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Cerca del mar
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Cerca del mar
Alegria y tristeza, dos sentimientos tan fuertes como contrarios concentrados en un único dia, las circunstancias asi lo habian dictado, el aniversario del nacimiento coincidia con otro adios o mas bien un hasta luego, para un trozo de mi corazon. Poco a poco el tiempo, los hechos, me arrebataban lo mas querido, llevandose consigo la fuerza, el optimismo y la alegria.
Tras una hora detenido frente a una floristeria, perdido en la extensa variedad de flores que existian adquiri tres ramos, uno de rosas blancas, uno de crisantemos y el ultimo, el mas particular, un ramillete de flores azules, pequeñas, llamadas "nomeolvides".
Las llevaba con cuidado, procurando no aplastarlas con mis brazos, mientras me dirigia al cementerio de la ciudad, siguiendo con la mirada ausente el color de las baldosas que pisaba.
Era un campo santo extenso, parecia un laberinto repleto de pasadizos plagados de tumbas. La primera vez me perdí y estuve dos horas ahi metido fijandome en las tumbas, en los rostros y en las edades mas jovenes de los perecidos. Ahora ya conocia el camino y llegue hasta ellos con facilidad.
Deje las flores sobre las lapidas quedandome con el ramo de rosas blancas. En una de las tumbas descansaban mis padres y en la otra mi fallecido novio. Las flores azules fueron para el.
Me sente en el cesped, cruzando las piernas, dejando el ramo sobre mi regazo y contemple el frio marmol.
-Os hecho de menos...- susurre con una triste sonrisa -Me haceis falta, necesito de tus consejos madre.- suspire y aparte las gafas de mis ojos dejandolas sobre la hierba para frotarme luego los ojos.
Tras una hora detenido frente a una floristeria, perdido en la extensa variedad de flores que existian adquiri tres ramos, uno de rosas blancas, uno de crisantemos y el ultimo, el mas particular, un ramillete de flores azules, pequeñas, llamadas "nomeolvides".
Las llevaba con cuidado, procurando no aplastarlas con mis brazos, mientras me dirigia al cementerio de la ciudad, siguiendo con la mirada ausente el color de las baldosas que pisaba.
Era un campo santo extenso, parecia un laberinto repleto de pasadizos plagados de tumbas. La primera vez me perdí y estuve dos horas ahi metido fijandome en las tumbas, en los rostros y en las edades mas jovenes de los perecidos. Ahora ya conocia el camino y llegue hasta ellos con facilidad.
Deje las flores sobre las lapidas quedandome con el ramo de rosas blancas. En una de las tumbas descansaban mis padres y en la otra mi fallecido novio. Las flores azules fueron para el.
Me sente en el cesped, cruzando las piernas, dejando el ramo sobre mi regazo y contemple el frio marmol.
-Os hecho de menos...- susurre con una triste sonrisa -Me haceis falta, necesito de tus consejos madre.- suspire y aparte las gafas de mis ojos dejandolas sobre la hierba para frotarme luego los ojos.
V. Cassel- Cantidad de envíos : 264
Fecha de inscripción : 23/02/2012
Localización : Los Angeles
Re: Cerca del mar
Hoy había decidido hacer algo que llevaba un tiempo sin hacer, ir al cementerio para poner un par de flores o algo por el estilo para la que fue mi última pareja. Desde que pereció no había acudido a aquel lugar, su tumba era un sitio tabú para mi. Prefería no venir y atraer aquellos amargos recuerdos, que podían hacer que unas lagrimas cayesen por mi rostro al recordar viejos tiempos. Por si fuese poco nunca había hablado de este tema con nadie ni siquiera con mi hija, tal vez sea una de esas cosas que tenga que decirle alguna vez. Seguro que ella también se siente mal por aquellas cosas, ella nunca pudo conocer a su madre y soy su único familiar vivo. ¿Pero como voy a hablar con ella sobre su madre muerta si yo no lo he superado?, aquello tenía que acabar, había pasado más de 16 años. Es hora de superarlo de una vez.
Me adentré en el cementerio de la ciudad, esquivando las miradas de la gente que andaba por ese cementerio para visitar a sus familiares o amigos fallecidos. Aquel no era un sitio para entablar conversaciones, la gente solía ir allí y acababa llorando al rememorar como era el fallecido en vida. Y esa clase de sentimientos no se me daban nada bien. No es que sea un insensible pero...prefiero una sonrisa antes que una lagrima.
Cuando llego a la tumba de mi amada, me quedo paralizado sin saber que hacer ahora. Encima se me había olvidado traer las flores ¡Menuda cabeza! Poso una mano sobre ella, y me doy la vuelta al escuchar una voz a mi espalda. Justo en la hilera de detrás de tumbas donde me encontraba, había un joven...humano con unos ojos verdes intensos que me llamó la atención. El chico hablaba solo, bueno con sus parientes. Pongo una sonrisa amarga y me acerco hasta donde se encuentra, para...¿para qué?
- Vaya...cuantos ramos tienes ¿no? - digo mirando a aquel joven, que llevaba tres ramos de flores distintas. Cojo uno de rosas blancas y lo acerco a mi nariz para olerlo. - Podrías dejarme una. Es que me ha olvidado traer alguna...con un par de rosas me vale. Y no querrás que mi esposa se quede sin nada ¿no?- digo empezando a coger las flores sin esperar respuesta.
Me adentré en el cementerio de la ciudad, esquivando las miradas de la gente que andaba por ese cementerio para visitar a sus familiares o amigos fallecidos. Aquel no era un sitio para entablar conversaciones, la gente solía ir allí y acababa llorando al rememorar como era el fallecido en vida. Y esa clase de sentimientos no se me daban nada bien. No es que sea un insensible pero...prefiero una sonrisa antes que una lagrima.
Cuando llego a la tumba de mi amada, me quedo paralizado sin saber que hacer ahora. Encima se me había olvidado traer las flores ¡Menuda cabeza! Poso una mano sobre ella, y me doy la vuelta al escuchar una voz a mi espalda. Justo en la hilera de detrás de tumbas donde me encontraba, había un joven...humano con unos ojos verdes intensos que me llamó la atención. El chico hablaba solo, bueno con sus parientes. Pongo una sonrisa amarga y me acerco hasta donde se encuentra, para...¿para qué?
- Vaya...cuantos ramos tienes ¿no? - digo mirando a aquel joven, que llevaba tres ramos de flores distintas. Cojo uno de rosas blancas y lo acerco a mi nariz para olerlo. - Podrías dejarme una. Es que me ha olvidado traer alguna...con un par de rosas me vale. Y no querrás que mi esposa se quede sin nada ¿no?- digo empezando a coger las flores sin esperar respuesta.
Invitado- Invitado
Re: Cerca del mar
Como habitual respuesta obtuve el silencio, un silencio agridulce e imperturbable. Volvi a colocarme las gafas y lance un largo suspiro mientras quedaba ahi plantado mirando fijamente los relieves de esas letras de metal que configuraban los nombres. Senti deseos de fumar, de martirizar mi garganta con algun licor fuerte mientras escuchaba algun tema escandaloso a todo volumen, pero habia dejado el tabaco, estaba tratando de hacer lo mismo con la bebida y no sonaba nada alli a excepcion del viento moviendo la hojarasca de los altivos arboles.
Realmente me quede absorto, mi mente debió irse a algun lado lejos de aquel cuerpo, pensando, recordando... tan absorto que ni me percate de que alguien me estaba hablando, tan solo desperte de esa ensoñacion cuando vi como una mano se llevaba el ramo de rosas blancas, el regalo de mi hermana por su aniversario.
-Eh...un segundo...- fruncí el ceño ante su descaro y me incorpore retirando las rosas de sus manos para apretarlas suavemente contra mi pecho enfocando al joven hombre de ojos azules -Estas rosas....- solte un suspiro de frustración, no tenia ganas de controversias con un extraño y no podia privar a su fallecida mujer de un par de ellas. Desde luego su argumento era bueno.
-Solo...pidelas con amabilidad, en lugar de cogerlas, te podias haber incluso pinchado con las espinas- reprendí ofrenciendole un par de rosas blancas -Lamento lo de tu esposa- añadi sonriendo un poco, apenas curvando los labios.
Realmente me quede absorto, mi mente debió irse a algun lado lejos de aquel cuerpo, pensando, recordando... tan absorto que ni me percate de que alguien me estaba hablando, tan solo desperte de esa ensoñacion cuando vi como una mano se llevaba el ramo de rosas blancas, el regalo de mi hermana por su aniversario.
-Eh...un segundo...- fruncí el ceño ante su descaro y me incorpore retirando las rosas de sus manos para apretarlas suavemente contra mi pecho enfocando al joven hombre de ojos azules -Estas rosas....- solte un suspiro de frustración, no tenia ganas de controversias con un extraño y no podia privar a su fallecida mujer de un par de ellas. Desde luego su argumento era bueno.
-Solo...pidelas con amabilidad, en lugar de cogerlas, te podias haber incluso pinchado con las espinas- reprendí ofrenciendole un par de rosas blancas -Lamento lo de tu esposa- añadi sonriendo un poco, apenas curvando los labios.
V. Cassel- Cantidad de envíos : 264
Fecha de inscripción : 23/02/2012
Localización : Los Angeles
Re: Cerca del mar
Aquel joven andaba demasiado absorto en sus pensamientos que ni siquiera se había percatado de mi presencia hasta que le quite uno de sus ramos. Algo que suena un tanto descarado y mal educado por mi parte, la verdad es que podía haber hecho otra presentación más...amistosa. Aunque ya era un poco tarde para aquello, me costaba entablar una conversación normal con desconocidos y más si ese desconocido se encontraba llorando ante la tumba de sus familiares. Además aún sigo pensando el porque he tenido que venir a molestar a este pobre chico. Él estaba tan tranquilo haciendo sus cosas que no tendría que haberle molestado pero...nose, había algo en él que me había hecho venir hasta aquí por algo. Tal vez sean sus ojos o...no tengo la menor idea. Son unos ojos preciosos que no abundan por el mundo.
Me quita el ramo de las manos, con algo de brusquedad que se disuelve al momento, cuando le añado que no podía dejar que mi esposa se quedase sin una mísera flor. Aquello si que había sonado miserable, llevaba demasiado tiempo sin traer nada a este lugar ni siquiera visitarla desde el día que la enterramos. ¿Cómo se me ocurre decir aquello a un desconocido? Si así intento sacar algo en claro, mal voy.
- Lo siento, yo no... - digo poniendo los ojos en blanco. - No tranquilo no pasa nada, ya volveré otro día a poner flores. - miento poniendo una sonrisa triste en la cara. La verdad es que cuando encamine mis pasos hacia la puerta dudo que alguna vez más vuelva por aquí, pero él no tiene porque saberlo. Cuando iba a darme la vuelta, me ofrece dos rosas blancas, mientras añade que solo tenía que pedirlas. Asiento con la cabeza, alzando una ceja, un buen tío. - Gracias, y no te preocupes fue hace mucho...yo siento lo de... - digo señalando la tumba con la cabeza. - Por cierto soy Markus.
Me quita el ramo de las manos, con algo de brusquedad que se disuelve al momento, cuando le añado que no podía dejar que mi esposa se quedase sin una mísera flor. Aquello si que había sonado miserable, llevaba demasiado tiempo sin traer nada a este lugar ni siquiera visitarla desde el día que la enterramos. ¿Cómo se me ocurre decir aquello a un desconocido? Si así intento sacar algo en claro, mal voy.
