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I saw an angel, of that I'm sure.♪♪ [Michael]
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I saw an angel, of that I'm sure.♪♪ [Michael]
Escuchó su voz en un susurro lejano que fue haciéndose más y más claro conforme se acercaba al sitio en cuestión. El Vaticano siempre le había resultado un lugar sumamente interesante y cautivador: su exquisita arquitectura, su variedad de formas de expresión y arte: comunicantes de sentimientos tan vívidos, que lograban incluso sumergirla en la realidad que planteaban y apartarla casi por completo de la suya propia; además de ser una ciudad emblemática y con mucha historia, aspectos que la caracterizaron desde sus primeros cimientos, sus más majestuosas edificaciones, hasta muchas de las ruinas que yacían actualmente allí,simplemente, como viejos testigos de lo esplendoroso de su pasado. Lisbeth siempre había considerado dicha localidad como un sitio solemne y de mucha luz. Mas, actualmente, había perdido aquél esplendor característico. Su etapa de gloria había sido asesinada por la brutalidad de la lucha entre el bien y el mal, en su combate eterno por el poder. Los caminos despoblados, el terror que contaminaba el aire, las penas que invadían las almas y corazones de los sobrevivientes... Una estremecedora imagen que teñida de carmesí y negro semejaba una sanguinaria y atroz obra de arte.
- ¿Por qué?- Preguntó como quien le plantea una duda a su mentor. Michael se hallaba allí, tan dispuesto a subsanar las heridas del mundo como siempre, ella apareció de pronto a sus espaldas, un grueso mechón de su dorado cabello cubría parcialmente el corte en su rostro, su mirada parecía perdida en el horizonte.En realidad, tenía muchas más interrogantes que esa, pero aquella sintetizaba todas las demás. ¿Por qué tanto dolor, si su misión tenía como propósito una causa noble? Si siempre fue el amor lo que los unió, unos con otros: ¿por qué ahora era uno de los motivos que los separaba? ¿Qué era aquello que estaban haciendo mal? No podía reclamar justicia, porque en parte ellos eran los encargados de impartirla, sin embargo, en aquellos tiempos de cólera, nada estaba siendo como debía ser. Era tal el caos imperante que, parecía una tarea netamente imposible devolver el orden y una regular situación de paz al mundo.
Recientemente había tenido la oportunidad de pasar por su mente un recuerdo, cual si fuese una reproducción del suceso, de forma lenta y detallada. La memoria contenía escenas claras de un combate frío y sanguinario en uno de los portales que comunicaban el mundo terrenal con las cálidas fauces infernales. En un intento de contención por parte del ejército celestial, puesto que de liberarse el infierno en su totalidad, la batalla estaría completamente perdida para los caballeros del cielo. Se dio una guerra entre los primeros engendros que asomaron sus monstruosas figuras fuera del agujero al que pertenecían, y una pequeña tropa de ángeles que les aguardaban, entre los que se encontraba Lisbeth: paciente, alerta, y muy bien armada con su centellante espada, confeccionada de forma que le resultara liviana y dócil a sus ágiles y veloces movimientos. Pronto, aquellos esperpentos, comenzaron a brotar desde el núcleo terrestre como cucarachas, ambiciosas de libertad, desmesuradamente apresuradas y salvajes. Sus movimientos carecían de razón y la mayoría de las veces de aciertos... Sin embargo, los superaban en número y eran violentamente impredecibles.No fue difícil encontrarse en la situación de tener que lidiar con más de uno a la vez, lo que irrefutablemente contrajo algunas heridas y más de un deceso. Pero a Lisbeth le preocupaba uno, un óbito en particular. Blandía su espada con agilidad, cortando aquél aire viciado, cercenando con frialdad implacable, las distintas extremidades de aquellos seres infernales. Cuando uno de ellos, que tenía el aspecto de un humo negro, intangible cuando le atacabas y completamente corpóreo cuando te atacaba, disfrutaba burlándose de todo aquél que no pudiera cogerle, a juzgar por la manera de reír cada vez que de una y otra forma Lisbeth le atravesaba con su sable, totalmente en vano. Pero aún era mayor su risa cuando le hacía daño, una vez que se volvía material, uno de sus brazos, semejaba a un largo, larguísimo látigo; que silbaba cada vez que era batido. En un principio sólo jugó con Lisbeth, porque en realidad de eso se trataba: humillar al oponente, hacerse fuerte con