Palacio de Placeres (Red) [+18]

En la noche suiza, en algún lugar de la montañosa cordillera de los Alpes, un remolino de cenizas negras comenzó a girar sobre sí mismo, apareciendo prácticamente de la nada, las cenizas se apelmazaron y se pegaron las unas a las otras hasta formar dos figuras... Las figuras revelaron luego ser un joven moreno y otro rubio... El hechicero Red Schneider y el general del Infierno Asmodeus, llevados a aquel lugar por el poder del último.
Una vez estuvieron completamente enteros, el Demonio miró al otro y comenzó a avanzar por un serpenteante camino sinuoso entre las montañas, esquivando rocas, avanzaba incansablemente por el pedregoso sendero, asegurándose que Red lo siguiera.
- Asegúrate de no perderme de vista... Estamos en mis dominios, esta porción de los Alpes me pertenece, y si me pierdes el paso ni el Otro podría sacarte del laberinto de las montañas.
Siguieron caminando por aquellas pendientes y senderos, algunos bastante peligrosos en el borde mismo de las montañas. Atravesaron cuevas y subieron empinados montes en el mismo corazón de la cordillera.
Por fin luego de un tiempo, llegaron a un túnel en una cueva, lo atravesaron guiándose por la tenue luz que veían desde el otro lado. Al cruzarlo se encontraron con un amplio espacio en el mismo centro de la cadena montañosa. Un enorme palacio se erguía orgulloso del otro lado de un magnífico puente de piedra que atravesaba un acantilado frente a ellos.

El Palacio:

Los dos seres continuaron caminando por entre la inmensidad de aquel paraje tan resguardado, atravesaron el puente y llegaron hasta las mismísimas puertas de la edificación. El Demonio puso una mano sobre ella y las dos hojas del portal se abrieron hacia fuera, revelando una amplísima galería apenas entrar, iluminada con varias ricas lámparas araña que colgaban del techo. Al entrar ambos la puerta se cerró y comenzaron a caminar por el amplio corredor. Lo hicieron en silencio hasta que luego de algunos minutos de caminar y de que los pasos de ambos resonasen sobre la piedra llegaron ante otra puerta, el Demonio la abrió y se reveló un nuevo lugar...
Esta vez era un recinto muy amplio, iluminado también por arañas pero en el medio de él había una larga mesa de roble pulido, la misma estaba repleta de los mayores manjares y delicias que cualquier boca humana o no pudiese disfrutar, exquisitos y finos licores poblaban la mesa, al igual que algunas otras bebidas servidas en jarras de plata. El alimento allí presente serviría para sustentar a varias generaciones humanas.
El General fue hasta la cabecera de la mesa y se sentó a ella, indicó a Red que se sentase en la silla a su derecha. La comida y la bebida no eran los únicos placeres que aquel lugar podía proporcionar, pero por lo pronto serían los necesarios para demostrarle su hospitalidad al hechicero. Se tomaba todos estos recaudos y molestias porque, obviamente, Red le había parecido muy valioso y digno de atención e interés. Además lo que iban a tratar necesitaba que estuviesen distendidos y relajados.
- Toma lo que desees, Red. Si tienes hambre saciala, al igual que tu sed. Si lo deseas otros placeres podrían serte prodigados también, pero primero lo primero... Nuestros planes. Yo ya te he comentado cuales son mis ideas, me gustaría saber que sugerirías tú, por ejemplo en que lugares comenzar con los ataques.

Algo mas que mis tripas se revolvieron en cuanto volvio mi carne a tomar forma y mientras el rubio ya estaba caminando ascendentemente hacia su mansion sorteando riscos y demas, yo aun estaba clavado en el suelo con la mirada algo perdida, tratando de reprimir el vomito que me ardia en la garganta. Frunci el ceño maldiciendolo en silencio, ni siquiera me dejo prepararme mentalmente para lo aquel tipo de transporte, igual él estaba acostumbrado pero yo no...

-No vaya tan rapido y yo no le perdere de vista- susurre una vez recupere la voz por la impresion causada y emprendi el camino, dandole gracias a satan de encontrarme totalmente en mi propio cuerpo. Un poco de ejercicio al aire libre me sentaba bien. El trabajo de campo nunca habia supuesto gran misterio para mi, de joven habia tenido que labrar la tierra para cosechar nuestros propios alimentos y tambien para conseguir otras cosas que desde luego no nos comiamos. Me senti como Indiana Jones a punto de encontrarme con el templo perdido y tras atravesar el tunel por fin lo vi. Ah, aquello era una completa maravilla, nada de una mierda moderna con su piscinita y sus lujos mundanos no...parecia que habia vuelto a atras en el tiempo, el tiempo en el que Drácula causaba mas terror que cualquier otro sobrenatural.

El interior era tan fascinante como el exterior. Si, esto si era buen gusto y de tener yo algun dia una gran fortuna, juro por mi perdido padre que me construiria una mansion asi. Primaba ese ambiente decadente, gotico, antiguo y a la vez lujoso. Coño que sabia vivir bien el demonio.. A medida que avanzabamos me percate de mas detalles como por ejemplo por ese pasillo que parecia interminable habian varias retratos en donde el demonio de rubios cabellos estaba plasmado pero con ropas de diferentes epocas y con diferentes estilos pictoricos. Pero sin embargo lo que logro seducirme del todo fue esa larga mesa repleta de manjares, demasiados para enumerarlos ahora.

-Si que sabes cuidar bien a tus socios...- murmure con la voz algo ronca, sintiendo que se me hacia la boca agua, aunque claro, habia captado el otro tipo de placer que me ofrecia y desde luego no lo despreciaria.
-hmmm...- tomé asiento a su lado mirando cada uno de los manjares pero sin tomar nada de ellos aun -Lugares...- esboce una cinica sonrisa -Por mi empezaba por los Angeles...pero como hemos hablado antes, seria mas propio empezar por ciudades pequeñas y no tan importantes...- alargué la mano sujetando la copa de fina plata reflejando mi rostro en su pulida y nacarada superficie. La copa estaba llena de un liquido espeso que parecia vino y olia como el vino, asi que debia ser vino. La alce ligeramente y bebi un largo trago soltando un suspiro final.

-Podriamos empezar por aqui cerca, pero antes debo probar que arma mortifera sera mas eficaz y sutil contra esos pobres desgraciados- añadi dejando la copa en su lugar, mirando directamente a Asmodeus -y para ello necesitare ejemplares...ya sabe lord, ratitas de laboratorio...-

