Tiene que terminar, para empezar.

Saboreó el bocado mientras escuchaba a Junsu, afirmando algo que ya intuia. Aquel hombre seguia al frente y alguno de los hombres y mujeres que trabajaban para el se habian vuelto mas activos. Si bien en sus origenes dicha organización se habia dedicado a observar, ahora se habian vuelto mas activos e incluso agresivos. Mas no era de extrañar...recopilar datos y defender sus creencias, era compatible. Quizas algun dia Sean decidiera visitar al lider de dicha organización, proponiendole mucha mas informacion de la jamás soñó. Seres intemporales como el guardaban mucho en su memoria, similar a la de una enorme sala de biblioteca, repleta de información.

-¿Le gustaria ser recordado?.- susurro antes de tomar el bocado de aquellos palillos. Pocas personas hacian algo por puro altruismo, habian deseos escondidos, anhelos que camuflaban con sus buenas acciones. No dudaba de que Junsu fuera altruista y punto, que de veras hiciera sus investigaciones por el bien de las futuras generaciones y no por el mero hecho de ser recordado como un gran hombre en esta extensa historia. Aun así preguntó.

-Siempre sera recordado en los corazones de los que te amaron y amaste.- sonrié para dulcificar la pregunta que en un principio pudiera haber parecido un tanto agresiva. Tomó un poco de vino mientras seguia escuchando al oriental, refrescandose la garganta con el liquido añejo y carraspeó ligeramente -Se lo que se siente. Soy un híbrido, ¿Recuerda? He sido perseguido por mis dos naturalezas, despreciado muchas otras veces...y como yo he conocido a seres cuyos pasos ellos mismos desconocen. Perdidos e igualmente repudiados.- hizo un inciso y sonrio mas ampliamente. A su mente venian los recuerdos de cuando era protector del primer damphir, un joven caballero llamado Irme. Habian empatizado de inmediato, ambos eran hibridos y su posicion era mucho mas delicada que la suya propia. Por ello habia entrado en el Vaticano, por ello habia decidido protegerlo, hasta que la guerra celestial estallo y jamas volvió a saber de él. La busqueda habia fallado estrepitosamente.

-Pero jamas renegaria de lo que soy, estoy orgulloso de ser un angel y un demonio y de mi racionalidad que puede domar la maldad que llevo dentro.- dejó los palillos durante un segundo y se inclino, colocando los codos sobre sus rodillas, entrelazando las manos para apoyar en ellas el menton.

Escrutó al joven con intensidad, percibiendo el temor al rechazo que lo impedia disfrutar de la juventud que aun poseia -Si me permite un consejo, se preocupa demasiado. Piensa demasiado. A veces es bueno dejarse llevar, en ciertas ocasiones es bueno no preguntarse por el futuro, por lo que sera o deja de ser.Una cabeza llena de preguntas, dudas y temores no podra alcanzar la felicidad- ese consejo que le habia dado, se lo habia grabado hace años a fuego. Si bien tenia una mente fuerte, capaz de contener al diablo, a veces necesitaba que la maldad fluyera de sus palabras o actos. La represion solo agraba e intensifica lo que se desea ocultar.

-Más bien me gustaría demostrar que ser un mestizo o raro, como somos los cambiaformas, no te hace ser inferior, que hay grandes personas y grandes seres soportando la cruz pesada, el dolor de ser distinto. Creo que deberían de pararse a mirar el mundo diverso que tenemos, a contemplarlo como un niño curioso y dejarse llevar por las sensaciones. Debemos saber qué somos, dónde vamos y dónde queremos llegar. Son preguntas que siempre se ha hecho el hombre, hasta que la televisión lo volvió deforme y dejó de plantearse dudas existenciales. La culpa de todo es la tecnología que avanza cada vez más, lo hace para dividirnos, clasificarnos como monstruos y después ¿qué? No somos héroes de comic, los X-Men no existen ni existieron jamás, sólo una sociedad devaluada y plagada de corrupción, pecado y mentiras. Los demonios sí existen para nuestra desgracia, crueles incluso contra su propia especie, y aún más contra el resto. El ser humano también es un demonio contra las razas más débiles, como los animales que rara vez se ven ya en libertad. Pero la culpa no es del todo nuestra, es culpa de todos por igual y no nos damos cuenta. Haremos que esto se apague de una vez, no vamos a calmarnos hasta que el suelo termine dinamitándose bajo nuestros pies.-dije todo aquello cuando me planteó su pregunta, lo hice casi de seguido tras sus últimas palabras.-Sean, yo no tengo a nadie a quién amar ni a nadie que me ame, sólo tengo mi trabajo el cual me hace sentir orgulloso de cada mínimo e insignificante detalle para otros. Soy como un coleccionista de botones que se vuelve loco porque ha encontrado uno que no tenía.

