Ashtray Heart -Priv

Caminaba en solitario por la playa, descalzo, observando el mar con cierto deje de melancolía. Rememoraba años pasados, las últimas experiencias vividas y los días del presente, tan monótonos y fríos comparados con el ayer. Bajo mis pies sentía la arena cálida; no hacía mucho había anochecido y ésta aún conservaba vestigios de calidez brindados por el imponente sol que ya no recordaba.

Llevaba los cabellos sueltos, como solía hacer últimamente. La brisa marina impregnaba cada una de mis negras hebras y el viento las enredaba de forma juguetona, aunque de vez en cuando tenía que pasarme la mano por éstos y echarlos hacia atrás para poder ver.

Cada noche era igual. La soledad era mi única compañía además de mis libros y diarios de vida, la sed cada vez era menor y las noches más oscuras me parecían. Si el mundo seguía así, temía que pronto la mismísima luna pudiera desaparecer. Mi mirada descansaba sobre ella, allá en lo alto. La contemplaba con la misma fascinación con que lo hiciese la primera vez que abrí mis ojos vampíricos al mundo, y es que con cada noche que pasaba apreciaba más las cosas lejanas, los recuerdos y la fragilidad de la vida misma en estos negros tiempos.

Pero sobre todo, extrañaba. Y a veces por estos mismos sentimientos olvidaba mis razones para continuar, mis motivaciones para volver a abrir los ojos con cada puesta de sol. ¿Qué le deparaba al mundo? No lo sabía y esto me angustiaba de forma extraña. Puede que pese a todo, no haya cambiado tanto como suponía.

El aromadel mar, extrañamente me recordaba al unico lugar al que habia conciderado mi hogar, hacia tanto tiempo que ya creia haber olvidado, ese fragante aroma a sal, la humedad y el calor, esa suave briza, aun que nada se comparaba a Nueva Orleans, con sus casa coloniales y coloridas.

Meti mis manos en los bolsillos de mis jeans, aspirando el viento salado que jugaba con mis rubios cabellos, caminando con los ojos cerrados sin temer a tropezar, no habia que temer, siempre habia una oportunidad mas para ponerse en pie.

No se por cuanto tiempo estuve asi, caminando a ciegas, sonriendo tontamente, mientras lo hacia, imbuido en mis memorias hasta que senti una presencia, un ligero aroma a hierva fresca, a tierra humeda y maderas.

Abri los ojos algo perplejo, pues conocia ese aroma, olia a bosque en pleno invierno en nueva orleans, fresco, calido y humedo. Louis.

Y en plena contemplación de la luna estaba, tarareando bajo una canción que se me había venido a la mente de la nada, cuando una presencia vagamente familiar... Fruncí el ceño, concentrándome más en ella. No, no era vagamente familiar, conocía muy bien aquella sensación, aquellas emociones que en mí despertaba sólo un ser en todo este pequeño mundo. ¿Qué hacía Lestat aquí, después de tanto?

Por supuesto no lo suponía muerto, la eternidad me había servido para aprender que él era uno de los pocos seres verdaderamente inmortales que existía. Sin embargo, era extraño encontrarle después de tanto, ¿sería el mismo? ¿Habría cambiado?

Curiosamente, ambos caminábamos en la misma dirección y nuestro encuentro era inevitable. Mis pasos, lentos, me condujeron por el borde de la playa hasta que pude distinguir a lo lejos su silueta como siempre, imponente, juvenil y fresca, aquella que inicialmente me había llamado tanto la atención. Me detuve a mitad de camino y contemplé el mar, calmo, quieto y relajante mientras el viento continuaba revolviendo mis cabellos, esperando a que ahora él se acercara si es que esa era su intención. Yo, por mi parte, no forzaría a nada.

Segui andando, con el corazon latiendo rapido en mi pecho, extrañamente, era como un repentino shot de adrenalina, la misma que sentia al inciar una nueva aventura, era similar la sensacion a cuando lo habia visto por primera vez en el puerto en nueva orleans.

