A Picnic Day

Miércoles de relajación total, si bien la situación en el mundo no era de lo más favorable, hoy decidí que era día de no preocupaciones. Tenía deseos de pasar el día alejado un poco de mi labor, disfrutar del mundo que ahora me rodeaba, la tierra en sí, era un lugar fascinante, lleno de colorido y de aromas exquisitos, no era extraño verme perder el control debido a ello, había tanto por disfrutar y conocer… que sentía no me alcanzaban mis escasos tiempos libres para ello.

Salí de mi departamento, un pequeño cuarto en uno de los barrios de la ciudad, como era… ciertamente pobre, no podía costearme un buen lugar, sin embargo, eso no era problema, podía dormir en un árbol, bajo de un puente, ya lo había hecho antes, así que estaba algo acostumbrado a dormir a la intemperie y no en una cómoda cama cubierta de tela.

Llevaba en mano, una cesta con diversidad de aperitivos, todos Vegetarianos por supuesto, así como vinos afrutados, obsequio de unos comerciantes a los cuales les ayude hace unos días, fueron muy amables en haberme dado esas buenas botellas, mi bendición no les faltaría.

Camine hasta dar con un hermoso paisaje, un lago rodeado de verdor, para mi buena suerte, encontré un maravilloso espacio en el cual asentarme momentáneamente, y disfrutar de un poquito de tranquilidad y de una buena merienda preparada por mis manos, aunque fuera difícil de creer, la cocina se me daba muy bien, siempre y cuando tuviera un recetario a la mano.

- Espacio:

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- Canasta De Merienda:

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Acomode las cosas luego de haber colocado la típica tela de cuadros, en particular la mía era de tonalidades azules. Una vez estaba todo listo, me senté pegando mi espalda a la superficie rasposa del árbol, toma un pepinillo con un poco de pate de aceitunas negras y lo disfrute placenteramente mientras observaba cándido el paisaje que se ofrecía ante mis ojos.

- Mi vestimenta:

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…

Mientras disfrutaba de la hermosa vista, un poco de viento soplo y con el, vino un objeto muy curioso, por no decir que hermoso, admire embobado la hermosa pluma de Cristal, seguramente de alguno de mis hermanos.

¿Estaría alguno de ellos cerca? ¿Era una señal divina? Impetuosamente me levante, más al hacerlo, me percate del hombre que estaba casi junto a mí, observándome. Lo mire un instante, mas pronto sonreí, con un cierto dejo de alegría, estaba seguro que era él.

- Abaddon…- Musite sin atreverme a acercarme. Mas seguía mirando su figura, poco había cambiado, seguía a como le recordaba al momento de su caída. No me gustaba rememorar para nada aquellos días, pues fueron sumamente dolorosos y desesperantes. Pero ellos habían tomado su decisión y ni siquiera nuestro creador puedo hacerles cambiar de opinión.

- Mucho tiempo sin vernos…- Extendí mi mano hacia él, para que tomase lo que creí que estaba reclamando. Le sonreí amigable, esperando en mi interior, que ese gesto no lo ofendiera o lo tomase como una muestra de hipocresía. Yo era honesto, en verdad me alegraba mucho verle, tampoco esperaba que a él le causara la misma felicidad, seguramente me detestaba, no podría adivinarlo.

- ¿Estas tomando un poco de tiempo para ti como yo? – Me atreví a cuestionar directamente, sin apartar mi vista de la suya, pendiente de cualquiera de sus gestos y acciones. En torno a nosotros, pareció detenerse el tiempo, el viento soplaba más lentamente, meciendo su gabardina y mis cabellos de forma pausada, sutil. Algunas hojas de árbol danzaron en el ambiente, aquello podría incluso parecer mágico e inusual, quizás solo era el choque de nuestras energías desplegadas inconscientemente.

…

Sonreí divertido al escuchar su nombre, solamente el solía llamarme así, y lo hacía nuevamente ahora, confieso que sentí mucha nostalgia mezclada con tristeza, aquellos días, habían sido realmente hermosos… y no digo que los actuales no lo fueran, solo que… las cosas habían cambiado tanto… que era difícil intentar en ocasiones buscar paz y tranquilidad…

Por un momento, creí ilusionado que quizás siendo el… no hablaría con sarcasmo… sin embargo, pronto me vi “Azotado” por la realidad.

- Nuestro padre siempre está pendiente de todos, pero eso lo sabes bien…- Respondí tranquilamente, bajando la mirada hacia el pepinillo que estaba comiendo poco antes de que el hiciera su aparición. Sonreí nuevamente y lo lleve a mi boca, degustando su sabor en compañía del pate de aceitunas negras que hube hecho en casa.

