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En roma de viaje (Libre)
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En roma de viaje (Libre)
Tras unos dias en tren, sin parar de mirar por la ventana, no paraba de pensar si el rumor que escuche sobre mis hermanos eran ciertos, y que se encontraba en Roma. Así fue como agarre el tren y fui a visitar Roma , para ver si encontraba a mis hermanos.
Sin darme cuenta, el tren paro en Roma, y tras bajar del tren y salir de la Estación, respire profundamente, el el aroma de esa ciudad.Me dirigía hacia el hotel donde me dijeron que estaba mi hermano, pero al llegar al hotel, pregunte en recepción , y me entere que me la jugaron , que en ese hotel nadie tenia ese nombre.Decepcionado, me senté en el parque de delante del hotel, mirando como jugaban los niños, y pegue un gran suspiro, mire una piedra del suelo y le pegue una patada, esa piedra voló y golpeo a alguien en la pierna , yo solamente vi las piernas de la supuesta persona , y fui subiendo la mirada hasta verla preocupado, pero sin mostrar ningun gesto con la cara.
Sin darme cuenta, el tren paro en Roma, y tras bajar del tren y salir de la Estación, respire profundamente, el el aroma de esa ciudad.Me dirigía hacia el hotel donde me dijeron que estaba mi hermano, pero al llegar al hotel, pregunte en recepción , y me entere que me la jugaron , que en ese hotel nadie tenia ese nombre.Decepcionado, me senté en el parque de delante del hotel, mirando como jugaban los niños, y pegue un gran suspiro, mire una piedra del suelo y le pegue una patada, esa piedra voló y golpeo a alguien en la pierna , yo solamente vi las piernas de la supuesta persona , y fui subiendo la mirada hasta verla preocupado, pero sin mostrar ningun gesto con la cara.
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Re: En roma de viaje (Libre)
Había dejado a mi doncella a buen recaudo, aunque jugara con sus sentimientos no significaba que parte de mí se estuviera vinculando sentimentalmente a mi bella, dulce y cándida Lorane. Había cubierto su fina capa de soledad con pétalos de rosas, música de violín y mi voz arrullando su fantasía hasta provocar su caída en los infiernos más deseables. Sonreía con sólo pensar en ella cubierta por un traje de corte clásico color hueso con algunos detalles en carmesí, como sus hermosos cabellos cayendo sobre sus blancos, sedosos y juveniles hombros. Dieciocho años, una tierna criatura que a penas despertaba en el mundo, y yo un canalla de doscientos años que disfrutaba engatusando a mi adorable princesa.
Como bien he dicho me marché lejos de su lado, por supuesto dejándola custodiada por hombres y mujeres de confianza plena para atender sus capricho. Necesitaba alejarme de su presencia para meditar con calma mis siguientes pasos, así como iniciar los trámites oportunos para una nueva fábrica de caballos mecánicos de guerra. Había pensado en Roma, Italia, un lugar lleno de prestigio por su buen hacer en trajes y automóviles.
Caminaba a plena luz del día, dada mi condición podía hacerlo, con mi violín oscuro entre mis dedos y mis cabellos revueltos que caían de forma extraña sobre mi chaqueta de corte clásico. Poseían un color extremadamente dorado para un monstruo que debía ocultarse mayoritariamente entre las sombras. Aspiré la suave brisa del ambiente, las flores germinando a prisa mientras el calor aplastante me jugaba una mala pasada. Decidí quedar en mitad de una plaza a tocar una de mis piezas favoritas, no era composición mía pero debido a mi habilidad podía decirse que prácticamente Paganini había renacido. Era el caprice número 13, toda una prodigiosa obra que decía ser fruto del demonio. ¿Quién mejor que un demonio para tocarla?
Me movía como un humano común sin hacer aspavientos de mi envase real. Mis pies envueltos en caros zapatos italianos pateaban las baldosas mientras me giraba con una sonrisa llena de fascinación. Amaba la música, la buena música, y no ese maldito ruido que solían llamar música. Gritos, acordes mal montados y rimas desastrosas de chulos demasiado egocéntricos. Si bien, algo me distrajo y fue la pelota de un pequeño. Bajé mi violín y tomé el balón ofreciéndoselo al pequeño, mis ojos violetas le parecieron tal vez demasiado extraños o hermosos porque se quedó envelesado observándome. Los humanos me agradaban, eran tiernos y de piel caliente. Me fascinaba lo frágiles que podían llegar a ser, soñadores e ilusos desde siempre y vivían al límite sabiendo que iban a durar poco en el mundo. Si bien, algunos me repugnaban.
