Aniversario, visitando a un indeseable

Me alcé por los cielos siguiéndolo, observándolo por su reacción. Mis ojos le seguían por cada callejón, calle, avenida y pequeño hueco entre edificios. Mis cabellos se movían con furia, mis ojos eran calmos como si la frialdad del aire me hubiera congelado el alma. Entré en su habitación y me senté en la cama, escucharía mi historia y dejaría de ser tan estúpido. Todos tenemos problemas, todos tenemos dolor, pero hay que dejarlo atrás y seguir luchando realmente... sin lamentaciones.

Me molestaba que se recreara en su dolor, como si fuera lo único.

Aún corría aunque perdiendo intensidad poco a poco e intentando calmarse, no quería llorar, estaba harto de eso, todo era culpa de ese, estaba perfectamente hasta que llegó. Lleno de rabia pero la rabia era preferible a esa pena, la rabia le hacía seguir, la pea le hundía.

Pero al llegar a su casa se encontró una sorpresa, se le notó en la cara. Sus ojos algo rojos por el corto llanto se abrieron de más y también entreabrió la boca... pero antes de replicar nada la cerró y entró dejando la ballesta sobre la mesa se metiéndose a la pequeña cocina, ignorándolo como si no estuviera allí.

Me ignoró, era como si fuera una sombra de un montón de ropa. Contemplé sus movimientos mientras la rabia le comía. Mis manos jugaban con la tela de la cama, más bien con los dibujos de las mantas.

-Mi padre me golpeó durante años, abusó de mi cuerpo. Mi madre no hizo jamás nada por mí, me odiaba.-dije sereno, como quien cuenta la última película que había visto sin emoción alguna.-Los maté, me fugué de la ciudad que me vio crecer y un par de años más tarde me convirtieron en el arma perfecta.-susurré acomodándome mejor, sintiendo como su presencia lo invadía todo.-Lo último que recuerdo, quizás lo único, es que la rabia me hizo quemar montes, edificios y luchar contra enemigos que no existían. Después vino la guerra y el resto ya lo sabes.-dije clavando mis ojos en él, en su figura delgada y en sus cabellos dorados.-¿Me ves dirigiéndome a la tumba de mis padres a reclamar algo? No seas estúpido.

Salió con un vaso de agua y se apoyó en el quicio de la puerta, escuchandole, no tenía ni idea de por que hacía eso, si aún trataba de tomarle el pelo o era por otro motivo. Terminó el vaso dejandolo con algo de ruido sobre la mesa donde se sentó.

- No soy estúpido - habló al fin - me cuentas tu historia para? Nunca he dicho que yo sea el único que ha sufrido, tampoco sabes por que estaba en el cementerio, a quien visitaba ni por que. No estaba lamentándome sino recordándome que yo también puedo ser fuerte.

Carraspeó, colocándose el pelo tras la orejas y cruzándose de brazos. - Me criaron mis abuelos apartado de todo, yo metí a ese hombre en nuestra casa, lo cuidamos y curamos creyendo sus mentiras. Volvió con varios hombre, quemaron nuestra casa, mataron a mis abuelos, me apalizaron y me violó; me abandonaron moribundo pero sobreviví. Le encontré y le mate, no estaba allí lamentándome, es el aniversario, me recordaba a mi mismo que gané. Por eso digo que hablas sin saber.

Me reí cuando dijo lo último, aunque el resto lo escuché con atención. Sabía de la historia de mis hombres, no completa pero conocía si tenían algún trauma. Él tenía ese trauma, tenía que convencerse de su fortaleza recreándose en el dolor. Me recordaba a mí en ese sentido.

-No, te recreas en el dolor para obligarte a ser fuerte.-dije clavando mis ojos en él.-Eres fuerte sin necesidad de ir ¿a qué?-comenté alzando una de mis cejas.-¿A qué vas?-pregunté antes de levantarme para caminar hacia él, quedando frente a frente.-No te hace mejor ir a clavarle flechas, ya ganaste... gana otra batalla, es una victoria del pasado y no de ahora.-caminaba lentamente ahora por su casa, acariciando la rugosidad de las paredes, como de la mesa, así como contemplando los pocos enseres que tenía y la decoración.-Te vas a volver loco, obsesionado y no me servirás.-dije girándome serio.-Necesito hombres jodidamente fuertes, no niñatos que clavan flechas pensando que es lo mejor que harán en su puta vida.-mi tono de voz subió leve, pero bajo acomodándose a mi forma de moverme frente a él.-Y no, no te tomo el pelo, porque aún tengo las marcas de las correas de mi padre bajo el tatuaje que me hice días antes de morir.

Suspiró rodando los ojos - piensa lo que te de la gana, sigues sin entenderlo. Si no me he volví loco cuando pasó no voy a volverme loco ahora, tengo la cabeza bien puesto sobre mis hombros y aunque no soy todo lo fuerte que querría soy persistente.

