Aniversario, visitando a un indeseable

Un año más había pasado y un año más iba de visita al cementerio. Era una especia de rito, un recordatorio de que la pesadilla terminó y el había vencido. Así que allí estaba, caminando entre las tumbas de aspecto lúgubre buscando una en concreto, sus zapatillas se llenaban de tierra pero eso dejó de importarle hace bastante. Con un botellín de cerveza sin estrenar en la mano y el pelo algo despeinado paró frente a la tumba que estaba buscando.

Se quedó mirándola unos segundos antes de limpiar la mierda acumulada en el nombre con la manga de la camisa, se quedó observándola un ratito. - Feliz aniversario, ojala sigas revolviéndote de dolor en el infierno o dónde hayas ido a parar, poco me importa el sitio - dio un sorbo al botellín antes de empezar a derramar el resto encima de la tumba. - El niño débil sigue viviendo un añito más, jódete allí dónde estés - tirando el casquillo al crecido césped y se sentó en este dándole la espalda a aquel monumento inmerecido. Preferiría visitar la tumba de sus abuelos pero no había niguna, no había quedado nada rescatable de ellos.

Aquel lugar estaba plagado de cadáveres, había varias fosas comunes, tumbas reconstruidas tras la guerra que contenían a familias enteras y otras que eran simplemente en memoria de guerreros o seres destacables. Antes de aquella masacre había venido para destrozar algunas tumbas, saquearlas y hacerme con el poco valor que podía hallarse en ellas. Hacía unas noches había robado un cráneo, después de décadas de no pisar un lugar como aquel.

Llevaba esta vez una guitarra, pero ni siquiera la había desenfundado. Mi tres cuartos de cuero rozaba las tumbas del cementerio... de aquellos ángeles que clamaban al cielo perdón y de otros que besaban las lápidas. Mi voz cortaba el aire, como el me revolvía los cabellos. La camisa blanca de chorreras ni se veía bajo la gruesa capa de cuero del abrigo, sólo las mangas y el cuello. Mis botas hacían eco igual que mi voz.

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Recordé aquellos que me hicieron cambiar, calmando mis ansias de sangre y sosegando al fin mi alma atormentada. Si bien, seguía siendo sanguinario y cruel. Seguía siendo yo, La Bestia... la resurrección de un demonio con cara de ángel y dientes de vampiro.

Noté una presencia, pero eso era lo habitual, pues hasta los fantasmas tenían permitido caminar por lugares así.

Llevaba un buen rato sentado sobre el frío y seco césped, jugando a arrancarlo con la espalda apoyada en la, sucia y chorreante de cerveza, tumba cuando escuchó a alguien cantar. Llegaba de lejos pero esa voz le atrapó, haciéndole quedarse quieto solo para poder escuchar mejor, no era humana, esa voz te hacía vibrar por dentro así que humana no podía ser.

A pesar de que el instinto decía que no la curiosidad tiraba mucho, quería ponerle rostro a esa voz, además de la curiosidad de saber quién andaba cantando por un cementerio. Estaba cerca así que podría echar un ojo, se encaramó sobre la tumba, agarrándose y alargando el cuello para poder ver sobre ella... pero estaba mojada con cerveza y su torpeza se sumó a la mala suerte. su pie resbaló dado como resultado una patada al botellín de antes y un rodillazo contra la lápida.

- Auch - murmuró sobándose ya bajo la lápida, sentado de nuevo en el suelo y quedando tapado por esta, oportuna cerveza, ni siquiera había podido ver a quién cantaba.

Noté su esencia, era humana pero no común. Sonreí de lado siguiendo con mi canto, parando de cantar cuando su torpeza fortuitamente hizo caer la botella. De un rápido movimiento me puse tras él. Pegándome sin rozarlo, levitando.

-¿A quién buscas?-pregunté sonriendo imitando sus movimientos.-¿Es interesante? ¿Es guapo? ¿Canta bien?-dije antes de apoyar mi mentón sobre su hombro.-¿Es vampiro? Me encanta este juego ¿a ti no?-reí bajo separándome para sentarme sobre una de las lápidas, quedándome allí quieto olfateando la cerveza.-Oh, birra... ¿un funeral a lo vikingo?

Estaba pensando en huir antes de que el dueño de la voz le encontrara cuando lo escuchó tras él, prácticamente en su oreja... no supo como no le había salido el corazón por la boca pues no se lo esperaba. Se quedó quieto, recuperándose hasta que le vio sentado sobre una tumba.

