un ángel en pintura [Priv.Oli]

Se encontraba curioseando en el museo, caminando tranquilamente mezclado entre las personas, aunque eso no era tan grato para el, pues el olor de los humanos le era repulsivo, por lo que termino alejándose a una zona donde no hubiera tantas personas, ni se escuchase molestas voces. Dándole gracia el lugar donde fue a dar, encontrándose frente a el un enorme cuadro de Ángeles, aquello debía ser una muy buena broma del destino, con sus hermosas alas emplumadas de color blanco, puras como el agua, antes de ser tocada por el humano, la peor creación de dios, su mayor error, la humanidad.

-Vaya la ironía de la vida…-Dijo para si mismo, admirando los cuadros, después de todo debía de admitir que estaban trazados de tal manera como si hubiese visto el pintor algún ángel en su vida, observando por un momento un cartel que anunciaba la exposición del moisés de miguel ángel, definitivamente era un día de burlas a su persona. No entendía por que los humanos adoraban algo que no conocían, y desde luego a alguien que ni siquiera le importaba el bien de sus creaciones, pues los aventaba como juguetes viejos cuando conseguía uno nuevo, como un niño caprichoso y egoísta que no acepta críticas.

Saco de su bolsillo una cajetilla de cigarros llevándose uno hasta los delgados labios, encendiéndolo para darle una larga calada, importándole poco que estuviese prohibido fumar.

Expulso con suavidad el humo de sus pulmones, formando con este pequeñas donas que se iban perdiendo en el aire, hasta volverse parte de el, mientras que continuaba con las orbes azules imposibles clavadas en aquellos ángeles, pequeños querubines, ingenuos bebes que desconocían la verdadera oscuridad, cegados por las mentiras y los engaños que les hacían creer. Alguna vez fue uno de ellos, alguna vez creyó engañado en la palabra del creador, pero al paso de los siglos, escuchar aquellos mandamientos y sermones, no eran mas que simples falacias y engaños, para mantenerlos sometidos.

Por fortuna ya no era mas que un recuerdo, y era incapaz de lastimarle, o bueno se mentía con eso, verlas alas blancas siempre seria un recordatorio de su pecado, su lucha y sus creencias.
Paso el dedo índice por la ceniza del cigarrillo, para después manchar las alas blancas con un suave tono gris, principalmente marcándolas de uno de los querubines.- A veces el gris no es puro, pero es lo mas cercano al blanco…-Dijo al percatarse de la presencia de la señorita, sintiendo aquella aura que le indicaba que era una de los suyos. –Nunca existirá luz sin oscuridad…-Aquello lo musito para si mismo, mientras que continuaba pintando aquellas alas, del hermoso angelito de cabellos claros, a veces se preguntaba por que a todos los seres celestiales los pintaban rubios, cuando gran parte de ellos eran castaños o azabaches como el manto estelar.
No siempre el bien necesariamente necesita ser claro, a veces es tan profundo como la noche, y tan piadoso como el freso aire.

Una suave sonrisa se trazo en sus labios, confirmando que aún no perdía del todo su esencia aquella celestial, al notar el suave color carmín en sus mejillas. En todos los milenios que llevaba conociendo cientos de caídos, podía afirmar una cosa, más del 90% llegaban con rencores al infierno, el destierro era algo demasiado difícil de asimilar, pero aquella dama, parecía confrontarlo con una gran fortaleza, era seguro que debía tener una gran razón para eso, lo que le daba curiosidad por saber de que se trataba.

-Te encantara las cosas que hay en el museo…es casi como si los mortales nos hubiesen visto alguna vez…-Dijo aún con la sonrisa en los labios, pues bien sabía él, que algunos humanos si los habían visto, considerando aquel caso en especial que era moisés. –Es curioso como arman sus propias historias con respecto a nuestra existencia…-Musito mientras comenzaba a caminar por los pasillos, los cuales se encontraban decorados con aquellos enormes cuadros, pintados como si la gracia de dios los hubiese iluminado. –Te has dado cuenta que el bien siempre lo pintan con colores brillantes?…