-Louis... Louis... Louis....- repetir su nombre, era casi como si fuese un mantra, un cantico sagrado que tranquilizaba mi alma- Tanto tiempo, mon amie, no crees?

-Así es Lestat, ya han sido casi dos siglos -dije, girándome a verle, descubriendo que no había cambiado aparentemente en todos estos años. ¿Significaba eso la inmortalidad? Sonreí ligera, amablemente, y terminé de acercarme a él para saludarle como correspondía.

-Bonne nuit -susurré, viendo sus ojos, perdiéndome en ellos como aquella primera vez, cuando yo era un humano que sólo deseaba la muerte. Aquellas azules orbes siempre me habían encantado, y tras verle ahora, pude confirmar que él en verdad no había cambiado-. No he sabido nada de ti, extrañamente. ¿No has vuelto a pecar de soberbio mostrándote al mundo? Aunque bueno, a decir verdad en estos tiempos ya es normal que eso suceda con cualquiera...

Sonrei socarronamente, aun que no sabia con presicion si lo hacia por el o por mi, era simplemente algo dificil de explicar en una situacion como aquella.

-No me puedo quejar - dije frotandome la parte trasera del cuello - No ha sido facil, lo admito, pero... me divierto intentando portarme "bien", y aun que no haga mucho ruido, siempre estoy ahí.

Desvié la mirada hacia las aguas tras ver aquella socarrona sonrisa que en veces encontraba tan fuera de lugar, pero Lestat era así, soberbio, y con el tiempo tenía que admitir que había terminado por acostumbrarme a su comportamiento, aunque no dejaran de sorprenderme la mayoría de sus acciones.

-Yo aún me pregunto cuál es exactamente tu definición de "bien" -comenté, apartándome un mechón de cabello del rostro y colocándolo tras mi oreja con movimientos lentos, humanos-. Me alegra saber que has sobrevivido a todo lo que ha pasado -dije tras una pequeña pausa, sin verle, esbozando una leve sonrisa inconsciente.

-Es un concepto relativo, sabes- dije mirandole de reojo, antes de volver a fijar mi mirada en el horizonte, en las brillantes aguas del mar, ante la luz reflejada de la luna, era una estampa magnifica, era de esas pocas cosas hermosas que conservaba el mundo pese a estar casi destruido en su totalidad.

-Pero cuentame sobre ti, cher - pregunte levantando una ceja, mirandolo fijamente una vez mas - Que has hecho?

Me giré a ver a Lestat tras oír su pregunta, perdiéndome un poco en sus pensamientos en busca de la respuesta. Sentía que había hecho demasiado y a la vez demasiado poco, que había vivido cosas que no debería y que había cometido demasiados errores.

Tras meditar su pregunta, volví a desviar la mirada, casi rehuyéndola, al tiempo que mi sonrisa se desvanecía de mis labios.

-He hecho bastante, me perdí por algún tiempo. Las cosas cambiaron bastante luego de nuestra separación -respondí finalmente, de forma algo ambigua, ya que me costaba un poco aceptar todo lo que había pasado, o asimilarlo realmente.

-Te ves compungido mon amie, hay algo de lo que quieras hablar, soy todo oidos, y juro no levantar juicio alguno sobre ti.

Dije sonriendo de forma amable, mirandolo con el rostro inclinado a un lado, aguardando su respuesta.

Lo observé de forma dulce, había ocasiones, escasas, en las cuales Lestat mostraba verdadero interés o preocupación en mi persona. Sin embargo, negué con la cabeza de forma lenta, esbozando una sonrisa melancólica.

-Tal vez más adelante, cuando nos volvamos a encontrar o más bien, cuando yo también haya asimilado ciertas cosas. He cometido mis errores también -contesté, suspirando-. ¿Y si mejor caminamos por la orilla de la playa? Últimamente me pone algo nervioso estar quieto en un mismo lugar.

Levante una ceja de forma perspicas, sonriendo de lado, moviendome ligeramente indicando de esa forma que aceptaba si oferta de solo caminar.