El General apreciaba en cierta manera la opinión que el hechicero tenía sobre su residencia, se daba cuenta de que había visto todo como impresionado. Le gustaba eso. Y sobre su comentario de "cuidar" a sus socios, eso era lo más lógico debido a que no le gustaba que lo traicionasen y a los aliados poderosos e importantes debía mantenerlos contentos.
Escuchó atentamente lo que Red decía, entonces, estaban de acuerdo en eso. En que era más conveniente atacar ciudades pequeñas y no demasiado pobladas... ¿Necesitaría "ratas" de laboratorio para probar nuevas "armas"? Eso no era ningún problema para el General. El rubio tomó una copa frente a el, era de cristal esta vez y estaba llena hasta el borde de champaña. Bebió un sorbo y luego dijo:
- Si necesitas conejillos de Indias se te serán proporcionados, así mismo, si necesitases un "laboratorio" más grande también lo será.
Mientras decía esto, mentalmente había ordenado al carcelero del palacio que condujese ante ellos a unos cuantos de los prisioneros.
- Las "ratas" vienen en camino, Red. Cuando lleguen podrás elegir los que desees para hacer tus experimentos, el resto tendrán un final... no muy feliz. Pero esa es la constante de los humanos.
Dio otro sorbo y en ese momento, luego de estar unos minutos en silencio, la puerta por la que habían entrado volvió a abrirse, ésta vez entró un muchacho. Era muy hermoso, de tez muy pálida, aún más que la de Asmodeus, de cuerpo parecía algo delgado, aunque con una complexión bastante fuerte. Cabellos pelirrojos y ojos del color del mismo fuego del Infierno, en una mano tenía una espada y en la otra esgrimía una larga cadena, iba vestido con una larga túnica de color rojo, pero la tela era sobremanera fina y delicada y se transparentaba en muchos puntos ciertamente reveladores.
El General sonrió al verlo... Si se estaba refiriendo a otros placeres ellos eran los que podían proporcionar los "empleados" del palacio. Los Demonios de bajo rango que lo servían. Todos eran hermosos y sumamente atrayentes, tanto masculinos como femeninos. Pero ese no era el fin principal del recién llegado... Él era Anetheron, el carcelero de Asmodeus.
Y en la larga cadena que llevaba se enroscaba en los cuellos de tres figuras que marchaban tras el, llevados por la irresistible fuerza del ser Infernal. Eran pobres diablos infelices, la mayoría alpinistas que se habían perdido en las montañas al entrar a la Región del Infierno como le gustaba al General llamar a su porción de cordillera. Los tres estaban sucios, con túnicas polvorientas y arruinadas y parecían estar profundamente tristes y atemorizados, Anetheron tiraba de la cadena con fuerza para que siguieran avanzando y en un momento los hizo caer frente a Asmodeus y su acompañante. Al ver al General, el carcelero hizo un conciso saludo militar.
Tan patéticos... tan frágiles... Al General le daban asco. Pero tomaba prisioneros para saborear sus almas así como alimentar a su legión con ellas. Sonrió con malicia y miró al hechicero.
- ¿Algunos de estos te sirve, Red?
Los tres eran dos hombres y una mujer, los hombres parecían hermanos gemelos dados que eran idénticos, delgados, de cabellos rubios y ojos oscuros y tristes, a su vez muy sucios y con apariencia cansada. La mujer era morena, de tez algo oscura y era algo rellena de cuerpo. El General se cruzó de piernas con desparpajo para observarlos, altivo y con aire de superioridad.

Comprobe la tesitura de aquellas regordetas y jugosas uvas bajo mis dedos, apretandolas hasta que el juego resbalo de la marchita fruta y abri los labios saboreandola, chupandome los dedos antes de percibir el pesado y sonoro arrastre de una cadenciosa y enorme cadena. Si en un laboratorio minusculo habia logrado grandes cosas, que podria hacer en otro aun mayor y dotado de mejores tecnologias. Podia chuparme los dedos una y otra vez, tanto fisicamente como simbolicamente y al ver a ese demonio pelirrojo supe que tambien podrian chuparme otras cosas. Alargué la mano sin apartar la mirada del susodicho, tomando otra de esas uvas frescas y las lleve a mi boca, saboreandolas ceremoniosamente.

-Mmhh... - pasee mis ojos ahora claros sin signo alguno de sobrenaturalidad en ellos y examine a las victimas, o mejor dicho, a mis conejillos de indias -La mujer no me interesa, solo los gemelos.- asentí tras un escrupuloso analisis de los tres sujetos. La constitucion de ellos entraba en el modelo de especimen perfecto, pese a que estaban delgados de no haberse alimentado bien, habia de suponer. Observe la confunsion en sus rostro y como sus ojos se clavaron avidos sobre aquella larga mesa repleta de manjares.

-Creo que es justo mi lord, que tomen su ultima cena, que llenen sus estomagos y disfruten de la felicidad efimera que pueda proporcionarles la comida.- añadi con una media sonrisa mirando a Asmodeus -Los necesito en perfectas condiciones.- mis palabras fueraon tan audibles para cualquiera, pero igualmente aquellos gemelos parecieron ignorar aquella palabra "ultima" seguida de la palabra cena. Sus estomagos rugian voraces y vi en sus ojos que podria ser su posible salvador. Pobres humanos, que tan errados estaban, seria el peor verdugo que les podria haber tocado.

-¿Y su carcelero...tiene nombre?- murmure pendiente de aquel pelirrojo que aun no soltaba a ninguno de los tres prisioneros, despues de todo mis palabras carecian de valor para el y no haria nada hasta que Asmodeus se lo ordenase.

El Demonio escuchó la elección de Red y asintió con la cabeza, miró a su carcelero y cuando estaba a punto de hablar, la mujer irrumpió en llanto. Haciendo fuerza se adelantó arrastrándose casi por el suelo, arrastrando con ella a los otros dos prisioneros que aún no estaban desvinculados de la cadena. La señora se agarró de las piernas del General, sollozando y suplicando ser ella también elegida, que intercediera a su favor ante Red.
Un rictus de amargura y asco atravesó el rostro del Demonio, se sacó a la mujer de encima dándole una formidable patada en el vientre que la hizo caer hacia atrás.
- ¿Cómo te atreves siquiera a tocarme, condenada vaca? ¿Cómo crees que esas sucias manos pueden posarse en algo tan perfecto como yo y mis vestimentas?
Miró al carcelero y dijo:
- Anetheron...- con esto respondió la pregunta de Red - Suelta a los dos hombres, cenarán aquí. A la mujer... - sonrió con malignidad - Llévatela y "libérala" de su sufrimiento...
El pelirrojo asintió y procedió a desencadenar a los dos hombres mientras la mujer redoblaba su patético llanto. La paciencia del General con esa humana estaba siendo puesta a prueba.
- ¡Rápido Anetheron! Sabes como detesto los mugidos de las vacas.
El demonio de bajo rango redobló el paso y terminó obligando a la mujer a que se incorporase y arrastrarla prácticamente fuera del salón, desapareciendo por una puerta. Los ojos gris-azules del General se clavaron en los dos hombres y les indicó con un gesto de la mano que tomasen asiento a la mesa.
- Caballeros, les presento a mi colaborador, Red Schneider. Es un... científico, por así decirlo. Y los necesita para unas pruebas ¿Lo mejor? Luego de las pruebas podrán ir a donde pertenecen... Cenen y disfruten de la comida y la bebida...
Los hombres lo miraron con incredulidad... Y Asmodeus solo los observaba con una sonrisa cínica y falsa, que parecía agradable pero en verdad era muy siniestra. Pero los humanos, estúpidos como eran, ignoraron eso y se pusieron a atacar el alimento y la bebida. El General echó al hechicero una mirada cómplice llena del mismo tono siniestro que su sonrisa.

Spoiler:

Observe el comportamiento denigrante de aquel gusano lloron mientras mordisqueaba un grillo asado, delicioso y crujiente. Ella sabia que iba a morir, o peor y ya se habia olvidado el significado de la palabra dignidad. El asco de Asmodeo no fue unico, gire el rostro y mire a los otros dos quienes indiferentes a los gritos de su compañera se estaban poniendo ciegos a comida y ni siquiera se despidieron de ella....que egoistas. Bueno su suerte no seria peor, pero para que revelarles el futuro que les espera, mejor que se confien, luego sera todo mas divertido.