- Lo siento, yo no... - digo poniendo los ojos en blanco. - No tranquilo no pasa nada, ya volveré otro día a poner flores. - miento poniendo una sonrisa triste en la cara. La verdad es que cuando encamine mis pasos hacia la puerta dudo que alguna vez más vuelva por aquí, pero él no tiene porque saberlo. Cuando iba a darme la vuelta, me ofrece dos rosas blancas, mientras añade que solo tenía que pedirlas. Asiento con la cabeza, alzando una ceja, un buen tío. - Gracias, y no te preocupes fue hace mucho...yo siento lo de... - digo señalando la tumba con la cabeza. - Por cierto soy Markus.
Invitado- Invitado
Re: Cerca del mar
Ahora que lo miraba mas fija y pausadamente habia algo raro en ese hombre, tenia unos ojos magneticos que se me familiarizaban, un patron repetitivo. Quizas solo fueran impresiones mias. De todas formas encontré admirable que despues de tanto tiempo regresara a ver a su esposa, aunque sin flores, el gesto era el mismo. Le sonrei negando con el rostro -No hay de que...ademas compré demasiadas, luego seguro que se pudren- añadí para restarle importancia al asunto.
-Mi...- giré el rostro hacia la tumba, aquella losa de marmol blanca y reluciente -Novio...se fue hace unos dias.- regrese la mirada al desconocido, senti que tenia un nudo perenne en la garganta y el muy bastardo no queria desaparecer.
-¿Crees que pueden escucharnos?..que...¿Que estan aqui?.- pregunte con cierta amargura, pensando que quizas el me daria una respuesta mas razonable, una negativa rotunda y clara. Siempre me imagine que mis padres, mi hermano y recientemente él, estarian junto a sus tumbas, observandome cuando venia a verlos...pero tambien era algo egoista por mi parte, ellos debian seguir su camino y yo el mio.
-Ah...yo..me llamo Vittorio- correspondi a su presentacion dandole mi nombre solamente y lance la mano hacia a el con la intención de estrechar la suya con formalidad.
-Mi...- giré el rostro hacia la tumba, aquella losa de marmol blanca y reluciente -Novio...se fue hace unos dias.- regrese la mirada al desconocido, senti que tenia un nudo perenne en la garganta y el muy bastardo no queria desaparecer.
-¿Crees que pueden escucharnos?..que...¿Que estan aqui?.- pregunte con cierta amargura, pensando que quizas el me daria una respuesta mas razonable, una negativa rotunda y clara. Siempre me imagine que mis padres, mi hermano y recientemente él, estarian junto a sus tumbas, observandome cuando venia a verlos...pero tambien era algo egoista por mi parte, ellos debian seguir su camino y yo el mio.
-Ah...yo..me llamo Vittorio- correspondi a su presentacion dandole mi nombre solamente y lance la mano hacia a el con la intención de estrechar la suya con formalidad.
V. Cassel- Cantidad de envíos : 264
Fecha de inscripción : 23/02/2012
Localización : Los Angeles
Re: Cerca del mar
Aquel chico me miraba de una forma que a mi he hacía gracia, se notaba que estaba intentando averiguar que clase de persona soy. O mejor dicho, la clase de ser que soy. Aún hay personas en la tierra que no sabían de la existencia de ciertos seres con los que compartían bastantes cosas. Ni siquiera sabían si su compañero de trabajo era alguien normal o por el contrario era alguien sobrenatural. Me gustaba las caras que ponían aquellos al notar algún gesto que creen sospechoso para poder sacar en claro quien era ese ser que estaba enfrente suya. Espero que consiga descubrirlo, me gusta disfrutar de esos momentos de incertidumbre pero no creo que sea el momento ni el lugar para hacer esta clase de cosas.
Se le veía triste, bastante de hecho, como si cientos de recuerdos de aquellas personas que nos han abandonado. Cuando me da las flores las llevo hasta la tumba de mi esposa, dejándolas en el suelo. Cuando me iba a retirar, doy un leve beso en la palma de la mano y luego pongo está en la lápida a modo de despedida. Entonces aquel chico que acababa de conocer, me dice que su novio ha muerto hace unos días. Pongo una sonrisa triste en mis labios, y me acerco hasta donde se encuentra. Coloco una mano sobre su hombro, para intentar consolarle.
- Lo siento… sé lo que se siente. – digo apretando su hombro. – Yo he perdido dos…parejas. Lo superarás. – ladeo la cabeza y quito la mano de su hombro, esperando que se sienta algo mejor.
La verdad es que no era sencillo superar la pérdida de un ser querido, pero era peor aún si ese era tú pareja. Ya sabías que tus familiares, como padres, se irían antes que tú pero tu novio…aquello era un duro golpe. A mi me costó siglos superar la primera muerte, espero que este no me cueste tanto. Por lo menos gracias a mi hija, las cosas van mejor que antes. Todo sea por su bien. Recordando todo esto, me ha venido la imagen de mi esposa. Con sus cabellos al viento y un vestido blanco que le encantaba a ella. Sus mejillas se solían poner de un tono rojizo con tan solo mirarla, era encantadora y Ángelica se parecía tanto a ella…muevo la cabeza de un lado a otro, de forma rápida. Tengo que sacar todo eso de allí dentro si quiero llevar una vida normal al lado de mi hija. Escucho lo que dice sobre sus parientes fallecidos, si podrían escucharnos. Dice que tiene la sensación de que andan por allí.
- Pues…no estoy seguro. – digo encogiendo los hombros y sentándome en el suelo. Suspiro. – Si te soy sincero, ¿tengo que serlo no? – pongo una sonrisa leve en mis labios. – He conocido a un par de…fantasmas o espíritus, pero no sacan nada en claro de lo que sucede después ni si todos se convierten en eso… - encojo los hombros. – Soy imbécil, ¿tú querías otro tipo de respuesta más… estándar? – me doy una pequeña palmada en mi cabeza.
La verdad es que era un poco idiota, estaba intentando que una persona que acababa de conocer se sintiese más cómodo. Que pudiese decir aquello que siente, dicen que estas clases de cosas son más fáciles cuando lo haces con desconocidos. Para mi era todo lo contrario, pero no todos somos iguales. Aunque ahora que lo pienso estoy hablando con él, y tranquilamente.
- Encantado Vittorio. – digo estrechando su mano. - ¿De dónde eres?
Se le veía triste, bastante de hecho, como si cientos de recuerdos de aquellas personas que nos han abandonado. Cuando me da las flores las llevo hasta la tumba de mi esposa, dejándolas en el suelo. Cuando me iba a retirar, doy un leve beso en la palma de la mano y luego pongo está en la lápida a modo de despedida. Entonces aquel chico que acababa de conocer, me dice que su novio ha muerto hace unos días. Pongo una sonrisa triste en mis labios, y me acerco hasta donde se encuentra. Coloco una mano sobre su hombro, para intentar consolarle.
- Lo siento… sé lo que se siente. – digo apretando su hombro. – Yo he perdido dos…parejas. Lo superarás. – ladeo la cabeza y quito la mano de su hombro, esperando que se sienta algo mejor.
La verdad es que no era sencillo superar la pérdida de un ser querido, pero era peor aún si ese era tú pareja. Ya sabías que tus familiares, como padres, se irían antes que tú pero tu novio…aquello era un duro golpe. A mi me costó siglos superar la primera muerte, espero que este no me cueste tanto. Por lo menos gracias a mi hija, las cosas van mejor que antes. Todo sea por su bien. Recordando todo esto, me ha venido la imagen de mi esposa. Con sus cabellos al viento y un vestido blanco que le encantaba a ella. Sus mejillas se solían poner de un tono rojizo con tan solo mirarla, era encantadora y Ángelica se parecía tanto a ella…muevo la cabeza de un lado a otro, de forma rápida. Tengo que sacar todo eso de allí dentro si quiero llevar una vida normal al lado de mi hija. Escucho lo que dice sobre sus parientes fallecidos, si podrían escucharnos. Dice que tiene la sensación de que andan por allí.
- Pues…no estoy seguro. – digo encogiendo los hombros y sentándome en el suelo. Suspiro. – Si te soy sincero, ¿tengo que serlo no? – pongo una sonrisa leve en mis labios. – He conocido a un par de…fantasmas o espíritus, pero no sacan nada en claro de lo que sucede después ni si todos se convierten en eso… - encojo los hombros. – Soy imbécil, ¿tú querías otro tipo de respuesta más… estándar? – me doy una pequeña palmada en mi cabeza.
La verdad es que era un poco idiota, estaba intentando que una persona que acababa de conocer se sintiese más cómodo. Que pudiese decir aquello que siente, dicen que estas clases de cosas son más fáciles cuando lo haces con desconocidos. Para mi era todo lo contrario, pero no todos somos iguales. Aunque ahora que lo pienso estoy hablando con él, y tranquilamente.
- Encantado Vittorio. – digo estrechando su mano. - ¿De dónde eres?
Invitado- Invitado
Re: Cerca del mar
Me pregunte cuanto tiempo tardaria en desaparecer esa tristeza. ¿Habria algun tipo de estimacion estandar? Los corazones eran tan diferentes unos de otros, quizas jamas pudiera olvidarle.. cerré los ojos. "No puedo permitir tal cosa, debo continuar". Y los abrí cuando aquel hombre me tocó el hombro. Aprecié ese gesto, hoy en dia habian muy pocas personas amables que se parasen a mirar a su alrededor, que parasen un minuto a preocuparse por algo o alguien. No dude de sus palabras.
-Claro...se que lo hare.- asenti sonriendo brevemente siguiendolo con mis ojos verdes hasta que él decidió sentarse en el suelo, por el contrario permanecí de pie, mirando a las lápidas mientras le escuchaba. No me sorprendio el hecho de que hubiera visto fantasmas, la verdad pocas cosas me sorprendian ya y mucho mas con la profesion que tenia.
-No creo que lo seas en absoluto, cada uno tiene sus propias ideas sobre lo que hay tras la vida y la muerte. Particularmente prefiero pensar que estan lejos, tranquilos y en paz, por muy idealista que suene eso. Me gustó saber tu opinion.- terminé por sentarme en el suelo a su lado -Al menos eso es lo que deseo para mi cuando muera.- añadi tras un breve silencio, soltando una pequeña carcajada, igual un poco cinica.
-Soy natural de Florencia- respondi a su pregunta ladeando el rostro para mirarle -Pero ahora mismo resido en los Angeles....y me he dado cuenta en los años que estoy aqui, que esta ciudad esta igual de podrida que mi lugar de origen- me encogí de hombros y sonrei hacia nadie en particular -Sobrevivir un dia mas, tal y como estan las cosas, es un triunfo- añadi -Tal y como estan las cosas.. en fin, ¿Y tu? ¿De donde eres?- pregunte mirandolo de nuevo. La ligera charla me estaba ayudando, evadiendo, siempre me resultaba agradable conocer a personas nuevas. Mi madre siempre me habia dicho que no debia ser un desagradecido ni un desagradable con quienes no conozco hasta conocerlos y saber si eran "angeles" o "demonios".
-Claro...se que lo hare.- asenti sonriendo brevemente siguiendolo con mis ojos verdes hasta que él decidió sentarse en el suelo, por el contrario permanecí de pie, mirando a las lápidas mientras le escuchaba. No me sorprendio el hecho de que hubiera visto fantasmas, la verdad pocas cosas me sorprendian ya y mucho mas con la profesion que tenia.
