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Mensaje por Alexandre Escamilla Mar Jul 09, 2013 10:28 am

You are the One

Cuando ya no queda nada, lo mejor que podemos hacer es llorar... Y tratar de arreglar nuestros errores y hacer lo que siempre quisimos, decirlo antes de que todo termine... 

Es un Ville Valo [HIM] x Bam Margera


*"*"*

Parte 1


Nadie entendía que le sucedía. El jamás actuaba así, de que era terco y a veces andaba de mal humor, si, lo era, pero ahora… Ni cuando Annie fue a visitarlo siquiera sonrió. Y eso le sentó fatal a ella, le afectaba tanto como a los demás chicos o más. Nadie sabía qué hacer, su risa se había desvanecido por completo, era algo así como el fin del mundo… Si hasta había suspendido una gira completa por esta “depresión” que le atormentaba. Annie estaba desesperada. Todo el grupo estaba desesperado.

–Ville… ¿Qué pasa? Puedes decírmelo, somos amigos… –le rogo ella antes de irse, a diferencia de Ville, no podía suspender ni un concierto.

–No es nada, solo quiero estar solo…

–Ville, tengo un mal presentimiento, dime… No importa lo que sea, yo te voy a apoyar…

– ¡Annie! ¡Solo quiero estar solo, demonios!

Ella lo observo ofendida pero sin demostrar nada. Algo andaba mal, ella lo sabía, y no pudo evitar dejar escapar una lágrima. Ville la vio antes de que Annie alcanzara a ocultarla y se acerco a abrazarla.

–Lo siento…

–No importa… No quiero verte así, es todo… Ya tengo que irme, volveré apenas termine el concierto de España, lo prometo –le dijo ella con una sonrisa infantil, un pequeño apretón dentro de ese abrazo y luego irse.

Ville se sentía solo, y peor ahora que su amiga se había ido y que él estaba seguro que no volvería a verla… Y es que habían sido demasiados problemas ese último tiempo, el ya no lo soportaba, y peor ahora que había recibido tan mala noticia.

Una semana paso hasta que Bam apareció a ver que sucedía con su amigo. Los chicos de la banda ya habían hecho de todo, pero Ville estaba como ido, ausente… Solo miraba por la ventana de su habitación, tomando café tras café. Al menos ya no fumaba. Lily y Migué se rindieron justo cuando Bam Margera apareció. Subió corriendo al cuarto de Ville y al verlo en la ventana tan ido incluso a él le preocupo sobremanera. Se acerco y toco el hombro del cantante.

– ¡Hey! ¿Qué pasa Ville? Me llamaron y me dijeron que estabas mal, pero nunca creí que fuera cierto, ¡pareces una vieja moribunda! Jajaja –se rio, pero el cantante apenas si le observo con su ahora permanente expresión ausente.

–Hola Bam Bam…

–Ehm… oye en serio… ¿estás bien? ¿Qué tal si salimos de esta cárcel y vamos a algún bar? Yo invito, así que no te contengas –le invito el skater, con una sonrisa traviesa, temiendo un poco por aquel ofrecimiento que le comprometía bastantes dólares.

–Si… No, no estoy bien… No tengo ánimos de salir… –finalizo con un suspiro el cantante.

Bam estaba más que confundido, ¿Ville Valo rehusándose a salir con él? Eso era raro, sobre todo después de que Bam le hubiera invitado a beberse todo el bar si quería. El chico se sentó a su lado maquinando mil locuras para hacer que esa risa tan preciosa para él y todos volviera a oírse, pero Ville con una sola mirada hizo que a Bam se le erizaran todos los vellos del cuerpo.

–Ville… ¿estás llorando? Amigo… –se preocupo en serio, Bam jamás había visto a Ville llorar, ni aunque fueran unas mínimas lagrimas. Ville rápidamente se limpio el rostro, pero antes de poder explicar nada, Bam le abrazo con fuerza.

–Amigo… ¿qué pasa? Te conozco… Dime, todos estamos preocupados por ti…

Ville no respondió de ninguna manera, solo le aferro con fuerza casi asfixiando al más joven con su abrazo, sin poder evitar que algunas lágrimas se escaparan de sus ojos y de su alma. Pasaron así unos cuantos minutos, hasta que Valo se calmo un poco y se separo levemente de Bam.

–Ya no aguanto esto… Bam… –susurro con la voz un poco mas ronca debido a las lágrimas.

–Dime que es, vamos Ville… ¿Es acaso por el nuevo disco? Ya verás que te ira mejor a la próxima, ¿o es acaso por tu “abstinencia” al tabaco?

–No, tonto, ¿crees que lloraría por eso? –pregunto el cantante recuperando un poco su humor. Solo un poco. Bam sonrió.

–Ya se, esa niñata que se cree vampiro te hizo sufrir con una de sus paraplejias de la vida o te dio la lata como cinco horas hablando sobre el origen de los vampiros…

–No, no, eso me da risa, aunque la última vez que la vi la hice llorar… Me desquite con ella… –la tristeza volvió a cubrir el rostro del cantante.

Bam resoplo maldiciendo a Annie por dentro, y maldiciéndose por haberla mencionado. Una idea cruzo por su cabeza y tomando la mano del cantante tiro de él llevándolo a su cama. Lo dejo allí mientras el otro sorprendido le observaba, y luego sonrió al ver que de su mochila sacaba un par de cervezas.

–Ahora sí, cuéntale a tu loquero que sucede –dijo Bam mientras se recostaba al lado del cantante y se acomodaban los dos.

–Bam… no sé cómo decir esto, ni siquiera a Lily o a Migué les dije… Y no quiero que tu le digas a nadie, ya lo hare yo cuando sea el momento…

–Vale, vale, no abriré la boca. Pero vamos, que es tan terrible que te tiene como emo y que te hace llorar y hacer llorar a las niñatas locas

Ville se quedo en silencio, sin saber cómo continuar. Le dio un largo trago a su cerveza y se apoyo en el costado de su amigo, quien lo miraba con curiosidad y también con cariño.

–Me siento como un idiota después de que tantas personas me lo dijeron… Bam… yo… tengo cáncer… y menos de dos meses de vida…

El cantante bajo la mirada sintiendo como su rostro se llenaba de lágrimas nuevamente, mientras que Bam se quedaba sin palabras. El silencio se prolongo por varios minutos mientras el joven skateboard asimilaba aquello, el no volver a ver a su mejor amigo, a su más grande compañero y amor secreto. Cuando volvió a reaccionar, Ville ya se había acabado su cerveza y jugueteaba con sus dedos, ya que era lo único que podía hacer desde que había dejado de fumar hacia medio mes aproximadamente… desde que se había empezado a comportar de manera extraña.

–Dime que es una broma… Ville, con esto no se juega… –la mirada que le dirigió el cantante fue suficiente confirmación.

–Finalmente… el tabaco me mato… –dijo el cantante.

–No… –Bam no podía creerlo, era inconcebible un mundo sin su amado cantante.

Pasaron varios minutos mas y el silencio se volvía incomodo, hasta que el más joven volvió a reaccionar tirándose de los cabellos. Ville solo miraba a la nada, pensando en todo lo que había hecho y lo que aun le faltaba por hacer, tenía solo 33 años, aun era joven pero el mismo había contribuido a su futura y prematura muerte. Y aun le quedaba decirle a su banda, los chicos que tanto se preocupaban por él, a la “niñata” como todos le decían, la vocalista de Eloveena, Annie… A sus padres… A sus fans…

De improviso un empujón tumbo a Ville sobre la cama, sacándolo de sus cavilaciones. Bam lo observaba entre desafiante y desesperado, le beso con fuerza a lo que Ville apenas le correspondió. El también quería a Bam, mucho, varias veces le había besado de forma intensa y habían tenido su encuentro en la cama más de una vez, pero ahora quería que fuera diferente, no simple sexo de una noche.

–Bam… –jadeo mientras empujaba a su amigo alejándolo de el– Ya no quiero más esto… Se acabo. Todo.

– ¡No! –se quejo el más joven, volviendo a tumbar al vocalista y a besarlo casi con rabia– Tu eres mío… No te dejare ir… No voy a perder la esperanza…

– ¡Bam, no! ¡No queda nada, no hay nada! ¡Llevo más de 20 años fumando como condenado, y así es cómo voy a terminar! –empezaron a discutir, los besos y caricias de Bam no querían detenerse.

–Ville…

– ¡Ya basta Bam! ¡Se acabo! –el cantante se desembarazo de esos brazos desesperados, dejando a Bam sobre la cama como si fuera un niño perdido y solo. Ahora él era quien lloraba.

–No, Ville… No quiero perderte…

–Bam, ya estoy cansado de esto, sabes que odio el sexo de una noche. Ya bastante tengo con tener que lidiar con todo esto, tampoco quiero pelearme contigo…

El joven no se movió, nunca había tenido el valor de decirle a Ville que lo amaba, y ahora lo perdería para siempre. El cantante, al ver a su amigo, se sintió aun peor que luego de haberle gritado a Annie. Se acerco y dejo que este le abrazara, y que posara sus labios cerca de su oído.

–Ville…

–Bam, lo siento…

–Escúchame…

–Dime…

–Te amo

Bam deposito un beso suave en su cuello, antes de que el vocalista se diera la vuelta para mirar a los ojos a su amigo. Este aprovecho ese momento para besar sus labios, suavemente, con miedo. Ville al principio no supo qué hacer, raro en el, pero una declaración de amor así, como aquella, lo había dejado en blanco. Nunca espero que Bam le dijera aquello, le sorprendió y más aun le sorprendió el hecho de que esas simples palabras que había escuchado tantas veces significaran ahora tanto para él.

Tímidamente, Bam se alejo sintiéndose fatal, como un tonto. Ville reacciono a esa mirada cargada de pena y miedo, le sonrió levemente y se acerco besándolo ahora él, para separase después de un par de minutos para tomar aire y decirle en un susurro confidente:

–Yo también te amo…



---
Continuará...


Última edición por Alexandre Escamilla el Mar Jul 09, 2013 12:44 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Alexandre Escamilla Mar Jul 09, 2013 12:06 pm

Parte 2


+..::..+ Ville +..::..+



–Yo también te amo… –le susurré, confidente, seguro de lo que decía, luego de haberle robado ese tierno beso.  

Le amaba, y en cierto modo siempre había sabido lo que él sentía por mí, lo veía en sus ojos y en sus actitudes hacia mi persona. Y aunque al principio me había impresionado oírlo directamente de sus labios, la felicidad que sentí luego fue inmensa. Una luz en esa, mi noche más negra sin luna ni estrella, mi actual pesadilla. Volví a besarle, olvidándome de todo lo demás, centrándome sólo en él. Bam al principio estaba confuso, y un tanto avergonzado y tímido, algo bastante raro en él. No conocía esa faceta suya.

Pasó sus brazos por mi cuello, abrazándome como minutos antes yo lo había hecho, ocultando su rostro y besando mi cuello. Siento algunos sollozos suyos, le levanto con suavidad el rostro para ver sus tristes ojos verdes.

– ¡Te amo! No quiero perderte…

–Tranquilo… Ahora estoy aquí… Amándote…

– ¡Nunca me dejes!

– ¡Nunca dejaré de amarte! –es todo lo que le doy por respuesta.

Me mira compungido, pero acepta mis palabras. Le sonrío dulcemente y vuelvo a besarlo, él corresponde al beso y acaricia mis costados, por debajo de la camisa. Ni me he dado cuenta de cuándo me quitó la sudadera. Sonrío.