- ¿Gustas acompañarme, Hermano? No son alimentos de primera calidad, ni manjares ostentosos, mucho menos vinos demasiado añejos… pero quizá puedan ofrecerte un momento de placer culinario en mi compañía…- Ofrecí con honestidad y amabilidad. En realidad no quería desaprovechar la oportunidad que se estaba suscitando, deseaba conversar con él, si me lo permitía por supuesto… ya tenía el no por respuesta así que no guarde muchas ilusiones.

- Aunque si no quieres mi compañía, puedo obsequiarte parte de los alimentos y del vino para que los degustes donde prefieras…- Agregue no muy conforme con ello, por loco o infantil que pareciera… Abaddon era uno de los pocos hermanos con los cuales sentí afinidad en todo momento, pese a que éramos muy distintos, dígase en carácter, incluso en ideologías y maneras… siempre lo mire como un ser al cual admirar y apreciar por sus capacidades.

- Perdona… quizás tengas mejores cosas que hacer que charlar con… un enemigo…- Murmure bajando la mirada, sintiéndome un poco triste por tener que decir esa palabra, no me gustaba, ni me gustaría nunca. Y avergonzado, pero de mi mismo, por permitirme descansar cuando mas allá seguramente alguien me estaría necesitando.

El momento seguía siendo agradable, tranquilo, pacifico, la naturaleza de acuerdo, ofreciéndonos un paisaje esplendido, en compañía de un viento que provocaba un poco de somnolencia al dar esa sensación de paz, que semejaba estar en el paraíso observando el cielo, las constelaciones, las estrellas fugaces que los seres humanos consideraban de buena fuerte y como fuente de obtención de deseos.

Tomé un poco extrañado aquello que me fue ofrecido, apenas comenzaba a conocer realmente los alimentos humanos, algunos porque alguien me los ofrecía, otras veces al verlos comer por las personas, curiosidad o en los libros de recetas, el mundo culinario era tan exquisito que antojaba probar todos los alimentos habidos y por haber.

- Gracias…- Dije mientras colocaba el chocolate en un lugar de la cesta, a un no me apetecía probarlo. Luego, tome una de las botellas de vino afrutado, quite el corcho sin dificultad y serví in poco en dos vasos, pues copas no llevaba.

- Toma…- Le entregue uno a él, mientras yo tomaba un poco solamente del delicioso vino, estaba realmente delicioso, leve, perfecto para un día como el que estábamos compartiendo ambos.

- Bueno…- Dude en responder un momento. Pensé que quizás trataría de sacarme información. Pero vamos… ¿Qué no sabría el que no supieran ya todos?

- La estamos pasando mal… muchos hermanos siguen cayendo… creo que terminare siendo yo el único que quede en pie…- Sonreí con cierta melancolía y guasa al mismo tiempo. No me incomodaba quedarme totalmente solo, mientras mi Dios padre me respaldara y hubiera amor en el corazón de las personas, de lo cual me alimentaba por cierto. Mientras encontrara amor, estaba seguro que podría luchar… de no ser así, moriría… más que ser un guerrero, mi oficio era dar amor y esperanza a los humanos, enseñarles que el amor era capaz de mover montañas, tanto como la misma fe.

Cuando el desamor se alojaba en el corazón de las personas, yo sufría, me debilitaba y volvía melancólico… irritable, enfermo… incluso déspota, la humanidad influía mucho en mí, como yo en ella, puesto que estábamos de cierta forma conectados.

Tome uno de los pequeños tomates que estaban dentro de una vasija blanca, y lo lleve a mi boca para comerlo lentamente, eran un poco dulces con un toquecito acido que encantaba.

- Hace poco… perdimos a Zadkiel… pero creo que lo sabes mejor que nadie… - Murmure dando por hecho que al estar pendiente de Lucifer, sabía que este engatuso al primero, y ahora ya era de su propiedad, dándonos la espalda a nosotros sus hermanos.

Mas nada ganaba lamentando ello, simplemente quedaba seguir adelante, sin mirar atrás. Rezar por las almas de los que caían y seguirían cayendo para que no tuvieran un desastroso final.

Incluso el esperaba desde antes, la caída de mis hermanos… ¿Por qué yo nunca lo vi venir?... Yo aun seguía pensando que todos éramos fuertes, fieles a nuestro deber… salvar la humanidad era nuestra prioridad… pero… todos ellos parecían tener un venda en los ojos que les impedía ver la verdad…

Como dolía verme sin todos ellos…

- Tal vez… si deba preocuparme… si la humanidad se extingue, si sus corazones dejan de ser cálidos y amorosos… yo moriré…- Sonreí con un poco de tristeza, era algo… irónico que mi existencia o desaparición estuviera en manos de la Humanidad… sin ellos yo no sería absolutamente nada.

