Sakura Sake [Sayaka]

De repente me había tocado trabajar un montón. Así, de la nada. Aunque mi trabajo en realidad podría ser algo así como diversión, pero igual, aunque estoy jugando videojuegos todo el día, hay que hacer códigos y lograr que se destrabe. Había tenido muchos problemas con una parte del videojuego donde había videos intercalados con una pelea. Todo se trababa y hasta para mí que soy la envidia de la compañía por todo el talento que tengo, me había costado. Termino agotado, y sorpresivamente me había echado toda la noche en horas extra. Quiero asesinar a los idiotas del departamento de diseño y en venganza, robo sus archivos y les mando un virus. Me arreglo el cabello con los dedos en el baño y me lavo la cara para intentar revivir.

Salgo del edificio, pensando que debería conseguir alguien que me dé un masaje, estoy tan cansado que sé que no podré dormir. Paso a comprarme el frapuchino de vainilla más grande que encuentro y una baguete y luego subo a mi moto y me dirijo al bosque. Apago la moto y me quito el saco, los zapatos y los calcetines y camino un poco sintiendo el césped bajo mis pies. Me siento cerca de un árbol y empiezo a comer.

Me estiro y empiezo a comer. Estaba bueno, aunque tal vez sí debería dejar de vivir en hoteles y buscarme un lugar más estable que sea sólo para mí. Mi hermano Avaricia seguramente se escandalizaría de lo mucho que gasto en hoteles, pero es que no entiende que estar solo por ahí me haría sentir muy miserable ahora que veo que todos a mi alrededor han desarrollado una moda por andar todos en pareja. Pero bueno, igual y lo pensaría.

En eso estaba cuando escucho una voz... así como de anime shojo y levanto la vista para ver a una chica, con orejas de neko, trepada al árbol como si fuera un gato de esos que salvan los bomberos.

- Are? Majikaio!

Me quedo viéndola como tonto tal vez durante medio minuto y luego reacciono. En realidad no hay nadie más aquí. Dejo mi café, mi baguette y me levanto.

- Voy a ayudarte, tranquila.

Con cuidado y sin perder mi toque de elegancia, trepo al árbol hasta donde está ella y le tiendo la mano.

- Anda vamos... puedo ayudarte a bajar. No te haré daño.

Noto la desconfianza de la chica... humana. Primera cosa que vengo a hacer por ayudar a un humano y claro, va a notar que soy demonio y la única forma en la que lo hará será con esa cosa de las mujeres humanas llamada sexto sentido. Exhalo y espero... tal vez, sólo tal vez sea únicamente que está asustada. Toma mi mano y me hace sonreír, más aún cuando se aferra a mí. Como si fuera lo único que la ayudaría. La rodeo con un brazo y ella empieza con una especie de mantra para pedirle al árbol que no se rompa... o a la rama.

- No está tan alto. Shhhhhhh, tranquila.

Me muevo de rama y poco a poco voy bajando. Empiezo a preguntarme qué rayos ando haciendo ayudando a una mujer. Aunque parece que no tiene pecho, vaya a pasarme como con Amidas. Me detengo en una rama como a un metro del piso y trato de ver o sentir si tiene busto. Parece que me muevo demasiado, porque esta rama sí se rompe.

Caigo de espaldas contra el césped, a varios metros de donde están mis cosas y con la chica sobre mí.

- Ité! >_<

Jadeo, fastidiado con el árbol, aunque en realidad la culpa es mía por andar pensando ahora que todo el mundo es lolita o algo por el estilo.

- Daijoubu? ¿Estás bien?

Le aparto varias hojas y ramitas del cabello.

- Senbō Ryuu, desu. Llámame Ryuu. Lamento el final del rescate.

Por andar de chismoso esperando sentir lo esponjoso del pecho de las mujeres, no me doy cuenta que la rama es débil. Se rompe y caemos, pero al menos ella cae sobre mí. Se sienta sobre un lugar que no debería, y trago... La miro desde las piernas y hasta el pecho que... pues no tiene y luego veo su sonrisa. Está preocupada por mí, y eso que obvio es porque soy su salvador genial pese al final algo accidentado.

