Sakura Sake [Sayaka]

Al darme cuenta de que es tarde, pienso en llevarlo a su casa. Dijo que es estudiante de prepa, así que me imagino que tiene esa vida preparatoriana de todos los chicos de su edad, aunque me invento yo sólo una historia donde van los chicos tras él, creyendo que es chica y a la hora de la acción le encuentran su "cosita de niño". Mataría por ver algo así, seguro es mega divertido.

Pero pues no... su historia real es tal vez la razón por la cual se viste como mujer y va por ahí como Vivia, haciendo de este un mundo más kawaii. O tal vez... Entre más escucho, más pienso que en realidad lo que pasa es que los humanos, o al menos alguno o al menos este, son realmente fuertes. Yo puedo entender eso de que todos los que conoces se mueren, particularmente porque me ha tocado vivir guerras donde literalmente todos caen como moscas. La única diferencia diferencia es que a mí no me afecta tanto, porque pues... no los quería.

Le pico la frente, entre las cejas.

- Sa-bakka. Yo no me voy a morir nunca. Antes te mueres tú, así que deja de decir esas cosas, al menos de mí. Bueno entonces... ¿te regreso a tu casa?

El momento un poco extraño de escuchar de muertes que sí entiendo y de familia que no entiendo, pasa. No es mi culpa, yo no tengo familia y aunque envidio algunas cosas como que los papás te compren todo y las mamás te cocinen y arreglen el desorden, es algo de humanos. Propongo llevarlo a su casa y levanto una ceja cuando empieza a insistir de tal forma como si fuera una molestia.

- No eres una molestia. Sé que casi no me conoces, pero si lo fueras, ni te digo de llevarte. Eres hombre, ¿no? No tengo por qué ser caballeroso, así que soy sincero por muy directo que sea. Y sí, amo el chocolate, gracias.

Tomo uno de los chocolates y me levanto. Recojo mi basura y me como el chocolate, sonriendo encantado. En verdad lo adoro. Señalo hacia mi moto.

- No traigo casco porque yo no uso, pero te garantizo que no te pasará nada.

Me subo y espero a que suba detrás de mí. Esto puede ser muy pornoso porque tendrá su "cosita de niño" pegada a mi trasero.

- Y dime a dónde te llevo.

Se había tomado bastante bien mi sinceridad, lo que sea de cada quien. Pero pues es verdad. Podrá parecer chica, pero no hago el juego del príncipe encantador con él y punto. Me subo a la moto y pregunto por la dirección. Se sube detrás de mí y me agrada que se pegue. No sé, creo que últimamente de verdad ando deprimido porque quiero algo que me está costando tener. Encima esto de conseguirme una pareja sólo porque sí me parece en realidad tonto, pero sólo quiero porque todos tienen. Y nadie me pela y me siento solo como hongo.

Arranco la moto y empiezo a conducir para salir del bosque.

- Sí, he pasado por ahí, aunque nunca he entrado.

Manejo rápido, intentando dejar atrás la frustración que tengo. Es, después de todo, normal que me frustre por envidiar cosas. Es lo habitual para mí.

Voy rápido porque es mi forma de conducir. Así me gusta y sentir el aire contra mi cuerpo es una sensación increíblemente genial. Me hace olvidar las frustraciones y el enojo y sólo siento el viento. Sigo las indicaciones y agradezco que haya un alto porque siento cómo se pega a mi nuca y abro los ojos, estremeciéndome un poco. La nuca es uno de mis puntos débiles y normalmente no suele tener la atención que se merece.

- No te vas a caer, no si te agarras fuerte.

Y en realidad, si dejas de decir cosas pornosas de mi olor de demonio, porque no me echo loción en la nuca, obviamente. Nadie me había dicho algo así de mi olor.

- Yo soy súper cool.

Levanto la moto sobre la rueda trasera un poco y arranco más rápido. Lo hice por presumir, pero cuido que no se suelte. Momentos después, me estaciono afuera de lo que parece ser un edificio de departamentos.

- ¿Es aquí?

Llegamos a su apartamento y me estaciono. Lejos de invitarme a subir, literalmente me dice que vaya. Iba a pensármelo, pero pues ¿qué podía pasar? Lo único malo sería darme cuenta de que no puedo sacar absolutamente nada bueno de él, pero la verdad, con otro abrazo me conformo. Me estoy volviendo sentimental.

Señalo al gato... Maldita sea, tiene un gato como el que quiero, aunque yo lo quiero con alas. En fin. Entro a su depa y... Es como el de una chica. Dejo mi saco por ahí y espero para ver si debo quitarme los zapatos o no.

- Tienes un lindo lugar...

Acepto subir y me quedo parado en la entrada, pero antes de que encuentre sus zapatos ya está dándome pantuflas. Me siento para quitarme los zapatos y se pone como... monito hiperactivo de anime. Río divertido y dejo los zapatos donde debo, pero no me pongo las pantuflas. La idea de esto es dejar libre los pies para poder subirlos por todos lados y para aprovechar en caso de que logre divertirme un poco con él. Que sé que tengo pocas posibilidades, pero nunca está de más ser previsor.

Me acerco al sofá y me siento, cruzando la pierna con elegancia. Me quedo mirándolo, sopesando lo del helado y aún más lo del gato. Sigue con esto de complacerme en todo y francamente, me gusta. Nadie hacía esas cosas por mí.

- Helado... de chocolate está bien. Y, ¿me traes agua simple con mucho hielo?

Le sonrío, encntador.

- Y quiero ese algo que mencionaste... Al menos espero que te sientes conmigo.

Me quedo mirándolo, divertido, desde donde estoy. Es que es tan... no sé. Tiene todas las cosas que odio de las chicas, pero al ser un chico me parece que todo está en el lugar correcto. Tal vez es simplemente que me da toda esta atención y eso me hace sentir especial. O será que sólo tengo que reordenar mis ideas.

- Tú me diste varias opciones de cosas y luego dijiste: "¿algo?" Me intriga saber en qué algo pensaste. Y deja de mencionar ese gato, se me antojó otra mascota mejor.

Veo que va a poner la tele y sutilmente lanzo un rayo que causa interferencia para que no la prenda.

- Uy no prende, mejor así.

Pregunta mi edad y me parece divertido.

- 23... ¿y tú? No creo que importe, tú has de tener como 17 ¿no?

Tomo el vaso de helado y le doy una lamida larga por toda la superficie chocolatosa, al tiempo que exhalo en un suspiro. Para que vea que soy sexy.

Mi movimiento con la tele funciona y no puedo evitar reír en silencio al ver cómo piensa que rosticé su tele, pero no soy tan malo. No ahora al menos. El movimiento del helado es aún mejor recibido. Veo que se pone nervioso y va a soltarse el pelo... descarado. Me habla de las mascotas. Me aflojo la corbata y abro un par de botones para empezar a poner en funcionamiento mi segundo plan.

- No voy a tener de mascota algo que se come. Y mucho menos una que coja más que yo, acabaría con el hígado lleno de piedras de tanto envidiarlo.

Aprovechando que me ve, doy un trago largo al agua, pero accidentalmente a propósito, dejo que me resbale el agua fría y me escurra por dentro de la camisa, mojándola.

- ¡Ups! Bueno, ya qué. Es sólo agua...