- Solo intentaba ponerle rostro a una voz, pero decepciona un poco - contestó levantándose, hizo una pequeña mueca, se había escoñado la rodilla seguramente le dolería por un rato. - Y no es un funeral - mirando la tumba, arrugó un poco el ceño por la punzada de ira y asco que siempre le daba al verla - eso murió hace bastante tiempo... ya me iba de todas formas - colocándose bien su ballesta a la espalda, siempre la llevaba encima.

Pero terminó quitándosela de la espalda para separarse un par de pasos de la lápida, cargar una flecha y dispararle, justo quedó clavada entre la N y la C, ese hueco tenía una muesca de años anterior. - Ahora si - devolviendo la ballesta a su espalda dispuesto a irse.

Ni me inmuté, simplemente quedé como estatua de piedra contemplándolo con una mirada sombría. Mis cabellos se movieron por la leve brisa de algún espectro, mientras jugueteaba con las yemas de mis dedos sobre mis nudillos. Escuché sus palabras escudriñando más allá del significado, quedándome con el sentido que él le otorgaba a cada una.

-Pobre lápida.-dije tras tomar la flecha que fue directa a estar entre mis piernas.-¿Qué daño te hizo la piedra?-hice que quedaran cenizas de la flecha al incendiarla entre mis dedos.-¿No me dices tu nombre?... sé que eres de los Thorns, he escuchado que son estúpidos y que si dirigente lo es aún más.

Yo era el líder, sólo iba a buscar en él las cosquillas y ver como se defendía. Mi amuleto estaba bien oculto, no quería que lo viera todavía.

-He oído que ese tio, el Dios Oscuro ese... es un egocéntrico que sólo sabe sentar su culo en el trono ese que tiene y mangonear a todos. ¿Esa es libertad? ¡Anda ya que os zurzan!

Había empezado a andar pero el otro parecía no querer dejarle ir fácilmente, terminando por meter los dedos en la yaga, seguramente había visto su amuleto que había quedado a la vista por coger la ballesta.

- Que suerte tengo, vengo a un lugar silencioso y me encuentro a un listo - dijo dejando de caminar, no se había alejado más de cuatro pasos, se giró un poco para verle - aunque si te guías por habladurías tan listo no serás, más bien algo maria de barrio. Tu que coño vas a saber como somos o dejamos de ser, a mi no me está mangoneando nadie, al menos intentamos cambiar algo, es mejor que esperar que los pajaritos me cuenten los últimos chismes.

- Oh, y una información muy útil, ¿sabes como funciona una organización? siempre tiene que haber alguien arriba o todo es un caos y no se llega a nada, lección básica de trabajo en equipo, de nada - sonriendo con ironía. - No tengo tiempo para perder contigo, tengo muchas cosas que hacer y no tengo por que decirte mi nombre - volviendo a andar - déjame en paz.

Unas fuertes y metálicas carcajadas resonaron en todo el camposanto, varios cuervos que andaban posados en sus ramas salieron despavoridos, así como un par de murciélagos que intentaban comenzar a ivernar en un lugar ta calmo en apariencia.

-Sólo viendo lo torpe que eres me dice mucho de tu líder.-comenté bajándome de la lápida.-Y cierto, no tienes que decir tu nombre.-indiqué caminando cerca de él.-Pero apuesto que si tuvieras a tu líder frente a ti no lo conocerías, seguro que jamás habló contigo ni se preocupó por la raspadura de tus heridas.

Sabía quienes eran todos y cada uno de mis hombres, porque aquellos que se unían dejaban una breve reseña... raza, sexo, edad y dones. No era mucho, lo sé, pero era lo necesario para saber en qué puesto colocar a cada uno y si Darius o Adrian necesitaban ayuda en su grupo... enviarlos para colaborar. Era uno de los pocos grupos que admitían a todo tipo de seres, como nosotros, y que no tenían el cerebro comido.

-Me apuesto un beso con lengua... a que pierdes.

Resopló frustrado cuando insistió en seguir hablándole y ya no solo eso sino también caminando junto a él - que termino de déjame en paz no entiendes? creo que es una frase bastante simple - mirándole con cierto coraje.

