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Libre-Rock Evanescence
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Libre-Rock Evanescence
No le pidieron entrada a aquel hombre alto y embutido en lo que parecía ropa de cuero negra, salvo por la ajustada camiseta blanca y que marcaba su ancho y musculoso pecho, sus ojos azules, intensos y con ligeras chispas plateadas se posaron en los policían del Vaticano que cedieron el paso y quizás horas más tarde se preguntaran a si mismo por qué lo había hecho. Abrieron el cordon para que Uriel entrara en el recinto que aquella noche se encontraba increiblemente atestado de fieles. El lugar más extraño para un concierto y además un concierto de rock cristiano. Resultaba divertido en cierta manera, sobre todo teniendo en cuenta la postura que siglos atrás mantuvo la propia Iglesia con este tipo de música pero Uriel no creía que un tipo de ritmo y armonía salvaje, profundo e instintivo tuviera que estar reñido con un tipo de letra que hablara de virtudes y esperanza. No le resultaba contradictorio.
De hecho, esa noche tocaba Evanescense, Uriel solo por esa razón se materializó en el lugar, no porque fuera la plaza de San Pedro aunque eso le otorgaba un atractivo más sino porque tocaban ellos y era un grupo de rock cristiano que llevaba siguiendo desde sus inicios. Las autoridades ecleciásticas decidieron que la moral de los fieles estaba practicamente hecha trizas y a pesar de aquella ciudad sagrada era casi el último reducto contra la oscuridad que acechaba, había sufrido recientes ataques, ataques a lo cuales no se presentó Uriel, confiando que algunos de sus hermanos hiciere presencia, él no podía estar en todo pero ahora se sentía más solo en aquella batalla.
La plaza es explanada trapezoidal que se ensancha lateralmente mediante dos pasajes, con forma elíptica, de columnatas rematadas en una balaustrada sobre la que se asientan las figuras de ciento cuarenta santos de diversas épocas y lugares; en su interior se encuentran dos fuentes, una en cada foco de la elipse,y en medio de la plaza se erigió un monumental obelisco de 25 metros de altura, un bloque pétreo sin inscripciones traído desde Egipto que estaba en el centro de un circo romano. En 1586 el Papa Sixto V decidió colocarlo frente a la Basílica de San Pedro en memoria del martirio de San Pedro en el Circo de Nerón. Se le conoce como el “testigo mudo”, pues junto a este se crucificó a Pedro. La esfera de bronce de la cúspide que, según la leyenda medieval, contenía los restos de Julio César, fue reemplazada por una reliquia de la cruz de Cristo.
El escenario estaba montado frente a la basílica de San Pedro lo que quedaba de ella, ahora estaba siendo reconstruída, un ataque al mismo corazón de la Ciudad del Vaticano. Uriel entrecerró los ojos mientras los focos se prendían, podría reconstruir aquel edificio aunque la grandeza de su Padre no se medía por la altura de sus columnas o el blanco de marmol pero comprendía, limitadamente, que su caída fue un puñal en las entrañas para todos los fieles Aun lo meditaba, estaba al alcance de su poder pero al tiempo...¿no uniría mas a todos aquellas personas que estaban allí construirla entre ellos?
Se adelantó cuando esuchó las aplausos y los vitores, abriéndose paso entre la multidud para acercarse al escenario. Quería parecer un mortal mas pero era algo casi imposible con su gran altura, el ancho de sus espaldas y aquel rostro que parecía esculpido, demasiado perfecto, sobre todos los orbes de aquel azul desconcertante, intimidante. Uriel miraba de forma directa, penetrante como igual de directa era su forma de hablar, no consideraba que sus palabras en ocasiones pudieran resultar hirientes. Él luchaba con la espada no con sus palabras para eso fue hecho, esa era su naturaleza.
Cuando la música comenzó a sonar, su rostro impasible pareció de repente reflejar cierta emoción extraña cuando la batería comenzó a rugir en medio de la noche como un desafío..oh sí, hasta su corazón pareció acelerarse, ese corazón que solo pulsaba estruendosamente cuando acontecía la batalla, cuando despertaba, cuando abría sus grandeas alas para rasgar el cielo nocturno, poco a poco sus labios comenzaron a dibujar una sonrisa feroz.
De hecho, esa noche tocaba Evanescense, Uriel solo por esa razón se materializó en el lugar, no porque fuera la plaza de San Pedro aunque eso le otorgaba un atractivo más sino porque tocaban ellos y era un grupo de rock cristiano que llevaba siguiendo desde sus inicios. Las autoridades ecleciásticas decidieron que la moral de los fieles estaba practicamente hecha trizas y a pesar de aquella ciudad sagrada era casi el último reducto contra la oscuridad que acechaba, había sufrido recientes ataques, ataques a lo cuales no se presentó Uriel, confiando que algunos de sus hermanos hiciere presencia, él no podía estar en todo pero ahora se sentía más solo en aquella batalla.
La plaza es explanada trapezoidal que se ensancha lateralmente mediante dos pasajes, con forma elíptica, de columnatas rematadas en una balaustrada sobre la que se asientan las figuras de ciento cuarenta santos de diversas épocas y lugares; en su interior se encuentran dos fuentes, una en cada foco de la elipse,y en medio de la plaza se erigió un monumental obelisco de 25 metros de altura, un bloque pétreo sin inscripciones traído desde Egipto que estaba en el centro de un circo romano. En 1586 el Papa Sixto V decidió colocarlo frente a la Basílica de San Pedro en memoria del martirio de San Pedro en el Circo de Nerón. Se le conoce como el “testigo mudo”, pues junto a este se crucificó a Pedro. La esfera de bronce de la cúspide que, según la leyenda medieval, contenía los restos de Julio César, fue reemplazada por una reliquia de la cruz de Cristo.
El escenario estaba montado frente a la basílica de San Pedro lo que quedaba de ella, ahora estaba siendo reconstruída, un ataque al mismo corazón de la Ciudad del Vaticano. Uriel entrecerró los ojos mientras los focos se prendían, podría reconstruir aquel edificio aunque la grandeza de su Padre no se medía por la altura de sus columnas o el blanco de marmol pero comprendía, limitadamente, que su caída fue un puñal en las entrañas para todos los fieles Aun lo meditaba, estaba al alcance de su poder pero al tiempo...¿no uniría mas a todos aquellas personas que estaban allí construirla entre ellos?
Se adelantó cuando esuchó las aplausos y los vitores, abriéndose paso entre la multidud para acercarse al escenario. Quería parecer un mortal mas pero era algo casi imposible con su gran altura, el ancho de sus espaldas y aquel rostro que parecía esculpido, demasiado perfecto, sobre todos los orbes de aquel azul desconcertante, intimidante. Uriel miraba de forma directa, penetrante como igual de directa era su forma de hablar, no consideraba que sus palabras en ocasiones pudieran resultar hirientes. Él luchaba con la espada no con sus palabras para eso fue hecho, esa era su naturaleza.
Cuando la música comenzó a sonar, su rostro impasible pareció de repente reflejar cierta emoción extraña cuando la batería comenzó a rugir en medio de la noche como un desafío..oh sí, hasta su corazón pareció acelerarse, ese corazón que solo pulsaba estruendosamente cuando acontecía la batalla, cuando despertaba, cuando abría sus grandeas alas para rasgar el cielo nocturno, poco a poco sus labios comenzaron a dibujar una sonrisa feroz.
(Primera canción;
- Spoiler:
Invitado- Invitado
Re: Libre-Rock Evanescence
¿Por qué a los seres humanos les gustaba esa música tan estruendosa? A decir verdad, a mi me ponía de mal humor, y no porque fuera delicado o especial, solo… me crispaba los nervios.
Aparte, hoy no estaba del todo de buen humor, había reñido con un par de Demonios menores, y estaba cubierto de heridas, no eran graves, pero eran desagradables.
Recién tenía unas horas de haber bajado del cielo y ya estaba en apuros… Me sentí subestimado, aunque quizá era mi culpa por ser tan ingenuo y servicial, una vez Dios me dijo que fuera un poco más receloso de las personas, pero él mismo se mordía la lengua, puesto así me había creado, no podía culparme a mi por errar ¿Cierto?
O quizás estaba usándolo para justificar mi torpeza.
De cualquier forma, allí estaba, en medio de aquella extensa multitud, que brincaba, como si estuvieran en medio de un ritual malvado, gritaban, blasfemaban, se golpeaban los unos a los otros, me sentí abrumado, era la primera vez que estaba entre tanta multitud terrenal, inmensa y desconcertante.
Tenía hambre, estaba cansado, herido, sin un lugar a donde ir, sin mis preciados pimientos. Suspiré con desánimo, más no por ello me di por vencido, avancé por entre la multitud, iba a buscar alguna forma de ganar dinero, no iba a robar, si era necesario, pediría en alguna esquina luego de hacer algunos malabares, eso no me avergonzaba en lo absoluto.
Seguí avanzando abriéndome paso a como fuera posible, recibí algunos codazos, empujones, tirones de cabello, incluso sentí como tocaron mi cuerpo en algunas ocasiones, ¿Porqué me tenían que tocar?... me apresuré lo más que pude, pero inmediatamente unas manos me sujetaron, cuando menos lo pensé estaba encima de todos… me llevaban o mejor dicho, me pasaban de mano en mano, aquello era… bueno, no era desagradable, me causó en euforia en realidad, semejaba a cuando volaba en terrenos bajos.
Me reí, sin oponer más resistencia, mientras no me lanzaran a un basurero todo estaría bien. Más como todo empieza, todo acaba, las manos dejaron de sujetarme y caí encima de un sujeto, “Aplastándolo” y llevándome de paso un golpe en la cabeza que me dejó levemente aturdido.
- Perdón…lo siento mucho…- Murmuré intentando levantarme.
Aparte, hoy no estaba del todo de buen humor, había reñido con un par de Demonios menores, y estaba cubierto de heridas, no eran graves, pero eran desagradables.
Recién tenía unas horas de haber bajado del cielo y ya estaba en apuros… Me sentí subestimado, aunque quizá era mi culpa por ser tan ingenuo y servicial, una vez Dios me dijo que fuera un poco más receloso de las personas, pero él mismo se mordía la lengua, puesto así me había creado, no podía culparme a mi por errar ¿Cierto?
O quizás estaba usándolo para justificar mi torpeza.
De cualquier forma, allí estaba, en medio de aquella extensa multitud, que brincaba, como si estuvieran en medio de un ritual malvado, gritaban, blasfemaban, se golpeaban los unos a los otros, me sentí abrumado, era la primera vez que estaba entre tanta multitud terrenal, inmensa y desconcertante.
Tenía hambre, estaba cansado, herido, sin un lugar a donde ir, sin mis preciados pimientos. Suspiré con desánimo, más no por ello me di por vencido, avancé por entre la multitud, iba a buscar alguna forma de ganar dinero, no iba a robar, si era necesario, pediría en alguna esquina luego de hacer algunos malabares, eso no me avergonzaba en lo absoluto.
Seguí avanzando abriéndome paso a como fuera posible, recibí algunos codazos, empujones, tirones de cabello, incluso sentí como tocaron mi cuerpo en algunas ocasiones, ¿Porqué me tenían que tocar?... me apresuré lo más que pude, pero inmediatamente unas manos me sujetaron, cuando menos lo pensé estaba encima de todos… me llevaban o mejor dicho, me pasaban de mano en mano, aquello era… bueno, no era desagradable, me causó en euforia en realidad, semejaba a cuando volaba en terrenos bajos.
Me reí, sin oponer más resistencia, mientras no me lanzaran a un basurero todo estaría bien. Más como todo empieza, todo acaba, las manos dejaron de sujetarme y caí encima de un sujeto, “Aplastándolo” y llevándome de paso un golpe en la cabeza que me dejó levemente aturdido.
- Perdón…lo siento mucho…- Murmuré intentando levantarme.
Invitado- Invitado
Re: Libre-Rock Evanescence
Uriel estaba como un bloque de granito en mitad de aquella turba enloquecida por la música, alta, estruendosa, cerró los ojos por unos instantes, dejándos llevar, escuchand incluso por encima del solo de batería que rasgó los cielos a su propio corazón que se aceleraba dentro de su pecho. Solo por ocasiones coomo aquellas, vestía su ropas mortales, caminaba entre los humanos como una más aunque no lo pareciera, sentía sus vidas y sobre todo sentía aquellas pasiones desenfrenadas que para él eran tan ajenas, se preguntaba cuánto conocimiento quedaba fuera de su alcanza precisamente porque había cierto limites que como arcángel debía respetar. Pero también sabía que esa curiosidad por todo lo humano era peligrosa, conducia a la larga hacia el pecado y el Cielo no podía permitirse perderlo, él era el lider de los caballeros del cielo y sobre sus fuertes hombres recaían muchas responsabilidades.
Volvió a abrir los ojos cuando la marea volvió a fluir en torno a él pero mientras más empujaban, más inconvomovible estaba Uriel. El respondía a las fuerzas de oposición, era su naturaleza, no era pasivo, más grande era un poder en su contra, más fuerza aplicaba él para devolverlo. Pero aquellos eran humanos, podría llegar el punto donde chocar contra su cuerpo les prudujeran daños, aflojo las rigidez de sus músculos, permitió que lo balancearan sobre sus pies. Y se giró cuando recibió un fuerte empujón de varias mujeres, se apartó y un cuerpo se le vino encima, lo arrástró hacia atrás hasta que su ancha espalda chocó contra una de las columnas que jalonaban los laterales de la plaza.
Uriel bajó la vista, sus manos por puro instinto y para sostener el otro cuerpo, se posaron en los hombros del hombre que estaba apoyando contra su cuerpo, era rubio y ...desprendía un aroma a flores, intenso. Uriel frunció el ceño, ese perfume le era conocido. Lo separó poco a poco de su pecho para poder contemplar su rostro, no era posible que él estuviera allí.
