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Keep the Secret (Pv. Rabdos)
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Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Astaroth buscó la razon de por que sus "hermanos" disfrutaban tanto de ese entorno corrupto y perfido, quizas sopesando la idea de desterrar sus pensamientos de destruccion masiva-apocaliptica o de relegarlos hacia un segundo plano. Habia recorrido la famosa ciudad de los Ángeles en donde habia presentido y eludido la presencia de ciertos inmortales por la simpleza de no querer meterse en sus escrupulosos y decadentes negocios. No habia ni una sola alma pura en ese lugar y los que aun quedaban eran facilmente corrompibles. No habia nada que pudiera motivar al demonio como lo hacia una buena guerra.
En razon de pocos minutos unas mujeres se le acercaron sinuosas, sibilinas, apenas penetro en un local estiloso y famoso en esa ciudad. Interrumpieros sus pasos y el demonio tuvo que respirar profundo para no engullir esas almas podridas dejando tras de si unas carcasas vacias. Mas al ver esos ojos teñidos de deseo pudo ver el tragico destino que le aguardaba a cada una, un destino que no tardaria mucho en llegar. Quizas se vieran despues de todo en el infierno.
Las aparto fingiendo una amabilidad que no poseia, sonriendo con hipocresia y relegando sus ofrecimientos con un "Quizas mas tarde". Ellas parecieron contentas y él se quitó un minusculo problema de encima. Iba solo, en esta ocasion Pandora no lo acompañaba por la sencilla razon de que seguramente le denegarian la entrada, ella entraria en colera y acabaria asesinandolos a todos. En esta ocasion no deseaba llamar la atencion, era un observador en aquellas tierras extrañas y ajenas a él. Pero para ganar una guerra, antes debia conocer el terreno en donde se llevaria a cabo.
Ponme lo mas fuerte que tengas
Dijo en apenas un susurro una vez se apoyó en aquella moderna barra de cristal. El barman no necesito preguntar, fue en busca de un licor especial y que antaño habia estado prohibido en este continente. Volteó su cuerpo enfundado en una ropa de diseño en tonalidades oscuras que se ajustaban perfecatmente a los musculos de su anatomia y apoyo los codos sobre la barra, observando como su pecado favorito se desataba en la sala a fuerza del baile de unos cuerpos rozandose con otros.
En razon de pocos minutos unas mujeres se le acercaron sinuosas, sibilinas, apenas penetro en un local estiloso y famoso en esa ciudad. Interrumpieros sus pasos y el demonio tuvo que respirar profundo para no engullir esas almas podridas dejando tras de si unas carcasas vacias. Mas al ver esos ojos teñidos de deseo pudo ver el tragico destino que le aguardaba a cada una, un destino que no tardaria mucho en llegar. Quizas se vieran despues de todo en el infierno.
Las aparto fingiendo una amabilidad que no poseia, sonriendo con hipocresia y relegando sus ofrecimientos con un "Quizas mas tarde". Ellas parecieron contentas y él se quitó un minusculo problema de encima. Iba solo, en esta ocasion Pandora no lo acompañaba por la sencilla razon de que seguramente le denegarian la entrada, ella entraria en colera y acabaria asesinandolos a todos. En esta ocasion no deseaba llamar la atencion, era un observador en aquellas tierras extrañas y ajenas a él. Pero para ganar una guerra, antes debia conocer el terreno en donde se llevaria a cabo.
Ponme lo mas fuerte que tengas
Dijo en apenas un susurro una vez se apoyó en aquella moderna barra de cristal. El barman no necesito preguntar, fue en busca de un licor especial y que antaño habia estado prohibido en este continente. Volteó su cuerpo enfundado en una ropa de diseño en tonalidades oscuras que se ajustaban perfecatmente a los musculos de su anatomia y apoyo los codos sobre la barra, observando como su pecado favorito se desataba en la sala a fuerza del baile de unos cuerpos rozandose con otros.
Astaroth- Cantidad de envíos : 195
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Localización : Octavo circulo del Infierno
Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Era Luna Oscura, el momento en el que parecía que aquel satélite que en el pasado había dado nombre a diversas deidades, no se encontraba en el lugar que debería estar como si hubiera dado la espalda a los humanos y sus problemas. Era momento de meditación, de interioridad, de reclamarme o, al menos, a una de mis múltiples personalidades del pasado. Hécate. Sabía, demasiado bien, que la sensación no era más que una farsa pero sentía que me encontraba cargada de energía, llena de esta, como si toda la luz que no estaba presente en el cielo me perteneciera.
Quizá por eso y porque estaba tremendamente aburrida después de mi vuelta al juego, había decidido ver qué era lo que podría encontrarme, en qué se divertían los humanos y el resto de seres sobrenaturales que se paseaban por Los Ángeles. Ver cuál era el motivo para que como si fuera un maldito foco todos terminaran allí de un modo u otro. Saber si había algún tipo de energías y de razones para que eso ocurriera. Sabía que nada pasaba porque sí, que las casualidades no existían, que todo tenía su razón de ser. Que allí hubiera tal acumulación de actividad sobrenatural tenía que significa algo, más allá de que la mitad de la Tierra fuera un erial de destrucción, por supuesto.
Mis pasos me habían llevado a esa zona, en Hollywood Hills, en el que por las noches la corrupción campaba a sus anchas y también por el día, por supuesto, aunque quizá fuera menos obvio o quizá en mi caso fuera menos asequible. Prefería mil veces la noche, siempre lo había hecho. ¿Por qué había elegido aquel lugar en particular? Por la música. Cuando las puertas se habían abierto y me había azotado había sentido el sabor de la batalla en el fondo de la misma, el sonido que parecía el de un corazón bombeando con rapidez sangre cuando se enfrentaba a la batalla, el sonido de los tambores que hacía arder mi sangre guerrera y a la vez la sensualidad de un baile que podía ser tanto sutil como mortal.
Y allí me encontraba, entre aquella marabunta de humanos y de otros seres, dejando que mi cuerpo se moviera por un momento ante los envites de esa cadencia musical que hacía que todo mi cuerpo vibrara. Sí, la música podía lograr milagros conmigo. Había dejado el abrigo negro en el vestidor de la entrada, por lo que mi cuerpo se encontraba apenas disimulado por los ajustados pantalones negros y la camisa del mismo color. Sencillez en el vestir, sí, pero no necesitaba de artificios banales para llamar la atención.
Fue una presencia la que me golpeó con fuerza, una presencia que hizo que mi baile se detuviera y que mis ojos oscuros se pasearan por el lugar hasta que se detuvieron en alguien que hubiera reconocido incluso en mitad de una batalla y, seguramente, aquello ya habría sucedido. Una media sonrisa apareció en mis labios, divertida. Parecía ser que no era la única que se aburría aquella noche. Me moví para deshacerme de las personas que se habían arremolinado a mí alrededor, demasiado cerca en ocasiones, para dirigirme directamente hacia donde se encontraba Astaroth.
— Ahora no.— fue lo único que dije cuando en el proceso intentaron cortarme el paso y finalmente llegando a unos pasos de donde se encontraba la única persona que era digna de mi atención en aquel lugar. — Si alguien me hubiera dicho que te vería aquí esta noche, hubiera pensado que estaba completamente borracho o loco.
Quizá por eso y porque estaba tremendamente aburrida después de mi vuelta al juego, había decidido ver qué era lo que podría encontrarme, en qué se divertían los humanos y el resto de seres sobrenaturales que se paseaban por Los Ángeles. Ver cuál era el motivo para que como si fuera un maldito foco todos terminaran allí de un modo u otro. Saber si había algún tipo de energías y de razones para que eso ocurriera. Sabía que nada pasaba porque sí, que las casualidades no existían, que todo tenía su razón de ser. Que allí hubiera tal acumulación de actividad sobrenatural tenía que significa algo, más allá de que la mitad de la Tierra fuera un erial de destrucción, por supuesto.
Mis pasos me habían llevado a esa zona, en Hollywood Hills, en el que por las noches la corrupción campaba a sus anchas y también por el día, por supuesto, aunque quizá fuera menos obvio o quizá en mi caso fuera menos asequible. Prefería mil veces la noche, siempre lo había hecho. ¿Por qué había elegido aquel lugar en particular? Por la música. Cuando las puertas se habían abierto y me había azotado había sentido el sabor de la batalla en el fondo de la misma, el sonido que parecía el de un corazón bombeando con rapidez sangre cuando se enfrentaba a la batalla, el sonido de los tambores que hacía arder mi sangre guerrera y a la vez la sensualidad de un baile que podía ser tanto sutil como mortal.
