El sueño púrpura (Prinv)

El sueño púrpura… “que nombre más maravilloso” pensó Gregory mientras veía caer desde lo alto una lentísima lluvia de pétalos de dicho color que dejaban en su piel la misma sensación de una caricia al rozarle. Toda la estancia era de un blanco cegador, pero no sentía incomodidad en sus ojos e incluso a pesar de la inmovilidad de su cuerpo sólo experimentaba una sensación de paz y dicha plena, como si hubiese alcanzado todos sus sueños y metas y no quedase nada por desear.

Pero la realidad estaba muy lejos de ser así de maravillosa, el muchacho yacía completamente paralizado sobre un sucio colchón demasiado gastado por el uso, sus dilatas pupilas enfocadas en la nada. Gregory era de la teoría de que para llevar a la perdición a otros antes debía “perderse” a si mismo, ese pensamiento en ocasiones lo dejaba colgando peligrosamente del extremo del abismo, esta era una de esas veces…

Las bisagras de la puerta chirriaron cuando la madera fue empujada, nadie debería haber entrado allí, le aseguraron que estaría en completa soledad hasta que los efectos se disiparan, sin embargo lo más probable es que el chico estuviese demasiado lejos de enterarse de la quiebra de aquel punto de su acuerdo.

- Pero que es lo que tienes aquí? – interrogo una desagradable voz masculina en tanto su poseedor se adentraba al cuarto diminuto plagado de los vapores que levantaba el calor acumulado en combinación con una persistente humedad que parecía ser producto de cañerías agrietadas – este si que luce mucho mejor que el ultimo – se inclino para pasar sus gruesos dedos por la suave cabellera rubia del muchacho – estos chicos de hoy día... – comento con falsa reprobación pasando a palpar los llenos labios del joven

- no es un chico – dijo otro hombre que permanecía en el umbral – es un demonio, quizás incluso tenga un milenio, no se puede saber con esas cosas- se alzo de hombros – la cosa es que todos se creen indestructibles, pero esa mierda que le di es extremadamente potente, es una receta sacada del propio inframundo y se esta haciendo rápidamente popular- finalmente entro encendiendo un cigarrillo – los deja dóciles como gatitos, y mientras les inyectes más así se quedan – informo

- me lo llevo – dijo el del tono más desagradable surgiendo un brillo obsceno en su mirada – esta joyita necesita ser pulida…

Había dejado el local en buenas manos, las de Sank, sabía que él no se dejaría engañar por ningún inútil y cobraría buenas propinas si era lo suficientemente atento. Decidí dar un paseo porque quería calmar mis pensamientos. Todo estaba yendo demasiado rápido en esa ciudad. De la noche a la mañana ocurrían cosas en mi vida que la desordenaban y la convertían en pura ciencia ficción. Necesitaba alejarme de todo y todos por unas horas, quizás un poco de reflexión bajo la lluvia no vendría nada mal después de días concentrándome en ayudar a Sank a entrenarse y lograr ser un lobo adulto.

-Ese cachorro...-dije antes de sacar la cajetilla de cigarrillos casi vacía de mi pantalón, tan sólo quedaban un par de cigarros algo humedecidos por culpa del paseo bajo aquella tormenta que acababa de terminar.-Prende de una maldita vez...-murmuré justo antes de darme cuenta que prendía, que finalmente se encendía como debía ser. Di una honda calada liberando mis tensiones, esperando que la nicotina hiciera efecto.

Aún podía escucharse el ligero tintineo de las gotas de agua cayendo por las vidrieras, telas de los toldos de negocios aún abiertos y algún árbol que se resistía a morir entre tanta maldita contaminación. Estaba alerta ante cualquier ruido, todo estaba demasiado silencioso, sin embargo escuché algo provenir de una casa que creía abandonada desde hacía meses.

Me aproximé a la puerta y esta cedió, hasta hacía unos días permanecía cerrada con un fuerte candado. Tiré la colilla fuera, dejando esta en la entrada y dejando mejor entre mis manos mi katana. Aquello que estaba escuchando parecía un trato, la venta de una persona como mascota sexual. Sin duda alguna algo reprochable.

