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El diario de Lilith(Libre)

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Mensaje por Invitado Sáb Mar 31, 2012 4:48 am

La noche extendía su manto sobre los sinuosos barrios bajos de Los Ángeles. Hacía bastantes años que Eden no pisaba la que fuera su ciudad natal, y sin duda había cambiado, si lo había hecho hacía mejor o hacía peor el hechicero prefería reservárselo por el momento. Al menos él no era el mismo, era imposible que lo fuera habiendo pasado unos 60 años desde entonces y habiéndose enfrentado a un largo período de buceo personal con el objetivo de culminar su preparación como hechicero para poder cumplir con la tarea para la que existía, que no era otra que "sacar la basura" de los confines de aquella realidad. En teoría, el mundo pasaba por un periodo de paz relativa donde los indefensos mortales podían volver a salir de sus casas sin temor a ser devorados, poseídos o succionados. Evidentemente era mentira, Eden tenía muy claro que la mortalidad se había convertido en un estigma, y ya fuera para aquellos que quisieran apoderarse de su superioridad potencial para aprovecharse de ellos, o por aquellos cuya condición divina los situaba por encima, los seres humanos eran unas piedras molestas que había que retirar del camino. En cierto sentido para el propio Eden también lo eran, consideraba al ser humano un elemento defectuoso de la naturaleza, sin embargo desde su punto de vista, ni demonios, ni vampiros, ni ángeles, etc, eran nada mucho mejor, al contrario. Eliminar de la ecuación a los mortales solo conllevaría a una cosa; a la destrucción, o al menos, así lo veía él.

Eden retiró la llave del contacto de su viejo Mustang de 1969, uno de las pocas posesiones por las que sentía algo de afecto y salió del vehículo. Tanto tiempo de confinamiento en las umbras del mundo habían despertado en su ser algunos conatos huraños que le hacían rehuir el hecho de visitar núcleos de población saturados de gente; sin embargo no había temor alguno en su corazón, sin importar lo que tuviera que enfrentar en aquella ciudad, nada podría detenerlo en pos de cumplir con sus objetivos. El hechicero rodeó su vehículo y abrió el maletero. Para poder ver mejor lo que contenía el compartimento, deslizó levemente sus gafas de sol hasta la punta de su nariz para observar, entre otros artilugios, una bolsa de cuero negra. Sin reparar en lo demás, Eden agarró la mochila por sus dos asas y la extrajo del maletero. El hechicero no pudo evitar esbozar una leve sonrisa conocedor del contenido de aquella bolsa, sin embargo sabía que debía mantener el elemento sorpresa latente hasta que estuviera en la reunión que le esperaba por la noche, por lo que depositó la mochila en el suelo, cerró el maletero y devolvió las gafas de sol a su posición correcta, para ahora sí, caminar en dirección al "Desire", uno de los pubs que se extendían a lo largo y ancho del laberíntico barrio.

La noche era bastante agradable, lo que llevó a Eden a llevarse su mano derecha hasta la cremallera de su chaqueta color marfil para bajarla un poco y de esa manera dejar que la nocturna brisa pudiera besar su pecho casi sin oposición. La luz artificial de las diversas farolas distribuidas por la calle convertía a todos y cada uno de los viandantes en peligros potenciales debido a que las sombras nacidas de sus figuras participaban de un peligroso baile impredecible que era capaz de sobresaltar al mortal más frío de aquella dimensión. Por suerte para el hechicero, sus reacciones eran más instintivas que racionales, no había estado toda su vida preparándose para acabar cometiendo un error absurdo que pudiera acabar con sus pretensiones; antes de salir de la habitación de su hotel se había preocupado de preparar los hechizos pertinentes que le hicieran intocable, o al menos, que le permitieran reaccionar lo suficientemente rápido ante cualquier elemento inesperado que pululara a su alrededor.

Eden llegó hasta el umbral de la entrada del local y liberó un pequeño suspiro, preparado, caminó hacía el interior con paso calmado. El local era una vivaa imagen de lo que parecía desde el exterior; un cuchitril. Si algo tenían en común humanos y demonios es que la limpieza para muchos de ellos no era algo primordial, y sin duda el hechicero no podía evitar sentirse algo crispado por esa circunstancia. Primero fue el vomitivo hedor inherente a aquel lugar, pero posteriormente, el brujo se imbuyó de los aromas característicos de los demonios que ahogaban sus penas en aquel bar, lo que obligó a Eden a susurrar un hechizo para paliar los fuertes olores y de esa manera, controlar sus nervios. El barman le dirigió una mirada furtiva, sin embargo el hechicero le ignoró y continuó caminando sobre las baldosas negras del local hasta el despacho que se situaba al final de la barra. Frente a la puerta había un individuo de vestimenta cuestionable- en concreto, ataviado con un chaleco sucio que dejaba al descubierto una impúdica barriga cervecera-y apoyado en un rictus de desgana y hastío. Eden elevó su mirada y se dirigió a aquel individuo de imponente talle retirándose levemente las gafas. En el momento que el guardia vio los ojos verdes del hechicero primero se atragantó, y después dio un paso a un lado para dejar pasar al brujo.

Con el camino despejado, Eden abrió la puerta de madera con el cartel de: "Solo personal autorizado" y accedió al siniestro pasillo que conducía al dueño del negocio. Lo que acababa de ocurrir había sido uno de los resultados de sus hechizos para demonios básicos, en concreto uno que a través de la mirada era capaz de transmitir al demonio que la observara aquello que le causase mayor respeto. Era un conjuro básico pero efectivo, inútil contra demonios de mayor categoría, pero suficiente para eliminar trámites innecesarios. El veterano brujo atravesó el pasillo hasta que accedió a una pequeña y luminosa habitación, que como el resto del local, estaba en mal estado y contaba con lo imprescindible, señal inequívoca de la poca rentabilidad del negocio. El despacho estaba lleno de documentos desperdigados y de botellas vacías, elementos que se distribuían alrededor de una pequeña mesa sobre la cual había un individuo bajito, rechoncho y calvo que estudiaba unas joyas que parecían ser zafiros.

-No quiero nada-Farfulló el demonio con un tono desagradable.

-Perfecto, será más rápido-Respondió Eden con tranquilidad.

El dueño del local levantó la mirada y observó, desencajado, como el hechicero depositaba la bolsa sobre la mesa mientras tomaba asiento frente a él. Una tensión insostenible se apoderó del ambiente debido a la incomodidad del demonio por la presencia de un irreverente mortal en sus dominios y sobretodo, por lo tranquilo que parecía este de estar en territorio enemigo. El hechicero se limitó a observar, protegido por sus gafas de sol, al demonio, esperando a que este tomara la iniciativa, para de esa manera, sellar su victoria. Pasaron los minutos y por fin, el demonio comenzó a hablar.

-Dame una razón para no abrirte en canal sucio mortal-Profirió de mala gana.

-Podría darte muchas para que lo hicieras, sin embargo no estoy aquí para morir, y creo que tú tampoco-Comentó el hechicero, tranquilo, mientras situaba su mano izquierda sobre el canto de la mesa para después proseguir-. Hay algo que tienes, Sölberg, algo que necesito, y si me lo das, evitará entre otras desgracias, que destruya tu identidad como demonio. Creo que es un buen trato, y sin duda no conseguirás uno mejor así que reflexiona sobre tu respuesta.

Nuevamente silencio, esta vez con odio en la mirada del demonio pero con la misma tranquilidad desde la posición de Eden. Sin embargo esta vez duró menos, ya que el demonio respondió tajante.

-No me queda nada de valor, debes de ser un mortal muy estúpido si te juegas la vida por algo que no poseo.

-No voy a jugar contigo rata del infierno, soy consciente de que tus deudas te han arrebatado prácticamente todo aquello que pueda tener algún valor en el mercado, sin embargo hay una cosa que quiero-Afirmó el hechicero, deteniéndose un momento para quitarse las gafas de sol y después proseguir-. "El diario de Lilith".

Nuevamente silencio, pero otra vez con matices, en concreto, con los ojos del demonio fuera de sus órbitas ante la petición de un hechicero cuyo gesto era más severo que al principio. Sin embargo, la risa del demonio volvió a fracturar la situación.

-¡Estás loco humano! Eso es una leyenda que aunque fuera cierta, jamás la podrías llevar a cabo. Te daré un consejo, y te lo voy a dar antes de que termine de perder los nervios, no lo busques.

En ese momento el juego de verdad ya había comenzado, Sölberg había superado el hechizo ocular de Eden en pos de acceder a su mente y derribar sus barreras para de esa manera destruir al brujo. Sin embargo el brujo no perdió los nervios que su hechizo fallara entraba dentro de sus planes, por lo que se limitó a esperar a que la acción siguiera su curso.

-Los demonios carecéis de cortesía alguna, mira que intentar fracturar la mente de un pobre e indefenso humano...Por suerte, aunque el mundo carezca de justicia, al final los seres de tu calaña suelen acabar en el vertedero que se merecen.

La partida había terminado, Sölberg había superado con maestría dos de las barreras mentales del hechicero, pero había quedado atrapado en medio de la tercera. Esto significaba que estaba en estado vegetativo hasta que Eden decidiera liberarle, cosa que con suerte no tardaría en suceder.

-Bueno, para refrescarte la memoria-El hechicero se puso en pie y abrió la bolsa de cuero, de la cual extrajo una muñeca con trenzas rubias y cara sonriente.-Vas a hablar con mi amiga.

El hechicero sentó a la muñeca frente a frente con el demonio y liberó un profundo suspiro mientras observaba la escena. De repente, tan solo unos segundos después, Sölberg empezó a sudar mientras un par de venas en su frente comenzaban a dilatarse de manera peligrosa. Sin duda, la elección del hechicero había sido la más indicada, la manera más fácil de derribar la voluntad de un demonio era emplear la energía de un demonio superior, requisito que cumplía a la perfección aquella muñeca que había conseguido en Rumanía. No necesitó más de un par de minutos para que Sölberg asintiera levemente con la cabeza. Inmediatamente el hechicero liberó la mente del pobre diablo y esperó impaciente su respuesta.

-Avda. Rosegarden Nº72

Satisfecho, recogió su bolsa, y sonrió levemente.

-La muñeca te la regalo Sölberg, para tus noches de soledad.

El brujo esperó una respuesta, pero al no encontrarla salió del despacho. Había gastado toda la energía demoníaca que tenía guardada en la muñeca, pero sin duda había valido la pena. Ya tenía una dirección por la que empezar, y eso sin duda le acercaba más a su objetivo de la purificación. Eden estaba tan satisfecho, que una vez regresó al local, se sentó en la barra y pidió una copa.