Y allí me encontraba, entre aquella marabunta de humanos y de otros seres, dejando que mi cuerpo se moviera por un momento ante los envites de esa cadencia musical que hacía que todo mi cuerpo vibrara. Sí, la música podía lograr milagros conmigo. Había dejado el abrigo negro en el vestidor de la entrada, por lo que mi cuerpo se encontraba apenas disimulado por los ajustados pantalones negros y la camisa del mismo color. Sencillez en el vestir, sí, pero no necesitaba de artificios banales para llamar la atención.
Fue una presencia la que me golpeó con fuerza, una presencia que hizo que mi baile se detuviera y que mis ojos oscuros se pasearan por el lugar hasta que se detuvieron en alguien que hubiera reconocido incluso en mitad de una batalla y, seguramente, aquello ya habría sucedido. Una media sonrisa apareció en mis labios, divertida. Parecía ser que no era la única que se aburría aquella noche. Me moví para deshacerme de las personas que se habían arremolinado a mí alrededor, demasiado cerca en ocasiones, para dirigirme directamente hacia donde se encontraba Astaroth.
— Ahora no.— fue lo único que dije cuando en el proceso intentaron cortarme el paso y finalmente llegando a unos pasos de donde se encontraba la única persona que era digna de mi atención en aquel lugar. — Si alguien me hubiera dicho que te vería aquí esta noche, hubiera pensado que estaba completamente borracho o loco.
Invitado- Invitado
Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Aquellas danzas frenéticas y retorcidas que ejecutaban estos mortales lo transportaron un poco a su lugar de origen, sobre todo en ciertos circulos concretos en donde los cuerpos, algunos en carne viva, danzaban freneticos haciendo corros, venerando al señor del lugar o a cualquier cosa que se les presentase. Descarnados y ensangrentados se buscaban los unos a los otros, enlazandose, fornicando, arrancando pedazos de sus cuerpos dando lugar a verdaderos y macabros aquelarres. Aquel ambiente era demasiado suave para Astaroth, lanzó una mirada impaciente al barman mientras este se apresuraba a prepararle la bebida y entornó los ojos nuevamente a la pista de baile. Habia algo que no encajaba en ella, una nota olfativa discordante que se elevaba encima del sudor rancio de aquellos cuerpos.
Sus ojos escrutaron rostro por rostro encontrandose con algun que otro sobrenatural habilmente camuflado, deleitandose con los aromas de la juventud nocturna, sin embargo para el demonio eran meros peones de quienes no daria cuenta. Timidamente la voz del joven a sus espaldas se alzó y el moreno se giró para agarrar con la diestra la copa de fino cristal en donde convergia un liquido verde brillante.
Entonces la vió, como la diosa que era, surgir entre el "pueblo llano", caminar hasta él, presentandose con un simple atuendo que semiocultaba las felinas formas de la mujer. Astaroth entrecerró la mirada y esbozó una sonrisa ladeada, maliciosa. Al verla unos recuerdos embaucaron su mente y sintó deseos de hacer algo. Irremediablemente, de una manera u de otra, necesitaba llamar la atención y necesitaba a Rabdos a su lado para ello.
En aquellas épocas, cuando el cristianismo aún no existia y en su lugar se veneraban a mil dioses, algunos inventados y otros no tanto, Astaroth si habia pasado gran parte de tiempo en el mundo mortal, embrujado por la cultura morisca, por su musica cadenciosa y por la convicción fanática de esos mortales. Lo habian adorado en algun tiempo pasado, como a otra deidad.
Hmm....situaciones mas raras se dan hoy en dia hermana..
Susurró aterciopelado antes de vaciar de un trago aquel liquido verde que burbujeo en su garganta abrasandola. Lanzó un suspiro quedo percibiendo como su interior se prendia momentaneamente y avanzó hacia el ángel caido.
Un encuentro como este, merece una celebración...
Sus ojos violaceos se tornaron chispeantes, prendidos y la musica con la cual los jovenes se agitaban con locura se transformó en algo completamente diferente que los dejó anonadado. Una embaucadora melodia de violin que desembocaba en una fusion entre electronica, musica árabe, industrial...pero en resultado una melodia bailable. Astaroth hacia mucho tiempo que no bailaba, solo en aquellos pasados aquelarres.
¿Me concede este baile?
Preguntó a su hermana, aunque sin esperar respuesta la tomó de la mano y la guió hacia el centro de la pista en donde se formó un espontaneo corrillo alrededor de ellos.
Rodeó la cintura de la mujer demonio y pego aquel cuerpo al propio para emprender un ritmo a golpe de cadera. Confiado y fogoso se acercó a los labios de ella, manteniendo infimas las distancias pero sin llegar a tocarlos. Guiaba los pasos de ella, pero también la dejaba que se moviera libremente. Recordaba la danza de una vampiro, una inmortal asesinada por sus propios hijos, la madre de todos ellos y como sus caderas y su cintura se movian con la flexibilidad de un felino.
¿Recuerdas los sacrificios? ¿La sangre derramada? ¿La lujuria quemando esos cuerpos danzantes...?
(La musica que describi es esta mas o menos: https://www.youtube.com/watch?v=aualr0zwKAU )
Sus ojos escrutaron rostro por rostro encontrandose con algun que otro sobrenatural habilmente camuflado, deleitandose con los aromas de la juventud nocturna, sin embargo para el demonio eran meros peones de quienes no daria cuenta. Timidamente la voz del joven a sus espaldas se alzó y el moreno se giró para agarrar con la diestra la copa de fino cristal en donde convergia un liquido verde brillante.
Entonces la vió, como la diosa que era, surgir entre el "pueblo llano", caminar hasta él, presentandose con un simple atuendo que semiocultaba las felinas formas de la mujer. Astaroth entrecerró la mirada y esbozó una sonrisa ladeada, maliciosa. Al verla unos recuerdos embaucaron su mente y sintó deseos de hacer algo. Irremediablemente, de una manera u de otra, necesitaba llamar la atención y necesitaba a Rabdos a su lado para ello.
En aquellas épocas, cuando el cristianismo aún no existia y en su lugar se veneraban a mil dioses, algunos inventados y otros no tanto, Astaroth si habia pasado gran parte de tiempo en el mundo mortal, embrujado por la cultura morisca, por su musica cadenciosa y por la convicción fanática de esos mortales. Lo habian adorado en algun tiempo pasado, como a otra deidad.
Hmm....situaciones mas raras se dan hoy en dia hermana..
Susurró aterciopelado antes de vaciar de un trago aquel liquido verde que burbujeo en su garganta abrasandola. Lanzó un suspiro quedo percibiendo como su interior se prendia momentaneamente y avanzó hacia el ángel caido.
Un encuentro como este, merece una celebración...
Sus ojos violaceos se tornaron chispeantes, prendidos y la musica con la cual los jovenes se agitaban con locura se transformó en algo completamente diferente que los dejó anonadado. Una embaucadora melodia de violin que desembocaba en una fusion entre electronica, musica árabe, industrial...pero en resultado una melodia bailable. Astaroth hacia mucho tiempo que no bailaba, solo en aquellos pasados aquelarres.
¿Me concede este baile?
Preguntó a su hermana, aunque sin esperar respuesta la tomó de la mano y la guió hacia el centro de la pista en donde se formó un espontaneo corrillo alrededor de ellos.
Rodeó la cintura de la mujer demonio y pego aquel cuerpo al propio para emprender un ritmo a golpe de cadera. Confiado y fogoso se acercó a los labios de ella, manteniendo infimas las distancias pero sin llegar a tocarlos. Guiaba los pasos de ella, pero también la dejaba que se moviera libremente. Recordaba la danza de una vampiro, una inmortal asesinada por sus propios hijos, la madre de todos ellos y como sus caderas y su cintura se movian con la flexibilidad de un felino.
¿Recuerdas los sacrificios? ¿La sangre derramada? ¿La lujuria quemando esos cuerpos danzantes...?
