Nyanpire in the shop

Había ido a comprar de nuevo, esta vez a una zona más exclusiva. Notaba que los demonios amaban este lugar, así como vampiros poderosos, debía tener cuidado porque podía caer en manos de cualquier indeseable. Noches atrás bía conocido a "Alex" de una forma peculiar, sin embargo no quería centrar mi cabeza únicamente en él. Deseaba seguir con mi vida, más o menos, comprando telas y más telas.

Quería hacer un conjunto bonito para Adrian, uno que se viera un poco más adulto y pudiera usar en sus negocios. Algo cómodo, elegante y acorde a él. También quería hacer una ropa más seria para Román, desde que había conocido a ese pequeño lobo estaba como más adulto y más serio. Quería ser sofisticado y con un aire algo rudo. Supuse que ya le habían dicho como ser un lobo y no un cachorro. Haría algo para su amigo, para que no fuera siempre usando ropa de Amaury como me dijo. Unos pantalones algo amplios y cómodos, una camiseta que pusiera Black Wolf y quizás un colgante. Para mí había pensado algo que le insinuara a Alex que estaba libre, que necesitaba algo más de todo lo que me había dado. Sabía las tallas de todos por medios "ocultos" que no iba a decir a nadie, pero era mi forma de gato la que conseguía la información.

Había entrado en una tienda, en una de lencería femenina y masculina, miraba algo de ropa interior nueva. Quería algo cómodo y que no me hiciera sentir viejo. Supuse que unos boxer nuevos con otro corte más estilizado y pegado a mi piel estaría bien. Miraba algunos jugando con el pircing de mi labio, inclinaba leve mi cabeza y movía mi cadera como si tuviera la cola de un gato. Era un gesto que incluso había heredado mi hijo.

-Mucha tela sintética, si sudas un poco te hace sentir incómodo.-comenté antes de tomar otro de algodón.-Ugs... para viejos.-murmuré buscando algo apropiado para mí.

Aun iba algo perdida por los últimos días en los que había hecho muchas cosas. Dejé la tienda de animales y a Sammy allí, quería pasar mas tiempo a solas, caminaba por las calles para comprar mas ropa, o algún peluche para Nana.

Pero mi atención se vio movida por una tienda de ropa de hombre, entre en esta y me puse a mirar la ropa, tal vez le comprara algo para papa y Daichi. Parecía que había poca gente, pero iba tan en mi mundo que no percibía a los seres que habían en la tienda.

Miraba ahora la ropa interior buscando unos bóxers lindos para papa que sin darme cuenta me choqué contra la cadera de un chico. Le miré parpadeando con la cabeza ladeada y le repase de arriba a bajo.

Gatito? - pregunte con curiosidad al ver que movía la cadera.

-¡Nya!-exclamé encontrando los apropiados.-Con este Alex cae.-comenté antes de notar que alguien me golpeaba y me quedé mirando.

Era una chica, tenía cierta presencia maligna pero no parecía agresiva. Alcé una de mis cejas al recordar cierto aroma. La tienda de mascotas, la misma donde Daichi vendía animales únicos y pociones especiales. Conocía a Daichi, era de la misma organización a la cual yo estaba afiliado y era amigo de Amaury, al igual que yo lo era. Habíamos hablado en el pasado, pero de él no sabía nada desde hacía algunos meses.

-Daichi.-susurré por inercia, antes de rascar mi mejilla con una de mis largas uñas parecidas a las de un gato por su longitud.-Mi nombre es Cat.-era mi apodo, pero así me llamaban todos.-¿Conoces a D?

Yo soy Lauren - murmure inspeccionando mejor su rostro y olisqueandole. No sabía si debía decir que él estaba con papa y que mas de un demonio se enterara de que papa tenía nueva pareja.

Voy a jugar con los animales de la tienda, Samantha es mía - sonreí y percibí que era un vampiro.