Era comfortable su presencia, hacia tanto que no lo veia que creia olvidada aquella sensacion de tranquilidad que él me brindaba, el permanecer solo asi, juntos y en silencio, era algo que extrañaba de aquellos años, preferible asi a estar discutiendo.

Large un suspiro, jugando con la arena, pateandola a cada paso que daba en una forma infantil.

Caminé con paso lento a su lado, dejando de lado todo pensamiento sólo para concentrarme en los sonidos de las olas, de algunas aves y de sus pisadas. Era extraño volver a caminar junto a él, sentir otra vez su presencia junto a la mía después de tantos años y tantas experiencias vividas.

Se sentía... agradable. El silencio a su lado no era incómodo y su presencia en cierta forma me mantenía calmado, relajado, como si ya no hubieran demonios ni ángeles caídos que en cualquier momento pudieran aparecer para aniquilarnos.

-Se siente extraño estar contigo tras tanto tiempo -comenté luego de un largo rato, mirándole con ojos cansados-. Es como si nada hubiera cambiado desde Nueva Orleáns...

- Tu crees? - pregunte mirandolo fijamente, sonriendo de lado, sintiendo el viento jugar con mis rubios cabellos- Yo no se... te siento distinto.

Comente y segui caminando, siguiendo con aquel extraño juego de patear arena, observarla salpicar y caer, viendo mis huellas que dejaba a mi paso.

-Yo también me siento distinto -dije tras un largo suspiro, caminando a su lado viéndole de reojo, notando cómo pateaba la arena cual niño pequeño. Había momentos en que en verdad me parecía un niño, infantil, engreído y travieso. Aunque ahora parecía bastante más sosegado que en antaño.

Sin embargo, en cierta forma... Lo sentía bastante lejano. ¿Sería debido a mis cambios o a los suyos? Le miré con cierto deje de melancolía en los ojos y entonces desvié la mirada. Me detuve y miré hacia el mar, guardando mis manos en los bolsillos de mi abrigo, pensando.

-Sucede algo?.-pregunte al sentir su mirada fija en mi, provocandome escalofríos que supe disimular- Te ves... no se... te molesta que este aquí?, tal vez fui un entrometido al acercarme, quizas quieras estar solo.

Dije, sin creerme aun lo que decia, en otros tiempos le hubiera reclamado el hecho de quedarse cayado tanto tiempo, que me evitara la mirada, pero habia algo en el hambiente, era como si fuesemos dos extraños.

Fruncí el ceño con sus palabras, sintiendo cierto ¿pánico? En el pasado, hubiera hecho algún berrinche o algo por el estilo, reclamándome por mi actitud meditativa, pero ahora...

-No, Lestat. Me tranquiliza tu presencia, no deseo que te marches -dije en tono suplicante, un poco sobre actuado y martirizado sin quererlo; me había acostumbrado a ciertas técnicas de manipulación que tristemente no podía dejar, se habían vuelto parte de mi personalidad-. Ya no quisiera volver a separarme de ti...

Abri los ojos algo impresionado por su confecion, sonriendo de forma socarrona, acercandome a él.

-Tu... pidiendo que me quede - dije cerrando el espacio que nos separaba, mas bien colocandome frente a el a una distancia demaciado estrecha, podia sentir incluso su pecho moverse, en aquel acto que por inercia hacia, respirar.

-No puedo negar que muchas veces te necesité y no estabas -dije, sin moverme ni un ápice a pesar de lo cerca que estaba, ya conocía sus juegos, a sus respuestas habituales, y en general su carácter, aunque no podía aventurar que me había acostumbrado.

-Si deseas irte no te lo voy a impedir -agregué, bajando la mirada y abrazándome a mí mismo-. Pero te extraño. Desearía que el sentimiento fuera mutuo, pero temo que no sea así -tras decir esto, un suspiro de resignación, Mis palabras eran sinceras, aunque mis gestos y mis tonos fueran más melodramáticos de lo normal. Esperaba que no se hiciera de drogar y que se quedara, extrañaba la compañía de otro vampiro a mi lado.

