Entrenamiento

Gackupo me observó y me habló sobre el alma, tras lo que comentó que debería buscar a mi hermano.

Yo suspiré levemente, sacudiendo la cabeza:
-Bien, supongo que sí. Aunque un alma es inversa... ¿sigue siendo un alma?-inquirí, alzando las cejas.- De todas formas, no importa. Como no vaya a hacerle una visita a una maldita hechicera, para conseguir un espejo que muestre el alma, o algo así, nadie lo creerá.-me encogí de hombros, con desinterés.-le miré molesta, tratando de no enfadarme.- ¿Y qué te crees que estoy haciendo? Llevo buscándole muchísimo tiempo... Pero no lo encuentro, nadie sabe dónde está. Si no fuera porque es mi hermano gemelo y lo sabría, diría que está muerto.-hice una mueca; no, no podía estar muerto, lo habría notado, sin duda alguna.

-Tal vez él sí ha dado contigo y ha pensado que es mejor guardar distancia, si discutísteis y él es algo tímido no sabrá como iniciar tema alguno. Quizás está más cerca de lo que crees, observándote.-me encogí de hombros notando la brisa del bosque rodar entre nosotros con el aroma del musgo, las diminutas flores invernales y la humedad.-Mi hermano es así, siempre que discutimos tiene que ser un tercero quien le ruegue que venga a verme, pues deseo hablar con él y no es para seguir discutiendo.

Sabía qué era eso, lo vivía a diario. En ocasiones me enfadaba por el juego que tenía con los lobos de nuestra manada, intentaba encontrar el amor incluso en hombres casados y yo ya le había dicho que de esa forma no hallaría respuesta alguna. Debía encontrar a la persona indicada.

Escuché pacientemente a Gackupo, y sacudí la cabeza:
-¿Tímido?-reí levemente, burlona.- No, ni mucho menos. Aunque tal vez sea en verdad como tú dices, pero por puro orgullo no quiera hablarme.-fruncí el ceño con cierta tristeza.- En realidad no fue exactamente una discusión... Yo me limité a apartarle poco a poco de mi lado, por el estúpido miedo a algo que nunca me atreví a decirle...-suspiré con una pequeña mueca.

Gackupo comentó que cuando discutía con su hermano siempre era un tercero el que tenía que hacer de intermediario.

Yo alcé las cejas, divertida, y asentí lentamente:
-Bien, así que tienes un hermano... Eso tengo que verlo.-sonreí burlonamente.

-No creo que te interese ver mi propio reflejo frente a frente, un reflejo más pasional.-susurré con calma.

Mi hermano era un torbellino de sentimientos, un buen curandero pero poco práctico guerrero. Sabía defenderse, aunque siempre pedía que yo fuera a molestar a todos sus amantes que se olvidaban de llamarlo o simplemente cuando le pegaban. Era como una chica en el cuerpo de un hombre. Tenía rasgos más finos, su cuerpo no tenía tanto músculo y su cabello era largo en un tono más café.

Nuestra hermana solía decir que cuando se quedó sin padres nosotros lo fuimos, pues Kiba era como su madre, más que su hermano, y yo era el padre protector que imponía las reglas.

Echaba de menos a ambos, era como desear algo que no se puede tener. Deseaba que vieran que vivía bien, que había conseguido sobrevivir por mí mismo sin la camada y que volvería con ellos, con todos, en cuanto Alexei comprendiera que era mejor Japón que esta ciudad envenenada.

Gackupo susurró que no me interesaría ver su reflejo más pasional.

Yo alcé las cejas, imaginándome a un Gackupo con pequeños cambios físicos, y personalidad feroz. Parecía una broma de mal gusto...

Si bien comprendía. Mi hermano gemelo y yo teníamos los mismos rasgos, de modo que si tuviéramos el cabello de la misma longitud, y nuestro cuerpo fuera andrógino, no habría forma de distinguirnos a simple vista.
De hecho, alguna vez nos habíamos cubierto con capas negras, ocultando nuestro cuerpo y nuestro cabello, y habíamos hecho "pequeñas" travesuras tales como volver a la gente loca por pura confusión.