- Pero confío, en que no desaparecerá, protegeré a cuantos pueda…- Mi voz sonó segura. Sin embargo, mi garganta estaba reseca, así que tome un trago más de vino, eso la refresco y pude proseguir.

- No está bien que yo lo diga pero… me siento más decepcionado que de cualquier otro de mis hermanos… - Al final de cuentas, cada quien hacia lo que sentía era mejor para uno. Mas el excedió el límite de la estupidez e ignorancia. Creer en Lucifer, ¿Quién le aseguraba que no lo botaría cuando obtuviera lo que estaba buscando del? Quizá terminaría siendo desechado cuando menos lo esperara…

- Dios…- Pronuncie con miedo, estaba siendo irracional, egoísta y mezquino, esperando lo peor para Zadkiel… me sentí sucio con todos esos sentimientos. Lleve una mano a mi corazón intranquilo, dolía y no precisamente por enfermedad. Mi sensibilidad era mucho más marcada que la del resto, quizás por mi propio sentir de amor hacia todo lo habido y por haber.

- No culpemos del todo a Zadkiel… después de todo, Lucifer le dio pie… y sigue a un hoy alentándole a ser peor…- Murmure recogiendo mis piernas, para abrazarme a ellas. – Si lo ama de verdad… entonces podre decir que no cayó en vano… pero si solo esta utilizándolo… siento lastima por ambos…- Suspire escondiendo un poco mi rostro entre el hueco de mis rodillas, procurando calmarme.

- No hablemos de ello por favor…- “Porque lastima” Pensé para mi mismo, aguardando unos minutos la posición, esperando reconfortarme a mí mismo.

- ¿Te gustaría hacer algo, Abaddon, Hermano?...- Cuestione posteriormente, extendiendo suavemente mis piernas, cuidando de no tumbar nada de lo dispuesto frente a mí. El día seguía siendo realmente hermoso, desaprovecharlo con charlas de las cuales no lograríamos mucho, era triste.

- ¿O prefieres aguardar aquí sin hacer nada? –Agregué tallando suavemente mis ojos al dar un pequeño bostezo, me sentía un poco adormilado.

Debo admitir que me sorprendió mucho el hecho de que se expresara de esa forma. Me estaba dando ánimos, eso… me hizo sentir feliz, pese a que quizás el no se diera cuenta.

- Tienes razón… ellos son fuertes y sorprenden cuando menos te lo esperas…- Puede que ahora estuvieran sumidos en sus problemas, pero siempre solían voltear a ver al mundo que los rodeaba, en alguna etapa de su vida, y es allí cuando comprendían el verdadero significado de su existencia, aunque tristemente, algunos morían sin siquiera descubrirlo.

- ¿Puede ser?...- Cuestione. ¿Sería cierto eso? Aunque pensándolo bien… algunos de mis hermanos, no estaban del todo conformes con las reglas que teníamos, pero yo siempre las mire como un gesto de protección hacia nosotros, no como limitantes. En lo particular, no me costaba nada el obedecer, aunque si solía cuestionar esas reglas en más de una ocasión, pero nada más, jamás sentía la real necesidad de quebrantarlas y probar más libertad de la que ya tenía. Daniel, un amigo muy querido mío, humano, me dijo alguna vez, que me faltaba malicia, que si no me apresuraba coger un poco, me vería en serios aprietos por muy fuerte que fuera.

Puede que tuviera razón.

- Zadkiel… solo espero que no lamente después el haber perdido su lugar en el cielo…- Suspire dando por terminado el tema ese, no tenía ningún caso seguir tocándolo, dado que no había forma alguna de devolver el tiempo, y aunque así fuera, Zadkiel había elegido y su decisión tenía que ser respetara por muy descabellada que esta haya sido.

Mire un momento hacia el cielo, tapando levemente mis ojos dado que era un poco sensible a las luces fuertes. Posteriormente me encogí sobre mi mismo al sentir el agua mojar mi rostro. Estaba deliciosa, en definitiva a mi también se me antojo lazarme de un clavado dentro de las aguas le lago y pasarme el resto del día allí aunque pareciera un loco.

- ¿Helado? ¿Qué es un Helado? Jamás en mi vida lo he probado…- Apenas estaba descubriendo lo que los humanos consideraban manjares divinos. Y no me iba a quedar con las ganas, si Abaddon lo comería… ¿Por qué yo no? Recogí las cosas, lo suficiente como para que el viento no hiciera un desastre con ellas, luego, me puse de pie desperezándome.