-No creo que lo seas en absoluto, cada uno tiene sus propias ideas sobre lo que hay tras la vida y la muerte. Particularmente prefiero pensar que estan lejos, tranquilos y en paz, por muy idealista que suene eso. Me gustó saber tu opinion.- terminé por sentarme en el suelo a su lado -Al menos eso es lo que deseo para mi cuando muera.- añadi tras un breve silencio, soltando una pequeña carcajada, igual un poco cinica.
-Soy natural de Florencia- respondi a su pregunta ladeando el rostro para mirarle -Pero ahora mismo resido en los Angeles....y me he dado cuenta en los años que estoy aqui, que esta ciudad esta igual de podrida que mi lugar de origen- me encogí de hombros y sonrei hacia nadie en particular -Sobrevivir un dia mas, tal y como estan las cosas, es un triunfo- añadi -Tal y como estan las cosas.. en fin, ¿Y tu? ¿De donde eres?- pregunte mirandolo de nuevo. La ligera charla me estaba ayudando, evadiendo, siempre me resultaba agradable conocer a personas nuevas. Mi madre siempre me habia dicho que no debia ser un desagradecido ni un desagradable con quienes no conozco hasta conocerlos y saber si eran "angeles" o "demonios".
V. Cassel- Cantidad de envíos : 264
Fecha de inscripción : 23/02/2012
Localización : Los Angeles
Re: Cerca del mar
Aquella conversación estaba saliendo mejor de lo que yo me esperaba, normalmente ya habría dejado de hablar con el desconocido al intercambiar aquel saludo cordial. Y más aún si después cojo el ramo de flores de esa forma tan brusca, aunque claro seguro que el otro hubiese reaccionado también de otra forma. Tendrá que ver que andamos en un lugar sagrado, y no me refiero a que sea un lugar en el que debe de estar presente. Es más bien por la cantidad de almas que se encuentran en este lugar. Es un campo santo donde deben de descansar los mortales cuando su vida ha terminado. Cuando me vida termine acabaré en un lugar parecido a este, rodeado de gente que ni siquiera llegaré a conocer nunca. Gente con la que tendré que pasar el resto de mi vida como…espíritu o alma, yo que sé. La mayoría de las cosas que hay detrás de la muerte se escapan a todo lo que tengo en mi cabeza.
La verdad es que este chico, Vottorio, me cae bien. Me recuerda a mí en parte, y tenemos alguna cosa en común. Cosas que suelen unir bastante a las personas. Y bueno, tengo que seguir levantando el ánimo a este chico. Cuesta mucho salir de esto al principio, sobre todo los primeros días después de perder a ese ser querido. Cuando me ocurrió la primera vez, me parecía que el mundo se había vuelto gris y que todo era una gran mierda. Pero después conseguí salir de aquel túnel de terror y dolor. Asiento con la cabeza, cuando le escucho decir que sabe que lo hará.
- Así me gusta, colega. – guiño un ojo de forma graciosa, intentando sacar alguna que otra sonrisa.
Al hablarle de los fantasmas, no parece tan sorprendido como yo me esperaba. Puede que aunque sea humano haya vivido alguna experiencia paranormal con alguno de los muchos seres que abundan en la ciudad. Antes los ángeles y los demonios no abundaban por el mundo terrenal, pero en la época en la que estamos ahora todo había cambiado. Ahora había más de esa clase de seres y el resto se había visto mermado de una forma alarmante. Las guerras en las que nos habíamos visto envueltos el resto de las criaturas había sido un gran batacazo para todos nosotros. Me encojo de hombros, al oir lo que dice de mi visión de lo que hay después de la vida.
- Más que una visión o un pensamiento es… no sé, lo que he visto. – digo ladeando la cabeza, al ver que se sienta a mi lado en el suelo. – Yo no creía en nada de esto. Pero ya sabes, necesitas ver para creer. O eso dicen ¿no? – añado con una sonrisa. – Una paz que ahora no tenemos en vida…no estaría mal la verdad. – me río de la misma forma que él.
Quería conocer más a este chico, porque sinceramente creo que ahora mismo necesita a alguien a su lado. Un amigo que sea capaz de escuchar sus penas y donde poder apoyar su cabeza. Un hombro ajeno donde poder desahogarse, y poder olvidar todo de una vez. Aunque ya hay cosas de él que he aprendido. No le queda nada de familia o al menos eso parece, y…está soltero porque ha perdido a su pareja hace muy pocos días. Aunque siempre sigue habiendo más cosas interesantes que saber del otro. Su procedencia me parecía un dato importante a tener en cuenta. Imagina que aquel chico fuese de Italia como yo, así tendríamos más cosas de las que hablar. Y voila, Vittorio era de Florencia. Una ciudad italiana que se encontraba cerca de mi lugar de nacimiento, Roma. Aunque la he visitado en numerosas ocasiones pero hace…demasiado tiempo.
- Florencia ¿eh? Yo soy de Roma, aunque… estoy seguro de que las cosas han cambiado por allí desde que deje aquella tierra atrás. – digo con una gran sonrisa que se me pone por hablar de estas cosas. De mi tierra, de mi Italia natal. La verdad es que no había mucha gente con la que poder hablar de ese lugar, no todos habían visto aquello y menos aún como lo había visto yo. – Sobrevivir cada día es más difícil aunque…para uno más que para otros. – añado mirando a Vittorio a sus ojos hipnotizantes. – Como te estaba diciendo…Italia era preciosa, aunque…hace… - me muerdo el labio mientras me quedo callado. - ¿Eres de confianza? – pregunto antes de seguir con aquella conversación. No me gustaba que todo el mundo supiese que soy un vampiro.
La verdad es que este chico, Vottorio, me cae bien. Me recuerda a mí en parte, y tenemos alguna cosa en común. Cosas que suelen unir bastante a las personas. Y bueno, tengo que seguir levantando el ánimo a este chico. Cuesta mucho salir de esto al principio, sobre todo los primeros días después de perder a ese ser querido. Cuando me ocurrió la primera vez, me parecía que el mundo se había vuelto gris y que todo era una gran mierda. Pero después conseguí salir de aquel túnel de terror y dolor. Asiento con la cabeza, cuando le escucho decir que sabe que lo hará.
- Así me gusta, colega. – guiño un ojo de forma graciosa, intentando sacar alguna que otra sonrisa.
Al hablarle de los fantasmas, no parece tan sorprendido como yo me esperaba. Puede que aunque sea humano haya vivido alguna experiencia paranormal con alguno de los muchos seres que abundan en la ciudad. Antes los ángeles y los demonios no abundaban por el mundo terrenal, pero en la época en la que estamos ahora todo había cambiado. Ahora había más de esa clase de seres y el resto se había visto mermado de una forma alarmante. Las guerras en las que nos habíamos visto envueltos el resto de las criaturas había sido un gran batacazo para todos nosotros. Me encojo de hombros, al oir lo que dice de mi visión de lo que hay después de la vida.
- Más que una visión o un pensamiento es… no sé, lo que he visto. – digo ladeando la cabeza, al ver que se sienta a mi lado en el suelo. – Yo no creía en nada de esto. Pero ya sabes, necesitas ver para creer. O eso dicen ¿no? – añado con una sonrisa. – Una paz que ahora no tenemos en vida…no estaría mal la verdad. – me río de la misma forma que él.
Quería conocer más a este chico, porque sinceramente creo que ahora mismo necesita a alguien a su lado. Un amigo que sea capaz de escuchar sus penas y donde poder apoyar su cabeza. Un hombro ajeno donde poder desahogarse, y poder olvidar todo de una vez. Aunque ya hay cosas de él que he aprendido. No le queda nada de familia o al menos eso parece, y…está soltero porque ha perdido a su pareja hace muy pocos días. Aunque siempre sigue habiendo más cosas interesantes que saber del otro. Su procedencia me parecía un dato importante a tener en cuenta. Imagina que aquel chico fuese de Italia como yo, así tendríamos más cosas de las que hablar. Y voila, Vittorio era de Florencia. Una ciudad italiana que se encontraba cerca de mi lugar de nacimiento, Roma. Aunque la he visitado en numerosas ocasiones pero hace…demasiado tiempo.
- Florencia ¿eh? Yo soy de Roma, aunque… estoy seguro de que las cosas han cambiado por allí desde que deje aquella tierra atrás. – digo con una gran sonrisa que se me pone por hablar de estas cosas. De mi tierra, de mi Italia natal. La verdad es que no había mucha gente con la que poder hablar de ese lugar, no todos habían visto aquello y menos aún como lo había visto yo. – Sobrevivir cada día es más difícil aunque…para uno más que para otros. – añado mirando a Vittorio a sus ojos hipnotizantes. – Como te estaba diciendo…Italia era preciosa, aunque…hace… - me muerdo el labio mientras me quedo callado. - ¿Eres de confianza? – pregunto antes de seguir con aquella conversación. No me gustaba que todo el mundo supiese que soy un vampiro.
Invitado- Invitado
Re: Cerca del mar
Mantuve la sonrisa serena. Compartia su opinion al respecto ver para creer. Habia necesitado una dosis de realidad para dejar de pensar que estaba inmerso en algun juego de videoconsola, algo tipo resident evil o Devil may cry. Gracias a mi trabajo lo habia conseguido. Las sangres, las visceras, no me asustaban, pero si me revolvian el estomago. Los mortales podian ser muy crueles y sorprendentes, no era solo cualidad de las entes malvadas que se paseaban alegremente por el suelo que tanto yo, como este chico pisabamos.
Me sorprendió escuchar que era de Italia, no habia coincidido con ninguno desde que me habia mudado a este lugar, y pese a que era natural de una ciudad cercana, era un paisano.
-¿En serio? Italiano... que gusto da encontrar paisanos tan lejos de nuestra patria- mi sonrisa se hizo mas grande, mi cuerpo se encontraba relajado y pese a que nos encontrabamos en un sitio por lo general que implicaban emociones negativas y tristes, yo ya no me sentia asi.
-Bueno, de unos años hasta ahora no creo que haya cambiado demasiado- reí un poco -Ah....¿Sabes lo que mas añoro de Italia? El sol... el sol parece distinto cuando te baña la cara...simplemente en esta ciudad es dificil que lleguen sus rayos por los edificios tan altos.- me incliné hacia atras apoyando las manos sobre la fresca hierba y cerrando los ojos eche mi rostro hacia atras, dejando que los cabellos se desplazaran sobre mi rostro, estaba tratando de rememorar esas epocas en las que yo aun era inocente y tan solo me preocupaba de ayudar a mi madre, a mi familia.
Abrí los ojos y lo mire, su pregunta me hizo contraer las cejas con extrañeza. Entonces me incline hacia adelante y lo segui mirando, muy seriamente, estrechando mi mirada, tensando mis labios.
-No.- respondi y esboce una sonrisa ladina -Estoy esperando a que confies en mi y cuando asi sea, aprovechare para chuparte toda la sangre.- susurre acercandome a el mientras lo decia...pero no pude aguantar mucho mas mi farsa, mi mirada no era tan magnetica como la de aquellos seres y me eche a reir con fuerza, recostandome en la hierba mientras seguia riendo.
-Jajajaja era broma!...No pude evitarlo... es que es una pregunta tan extraña... pero.. si, supongo que lo soy.- asentí ladeando el rostro, se sentia confortable desde ahi abajo, acostado. Llevé las manos y brazos detras de mi cabeza para apoyarla en ellos. Esperaba que mi broma no lo hubiese asustado.
Me sorprendió escuchar que era de Italia, no habia coincidido con ninguno desde que me habia mudado a este lugar, y pese a que era natural de una ciudad cercana, era un paisano.