Era demasiado sigiloso para ser escuchado por dos brujos de malas artes, sobre todo si estabas especializado en moverte por lugares en los cuales tu vida pendía de un hilo. Sabía ser prácticamente invisible. Cuando pude observarlos bien medité como sería mi ataque, pero eso fue después de ver parte de la silueta del muchacho. Olía a infierno, pero no sabía si lo desprendía él o era algo que provenía de los abusos que le habían realizado.

Uno era bastante corpulento, pero caminaba de forma tosca y se veía poco ágil. Así que decidí ir por el más delgado, el cual cayó tras un rápido movimiento de mi Katana. Su cabeza salió despedida hasta los pies del muchacho mientras su cuerpo empanaba sangre como si fuera una fuente. Su compañero se giró mirándome desorientado sin saber quién había sido, pues ya me había movido con rapidez hacia un rincón oscuro de la habitación.

Rugí como lobo antes de clavarle la katana, creo que ni siquiera vio venir aquel golpe. Fue algo que realmente le hizo caer al suelo destrozado.


-Esto costará limpiarlo.-murmuré cuando los intestinos salieron al retirar mi arma.

Sin embargo a pesar de la hazaña del licántropo el muchacho no mostró reacción alguna, permaneció igual de inmóvil, aunque parecía despierto, sus ojos de un intenso azul se movían como si estuviesen observando algo, pero sin lugar a dudas no se trataba de alguna cosa en la habitación, allí no había más que paredes mohosas para mirar.

Los efectos del “sueño púrpura” seguirían en su sistema por un rato, lo normal era que el acelerado metabolismo de los demonios los hiciese inmune a los efectos del alcohol y las sustancias entorpecedoras, pero cuando se trataba de extractos sacados del infierno las reglas cambiaban completamente. Por supuesto Gregory ni siquiera lo había sospechado, cuando se movía por el hades tomaba cuidado de no comer ni beber nada cuya elaboración no supervisara, pero en el mundo mortal sus cuidados se limitaban a las criaturas como él, las demás especies no le preocupaban, ni sus poderes ni sus invenciones, a sus ojos eran todos inferiores y por lo mismo no merecían ser tenidos en consideración.

Sin embargo, ese pensamiento casi lo había condenado a un horrible destino a manos de aquel par de inescrupulosos hechiceros, incluso si bajo los efectos de la droga jamás llegase a conocer los vejámenes a los que su cuerpo hubiera sido sometido.

Parecía aturdido como si fuera un zombie que desea despertar y ni siquiera consigue contactar con su cerebro. Me aproximé a él con cautela debido al fuerte hedor a infierno que expulsaba, percatándome entonces que era un demonio.

-Demonio.-dije sonriendo de mala gana, había salvado a un demonio.-Por mí puedes pudrirte.-comenté alejándome para rebasar la puerta que daba a la mohosa y mugrienta habitación, en la cual ahora podía verse ciertas salpicaduras de sangre y aspirarse un terrible hedor a muerte.

Cuando enfundé mi katana un horrible sentimiento se apoderó de mi. En ocasiones la horrible muerte de Alexei me golpeaba duramente. Recordé ese dolor por la soledad infligida por la estupidez y tozudez de aquella niña, las lágrimas amargas que tuvo que verter al no saber controlar su adicción a la cocaína y las anfetaminas, así como esa punzada de culpa que caía sobre mis hombros cada noche y cada amanecer. Era como si su muerte me quemara igual que si fuera un hierro ardiente.

-Demonios.-apreté los puños desesperado.-¿Por qué?-murmuré girándome para verlo tumbado de aquella forma, iba a tener un trato semejante al que marcó para siempre a mi amante.-Es sólo un sucio demonio, Satoru.-me dije a mí mismo antes de girarme por completo y tomarlo entre mis brazos.

Cargué con él envolviéndolo en una sucia colcha que se encontraba bajo su nívea piel, la cual parecía de nieve igual que sus cabellos con tonos algo dorados. Sus ojos azules parecían dos focos al inframundo, vivía su propio infierno.

-Juro que me vas a pagar esta, de algún modo vas a deberme todo lo que hago por ti.-mascullé apretando los dientes mientras cargaba con él, como un peso muerto, por las calles desangeladas, de los barrios más humildes, de aquella zona.