Bajando de la mesa para ir a sentarse en la cama, terminó tumbandose luego de quitarse las zapatillas - no pienso 24 horas al día en ello pero has aparecido en el peor día. Y no tienes que mostrarme ninguna prueba, solo no entiendo por que me has seguido hasta aquí.

-¿Por qué?-pregunté.-Quiero mi besos de buenos días.-comenté antes de tumbarme con él en la cama.-Soy un krusnik con tendencia al insomnio y el médico me ha recomendado que morree a un hechicero todas las noches.-dije girándome hacia él bien colocado alzando y bajando las cejas.-¿Me das el besito?-puse los labios en forma de beso y cerré los ojos, pero acabé abriendo uno.-Venga, que empiezo esta noche la terapia.

Le miraba con una ceja alzada y cara de incredulidad, si no fuera por que había visto su colgante y parte de su poder realmente no se creería que ese era su lider. Lo dicho, era como un crío. Soltó una risa corta mirándole a los ojos.

- No, hay muchos hechiceros en el mundo, busca a otro - contestó incorporándose para sentarse en la cama al estilo indio - date por satisfecho con el beso de antes cuando estaba en shock. No vas a tener más - cruzándose de brazos y mirándole aún con esa expresión que se resumiría con un "en serio?"

-Ya sé.-dije riendo acomodado en la cama.-Pero con el resto no me puedo comportar normal, usualmente los que me rodean me conocen en la batalla y perdería toda la credibilidad.-comenté antes de sentarme bien en el colchón como él.-No te pido sexo, aunque si te lo diera seguro que te asombrarías, sólo un beso como Dios y el Demonio mandan.-murmuré ante quedándome a su lado.-No me huele el aliento, lo juro... y creo que lo hago bien.-le guiñé un ojo y saqué de mi chaqueta un móvil.-No lo uso para llamar, sino para jugar... esperaré ese beso, teniendo batería puedo sobrevivir toda la noche.

Cuando se despistó, en cuanto lo hizo, le besé hundiendo mi lengua en su boca y tomándolo de la nuca. Caí sobre él besándolo, abriendo sus piernas para rodearlas contra mí mientras le agarraba de las muñecas. Besaba sus labios con ganas, saboreándolos.

-Gracias, podré dormir esta mañana... soñaré con angelitos del play boy.-susurré apartándome para marcharme.

- Y no me extraña - contestó a lo primero aún con las defensas altas, volvió a resoplar una risa - tampoco es que lo quiera - mirando hacia un lado, refiriéndose al sexo. Pero entones sacó ese móvil que le descolocó, descruzó los brazos acercándose milímetros para verlo y entonces el castaño le saltó encima.

Se quedó rígido como un palo para luego tratar de revolverse, para nada ya que acabó tumbado en la cama acorralado bajo su cuerpo y con las muñecas presas. Le miró con lo que podría definirse como odio cuando cortó el beso que le dejó casi sin aire. Al tener las manos libre no tardó ni dudó en arrojarle lo que tenía más a mano... la almohada.

- Lárgate ya de una vez, eres un acosador y un aprovechado. Largo de mi casa... pervertido - no se le ocurría mejor palabra por culpa del enfado, los nervios y la vergüenza.

Me giré tomando la almohada y comencé a bailar con ella mientras me insultaba. Reía de forma escandalosa mientras bailaba tango, vals y de nuevo tango. Me giré hacia él y sonreí.

-No pares, es música para mis oídos.-le guiñé tirando la almohada a un lado.-Dime más cosas, dime más... bailaré para ti...-dije girando sobre mí para luego clavar los ojos en él.-Di lo que quieras, pero te ha gustado y sé que cuando no esté pensarás en mí deseando otro besito... pero la cosa es que debo besar a uno distinto todas las noches.-salí por la puerta marchándome esta vez sí, dejando atrás su casa mientras me reía.

Dejó de insultarle, simplemente por que no se creía lo que veía ¿estaba bailando con la almohada? - estas loco - murmuró con cara de desconcierto y sorpresa aún. Pero cuando le miró diciendo aquello el coraje volvió frunciendole el ceño - en tus mejores sueños - contestó.

Su lider se fue, justo a tiempo pues entonces lo que le revoleó fue un zapato que solo dio en el quicio de la puerta, donde antes estuvo su cabeza. - Tsk - levantándose a recoger la almohada - esto no es real, es una mala pesadilla - murmuró, cerró la puerta, apagó la luz y se metió en la cama tapándose con la sabanas por encima de la cabeza. Mañana no recordaría nada, para él como si nunca hubiera conocido a su lider, recuerdo suprimido y a la mierda.

Me marché a mi edificio, entrando bajo las estrictas medidas de seguridad, para caminar hacia el pasillo del hall, de allí fui directo al ascensor y este me llevó a mi lugar de descanso. Entre las sombras, agradables para mí, pude ver mi enorme cama y como se precintaba todo debido a un botón que había en el suelo, el cual pisé suspirando pesado.

-Un beso, bueno algo es algo.-murmuré estirazándome mientras me reía bajo, quitándome la ropa para dejarla por el piso.