Los rubios me miraron con cierta aprension, la palabra científico no les causaba confianza alguna a lo que me encogi de hombros y quite importancia a mi "experimento" -No se preocupen, no sufriran daño alguno, coman, pero no beban demasiado, los necesito sobrios- añadi con la mas falsa voz afable que habia encontrado. No los queria ebrios como cubas si no su dolor no seria significativo.

-Y...digame Asmodeus.- alzo ligeramente la copa llevandola a mis labios para beber, escrutandolo con la mirada -¿Estara presente en mis experimentos? Su presencia seria de gran estimulo para mi y ademas es preciso que vea...los efectos.- el tono de mi voz fue un poco mas confidente, aunque estaba seguro de que aquellos dos no escchaban nada en absoluto excepto el ruido de sus mandibulas al masticar. Me incline ligeramente en la silla y dirigi la mirada al alto techo decorado con tapices siniestros de las torturas del infierno -Debe saber que para que la efectividad de mi experimento sea aun mayor necesitare otro tipo de voluntarios...voluntarios mas...especiales- volvi a mirar a Asmo, por supuesto me refiera a vampiros, lycanes, metamorfos y toda la chusma a la cual se proponia tambien eliminar bajo esta nueva plaga.

Spoiler:

El Demonio observaba a los humanos comer y beber, aunque cuidándose de no beber de más por las palabras de Red... Pobres inútiles, seguramente se habían creído toda la idiotez de volver a donde pertenecían... Pero Asmodeus seguro no había dicho nada de mentira ¿verdad? Después de todo serían destruidos... Y donde todos los seres inferiores pertenecían era a la Nada y a la oscuridad del olvido de modo que había sido sincero... A su retorcida manera.
Cuando el hechicero le preguntó sobre su presencia en los eperimentos, el General asintió diciendo:
- Los presenciaré, Red. Me ausentaré solamente si asuntos de fuerza mayor me impiden estar en el momento, pero procuraré presenciar todos y cada uno de tus experimentos...
Dio un sorbo a su vino en una copa de plata para luego suspirar y escuchar la otra petición del hechicero... Prisioneros más especiales... Eso no sería nada difícil... El Palacio tenía muchos recovecos ocultos y oscuros... Y uno de esos eran los calabozos... Laberínticas y enormes cuevas que se distribuían en el interior mismo de los Alpes, en las montañas detrás de la residencia, conectadas a la misma mediante un pasadizo secreto. Muchas celdas se distribuían en aquellos amplios calabozos y así como había diversidad de celdas había diversidad de prisioneros... En su mayoría humanos, pero también vampiros, híbridos de distintas clases, metamorfos, licántropos, e incluso algunos pocos Demonios y Caídos menores que habían caído en desgracia a los ojos de Asmodeus.
- Todo te será proporcionado Red... Tendrás los "voluntarios" especiales que necesites... Así como también tendrás una habitación aquí en mi residencia y habitarás mi Palacio si lo deseas. Creo que debo enfatizar ese punto... A diferencia de estos pobres diablos desgraciados tú no eres un prisionero, sino que eres un invitado y como tal tienes todo el derecho de entrar y salir o incluso de negarte a quedarte aquí, por supuesto, siendo tú un muchacho que considero inteligente creo que no es necesario decirte que todos estos planes deben ser secretos y no sería sabio de tu parte andar divulgándolos cosa que confío, no harás, al igual que pasearte por ciertos puntos de ésta residencia cuyas puertas encuentres cerradas a cal y canto.
Dicho esto reclinó su espalda en el respaldo de la silla mientras observaba el techo... Una imagen de Demonios torturando humanos y otos seres inferiores... Sin duda ese sería el futuro de la humanidad y de la Creación en general...

Todo parecia demasiado bueno para ser verdad. Asmodeus me prometia un laboratorio debidamente equipado -o eso esperaba-, conejillos de indias ilimitados y hasta me proporcionaba una habitacion en su suntuoso castillo. Me topaba con un tipo de demonio diferente al acostumbrado, parecia verme como un igual, o quizas estaba fingiendo, habia visto mi potencial donde otros egocentricos no lo vieron. No me importaria trabajar para el en lugar de colaborar puntualmente, aunque eso solo el futuro podria dictaminarlo. Ahora mismo no tenia mucha hambre en comparación con aquellos gemelos, tenia hambre de otras cosas, mi mente no dejaba de maquinar posibles infecciones, pestes que se propagasen de uno a otro, o simplemente por el aire, o por el agua.

-Soy un bicho curioso y lengua larga, ademas de afilada- mire de soslayo al demonio y le sonrei -pero mantendre la boca cerrada por que me caes bien y si, me quedare unos dias mientras llevo mis investigaciones a cabo.- asenti y tome el ultimo trago de vino apurando aquella copa. A todo esto ese par de rubios comian como si esta fuera su ultima cena, quizas fuera el subsconsciente que presentia el peligro de lo fatal y lo inevitable.

-¿Me enseñas el laboratorio?- arrastre la silla hacia atras dispuesto a levantarme -Ya estoy saciado y tengo unas tremendas ganas de comenzar.- lo miré avidamente, lo mio era gula, pero un gula causada por el ansia de descubrir y torturar -Empezaremos con ellos- alegué con discrección haciendo un ligero movimiento de cabeza -mas tarde probare mis artes con algun que otro desdichado sobrenatural.....espero que su laboratorio satisfaga mis necesidades si no tendremos que hacer algunas expediciones también- finalicé con solemnidad sopesando la idea de volver a Vollkomen en donde tenia mi oculta vivienda y mi laboratorio personal, por si aqui no encontraba aquello que necesitaba.

El Demonio miró al hechicero... El solo brillo en los ojos le indicaba al General lo ansioso que el humano estaba por empezar con los experimentos y su impaciencia por ir a ver el laboratorio se lo decía. Asmodeus asintió con la cabeza ante su petición y se incorporó, con un gesto de su mano hizo que la comida desapareciera de la mesa, los prisioneros se quedaron estupefactos por la desaparición y quizá algo decepcionados.
- La cena se acabó... - dicho esto hizo otra gesticulación con la mano y los dos mortales se elevaron por los aires y sus piernas y brazos se juntaron... Era como ver dos tablas de madera pero con forma humana, volando por el aire.
Asmodeus salió de aquella sala, asegurándose de que Red lo siguiera y los dos humanos flotantes también lo hicieran, dirigía los movimientos de estos últimos simplemente usando su formidable fuerza psíquica.