-Un vaso de agua por favor.

Poco le importó la furtiva mirada del barman, ya fuera por su condición de mortal o por su extraña petición, la misión sin duda había sido un éxito.
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Mensaje por Invitado Sáb Mar 31, 2012 6:36 pm

Si soy sincero la vida de pareja me estaba asfixiando porque me cortaba parte de la libertad, aunque fuera de forma invisible me sentía encadenado. Amaba a Killian, era mi talón de Aquiles, y si me pasaba algo sabía que él estaría en peligro, además que no era tan fuerte como aparentaba y sabía que se derrumbaría tarde o temprano. Le había visto llorar hacía cosa de un mes, todo por culpa de un asalto en bandada de más de diez tipejos de alto rango, no sólo eran Krusnik sino también demonios. Iba a ser bocadillo de un grupo de imbéciles con mal aliento.

Esa noche, esa precisa noche, decidí pasar de estar en la biblioteca a cruzar las calles, como de costumbre, pero esta vez sin decirle a Killian donde iría. Lo mejor sería guardar silencio. Estaba seguro que pensaría que salía a beber, buscaría algún demonio inferior o vampiro peligroso para hacerlo desaparecer. Aniquilaba todo tipo de vida indigna, aquellos que paliaban las calles de la zona baja de Los Ángeles. Había reconstruido la zona, comprado casas y mejorado estas para que vivieran mis soldados, así como aliados cercanos a mí. Era un lugar más tranquilo desde hacía unas noches, Miguel se había cargado a un par de capullos infernales a mi salud y como venganza de la caída de Rafael. Sin embargo, la alargada sombra de Caim retozaba por las calles. Algunos locales estaban siendo comprados para abrir restaurantes de comida rápida, no me olía nada bien por el estilo que llevaba implícito en el sello de esos lugares y decidí investigarlos.

Si había un demonio peligroso suelto por L.A era ese mamón. Medía más de dos metros, unos ojos verdes intensos y un cerebro acojonante para los negocios. Sin duda, un tipo bastante suelto para desenvolverse por la superficie de la Tierra. Deseaba que los arcángeles restantes, los que aún no habían dado el gran salto, llegaran y lo redujeran. Sin embargo, si era capaz de abrirse paso del sello de Salomón y materializarse, para seguir viajando por el mundo, hasta nuestros tiempos, si era capaz como lo fue, estábamos perdidos.

Salí con una camiseta negra común de algodón, sin mangas, y una chupa de cuero negra que llegaba hasta mi cadera. Los pantalones que llevaba los había comprado hacía unos días, eran unos jeans negros bastante cómodos y que me permitían libertad de movimiento. Las botas militares desgastadas eran por antonomasia mi marca personal, con los cordones sueltos y sucias. Siempre había vestido así, desde que tenía memoria, y ahora que los tiempos se hacían más duros no iba a ir con traje de chaqueta, eso era sólo para aparentar cuando tenía que hacer algún negocio importante. En mi espalda estaba mi arma, una bonita espada, junto al resto de mis complementos habituales. Los colgantes los llevaba ocultos, salvo el pequeño símbolo de los Thorns.

Tarareaba bajo mientras caminaba con las manos enfundadas en los bolsillos, hasta que llegué a un bar que siempre me había dado mala espina. Mis ojos se clavaron en la puerta. Aquel sitio era un nido de ratas. Una vez me habían intentado robar un libro que había conseguido hacía unos meses, Caim sí logró su cometido pero esos putos maricas se cagaron al ver mi transformación. A simple vista, por la energía que mostraba, no era más que un vampiro joven e inquieto. Sin embargo, era un erudito que pasaba los días encerrado en la biblioteca para encontrar los puntos flacos a los demonios que nos aterraban, en la batalla era la peor bestia que jamás se podían topar y ante mis víctimas era insaciable.

-No me gusta, mucho silencio.-susurré antes de entrar.

El local estaba en silencio, sólo había cuatro locos que bebían como si fueran peces y un par de demonios de aspecto repulsivo. Bueno, y un tipo en la barra que tenía al camarero muy entretenido escrutándolo. Ni idea porque esa cueva de víboras estaba tan vacía, aunque ya recordé lo que hizo Miguel hacía unos días y esbocé una sonrisa. Los que quedaban no eran más que payasos patéticos que me podía comer si me daba la gana. Si tenían ese local es porque a veces llegaban murmullos sobre libros nuevos, libros que deseaba acaparar y guardar bien en mi San Patricio.

-¿Qué desea tomar?

-¿Tienes sangre?-dije mostrando mis colmillos, lo que hizo que negara pálido. Ese idiota no era más que un chapucero acojonado.-Bah, entonces pon cerveza a ver que tal. Pero el vaso que esté limpio y la cerveza fría, si me la das caliente te meto el grifo por el culo.-chisté antes de tomar asiento al lado del tipo, por su esencia era un hechicero.-¿Qué hace un tío como tú en un tugurio como este? Que conste que no te estoy entrando, sólo es simple curiosidad vampírica.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 01, 2012 12:21 am

Nada más recibir aquellas palabras, el cuerpo entero de Eden se agarrotó. Sin duda era una sensación curiosa esa de percibir una presencia superior, todo lo que parecía que pudieras tener controlado caía derribado cual castillo de naipes mal estructurado; así solía ser el día a día de un mortal. El hechicero acababa de comprobarlo en sus propias carnes, si bien era cierto que por su mente se había pasado la posibilidad de que una entidad superior apareciera en su camino, él mismo desconocía si estaba preparado para hacerla frente por muchos hechizos que tuviera preparados. No tenía la necesidad siquiera de mirar a aquel individuo, podía sentir su poder, podía percibir en un instante todas aquellas barreras que por ser mortal aún tendría que enfrentar para cumplir su misión. "Relájate",se tranquilizó, "estás aquí para infundir temor, no para producirlo", se intentó convencer, sin mucha suerte. No se trataba de un demonio, o al menos así no se lo evidenciaban sus hechizos...¿un vampiro? Podía ser, pero algo no cuadraba en aquella deducción, había algo sutil, quizás tan solo generado por su propia precaución, pero tenía algo diferente...

Pese a todas las noticias negativas, Eden se mantuvo tranquilo y respondió con una leve sonrisa ante el comentario jocoso de aquel pseudovampiro. No podía mostrar que estaba en cierto sentido intimidado, por ello se mantuvo tranquilo con la mirada fija en su vaso de agua y deseando que su barrera emocional mágica no fuera flanqueada por aquel individuo y que descubriera de esa manera que estaba en una posición de superioridad respecto a él. Intentando pacificar a su ser, el hechicero respondió.

-Bebo agua...si a esto se le puede llamar agua-Dijo, refiriéndose al turbio líquido que tenía en su vaso.

Eden puso su mano en el vaso de cristal, y tras concentrarse un momento, el líquido perdió parte del tono verdoso con el que había sido depositada en la mesa y se convirtió en la más cristalina que un ser cualquiera pudiera imaginar. Una vez estuvo libre de mugre, el hechicero se llevó el vaso a la boca y bebió un trago corto, tras el cual volvió a depositar el cristal en la barra. En ese momento, la situación volvió a golpear el ego del brujo, solo lo había visto de reojo pero el colgante de su cuello era indicativo de una circunstancia que añadía más relevancia si eso podía ser posible a aquel encontronazo fortuito. Si en un principio la tensión que caminaba por sus músculos había sido intensa, ahora había alcanzado la totalidad. Quería estar equivocado pero no lo estaba, sin duda era era el símbolo de los Thorns..."perfecto". Sin embargo, de repente una profunda paz le embriagó como si el agua hubiera borrado sus nervios y reestablecido su equilibrio característico, el destino le había traído a su lado a uno de los miembros de una de las pocas organizaciones que respetaba, y si jugaba bien sus cartas, había muchas probabilidades de que esa noche saliera del "Desire", con algo positivo, como podía ser, información o contactos que le ayudaran en los pasos que tenía que dar a partir de ese momento ¿Estaba dispuesto a jugar con una de las organizaciones más peligrosas de la ciudad? Lamentablemente, no tenía otra opción. Hasta ese momento había intentado idear vías de escape, pero podía relajarse, por mucho que lo intentara, si era menester de aquel tipo que no se marchara, algo le decía que no lo tendría tan fácil como con el guardia de la puerta al que había eludido momentos antes.

-Y en caso de que me entraras, ¿mi voluntad de insignificante mortal podría hacer algo para resistirse?-Bromeó el hechicero intentando parecer tranquilo.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 01, 2012 9:30 am

Miré la cerveza que me colocó frente a mí, en vez de grifo la puso directamente de botella. Abrí la chapa con mis dientes escuchándole, notando como cambiaba el color del agua para hacerla potable. Yo podía comer y beber, no era como un vampiro común. Sin embargo, siempre me mostraba como si lo fuera. Frente a él, sin remilgo alguno, me abrí la muñeca derecha con un corte rápido, de la uña del dedo índice de la mano contraria. Las primeras gotas que cayeron de mi muñeca fueron a la cerveza, dándole así un tono distinto. El dorado que llevaba se volvió oscuro, casi negro, por culpa de mi densa sangre.

-No eres mi tipo.-dije prestando atención a sus últimas palabras.-No me van tan fornidos.-susurré antes de colocar el dedo corazón e índice sobre la boca de la botella, para con mi mente agitar el líquido mezcándolo.-Cerveza, lo mejor que se ha inventado.-agarré aquella botella de vidrio para acercarla a su vaso de agua.-Salud hechicero tocahuevos.

Notaba como todos estaban alterados por su presencia. Era curioso. Por la mía como si nada. Yo aparentaba ser bastante simple, como si fuera un vampiro. Di un buen sorbo a la botella paladeando la cebada fermentada con la sangre, no era mi marca favorita pero hacía años que no bebía una. Quizás no bebía porque ya no me hacía efecto como cuando era un crío. Un muerto de hambre que golpeaba su padre día sí y día también. Me ahogaba en la bebida, aunque no era cerveza tan sólo. Tomaba de todo, cualquier droga era bien recibida, pero un día comencé a saber qué era y a desarrollar mi poder. Pronto, muy pronto, ya nada se sentía igual y la sangre de vampiros y demonios era mi único alimento, la mejor droga.