-¿En serio? Italiano... que gusto da encontrar paisanos tan lejos de nuestra patria- mi sonrisa se hizo mas grande, mi cuerpo se encontraba relajado y pese a que nos encontrabamos en un sitio por lo general que implicaban emociones negativas y tristes, yo ya no me sentia asi.
-Bueno, de unos años hasta ahora no creo que haya cambiado demasiado- reí un poco -Ah....¿Sabes lo que mas añoro de Italia? El sol... el sol parece distinto cuando te baña la cara...simplemente en esta ciudad es dificil que lleguen sus rayos por los edificios tan altos.- me incliné hacia atras apoyando las manos sobre la fresca hierba y cerrando los ojos eche mi rostro hacia atras, dejando que los cabellos se desplazaran sobre mi rostro, estaba tratando de rememorar esas epocas en las que yo aun era inocente y tan solo me preocupaba de ayudar a mi madre, a mi familia.
Abrí los ojos y lo mire, su pregunta me hizo contraer las cejas con extrañeza. Entonces me incline hacia adelante y lo segui mirando, muy seriamente, estrechando mi mirada, tensando mis labios.
-No.- respondi y esboce una sonrisa ladina -Estoy esperando a que confies en mi y cuando asi sea, aprovechare para chuparte toda la sangre.- susurre acercandome a el mientras lo decia...pero no pude aguantar mucho mas mi farsa, mi mirada no era tan magnetica como la de aquellos seres y me eche a reir con fuerza, recostandome en la hierba mientras seguia riendo.
-Jajajaja era broma!...No pude evitarlo... es que es una pregunta tan extraña... pero.. si, supongo que lo soy.- asentí ladeando el rostro, se sentia confortable desde ahi abajo, acostado. Llevé las manos y brazos detras de mi cabeza para apoyarla en ellos. Esperaba que mi broma no lo hubiese asustado.
V. Cassel- Cantidad de envíos : 264
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Re: Cerca del mar
La verdad es que hablar de mi ciudad natal me hacía recordar tiempos mejores, tiempos en los que no importaba nada. Podía vivir una vida relajada y cómoda, mi familia tenía una buena cantidad de dinero. Tenía todo lo que quisiera, solo tenía que pedir algo y mis familiares lo traían de inmediato. Luego fue cuando las cosas se empezaron a torcer, cuando me convertí en lo que ahora soy. Aunque aquello no me importaba en absoluto, fue un momento difícil al principio. La sed de sangre era dura de superar, si ella no hubiese estado a mi lado, creo que aún seguiría matando a personas. Pero prefiero no recordar eso, prefiero seguir teniendo en mi memoria los monumentos de Italia y su gente. Ahora todo aquello estará medio derruido, la lucha de poder también sigue allí, y es más potente.
Miro a Vittorio, que me observa sorprendido cuando se entera de que soy de Italia. La verdad es que no había muchos paisanos por estos lares, cada uno se había quedado en su ciudad natal. La tierra donde naces sigue marcada en el corazón y te llama más que cualquier otra tierra. La patria es la patria.
- Si...la verdad es que es raro ver paisanos por aquí. ¿Cómo llegaste hasta aquí? - pregunto intrigado.
Me hace gracia pensar que todo el mundo siga pensando que soy un chico joven, que ha vivido poco y no tiene ni idea de la vida. Este chico se cree que Italia no habrá cambiado mucho en los últimos años, depende, si consideras como últimos años unos cien o doscientos años...pues si. Aunque estoy seguro de que habrá cambiado y bastante. Pero bueno, seguro que cuando se entere de lo que soy, intentaré que me cuente un poco como es todo aquello. Aunque no estoy seguro de querer saber todo aquello, seguro que me da lástima.
- Bueno... seguro que ha cambiado bastante desde la última vez que estuve allí. Estoy convencido y mucho. - digo asintiendo con la cabeza. Cierro los ojos escuchando atentamente lo que dice que añora de nuestra tierra. Ese sol resplandeciente que aquí es tapado por los altos edificios que abundan en la ciudad. - Si aquello era magnífico, aunque tanto sol a veces, molestaba. Por lo menos a mi. - recordando los primeros días después de la transformación. El sol dañaba bastante mi piel y hacía daño en mis ojos claros. - A mi gustaba la comida de allí, no sabe igual que esos restaurantes italianos que intentan imitar por aquí. - hago un pequeño gesto de espiral en mi barriga.
Ladeo la cabeza aún con los ojos cerrados imaginando platos de comida italiana, pasta y pizzas pasan por mi mente, haciendo que se me haga la boca agua. Hace bastante tiempo que no pruebo uno de esos deliciosos bocados, total no servía de mucho. Los vampiros nos teníamos que alimentar de sangre, el resto de cosas no era más que una mísera perdida de tiempo. No servía de nada comer alimentos normales, de esa forma no se te quitaba las sed de sangre. Abro los ojos, con una expresión de susto y sorpresa a la vez, por las palabras que acaba de decir Vittorio. Eso de que está ganándose mi confianza para luego poder chuparme toda la sangre...no me lo esperaba. Y menos cuando era por eso por lo que había hecho mi pregunta, para saber si guardaría mi pequeño secreto. Sabía que aquello era broma, y sobretodo después de ver como se tumba en el suelo muerto de risa. Puede que ahora siga yo con la broma, tiene que ser divertido ver como aquello se vuelve en tu contra. Eso del...cazador cazado ¿no?. Le miro de reojo, acercando mi cara a la suya. Poniendo mi cuerpo encima del suyo, sin rozarle lo más mínimo.
- ¿ Y si te digo que eso es lo que intento hacer yo? - añado en un susurro y acercando lentamente mi boca a su cuello. - No te servirá de nada gritar, nadie vendrá en tu ayuda. - digo poniendo una mano sobre su boca, para evitar que chille. Miro sus ojos que están bañados por el terror. Aprovecho el último momento para lamer su cuello y quitarme de allí encima. - Has tenido suerte que sea vegetariano. - digo mientras me pongo sentado a su lado y le miro. - Tranquilo era broma, no voy a hacerte daño. Solo me alimento de animales...pero ten cuidado a quien le haces este tipo de bromas. - digo encendiendo un cigarro. - Te puede salir el tiro por la culata. - añado con una gran sonrisa.
A lo mejor me había pasado un poco, aunque seguro que aquello le serviría de lección para el futuro.
Miro a Vittorio, que me observa sorprendido cuando se entera de que soy de Italia. La verdad es que no había muchos paisanos por estos lares, cada uno se había quedado en su ciudad natal. La tierra donde naces sigue marcada en el corazón y te llama más que cualquier otra tierra. La patria es la patria.
- Si...la verdad es que es raro ver paisanos por aquí. ¿Cómo llegaste hasta aquí? - pregunto intrigado.
Me hace gracia pensar que todo el mundo siga pensando que soy un chico joven, que ha vivido poco y no tiene ni idea de la vida. Este chico se cree que Italia no habrá cambiado mucho en los últimos años, depende, si consideras como últimos años unos cien o doscientos años...pues si. Aunque estoy seguro de que habrá cambiado y bastante. Pero bueno, seguro que cuando se entere de lo que soy, intentaré que me cuente un poco como es todo aquello. Aunque no estoy seguro de querer saber todo aquello, seguro que me da lástima.
- Bueno... seguro que ha cambiado bastante desde la última vez que estuve allí. Estoy convencido y mucho. - digo asintiendo con la cabeza. Cierro los ojos escuchando atentamente lo que dice que añora de nuestra tierra. Ese sol resplandeciente que aquí es tapado por los altos edificios que abundan en la ciudad. - Si aquello era magnífico, aunque tanto sol a veces, molestaba. Por lo menos a mi. - recordando los primeros días después de la transformación. El sol dañaba bastante mi piel y hacía daño en mis ojos claros. - A mi gustaba la comida de allí, no sabe igual que esos restaurantes italianos que intentan imitar por aquí. - hago un pequeño gesto de espiral en mi barriga.
Ladeo la cabeza aún con los ojos cerrados imaginando platos de comida italiana, pasta y pizzas pasan por mi mente, haciendo que se me haga la boca agua. Hace bastante tiempo que no pruebo uno de esos deliciosos bocados, total no servía de mucho. Los vampiros nos teníamos que alimentar de sangre, el resto de cosas no era más que una mísera perdida de tiempo. No servía de nada comer alimentos normales, de esa forma no se te quitaba las sed de sangre. Abro los ojos, con una expresión de susto y sorpresa a la vez, por las palabras que acaba de decir Vittorio. Eso de que está ganándose mi confianza para luego poder chuparme toda la sangre...no me lo esperaba. Y menos cuando era por eso por lo que había hecho mi pregunta, para saber si guardaría mi pequeño secreto. Sabía que aquello era broma, y sobretodo después de ver como se tumba en el suelo muerto de risa. Puede que ahora siga yo con la broma, tiene que ser divertido ver como aquello se vuelve en tu contra. Eso del...cazador cazado ¿no?. Le miro de reojo, acercando mi cara a la suya. Poniendo mi cuerpo encima del suyo, sin rozarle lo más mínimo.
- ¿ Y si te digo que eso es lo que intento hacer yo? - añado en un susurro y acercando lentamente mi boca a su cuello. - No te servirá de nada gritar, nadie vendrá en tu ayuda. - digo poniendo una mano sobre su boca, para evitar que chille. Miro sus ojos que están bañados por el terror. Aprovecho el último momento para lamer su cuello y quitarme de allí encima. - Has tenido suerte que sea vegetariano. - digo mientras me pongo sentado a su lado y le miro. - Tranquilo era broma, no voy a hacerte daño. Solo me alimento de animales...pero ten cuidado a quien le haces este tipo de bromas. - digo encendiendo un cigarro. - Te puede salir el tiro por la culata. - añado con una gran sonrisa.
A lo mejor me había pasado un poco, aunque seguro que aquello le serviría de lección para el futuro.
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Re: Cerca del mar
Aun reia para cuando Markus se acercó a mi, su cercania acabo con las carcajadas. Estaba sobre mi y sin embargo su cuerpo no tocaba el mio, parecia levitar. Me ensimisme, de pronto su voz habia adquirido una profundidad mas envolvente, hipnotizante y coño, su aliento estaba helado, lo habia sentido sobre mi cuello. Abrí la boca para responder, mi ceño se habia fruncido y mis pupilas dilatadas engullendo la mayor parte del color natural de mis orbes.
No se que pasó en su mente, pero la mia pareció transportarse a otro lugar durante excasos segundos, a pesar de mis ojos se habian contectado a los suyos y se encontraban abiertos. Lo vi a él, muchos años atras, bañado por la luz del sol en un basto campo salpicado por las flores. Aquel lugar pertenecia a la añorada Italia y esos recuerdos al pasado. Mi mente se habia vuelto mas sensible cuando viajaba por el tiempo, habia avanzado pues ahora no solo podia predecir el futuro, si no observar tiempos tras, pero tampoco podia controlarla.
Jadeé y me incorpore cuando se aparto de mi. Mis dedos tocaron la piel que habia lamido y lo mire con reproche.
-No tiene gracia cuando el que gasta la broma es en verdad un vampiro.- reclame ceñudo -Ah...buena jugada...he de admitir que por un momento pensaba realmente que me ibas a morder... Normalmente -puntualizé- puedo...averiguar si la persona con la que hablo es confiable o no...de haber sabido lo que eras no habria empleado esa broma je...- llevé una mano hacia la nuca, sobandola despreocupado -¿En que consiste exactamente eso de ser vegetariano para los seres como tu?- pregunte mientras mi mano seguia aun sobre mi cuello, como si lo protegiera de cualquier cosa, que idiotez. Saber que era un vampiro fue del todo chocante, pero no percibir nada mas que un aura extraño.... con Talbot no habia sido asi, claro que estaba tan borracho que magnificaba las cosas mas de lo que en realidad eran. Ademas sus ojos no eran nada naturales.