- Ahm... no me incomodas.

En realidad sí, pero siento muy extraño porque mi mente me dice que es una mujer y yo con mujeres sólo si hay ventajas de por medio. Pero mi cuerpo no encuentra la sensación desagrable y ya me estoy traumando solo. Me asusta de verdad estar tan urgido que termine con una mujer sin que sea por algo ventajoso. Está bien que por esos "deslices" con mujeres no debo considerarme 100% gay, pero hay límites.

Se aparta y se presenta... Bueno al menos se apartó, porque sí es mujer. Tiene nombre de mujer. Esto está demasiado raro...

Me tiende la mano y la tomo, pero me levanto usando básicamente mi propia fuerza. Es una humana y yo no. Pero bueno, es una humana kawaii, por mucho que yo piense que los humanos son débiles y la mayoría, idiotas. Parece que a ella no le pasó nada, pero no está de más asegurarme.

- ¿En serio estás bien?

Camino hasta mi café y mi baguette y se los acerco.

- ¿Tienes hambre? No tengo mucho ahora porque acabo de salir todo estresado de trabajar, pero puedo invitarte algo.

Me siento donde está ella parada y le hago una señal.

- Adelante... descuida, no muerdo chicas lindas.

Le creo entonces... tal vez los humanos no son en realidad tan frágiles. Tomo mi comida y me siento. Sonrío divertido cuando menciona lo del café.

- Es frío... el frío está bien que se me caiga encima, pero no frente a las chicas. ¿Qué podrías pensar de mí? No me gusta parecer torpe.

Iba a tomar un sorbo, pero entonces Saya me pregunta si persigo ardillas. Río divertido, no sé ni por qué me río en realidad creo que sólo es una reacción natural y espontánea por su forma de decirlo.

- Iie... En realidad vine a relajarme un poco. Pensaba meditar o algo así, vaciar mi mente del coraje que me hicieron pegar los idiotas humanos para los que trabajo. No lo logré... Digo, está bien que---

Suspiro.

- No te aburro con mis tonterías, digamos que para relajarme y ya.

La veo levantar sus orejas de cosplay y me llama Ryuu-sama. Me toma por sorpresa por un momento, pero es obvio que me merezco ese título. Soy un demonio importante, aunque ella no lo sepa.

- Sólo digo la verdad.

Para cuando termino de hablar, ella ya me tocó el cabello... y sé que debería estar fulminándola porque a mí, nadie me toca el pelo. Pero hay algo en su forma de hacerlo que me hace sentir que todo es muy real y no como las falsedades con las mujeres con las que juego el papel de príncipe encantador sólo para conseguir beneficios como café gratis. Apenas si volteo a ver el ave y luego sólo agito la cabeza.

- Ne? ¿Y de dónde saliste? Antes de venir a perseguir ardillas, neko-chan.

- Bakka...

No lo digo en mala onda, pero es que decirme que salió de su casa. Diría que yo también pero pues no. Me cuenta lo que hizo y hay una parte que me fastidia sobremanera. Me cruzo de brazos y maldigo en voz baja.

- Kso inutachi... (malditos perros)

Osea, ahora sucede que hasta los malditos perros tienen pareja. Y a mí ni las moscas se me acercan en plan pareja, ¿pués qué rayos tiene esa cosa del noviazgo para que todos quieran? No puedo creer que vulgares perros tengan más suerte que yo. Luego me pide que le cuente por qué estoy tan estresado y me dan ganas de decirle que se regrese a Kyoto con su perro con novia. En lugar de eso, me recuesto boca abajo sobre el césped.

- Alguien robó mi trabajo y lo hizo pasar por suyo. Soy programador para una compañía de videojuegos y me encargo de arreglar el juego antes de que salga a la venta para que no tenga errores o tenga los menos posibles. Pero un imbécil se ofendió porque soy mucho mejor que él con las compus y me hizo eso. Se llevarán todos una sorpresa cuando quiera correr el programa y vea cómo su computadora explota y pierde todo lo que tenía guardado. Pero igual, me molesta.