-¿Tienes organización?-pregunté notando que todos se ponían atentos a lo que decía.-¡A ver mierdas cada uno a lo suyo!-grité de espaldas a los pocos engendros que allí nos rodeaban, un par se levantó y se marchó. Quizás no estaban para aceptar que un Thorns les escupiera un poco de educación, o más bien de respeto. Si sus conversaciones no me interesaban la mía con él menos, porque sólo había sido una pregunta simple que podía responder con un sí o un no.-No eres Thorns, yo conozco a casi todos los de esa organización.-más bien a todos, desde las sombras de mi liderazgo podía saber como eran los cientos de informes de nuevos en mi equipo, aquellos que aceptaba y otros que no pasaban la prueba. Y él ni siquiera había sido calificado y clasificado por mis espías, sin duda era nuevo en la ciudad. No sabía si de regreso o por primera vez en estas tierras infectadas por demonios.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 01, 2012 10:24 am

Pese a que seguía sin poder relajarse, había dos vertientes que a Eden le llamaban bastante la atención sobre aquel individuo: la primera, que pese a estar dirigiéndose a un mortal no parecía estar buscando "bronca" lo cual era de agradecer, y la segunda, que su vía de expresión confirmaba sus sospechas, había algo detrás. Sin embargo no valía la pena que se rebanara los sesos en intentar deducir de que se trataba, y mucho menos que intentara indagar en su mente puesto que ya había manipulado demasiadas voluntades durante esa noche.

-Tampoco eres mi tipo, me suelen gustar seres más...femeninos-Respondió el brujo.

Bravuconada de bar, burda, pero que seguía el juego propuesto. Eden era el primero que sabía que no podía correr el riesgo de ligarse emocionalmente a nadie, al menos, no si quería seguir teniendo una firmeza inquebrantable en sus convicciones. Este hecho había repercutido en sus relaciones con las mujeres, con las cuales siempre había mantenido idilios breves y sin compromisos. El hechicero volvió a sujetar el vaso y en esta ocasión, se bebió el contenido de un trago mientras escuchaba la pregunta de aquel vampiro, el cual parecía estar más hablador de lo que al brujo le hubiese gustado en un principio.

-¿Organización? Veo que en esta ciudad no os andáis con rodeos. No creo que te dijera la verdad en caso de pertenecer a una con la cual la tuya propia mantuviera algún tipo de disputa ya que no tengo muchas ganas de bailar esta noche...-Comentó el brujo, haciendo una pausa para pasarse la mano izquierda por el rostro y después proseguir-. Digamos que si consideras a la soledad una organización, soy uno de sus más insignes miembros.

El brujo escogió con astucia sus palabras, buscando confundir a aquel desconocido intentando ser en cierta medida opaco pero sincero, aún no sabía a lo que podía atenerse con aquel chupasangre. Sin embargo decidió soltar un poco las riendas; el brujo se sentía confiado en su poder esa noche.

-No tengo simpatías por ninguno vuestros grupos, sin embargo tengo que reconocer que los Thorns no me causáis demasiado asco. Ahora bien, no puedo negar que no me seduce la idea de seguir la antorcha de ningún líder, nunca sabes lo que un día puede querer quemar con ella...

El brujo no creía en los líderes, eran peligrosos, toda condensación de poder siempre lo era. Eden miró de reojo hacía la entrada del local, había un movimiento extraño, parecía que alguien más pretendía unirse a la animada fiesta...
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Mensaje por Invitado Dom Abr 01, 2012 11:20 am

-Nosotros no tenemos un líder como otras organizaciones, de esos que hacen lo que ellos quieren y punto.-dije tras un buen trago, se me quedaba la garganta reseca de tanta palabrería. Yo solía hablar, pero no de temas tan espinosos y delante de esos menos.-Así que solitario ¿eh? Vas como los viejos vaqueros por la ciudad como si fuera el oeste, desenfundado antes que lo hagan otros y...-hice con una de mis manos una pistola señalando al barman.-Bang, bang...-soplé la punta de mi dedo tras un par de movimientos de mi muñeca, para luego reír de forma metálica mostrando mis colmillos bien brillantes y puntiagudos.

Los Thorns no teníamos un líder como otros, lo sabía bien porque yo lo era. Buscaba que todos hicieran algo por todos, cada cual tenía el puesto que le correspondía por sus poderes y en aquel que mejor disponía sus habilidades. Muchos hechiceros no eran guerreros en mi organización, pero eran buenos curando a los seres de otras razas. Tenía varios arqueros muy eficientes, vigías que gracias a sus poderes podían contemplar el mundo entero o tener premoniciones de catástrofes naturales. Los lobos eran todos guerreros dispuestos a todo, pero los más jóvenes se entrenaban bajo las órdenes de los que ya no debían exponerse demasiado. Los vampiros, según poder y antigüedad, tenían un regimiento u otro, igual que los Krusnik. Todos y cada uno de los seres, inclusive los ángeles caídos, tenían un general y este dependía de mis órdenes. Pero esas órdenes eran dadas en grupo, siempre preguntaba a los que iban a ser perjudicados y dependiendo de la mayoría se hacía o no, incluso podía matizarse. Confiaba en los informes que me llegaban, en sus actuaciones y sobre todo en sus ideales.

-Buscamos la libertad, algo que no se da hoy en día.-susurré mirando la botella fijamente.-Somos algo más que guerreros.-dije antes de girarme hacia él.-¿De dónde vienes? No eres de aquí, al menos en las últimas décadas no has pisado este lugar.-la zona que cuidábamos por contrato con los Bloody Rose, ya que su familia era amiga nuestra, estaba siendo mejorada y escudriñada desde hacía casi cien años. Prácticamente desde que la organización era organización en sí. Nunca le había visto, no tenía informes suyos, y por lo menos hacía más de medio siglo que no asomaba las narices por la ciudad. Si era de Los Ángeles ya era casi un forastero para el resto, no debía quedar nadie que le recordara.-Por mi forma de hablar seguro que piensas que soy un idiota, un bruto más, que bueno ha tenido la cojonuda suerte de estar donde estoy.-me acerqué a él mirándole con mis ojos imponentes antes de reír bajo.-En realidad, soy aún más bruto. Pero te diré, no hay cucaracha que no se mueva por las aceras que no la haya visto antes y a ti, chaval, no te he visto.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 01, 2012 11:58 am

"Chaval", repitió el brujo para sus adentros mientras intentaba sostener la afilada mirada de aquel vampiro. Eden tenía la impresión de que aquel ser sobrenatural creía en aquello que estaba proclamando, y más importante aún, tenía una fe ciega en su líder, por lo tanto era leal, aunque algunos, todos ellos insensatos, podrían atreverse a definirle como un estúpido. Todos sus gestos eran excesivos, despreocupados, "¿era una pose o realmente estaba tan confiado en sus capacidades como para mostrarse con tanta ligereza?", todo eran misterios para Eden, y si algo no le gustaba, era no controlar las situaciones. Sin embargo no podía centrarse en su interlocutor, sabía que los lacayos de Sölberg podían hacer acto de presencia de un momento a otro, y sin duda los dos que acaban de apostarse en la entrada atendían a esa descripción, seres de talle prominente y gesto facial de estreñimiento multianual. Eden se había entretenido más de lo que le hubiera gustado, había sido descuidado, y quizás, de un momento a otro, tuviera que hacer un desgaste innecesario de energías para huir de aquel lugar. El brujo regresó su atención al vampiro, recibiendo una nueva pregunta.

-Esta solía ser mi ciudad hace muchos años, y ni siquiera en aquella época había la libertad que proclamas, como tampoco la ha habido antes ni la habrá después de esta noche-Afirmó el brujo, tamborileando los dedos de su mano izquierda sobre la barra del bar-. El mundo está podrido chupasangre, y cuando falla el concepto, por muy bonito que sea el ideal, siempre habrá alguien o algo que pueda corromperlo, desgastarlo o incluso destruirlo. Solo hay un destino factible para esta realidad, uno al que solo puede llegar un lobo solitario.

Eden se puso en pie y desentumeció sus brazos haciendo un par de estiramientos, no sin antes volver a dirigirse al vampiro.

-Si algo me ha quedado claro es que eres de todo menos un bruto cualquiera.

Todos los demonios del bar se pusieron alerta ante el movimiento del brujo. El hechicero hizo sentir su poder a todos los presentes, haciendo que poco a poco, un viento de intensidad media comenzara a pasearse por el local tirando algún vaso, desplazando un par de mesas y moviendo alguna silla. Esperaba que la exhibición fuera suficiente para que los tiparracos de la puerta se hicieran a un lado, ya que como bien sabía el brujo, entrar en una refriega en esos momentos no era lo más recomendable para su salud, puesto que para los mortales, cualquier mínimo uso de la magia siempre tenía una consecuencia.

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Mensaje por Invitado Dom Abr 01, 2012 12:54 pm

Habló al fin un poco más de él, pero empezó con mal pie. La libertad sí existió, pero lejos de estos años grises. Cuanto más caminaba el hombre por el mundo menos tenía. No había libertad plena en los años en los cuales nací, pero eran mucho mejores. Quería regresar al mundo a esas épocas donde Internet no estaba lleno de censura, donde podías ir caminando por la calle sin miedo a ser asaltado por un demonio, un mundo menos oscuro y más gris. Pero no me dio tiempo a decirle nada, porque empezó a desplegar su poder.

El mobiliario del lugar se desplazó por el viento que ocasionó su poder, mis cabellos se movieron pero yo no lo hice. Seguí bebiendo como si nada. Sentía presencias fuera, pero no era algo que a mí me preocupara. Es más, bostecé sin cubrirme la boca. Me llevé el dedo meñique de la mano izquierda a la oreja de ese mismo lado, lo introduje en el agujero girándolo lentamente. Acabé recostado sobre la barra dándole otro trago a la cerveza.

-Bonito despliegue de poder, pero no creo que achante a esos que vienen buscándote. Los demonios inferiores pueden sentirse apabullados por cualquiera, pero los demonios de mediana y alta escala no.-comenté levantándome como él, mirando hacia la puerta donde la calle se veía algo tétrica y silenciosa. No era agradable ese silencio, pues sabía que tras un silencio se podía desatar una tormenta terrible.

Moví mi cuello hacia el lado derecho y luego hacia el izquierdo, provocando que los huesos de la columna vertebral sonaran crujiendo de forma estruendosa. Estiré mis brazos rascando mi nuca, haciendo ver en mi espalda la espada que cargaba. Aquel arma era para saber manejarla, no la podía llevar cualquiera. Se notaba que era un arma poderosa de alguien con mayores cualidades de las cuales mostraba.