Ahora me dedico a besar su cuello, a lamerlo y disfrutar del sabor y aroma de su piel, a morderlo suavemente. Mis manos le acarician el pecho por debajo de su camiseta, la cual le quito luego con un poco de su ayuda. Él ya ha desnudado mi pecho, mi camisa negra se encuentra ahora en el piso junto con su prenda. De a poco le tumbo sobre la cama quedando yo sobre su ahora desnudo pecho, tan cálido, un poco perlado por el sudor. Y mi pecho, se encuentra en iguales condiciones. Beso su exquisita piel, me divierto un poco con sus pezones, lamiéndolos y succionándolos.

–Aahh… Ville… te amo… –le oigo gemir. Siento que tira un poco de mis cabellos y regreso a sus labios ansiosos, aún lo siento desesperado y temeroso. Quizás no debí decirle aún…

Me separo nuevamente al cabo de unos minutos, para volver a recorrer su pecho con los labios y las manos mientras siento cómo las suyas acarician mi cabello y mi espalda descubierta. Mi boca llega a su vientre, el cual beso causándole algunas cosquillas a Bam, mientras rápidamente le quito su pantalón y sus bóxers, dejando así a la vista su creciente erección. Sonrío aún más al ver su rostro, su mirada deseosa, pero en vez de hacer lo que quiere que haga, me pongo a besar sus muslos y a acariciar sus perfectas y bien torneadas piernas. Sus gemidos aumentan de volumen, necesitados.

–Aahh… Ville hazlo… Te necesito…

No digo nada, sólo me dedico a contemplarlo unos breves instantes, lo amo, lo sé, y quiero que todo sea perfecto, algo especial e importante, como creo que debe ser la experiencia del sexo, mejor dicho, de hacer el amor.

– ¿Qué? ¿Pasa… pasa algo? –me pregunta, abriendo grande sus ojos hermosos, me parece un niño, siempre ha sido así.

–No… Me gusta verte así… te amo… –le digo notando cómo se ruboriza. Y ahora más que nunca, pese a su edad, me parece un niño. Perdido. Hermoso. Sublime.

Continúo besando sus muslos, su bajo vientre, y finalmente su erección, causando que mi amante arquee la espalda y libere un fuerte gemido excitado. Sus gemidos que me permiten continuar, indicándome que todo va bien. Me llevo su erección a la boca, lamiendo su miembro, succionándolo, en un ritmo lento al principio y más rápido luego, dejando que él me lo indique con sus dedos en mis cabellos. Sus gemidos son como la canción más hermosa que pueda existir.

–Aahh… ahh… Ville… así… sigue así… aahh… –gime antes de llegar al orgasmo, derramando su esencia en mi boca.

– ¿Te gusta? Mi amor, haré lo que me pidas… –le digo, volviendo a sus labios, deliciosos, cálidos. Él me abraza con fuerza, la desesperación y el miedo siguen presentes.

–Ville… me encanta… quiero que me ames… ser solo tuyo… ¡quiero que te quedes siempre a mi lado! –entre jadeos.

–Lo haré… lo hago… Te amo Bam… –susurro cerca de su oído, sé que no puedo cumplir lo último que me pide y eso me duele.

Dos meses de vida… Sólo ese tiempo tengo para amarle sin reservas ni miedo. Siento que he malgastado mi vida en cierto modo: alcohol, tabaco, incluso drogas algún tiempo… Vuelvo a sentir ganas de llorar, igual que hace ya horas, un llanto de pura impotencia por no poder hacer nada a estas alturas. Impotencia y coraje.

Son sus besos los que me hacen volver a la realidad, esa que detesto y que por tantos años intenté evadir. Son sus labios y nuestra mutua excitación las que me hacen regresar. Aún besándole, llevo mi mano derecha a sus cuartos traseros, acaricio y apretujo sus nalgas firmes, para luego buscar su entrada; mi mano izquierda acaricia su mejilla mientras me deleito con sus labios, los cuales están rojos como la sangre. Su cuerpo se tensa un poco cuando mis dedos encuentran su entrada, le acaricio antes de adentrar uno de estos en él. Un gemido ahogado en mis labios.

Sus manos bajan por mi espalda, siento que acaricia y apretuja mis nalgas por sobre la tela de mi pantalón, haciéndome jadear más que excitado. Le deseo intensamente, tanto como él a mí. Adentro un segundo dedo en él, moviéndolos, dilatándole lo suficiente como para recibirme. Él continúa gimiendo, acariciándome,  desabrochando el botón de mi pantalón para quitármelo con un poco de dificultad. Ahora me encuentro tan desnudo como él, restriego mi cuerpo con el suyo provocando mis primeros gemidos.

–Ah… Bam… te amo tanto… –le digo en un ronco gemido, sin parar de moverme sobre su cuerpo, provocándolo y provocándome.

–Yo… yo también… ahh… te deseo… Ville…

Y son sus llamadas excitadas las que me indican que está listo. Saco mis dedos de su interior, cambiándolos por mi miembro excitado, penetrándole con cuidado, lentamente. Con tortuosa lentitud. Ambos liberamos roncos gemidos, yo vuelvo a besarle, hasta sentirme por completo dentro de él. Sus gemidos mezcla de dolor y placer son ahogados por mi boca, sus manos aferradas con fuerza a mi cuerpo. Pasados unos minutos empiezo a moverme, siempre con lentitud, con delicadeza, no quiero hacerle daño. Pero al parecer él está más que listo, siento que mueve sus caderas al ritmo de mis envistes y que entrelaza sus piernas en mi cintura.

–Ville… sigue… más rápido… –accedo a sus súplicas, dejo un poco de lado mi delicadeza, concentrado al máximo en él, en mis movimientos, en nuestra mutua muestra de amor–. Aahh… así… así… ahh…

–Aahh… Bam… te amo… ¡eres mi inspiración!

Le veo sonreír y yo también lo hago. Mis envistes son cada vez más rápidos, más violentos, como nuestros gemidos, la sinfonía que estamos componiendo. Sí, la más perfecta canción de amor, desesperada, cálida, melancólica, violenta. La pasión expresada de una forma distinta. Especial.

Sus manos cálidas y sudadas recorren mi espalda perlada, su boca, cuando no gime o está fusionada con la mía, recorre la piel de mi cuello y mis hombros. Yo también le acaricio, con deseo, con amor, grabándome en la mente cada gemido que emite, cada mínima parte de su cuerpo. Llevo una de mis manos a su erección, le masturbo mientras no ceso en mis envistes, me gustaría que nunca terminara, estar para siempre fusionado con mi amor. Un sueño en el que puedo refugiarme, unos brazos que me hagan salir de la realidad.

Pero todo tiene un final, uno bueno o malo, uno que a pesar de todo podemos escoger. Y el nuestro, el final de nuestra fusión, es cuando siento que el orgasmo se acerca, como una corriente eléctrica que recorre mi cuerpo, una nube de placer que nos rodea únicamente a nosotros dos y que no importa que esa sensación dure algunos segundos. Siento que el acaba derramando de nueva cuenta se esencia en mi mano, mientras que yo derramo la mía en su cálido y estrecho interior. Hemos sido uno. Volvemos a ser dos. Me separo de él con suavidad, para luego dejarme caer exhausto sobre su pecho, ambos estamos sudados, aún nos estremecemos por los espasmos del orgasmo.

–Te amo, Bam… –susurro, y siento mi voz un poco más ronca de lo normal.

–Y yo a ti, Ville… siempre lo he hecho… No hay día en que no te adore… –me confiesa y aunque ya lo sabía, me complace escucharlo de sus labios.

Al ver por la ventana, noto que ya ha oscurecido, pero poco me importa. Me siento a gusto en sus brazos, protectores, cálidos, y a pesar de la somnolencia que rápidamente me invade, no quiero quedarme dormido, no quiero perder ningún mínimo segundo de lo que queda de mi vida. Me gustaría que fuéramos a mi casa, la torre que es mi casa. Un lugar especial, íntimo, mi mundo. Me gustaría compartir tantas cosas con él… Pero me gana el sueño, el cansancio… ¿Cuánto tiempo llevo sin dormir? ¿Si comer nada? ¿Sin beber nada más que no sea café? Un bostezo, mis ojos me pesan y el pecho me duele levemente cuando respiro. Un dolor al cual ya me he acostumbrado y que últimamente ha estado siendo más fuerte.

–Duerme, no te preocupes… Me quedaré cuidando tu sueño… –me dice y me aprieta con mayor fuerza. Me abrazo y me acomodo mejor sobre su pecho, aún no es hora de que tome mis pastillas. El sueño me invade y ya es inevitable, he cerrado los ojos y me he dejado llevar por la oscuridad, la nada, sintiendo sus fuertes brazos rodear mi cintura y cómo una colcha cubre mi espalda desnuda. Luego mi mente se pierde por completo en la inconsciencia, mientras ese dolor en mi pecho se agudiza con cada respiración…


---
Continuará
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You Are The One - Fanfic Empty Re: You Are The One - Fanfic

Mensaje por Alexandre Escamilla Mar Jul 09, 2013 12:41 pm

Parte 3



Su tos ronca se dejaba oír con fuerza en su casa, lo que tenía a sus amigos y compañeros más que preocupados. De vez en cuando Migué y Linde le lanzaban algunas bromas para destensar el ambiente o al menos ver sonreír a su amigo, pero en cambio él se había ido sumiendo de a poco en el mutismo. Y este era quizás el verdadero hecho que preocupaba a los chicos de HIM.

–Hey, Ville, ¿qué pasa? ¿Y esa tos?  

–No es nada, sólo un resfriado y además con el asma… Ya sabes… –respondió Ville cuando su padre le llamó por teléfono.

–Deberías ir al médico, puede que sea bronquitis o neumonía…

–Tranquilo papá, no debe ser nada, ya sabes, las giras y los cambios de aire y temperatura… Ya verás cómo se me pasa…

–Pero… si no es nada, como dices, ¿por qué cancelaron la gira entonces?

–Bueno, con esta tos… no creo poder cantar bien…

–Jajaja cierto, desafinarías cada medio minuto… bueno, espero que te cuides y que pronto te mejores…

–Jeje… Gracias papá… Ya verás que todo… Todo estará bien… Nos vemos…

Colgó el teléfono sin poder continuar con aquella mentira, no a su padre. Porque lo cierto era que cada vez estaba peor, apenas si podía respirar con normalidad y su tos era además de molesta, dolorosa.

Estaba solo en su hogar, luego de haberle insistido a Bam que estuviera tranquilo y que tomara aire, que se relajara. Últimamente quería estar con todos sus seres queridos, aprovecharlos al máximo, pero también se hallaba en la contradicción de que quería estar solo, de no poder soportar mentir a cada segundo y minuto que pasaba.

Cogió una de sus guitarras, esa con la cual componía cuando caía la inspiración, y una nueva y desconocida melodía llenó el aire. Unas cuantas notas más, y su voz se sumó a la nueva sinfonía, pero pasados unos minutos ésta se vio interrumpida por esa tos seca y ronca, la cual le impedía cantar. Pasada la tos, la guitarra volvió a emitir su melancólica melodía, casi mecánicamente. De vez en cuando se detenía para que la mano del cantante escribiera las notas en su libreta y las uniera a la letra de su última canción, la más melancólica, la más hermosa a su parecer.

El dolor de su pecho y su tos era ignorada por Ville, concentrado al máximo en la nueva canción, tanto así que hasta la alarma de su pequeño reloj de pulsera indicadora de que debía tomar sus medicinas fue ignorada, aunque no a propósito.