- Es una organización, no una familia, evidentemente mi lider no viene a curarme si me hago daño, y no lo necesito puedo curarme solo - resoplando de nuevo y apretando el paso. - No pienso apostar nada contigo, pierdete - si apostaba perdía ya que nunca lo había visto en persona, las ordenes le llegaban por terceros nunca directas.

-Lástima.-dije riendo aún más fuerte, me divertía ese pequeño experimento.

No solía demostrar quien era, no era mi forma de actuar cotidianamente. Pero era jodidamente divertido sacarlo de sus casillas. Sabía que si me presentaba como su líder no me creería, hasta que mostrara el colgante y tendría que callar toda sospecha.

-Ibas a perder, por eso no apuestas.-dije con las manos en los bolsillos de pantalón, mostrándome muy seguro de mí.-Apuesto que ni siquiera te lo puedes imaginar ¿qué tal un tipo a lo Lestat? No, sería muy obvio algo así por ese rubio tocahuevos.-conocía bien a su hijo Louis Eric Lioncourt, a sus nietos y a él mismo porque lo había visto en varias ocasiones.-¿Y qué tal alguien como yo? Yo podría ser un buen líder ¿no crees? tengo algo que te saca de las casillas, sería divertido domarte.

Parecía que no se cansaba - era una apuesta estúpida, y no tengo por costumbre dejar que me bese el primer sujeto que me cruce cantando por un cementerio - comentó con un hondo suspiro que casi parecía un bufido por que le salió del diafragma.

- Y a ti que te importa? Yo sigo un ideal no a una persona, nunca me lo he imaginado y me da exactamente igual como sea, alto, bajo, gordo, flaco, como si tiene un par de antenas en la cabeza, me importa una mierda - ya si bufó realmente harto. - Buen lider no se pero tocapelotas si que si, no te niego ese don que tienes.

Se paró en seco cruzandose de brazos y mirandole, con coraje y agobio, no soportaba que le acosaan - ¿que coño quieres?

Mi carcajada fue aún más espeluznante. Creo que esa risa podía darle miedo incluso a muchos demonios, ya que conocían bien esas carcajadas en plena batalla y ellos habían sentido mi crueldad. Podía ser de todo menos un lindo chico cantando por el cementerio despreocupado, cual caperucita roja recogiendo violetas por los pastos.

Un aire helado recorrió el cementerio, mis cabellos se movieron lentamente y desaté parte de mi poder. No era completo, pero se sentía pesado y terrible. Algunas piedras del suelo comenzaron a bailar, varias tumbas cercanas se desquebrajaron y uno de los árboles sacó sus gruesas raíces del suelo cayendo a un lado.

-Yo soy Amaury William Rose.-mi tono de voz se escuchó más pesado, mientras el eco de mis espeluznantes carcajadas podían ser oídas aún en el recuerdo.-La Bestia... el Dios Oscuro.-mis ojos brillaron con peligrosidad y mis colmillos se hicieron aún más puntiagudos.

El colgante que portaba entre mis ropas salió levitando, mostrándose ante él, mientras mis manos estaban en mis bolsillos esta vez. Comencé a cantar mientras levitaba para contemplarlo desde los aires, mi tono de voz era idéntico el que solía sacar en medio de la guerra.

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Cuando paré cesó todo, me quedé frente a él tomándolo del mentón. Sonreí de lado aproximando mis labios a los suyos, para apoderarme de su boca y apartarme.

-Que tengas buena noche, torpe.-dije girándome para echar a caminar hacia la cancela, tampoco estaba tan lejos.

No entendió y miró a su alrededor en un principio hasta que la verdad que tenía frente a sus ojos le heló la sangre dejándole más pálido. No sabía como reaccionar, mejor dicho ¿hay alguna forma correcta de reaccionar en una situación así? ¿a parte de tener miedo? Estaba tan en shock que nisiquiera reaccionó al beso, le fallaron las rodillas y acabó de culo en el suelo mirando como se alejaba.

De su cabeza en blanco solo acabó saliendo una idea "mi lider es peor que un crío, se divierte fastidiando". Fijo sus ojos en su espalda, haciendo fluir su poder a él, se levantó acercandose para que el efecto fuera más fuerte hasta estar tras él.

- Se que soy torpe, por eso no trabajo en la batalla sino tras ella - salió antes que él, andando sin girar a mirarle - y nunca pensé que mi lider tuviera ese comportamiento de crío - mirándole por encima de su hombro - me ha decepcionado bastante.