Quería dejarme llevar, disfrutar, pero cuando pensaba que perdía el tiempo volvía a montarme sobre mi moto y conducía por las ciudades buscando algo nuevo, algo que me llamara poderosamente la atención. Si estaba alejado de todos es porque quería encontrar en la naturaleza alguna planta, algo, que pudiera frenar algunas enfermedades. Necesitaba mejorar el mundo, todo porque hice promesas a mi familia y a mí mismo. Desde niño había querido ser alguien, ser algo más que un chico que se convertía en pantera, gato o lobo. Yo quería ser un buen hombre, un viajero con conocimientos ilimitados y sobre todo quería tener nuevas amistades, aunque estas sólo me duraran unas horas.

-Me duele que todo se vaya a la mierda, hundiéndose en el fango. Me siento perdido buscando el hogar, un día me daré una vuelta por la playa y me encontraré a la estatua de la libertad arrojada. Entonces viviré una de esas películas antiguas, un clásico, el Planeta de los Simios. Sólo que estos simios vienen del infierno, son seres oscuros y demasiado racionales. Aunque sean caprichosos los demonios, son destructivos y juegan con los humanos. En ocasiones creo que ellos han estado siempre tras cada desastre, invento o cualquier momento nefasto para la humanidad.-si le decía la verdad, si le contaba mi sueño, se burlaría. Quería regresar a los tiempos del trueque, esos tiempos donde no existía nada tecnológico y se podía respirar aire puro aunque no tuviera mi moto, la cual iba con electricidad y aceites reciclados.

Me guardé esas ideas para mí, comiendo con tranquilidad e intentando enfocarme en disfrutar de la comida. Mis ojos estaban a punto del llanto. Era un llanto provocado por la ira, la cual crecía cada vez más en mi. Me desesperaba ver como todo se perdía, sin esperanza alguna, y me hundía con ella sin poder evitarlo.

-Me gustaría que todos colaboraran, no sólo unos cuantos a los que se nos llama ingenuos. No sabes la de burlas que he tenido que soportar, aunque supongo que me comprendes por ser mestizo... Yo es como si fuera... como si fuera... como si fuera un superhéroe sin capa, sin poderes místicos y señalado por todos como un bufón.

Ese joven tenia una vision muy particular del mundo. Sin embargo Sean habia vivido en casi todas las edades doradas y no tan doradas del hombre. Desde la creación de la primera gran ciudad Mesopotamia, hasta los dias de hoy. Habia visto alzarse y caer innumerables imperios. El ser humano buscaba siempre lo oculto y la razon mas ponderable de ello era la de adquirir nuevos poderes. Él mismo habia sido objeto de estudio para un hombre detestable cuya alma vendió al demonio. Ese hombre reprimido y tan poca cosa, se habia alzado y habia declarado la guerra a todos aquellos que no compartieran sus estrictos y destructivos ideales. Habia sido el mayor exponente racista...y como ese hombre, esa figura historica, Sean se habia topado con muchos, que se creian superiores y pretendian pisarnos con sus miserables suelas de oro pulido.

Sus sospechas tenian buen fundamento. Los demonios habian morado esta tierra desde que el hombre comenzó a existir en ella. Se presentaban colandose en la mente de los hombres ambiciosos, alebrestando sus mas oscuros y reprimidos deseos...y los deseos los conllevaban a imponer su filosofia, su palabra y su puño. Con el paso de los siglos, la influencia de los demonios habia manchado cada acontecimiento catastrófico, ya fuera natural o intencionado. Ahora mostraban la cara y se exhibian con grandes plumas de pavo real colgando de sus hombros y espaldas.

-Cuentame aquello que te perturba, no voy a juzgarle escuche lo que escuche.- musitó. Aquel joven no pudo reprimir esa duda en su cabeza y a Sean le pareció gracioso que aun pensara que algo podria escandalizarlo a él.
Bajó el rostro a su plato y tomando los palillos tomó el último trozo de sushi que masticó lentamente, separando el sabor de cada ingrediente. Se fijo en la rabia que mostraban esos ojos oscuros, la impotencia que surcaba su rostro.

Alargó la mano y apretó el hombro derecho de Junsu -Un solo hombre no puede cambiar la historia. Confio en que los demás seres que se subyugan por el poder de un demonio, despierten y decidan poner resistencia. Liberandose de las cadenas infernales.. Un solo hombre no puede hacer nada y como usted, yo tambien compartí esos ideales hace ya mucho tiempo. No se frustre, ni encolerice por ello, solo haga su mejor esfuerzo.- hizo una pausa para retomar la copa entre sus dedos a la cual un le quedaba un ultimo trago de vino.

Amber que habia estado durmiendo hasta el momento se desperezó curvando su espalda, estirando todo su cuerpo antes de erguirse. Miró vagamente hacia la salida de la cueva y moviendo la cola lentamente, agitandola como latigo dormido caminó hasta tomar el aire. Sean no sintió necesario advertirle que no se alejara demasiado, esos animales precisaban su espacio y su propia soledad.

-Quiero destruir parte de la tecnología.-dije serio mirándole.-¿De qué sirve tener tanta tecnología si no se usa correctamente? Tan sólo dejaría la esencial para salvar vidas, aquella que se usan en quirófanos, y la prescindible para servicios de información de grandes transportes terrestres, marítimos y aéreos. Sin embargo, destrozaría toda la tecnología de guerra, así como aquellos inventos que sólo dividen al ser humano.