-Si te acaban atacando podría ayudarte, para eso estamos los Thorns en este lugar. Si no me cargo a los presentes, los pocos que quedan, es porque necesito sus chismes para buscar libros antiguos.-me giré hacia él esbozando una sonrisa de lo más bobalicona, como si fuera un puñetero crío. La verdad sea dicha, para mí no había cambiado nada mi aspecto salvo cuando me miraba al espejo. Durante siglos fui un crío de no más de veinte años de apariencia, aunque la guerra me hizo madurar profundamente.-Además, me aburro y no me vendrá mal entrenarme un rato. Y tú no pareces estar en las mejores circunstancias, chaval.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 01, 2012 10:51 pm

Nuevamente, "chaval"...a Eden le resultaba curioso, para alguien que se sentía viejo y cansado, que le definieran de esa manera desde su punto de vista podía resultar molesto, ya que era como si no se reconocieran ni sus vivencias ni su experiencia. Ahora bien, el brujo era participe de esa falsa máscara que llevaba como piel, todas las mañanas tenía que aplicarse un hechizo de rejuvenecimiento y un par de modificaciones físicas que le dotaran de unas condiciones los suficientemente aceptables como para poder desenvolverse en un mundo tan peligroso como lo era aquel, por lo que no podía quejarse. Ya tendría tiempo de, en sus últimos días, comportarse como un anciano cansado y afable, pero en ese entonces tocaba mantener las apariencias. Aunque le pesara, aquel vampiro tenía razón, su maniobra no era lo suficientemente aterradora como para echar a seres de una complejidad media, por lo que optó por redirigir el aire que estaba generando hacia sus antebrazos, creando dos corrientes que a modo de brazaletes, comenzaron a rotar alrededor de sus articulaciones.

-Si te ofreces no voy a rechazar tu ayuda-Contestó el brujo-. Creo que no hay demasiados que optaran por negarse ante la posibilidad de tener esa espada de su lado....

Dicho lo cual, Eden se centró en los enemigos que tenía al frente. Ninguno de los dos parecía una amenaza seria, pero enfrentarlos al mismo tiempo sí lo era, y más desconociendo si en el exterior podía esperarle alguna sorpresa más. El brujo confío en que sus hechizos de potenciación física le permitieran, al menos, estar a la altura en fuerza y velocidad de aquellos acólitos infernales. De repente sintió un movimiento a su derecha, el gorila de la puerta había decidido actuar por medio de un intimidatorio martillo el cual, surcaba el aire de manera amenazante en pos de arrancar la cabeza del hechicero. Eden hizo uso de sus reflejos sobrenaturales y lo eludió de una manera grácil, provocando que la pesada arma rompiera tanto su vaso como el del vampiro. El brujo decidió aprovechar todos los espacios que le había dejado el infame demonio con su intento de ataque por sorpresa y se introdujo en sus defensas, para con sutilidad, situar la palma de su mano en el medio de sus pectorales y canalizar su aire centrifugado en forma de onda de choque. El efecto fue inmediato y devastador, el demonio salió disparado y acabó incrustado contra una máquina expendedora de tabaco la cual ,exhibía publicidad de la tabaquera más importante del país.

Sin embargo el brujo no pudo deleitarse con su movimiento ya que de reojo observó como uno de los demonios de la puerta desenfundaba un arma de fuego, la cual, no se cortó en utilizar en su dirección. El atacante disparó dos veces, proyectiles que en caso de contactar con alguna parte de su cuerpo, harían explotar al brujo en ínfimos pedacitos. Eden apretó los dientes y logró esquivar la ráfaga inclinando en sobremanera su torso hacía la izquierda, sin embargo el barman no tuvo la misma suerte; como le habría ocurrido el brujo, sus entrañas se dispersaron por todo el local. El hechicero comenzó a notar la fatiga, respiración entrecortada, ritmo del corazón elevado...tenía la adrenalina al límite, pero debía mantener la calma, ese era el único camino para que un mortal pudiera sobrevivir en un territorio de inmortales.
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Mensaje por Invitado Lun Abr 02, 2012 5:09 am

La acción comenzó mientras yo los observaba, me coloqué un cigarrillo en los labios esquivando algunas balas. Di una honda calada al cigarrillo despegando mis pies del suelo. Levitaba mientras sonreía como un cruel demonio. Pronto subí sobre la barra sacando mi espada levantando la hoja contra el mastodenco que disparaba. Tiré el cigarro y aún con la nicotina saliendo de mis labios grité, mi agudo hizo que las botellas estallaran mientras la hoja de mi espada dividía al inútil por la mitad.

Los demonios allí rodeados se dieron por amenazados, lanzándose sobre nosotros. Mis ojos se clavaron en ellos inyectados en color rojo, algo que hizo que se alejaran dando un paso atrás. Grité como lo haría un vikingo, prácticamente un rugido, ensordecedor antes girar mi espada sobre mi cabeza como si no pesara, porque así era para mí. La punta de la hoja raspó el desconchado techo que sujetaba a duras penas sobre nuestras cabezas, provoqué entonces que parte de la pintura cayera pulverizada sobre mi y sobre ellos. Entonces, cuando tenía milimetrado sus movimientos los decapité. Seguían moviéndose pese a todo, eran demonios. Quedaba uno, más el que le atacaba a él, el cual negó con la cabeza e intentó huir.

-Sólo los fuertes sobreviven.-susurré con tono ronco antes de caer sobre él clavando mis colmillos. Mis brazos le rodearon pegando su espalda a mi torso. Su piel se fue secando, sus ojos se consumían mientras aún pataleaba.

Mis cabellos se volvieron blancos como la maldita paloma de la paz, mis músculos parecían consumirse dándome un aspecto más delgado, mis ojos aún estaban más rojos que antes y unas alas negras membranosas surgieron de mi espalda. Atraía aquel cuerpo entre mis brazos, la muerte le rodeaba y lo sabía. Cuando lo solté pasé mi lengua por mis labios buscando más sangre, pues eso quería.

-Que asco, ni siquiera el servicio de sangre aquí es bueno.-mi voz tenía un matiz distinto, un matiz más cruel.-¿Te ayudo o puedes tú solo con Mr. Martillo?
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Mensaje por Invitado Lun Abr 02, 2012 7:24 am

La exhibición de poder del vampiro fue sublime; la facilidad con la que terminaba con todos y cada uno de esos demonios rozaba lo poético,del mismo modo que cada uno de sus gritos no solo parecían ser capaces de abrir un portal entre realidades, sino que también aturdieron al propio hechicero, que se vio forzado a hacer uso de un sonido de insonorización total de su espacio ambiental para no perder la conciencia. Tras despejar la sala, el extraño vampiro decidió dirigir sus hostilidades hacía el último de los demonios, para lo cual escogió un método tan sorprendente como tenebroso. Cual ave rapaz cayendo en picado sobre su presa, cernió su presencia sobre él y lo abrazó, transformándose en ese entonces en un ser que provocó un tumbo en el corazón de Eden. Tenía un demonio del que terminar de ocuparse, pero le daba igual, no podía retirar los ojos de aquel funesto ser que representaba la muerte en sí misma. Tragó saliva, desde el primer instante había apreciado que en ese vampiro había algo raro y sin duda no se había equivocado, se trataba de un krusnik, o al menos eso sospechaba el brujo ya que al tratarse de una raza tan extraña era difícil de decir con exactitud.

Fuera como fuese, no tardó demasiado en terminar con el demonio, momento en el que el brujo decidió ocuparse del suyo, el cual aturdido, aún se estaba incorporando tras el golpe recibido. Eden se concienció para no tardar demasiado y nuevamente canalizó el aire de su brazo derecho, pero en esta ocasión lo concentró el la palma de su mano. Cuando el demonio pareció preparado para volver a la carga, Eden cerró el puño, y sin intención alguna de dar una mínima oportunidad a su enemigo, desplegó su brazo derecho cual "pitcher" en un partido de baseball. Un pequeño proyectil de aire salió disparado hasta introducirse sin oposición en la boca del demonio, que inmediatamente, se llevó las manos a la misma sin comprender demasiado bien que acababa de ocurrir. Rápidamente el brujo cogió una chaqueta de cuero negra, que hasta ese momento había sido posesión de uno de los demonios y se cubrió con ella. Tras unos segundos, el demonio explotó en reducidos pedazos, que el brujo recibió con cierta cara de asco pese a estar bien parapetado por la prenda de ropa. Finiquitado el trabajo, Eden soltó la chaqueta y clavó su mirada en el vampiro. Desconocía si era buena idea retirar su hechizo de insonorización, para el mortal aquel ser seguía siendo indescifrable, sin embargo se arriesgó, en pos de no mostrar señal alguna de debilidad.

-¿Quién eres?-Preguntó el brujo directamente, porque si algo tenía claro es que un poder así no estaba al alcance de un cualquiera, y menos si se trataba de un krusnik.
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Mensaje por Invitado Lun Abr 02, 2012 8:42 pm

El poder de aquel hechicero fue asombroso, me gustó ver las tripas volar de aquel ser insignificante. Sabía bien que por su fuerza acabaría en el infierno su energía siendo consumida por fuerzas superiores, porque era un demonio de clase inferior. Era una minucia para aquellos que se paseaban a sus anchas por las calles de esta ciudad y del mundo entero. Cabrones como Leviathan, Caim, Samael o cualquier otro que se dedicaba a escrutar los males ajenos para sus retorcidos planes.

Di gracias por estar algo apartado, ya que esas tripas volaron disparadas por todos los rincones del local. A mí sólo me mancharon las botas militares, nada que no quitara como un trapo, saliva y un poco de betún.

-Tripas por doquier, que bonito.-murmuré con mi aspecto habitual.

Una vez calmado era el capullo de siempre. Tenía mi aspecto algo rudo lleno de tatuajes, con una mirada que podía meter miedo a cualquiera y una sonrisa bobalicona para aliviar mi cara de asesino en serie. Eché mis cabellos hacia atrás para luego limpiar mi arma con uno de los trapos con los que limpiaban la barra, lo hacía con cuidado para que el metal de tan preciado artículo de guerra no perdiera su belleza con sangre infernal.

-¿Yo?-dije cuando preguntó.-Amaury, me llamo Amaury.-me giré hacia él guardando mi espada.-¿Y tú? Porque te he ayudado a salvarte el culo, chaval.-saqué un cigarrillo del bolsillo interno de mi chupa de cuero, encendiéndolo para darle una profunda calada mientras observaba los cuerpos descuartizados de los demonios, algunos se estaban convirtiendo en un amasijo rojizo que era absorbido por las losas sucias del local, otros eran un charco negro humeante.-Dios que asco.-murmuré después de echar el humo por la nariz, como si fuera un dragón.-Lástima, sin estos chivatos no voy a poder encontrar libros viejos y especiales para mi biblioteca.-chasqueé la lengua antes de dar un salto para quedar tras la barra.-¿Quieres algo? Para celebrarlo, matar capullos como estos no se hace todos los días. ¿Un whiskicito?-dije tomando una de las botellas de whisky, era barato pero entraría bien tras un esfuerzo como el que había hecho.