Cierro los ojos.

- Me encanta que me envidien, lo busco todo el tiempo, pero esto es pasarse. Todo me molesta últimamente.

Le cuento a Saya lo que pasó y en realidad creo que sólo lo hago porque me lo pidió. Tal vez sea demasiado curiosa, como buena mujer, pero me sorprende que de verdad me está haciendo caso. Esto es algo nuevo, nadie me escucha cuando me ando quejando de todo, porque cuando lo cuento así, es hablando solo en donde sea que esté viviendo.

- A mí la venganza me encanta, no puedo vivir sin ella. El que me hace algo, lo paga tarde o temprano. Tú porque eres muy inocente y buena, pero yo puedo ser muy malo.

El comentario de los perros la hace pensar que odio los animales.

- No los odio, aunque me gustan mucho más los gatos. Te lo dije, todo me molesta últimamente... será que me siento muy solo y tu perro hasta novia tiene.

Sueno bien urgido, qué mal. Pero bueno, ya lo dije.

La plática de la envidia termina por hacerme sonreír. Lo sé, todos tienen envidia, todos. En mayor o menor medida. No todos tienen que envidiar con tanta fuerza que provoquen guerras o asesinen, también alguien que se da cuenta que envidia algo material, por pequeño que sea, me da ese algo que yo llamo puntos de demonio, que no es sino lo que me nutre como pecado.

- Yo no lo veo mal. Eres humana y todos los humanos envidian. Todo el mundo, de hecho. Pero que no vengan a querer enseñarme a mí, algo que yo mismo inventé.

Suspiro.

- Ni sé por qué te estoy contando todo esto, normalmente hablo en monólogos yo solo. ¿No prefieres que te lleve a algún lado? ¿Caminar por aquí? No sé...

Me encojo de hombros, aunque se ve raro porque estoy tirado sobre el pasto.

- En realidad no, sólo estoy esperando a que se me pase el dolor de espalda.

Siento una empatía inmensa, una especie de conexión entre ella y yo cuando admite estar sola. Tal ves eso es el algo inexplicable que no me hace ser tan frío y horrible como soy con las mujeres. Tal vez sólo que sentí raro cuando estaba muy cerca... Pero menciona a Olivia.

- ¿Vivia? Oh, es mi amiga también. Yo le digo Vivia. Es súper linda.

Pese a todo, esta humana parece tener problemas de soledad como los míos, sólo que dudo que los de ella hayan ido y venido tanto tiempo como los míos, simplemente porque ella no es inmortal. Menciona la novia y yo no me oculto.

- ¡Ni loco! No caeré tan bajo jamás. No novias para mí, gracias, que soy gay.

Me sorprende por un momento que conozca a Vivia, pero pues... Vivia es demasiado popular. Creo que para ella, el mundo entero es su amigo. Pero luego algo no me cuadra. Se empieza a hablar en masculino y yo levanto una ceja, extrañado. Pero lo sigue haciendo... Parpadeo varias veces y volteo a mirar... ehm... ¿mirarla? ¿Mirarlo? Habla tan fácil del tipo que quiso ser su novio y que se murió... casi como si fuera yo diciendo que se murió un humano así y ya.

- ...

No sé qué decir... no es como si en realidad tuviera que decir algo. Salvo el hecho de que me soltó de golpe todo. Por un lado, me parece inaudito haberme puesto como me puse cuando me tocó el pelo y cuando se sentó sobre mi entrepierna, porque creí que era mujer, ¡se viste como mujer y a mí me gustan los súper semes! Por otro lado... hay súper semes no musculosos. No, bueno, por otro lado, estoy muy pero muy contento de que mi homosexualidad esté intacta, porque me prendió un poco alguien que pues... es un hombre.

- Uzakendaio!

Me siento de golpe y me paso una mano por el pelo.

- ¡No manches! ¿En serio eres hombre?