-¡¿Shamuel?!-el tono de Uriel fue de pura incredulidad, la última vez que lo vió, su hermano aun se estaba reponiendo de las severas heridas recibidad en una batalla con demonios. -Por la Llave del Cielo, ¿qué haces aquí?-iba a increparlo duramente, habría estado mejor en los Jardines, terminando de sanar antes de bajar a aquella tiera ahora plagada de demonios, pero las posibles amonestaciones murieron en sus labios cuando otro olor se abrió paso hasta sus sentidos.-Sangre..-su tono de voz cambión, por uno de preocupación, suavemente palpó su torso-estás herido..-volvieron a ser empujado y Uriel rodeó a su hermano con sus musculosos brazos para evitar ser arrollados.
Volvió a abrir los ojos cuando la marea volvió a fluir en torno a él pero mientras más empujaban, más inconvomovible estaba Uriel. El respondía a las fuerzas de oposición, era su naturaleza, no era pasivo, más grande era un poder en su contra, más fuerza aplicaba él para devolverlo. Pero aquellos eran humanos, podría llegar el punto donde chocar contra su cuerpo les prudujeran daños, aflojo las rigidez de sus músculos, permitió que lo balancearan sobre sus pies. Y se giró cuando recibió un fuerte empujón de varias mujeres, se apartó y un cuerpo se le vino encima, lo arrástró hacia atrás hasta que su ancha espalda chocó contra una de las columnas que jalonaban los laterales de la plaza.
Uriel bajó la vista, sus manos por puro instinto y para sostener el otro cuerpo, se posaron en los hombros del hombre que estaba apoyando contra su cuerpo, era rubio y ...desprendía un aroma a flores, intenso. Uriel frunció el ceño, ese perfume le era conocido. Lo separó poco a poco de su pecho para poder contemplar su rostro, no era posible que él estuviera allí.
-¡¿Shamuel?!-el tono de Uriel fue de pura incredulidad, la última vez que lo vió, su hermano aun se estaba reponiendo de las severas heridas recibidad en una batalla con demonios. -Por la Llave del Cielo, ¿qué haces aquí?-iba a increparlo duramente, habría estado mejor en los Jardines, terminando de sanar antes de bajar a aquella tiera ahora plagada de demonios, pero las posibles amonestaciones murieron en sus labios cuando otro olor se abrió paso hasta sus sentidos.-Sangre..-su tono de voz cambión, por uno de preocupación, suavemente palpó su torso-estás herido..-volvieron a ser empujado y Uriel rodeó a su hermano con sus musculosos brazos para evitar ser arrollados.
Invitado- Invitado
Re: Libre-Rock Evanescence
¿Cómo no pude haberlo notado antes? Siquiera su presencia, ¿Tan inútil era ahora? Me regañé para mis adentros, más sin embargo, sonreí con ternura al momento de notar su preocupación.
- Calma, Uriel, hermano… estoy bien, no son heridas tan graves, tuve una pelea con unos esbirros de Lucifer...así que...- Me encogí de hombros restándole importancia, lo que más me importaban ahora, era salir de ese lugar, estaba mareado y seguía hambriento.
Dejé que me protegiera entre sus brazos, después de todo, él era más corpulento en ese sentido, más fuerte y seguramente impediría que nos arrollasen entre todos.
- Ha... ¿Por qué estás aquí? – Pregunté alzando la voz, aunque sabía que al tener un oído tan agudo como el mio, nuestras voces se escucharían tan nítidas como si nada de aquél ruido las aminorara.
Posteriormente me quejé al recibir un codazo en la espalda, donde también tenia algunas heridas, comenzaba a perder la paciencia, no quería estar más allí. Lo miré a los ojos y sonreír amable.
- Lo siento…- Luego, me aferré lo mejor posible y desaparecimos del lugar sin dejar rastro, bueno, solo una apenas notoria tela luminosa que no tardaría más que segundos en difuminarse.
Reaparecimos en un lugar más apartado, lejos de donde se efectuaba el concierto, en pocas palabras, de la plaza de san pedro. Al momento de que nuestros pies tocasen el suelo, me separé de su cuerpo y me incliné apoyándome en mis rodillas jadeando.
- ¡Ufff! Jajaja… me estoy haciendo viejo porque… esto me ha cansado…- No era precisamente eso, sino que aún seguía débil de aquellas heridas, por las cuales pasé tiempo recluido en el cielo, por las recientes y por la falta de alimento. Me recargué en la pared, deslizándome por ella hasta caer sentado en el suelo, alcé la vista y me fue impresionante el ver como destellaban sus ojos en la oscuridad.
Sus ojos eran hermosos, a pesar de ser así de agresivos.
- No pensé encontrarme con alguno de mis hermanos en un lugar así… aunque me da mucho gusto el poder volver a veros después de tanto tiempo…- Sonreí agradecido con todo, por darme la oportunidad de que en mi primer día de volver a pisar el suelo terrenal, mi persona se encontrase con buenos amigos y hermanos.
- Calma, Uriel, hermano… estoy bien, no son heridas tan graves, tuve una pelea con unos esbirros de Lucifer...así que...- Me encogí de hombros restándole importancia, lo que más me importaban ahora, era salir de ese lugar, estaba mareado y seguía hambriento.
Dejé que me protegiera entre sus brazos, después de todo, él era más corpulento en ese sentido, más fuerte y seguramente impediría que nos arrollasen entre todos.
- Ha... ¿Por qué estás aquí? – Pregunté alzando la voz, aunque sabía que al tener un oído tan agudo como el mio, nuestras voces se escucharían tan nítidas como si nada de aquél ruido las aminorara.
Posteriormente me quejé al recibir un codazo en la espalda, donde también tenia algunas heridas, comenzaba a perder la paciencia, no quería estar más allí. Lo miré a los ojos y sonreír amable.
- Lo siento…- Luego, me aferré lo mejor posible y desaparecimos del lugar sin dejar rastro, bueno, solo una apenas notoria tela luminosa que no tardaría más que segundos en difuminarse.
Reaparecimos en un lugar más apartado, lejos de donde se efectuaba el concierto, en pocas palabras, de la plaza de san pedro. Al momento de que nuestros pies tocasen el suelo, me separé de su cuerpo y me incliné apoyándome en mis rodillas jadeando.
- ¡Ufff! Jajaja… me estoy haciendo viejo porque… esto me ha cansado…- No era precisamente eso, sino que aún seguía débil de aquellas heridas, por las cuales pasé tiempo recluido en el cielo, por las recientes y por la falta de alimento. Me recargué en la pared, deslizándome por ella hasta caer sentado en el suelo, alcé la vista y me fue impresionante el ver como destellaban sus ojos en la oscuridad.
Sus ojos eran hermosos, a pesar de ser así de agresivos.
- No pensé encontrarme con alguno de mis hermanos en un lugar así… aunque me da mucho gusto el poder volver a veros después de tanto tiempo…- Sonreí agradecido con todo, por darme la oportunidad de que en mi primer día de volver a pisar el suelo terrenal, mi persona se encontrase con buenos amigos y hermanos.
Invitado- Invitado
Re: Libre-Rock Evanescence
Cuando Shamuel rodeó con sus brazos el fuerte cuerpo de Uriel para sostenerse en medio de la turba, de aquella marea humana enloquecida, sintió que sus dedos temblaban ligeramente, su ceño de hundió más en su lisa frente, percibiendo su debilidad y su vulnerabilidad, Shamuel estaba peor de lo se atrevía a decir delante de Uriel. Y antes de poder sacarlo básicamente a empujones de el recinto donde se celebraba, Shamuel hizo eco de su poder, transportandolos a ambos, Uriel hubiera querido evitar eso, no solo porque un par de fieles se restregarían los ojos y se preguntarían que le estarían echando al agua del Vaticano sino también porque el poder levantaba ecos para aquellos que pudieran oir, especialmente los demonios.
Se hallaron encima de unas de las grandes explanadas, bajo los pies de ambos, un mosaico , de un ángel precisamente pero de estilo románico, a lado de ellos, una fuente de cristalinas aguas. Shamuel se separó, casi tambaleándose hasta apoyar la espalda en una de las columnas, deslizándose hasta el suelo, parecía borracho pero Uriel comprendía que seguramente era su organimos, que estaba debilitado. Bien era cierto que los ángeles podían regenerar heridas pero cuando eran demonios con armas malditas quienes vertían su sangre, entonces su poder quedaba hasta temporalmente anulado, justo igual que cuando Uriel luchó contra Astaroth, cuando fue atravesado por una lanza de parte a parte, tuvo que abandonar la lucha, él podía ser destruído, no era inmortal realmente, todo lo que nacía...podía morir, inclusive ellos.
Los ojos de Uriel en la penumbra eran de azul plata, destellaban y ahora estaba contemplando el rostro de Shamuel, podía ser duro con él, de hecho tenía ganas de cogerlo y azotarle el trasero por haber cometido aquella locura. Shamuel nunca fue un solado de corazón pero sin embargo había mostrado más valor y arrojo que otros de sus hermanos que se jactaban de ser soldados de Dios por derecho propio. Era cierto que llevaban tiempo sin verse, Shmuael había estado reposando en las casas de curación y Uriel entrenando al ejército y asumiendo nuevas responsabilidades ahora que muchos de sus hermanos eran caídos, casi lo abrumaba la carga pero nadie lo escucharía quejarse o lamenterse.
Observó el rostro masculino, inocente y hermoso de su hermano, Shamuel parecía tener tiempo para sonreír aun, tener sentido del humor cuando a Uriel le costaba hallarlo. Se inclinó y se acuclilló delante de él un cuerpo tan grande podía ser muy flexible.
-Eres un imprudente Shamuel y si no fueras mi hermano te castigaría como a un niño.-a pesar de esas palabras, alargó sus dedos encallecidos por el uso de la espada y acarició su rostro, su mejilla derecha.-Déjame que me ocupe de ti, las heridas que recibiste en tu última batalla fueron dolorosas y graves. Y ahora Lucifer está libre, sus demonios caminan por la tierra en plena libertad, a cada cual más poderoso, también algunos caídos.
Le rodeó la cintura con suavidad e hizo que uno de sus brazos aferrara su hombro, lo puso en pie sin esfuerzo.-Tengo un piso cerca de aqui-notó su mirada-no te asombres, a pesar que no me mezclo demasiado con los humanos sí tengo varias propiedades.-comenzaron a caminar y alzó las cejas cuando escuchó que su barriga rugía-será mejor que también pida algo de comida.-no lo dijo pero sintió que la camiseta por la espalda de Shamuel se empapaba en sangre, untando sus yemas.
Lo llevó por una de las callejuelas y se detuvo delante de una de las casas de estilo italiano renacentista, hermosa y antigua. Abrió la puerta de madera y entraron, cerró y lo condujo hacia una de las habitaciiones, un dormitorio. Todos eran muebles restaurados y en el salón, donde había una gran chimenea, a su lado, varias estanterías con cds y discos de vinilo de grupos de rock. Lo hizo sentarse en el borde de la cama-quítate la camiseta y veamos si puedo cerrar lo peor..no me gusta verte herido, hermano. En cuanto termina de sanarte, responderé a tus preguntas.
Se hallaron encima de unas de las grandes explanadas, bajo los pies de ambos, un mosaico , de un ángel precisamente pero de estilo románico, a lado de ellos, una fuente de cristalinas aguas. Shamuel se separó, casi tambaleándose hasta apoyar la espalda en una de las columnas, deslizándose hasta el suelo, parecía borracho pero Uriel comprendía que seguramente era su organimos, que estaba debilitado. Bien era cierto que los ángeles podían regenerar heridas pero cuando eran demonios con armas malditas quienes vertían su sangre, entonces su poder quedaba hasta temporalmente anulado, justo igual que cuando Uriel luchó contra Astaroth, cuando fue atravesado por una lanza de parte a parte, tuvo que abandonar la lucha, él podía ser destruído, no era inmortal realmente, todo lo que nacía...podía morir, inclusive ellos.
Los ojos de Uriel en la penumbra eran de azul plata, destellaban y ahora estaba contemplando el rostro de Shamuel, podía ser duro con él, de hecho tenía ganas de cogerlo y azotarle el trasero por haber cometido aquella locura. Shamuel nunca fue un solado de corazón pero sin embargo había mostrado más valor y arrojo que otros de sus hermanos que se jactaban de ser soldados de Dios por derecho propio. Era cierto que llevaban tiempo sin verse, Shmuael había estado reposando en las casas de curación y Uriel entrenando al ejército y asumiendo nuevas responsabilidades ahora que muchos de sus hermanos eran caídos, casi lo abrumaba la carga pero nadie lo escucharía quejarse o lamenterse.
Observó el rostro masculino, inocente y hermoso de su hermano, Shamuel parecía tener tiempo para sonreír aun, tener sentido del humor cuando a Uriel le costaba hallarlo. Se inclinó y se acuclilló delante de él un cuerpo tan grande podía ser muy flexible.
-Eres un imprudente Shamuel y si no fueras mi hermano te castigaría como a un niño.-a pesar de esas palabras, alargó sus dedos encallecidos por el uso de la espada y acarició su rostro, su mejilla derecha.-Déjame que me ocupe de ti, las heridas que recibiste en tu última batalla fueron dolorosas y graves. Y ahora Lucifer está libre, sus demonios caminan por la tierra en plena libertad, a cada cual más poderoso, también algunos caídos.
Le rodeó la cintura con suavidad e hizo que uno de sus brazos aferrara su hombro, lo puso en pie sin esfuerzo.-Tengo un piso cerca de aqui-notó su mirada-no te asombres, a pesar que no me mezclo demasiado con los humanos sí tengo varias propiedades.-comenzaron a caminar y alzó las cejas cuando escuchó que su barriga rugía-será mejor que también pida algo de comida.-no lo dijo pero sintió que la camiseta por la espalda de Shamuel se empapaba en sangre, untando sus yemas.
Lo llevó por una de las callejuelas y se detuvo delante de una de las casas de estilo italiano renacentista, hermosa y antigua. Abrió la puerta de madera y entraron, cerró y lo condujo hacia una de las habitaciiones, un dormitorio. Todos eran muebles restaurados y en el salón, donde había una gran chimenea, a su lado, varias estanterías con cds y discos de vinilo de grupos de rock. Lo hizo sentarse en el borde de la cama-quítate la camiseta y veamos si puedo cerrar lo peor..no me gusta verte herido, hermano. En cuanto termina de sanarte, responderé a tus preguntas.