-¿Hace cuanto tiempo que no visitas tu patria Markus?- pregunte de nuevo, ahora estaba seguro que mas de una decada se habia ausentado, quizas siglos....quizas desde que los romanos llevaron a Italia a la cima conquistando y anexionando territorios. Joder, queria saber tantas cosas, preguntar y preguntar como lo haria un crio de cinco años, mas no queria resultar tedioso.
No se que pasó en su mente, pero la mia pareció transportarse a otro lugar durante excasos segundos, a pesar de mis ojos se habian contectado a los suyos y se encontraban abiertos. Lo vi a él, muchos años atras, bañado por la luz del sol en un basto campo salpicado por las flores. Aquel lugar pertenecia a la añorada Italia y esos recuerdos al pasado. Mi mente se habia vuelto mas sensible cuando viajaba por el tiempo, habia avanzado pues ahora no solo podia predecir el futuro, si no observar tiempos tras, pero tampoco podia controlarla.
Jadeé y me incorpore cuando se aparto de mi. Mis dedos tocaron la piel que habia lamido y lo mire con reproche.
-No tiene gracia cuando el que gasta la broma es en verdad un vampiro.- reclame ceñudo -Ah...buena jugada...he de admitir que por un momento pensaba realmente que me ibas a morder... Normalmente -puntualizé- puedo...averiguar si la persona con la que hablo es confiable o no...de haber sabido lo que eras no habria empleado esa broma je...- llevé una mano hacia la nuca, sobandola despreocupado -¿En que consiste exactamente eso de ser vegetariano para los seres como tu?- pregunte mientras mi mano seguia aun sobre mi cuello, como si lo protegiera de cualquier cosa, que idiotez. Saber que era un vampiro fue del todo chocante, pero no percibir nada mas que un aura extraño.... con Talbot no habia sido asi, claro que estaba tan borracho que magnificaba las cosas mas de lo que en realidad eran. Ademas sus ojos no eran nada naturales.
-¿Hace cuanto tiempo que no visitas tu patria Markus?- pregunte de nuevo, ahora estaba seguro que mas de una decada se habia ausentado, quizas siglos....quizas desde que los romanos llevaron a Italia a la cima conquistando y anexionando territorios. Joder, queria saber tantas cosas, preguntar y preguntar como lo haria un crio de cinco años, mas no queria resultar tedioso.
V. Cassel- Cantidad de envíos : 264
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Re: Cerca del mar
La verdad es que esta clase de bromas nunca antes lo había hecho y menos aún a desconocidos. Es posible que sea algo cruel, ya que el otro pueda acabar con una reacción temerosa por lo que pueda ocurrir. Es una de esas bromas que mucha gente considera de mal gusto, pero ya que él había empezado ¿porqué no seguir con ella? Y claro está, si fuese un vampiro convencional, no sería capaz de hacer este gesto jocoso. Si me alimentase de sangre humana, al acercarme y notar el palpitar de su vena del cuello, me moriría de ganas y no me resistiría a la presión del momento. Aquella broma acabaría realmente mal, yo estaría satisfecho por unos días y él…bueno, él estaría muerto o agonizando. Pero no entiendo como algunos vampiros pueden llegar a hacer esas cosas. Luego predicaban cosas como el amor a otras personas y el respeto a la vida, que ellos mismo se estaban cargando. Hipocresía pura y dura.
Yo no he hecho nada de menos el sabor de la sangre humana, me resultaba deshonroso y algo funesto, poder ver la cara de la víctima. Ese momento en el que sabían que su último suspiro. Su cara se tornaba en una expresión de súplica, tristeza y horror. Los animales sabían que iban a morir, pero nunca expresaban todo aquello en sus ojos. Todos aquellos gestos me horrorizaban, y cuando mi “creadora” mi primer amor, me ayudó a convertirme en vegetariano, se lo agradecí con creces. Sonrío, aunque intento poner cara de niño bueno para volver a mirar a sus ojos, después de la broma.
- Lo siento, puede que me haya pasado. Pero ya que había empezado…tenía que aprovechar el momento ¿no? – encojo los hombros. Y escucho con interés lo que dice, parece que puede averiguar si puede confiar en la persona que tiene delante o no. Es algo interesante, así el chico no tenía porque meterse en tantos líos como el resto de personas. – Una cosa curiosa, ¿ y de mi que habías pensado antes? Espero que no haya saltado el radar. – le guiño un ojo. Observo el gesto que hace con su mano sobre aquella zona del cuello donde había lamido. Supongo que aún tiene el susto en el cuerpo tan solo de pensar que podía haber clavado mis colmillos sobre él hasta conseguir desangrarle. – Ser vegetariano, ¿no sabes lo que es?, pues es fácil y sencillo de explicar. – hago una pausa. – No nos alimentamos de sangre humana. Nos alimentamos de sangre de animales, se que suena asqueroso pero… ¿es mejor que la de las personas no? – añado bajando la vista al suelo. No me gustaba hablar de mi manera de comer y esas cosas. Era un tanto asqueroso, pero no me quedaba otra.
Al final el día había ido mejorando poco a poco. Pensaba que simplemente vendría hasta aquí para poner un par de flores y volvería a casa tan rápido como siempre. Nunca pensé que podría conocer a un chico simpático y tan amable como Vottorio, en un campo santo. Con este chico podía hablar de forma tranquila de cualquier tema sin sentirme incómodo y esas cosas que me pasaban con otras personas. El perder a seres queridos tan cercanos nos ha debido de unir más de lo que me esperaba. Levanto la vista de suelo, cuando escucho su pregunta de cuánto llevo sin visitar mi patria. La verdad es que llevaba demasiado tiempo sin ver todo aquel lugar. Tanto que creo que he olvidado como es.
- Siglos, tres o cuatro siglos. Antes de que el mundo se convirtiese en lo que es ahora. – añado con una sonrisa triste. - ¿Cómo está todo aquello ahora? Cuéntame como es Italia, ahora me crees cuando diga que ha debido de cambiar bastante ¿verdad? – quería saber todo lo posible sobre Italia.
Yo no he hecho nada de menos el sabor de la sangre humana, me resultaba deshonroso y algo funesto, poder ver la cara de la víctima. Ese momento en el que sabían que su último suspiro. Su cara se tornaba en una expresión de súplica, tristeza y horror. Los animales sabían que iban a morir, pero nunca expresaban todo aquello en sus ojos. Todos aquellos gestos me horrorizaban, y cuando mi “creadora” mi primer amor, me ayudó a convertirme en vegetariano, se lo agradecí con creces. Sonrío, aunque intento poner cara de niño bueno para volver a mirar a sus ojos, después de la broma.
- Lo siento, puede que me haya pasado. Pero ya que había empezado…tenía que aprovechar el momento ¿no? – encojo los hombros. Y escucho con interés lo que dice, parece que puede averiguar si puede confiar en la persona que tiene delante o no. Es algo interesante, así el chico no tenía porque meterse en tantos líos como el resto de personas. – Una cosa curiosa, ¿ y de mi que habías pensado antes? Espero que no haya saltado el radar. – le guiño un ojo. Observo el gesto que hace con su mano sobre aquella zona del cuello donde había lamido. Supongo que aún tiene el susto en el cuerpo tan solo de pensar que podía haber clavado mis colmillos sobre él hasta conseguir desangrarle. – Ser vegetariano, ¿no sabes lo que es?, pues es fácil y sencillo de explicar. – hago una pausa. – No nos alimentamos de sangre humana. Nos alimentamos de sangre de animales, se que suena asqueroso pero… ¿es mejor que la de las personas no? – añado bajando la vista al suelo. No me gustaba hablar de mi manera de comer y esas cosas. Era un tanto asqueroso, pero no me quedaba otra.
Al final el día había ido mejorando poco a poco. Pensaba que simplemente vendría hasta aquí para poner un par de flores y volvería a casa tan rápido como siempre. Nunca pensé que podría conocer a un chico simpático y tan amable como Vottorio, en un campo santo. Con este chico podía hablar de forma tranquila de cualquier tema sin sentirme incómodo y esas cosas que me pasaban con otras personas. El perder a seres queridos tan cercanos nos ha debido de unir más de lo que me esperaba. Levanto la vista de suelo, cuando escucho su pregunta de cuánto llevo sin visitar mi patria. La verdad es que llevaba demasiado tiempo sin ver todo aquel lugar. Tanto que creo que he olvidado como es.
- Siglos, tres o cuatro siglos. Antes de que el mundo se convirtiese en lo que es ahora. – añado con una sonrisa triste. - ¿Cómo está todo aquello ahora? Cuéntame como es Italia, ahora me crees cuando diga que ha debido de cambiar bastante ¿verdad? – quería saber todo lo posible sobre Italia.
Invitado- Invitado
Re: Cerca del mar
Por fin supe lo que le habia hecho diferente al resto de sus congeneres. Habia sido esa naturalidad, los gestos de su rostro, a veces añiñados, pero siempre fluidos. Solo tocandole el rostro o cualquier trozo de su piel habria sabido que era un vampiro, era el tacto frio el que los delataba. Ante sus disculpas negue con un movimiento de rostro, quitandole importancia. Todo el mundo tenia derecho a gastar bromas, fuera lo que fuera, siempre y cuando no se excedieran con la misma y el no lo habia hecho... mi cuello estaba intacto.
-Veras....son como...intuiciones....palpitos. ¿Comprendes?- trate de explicar frunciendo medianamente el ceño. Lo cierto es que nunca habia explicado algo tan natural en mi, que puede que hubiese nacido conmigo. Quizas el hecho de crecer en una epoca turbulenta me habia hecho mas suspicaz, receloso..pero no solia juzgar sin conocer -De ti...pues...- me rasque la nuca suavemente -Me has desconcertado...he conocido a otros como tu y muchos de ellos olvidaron su naturaleza humana, se olvidaron de los gestos mas cotidianos. Son esas pequeñas cosas que los delatan y que otras personas no podrian ver por que se verian hechizados por sus encantos y belleza natural.- esboce una amplia sonrisa y luego solte una carcajada al escuchar su explicacion -¡Es mas asqueroso beber de humanos! tal y como lo veo yo...por que soy uno de ellos- añadi quedandome callado despues para que prosiguiera.
Mi semblante se oscureció cuando me pregunto por nuestra tierra madre. Habian pasado muchas cosas en esos siglos en los que el vampiro habia estado ausente, seguramente mis palabras solo le causarian pena, la misma que sentiria yo al decirlas.
-Nosotros nos fuimos de allí en busca de un lugar mejor para vivir. Me dijeron que la ciudad de los ángeles era la mas adecuado....pero no es como yo lo esperaba.- ladee el rostro, mirando ahora las tumbas de mis padres y hermano -El pais ha sufrido varias revueltas y casi todo el control del mismo lo lleva la mafia italiana...que seguramente estara conformada por una corte de asquerosos demonios.- me encogi de h ombros y suspire -No es un lugar seguro para vivir...no es lo que era. Es mejor que no vuelvas y te quedes con esos bellos recuerdos.- finalize guardando un breve silencio.