Cuando las notas de la guitarra se extinguieron lastimosamente, el dolor en el pecho del cantante era casi insoportable. La alarma de su reloj volvió a sonar, dos horas habían pasado desde que había sido ignorada, pero esto no podía saberlo Ville. Él se incorporó con esfuerzo y con una mano presionando su pecho con fuerza. De uno de sus cajones sacó sus pastillas y se dirigió a la cocina por un vaso con agua; no se hallaba asustado pero sí un tanto agitado.

Se tomó rápidamente los medicamentos y se sentó en el frío piso de la cocina. Respiraba con dificultad, pero se mantenía relajado, esa no era su primera dificultad respiratoria debido al avanzado cáncer ni al asma, y decididamente no sería la última.

Pasadas las que le parecieron un par de horas, el dolor de su pecho comenzó a menguar hasta hacerse nuevamente soportable, y un suspiro aliviado salió de labios de Ville. Cerró los ojos y se quedó allí, sin fuerzas para levantarse, con la cabeza recargada sobre el mueble de la cocina. Hasta que alguien llamó a su puerta.

Se levantó no sin cierto esfuerzo y se dirigió a la puerta de entrada, de donde provenían las voces nerviosas  de Bam y Linde. Pero antes se cuidó de observarse al espejo y mojarse el rostro para eliminar las gotitas de sudor frío y presentar un aspecto más relajado. Luego abrió la puerta.

– ¡Ville! ¡Me preocupé cuando no atendías a la puerta! –exclamó Bam apenas vio a su cantante.

–Oye, ¿dónde te metiste? Llevo casi 2 horas llamándote… –dijo Linde un tanto molesto.

–No oí el teléfono…

–Estuve aquí, dejé el teléfono hace 3 horas cuando me di cuenta de que no contestarías…

–Ah… lo siento –dijo Ville mordiéndose el labio.

–Ville, estás bien, ¿verdad? Encontré a Linde de los nervios aquí afuera… –comentó Bam, observando al cantante detenidamente.

–Estoy bien… Estaba componiendo allí arriba –sonrió débilmente intentando parecer “relajado y avergonzado por no haberlos oído”.

–Y ni el teléfono contestas… Vaya hermano… –comentó Linde, resoplando con falsa indignación–. Te costará caro, ya verás…

–Jajaja pagaré el precio –sonrió Ville y les hizo un gesto para que pasaran.

Bam siguió observando a su cantante, no muy seguro de sus palabras, notándolo un poco extraño aunque no dijo nada al respecto. Media hora más tarde estaban riendo y lanzando bromas entre ellos, ya olvidado el recelo de Bam y los nervios de Ville.

Se quedaron abajo, en la cocina, tomando unas cervezas que Bam había traído. Aunque Ville sabía que no podía beber mucho, la ocasión quizás no volvería a repetirse, o quizás no con la misma “alegría”. Para nadie era un secreto que Ville consideraba a Linde como a su hermano, de ahí que fuera él quien le dijera al guitarrista sobre el amor que con Bam se profesaban.

– ¿En serio? Vaya, los felicito –fue todo lo que dijo, sonriendo sincero y abrazándolos a ambos.

– ¿Y no te sorprende? –le preguntó Bam, asombrado de la simple reacción de Linde.

–Sólo un poco –encogiéndose de hombros. Además de ser el más callado del grupo era también el más simple y a la vez complejo de entender–. Aunque me sorprende más de ti que de Ville jaja.

–Ah… –comentó Bam un tanto ruborizado, mientras Ville se reía quedamente– ¿Y por qué de él no te sorprende tanto?

–Créeme, no quieres saberlo jeje –con una mirada cómplice observando al cantante, quién le correspondió de la misma forma.

– ¡Cierto, no quiero traumarte más de lo que estás ni ser causa de los problemas de tu loca cabeza!

– ¡Díganme, me gana la curiosidad, además les prometo que no me voy a enfadar! –rogó Bam, haciendo caras.

–Si hablo metería a mi hermano en problemas…

– ¡Mejor cambiemos de tema! –Intervino Ville–. A menos que quieras que hablemos de tu nuevo dueño Linde…

– ¡Linde! ¿Es en serio? ¿Tu…? –exclamó Bam mirándolo con asombro.

– ¡Apoyo el cambio de tema!

–Así se habla, Linde, sabía que entrarías en razón jajaja –se burló Ville, ya más relajado y dejando a Linde completamente ruborizado.

Tampoco es que iba a reconocer frente a su pareja que se había revolcado más de una vez con su “hermano”, y es que las borracheras y la calentura a todos le bajaban en algún momento, y Ville además no era un santo precisamente y tanto su mirada como su sonrisa en aquel angelical rostro lo dejaban bien en claro.

Los tres rieron, dejando pasar el tema y cambiando por uno más relajado, música, arte y el nuevo bar al que Linde quería ir con sus amigos. Las horas pasaban rápidamente, y es que así era cuando se estaba hablando con amigos, por un momento dejando de lado todo lo malo y dejándose llevar por la conversación, el relajo, la amistad.

–Así que una nueva canción… Estás muy eficiente, hermano.

–Ya lo creo, supongo que ya tienes inspiración de sobra conmigo jaja.

– ¿Contigo? ¡Si, cómo no…! –sus palabras nuevamente interrumpidas por aquella molesta y dolorosa tos– Maldición…

–Hey, ¿estás bien? Cada vez te veo más pálido y tu tos me asusta… –dijo Linde esta vez dejando las bromas de lado.

– ¿Ville? ¡Dios, estás temblando y transpirando! –exclamó Bam tomando sus manos.

–Estoy… estoy bien… es solo… –un nuevo ataque de tos, aunque esta vez…

– ¡Ville estás tosiendo sangre! –Bam cada vez más nervioso y asustado por la salud del cantante.

– ¡Ville!

Ville cerró los ojos con fuerza, presionándose el pecho sintiendo como si el corazón se le escapase. No podía ignorar más aquel dolor en su pecho ni en sus costillas, no podía respirar, era insoportable. Ni tampoco podía dejar de toser, de manchar su ropa con sangre y de asustar más a sus amigos.

– ¡Llamaré a una ambulancia! –exclamó Linde, marcando el número en su teléfono móvil.

– ¡Ville! ¡Tranquilo, respira! –Bam intentaba hacer que Ville reaccionase y dejase de toser, dándole golpes en la espalda y levantándole los brazos para que la sangre circulara.

Y ahora sí que Ville estaba asustado, se ahogaba sin poder respirar y además estaba esta sangre que salía incesante con cada tos. Cada segundo que pasaba le parecía eterno, las voces aterradas de sus amigos se escuchaban difusas y cada vez más lejanas, y su vista se nublaba cada vez más. Y sumado el miedo que tenía de cerrar los ojos, de no volver a abrirlos, y aunque su voluntad se iba con su conciencia, sabía que no tenía que cerrar los ojos.

– ¡Tranquilo, Ville, ya viene la ayuda!

– ¡Linde, se está muriendo!

– ¡No Ville…! ¡Escúchanos…! ¡No cierres los ojos…!

– ¡Quédate con nosotros…! ¡La ambulancia ya viene…!

Cada vez había más oscuridad, los sonidos se escuchaban lejanos y se volvían casi inaudibles. Creyó haber escuchando de labios de Linde algo parecido a “¡resiste hermano!” y luego un sonido extraño, chillón, como una sirena que se alejaba junto con las voces de los chicos.

Lo último que alcanzó a distinguir fue el rostro difuso de Bam y luego una luz blanca tan brillante que le cegó y sus ojos se cerraron. La inconsciencia lo consumió. El sueño. Y el temor de no volver a despertar jamás…
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You Are The One - Fanfic Empty Re: You Are The One - Fanfic

Mensaje por Alexandre Escamilla Jue Jul 11, 2013 7:36 pm

Parte 4


La noticia se difundió rápidamente, aunque nadie –ni los chicos del grupo ni los propios médicos– había dicho nada al respecto. Pero era obvio que pasaría, siempre había estado el tema de la corrupción en hospitales y la filtración de información. La prensa era como una ruidosa plaga, casi omnipresente en la vida de los artistas, actores y famosos. Y ahora, gracias a ella, todo el mundo sabía sobre el avanzado cáncer del vocalista de HIM.

Ville, gracias a la rápida acción de sus amigos y de la ambulancia, logró mejorar su estado luego de unas cinco horas de nebulización. Pasó la noche en el hospital, hasta que recuperó la conciencia por la mañana.

–Sólo fue una descompensación –dijo el doctor.

– ¿Me dejarán aquí? ¿Me internarán?

–No, ya le hemos nivelado. Probablemente le demos el alta esta tarde o mañana al mediodía, pero mientras tanto le mantendremos en observación. Pero debe cuidarse, tomar los medicamentos que le he recetado y definitivamente no deje de comer ni se exponga a los cambios bruscos de temperatura.

Ville sólo asintió, apenado. Aún no era la hora de visitas, y el cantante sinceramente no quería que ésta llegara nunca. Había visto el noticiero de la mañana, en donde él ocupaba la noticia central y el principal tema de discusión. Había visto a su padre y a su madre evitando a la prensa y entrando al hospital. A sus compañeros y amigos del grupo…

Cerró los ojos con fuerza, lleno de coraje, de impotencia. Definitivamente odiaba esta cruel realidad, odiaba no poder huir y evadirla de manera efectiva. No sabía cómo iba a ver a su padre a la cara, a sus amigos. Debía demasiadas explicaciones. Explicaciones que ni él tenía…


*"*Dos horas después*"*


–Baja la voz que te van a hacer salir, recuerda que es un hospital…

– ¡¿Por qué no nos dijiste?! ¿Acaso pensabas enfrentar esto solo? ¿Y luego qué? ¿Morirte? ¿Pensaste acaso en tus padres? ¿En la banda? ¿En nosotros? ¿Acaso nuestra amistad no significa nada para ti?

–Migé… No sabía cómo decirles…

– ¡¿Que no sabías cómo?! ¡Exactamente como dices todo! ¡Que de algo te sirva esa boca aparte de cantar y besarte con medio mundo!

– ¿Dejarás de gritarme?

– ¿Dejarás de ser un tonto insensible? ¿Sabes qué? Me largo, no quiero oírte ni verte más, eres un tonto.

Sin más palabras Migé salió de la sala, dejando a Ville, Linde, Gas y Emmerson con expresiones tristes, sumidos en el más profundo e incómodo de los silencios. Ville estaba lleno de coraje, avergonzado, incapaz de levantar la mirada de sus manos y de sus dedos que jugueteaban nerviosamente. El silencio lo rompió un suspiro de Emmerson.

–Iré a hablar con él… –dijo el tecladista poniéndose de pie.

–Voy contigo, a ver si le bajamos el coraje… –dijo Gas, imitando el gesto de Emmerson– Luego te veo, Ville, cuídate.

–Cuídate amigo… –dijo Emmerson, saliendo de la sala junto con Gas y yendo en busca del herido bajista.

Ville apenas sí hizo un gesto con la cabeza, pensando en su amigo, su segundo mejor amigo después de Linde. El guitarrista se sentó sobre la cama, al lado del cantante, sin decir nada. Sólo lo observaba con tristeza.

– ¿Por qué no me lo dijiste? –preguntó al cabo de varios minutos de silencio.

–Sinceramente quería decirles… Pero no sabía cómo, tenía miedo… Perdóname.

–No tengo nada que perdonarte, sólo me hirió el hecho de que no me lo dijeras primero. ¿Y qué harás ahora?

–No lo sé. Seguir hasta que ya no pueda más. Hablar con mis padres. Intentar hacer que Migé me perdone… –el cantante suspiró frustrado, no se sentía capaz de hacer todas esas cosas.