Invitado- Invitado
Re: Libre-Rock Evanescence
- ¿Cómo a un niño? ¿No me digas que me bajarías los pantalones y me azotarías el trasero? porque temeré de ti entonces – Respondí en broma riendo.
- Ha… me tratas como a un niño, Uriel. Estoy bastante grandecito para eso…- Repliqué un poco airado. Más no lo suficiente como para estar enojado con él, rara ocasión podría yo sentirme de ese modo, puesto que mi paciencia en ocasiones era tanta que abrumaba a cualquiera que no la tuviera.
- Se que Lucifer está haciendo de las suyas, es por eso que pedí venir aquí de nuevo… no puedo soportar el ver que muchos de nuestros hermanos están cayendo… son… unos malditos cobardes…- Sisee, eso si que me enfurecía, todos ellos, tan débiles, tan… patéticos. Ladee el rostro claramente contraído por el enojo, más esto dejó de suceder cuando fui levantado por él.
- No me asombro, de alguna manera tenemos que vivir aquí, dado que la estadía se vuelve casi permanente…- Evidencié sin apartarme de su cuerpo. - Yo no recuerdo si tenía alguna vivienda… no recuerdo realmente muchas cosas ahora…- Agregué suspirando cansino. Lo que si tenia constantemente presente, eran las imágenes de esa batalla que casi me cuesta la vida… si bien yo no era un guerrero como mi hermano Uriel, sabía blandir mi espada, pero… aquello me sobrepasó y terminé realmente mal, sin mencionar mi orgullo y estima.
- Jajaja… si, algo de comer me caería bastante bien, de hecho es lo que tenía planeado… hasta que caí encima de ti…- Nuevamente con mi sentido del humor que a pesar de las circunstancias, no me abandonaba. Era preferible sonreír y pensar que todo estaría bien, de nada servía el abrumarse por los problemas.
Mientras me conducía por aquellos lugares, quedé impresionado por lo hermoso de su hogar, me gustaba ese tipo de construcciones, que generalmente podrías encontrar en la ciudad del Vaticano, al menos en pie. Una vez sentado en la cama, me sentí más tranquilo, pero no menos aliviado, las heridas escocían, prueba de que las armas infernales seguían dañando mi carne. Accedí a su petición y me despojé de la camisa que portaba, la dejé caer al suelo, a un lado de la cama, mientras verificaba algunas de las heridas que tenía en el pecho y el vientre.
- Lamento darte molestias… agradezco de antemano tu hospitalidad, Uriel…- Respondí observándole con calma y casi ingenuidad, mis ojos quizás lucían un poco cansados y ¿Por qué no? También melancólicos, la situación en el mundo lo ameritaba.
- Ha… me tratas como a un niño, Uriel. Estoy bastante grandecito para eso…- Repliqué un poco airado. Más no lo suficiente como para estar enojado con él, rara ocasión podría yo sentirme de ese modo, puesto que mi paciencia en ocasiones era tanta que abrumaba a cualquiera que no la tuviera.
- Se que Lucifer está haciendo de las suyas, es por eso que pedí venir aquí de nuevo… no puedo soportar el ver que muchos de nuestros hermanos están cayendo… son… unos malditos cobardes…- Sisee, eso si que me enfurecía, todos ellos, tan débiles, tan… patéticos. Ladee el rostro claramente contraído por el enojo, más esto dejó de suceder cuando fui levantado por él.
- No me asombro, de alguna manera tenemos que vivir aquí, dado que la estadía se vuelve casi permanente…- Evidencié sin apartarme de su cuerpo. - Yo no recuerdo si tenía alguna vivienda… no recuerdo realmente muchas cosas ahora…- Agregué suspirando cansino. Lo que si tenia constantemente presente, eran las imágenes de esa batalla que casi me cuesta la vida… si bien yo no era un guerrero como mi hermano Uriel, sabía blandir mi espada, pero… aquello me sobrepasó y terminé realmente mal, sin mencionar mi orgullo y estima.
- Jajaja… si, algo de comer me caería bastante bien, de hecho es lo que tenía planeado… hasta que caí encima de ti…- Nuevamente con mi sentido del humor que a pesar de las circunstancias, no me abandonaba. Era preferible sonreír y pensar que todo estaría bien, de nada servía el abrumarse por los problemas.
Mientras me conducía por aquellos lugares, quedé impresionado por lo hermoso de su hogar, me gustaba ese tipo de construcciones, que generalmente podrías encontrar en la ciudad del Vaticano, al menos en pie. Una vez sentado en la cama, me sentí más tranquilo, pero no menos aliviado, las heridas escocían, prueba de que las armas infernales seguían dañando mi carne. Accedí a su petición y me despojé de la camisa que portaba, la dejé caer al suelo, a un lado de la cama, mientras verificaba algunas de las heridas que tenía en el pecho y el vientre.
- Lamento darte molestias… agradezco de antemano tu hospitalidad, Uriel…- Respondí observándole con calma y casi ingenuidad, mis ojos quizás lucían un poco cansados y ¿Por qué no? También melancólicos, la situación en el mundo lo ameritaba.
Invitado- Invitado
Re: Libre-Rock Evanescence
Mientras Shamuel se despojaba de su sencilla camiseta, Uriel se despojó de su cazadora de cuero negro, revelando tambien la sencilla prenda de algodón blanco que vestá bajo ella, se adaptaba a su torso musculoso y ancho, de mangas cortas que mostraba sus poderoso brazos, sobre la terse piel se apreciaba, extrañamente, alguncas cicatrices, heridas que en su momento fueron ocasionadas por demonios de alto rango, nobles del Infierno y que marcaron a Uriel en alguna batalla. El lider de los caballeros del Cielo no era intocable, como todos, tampoco invencible y con más razón se exigía al máximo cada minuto de su existencia pero a veces, como esa noche, se relajaba y dejaba a un lado sus deberes.
Observó las heridas que marcaban el torso de Shamuel y entrecerró los ojos, ya quedaban tan pocos de sus hermanos, pocos los que realmente estuvieran combatiendo con demonios. Shamuel era capaz de combinar ambos aspectos, el de cercanía a los seres humanos, de pieda y amor con un lado más guerrero sin que uno desmereciera el otro. En cambio Uriel estaba hecho para la batalla, no era un ser compasivo o piadoso, no sabía de eso aunque no era innoble y jamás haría daño a una criatura inocente, no podía levantar la mano sobre alguien puro o sobre alguien que no fuera algo diábolico.
-No me molestas, somos tan escasos ahora que ver a uno de mis hermanos me alegra, sobre todo porque muchos me evitan..-Uriel alzó sus grandes manos y las acercó a la espalda de Shamuel, una suave luz azul manó de sus dedos y comenzó a cerrar las heridas más graves poco a poco, empleando su energía para ello, concentrado. Lo peor estaba cerrado pero aun tendría que sanar de la forma usual, llevó los dedos a su pecho y lo tocó, suavemente, más luz manó de sus dedos, recorriéndolo.
Una oscura ira marcó sus rasgos cuando nombró a sus hermanos caidos, todos tenían razones para sus caídas, todos tenían mucho argumentos pero le tenía miendo, de repente la luz que era azul se volvió roja y Uriel apartó las manos, jadeando y se giró, movindo sus dedos, la ira se había apoderado de él, no albergaba compasión en su corazón...¿era eso? ¿no podía perdonar? apretó los labios.-Ellos ahora no están con nosotros Shamuel, buscan sus propios aliados y Dios no les ha dado la espalda como ellos piensan porque siguien conservando sus poderes, si nuestro padre no los amara, ahora solo serían mero mortales, cargando con sus culpas. Nuestros dones vienen de Él.
Se volvió de nuevo a su hermano y posó otra vez los dedos en su pecho y bajó hacia el vientre, cicatrizando heridas-A veces creo que no hay amor en mi, dudo de mi...capacidad de amar porque no puedo perdonarlos por su caída.-alzó los ojos hacía él-Quiero pensar que no soy cruel por ello pero no tengo compasión, somos capitanes de nuestro destino y si yo caigo...aceptaré que fue mi culpa.
Observó las heridas que marcaban el torso de Shamuel y entrecerró los ojos, ya quedaban tan pocos de sus hermanos, pocos los que realmente estuvieran combatiendo con demonios. Shamuel era capaz de combinar ambos aspectos, el de cercanía a los seres humanos, de pieda y amor con un lado más guerrero sin que uno desmereciera el otro. En cambio Uriel estaba hecho para la batalla, no era un ser compasivo o piadoso, no sabía de eso aunque no era innoble y jamás haría daño a una criatura inocente, no podía levantar la mano sobre alguien puro o sobre alguien que no fuera algo diábolico.
-No me molestas, somos tan escasos ahora que ver a uno de mis hermanos me alegra, sobre todo porque muchos me evitan..-Uriel alzó sus grandes manos y las acercó a la espalda de Shamuel, una suave luz azul manó de sus dedos y comenzó a cerrar las heridas más graves poco a poco, empleando su energía para ello, concentrado. Lo peor estaba cerrado pero aun tendría que sanar de la forma usual, llevó los dedos a su pecho y lo tocó, suavemente, más luz manó de sus dedos, recorriéndolo.
Una oscura ira marcó sus rasgos cuando nombró a sus hermanos caidos, todos tenían razones para sus caídas, todos tenían mucho argumentos pero le tenía miendo, de repente la luz que era azul se volvió roja y Uriel apartó las manos, jadeando y se giró, movindo sus dedos, la ira se había apoderado de él, no albergaba compasión en su corazón...¿era eso? ¿no podía perdonar? apretó los labios.-Ellos ahora no están con nosotros Shamuel, buscan sus propios aliados y Dios no les ha dado la espalda como ellos piensan porque siguien conservando sus poderes, si nuestro padre no los amara, ahora solo serían mero mortales, cargando con sus culpas. Nuestros dones vienen de Él.
Se volvió de nuevo a su hermano y posó otra vez los dedos en su pecho y bajó hacia el vientre, cicatrizando heridas-A veces creo que no hay amor en mi, dudo de mi...capacidad de amar porque no puedo perdonarlos por su caída.-alzó los ojos hacía él-Quiero pensar que no soy cruel por ello pero no tengo compasión, somos capitanes de nuestro destino y si yo caigo...aceptaré que fue mi culpa.
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Re: Libre-Rock Evanescence
La luz era confortante, cálida incluso dulce, sanaba mis heridas de una forma en que yo mismo no podría, tenía los dones necesarios para repartir amor a manos llenas, pero carecía del de la curación, quizás ese era mi talón de Aquiles.
- No entiendo por qué te evitan, eres bueno, capaz y sobre todo, fiel a tus decisiones, algo de lo que yo quisiera tener, sin mencionar que eres un guerrero excepcional…- Respondí suspirando conforme sus manos pasaban por mi cuerpo, dejándolo en buen estado.
Debo admitir que tuve cierto miedo de que su ira pudiera herirme de alguna forma, pero pronto me tranquilicé, no me haría daño, porque confiaba en él. Tomé suavemente sus manos entre las mías y sonreí.
- Vamos, no te juzgues de esa forma, el que ahora mismo no puedas darles el perdón, no quiere decir que seas malo e insensible o que carezcas de sentimientos nobles…- Guardé silencio unos momentos, soltando sus manos.
- Date el tiempo que necesites, no tienes por qué apresurarte a sentir algo que no puedes ahora… el perdón llega cuando tiene qué…- Encorvé un poco mi espalda hacia delante, tocando sus cabellos con ternura propia de mi, la cual a veces solía mal interpretarse, pero a mi poco me importaba eso, yo estaba seguro de lo que hacia.
- Yo en un principio, cuando estuve en recuperación, tuve tiempo para meditar muchas cosas, aclarar mi mente y curar mis heridas, las del alma principalmente, también los detestaba, eso no quiere decir que ahora no sea así, pero solamente intento ser tolerante y objetivo…- Retiré mi mano de sus cabellos.
- No caerás, no tienes que ser así… somos tan pocos los que quedamos… tenemos que ser muy fuertes Uriel, luchar hasta el fin…- Mis palabras quizás sonaron en tono de orden, imperiosas, más para mi el caer no era una opción, yo no quería perder mi lugar en el cielo, amaba a todos mis hermanos, amaba a la humanidad, me amaba a mi mismo, pero por sobre todas las cosas, amaba a mi padre y no deseaba defraudarlo más de lo que ya lo había hecho.
- No entiendo por qué te evitan, eres bueno, capaz y sobre todo, fiel a tus decisiones, algo de lo que yo quisiera tener, sin mencionar que eres un guerrero excepcional…- Respondí suspirando conforme sus manos pasaban por mi cuerpo, dejándolo en buen estado.
Debo admitir que tuve cierto miedo de que su ira pudiera herirme de alguna forma, pero pronto me tranquilicé, no me haría daño, porque confiaba en él. Tomé suavemente sus manos entre las mías y sonreí.
- Vamos, no te juzgues de esa forma, el que ahora mismo no puedas darles el perdón, no quiere decir que seas malo e insensible o que carezcas de sentimientos nobles…- Guardé silencio unos momentos, soltando sus manos.
- Date el tiempo que necesites, no tienes por qué apresurarte a sentir algo que no puedes ahora… el perdón llega cuando tiene qué…- Encorvé un poco mi espalda hacia delante, tocando sus cabellos con ternura propia de mi, la cual a veces solía mal interpretarse, pero a mi poco me importaba eso, yo estaba seguro de lo que hacia.
- Yo en un principio, cuando estuve en recuperación, tuve tiempo para meditar muchas cosas, aclarar mi mente y curar mis heridas, las del alma principalmente, también los detestaba, eso no quiere decir que ahora no sea así, pero solamente intento ser tolerante y objetivo…- Retiré mi mano de sus cabellos.
- No caerás, no tienes que ser así… somos tan pocos los que quedamos… tenemos que ser muy fuertes Uriel, luchar hasta el fin…- Mis palabras quizás sonaron en tono de orden, imperiosas, más para mi el caer no era una opción, yo no quería perder mi lugar en el cielo, amaba a todos mis hermanos, amaba a la humanidad, me amaba a mi mismo, pero por sobre todas las cosas, amaba a mi padre y no deseaba defraudarlo más de lo que ya lo había hecho.