No iba a decirle quién era, estaba listo. Odiaba que me tuvieran por un héroe, quería que me aceptaran tal cual era. A veces podía ser un payaso con la sonrisa más estúpida en mi cara, un buen amigo que se dedicaba a compartir algunas batallitas sobre los años antes de la guerra, alguien en quién confiar si tenías un problema y sobre todo un amante fiel pese a mi fama. Sí, la verdad es que acojonaba un poco mi aspecto, pero no dejaba de ser quien era. Yo era Amaury, el chico que había sobrevivido al maltrato de su padre y que se dedicó al metal para seguir sus sueños. Pude disfrutar bien poco de esos días de gloria, pero los pocos días en los cuales fui feliz los tenía bien grabado en mi piel, y esos me hacían ser como era. Podía parecer idiota, sin embargo era la imagen que prefería dar antes de ser un líder inteligente y, en ocasiones, tachado de frío por ser tan racional, salvo en las batallas que era La Bestia, El Dios Oscuro...

Comencé a cantar bajo, porque odiaba el silencio y siempre lo odiaría, mientras sacaba un par de vasos medianamente limpios, aunque me daba asco de pensar que esos guarros habían puesto ahí su sucia boca. Empecé a llenarlos sirviéndolos mientras apagaba la colilla contra la barra. Estiré su vaso hacia él y me llevé el mío a los labios, di un buen trago antes de gruñir insatisfecho.

-Menuda mierda de whisky.

La cancioncilla

PD: Siento haberme demorado, mi abuela falleció ayer y bueno tengo ratos de estar bien, ratos de estar mal y entro intentando relajarme. Espero que lo entiendas macho.
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Mensaje por Invitado Lun Abr 02, 2012 10:42 pm

Offrol: No te preocupes, no hay nada que disculpar. Este desconocido te sirve su apoyo y su comprensión, y pese a ser una de las incorporaciones más recientes, para todo lo que puedas necesitar, no puedo hacer menos que ofrecerme encantado.

--

Por fin el brujo tenía un nombre que adjudicarle a su improvisado compañero de batalla. No mentía en sus palabras, le había salvado el culo, y Eden lo sabía, no a corto plazo, puesto que el brujo tenía poder suficiente como para haber limpiado aquella sala y salir indemne, sin embargo, a largo plazo su cuerpo agradecería la energía ahorrada. Por otra parte, antes de poder rechazar su propuesta, el vampiro comenzó a servir una copa de whisky, lo cual incomodó algo al brujo puesto que no bebía alcohol; onsideraba que necesitaba tener sus sentidos totalmente afinados para sobrevivir, y el alcohol rompía ese equilibrio, sin embargo en aquel contexto, Eden podía comprender que no era tan descabellado compartir una copa con el krusnik; de alguna manera acaban de pelear desde el mismo lado y en esas circunstancias, pese a ser en ocasiones casuales, se forjaban vínculos tácitos que cualquier guerrero era capaz de apreciar. Finalmente, teniendo en cuenta todos esos aspectos, el brujo aceptó la copa, también algo más tranquilo al ver a Amaury regresar a su forma más "relajada". Tras agarrar el vaso y dirigir una furtiva mirada al turbio alcohol, el hechicero se sintió con la responsabilidad de ofrecer su nombre.

-Yo soy Eden, y sí, tienes tanto mi agradecimiento como el de mis posaderas-Comentó el brujo en tono jocoso, haciendo una pausa para llevarse el vaso hasta los albores de su nariz y olfatear el contenido, torciendo levemente el gesto ante el nauseabundo resultado. Poco después prosiguió-. Es curioso, parece que los libros han sido los que han provocado que nos encontráramos...

Dicho lo cual, el brujo de envalentonó y dio un trago que para su paladar duró una eternidad pero que en tiempo real no duró más de un par de segundos. Inmediatamente notó la dureza del alcohol golpeando su ser cual navaja atravesando un abdomen sin oposición. Eden cerró levemente los ojos esperando a que su cuerpo terminara de asumir aquella bebida, cosa que ocurrió segundos después. El comentario que acababa de hacer no estaba errado, había acabado en ese bar en busca del "Diario de Lilith", un libro que durante siglos ha tenido más de leyenda que de realidad pero que el brujo sabía que existía porque lo había visto con sus propios ojos hacía no menos de 70 años. En aquel documento, escrito según los rumores por la propia Lilith en los inicios de la existencia, estaban plasmados los secretos de la magia más poderosa de este plano de la realidad, entre los cuales se encontraban las indicaciones para iniciar el mecanismo de "reinicio" que en caso de ser activado, devolvía al mundo a su forma primitiva purgando toda existencia latente, sin importar su naturaleza. Evidentemente abrazar la existencia de una magia tan poderosa para muchos podía ser una quimera, pero Eden creía en ello, y lo hacía porque había leído el hechizo antes de huir de la academia Bluetenthal, o al menos parte de él, puesto que su elaboración no ocupaba menos de 1.000 páginas. Fuera como fuese tenía que encontrarlo, y quizás aquel krusnik supiera algo más al respecto.

-Siendo un amante de la literatura como parece que eres, ¿has oído hablar del diario de Lilith?

El brujo tragó saliva, ya había cometido el error de no marcharse tras conseguir lo que quería de Sölberg, por lo que tenía que intentar sacar alguna información adicional que aportara algún valor a haber cometido la temeridad de enfrentarse a unos demonios en su primera noche de regreso a Los Angeles. Sin embargo seguía sin estar del todo relajado, nunca lo estaba, pero desconocía como podía reaccionar aquel krusnik, por lo que esperó un tanto impaciente su respuesta mientras escuchaba como la voz de aquel que debía ser temido como demonio y vampiro al mismo tiempo, combatía por evitar cualquier atisbo de silencio en forma de canción.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 03, 2012 7:06 am

-Espero que tu culo siga a salvo.-dije subiéndome a la barra, quedándome sentado allí sobre aquella inmundicia.

Yo amaba la higiene aunque pareciera lo contrario con ese cuero, esos ojos de capullo y ese amor por la sangre tan intenso. Me gustaba el olor a desinfectante que tenía el hospital donde me refugiaba. Pedía que se limpiara cada atardecer, mi despacho tenía pocos muebles para que no se concentrara el polvo y yo me lavaba en exceso pese que no olía jamás a sudor, salvo cuando me tiraba a Killian y entonces apestaba a sudor mezclado con sangre.

Ese asco a la podredumbre venía de mis recuerdos infantiles. Recordaba como mi padre me encadenaba, como su látigo me marcaba mi joven piel que no sabía cicatrizarse aún como correspondía a mi raza. Esos ojos de aquel coloso, de Héctor el coloso, el que fue un ángel increíble y ahora era un ser de crueldad imperdonable. Había caído, se había vuelto retorcido, y había violado a un pobre vampiro. Mi madre, hija de Naamah y Samael, me detestaba a pesar que había mandado a violar justamente al pobre estúpido que le indicó a mi padre. Me tenían ambos en condiciones higiénicas lamentables. Me tiraban porquería, me golpeaban, me humillaban, y me tenían chillando por la sed. Jamás supe que era sed de sangre, sólo que en ocasiones me daban un líquido rojo que me calmaba unas horas. ¿Crueldad? Sí, la peor del mundo.

Un día supe que éramos, así como matarlos, gracias a libros que escondía mi madre. La destrocé, igual que a mi padre, los convertí en mis presas. Me alimenté de su energía y su sangre, me quedé satisfecho de engullirlos como desenfreno. Los libros me los quedé y ahí empezó mi delirio. Cada libro, fuera de lo que fuese, me interesaba. Llegué a tener una biblioteca enorme en unos años. Ahora no era tan extensa en papel, había muchos libros guardados en microchips con propias de seguridad. Pero en mi hospital, mi torre de Babel, había una extensa biblioteca con hechizos poderosos, libros incunables, y las replicas estaban en el resto de sedes repartidas a lo largo y ancho del mundo.

-¿El libro de Lilith?-pregunté recordando el libro andrajoso que arranqué a un demonio días atrás.

Había conseguido seguir un rumor, el cual me llevó a un libro bastante curioso. Mis hechiceros dijeron que si lográbamos descifrar todo el lenguaje que poseía, los distintos idiomas, conseguiríamos un arma que todos podríamos usar. Algunos hechizos sólo estaban creados para ciertos brujos de poder, otros eran para los que seguían su senda. Tenía algunos hechiceros de la senda de Lilith, si esos hechizos funcionaban nos volveríamos algo más poderosos, aunque no era para cantar victoria.

-¿Uno de pastas casi destrozadas y escrito en varios idiomas? ¿Ese donde hay hechizos importantes? No, no lo he visto.-dije antes de estirazarme.-Sí, lo tengo yo. Bueno lo tienen los hechiceros de mi organización, mi líder lo consiguió y yo lo ando restaurando. Está en malas condiciones, como si hubiera caído en un tanque de residuos radiactivos.

PD: gracias por comprender, me cuesta un poco centrarme en el rol. Ten paciencia, iré respondiendo en cuanto pueda.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 03, 2012 11:14 am

Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de Eden ante aquella afirmación. En un primer momento no le cuadraba que aquel krusnik pudiera tener el libro, y que por otra parte, Sölberg le hubiera dado una dirección muy alejada del territorio de los Thorns, sin embargo el hechicero no tardó demasiado en atar los cabos. Si aplicaba la lógica, no era nada descabellado pensar que el libro pudiera haber terminado en las manos de una organización como lo era aquella, sin embargo, aquel texto había pululado de un lado a otro, y en consecuencia, algunas de sus páginas se habían perdido. Probablemente, Sölberg conocía la localización de algunas de sus páginas, mientras que Amaury y los Thorns tendrían en su poder una parte del texto más amplia. El brujo dio un nuevo trago al whisky, esta vez obviando tanto su sabor como el asco que le producía debido a la emoción que le producía aquella situación. Sin embargos e había topado con otro muro que eludir; la formula para llegar a un texto que no podría conseguir fácilmente. Tenía que pensar rápido o perdería su oportunidad de convencer a Amaury de que le dejara leer el diario, era el momento de gastar su última bala.