(La musica que describi es esta mas o menos: https://www.youtube.com/watch?v=aualr0zwKAU )
Astaroth- Cantidad de envíos : 195
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Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Astaroth. Siempre era un verdadero placer encontrarme con él. Tenía la facultad de sorprenderme y atraerme como ningún ser lo había hecho en el pasado y seguramente ninguno lo hará en el futuro. Una ligera sonrisa apareció en mis labios mientras con movimientos tranquilos me dirigí hacia la pista de baile. La música había cambiado y se adaptaba a otros gustos muy diferentes a los que parecía deslizarse por los presentes, una música que hablaba de otros lugares y de otros momentos, de otros instantes pasados, de un momento de la historia en la que me había movido con facilidad porque nadie podía ser tan estúpido como para pensar que con la caída de los dioses antiguos había sido mi final ¿verdad?
Velos y campanillas, harenes y danzas, era lo que me traía a la mente aquella música que comenzó a sonar mientras que mi cuerpo se deslizaba contra el suyo dejando que fuera la melodía la que me embriagara hasta el punto de parecer que era una con esta. El baile era sensual, enigmático y oscuro, cargado de significados que hablaban tanto de muerte como de resurrección. Mis ojos oscuros se clavaron en los violetas de él, dejando que mis manos vagaran por un momento por el cuerpo masculino pudiendo notar cada una de las fuertes formas, de los duros músculos.
— ¿Cómo poder olvidarlos?— susurré convencida de que a pesar de la música, tan pegados como estábamos que nuestros alientos parecían confundirse, sabiendo que rozaba apenas sus labios, podía escucharme. — Esas danzas nos alimentaron durante mucho tiempo y es una verdadera lástima que para muchos hayan caído en el olvido.
Cada movimiento había sido repetido mil veces, me dejaba guiar por sus manos de la misma manera que tomaba mi propia iniciativa. A golpe de cadera, el cuerpo se deslizaba como si estuviera imitando los sinuantes movimiento de una sierpe en el desierto. Era la parte y el todo al mismo tiempo. En algún momento cerré los ojos porque no necesitaba mirarle para saber los movimientos, porque era la música la que guiaba cada uno de nuestros pasos.
Podía sentir la marabunta de humanos y seres sobrenaturales que se encontraban a nuestro alrededor que parecía que no podían apartar la mirada, hipnotizados por un baile que había sido marcado antes incluso de que muchos de ellos nacieran. Respiré hondo, dejando que fuera su aroma el que me mareara como si estuviera embriagada, mucho más apetecible, mucho más interesante, más oscuro y peligroso.
— Casi puedo sentir el sabor metálico de la sangre en mis labios.— comenté, mientras que una media sonrisa apareció en mis labios y abrí los ojos de nuevo para clavarlos en los de él. — ¿Serán conscientes del peligro en el que se encuentran o solo verán la belleza del baile?
No fue más que un pensamiento al azar dicho en voz alta. Mi cuerpo seguía pegado al de él, a pesar de que estaba convencida que en algún momento me había separado simplemente por el placer de la música, por dejarme llevar por ella, por esa música con reminiscencias árabes que me hacían desear deleitarme con movimientos aprendidos hacia tiempo, de la cintura, de las manos. Un baile tan bello como el que un guerrero bien entrenado podía tener con una espada en las manos mientras recibía un baño de sangre, dolor y gloria.
Velos y campanillas, harenes y danzas, era lo que me traía a la mente aquella música que comenzó a sonar mientras que mi cuerpo se deslizaba contra el suyo dejando que fuera la melodía la que me embriagara hasta el punto de parecer que era una con esta. El baile era sensual, enigmático y oscuro, cargado de significados que hablaban tanto de muerte como de resurrección. Mis ojos oscuros se clavaron en los violetas de él, dejando que mis manos vagaran por un momento por el cuerpo masculino pudiendo notar cada una de las fuertes formas, de los duros músculos.
— ¿Cómo poder olvidarlos?— susurré convencida de que a pesar de la música, tan pegados como estábamos que nuestros alientos parecían confundirse, sabiendo que rozaba apenas sus labios, podía escucharme. — Esas danzas nos alimentaron durante mucho tiempo y es una verdadera lástima que para muchos hayan caído en el olvido.
Cada movimiento había sido repetido mil veces, me dejaba guiar por sus manos de la misma manera que tomaba mi propia iniciativa. A golpe de cadera, el cuerpo se deslizaba como si estuviera imitando los sinuantes movimiento de una sierpe en el desierto. Era la parte y el todo al mismo tiempo. En algún momento cerré los ojos porque no necesitaba mirarle para saber los movimientos, porque era la música la que guiaba cada uno de nuestros pasos.
Podía sentir la marabunta de humanos y seres sobrenaturales que se encontraban a nuestro alrededor que parecía que no podían apartar la mirada, hipnotizados por un baile que había sido marcado antes incluso de que muchos de ellos nacieran. Respiré hondo, dejando que fuera su aroma el que me mareara como si estuviera embriagada, mucho más apetecible, mucho más interesante, más oscuro y peligroso.
— Casi puedo sentir el sabor metálico de la sangre en mis labios.— comenté, mientras que una media sonrisa apareció en mis labios y abrí los ojos de nuevo para clavarlos en los de él. — ¿Serán conscientes del peligro en el que se encuentran o solo verán la belleza del baile?
No fue más que un pensamiento al azar dicho en voz alta. Mi cuerpo seguía pegado al de él, a pesar de que estaba convencida que en algún momento me había separado simplemente por el placer de la música, por dejarme llevar por ella, por esa música con reminiscencias árabes que me hacían desear deleitarme con movimientos aprendidos hacia tiempo, de la cintura, de las manos. Un baile tan bello como el que un guerrero bien entrenado podía tener con una espada en las manos mientras recibía un baño de sangre, dolor y gloria.
Invitado- Invitado
Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Astaroth no le dió importancia a los mortales que a su alrededor, animados por su danza, se habian marcado la suya propia, enroscando sus cuerpos los unos con los otros como pequeñas serpientes ondulando al ritmo. Sus ojos purpuras estaban clavados en los de ella penetrantes, tornandose claros u oscuros conforme el angel caido se alejaba o acercaba a su cuerpo.
El demonio no compartia este tipo de demostraciones con mujeres cualquiera como otros hermanos, era mas selectivo y gustaba de la compañia de feminas de caracter y de natural belleza. Rabdos llevaba los ojos marcados por un fino trazo negro difuminado otorgando una profundidad hipnotica a su mirada y sus labios le resultaban mas apetecibles, humedos y jugosos que si los hubiera teñido de un fuerte carmín. El aliento de ambos se confundia manando de sus bocas y Rabdos despedia un sutil aroma a sándalo y canela, olores intensos y calidos que predominaban mas que el sudor humano y el alcohol de sus sangres.
Las palabras cuales susurros despertaron una cínica sonrisa. La alejó de su cuerpo manteniendo el unico contacto entre ambos por las manos y la hizo girar delicadamente un par de veces antes de volver a atraerla, ahora de espaldas a su amplio pecho. Rodeo con el brazo la cintura de ella dejando la mano sobre su bajo vientre y movio sus caderas con tintes lujuriosos mientras sus labios se dirigian a su oreja para susurrarle.
Estan demasiado concentrados en sus miserables existencias para idolatrarnos como es debido...dime Rabdos, ¿Te gustaria arrancar parte de ese pasado y volcarlo al presente?
Llamarlo ilusión seria demasiado ameno para el poder que desató Astaroth a golpe de una orden invisible. Trajo la arena del desierto, las jaimas que presentaban hermosos relieves arabescos de oro, los velos y el fuego. Seguian en aquel local, aislados de la sociedad moderna y todo lo que había allí dentro inclusive las personas se vieron influidas. Las serpientes doradas siseaban por el suelo entre los pies que seguian danzando y la musica ya no venia de los equipos de musica si no de propios musicos que la tocaban. Una mujer cantaba y un hombre la mecía con suavidad, parecia en trance, parecia lanzar una oración de dicha hacia los seres que siempre habian mitificado. Otros, con dagas relucientes engastadas en brillantes joyas, jalaban los cabellos de virgenes doncellas en pos de hundir las hojas afiladas en sus bondadosos corazones. Todo se torno transcendental, mistico y Astaroth retiró el espeso negro cabello del cuello de la caida para recorrerlo con sus labios hasta volver a su oreja.