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Re: Libre-Rock Evanescence
Uriel inclinó la orgullosa cabeza cuando los dedos de Shamuel atraparon sus cabellos, se permitió doblegarse unos minutos mientras lo escuchaba, era bueno escuchar sin precipitarse pero sobre todo ahora que se sentía algo relajado porque había venido al concierto, alejándose una sola noche de todas sus responsabilidades. Caer, parecía un mal que aquejaba a todos sus hermanos, incomprensiblemente, dejaban atraás todo, quizás fuera culpas, en parte, de aquellos hermosos cuerpos que les daban forma, como le mencionó a Armand en su momento, tener sexo, tener órganos sexuales, para él no representaba nada, se hubiera sentido infinitamente más cómodo si ellos, eran solo un punto débil en una batalla.
Cerró los resplandecientes ojos durantes unos instantes, dejándose arrular por el cálido tono de su hermano, de los pocos que le quedaban, sus hermanos, siempre fueron una fuente de alegría para Uriel en el inicio de los tiempos y ahora solo era una fuente de dolor y disgusto, todos ellos seguidos, era todo lo que tenía que añadir, no podía ser más claro. Suspiró profundamente, un suspiro que manó de su ancho pecho y abrió los orbes azules-Me reconfortas.-apartó la cabeza, los ragos esculpidos a veces rebelaban emociones aunque era complicado indentificarlas.
Entró en el baño, abrió uno de los pequeños armarios empotrados en una pared y extrajo vendas y esparadrapo. Volvió a la habitación y le vendó el torso, lo suficientemente apretando para que se mantuvieran presionando las heridas y sueltas para permitirle respirar con suavidad-Por si vuelves a hacer acrobacias con demonios.-se separó y fue hasta un vestidor con puertas lacadas y bordes dorados, lo abrió y extrajo una camiseta que le entregó a su hermano, quizás le quedara suelta.
-Pediré algo de comida.-se encamino al salón y descolgó el teléfono que un vampiro le enseñó a utilizar, pidió un menú completo a una pizzeria cercana. Luego se encaminó a su equipo de música pero puso algo suave, nada estridente y luego, despacio se giró para mirar a su hermano y se acomodó en uno de los sillones, cruzando las largas piernas.
-Me pregunstaste que hacía aquí...en realidad, estoy descansando solo esta noche..-ladeó el rostro, mostrando el perfil de su regia mandíbula-Astaroth ha subido a la tierra, es uno de los grandes y fue hermano nuestro. Ahora ha decidido tomar cartas en el asunto, aprovechando que Lucifer se ha debilitado, que carece de liderazgo, quiere usurpar su trono.
Cerró los resplandecientes ojos durantes unos instantes, dejándose arrular por el cálido tono de su hermano, de los pocos que le quedaban, sus hermanos, siempre fueron una fuente de alegría para Uriel en el inicio de los tiempos y ahora solo era una fuente de dolor y disgusto, todos ellos seguidos, era todo lo que tenía que añadir, no podía ser más claro. Suspiró profundamente, un suspiro que manó de su ancho pecho y abrió los orbes azules-Me reconfortas.-apartó la cabeza, los ragos esculpidos a veces rebelaban emociones aunque era complicado indentificarlas.
Entró en el baño, abrió uno de los pequeños armarios empotrados en una pared y extrajo vendas y esparadrapo. Volvió a la habitación y le vendó el torso, lo suficientemente apretando para que se mantuvieran presionando las heridas y sueltas para permitirle respirar con suavidad-Por si vuelves a hacer acrobacias con demonios.-se separó y fue hasta un vestidor con puertas lacadas y bordes dorados, lo abrió y extrajo una camiseta que le entregó a su hermano, quizás le quedara suelta.
-Pediré algo de comida.-se encamino al salón y descolgó el teléfono que un vampiro le enseñó a utilizar, pidió un menú completo a una pizzeria cercana. Luego se encaminó a su equipo de música pero puso algo suave, nada estridente y luego, despacio se giró para mirar a su hermano y se acomodó en uno de los sillones, cruzando las largas piernas.
-Me pregunstaste que hacía aquí...en realidad, estoy descansando solo esta noche..-ladeó el rostro, mostrando el perfil de su regia mandíbula-Astaroth ha subido a la tierra, es uno de los grandes y fue hermano nuestro. Ahora ha decidido tomar cartas en el asunto, aprovechando que Lucifer se ha debilitado, que carece de liderazgo, quiere usurpar su trono.
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Re: Libre-Rock Evanescence
- Me alegra escucharlo...- Respondí totalmente sincero, sintiéndome feliz, si mis manos o mis palabras servían para hacer sentir bien a uno o a muchos, con gusto las ofrecería las veces que fueran necesarias.
Lo miré posteriormente acercarse a aquellos muebles, guardé silencio, ciertamente estaba cansado, sentía mis músculos adoloridos, había olvidado que mantener esa apariencia terrenal era en veces muy difícil y tediosa. Eran cuerpos que se cansaban con facilidad, caprichosos, tal como la Luna misma.
-Jajaja ten por seguro que las haré de nuevo, pero esta vez, seré más inteligente que ellos…- Murmuré exhalando un poco, las vendas estaban justas, me darían la libertad de moverme sin ningún problema.
Tomé la camiseta y con cuidado me la coloqué, naturalmente, me quedó holgada, dado que nuestras complexiones eran sumamente distintas, pero no me molestaba en lo absoluto, al contrario, adoraba las prendas holgadas a la hora de dormir. Especialmente en épocas de calor.
- Gracias… sólo una cosa, mi alimentación se basa generalmente en frutas y verduras… espero no te moleste que llegue a apartar la carne del menú…- Sonreí con cierto encanto natural, luego me recosté un poco sobre la cama, mirando al techo de la habitación aquella, encontrando figuras y distrayéndome con ellas, muchos de mis hermanos, decían que tenía una imaginación desbordante, otros que seguramente me faltaba ya un tornillo, me daba igual, a mi me divertía a veces el ver cosas que otros no.
La música que había iniciado, era agradable, ésa si me gustaba. Entonces, me erguí enseguida.
- Escuché el rumor, más no sabía que deseara destronar a Lucifer… pese a que sus ambiciones son altas, dudo mucho que lo logre, si tenemos suerte, quizá muera en el intento…- A veces, sólo a veces, podría parecer insensible o falto de tacto al momento de referirme a mis hermanos caídos y Demonios.
- De cualquier forma, creo que debemos de hacer algo con el resto de nosotros, algún método que impida o regularice al menos, la caída… las tentaciones son muchas… no podemos con todo, necesitamos ayuda de nuestro padre…- Evidencié totalmente seguro de lo que decía, estábamos perdiendo la batalla de una manera abrumadora.
- Después de todo él tiene el poder…- Me encogí de hombros.
Lo miré posteriormente acercarse a aquellos muebles, guardé silencio, ciertamente estaba cansado, sentía mis músculos adoloridos, había olvidado que mantener esa apariencia terrenal era en veces muy difícil y tediosa. Eran cuerpos que se cansaban con facilidad, caprichosos, tal como la Luna misma.
-Jajaja ten por seguro que las haré de nuevo, pero esta vez, seré más inteligente que ellos…- Murmuré exhalando un poco, las vendas estaban justas, me darían la libertad de moverme sin ningún problema.
Tomé la camiseta y con cuidado me la coloqué, naturalmente, me quedó holgada, dado que nuestras complexiones eran sumamente distintas, pero no me molestaba en lo absoluto, al contrario, adoraba las prendas holgadas a la hora de dormir. Especialmente en épocas de calor.
- Gracias… sólo una cosa, mi alimentación se basa generalmente en frutas y verduras… espero no te moleste que llegue a apartar la carne del menú…- Sonreí con cierto encanto natural, luego me recosté un poco sobre la cama, mirando al techo de la habitación aquella, encontrando figuras y distrayéndome con ellas, muchos de mis hermanos, decían que tenía una imaginación desbordante, otros que seguramente me faltaba ya un tornillo, me daba igual, a mi me divertía a veces el ver cosas que otros no.
La música que había iniciado, era agradable, ésa si me gustaba. Entonces, me erguí enseguida.
- Escuché el rumor, más no sabía que deseara destronar a Lucifer… pese a que sus ambiciones son altas, dudo mucho que lo logre, si tenemos suerte, quizá muera en el intento…- A veces, sólo a veces, podría parecer insensible o falto de tacto al momento de referirme a mis hermanos caídos y Demonios.
- De cualquier forma, creo que debemos de hacer algo con el resto de nosotros, algún método que impida o regularice al menos, la caída… las tentaciones son muchas… no podemos con todo, necesitamos ayuda de nuestro padre…- Evidencié totalmente seguro de lo que decía, estábamos perdiendo la batalla de una manera abrumadora.
- Después de todo él tiene el poder…- Me encogí de hombros.
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Re: Libre-Rock Evanescence
Uriel lo escrutó desde su sillón, apoyando las poderosas manos en los reposabrazas de su sillón, escuchando sus palabras. La continua caída de sus hermanos era una preocupación añadida, la otra era que aquellos que no caían, parecía busca conscientemente la forma de pecar de una manera u otra, se volvía pasivos, consentidores, olvidaban las disciplina que les era propia como agentes celestiales, convirtiéndose en presa fácil de los demonios. Sus dedos siguieron el patrón de hilos de oro sobre el tapizado, dejando que su mente vagara por unos instantes, sus hermanos, todos, parecía que no les importaba mas que su propio deseo egoísta de ser felices, si él pensara en si mismo, hace mucho que hubiera dejado de lado su espada y se hubiera hecho cantante de rock. Pero era Uriel, ¿verdad? y solo Uriel podía hacer el trabajo de Uriel.
-Él no intervendrá, espera en cierta forma que tomemos decisiones, siempre nos deja un margen, no intervendrá directamente, lo que haya que solucionar deberá ser entre nosotros.-alzó nuevamente sus azules ojos hacia él, de nuevo bailaban las chispas plateadas en sus orbes, saltando desde dentro de la pupila, su ancho pecho subía y bajaba a merced de su profunda respiración-Shamuel, no he podidod evitar escuchar que has entrando en la orden de la Talamasca, ¿por qué?-Uriel no eran de aquellos que daban rodeos, decía las cosas que pensaba directamente aunque fuera rudo.
La Talamasca era una orden que reunía una heterogeneidad de criaturas, de todo tipo cuya misión en prioridad era obsevar pero manteniendo las distancias, siendo imparciales aunque recientemente algunso de sus miembro se estaban volviendo más expeditivos en sus metódos, como era el caso de cierto vampiro de ojos dorados, una tal David, no solo luchaba contra demonios, se tomaba la libertad de burlar ciertas órdenes del actual líder. Se preguntaba cómo había entrado su hermano en contacto con aquella orden, normalmente eran los mismo miembros quienes buscaban a los nuevos candidatos.
-Lo cierto es que creía que me pedirías que te admitiera de nuevo en los caballeros a pesar que tenía mis dudas por las heridas de las cuales te estaban recuperando-no arriesgería la vida de Shamuel de nuevo a menos que estuviera completamente seguro de que estaba en condiciones y su hermano, sin él saberlo, ya había vuelto a mantener sus propias batallas.
-Él no intervendrá, espera en cierta forma que tomemos decisiones, siempre nos deja un margen, no intervendrá directamente, lo que haya que solucionar deberá ser entre nosotros.-alzó nuevamente sus azules ojos hacia él, de nuevo bailaban las chispas plateadas en sus orbes, saltando desde dentro de la pupila, su ancho pecho subía y bajaba a merced de su profunda respiración-Shamuel, no he podidod evitar escuchar que has entrando en la orden de la Talamasca, ¿por qué?-Uriel no eran de aquellos que daban rodeos, decía las cosas que pensaba directamente aunque fuera rudo.
La Talamasca era una orden que reunía una heterogeneidad de criaturas, de todo tipo cuya misión en prioridad era obsevar pero manteniendo las distancias, siendo imparciales aunque recientemente algunso de sus miembro se estaban volviendo más expeditivos en sus metódos, como era el caso de cierto vampiro de ojos dorados, una tal David, no solo luchaba contra demonios, se tomaba la libertad de burlar ciertas órdenes del actual líder. Se preguntaba cómo había entrado su hermano en contacto con aquella orden, normalmente eran los mismo miembros quienes buscaban a los nuevos candidatos.
-Lo cierto es que creía que me pedirías que te admitiera de nuevo en los caballeros a pesar que tenía mis dudas por las heridas de las cuales te estaban recuperando-no arriesgería la vida de Shamuel de nuevo a menos que estuviera completamente seguro de que estaba en condiciones y su hermano, sin él saberlo, ya había vuelto a mantener sus propias batallas.
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Re: Libre-Rock Evanescence
- Se bien que el no intervendrá. Pero debería, y no lo estoy juzgando, es simplemente que... como padre al menos debería de guiarnos, darnos mejores métodos, mejores armas… los Demonios nos superan en muchas cosas, se actualizan… ¿Por qué crees que terminé como terminé aquella ocasión? Son unidos en el campo de batalla, no se dispersan como nosotros…- Obviamente estaba perdiendo la paciencia, se notaba en mi hablar, porque eso me disgustaba demasiado, no me gustaba perder, mucho menos, ver a mis hermanos caer.
- Ha…- Le miré ciertamente culpable, como un chiquillo, cuando es descubierto en su travesura. Suspiré y bajé el rostro.
- Bueno, pedí unirme, quería… conocer esa famosa orden… nunca pude hablar con el líder directamente, pero… conocí a algunos de los miembros, aprendí también su forma de analizar y realizar sus trabajos…- Me encogí de hombros.
- El como entré… pues es una larga historia…- Eso obviaba que no tenía deseos de contarla. Pero ante todo le miré a los ojos, luego volví a sonreír, si, generalmente solía sonreír demasiado, eso quizás sería molesto para algunas personas.