Con la presencia de Caim en las calles ya no me podía fiar de nadie, aunque aquel vampiro parecía normal, dentro de todo lo malo.

Te gustaría jugar conmigo gatito? - sonreí de nuevo rascando su mejilla como si fuera un gatito de verdad

-¿Con Sam?-pregunté recordando que era una incontrolada. No lograba jamás D encontrarle una familia o alguien apropiado. Parecía un gato engrifado que buscaba atenciones, sin embargo cuando lo conseguía arañaba y salía corriendo.

Me quedé quieto cuando me acarició la mejilla. Las chicas no solían acercarse a mí, tan sólo aquellas que visitaban la pequeña tienda de moda que tenía en la ciudad. Vendía ropa para todo tipo de clientela, era mi pequeño negocio. Con el dinero que tenía ahorrado podía vivir cien años sin tener que ganar nada, pero me gustaba compartir mis diseños e imaginar que otros los disfrutaban.

-¿Jugar a qué?-pregunté con cierta cautela echando un paso atrás.

Mis botas algo altas me daban unos centímetros de ventaja a su estatura, sin embargo parecía más pequeño y débil. Era la creación más poderosa de Lestat, un descendiente de sus días de juventud y una criatura hecha antes de la guerra. Un ser poderoso, pero bastante débil contra demonios con cierto poder.

-No pienso ser comida de demonio, aunque dices que eres amiga de Daichi y debería fiarme.-recordé como le di un pelotazo en toda la frente a Alex. No me fiaba de nadie.

Asentí cuando pregunto aun con una sonrisa pero vi que se apartaba de mi un poco, agache la cabeza y luego volví a mirarle.

No se, nadie nunca juega conmigo. Solo se jugar con los animales de la tienda de Daichi - murmure triste.

Me aparte de él y me puse a mirar ropa para papa y Daichi, nunca había jugado con los demás niños, y ahora que me ponía a pensar no sabía a que jugar. Metí las manos en los bolsillos del pantalón que llevaba buscando dulces, saqué la bolsa y estaba vacía.

Se terminaron... - hice medio puchero y mire la bolsa fijamente y aparecieron mas dulces, sonreí y volví a meter la bolsa en el bolsillo y comí un osito de fresa volviendo a mirar la ropa una a una

-¿Qué edad tienes?-pregunté mirándola fijamente.-Me recuerdas un poco a mi hijo, siempre anda comiendo dulces. Un día se comió una caja entera de bombones, terminó enfermo.-reí recordando que durante semanas no quiso acercarse a una chuchería.-Los lycan suelen tener un apetito atroz, más aún si tienen mezcla con un vampiro.

Miraba la ropa de hombre y me di cuenta que por su edad podía tener pareja. Tal vez buscaba algo para su padre, para algún amigo o quizás sólo miraba por curiosidad.

-Poseo una tienda de ropa, pero mi fuerte no es la lencería.-comenté tomando uno de los calzoncillos.

Eran cómodos, discretos y con un símbolo japonés que conocía. Se trataba del símbolo de la buena fortuna. Eran negros con el símbolo en violeta. Estiré mi mano y se lo ofrecí.

-Si buscas para D este le gustará, no son muy grandes y se ven cómodos, algo amplios. D es de llevar ropa algo ajustada, pero jamás lleva pantalón por lo cual unos calzoncillos de este tipo algo ajustados sin ser boxer le irían bien.-moví la prenda antes de dejarla en su lugar y tomar la mía para ponerla en la cesta de compra.-Debo ir a verle, llevo como tres meses sin pasar a saludarle. Como mi hijo ya no vive conmigo no compro tanto té, sólo tengo para las visitas que puedan tomar alimento... pero he pensado en comprar un gato común y corriente, uno que me haga algo de compañía aunque no sé si...-me sonrojé cuando pensé en Alex. Quería que viniera a casa, que estuviera un rato más conmigo, y no sabía si tener un gato lo echaría para atrás... aunque yo era uno en cierta forma.