No puedo evitarlo, le miro lo que pensé que era su busto plano como tabla de planchar y luego la entrepierna. Así, con ojo científico, pero pues me da morbo, que ni qué. Pero luego me empiezo a reír.

- Ryuu no bakka! Es la segunda vez que me la aplican. Gomen... es que... bueno, no me lo esperaba. Me siento muy tonto.

Me hace reír su forma de decirlo, más porque me parece que no era algo tan difícil de entender. No en realidad, yo no me había tardado tanto en comprender, porque sé que existen los loli-shota. Presiento que también para él ha sido difícil, Amidas me había contado que la gente lo molesta y lo critica. Yo entiendo sus razones como que simplemtne les gusta vestirse así y ya.

- No es tan difícil de entender.

Sonrío y le revuelvo un poco el fleco.

- Kawaii! No debiste decirme eso, porque ahora quiero verte desnudo... Pero bueno, en verdad no es porque dude que eres hombre. Sentí algo raro cuando te sentaste sobre mí y pues... no tienes bubis. A mí me da igual...

Bueno...

- Ok bueno, no me da igual. La verdad estaba buscando la forma en que te alejaras un poco porque creí que eras una chica y me sentía raro. Así que... pues sí importa para mí, porque es mejor para mí que seas un chico.

Me siento más cerca de él. De verdad sí me siento más cómodo.

Hay un momento de pausa, donde siento que mi forma de decir las cosas tal vez lo hizo sentirse discriminado. No es personal y en realidad no lo discrimino, aunque admito que esto me lo hace menos raro y a la vez más raro. Porque no pensé que alguien que se viste como chica lograra que no lo fulminara por tocarme sin permiso, y encima el cabello. Pero entonces las cosas van mucho más allá... literalmente me salta encima y me quedo petrificado por la sorpresa. Según yo, no hice nada extraordinario, y él sólo...

Tal vez es fugaz, pero me gusta que me haya abrazado. Me siento muy solo y él de verdad me abrazó sólo por mí y mi genialosidad como persona, sin cosas extra de por medio.

- No, está bien. El kawaii eres tú. Así que eres de Kyoto, ne? Yo soy de Tokyo.

Pregunto por su ciudad de origen, porque entendí que es Kyoto por lo de su perro con grrrrr, pareja. Pero sucede que no. Bueno, yo estrictamente soy de Edo, porque aún no era Tokyo y aún más estrictamente no soy de un lugar sobre la Tierra, pero me funciona decirlo así.

De nuevo de la nada me abraza y esta vez de una forma más posesiva. No lo sé, nadie jamás me había abrazado así y abro mucho los ojos mientras me estruja y me apachurra, alejando con cada movimiento mi soledad. Volteo a verlo cuando me pregunta dónde trabajo.

- En Square. La del Final Fantasy 53 mil millones o lo que sea, ya perdí la cuenta. ¿Tú trabajas, estudias o algo? Me das curiosidad, eres un chico misterioso.

No hago nada por separarme, e inconscientemente hasta me pego más.

Aunque trabajo en una compañía que no mencionó, bien que la conoce, al menos por el juego más conocido. O la serie de juegos que tiene ya muchos años existiendo.

- Pues yo trabajo ahí. Los primeros que jugué fueron el 7, el Tactics y el Crystal Chronicles que aún ahora sigue siendo de mis juegos favoritos. Ahora ya hay muchos y luego pierdo la cuenta de qué jugué. Porque debo jugarlo para poder trabajar, lo voy destrabando mientras juego y se guardan los cambios. Así que ni parece trabajo lo que hago.

Pregunto si él estudia y me abraza con fuerza. De repente me deja de doler la espalda y dejo de sentir como si me explotara la cabeza. Sayaka me calma y esto es bastante extraño para mí, pero muy agradable.

- ¿Lo de tu chico? Bueno, no tienes que contarme si no quieres.

Se aparta y sólo entonces veo el cielo.

- Cierto... Ni cuenta me había dado que es tan tarde. Tus padres se preocuparán. Anda, te llevaré a casa.