Atravesaron corredores y entraron a través de puertas. Pasaron por lugares donde había estatuas de plata y de oro que representaban al General en distintas formas... Ya sea animales, semihumanas o totalmente antropomorfas. Se encontraron con toda una variada gama de demonios y diablesas de bajo rango... Uno más hermoso, joven, y atrayente que el otro, parecía que el punto álgido de la perfección y la belleza en todas sus facetas se había concentrado en ese lugar y en sus habitantes. Voluptuosas muchachas y viriles jóvenes mancebos, algunos con túnicas finas y delicadas, otros con armaduras antiguas y en los jardines, (también hermosos y llenos de vida, al contrario de lo que uno pudiera pensar para un Demonio que adora tanto la muerte y la oscuridad) casi todos estaban totalmente desnudos, bañándose en fuentes, sentados sobre ramas altas de árboles o a sus pies, e incluso varias parejas (e inclusive más de dos personas) teniendo sexo en medio del césped o sobre antiguos bancos de piedra.
El General, acostumbrado a todas estas escenas, difícilmente prestó atención a algunas de ellas, o a las sugerentes y eróticas miradas y gestos que hacían sus súbditos. Ninguna de esas tentaciones resultaba efectiva contra quien las dominaba como lo era él, pero los prisioneros estaban inquietos al ver esto y deseosos... Lo veía en sus corazones y en sus pensamientos... Y no sabía como estaría Red sobre todo eso... Ya lo averiguaría.
Llegaron a un nuevo corredor de piedra luego de atravesar un jardín particularmente extenso y pecaminoso. Fueron directo hacia una puerta de ébano pulido y la abrió... Al hacer esto se reveló un espacio muy grande...
Había diversas camillas, algunas incluso con correas para evitar que el sujeto que se pusiese allí no se pudiera mover. El ambiente era blanco y esterilizado, como el quirófano de un hospital, y cual quirófano en una mesa había innumerables elementos quirúrgicos... Bisturíes de diversos tamaños, agujas, gasas, etc.
Estanterías enteras con varios libros de ciencia y de diversas tecnologías decoraban las paredes, con tomos de todas las épocas de la historia de la humanidad cuyos contenidos iban desde la antigua ciencia y medicina egipcias hasta los más modernos avances en robótica y balística.
Máquinas y aparatos para producir diversos tipos de energía, incluso las basadas en la propia esencia celestial e infernal, botellas de alcohol puro, tubos de ensayo, mecheros, balanzas, microscopios, armarios llenos de todo un surtido de ingredientes y partes de animales y vegetales listos para preparar cualquier clase de elixir o pócima que se ocurriera.
Todo lo que pudiera imaginarse estaba allí, en perfecto estado y orden. Totalmente listo y esterilizado.
- Aquí estamos Red... El laboratorio... - depositó a los dos humanos flotantes en dos camillas y le dijo: - Completamente listo para que lo explores, busques conocimiento en él... Para que una mente inquisidora como la tuya haga de sus delicias...

Observe divertido como mis conejitos se elevaban y sus rostros de desconcierto. Parecian lo suficientemente tontos para no saber que iban como cerdos al mismo matadero. Quizas el frio les habia congelado el cerebro. Estupidos chicos, les reservaria la mas crueles de las muertes. Por el camino senti que estaba atravesando el pasillo de las tentaciones. Veia la sobervia en esas obras de arte que representaban al demonio, la sobervia de lo hermoso, pues era cierto que ese general demoniaco lo es. Ya habia dejado atras la gula y la avaricia, ahora venia la lujuria y la envidia.

La lujuria se presentaba en forma masculina, al menos para mi, pues era lo que realmente me gustaba. No habia ninguno repulsivo, feo, ni demacrado, era la perfeccion de la malvada belleza y el sexo era el aroma que persistia, sexo entre personas del mismo genero asi como de diferente. Era una vacanal, una orgia, embriagados movidos por el extasis de la lascivia. Demonios no me hubiese importado pararme un poco aqui...pero esos gemelos merecian un "digno" fin y quizas mas tarde pudiera volver, cuando hubiese coleccionado algun logro...en plan celebracion.

Y habieno dejado atras todas esas tentaciones por fin entre en ese blanco espacio, demasiado blanco para mis pupilas. Evidentemente habian muchos mas aparatos de los que yo jamas hubiera imaginado. Material, libros para consultar, esplendidas camillas y amarras para sujetar los cuerpos, viales de ensayo...era un paraiso para un cientifico como yo asi que no me importo reflejar la sorpresa y lo agradable que me resultaba todo aquello.
-Dejalos en las camillas mi lord.- susurre mientras me dirigia a la biblioteca cientifica y sacaba uno de esos libros de medicina antigua. A menudo decian que la ciencia y la magia eran completamente difernete y no podia estar uno mas errado, se podia usar la ciencia aplicandole magia y viceversa y esto es lo que haria para fabricar un virus mortal no solo para la especie humana si no para los demas sobrenaturales.

-Dame unas horas Asmodeus, tiempo para preparar diferentes infecciones y cuando las tenga listas te llamare y asi podras ver los efectos que seguramente es la parte que mas te gusta.- musite mirandolo avidamente y me dirigi a un pequeño armario en donde habia una bata blanca y material medico asi como guantes de latex y otros mas resistentes seguramente para los ácidos. Me coloque la bata y recogí mi cabello en una coleta baja. Estaba listo para empezar en cuanto me enguantara las manos.

El Demonio hizo como Red le indicó y dejó a los dos mortales en dos camillas, al instante las correas parecieron cobrar vida como serpientes de cuero y envolvieron con rapidez los cuerpos de los humanos, inmovilizándolos en la camilla. Asmodeus sonrió con perversión y malignidad... No tenía duda de que Red los haría sufrir como nadie... Y eso le gustaba. Porque no sería un sufrimiento sin objetivo más que el sufrimiento en sí, al contrario... Era sufrimiento por un objetivo claro y concreto, eso hacía mucho mejor las cosas...

Ante las palabras del hechicero, el General asintió... Ya era momento de que dejase solo a Red con los "voluntarios" y los aparatos que ese laboratorio podía proveer, bajo claro, promesa del otro de que lo llamaría cuando todo estuviera listo... No quería perderse de ello... Sonrió y le dijo:
- Muy bien Red. Cuando hayamos terminado con todo esto te mostraré la habitación en la que dormirás. A su vez, en estas horas que necesites no me alejaré mucho... Estaré en los jardines, en los que están justo a la salida de este lugar. Una vez hayas concluido las pruebas ve allí y llámame, no tardaré en acudir...- se dirigió a uno de los prisioneros y le acarició la mejilla mientras el humano lo miraba con miedo, una sonrisa maligna atravesó el rostro del Infernal. - Cuídalos bien... Y procura que te sean de utilidad... - dijo dirigiéndose al hechicero.

Dicho esto dio una última mirada al hechicero y se marchó del laboratorio, dejándolo solo con los conejillos de Indias. Sus pasos lo condujeron a atravesar el pasillo de piedra que dividía la entrada al laboratorio de la entrada a los amplios y extensos jardines. Estaba seguro de que Red lograría su cometido... Lo veía como una inversión sumamente valiosa, el muchacho era inteligente y seguramente no decepcionaría las expectativas que Asmodeus tenía para él, ahora era el momento de relajarse, que Red actuara y que el preludio de la lenta destrucción de la Tierra comenzara.
Se acercó a un grupo de sus súbditos... Dos demonios y dos diablesas... Hermosos como todos, el pico de la virilidad y la voluptuosidad respectivamente... Profiriendo los actos carnales más sensuales y excitantes que se pudiesen imaginar... Al verlo llegar se detuvieron, observándolo con divertida lujuria. El General esbozó una media sonrisa... Así es... Esos demonios de su legión eran excelentes soldados, pero su utilidad no se limitaba a lo militar... Eran sus perras, sus juguetes... Y eran totalmente felices siéndolos... Asmodeus cerró los ojos y el traje negro que llevaba se desvaneció en un viento suave.