Tengo cien en verano hago ciento uno - sonreí levemente llevando otro osito a la boca escuchando que tenía un hijo.

Ladee la cabeza mirándole y sonreí levemente imaginando a su hijo, negué con la cabeza un poco y vi los calzoncillos que decía que a Daichi le gustaría, sonreí mucho mas y los cogí poniéndolos en la cesta.

Gracias espero que le guste - sonreí levemente.

Luego recordé que Daichi era frío hacia los demás, me había entrado la curiosidad por saber que cara pondría aquel gato si le decía que tenía pareja.

Ven cuando quieras, él siempre esta en la tienda seguro que se alegra de verte - murmure buscando ahora unos para papa.

O tal vez dejaría que se los comprara él mismo, suspire y lleve ahora chocolate a mi boca. Yo creo mi ropa, aunque a veces me gusta comprar... Hoy en día a los hombres les gusta mucho romperle la ropa a sus amantes

-¿Hoy en día?-dije antes de empezar a reír.-Sí, hoy en día claro.-tomé otros calzoncillos con cabeza de gato para Román, aunque sabía que le molestaría algo tan infantil.-El padre de mi hijo me destrozaba la ropa, los lycan no tienen mucha paciencia cuando sienten la llamada del instinto más básico.-murmuré antes de sonreír de forma algo amarga.

No había vuelto a tener pareja desde su muerte. Había tenido ciertos roces con otros vampiros, algún lycan y un demonio menor que me hizo alejarme de él por ser tan estúpido. Odiaba a las personas que sólo pensaba en sí mismos y él lo hacía.

-De todas formas, siempre se puede arreglar mejorando la prenda.-comenté tomando otro más liso para mi hijo, eran tallas distintas. Mi pequeño era más bajito.-Es lo que he hecho siempre, cuando algo se rompe no se tiene porque tirar.

Le saque la lengua cuando comenzó a reír por lo que había dicho. Me rasque la nuca y mire el dibujo de gato que tenía uno, reí bajito y negué con la cabeza.

Yo encima de que amo a un demonio, no quiere líos por si se burlan de él, o me hacen algo a mi - me encogí de hombros suspirando.
No entiendo nada. Con lo bien que estaba yo follando con humanos y comiéndomelos. Y luego aquel imbécil de Caim... - murmure agachándome para mirar los que habían en el estante de abajo del todo.

Por eso me había alejado de todo aquello, aunque mas me valía irme de viaje.

Ir de viaje sola es un royo, pero no me queda otra porque no tengo ningún amigo a quien acudir

-Los demonios son posesivos, te poseen pero tú no puedes poseerlos a ellos. Digamos que quieren notar que sólo les amas a ellos, sólo a ellos, y ellos pueden ser libres de amar o no.-comenté recordando a mi amante, al cual mandé prácticamente al infierno de las heridas que le causé. No volivó a presentarse ante mí.-Yo no tengo amigos, bueno tengo pero no se acuerda de mí. Es una historia larga... así que lo dejaremos en "está sin memoria"-contarle todo sería un lío, ya lo era para mí.-Durante más de dos siglos he estado cuidando a mi pequeño, pero ya se hizo adulto del todo y quiere ir buscando su otro instinto de lobo con un amigo que ha encontrado. Yo, bueno... he conocido a alguien pero ese alguien no creo que esté lo suficientemente dispuesto a tenerme a su lado.-me moví de estantería para tomar unos calcetines, quería encontrar unos cómodos para andar descalzo por casa.-Y ese nombre que has dicho, Caim.-intenté pensar de qué me sonaba.-No me agrada, pero no recuerdo bien porque.