Me reí a pura carcajada cuando dijo aquello, aún con las manos en los bolsillos mientras caminaba sintiendo la suave brisa fría y húmeda. Me sentía como en casa, aunque mi casa estaba en cualquier lugar donde mis pies me llevaran. Miré al chico y sonreí abiertamente, como lo haría un bufón.

-Hay que tener sentido del humor.-dije encogiéndome de hombros.-Hacía más de doscientos años que no me lo pasaba tan bien.-admití recordando a mis viejos amigos, los del barrio, aquellos que jamás me dieron la espalda y mi sonrisa se volvió nostálgica.-Yo mismo te di el lugar en la organización, es pura estrategia. Si alguien tiene poder, pero es incapaz de usarlo por torpe... es mejor que colabore después que mientras.-susurré guardando mi colgante a buen recaudo.

De un brinco subí al tejado cercano caminando sobre este contemplando la luna, se veía enorme y más oscura que en tiempos pasados. Me quedé allí contemplándola mientras la suave brisa movía una pequeña y lejana nube. Canté de nuevo con mis cabellos moviéndose con el aire, olvidando y obviando que él estaba ahí. Expandí mis brazos en forma de cruz.


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- Pues el tuyo es muy pueril - mirándole mal, a él no le había hecho ni pura gracia en ningún momento. - No soy torpe con mi poder, ni siquiera te he dicho mi nombre no puedes saber en que puesto estoy...

Pero le ignoró, se subió a un tejado cual gato para contemplar la luna, por reflejo se puso a mirarla él también, quiso seguir su camino pero su cantó se lo impidió. Cerró los ojos sintiendo la brisa y escuchándole cantar solamente... pero meneó la cabeza queriendo volver en si, tenía que regresar y dejar a este detrás. Practicaría tiro al blanco para relajarse y olvidar lo que había pasado, se sentía mal y no solo por el susto.

-Vayas donde vayas aquello que te hace daño te acompañará.-dije después de terminar mi canción, sentándome en el tejado.-No eres el único que ha sufrido, tampoco serás el último.-miré la luna sombrío, como si pudiera sacar de ella sus sentimientos.

Me bajé con movimientos elegantes, para nada lo que había mostrado hasta ahora. Mis pasos eran parecidos a los de un gato, sobretodo ese aura mística que suelen rodearles estaba presente y mis manos blancas estaban tras mi espalda como si meditara.

-Eres un idiota, un jodido idota si crees que te librarás de ellos.

- Me hablas a mi o a la luna? - preguntó volviendo a mirarle cuando le habló, y estaba dispuesto a irse de dejarla allí. Esos elegantes movimientos le sorprendieron y no pudo disimular la mirada que los siguió uno a uno, observándolos con cierto punto de fascinación que se escondió tras esa actitud defensiva de nuevo en segundos.

- No es asunto tuyo, y el idiota eres tu, que habla sin saber - dándole con un dedo en el pecho, indignado por que había dado en la herida. - No intento librarme de nada... bueno, de ti, pero no paras de interrumpirme - y se giró con un movimiento rápido de forma que las puntas de su pelo le rozaron la cara al castaño, de nuevo echó a andar.

-Si hubieras querido te hubieras ido hace tiempo.-dije mirando la luna sin siquiera echar un vistazo.-Hay historias tan tristes y trágicas como la tuya, no eres al único que le hicieron daño.-comenté echando a caminar hacia el lado contrario con esa elegancia inusitada en alguien como yo, sabía moverme... había sido cantante, tenido contactos como modelo y también escribí libros en aquellos años. Tuve que refinar mis modales para ser mejor, para demostrar que podía serlo.

Además, ser el líder de una organización hacía que cambiara mi forma de ser. Me había vuelto más oscuro, pero mi caracter explosivo sólo se veía en la batalla. Cuando me contemplaban veían a alguien fuerte, con cierta sabiduría y sobretodo... un don inexplicable para atraer con mi presencia, no sólo con mi voz.

-Tú no eres el único.-susurré antes de comenzar a cantar bajo otro de mis temas.

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- Llevo intentándolo desde el principio pero no me dejas - se quejó un en murmullo, si es que no podía callarse le tenía que replicar - que sabrás tu de mi historia o si me han hecho daño, si no me conoces.

Pero de nuevo paró, no podía evitarlo al esucharle cantar, su voz era demasiado bonita. Para disimular se sentó en un banco remangándose la pernera de pantalón para mirarle la rodilla dañada, raspada y con una gotitas de sangre ya empezaba a asomar un moratón en ella.