Sacudí la cabeza, de nuevo concentrándome en el licántropo, y sonreí burlonamente:
-¿Más pasional? Entonces me reafirmo. Eso tengo que verlo.-repetí.- Estaría bien conocerte de nuevo pero con otro yo, sin esa maldita calma que taaanto amas.

-Yo soy pasional, pero él lo es lejos del campo de batalla.-era un lobo hecho a sí mismo, sin embargo estaba a la sombra de mi padre. Él era una especie de filósofo romántico y hedonista, amaba a todo y le provocaba curiosidad incluso un gusano surgido del lodo. Y para ser sinceros, la mayoría de sus amantes eran gusanos surgidos del lodo.

Mi hermano era un amante del arte, de la naturaleza y vivía en su propio mundo. Siempre se sentía airado, no quería que le lastimaran y sin embargo él podía hacerlo con una mirada. Pero, por encima de todo, era dulce y sensible. Siempre estaba ahí cuando alguien necesitaba llorar en el hombro por culpa de cualquier dolor o estupidez. Extrañaba su nariz arrugada frente a mis palabras crueles, sus ojos llenos de lágrimas y sus golpes contra mi pecho. Palabras crueles por culpa de haberse dejado usar otra vez. Sin embargo, creo que echaba de menos su aroma pegado al mío. Siempre habíamos dormido juntos, era una costumbre que jamás nos empeñamos en arrancarnos y finalmente el destino hizo que yo me fuera, lo dejara atrás y se quedara al cuidado de nuestra hermana pequeña.

-Creeme, no sería lo mejor. Creo que intentarías competir con él en momentos dramáticos y yo me estresaría. Es mejor ser taimado, pensar hondamente y luego tomar decisiones. Si no pensamos en las consecuencias podemos terminar dañados, ¿o a caso lo ves de otra forma?

Escuché lo que Gackupo decía, y reí levemente imaginándome la escena.

Me veía a mí dándole la tabarra a un licántropo sin rostro, mientras que Gackupo perdía al fin aquella maldita paciencia que tanto adoraba... Parecía divertido; algún día tendría que probarlo. Porque, desde luego, según cómo lo pintaba Gackupo, su hermano me caería bastante mejor que él.
-No sigas hablando.-pedí, sacudiendo la cabeza, burlonamente.- Cada palabra que dices me convence más de que tengo que hacerle una visita a tu hermano...-sonreí divertida.- Pero no te preocupes, no le haré el más mínimo daño... presiento que me caerá realmente bien.

-Lo dudo.-murmuré haciendo memoria de la última discusión que habíamos tenido.

Había sido una discusión por cámara web, una de esas llamadas en las cabinas donde podías prácticamente ver en 3D a la persona en cuestión. Me había gastado la paga de una semana, todo para verle perfectamente y explicarle la situación real. Yo no salía con una mujer, sino con un hermafrodita, y para colmo estaba enfermo pese a ser prácticamente inmortal por el pacto con Lucifer, pacto que hizo para salvar a Lutho de su poder.

"¿¡Qué!? ¡Lo que tienes que hacer es volver a Japón de inmediato! ¡El clan te necesita! Traelo si gustas, pero es mejor aquí que allí"

Al final todo se resumía que se había dejado engatusar por otro hombre casado, ahora era la querida... y se sentía rechazado por la tribu. Mi hermana no paraba de llorar porque se burlaban de ella. Mi primo perdía la paciencia tras él, prácticamente se tiraba del largo cabello que poseía.

Podía ver la casa decorada de forma distinta, algo más femenina, y todo porque él estaba influenciando en todo. Temía que mi hermana fuera como él, una estúpida enamoradiza a la cual usar.

-No me gustaría que discutieras con él, conmigo no importa porque sé defenderme de forma sensata y razonada. Pero con él es distinto.-susurré antes de mirar hacia el cielo, o más bien hacia las ramas.