-Buongiorno piccolo bambino.-no era la primera vez que usaba el italiano, la lengua materna de mi abuela por parte de padre. Sabía cientos de idiomas, algunos ya muertos. Tendí la pelota nuevamente al pequeño y este reaccionó.
-Buongiorno.-murmuró antes de salir corriendo.
-Ah... Giorni felici.-dije alzando la vista hacia un hombre que observaba la escena.-Le veo muy apesadumbrado.-leí entonces su alma y comprobé que era de esos humanos que detestaba, demasiado inmersos en su “yo” para ver el mundo, el arte, disfrutar de todo lo vivo y el escaso tiempo que tenían. Inmersos en problemas demasiado comunes para no ver más allá de su pequeña narizota.
Caprice nº 13 de N. Paganini monsieur... https://www.youtube.com/watch?v=OLDeYZXUDDQ&feature=fvwp&NR=1
Como bien he dicho me marché lejos de su lado, por supuesto dejándola custodiada por hombres y mujeres de confianza plena para atender sus capricho. Necesitaba alejarme de su presencia para meditar con calma mis siguientes pasos, así como iniciar los trámites oportunos para una nueva fábrica de caballos mecánicos de guerra. Había pensado en Roma, Italia, un lugar lleno de prestigio por su buen hacer en trajes y automóviles.
Caminaba a plena luz del día, dada mi condición podía hacerlo, con mi violín oscuro entre mis dedos y mis cabellos revueltos que caían de forma extraña sobre mi chaqueta de corte clásico. Poseían un color extremadamente dorado para un monstruo que debía ocultarse mayoritariamente entre las sombras. Aspiré la suave brisa del ambiente, las flores germinando a prisa mientras el calor aplastante me jugaba una mala pasada. Decidí quedar en mitad de una plaza a tocar una de mis piezas favoritas, no era composición mía pero debido a mi habilidad podía decirse que prácticamente Paganini había renacido. Era el caprice número 13, toda una prodigiosa obra que decía ser fruto del demonio. ¿Quién mejor que un demonio para tocarla?
Me movía como un humano común sin hacer aspavientos de mi envase real. Mis pies envueltos en caros zapatos italianos pateaban las baldosas mientras me giraba con una sonrisa llena de fascinación. Amaba la música, la buena música, y no ese maldito ruido que solían llamar música. Gritos, acordes mal montados y rimas desastrosas de chulos demasiado egocéntricos. Si bien, algo me distrajo y fue la pelota de un pequeño. Bajé mi violín y tomé el balón ofreciéndoselo al pequeño, mis ojos violetas le parecieron tal vez demasiado extraños o hermosos porque se quedó envelesado observándome. Los humanos me agradaban, eran tiernos y de piel caliente. Me fascinaba lo frágiles que podían llegar a ser, soñadores e ilusos desde siempre y vivían al límite sabiendo que iban a durar poco en el mundo. Si bien, algunos me repugnaban.
-Buongiorno piccolo bambino.-no era la primera vez que usaba el italiano, la lengua materna de mi abuela por parte de padre. Sabía cientos de idiomas, algunos ya muertos. Tendí la pelota nuevamente al pequeño y este reaccionó.
-Buongiorno.-murmuró antes de salir corriendo.
-Ah... Giorni felici.-dije alzando la vista hacia un hombre que observaba la escena.-Le veo muy apesadumbrado.-leí entonces su alma y comprobé que era de esos humanos que detestaba, demasiado inmersos en su “yo” para ver el mundo, el arte, disfrutar de todo lo vivo y el escaso tiempo que tenían. Inmersos en problemas demasiado comunes para no ver más allá de su pequeña narizota.
Caprice nº 13 de N. Paganini monsieur... https://www.youtube.com/watch?v=OLDeYZXUDDQ&feature=fvwp&NR=1
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Re: En roma de viaje (Libre)
Otra vez me mintieron, maldita sea, nunca encontrare a mi hermano perdido, o mi lugar en este mundo.me marque un suspiro largo agotado por recorrer tantos kilómetros para nada.Y seguí mirando a los niños y contempando , una de las ciudades mas mágicas del mundo para mi. un lugar en el que a cada rincón que mires ves un pequeño trozo de la historia. Eso me hacia sentir grande, y con esperanzas de llegar a encontrar mi lugar y mi hermano, y me subía ligeramente la autoestima..