Me paré al sentir que se quedaba allí, a pesar de su prisa por marcharse. Giré lentamente mi cuerpo y noté como se miraba las heridas. Parecía un gato lamiéndose un golpe, como si pudiera de ese modo sentir menos dolor. Decidí por lo tanto aproximarme y quedar arrodillado frente a él. La sangre ya no me afectaba, podía controlarme gracias al poder que me transmitía la sangre de otros iguales a mí.

-No tiene buena pinta, eres un maldito torpe.-murmuré antes de reír bajo.-Mira que asustarte, eres peor que un gato.

Inspeccionaba la herida, no sería difícil de curar ya que no era profunda, un rasguño solo y los huesos no parecían estar mal, era una herida cutánea fácil de curar. Alzó la vista al notarle frente a él, volviendo luego la vista a la herida.

- No me asusté, me resbalé - protestó mirándole con el ceño fruncido y morros - no es para tanto, es superficial pero con esto de las heridas mi cuerpo es un poco exagerado, en realidad no es nada.

Colocó la mano a centímetros de la herida para empezar a curarla, los hechizos de curación se le daban bien. La herida se fue curando poco a poco quedando al final solo el moratón y las gotitas de sangre.

-Eres como E.T-dije al ver como curaba su herida, era idéntico a ese dedo sanador que tenía aquel alienígena.

Me quedé sentado frente a él, contemplándolo fijamente. Lo hacía sentado estilo indio, con mis manos sobre mis muslos y mis ojos fijos en sus dedos. Mi mirada daba pavor incluso en ese punto, cuando me concentraba era aún peor. Mis pupilas se volvieron más oscuras, casi como el iris de mis ojos. Comencé a cantar bajo, esta vez influyendo en él porque así lo había decidido en esta ocasión.

Recordé a mis amigos, aquellos que una vez tuve, y a los pocos que ahora tenía. Era una mezcla extraña de emociones, quería transmitirselas a él porque sabía que lo entendería. Intentaba atrapar su atención y hacer que cediera a mis palabras.

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- ¿ET? ¿No se que es eso? - contestó fijando su atención aún en la herida, pero el castaño estaba demasiado callado así que terminó mirándole a la cara... su expresión concentrada daba miedo y se habría levantado y largado si no fuera por su cantó.

Le dejó clavado donde estaba, revolviendole por dentro, esas emociones no eran suyas pero las sentía como si lo fueran, tampoco es que no las hubiera sentido nunca. Un cúmulo de sentimientos que te hacían un nudo en la garganta, sumado a la letra de esa canción consiguió que sus ojos estuvieran brillantes, llorosos.

- ¿Que me estas haciendo? - preguntó con un tono de voz bajo, sin poder apartar la vista de él - deja de hacerlo - y eso sonó más a orden que a petición.

Tomé su rostro entre mis manos y seguí cantando haciéndole recordar el dolor y ofreciéndole también el mío. Quería que notara como el dolor no lo sentía solo él, también yo o cualquiera que se cruzara frente a su rostro de ángel. Tenía un aspecto de ángel, eso me atraía aún más provocando en mí una curiosidad demasiado fuerte.

-Todos sufrimos, todos lloramos, todos sentimos que no pertenecemos a este mundo. Tú elijes si vienes a quejarte a un cementerio o tomas las agallas para pelear, para luchar, por tu supervivencia no para evitar errores del pasado. Acepta eso de una jodida vez.-dije apartándome de él, alejándome esta vez dejándolo atrás.

Caminaba con las manos en mis bolsillos, dejando que sus recuerdos leídos en sus ojos y en su revuelta mente, no me influyeran para quedarme a escucharlos por su propia boca.

Siguió cantando como si no hubiera dicho nada, tomándole del rostro, aunque quería no podía apartar la vista de él. - No he venido a quejarme - murmuró, intentando sentir coraje pero la pena que le inundaba era más fuerte.

Se alejó de él, entonces pudo recuperarse un poco, al menos la voz - No quiero tus consejos! - alzó la voz al final secándose un par de lagrimas que habían escapados de sus ojos. Se levantó para echar a correr hacia su casa, ahora si que quería irse y no pararía por mucho que se pusiera a cantar, como si hacía malabares con sus botas, no le miraría.