Tomé el resto del ramo de rosas blancas, aquel que iba a ser destinado para mi hermana y se lo ofrecí -Dale mas rosas a tu esposa, seguro que las agradece desde donde quiera que este- sonrei -Ya comprare otras- añadi mientras me incorporaba y estiraba mi cuerpo alzando los brazos. Daban pasadas las diez de la noche, aquel lugar tarde o temprano cerraria para los visitantes y yo no podia regresar a casa sin haberme mojado el gaznate. Mi hermanita Julia lo entenderia, me regañaria cuando regresara por que no habia llegado a la hora acordada, si es que no estaba durmiendo.
-Me ha entrado sed.... ¿Me acompañarias a por una bebida?...quiero decir....si no tienes nada mejor que hacer claro..-
-Veras....son como...intuiciones....palpitos. ¿Comprendes?- trate de explicar frunciendo medianamente el ceño. Lo cierto es que nunca habia explicado algo tan natural en mi, que puede que hubiese nacido conmigo. Quizas el hecho de crecer en una epoca turbulenta me habia hecho mas suspicaz, receloso..pero no solia juzgar sin conocer -De ti...pues...- me rasque la nuca suavemente -Me has desconcertado...he conocido a otros como tu y muchos de ellos olvidaron su naturaleza humana, se olvidaron de los gestos mas cotidianos. Son esas pequeñas cosas que los delatan y que otras personas no podrian ver por que se verian hechizados por sus encantos y belleza natural.- esboce una amplia sonrisa y luego solte una carcajada al escuchar su explicacion -¡Es mas asqueroso beber de humanos! tal y como lo veo yo...por que soy uno de ellos- añadi quedandome callado despues para que prosiguiera.
Mi semblante se oscureció cuando me pregunto por nuestra tierra madre. Habian pasado muchas cosas en esos siglos en los que el vampiro habia estado ausente, seguramente mis palabras solo le causarian pena, la misma que sentiria yo al decirlas.
-Nosotros nos fuimos de allí en busca de un lugar mejor para vivir. Me dijeron que la ciudad de los ángeles era la mas adecuado....pero no es como yo lo esperaba.- ladee el rostro, mirando ahora las tumbas de mis padres y hermano -El pais ha sufrido varias revueltas y casi todo el control del mismo lo lleva la mafia italiana...que seguramente estara conformada por una corte de asquerosos demonios.- me encogi de h ombros y suspire -No es un lugar seguro para vivir...no es lo que era. Es mejor que no vuelvas y te quedes con esos bellos recuerdos.- finalize guardando un breve silencio.
Tomé el resto del ramo de rosas blancas, aquel que iba a ser destinado para mi hermana y se lo ofrecí -Dale mas rosas a tu esposa, seguro que las agradece desde donde quiera que este- sonrei -Ya comprare otras- añadi mientras me incorporaba y estiraba mi cuerpo alzando los brazos. Daban pasadas las diez de la noche, aquel lugar tarde o temprano cerraria para los visitantes y yo no podia regresar a casa sin haberme mojado el gaznate. Mi hermanita Julia lo entenderia, me regañaria cuando regresara por que no habia llegado a la hora acordada, si es que no estaba durmiendo.
-Me ha entrado sed.... ¿Me acompañarias a por una bebida?...quiero decir....si no tienes nada mejor que hacer claro..-
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Re: Cerca del mar
Aquel pobre chico no había intuido en ningún momento mi verdadera naturaleza, lo que en realidad se escondía tras la apariencia de una persona normal. Puede que hace unos segundos me haya pasado un poco con aquellos movimientos y la broma algo pesada, pero no parece haberle molestado demasiado. Además así puede darse cuenta que esas...corazonadas sobre la gente no siempre tienen que ser verídicos. Las primeras impresiones de las personas no siempre es lo que luego es de verdad. Aunque también puede ser un don, esa cosa especial que poseen ciertas personas de todas las especies. Puede que lo posean por algo especial, por si fuesen importantes para algo. Con sus dones, pueden equilibrar la balanza a un lado u otro en este mundo en batallas constantes.
La verdad es que me gustaba escuchar lo que decía, su voz poseía un tono especial que hacía que no pudiese apartar mi vista de él, ni un solo segundo. Cuando comienza a hablar sobre aquella intuición que recibe de las personas, asiento con la cabeza demostrando interés.
- Ajá... comprendo. Aunque...no creo que sea buena idea hacer caso a las intuiciones. - me encojo de hombros, dando mi opinión. No la ha pedido, pero tampoco creo que pierda nada por escucharla. Y ahora venía la parte más interesante, lo que aquel chico había pensado de mi al primer vistazo. Que le había dicho aquel palpito sobre mi. Se rasca la cabeza y comienza a hablar. - Supongo que todo eso sigue igual en mi por la alimentación. Eso influye bastante en toda nuestra vida, ni siquiera mis poderes pueden alcanzar el grado máximo. - digo recordando como otros vampiros, hacían galas de sus poderes. Aquello era algo a lo que tuve que rechazar, pero no me sentía mal por haberlo hecho. Creo que mi manera de ser es mejor que la suya, aunque suene un tanto pedante decirlo. Sonrío ante su comentario sobre mi alimentación. - ¿Sabes qué? eres uno de los pocos que no han puesto cara de asco cuando he contado lo de mi alimentación. - añado sonriendo de forma amplia.
Con Vittorio no me costaba hablar, y si me pasaba, al momento se me olvidaba y una simple sonrisa salía en mi rostro como si nada. Creo que la conexión con nuestra amada patria es lo que ha creado todo esto. En mi corazón siempre hay una pequeña llama que quiere volver a Italia y poder ver todo aquello por última vez. Puede que esa llama se calme con las palabras de aquel chico, puede que sus recuerdos sirvan para hacer que los míos vuelvan a mi mente en forma de imágenes. Pero cuando veo el semblante de su cara, me arrepiento de preguntar todo aquello. Su cara no muestra felicidad de hablar de ella, más bien es todo lo contrario. Mi sonrisa queda borrada de mis labios, y niego con la cabeza. Aquello se veía venir, si todo el mundo está podrido, ¿porqué aquello no?
- Ya... hay muchos como tú aquí. Gente de todo el mundo que viene aquí buscando...algo mejor. - me río de forma amarga. - Luego llegan aquí, y se dan cuenta de que todo es la misma mierda. - digo de forma triste. - Aunque esperaba que Italia...estuviese mejor. Aunque nose porque. - asiento ante su consejo de no volver allí, y poder mantener bellos recuerdos. - No iré allí, pero espero que alguien le de su merecido a los que reinan en aquel lugar. Demonios o lo que sea. - aquel chico era una muy buena persona, creo que podría cogerle cariño y llegar a ser buenos colegas en algún momento. - Gracias por las rosas. - guiño un ojo, cogiendo el ramo que me ofrece Vittorio.
Me acerco el ramo de flores a mi nariz, para notar aquel embriagador aroma que le caracterizaba. Un aroma dulce y fresco, que me recordaba a mis primeros años de vida, cuando todo era campo y no había...contaminación y mierda por todos los lados. Aparto con delicadeza las flores de mi cara, y miro de forma divertida a Vittorio, la verdad es que no me esperaba aquella invitación. Pero tampoco creo que tenga que rechazarla, de hecho me apetece hacerlo. Me levanto de un salto, y coloco el ramo de flores en la tumba de mi esposa.
- Prometo que volveré. - susurro de forma que, creo, nadie me oye. Me giro sobre mi mismo, y estiro mi mano para ayudarle a que levante. - No tengo nada mejor que hacer. Además, seguro que mi hija se pone supercontenta de no tenerme en casa durante todo el día. - añado sonriendo de nuevo. - ¿A dónde vamos? - mis amigos no hacían más que dar el coñazo para que saliera de casa e hiciera una vida normal, pues ala hoy toca tomar una copa. Les haré caso por una vez.
La verdad es que me gustaba escuchar lo que decía, su voz poseía un tono especial que hacía que no pudiese apartar mi vista de él, ni un solo segundo. Cuando comienza a hablar sobre aquella intuición que recibe de las personas, asiento con la cabeza demostrando interés.
- Ajá... comprendo. Aunque...no creo que sea buena idea hacer caso a las intuiciones. - me encojo de hombros, dando mi opinión. No la ha pedido, pero tampoco creo que pierda nada por escucharla. Y ahora venía la parte más interesante, lo que aquel chico había pensado de mi al primer vistazo. Que le había dicho aquel palpito sobre mi. Se rasca la cabeza y comienza a hablar. - Supongo que todo eso sigue igual en mi por la alimentación. Eso influye bastante en toda nuestra vida, ni siquiera mis poderes pueden alcanzar el grado máximo. - digo recordando como otros vampiros, hacían galas de sus poderes. Aquello era algo a lo que tuve que rechazar, pero no me sentía mal por haberlo hecho. Creo que mi manera de ser es mejor que la suya, aunque suene un tanto pedante decirlo. Sonrío ante su comentario sobre mi alimentación. - ¿Sabes qué? eres uno de los pocos que no han puesto cara de asco cuando he contado lo de mi alimentación. - añado sonriendo de forma amplia.
Con Vittorio no me costaba hablar, y si me pasaba, al momento se me olvidaba y una simple sonrisa salía en mi rostro como si nada. Creo que la conexión con nuestra amada patria es lo que ha creado todo esto. En mi corazón siempre hay una pequeña llama que quiere volver a Italia y poder ver todo aquello por última vez. Puede que esa llama se calme con las palabras de aquel chico, puede que sus recuerdos sirvan para hacer que los míos vuelvan a mi mente en forma de imágenes. Pero cuando veo el semblante de su cara, me arrepiento de preguntar todo aquello. Su cara no muestra felicidad de hablar de ella, más bien es todo lo contrario. Mi sonrisa queda borrada de mis labios, y niego con la cabeza. Aquello se veía venir, si todo el mundo está podrido, ¿porqué aquello no?
- Ya... hay muchos como tú aquí. Gente de todo el mundo que viene aquí buscando...algo mejor. - me río de forma amarga. - Luego llegan aquí, y se dan cuenta de que todo es la misma mierda. - digo de forma triste. - Aunque esperaba que Italia...estuviese mejor. Aunque nose porque. - asiento ante su consejo de no volver allí, y poder mantener bellos recuerdos. - No iré allí, pero espero que alguien le de su merecido a los que reinan en aquel lugar. Demonios o lo que sea. - aquel chico era una muy buena persona, creo que podría cogerle cariño y llegar a ser buenos colegas en algún momento. - Gracias por las rosas. - guiño un ojo, cogiendo el ramo que me ofrece Vittorio.
Me acerco el ramo de flores a mi nariz, para notar aquel embriagador aroma que le caracterizaba. Un aroma dulce y fresco, que me recordaba a mis primeros años de vida, cuando todo era campo y no había...contaminación y mierda por todos los lados. Aparto con delicadeza las flores de mi cara, y miro de forma divertida a Vittorio, la verdad es que no me esperaba aquella invitación. Pero tampoco creo que tenga que rechazarla, de hecho me apetece hacerlo. Me levanto de un salto, y coloco el ramo de flores en la tumba de mi esposa.
- Prometo que volveré. - susurro de forma que, creo, nadie me oye. Me giro sobre mi mismo, y estiro mi mano para ayudarle a que levante. - No tengo nada mejor que hacer. Además, seguro que mi hija se pone supercontenta de no tenerme en casa durante todo el día. - añado sonriendo de nuevo. - ¿A dónde vamos? - mis amigos no hacían más que dar el coñazo para que saliera de casa e hiciera una vida normal, pues ala hoy toca tomar una copa. Les haré caso por una vez.