Buscaba por las estanterías hasta dar con uno con huellas de gato, lo eché la cesta y me fui hasta donde estaba ella. A su lado ya empezaba la parte femenina y había algo de lencería algo simple, pero algunos tenían dibujos y formas interesantes. Tomé un sujetador mirándolo bien, no sabía si comprarle algo así a Michi y si Darius me golpearía por ello. Sin embargo, era uno bastante cute con unas braguitas a juego. Tenían lazos y era de color violeta claro, nada de encaje y recogían bien el pecho.

-Que asco... no recuerdo su talla.-dije mordiéndome el labio inferior para volver a jugar con mi pircing.-Es para mi sobrina, pero juraría que tiene esta talla... pero no sé... si se lo compro tal vez mi hermano me mata y de camino lo mata mi padre Lestat en un ataque de ira.-reí bajo.-Somos una familia explosiva.-volví a dejar la prenda en su sitio y la miré.-A ti te sentaría bien ese negro.-dije señalando uno que estaba alejado.-¿Ves ese?

Caim es uno de los 72 generales del infierno o algo así -hice una mueca sacando la lengua viendo las cosas que cogía.

Mire aquel sujetador violeta y sonreí levemente, era bonito.

Bueno yo tengo como padre a un ángel caído y a un hechicero. Que mas da como sea la familia - murmure y me acerque al sujetador que decía, lo tome y me lo quede inspeccionando. Tal vez a Agra le gustara - Es bonito, me gusta - sonreí metiendolo en la cesta.

Estem... Daichi es la pareja de mi padre - sonreí algo roja y me quede mirando un conjunto de color rojo liso - Lo que pasa es que antes de morir yo estaba con una humana que era mi mama - sonreí y me rasque la mejilla

Me quedé frío cuando dijo lo de la jerarquía demoniaca, pensaba que no era cierto. Sabía que el infierno tenía demonios y ángeles caídos, seres de mundos cruentos, pero no quería creer a ciencia cierta que era de ese modo. Sin embargo, cuando me estaba recuperando del shock vino con lo de Daichi.

-¿¡D qué!?-grité antes de mirarla fijamente sin quitarle vista.-Sólo espero que esta vez no de su vida por su pareja, como la otra vez.-me tapé la boca cuando dije aquello.

Conocí a su abuelo, también a quien era su padre. El padre de Daichi era él mismo, lo habían reconstruido con animales y poderes nunca vistos. El abuelo de Daichi no quería dejar ir a su hijo y lo congeló durante algunos años para traerlo del más allá ofreciéndole su cuerpo a un dragón milenario. Este dejó que las almas de ambos se fundieran y el milagro ocurriera. Daichi murió dando su vida por su pareja, por ello su abuelo jamás le permitió tener nuevamente relaciones con alguien más.

-Como le digas algo a D yo no te conozco, es mentira y no sé nada.

Parpadee sin entender mucho a que vino aquel grito, pero por su forma de actuar luego hizo que agachara la cabeza un poco mordiendo mi labio inferior.
Algo dijo Daichi de su abuelo y de no tener relaciones, tal vez que estuviera con papa no era bueno.

Papa vuelve a querer a alguien... Después de casi un siglo de la muerte de mama... - murmure triste y luego me gire para ir a ver mas ropa para mi, quería alejarme de todo aquello y solo hacía que meterme mas en líos.

Volvía a estar aturdida por toda la información que iba acumulando, quería ver a papa feliz de nuevo, Daichi ya no era tan frío como cuando le conocí, bueno frente a los demás si lo era. Ahora ya no había marcha atrás en su relación, lo mejor era que cerrara la boca y siguiera comprando.

-Eso es bonito.-dije terminando mis compras, pero ella seguía mirando ropa.-Yo llevo más de dos siglos esperando a alguien, no veo a nadie como Dio. Él era especial, me cuidaba y se preocupaba por todos mis cambios de humor.-sonreí sonrojándome recordando sus caricias, me hacía sentir como si siguiera vivo.