-Jamás hubiera pensado que fueras un restaurador-Comentó Eden divertido-. Creo que hemos llegado a un punto interesante en el que nos necesitamos mutuamente, o al menos, tu organización me necesita y yo necesito aquello que tienen los Thorns. Si has visto el libro sabrás que conseguir sacar algo en claro del mismo es una tarea ardua...sin embargo aún no habéis rascado ni la piel de su complejidad. Detrás de los hechizos que pudierais haber visto se encuentra lo que me hicieron conocer como "la palabra de Lilith", un compendio de hechizos que en caso de estar en vuestro poder, borraría cualquier tipo de competencia corporativa que pudierais tener. Sin embargo el único que puede ver la palabra de Lilith, soy yo.

Eden se expresó con contundencia, aplomo cimentado en una convicción que había fraguado desde que se comenzó a adiestrar como hechicero. El día fatídico de la masacre de Bluetenthal, Eden recibió del maestro de hechiceros de la academia un conjuro ligado a su esencia, tan solo visible para él e inaccesible para ninguna conciencia exterior. Solo él podía ver "la palabra de Lilith", y por eso era su destino leer ese libro.

-Desconozco si tienes la potestad para tomar esta decisión, sin embargo estoy obligado a plantearte este trato, estoy dispuesto a otorgaros todos los secretos del diario de Lilith a cambio de que me dejéis leerlo.

El brujo fue contundente nuevamente ofreciendo un caramelo demasiado suculento como para ser rechazado. Llegado el momento tomaría la decisión acerca de si los Thorns debían recibir "la palabra de Lilith", pero necesitaba llegar a ese libro.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 03, 2012 1:11 pm

Me pensé sus palabras seriamente mientras me sobaba el mentón. Miré fijamente su aspecto y luego me di cuenta que podía estar tramando no darnos lo dicho. Yo acaparaba sabiduría, aunque no pudiera usar esos libros la ansiaba. La mayor parte de libros de demonología existentes había acabado en mis manos, así como libros sobre ángeles y otros seres sobrenaturales. La literatura, o los libros más exactos, acumulaban lecturas en mi haber. Eran libros de consulta. Me agradaba leer todo aquello y escribir historias que fueran algo alejadas de mi realidad, o quizás lo más cercana posibles. No dejaba de ser un escritor que dejaba su alma en los libros, que amaba los libros, y que tenía cierto deseo por tener un archivo tan grande y sensacional como el de Talamasca.

-Te hago una oferta mejor.-dije bajándome de la barra para quedar frente a él.-Se aliado. Porque verás, no sólo tenemos afiliados a nuestras filas, sino aquellos que están a nuestro favor y a favor de los Bloody Rose.-puse mis manos en sus hombros.-Piensa, si eres aliado podemos ayudarte a salvarte el culo en cualquier circunstancia sólo con un santo y seña, con un amuleto dorado como el mío, pero dorado.-era una cruz de isis en plata. Una cruz que solía ser la llave a otros mundos, y nuestro mundo parecía que no quería cerrar esa puerta. Era simbólico.-Si necesitamos de tus hechizos en alguna batalla te llamamos, nos ayudas, y nada más. No hablo de una batalla pequeña, hablo de algo grande.

Quería reunir aliados para combatir el mal, el mal que era Caim. Asolaba la ciudad, como así hacía con el mundo entero. Años atrás había visto como París, Roma o Berlín caían en su poder. Ahora intentaba hacer lo mismo con nuestra ciudad. No iba a permitir que Los Ángeles se volviera aún más oscura.

Fuera comenzó a diluviar. La luna llena quedó oculta bajo los tremendos nubarrones. La tormenta empapaba las aceras y pronto se formaron charcos. Las aceras parecían ser demasiado resbaladizas, escuchaba de fondo algunas carreras de seres que eran de mi organización. Entre ellos, él, Romeo apareció empapado de pies a cabeza. Sus rizos dorados chorreaban sobre su frente, sus ojos azules tenían tonos intensos parecidos a los del cielo en primavera, sus labios estaban rojos como sus mejillas. Se notaba que acababa de alimentarse de algún mendigo moribundo o algún criminal sin escrúpulos. Su camisa blanca estaba pegada a su cuerpo, sus pequeños hombros comparados con los míos temblaban, y su pecho subía y bajaba agitado. Sus pantalones estaban pegados y podían pesar bastante aunque él ni lo sentiría. Era un muchacho de unos dieciséis años, un niño prácticamente, convertido por uno de mis más formidables guerreros porque se apiadó de él. Alguien que lo tomó como hijo, lo hizo su hijo.

-Amaury, hay nuevos informes en tu mesa de los últimos guerreros heridos.-dijo entrando sin importarle la presencia de aquel hombre.-Killian me los dio, junto a los otros.

-Anda, mira que bien más trabajo.-coloqué mi mano sobre sus cabellos moviéndolos.-Pero dime, ¿eso es todo?-pregunté inclinándome hacia él.

-No, no es todo.-susurró.-Tengo informes de Miguel, el ángel que dijiste que debíamos vigilar. Llegan de Roma.-se quedó mirándome antes de agarrarme del cuello y susurrarme: Ha caído.

No podía leer mi mente, la tenía siempre sellada. Odiaba que entraran en mis pensamientos y los revolvieran. Cuando dijo aquello no supe si alegrarme y frustrarme. Así que sólo solté lo más oportuno.

-Mierda, mierda...-susurré.-¿Pero por qué ha caído?-él negó.-¿No sabes más?

-No, no sabemos más.-miró entonces al hechicero unos segundos y luego a mí.

-Dile a los caídos que tenemos reunión mañana, tengo que informar al líder de lo sucedido y según él me diga les haré saber a ellos. Pero quiero reunión mañana a última hora de la noche.-él asintió marchándose, dejando atrás varios pequeños charcos de agua.

Controlaba mi rabia, lo hacía como cuando supe que Rafael había caído. Ellos eran buenos cazando demonios, si me quedaba sin personas cercanas a mi pensamiento, gente que sabía que no me atacaría, íbamos mal. Me acerqué a la barra y lancé una patada desplazándola y volviéndola mierda, un amasijo de hierros, vasos rotos y maderas astilladas.

-¿Qué piensas de lo dicho?-intenté concentrarme en lo que habíamos hablado él y yo, aquel hechicero extraño.-Lo trataré con mi líder y si me deja sacar el libro te lo mostraré.
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Mensaje por Invitado Miér Abr 11, 2012 12:49 am

El hechicero había intentado evitar durante mucho tiempo verse relacionado con cualquier facción fuera del tipo que fuese, sabía que cuantos más lazos forjara en el mundo más trabas tendría para llevar a cabo la purga si es que finalmente podía llegar a realizarla. Sin embargo no era tan mala idea tener a una organización como los Thorns de su parte, y más teniendo en cuenta que podría leer parte de los conjuros de Lilith. Eden liberó un pequeño suspiro y clavó su mirada en los fríos ojos de Amaury, no estaba a su nivel, aquello era evidente, sin embargo aquel ser sobrenatural no era como los demás, o al menos no lo parecía. Detrás de su agresiva fachada se podía intuir un ser noble y comprometido, que en algún sentido había encandilado al brujo. Una vez hubo terminado sus asuntos con el nuevo visitante, Eden recibió nuevamente la atención del krusnik, para la cual, tenía una respuesta preparada.

-Creo que no tengo elección, acepto el trato que me propones, además-Sonrió levemente-. Dudo que pudiera impedir que me asesinaras en caso de ofrecerte una negativa...

El mortal se agachó levemente para recoger su bolsa del suelo y se dirigió nuevamente a Amaury.

-Me hospedo en el motel "Barsbury", cuando tengas una respuesta estaré encantado de recibirla, no conozco cual es el número de teléfono pero algo me dice que me mantendrás vigilado...Habitación 17. No puedo decir que haya sido un placer pero sin duda debo agradecer el hecho se seguir vivo, te debo una Amaury.

Dicho lo cual, inclinó levemente la cabeza en señal de despedida y se dirigió a la salida del local. Tenía lo que había ido a buscar y además había salido beneficiado conociendo a un ser de lo más interesante.
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Mensaje por Invitado Jue Abr 12, 2012 9:18 am

Bueno, al menos accedió. Debía pensarme bien el mensaje como líder en una carta lacrada. Tenía que hacerlo de forma que pareciera un vampiro más antiguo, un ser escabroso y elegante. Yo era simplemente un mendao frente a todos, un capullo con suerte, un ser demencial que se llevaba bien con todos porque me podía poner en el lugar de los demás. Pero eso, un capullo con mucha suerte de ser elegido por un ser tan elegante, inteligente y milenario. Todos pensaban que era un ser increíble. Yo sólo me veía como un idiota, por eso dejaba que todos tuvieran la leyenda y no la verdad pura y dura. Me gustaba ser yo mismo y ser apreciado por eso, no por las apariencias.

Me marché al refugio que poseíamos los Thorns en los barrios bajos. Envié un mensaje a Hella, tan sólo le pedía que tuviera cuidado en las próximas misiones con Atsushi. Ellos eran los líderes de los Krusnik, mis amigos. Él era como un padre, ella como una hermana. No quería bajas y menos suyas. Nos podían herir como a todos, pasar varios días en la enfermería. Para colmo Atsushi era demasiado arriesgado y Hella una loca.

Estuve lo que restaba de noche mirando a Killian atender a los heridos de las luchas en la noche, los observaba sin quitarle ojo alguno. Era un buen chico, frágil y que me ponía. Me quedé sentado en su despacho intentando redactar mentalmente la carta, no sabía como empezar. Cuando estaba a punto de irme a mi sótano vino a mi mente las palabras claves, como si me hubieran hechizado. Recurrí a uno de mis personajes, de un libro que había escrito hacía trescientos años.

“Estimado Eden:

Le hago saber con esta carta que he aceptado su propuesta. Creo que los términos acordados con mi mano derecha en Los Ángeles son bastante beneficiosos para ambas partes, usted y nosotros. Espero que siga deseando tener el libro entre sus manos, permitiré que pueda acceder a mi biblioteca particular y poder conversar con su custodio, Amaury William Rose, así como con algunos hechiceros si lo precisa.

Deseo que su acuerdo con nosotros le deje un buen sabor de boca.

Atentamente,

Dios Oscuro”

Últimamente me sentía bloqueado. Necesitaba relajarme, hacer crujir mis vértebras y caminar por la ciudad a lomos de mi moto. Estaba sintiéndome quizás presionado con todo, pero a la vez quería sentirme de esa forma. Era un tira y afloja conmigo mismo, mis acciones y sobre todo con Killian. Así que cuando logré alejar mis pensamientos, ordenándolos al fin, escribí aquello en uno de los folios de la enfermería.