Este es mi tributo Rabdos, mi regalo para ti.
Musitó con voz grave y profunda luego haciendola girar para encontrarse de nuevo con su rostro. Sangre y carne para unos seres antiguos y bastante ligados a esas epocas.
El demonio no compartia este tipo de demostraciones con mujeres cualquiera como otros hermanos, era mas selectivo y gustaba de la compañia de feminas de caracter y de natural belleza. Rabdos llevaba los ojos marcados por un fino trazo negro difuminado otorgando una profundidad hipnotica a su mirada y sus labios le resultaban mas apetecibles, humedos y jugosos que si los hubiera teñido de un fuerte carmín. El aliento de ambos se confundia manando de sus bocas y Rabdos despedia un sutil aroma a sándalo y canela, olores intensos y calidos que predominaban mas que el sudor humano y el alcohol de sus sangres.
Las palabras cuales susurros despertaron una cínica sonrisa. La alejó de su cuerpo manteniendo el unico contacto entre ambos por las manos y la hizo girar delicadamente un par de veces antes de volver a atraerla, ahora de espaldas a su amplio pecho. Rodeo con el brazo la cintura de ella dejando la mano sobre su bajo vientre y movio sus caderas con tintes lujuriosos mientras sus labios se dirigian a su oreja para susurrarle.
Estan demasiado concentrados en sus miserables existencias para idolatrarnos como es debido...dime Rabdos, ¿Te gustaria arrancar parte de ese pasado y volcarlo al presente?
Llamarlo ilusión seria demasiado ameno para el poder que desató Astaroth a golpe de una orden invisible. Trajo la arena del desierto, las jaimas que presentaban hermosos relieves arabescos de oro, los velos y el fuego. Seguian en aquel local, aislados de la sociedad moderna y todo lo que había allí dentro inclusive las personas se vieron influidas. Las serpientes doradas siseaban por el suelo entre los pies que seguian danzando y la musica ya no venia de los equipos de musica si no de propios musicos que la tocaban. Una mujer cantaba y un hombre la mecía con suavidad, parecia en trance, parecia lanzar una oración de dicha hacia los seres que siempre habian mitificado. Otros, con dagas relucientes engastadas en brillantes joyas, jalaban los cabellos de virgenes doncellas en pos de hundir las hojas afiladas en sus bondadosos corazones. Todo se torno transcendental, mistico y Astaroth retiró el espeso negro cabello del cuello de la caida para recorrerlo con sus labios hasta volver a su oreja.
Este es mi tributo Rabdos, mi regalo para ti.
Musitó con voz grave y profunda luego haciendola girar para encontrarse de nuevo con su rostro. Sangre y carne para unos seres antiguos y bastante ligados a esas epocas.
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Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Una sonrisa felina apareció en mis labios cuando mi espalda chocó contra su pecho. Cualquiera podría pensar que me estaba dejando llevar demasiado por Astaroth y en cierta manera lo estaba haciendo, por supuesto. El Ángel Caído que tenía a mi espalda era uno de los seres más demoledores, en todos los sentidos, que uno podía encontrarse. Mantuve esa danza cargada de sensualidad, mientras escuchaba sus palabras susurradas. Me deslicé por su cuerpo siguiendo los cambiantes sonidos de la música mientras a mi alrededor todo cambiaba, casi como si con cada golpe de cadera, con cada movimientos de manos, Astaroth a mi espalda estuviera modificando la realidad en la que nos encontrábamos, moldeándola para otorgarme un viejo y magnífico regalo.
— Mucho mejor así…
Un nuevo giro y mis ojos oscuros se enfrentaron a los violáceos de él después de ese escalofrío que me había provocado sintiendo sus labios que ardían sobre mi piel. Entrecerré la mirada por un instante, al tiempo que dejaba que mis caderas se pegaran a las suyas en un baile sinuoso y ancestral, que marcaba nuestros movimientos al mismo ritmo que la música, que los sonidos silbantes de las serpientes que corrían entre nuestros pies, del sonido del acero atravesando el aire antes de clavarse en corazones que dejarían de bombear sangre, ese preciado líquido y necesario para la vida.
— Me conoces demasiado bien Astaroth.— susurré, dejando que mis labios estuvieran a un suspiro de los suyos, antes de bajar para dejar un ligero beso en ese mentón donde se podía notar un rastro de barba de apenas un par de días. Un rasgo de su masculinidad que siempre me había llamado poderosamente la atención. — Mucho más interesante que la música que estaban tocando antes, no entenderé nunca qué hay de emocionante el dar saltos con esa música atronadora que muchas veces no tiene un ritmo claro… y que solo hace enardecer la sangre.
Una cierta ironía se destilaba entre mis palabras, porque podía entenderlos. Y podía entender por qué tras beber y drogarse, tras escuchar de forma continuada esa música, terminaban en peleas y discordias varias. Eris, si en realidad hubiera existido, sería una de las deidades que más hubieran disfrutado de aquellos acontecimientos. Me separé lo justo para mirarle a los ojos antes de dar un nuevo paso hacia atrás, al tiempo que con esa nueva música, con esa nueva esencia que burbujeaba a nuestro alrededor, mi cuerpo se convirtió en el de una bailarina de los siete velos e, incluso, me permití que la ropa que llevaba cambiara.
— Y este… es solo el principio de mi regalo para ti.— susurré, con una sonrisa, al tiempo que la música cambiaba dejando que fueran mis pasos los que pareciera que marcaran el ritmo de la nueva melodía que nos recorría.
— Mucho mejor así…
Un nuevo giro y mis ojos oscuros se enfrentaron a los violáceos de él después de ese escalofrío que me había provocado sintiendo sus labios que ardían sobre mi piel. Entrecerré la mirada por un instante, al tiempo que dejaba que mis caderas se pegaran a las suyas en un baile sinuoso y ancestral, que marcaba nuestros movimientos al mismo ritmo que la música, que los sonidos silbantes de las serpientes que corrían entre nuestros pies, del sonido del acero atravesando el aire antes de clavarse en corazones que dejarían de bombear sangre, ese preciado líquido y necesario para la vida.
— Me conoces demasiado bien Astaroth.— susurré, dejando que mis labios estuvieran a un suspiro de los suyos, antes de bajar para dejar un ligero beso en ese mentón donde se podía notar un rastro de barba de apenas un par de días. Un rasgo de su masculinidad que siempre me había llamado poderosamente la atención. — Mucho más interesante que la música que estaban tocando antes, no entenderé nunca qué hay de emocionante el dar saltos con esa música atronadora que muchas veces no tiene un ritmo claro… y que solo hace enardecer la sangre.
Una cierta ironía se destilaba entre mis palabras, porque podía entenderlos. Y podía entender por qué tras beber y drogarse, tras escuchar de forma continuada esa música, terminaban en peleas y discordias varias. Eris, si en realidad hubiera existido, sería una de las deidades que más hubieran disfrutado de aquellos acontecimientos. Me separé lo justo para mirarle a los ojos antes de dar un nuevo paso hacia atrás, al tiempo que con esa nueva música, con esa nueva esencia que burbujeaba a nuestro alrededor, mi cuerpo se convirtió en el de una bailarina de los siete velos e, incluso, me permití que la ropa que llevaba cambiara.
— Y este… es solo el principio de mi regalo para ti.— susurré, con una sonrisa, al tiempo que la música cambiaba dejando que fueran mis pasos los que pareciera que marcaran el ritmo de la nueva melodía que nos recorría.
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Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Borbotones de líquido carmesí cayeron sobre el suelo arenoso al tiempo que la daga sesgaba la carne buscando hundirse en el corazon. Gemidos de dolor, ahogados en la palma de la mano del ejecutor. Postradas bajo la virgen herida de muerte, dos mujeres realizaban dibujos son la sangre y la arena entremezcladas mientras susurraban plegarias hacia los antiguos dioses. Esto ocurria a un lado de la sala ante otros ojos indiferentes, ensimismados por la danza y el trance en sus cuerpos y mentes. Astaroth no habia escudriñado tal ritual, sus ojos estaban fijos en aquella mujer cuyas sinuosas caderas se movian al son de la musica. Hipnotizado por el cambio que se presento en esa figura, ropas vaporosas, telas fragantes, semitranslucidas, escondiendo las zonas mas intimas y sugiriendo que habia debajo.