Pude haber soltado una carcajada en ese mismo instante, pero simplemente guarde silencio,observandolo fijamente, con una sonrisa brillante en mis labios.

Levante los brazos, posando mis manos en los suyos, sosteniendole, era facil leer sus inderectas, tan simple que parecia casi enternecedor, aun que tampoco podia fiarme del todo.

-Yo tambien te heche de menos - dije cercandolo entre mis brazos, estrechandolo contra mi cuerpo.

Cuando me abrazó mis músculos se relajaron y me permití apoyar la cabeza sobre su hombro derecho, correspondiendo a su abrazo de forma tímida y cariñosa. Su aroma era el mismo de siempre, un aroma seductor que conseguía relajarme y sacar mi parte más dócil a flote.

Con aquel abrazo pude darme cuenta de que incluso mi cuerpo le extrañaba, era curiosa la forma en que ambos nos amoldábamos dentro de aquel abrazo. Cerré los ojos y mis dedos juguetearon con algunos mechones de sus rubios cabellos, los cuales se me enredaban en los delgados dedos.

- ¿Es eso cierto o es una más de tus mentiras? Puedes decirme, no me enfadaré por la respuesta -susurré en su oído, apegándome un poco más a él, al ficticio calor que su cuerpo me proporcionaba.

Aspire largamente el aroma de sus cabellos, agradeciendo entonces el hecho que su cuerpo permaneciera pegado al mio, que aquel simple gesto me regalara un poco de paz, algo que no sabia que era desde yacia tanto tiempo.

Era distinto esto a como lo percibia antes, como era una sensacion de que nada pasaria y sin embargo siempre permanecia alerta como un verdadero paranoico, y ahi, entre con él entre mis brazos todo era paz, tranquilidad, algo que solo el me hacia sentir.

-Louis... Louis ...- nuevamente su nombre, repetirlo con calma, ¡Oh cuanto amaba su nombre!

Era armonico, y simple.

Me gustaba cómo se escuchaba mi nombre al salir de sus labios, nadie sabía decirlo como él. Levanté la vista tras unos momentos de estar abrazados y mi mirada se perdió en sus ojos nuevamente. Entre sus brazos y sus palabras a veces irónicas y a veces, escasas, sinceras, era fácil perderse y olvidarse de todo.

-Lestat... príncipe caprichoso... -susurré viéndole, sonriendo ligeramente ante cierta ocurrencia que provocó que mis mejillas se encendieran. Con él todo adquiría un sentido diferente, incluso la más común de las acciones.

Tras unos escasos segundos de duda, reuní el suficiente valor para ponerme un poco en puntillas y acercar mis labios a los suyos, necesitaba recordar su sabor, su suave tacto contra los míos. Lo besé tímidamente, un beso casto antes de retirarme y liberarme de su abrazo sin mayor explicación.

He de confesar que me sorprendio aquel rose, fue tan inesperado, el rose de sus labios, el extraño calor que me hizo sentir.

Sonrei ligeramente, arrogante ante el hecho de que ninguno habia forzado las cosas, que no habia tenido que ser yo el que diera el primer paso, aun que me moria de ganas de besarle.

Lo tome por el brazo, antes de que pudiera separarse mas atrapando sus labios con los mios, en un beso demandante, posesivo.

Aquel beso suyo era lo que había estado esperando. La forma en que sus labios se movían contra los míos, en que me tomaba, con aquella brusquedad propia de él. Volví a pegarme a su cuerpo y pasé mis manos por su cuello nuevamente, buscando más contacto, más de aquella sensación de calidez y paz reconfortante que sólo conseguía entre sus brazos.

Tras unos minutos me separé para recuperar el aire, aquella costumbre humana seguía muy presente en mí. No era algo que necesitaba, pero respirar era parte de mí también.

-Deberíamos continuar caminando, ¿no crees? -Le pregunté, con una ligera sonrisa cómplice y coqueta, liberándome de su abrazo y colocándome algunos mechones de cabello tras la oreja con gesto delicado.