sus debilidades, para poder disfrutar luego de su destrucción, habiéndole sacado el mayor provecho a la situación. En uno de sus tantos ataques su látigo le causó un corte horizontal en su mejilla izquierda. Fue el primer acercamiento real del condenado a su entidad. Creyó que sería cuestión de tiempo para que pudiese al fin acabar con ella, aunque se resistía a hacérselo sencillo. Uno de sus hermanos acudió a su auxilio viendo que Lisbeth no lograba vencer al engendro. Y en su intento por salvarle la vida, se interpuso entre él y ella cuando su látigo asesino fue lanzado directo a su cuello. Blandió su inmensa y afilada espada e intentó cortar aquél lazo feroz. Sin embrago, nuevamente, se disgregó en ese oscuro humo.Pero casi de manera instantánea volvió a materializarse allí mismo, frente al ángel que lo había atacado, y volvió a lanzar su látigo con tanta bestialidad y rapidez, enroscándolo al cuello de su víctima para luego jalar fuertemente hasta que le separó la cabeza del resto de su cuerpo. Fue en aquél, el único momento en el cual, Lisbeth, logró ver los ojos de esa monstruosidad, de un color amarillo intenso,drogados de perversidad y triunfo. El cuerpo inherte de su hermano no llegó a caer al suelo cuando ella, por fin, hizo que su espadón firme e increíblemente filoso, mutilara diagonalmente lo que sería la cabeza del ser infernal, separando sus pérfidos ojos: uno en la mitad cercenada y el otro junto al resto del cuerpo.
- Todavía no alcanzo a entender... Cómo el sentimiento por el que fuimos creados, en el que basamos todas nuestras acciones, por el que moriríamos por uno de los nuestros... Cómo pudo convertirse en algo tan devastador? - Interrogó a su superior con verdadera tristeza.El amor era, definitivamente la razón por la que ella aún luchaba, por la que estaba dispuesta a no rendirse aunque todo indicara que moriría en el campo de batalla en vano, pues las posibilidades de que su ejército venciera eran casi nulas... Si en verdad el amor también era algo profano, entonces realmente, no sabía cuál era el sentido de su propia existencia.
- ¿Por qué?- Preguntó como quien le plantea una duda a su mentor. Michael se hallaba allí, tan dispuesto a subsanar las heridas del mundo como siempre, ella apareció de pronto a sus espaldas, un grueso mechón de su dorado cabello cubría parcialmente el corte en su rostro, su mirada parecía perdida en el horizonte.En realidad, tenía muchas más interrogantes que esa, pero aquella sintetizaba todas las demás. ¿Por qué tanto dolor, si su misión tenía como propósito una causa noble? Si siempre fue el amor lo que los unió, unos con otros: ¿por qué ahora era uno de los motivos que los separaba? ¿Qué era aquello que estaban haciendo mal? No podía reclamar justicia, porque en parte ellos eran los encargados de impartirla, sin embargo, en aquellos tiempos de cólera, nada estaba siendo como debía ser. Era tal el caos imperante que, parecía una tarea netamente imposible devolver el orden y una regular situación de paz al mundo.
Recientemente había tenido la oportunidad de pasar por su mente un recuerdo, cual si fuese una reproducción del suceso, de forma lenta y detallada. La memoria contenía escenas claras de un combate frío y sanguinario en uno de los portales que comunicaban el mundo terrenal con las cálidas fauces infernales. En un intento de contención por parte del ejército celestial, puesto que de liberarse el infierno en su totalidad, la batalla estaría completamente perdida para los caballeros del cielo. Se dio una guerra entre los primeros engendros que asomaron sus monstruosas figuras fuera del agujero al que pertenecían, y una pequeña tropa de ángeles que les aguardaban, entre los que se encontraba Lisbeth: paciente, alerta, y muy bien armada con su centellante espada, confeccionada de forma que le resultara liviana y dócil a sus ágiles y veloces movimientos. Pronto, aquellos esperpentos, comenzaron a brotar desde el núcleo terrestre como cucarachas, ambiciosas de libertad, desmesuradamente apresuradas y salvajes. Sus movimientos carecían de razón y la mayoría de las veces de aciertos... Sin embargo, los superaban en número y eran violentamente impredecibles.No fue difícil encontrarse en la situación de tener que lidiar con más de uno a la vez, lo que irrefutablemente contrajo algunas heridas y más de un deceso. Pero a Lisbeth le preocupaba uno, un óbito en particular. Blandía su espada con agilidad, cortando aquél aire viciado, cercenando con frialdad