- No soy un oso perezoso, soy un ángel un poco viejo…- Bromee animándome a palmear su espalda, aunque no distaba de decir la verdad. Preguntándome interiormente que si porque no podríamos ser todos así, siempre… tranquilo, sin necesidad de guerras o disputas.

- Vamos pues… pero te advierto que no traigo dinero… no tenía pensado comprar algo mas…- Le mostré los respectivos bolsillos de mi pantalón.

Tiranía…

“Política de Dios, Gobierno de Cristo y Tiranía de Satanás” – Mencione al recordar un escrito político que leí hace ya mucho tiempo, escrito por Francisco de Quevedo, un escritor español, por eso del siglo de Oro, conocido entre los humanos por sus obras peculiares obras poéticas, narrativas dramáticas e incluso políticas, todas y cada una de ellas con ese toque de sátira, ingenio, humor y verdad. Muy recomendables en verdad.

- Dudo que sea un pecado no saber de alimentos humanos…- Murmuré entrecerrando la mirada.

- No soy un oso perezoso…- Gruñí al tiempo que le lanzaba un trozo de pan a la cabeza que levaba en las manos, en forma de broma por supuesto. Mas por si las dudas, corrí rápido hasta la orilla del lago, cogí un poco de agua entre mis manos y con ella moje mi rostro para “despertar” del todo. Una vez que me sentí menos adormilado, camine hasta llegar a su lado de nueva cuenta siendo yo ahora quien lo empujaba.

- ¿Hay de muchos sabores?...- Cuestione sin esperar respuesta, pues era más que obvio, dado los varios recipientes que tenía el vendedor a nuestra disposición, tengo que admitir que se me hizo agua la boca, sin mencionar que olían deliciosos todos los sabores.

- Yo quiero de cada uno…- No tenía ni la mas mínima idea de que si Abaddon podría pagar todo, pero yo quería probar todos los sabores. Me reí incluso por la cara que puso el vendedor, como de “Este sujeto, está loco” O algo así, mas no me importo.

- ¡Vamos! ¿Solo un sabor? Me haces quedar como un glotón… anda, pide de otro sabor al menos…- Le pedí, cualquiera que me viera, diría que me comportaba como un chiquillo inmaduro, no solía ser así todo el tiempo, solo en ocasiones como estas. Tarde para arrepentirme, el amable vendedor, me dio con sumo cuidado, la torre de helado de todos los sabores disponibles, que en realidad eran 6 sobre un frágil cono de galleta.

- He… ¿Y esto como se come…? – Cuestione ahora nervioso, intentando que las bolas no se cayeran de su sitio o mejor dicho, que no resvalacen. Y nuevamente, el vendedor me miro con cara de vergüenza ajena...

Frunció apenas los labios al escuchar aquello, no se pondría a discutir mas del tema del creador después de todo, no tenia caso alguno seguir con eso, cada uno tenia sus ideales y seria muy difícil sacar al otro de su opinión, además cada uno era libre de pensamientos.
-Ho claro que es pecado no saber de alimentos humanos y mas si estas viviendo en la tierra…-Dijo con cierto tono juguetón en la voz, aunque sabía muy bien que no era pecado, pero le parecía demasiado extraño que Shamuy no hubiese probado aún el helado, están en la tierra de los mortales, y eso era algo que no podía dejar pasar.

Alzo apenas una de las cejas, cerrando los orbes azules cuando el pedazo de pan impacto en su cabeza, corriendo detrás del ángel, deteniéndose justo a su lado, dándole un empujoncito como si lo quisiera tumbar al lago pero sin llegar a hacerlo. –Aún así pareces oso perezoso…-Dijo bromeando, mientras que alzaba ambas cejas en una expresión un tanto traviesa.

Asintió apenas con la cabeza al escuchar la pregunta del emplumado, mientras que veían los sabores de nieve que había- te vas a comer todo eso?…-pregunto divertido, viendo la torre de helados, los cuales parecían balancearse de lado a lado como si fueran a caer con una suave ventisca, por lo que se puso del otro lado para que no le fueran a caer encima.- Ahm, esta bien pediré otro sabor mas, vainilla con chocolate…-Pidió, esperando a que el vendedor le pasara su conito, mientras veía divertido y encantador a shamuy, realmente era como un crio y eso le encantaba.

Una vez con el cono en mano, saco la cartera del bolsillo de la gabardina para pagar, encaminándose después de regreso a la banca. –Es muy censillo de comer, existen dos manera, una puedes comértela a lametones, de esta manera…-Musito antes de dar el ejemplo, paseando su lengua por el helado, tomando un poco de nieve en su lengua para después llevarla al paladar- Y la otra manera es con una cucharita…-Tomo la cucharita de plástico que les habían dado, tomando una pequeña porción de nieve la cual llevo a la boca del celestial.- Eso si no agarres bocados grandes o te dará dolor de cabeza…

+ Por supuesto que me los voy a comer…+ Respondí inflando los mofletes, lamiendo de mis dedos la nieve que se derretía, estaba sumamente deliciosa tenía que decir, era increíblemente dulce, pero me encantaba. Posteriormente abrí la boca para coger lo que portaba la cucharita, masticando la nieve, lo cual provoco que mi dentadura se tornara sensible un instante.