Una vida más sencilla, sin ser tan dependiente a lo tecnológico, nos haría más felices, o eso pensaba. Regresaríamos a leer libros sin ser unos bichos raros, unos fenómenos fuera de época, escucharíamos la música con mayor pasión, pues no serían sistemas electrónicos quienes la elaboraran, volveríamos a renacer como cultura y como seres. El mundo se llenaría de un nuevo ecosistema sin tanta contaminación, el espacio no tendría tanta chatarra y el ser humano viviría en un nuevo territorio que exploraría por sí mismo y no por un botón en un reloj.

-Haría que la moneda dejara de valer.-susurré.-El dinero es lo que nos hace miserables, desde que el ser humano aprendió a usar las monedas todo ha ido de mal en peor. Un exponente de otras épocas eran los Piratas, estos se embarcaban en grandes aventuras sólo por oro y joyas. Así como las Guerras Santas del siglo XX y XXI que eran únicamente por petróleo, porque tener petróleo te hacía rico.-él seguro que sabía más que yo sobre aquellos temas, por mucho que los estudiara podía notar que lo había vivido de primera mano.-Quiero un mundo más sencillo, donde las cosas pequeñas se valoren y no se distingan razas. Me siento un paria, pero sé que quizás en un nuevo mundo, un nuevo paraíso donde la naturaleza se aprecie como iguales. Ahora mismo me siento la conexión entre la naturaleza y el hombre, un espécimen que usan en algunos laboratorios para comprobar las habilidades de nuestro poder.

Di un sorbo a la cerveza que quedaba y me tumbé en la cueva. Recordé como el fuego fue el primer objeto valioso para el hombre, después vendría la rueda, el amaestrar animales y finalmente los materiales preciosos. Si el oro tenía tanto valor era porque escaseaba y siempre se había apreciado lo dorado, como si fuéramos urracas o cuervos que amáramos lo que brilla. ¿Por qué no podía ser más valioso algo como unas palabras sinceras? ¿Y el valor de la experiencia? Se apreciaba más un par de billetes que un consejo sabio. Sentía que el mundo no estaba hecho para mi, por eso quería cambiarlo. Porque sabía que si no estaba hecho para mí tampoco para otros, pues no era el único que sufría los males del mundo. La pandemia en África nunca se paró, hubo un receso en su población y aún hoy sigue existiendo hambre allí, en el lugar donde los buitres se comen a los niños desnutridos. Ese dolor sólo era recreado por los políticos y oportunistas, sólo se regodeaban ellos en sus charcos de diamantes y metales preciados.

-No voy a tener una familia, no otra vez, pero eso no quita que quiera que otros vivan en paz con las suyas.

Sus deseos suscitaron en Sean unas nobles carcajadas en donde no habia espacio para la burla. Esos ideales eran mas comunes de lo que Junsu pensaba. Si tan solo, todas esas personas que los compartian, se movilizaban e imponian su ideal de civilización puede que consiguieran cambiar el mundo para mejor. Habian tantas almas ambiciosas, que caminaban por el lado equivocado, como almas nobles que atendian a justos ideales y trataban de actuar conforme a ellos. Pero esas almas, se encontraban tan dispersas, solas y perdidas...que terminaban subyugadas por el pecado, anuladas por los deseos y anhelos.

-La gente era mas feliz antes cuando tenia poco. Las familias estaban mas unidas, se preocupaban de lo esencial, protegerse los unos a los otros...aunque siempre ha habido señores de la guerra, sin tecnologias o con ellas. Esas figuras han existido y existiran siempre...lo que quieres Junsu, es un nuevo jardín del Eden- su sonrisa se volvio serenamente tierna -Si pudiera elegir volver a una epoca de la historia de la humanidad, elegiria la edad del bronce...la milenaria China. Ahí pase durante algunos siglos. Esos ideales que se han ido perdiendo por el tiempo y el capitalismo son con los que yo, personalmente me quedaria.- suscitó y se levantó posteriormente, estirando su cuerpo, alzando los brazos, para desentumecer los musculos al estar bastante tiempo sentado.

-En cambio...a mi me hubiera agradado formar una familia o tenerla...pero no me es posible. Hay hombres que nacen para cumplir un proposito y alejarse de él ahora, seria una completa locura.- susurro dando un par de pasos hasta tomar la guitarra española y volvió a sentarse frente a Junsu. Acomodo la madera en su regazo y pulsó algunas notas buscando la afinación adecuada...hacia unos años que no volvia a tocarla.

