego necesita alimento, no voy a negarlo y además fue una forma muy original de preguntar.

- SOY excelente por naturaleza, pero como soy inmortal, me aburro. He estudiado varias cosas, la más reciente fue ciencias de la computación. Por eso sé tanto de cosas tecnológicas. Creo que la única cosa que boté a la mitad fue derecho, es muy aburrido, y además los humanos cambian las leyes muy seguido.

Pregunto por su carrera y Nay me dice que es divertida si te gustan los libros. Bueno, ahí radicaba el problema un poco porque me gustan pero obligado no me gusta nada y pese a eso, no creo ser un chico de letras. Prefiero otras cosas, aunque tampoco es como si me diera aversión.

- Ya veo... Bueno, pero no me parece tan malo. Aunque tal vez yo no soy material para eso, porque no me gusta hacer nada por obligación y menos leer demasiado. Supongo que a ti sí te gusta leer mucho...

Bebo también de mi café y le sonrío cuando volvemos al tema de los aparatos tecnológicos, que son cosas que adoro. Aunque tal vez mi sonrisa parte más del hecho de que está envidiándome y eso es siempre algo que me encanta.

- Lo es... Me da una especie de control sobre los humanos porque manejo una cosa que crearon ellos. No puedo quedarme atrás.

Parece incluso preocupada por no ser una buena alumna, así que busco tranquilizarla.

- Daijobu... no te preocupes, soy paciente. Y si tienes ganas de verdad, eso ayuda muchísimo. ¿Tienes ganas? Porque si no, la verdad es que toda la tecnología puede irse al diablo. La idea es que si lo intentas, sea porque tú lo quieres así, no porque otros o la situación te obligue. Ese es el verdadero primer paso.
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Off: no te preocupes. Espero que te hayas divertido en tus vacaciones y es genial tenerte de vuelta, maguita n_n

Nay admite que le gusta mucho leer y bueno, es una ventaja para letras. Aunque... bueno pues en realidad ella lo escogió. Habla tan bien y se nota que le gusta tanto que consideraré estudiarlo cuando me quede sin opciones.

- ¿Y cuál es tu libro favorito? A mí me gustan demasiados, y eso que no soy mucho de leer.

Intento animarla para aprender a manejar la tecnología, motivado por el hecho de que me envidia por saber y porque en verdad que me parece genial transmitirle mi conocimiento a alguien que cede a la envidia. Es algo bueno, porque voy a hacerla mi discípula, al menos en esta área. Empiezo mi lección, preguntándole si en verdad quiere, porque bien puedo hacer que deje de preocuparse por la tecnología y podemos cobrar venganza, pero su deseo de aprender es genuino. y no sólo eso, sino también bastante fuerte. Río cuando ella ríe, porque decir que no es amiga de la tecnología fue lindo. Luego me cuenta intentó aprender sola, pero al no lograrlo cobró venganza.

- Maji? Wow, ¿en serio? Y te ves tan inocente... sí que eres buena. Yo destrozo la electricidad de lugares de ese tipo cuando me enojo. Es muy bonito ver volar en pedazos una computadora nueva. Entiendo tu frustración, pero pasemos al segundo paso. De todas las cosas tecnológicas, ¿cuál te interesa aprender primero? Celular es una buena opción porque es pequeño, portátil y relativamente barato. Sin mencionar que es muy práctico para lanzárselo a alguien directo a la cabeza cuando te desesperes.

Río con ella al escuchar el asunto de los libros. Es verdad, a veces te gusta mucho algo con variedad y es imposible elegir. Me cruzo de brazos y pienso un poco.

- Sí, creo que es como si yo quisiera elegir un tipo de víctima preferido o un videojuego. Pero voy a decirte que el primer libro occidental que hable de nosotros los orientales que me gustó, fue Shogun de James Clavell. Te hace ver que los bárbaros son ellos, así que me gustó pese a que tiene como mil páginas.

Pasamos al asunto que nos interesa, que es la tecnología. Doy mi recomendación porque aparte de todo, le dará las bases para cosas más complicadas como las pads e incluso las computadoras. Sonrío con suficiencia, porque es cierto en verdad que puedes lanzarle el celular a alguien.

- Ahora mismo. Podemos ir a comprar tu celular de una vez. Yo te lo invito... o mejor dicho, los humanos del banco cuando hackee mi tarjeta de crédito desechable. A cambio... me darás algunas de tus pociones que no funcionan. ¿Qué dices? Es un buen trato.

Llamo a la mesera y pago la cuenta con la misma tarjeta con la que me he comprado bastantes cosas y que después de lo del celular, será inservible. De vez en cuando hago estas cosas, sólo por diversión.

Literalmente le propongo a Nay-chan un trato que no podrá rechazar. Sé que para meter agua de colores en un frasco no se necesita ser un genio, pero el frasco en sí y el color que elijas es lo que seguro se le da bien a Nay. Por eso quiero y porque seguro más de un humano idiota me envidiará por tener una auténtica poción falsa de una maga verdadera. Era obvio que tenía que aceptar y le hago un guiño contento porque esto también tiene ventajas para mí.

Pago y la alcanzo, pero ya que soy un caballero, le tiendo el brazo y camino con ella unas cuantas calles hasta el centro comercial.

- Este es el lugar donde hay varias tiendas de lo que buscamos.

Camino hasta una de las que me gustan por la variedad y dejo que escoja. Señalo el aparador con los celulares más caros.

- Escoge... te tiene que gustar, todos hacen cosas geniales.
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Off: tranquila n_n

Camino orgulloso y elegante con Nay tomando mi brazo y veo con agrado que más de uno nos mira. Vamos al centro comercial y no pierdo el tiempo, voy directo a la tienda de celulares con mayor variedad y que me gusta. Le digo que elija uno que le guste.

- Piensa en él como un accesorio. Se tiene que ver lindo.

Ante este comentario, varios me voltean a ver, particularmente algunas chicas que ya veían con envidia a Nay porque voy a comprarle algo caro.

- Sí, soy gay, ¿algún problema?

Dejo que elija y de verdad que no me importa cuál escoja pero elige uno que francamente es muy elegante y hasta a mí me gustó.

- Oye, buena elección. Con clase y elegante.

Pido que me lo muestren y checo más las especificaciones que el precio que no me importa. Pido que me lo den y pago con mi súper tarjeta. Encima, pido que me den una bolsa de regalo y se lo doy a Nay.

- Aquí tienes...

Aprovecho para ver a las chicas que traumé hace rato.

- No soy taaaan gay después de todo.

Vuelvo a tenderle la mano a Nay.

- Ahora... ¿comemos? Puedo enseñarte ahí y sirve que presumes tu juguete nuevo. ¿Qué dices?