¿Para que perder el tiempo comprendiendo una nueva era?...no durara mucho...
Susurró en voz baja, asegurandose de que la dama lo habia oido mientras se procuraba un comodo asiento, naciedo de la arena y de la piedra. Acomodo su fuerte figura en él, teniendo como vista principal a Rabdos, seduciendolo con ese lascivo y ancestral baile. Sintió como su líbido se aumentaba, unos escalofrios recorrieron su nuca, proporcionando una agradable sensacion de placer hasta en la punta de los dedos de sus pies, ya desnudos, que acariciaban la arena.
Movió el brazo y la mano en dirección a la sacrificio, sin necesidad de mirarles y a la fuerza, mientras la mano se cerraba acabando en puño, el corazón de la virgen brotó del pecho abierto y levitó hasta el demonio, el cual lo atrapó al vuelo, apretandolo suavemente para no derramar toda la sangre percibiendo que aun latia, aunque debilmente. Lo llevó a sus labios y mordió el musculo rojizo, succionando la fresca sangre directamente del recipiente. Ahogo un gemido de gozo, alejandose el pedazo de la boca, y relamio sus labios enrojecidos sin poder evitar que un pequeño reguero escapara de la comisura de los mismos.
Rabdos...
Dijo con la voz ronca, reflejo del placer que le habia dado dicho liquido vital y que ahora pretendia compartir con su hermana. Se levantó de su asiento y la tomó por la nuca, inclinando el rostro de ella suavemente hacia atras. Exprimio el corazon dejando caer el fluido rubí en los labios entreabiertos de ella de modo que algunas gotas cayeron sobre el menton creando una pequeña cascada rojiza que descendia por el cuello. Apretó mas, de modo que la cascada se incremento y mas sangre cayó, ahora por sus senos, salpicando su vientre, las telas, todo.
Lanzó el corazon reducido hacia atras e inclinó el cuerpo de Rabdos para recoger con su lengua la sangre que habia manchado el vientre, ascendiendo por la piel, limpiandola, sorteando el esco para subir con la caricia humeda por el cuello y finalmente desembocar en los labios ajenos en los cuales introdujo los suyos propios, devorandolos muy despacio, sensualmente.
¿Para que perder el tiempo comprendiendo una nueva era?...no durara mucho...
Susurró en voz baja, asegurandose de que la dama lo habia oido mientras se procuraba un comodo asiento, naciedo de la arena y de la piedra. Acomodo su fuerte figura en él, teniendo como vista principal a Rabdos, seduciendolo con ese lascivo y ancestral baile. Sintió como su líbido se aumentaba, unos escalofrios recorrieron su nuca, proporcionando una agradable sensacion de placer hasta en la punta de los dedos de sus pies, ya desnudos, que acariciaban la arena.
Movió el brazo y la mano en dirección a la sacrificio, sin necesidad de mirarles y a la fuerza, mientras la mano se cerraba acabando en puño, el corazón de la virgen brotó del pecho abierto y levitó hasta el demonio, el cual lo atrapó al vuelo, apretandolo suavemente para no derramar toda la sangre percibiendo que aun latia, aunque debilmente. Lo llevó a sus labios y mordió el musculo rojizo, succionando la fresca sangre directamente del recipiente. Ahogo un gemido de gozo, alejandose el pedazo de la boca, y relamio sus labios enrojecidos sin poder evitar que un pequeño reguero escapara de la comisura de los mismos.
Rabdos...
Dijo con la voz ronca, reflejo del placer que le habia dado dicho liquido vital y que ahora pretendia compartir con su hermana. Se levantó de su asiento y la tomó por la nuca, inclinando el rostro de ella suavemente hacia atras. Exprimio el corazon dejando caer el fluido rubí en los labios entreabiertos de ella de modo que algunas gotas cayeron sobre el menton creando una pequeña cascada rojiza que descendia por el cuello. Apretó mas, de modo que la cascada se incremento y mas sangre cayó, ahora por sus senos, salpicando su vientre, las telas, todo.
Lanzó el corazon reducido hacia atras e inclinó el cuerpo de Rabdos para recoger con su lengua la sangre que habia manchado el vientre, ascendiendo por la piel, limpiandola, sorteando el esco para subir con la caricia humeda por el cuello y finalmente desembocar en los labios ajenos en los cuales introdujo los suyos propios, devorandolos muy despacio, sensualmente.
Astaroth- Cantidad de envíos : 195
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Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Siempre había creído que en la insinuación estaba el verdadero poder de la seducción. El baile que se presentaba ante Astaroth, era el mismo que durante siglos se había hecho para la atracción. No solo los hombres y mujeres, sino prácticamente todos los seres de la creación se dejaban llevar por esos movimientos hipnóticos que sin mucho problema terminaban en donde tenían que terminar: en un baile mucho más primitivo, más instintivo y que bien hecho daba mucho más placer. Esa vinculación de pensamientos que lo que conseguía era que en la imaginación se presentaran con rapidez otro tipo de ideas. Qué fascinante podía llegar a ser la mente, su funcionamiento, el deseo que se desataba y que era visible no solo en sus ojos, sino también en los míos.
El cosquilleo de la arena en mis pies, cálida como si los rayos del sol la hubieran estado caldeando, pero no lo suficiente como para que ardiera aunque eso último no me importara en realidad, el olor a incienso, a vino y sexo, a sangre y especias que nos rodeaba. Sin embargo, no estaba atenta a los demás, mi concentración se encontraba por completo en Astaroth y en sus gestos. Por esa noche, o al menos mientras ese baile durara, me había propuesto demostrarle lo que las sombras podían hacer.
La sangre que se deslizó por sus labios, bajando por su mentón me atrajo como el canto de una sirena y su nombre en mis labios sirvieron de aliciente, de tirón invisible para responder a su llamada y para aceptar ese gesto posesivo del hombre. Mi cuerpo se arqueó sintiendo primero el líquido cálido que se deslizó por piel, para después sentir los labios del hombre, hasta que finalmente llegaron hasta los míos. Era un sabor que reconocía, un sabor que se mezclaba con el metálico de la sangre. Respondí a ese beso al tiempo que una de mis manos hundía sus dedos en su pelo. Sin embargo, no me detuve ahí sino que mis labios se deslizaron lentamente por su mentón recogiendo antes de que terminara de secarse del todo esa sangre que había manchado la piel masculina.
— Delicioso, aún se puede notar la vida.— susurré, sobre sus labios mirándole apenas antes de lamer un poco de sangre que tenía en la comisura con lentitud, tomándome mi tiempo en un simple gesto como aquel.
¿Para qué decir nada más, cuando lo cierto es que era mucho más entretenido en esos momentos deleitarme con esos rastros de sangre que decoraban su rostro? Como un gato que saborea la nata aún caliente volví a deslizar mis labios por el mentón, bajando por el cuello del mismo antes de desandar una vez más el camino hasta sus labios donde dejé un último beso, deleitándome con lo sedoso de sus labios.
El cosquilleo de la arena en mis pies, cálida como si los rayos del sol la hubieran estado caldeando, pero no lo suficiente como para que ardiera aunque eso último no me importara en realidad, el olor a incienso, a vino y sexo, a sangre y especias que nos rodeaba. Sin embargo, no estaba atenta a los demás, mi concentración se encontraba por completo en Astaroth y en sus gestos. Por esa noche, o al menos mientras ese baile durara, me había propuesto demostrarle lo que las sombras podían hacer.
La sangre que se deslizó por sus labios, bajando por su mentón me atrajo como el canto de una sirena y su nombre en mis labios sirvieron de aliciente, de tirón invisible para responder a su llamada y para aceptar ese gesto posesivo del hombre. Mi cuerpo se arqueó sintiendo primero el líquido cálido que se deslizó por piel, para después sentir los labios del hombre, hasta que finalmente llegaron hasta los míos. Era un sabor que reconocía, un sabor que se mezclaba con el metálico de la sangre. Respondí a ese beso al tiempo que una de mis manos hundía sus dedos en su pelo. Sin embargo, no me detuve ahí sino que mis labios se deslizaron lentamente por su mentón recogiendo antes de que terminara de secarse del todo esa sangre que había manchado la piel masculina.