implacable, las distintas extremidades de aquellos seres infernales. Cuando uno de ellos, que tenía el aspecto de un humo negro, intangible cuando le atacabas y completamente corpóreo cuando te atacaba, disfrutaba burlándose de todo aquél que no pudiera cogerle, a juzgar por la manera de reír cada vez que de una y otra forma Lisbeth le atravesaba con su sable, totalmente en vano. Pero aún era mayor su risa cuando le hacía daño, una vez que se volvía material, uno de sus brazos, semejaba a un largo, larguísimo látigo; que silbaba cada vez que era batido. En un principio sólo jugó con Lisbeth, porque en realidad de eso se trataba: humillar al oponente, hacerse fuerte con sus debilidades, para poder disfrutar luego de su destrucción, habiéndole sacado el mayor provecho a la situación. En uno de sus tantos ataques su látigo le causó un corte horizontal en su mejilla izquierda. Fue el primer acercamiento real del condenado a su entidad. Creyó que sería cuestión de tiempo para que pudiese al fin acabar con ella, aunque se resistía a hacérselo sencillo. Uno de sus hermanos acudió a su auxilio viendo que Lisbeth no lograba vencer al engendro. Y en su intento por salvarle la vida, se interpuso entre él y ella cuando su látigo asesino fue lanzado directo a su cuello. Blandió su inmensa y afilada espada e intentó cortar aquél lazo feroz. Sin embrago, nuevamente, se disgregó en ese oscuro humo.Pero casi de manera instantánea volvió a materializarse allí mismo, frente al ángel que lo había atacado, y volvió a lanzar su látigo con tanta bestialidad y rapidez, enroscándolo al cuello de su víctima para luego jalar fuertemente hasta que le separó la cabeza del resto de su cuerpo. Fue en aquél, el único momento en el cual, Lisbeth, logró ver los ojos de esa monstruosidad, de un color amarillo intenso,drogados de perversidad y triunfo. El cuerpo inherte de su hermano no llegó a caer al suelo cuando ella, por fin, hizo que su espadón firme e increíblemente filoso, mutilara diagonalmente lo que sería la cabeza del ser infernal, separando sus pérfidos ojos: uno en la mitad cercenada y el otro junto al resto del cuerpo.
- Todavía no alcanzo a entender... Cómo el sentimiento por el que fuimos creados, en el que basamos todas nuestras acciones, por el que moriríamos por uno de los nuestros... Cómo pudo convertirse en algo tan devastador? - Interrogó a su superior con verdadera tristeza.El amor era, definitivamente la razón por la que ella aún luchaba, por la que estaba dispuesta a no rendirse aunque todo indicara que moriría en el campo de batalla en vano, pues las posibilidades de que su ejército venciera eran casi nulas... Si en verdad el amor también era algo profano, entonces realmente, no sabía cuál era el sentido de su propia existencia.
Última edición por Lisbeth el Jue Abr 11, 2013 3:29 pm, editado 2 veces
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Re: I saw an angel, of that I'm sure.♪♪ [Michael]
Habría perdido la percepción de lo que el tiempo realmente significaba debido a la diferencia entre aquellas sensaciones que sentían los seres mortales a las que podían llegar a sentir los ángeles, nuestro tiempo se dividía en ciclos y cada uno era más largo que el anterior o así parecía. Michael permanecía incolumne y su pureza permanecía en el mismo rango, se podía sentir como lo que le circundaba se purificaba, la maldad que habitaba en aquella ciudad era quemada con tan solo su presencia y quizás así era como debía ser. No podía dejar de pensar en sus hermanos caídos y la imposibilidad que su padre celestial le había impuesto varios miles de años atrás..."No podrás abandonar el Cielo hasta que sea puramente necesario". Tuvo que ver como poco a poco sus hermanos caían, como lo que él mismo sentía como su corazón se partía cada vez un poco más en pedazos y los mismos eran desintegrados por un sentimiento de necesidad de Justicia, de intervención.
Sin embargo sentía como su hermano Uriel ponía fin a aquellas energías oscuras que dominaban por la tierra, destruía demonios que habían escapado y alguno que otro caído que habría de revelarse contra el planeta habría caído en sus manos, las cuales golpeaban más fuerte en relación a la maldad existente en el corazón de quién era juzgado por él. Sin embargo su hermano habría desaparecido repentinamente y sus energías tampoco podían ser encontradas por ningún lado lo cual era realmente preocupante. Esa era la razón por la cual Miguel podía caminar por aquellas calles.