+ ¡Aghh! Prefiero lamer… es mejor…y más divertido + En cuanto dije esto, comencé a lamer toda la extensión posible del helado, procurando no darle tiempo a que derritiera.

Afortunadamente, no corría viento ahora mismo, así que no había posibilidad de que la torre de helado, que mermaba de tamaño poco a poco, fuera a parar al suelo.

+ He… y entonces, cuéntame algo…no lo sé ¿Cómo están las cosas allí abajo? ¿Estás a gusto?...+ De antemano sabía que no le sería un tema muy agradable. Pero no se me ocurrió nada mejor en ese instante. Mientras tanto, seguía lamiendo sin descanso la superficie del helado, sintiendo los sabores mezclarse en mi paladar conforme sucedía, era una explosión divertida de sabores que se unían para darle paso a uno solo, indescifrable.

+ ¿Qué otra cosa podríamos hacer? ¿Hay parque de diversiones por aquí? Hace un tiempo… mucho en realidad, me quede con ganas de subirme a eso que llaman “Rueda de la fortuna” Es una ruega metálica que gira despacio, y se queda suspendida un momento… supe de esas cosas cuando me toco salvar a un pequeño niño de una violación…+ Conté aquella anécdota brevemente, sin entrar en muchos detalles, ya que no era muy agradable.

+ ¿Recuerdas la primera vez que pisaste suelo humano, Abaddon?...+ Pregunte, intentando yo recordar aquel momento, poseía una muy mala memoria a pesar de lo que muchos podrían pensar. Aunque un rostro, jamás lo olvidaba.

El cielo se oscureció un poco, dado que comenzaron a amotinarse algunas nubes, no amenazantes, las traía el viento del Oeste. Sin olvidar que se acercaba la temporada de Lluvias. Algo que esperaban con muchas ansias, algunos humanos, debido a la terrible sequia que asolaba algunas partes del país.

- Hum… ya veo… si, los Demonios trabajan mucho…- Respondí en un sentido irónico, aunque actualmente eran menos perezosos, todos unidos para un fin común. Eliminar la humanidad. Por un instante no se me antojo mas el helado, pero no por eso deje de consumirlo.

- ¿Sabes? Siempre me he preguntado qué es lo que se ganan extinguiendo a la humanidad… si miramos las cosas desde un sentido racional, al extinguirse la humanidad, ni ustedes ni nosotros tendremos a quien proteger o a quien extinguir… entonces la lucha entre nosotros, ahora si se volverá eterna… o quizás padre nos elimine a nosotros para evitarse dolores de cabeza innecesarios…- Encogí los hombros, no me cavia en la cabeza el porqué de que casi todos los demonios pensaran en un mismo fin.

- Entonces podríamos ir al Parque…y bueno pasar un mejor rato…- Sugerí mientras volvía atacar mi helado, que ya se había chorreado por mi mano. Así que lamí rápidamente para que no se fuera a colar más por mi mano y brazo. Era un desastre comiendo esta cosa.

- Puede que sea así… pero…no lo sé, si al menos no te hubieras alejado del seno de nuestro padre… las cosas quizás no habrían salido tan mal para ti… pero es tu decisión… seguramente estas a gusto moviendo tropas y esas cosas… alimentando el abismo…- Sinceramente el tema no me agradaba, así que lo di por terminado al guardar silencio un rato, comiendo ahora si, a mordidas el helado, pero sin exagerar, estaba frio, pero se derretía casi instantáneamente en mi boca, era una sensación extraña la que tenía en mi pecho, de que algo iba a ocurrir, y no precisamente una lluvia.

- ¿Tú crees?...- Pregunte al alzar levemente el rostro hacia el cielo, topándome con las nubes que se amotinaban más rápido, tapando el sol. Comenzó a refrescar de pronto, siendo que hasta hace poco estaba haciendo muchísima calor y los rayos del sol daban de lleno.

- Yo creo que si…- Murmure preocupado, y al mismo tiempo feliz, una de las cosas que más gozaba o mejor dicho, goce cuando por primera vez baje a la tierra, era mojarme bajo la lluvia, pese a que las personas me mirara como bicho raro, riendo feliz, incluso tarareando alguna melodía mientras era bañado por la incesante y fresca lluvia que acontecía.