A la noche siguiente metí el documento en un sobre y lo lacré con mi sello personal, para de inmediato ponerme en marcha a la dirección del motel donde se hospedaba. Era un lugar no muy caro, pero tampoco era de mala muerte. Se puede decir que era decente o medianamente aceptable. Yo podía vivir en un cuarto de ratas que no me importaba, pero algunos necesitaban lujos que para mí eran escasamente importantes.

Subí por las escaleras apolilladas del antro, algunas prostitutas bajaban de la primera y segunda planta. Chicas que intentaban ganarse la vida y quizás encontrar al príncipe azul en medio de aquella masacre. Había algunos hijos de puta que se encontraban en el bar dando unos tragos, eran de los Bloody Rose pero no me agradaban en lo más mínimo. Cuando quedé frente al número 17 llamé golpeando fuerte con mis nudillos.

-Eh! Servicio de habitaciones, tenemos cucarachas muertas para usted.
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Mensaje por Invitado Vie Abr 13, 2012 6:58 am

Tras el fructuoso encuentro con Amaury, Eden estuvo intentando, sin éxito, apaciguar a la bestia ávida de conocimiento que se alimentaba de sus entrañas y que amenazaba con hacerle cometer alguna estupidez en pos se satisfacer sus exigentes necesidades. El brujo había perseguido "El diario de Lilith" durante mucho tiempo, quizás demasiado, no solo en el plano físico, sino que también buceando en sus recuerdos por medio peligrosos hechizos de "retrotracción" que en caso de ser mal realizados podían llegar a alterar la memoria de los mortales, e inclusive, de los inmortales. Aquella noche no pudo dormir, nada demasiado diferente a tantas otras, repasando nuevamente la fatídica escena en la que el instituto Blutenthal fue arrasado. Sin embargo cada vez que tenía el libro frente a sus ojos en aquella visión, la imagen de Zaira siendo violada y degollada ejercía una presión en su pecho que prácticamente le impedía respirar. Jamás podría liberarse se esa carga, y había pasado demasiado tiempo como para que sus ansias de venganza siguieran despiertas, sin embargo él las notaba, latentes, a la espera de desplegar su furia en el momento preciso.

El día siguiente se lo tomó con tranquilidad en parte, por los excesos llevados a cabo en aquel tugurio de mala muerte y en parte, porque casi siempre lo hacía así. A sus dos horas de intensa meditación las siguieron un par de reflexión filosófica y trascendental aderezas por un poco de rock alternativo, única corriente musical que era capaz de reconducir su alma hasta la estabilidad. Terminado el ejercicio mental, decidió darse un día de descanso físico para ponerse a transcribir textos antiguos que siempre llevaba consigo, algunos de hechizos, otros de lenguas muertas que le llamaban especialmente la atención. Entre los documentos halló uno en concreto que relataba como inocular un veneno por medio del aire, a forma de virus, convirtiendo la sustancia en cuestión en partículas ínfimas. En ese momento, en la mente del brujo de dibujó la imagen aquella conferencia a la que había asistido en la que se explicaba como atrapar la luz solar en moléculas físicas, dotando a estas de sus propiedades y convirtiéndolas, dicho de manera rudimentaria, en estrellas de pequeño tamaño. Eden pensó en si sería posible aplicar el hechizo en ese sentido, sin embargo no estaba demasiado lúcido como para ponerse a ligar ideas en ese momento, por lo que apartó la idea.

El hechicero se reclinó sobre el respaldo de la silla de madera sobre la que estaba sentado esperando, ansioso, por tener alguna respuesta por parte de Amaury, y más concretamente, de su líder. El brujo paseó su mirada por la habitación que había adquirido hacía tan solo un par de días, para acabar sincerándose consigo mismo afirmando que estaba bastante contento con la estancia. Tenía lo imprescindible, una mesa de madera desgastada sobre la que trabajar, una cama-a la cual la había puesto sus propias sábanas grises, para prevenir-y un minibar, del cual tenía claro que no iba a hacer uso. En su idílica idea sobre un lugar confortable tan solo faltaban un par de cuadros paisajísticos que aportaran cierta libertad a aquellas insulsas paredes empapeladas con un tono cobrizo, sin embargo no podía pedir todo. De repente llamaron a la puerta y le dio un tumbo al corazón, no por el hecho, sino por la presencia, que de una manera casi ignominiosa había aparecido en su radar como un elefante pasando por encima de un horniguero. Eden no tuvo necesidad de escuchar su voz para saber que se trataba de ese irreverente y temible krusnik llamado Amaury.

El brujo tragó saliva y agarró la empuñadura de la catana negra que tenía apoyada a su lado, aún enfundada pero dispuesta a rebanar alguna cabeza. No es que dudara de Amauy, pero tenía que hacerlo si quería volver a ver la luz del alba, "uno nunca sabe lo que puede pasar", se dijo. Tras tomarse un momento, le hizo entrar, poniéndose en pie filo en mano con una amistosa sonrisa en su rostro.

-¿Y bien?-Preguntó con un tono interesado.
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Mensaje por Invitado Vie Abr 13, 2012 7:43 am

Bostecé mientras abría rascándome el ombligo bajo la camiseta. Estaba apoyado en el marco de la puerta gracias a mi brazo izquierdo. Cuando abrió ahí estaba aún, bostezando y rascándome como si nada. Entre los dedos de la mano con la cual me apoyaba tenía una carta, con su lacre, y era la que había traído para él. Me coloqué bien, sin estar como Pedro por su casa, y se la estiré hasta sus narices.

-Pues no sé chaval, yo las cosas que son de otro no las leo o curioseo.-dije mirándolo fijamente mientras movía el sobre.-Todo lo que tienes que saber está aquí, si es que sí tendrás que venir conmigo y si es que no pues hasta luego Lucas.-comenté con una de esas sonrisas de idiota pre-adolescente que me cargaba.

Sabía bien qué decía, yo mismo la había redactado, pero no tenía ganas de mostrarle quien era. Fuera, en la ciudad, se podía sentir a varios como yo. Atsushi no estaba lejos con las tropas, vigilando, mientras algunos ángeles caídos parecían inquietos por la noticia de la caída de Miguel. No sabían qué podía pasar, pero el que fue su líder podía volver a serlo quizás. Si conseguía que Rafael y Miguel, esos dos hermanos tan bien avenidos, estuvieran en mis tropas, y quizás la novia del primero, una tal Olivia, habría sido recompensado por mis años de lucha. Todo sería más fácil para todos, menos bajas y más fuerza.

Husmeé hacia dentro viendo documentos antiguos, algunos parecían estar a punto de desintegrarse. Era una lástima que el papel no se conservara tan bien como el actual, que incluso los habían ignífugos y con ellos hacía las copias de los libros. Si un libro de mi biblioteca se quemaba me daba tal soponcio que me moría en el sitio. Para mí el conocimiento era sagrado.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 15, 2012 8:28 am

Eden observó la carta con el tóxico aire de desconfianza que había incubado durante los años precedentes en pos de estar atento ante cualquier inoportuna eventualidad. Ya no se sentía tan cohibido ante la presencia de Amaury, era como si el hecho de haberla experimentado una vez ya hubiera acomodado a su organismo sin embargo no podía retirar de su cabeza que aquel tipo de aspecto desenfadado en realidad era un tremebundo y hambriento krusnik que podría acabar con él si no era lo suficientemente rápido en su reacción. "Por un lado estoy contento de tener una respuesta tan rápido, sin embargo no he tenido tiempo suficiente para estudiar a los krusnik y preparar algún conjuro especial que me dotara de una red de seguridad en mis futuras reuniones con Amaury y similares. Tendré que seguir trabajando en ello..."Reflexionó el mortal. Sin retirar su gesto serio, se aproximo hasta el inmortal y agarró con su mano libre aquel sobre que, en teoría, contenía una respuesta por parte del líder de los Thorns. El brujo miró a Amaury a los ojos mientras agarraba la carta, intentando interpretar aquel gesto desinteresado y cargado de pasotismo que gobernaba el rostro de su visitante, llegando a la conclusión de que esa era su propia barrera defensiva, una que en caso de pillar a un enemigo confiado, podría ser su perdición.

Una vez tuvo la carta en sus manos la abrió y se dispuso a leerla. El texto era escueto pero directo, por un lado, verificaba una de las sospechas del brujo, la cual radicaba en la condición de Amaury, la cual siempre había sospechado Eden que no era otra que la de uno de los miembros importantes de los Thorns. Por otra parte aceptaba los términos con una disciplina que satisfacía el brujo en sobremanera; en sus pensamientos se había dibujado la idea de que los Thorns pusieran alguna condición más para dejarle acceder al libro, sin embargo estaba contento de haber errado en sus ideas en esa ocasión. Por si a caso, volvió a leer la carta buscando algún resquicio en la misma que pudiera habérsele escapado en la primera lectura, y no pudo evitar sentir cierta crispación por la definición como "custodio" de Amaury. Si algo no quería Eden era tener unos ojos pegados a su nuca que pudieran, en el futuro, traerle más problemas de los necesarios, sin embargo se cayó ese pensamiento; el mortal seguía teniendo muy claro con quien estaba tratando.

-Me parece que está bastante correcta, pero creo que tengo que aclarar dos puntos-Comentó el brujo con contundencia-. Trabajo solo, estoy dispuesto a asumir que tú estés presente, e incluso que puedas a ayudarme con la traducción, sin embargo no quiero a nadie más en esto, una mala transcripción de lo que hay en esas líneas puede generar unos daños colaterales de proporciones inimaginables. Por otra parte, como te dije en el bar, estoy dispuesto a colaborar con tu organización, pero esto no significa que defienda vuestros ideales. Estaré de vuestro lado porque a eso me he comprometido, sin embargo yo soy un ente individual, espero que no haya ningún problema a este respecto.

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Mensaje por Invitado Dom Abr 15, 2012 10:05 am

-Nuestros ideales son reconstruir el mundo con leyes justas para todos, una comuna parecida a la familia y una igualdad firme en cada derecho y deber. Somos justos, no somos crueles.-dije con una pose algo más seria, sin dejar de estar apoyado en el marco de la puerta.-Si necesita ayuda de algún hechicero todos estarán a favor de ayudarle, seguro que sobre todo mi pareja. Aunque muchos son médicos, bueno actúan como médicos más que guerreros.-le miré fijamente antes de girarme.-Sí, mi pareja es un humano. Comience a confiar en mí, no mato humanos salvo si agreden a mis camaradas o son enemigos.