– ¿Y Bam? ¿Han hablado? Lo vi bastante mal luego de que te trajera la ambulancia…

–Sí, vino temprano. Acordamos mantenerlo todo en silencio, con esto –se señaló a sí mismo– ya hay suficiente farándula para el grupo. Si nuestra relación se supiera su carrera y la nuestra se hundiría…

–Tienes razón… –Volvieron a quedar sumidos en el silencio, aunque no era incómodo, cuando estaban juntos casi nunca lo era–. Bueno… ¿entonces saldrás hoy?

–O mañana, aún no lo sé. Pero ya me siento mejor, al menos estoy tan sedado que no me duele nada… –sonrió levemente el cantante.

–Vale. Tendrás que prepararte. Afuera hay un ejército de periodistas esperándote –comentó el rubio como quien no quiere la cosa.

–Mierda…

–Y tus padres.

– ¿Están allí afuera? –La expresión de Ville cambió completamente al imaginarse a todos los periodistas acosando a sus padres, cerrando sus puños con fuerza debido a la impotencia.

–Están hablando con el doctor.

–Ah… –el cantante bajó la mirada pensando en el susto que les había hecho pasar, sintiéndose increíblemente culpable.

Linde se levantó en dirección a la puerta, la entreabrió observando para afuera y luego la cerró con cerrojo. Se volvió a donde estaba Ville y se recostó a su lado.

–No hay señales de nadie, estamos solos… –acercó su rostro al del cantante, dándole un leve beso en los labios.

– ¿Y qué pasa con tu nuevo dueño?

–Al parecer está ocupado y muy enfadado contigo… Pero tú no me defraudarás, ¿verdad? –le preguntó volviendo a posar sus labios sobre los de Ville y acariciarle con una mano el pecho por sobre la bata de hospital.

– ¿A… a qué te refieres? –preguntó Ville antes de corresponderle al beso.

–No te dejarás morir… Lucharás contra el cáncer… –murmuró con voz seductora en su oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja mientras le abrazaba por el cuello.

–Linde… estamos en el hospital… –jadeó Valo, apartándose un poco para poder verle a la cara con una leve sonrisa de demonio–. Basta, yo estoy con Bam ahora y tú con Migé, no podemos hacerles esto.

El de rastas le dirigió una mirada profunda y una sutil sonrisa, asintiendo con la cabeza y separándose por completo del cuerpo de su amigo y compañero quedando simplemente sentado a su lado, mientras el cantante le miraba con rostro serio y cansado.

–Tal parece que estar enfermo te vuelve más responsable, ¿o será el amor? De todas formas no voy a obligarte a nada, nunca lo he hecho –comentó desviando la mirada hacia las nerviosas manos del cantante.

–Supongo que lo es todo. Y no voy a hacer lo que me pides. No voy a luchar. Ya no lo hice… –continuó Ville, bajando la mirada nuevamente y cerrando los ojos aguardando por la reacción del guitarrista.

– ¿Cómo? Explícate ahora mismo –le exigió este, mirándolo con el ceño fruncido.

–No me acaban de detectar el cáncer como todos creen… –dijo aun con la mirada gacha– La verdad es que esto va desde hace años… Desde el 2001… Pero nunca creí que terminaría así, fui un tonto…

–No puedo creerlo… –susurró Linde, poniéndose de pie y lanzando una exclamación de impotencia y enfado.

–Eso no es todo… Como te dije, ya no luché… Apenas me quedan un par de meses de vida…

Ville abrió los ojos, encontrándose con que Linde le daba la espalda y se jalaba de los cabellos con impotencia. Pasados un par de minutos Linde se volteó y se acercó a Ville, con los ojos brillantes por las lágrimas que estaban siendo aguantadas y reprimidas, y le abrazó con fuerza.

–No puedo creerlo… Todos estos años y no te cuidaste… Eres un tonto…

–Lo sé, hermano… Perdóname… –le pidió el cantante, a lo que el rubio guitarrista respondió apretando un poco más su abrazo.

– ¿Cómo esperas decírselo a tus padres? ¿Y Bam? ¿Él lo sabe?

–Con mis padres… no lo sé, pero tengo que hacerlo aunque me duela y los destroce. Ya no puedo aplazarlo ni ocultarlo más. Y sí, Bam lo sabe, se lo confesé hace una semana, cuando me confesó lo que sentía por mí…

Linde se separó de su amigo, pasándose las manos por el rostro para asegurarse de que ninguna lágrima se hubiera escapado, escuchando atentamente. Libero varios suspiros, apenado pero resignado a la verdad, pensando en alguna forma de evitar el trágico final que se sentía tan próximo.

–Ay, Dios… Ville, ¿qué haré sin ti? ¿Qué haremos todos? –le preguntó de forma retórica.

–Definitivamente seguir adelante, aunque les duela y les cueste… Sé que ustedes podrán con esto, son fuertes, sobretodo tú, Linde. Saquen adelante a la banda, sigan cumpliendo nuestro sueño… Sé que saldrán adelante sin mí.

–Tonto, no digas eso que me harás llorar… –le reprochó Linde, volviendo a abrazarlo y a besarle los cabellos y las mejillas.

Ville sonrió levemente, abrazándolo también, aceptando los besos de su amigo, hasta que éste le liberó y se puso de pie otra vez.

–Bien, creo que ya es hora de que me vaya, los chicos deben tener problemas para controlar a Migé. Además, se acaba la hora de visitas…

–Sí, vale. Espero que Migé me perdone, lo único que quiero es hablar con él… Y bueno, supongo que mis padres vendrán más tarde…

–Sí, ya verás que te perdona. Y bueno, suerte con tus padres… –dijo Linde dirigiéndose hacia la puerta, sacándole la llave y abriéndola.

–Espera Linde…

– ¿Si? –le preguntó el guitarrista, cerrando la puerta nuevamente y acercándose a Ville, volviendo a sentarse a su lado.

–Pensándolo bien… Aún tengo que compensarte el dejarte esperando afuera de mi casa y todas las veces que te he dejado plantado…

–Ah, eso, no tiene importancia –Linde se encogió de hombros, a lo que el cantante sonrió de forma traviesa.

–Claro que sí, saldaré todas mis cuentas antes de irme de este mundo. Ahora ven… –le llamó, con una sonrisa seductora y extendiendo su mano hacia el guitarrista.

Linde se acercó sonriendo de igual forma, aunque sin abstenerse de darle un ligero coscorrón al cantante por aquel comentario sobre su prematura muerte. Ville tomó su mano y le jaló, haciendo que se sentara junto a él para poder besar sus labios más cómodamente desde la cama. Fue un beso intenso, el último que compartirían antes de seguir cada uno con sus respectivas parejas. Sus lenguas recorrieron cada parte de su boca, juntándose, saboreándose. Se separaban brevemente para tomar aire y luego seguir así, por unos cuantos minutos hasta que la puerta abriéndose tras ellos les hizo separarse de golpe.

–Ville –esa conocida y ahora demasiado dolida voz, más esos ojos demasiado abiertos, incrédulos…

–No, Bam… No es lo que crees…

–Mierda… –la puerta se cerró de golpe, volviendo a dejar solos a los chicos, ambos atónitos y desconcertados. Ville ocultó su rostro entre sus manos en gesto de frustración, mientras Linde, de pie, no sabía qué hacer.

–Dios, Ville, los siento… Hablaré con él… Iré ahora mismo a alcanzarlo –dijo Linde, dirigiéndose a la puerta.

– ¡No! Déjalo… Ya saldré de aquí. Tranquilo, no fue tu culpa… Qué imbécil soy… Yo mismo hablaré con él…

Linde asintió avergonzado, con la mirada gacha. Sabía que esto había sido grave, ya que Bam podía comentarle, aunque no lo creía posible, algo a Migé y todo se les iría a la mierda, justo ahora que estaban tan bien. Y también lo sentía enormemente por Ville, por haber “metido la pata”. Suspiró avergonzado.

–Será mejor que me vaya entonces… Iré a hablar con Migé. Cuídate hermano y… En verdad lo lamento mucho…

–Sí, mejor eso…

–Bueno, nos vemos…

–Adiós…

Linde salió de la sala dejando a Ville solo con sus remordimientos y problemas. El cantante volvió a cubrirse el rostro con las manos, esperando salir cuanto antes de aquel hospital para poder aclarar las cosas con Bam.

–Genial, lo último que me faltaba… ¿Por qué…? –susurró al silencio, sin obtener ningún tipo de respuesta a sus preguntas más que el silencio de aquella sala de hospital.



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Mensaje por Alexandre Escamilla Jue Jul 11, 2013 7:43 pm

Parte 5


Y así como lo pensó, lo hizo. Apenas le dieron el alta en el hospital, salió en busca de Bam, sólo para descubrir que se había vuelto a Estados Unidos la misma tarde en que vio a Ville besándose con Linde. Esto le sentó fatal al cantante, algo que no podía hacer era viajar de inmediato, sobre todo con los problemas que aquí en Finlandia tenía. Comenzando con Migé.

Le fue muy difícil conseguir que este le perdonara, ya que ni siquiera quería ver a Ville a la cara. Estaba en verdad muy dolido, más que nada por la forma en que se había enterado que por el hecho de que el joven cantante estuviera enfermo.

–Fue una cobardía haberlo ocultado y dejar que me enterara de esa forma, Ville, eso es lo que más me duele…

–Lo sé y lo lamento mucho, yo tampoco quería que fuera de esa manera…

–Pero así fue… –Migé bajó la mirada. Estando ellos dos solos en la cocina de Ville se sentía todo más silencioso, y las palabras parecían resucitar en un eco casi invisible.

–Perdóname, amigo… Nunca he querido hacerte ningún mal, sabes que a veces soy un tonto…

– ¿Algunas veces? –Migé alzó una ceja, con un atisbo de esa sonrisa tan característica de él.

Apenas Ville logró atisbarla, se supo perdonado, y también supo que debía dejar un poco su orgullo de lado y admitir ciertas cosas…

–Bueno, casi siempre suelo ser un tonto, ¿contento? –preguntó, rodando los ojos y sonriendo levemente.

–Más que contento, ¡acabo de grabarte! –exclamó Migé sacando de su bolsillo una pequeña grabadora, la cual Ville se quedó mirando asombrado. ¿Cuánto tiempo llevaba planeando eso?

– ¡No! –Ville trató de quitársela sin éxito, ya que Migé la metió en uno de sus bolsillos interiores  y salió corriendo por la puerta de la cocina hacia el jardín trasero.

Sus risas se escucharon por todo el jardín, mientras ellos, cuales dos niños, se perseguían intentando adueñarse de la grabadora. A Ville ese juego le sirvió para distraerse por unos momentos de la pena de tener lejos a Bam y de saberse peleados, pero también le provocó que su respiración se hiciera más dificultosa. Luego de recuperar el aliento, tuvo que pasar unos minutos inhalándose mientras Migé le observaba preocupado. A estas alturas todos tenían miedo de que Ville volviera a acabar en el hospital.

–Ville, ¿estás vivo? ¿Puedes reaccionar? ¿Puedes decir “soy un tonto”?

El cantante le frunció el ceño mientras se inhalaba.

–Perfectamente puedo decir que “eres un tonto” jajaja…

– ¡Hey! Creí que te estaba dando un ataque o algo así, ¡jadeabas peor que Linde luego de hacerlo!

Ville sólo se limitó a alzar una ceja con una media sonrisa, aguantándose las carcajadas.

– ¿Me estás diciendo que jadeaba como prostituta? Jajaja que diría Linde si supieras que hablas de su intimidad de esa forma –Ville comenzó a silbar “despreocupadamente” mientras Migé se partía a carcajadas.