Todo su cuerpo quedó al desnudo... Su perfectamente trabajado torso, sus largas y estilizadas piernas con sus redondeados glúteos y entre ambas la apoteosis de la virilidad y la masculinidad, representada en su gran hombría, que, aún fláccida como en ese momento, podía resultar una tentación y no tardaría en llegar a su punto álgido... Los Demonios lo miraron con una lujuria más lasciva imprimida en sus rostros, relamiéndose ante esa visión.
- Denme placer...- exigió con sensual prepotencia... Y no tardó en sentir como las manos recorrían y acariciaban todo su cuerpo, los labios repartían besos ardientes por toda su piel y las lenguas le daban los mayores placeres en su virilidad... En poco tiempo se vio arrastrado a esa orgía de lascivo placer y adoración, donde el elemento de culto principal era él y los otros participantes competían entre sí dándole placer para ser los más privilegiados a la hora de tener su miembro en ese momento.

Una vez a solas y sin ninguna interrupcion por parte de las dos cobayas que mantenian los labios sellados me aventure a la magia. Repare en que muchos de los ingredientes que habia estado buscandoen lugares imposibles estaban aqui, presentados en diferentes frascos listos para ser usados. Sin duda un ingrediente básico seria mi propia sangre, modificada para ser mortifera, no habia un veneno igual al mio pues tenia practicamente vida propia y cuando se mezclaba con la sangre del contrario yo mismo podia manejar ese flujo. Si ya de por si hacer que la sangre fluyera por donde no debia era doloroso, yo queria añadir mas dolor y para ello recordaria de que manera Asmodeus mató a aquel trajeado peligroso. Las yagas, la fealdad en su piel y en ese rostro antes bello para luego ser consumido.

Tomé diferentes dosis cuidando de no intoxicarme de los diferentes venenos que tenia a mi disposicion, ya fueran naturales o artificiales. Toxina botulínica que paraliza el cuerpo hasta detener los pulmones; Ricina que también afecta a los pulmones asi como a algunos organos internos; aprovecharia las funciones del Antrax en cuanto a propagación por el aire; Cianuro que revienta el corazón; Estricnina, mi favorita, que provoca una muerte bastante espantosa haciendo que todos tus músculos sufran fuertes espasmos hasta que mueres por agotamiento y por ultimo Compuesto 1080, un veneno frabricado por la humanidad y para la humanidad, otro pesticida, sin olor, sin sabor, soluble al agua de cual aprovecharia sus caracteristicas para pasar desaparecibido.

Antes de empezar comprobe que disponia de ventilación suficiente, pues no queria morir en el intento. Me coloqué la mascara y empece a mezclar dosis de unas toxinas con otras observando reacciones por las cuales se fundian o rechazaban entre sí. Anotaba mis fracasos y mis exitos en una libreta y a mis exitos les añadia gotas de mi sangre. No muchos coagularon bien, tras unas horas concluí en que el veneno deberia estar en particulas pequeñas que pudieran ser inhaladas y no ingeridas, asi seria mucho mas rapida la propagación.

No fui consciente del tiempo que paso hasta que por fin logre desentramar dos muestras respetables. No habia descansado ni un segundo, no por que quisiera impresionar a Asmodeo, era por el mismo afan y el deseo de destruccion que me impedian despegarme del microscopio hasta que observaba buenos resultados. Cerre lo sojos durante un segundo y aprete los parpados con las yemas, ya me habia deshecho de aquerlla ropa de trabajo y me habia percatado que uno de los "conejos" se habia dormido mientras el otro tenia los ojos muy abiertos, paralizado por el miedo. Me levante y estire todo el cuerpo antes de salir al laboratorio para buscar al señor del castillo.

No tarde en hallarlo, estaba gozando como los demas demonios ahi congregados, muy ufano sucumbiendo al placer de la dominación, pues practicamente les besaban los pies y lo que no eran los pies. Desperte algunas miradas curiosas, seguramente no muchos humanos paseaban por estos pasillos libremente y sin cadenas. El demonio estaba desnudo, plétorico, sensual y agasajado. ¿Habia estado ahi todo el tiempo caido en el pecado de la lujuria?

-¿Sabes? Te envidio...los venenos no me dan...este tipo de placeres- aventure con una media sonrisa observandolo con descaro.

¿Cuántas horas habían pasado? ¿Tres, cuatro? De hecho al General no le importaba... Había estado gozando de lo lindo todo ese tiempo... El fuego de la lujuria consumiendo a aquel grupo de Demonios como una hoguera... Y no solo a ese grupo sino a todos los demás que se encontraban en ese jardín de placeres. Repetidas veces, la semilla demoníaca brotó de su intimidad, llenando tanto a los dos demonios como a las dos diablesas...

Cuando Red lo encontró, Asmodeus se encontraba extendido sobre el verde césped del jardín, de costado, con un codo apoyado en tierra, sosteniéndose la cabeza con una mano. Una de las diablesas estaba a sus pies, besándole las piernas por debajo de las rodillas y acariciándolas. uno de los demonios estaba a la altura de su entrepierna, con ambas manos en sus muslos y lamiéndole los testículos y besando su aún enhiesta hombría. La otra diablesa y el otro demonio estaban: lamiendo y sorbiendo sus pezones a la vez que le acariciaba el pecho y besando y mordisqueando su nuca respectivamente. Su cuerpo estaba totalmente sudado y brillante por ello, las gotas de sudor perlando su piel a la tenue luz de las horas que preceden al alba.

Cuando Red le dijo aquello, el General rió mientras seguía siendo agasajado y envuelto en ese placer... Se incorporó, aún desnudo como estaba y al hacer esto, los otros comprendieron que aquello había terminado y se apartaron para darle espacio para que se levantara. Una sombra lo envolvió y se pegó a su cuerpo, formando una fina túnica negra que lo cubrió, aunque la mantenía abierta por ahora, revelando la parte delantera de su marcado torso y su virilidad que aún no perdía su potencia y rigidez.
- Red, querido Red, soy un Demonio de lujuria, estos placeres me son muy necesarios, tanto como los de la maldad y el veneno... Pero no te preocupes, ya que como te dije eres mi invitado y como invitado tienes el derecho de tomar a absolutamente cualquier demonio que veas atractivo para saciar tu apetito carnal. - luego echó una mirada hacia el lugar del que había venido y le dijo: - Calculo que ya has de tener listo aquel maravilloso veneno ¿no es así?

Di unos pasos hacia atras cuando Asmodeo se levanto y esos insaciables sucubos e incubos se hicieron a un lado ahora mirnadome a mi con curiosidad, aunque yo solo estaba viendo al general o mas bien a su cuerpo, para que engañarnos. "Concentrate y no tengas una puñetera ereccion ahora" me reprendi mentalmente con dureza.
-Si algo he leido, tus aventuras en el infierno en compañia de tu consorte Lilith. Estoy al tanto de la demonologia y de lo que han escrito a lo largo de los siglos sobre ustedes.- anime con una cinica sonrisa y me dí la vuelta camino al laboratorio siendo que Asmodeo iba ahora de mi lado.

-¿Absolutamente a cualquier demonio?- pregunte mirandolo de reojo, sonriendo de medio lado -Bueno, ya lo discutiremos despues del espectaculo- añadí rapidamente mientras abria las puertas del laboratorio y dejaba entrar al que ahora seria mi invitado en aquel entorno esterilizado.

-Tengo listas dos muestras que ahora probaremos en los sujetos A y B. Ya mañana me ocupare en rehacerlas para que afecte a demas sobrenaturales. No he comprobado los efectos de momento, queria que tu tambien los vieras.- comentaba mientras me dirigia a la zona de la mesa en donde estaban los venenos -Igual tu no necesitas cubrirte la nariz pero...- abrí el cajon y saque una mascara de gases colocandomela en la cara y luego saque otra para colocarsela al sujeto B.