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Re: Cerca del mar
Gracias a las palabras que el vampiro y yo habiamos intercambiado, sabia que incluso entre ellos habia diversidad. No todos eran malos. ¿Por que se esforzaban en colocarse dicha etiqueta? Si lo observabamos desde el punto de vista ntaural, eran temidos por estar arriba en la cadena alimenticia, sobre nosotros. Pero todo vampiro, fue humano anteriormente y no todos perdian su humanidad. Habia conocido dos de ellos. Estaba teniendo mucha suerte.
Observé como dejaba el ramo de flores en la tumba de su amada, prometiendole que regresaria algun dia. Ese gesto me pareció muy tierno por su parte. No importaba si ellos nos podian ver o no, lo que importaba era regresar aqui, para poder reflexionar, meditar, añorar y descansar la mente en este tranquilo lugar. Y si...realmente nos veian...entonces sabrian que jamas los olvidariamos y que los extrañabamos. Confiaba en mi segundo palpito. Queria creer que mis padres me velaban desde arriba. Aunque no fueran mis autenticos padres.
Sujeté la mano de Markus y me levanté ayudado por la misma.
-Oh! Tienes una hija.- que curioso, lo primero que pense cuando la mencionó fue en que ella y Julia podrian ser muy buenas amigas. Claro que...igual su hija tenia ya 50 años y ya tenia una familia a sus espaldas.. -Hablame de ella...- animé con una sonrisa -si quieres claro- añadí y prepare el camino de vuelta a la ciudad, caminando por los verdes prados cercados por una lápida tras otra. Tanto el como yo, sabiamos que la familia era lo primero. Los italianos eran muy cariñosos, extremamente protectores y rencorosos si se metian con alguien de su sangre. Quizas Markus es con su hija, como yo con Julia, sobreprotector y posesivo.
-Vamos a un bar cerca de aqui, la musica no esta mal y ponen alcohol del bueno, nada de garrafon y mierdas quimicas- respondí mas tarde mirandolo al ladear el rostro. Enfundé las manos en los bolsillos del pantalon y solte un suspiro -La familia es lo mas importante...Incluso para mi, que fui adoptado por esas dos buenas personas que descansan en esas tumbas. Aunque no fueran mis padres biologicos los quise mucho y aunque Julia no es mi hermana biologica, es la unica familia que me queda...y la cuido con recelo. ¿Sabes? Soy el perro guardian que muerde cuando alguien se acerca a ella con intención de hacerle daño.- me rasqué la mejilla y reí imaginandome como un puto cerbero. Dios, algun dia tendria que soltarle la cuerda, dejar que saliera al mundo...pero me aterrorizaba que lo hiciera.
-Por motivo de mi profesion...soy bastante observador y preventivo...pienso que algun dia se cansara de mis prohibiciones y se marchara lejos.. ¿Pero que puedo hacer Markus? No soy tan fuerte como ella piensa, para protegerla de...todos esos seres..- comenté sonando quedo y apagado al final. Atrás habiamos dejado ya el cementerio y a lo lejos se veia al hombre que portaba las llaves que cerrarian las puertas. Llevaba un candíl y una pala al hombro, ligeramente encorvado, parecia que andaba cojeando. Justo como en una peli de miedo. Si, eso parecia.
Observé como dejaba el ramo de flores en la tumba de su amada, prometiendole que regresaria algun dia. Ese gesto me pareció muy tierno por su parte. No importaba si ellos nos podian ver o no, lo que importaba era regresar aqui, para poder reflexionar, meditar, añorar y descansar la mente en este tranquilo lugar. Y si...realmente nos veian...entonces sabrian que jamas los olvidariamos y que los extrañabamos. Confiaba en mi segundo palpito. Queria creer que mis padres me velaban desde arriba. Aunque no fueran mis autenticos padres.
Sujeté la mano de Markus y me levanté ayudado por la misma.
-Oh! Tienes una hija.- que curioso, lo primero que pense cuando la mencionó fue en que ella y Julia podrian ser muy buenas amigas. Claro que...igual su hija tenia ya 50 años y ya tenia una familia a sus espaldas.. -Hablame de ella...- animé con una sonrisa -si quieres claro- añadí y prepare el camino de vuelta a la ciudad, caminando por los verdes prados cercados por una lápida tras otra. Tanto el como yo, sabiamos que la familia era lo primero. Los italianos eran muy cariñosos, extremamente protectores y rencorosos si se metian con alguien de su sangre. Quizas Markus es con su hija, como yo con Julia, sobreprotector y posesivo.
-Vamos a un bar cerca de aqui, la musica no esta mal y ponen alcohol del bueno, nada de garrafon y mierdas quimicas- respondí mas tarde mirandolo al ladear el rostro. Enfundé las manos en los bolsillos del pantalon y solte un suspiro -La familia es lo mas importante...Incluso para mi, que fui adoptado por esas dos buenas personas que descansan en esas tumbas. Aunque no fueran mis padres biologicos los quise mucho y aunque Julia no es mi hermana biologica, es la unica familia que me queda...y la cuido con recelo. ¿Sabes? Soy el perro guardian que muerde cuando alguien se acerca a ella con intención de hacerle daño.- me rasqué la mejilla y reí imaginandome como un puto cerbero. Dios, algun dia tendria que soltarle la cuerda, dejar que saliera al mundo...pero me aterrorizaba que lo hiciera.
-Por motivo de mi profesion...soy bastante observador y preventivo...pienso que algun dia se cansara de mis prohibiciones y se marchara lejos.. ¿Pero que puedo hacer Markus? No soy tan fuerte como ella piensa, para protegerla de...todos esos seres..- comenté sonando quedo y apagado al final. Atrás habiamos dejado ya el cementerio y a lo lejos se veia al hombre que portaba las llaves que cerrarian las puertas. Llevaba un candíl y una pala al hombro, ligeramente encorvado, parecia que andaba cojeando. Justo como en una peli de miedo. Si, eso parecia.
V. Cassel- Cantidad de envíos : 264
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Re: Cerca del mar
La verdad es que nunca hubiese pensado que podría encontrar alguien con el que poder entablar una conversación amena y formal, en un puñetero cementerio. Y mucho menos que después de decir lo que soy, siguiese con ella de forma tranquila. No me importaría en absoluto, seguir esta conversación en cualquier otro lugar, lo que era obvio es que debíamos abandonar el cementerio. La noche estaba viniendo poco a poco, cubriendo la ciudad con un manto de negrura y oscuridad. Las luces del cementerio se encendieron con un leve click.
Íbamos saliendo, deshaciendo los pasos que antes habíamos hecho hasta llegar a nuestros respectivos seres queridos. Pasamos por los caminos, dejando a nuestros laterales hileras e hileras de lápidas. De entre ellas, llegaba a escuchar susurros casi inaudibles para el oído humano. Susurros que pedían venganza o ayuda, susurros de seres que dejaron el mundo tal y como todos lo conocemos hace tiempo, y ahora pasa la eternidad vagando por estos lares. Le miro a Vittorio, intentando sacar de mi cabeza esas voces y asiento con la cabeza, cuando me dice que si tengo una hija.
- Si...claro que quiero. Es lo único que me queda...- digo con una sonrisa amarga en mis labios. - Se llama Angélica, y tiene quince años. Es el vivo retrato de su madre. - digo señalando hacia atrás con la mano. Dando a entender que es la persona a la que he venido a visitar. - Es lo mejor que me ha pasado en la vida. - encojo mis hombros, sin dejar de andar por los caminos.
Aquel lugar se volvía un tanto siniestro cuando el sol decaía, además era sitio de reunión. Reuniones de seres que no buscaban buenas intenciones, por aquí siempre había demonios haciendo de las suyas. Brujas y hechiceros creando hechizos y buscando el máximo poder, vampiros buscando víctimas de las que poder alimentarse. Solo espero, que ninguno de estos seres nos salga al encuentro ahora mismo, no estoy de humor y con fuerzas para enfrentarme a ellos. Y menos, si tengo que proteger o defender a otra persona. Cruzaría los dedos, si sirviese de algo claro. Asiento ante sus palabras del bar a donde iba a llevarme. Por mi estaba bien, no conocía muchos sitios para salir por ahí.
- ¿Eres adoptado? - digo cerrando justo después mis ojos con fuerza, por haber hecho la pregunta. - Perdona, pero...soy demasiado curioso. Nunca...nose, ¿has intentando buscar a tus padres biológicos?. - pregunto sin dejar de mirar a un lado a otro, por si las moscas. - Y en cuanto a ellos...seguro que están orgullosos de haberte cuidado y de haberte tenido como hijo. - ladeo la cabeza. - Y tienes una hermana...¿cuántos años tiene? - digo rascando mi mentón, de forma curiosa. Eso es un rasgo que me delataba bastante, no podía dejar de preguntar ciertas cosas. Se podría considerarme un tanto cotilla. Además, sabía lo difícil que era cuidar a una adolescente tú solo.
Salimos de aquel lugar, justo cuando se acercaba un hombre que se encargaba de cerrar las puertas de aquel lugar. Por su aspecto, se diría que no era un hombre muy agradable, por lo menos a la vista. Saco un cigarro de mi pantalón, y lo enciendo mientras seguimos caminando hasta ese bar. Le ofrezco uno a Vittorio, aunque nose si fuma o no. Voy escuchando con atención, y sabiendo como debía de sentirse. Por su forma de hablar, está agotado por todo y algo triste por lo que pueda pasar en un futuro no muy lejano. Coloco una mano en su hombro, sin dejar de caminar.
- Tranquilo, seguro que no se larga de tu lado. Yo pienso lo mismo de Angélica, pero al final siempre viene a mi lado, aunque la cueste. - sonrío de forma triste. - No debes de preocuparte por eso, y si necesitas ayuda con Julia o con...el ataque de algo, me avisas ¿vale? Para eso estamos los colegas. - añado apretando su hombro. - Por cierto...¿en qué trabajas?
Off: siento la tardanza
Íbamos saliendo, deshaciendo los pasos que antes habíamos hecho hasta llegar a nuestros respectivos seres queridos. Pasamos por los caminos, dejando a nuestros laterales hileras e hileras de lápidas. De entre ellas, llegaba a escuchar susurros casi inaudibles para el oído humano. Susurros que pedían venganza o ayuda, susurros de seres que dejaron el mundo tal y como todos lo conocemos hace tiempo, y ahora pasa la eternidad vagando por estos lares. Le miro a Vittorio, intentando sacar de mi cabeza esas voces y asiento con la cabeza, cuando me dice que si tengo una hija.
- Si...claro que quiero. Es lo único que me queda...- digo con una sonrisa amarga en mis labios. - Se llama Angélica, y tiene quince años. Es el vivo retrato de su madre. - digo señalando hacia atrás con la mano. Dando a entender que es la persona a la que he venido a visitar. - Es lo mejor que me ha pasado en la vida. - encojo mis hombros, sin dejar de andar por los caminos.
Aquel lugar se volvía un tanto siniestro cuando el sol decaía, además era sitio de reunión. Reuniones de seres que no buscaban buenas intenciones, por aquí siempre había demonios haciendo de las suyas. Brujas y hechiceros creando hechizos y buscando el máximo poder, vampiros buscando víctimas de las que poder alimentarse. Solo espero, que ninguno de estos seres nos salga al encuentro ahora mismo, no estoy de humor y con fuerzas para enfrentarme a ellos. Y menos, si tengo que proteger o defender a otra persona. Cruzaría los dedos, si sirviese de algo claro. Asiento ante sus palabras del bar a donde iba a llevarme. Por mi estaba bien, no conocía muchos sitios para salir por ahí.