- Pero ya no pertenezco más a esa orden, me echaron al darme por muerto, así que…no tiene más importancia Uriel…- Agregué mirándole ahora sorprendido, ¿De verdad aún esperaba que me uniera a su equipo de guerreros? De buenas a primeras sabía que él nunca me miraría con ojos de guerrero, porque en realidad yo no era hábil en ese sentido, sabía blandir mi espada, ser terco y no darme por vencido, pero las verdaderas técnicas de un guerrero, yo no las tenía ni por enterado. Era más bien mi instinto de supervivencia el que me hacía moverme con gracilidad en el campo de batalla.
- En realidad… si quiero ser admitido en tu seno… quiero luchar… si me lo permites, claro…- Respondí con seriedad. A mi mente volvieron las imágenes de aquella dura batalla, y la forma deshonrosa en la cual fui herido, me sentía aun miserable e impotente por aquello, pero no lo daba a demostrar, no del todo, era difícil el verme triste, melancólico, destruido… sólo Dios padre sabía mi dolor y mi vergüenza.
- Déjame entrar Uriel… enséñame a ser tan fuerte como tú…- Le pedí mostrando la decisión en mis ojos, en verdad deseaba ser fuerte, bastante fuerte como para tomar nuevamente mi espada y hacerle frente a ese quien me derrotó hace un año y meses atrás.
- Ha…- Le miré ciertamente culpable, como un chiquillo, cuando es descubierto en su travesura. Suspiré y bajé el rostro.
- Bueno, pedí unirme, quería… conocer esa famosa orden… nunca pude hablar con el líder directamente, pero… conocí a algunos de los miembros, aprendí también su forma de analizar y realizar sus trabajos…- Me encogí de hombros.
- El como entré… pues es una larga historia…- Eso obviaba que no tenía deseos de contarla. Pero ante todo le miré a los ojos, luego volví a sonreír, si, generalmente solía sonreír demasiado, eso quizás sería molesto para algunas personas.
- Pero ya no pertenezco más a esa orden, me echaron al darme por muerto, así que…no tiene más importancia Uriel…- Agregué mirándole ahora sorprendido, ¿De verdad aún esperaba que me uniera a su equipo de guerreros? De buenas a primeras sabía que él nunca me miraría con ojos de guerrero, porque en realidad yo no era hábil en ese sentido, sabía blandir mi espada, ser terco y no darme por vencido, pero las verdaderas técnicas de un guerrero, yo no las tenía ni por enterado. Era más bien mi instinto de supervivencia el que me hacía moverme con gracilidad en el campo de batalla.
- En realidad… si quiero ser admitido en tu seno… quiero luchar… si me lo permites, claro…- Respondí con seriedad. A mi mente volvieron las imágenes de aquella dura batalla, y la forma deshonrosa en la cual fui herido, me sentía aun miserable e impotente por aquello, pero no lo daba a demostrar, no del todo, era difícil el verme triste, melancólico, destruido… sólo Dios padre sabía mi dolor y mi vergüenza.
- Déjame entrar Uriel… enséñame a ser tan fuerte como tú…- Le pedí mostrando la decisión en mis ojos, en verdad deseaba ser fuerte, bastante fuerte como para tomar nuevamente mi espada y hacerle frente a ese quien me derrotó hace un año y meses atrás.
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Re: Libre-Rock Evanescence
Uriel se recostó hacia atrás, evaluando a su hermano, en un silencio que a cualquier otro pudiera resultarle sumamente incómodo pero Uriel, cuando tenía que decidir algo realmente importante, no lo hacía apresuradamente, cavilaba, no podía ver el futuro, eso era una mere artimaña, en todo caso, uno se podía adelantar tan solo unos minutos pero años era del todo imposible, él jamás hubiera creido que a aquellas alturas estaría en semejante situación, en completa desventaja, sobre todo ahora que los cuatros Jinetes ya estaban despiertos, preparándose. No se podía confiar en ellos, no obedecían a nadie mas que a si mismos aunque en última istancia soplarían las trompetas del Jucio Final. Pudiera parecer que Uriel quisiera eso pero no era la verdad, deseaba en el fondo de su corazón que la creación de su Padre sobreviviera.
Inspiró, despacio, profundamente, muchos de sus mejores guerreros ahora eran caídos, Miguel y Rafael ahora buscaban alianzas mortales para luchar de la misma forma que pudieron haberlo hecho en los caballeros del cielo, el número de aliados se iban recudiendo drásticamente y desde luego, desperdigados no supondrían un rival importante para los demonios si estos decidían realizar una forma de ataque organizada, por suerte, eran criaturas caóticas, traicioneras pero algunos de ellos fueron arcángeles en otro tiempos.
Entrecerró los orbes azul plata, no quería arriesgar la vida de su hermano, ver como se derramaba su sangre bajo las espadas o las llamas pero también sabía que si no le daba el entrenamiendo adecuado, seguramente el valiente e inconsciente Shamuel lo intentaría solo, sin ayuda y entonces sería muchísimo peor.
-Muy bien, te acepto, Shamuel.-se puso en pie y alargó la mano en el aire, las chispas giraron en torno a los dedos y Redención, su enorme espadón, se fue materializando. Tocó los hombros de su hermano con la punta de la misma-Ya eres un caballero y bajio mis órdenes y responsabilidad ahora te encuentras, Shamuel.
Inspiró, despacio, profundamente, muchos de sus mejores guerreros ahora eran caídos, Miguel y Rafael ahora buscaban alianzas mortales para luchar de la misma forma que pudieron haberlo hecho en los caballeros del cielo, el número de aliados se iban recudiendo drásticamente y desde luego, desperdigados no supondrían un rival importante para los demonios si estos decidían realizar una forma de ataque organizada, por suerte, eran criaturas caóticas, traicioneras pero algunos de ellos fueron arcángeles en otro tiempos.
Entrecerró los orbes azul plata, no quería arriesgar la vida de su hermano, ver como se derramaba su sangre bajo las espadas o las llamas pero también sabía que si no le daba el entrenamiendo adecuado, seguramente el valiente e inconsciente Shamuel lo intentaría solo, sin ayuda y entonces sería muchísimo peor.
-Muy bien, te acepto, Shamuel.-se puso en pie y alargó la mano en el aire, las chispas giraron en torno a los dedos y Redención, su enorme espadón, se fue materializando. Tocó los hombros de su hermano con la punta de la misma-Ya eres un caballero y bajio mis órdenes y responsabilidad ahora te encuentras, Shamuel.
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Re: Libre-Rock Evanescence
Mejor no me pude haber sentido.
Prueba de ello era mi enorme sonrisa dibujada en mi rostro, de alegría y de orgullo, pese a la curiosa circunstancia en la que me había aceptado… era una enorme bendición, sabia a la perfección que no aceptaba lidiar con cualquiera, quizá miro algo en mi que le dio razón para hacer una excepción.
- Lo agradezco de todo corazón hermano Uriel, hare todo para no defraudarte, pero si por alguna razón lo hago, permitiré que con tu espada me hagáis nuevamente honrarte…- Dije mirando sus pupilas, procurando se notase la determinación en las mías.
Sonó la puerta, imagine que era quien traía el pedido de alimentos, por lo que me puse de pie, no sin antes reverenciar a Uriel y caminar hasta donde la puerta, gire la perilla y abrí esta solo un poco para cerciorarme de que efectivamente era quien esperábamos.
- Pase por favor…- Dije abriendo totalmente la puerta, para que la mujer de apariencia cansada pero gentil, entrase con el carrito de alimentos predispuestos para nosotros. No llevaba nada de dinero en la bolsa, pero intente que una caricia en su espalda le resultara suficiente para aliviar su cansancio y sus preocupaciones. Tras su salida, nuevamente cerré la puerta y me gire a ver que había, naturalmente tome una botella de agua mineral, la destape y bebí de ella como un sediento en el desierto.
- Haa… No había probado agua en todo el día… no recordaba lo bien que le sienta al cuerpo…- Comenté pasando la botella fría por mi frente, manteniendo cerrados los ojos. Algunas gotillas resbalaron hasta dar en la tela de la camiseta y otras corrieron por mi rostro, mentón y cuello, mojándolo suavemente.
- Entonces… ¿Cuándo comenzaremos el entrenamiento? –Cuestione mirándole nuevamente.
Eme allí siendo paloma queriendo ser gavilán.
Prueba de ello era mi enorme sonrisa dibujada en mi rostro, de alegría y de orgullo, pese a la curiosa circunstancia en la que me había aceptado… era una enorme bendición, sabia a la perfección que no aceptaba lidiar con cualquiera, quizá miro algo en mi que le dio razón para hacer una excepción.
- Lo agradezco de todo corazón hermano Uriel, hare todo para no defraudarte, pero si por alguna razón lo hago, permitiré que con tu espada me hagáis nuevamente honrarte…- Dije mirando sus pupilas, procurando se notase la determinación en las mías.
Sonó la puerta, imagine que era quien traía el pedido de alimentos, por lo que me puse de pie, no sin antes reverenciar a Uriel y caminar hasta donde la puerta, gire la perilla y abrí esta solo un poco para cerciorarme de que efectivamente era quien esperábamos.
- Pase por favor…- Dije abriendo totalmente la puerta, para que la mujer de apariencia cansada pero gentil, entrase con el carrito de alimentos predispuestos para nosotros. No llevaba nada de dinero en la bolsa, pero intente que una caricia en su espalda le resultara suficiente para aliviar su cansancio y sus preocupaciones. Tras su salida, nuevamente cerré la puerta y me gire a ver que había, naturalmente tome una botella de agua mineral, la destape y bebí de ella como un sediento en el desierto.
- Haa… No había probado agua en todo el día… no recordaba lo bien que le sienta al cuerpo…- Comenté pasando la botella fría por mi frente, manteniendo cerrados los ojos. Algunas gotillas resbalaron hasta dar en la tela de la camiseta y otras corrieron por mi rostro, mentón y cuello, mojándolo suavemente.
- Entonces… ¿Cuándo comenzaremos el entrenamiento? –Cuestione mirándole nuevamente.
Eme allí siendo paloma queriendo ser gavilán.
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Re: Libre-Rock Evanescence
Uriel cuando escuchó los toques en la puerta, hizo un gesto con los dedos y Redención se evaporó en el aire, entre leves chispas azules, delicadas y etéreas. El espadón llevaba en sus manos desde el momento en que Lucifer proclamo su desafío al mismo Cielo, hasta ese momento, las armas no fueron necesaria pero entonces Uriel forjó la hoja, en soledad. Se la habían robado en ocasiones, en alguna batalla, pero siempre volvía a él, tenía parte de su esencia y estaba enlazada al alma de Uriel, cuando muriera el arcángel, lo haría su espada con él. Los orbes azul plata se posaron en la anciana, observándola en silencio mientras Shamuel la recibía, la vio salir del apartamento, a pequetos y raquíticos pasos.
Uriel se desplazó a grandes pasos hacia los ventanales, descorriendo las pesadas cortinas mientras Shamuel bebía de la botella, sus dedos agarraron la tela y posó los ojos en la mujer, éste continó empujando su carrito hasta llegar cerca de uno de los estrechos callejones que ahora de noche, esta poco iluminado, una sombra se perfiló contra la pared,unos dedos largos emergieron y depositaron algunas monedas en los dedos de la mujer, Uriel captó el brillo del oro. Echó de nuevo las cortinas, silencioso, el Vaticano estaba peor de lo creía, quizas solo bastaría una noche para que fuera tomada por los demonios si éstos dejaban de lado sus trifulcas para unirse. La situación general empeoraba por momentos.
Se volvió hacia Shamuel cuando escuchó sus palabras, con el rostro cincelado, imperturbable-A lo mejor tu entrenamiento comienza antes de lo que crees.-los ojos de Uriel se posaron en la bandera de comida que estaba depositada sobre la mesa, cuando Shamuel alargó una de sus blancas manos para coger una pieza de fruta entre sus dedos, Uriel se movió, le apresó la muñeca-espera, no comas aun, hermano. Le soltó con suavidad y cogió uno cuchillo, partió la fruta, el jugo que manó de ella, de la pera, era extrañamente rosado-Veneno...
Alzó la vista hacia Shamuel-¿estás completamente seguro que diste muerte a todos los demonios que te atacaron?-había algo que solía caracterizr a los demonios, algunos su completa estupidez y a otros su absoluta terquedad, pero lo más poderosos, lo más sutiles, usaban artimañas como aquellas-¿que meramente eran demonios de medio rango?-si eran atacados en pleno corazón del Vaticano, Uriel debería calibrar consecuencias, entre ellas, que él no daba muerte a inocentes ni deseaba a que consecuencia de sus batallas éstos perecieran. Él solo mataba demonios.
Uriel se desplazó a grandes pasos hacia los ventanales, descorriendo las pesadas cortinas mientras Shamuel bebía de la botella, sus dedos agarraron la tela y posó los ojos en la mujer, éste continó empujando su carrito hasta llegar cerca de uno de los estrechos callejones que ahora de noche, esta poco iluminado, una sombra se perfiló contra la pared,unos dedos largos emergieron y depositaron algunas monedas en los dedos de la mujer, Uriel captó el brillo del oro. Echó de nuevo las cortinas, silencioso, el Vaticano estaba peor de lo creía, quizas solo bastaría una noche para que fuera tomada por los demonios si éstos dejaban de lado sus trifulcas para unirse. La situación general empeoraba por momentos.
Se volvió hacia Shamuel cuando escuchó sus palabras, con el rostro cincelado, imperturbable-A lo mejor tu entrenamiento comienza antes de lo que crees.-los ojos de Uriel se posaron en la bandera de comida que estaba depositada sobre la mesa, cuando Shamuel alargó una de sus blancas manos para coger una pieza de fruta entre sus dedos, Uriel se movió, le apresó la muñeca-espera, no comas aun, hermano. Le soltó con suavidad y cogió uno cuchillo, partió la fruta, el jugo que manó de ella, de la pera, era extrañamente rosado-Veneno...
Alzó la vista hacia Shamuel-¿estás completamente seguro que diste muerte a todos los demonios que te atacaron?-había algo que solía caracterizr a los demonios, algunos su completa estupidez y a otros su absoluta terquedad, pero lo más poderosos, lo más sutiles, usaban artimañas como aquellas-¿que meramente eran demonios de medio rango?-si eran atacados en pleno corazón del Vaticano, Uriel debería calibrar consecuencias, entre ellas, que él no daba muerte a inocentes ni deseaba a que consecuencia de sus batallas éstos perecieran. Él solo mataba demonios.