- ¿Me ayudas a recoger las cosas del picnic?...- Dije levantándome, aprovechando que el helado estaba ya a menos de la mitad, por las mordidas suaves que le di con los labios. De haber sido con los dientes… ¡Que dolor hubiera pasado!

- En lo personal me parece muy estúpido que vayan a por nuestro padre, siendo que tiene el poder de destruirlos con solo un parpadeo de sus gloriosos ojos… mejor sería que se consumieran entre ellos mismos y pidieran perdón…- Mi voz sonó dura y carente de benevolencia.

- Gracias…- Tome el pañuelo y con el fui retirando el exceso de helado que había manchado mi mano. Incluso parte del antebrazo. Pronto lo envolví al cono, para que si sucedía de nuevo el derrame, al menos fuera absorbido por el pañuelo.

- Es lo que nos queda, cada cual adaptarnos a nuestro ritmo de vida, buscando sacar lo mejor de ello…- Respondí. Era imposible hacerlo cambiar de idea, el que pidiera perdón a nuestro padre… estaba seguro que se lo daría, porque él era todo amor y toda gloria, perdonaba sabiendo que quizás le volverían a fallar más adelante, aunque como todo buen padre, alguna vez tendría que corregir a los hijos que se salieran del camino… para intentar que concienciaran y volvieran.
Pero no siempre sucedía así…

Me apresure a terminar con el helado, casi atragantándome con el cono, que estaba deliciosamente delicioso, tenía un nuevo alimento predilecto que anotar a mi lista. Una vez que termine, le ayude a recoger el resto de las cosas que había del Picnic, dejando lo que era basura en el bote cercano a donde estábamos.

- Lo mejor será que mande a casa estas cosas, después de todo ya no son necesarias, solo dejare algunas cosas por si mas tarde en el parque nos da hambre…- Cogí algunos emparedados, un par de frutas y agua mineral, las acomode en un morralito que posteriormente colgué de mi cuello. El resto, lo envié a casa usando mis poderes.

- ¡Listo! ¡En marcha Abby! – Dije todo entusiasmado cual chico puverto, cosa que ni por asomo era. Lo tome alegremente del brazo y prácticamente tire de él caminando.

- ¿Te mojaras en la lluvia en caso de que haya? –Cuestione con una sonrisa alegre, moría de ganas por hacerlo, era una de las cosas que adoraba como dije antes. Estar bajo la estela de lluvia y dar gracias a dios por ello, por permitirme disfrutar algo que en el cielo no sucedía.

A la larga de los siglos estaba seguro de que alguien encontraría tarde o temprano una forma de destruir al creador, después de todo estaba en cierta forma compuesto como los seres que alguna vez fueron o son celestiales, era energía, y bueno siempre hay una manera de acabar con ella, a pesar de que esta sea demasiada concentrada o poderosa, después de todo, cada nido de energía debe tener una fuente de donde provenga, y estaba muy seguro que la del creador eran todas sus creaciones incluyendo aquellos que decidieron traicionarlo; pero bueno ya después pensaría en su plan infalible contra él.

-No hay de que…-Musito después de haberle entregado el pañuelo, mientras miraba con cierta travesura a shamuy, realmente a pesar de la charla por lo del creador, encantado con aquello de habérselo encontrado, pues tenia mucho tiempo sin pasar la tarde solo paseando o charlando, sin ninguna otra intención o plan en mente, realmente era un día de descanso.

-Así es, es lo que queda, adaptarnos para sobrevivir, pero bueno no es tan malo, tiene sus cosas buenas como el helado…-Dijo sonriendo un poco, realmente si se había acostumbrado a muchas casos mortales, pero había unas que no, lo cierto era que de ninguna manera volvería a estar al lado del creador, jamás volvería a ser el juguete de alguien para cumplir sus caprichos.

Se apresuro a recoger las cosas de shamuy, asintiendo suavemente con la cabeza cuando dijo que los iba mandar a su casa- Buena idea, así no andaremos cargando en el parque de diversiones…- Musito al tiempo que se incorporaba para ponerse en marcha hacia el parque, por fortuna era solo un par de pasos los que tenían que dar sin necesidad de transportarse. –Andando…-Dijo travieso, dejándose arrastrar hasta su destino.

-Uhm depende, si es lluvia normal si, si es lluvia acida no…-Musito divertido, aunque realmente si lo haría, tenia demasiado tiempo sin relajarse tanto, sobre todo jugar infantil bajo el agua, desde que había caído casi no disfrutaba de las cosas mas sencillas, como eran los cambios de la naturaleza.