Ya paso un rato, en el parque y escuche un sonido de un violín a lo lejos, no me agradaba para nada ese sonido, causaba mucho ruido para mi, yo prefería un piano, sus notas me parecían mas finas, y con mas clase que las de el violin. Poco a poco el sonido se intensifico y pude apreciar las notas , me parecían mas delicado y agradable escucharlo,Con esa calma en ese lugar, y esa melodia mi cuerpo se relajo, por que le gustaba ese tipo de musica, para ratos tranquilos, y cerré los ojos y olí el aroma del aire de las flores.
El sonido paro, abrí los ojos, y vi a una persona con un violín, claramente de allí , supuse que salía la música y me quede mirándolo, mientras les daba la pelota a los niños, no parecía mala persona ese tipo. A un que su ropa y su estética no me gustaba era muy clásica para mi, me daba mala espina , vivíamos en un mundo loco, y aprendí a no fiarme de la gente, solo en mi, aun que de vez en cuando no me fio ni de mi mismo.
Mire a ese ser desde lejos, y vi que me miraba . Yo que era bastante valiente y inseguro, lo mire con una mirada penetrante y le hable en un tono serio, calmado .
-Perdón quieres algo?
Ya paso un rato, en el parque y escuche un sonido de un violín a lo lejos, no me agradaba para nada ese sonido, causaba mucho ruido para mi, yo prefería un piano, sus notas me parecían mas finas, y con mas clase que las de el violin. Poco a poco el sonido se intensifico y pude apreciar las notas , me parecían mas delicado y agradable escucharlo,Con esa calma en ese lugar, y esa melodia mi cuerpo se relajo, por que le gustaba ese tipo de musica, para ratos tranquilos, y cerré los ojos y olí el aroma del aire de las flores.
El sonido paro, abrí los ojos, y vi a una persona con un violín, claramente de allí , supuse que salía la música y me quede mirándolo, mientras les daba la pelota a los niños, no parecía mala persona ese tipo. A un que su ropa y su estética no me gustaba era muy clásica para mi, me daba mala espina , vivíamos en un mundo loco, y aprendí a no fiarme de la gente, solo en mi, aun que de vez en cuando no me fio ni de mi mismo.
Mire a ese ser desde lejos, y vi que me miraba . Yo que era bastante valiente y inseguro, lo mire con una mirada penetrante y le hable en un tono serio, calmado .
-Perdón quieres algo?
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Re: En roma de viaje (Libre)
El violín y el piano eran los instrumentos que poseían mi alma, más bien mi magnetismo. Si bien, para tocar el piano sólo tenías que poseer dedos finos y largos, para tocar el violín debías ser extremadamente flexible y con unos dedos especiales. Paganini poseía cierto parecido conmigo respecto a su maldición, sus dedos eran muy largos y sus manos parecían las de un monstruo cuando tejía sus sinfonías. La melancolía de un violín eran las lágrimas de un ángel, el sosiego de un desgraciado y la felicidad de un soñador. Sentir como vibraba aquella cara estructura hecha especialmente para mí, dejando que mis cabellos la acariciaran y que mi cuerpo se estremeciera, era sin duda lo más cercano a la dicha. Los bohemios con clase sabíamos elegir el instrumento que nos condenaría, a mi me habían condenado dos pero especialmente aquel por el cual mi padre despertó a la madre de los vampiros.
Me incorporé por completo acomodando mi Armani mientras lo contemplaba con parsimonia, quizás demasiado elegancia para un mundo destructivo y absurdo. Mis pies se deslizaban con gracia felina y mis dedos se movían inquietos acariciando mi instrumento. Podía leer con clarividencia su desgracia, pero bien se lo tenía merecido. Suponía que no todos meditaban sus acciones, había que estar extremadamente seguro de los pasos por la vida. Él no parecía seguro de nada, seguramente no llegaría muy lejos. Suspiré pesado dejando que mis cabellos cayeran hacia delante, pues hoy no los había atado y algunas mechas más oscuras relucieron entre la maraña dorada de mi cabeza.
Se equivocaba con el piano, se equivocaba con las ropas pues para ser un caballero había que usar traje y más si se tenía dinero, y por supuesto estaba rotundamente equivocado sobre mi procedencia. Nacido en París y mecido por los brazos de mi dulce madre, un demonio poderoso y fruto de una dinastía de crueles guerreros asiáticos, y criado en Japón de la forma más estricta. Poseía los modales de un príncipe y la seriedad oriental, si bien en mis labios siempre perduraba el dulce encanto de una sonrisa cálida. No era de Italia, ni de Francia y tampoco de Japón. Yo era de donde buenamente pudiera subsistir y sentir la elegancia de otras épocas.