Daichi me dijo que su espíritu seguía a mi alrededor, él podía sentirlo mejor que yo mismo. Yo estaba tan distraído buscando enemigos y protección para mi pequeño que para averiguarlo, pero esas sensaciones dulces me hacía sentir como si la fragancia de Dio me envolviera.

-¿Por qué no me acompañas a mis compras? iré a mirar telas, luego si quieres puedes venir a mi tienda... no tengo amigos, tú tampoco al parecer y creo que podríamos serlo.

Tu eres bonito - susurre sin darme cuenta de mis propias palabras, solo esperaba que no las hubiera escuchado.
Por mas que busque no encuentro a un hombre que quiera cuidarme, que no sean papa y Daichi - mire una camiseta pero hice una mueca y negué con la cabeza.
Al escuchar que tal vez podría ser amiga de él sonreí mucho y me lancé contra su cuerpo abrazándole y colgándome de su cuello, le di un besito en la mejilla.
De cierta manera... Yo odio a las mujeres, por eso no tengo amigas - susurre en su oreja y luego me descolgué de su cuello para ir a pagar lo poco que había cogido, el calzoncillo para Daichi y el sujetador negro para mi. Ahora estaba algo mas contenta, la idea de tener un amigo aparte de Sammy me gustaba mucho.

-Vamos a pagar.-dije después de reír por como se lanzó a darme un abrazo.-Yo trabajo para la misma organización que Daichi, en sí la lleva mi sobrino y hermano Darius, así como el resto de mi familia.-comenté caminando a su lado hacia la caja.-Tengo una gran familia pero no se preocupa por mí, necesito volver a ser más sociable como era alguien... será divertido mirar tiendas contigo. Tengo que conseguir algún patrón para modificarlo y hacer mis prendas.

Dejé la cesta frente a la cajera tomando un pequeño folleto. Miraba bien todo lo que tenían, era su nueva sección de cosméticos. Me llevé el folleto para Michi, tal vez ella le sacaría jugo a algo así. No sabía si Darius me querría matar por aquello, pero ella era una chica y todas las chicas debían de tener una bonita laca de uñas y un buen rimel. Supuse que si le gustaba algo del folleto se lo compraría.

-Son cincuenta dólares.-el dinero se iba rápido, todo estaba por las nubes, y algo que me hubiera costado no más de treinta ahora era cincuenta o sesenta.

Pagué en efectivo y esperé a que la atendieran a ella. Lo hice observando la calle, los coches que iban y venían y las personas que salían o entraban de los apartamentos cercanos.

Sobrino y hermano... Darius.... Dairus.... De que me sonaba.... ronronee levemente pensando de que me sonaba, pero tal vez de haber escuchado a Daichi.
Cuando termino de pagar la chica comenzó a envolver en regalo el calzoncillo, como si ya supiera que era para regalo, mas que nada porque se lo ordene mentalmente, cuando termino me quede esperando con cara de niña buena.

Cuarenta dolares... - murmure tendiendo los billetes y cogiendo la bolsa.

Reí bajito, por aquel descuento que yo misma me había otorgado, le tome la mano para ir a donde él quisiera.

Vale tu arrastra que yo te sigo -volví a reír bajito moviendo nuestras manos

-Iremos primero a una tienda que tiene telas muy buenas, tiene todo tipo de tejido y todo es algo caro. Pero mientras haya calidad ¿qué importa? Quiero hacer unas camisas sobrias para mi hijo, unos chalecos y tal vez unos pantalones.-comenté mientras salía fuera cerrando bien mi chaqueta de cuero.-Luego te llevo a mi tienda y ves todo lo que tengo, si te gusta algo te lo regalo... pararemos a descansar a un bar donde hay un camarero guapo que siempre me vende un poco de sangre, de animal eso sí... pero es un refresco para seguir caminando.