-Hermana mía, el verdadero problema no es aquello que rige nuestros actos, el amor es un sentimiento hermoso que tiene millones de formas de manifestación y el verdadero problema aquí es que este amor fue corrompido por la maldad...Lo que terminó logrando un desequilibro en el balance establecido.-
Miguel se dirigió a su hermana mientras su mirada y sus ojos azules permanecían posados en la nada. Sin embargo sentía aquella energía que emanaba y verdaderamente era pureza en un estado bastante cercano al suyo, no había razón aparente para la separación de "Arcángeles y ángeles", simplemente unos poseían mayores energías que otros...y nada más. Una cosa le llamó profundamente la atención de aquella hermana suya, y lo hizo sin siquiera haberla mirado puesto que ya sabía con quién se estaba comunicando.
Michael se giró para poder observarla, clavó sus ojos en los de su hermana y mantuvo aquella mirada de paz que era muy difícil de hacer menguar. Siempre sentía la necesidad de irradiar paz y tranquilidad porque era lo que más deseaba para el mundo.
-Lisbeth...¿ese collar que llevas puesto es lo que restaura tu fe en la humanidad? Y si no lo es, ¿Qué es lo que lo hace?...Mi fe por la humanidad es restaurada cada vez que recuerdo lo que se tenía antes de todo esto porque sé que podemos volver a tenerlo...Y lo que me impulsa como Líder de los caballeros del cielo es la fuerza que mis hermanos me dan para poder ayudarles...por eso más que un líder, soy un guía, que no sabe más ni menos que ustedes...pero los apoyará hasta el final...-
Aquella sonrisa característica de Michael fue dibujada en su rostro nuevamente, el sabía que mientras hubiese una sola persona que tuviese fe en él, él intentaría hasta cargar con el peso del mundo en sus hombros.
Sin embargo sentía como su hermano Uriel ponía fin a aquellas energías oscuras que dominaban por la tierra, destruía demonios que habían escapado y alguno que otro caído que habría de revelarse contra el planeta habría caído en sus manos, las cuales golpeaban más fuerte en relación a la maldad existente en el corazón de quién era juzgado por él. Sin embargo su hermano habría desaparecido repentinamente y sus energías tampoco podían ser encontradas por ningún lado lo cual era realmente preocupante. Esa era la razón por la cual Miguel podía caminar por aquellas calles.
-Hermana mía, el verdadero problema no es aquello que rige nuestros actos, el amor es un sentimiento hermoso que tiene millones de formas de manifestación y el verdadero problema aquí es que este amor fue corrompido por la maldad...Lo que terminó logrando un desequilibro en el balance establecido.-
Miguel se dirigió a su hermana mientras su mirada y sus ojos azules permanecían posados en la nada. Sin embargo sentía aquella energía que emanaba y verdaderamente era pureza en un estado bastante cercano al suyo, no había razón aparente para la separación de "Arcángeles y ángeles", simplemente unos poseían mayores energías que otros...y nada más. Una cosa le llamó profundamente la atención de aquella hermana suya, y lo hizo sin siquiera haberla mirado puesto que ya sabía con quién se estaba comunicando.
Michael se giró para poder observarla, clavó sus ojos en los de su hermana y mantuvo aquella mirada de paz que era muy difícil de hacer menguar. Siempre sentía la necesidad de irradiar paz y tranquilidad porque era lo que más deseaba para el mundo.
-Lisbeth...¿ese collar que llevas puesto es lo que restaura tu fe en la humanidad? Y si no lo es, ¿Qué es lo que lo hace?...Mi fe por la humanidad es restaurada cada vez que recuerdo lo que se tenía antes de todo esto porque sé que podemos volver a tenerlo...Y lo que me impulsa como Líder de los caballeros del cielo es la fuerza que mis hermanos me dan para poder ayudarles...por eso más que un líder, soy un guía, que no sabe más ni menos que ustedes...pero los apoyará hasta el final...-
Aquella sonrisa característica de Michael fue dibujada en su rostro nuevamente, el sabía que mientras hubiese una sola persona que tuviese fe en él, él intentaría hasta cargar con el peso del mundo en sus hombros.