-Oh, nada monsieur.-susurré con una leve sonrisa.-Aunque supongo que su tristeza no se podrá alivianar con una pieza de violín, ya que usted no sabe disfrutarlo y no quiero perturbar su solitaria, desdichada y absurda presencia con la mía tan funesta, demasiado seria y quizás ostentosa.-dije con malicia implícita, pues me había sacado de las casillas su estupidez paupérrima.
Me incorporé por completo acomodando mi Armani mientras lo contemplaba con parsimonia, quizás demasiado elegancia para un mundo destructivo y absurdo. Mis pies se deslizaban con gracia felina y mis dedos se movían inquietos acariciando mi instrumento. Podía leer con clarividencia su desgracia, pero bien se lo tenía merecido. Suponía que no todos meditaban sus acciones, había que estar extremadamente seguro de los pasos por la vida. Él no parecía seguro de nada, seguramente no llegaría muy lejos. Suspiré pesado dejando que mis cabellos cayeran hacia delante, pues hoy no los había atado y algunas mechas más oscuras relucieron entre la maraña dorada de mi cabeza.
Se equivocaba con el piano, se equivocaba con las ropas pues para ser un caballero había que usar traje y más si se tenía dinero, y por supuesto estaba rotundamente equivocado sobre mi procedencia. Nacido en París y mecido por los brazos de mi dulce madre, un demonio poderoso y fruto de una dinastía de crueles guerreros asiáticos, y criado en Japón de la forma más estricta. Poseía los modales de un príncipe y la seriedad oriental, si bien en mis labios siempre perduraba el dulce encanto de una sonrisa cálida. No era de Italia, ni de Francia y tampoco de Japón. Yo era de donde buenamente pudiera subsistir y sentir la elegancia de otras épocas.
-Oh, nada monsieur.-susurré con una leve sonrisa.-Aunque supongo que su tristeza no se podrá alivianar con una pieza de violín, ya que usted no sabe disfrutarlo y no quiero perturbar su solitaria, desdichada y absurda presencia con la mía tan funesta, demasiado seria y quizás ostentosa.-dije con malicia implícita, pues me había sacado de las casillas su estupidez paupérrima.
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Re: En roma de viaje (Libre)
Lo vi mas detenidamente, mas cerca y le mire bien a la cara tenia un brillo un tanto peculiar,y su piel parecía delicada y blanca, que ese chico no era de por aquí, pero lo vi hablar con el chico un poco en italiano y eso me desconcentro un poco.
Mientras lo miraba bien, el chico me solto un comentario, el cual entendí la mitad del comentario, por que inmerso en mis pensamientos, y entendi, lo que entendi.
-hummm……valla no lo haces mal con el violín, los e visto mejores, peroo…los cambios de notas que hacías sonaban al principio un poco brusco. Bueno señor –Le dije mientras seguía pensando en mis cosas y le dije eso sin pensarlo mucho.
-Oye así de cerca tienes mala pinta que te sucede? Te encuentras bien?
Le dije interesándome por ese chico, para no pensar en mis cosas, y le mostré una pequeña sonrisa, por que yo era mas respetuoso de lo que aparentaba, y ese chico no parecía mala persona, aparte ya que estaba en Roma queria pasármelo bien.
Mientras lo miraba bien, el chico me solto un comentario, el cual entendí la mitad del comentario, por que inmerso en mis pensamientos, y entendi, lo que entendi.
-hummm……valla no lo haces mal con el violín, los e visto mejores, peroo…los cambios de notas que hacías sonaban al principio un poco brusco. Bueno señor –Le dije mientras seguía pensando en mis cosas y le dije eso sin pensarlo mucho.
-Oye así de cerca tienes mala pinta que te sucede? Te encuentras bien?
Le dije interesándome por ese chico, para no pensar en mis cosas, y le mostré una pequeña sonrisa, por que yo era mas respetuoso de lo que aparentaba, y ese chico no parecía mala persona, aparte ya que estaba en Roma queria pasármelo bien.
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Re: En roma de viaje (Libre)
Alcé una de mis finísimas cejas doradas para comenzar a reír sin poder evitarlo. Realmente desconocía demasiado sobre la técnica del violín. Mi risa era parecida a la obra que había interpretado, pues bien dejó claro Paganini que era la risa del diablo. Mis colmillos asomaron como dos afiladas dagas. Jamás había ocultado qué era, sin embargo no osaba a reír de forma tan escandalosa. Muchos me miraron contagiándose por mis carcajadas sin siquiera saber a qué se debían.