Luego de esa reconciliación, las cosas parecían ir mejor. Parecían. Ville habló con sus padres contándoles todo, absolutamente todo, de su enfermedad. Que en realidad le habían detectado el cáncer el 2001. Que nunca se había preocupado por tratarse ni por intentar dejar el tabaco. Que nunca lo tomó en serio hasta ahora. Y que su vida se extinguía a cada minuto y segundo que pasaba.

Su madre estaba destrozada, lloraba por su hijo y por no haber podido hacer algo por evitar eso. Su padre casi había entrado en estado de shock. Y luego la reprimenda que le llegó al cantante le hizo parecer un adolescente de 15 años en vez del hombre de 33 años que era. Pero también aquella fatal noticia sirvió para unirlos más como familia, como nunca antes. Ahora Ville llamaba o visitaba a diario a su familia, hablaba constantemente con su hermano menor y estaba pendiente de cada actividad familiar que se presentase.

Todo esto le quitaba gran parte de su tiempo, ahora no solo estaba el grupo y su afán por que éste saliera adelante sin él, sino que estaba su actividad familiar. Y sus amigos, algunos de los cuales no veía desde hacía años y otros cercanos que siempre estaba allí. La prensa había dado la alerta a todos sus conocidos sobre su situación, pero sin declaraciones oficiales, sólo habían difundido que Ville sufría de cáncer de pulmón. Sólo eso.

Los periodistas constantemente acosaban al grupo, ahora no solo por el futuro de la banda, sino porque todos querían saber más detalles contados de labios de Ville. El cantante se negó fervientemente a dar declaraciones al respecto, realmente, ¿para qué? Ville lo que menos quería era causar lástima ni preocupar a sus fans. Ni defraudarlos con aquel error tan estúpido.

Pero aún quedaba un detalle, no, un asunto verdaderamente importante para Ville: Bam Margera. Aunque Ville no podía viajar a causa de su mala salud y de los cambios de presión, de todas formas sabía que tenía que ir a verlo antes de que su situación empeorara. Y en eso estaba, planificando cómo demonios le haría para viajar a Estados Unidos sin sufrir una descompensación en el camino, cuando su luz apareció.

Y qué manera tuvo ésta de aparecer, gritándole como condenada, y a punto de darle un manotazo en la cabeza como la primera vez que se vieron. Esa era siempre la fabulosa entrada de Annie en donde fuera.

– ¡¡Ville Hermanni Valo!! –se escuchó aquel grito agudo y enfadado en el estudio, en donde estaba todo el grupo de HIM reunido.

–Hermano, estás en problemas. ¡Si hasta pareció que temblaban las paredes! –dijo Migé riéndose de la expresión del cantante.

–Se acerca Miss Terremoto, ¡mejor yo me voy! –dijo Burton poniéndose de pie.

– ¡Cobarde! –le acusó Ville mientras también se ponía de pie, al tiempo que se escuchaba la puerta principal abrirse de golpe.

En el estudio irrumpieron lo que a primera vista parecería un grupo de niños vampiros. Tres chicas y tres chicos, todos de negro, todos increíblemente blancos. Esos niños eran Eloveena. Y la dueña de una de las voces más potentes de Chile se dirigía con paso firme hacia Ville, con los demás chicos tras ella intentando detener sus impulsos.

– ¡TÚ! –Le acusó Annie señalándolo con el dedo– ¡Cómo se te pudo pasar por la cabeza el simple hecho de terminar en un hospital y no llamarme!

–Hey, niña, ¡cuidado! ¡Le romperás el otro tímpano! –le dijo Migé, a lo que Annie contestó dirigiéndole una mirada asesina.

– ¡Me importa una mierda su tímpano! ¿Te haces una idea de cómo me sentí cuando encendí la TV y lo primero que veo es: “Ville Valo internado de urgencias en un hospital de Helsinki”? ¡Debería ser yo la que te enviara a un…! ¡¿Qué demoni..?!

Ville le tapó la boca con una mano mientras con la otra aferraba fuertemente las manos de ella, mientras todos los chicos de HIM se partían literalmente de la risa. Los chicos de Eloveena solo la observaban sonriendo, conociendo ya el humor de su vocalista.

– ¡Si te callas te explico todo, no necesito a una vampira histérica! –Le dijo Ville en tono de burla, siempre encontraba tan graciosa a esa niña, sobre todo cuando le daban sus ataques de histeria.

Por toda respuesta Annie liberó sus manos y agitaba los brazos desesperada, quien la hubiera visto se hubiera caído al suelo de la risa. Y eso era precisamente lo que hacían los integrantes de HIM en conjunto con los chicos de Eloveena. Ville, cansado un poco al detener los esfuerzos de Annie por liberarse, la soltó y volvió a sentarse campantemente en el sofá con una sonrisa, aunque de todos modos sintiéndose un poco mal por haber preocupado a esa niña, su amiga.

–Ahora que dejaste la histeria, ¿puedo dar mi testimonio?

–Bueno –gruñó Annie, sentándose en el piso cerca de Ville. Los demás imitaron su gesto, quedando repartidos por el piso del estudio– Pero más te vale tener una buena coartada o te doy un palmetazo el doble de fuerte del primero que te di –dijo sacándole la lengua en un gesto muy infantil.

Los chicos de Eloveena escucharon atentamente las palabras de Ville. Aleja, la baterista, se echó a llorar cuando Ville dijo cuánto le quedaba de vida. Y es que con ellos el cantante podía ser sincero, estos chicos eran de confianza y lo habían demostrado varias veces. Annie se mantuvo seria durante todo el relato, abrazando a Andy quien escuchaba atentamente en silencio. Cuando Ville terminó, todos los chicos de Eloveena quedaron sumidos en un profundo silencio, solo roto por los sollozos contenidos de Aleja.

– ¿Y no hay nada que puedas hacer? –preguntó Shadow, la violinista y el miembro más callado de la banda de Eloveena.

–Nada más que esperar… –Ville bajó la mirada.

–Esto no terminará así, Ville… Yo buscaré la solución, te lo prometo… –dijo Annie, poniéndose de pie y abrazando con fuerza el delgado cuerpo de Ville.

– ¡Eso! ¡Dante nos puede ayudar! Pero Ville, por favor, no te dejes morir… –le pidió Aleja, abrazándolo también. Pronto estaban los seis chicos de Eloveena abrazando –y asfixiando– a Ville.

–Chicos, tranquilos, ¡no lloren! No soporto ver a los niños llorar… Sean fuertes, yo estaré bien…

– ¡No Ville! ¡No estarás bien! ¡Confía en mí, yo puedo ayudarte! ¡Dante hace milagros, el puede salvarte! –dijo Annie desesperándose, apretujando a Ville, tanto que pareciera que lo fuera a romper.

Los chicos de HIM permanecían en silencio, observando a los otros aguantarse las lágrimas. Con una señal Ville les pidió que los dejara solos, y una vez que solo quedaron los chicos de Eloveena, se dio rienda suelta a las lágrimas por parte de Annie, Aleja, Andy y Alex. Los únicos que no lloraban eran Sergio y Shadow, quienes se aguantaban las lágrimas. Shadow por necesidad, Sergio por demostrar siempre esa serena apariencia que poseía.

Entre tanto melodrama, era imposible aguatarse las lágrimas. El cariño de los jóvenes vampiros chilenos hacia Ville era inmenso, incluso se veían más afectados que los mismos chicos de HIM. Pasada media hora, los ánimos ya habían menguado. Aleja se quedó abrazada a Ville, siendo consolada por él, mientras Annie y Andy le decían a Ville que ellos podían ayudarlo.

– ¿Pero cómo? Chicos, esto es una enfermedad, no hay cura milagrosa ni poderes que puedan hacerme sanar. Tienen que ser fuertes, ustedes aún son jóvenes. Y sobre todo, tienes que ser más listos que yo, cuídense entre ustedes. Sean más que un grupo una familia… –dijo Ville.

–Hablas como mamá –dijo Andy– Pero a ti te escucharemos. Ville, confía en mi hermana, ella te puede ayudar…

–Dante puede hacerlo todo, es el mejor… –dijo Sergio, apoyando a Andy.

–Chicos, Dante es una persona como todas las demás. Sé que creen que es genial porque gracias a él alcanzaron la fama, pero no hace milagros. Sólo es un representante.

–No lo es, Ville, ¿por qué no confías en nosotros? –le preguntó Aleja, mirándolo con los ojitos llorosos.

Ville suspiró, pensando en que esos chicos aún tenían mucho que aprender sobre la vida.

–Chicos, mejor váyanse a dormir, ya son más de las tres de la mañana y ustedes aún son niños. Sobretodo Andy –dijo Ville, sintiéndose como una niñera. Esos chicos le sacaban a relucir su lado paternal.

Pese a los ánimos bajos, todos los chicos se rieron, pero aún así prefirieron irse a dormir, ya que el día siguiente se veía pesado. Y además, Andy tenía clases. Y la mala suerte, según él, de cargar con un profesor particular por todos lados. Sólo Annie y Aleja se quedaron con Ville.

– ¿Por qué no se van a dormir?

–Yo quiero quedarme contigo y aprovechar el máximo de tiempo posible con mi ídolo –dijo Aleja, sin despegarse de Ville.

–Y yo aún tengo mucho que hablar contigo, Ville. Y en primer lugar, discúlpame por haber llegado gritándote, estaba fuera de mí… –dijo Annie avergonzada– Quiero compensarte de alguna forma, pídeme lo que quieras. Aprovecha que hoy estoy complaciente.

Annie sonrió sincera. Ville estuvo algunos minutos pensando en qué pedirle a Annie, mientras le acariciaba los cabellos a Aleja. A los pocos segundos su rostro se iluminó con una idea.

–Hay algo… pero no sé si puedes ayudarme…

–Dime, yo lo hago, sabes que contra mí no puede ni el diablo –dijo de inmediato Annie. Y de hecho así era, nada podía contra su voluntad.

–Verás… es sobre Bam…

–Entiendo. Déjame adivinar, se pelearon y quieres que sea de intermediaria…

–Es un poco más complicado que eso… –Ville observó a Aleja de manera significativa, dudando si hablar con ella allí. Pero ella ya dormía profundamente.

–Verás Annie… Bam y yo nos declaramos mutuamente… y habíamos decidido tener una relación…

El rostro de Annie demostró sorpresa al principio, pero luego le siguió atenta en la explicación de los hechos. Ville fue lo más preciso que pudo, sin detallar mucho la situación, tanto por un asunto de pudor como por el recelo que aún sentía estando allí con alguien más que no fuera Annie.

–…Y nos vio besándonos… Esa misma tarde regresó a Estados Unidos, y no lo he visto desde entonces…

–Y tú no puedes viajar. Entiendo… –dijo Annie, reflexionando el asunto y tramando algún plan para ayudar a Ville– Mira, puedo traerlo de vuelta, te prometo que lo haré dentro de esta semana aprovechando que estamos de vacaciones. Pero ¿crees que quiera venir conmigo? Recuerda que me odia, y es decir poco…

–Lo que me interesa saber es… ¿Tú crees poder hacerlo? Solo tú sabes la respuesta, pero yo creo que lo lograrás. Espero no pedirte demasiado… Pero estoy desesperado y no sé en quién más confiar.

–Bien, yo creo que puedo. Bam Margera estará aquí dentro de esta semana o no me llamo Annie Lemarié Escamilla.

–Gracias, eres una gran amiga.