-Tocare algo para ti...siento mis dedos inquietos...espero que le agrade.- alzó el rostro unos segundos sonriendole al nipon antes de volver a clavar su mirada en las cuerdas. Las fue pulsando poco a poco, moviendo las clavijas para tensar o destensar las cuerdas hasta que inició una melodía bastante conocida en todo el mundo. Su inventor habia sido un gran genio, que como ocurria a menudo, habia perecido tempranamente. Por personas como esas, talentosas y que sabia aprovechar el don que les habian concedido, aunque sus decisiones hubieran sido erroneas; merecia la pena vivir en este mundo y darle una segunda oportunidad a la humanidad de salvarlos de su propia destrucción.

Spoiler:

Cerró los ojos y se dejo llevar por la melodía, moviendo sus dedos agiles por aquel instrumento.

Tomé sus palabras con cierto alivio. No me gustaba decir ese pequeño secreto, prefería que pensaran que lo hacía por dinero y beneficios en Talamasca. Sin embargo, quería ver lo que una vez tuve. Mi madre había sufrido con la muerte de mi hermano, tanto que la dejó sumida en el silencio. No había escuchado su voz desde hacía años, se negaba a lo tecnológico porque decía que eso había matado a su hijo, y yo siempre estaba a la espera que llegara algo a mi dirección de correo.

Mi familia jamás estuvo muy unida, salvo los últimos años. Mi madre siempre estuvo trabajando para lograr que fuéramos honrados. Mi padre se pasaba la vida robando, estafando y vendiendo incluso su alma. Creo que por eso no pisábamos Japón, por vergüenza. Mi madre se fue a vivir con su madre, a Corea, y mi abuela fue quien ayudó en parte a mi madre durante unos años. Pero si me pongo a pensar recuerdo las tardes de lluvia frente al televisor viendo viejas series de anime, intentando hacer los ejercicios mientras mi hermano me corregía. Por unos instantes vino a mí el aroma de su gel favorito, uno que tenía un robot, mezclado con el de las galletas oreo y el cacao caliente. Yo no deseaba una familia como Sean, ya había tenido una y la había disfrutado sin darme cuenta. Me quedaba el recuerdo, esos buenos momentos, en los cuales cuando me sentía perdido pensaba, revivía al cerrar los ojos, percibía como si estuviera ahí y me daban fuerza.

Cuando empezó a tocar ese tema de Queen volví a la realidad. Inconscientemente sonreí. Se había convertido en leyenda, más bien en un tema al cual se recurría cuando se quería vivir algo bueno de las décadas anteriores a la Gran Guerra, al desastre monumental que vivió el mundo. Tenía buena técnica y la acústica era buena. Nada más terminar de tocar suspiré al sentir un escalofrío y un poco de nostalgia, echaba de menos un viejo reproductor donde tenía muchos temas de Queen.

-Hacía tiempo que no escuchaba hablar sola a una guitarra, menos con ese tema.-dije abrazándome las piernas, quedándome clavado en las cuerdas.-Yo sabía tocar algo la guitarra, algunas canciones, pero ya no recuerdo... creo.-murmuré sonriéndole.-Tocas bien, tienes buena técnica, y esa canción siempre me ha gustado. Dicen que hay mucho de él en ese tema, que lo escribió sabiendo bien que no le quedaba más que un rato y que debía sacarle partido. Lo de maté a un hombre, según he oído, se refiere incluso a sí mismo. Sea como sea, esa canción me encanta.

Naturalmente podia tocar la guitarra de una manera diferente, arriesgada y completamente sobrenatural. Sean habia conocido a un vampiro, hacia ya muchos siglos, un hombre cuyo acompañante unico era un violin de brillante madera rojiza. Escuchó una melodía en una calida noche de verano, era una tonada rapida, tecnicamente hablando, con altos y bajos, completamente discordante, una profunda locura....pero interpretable si la escuchabas suprimiendo los otros sentidos y centrandose solo en uno. Siguió esa melodía y se sintió atraido cual serpiente por su dueño gurú hasta dar con el susodicho ser. Habia recorrido kilometros y desde el inicio habia percibido la clara melodía. Aquel hombre estaba loco, completamente ido..era imposible razonar con él. Sean solo pudo ver su cordura mientras este tocaba y aprendió de él a tocar dicho instrumento, a tocarlo como él lo hacia. Jamás volvió a verlo y en estos momentos ni de su nombre se acuerda.

Descansó los dedos sobre la madera, alzando la vista para centrarla en el nipon. Sonrie y niega con el rostro ligeramente quitandole meritos a lo que habia hecho, por supuesto consideraba que habian muchos mas virtuosos que en el tema de la música, esta era un hobbie para él, una distracción.

-Me hubiese gustado conocerle.- confesó con una breve sonrisa -pero tuve la suerte de disfrutar viendolo en sus conciertos, siendo uno mas con el publico.- asiente y alarga la mano para agarrar la copa a la cual aun le quedaba un trago de vino -Sabía que te gustaria este tipo de música e intuyo que tenemos gustos parecidos..- musitó antes de tomar el ultimo trago dejando luego la copa en su lugar.