-Creo que no tiene el gusto de conocer entonces a Paganini, aquesto que escuchó no es más que parte de su mejor caprice. Se titula la risa del diablo, para mí es todo un honor interpretar a un maestro entre maestros.-dije acariciando mi instrumento como si se tratara de una mujer, todos poseían un nombre femenino y eran mis preciados tesoros. En mi villa de París, la vieja mansión en Osaka o simplemente la agradable mansión en Los Ángeles poseía un cuarto repletos de violines, algún piano y en la villa me aguardaba el violonchelo que una vez tocó mi madre. Jamás tuve la osadía de tocarlo, nunca me vi animado a ello.-¿Sabía que Paganini llegó a tocar tan sólo con la cuerda central del violín? Quedó en prisión donde compuso esta obra, una obra que pasen los siglos que pasen sigue siendo una delicia.-susurré esbozando una de mis sonrisas más cordiales.-La complejidad de las partituras para violín no están hechas para inexpertos.-susurré entrecerrando mis orbes violetas mientras cerraba mis labios en una sonrisa fría, mis hoyuelos aparecieron formándose una máscara blanquecina.-Y me encuentro perfectamente, nací con piel lechosa y un apetito voraz. Si bien, tranquilo soy de presas más suculentas.-damiselas sobre todo, mujeres que me dejaban beber de ellas sin llegar a matarlas, y estúpidos rufianes que terminaban tendidos en mitad de la calle.
La calle cercana estaba repleta de un tráfico intenso, varios coches hacían sonar sus claxon molestos por la tardanza de un semáforo en cambiar de color, unas mujeres corrían apresuradas haciendo sonar sus tacones, en el parque los niños parecían haber olvidado que siempre estaríamos en continua guerra y el sol cada vez era más sofocante. Detestaba el verano, por eso siempre amé la primavera en sus primeros días y no en los últimos. Sin embargo, las noches de verano paseando por la playa montado a caballo eran una delicia.
-Tengo más de dos siglos y llevo dos con el violín entre mis manos.-susurré cerca de él, tan cerca que casi podíamos rozarnos, mi cuerpo estaba levemente inclinado para dejar mi rostro frente al suyo.-Debería limpiarse bien las orejas, monsieur.
-Creo que no tiene el gusto de conocer entonces a Paganini, aquesto que escuchó no es más que parte de su mejor caprice. Se titula la risa del diablo, para mí es todo un honor interpretar a un maestro entre maestros.-dije acariciando mi instrumento como si se tratara de una mujer, todos poseían un nombre femenino y eran mis preciados tesoros. En mi villa de París, la vieja mansión en Osaka o simplemente la agradable mansión en Los Ángeles poseía un cuarto repletos de violines, algún piano y en la villa me aguardaba el violonchelo que una vez tocó mi madre. Jamás tuve la osadía de tocarlo, nunca me vi animado a ello.-¿Sabía que Paganini llegó a tocar tan sólo con la cuerda central del violín? Quedó en prisión donde compuso esta obra, una obra que pasen los siglos que pasen sigue siendo una delicia.-susurré esbozando una de mis sonrisas más cordiales.-La complejidad de las partituras para violín no están hechas para inexpertos.-susurré entrecerrando mis orbes violetas mientras cerraba mis labios en una sonrisa fría, mis hoyuelos aparecieron formándose una máscara blanquecina.-Y me encuentro perfectamente, nací con piel lechosa y un apetito voraz. Si bien, tranquilo soy de presas más suculentas.-damiselas sobre todo, mujeres que me dejaban beber de ellas sin llegar a matarlas, y estúpidos rufianes que terminaban tendidos en mitad de la calle.
La calle cercana estaba repleta de un tráfico intenso, varios coches hacían sonar sus claxon molestos por la tardanza de un semáforo en cambiar de color, unas mujeres corrían apresuradas haciendo sonar sus tacones, en el parque los niños parecían haber olvidado que siempre estaríamos en continua guerra y el sol cada vez era más sofocante. Detestaba el verano, por eso siempre amé la primavera en sus primeros días y no en los últimos. Sin embargo, las noches de verano paseando por la playa montado a caballo eran una delicia.
-Tengo más de dos siglos y llevo dos con el violín entre mis manos.-susurré cerca de él, tan cerca que casi podíamos rozarnos, mi cuerpo estaba levemente inclinado para dejar mi rostro frente al suyo.-Debería limpiarse bien las orejas, monsieur.
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