— Delicioso, aún se puede notar la vida.— susurré, sobre sus labios mirándole apenas antes de lamer un poco de sangre que tenía en la comisura con lentitud, tomándome mi tiempo en un simple gesto como aquel.
¿Para qué decir nada más, cuando lo cierto es que era mucho más entretenido en esos momentos deleitarme con esos rastros de sangre que decoraban su rostro? Como un gato que saborea la nata aún caliente volví a deslizar mis labios por el mentón, bajando por el cuello del mismo antes de desandar una vez más el camino hasta sus labios donde dejé un último beso, deleitándome con lo sedoso de sus labios.
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Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Astaroth cerró los ojos cuando Rabdos repaso con su lengua el menton, el cuello, limpiando los restos de sangre que habian fluido de su boca despertando un sensual cosquilleo en la dermis. Se relamió los labios en donde confluian el sabor del angel caido combinado con la fragante sangre mientras sus manos apretaban las caderas femeninas, descendiendo por los ellas sorteando las vaporosas texturas. Jadeó despacio un lento murmullo sofocado por la interminable y delirante música que incitaba a que las caderas no dejasen de moverse. Escuchaba los mantras satánicos que veneraban a ambas figuras, las sombras y el cuervo negro entrelazados en el centro de aquella sala, reclamando mas sacrificios y por ende mas sangre.
¿Deseas mas sangre?
Susurró ronco cuando esos labios volvieron a unirse pecadoramente con los suyos. Los devoró con devoción, adentrando la sinuosa lengua hasta tocar la contraria, enroscandola, danzando con ella y apretandola contra su cuerpo en un arranque de pasion, la alzo sujetandola firmemente por el trasero. La fuerte anatomia del demonio desprendia calor propio y un aroma embaucador, tanto como sus peligrosas orbes purpuras, un aroma delicioso que vagaba entre la lujuria y un deje de canela como alta nota. Movió su cuerpo, dando vueltas con ella percibiendo los exhaltados gemidos de adoración y abandono esos labios de deseo para devorar el cuello de la pelinegra, succionando, mordisqueando, saboreando la piel lentamente. Se acercó al pequeño altar en donde se habia derramado la sangre de la virgen. Habian recogido en un caliz dorado, hermosamente labrado, una generosa cantidad de liquido vital que aun guardaba el calor de una vida.
Incitó a Rabdos a que doblegara la columna, inclinandose hacia atras. Le excitaba ver como ese gracil cuerpo se curvaba, como los senos sobresalian tentadores. Sujetó su cabeza gentilmente, hundiendo los dedos en la espesa cabellera y observó deleitandose como la sangre caia en un filo hilo directamente sobre sus labios abiertos. Sangre fresca para su hermana derramada del caliz para su disfrute. Astaroth solo deseaba ese cuerpo para su propio disfrute y mientras ella bebia hundió el rostro en el canalillo, arrancando con los dientes el broche que unia la prenda que guardaba los senos para dejarla caer sobre la arena.
Una vez liberados, lamió la aureola del monticulo izquierdo, atrapando el pezon entre sus labios, succionandolo deliciosamente. Su entrepierna estaba tan rigida que ya sus pantalones la oprimian abultando semejante herramienta.
Ya has bebido mucho...demasiado...ahora es mi turno de beber
Susurro riendo tremulo, sujetandola de la espalda para alejarla de ese chorro sanguinolento. La atrajo nuevamente, besandola mientras la conducia a un rincon mas apartado, creado en base a sus pensamientos. Un nido de sedas, conformado para la comodidad de ambos cuerpos, una cortina semitransparente con cascabeles en todos sus bordes, los separaban de aquella orgia de sangre y sexo. La tendió en el provisional lecho, quedado arrodillado a su lado, observandola con frenetico deseo y alzó la pierna delgada y suave de ella, haciendo que las telas que la semi-cubrian descendiesen. Acaricio con sus fuertes manos, toda ella, desde los pies, hasta los muslos, internandose en la cara interna de estos y de pronto la ladeó bruscamente, haciendo lo mismo con la otra, abriendo la perniciosa flor que guardaba el angel caido bajo esa molesta prenda. Sensual se inclinó, manteniendo las piernas aferradas y separadas, acoplandose con su cuerpo de forma que entre los dos hicieran una perfecta simbiosis.
¿Deseas mas sangre?
Susurró ronco cuando esos labios volvieron a unirse pecadoramente con los suyos. Los devoró con devoción, adentrando la sinuosa lengua hasta tocar la contraria, enroscandola, danzando con ella y apretandola contra su cuerpo en un arranque de pasion, la alzo sujetandola firmemente por el trasero. La fuerte anatomia del demonio desprendia calor propio y un aroma embaucador, tanto como sus peligrosas orbes purpuras, un aroma delicioso que vagaba entre la lujuria y un deje de canela como alta nota. Movió su cuerpo, dando vueltas con ella percibiendo los exhaltados gemidos de adoración y abandono esos labios de deseo para devorar el cuello de la pelinegra, succionando, mordisqueando, saboreando la piel lentamente. Se acercó al pequeño altar en donde se habia derramado la sangre de la virgen. Habian recogido en un caliz dorado, hermosamente labrado, una generosa cantidad de liquido vital que aun guardaba el calor de una vida.
Incitó a Rabdos a que doblegara la columna, inclinandose hacia atras. Le excitaba ver como ese gracil cuerpo se curvaba, como los senos sobresalian tentadores. Sujetó su cabeza gentilmente, hundiendo los dedos en la espesa cabellera y observó deleitandose como la sangre caia en un filo hilo directamente sobre sus labios abiertos. Sangre fresca para su hermana derramada del caliz para su disfrute. Astaroth solo deseaba ese cuerpo para su propio disfrute y mientras ella bebia hundió el rostro en el canalillo, arrancando con los dientes el broche que unia la prenda que guardaba los senos para dejarla caer sobre la arena.
Una vez liberados, lamió la aureola del monticulo izquierdo, atrapando el pezon entre sus labios, succionandolo deliciosamente. Su entrepierna estaba tan rigida que ya sus pantalones la oprimian abultando semejante herramienta.
Ya has bebido mucho...demasiado...ahora es mi turno de beber
Susurro riendo tremulo, sujetandola de la espalda para alejarla de ese chorro sanguinolento. La atrajo nuevamente, besandola mientras la conducia a un rincon mas apartado, creado en base a sus pensamientos. Un nido de sedas, conformado para la comodidad de ambos cuerpos, una cortina semitransparente con cascabeles en todos sus bordes, los separaban de aquella orgia de sangre y sexo. La tendió en el provisional lecho, quedado arrodillado a su lado, observandola con frenetico deseo y alzó la pierna delgada y suave de ella, haciendo que las telas que la semi-cubrian descendiesen. Acaricio con sus fuertes manos, toda ella, desde los pies, hasta los muslos, internandose en la cara interna de estos y de pronto la ladeó bruscamente, haciendo lo mismo con la otra, abriendo la perniciosa flor que guardaba el angel caido bajo esa molesta prenda. Sensual se inclinó, manteniendo las piernas aferradas y separadas, acoplandose con su cuerpo de forma que entre los dos hicieran una perfecta simbiosis.
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Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Hubiera dicho que siempre, que siempre quería más sangre si el recipiente desde el que lo tomaba era un espécimen como él, pero solo contesté con una mirada, una sonrisa pícara, un dejarme llevar mientras saboreaba su sabor junto con el de la sangre que había tomado hacía unos instantes. Mis piernas se entrelazaron en torno a sus caderas mientras hundía mis dedos en su pelo. Fuerza y dominación, cierto aire salvaje que le separaba y le diferenciaba de todas las formas posibles del resto de seres que se encontraban en aquel lugar y que también marcaba una clara diferencia con el resto de seres que me había ido cruzando a lo largo de la eternidad… o de nuestra existencia.
Y sangre, sangre fresca que se deslizó por entre mis labios al tiempo que no despegaba mi mirada de la suya. Un reto, una invitación, el simple deseo que se desprendía de cada uno de los gestos, de esa mano que se deslizaba con lentitud por su torso notando la calidez del cuerpo masculino. Un escalofrío me recorrió de arriba abajo notando su boca ávida sobre mi piel. Astaroth sabía perfectamente qué teclas tocar y en qué momento para que la necesidad que sentía de sus labios aumentara en una marea que aumentaba de intensidad con cada uno de sus gestos, de sus movimientos y de sus palabras.