-Cierra los ojos Junsu- animó el rubio al joven nipon mientras sus dedos volvian a acariciar suavemente las cuerdas armonizando una melodía ligera. Entonces cantó, una voz clara y masculina, dotada de ricos matices y delicadas caidas en los altos y bajos tonos. Cerró los ojos mientras cantaba y tocaba, mientras llevaba la mente de Junsu a un jardín verdaderamente salvaje. Impuso en sus pensamientos un paisaje verde, extenso e infinito. Una enorme montaña nevada en la cual el nipon se encontraba, desde podia verse tal paraiso. Extensos lagos, rios interminables, el aroma de la naturaleza impregnando hasta tan altas alturas, halcones, aguilas y demás pajaros majestuosos incluso con llamativos e imposbiles colores volaban libremente en un cielo libre de humos toxicos. En las pequeñas praderas, en donde la vegetacion no era tan espesa, se podian ver a las gacelas convivir armoniosamente con los leones quienes reposaban bajo el impio y ardiente sol.

Todo en la misma consonacia...segun la mente de Sean, asi seria el jardín del Eden, el paraiso.

(Asi se escucha su voz, imagina solo su voz y la melodía de guitarra ^^
https://www.youtube.com/watch?v=ihvkJdkzhKc )

Asentí dejando que su voz me transmitiera todo lo que quisiera. Podía notar como sus cuerdas vocales vibraban dándole matices de naturaleza salvaje, de lugares que quizás ahora eran un cráter humeante como en los viejos comic donde el guerrero yace, y lo hace seguro con toda la esperanza que había depositado en su esfuerzo. El verde en todas sus tonalidades, desde el más oscuro al más claro, cubría cada trozo del paisaje como si fuera una manta. Podía sentirla bajo mis manos convertidas en garras. El sonido de la naturaleza, tan viva y radiante como jamás lo estuvo frente a mí, parecía encontrarse en las cuerdas de la guitarra. Deseé estar allí, impulsarme y aparecer en ese mundo tan perfecto.

No había tendidos eléctricos, ni claxon de coches demasiado fastuosos, nada de nube de polución, ni generadores eléctricos zumbando, no había llanto, ni hombres con miembros amputados llorando en medio de una iglesia, no había nada de todo lo malo que existía y existe aún hoy. Los gases de los escapes de los coches se disipaban, como el humo de las chimeneas de las industrias que parecían cigarrillos en la boca de las actrices del celuloide. ¡Caray! Sólo había naturaleza y no importaba nada de lo hecho por el hombre.

Cuando paró abrí los ojos llenos de una luz que hasta hacía poco ni recordaba. Esa luz de la emoción. Era como haber presenciado un mundo nuevo, uno recién construido. Había podido sentir el viento contra mi pelaje, las aves revoloteando en el cielo y el resto de animales imponiéndose en una vasta nada. Sonreí antes de darle un buen trago a la cerveza. Estaba sediento, después de ver todo aquello en mi imaginación despertada por la música... había sido un buen detalle por su parte.

-Ha sido como si pudiera ver un mundo nuevo, la imaginación vuela cuando puedes aferrarte a ella para tener esperanzas en conseguir algo así. Yo quiero vivir en un mundo donde lo inmaterial valga más que todas esas monedas que llevamos en los bolsillos.-estaba convencido que si nos esforzábamos podíamos vivir con comodidades sin tener que estar apegados a ellas, cuidando más del mundo y menos de nuestros intereses consumistas.

Apartó la guitarra decidiendo que no tocaria mas por ahora y se dedico a observar a Junsu mientras este regresaba a la realidad. La sonrisa que mostraba habia sido suficiente para saber que le habia gustado aquella vision. ¿Y a quien no le gustaria? A todos, excepto a los de corazón podrido. Lo unicos que habian visto el verdadero Edén eran angeles y demonios, pero asi lo describia la Biblia, como un vasto, extenso e impresionante paraiso natural.

-¿Y si pudiera hacerse de verdad Junsu? Conozco grandes espiritus con grandes poderes...podrian provocar que la naturaleza engullesen las ciudades, asalvajara hasta los mas refinados espacios....asi como las personas... aunque me temo que la especie humana no soportaria ese habitat...estan acostumbrado al confort, a los avances tecnologicos, a que les lleven el desayuno a la cama....- alargó la mano hacia la cerveza a la cual Junsu le habia pegado el ultimo trago y tomó un poco de la misma. El vino ya se habia acabado, practicamente se lo habia acabado el solo, pero claro ese cuerpo no se emborrachaba por mas alcohol que se derramase por su garganta.

-Me quede corto con la bebida- anunció con una pequeña sonrisa dejando la botella medio llena cerca del nipon. Estiro los brazos cuando los sintió entumecidos asi como inclino su cuerpo hacia atras estirando la espalda, las piernas se habian entumecido al sentirlas tanto tiempo cerradas y al mirar hacia oquedad que daba al exterior percibio que habia dejado de llover. Vió la luna que se mostro algida y llena en el cielo nocturno y por la posición de esta pudo adivinar la hora, aunque no con exactitud.