-Veras...esta muestra tiene las propiedades del Antrax en cuanto a contagio, unas dosis de cianuro y una gotitas de estricnina. Como veras compuestos poco naturales.- informé mientras tomaba la muestra granulada del pequeño tarro y me acercaba al sujeto A. Este ya habia despertado y me miraba muy consciente de su suerte, lo habia estado oyendo todo. Me miraba con ojos desorbitados, parecia querer decirme algo y seria una lastima no escuchar sus alaridos en cuanto volcara ese perfume venenoso en su cara.

-¿Quieres hacerlo tu?.- me voltee y le tendi la muestra al demonio mientras sonreia de oreja a oreja -seria genial que nuestro conejito dijera sus ultimas palabras...-

El General rió cuando Red mencionó que se sabía la demonología y lo que se decía de él y de su amante, Lilith. Se cubrió del todo con la túnica a medida avanzaban hacia el laboratorio y le dijo:
- Créeme que muchas veces los grimorios escritos por los mortales son decepcionantes... Aunque claro, no se puede esperar que un mortal relate con detalle la vida en el Infierno cuando en realidad es algo que no conoce y solo conjetura... Aunque sus conjeturas son bastante acertadas...
Cuando notó lo que dijo sobre el tema del demonio y que lo discutirían luego del espectáculo, Asmodeus esbozó una sonrisa suave... Si... sin duda hablarían de eso, aunque primero lo primero...

El General entró al laboratorio junto al hechicero, miró a los dos sujetos amarrados a las camillas y escuchó atentamente la descripción que Red hacía sobre los venenos... Asintió con la cabeza ante sus palabras... Y miró con curiosidad la muestra que le ofrecía... Obviamente era inofensiva para él y su olor, era muy amargo y desagradable, pero no letal para él... Sin embargo si eso se perfeccionaba podía ser un arma letal contra todas las razas... Solo había que ajustar un poco algunas variables para volverlo a él inmune a ella, cosa que le consultaría a Red... Ya que quería que la versión mejorada funcionase también contra los de su raza, excluyéndolo, obviamente. Cuando el hechicero mencionó lo de las últimas palabras, el Demonio observó al prisionero, arqueando una ceja, como alentándolo a hablar.
- ¡Maldita sea! Suélteme... ¡Nos lo prometió! Dijo que volveríamos a donde pertenecemos... A nuestros hogares... Por favor, suélteme... Por piedad...
El Demonio rió amargamente y dijo:
- Vaya se ve que me malinterpretaron... Yo nunca dije que volverían a sus hogares... Solo que volverían a donde pertenecían... Tú y toda tu infecta raza provienen de la Nada y del polvo... Y a ellos volverán absolutamente todos... Bon voyage.
Dicho esto volcó el contenido de la muestra en el rostro del joven... El líquido pareció penetrar por sus poros, sus fosas nasales y sus labios para integrarse al sistema del muchacho... A continuación emitió unos muy fuertes alaridos de dolor... Y su cuerpo comenzó a convulsionarse... Sus ojos empezaron a llorar sangre e hilos de ese mismo líquido comenzaron a salir de su nariz, labios y orejas mientras gritaba a viva voz de dolor y sus músculos parecían agarrotarse y acalambrarse fuertemente...
Estuvo varios minutos sufriendo horrendas convulsiones y sangrando por esos orificios, sus ojos se hincharon hasta el punto de casi desorbitarse... Terminó dando una última exhalación y murió.

Asmodeus sonrió con malicia... Había sido simplemente genial... Le ehabía encantado sin lugar a dudas... Observó a Red y luego al sujeto B... Le dijo al hechicero:
- Por favor, prosigue... Quiero que ahora seas tú quien te des el lujo con la otra muestra... Esto está resultando mucho mejor de lo que me esperaba...

Como si estuviera viendo una pelicula emocionante, solo echando en falta un gran bol de palomitas, me apoye en una de los pilares maestros que sujetaban aquella habitacion mientras sujetaba una libreta y un boli en donde describiria todo lo que aquella droga provocaba en el organismo humano. "Polvo somos y en polvo nos convertiremos" Hasta los religiosos repetian constantemente ese lema resignandose a su patetica existencia, Asmodeo muy gentilmente se los recordó a esa cobaya. Convulsiones internas, sangrados por los orificios del rostro, seguramente su corazon hubiese estallado provocando una masiva hemorragia interna que atoro al cerebro con generosas dosis del dolor. Por supuesto habia tomado el tiempo de reaccion, apenas tres minutos y 34 segundos desde la penetracion del veneno hasta la muerte del sujeto.

Su gemelo miraba horrorizado y aun no se resignaba a su suerte, trataba de moverse de la camilla, convulsionado y supe que habia vomitado al ver como se movia su garganta. Aun se escuchaban los gritos de aquel desdichado reberverando por la amplia estancia aun cuando el cuerpo ya estaba muerto.

-Buaah....podemos catalogar al primer experimento como un rotundo exito...- susurre amortiguado por la mascara sin retirarmela aun pues se contagiaba por el aire.
-Bien, esta es otra variante, es liquida y agregue un poco de mi propia sangre a la misma. Contiene grandes dosis de Compuesto 1080 lo que le da una caracteristica de inholoro incoloro e insipido por lo que es dificilmente detectable.- me acerqué al sujeto vez, esta vez portando la muestra venenosa y dejando a un lado la libreta -A este no le dejaremos hablar por la simple razon de que podria infectarse con el otro veneno..Lastima, seguro que grita con igual o mas entusiasmo.- hablé mientras con una jeringa extraia el liquido y se la inyectaba en el brazo como si fuera una vulgar vacuna.

No se veia mas que vomito por el interior de la mascara, el muy idiota moriria ahogado en el antes de morir por su veneno asi que espraba que actuase rapido. Observo como sus dedos y los de sus pies se agarrotaban tensandose por los espasmos que bañaban su cuerpo. El tono vivaz de esa piel fue perdiendo color hasta volverse pajiza y quebradiza. Similar ocurrio con el cabello que se fue desprendiendo de su cabeza. El cuerpo se consumia desde el interior como si algo estuviera sucionandole la sangre y todo lo que chupaba se concentro en un bulto en el vientre que fue haciendose mas grande. Ese bulto era una mezcla entre organos, sangre, huesos y musculos que era manejado por mi sangre que estaba en el organismo. Entonces haciendo un gesto con la mano hice que estallara todo como una vivaz piñata cumpleañera de visceras y sangre. Mis intensas carcajadas, algunas de ellas de jubilos y otras simplemente divertidas se vieron amortiguadas por la mascara, un intestino colgaba de mi hombro y la bata estaba regada en sangre.

-¡La unica dificultad que veo en este veneno es que deberia estar cerca para usarlo, pues soy capaz de controlarlo!- exclame euforico mientras accionaba los ventiladores para que aspirasen todo veneno. Por fin me retire la mascara y jadee sobreexcitado fijando mis enloquecidas orbes en el demonio de la lujuria -Joder...como me gusta trabajar...- susurre con la respiracion entrecortada, e inlcuso juraria que...ah, se me habia puesto dura.