–Lo sé, jeje. Ahora mejor me iré a dormir, tengo que prepararme para ir mañana mismo en busca de Bam –Annie se acercó y empezó a mover a Aleja para que se despertara– Ale, vamos… Hay que ir al hotel…

– ¿Ah? –Preguntó Aleja con carita de sueño. Annie la levantó con ayuda de Ville y juntas se dirigieron a la salida.

Antes de irse, Annie se volteó a ver a Ville, realmente seria.

–Es en serio lo que te dije antes. Dante y yo podemos curarte, sólo confía en mí. Piénsalo.

 
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You Are The One - Fanfic Empty Re: You Are The One - Fanfic

Mensaje por Alexandre Escamilla Miér Jul 17, 2013 1:00 pm

Parte 6


Esa noche la luna brillaba inmensa y majestuosa sobre Helsinki. En la inmensidad del silencio nocturno, se oía un sollozo constante, proveniente de un antiguo edificio de aspecto medieval. Era el llanto desesperado de un sueño…

Por los ojos de Ville surcaban mil lágrimas, su pecho estaba agitado, su cuerpo, inquieto sobre la cama. Su llanto era desesperado. Algo estaba soñando. Algo lo estaba atormentando. Algo le hizo abrir los ojos con un sollozo mucho más fuerte y echarse a llorar con las manos cubriendo su rostro. El reloj de su mesita de noche indicaba las 2:30 am.

Dos semanas habían pasado desde que Annie había marchado a Estados Unidos. Casi un mes desde que se había declarado a su amante. Ninguna respuesta. Ninguna llamada. Las pesadillas eran diarias… Moría, lenta y dolorosamente. Su cuerpo estaba muy cambiado. Estaba muriendo y todo el mundo se daba cuenta. Su cabello, el cual había cortado, estaba desapareciendo. Su cuerpo estaba muy delgado y se notaban a simple vista gran parte de sus huesos. Sus ojos estaban ojerosos, hinchados, hundidos…

Apenas si podía levantarse de la cama. Vivía del café y sus pastillas. No comía, no dormía, no sonreía. Lo único que hacía era tocar la guitarra y rasgar casi violentamente el papel con su lápiz. Su más hermosa canción. Su última canción.

Y todo había perdido el sentido…

Esa noche su llanto era más desgarrador y profundo. Ni siquiera por Jonna había llorado de esa manera. Nunca lo había hecho. Pero ahora… Todo era peor, estaba solo, se sentía completamente solo… Horrorosa, terriblemente…

No podía soportarlo. Su cuerpo le pedía descansar, dormir, rendirse a lo inminente. Su mente le pedía desesperadamente huir y refugiarse en un mejor lugar. Su alma le pedía un último aliento para terminar la canción.

Luego de media hora, cesó su llanto. Ville se puso de pie dificultosamente y se dirigió hacia la puerta de su casa. Le quitó el seguro y la dejó abierta. Después de observar a la oscuridad de la tierra y la luminosidad del cielo, fue en busca de su guitarra, su lapicera y su libreta en donde yacía la incompleta canción. Sólo su voluntad le ayudó a subir las escaleras hasta la torre, hasta que se sentó bajo la ventana y sobre el frío piso.

Tiritaba casi convulsivamente debido al frío que entraba por la ventana abierta y respiraba débilmente, dolorosamente. Pero aún así, iba a acabar lo que había empezado. Escribió con su alma y corazón una carta. Escribió su despedida. Y anotó el final de la canción.

Y durante todo esto, la luna fue su única compañera, quien le alumbraba con su débil brillo. Era como si llorara lágrimas de plata luminosa sobre el cantante. Nuevas lágrimas. Nuevamente el dolor de su cuerpo. Nuevamente esas ganas de dormir y no volver a despertar…

Un suspiro. Un respiro. Un último pensamiento antes de que su mano derecha llevara a su boca una pequeña cantidad de cianuro, guardado especialmente para esta ocasión…

–Lo siento… –susurró débilmente, antes de cerrar sus ojos y dejarse llevar por el sueño y el cansancio de soportar tanto dolor. La guitarra cayó pesada y ruidosamente al piso, escuchándose un eco que rebotó lastimero en la inmensidad de la oscuridad. La luna se había ocultado…


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Annie había logrado su objetivo. Eso probaba una vez más que nada ni nadie podía luchar contra su voluntad de hierro. Le había constado bastante trabajo, pero al final, logró hacer que Bam Margera abordara junto a ella un vuelo a Finlandia. Aunque no hablaban mucho, se notaba que algo había pasado, ya que parecía que Bam por fin no odiaba a esa niña vampira.

Aunque ella había tardado más de lo esperado, por fin volvía a Finlandia. No había podido llamar a Ville para avisarle, ya que su mente estaba concentrada en hacer contacto como fuera con Dante Caraviccio, su representante, algo no muy sencillo pero no imposible. Cuando por fin Dante la atendió, Annie le dijo todo lo que estaba pasando y le pidió que por favor se reunieran en Finlandia a la noche siguiente. Ella estaba decidida a ayudar a Ville como fuera y hacer que se salvara.

Ahora solo les quedaba un problema: El avión había sufrido un retraso. Annie y Bam estaban de los nervios, sobre todo porque no podían usar sus teléfonos en el avión y por ende no podían avisarle a Ville que ya iban en camino. Ni a Dante. Solo estaban ellos dos solos, y eso no era algo muy bueno.

Sí, ahora se llevaban mejor, estaban de acuerdo en varias cosas, pero… Eso no hacía que lograran soportarse más de media hora. Annie estaba histérica por el retraso del avión, y Bam estaba muy nervioso, tenía un mal presentimiento.

Cuando el avión por fin llegó al aeropuerto de Helsinki, Annie y Bam estaban a punto de ser sacados a patadas del avión por causar problemas. Lo bueno es que no alcanzaron a armar un espectáculo en pleno aeropuerto porque justo mientras recibían sus maletas, Dante Caraviccio apareció junto a ellos.

– ¡Dante! ¡Viniste! ¡Gracias! –gritó Annie olvidándose olímpicamente de su discusión con Bam y saltando a los brazos de su representante.

– ¡Buona notte, amore mio! –la saludó Dante, tomándola en brazos con gran facilidad.

Bam lo observó asombrado, aunque esa niña era delgada, pareciera como si a Dante no le costara ni un esfuerzo tomarla en brazos. Además, Dante era de aspecto muy delgado y fino, recordaba a la figura de Ville cuando era un veinteañero.

Dante bajó a Annie y procedió a presentarse con Bam. Luego de unos minutos, mientras Dante y Bam se encargaban de las maletas, Annie comenzó a llamar al teléfono de Ville para avisarles que ya había llegado, por fin.

Pero… el teléfono sonaba incesantemente sin que nadie contestara. Estuvo tratando largo rato, sin darse por vencida, hasta que los chicos volvieron con todas las cosas.

– ¿Qué pasa? –le preguntó Bam, con algo de preocupación.

–Le marco a Ville pero no contesta… Ya intenté con su teléfono móvil y el de su casa, pero nada… –respondió Annie, preocupada.

Bam de inmediato comenzó a marcarle a Ville también, pero nada. Sin embargo, se abstuvo de marcarle a Linde, por obvias razones y es que de él no quería saber nada. Si apenas le había perdonado a Ville gracias a las explicaciones de Annie…

–Debe estar dormido, no contesta… –comentó Annie, frunciéndole el ceño a su teléfono.

–No lo sé, tengo un mal presentimiento… –dijo Bam, observando a Annie y a Dante.

– ¿Quieren que vayamos a ver? Por mí no hay problema –ofreció Dante, mostrando unas llaves de coche.

Annie y Bam lo observaron interrogantes.

– ¿Y eso? ¿De dónde sacaste un coche? –le preguntó Annie.

–Ya me conoces, hermosa, jeje –dijo Dante en tono misterioso y una sonrisa.

–Pero, ¿y si está dormido? Aleja me dijo que tenía problemas para dormir, mejor vamos mañana y le damos la sorpresa… –sugirió Annie, aunque ella ahora también estaba algo ansiosa.

Bam ignoró olímpicamente a Annie y volvió a llamar por teléfono a Ville, sin respuesta alguna. Annie se cruzó de brazos indignada y se dirigió a Dante.

– ¿Vamos entonces? Éste me contagió el mal presentimiento… ¿Qué hora es?

Dante sonrió asintiendo y miró la hora en su reloj de pulsera.

–Las 2:25 am, vamos –Dante tomó todas las maletas, de hecho sólo Bam llevaba maletas, ya que Annie tenía su inseparable mochila.

Annie le tomó el brazo a Bam, que seguí tratando de llamar, y lo tironeó siguiendo a Dante hacia la salida del aeropuerto. Éste le reclamó mientras se zafaba de ella, y a punto estaba de armar un escándalo hasta que Dante interfirió, colocándose entre ambos.

Salieron del aeropuerto en dirección a un precioso deportivo negro, la nueva adquisición de Dante en Finlandia, y luego de acomodarse como pudieron, con Bam en el asiento del copiloto y Annie atrás, partieron hacia la casa de Ville. Dos pares de ojos se mantuvieron fijos en el reloj digital del coche.

2:30 am

2:35 am

2:40 am

Un pequeño grito ahogado de parte de Bam hizo que Annie y Dante fijaran la vista en él.

– ¿Qué sucede? –le preguntó Annie, sintiéndose de pronto angustiada– ¿Bam?

– ¡No lo sé! Creo que algo malo le pasó a Ville… ¡Lo siento!

– ¡Dante! ¿No puedes ir más rápido? –le pidió Annie, reclinándose hacia adelante para poder ver mejor– ¡Allí es!

Dante detuvo el coche y Bam bajó rápidamente dirigiéndose a la puerta de la casa, mientras Annie y Dante le seguían. Y claro, a nadie se le ocurrió preguntar cómo es que Dante sabía la dirección de Ville.

– ¡La puerta está abierta! –exclamó Bam entrando y llamando por Ville.

– ¿Qué? –Annie entró tras él, llamándolo, hasta que arriba se oyó un ruido sordo, como si algo grande hubiera caído.

Annie y Bam se miraron y ninguna otra señal necesitaron para subir casi corriendo hasta la torre, llamando a Ville. Dante detuvo a Annie en mitad de la escalera, susurrándole algo al oído que hizo que la cantante soltara un grito desesperado. Bam siguió subiendo, seguido por Dante.

– ¡Ville! ¡Ville! ¡Soy yo! ¿Ville dónde estás?

– ¡Bam espera! –Dante le detuvo, tomándolo firmemente– No subas, abajo encontré rastros de cianuro… ¡Llamen a una ambulancia ahora!

– ¿Qué? ¿Cómo que cianuro? ¡Ville! –hizo ademán de subir, pero Dante lo tenía firmemente agarrado, con una fuerza que uno dudaría que tenía.

– ¡Bam! ¡Si lo inhalas…! –Dante le dirigió una significativa mirada, dejando la frase incompleta.

Bam se quedó en medio de la escalera, observándolo como si no entendiera, mientras Dante subió rápidamente. Abajo, se oía la voz desesperada y sollozante de Annie hablar por teléfono.

– ¡Una ambulancia! ¡Sí, sí! ¡Por favor! –se oía a Annie cada vez más lejana– ¡Apúrense por favor!

Sonidos de movimiento arriba. Los sollozos de Annie. No parecía real, todo se oía demasiado lejano. Bam quiso subir tras Dante, ver a Ville y ver que no era verdad lo que se estaba imaginando. Pero el tacto gélido de Dante lo había congelado en mitad de la escalera.

Ville, su Ville… No era difícil imaginar qué habría hecho con el cianuro...