Entonces vio a su felina amiga que regresaba de su paseo nocturno. Entre sus fauces mantenia firmemente apresada una gorda rata blanca y las gotitas de sangre de esta resbalaban por la comisura de sus labios. Amber dejó a la criatura en el suelo, criatura que aun vivia y la hizo rodar para que despertase. Seguramente ella no habia pretendido matarla, pues se encontraba saciada y solo queria jugar. Miró a su dueño con grandes ojos y solto un maullido similar a un quejido.

-Ten mas cuidado Amber- reprendió aunque su voz sono suave y conciliadora. Se levantó y caminó hasta ella mientras esta bajaba el rostro. Arrodillandose llevo los dedos a la yugular de la rata buscando los latidos, encontrandolos debiles. Insufló un poco de vida con su poder de curación y la rata se alzo con rapidez, empezo a corretear sin rumbo por la cueva. Amber la siguió con agilidad, correteando también. Esperaba que ahora si, fuera mas cuidadosa.

-A mí no me importaría ser como Tarzán e ir de liana en liana.-dije antes de ver como entraba su mascota, aunque yo la veía como compañera de viaje para no estar tan solo, con una rata gorda que parecía medio muerta.-Es igual que una gata que tuve cuando niño, mataba pájaros cuando sólo quería jugar con ellos.

Quería tener mascota como cuando era pequeño, pero sin rumbo fijo dudaba que alguien me dejara un animal. La tarjeta aún la tenía memorizada, le hacía quizás una visita o quizás me abstenía. Si no podía tener un animal y sólo podía contemplarlo como con Ámber cierta envidia se formaba en mi cabeza, tenía ganas de seguir viéndola a diario y describir sus acciones. Pero no podía pretender tener una igual, yo era un caso perdido.

-Si quieres puedo construirle un juguete.-sabía algo de mecánica, con unos cuantos mecanismos podría hacer una rata como la que tenía ahora entre sus garras, la misma que se escurría y volvía a salir corriendo dando pequeños chillidos.-Una rata gorda que nunca moriría, aunque seguro que de un zarpazo se la carga.-miraba inquieto al roedor, me pasaba algo curioso. Mis instintos como gato y pantera podían a veces más que los de un humano, mis ojos cambiaban de forma y prácticamente me salían bigotes, oreja y cola. Moví mis brazos como si fueran las patas de un gato, el mismo que se mueve ansioso ante un juguete a pilas.-La comprendo bien, es divertido.-mis ojos seguían sus movimientos queriendo atraparla.

“Eres un gato, un gato que quiere el juguete de otro. Si se lo quitas te va a dar un zarpazo y vas a quedar medio muerto. Quédate calmado, no tientes a la suerte.”

Cuando me quise dar cuenta estaba convertido en gato persiguiendo con ella a la rata. Acabé atrapándola por el rabo mientras mi cola se movía inquieta. Estaba tramando como jugar hasta que noté que mi compañera de juegos no esta conforme con que yo, un gato pequeño, atrapara a su presa. La solté de inmediato maullando algo asustado, sabía que me podía engullir si quería, así que me transformé en pantera quedándome frente a ella estático.

“Cobarde, sí... pero vivo.”

Unas carcajadas airosas resonaron en su caja toracica que vibraba al son de las mismas, desde luego los comentarios de Junsu eran tan sinceros como peliagudos. Si todos fueran como él la tecnologia se veria degradada hasta ser lo que en un principio habia sido segun los escrupulosos religiosos: artefactos del diablo. Asintió con el rostro dandole a entender sin necesidad de palabras que a Amber le fascinaria esa juguete mecanico. Sean ya se la imaginaba correteando por su amplia mansion, dejando las huellas de un lado a otro en el caso de que saliera afuera y estuviera lloviendo. La vena de la sien le latió un poco augurando todo aquello, pero de igual modo accederia.

Observó con sana diversión como Junsu se reprimia a pesar de que irradiaba ansiedad por ir tras Amber y tras su "juguete" de carne. Siguio con su mirada clara cada uno de sus movimientos, como su cuerpo se transformó en felino gradualmente, aunque de forma rapida y salto decisivo tras su presa. Pronto Amber gruño. Como practicamente la niña que era no tenia ni el mas minimo interes en compartir su presa, pero era tarea de Sean educarla, pues no solamente era una pantera, si no tambien poseia esos rasgos humanoides.

-Amber, dejalo que juege también- se levantó y fue hasta la pareja de felinos admirandolos con fascinacion y se inclinó hasta dejar la rodilla sobre el suelo. Alzó la mano y la puso sobre el cogote de Junsu, a quien ya habia tenido ganas de tocar desde que lo vió transformado por primera vez. Deslizo la mano suavemente hasta la parte de sus orejas, rascando con calma bajo la atenta mirada de su celosa mascota quien lanzo otro rugido, estrechó la mirada y aplano las hermosas orejas al tiempo que inclinaba el rostro pegando el estomago al suelo en señal de ataque.

-Sssh....No.- fue claro, conciso y fijo su dura mirada en ella. Amber se destensó y maullo haciendo pucheros, algo a lo que Sean practicamente no se podia resistir. Rodeó a Junsu con el brazo, animandolo a que se acercara a Amber y asi mismo con el otro libre, la arrimó a ella.