Acabé en una casa, igualmente vacía, colocándolo en el suelo. Era un lugar menos mugriento y en el cual un par de mendigos habían pasado la noche hacía unos días. Encendí fuego con el poco de leña que aún quedaba, mi mechero y mucha paciencia.

-Maldito demonio, estúpido sentimiento... malditos hechiceros... ojala se pudran todos.

Poco a poco fue recuperándose y volviendo en si, primero noto que el techo era diferente, luego cuando su audición volvió escucho que alguien refunfuñaba y maldecía, pero la movilidad de su cuerpo tardo aun un poco más en volver. Cuando finalmente consiguió moverse sentía sus músculos rígidos y doloridos, se prometió a si mismo nunca jamás volver a probar una mierda como esa y se giro como un gusano envuelto en la sucia colcha.

- es acaso esto un secuestro? – interrogo tratando de salirse del capullo de tela, aspiro profundo tratando de saber en que clase de lío estaba, el sujeto olía a perro, eso no era bueno, los licántropos podían volverse violentos, unos completos locos destrózalo todo si su instinto se anteponía a su razonamiento – hey Puppy! – le llamo encontrando verdadera dificultad en liberarse – por que me has traído aquí? Eres acaso un violador o cosa así? – interrogo, siendo un sujeto atractivo, al menos del ángulo que podía verlo, quizás pudiese dejar que violara su culo si prometía ser amable – podrías darme una mano con esta maldita trampa?

-¿No crees que es una falta de respeto llamar Puppy a quien te ha salvado la vida?-pregunté moviendo las ascuas para que tuvieran mayor oxígeno y este se consumiera con la madera. La verdad es que era una noche fría para el tiempo cálido que poseía Los Ángeles. La lluvia volvía a caer fuera, empezó con el tintineo habitual y terminó lloviendo a mares como estaba viniendo a ser lo común.

Era primavera, tiempo de lluvias, así que teníamos que aceptar que estaríamos con ese tiempo extraño con ratos de sol, calor y ratos de frío y lluvia. El aroma a bosque era poco común, aunque había jardines y pequeñas terrazas repletas de flores. Algunos parecían no desear que el asfalto ganara demasiado terreno.

-No tengo deseos de violarte.-respondí girándome del todo para mirarlo con la katana y el arco colgados, como si fuera un cazador porque eso era, era el mejor cazador de mi poblado.-¿A qué clase de imbécil se le ocurre dejarse drogar? ¿A caso no sabes que hay peores demonios que tú?-dije jalando de la colcha para que estuviera con mayor comodidad.

Una vez liberado se desperezo despreocupadamente, saliendo del capullo para acercarse al licántropo.

- Estas de mal humor por la lluvia Puppy? – le interrogo – no te enfades, me gusta Puppy, tienes cara de Puppy – dijo haciéndole un guiño – además no traes placa – dijo deslizando sus dedos por el cuello del lobo – como se supone que sepa tu nombre sin una? – sus palabras no eran para nada las de una persona agradecida, pero no estaba en su naturaleza ser agradecido, atento o tan siquiera contener la mordacidad de su lengua, sin embargo el que no estuviera repartiendo arañazos con su garra de metal era señal de que sus intenciones no eran las de iniciar una lucha con el lobo

Deslizo sus manos más dentro de la camisa ajena mientras se recargaba sobre la espalda del guerrero.

- De verdad no vas a violarme? – le interrogo en susurros contra la oreja ajena – no me molestaría recompensar tu heroísmo – le dijo sonriendo con amplitud, quizás en verdad estuviese en deuda, no estaba en sus cálculos quedar completamente fuera de combate por una droga – me gustaría saber que ocurrió con aquel hechicero? Estaba haciendo cosas sucias con mi cuerpo? – sonaba despreocupado o incluso un poco morboso al respecto, aunque en el fondo le horrorizaba que un humano de aspecto poco favorecido pudiese haber estado jugando con él.

-Me llamo Gackupo, no Puppy.-dije apartando sus manos con cierta brusquedad.-No pretendo acostarme contigo, ya tengo quien me caliente la cama.-me aproximé al fuego quedándome frente a este sintiendo bastante la muerte de aquellos tipos, ese demonio era un auténtico imbécil.