— Deliciosa.
Lamí mis labios mientras terminaba en ese rincón que nos aislaba de lo que sucedía en el resto de aquel lugar donde seguían con sus bailes y su música, con su adoración a la oscuridad. Por un momento me pregunté hasta qué punto se acordarían al día siguiente, de si serían conscientes de que habían estado delante de dos de los seres más imponentes de la creación o de si pensarían que era todo producto del alcohol y de las drogas. Una curiosidad como otra cualquiera que pronto desapareció porque en esa noche había algo mucho más interesante.
Mis manos serpentearon por su espalda hasta llegar al borde de su camiseta, jugando con la yema de los dedos por ese borde que el mismo pantalón que llevaba formaba, sintiendo la piel cálida, ardiente del ángel caído. Era una mezcla de impaciencia y necesidad, de deseo y frustración por llevar demasiada ropa. De deseo que se reflejaba con total claridad en mis ojos oscuros que estaba segura que en esos momentos debían de brillar a ratos rojizos porque estaba demasiado cerca de perder el control mientras mis manos acariciaban con la yema de los dedos ahora, con las uñas instantes después. Desprenderse de su ropa era el paso lógico y a eso me dediqué, iniciando el proceso por esa parte superior que me impedía deleitarme con el tacto, con la vista y con el gusto.
Y sangre, sangre fresca que se deslizó por entre mis labios al tiempo que no despegaba mi mirada de la suya. Un reto, una invitación, el simple deseo que se desprendía de cada uno de los gestos, de esa mano que se deslizaba con lentitud por su torso notando la calidez del cuerpo masculino. Un escalofrío me recorrió de arriba abajo notando su boca ávida sobre mi piel. Astaroth sabía perfectamente qué teclas tocar y en qué momento para que la necesidad que sentía de sus labios aumentara en una marea que aumentaba de intensidad con cada uno de sus gestos, de sus movimientos y de sus palabras.
— Deliciosa.
Lamí mis labios mientras terminaba en ese rincón que nos aislaba de lo que sucedía en el resto de aquel lugar donde seguían con sus bailes y su música, con su adoración a la oscuridad. Por un momento me pregunté hasta qué punto se acordarían al día siguiente, de si serían conscientes de que habían estado delante de dos de los seres más imponentes de la creación o de si pensarían que era todo producto del alcohol y de las drogas. Una curiosidad como otra cualquiera que pronto desapareció porque en esa noche había algo mucho más interesante.
Mis manos serpentearon por su espalda hasta llegar al borde de su camiseta, jugando con la yema de los dedos por ese borde que el mismo pantalón que llevaba formaba, sintiendo la piel cálida, ardiente del ángel caído. Era una mezcla de impaciencia y necesidad, de deseo y frustración por llevar demasiada ropa. De deseo que se reflejaba con total claridad en mis ojos oscuros que estaba segura que en esos momentos debían de brillar a ratos rojizos porque estaba demasiado cerca de perder el control mientras mis manos acariciaban con la yema de los dedos ahora, con las uñas instantes después. Desprenderse de su ropa era el paso lógico y a eso me dediqué, iniciando el proceso por esa parte superior que me impedía deleitarme con el tacto, con la vista y con el gusto.
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Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
El sofocante y seco calor del desierto abrumaba cada uno de los sentidos, embotandolos, haciendolos delirar, y a Astaroth quien generaba su propio ardor, lo hizo sentir como en el Infierno, como en casa. No habia placer mas exquisito para el caido que sentir bajo la palma de su mano como esa piel temblaba al paso de la misma. Tambien captaban sus labios esa vibración mientras recorrian lujuriosos caminos entre los dos pechos firmes y suaves como la piel de los fragantes melocotones. Sin duda escucharla suspirar, gemir y delirar, seria una grata recompensa para alguien que no solia entregarse demasiado.
Rió suave, grave, tremulo, cuando los dedos de ella juguetearon con la prenda superior que cubria su torso esculpido y accedió a separar su boca de los generosos senos durante el tiempo preciso para que llevase a cabo su acción, mas luego volvio a avalanzarse sobre ella. Tomó sus muñecas en un drástico movimiento y las llevó mas alla de su cabeza sujetandolas y manteniendolas juntas una sola mano. Devoró esa boca avidamente, hundiendo su lengua en el interior de esos carnosos y jugosos labios, arrebatandole los jadeos con ferocidad y desenfreno.
Movió su cuerpo sobre el de ella, ondulando su anatomia firme y de suave piel, presionando los pechos con el suyo propio, empujando la entrepierna de ella con su sexo aun enjaulado.
Tan sensual....tan hermosa....y ahora mia...
Musitó jadeando errante alejandose de sus labios para retomar una respiracion acusada y arritmica, perdiendose durante unos segundos en esos pozos de oscura ambición.
Dejame saborearte como es debido Rabdos..
Sonrió ladino, sensual y pernicioso, soltando las muñecas a medida que recorria ese esbelto y voluptuoso cuerpo con sus manos y sus labios. Descendia por el vientre de ella dejando un rastro humedo de sus labios hasta llegar a la zona que desprendia una intensa fragancia y un ardiente calor. Un estremecimiento placentero recorrio su endurecida firme carne a medida que dejaba furtivas lamidas en las ingles de la morena. Suspiró tremulo y hundió la lengua en el interior de la vagina, ascendiendo hasta donde estaba el clítoris, estimulandolo bajo la presion de su órgano.
Rió suave, grave, tremulo, cuando los dedos de ella juguetearon con la prenda superior que cubria su torso esculpido y accedió a separar su boca de los generosos senos durante el tiempo preciso para que llevase a cabo su acción, mas luego volvio a avalanzarse sobre ella. Tomó sus muñecas en un drástico movimiento y las llevó mas alla de su cabeza sujetandolas y manteniendolas juntas una sola mano. Devoró esa boca avidamente, hundiendo su lengua en el interior de esos carnosos y jugosos labios, arrebatandole los jadeos con ferocidad y desenfreno.
Movió su cuerpo sobre el de ella, ondulando su anatomia firme y de suave piel, presionando los pechos con el suyo propio, empujando la entrepierna de ella con su sexo aun enjaulado.
Tan sensual....tan hermosa....y ahora mia...
Musitó jadeando errante alejandose de sus labios para retomar una respiracion acusada y arritmica, perdiendose durante unos segundos en esos pozos de oscura ambición.
Dejame saborearte como es debido Rabdos..
Sonrió ladino, sensual y pernicioso, soltando las muñecas a medida que recorria ese esbelto y voluptuoso cuerpo con sus manos y sus labios. Descendia por el vientre de ella dejando un rastro humedo de sus labios hasta llegar a la zona que desprendia una intensa fragancia y un ardiente calor. Un estremecimiento placentero recorrio su endurecida firme carne a medida que dejaba furtivas lamidas en las ingles de la morena. Suspiró tremulo y hundió la lengua en el interior de la vagina, ascendiendo hasta donde estaba el clítoris, estimulandolo bajo la presion de su órgano.
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Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Astaroth era capaz de tocar las teclas que eran necesarias para que mi cuerpo vibrara, las sensaciones me inundaran y dejara de pensar. Era como el músico que sabe exactamente como deslizar sus dedos y las yemas de estos por su instrumento preferido para conseguir la melodía que él deseaba interpretar en cada momento. Y yo me dejaba hacer, encantada, entregada, disfrutando de ese regalo que me estaba dando. Eran pocos lo que conseguían llevarme a ese estado, en ocasiones estaba convencida por completo de que únicamente era él el que realmente podía llegar a hacerlo con total claridad. Sabía cómo hacer que le deseara, cómo hacer que su cuerpo anticipara el momento de tenerlo por completo en su interior.
Esa presión en su mismo centro provocó que le mirara a los ojos durante unos instantes mientras que mis muñecas hacían una pequeña presión como si deseara soltarme aunque no había estado mejor “atada” que en ese momento. Una media sonrisa se deslizó por mis labios, una sonrisa irónica y divertida, que indicaba en cierta manera que era así, tal y como sus palabras decían, porque ambos lo deseábamos, un mudo acuerdo de que aquello sucediera de aquella manera. Sabía perfectamente que mis ojos oscuros estaban velados por el placer del momento y que de mis labios se escapaban susurros en idiomas ya extintos y suspiros de puro placer.