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Re: Libre-Rock Evanescence
¿Tan descuidado podría ser?
Suspire al ver claramente lo que se mostraba ante los ojos de ambos. Me sentí tan ingenuo, decepcionado conmigo mismo a decir verdad, por no tener la malicia que necesitaba para darme cuenta de las cosas que sucedían.
- A decir verdad…- Respondí, guardando silencio unos instantes.
- Estoy seguro que eran Demonios menores… acabe con la mayoría de ellos, mas escape del resto…eran demasiados…- Proseguí sentándome a la orilla de la cama nuevamente, sin ánimos de probar algo más de lo que allí se servía.
- Lamento ponerte en esta situación, si ellos están siguiéndome para clamar venganza, lo mejor es que me retire de aquí, suficiente labor tienes ya como para yo darte más…- Me puse de pie mirando sus ojos con cierta pena.
- No tengo intenciones de huir, si lo que desean es seguir peleando conmigo, les daré lo que buscan…- Agregué, mas para cuando termine de pronunciar la última palabra, claramente escuche el sonido de una onda de energía que se desplazaba en el aire en dirección nuestra.
- ¡VAMONOS DE AQUÍ! – Exclame extendiendo mis seis pares de alas en cuestión de segundos, mismos en los que el lugar donde estábamos se fracciono en miles de pedazos que posteriormente se contrajeron como en cámara lenta y dieron paso a una destrucción masiva que nos lanzo hacia afuera del mismo. Algunas astillas de fierro retorcido, concreto, madera y demás elementos que constituían el edificio golpearon mi cuerpo provocándome nuevas heridas.
Mas no me importo, para entonces tenía bastante bien sujetada la muñeca de Uriel y ambos desaparecimos de allí. Reapareciendo segundos después en la plaza de san Pedro, justamente entre la multitud de personas que aun gozaban de aquel feroz concierto.
Algunos jóvenes al vernos aparecer de la nada y a mí con mis Alas, se alejaron horrorizados, otros tantos ni prestaron atención, otros simplemente pensaron que los alucinógenos ingeridos estaban causando visiones extrañas en sus mentes.
- ¿Estás bien…?- Cuestione soltando la muñeca de Uriel, arrodillado en el suelo, logrando desaparecer mis Alas para que nadie más se percatara de ellas, aunque daba realmente igual, a cualquiera le parecería extraño el ver a dos sujetos cubiertos de polvo y sangre en medio de una multitud que solamente se divertía al ritmo de una música estruendosa.
- Tenemos que irnos de aquí… podrían atacar a estas personas…- Murmure poniéndome de pie lentamente, con algo de dificultad, dadas las heridas en mi espalda. Mas no era momento de quejarse, sino de actuar y prevenir un mal innecesario…
Suspire al ver claramente lo que se mostraba ante los ojos de ambos. Me sentí tan ingenuo, decepcionado conmigo mismo a decir verdad, por no tener la malicia que necesitaba para darme cuenta de las cosas que sucedían.
- A decir verdad…- Respondí, guardando silencio unos instantes.
- Estoy seguro que eran Demonios menores… acabe con la mayoría de ellos, mas escape del resto…eran demasiados…- Proseguí sentándome a la orilla de la cama nuevamente, sin ánimos de probar algo más de lo que allí se servía.
- Lamento ponerte en esta situación, si ellos están siguiéndome para clamar venganza, lo mejor es que me retire de aquí, suficiente labor tienes ya como para yo darte más…- Me puse de pie mirando sus ojos con cierta pena.
- No tengo intenciones de huir, si lo que desean es seguir peleando conmigo, les daré lo que buscan…- Agregué, mas para cuando termine de pronunciar la última palabra, claramente escuche el sonido de una onda de energía que se desplazaba en el aire en dirección nuestra.
- ¡VAMONOS DE AQUÍ! – Exclame extendiendo mis seis pares de alas en cuestión de segundos, mismos en los que el lugar donde estábamos se fracciono en miles de pedazos que posteriormente se contrajeron como en cámara lenta y dieron paso a una destrucción masiva que nos lanzo hacia afuera del mismo. Algunas astillas de fierro retorcido, concreto, madera y demás elementos que constituían el edificio golpearon mi cuerpo provocándome nuevas heridas.
Mas no me importo, para entonces tenía bastante bien sujetada la muñeca de Uriel y ambos desaparecimos de allí. Reapareciendo segundos después en la plaza de san Pedro, justamente entre la multitud de personas que aun gozaban de aquel feroz concierto.
Algunos jóvenes al vernos aparecer de la nada y a mí con mis Alas, se alejaron horrorizados, otros tantos ni prestaron atención, otros simplemente pensaron que los alucinógenos ingeridos estaban causando visiones extrañas en sus mentes.
- ¿Estás bien…?- Cuestione soltando la muñeca de Uriel, arrodillado en el suelo, logrando desaparecer mis Alas para que nadie más se percatara de ellas, aunque daba realmente igual, a cualquiera le parecería extraño el ver a dos sujetos cubiertos de polvo y sangre en medio de una multitud que solamente se divertía al ritmo de una música estruendosa.
- Tenemos que irnos de aquí… podrían atacar a estas personas…- Murmure poniéndome de pie lentamente, con algo de dificultad, dadas las heridas en mi espalda. Mas no era momento de quejarse, sino de actuar y prevenir un mal innecesario…
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Re: Libre-Rock Evanescence
Uriel estaba al lado de Shamuel, erguido como una estatua de marmol, de dos metros, parte de las ropas estaban desgarradas, mostrando piel y músculo, la espalda humeaba, parte de la energía que desintegró su piso lo alcanzó a él pero el arcángel no hizo gesto alguno, sus dedos fuertes reposaron contra un muslo en cuanto Shamuel soltó su mano, lo único que parecía tener vida en el celestial eran sus ojos, los azules ojos de Uriel que ahora parecían que estaban siendo bañados en plata, una plata luminiscente que mostraban la profunda cólera de la cual estaba siendo presa en aquel momento el arcángel.
Volvió la vista hacia su hermano postrado en el suelo, herido, de nuevo herido y apretó los dientes, su mandíbula se marcó perfectamente y luego giró la cabeza, la mente de Uriel se puso en contacto con todas las mentes de la plaza, de repente la música ceso y los ojos de cientos de personas se quedaron en blanco, volvieron todos la cabeza a Uriel a un tiempo. El arcángel sentía la presión de miles de pensamiento que bombardeaban su cabeza a un tiempo, miedo, sorpresa..y millones de sensaciones, realizar aquella proeza era algo doloroso. "Todos fuera de la plaza, busquen refuegio en sus casas o en las Iglesias. Corran sin atropellarse, que los más fuerte ayuden a los más débiles" Rompió el contacto y la plaza de San Pedreo se comenzó a vaciar.
Uriel se volvió de nuevo hacia su hermano, se inclinó y los encallecido dedos no fueron rudos en el contacto, se deslizaron suaves por su espalda, palpando las heridas que de nuevo abrían la blanca carne con crueldad, dos veces en la misma noche, algo que él no podía tolerar. Estaba cansado de huir o de evitar, no haría daño a inocente alguno, no estaba en su naturaleza la violencia contra una criatura pero no toleraría aquello..ni un siglo más, ni un año más y ni un segundo más.
Alzó la cabeza cuando las luces que rodeaban la plaza comenzaron apagarse una por una, todas la luces que los rodeaban parpadeaban y se apagaban, sumiéndolos en una tenebrosa oscurida en la cual se escuchaba sonidos, dientes chochando contra diente, zarpas arañando la piedra, gritos estrangulado de odio-Ya vienen..-una lumiscencia prendió el aire cuando Uriel manifesto aquella grandes alas plateadas de más de dos metros de envergadura. Alargó la mano y en ella apareció, entre sus dedos, Redención, se hizo el silenco y luego un huracán de garras, dientes y ojos rojos se abalánzo sobre ellos como una plaga de langostas negras.
Uriel movió el enorme espadón en un gran círculo, el espadón emitió luz, desarrando a los seres que se echaban sobre ellos, haciendo que se retiraran-¡Shamuel, en pie, espalda contra espalda!
Volvió la vista hacia su hermano postrado en el suelo, herido, de nuevo herido y apretó los dientes, su mandíbula se marcó perfectamente y luego giró la cabeza, la mente de Uriel se puso en contacto con todas las mentes de la plaza, de repente la música ceso y los ojos de cientos de personas se quedaron en blanco, volvieron todos la cabeza a Uriel a un tiempo. El arcángel sentía la presión de miles de pensamiento que bombardeaban su cabeza a un tiempo, miedo, sorpresa..y millones de sensaciones, realizar aquella proeza era algo doloroso. "Todos fuera de la plaza, busquen refuegio en sus casas o en las Iglesias. Corran sin atropellarse, que los más fuerte ayuden a los más débiles" Rompió el contacto y la plaza de San Pedreo se comenzó a vaciar.
Uriel se volvió de nuevo hacia su hermano, se inclinó y los encallecido dedos no fueron rudos en el contacto, se deslizaron suaves por su espalda, palpando las heridas que de nuevo abrían la blanca carne con crueldad, dos veces en la misma noche, algo que él no podía tolerar. Estaba cansado de huir o de evitar, no haría daño a inocente alguno, no estaba en su naturaleza la violencia contra una criatura pero no toleraría aquello..ni un siglo más, ni un año más y ni un segundo más.
Alzó la cabeza cuando las luces que rodeaban la plaza comenzaron apagarse una por una, todas la luces que los rodeaban parpadeaban y se apagaban, sumiéndolos en una tenebrosa oscurida en la cual se escuchaba sonidos, dientes chochando contra diente, zarpas arañando la piedra, gritos estrangulado de odio-Ya vienen..-una lumiscencia prendió el aire cuando Uriel manifesto aquella grandes alas plateadas de más de dos metros de envergadura. Alargó la mano y en ella apareció, entre sus dedos, Redención, se hizo el silenco y luego un huracán de garras, dientes y ojos rojos se abalánzo sobre ellos como una plaga de langostas negras.
Uriel movió el enorme espadón en un gran círculo, el espadón emitió luz, desarrando a los seres que se echaban sobre ellos, haciendo que se retiraran-¡Shamuel, en pie, espalda contra espalda!
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Re: Libre-Rock Evanescence
Siempre admití ser débil, sin don alguno en batalla, eso me hacia estar siempre en desventaja, pero de alguna forma, aunque saliera herido, solía ganarlas, exponiendo mi vida sin más, no tenía miedo morir en batalla, mi miedo radicaba en morir sin hacer nada para cambiar las cosas.
- Aquí estoy…- Respondí pegando mi espalda con la suya, invoque mi espada Ivanhoe, no era tan imponente como la de Uriel, pero poseía un filo impresionante, capaz de cortar en dos cualquier tipo de material por muy duro que este fuera. Mas esta espada, tenía dos funciones, la fundamental para la batalla contra seres Demoniacos, y una especial, la de redimir pecados en las almas de aquellos que considerara merecedores de perdón. Pero esa, su otra habilidad no saldría a la luz esta noche.
Afortunadamente, podía ver en la oscuridad, habilidad que poseíamos la mayoría de los arcángeles, por ello es que no me fue difícil atestar golpes y cortar cabezas de algunos, miembros a otros.
- ¡Son demasiados!...- Grite al ver como llegaban mas y mas. Estábamos en desventaja. Sin embargo, no era problema deshacerme de unos cuantos, blandí mi espada en círculos con presteza, esta se torno de cristal, un cristal reluciente y único, posteriormente, el ambiente descendió drásticamente. Supuse que a Uriel no le molestaría un poco de frio que calase hasta sus huesos.
- ¡Desaparezcan!- Exclamé mientras una enorme ráfaga de viento helado se hizo presente, congelando a todo el que tocaba, muchos de ellos trataron de huir, mas fueron alcanzados en el aire mientras seguía moviendo mi espada insistentemente, al ver que hube congelado a una gran parte, detuve el movimiento de mi espada. Más no acabo allí todo, un suave movimiento más y el viento se torno ventisca tan potente que azoto los cuerpos congelados y los hizo polvo, mismo que se esparció por el suelo de la plaza y posteriormente se evaporo.
- ¿Qué tal? – Pregunte con una enorme sonrisa a mí ahora maestro en Guerra, esperando viera en mi potencial y no a un ser meramente debilucho inmerecedor de sus conocimientos.
De pronto, sentí algo que se enredo en mis pies, mismo que me tumbo al suelo y posteriormente alzo en volandas. Se trataba de una enorme bestia infernal, semejante a cancerbero, pero con a diferencia de que este ser no poseía tantas cabezas, en su lugar poseía tentáculos con un sin fon de pinchos que seguramente traspasarían cualquier cosa que tuvieran a su alcance.
- Suéltame asquerosa bestia…- Sisee cabreado, atestando un golpe en el tallo del tentáculo, por ende, lo partí y fui liberado cayendo al suelo, pero poniéndome en pie una vez más notando la magnitud del problema. Uriel y yo éramos… bueno, semejábamos dos pequeñas hormigas en comparación de ese monstruo que comenzaba a cabrearse y destrozar todo a su paso.
-… He… ¿Uriel?...- Lo llame.
- Aquí estoy…- Respondí pegando mi espalda con la suya, invoque mi espada Ivanhoe, no era tan imponente como la de Uriel, pero poseía un filo impresionante, capaz de cortar en dos cualquier tipo de material por muy duro que este fuera. Mas esta espada, tenía dos funciones, la fundamental para la batalla contra seres Demoniacos, y una especial, la de redimir pecados en las almas de aquellos que considerara merecedores de perdón. Pero esa, su otra habilidad no saldría a la luz esta noche.
Afortunadamente, podía ver en la oscuridad, habilidad que poseíamos la mayoría de los arcángeles, por ello es que no me fue difícil atestar golpes y cortar cabezas de algunos, miembros a otros.