- ¡Ho, vamos! No habrá ninguna lluvia acida, a menos de que llueva jugo de limón…- Respondí en broma, sin dejar de arrastrarlo hasta el lugar. Mientras caminábamos, algo que venía volando desde lejos, me dio en la cara, sin darme tiempo a esquivarlo, ya que hacía bastante viento.

- ¡Hey!...- Me detuve y solté el brazo de Abaddon para ver que era. Cuando lo tome entre mis manos, me di cuenta de que era un billete de 100 dólares. Dinero humano… ¿A alguien se le habría escapado?

- ¡Mira! Es dinero… ¿Crees que debamos buscar a quien se le escapo?...- Cuestione estirando de poco en poco el dinero, en cierta forma, no esperaba encontrar al portador de dicho billete, dado que muchas personas pasaban en torno a nosotros en busca de llegar a sus casas a resguardarse, dado que parecía, habría una lluvia incesante, y los humanos solía huir de ella con temor, como si fuera eso, lluvia de acido… yo me preguntaba porque actuaban de esa forma, pudiendo apreciar el milagro divino que nuestro padre nos obsequiaba.

En Etiopia por ejemplo, cuando llegaba a llover, que era cada 100 años, todos los aldeanos salían a recibirla con inmensa alegría, tomaban sus cuencos de madera o lo que sirviera, para recoger un poco de esa agua.

- Abaddon… ¿Tú sabes porque nuestro padre abandona algunas regiones? En esas regiones… hay mucha gente… niños, embarazadas, enfermos, ancianos… sin embargo… el no los atiende… ni nos manda a con ellos… ¿Tu sabes porque de eso?...- Yo no lograba entender eso, mas tampoco me animaba a cuestionar directamente a Dios por ello, aceptaba siempre su voluntad con la cabeza inclinada con respeto, después de todo…él es sabio ¿No?

- Estos 100 dólares… podrían al menos comprar una despensa… o quizás un costal de arroz…para esas personas…- Musite desanimado, pensando en lo egoísta que estaba siendo ahora mismo, divirtiéndome, cuando podría estar ayudando a algún pobre humano desvalido y hambriento por la calle.

-Eso no puedes saberlo, tal vez un día de estos llueva limones, aunque pensándolo bien, no seria tan mala idea que pasara eso…-Dijo de lo mas divertido, dándole un leve empujoncito a shamuy, pero solo jugueteando, mientras continuaba andando en dirección al parque, realmente estaba emocionado pues se sentía como un crio descubriendo el mundo.

Parpadeo un poco los ojos al mirar aquel billete, ciertamente no encontrarían de quien era, a menos que se pusieran a usar sus poderes en pleno parque, cosa que seria demasiado extraño- Con la cantidad de personas, creo que no nos será tan fácil…seguramente su dueño ya a de estar bastante lejos…-Dijo mientras observaba como la gente iba de lado a lado, algunos casi corriendo para refugiarse de la próxima lluvia, realmente veía bastante difícil encontrar a quien se le había caído, saliendo de sus pensamientos al escuchar la siguiente pregunta que le había hecho el celestial, quedándose atónito, esa pregunta era muy similar a la causante de su caída.

-Solo no te vayas a enojar si te lo digo desde mi punto de vista…-Susurro con suavidad, alzando por un momento la vista para mirar perdidamente el cielo gris, a su vez que buscaba las mejores palabras para decirlo- Digamos que tenemos un dios que castiga con mucha rudeza, y a veces se olvida que no deben pagar justos por pecadores, aunque a veces siento que simplemente se lavo las manos y se olvido de todos sus hijos, dejando que las cosas siguieran su curso sin cuidar de ellos…realmente no conozco la verdadera respuesta de por que los olvido, por desgracia olvido demasiadas cosas en este lugar… -Para ser sinceros eso había pasado mucho tiempo atrás, y lo primero que olvido fueron a los animales y a la naturaleza, fueron los primeros afectados con todo eso, y realmente no sabía que había pasado, simplemente era como si se hubiera ido de vacaciones el creador.

-Si tu lo deseas, podemos donar ese dinero a la caridad, ellos se encargaran de comprar la despensa o las cosas que necesiten para todas esas personas, a menos que desees tu mismo comprar las cosas y que las llevemos…

Suspire profundamente bajando la mirada con tristeza.

- Es cierto, aunque… me duela decirlo y aunque… quizás me gane su desprecio por cuestionarlo… se ha olvidado de muchas cosas aquí abajo… nosotros solos, sin su ayuda, no podemos curar todo este planeta… necesitamos de su apoyo, pero veo que… solo… nos ha dejado la tarea…- Negué tratando de no deprimirme, hacia mucho daño a mi espíritu y a mis fuerzas, me debilitaba sobre manera.