–*No tú… No ahora… Ville…* –pensó Bam, cerrando los ojos, sintiendo mil lágrimas correr por sus mejillas, pero él no estaba llorando. Los sonidos se oían lejanos. La oscuridad parecía demasiado negra.

La luna se había ocultado entre las nubes.

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Continuará
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Mensaje por Alexandre Escamilla Miér Jul 17, 2013 1:30 pm

Parte 7

+..::..+ Bam +..::..+


Cianuro. No. Imposible. No podía creerlo. Estaba congelado. Todos los sonidos eran demasiado lejanos. Silencio. Me sentía peor que luego de la más dolorosa de las caídas. Todo era oscuridad. Silencioso. Frío…

– ¡Bam! –el chillido alterado y desesperado de esa niña vampira y la forma en que me zamarreaba me hicieron volver a la realidad.

Abrí los ojos. ¿Cuándo los había cerrado? Todo estaba demasiado iluminado. Y todos los sonidos aparecían luego de su llamada, demasiado fuertes. Una sirena se alejaba velozmente. De pronto estaba lleno de gente. Frente a mí estaban Annie y un policía que me hablaba en finés. Entendía la pregunta.

–Estoy bien… –respondí. Todo parecía demasiado irreal. ¿Y si me había quedado dormido en el avión? No. Mi pecho me dolía demasiado. Pero no de forma física, algo que se pudiera curar con medicamentos y pastillas. Él se había llevado la parte de mi pecho que me faltaba.

–Necesito su declaración de los hechos –me pidió el policía. La niña Annie lo observaba interrogante. Se le notaba en la cara que no entendía su idioma. Eso me hizo sonreír levemente.

–Acabábamos de llegar a Finlandia. Le llamamos y no contestó,  nos preocupamos y vinimos a verlo. La puerta estaba abierta… –dije mecánicamente, como si no fuera yo quien hablaba.

No pude evitar volver a evocar lo que hasta hace minutos había sucedido. ¿Minutos? Veo la hora en mi teléfono. Horas…Qué rápido han pasado esas horas. La puerta abierta aún… me indica que afuera sigue siendo de noche. Annie se pone de pie, noto que no llora pero que sus ojos están enrojecidos. El policía sigue haciéndome preguntas. Ya no le oigo. Quiero verlo a él. Quiero abrazarlo a él. Decirle que lo perdono. Que lo amo…

Me doy cuenta de que no he dejado de observar a Annie hasta que veo que se acerca a los chicos de HIM. Los chicos de Eloveena también están allí. Todos rodeados por policías. Todo un mundo parece estar dentro de su casa, que siento poco menos que profanada. A él no le gustaría saber que su casa está llena de extraños. Siento una sensación de propiedad por su casa y sus cosas. Quiero que todos salgan. Que él vuelva y me explique por qué lo hizo. Después de que me había jurado que no iba a volver a hacerlo, ni a intentarlo, ni a pensarlo siquiera. Después de lo que pensaba del suicidio.

¿Por qué volviste a intentarlo? ¿Por qué no contestaste nunca el teléfono? ¿Por qué no me esperaste 5 minutos más? ¿O 10? ¿O 20? ¿Hacía cuánto tiempo se había envenenado? ¿Por qué quisiste romper esa promesa?

– ¡Te amo! No quiero perderte…


–Tranquilo… Ahora estoy aquí… Amándote…

– ¡Nunca me dejes!


– ¡Nunca dejaré de amarte!

Sólo ahora me doy cuenta. Nunca lo prometiste. Sólo me dijiste otra frase, una que me distrajo y me hizo sentir el hombre más feliz.

¡Nunca dejaré de amarte!

No lo hiciste. Ahora sé que no lo hiciste. Entiendo lo que pasó con Linde. No faltaste a tu promesa. No dejaste de amarme ¿verdad? Pero sí me dejaste solo… ¿Te irás a recuperar…?

–Bam… –abro los ojos y veo a quien me llama. ¿Cuándo los había cerrado?

– ¿Si?

–Ville estará bien. Dante ha ido con él. ¿Sabes que Dante puede ayudarle? Él puede hacerlo todo… Dante va a salvar a Ville…

Es irónico. Quiero reírme de él. Decirle “Andy, deja de soñar y pone los pies en la tierra de una puta vez!”. No puedo. No debo. Andy es igual que su hermana. Las mismas facciones. Las mismas expresiones. La misma inocencia y esa energía. Él está muy seguro de lo que dice. Yo no. No puedo.

– ¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿Sabes lo que es el cianuro? ¿Lo que hace? ¿Lo que él hizo?

–Lo sé. Sé mucho más que tú. Él te ama. Y ahora está luchando. No deberías dejarlo solo…

Lo observo incrédulo. Ese niño es igual a su hermana. Me intimida su forma de hablar. ¿Cuánto tiene, unos 13 años?

Sonríe.

–Tengo 14 años –me susurra antes de marcharse con los de su banda. Me levanto.

Nadie me detiene. Nadie parece consciente de nada. O sólo soy yo. No lo sé. Salgo por la misma puerta que sigue abierta. La cierro al salir. Nadie se había encargado de hacerlo. La policía está afuera también. Los vecinos se reúnen a mirar y comentar. Quiero ir a verle. ¿Por qué todos siguen aquí? ¿Qué están esperando? El coche de Dante no está. ¿Cómo es que un extraño le acompaña y no yo? ¿No sus amigos, no su banda?

Cierro los ojos. Ahora soy consciente de esta acción. Los abro. La luna brilla con fuerza. Hace frío. Mucho frío. Parpadeo rápidamente. Me siento de repente como si acabara de despertar de un sueño. Los sonidos han vuelto, pero ahora están en un volumen ¿normal? Eso parece. Vuelvo a entrar a su casa. La puerta otra vez está abierta. Lo observo todo como si fuera la escena de un cuadro. Siento mi teléfono sonar. Es un número que no conozco, así que no contesto. Y me pregunto una cosa de repente… ¿Qué ha pasado con los teléfonos? ¿Por qué no oigo ningún teléfono sonar?

Me pregunto muchas cosas. ¿Qué ha pasado? ¿Qué he hecho? ¿Por qué me fui a Estados Unidos sabiendo que él no podría seguirme? ¿Qué he hecho?

–Bam… –me volteo a verla–. Bam, vamos a ir al hospital. ¿Vienes con nosotros? –su voz y su tono suenan corteses, sin rastros de ironía. Amable. Ella está siendo amable.

–Sí… –contesto vagamente. Todo parece tan irreal…

Ella sonríe y me jala de la mano. Yo la dejo. No tengo ganas de discutir con ella. Sólo quiero verle. Saber cómo está él. Me dejo guiar como si no pudiera o no quisiera ser capaz de guiarme por mí mismo. Mi mente es un caos. Mi cabeza me duele. Mi pecho me duele.

Me siento tan cansado… Tan impotente… Tan culpable…

En unos minutos me veo dentro de un coche. Estoy sentado junto a Burton y Gas. Linde está al volante. Migué a su lado. El interior del coche está silencioso. El ambiente, tenso. Nadie habla. Todos miran en una dirección diferente.

Cierro los ojos y me apoyo en la ventana del coche. Tengo sueño. Estoy cansado. Me duele todo el cuerpo. Sólo quiero llegar al hospital. Sólo quiero verlo. Estar a su lado mientras se recupera, porque sé que lo hará. Él es fuerte. Lo sé. Lo conozco. Voy a estar a su lado. No voy a dejarlo jamás. Aunque ese jamás implique menos de… Menos de un mes. No puede terminar así. La vida no puede ser tan cruel.

Siento la angustia en mi pecho, quemándome por dentro. Sólo quiero llegar. Pero tengo un mal presentimiento. Quiero verlo, perderme en sus ojos. ¡Necesito verlo ahora! Dios, siento que el coche va tan lento… Ville podría morirse y yo seguiría aquí. ¿Qué? ¡No! ¿Cómo puedo pensar en eso? Dios…

Por fin veo que nos detenemos. El motor se apaga. Todos bajamos. Burton va a mi lado. Creo que no me ven bien, todos me observan y me rodean, como si en cualquier momento fuera a caer. ¿Qué expresión habrá en mi rostro? No lo sé… Yo sólo me ocupo de caminar. El hospital está rodeado de periodistas. Cámaras, luces, focos, voces. Apenas podemos pasar. Nos llueven las preguntas. Me siento enfermo de ellos, mareado con sus voces demandantes. Me dan asco. Su insensibilidad, Ville está muriendo allí dentro y ellos demandan respuestas a sus preguntas estúpidas.

Logramos entrar. Es como pasar a otro mundo, todo está tan tranquilo, vacío, silencioso… Los chicos de HIM me guían. Ellos hacen las preguntas, hablan con las enfermeras preguntando en dónde está Ville, en dónde podemos esperar, en dónde podemos saber. Yo sólo los sigo. Quiero verlo. Necesito verlo. Es en lo único que puedo pensar mientras les sigo. Agitación. Los doctores corren. Las enfermeras susurran agitadas. Ville está siendo operado de urgencias.

Y yo permanezco sentado esperando, cualquier cosa, ansioso. Tengo un mal presentimiento. Es mucho peor del que sentí en el aeropuerto.

Los chicos de HIM permanecen en silencio. De vez en cuando Linde le susurra a Migué o Burton a Gas. Miro a Linde y me dan ganas de golpearlo. No entiendo cómo puede estar tan tranquilo mientras Ville está siendo operado de urgencias. No entiendo muchas cosas de las que pasan aquí… Y este dolor en mi pecho que me impide pensar… Esta angustia que me carcome por dentro y no puedo evitarla… Necesito saber cómo está…

Un ruido a mis espaldas me indica que llegaron los chicos de Eloveena. Un movimiento proveniente de una de las puertas a un costado de la habitación me vuelve consciente de que no somos los únicos allí. Los padres de Ville salen con lágrimas en los ojos junto a un doctor. ¿Cuánto tiempo llevarán aquí? ¿Cuánto tiempo llevamos nosotros aquí?

Los chicos de HIM y los de Eloveena se acercan a los padres de Ville. Yo sólo les dirijo una triste sonrisa. Estoy más pendiente de lo que pueda estar pasando al otro lado de la puerta que da al quirófano. Las horas pasan… Muero de sueño, no he dormido en más de 20 horas, pero no quiero quedarme dormido… No sin saber cómo está. No sin antes cerciorarme de que estará bien…


+~+~+~+~+~+~+~+~+~+


14 horas después…

Abro los ojos. ¿Cuándo los había cerrado? Me he hecho esa pregunta durante las últimas 14 horas. Son las 7 de la tarde. He dormido un par de horas, pero sin entrar en un sueño profundo. La angustia y el miedo me despiertan cada vez que logro conciliar el sueño. No he comido nada en dos días. No tengo hambre. Me he tomado unas 5 tazas de café a lo largo del día.

Esperando todo el día. Sin noticias. Sin cambios. Cuando la madre de Ville logró preguntarle al doctor cómo iba todo, éste sólo dijo que aún no había cambios y que se estaba haciendo todo lo posible. No me gustó la forma en que dijo aquello. Y a la madre de Ville tampoco. Suspiré. Las 7 de la tarde. La operación lleva casi 14 horas.

Cianuro. No entiendo. ¿Por qué?

Siento movimiento de parte del grupo de Eloveena. Dante acaba de llegar con la chica del violín. ¿Serán familia? Ambos se fueron juntos a eso de las 6 de la mañana, antes de que amaneciera. Supongo que serán hermanos o algo así, se parecen. Y ella es muy joven. Ahora acaban de llegar, preguntando por algún cambio, alguna noticia.

–Nada. Todo igual –les dice Annie.