El Demonio observó con curiosidad la reacción que el segundo sujeto tenía ante esta nueva creación. Le encantó verlo... Inclusive se relamió del gusto... Era tan.. excitante y hermoso... Sabía que había dado en el clavo con el hechicero...
- Aparentemente el segundo también fue todo un éxito... El pequeño inconveniente del control y tu distancia, calculo que se puede solucionar... Tal vez si le agregas más de tu sangre por mililitro de veneno te sería más fácil de controlar... Pero aquí el doctor eres tú... - dijo riendo.
Suspiró mientras acariciaba el rostro muerto del sujeto A, se acercó un poco al hechicero nuevamente y dijo:
- Cuando hagas la versión mejorada tengo una pequeña petición... Quiero que sea efectiva contra mi raza... Excepto contra mí... ¿Crees que necesitas algo de mi ADN por así decirlo? No sé... Algo de sangre, piel, cabello... No sé, ¿semen quizá? - el General rió para apartar su mano del muerto y acercarse a Red, no se le pasó por alto la dosis de lujuria que su cuerpo parecía emitir desde haber presenciado la muerte del sujeto B... Aparentemente cumplir con su trabajo lo excitaba... No pudo más que delinear una atractiva sonrisa.
- Bueno... dejando de lado eso... El espectáculo terminó... Creo que había que discutir algo...- soltó una suave carcajada.

-Mhh...puede...aunque aun tengo que...hacerle las autopsias a estos dos cadaveres para observar cuales fueron los efectos...internos que la piel no dejo...ver.- susurre mientras trataba de regular la respiracion aunque no es que me fuera demasiado facil, sentia que cierto sudor cubria mi frente, el sopor y el repentino calenton habia provocado ardor en mi cuerpo.

-....¿Contra tu raza?.- aquello si me dejó desprevenido, alejando un poco los pensamientos torridos que se habian empezado a formar en mi mente -No lo entiendo...¿Quieres que sea mortal contra todo ser que habite este planeta?- pregunte y no desde el miedo, tenia asumido que algun dia y mas temprano que tarde el muindo se hiria al carajo y quizas fuera uno de los precursores de ello. Asmodeo me desconcertaba, queria extender una plaga, pero hasta que punto hacerla mortal aun no me lo habia revelado. No sabia si deseaba erradicarlo todo para construir su propio imperio o simplemente dejarlo esteril y punto.

-Puede...puede hacerse si...pero eso implicarian..ciertas explicaciones extras- susurro carraspeando ligeramente -y necesitare un poco de todo...- aquella confusion se diluyo en mis palabras firmes -Un poco de ti...o quizas mucho.- murmure tremulo sin apartar la mirada de aquellos ojos demoniacos -Quizas un poco de saliva.- alce los dedos y toque sus labios humedos y carnosos -o quizas...tu esencia dominante en su estado mas puro..- enarque una ceja mientras deslizaba las yemas de mis dedos por el cuello del general.

El Demonio entendía que Red estuviese desconcertado ante la petición que le hizo de un arma que pudiese ser efectiva contra seres de su misma raza... Sonrió malévolamente... Ese era un movimiento triunfal... No había olvidado lo que Lucifer le había dicho en el cementerio... Que seres de su misma raza se habían puesto en su contra y estaban diseñando sus propios planes, traicionando al actual y eterno Rey del Infierno. Para eso planeaba desarrollarlo... Acabar con los Demonios que no quisiesen someterse al imperio del legítimo Rey.
- Te daré la siguiente explicación, Red: Ciertos inconvenientes "políticos" actuales me obligan a pedirte ese atributo del "arma"... Sobre mi raza será un... mecanismo de control, por así decirlo. Quiero que cualquier Demonio o Caído que se oponga a someterse al dominio del Infierno, o que cuestione u ose traicionar a su gobernante, sea aniquilado al igual que todos aquellos a los que va dirigida directamente el arma.
Cuando sintió su dedo en los labios y luego en el cuello, el rubio sonrió suavemente y acercó su boca a la oreja del hechicero y le susurró suavemente:
- Puedes... tomar... las muestras que necesites...- mordisqueó un poco juguetonamente su lóbulo y luego volvió a mirarlo a los ojos diciéndole: - Aunque puede que quieras realizar las autopsias ahora.

Me estaba pidiendo algo gordo, algo demasiado gordo. Implicar a caidos era distinto por que estos tenian un poder bastante grande, incluso me atreveria a decir mas grande que el de Asmodeus. ¿Como podria yo herirlos o eliminarlos? ¿Habria veneno suficiente como para hacerlo? No me importaba saber de quienes hablaban, menudos inconscientes enfrentarse al dios de los infiernos, aunque me pareció ironico, pues una vez ese dios infernal se hubo enfrentado al dios de los cielos. ¿No seria que estaba tomando de su propia medicina?.

-Ellos pueden esperar...no se iran a ningun lado..- susurre con una sonrisa ladina experimentando un tremulo cosquillleo -A si que....problemas en el "paraiso"- ironice acariciando su pecho con mi mano sin apartar la mirada de sus ojos -El tema de los caidos...sera mas delicado, tendre que pasar largas noches en vela buscando asi como tambien tendras que procurarme algunas...sustancias infernales que aqui no se pueden adquirir. Una criatura de la oscuridad seguramente solo pueda ser dañado por lo contrario o por algo dañino que viva en su entorno- susurre lentamente, mientras rodeaba a Asmodeo para situarse a sus espaldas, puse las manos sobre sus hombres y le susurre en su oido -Pero ahora estoy cansado...volvamos al jardin de las delicias, alli...podremos discutirlo mas placenteramente.- lami su nuca en un acto divertido y picaro y me voltee para salir de la sala del laboratorio, deshaciendome de mis ropas ensangrentadas.

Sí, sin duda Asmodeus sabía que le estaba pidiendo algo demasiado grande al hechicero, pero esperaba no equivocarse con las expectativas que había depositado en Red, en ese humano que consideraba una especie de valiosa "inversión". Pero, mientras Red trabajase, el General procuraría proveerlo de todo lo que necesitase para crear esa arma definitiva... Su propia "solución final" contra el problema de los subversivos que no estuviesen conformes con el régimen luciferino.
- Tendrás todas las sustancias que necesites... Puedo proveerte lo que pidas...- cuando lo sintió en su espalda, acariciando y lamiéndole la nuca... El General sonrió, después de todo, luego de que el hechicero se hubo esforzado tantas horas en aquel laboratorio, era merecedor de una recompensa... Y la recompensa más deliciosa que cualquier ser pudiera tener en esos lares era tener al señor de la casa en el lecho... Hablando de un lecho metafórico debido a que su nuevo destino sería el jardín. Siguió al hechicero cuando este salió del laboratorio y lo alcanzó en la entrada a los jardines, lo tomó de la cintura por detrás... Juntos de esa manera atravesaron el jardín hasta llegar bajo la sombra de un gran roble... El sol empezaba a salir, bañando de rojizo el cielo y debido a la inminente salida del sol, la cantidad de íncubos y súcubos presentes en el lugar se había reducido considerablemente debido a que no eran fanáticos a su luz, aunque no los hería ni nada parecido, simplemente no les gustaba, aunque aún había algunos teniendo sexo por ahí, pero bajo la sombra de aquel árbol estaban ellos solos... El rubio hizo que Red se recostase en el suelo, y luego se puso encima, poniendo las rodillas sobre la tierra, a ambos lados de su cintura... Se inclinó un poco y besó intensamente sus labios, de una manera profunda y fogosa, cuando alejó sus labios centímetros de los de él, dejó la marca de su lujuria y de su fuego, su demoníaca impronta personal en el sabor de aquella boca:
- Trabajaste muy duro, Red...- acarició con un dedo el pecho del hechicero - Ahora simplemente relájate... Estoy tan satisfecho con tu trabajo que me encargaré personalmente...