Me concentré en las chispas que saltaban en el fuego, recordando así la noche cálida que había pasado con Sank. Cazar nuestro propio alimento, cocinarlo y después conversar calmados había sido algo bastante agradable. No había vivido una noche tan cómoda con alguien desde hacía mucho, justo desde que había estado durmiendo con Alexei. En ocasiones le echaba en falta, sentía que abriría los ojos y lo vería descansando a mi lado. Podía oler su perfume en las mañanas pegado a mi almohada, como si estuviera ahí, pero luego me daba cuenta que había sido un espejismo y que no era más que un absurdo que buscaba recordar un amor perdido.

-No creo que te hicieran nada, llegué a tiempo. Si te he salvado la vida es porque esos desgraciados se lo hacían a cualquiera, no sólo a ti. Los demonios no me agradan.-dije moviendo una pequeña rama que había acumulado con toda la hojarasca y demás madera de aquel lugar.-Deberías descansar, esa droga que te han dado debe ser bastante fuerte para tumbar a un demonio.

Decidió hacer caso de lo dicho por el lobo, necesitaba algo más de descanso ya que aun se sentía entorpecido, sus reflejos no respondían con la eficacia acostumbrada. Arrastro la colcha más cerca del fuego, estaba sucia y tenía un aroma extraño, sin embargo era lo más cómodo que había en la habitación, se subió encima y la doblo para que estuviese tanto debajo como arriba suyo cubriéndolo.

- de cualquier modo gracias Puppy – dijo cerrando los ojos, aquel parecía un buen tipo, de los que rescatan a doncellas en apuros y tienen su propio código de honor, así que no era un riesgo relajarse en torno a él, sólo no podía decirse lo mismo de él, el ambiente en el que creció requería de mentir y traicionar para sobrevivir, sólo podía confiar en su madre, pero Zuka no era la magnifica mujer que una vez fue, lo que quedaba de ella era un ser frágil y patético añorando un amor que jamás tubo, lo que hizo las cosas aun más duras para el, tubo que volverse más listo, más rastrero y más letal que todos tempranamente para cuidar de si mismo y de su madre.

Pero ahora todo su esfuerzo parecía tonto, nada evito que Zuka se dejara abrazar por la muerte buscando en los fríos brazos de la fatalidad las caricias que su amante le negó. De no haber conocido a su señor Samael el quizás hubiese seguido los mismos pasos de ella, aunque de un modo distinto, ahora tenía un objetivo, además de matar a su padre, servir a su señor, ser reconocido por este le era gratificante, incluso se sentía feliz cuando era favorecido por las caricias de este.

-De nada.-dije mirando el crepitar de las llamas, sintiéndome algo incómodo con aquel demonio a mi lado.

Sabía que no haría nada por su bien, ya que aún estaba entumecido por la droga. Pensé en Alexei. Su sonrisa cálida en las noches me hacía olvidar que era producto de la droga. Deseaba volverlo a tener entre mis brazos para rogarle que no se marchara, no aún, porque teníamos tanto que hacer y desear... tanto.

-La droga no sólo daña a quien la consume.-dije echando más leña al fuego, esta vez la pata de una silla.-Sé lo que digo. Tal vez no tienes pareja, ni amigos, pero quizás alguien que sí desea volverte a ver con vida.-me recosté frente al fuego observándolo de reojo, era un tipo poco convencional no sólo por su esencia sino por su apariencia.

Desde mi encuentro con la soberbia no había tenido contacto con otro demonio, me alejaba de ellos como si me pudieran matar con sólo rozarme. No me agradaban. Me gustaba la quietud del bosque con su contraste mágico lleno de vida. La madre caza, como así decía Sank a la fortuna de encontrar una presa, siempre proveía de buen alimento.

Se suponía que solo iba a descansar los ojos un momento, pero el desgaste en sus fuerzas provocado por el “Sueño Purpura” hizo que acabase por dormirse de verdad. De aquel modo resultaba difícil sospechar siquiera que se trataba de una criatura demoniaca, cínica y con cierta tendencia a mentir y provocar todo el tiempo.

Su mente se fue hundiendo dentro de su subconsciente evocando imágenes, recuerdos que se presentaban como un sueño, normalmente podía evitarlos durmiendo de forma irregular, ya que de cualquier modo conforme más años vivía menos necesitaba del descanso.