- ¿Harías eso?...yo…creí que no te gustaba hacer buenas obras… menos para humanos…- Murmure impresionado por la sugerencia que recién hubo brotado de sus labios. Sincera y honestamente, nunca la hubiera esperado escuchar de sus labios.

- Pero… ¡Me encantaría!...- Me lancé a estrecharlo en un fuerte abrazo, sin importarme lo que pudiera parecer o si a él le molestaba esa sincera muestra de cariño e impulsividad. Mas unos minutos más tarde, me separe de su persona, sonriendo aun de la gran felicidad que sentía. Era extraño que yo ocultase mis estados de ánimo, era en ese aspecto sumamente expresivo, aunque no me gustaba, tampoco me iba a reprimir.

- Pero antes, iremos al parque de diversiones, no me importa si llueve a cantaros, o nos cae una tormenta, nos subiremos a la rueda de la fortuna… vamos…-Me guarde muy bien el billete dentro de mi ropa, para que por ninguna razón se me fuera a perder, de ello dependía de que una buena despensa llegase a algún orfanato o acilo de ancianos.

El mal clima comenzaba a empeorar, eso no me gustaba en lo absoluto, quizás tal vez nuestros planes se vieran realmente frustrados por el capricho impetuoso de madre Gaia. Y contra ello no podríamos hacer nada.

- Creo que esto se pone cada vez peor Abby…-Murmure deteniendo de nueva cuenta mis pasos, observando la intensidad y velocidad con la cual las nubes negras se congregaban en torno a la ciudad, verdaderamente amenazantes. El cielo comenzaba a rugir y verse rasgado por rayos y relámpagos, el aire aumento en frialdad, llegando a ser incluso, hostil. Las personas asustadas, corrían en busca de un lugar seguro… ¿Y cómo no hacerlo ante tan inminente amenaza?
Minutos más tarde, las gotas de lluvia no se hicieron esperar, estas caían con fuerza que incluso llegaban a doler sobre la piel, eran heladas, de un grosor considerable, algunos pequeños comenzaron a quejarse debido a ello. Sentí temor porque pudieran salir lastimados, aunque era ridículo, lo sé, era lluvia, no granizo. Lamentablemente, y como era de esperarse, las puertas del Parque comenzaron a cerrarse, emití un claro suspiro de descontento.

- Venga regresemos a casa…habrá muy mal tiempo… dudo que podamos seguir andando por ahí…-Gire mis pasos para invitarle a donde yo me quedaba.

-Gracias por hacerlo por mí, Abaddon, significa mucho que hagas ese esfuerzo -. Respondió totalmente honesto, al separarse del abrazo. Habiendo guardado dentro de sus memorias, ese instante, un tesoro invaluable que nadie podría arrancarle.

- Tienes razón, la luz se habrá ido ya…podríamos simplemente volver otro día Abaddon…-. Sin embargo, repentinamente fue jalado hasta escabullirse ambos por un hueco lo suficientemente amplio que había en el cerco como para que cada cual cupiera corporalmente hablando. Así pues, se colaron dentro de aquel lugar, la mayoría de los puestos estaban cerrados, algunos permanecían abiertos, mientras los dueños hacían todo lo posible porque la mercancía no se echara a perder, lo que traería consigo bastantes pérdidas y poco o casi nada de alimento para las familias, pues el parque de atracciones era su única fuente de ingresos, aunque algunos otros tenían al menos otros negocios fuera dé y no tendrían que sufrir por esa mala racha.

- ¿Qué podemos hacer? Está casi todo cerrado, además, la lluvia parece que durará buen rato…-. Comentó Shamuel empapado hasta los huesos, sus risos curiosos se pegaban a su frente mientras que él hacía un intento por desprenderlos para poder mirar mejor el panorama.

A un costado de ellos, se escucharon las rosas inocentes de algunos infantes, al asomarse levemente, miró a tres pequeños de entre 5 y 7 años de edad aproximadamente. Disfrutando de mojarse bajo la lluvia, se notaban tan felices, indiferentes al hecho de que eso podría perjudicar su saludad al darles un resfriado.

- Deberíamos de ser como ellos…-. Dijo volteando a ver a su Hermano. -¿Hace cuanto que no te mojabas bajo la lluvia, Abaddon? -. Preguntó cerrando los ojos, alzando el rostro para que las gotas de lluvia fresca y renovadora cayeran sobre el mismo, la sensación era de plenitud y goce.

A pesar de que la tormenta era fuerte, no había de momento, que temer por algún peligro, no había más relámpagos, solo truenos que terminaban ensordeciendo los oídos y provocando gritos en los pequeños que corrían para refugiarse bajo de un tejaban de uno de los establecimientos, para volver a salir tras unos segundos, tomados de las manos.