Aquel jardin era mucho mas que sexo desenfrenado y cuerpos hermosos contoneandose al son de una musica inapreciable, estaba repleto de vibraciones, de la magia infernal que surgian de los poros de esas pieles como esencia perfumada que invadia mi sentido del olfato. Inspire despacio antes de que Asmodeo me tomara por detras...asi que ese iba a ser su posicion..pues vale. Atravesamos el jardin en donde aun quedaban algunos rezagados fornicando y adviritiendo sus miradas curiosias, sabia bien que era un intruso ante ellos mas sin embargo no me encontraba nada incomodo. Me dejé guiar por Asmodeus que me recostó sobre la comoda hierba que minaba el jardín.

Bebi de los labios de la misma lujuria movido entre la pasión del hambre, con mis manos enrede mis dedos en sus rubios cabellos.

-Es un gran honor Asmodeus...ya sabes lo que dicen..hay que tener contentos y motivados a los trabajadores para...que rindan mejor- mi voz sono un poco distorsionada, tremula, un susurro, aun no sabia de que palo iria el general, sin embargo no me corte un pelo y repte con mis manos por su espalda ayudandolo con ello a retirar las ropas de sus hombros y aprete sus nalgas cuando dí finalmente con ellas -Estoy un poco nervioso...nunca he probado el pecado mas absoluto- susurre entrecortado cerca de sus labios.

El Demonio sentía como las manos de Red recorrían su espalda... Mmmm... Ese hedor que desprendía el hechicero... Era un aroma único y fragante... Magia y maldad mezclados... Una combinación tan sublime y excitante... Asmodeus se mordió el labio inferior para luego relamerse del gusto...
Dejó que el humano le desprendiese la ligera túnica que llevaba mientras lo miraba con los ojos llenos de profunda lascivia... El negro ropaje cayó totalmente, revelando la desnudez del General en su máximo esplendor... Su cuerpo parecía estar teñido de un aura de lujuria única, sus músculos parecían brillar de perfección y su gran y privilegiado miembro, actualmente en estado de semierección, desprendía el aroma más enloquecedor, masculino y lascivo que se pudiese oler.
- Mmmm... Concuerdo con tus palabras Red... Un trabajador feliz es un trabajador productivo... Y voy a darte motivos para que estés feliz mucho tiempo: Placer y más placer...
Se relamió lujuriosamente otra vez, el Demonio no había pasado por alto que el hechicero se había deshecho de su ensangrentada bata del laboratorio, los guantes y demás al salir de él, tenía puesta únicamente la ropa original con la que había llegado al lugar... Pero no duró demasiado con ella, ya que el General, con un chasquido de dedos hizo que la misma desapareciera y Schneider quedase totalmente desnudo y a su merced. Y... ¿porqué era así? Era el dueño de la residencia, era un poderoso General Infernal y su esencia era, como había dicho el humano en el laboratorio, dominante. Haría disfrutar al hechicero, eso era seguro, había trabajado bien y se lo merecía, además, después de todo, nadie nunca se había quejado de las proezas amatorias con su falo que realizaba el Demonio.
Para preparar el terreno para la mayor excitación, posó una mano en el pecho desnudo de Red y comenzó a pasarla por su torso, pellizcó sus pezones para endurecerlos todavía mas, bajó hasta llegar a su vientre donde delineó sus abdominales con los dedos y siguió descendiendo hasta tomar el miembro ajeno... Con una mirada que destilaba lascivia, comenzó a acariciarlo para excitarlo todavía más, comenzó a masturbarlo, a un ritmo lento, suave, casi enloquecedor...
Pero no conforme con esto, con la mano libre se dedicó a hacer que el humano separase un poco más las piernas y con los dedos índice y mayor se adentró entre sus glúteos buscando aquel orificio, puerta a los placeres más intensos, al encontrar sonrió maliciosamente, poca consideración tuvo ya que lo penetró con ambos dedos con intensidad y fuerza, costando un poco al principio pero luego teniendo éxito... Comenzó a moverlos circularmente para dilatar lo más posible.

Por esta vez me dejaria hacer por las expertas manos de aquel demonio rubio, aunque para que negarlo, no me podria resistir a él, su aroma me embaucaba y su aura acariciaba mi piel desnuda penetrando en mis poros y estimulando la ya notable ereccion de mi entrepierna.
-Puede el hombre....vivir solo de placer...?- susurré entrecortadamente sintiendo la boca seca por lo que la tuve que humedecer repasando la lengua por mis labios. La piel temblaba bajo el toque de sus dedos, bastante suave aunque certero sin llegar a la brusquedad, hecho que me descolocó bastante, acostumbrado a que me tomaran por la fuerza seres de su condicion.

-aahh...- gemi tremulo arqueando sutilmente mi pecho y alzando las caderas al ritmo propiciado por esa mano que masajeaba mi falo con certeza. Directo al asunto pronto senti la incomoda opresion de unos dedos en mi ano aunque lejos de desagradarme propició un gemido mas altivo que el anterior -Ya me parecia...raro que fueras tan dulce...- balbucee entre una sonrisa ladina y jadeos entrecortados. Llevé las manos hacia atras, estirando mi cuerpo delgado y esbelto, arqueando por los continuos estremecimientos aunque facilitandole el acceso... Lo observé feroz mientras mordia mi labio inferior y movia sutilmente mi cadera buscando mas dolor ademas de placer por supuesto.

- ¿Puede el hombre vivir libre de placer?- retrucó Asmodeus como pregunta retórica ante el cuestionamiento que Red le había hecho. Su mano seguía acariciando el falo ajeno, concentrada en proporcionarle el placer máximo a partir de movimientos concisos y centrados, gradualmente aumentaba el ritmo... Le gustaba observarlo, ver como el placer lo recorría desde la punta de los dedos de los pies hasta la cabeza...
Observó curioso lo mucho que Red parecía disfrutar con aquella desprevenida intromisión de los dedos del Demonio en su trasero...Y como aparte del placer común y corriente parecía deleitarse en el dolor causado por ello... Lo observó con una mirada llena de lujuria cuando mencionó aquello de que le parecía raro que fuera tan dulce... Intensificó aquella penetración y exploración con sus dedos en el interior de su ano, los movía con maestría, de manera circular y profunda, para dilatar lo máximo posible... Cuando juzgó que estaba listo, apartó los dedos... Juzgó pero de una manera peculiar... Era obvio que, a pesar de tener una buena dilatación, el ano ajeno todavía no se encontraba preparado para una hombría como la del Demonio... Sonrió lasciva y perversamente cuando puso su virilidad entre las piernas ajena, apuntando hacia el orificio... Dijo:
- En efecto... No soy dulce... Pero lo gozarás como nunca...- se relamió sensualmente y lo tomó con firmeza de la cintura con una de sus manos mientras la otra seguía masturbándolo, ahora bastante más intensamente... El Demonio hizo un fuerte movimiento y su privilegiada virilidad comenzó a intentar abrirse camino por el ano del hechicero... Era una tarea bastante difícil... No se si podría decirse que titánica porque tal vez fuera una exageración dada la dilatación previa, pero si era sumamente dolorosa en principio, eso cualquiera podría asegurarlo... Pero Asmodeus empujaba y penetraba inexorablemente, haciendo que, centímetro a centímetro su hombría entrase en el humano... Hasta que por fin, luego de un buen rato de esfuerzo y trabajo, logró penetrarlo hasta la base de su miembro.