Se vio a si mismo con menos de 30 años, por entonces su aspecto y mentalidad eran los de un niño humano de 8 o 9 años, su madre le había dejado recostar su cabeza en su regazo y se complacía acariciando sus cabellos que entonces eran tan largos que llegaban a mitad de su espalda.

“Gregory… mi hermoso Gregory” decía ella con su musical voz, el se sentía bien de ser llamado así, los adultos en general lo llamaban , eso debido a que el odiaba oírlos decir que su madre era una loca, que estaba perdida, siempre que alguno decía algo similar el saltaba sobre este y lo atacaba a mordidas “tienes un cabello tan hermoso, se siente como seda al tacto… tu padre va a adorarlo, el disfrutaba jugar con mis cabello” agrego ella haciendo que frunciera el entrecejo, pues esa era la parte que odiaba, cuando su madre empezaba a hablar incesantemente de su padre, de lo genial que era, de cuan guapo, maravilloso y todas esas cosas que Zuka siempre decía de él. Pero el había escuchado otras cosas, que su padre era un mestizo de la peor clase, que en sus venas había esencia de los celestiales, que estaba contaminado y que el también era un impuro aun cuando la sangre de demonio había predominado.

Podía escuchar que su madre seguía hablando de aquel krusnik, pero no prestaba atención, ya sabía de memoria todo lo que ella diría, fuese quien fuera su padre Gregory creía que debió usar alguna clase de hechizo con Zuka para que esta le adorara tan incondicionalmente, de pronto las caricias de su madre se sintieron ásperas, el se movió para verla gritando al ver su rostro hundido, su piel estirándose sobre sus huesos mientras sus ojos se iban apagando, pero incluso así ella no cesaba de hablar.

- Madre! – exclamo el moviéndose de su regazo, agarrando su brazo intentando hacer que reaccionara – MADRE! – le llamo más desesperadamente pero siguió hablando de Sean como si nada más importara, su piel se agrieto y la soltó por temor a romper su brazo – Detente! Cállate! El no va a venir pero yo estoy aquí! – le grito sintiendo la tibieza de sus lagrimas bañando su rostro, Zuka finalmente detuvo sus palabras, pero sólo para que una brisa se la llevara convertida en simple polvo – MADRE!!!!

Abrió sus ojos abruptamente encontrando aquel techo nuevamente, tranquilizándose al saber que se trataba sólo de un sueño, sin embargo se cubrió con la colcha hasta la cabeza, esperando no haber hablado en sueños.

Miraba el crepitar del fuego sin perder detalle, podía verse figuras danzando entre las llamas si prestabas atención. La magia de aquel hechizo que era juntar dos piedras y conseguir chispas, con ellas llamas y con las llamas calor, luz y cierta protección, siempre me había encantado desde cachorro. Jamás tuve miedo al fuego como otros de mi aldea, siempre supe dominarlo de alguna forma. Sin embargo, aparté mi mirada para verlo y escuchar su sueño intranquilo. Estuve por decir algo, pero sólo guardé silencio hasta que despertó.

-A veces sueño con mi madre, con su muerte.-dije mirando las llamas de nuevo.-Crees que lo puedes olvidar con el paso del tiempo, pero eso es inutil. Vives y vives ese momento en tus pesadillas, te persigue. A mí me persigue la muerte de mis padres, así como el dolor de tener que cuidar de una hermana pequeña y de un gemelo idiota.-saqué uno de mis cigarrillos y lo prendí comenzando a fumar sin importarme si le molestaba, necesitaba la nicotina.-Y ahora me persigue la muerte de mi pareja. Así que no hay nada que avergonzarse, supongo.

Solía decir que cada uno tenía su pasado vigilándolo, buscándolo, aplastándolo y finalmente diciéndole que estaba ahí y no podría salir huyendo. El pasado era el pasado y formaba parte de nuestras vidas, no podíamos vivir el pasado como el futuro, porque no era el futuro, pero siempre nos marcaba.

Gregory saco su cabeza de debajo de las colchas, su cabello estaba desordenado y la luz del fuego lo hacía verse más naranja.