- ¡Son demasiados!...- Grite al ver como llegaban mas y mas. Estábamos en desventaja. Sin embargo, no era problema deshacerme de unos cuantos, blandí mi espada en círculos con presteza, esta se torno de cristal, un cristal reluciente y único, posteriormente, el ambiente descendió drásticamente. Supuse que a Uriel no le molestaría un poco de frio que calase hasta sus huesos.
- ¡Desaparezcan!- Exclamé mientras una enorme ráfaga de viento helado se hizo presente, congelando a todo el que tocaba, muchos de ellos trataron de huir, mas fueron alcanzados en el aire mientras seguía moviendo mi espada insistentemente, al ver que hube congelado a una gran parte, detuve el movimiento de mi espada. Más no acabo allí todo, un suave movimiento más y el viento se torno ventisca tan potente que azoto los cuerpos congelados y los hizo polvo, mismo que se esparció por el suelo de la plaza y posteriormente se evaporo.
- ¿Qué tal? – Pregunte con una enorme sonrisa a mí ahora maestro en Guerra, esperando viera en mi potencial y no a un ser meramente debilucho inmerecedor de sus conocimientos.
De pronto, sentí algo que se enredo en mis pies, mismo que me tumbo al suelo y posteriormente alzo en volandas. Se trataba de una enorme bestia infernal, semejante a cancerbero, pero con a diferencia de que este ser no poseía tantas cabezas, en su lugar poseía tentáculos con un sin fon de pinchos que seguramente traspasarían cualquier cosa que tuvieran a su alcance.
- Suéltame asquerosa bestia…- Sisee cabreado, atestando un golpe en el tallo del tentáculo, por ende, lo partí y fui liberado cayendo al suelo, pero poniéndome en pie una vez más notando la magnitud del problema. Uriel y yo éramos… bueno, semejábamos dos pequeñas hormigas en comparación de ese monstruo que comenzaba a cabrearse y destrozar todo a su paso.
-… He… ¿Uriel?...- Lo llame.
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Re: Libre-Rock Evanescence
Cuando Uriel sintió la espalda de Shamuel contra la suya, afianzó los pies en el suelo y se ocupó de su lado, en la plena confianza de que su hermano sabría cubrir el otro extremo del ataque, de esta forma los demonios no podrían buscar flancos débiles por los cuales atacar, ahora ambos serían como una columna con dos espadas, la luz se apagó por completo. Los dos fueron engullidos por aquel torbellino de dientes, garras y alas, el olor azufre era tan intenso que parecía quemar sus rostros, Uriel comenzó a mover a Redención, el espadón medía casi lo mismo que él pero entre sus dedos era tan ligero como una pluma y tan rapida como una centella. Los mandobles eran amplios, largos y cruzados, de tal forma que despedazaba como si se tratara de una enorme hélice. Los pedazos de carne volaban sobre ello, una especie de lluvia macabra que ensució las prendas de ambos.
Uriel notó la acumulación de poder de Shamuel, se disponía a atacar haciendo uso del domino sobre uno de los elementos, plegó sus propias alas y se apartó para permitir que desatara todo su poder sin entorpecerlo, observó como los congelaba, recudiéndolos posteriormente a polvo blanco y frío. No esperaba menos de un arcángel, todo ellos tenían el poder, eran una fuerza de la naturaleza pero una fuerza con control y conciencia, justo lo contrario a los demonios.
Iba a responder a su pregunta cuando vio que era alzado, ladeó su cuerpo y se encontró casi con aquella enorme bestia, una vez más, Shamuel demostró que no precisaba su ayuda como una damisela en apuros porque pudo desprenderse de garra por sus propias fuerzas. Uriel se acercó a su hermano, rozando su hombro con el suyo, contemplando a la gran criatura, no era uno de los nobles infernales, los demonios de alto rango no solían hacer uso de esos cuerpos, no lo necesitaban.
-Mi turno entonces, hermano.-Tomó la espada, la viró y acarició la hoja con las puntas de los dedos-Dispersa.-la hoja se iluminó, brillante y blanca, Uriel la inclinó hacia delante y de repente una tromba de petalos de cerezo o quizás de almendro, llenó el aire, livianos, etéreos, Uriel movió los dedos y aquella nube envolvió a la criatura por completo, girando en torno a ella a gran velocidad, se escuchó su rugido inmenso y cuando los pétalos volvieron a conformar la hoja de Uriel, solo quedaba una mancha de sangre en el suelo.
Uriel suspiró, miró a Shamuel-de nuevo estás herido..-su voz fue suave-y cansado..borraré los recuerdos de todos los mortales que vieron esto..-se acercó a Shamuel, rodeando su cintura-busquemos refugio...voy a curarte de nuevo y...-lo miró a los ojos-bien luchado, hermano.-desaparecieron del lugar, a uno de los tantos refugios de Uriel en el Vaticano.
Uriel notó la acumulación de poder de Shamuel, se disponía a atacar haciendo uso del domino sobre uno de los elementos, plegó sus propias alas y se apartó para permitir que desatara todo su poder sin entorpecerlo, observó como los congelaba, recudiéndolos posteriormente a polvo blanco y frío. No esperaba menos de un arcángel, todo ellos tenían el poder, eran una fuerza de la naturaleza pero una fuerza con control y conciencia, justo lo contrario a los demonios.
Iba a responder a su pregunta cuando vio que era alzado, ladeó su cuerpo y se encontró casi con aquella enorme bestia, una vez más, Shamuel demostró que no precisaba su ayuda como una damisela en apuros porque pudo desprenderse de garra por sus propias fuerzas. Uriel se acercó a su hermano, rozando su hombro con el suyo, contemplando a la gran criatura, no era uno de los nobles infernales, los demonios de alto rango no solían hacer uso de esos cuerpos, no lo necesitaban.
-Mi turno entonces, hermano.-Tomó la espada, la viró y acarició la hoja con las puntas de los dedos-Dispersa.-la hoja se iluminó, brillante y blanca, Uriel la inclinó hacia delante y de repente una tromba de petalos de cerezo o quizás de almendro, llenó el aire, livianos, etéreos, Uriel movió los dedos y aquella nube envolvió a la criatura por completo, girando en torno a ella a gran velocidad, se escuchó su rugido inmenso y cuando los pétalos volvieron a conformar la hoja de Uriel, solo quedaba una mancha de sangre en el suelo.
Uriel suspiró, miró a Shamuel-de nuevo estás herido..-su voz fue suave-y cansado..borraré los recuerdos de todos los mortales que vieron esto..-se acercó a Shamuel, rodeando su cintura-busquemos refugio...voy a curarte de nuevo y...-lo miró a los ojos-bien luchado, hermano.-desaparecieron del lugar, a uno de los tantos refugios de Uriel en el Vaticano.
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Re: Libre-Rock Evanescence
- Spoiler:
- Disculpa la tardanza tengo problemas con mi Red...
Ese poder era sin duda, impresionante.
Debo decir, que quede ciertamente encantado por lo imperioso de ese ataque, la bestia quedo reducida a nada en un abrir y cerrar de ojos, la propia sangre, pareció ser tragada por los relieves de la plaza, una escena macabra, pero como todo, aquello que no pertenecía a este mundo terrenal, tenía que regresar a su lugar de origen.
- Lo lamento… no estaba dentro de mis planes el volver a ser herido…- Respondí con total calma, cansado, las heridas eran esta ocasión más profundas que las anteriores, podía sentir algunos cristales aun incrustados en mi carne, ya imaginaba lo doloroso que sería el retirarlos manualmente, a como estaba acostumbrado, a menos de que Uriel, tuviera un mejor método.
Sonreí para mi mismo, era increíble mi capacidad para meterme en problemas serios aun a pesar de tener apenas unas horas de haber vuelto a pisar terreno humano…
Mis ojos se abrieron de asombro y de felicidad, ¿Hace cuanto tiempo no escuchaba esas dos palabras? Mi corazón se acelero de júbilo, quizá eso le parecería muy tonto a otros, pero para mí, significaba mucho el ser reconocido, me alentaba a seguir dando lo mejor siempre que fuera posible, defraudar a las personas no era ciertamente de mi gusto, prefería en realidad, “Exprimirme” hasta darlo todo y dejar un buen sabor de boca en quienes depositaban su confianza o cualquier otro tipo de reconocimiento en mi.
- Gracias, significa mucho que me ofrezcas esas palabras… especialmente ahora que soy tu discípulo…- Agradecí inmensamente feliz. Pero no por ello menos cansado y herido. También agradecí el que decidiera borrar los recuerdos a los humanos que alcanzaron a presenciar todo, si bien, estaban al tanto de todo, era mejor evitarles pesadillas innecesarias, suficiente tenían ya con tener que sobrevivir al día a día en sus cortas vidas.
Como si nuestro padre hubiera leído mis pensamientos, una lluvia tenue comenzó a caer, sin embargo, no alcanzo a mojarnos directamente, pues Uriel empleo su capacidad de Teletransportación, llevándome junto consigo a uno de los que supuse seria su refugio para casos como estos.
Invitado- Invitado
Re: Libre-Rock Evanescence
- Spoiler:
- (Sin problemas, también ando lenta, un poco escasa de inspiración)
Uriel tenía varios refugios repartidos por todo el Vaticano aunque tener propiedades mortales no era algo de su gusto, con los años se fue percatando que era necesario tener varios refugios, varios lugares donde descansar o hacer planes, teletransportarse hacia el Cielo, conllevaba un gasto enorme de energía, después de todo era otra dimensión completamente diferente de igual manera que trasladarse al Iinfierno, no solo eran cuestiones de distancia, era de tiempo y de ubicarse en el mismo Universo, no todo estaba físicamente arriba y abajo, nada era tan simple como parecía.
Ambos se materializaron en una terraza, en realidad estaban a las afueras del Vaticano y de Roma, la casa era de tipo rústico de dos plantas, Uriel la había reformado para que su interior fuera moderno pero conservando la fachada. Desde donde estaban, una de las siete colinas, se podía divisar toda la ciudad, era una vista que lo conmovia, de las pocas ciudades en el mundo que todavia conservaba su anterior arquitectura y no había sido tragada por la oscuridad.
Uriel todavía tenía la mano en la cintura de su hermano, despacio se movió hacia dentro, abriendo las puertas de cristal que conducían a la terraza, prendió las luces y bajó la vista, viendo algunas gotas de sangre que comenzaban a manchar el suelo, suspiró levemente-estás peor..-lo ayudó a llegar hasta un gran sofá, lo recostó de lado, suavemente sin importar si lo manchata todo de sangre.
Se aproximó por la espalda y sus dedos palparon las heridas, suavamente, los dedos de Uriel eran ásperos como áspero era su caracter en muchas ocasiones aunque el toque fue tierno y delicado, apenas rozando la piel de Shamuel para verificar la profundidad de sus heridas-Sanaré lo peor con mi energía.-al menos lograría que los cristales, cruelmente hundidos, se desintegraran. La energía celeste recorrío toda la espalda de Shamuel y fue cerrando lo más profundo, los cristales parecieron fundirse bajo su toque y se volvieron agua.
Apartó las manos y fue en busca de un cuenco con agua tibia y unas gasas, fue recorriendo todas las heridas, viendo que el agua se tornaba rosada-...tendremos que evitar que en el futuro salgas tan herido, Shamuel. No quiero que se repita lo de hace tiempo, casi creía que perdía un hermano.
Invitado- Invitado
Re: Libre-Rock Evanescence
No me importaba mucho el dolor, o las heridas que me hicieran en batalla, no… bueno, no me molestaba, de alguna forma, las tomaba como recordatorio de que debía de ser mejor guerrero, superarme para que el numero de heridas disminuyera conforme adquiriera experiencia, algo de lo que carecía ahora mismo.
-Lamento las molestias…- Respondí notando el paso de sus dedos por las heridas que escocían. Posteriormente, el dolor disminuyo al momento en que los cristales desaparecieron de mi carne, las heridas menores, sanaron con mayor rapidez, pero algunas aun permanecieron mientras Uriel las lavaba.
- Estoy consciente de ello, necesito ganar más experiencia y habilidad con el manejo de la espada…- Asentí cerrando los ojos, un tanto débil. Aun con hambre y ahora aletargado por el veneno que aquellas armas y Demonios transmitieron en mi cuerpo. Solo necesitaba descansar al menos un poco, de estar en el Cielo, la recuperación seria inmediata, estando en la Tierra era más difícil, el cuerpo que adquiríamos para pasar desapercibidos, solía necesitar demasiados cuidados para mantenerse estable.
- Estoy dispuesto a entrenar el tiempo que creas necesario…- Añadí suspirando, pasando lentamente una mano por mi rostro sudoroso, manchado de mi sangre y de algunos Demonios seguramente, incluso de mi hermano Uriel.
- ¿Quién fue ese que casi moría, Uriel? – Me atreví a cuestionar, intentando saber más de él. Dado que apenas y sabia algo mas allá de cuando solíamos estar todos bajo el techo celestial. Aprendiendo las enseñanzas de nuestro padre y siendo observadores de la evolución de la humanidad.
- Esto me recordó cuando tuve que Luchar contra Baalberith…- Aquella batalla, la perdí deshonrosamente…casi muero en manos suyas incluso, quede tan herido y maltrecho que pase un largo año en el Cielo recuperándome de las heridas, también lleno de vergüenza por ello. Aunque afortunadamente, conté con el apoyo de Padre y algunos hermanos, para superar aquella vivencia, mas aun hoy tenia deseos de re encontrarme con Baal y lucha nuevamente, pero esta vez, mejor preparado.
-Lamento las molestias…- Respondí notando el paso de sus dedos por las heridas que escocían. Posteriormente, el dolor disminuyo al momento en que los cristales desaparecieron de mi carne, las heridas menores, sanaron con mayor rapidez, pero algunas aun permanecieron mientras Uriel las lavaba.
- Estoy consciente de ello, necesito ganar más experiencia y habilidad con el manejo de la espada…- Asentí cerrando los ojos, un tanto débil. Aun con hambre y ahora aletargado por el veneno que aquellas armas y Demonios transmitieron en mi cuerpo. Solo necesitaba descansar al menos un poco, de estar en el Cielo, la recuperación seria inmediata, estando en la Tierra era más difícil, el cuerpo que adquiríamos para pasar desapercibidos, solía necesitar demasiados cuidados para mantenerse estable.