Invitado- Invitado
Re: I saw an angel, of that I'm sure.♪♪ [Michael]
Inconscientemente buscó, con la punta de sus dedos, el dije en cuestión, mientras escuchaba atenta cada una de las palabras de Michael. Dio con el objeto que colgaba de su cuello, como solía hacerlo desde hacía tanto... Tan blanco e irregular, tan extraño y hermoso a la vez... Tan significativo. Suspiró: le agradaba oír que no todo estaba perdido, necesitaba renovar las esperanzas y quitarse de la mente la idea de que iría al campo de batalla a ver sufrir y morir a sus hermanos, y que a pesar de que entregaría todo, perecería allí sin gloria alguna.Definitivamente, era aquello lo que las tropas necesitaban: Esperanza. ¿Y quién mejor para brindarla que el majestuoso arcángel? Desde el momento en que Uriel dejó de pertenecer al ejército celestial, sus integrantes comenzaron a plantearse la idea de integrar el bando que tenía probabilidad de vencer. Muchos abandonaron el camino de Dios, mientras que otros sólo aguardaban, resignados a su sacrificio en vano, sin ánimos de lucha, sino más bien con la disposición del animal que va directo al matadero: No ve más allá del fracaso y por lo tanto no conseguirá más que eso. Ahora que Michael estaba en la tierra, la situación había cambiado de manera considerable, o así lo entendía Lisbeth. Tan solo viéndole, sus temores, sus vacilaciones y cuestionamientos se desvanecían como por arte de magia... No pudo evitar pensar en la posibilidad de que si Kenneth hubiese accedido a tal sentimiento de seguridad y contención, de paz y estabilidad, tal vez y sólo tal vez estaría con los suyos y no en su contra. No podía explicarlo, pero se sentía responsable de su deserción. Había algo en su interior que le decía que ella había fallado en su tarea como guía o ejemplo para las generaciones más jóvenes, aunque esa tarea nunca se le había encomendado concretamente, no era necesario que así fuese: Ella era la más allegada a Kenneth y ni su modelo, ni su ejemplo fueron suficientes para que él no cayera en las feroces y profanas garras del infierno. Su caída significó una herida personal, un algo que la marcó... Y que no puede olvidar.
- Contar con su entidad alimenta el espíritu colectivo, lo colma de aliento y optimismo, útiles a la hora de hacerle frente a la contienda... Pues, siendo honesta,tal ánimo había estado disipándose progresivamente...- hizo una breve pausa- ¿Cómo sabe de él?- interrogó mientras miraba la joya con intensidad -Me refiero al colgante.. Ya que ha sido certero en su especulación: es verdad, me restaura la fe en esas criaturas tan propicias al pecado, la desmesura y la autodestrucción. Cuesta creer que pueden ser algo más que lo mundano y banal que resultan a mis ojos en este momento. Básicamente me es difícil recordar lo bueno que era todo antes... Lo malo parece más fuerte justo ahora, su imperante posición actual hace más complicado que me sustente en antiguas memorias de cuando prevalecía el equilibrio en la Tierra... Incluso parecen no haber sido ciertas, sino, solo simples y anhelados deseos, ideales, que estamos lejos de alcanzar ahora mismo. El camino hacia ellos será extremadamente escarpado y fragoso. Mas yo quiero que sepa que estoy dispuesta a dar hasta mi último aliento en cada batalla, y me siento honrada de saber que Ud. será nuestro guía... Estábamos tan perdidos... - sabía que él nunca los abandonaría, él era su mentor. Y ahora que estaba allí, retomarían aquello que nunca debió haber salido de la única y justa custodia divina: el control y equilibrio del mundo terrenal.
- Contar con su entidad alimenta el espíritu colectivo, lo colma de aliento y optimismo, útiles a la hora de hacerle frente a la contienda... Pues, siendo honesta,tal ánimo había estado disipándose progresivamente...- hizo una breve pausa- ¿Cómo sabe de él?- interrogó mientras miraba la joya con intensidad -Me refiero al colgante.. Ya que ha sido certero en su especulación: es verdad, me restaura la fe en esas criaturas tan propicias al pecado, la desmesura y la autodestrucción. Cuesta creer que pueden ser algo más que lo mundano y banal que resultan a mis ojos en este momento. Básicamente me es difícil recordar lo bueno que era todo antes... Lo malo parece más fuerte justo ahora, su imperante posición actual hace más complicado que me sustente en antiguas memorias de cuando prevalecía el equilibrio en la Tierra... Incluso parecen no haber sido ciertas, sino, solo simples y anhelados deseos, ideales, que estamos lejos de alcanzar ahora mismo. El camino hacia ellos será extremadamente escarpado y fragoso. Mas yo quiero que sepa que estoy dispuesta a dar hasta mi último aliento en cada batalla, y me siento honrada de saber que Ud. será nuestro guía... Estábamos tan perdidos... - sabía que él nunca los abandonaría, él era su mentor. Y ahora que estaba allí, retomarían aquello que nunca debió haber salido de la única y justa custodia divina: el control y equilibrio del mundo terrenal.
- Spoiler:
- Siento la tardanza, la preparatoria y los cursos extracurriculares me están ocupando mucho tiempo.. y volviéndome loca también!
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