Me giré dándole la espalda estirándome, mis huesos crujieron como si fueran poleas de una maquinaria. Eché hacia atrás mis cabellos para observar el suelo agrietado del lugar. Era un tugurio comparado como mi hospital, todo tan pulcro que se podía comer en las losas. Pero bueno, cada cual vivía como quería o podía. De camino al hospital dejaría algunos billetes a varios mendigos amigos míos, podrían tomar algo caliente y un buen vino. Había congeniado con algunos y los ayudaba desinteresadamente. La mayoría solía encontrar trabajos gracias a mis colaboradores, pero eran trabajos de días o meses. La guerra aún seguía, todo se destrozaba y las empresas no duraban demasiado.

-Vamos, te guío hasta el hospital.-dije saliendo por el pasillo hacia las escaleras, para bajar hacia el hall y salir de aquel lugar.


Es corto porque espero tu respuesta para luego llevar a tu personaje al hospital con el mío.
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Mensaje por Invitado Lun Abr 16, 2012 7:45 am

Nada más escuchar una nueva proclamación sobre sus ideales, el brujo no puedo evitar que por su mente se cruzara un pensamiento tan cruel como sincero: "Seguro...". No dudaba de las honorables intenciones de los Thorns, hasta donde tenía entendido era uno de los grupos más "potables", sin embargo su propia desconfianza hacía todo aquello nacido de la raíz podrida de esta realidad llevaba a Eden a tomarse aquellos derroches moralistas como relativos. El problema de base de la estructura de aquella sociedad era que los diferentes grupos buscaban demostrar que su verdad era o superior a las demás o por lo menos, más beneficiosa para ellos mismos, y por lo tanto en ese sentido la más positiva. El hechicero se movía en la idea de asesinar todas esas verdades, y esa era su única ambición, era consciente de que probablemente el también estuviera equivocado sin embargo no buscaba convencer a nadie salvo a él mismo y ese trabajo lo tenía bien hecho.

Dejados claros los términos, el mortal cerró el cuaderno en el que había estado trabajando hasta la llegada de Amaury y tras recoger la llave de la habitación se puso su chaqueta de cuero negra y se colgó la espada a la espalda. Una vez estuvo listo, salió de la habitación, y tras cerrarla con llave, siguió al krusnik hasta la localización de parte de "El Diario de Lilith":
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Mensaje por Invitado Mar Abr 17, 2012 7:28 am

Un viento recorrió las calles como una bocanada venida del infierno, uno de esos golpes espectrales que en ocasiones recorrían las calles. Varios fantasmas penando juntos, golpeando cada viejo cartel arrancándolo de cuajo, rompiendo algún cristal que aún permaneciera en su sitio y arremolinando mis cabellos. Tal vez para un mortal era un buen golpe que lo podía caer de culo, pero para mi no era nada. Podía ver desde lejos a varios de los míos, caminaban en tropel velando por la seguridad de los negocios y buscando demonios para luchar contra ellos. Tres lycan, dos ángeles caídos, un hechicero y un metamorfo convertido en lechuza sobre el cayado que llevaba Myrtho, el hechicero, y que se dedicaba a realizar conjuros para buscar las huellas de alguna presencia poco agradable.

Pasé junto a ellos con Eden detrás, no dijeron nada pero saludaron con la mano o la cabeza. Una señal cordial y agradable que pocas veces se veía en otros grupos. Creyera o no, el idiota que conducía hasta el hospital, nuestro grupo era diferente porque lo votábamos todo por consenso, no se hacía nada si no estábamos de acuerdo una gran mayoría y se tenía en cuenta las opiniones de todos.

Las calles se convertían en amasijos humeantes en ocasiones, pero en otras eran reconstruciones perfectas de tiempos pasados, negocios llenos de vida y seres prestando ayuda. Los Bloody Rose y los Thorns nos ocupábamos de la ciudad de forma sensata, era lo que deseamos tener porque muchos habíamos vivido la guerra, pero también el tiempo que hubo antes, un tiempo que seguro que ese hechicero que iba a mi espalda no había visto ni siquiera imaginado, porque una cosa es lo que te cuentan y otra cosa la verdad.

-Antes, podías ver una marea humana en cualquier calle de Los Ángeles, bueno de cualquier lugar de este puto mundo, y los carteles de rock y de eventos deportivos lo poblaban todo.-no sólo rock, también pop y algo de rap. Pero recordaba los grandes conciertos de AC/DC y de mi propia banda.-Y cuando yo era niño, en mi país, existía algo que se llamaba el fresco. Se podía ver a la gente sentada en la puerta comiendo pipas, charlando y sintiéndose cómodos. Los niños corrían en las plazuelas sin miedo.-me giré y le miré directamente a los ojos.-Si no me crees, si no crees en lo que te digo y en lo que queremos, me la pela enormemente. Pero es lo que deseo porque yo estoy seguro que lo he pasado peor que tú, no por ello voy desconfiando de todo el mundo creyéndome el que más sabe de todo cuando yo tengo más de trescientos años y tú no llegas ni a la centena.

Si fuera un desconfiado, como él se veía, no le habría dicho que sí. Podía haberlo mandado a la mierda. A lo lejos podía sentir al ejercito krusnik de Atsushi, también a varios demonios y el alarido de estos al caer en las fauces de mis hombres. Las calles más seguras no eran las más lujosas, sino estas. Eran lugares donde no se tenía mucho que llevarse a la boca, pero al menos vivías más tranquilo.

El hospital se veía a lo lejos cubierto por esa capa gris, las luces encendidas y un tránsito enorme cerca de posición. Cuando nos fuimos acercando podía verse incluso ángeles caídos expandiendo sus alas dejando ráfagas de aire que alborotaban más mis cabellos. Pasamos por la tienda de Daichi, la cual como siempre estaba abierta y con ese aroma a incienso que te tumbaba, también por la dulcería de Kyle y varias tiendas más esotéricas, de ropa y alguna que otra de alimento.

Odiaba el silencio a mi alrededor, así que comencé a cantar bajo sin ánimo de nada. Sólo quería espantar esa sensación de vacío. Podía escuchar los pasos de mi padrastro correr hacia mí, alzar el puño con brutalidad y romperme todos los huesos. Para mí era mi padre, igual que la que llamaba madre era mi madre pese a que podía tener figura masculina también. Esos dos malditos hijos de puta me jodieron la vida desde mi nacimiento, quizás desde antes.

Al entrar en el edificio se podía oler a antiséptico y diversas razas, todos unidos a colaborar. Había una descarga de material y alimento para los enfermos, pero también estaban cargando mantas para algunos mendigos que ni eran Thorns. Entré saludando con un abrazo amistoso a un lycan.

-¿Qué tal esa pierna?-pregunté antes de separarme.-¿Bien?

-Bien, tu pareja ha hecho un buen trabajo. ¿Para cuando vienen los arcángeles?

-Pues ya sabes, tienen que decirnos si se quedan o sólo nos apoyan.-dije antes de irme hacia el pasillo.-¡Sigue los pasos de los hechiceros!

-¡Sí!

Me giré de nuevo para ver si ese chalao me seguía o se había arrugado. No todos estaban de acuerdo de entrar allí, porque la verdad acojonaba. Era un sitio que se veía ordenado, como si no existiera guerra, y con ciertos matices de familiaridad. En realidad parecía un edificio lleno de vecinos que iban cambiando.

-Está en la biblioteca, así que hay que subir por el ascensor.-dije acercándome a él.-Así que mueve el culo.


Tema : https://www.youtube.com/watch?v=IT1LraS3sgA
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Mensaje por Invitado Jue Abr 19, 2012 7:42 am

Eden se mantuvo callado, no quiso replicar al krusnik, no por miedo, sino por respeto, hubiera añadido cientos de matices a sus palabras, sin embargo en algo estaba bastante de acuerdo, "Por la misma circunstancia por la que tienes la capacidad de ser más mayor que yo y haber visto más cosas de las que yo veré jamás, la cautela es mi única compañera en este viaje de inmortalidad. Jamás buscaré la comprensión de alguien cuyo poder le ciega la perspectiva de aquellos que tenemos que luchar contra nuestra mediocridad..." Por otra parte, el brujo no desdeñaría un mundo como el que defendía Amaury, sería un estúpido si rechazara esa posibilidad, pero no lo veía factible, siempre acabaría sufriendo alguien, los propios Thorns tendrían que cometer atrocidades para llevar cabo sus objetivos, y ni hablar de aquellos que se escudarían en sus insignias para llevarlas a cabo de manera impune. Con el tiempo aparecerían nuevos demonios, o seres similares, y habría más muerte y destrucción. El hechicero se negaba a aceptar un mundo así, y si estaba en su mano regenerarlo, lo haría. Probablemente el ciclo seguiría un camino similar, pero no sería el mismo, y al menos por eso, valdría la pena.

Aquel hospital era como un compendio cultural de todas y cada una de las razas de la faz terrestre. Allí atendían a los heridos de su absurda guerra y mas que una organización tipo, se acercaba mas a la naturaleza de una hermandad. Enemigos naturales se ayudaban unos a los otros, y en cierta manera, Eden se quedó maravillado ante esas escenas auxilio mutuo. Evidentemente estaban aunados por una causa común, pero si ese enemigo mayor desaparecía algún día, ¿quién podía afirmar que los lazos forjados a su alrededor no se disiparían de la misma manera? El hechicero no estaba dispuesto a jugarse una mano por lo que en aquel día eran sonrisas, al siguiente no pudieran ser puñaladas. El mortal se vio imbuido por diversas corrientes aromáticas que mezclaban la áspera pulcritud propia de diversos medicamentos con el desagradable hedor proveniente de diversas heridas, sobretodo, de aquellas que estaban gangrenadas.

De repente Amaury se detuvo y se dirigió al brujo con su brusquedad característica. El mortal asintió levemente.

-Quiero terminar lo antes posible con esto, soy el primero que no se siente cómodo en este lugar. Dime a donde tengo que ir, y por lo que a mi respecta, hasta que tenga resultados estaré encantado de no volver a disfrutar de tu compañía.-Profirió Eden con un tono un tanto airado.

Así era, tenía que estar pendiente de demasiados enemigos, de tener los hechizos pertinentes para detenerlos y de por si acaso, tener preparados sus conjuros de emergencia para utilizarlos. Su cabeza era un hervidero de conocimientos a punto de estallar. Y a todo eso tenía que añadir la extraña sensación de que algo no andaba bien. Estaba turbado, y eso solo le ocurría cuando su vida corría serio peligro.

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