-Amber- susurro con serenidad -Debes aprender a jugar con otras panteras- le dijo en el su oido mientras ella miraba recelosa a Junsu. Entonces se acercó y olisqueo el hocico del nipon...y timidamente se acerco, oliendolo tambien bajo el cuello. Sean dejó de sujetarlos al cabo de un rato, cuando Amber ya, mas confiada, se acercaba al macho sin emitir gruñido alguno. Lamió cariñosamente el pelaje del cambiaformas y ronroneo por lo bajo. Si, Amber era muy cariñosa cuando queria.

Sean se comportaba como un padre que deseaba que su hija tuviera nuevos amigos, trataba muy bien a esa mascota. Quizás, porque él como yo, no podía imaginarse con una familia real. Estaba seguro que había algo en su pasado que le impedía ser feliz, aún incluso en ese momento. No sabía qué era, pero podía sentir que las cosas no habían sido para nada fáciles e iba más allá de lo poco que había podido escuchar por él mismo. Me quedé frente a Ámber esperando su reacción, observando sus gestos, y cuando terminó aceptándome regresé una lamida en su mejilla como muestra de afecto.

“Has ligado, o eso creo... mierda, la única mujer a la cual le agradas es una pantera. No estaría mal que ocurriera algo así por parte de una chica humana, quizás una cambiaformas o una hechicera. No, deja. Todas las mujeres son complicadas, incluso Ámber lo es.”

Podía sentir aún las manos de Sean por mi nuca y tras mis orejas, eso había sido bastante agradable. Mi pelaje era algo sensible, como el de todos los animales, y normalmente me relajaba ese tipo de contacto. Mi madre solía intentar abrazarnos, acariciarnos y quedarse frente a nosotros hasta que nos relajábamos. Ella detestaba que nos comportáramos como animales, siempre nos prohibía que nos exhibiéramos de esa forma. Había ocurrido varias desgracias a otros de la familia, incluso a su padre, por culpa de la ambición de algunos humanos.

“La rata se escapó, genial.”

Me eché en el suelo mientras los observaba calmado, se había ido aquella distracción. Intentaba escuchar hacia donde podía estar, pero estaba seguro que ya corría bajo la lluvia intentando olvidarse de nosotros dos.

“Maldita rata”

Amber se acostumbro a la otra presencia, aunque fue mas bien a la fuerza, Sean logró que fuera mas amigable con el otro "animal". Conociendola no se despegaria tan facilmente de él, cuando cogia cariño lo cogia de verdad y por ello Sean y ella eran compatibles. Independientes, pero a la vez necesitados de contacto, cuando les apetecia se encontraban, el hibrido acariciaba a Amber y ella ronroneaba contenta, y cuando deseaban su propio espacio lo encontraban sin demora.

Al final Amber tambien habia renegado del juguete y este vió una excepcional ocasion para escapar de ahí con vida, despues de todo tenia una segunda oportunidad, aun que ella ni siquiera era consciente. Sean se sentó de nuevo en el suelo, cerca de ellos. Acarició a Junsu sintiendo su respiracion pausada, ese ronroneo impercetible y los latidos de un acorazon biologicamente mas acelerado. Amber se acerco al regazo del hibrido y dejó la cabeza sobre sus rodillas, rozandose para reclamar mimos por parte de su amo y su amo se los dió. Esta fue cerrando los ojos lentamenta hasta caer dormida, aunque podria despertarse con mucha facilidad.

-Creo que debere abusar un poco mas de su hospitalidad Junsu si le pido que me deje descansar esta noche aqui. No me gusta despertarla cuando duerme y ya es bastante tarde.- miró al felino sonriendo -Ojala pudiera ser uno de los vuestros por un dia o quizas para siempre- asintio y rió en voz baja -Menudo felino seria....- se imagino asi mismo totalmente relajado sobre una rama mientras miraba a los demas animales pasar con cautelo bajo la misma por si los atacaba de sorpresa.

A fuera el tiempo se torno humedo de nuevo, caia un gran aguacero por suerte a Sean le encantaba la lluvia, era una perfecta melodia, como una nana de cuna para conciliar el sueño. Siguio acariciando a ambos felinos mientras escuchaba el crepitar del fuego combinado con los rayos que iluminaban la boveda oscura.

Miraba a la pantera que poseía Sean con curiosidad. Jamás había tenido la posibilidad de estar con otro animal similar a mí, salvo mi hermano, no había coincidido con panteras. Mi madre se convertía en gato, tigre y gato jaspeado; sin embargo el único que podía convertirse en pantera en mis antepasados era mi tatarabuelo. Aunque siempre había algún que otro animal no felino en la familia, debido a los distintos cambios y mezclas. Mi hermano y yo nos sentíamos horrados por ser animales tan elegantes. La familia de mi padre pertenecía a unos ejemplares más cercanos a los cánidos y reptiles, él se podía transformar en lobo, chacal y camaleón.

