De nuevo entre mis brazos -priv Ambar-

La madrugada se presentaba fría, apenas hacia unas horas Peste me había dejado en la puerta de mi viejo hotel. Recordaba su rostro mortecino riéndose pícaramente de mí, y me quede sentada en la cama con una sonrisa boba en los labios.
Como un peso muerto me deje caer sobre el somier que se quejaba bajo mi peso, entrecerré los ojos, aquel cuerpo humano no aguantaba ni dos días sin dormir, necesitaba muchos cuidados, mas de los que me gustaría darle.
Sentí como Morfeo me acunaba entre sus brazos, ni siquiera me dio tiempo a desvestirme, cuando el viento trasporto un triste lamento que me hizo retorcer las tripas. Y de un salto me levante entusiasmada. Un hombre rogaba por su vida, a punto de morir de hambre, ese espectáculo no me lo podía perder. Seria uno de los mejores desayunos de los últimos días.
Abrí las puertas del gran balcón que me daban una amplia visión de todo el barrio bajo de L.A., el aire olía a basura y a perro mojado, eso solo podían significar buenas noticias para mi. Me volví a poner la cazadora de cuero negro, ya muy curtida por el paso de los años, y de un ligero salto baje hasta el siguiente tejado.
Como si de un canino se tratara de vez en cuando paraba a escuchar los lamentos, y a medida que me acercaba dando largos saltos mi estomago se encogía mas y mas, como una emoción desconocida… o mas bien, una que no sentía desde hacia mucho tiempo. No podía ser por el vagabundo que se moría… aquello no me produciría ni la mitad de emoción de la que sentía en esos momentos.
Pare en seco cuando lo vi, una bola penosa y humana se retorcía en el suelo, gimiendo y suplicando ante la imponente visión de un ángel negro, el mensajero del destino, el recolector de almas…
-Muerte…-apenas salió un susurro de entre mis labios, tal era mi emoción al verle.- Muerte… Muerte! Muerte!!!
Salte desde las alturas con los brazos abiertos, y mi hermano se giro con la elegancia que le caracterizaba, agarrándome en el aire como si no pesara más que una pluma. No se si pasaron segundos o minutos, y tampoco me importó, hacia mas de un siglo que no veía a mi hermano Muerte, desde la Tercera Guerra Mundial, cuando todos discutimos… Aunque en aquel momento no quería hablar de eso. Sin dejar de mecerme en sus brazos lo mire a los ojos, tenia un aspecto joven y desenfadado, aunque seguía siendo serio y todo un caballero, aunque ahora tenia un toque rockero que de seguro volvía locas a las jóvenes.
-Por un instante creí no reconocerte…- le bese la mejilla que permanecía siempre fría.- Suerte que has llegado, no creí que pudiera yo sola con esos dos botarates! Me van a volver loca!
Baje la voz al instante, pues sabia que a Muerte solían molestarle mis gritos histéricos.

Lucas… ahora Muerte era Lucas. Me sorprendió un poco, pero yo también había adoptado un nombre humano para casos especiales. Parecía realmente contento de verme, todo lo contento que puede estar Muerte, era casi tan distante con los hermanos como Peste, pero mucho más frio que él.
Cuando me beso, sentí un estremecimiento por todo el cuerpo, los cabellos se me erizaron y las piernas me temblaban. En ocasiones, sentía que mi amor por él era… algo inapropiado, pero enseguida me lo quite de la cabeza.
-Eres casi tan bueno como un ángel!- dije riendo burlona.- Me gusta tu nuevo nombre, como el apóstol Lucas, es como una rebeldía! Oh si! Me encontré con Peste esta noche, ya sabes, estaba como siempre, deseando torturar seres inocentes y bla, bla, bla!
No quería hablar de mi otro hermano querido, no pensaba desperdiciar el poco tiempo que viera a Muerte. Estaba deseando oír todas sus historias, que había hecho hasta ahora, donde había viajado, y un sinfín de novedades.
-Y tu…- olisquee su ropa.- esta noche lo has pasado bien…
Me reí picarona tapándome el rostro que se me empezaba a sonrosar, en el tema del sexo siempre había sido la más tímida. Tanto Muerte como Peste no ocultaban nunca sus conquistas, en cambio Guerra era indiferente ante esos placeres carnales.
-Cuéntamelo todo hermano- lo cogí del brazo animándolo a caminar por los callejones oscuros.- donde has estado, y que has vivido… todo!
Mi curiosidad podía ser agobiante, morbosa y siniestra, siempre deseaba saber incluso los detalles mas escabrosos, y en esos instantes estaba hambrienta de información.