Si me ponía a pensar lo "calmado" que era... Había prácticamente asesinado a un hombre por intentar acostarse con mi pareja. Cuando conocí a Alexei era prostituto, pero ya no. Odiaba que intentaran comprarle como mercancía barata. Me convertí en lycan casi de inmediato, pero aún con rasgos humanos, y estaba por entrar en fase crinos cuando Alexei me paró con su poder. Si no me hubiera parado me hubiera metido en un lío, ese humano pertenecía a Caim. Era uno de sus ojos, de sus espías, infiltrado entre humanos comunes.

-Es perjudicial ser tan pasional.

Gackupo replicó que no lo creía y que no le gustaría que discutiera con su hermano, pues con él era distinto.

Yo sacudí la cabeza, divertida, y le examiné con atención, observando sus rasgos y su expresión mientras pensaba en lo que fuera que estuviera pensando.
-Ah, no discutiré con él entonces.-aseguré, sonriendo delicadamente.- Lo prometo.-le dediqué mi mejor cara de niña inocente.- Seré buena chica y me portaré bien.-bufé burlonamente, sacudiendo la cabeza.- Aunque sólo sea para contrariarte.

Escuché como Gackupo aseguraba que era perjudicial ser pasional, y le miré con un mohín:
-¡Tonterías! La pasión nunca está de más, aunque a veces puede llevar a algunos pequeños malentendidos.-añadí divertida, recordando ciertos sucesos del pasado...

-Es mejor tener las cosas claras que decir algo que puede hacer daño a alguien, se puede ser pasional en la cama pero no se debe ser pasional en el trabajo, frente a un amigo o simplemente ante un enemigo.-dije serio intentando que comprendiera a que me refería.-Puedes hacer daño a quien amas, o todo aquel que deseas cuidar. La pasión no es buena en las relaciones sociales, sólo con la pareja y en ciertos momentos.

Era un guerrero lleno de pasión, pero una vez tomada mi decisión de forma sabia. Sin embargo, si alguien tocaba a Alexei deseaba destrozarlo sin pensarlo ni un segundo. Alexei era lo poco que tenía, pensaba casarme con él aunque no sabía cuanto tiempo podía tener de vida por culpa de su enfermedad. Deseaba que sólo fuera mío, lo atesoraba como si se fuera a romper o desgastar en cualquier momento. Pero con el resto de cosas era calmado, muy competitivo pero calmado.

Escuché sus palabras, y las medité un instante.
Evidentemente, pretendía que comprendiera que no era aquello a lo que él se refería... y lo comprendía, claro, pero era un demonio, llevaba la pasión en la sangre, y no veía nada de malo en ello.

Clavé mis bellos pero aterradores ojos azules en su rostro, pensativamente.
-Ah, así que sólo se debe ser pasional en la cama.-reí ligeramente, sacudiendo la cabeza.- Sí, en parte estoy de acuerdo, pero se te escapan algunos detalles...-comenté, sonriendo burlonamente.- Aquí, el monje budista, asegura que la pasión no es buena, sin embargo, estoy más que segura de que ha caido en ella alguna vez... Hay veces que no se puede controlar como nos gustaría.-repliqué divertida.

-Intento controlar mis impulsos, un buen guerrero no se deja llevar por ellos.-dije serio intentando que ella no pudiera alterarme.

Era celoso, tanto que era capaz de atar a Alexei a la cama con mil cadenas. Pronto sería mi esposo. Deseaba que así fuera. Tal vez adoptábamos a uno o dos cachorros. Tendría con él una vida plena, llena de felicidad a pesar que estaba deseando entrar en alguna lucha. Debía encontrar primero una organización que me agradara, si no lo hacía seguiría por libre.

Mi espada necesitaba hablar, mis manos sentir el dolor de mis víctimas. Si no peleaba en la ciudad era porque no lo veía necesario. Luchaba por causas justas, pero ninguno allí se merecía que librara batallas en su nombre. Por ahora cuidaba de Alexei y ese era mi único cometido.

-Hay situaciones que nos desbordan, pero no son las más comunes en mi.