Regresé a mi estado humano para caminar hacia las cajas con mantas, había traído durante días algunas más. No siempre podía estar seguro de encontrarme todo en perfectas condiciones, tampoco podía fiarme del tiempo aunque presentía la lluvia y los tiempos más fríos cuando estaba convertido en animal. Tomé un par de mantas gruesas colocándolas en el suelo, para luego dejar otra manta más sobre estas y un pequeño saco para que lo usara como almohada.

-No tengo mucho más, las restantes están en mi camastro. Puedes quedarte con ellas, puedo descansar a modo de pantera y siempre noto menos el frío que si estoy como humano.-dije antes de ir hacia las botellas de agua, llenando un poco más el cuenco que había dejado a Ámber.-Por si despierta con sed será mejor que beba de aquí, tal vez las aguas están algo turbias por las fuertes tormentas. Nunca es agradable beber más tierra que agua.-esbocé una sonrisa estúpida, la que tenía cuando me sentía cómodo con alguien, y regresé a mi estado de pantera.

Podía haberme convertido en gato, pero era ciertamente un peligro por si Ámber terminaba olvidándose de mi presencia y me confundía. Y como lobo no era muy buena idea. Preferí ser nuevamente el animal que más me gustaba de los tres que usaba. Me subí sobre mi camastro y decidí acomodarme observándolos hasta que me quedé dormido. Había sido un largo día, algo duro por las emociones que había tenido, y prefería dejarme llevar un poco por el sueño.

A decir verdad Sean no dormia demasiado, su cuerpo no requeria un estado de corta hibernación para seguir funcionando, pero a veces era bueno dejar de pensar durante unas horas, quedar inconsciente, una vez asegurandose de que ningun peligro corriese. Muchas otras noches quedaba viendo como su mascota conciliaba el sueño y como se sumergia tranquilamente en él mientras el acariciaba el suave pelaje. Ahora, el vino, la comida, la compañia y el clima humedo, habian constituido un ambiente idoneo para procurar un buen descanso.

Junsu regresó a su estado humano sin necesidad, ya que Sean no precisaba ningun tipo de colchon para dormir. -No te molestes Junsu, he dormido en lugares tan absolutamente incomodos como confortables.- añadió para no procurarle mas molestia al nipon. Se dirigió hacia aquellas mantas y se arremolinó entre ellas de cualquier manera. Amber al sentir que el calor del híbrido se alejaba alzo el rostro y miró con ojos entrecerrados, adormilada, abrió la boca bostezando largamente y se movio perezosa donde Sean para descansar a su lado. El castaño la cubrió con un poco de su manta y siguió acariciandola bajo la misma, surcando con sus dedos el lomo de la mitad animal.

Miro por ulima vez a la pantera nipona y amparado por el sonido de la lluvia fue cerrando poco a poco los ojos hasta caer en un plácido sueño. Aquella noche no tendria ningun sueño, ninguna vision, nada que lo molestase. Simplemente se encontraba demasiado a gusto.

Para mí no eran molestias. Siempre me habían educado a ser un buen anfitrión. En mi cultura el no ser amable y atento con las visitas era algo mal visto. Se debía compartir los alimentos y los mejores lugares con aquellos que venían a vernos, fuera de forma improvista o no. Sin embargo, comprendía que quizás estaba acostumbrado a malos lugares para descansar. En este mundo la buena vida no existía, así que uno debía acostumbrarse a lo que se daba.

Me dormí quedando sosegado, aceptando el sueño como un momento reparador. Aquella noche, con el ligero tintineo de la lluvia colándose entre las grietas de la gruta, el azotar del viento de la tormenta, el aroma a tierra mojada y a pantera, soñé con parte de mi infancia. La lluvia primaveral que azotaba los jardines cargados de la belleza habitual. Los cerezos se agitaban empapados dejando que algunas de sus flores cayeran, así como los naranjos y limoneros. El pequeño huerto de mi madre siempre estaba cargado de frutas. Era un lugar pequeño y acogedor al que no regresaba porque ya no era lo mismo, pero en mis sueños todo permanecía igual. Podía sentirme un niño soñando con ir a Japón donde una vez estuvo mi padre, conocer bien mis raíces, pero mi madre siempre nos decía que era mejor quedarse en Corea alimentándonos del fruto de la tierra. Teníamos algo en propiedad, pero si nos íbamos tendríamos que buscar un lugar donde vivir y quizás no volveríamos a tener tanta fortuna.

El sueño fue demasiado agradable. Podía sentir incluso la lluvia sobre mi rostro y el aroma del detergente con el que lavaba mi madre la ropa. Todo lo que una vez tuve, mi infancia, vino en sueños agradables y para nada pesadillas. Cuando estaba en la naturaleza solía estar calmado, los miedos se disipaban. Por eso tenía en casa un pequeño jardín interior, unas buenas plantas cerca de mi cama las cuales cuidaba y cultivaba como bien me enseñó mi madre, también tal y como había aprendido de botánica por mí mismo y por los libros.