— Así sea esta noche, querido “hermano”…—musité por un momento mirando sus ojos púrpuras por un momento, esbozando una media sonrisa. — Te había echado de menos.
No fue hasta que vio cómo la cabeza oscura se hundía entre mis piernas abiertas, ofreciéndome, que un suspiro de puro placer se escapó de entre mis labios entreabiertos. Mis caderas se arquearon en un ritmo ancestral como una oferta muda al tiempo que mis dedos se entrelazaban entre esos oscuros mechones. Las oleadas de placer caían sobre mí de forma intensa. No entendía por qué Dios, ese “padre” que todos nosotros teníamos consideraba aquello pecado. No entendía por qué aquello había sido el culpable de muchas de las caídas. No entendía por qué el mismo acto que provocaba la vida tenía que ser visto, en muchas veces, como un acto pecaminoso.
Maldita, maldita forma de pensar que solo buscaba contener y marcar como impuro el acto más íntimo que dos seres podían tener. Sin embargo, poco dejé de pensar. Aquel no era el momento, ni el lugar, aquel era el instante para sentir, el instante para dejarse llevar, el instante para probar esas emociones que llevaban adormecidas demasiado tiempo. Su nombre se escapó de entre mis labios embebida por las sensaciones. Ya no estaba en Los Ángeles, ni en aquel tiempo, aquella escena podía ser representada en cualquier lugar y en cualquier momento. Mis manos habían bajado de su pelo a sus hombros clavándose en la carne de estos mientras mi cuerpo se estremecía por completo cuando una de las oleadas de ese placer que él sabía otorgarme tan bien, me recorrió de arriba abajo como un escalofrío de fuego.
Esa presión en su mismo centro provocó que le mirara a los ojos durante unos instantes mientras que mis muñecas hacían una pequeña presión como si deseara soltarme aunque no había estado mejor “atada” que en ese momento. Una media sonrisa se deslizó por mis labios, una sonrisa irónica y divertida, que indicaba en cierta manera que era así, tal y como sus palabras decían, porque ambos lo deseábamos, un mudo acuerdo de que aquello sucediera de aquella manera. Sabía perfectamente que mis ojos oscuros estaban velados por el placer del momento y que de mis labios se escapaban susurros en idiomas ya extintos y suspiros de puro placer.
— Así sea esta noche, querido “hermano”…—musité por un momento mirando sus ojos púrpuras por un momento, esbozando una media sonrisa. — Te había echado de menos.
No fue hasta que vio cómo la cabeza oscura se hundía entre mis piernas abiertas, ofreciéndome, que un suspiro de puro placer se escapó de entre mis labios entreabiertos. Mis caderas se arquearon en un ritmo ancestral como una oferta muda al tiempo que mis dedos se entrelazaban entre esos oscuros mechones. Las oleadas de placer caían sobre mí de forma intensa. No entendía por qué Dios, ese “padre” que todos nosotros teníamos consideraba aquello pecado. No entendía por qué aquello había sido el culpable de muchas de las caídas. No entendía por qué el mismo acto que provocaba la vida tenía que ser visto, en muchas veces, como un acto pecaminoso.
Maldita, maldita forma de pensar que solo buscaba contener y marcar como impuro el acto más íntimo que dos seres podían tener. Sin embargo, poco dejé de pensar. Aquel no era el momento, ni el lugar, aquel era el instante para sentir, el instante para dejarse llevar, el instante para probar esas emociones que llevaban adormecidas demasiado tiempo. Su nombre se escapó de entre mis labios embebida por las sensaciones. Ya no estaba en Los Ángeles, ni en aquel tiempo, aquella escena podía ser representada en cualquier lugar y en cualquier momento. Mis manos habían bajado de su pelo a sus hombros clavándose en la carne de estos mientras mi cuerpo se estremecía por completo cuando una de las oleadas de ese placer que él sabía otorgarme tan bien, me recorrió de arriba abajo como un escalofrío de fuego.
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Re: Keep the Secret (Pv. Rabdos)
Su sexo ardiente y mojado fue abarcada con gula por los calidos labios del caido quien hundia su organo en esa cueva de placeres, de sabores prohibidos y anhelos arrancados. Aparto su boca de donde fluian ligeros jadeos para observar como sus jugos brillaron como finos hilos de plata y volvio a ellos para que ninguno de ellos fuera derramado en otro lugar que no fuera su boca. Sabia a Edén, reminiscencias del angel que alguna vez debio ser, vagos recuerdos de una esencia confundida por el pecado de la lujuria y Astaroth persiguio ese incremento de sus jadeos, de sus temblores, de sus estremecimientos y de como ese cuerpo se retuerce lenta y sensualmente sobre las sabanas de coloridas sedas.
No podia negarsele a este angel caido el título de consumado a amante, habia aprendido desde su caida a buscar cada placer y hacerlo suyo propio, habia aprendido a desplegarlo con dedos, con lengua, con otras partes de su cuerpo para que el contrario pudiera sentir lo mismo. Atrás quedaban aquellos tiempos de violaciones sin sentido, de egoismos propios de aquelles quienes manejan y manipulan el placer entre sus manos. No habia placer para si mismo si sus oidos no se escuchaban constantemente esos suspiros anhelantes y sensuales.
La musica no habia dejado de sonar aunque se escuchara de forma lejana, ambiental, mas para Astaroth no habia mayor musica que los gemidos de ella, que su nombre brotando de esos sensuales labios que ya extrañaba. Ahondo un poco mas con el organo de su lengua, benbiendo de esas mieles hasta que separo su boca dejando que sus fuertes y masculinos dedos profundizaran estimulando aquella fragante y deliciosa carne.
Mientras tanto reptó contra su cuerpo rozandose a drede con esas firmes protuberancias cuyos pezones lo llamaban a gritos y aunque se vió tentado a mamar de ellos como un niño recien nacido, sintio que con sus labios queria profanar nuevamente otra parte de ella.
Busco sus labios para que pudiera saborearse a si misma, fundiendo su boca con la de ella, tragandose esos suspiros.
Mas exquisita que la sangre...
Gruñió en un susurro apenas separado de esos labios mientras sus dedos se hundian repetidas veces en la humeda vagina explorando mientras esta se contraia deliciosamente. El movimiento fluido de esos datiles fue cada vez mayor, menos delicado y sin embargo mas conciso, arrebatado, pasional, al ritmo de las respiraciones agitadas del moreno cuyo miembro temblaba dentro de su jaula de cuero.
No podia negarsele a este angel caido el título de consumado a amante, habia aprendido desde su caida a buscar cada placer y hacerlo suyo propio, habia aprendido a desplegarlo con dedos, con lengua, con otras partes de su cuerpo para que el contrario pudiera sentir lo mismo. Atrás quedaban aquellos tiempos de violaciones sin sentido, de egoismos propios de aquelles quienes manejan y manipulan el placer entre sus manos. No habia placer para si mismo si sus oidos no se escuchaban constantemente esos suspiros anhelantes y sensuales.
La musica no habia dejado de sonar aunque se escuchara de forma lejana, ambiental, mas para Astaroth no habia mayor musica que los gemidos de ella, que su nombre brotando de esos sensuales labios que ya extrañaba. Ahondo un poco mas con el organo de su lengua, benbiendo de esas mieles hasta que separo su boca dejando que sus fuertes y masculinos dedos profundizaran estimulando aquella fragante y deliciosa carne.
Mientras tanto reptó contra su cuerpo rozandose a drede con esas firmes protuberancias cuyos pezones lo llamaban a gritos y aunque se vió tentado a mamar de ellos como un niño recien nacido, sintio que con sus labios queria profanar nuevamente otra parte de ella.
Busco sus labios para que pudiera saborearse a si misma, fundiendo su boca con la de ella, tragandose esos suspiros.
Mas exquisita que la sangre...
Gruñió en un susurro apenas separado de esos labios mientras sus dedos se hundian repetidas veces en la humeda vagina explorando mientras esta se contraia deliciosamente. El movimiento fluido de esos datiles fue cada vez mayor, menos delicado y sin embargo mas conciso, arrebatado, pasional, al ritmo de las respiraciones agitadas del moreno cuyo miembro temblaba dentro de su jaula de cuero.
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