- No era un sueño sobre su muerte… no como fue realmente – le conto sin saber bien porque, quizás sólo necesitaba hablar de ello, los mortales siempre hablaban de esas cosas y no vio mal en contarle aquello a un sujeto que probablemente no volvería a ver – mi madre cayó en lo que los mortales llaman “coma” su esencia primero se reprimió dentro de ella y se fue extinguiendo poco a poco durante años – empezó a juguetear con un hilito suelto estirándolo y desatando la costura – ella murió del modo más estúpido, consumiéndose por un amor no correspondido… sabes ella era una diablesa magnifica, bella, letal… la reina de las mentiras en sus mejores tiempos, pero hoy sólo es recordada como la “idiota que murió de amor” … cuando un demonio quiere dar un ejemplo de por que el amor es un sentimiento que nos hace débiles usan el nombre de mi madre.

Aquello realmente dolía, el sabía cuan perfecta era su madre, pero ella tenía un boleto en sus manos, uno que la llevaba directo al fondo del foso, solía preguntarse si su padre sabía lo que hacía cuando la enamoro, si la abandono para destruirla, si todo el sufrimiento de Zuka fue intencional, o si se trato tan sólo de una negligencia del destino. Fuese cual fuera la respuesta a sus ojos la única redención posible en toda esa injusticia, era que su padre sufriese del mismo modo que su madre lo hizo.

-Mi madre murió por amor también, un amor distinto.-dije con una leve sonrisa amarga.-Murió dando a luz a mi hermana, aunque supongo que se hubiera consumido sin mi padre. Mi padre murió meses antes en una batalla, él lo hizo cubierto por la sangre de sus enemigos. Murió luchando por la aldea, por un amor también distinto al de nuestras madres pero con orígenes similares.-me giré para verlo con el cabello desordenado.-El amor no es inutil, sin él tú no hubieras nacido. El amor es algo que se debe saber comprender, quizás tu madre no logró comprender que cuando ya no te aman debes ofrecer tu amor a la persona que sí lo hace.-miré el fuego antes de suspirar.-Iba a casarme en unos días, tenía todo preparado. Iba a ser una boda rápida, pero todo estaba a punto de ponerse en marcha ya que en tan sólo tres meses nos casábamos. Pero él decidió suicidarse porque murió la niña que cuidó desde recien nacida. Murió por un amor distinto.

Yo seguía vivo, era cierto, pero porque yo tenía a otros por los cuales luchar. Ahora se añadía Sank. No quería que se viera solo, era tan sólo un cachorro intentando explorar la ciudad. Me provocaba cierta ternura y a la vez me daba dolores de cabeza. No comprendía ciertas cosas pero ponía todo su empeño, y en el fondo eso es lo que se necesita para conseguir las cosas.

-Dime ¿no sientes amor por algo? aunque no sea una persona.-dije clavando mis ojos en él.-No sé, amor hacia alguna sensación especial. Todos amamos, incluso los demonios, pero están confundidos. La verdad es que no me soléis caer bien, siempre sois demasiado destructivos y egocéntricos.

Se puso a reflexionar al respecto, tratando de encontrar alguna cosa de la que gustase lo bastante para decir que la amaba, había muchas cosas en su mente, una semana atrás había comido una langosta exquisita, era una sensación que le gustaba, también tenía un armario lleno de ropa fina, prendas de diseñador, camisetas y zapatos de marcas, vestirse bien no era sólo para sentirse superior a otros, le gustaba mucho lo que el espejo le devolvía cuando se paraba frente a uno, pero entre tantas cosas materiales también encontró una persona, su señor, sus mejillas se colorearon cuando pensó en el mordisqueando su cuello, pero decidió espantar la imagen antes de que tuviese el que violar al lobo.

- Muy bien… algo de razón tienes, hay muchas cosas que me gustan, pero aun así no esta en mi anteponer esos sentimientos a mis propios intereses – dijo el joven cortando el hilito con el que llevaba rato jugando – oye Puppy, por que no vienes aquí – dijo abriendo la colcha – prometo que voy a tener mis manos quietas – aseguro muy seriamente – sólo quiero algo de compañía, hasta que la lluvia pase… luego me iré a seguir siendo tan ruin y malvado como corresponde y tu te iras a tu manada, jauría o lo que sea que tengas a olvidarte de todo lo que conversamos… y si le dices a alguien sobre las cosas que te conté o que te pedí que te acerques alegare haber estado drogado.