- Estoy dispuesto a entrenar el tiempo que creas necesario…- Añadí suspirando, pasando lentamente una mano por mi rostro sudoroso, manchado de mi sangre y de algunos Demonios seguramente, incluso de mi hermano Uriel.
- ¿Quién fue ese que casi moría, Uriel? – Me atreví a cuestionar, intentando saber más de él. Dado que apenas y sabia algo mas allá de cuando solíamos estar todos bajo el techo celestial. Aprendiendo las enseñanzas de nuestro padre y siendo observadores de la evolución de la humanidad.
- Esto me recordó cuando tuve que Luchar contra Baalberith…- Aquella batalla, la perdí deshonrosamente…casi muero en manos suyas incluso, quede tan herido y maltrecho que pase un largo año en el Cielo recuperándome de las heridas, también lleno de vergüenza por ello. Aunque afortunadamente, conté con el apoyo de Padre y algunos hermanos, para superar aquella vivencia, mas aun hoy tenia deseos de re encontrarme con Baal y lucha nuevamente, pero esta vez, mejor preparado.
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Re: Libre-Rock Evanescence
Uriel no solía mencionar el pasado, poseía muchos recuerdos, sobre todo de la época que todo era inocente, puro, en la cual, solo empuñaba su espada para mantener entrenamiento meramente amistosos con sus hermanos, disfrutandode su compañía, jamás se le pasó por la mente tener que blandirla para golpear a alguien que había amado, que compartía la misma naturaleza celestial que él y eran hijos del mismo Padre...no había nada más triste que derramar la sangre de la familia, más horrible que decidir tener que dar muerte a un hermanos. Caín y Abel, no fueron los primeros que mataron, no, los primeros fueron ellos y en la batalla para expulsar a Lucifer del Cielo, fue donde Uriel perdió toda su inocencia, se resquebrajó en pedazos y aunque su voluntad era fuerte su corazón se tuvo que volver de hielo, para hacer lo que se debía hacer aunque uno no comprendiera el Plan a largo plazo, solo Dios sabía que vendría y los destinos eran trazados aunque ellos no pudieran ver todos los caminos y cruces.
Suspiró apenas, sus manos grandes, encallecidas, colocaron varios de los cojines, amontonandolos e hizo que Shamuel se recostara suavemente, observando que estaba demasiado pálido, agotado y débil. Volvió a posar las yemas sobre su frente, apartando alguno de los bucles dorados, los ojos de Uriel eran de un tono azul plateado, profundos como los secretos que se guardaba para si mismo-Uno...de nuestros hermanos menores, Caridad, murió hace mucho cuando los primeros enfrentamientos con demonios, su corazón temblaba cada vez que mataba y sus ojos de llenaban de lágrimas como si fuera su alma la que se partía. No había ángel más dulce...-separó los dedos de la piel de su hermano, escrutándolo-Ahora su esencia está con nuestro Padre. Y eso fue otra lección dolorosa para mi, no esperes nada de un demono ni des nada, piensa que cuando les das muerte das paz a esas almas corruptas y redimes a los que dieron muerte ellos mismos.Todos volvemos al seno de nuestro Padre.
Se puso en pie, sus dos metros lo hacian verse majestuoso y el rostro de rasgos clásicos le ortargaba aquella apariencia-Voy a buscarte algo de comer, hermano. Es mejor que pasemos la noche aquí, yo velaré tu descanso, no tendrás demonios que temer.-fue hasta la cocina que estaba abastecida aunque no pasara grandes periódos de tiempo en aquel lugar, pagaba a una asistenta. Abrió la nevera y extrajo fruta y agua, Shamuel era sencillo en sus gustos, en cuanto a él, podia estar sin comer por ahora.
Retornó al salón con la bandeja y se acomodó a su lado, peló una manzana y la cortón, luego fresas-Come...ya mañana hablaremos de otros asuntos importantes pero ahora tu mente y tu cuerpo precisan de descanso.
Suspiró apenas, sus manos grandes, encallecidas, colocaron varios de los cojines, amontonandolos e hizo que Shamuel se recostara suavemente, observando que estaba demasiado pálido, agotado y débil. Volvió a posar las yemas sobre su frente, apartando alguno de los bucles dorados, los ojos de Uriel eran de un tono azul plateado, profundos como los secretos que se guardaba para si mismo-Uno...de nuestros hermanos menores, Caridad, murió hace mucho cuando los primeros enfrentamientos con demonios, su corazón temblaba cada vez que mataba y sus ojos de llenaban de lágrimas como si fuera su alma la que se partía. No había ángel más dulce...-separó los dedos de la piel de su hermano, escrutándolo-Ahora su esencia está con nuestro Padre. Y eso fue otra lección dolorosa para mi, no esperes nada de un demono ni des nada, piensa que cuando les das muerte das paz a esas almas corruptas y redimes a los que dieron muerte ellos mismos.Todos volvemos al seno de nuestro Padre.
Se puso en pie, sus dos metros lo hacian verse majestuoso y el rostro de rasgos clásicos le ortargaba aquella apariencia-Voy a buscarte algo de comer, hermano. Es mejor que pasemos la noche aquí, yo velaré tu descanso, no tendrás demonios que temer.-fue hasta la cocina que estaba abastecida aunque no pasara grandes periódos de tiempo en aquel lugar, pagaba a una asistenta. Abrió la nevera y extrajo fruta y agua, Shamuel era sencillo en sus gustos, en cuanto a él, podia estar sin comer por ahora.
Retornó al salón con la bandeja y se acomodó a su lado, peló una manzana y la cortón, luego fresas-Come...ya mañana hablaremos de otros asuntos importantes pero ahora tu mente y tu cuerpo precisan de descanso.
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Re: Libre-Rock Evanescence
Por momentos, Uriel parecía ver en mí un chiquillo tímido y débil. Si bien era cierto que no era un guerrero, tenaz, audaz y sobre todo, fuerte. No era débil, tenía muchas habilidades que me daban capacidad de defenderme al menos decentemente, a medida que los nuestros caían, nosotros teníamos que aprender de todo un poco, con la finalidad de poder suplir puestos, por decirlo de alguna manera.
De mí, no podía esperar que me convirtiera en un guerrero formidable de la noche a la mañana, estaba pasando por cambios, algunos más dolorosos que otros. Los golpes venían creo yo, a su debido tiempo, sin prisas, el principal, que dejo una enorme herida en mi fue aquella batalla que me dejo un largo año recluido en el cielo, imposibilitado a bajar a la tierra por la gravedad de las heridas, pero más que daño físico, fue daño psicológico, aquel demonio supo cual era mi talón de Aquiles y no dudo en aprovecharse de ello.
- Yo creo, que aunque me digas que no espere nada de un Demonio, siempre tendré la ciega esperanza de que alguna vez quiera redimir sus pecados y volver al seno que le vio nacer… no es terquedad, Uriel, fui creado para mantener la fe en el amor de dios padre…¿Si yo dejo de creer en todos, buenos o malos? ¿Cómo podría desempeñar firmemente mi papel? –Me atreví a cuestionar, para muchos, mi fe en las personas, era sinónimo de debilidad, ingenuidad… ellos no comprendían que mi esencia era esa, amar y creer, por mucho que fuera dañado [Sin rayar en el masoquismo], el amor que desprendía era infinito, porque provenía de Dios, él me proveía de amor para dispersarlo en todo aquel que lo necesitara.
- Quizá Caridad y yo, seamos más semejantes de lo que te imaginas…- Murmure en voz baja, cerrando un momento los ojos. Yo sufría interiormente, por cada Demonio que terminaba exterminando, me dolía no darle siquiera la oportunidad de que el amor lo tocase, de intentarlo por lo menos, aunque tampoco es que tuviera mucha oportunidad para ello, generalmente me miraba envuelto en una batalla poco después de haber cruzado palabra, todo era siempre tan rápido… tan… desagradable, pero al final siempre sucedía lo mismo; Terminaba con un mal sabor de boca y una culpabilidad enorme que nada podía sosegar hasta que por sí solo desaparecía.
No es que temiera de los Demonios, al contrario, algunos de ellos me causaban curiosidad inmensa, otros compasión y misericordia, pero jamás lastima. Abrí los ojos, girando suavemente mi cuerpo, para quedar recostado boca arriba, soportando el escozor de las heridas que permanecían, pero que iban curándose de poco en poco debido a mi estado anímico débil.
- Gracias, Uriel…- Musite taciturno, erguiendo un poco mi cuerpo, hasta poder coger una posición cómoda. Tome uno de los trozos de la manzana servidos sobre la bandeja y deguste tranquilamente, sin prisa alguna, meditando algunas cosas…
De mí, no podía esperar que me convirtiera en un guerrero formidable de la noche a la mañana, estaba pasando por cambios, algunos más dolorosos que otros. Los golpes venían creo yo, a su debido tiempo, sin prisas, el principal, que dejo una enorme herida en mi fue aquella batalla que me dejo un largo año recluido en el cielo, imposibilitado a bajar a la tierra por la gravedad de las heridas, pero más que daño físico, fue daño psicológico, aquel demonio supo cual era mi talón de Aquiles y no dudo en aprovecharse de ello.
- Yo creo, que aunque me digas que no espere nada de un Demonio, siempre tendré la ciega esperanza de que alguna vez quiera redimir sus pecados y volver al seno que le vio nacer… no es terquedad, Uriel, fui creado para mantener la fe en el amor de dios padre…¿Si yo dejo de creer en todos, buenos o malos? ¿Cómo podría desempeñar firmemente mi papel? –Me atreví a cuestionar, para muchos, mi fe en las personas, era sinónimo de debilidad, ingenuidad… ellos no comprendían que mi esencia era esa, amar y creer, por mucho que fuera dañado [Sin rayar en el masoquismo], el amor que desprendía era infinito, porque provenía de Dios, él me proveía de amor para dispersarlo en todo aquel que lo necesitara.
- Quizá Caridad y yo, seamos más semejantes de lo que te imaginas…- Murmure en voz baja, cerrando un momento los ojos. Yo sufría interiormente, por cada Demonio que terminaba exterminando, me dolía no darle siquiera la oportunidad de que el amor lo tocase, de intentarlo por lo menos, aunque tampoco es que tuviera mucha oportunidad para ello, generalmente me miraba envuelto en una batalla poco después de haber cruzado palabra, todo era siempre tan rápido… tan… desagradable, pero al final siempre sucedía lo mismo; Terminaba con un mal sabor de boca y una culpabilidad enorme que nada podía sosegar hasta que por sí solo desaparecía.
No es que temiera de los Demonios, al contrario, algunos de ellos me causaban curiosidad inmensa, otros compasión y misericordia, pero jamás lastima. Abrí los ojos, girando suavemente mi cuerpo, para quedar recostado boca arriba, soportando el escozor de las heridas que permanecían, pero que iban curándose de poco en poco debido a mi estado anímico débil.
- Gracias, Uriel…- Musite taciturno, erguiendo un poco mi cuerpo, hasta poder coger una posición cómoda. Tome uno de los trozos de la manzana servidos sobre la bandeja y deguste tranquilamente, sin prisa alguna, meditando algunas cosas…
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Re: Libre-Rock Evanescence
Uriel no dijo nada, se limitó a escrutarlo con sus ojos fríos, luego ladeó el rostro para ver como se estaba poniendo el sol poco a poco, dentro de poco se haría la absoluta oscuridad y era donde los demonios ganaban mas fuerza, aprovechaban la ausencia de luz para volverse más poderosos y temibles, los humanos hacía bien en temer la oscuridad, la noche, todo lo frío y muerto. Inspiró y su pecho ancho volvió a hincharse bajo su ajustada camiseta, ladeó el rostro para mirarlo a los ojos, Uriel era directo como directa era su espada en combate, no sabía de sutilezas, jamás se le dieron bien, muchos de sus hermanos eran burlonamente tiernos en este punto y Uriel debía darles todo la razón, era tosco.
-Espero que no seas como Caridad-su voz fue firme-lo amaba como amo a todos mis hermanos pero esperar compasión del enemigo es tu perdición. Si eres como él, morirás, Shamuel.-lo tapó con las mantas, acercando su rostro al suyo, sus ojos se tornaron plateados-no deseo perderte a ti.-las colocó bajo su barbilla y apartó los dedos para ponerse en pie e ir hasta la terraza, de su espalda brotaron sus enormes alas plateadas de gran envergadura y las plegó con un susurro de sus suaves plumas.
Se apostó allí, dispuesto a montar guardia toda la noche si era necesario, velaría por el sueño y la seguridad de su hermano, que drámatica se estaba haciendo toda la situación, cada vez más débiles y privados de fuerza para hacer la guerra, cada vez más aniñados, cada vez creyendo que todo se solucionaría con palabras hermosas, no, no...todo debía ser encauzado, solo había verdades absolutas, la muerte y la vida, la luz y la oscuridad, el resto eran sombras que confudían los corazones, esperaba que el suyo pudiera continuar latiendo con fuerza.
-Espero que no seas como Caridad-su voz fue firme-lo amaba como amo a todos mis hermanos pero esperar compasión del enemigo es tu perdición. Si eres como él, morirás, Shamuel.-lo tapó con las mantas, acercando su rostro al suyo, sus ojos se tornaron plateados-no deseo perderte a ti.-las colocó bajo su barbilla y apartó los dedos para ponerse en pie e ir hasta la terraza, de su espalda brotaron sus enormes alas plateadas de gran envergadura y las plegó con un susurro de sus suaves plumas.
Se apostó allí, dispuesto a montar guardia toda la noche si era necesario, velaría por el sueño y la seguridad de su hermano, que drámatica se estaba haciendo toda la situación, cada vez más débiles y privados de fuerza para hacer la guerra, cada vez más aniñados, cada vez creyendo que todo se solucionaría con palabras hermosas, no, no...todo debía ser encauzado, solo había verdades absolutas, la muerte y la vida, la luz y la oscuridad, el resto eran sombras que confudían los corazones, esperaba que el suyo pudiera continuar latiendo con fuerza.
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