Dejo de prestarles atención. El cansancio me gana por momentos. No me he permitido derramar ninguna lágrima. Necesito hacerlo. Pero con él. Estar junto a él. Con nadie más soy capaz de hacerlo.

Esta angustia, incertidumbre de no saber nada… No la soporto.

De repente veo movimiento. Sí. Las enfermeras se alarman. Se arma la agitación. No puedo evitar ponerme de pie junto con los demás e intentar hacer que alguna enfermera o médico me explique qué está pasando. Todos entran a la sala de operaciones.

Logro interceptar a un médico que cruza velozmente hacia otra habitación.

– ¡Hey doctor! ¿Qué sucede? ¿Qué pasa con Ville?

–Lo siento, estoy ocupado, no puedo decirle nada ahora…

– ¡Por favor! ¡Necesito saber qué le pasa! –insistí. El hombre suspiró.

–Hay complicaciones. No hemos podido estabilizarlo, el cianuro quemó gran parte de sus pulmones, tráquea y estómago. Sus órganos vitales están muy dañados…

– ¿Qué? ¡Pero van a salvarlo! ¿Verdad?

–No lo sé, no es probable. Ville tiene un 10% de posibilidades de sobrevivir.

– ¿Qué? –sentí que se me partía el corazón. Cada vez respiraba con mayor dificultad. No. Imposible. Esto no podía estar pasando.

–No responde a ningún medicamente ni intervención quirúrgica. Si ahora no logramos estabilizarlo, es probable de que no sobreviva. Lo lamento…

Luego de decir eso, se fue. No supe por dónde. No podía ver nada. Ese mal presentimiento me estaba consumiendo rápidamente. Se estaba volviendo real. Mi peor miedo se estaba volviendo real. No…

¿Por qué Ville? ¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué no luchas? ¿Por qué vas a dejarme? No Ville… No voy a soportarlo…


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Mensaje por Alexandre Escamilla Miér Jul 17, 2013 5:14 pm

Parte 8


Su mente vagaba por los confines de la inconsciencia; la anestesia y su propia pérdida de conciencia no le permitían sentir nada a su alrededor. Ni las voces nerviosas de los médicos que lo operaban ni las palabras dictadas por el alma de todos sus amigos y compañeros que esperaban atentos y con el alma en un hilo en la habitación contigua.

Él sólo se dejaba llevar por el negro oleaje de unas aguas misteriosas, siguiendo una voz suave y aterciopelada que le llamaba, una voz que nunca antes había oído. Y luego eran dos voces, se había unido la melodiosa voz de una mujer, una voz espectral… Y sólo Ville podía oírlas, mientras en la realidad, los médicos luchaban por salvar su vida y hacerle regresar.

Afuera, en la sala de espera, varias personas se habían reunido, algunos oraban y otros, sólo esperaban en silencio que Ville se recuperara. Entre ellos, las bandas de The 69 Eyes, The Evil Kittens y Eloveena, aparte de los compañeros de Ville en la banda de HIM obviamente.

Los minutos pasaban tortuosamente para todos, sobre todo para el joven skater que yacía ahora esperando en un rincón alejado de la sala y de todos, sin decir ninguna palabra. Desde que había hablado con aquel médico, había entrado en una especie de mutismo, como si estuviera en estado de shock del que nadie lograría sacarlo, a excepción de una persona… quien desgraciadamente se encontraba luchando por su vida en el quirófano…

La espera parecía eterna. Todos los rostros mostraban una expresión casi torturada, preocupada… Algunas lloraban. Otros parecían a punto de llorar.

Hasta que dieron las 2:00 am. Fue entonces que un doctor, quien dirigía la operación, salió de la sala de operaciones para dirigirse a los nerviosos acompañantes del cantante.

–Familiares y amigos del paciente… –comenzó, mientras todos se ponían rápidamente de pie y le observaban atentos–, vengo a informarles que la operación no obtuvo los resultados que esperábamos…

Un suspiro a modo de grito ahogado recorrió la sala, sumado a algunas exclamaciones angustiadas. El doctor prosiguió luego de un silencio un tanto dramático.

–Pero quédense tranquilos, hemos logrado estabilizar definitivamente a Ville y ahora lo trasladamos a la Unidad de Cuidados Intensivos. Lo tenemos conectado a un respirador artificial mientras esperamos que despierte, ya que su cuerpo se encuentra muy débil.

– ¿Puedo verlo, doctor? Por favor… –pidió la madre de Ville, mientras era sostenida por su marido ya que la falta de sueño y de comida la tenía muy debilitada.

–Lo siento, pero están prohibidas las visitas por ahora. Ville lo que necesita es descansar y recuperar energía, está bastante debilitado tanto por el efecto del veneno como por la operación y su enfermedad.

La madre de Ville se deshizo en llanto, mientras su marido intentaba consolarla y evitar que ésta cayera al suelo. La mayoría de las mujeres de la sala lloraba, a excepción de la joven violinista de Eloveena, Shadow, de Annie y de la vocalista de los Evil Kittens, Gothic Jossy.

El doctor volvió a desaparecer por una puerta contigua, mientras los murmullos, algunos histéricos y otros relativamente aliviados, se dejaban escuchar entre todos los allí presente. Los chicos de HIM estaban tan mudos como Bam Margera, siendo acompañados por los vampiros de Helsinki. Los Evil Kittens conversaban con los chicos Eloveena.

Y aún así, pese a todo, la tensión en la sala era casi insoportable. Varios se fueron, porque tenían que trabajar o por el cansancio, un poco más relajados ahora que Ville se hallaba relativamente estable.

A eso de las 3:00 am., en la sala sólo quedaban los padres de Ville, los chicos de HIM, Jyrki de The 69 Eyes, los Evil Kittens y Eloveena. Y también Lauri Ylölen y Jonne Aaron, quienes no habían podido venir al hospital antes.

– ¿Cuánto tiempo llevamos aquí, sin hacer nada mientras Ville se muere con cada segundo que pasa? –preguntó de repente Annie, angustiada y presa de los nervios.

– ¿Y qué más podemos hacer que acompañarlo desde aquí? –preguntó Jyrki mirándola seriamente, cansado.

– ¡No lo sé! Debe haber algo más que estar aquí sentados sin hacer nada… –dijo decepcionada Annie, saliendo del cuarto tirando de Shadow.

Los presentes liberaron un suspiro, esa chica era incorregible…


+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+


Annie regresó a eso de las 4 a.m., con expresión seria y sola. En la sala no había casi nadie, estaban los padres de Ville y los chicos de HIM, Bam en su rincón, y Gothic Jossy junto a Andy hablando en murmullos.

La chica, luego de pasar rápidamente su mirada por todos los presentes, se encaminó decidida hacia donde se encontraba Bam, sentándose sin más a su lado con una mirada extraña.

–Dante me dijo que dentro de poco podremos verle… –comentó, a lo que el hombre sólo la observó sin sentimiento alguno.

–Aún no entiendo qué pasó, por qué lo hizo… –murmuró finalmente, desviando la mirada hacia el suelo.

–A veces me dan ganas de darle un palmetazo a ambos por brutos… Ya estoy cansada… –dijo la chica, jalándose el cabello y poniéndose otra vez de pie, como si tuviera un resorte que se activara cada cierto tiempo– Dante te avisará cuándo puedas pasar… serás el primero en todo caso.

La chica volvió a salir de la sala, arrastrando de paso a Andy con ella sin darle tiempo a reclamar ni explicarle nada a la chica que hablaba con él, la cual les quedó mirando con expresión de “wtf?” en el rostro, para luego encogerse de hombros y suspirar cansada.


+~+~+~+~+~+~+~+~+~+


Cuando abrió sus ojos, una leve luz proveniente del horizonte le indicó que no se encontraba solo. Una figurilla delicada, como de una muñeca, se dibujaba a lo lejos, de pié observándole. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo, pero aún así decidió acercarse a ella, a ver qué era lo que quería.

– ¿Qué haces aún aquí? Hay mucha gente que te está esperando –le dijo una voz suave y melodiosa, como de una niña, una muñeca… Una voz familiar que en algún lugar ya había escuchado.

– ¿Qué hago en dónde? ¿Dónde estamos? –le preguntó Ville, acercándose más, sin poder distinguir los rasgos de la chica contra la luz de lo que parecía ser, la luna saliendo detrás de un valle.

En realidad, hasta el momento él no se había preguntado en dónde estaba. Miró a su alrededor, intentando recordar de dónde venía, sin éxito.

– ¿Alguien me está esperando? ¿Quién? ¿En dónde? –volvió a preguntar, pero la chica sólo bajó su cabeza mientras dejaba escuchar una pequeña, suave y musical risita.

– ¿No lo recuerdas? Estamos en tu subconsciente. Intentaste suicidarte y ahora estás en cuidados intensivos. Dicen que no despertarás… –respondió ella, caminando hacia él y pasando por su lado.

– ¿Qué dices? –preguntó, intentando pensar, recordar. Una imagen mental vino a su mente, un lugar distinto, claro, la ¿luz del día? Una ciudad, personas, rostros, lugares… Pero nada de nombres. Parecía que intentara recordar un sueño, y entonces se dio cuenta de que en verdad… No, el no podía estar muerto…

–Despierta, Ville. Yo ya no podré seguir viniendo, te quedarás aquí solo… Recuerda que mucha gente está esperándote allí afuera –murmuró la chica, para luego desvanecerse en la oscuridad.

Ville no podía creerlo, pero sentía que aquella chica o lo que fuese, no le mentía. Debía despertar. Recordar a esas personas, sus nombres… Y de la nada, sólo uno apareció, un rostro, una voz, una persona. Escuchaba que le llamaban desde afuera…


+~+~+~+~+~+~+~+~+~+


Como ella había dicho, a los pocos minutos Dante se le acercó para susurrarle al oído que le siguiera. En silencio, ambos hombres salieron de la sala y se juntaron con un médico, el cual les indicó una puerta secundaria a la habitación de Ville.

–Sólo cinco minutos –le indicó el médico, mientras Dante le sonreía levemente y dando media vuelta, se marchaba con rumbo desconocido.

Sin perder mucho tiempo, Bam entró a la habitación, en donde su querido cantante reposaba sobre una cama, conectado a un sinfín de máquinas que emitían pitidos lentos y pausados.

Con paso lento se acercó a la cama, tomando suavemente la mano llena de cables de Ville entre las suyas mientras por fin, dejaba escapar unas pequeñas lágrimas de sus ojos.

– ¿Por qué lo hiciste Ville? Eres tan tonto… –murmuró, mirándole, esperando que él pudiera escucharle desde donde estuviera– Dirás que soy cursi y todo eso, pero te amo… Te necesito, ¿por qué no despiertas? Necesito ver tus ojos otra vez, escucharte reír… Siento tanto haberme ido así… Perdóname Ville…

Nada. Sólo el lento y continuo pitido de las máquinas que indicaban el ritmo del corazón. Con una de sus manos le acarició suavemente el cabello a su cantante, el cual parecía mucho más opaco y escaso que la última vez que le vio.

–Regresa por favor… No me dejes tan pronto… –siguió rogando, mientras sus lágrimas seguían cayendo mientras sollozaba. Necesitaba tener una respuesta de él, escucharle, verle abrir sus ojos como si de algún milagro se tratase…

Un sonido le hizo sobresaltarse. Volvieron a tocar suavemente la puerta, y él rápidamente se secó las lágrimas del rostro sintiendo que aquellos cinco minutos habían sido apenas unos escasos segundos… El médico abrió la puerta con rostro impasible, y Bam salió de la sala sintiéndose mucho más desmoralizado que cuando entró…

 
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