Al contrario que a muchos de mis "hermanos" de raza me gustaba la sangre fría con un poco de whisky. Era una bebida perfecta para hacerme sentir vivo, realmente vivo. También había otros tipos de coktails que me enloquecían y que se le añadía sangre. Era feliz compartiendo mi mundo con alguien más, con una amiga, y quería que Adrian volviera a ser el mismo para agrandar el grupo.

-Me puedes contar un poco como es ese demonio... tal vez te puedo ayudar con algún consejo.

Sonreí contenta por lo que decía, parecía divertido hacer todo aquello, ya tocaba caminar un poco. Caminaba con entusiasmo, pero ladee la cabeza por cuando dijo que me regalaría ropa.

Estás seguro de que quieres regalarme ropa? - el único que me regalaba cosas era Daichi, se me hacia raro que alguien más me regalara cosas. Igual sonreí levemente cuando se interesó por mi demonio.

Se llama Agramón... Es el demonio del miedo - encogí un poco mi cuello al recordar que había usado su poder en contra mio por haberle echado. Daichi me hizo una colonia que potenciaba mi esencia, huelo a canela. Pues resulta que un día me tope con él... Y se ve que a él le afecto la colonia... - suspire cerrando los ojos al recordar aquel día en el que lo conocí y a la vez tuve que separarme de él.

Quería irme con él, pero no podía, tenía que quedarme porque el cuerpo no era el mio. Sufrí mucho... Estuvimos un mes separados, lo justo para volver a tener un cuerpo para mi - agache un poco la cabeza y le mire de reojo con algo de curiosidad por saber que pensaba.

-Yo le conozco, bueno conocí a ese demonio hace mucho tiempo. Destructivo como guapo e idiota.-comenté caminando a su lado.-Deberías buscarte a alguien mejor que él, por lo que sé no es bueno... aunque los demonios suelen hacer el imbécil muy seguido.-me palpé la frente recordando a más de uno que había conocido.-Los demonios antiguos olvidan por completo que pueden caer en el amor, aunque digan que no, y cuando caen son de lo peor. Hablo de demonio, las chicas no sé como son en esa raza... las demonias no creo que sean tan bobas. Pero yo es que con las chicas no me llevo del todo, normalmente piensan que me quiero quedar con sus chicos.

Siempre pensaban eso de mí porque trataba a las parejas de mis amigos como a mis amigos, por eso siempre quedaba solo. Me dedicaba mejor a mi hijo, el cual siempre me daba preocupaciones, y a no caer en las palabras de Lestat y sus promesas. Mi padre era un idiota, un tremendo idiota, que no sabía cumplir promesas pero que aún así se le hacía querer porque cuando te quería lo hacía de verdad.

Caminamos hacia la tienda de telas, era en el final de aquella calle, y al entrar vi a la dependienta que se acercó a mí para abrazarme. Era un buen cliente así que usaba todos sus encantos conmigo.

-Cariño... ¡cuánto tiempo! mi amor, vamos ven te enseñaré las nuevas telas.

Yo simplemente puse cara de "no soporto que me toquen así de la nada para venderme la tienda entera". Agarré con cuidado a Lauren de la muñeca para que nos siguiera, cuando lo hizo la solté para quedar frente a los rollos de nuevas telas.

-La oscura es buena.-comenté tocando una mezcla de algodón de distintas razas de oveja.-Con esto podría hacer una buena camisa... Lauren ve y mira alguna tela roja que sea suave, por favor... ¿me lo haces?

Escuche sus palabras y sonreí levemente cuando dijo que debería buscarme a otro negué con la cabeza cerrando los ojos.

No creo que pueda encontrar a otro, llevo la colonia puesta y ni siquiera has hecho lo que él hizo cuando la olió. A ninguno mas le hace efecto - negué con la cabeza.

A mi no me pasaría eso de que él se quisiera quedar con Agra, lo notaba perfectamente. No me perdería.

Al llegar a la tienda fruncí el ceño por como actuó aquella mujer, suspire dejando que me llevara por la muñeca, sonreí y asentí levemente por su petición.