No paraba de llamarme Puppy y mis ganas de hundirle la cabeza de un golpe aumentaban. Sin embargo, me había demostrado que no era más que un crío confundido y con ganas de volver a estar con su madre. Muy en el fondo no era tan cínico, ni chulo y ni menos tan vacío. Había algo en él que podía resaltar entre todo lo malo.

Me acerqué para tumbarme a su lado, agarrándolo como lo hacía cuando dormía con mi hermano. Rodeé su cuerpo acariciando sus cabellos blanquecinos, poseía un rubio casi blanco y eso le daba un aspecto agradable. Tenía una piel caliente, para nada la fría que podía tener un vampiro u otra criatura. Él era un demonio, se suponían que tenían el poder del infierno.

-No diré nada si tú no dices que el hijo del gran Satoru ayudó a un demonio y lo acurrucó como si fuera su hermano gemelo, hazlo y juraré que estabas tan drogado que te imaginastes cosas.-dije cerrando los ojos después de acomodarme con el fuego a mi espalda.

Las palabras del licántropo lo hicieron sonreír, al parecer ninguno de los dos quería rumores raros corriendo entre su gente, supuso que porque en general las otras razas veían a los demonios como seres ruines y estaba bien que lo creyeran porque así era, nadie deseaba estar relacionado con ellos del mismo modo que el no necesitaba que a estas alturas le atribuyeran tener la misma debilidad de su madre por las razas inferiores.

- No le diré a nadie, me conviene menos a mi que esto se sepa – susurro.

Cerro los ojos y se acurruco apoyando su rostro contra el pecho del lobo, no olía mal como el solía decir que olían los licántropos, aquello era una mera costumbre. Se relajo disfrutando de ser envuelto por los brazos ájenos sin que esto fuese con algún fin sexual, nadie lo tocaba así desde que Zuka murió. Casi era una pena que sólo duraría hasta que la lluvia terminara marcando el fin de su tregua, sin embargo era consciente que por tentador que fuera no podía intentar vivir de otra manera, tenía un deber para con su señor, una reputación que mantener y ambiciones por realizar, nada de eso se cumpliría pretendiendo seguir las “normas” y actuando con el corazón.

Me quedé dormido bajando la guarida por un tiempo que se prolongó durante dos horas, quizás fueron tres, y cuando abrí los ojos la lluvia había cesado. Él permanecía en mis brazos, su rostro calmado parecía el de un ángel. Sin duda alguna era un hombre agraciado, pero no dejaba de ser un demonio. Supuse que la maldad se puede encontrar, o enjaular, en hermosos trazos.

Me salí de las mantas arropándolo con estas, permitiendo que siguiera descansando. Acomodé su flequillo y dejé mi camisa entre sus brazos. Tal vez parecía estúpido, pero eso evitaría que se despertara. No apagué el fuego, ya que haría frío si lo hacía.

-Nos vemos Cio.-dije tomando mis armas para marcharme de allí, cerrando con cuidado la puerta.

Ya cuando el fuego casi se extinguía Gregory se despertó encontrando la camisa del lobo entre sus brazos, se sonrió estudiando el trozo de tela que el licántropo había dejado atrás.

- Que tacaño Puppy, esta camisa ni siquiera es de marca – dijo dejándola sobre la colcha antes de levantarse, peinando sus cabellos con sus dedos y alisando sus ropas hasta verse nuevamente presentable.

Ya no sentía dolor o molestia en sus músculos al moverse, a pesar del peligro que había corrido consiguió una experiencia interesante, quizás en otra ocasión y en un sitio más apropiado volviese a probar “el sueño púrpura” incluso si lo había incapacitado por un largo tiempo la sensación de dicha plena, olvidarse de todas sus preocupaciones y problemas a su entender valía el riesgo.

Dejo el lugar ya con el sol alzándose en el horizonte, como todas las criaturas de la obscuridad detestaba la sensación cálida de la luz acariciando su piel, pero esta no le dañaba como ocurriría con un vampiro o krusnik, así que sólo siguió su camino, aun debía ocuparse de conseguir más almas, para el y para su amo, el poder nunca era suficiente, siempre se necesitaba más y más…

[TEMA CERRADO]