Claro, ahora voy

Comencé a caminar en busca de una tela roja y suave, las acariciaba con un dedo hasta dar con aquella que me había pedido. Me quedé delante de esta mirando fijamente hacia un punto rojo como hipnotizada.

Te parece bien esta? - murmure casi sin moverme

Me giré cuando me habló sobre la tela y me acerqué para contemplarla. Sería una buena tela para el forro del chaleco que quería para mi niño, así también como para alguna camisa en la cual podría dibujar algo, tan sólo eran figuras como sombras chinas.

-Sí, esta está bien... se puede pintar bien sobre ella e imprimir detalles.-comenté acariciándola.-Quiero de este tipo de tela en rojo, azul oscuro y una celeste.-dije a la chica que me miraba.-El azul oscuro quiero que sea azafata y no pavo real u océano.-ella asintió.-Deseo de la negra también y por supuesto verde cazería quiero... ¿tenéis?

-Sí, están allí.-dijo la chica señalándola.-Perdona un momento, voy a saludar a un cliente y ver que desea... mientras puede mirar las telas verdes, todas son exclusivas.

Se marchó dejando en el ambiente cierto aroma a cerezas, me gustaba ese aroma pero en ella no olía bien. Suspiré pesado antes de reír.

-¿Por qué no buscas algo de tela para un vestido? en vez de regalarte algo impersonal podemos hacerte un vestido... eso sí júrame que no lo vaya a romper ese demonio.

Seguía aun mirando la tela, escuchando lo que decían ellos dos, me gire y me puse a mirar otra tela, ladee la cabeza levemente, luego negué y le mire cuando se volvió a dirigir a mi.

Lo prometo - susurre suave con una sonrisa.

No podía permitir que Agra rompiera un regalo de mi primer y único amigo, fui hacia las telas azules pero fui hacia las de color rosa, acaricie un rollo con cuidado y luego regrese con Cat.

Ya tengo la tela me gusta una rosa suave. Gatito - sonreí y me puse a caminar de nuevo hacia la tela.

-Bien, bien.-dije cuando vi la tela que me señalaba.

Tomé un papel donde anotaba los metros de cada tela y su código, estaba acostumbrado a comprar en aquella tienda, luego todo lo llevaban a mi estudio salvo algunas que prefería llevarme yo mismo.

-Nos llevaremos en mano la de tu vestido, lo tendré en un par de noches.-tenía primero que hacer el diseño junto a ella, después elaborar los patrones y de allí empezar a cortar y coser.

Haría quizás un vestido largo de noche, que se abriera hacia un lado y tuviera cierta cola. Añadiría tal vez algún detalle en rojo o negro, tal vez un par de notas musicales y tendría una única tiranta, pero no sabía cual de sus hombros cubriría.

-Haré también un chal con la misma tela, para que puedas cubrir tus hombros... serán cinco metros si quiero guardar un trozo pequeño para otro día que quiera volver a comprar esa.-comenté antes de anotar.

Mi móvil sonó, era mi hijo y yo acepté la llamada mientras sonreía.

-Hola amor.-dije con mi tono habitual.-No, no puedes. No, me da igual. Ya sé, pero tú no vas. Me da igual, no me importa. ¿Y qué? No.-quería ir al bosque con aquel estúpido lobo que le acompañaba.-Ni se te ocurra Román. Si él va que vaya, tú no. Eres mi hijo y yo te digo que no vas.-escuché sus gruñidos bajos cuando le decía que no, incluso se podían escuchar sus lloriqueos.-No vas Román, no vas. Si Amaury me dice dentro de unos días que has ido... te juro que mi castigo será gordo. No, no y no.-colgué y guardé el móvil.

La dependienta se acercó y yo le ofrecí la nota, tenía más o menos un cálculo exacto de todo lo que iba a ir precisando.