- ¿Eres adoptado? - digo cerrando justo después mis ojos con fuerza, por haber hecho la pregunta. - Perdona, pero...soy demasiado curioso. Nunca...nose, ¿has intentando buscar a tus padres biológicos?. - pregunto sin dejar de mirar a un lado a otro, por si las moscas. - Y en cuanto a ellos...seguro que están orgullosos de haberte cuidado y de haberte tenido como hijo. - ladeo la cabeza. - Y tienes una hermana...¿cuántos años tiene? - digo rascando mi mentón, de forma curiosa. Eso es un rasgo que me delataba bastante, no podía dejar de preguntar ciertas cosas. Se podría considerarme un tanto cotilla. Además, sabía lo difícil que era cuidar a una adolescente tú solo.
Salimos de aquel lugar, justo cuando se acercaba un hombre que se encargaba de cerrar las puertas de aquel lugar. Por su aspecto, se diría que no era un hombre muy agradable, por lo menos a la vista. Saco un cigarro de mi pantalón, y lo enciendo mientras seguimos caminando hasta ese bar. Le ofrezco uno a Vittorio, aunque nose si fuma o no. Voy escuchando con atención, y sabiendo como debía de sentirse. Por su forma de hablar, está agotado por todo y algo triste por lo que pueda pasar en un futuro no muy lejano. Coloco una mano en su hombro, sin dejar de caminar.
- Tranquilo, seguro que no se larga de tu lado. Yo pienso lo mismo de Angélica, pero al final siempre viene a mi lado, aunque la cueste. - sonrío de forma triste. - No debes de preocuparte por eso, y si necesitas ayuda con Julia o con...el ataque de algo, me avisas ¿vale? Para eso estamos los colegas. - añado apretando su hombro. - Por cierto...¿en qué trabajas?
Off: siento la tardanza
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Re: Cerca del mar
u: don´to worry ^^ be happy
Por algun motivo desconocidoy con gran descaro me quede mirando a ese hombre encorvado tanto que cuando paso a nuestro lado, gire el rostro para seguirle los pasos. Tenia algo...no se que era, algo desagradable...como una corriente oscura que lo seguia camuflada en su propia sombra. Desde que David habia estimulado mis sentidos extrasensoriales veia mas cosas raras de lo habitual. No me acostumbria nunca a eso.
-Que nombre mas bonito...Ángelica.- recuperé el hilo de la conversación a medida que regresaba la vista la frente. Habian muchas preguntas que le responderia posteriormente, en un ambiente menos...tétrico, ademas debia calibrar mis respuetas. Como habia dicho antes, era precavido...no daba muchos datos de mi hermana a nadie y mucho menos en un lugar tan expuesto como lo era la misma calle. Me detuve cuando Markus apretó fraternalmente el hombro, supe que me entenderia, puesto que él también tenia a alguien preciado a quien proteger.
-Dejé de fumar hace un tiempo- comente en vistas de que me ofrecia ese cigarro, al menos debia dejar alguno de esos vicios. -Soy detective....de homicidios.- entrecerré la mirada esperando la posible broma -Lo se...un policia en estos tiempos, es de locos. A veces pienso que debi haberme dedicado a ser bombero...ellos tambien salvan personas y solo tienen un enemigo: El fuego.- sonrei vagamente y baje la mirada -Gracias...pero no me sentiria comodo exponiendote a algun peligro, Ángelica también necesita a su padre.- añadí prosiguiendo el camino. Las palabras sonaban bien, pero quizas en la realidad terminase por llamarlo si estaba en algun lio. No era un idiota egocentrico, conocia mis limites y sabia que frente a cualquier amenaza sobrenatural, estaba jodido.
Mas allá, la segunda calle a la izquierda habia un lugar llamado "El Refugio" un nombre no tan irónico, pues estaba relativamente escondido y la clientela era menos agresiva que en cualquier bar de la calle centrica.
-Y aqui estamos...- abrí la puerta anodina de una fachada corriente descubriendo el interior de una taberna, en el amplio sentido de la palabra. Como si nos hubieramos movido hacia atras en el tiempo, la paredes de piedra, candelabros y quinqués en las paredes y mesas, barriles, mesas de rústica madera. Daba la impresion de que en cualquier momento saldria un enano de debajo de la barra.
Le sonreí a Markus y elegí una de aquellas mesas en donde nos sentariamos. Tenian muchas variedades tanto de whiskys como de cerverzas y la carta estaba elaborada con mucho detalle. Una vez hube tomado asiento decidí responder a sus preguntas, tomé aire y le ofrecí la carta para que echara antes un vistazo.
-No sabria por donde empezar Markus...veras, cuando investigo un caso tiendo a llegar a la raiz del asunto, los origenes del mismo y a centrarme en miles de detalles pequeños, apenas percebibles por otros...pero...hay algo que me impide buscar a mis padres. Se que podria encontrar información sobre ellos, que mi sangre podria revelar quienes fueron y que podria encontrarlos si aun viven...pero me siento bloqueado...no..no me siento capaz.- me rasqué la nuca de forma automatica y nerviosa. Ese bloqueo venia del miedo...miedo a conocer el por que me rechazaron y me abandonaron en aquel monasterio, miedo a saber que nunca me quisieron. Podia ser tan cabezon para tantas otras cosas...pero no para estas.
Por algun motivo desconocidoy con gran descaro me quede mirando a ese hombre encorvado tanto que cuando paso a nuestro lado, gire el rostro para seguirle los pasos. Tenia algo...no se que era, algo desagradable...como una corriente oscura que lo seguia camuflada en su propia sombra. Desde que David habia estimulado mis sentidos extrasensoriales veia mas cosas raras de lo habitual. No me acostumbria nunca a eso.
-Que nombre mas bonito...Ángelica.- recuperé el hilo de la conversación a medida que regresaba la vista la frente. Habian muchas preguntas que le responderia posteriormente, en un ambiente menos...tétrico, ademas debia calibrar mis respuetas. Como habia dicho antes, era precavido...no daba muchos datos de mi hermana a nadie y mucho menos en un lugar tan expuesto como lo era la misma calle. Me detuve cuando Markus apretó fraternalmente el hombro, supe que me entenderia, puesto que él también tenia a alguien preciado a quien proteger.
-Dejé de fumar hace un tiempo- comente en vistas de que me ofrecia ese cigarro, al menos debia dejar alguno de esos vicios. -Soy detective....de homicidios.- entrecerré la mirada esperando la posible broma -Lo se...un policia en estos tiempos, es de locos. A veces pienso que debi haberme dedicado a ser bombero...ellos tambien salvan personas y solo tienen un enemigo: El fuego.- sonrei vagamente y baje la mirada -Gracias...pero no me sentiria comodo exponiendote a algun peligro, Ángelica también necesita a su padre.- añadí prosiguiendo el camino. Las palabras sonaban bien, pero quizas en la realidad terminase por llamarlo si estaba en algun lio. No era un idiota egocentrico, conocia mis limites y sabia que frente a cualquier amenaza sobrenatural, estaba jodido.
Mas allá, la segunda calle a la izquierda habia un lugar llamado "El Refugio" un nombre no tan irónico, pues estaba relativamente escondido y la clientela era menos agresiva que en cualquier bar de la calle centrica.
-Y aqui estamos...- abrí la puerta anodina de una fachada corriente descubriendo el interior de una taberna, en el amplio sentido de la palabra. Como si nos hubieramos movido hacia atras en el tiempo, la paredes de piedra, candelabros y quinqués en las paredes y mesas, barriles, mesas de rústica madera. Daba la impresion de que en cualquier momento saldria un enano de debajo de la barra.
Le sonreí a Markus y elegí una de aquellas mesas en donde nos sentariamos. Tenian muchas variedades tanto de whiskys como de cerverzas y la carta estaba elaborada con mucho detalle. Una vez hube tomado asiento decidí responder a sus preguntas, tomé aire y le ofrecí la carta para que echara antes un vistazo.
-No sabria por donde empezar Markus...veras, cuando investigo un caso tiendo a llegar a la raiz del asunto, los origenes del mismo y a centrarme en miles de detalles pequeños, apenas percebibles por otros...pero...hay algo que me impide buscar a mis padres. Se que podria encontrar información sobre ellos, que mi sangre podria revelar quienes fueron y que podria encontrarlos si aun viven...pero me siento bloqueado...no..no me siento capaz.- me rasqué la nuca de forma automatica y nerviosa. Ese bloqueo venia del miedo...miedo a conocer el por que me rechazaron y me abandonaron en aquel monasterio, miedo a saber que nunca me quisieron. Podia ser tan cabezon para tantas otras cosas...pero no para estas.
V. Cassel- Cantidad de envíos : 264
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Re: Cerca del mar
Notaba como Vittorio, miraba de forma recelosa y algo curiosa, al individuo que portaba las llaves del cementerio. No había notado nada raro en él, aunque supongo que para trabajar en un sitio como este no debe ser un humano normal y corriente. Su raza no ha sido detectada por mi, por lo que puedo descartar que sea un demonio o alguna que otra cosa, pero es cierto que su aspecto te hace reflexionar de forma temerosa ante su presencia. Aunque sea un humano, puede que sea asesino o algo por el estilo, vamos que no es la típica persona que te inspire confianza cuando la ves.
Las calles estaban vacías, no se veía a nadie andando por aquellas aceras iluminadas por unas pocas farolas de las cuales la mayoría estaban rotas. Menos mal que la luna hacía bien su trabajo, dando algo más de claridad a las calles. Nuestros pasos resonaban mientras nos encaminamos hacia un bar para poder tomar algo y hablar con más tranquilidad. Creo que ambos tenemos cosas que contarnos, con ganas de poder soltar lo que llevamos dentro. Ambos hemos encontrado en el otro, una persona que está pasando más o menos por la misma situación. Sonrío de forma amplia, cuando escucho que el nombre de Ángelica en muy bonito. Aquel gesto amistoso y fraternal, sirvió para algo y espero que con nuestra conversación, consiga resolver alguna de sus problemas.
- Haces bien. Esto no es nada bueno, pero... - digo encogiendo mis hombros y soltando una bocanada de humo. - Que se le va a hacer. - añado poniendo una sonrisa de medio lado. Enarqué una ceja, cuando escucho su profesión. Policía de homicidios tal como andan los tiempos, no debe ser un buen trabajo. - ¡Vaya! Habrás tenido que ver....demasiadas cosas asquerosas. - digo poniendo una mueca de asco. - Creo que tu trabajo es más noble que el suyo. Siempre necesitamos al brazo de la ley ¿no? Si el mundo está hecho una mierda, imagina como estaría sin vosotros. - dije intentando reconfortar a aquel hombre. Podría haber bromeado, pero supongo que no es la mejor opción. Hago un aspaviento con la mano para quitarle importancia a la frase que acaba de decir. - Soy un vampiro, y si alguien quiere matarme que lo intente. - guiño un ojo, bromeando.
Tras girar en una calle, nos encontramos ante un edificio como los muchos que había por estas calles, intentando no llamar la atención. Al parecer aquel era el sitio donde íbamos. En cambio su interior, decía cosas distintas. Las paredes eran de piedra y todo estaba iluminado por candelabros, me transporto a un tiempo antiguo. Cuando vivía con mi familia cerca del castillo señorial. Suspire, mientras asentía con la cabeza.
- Bonito sitio. - digo siguiendo a mi compañero hasta una mesa que parecía que se resquebrajaría ante el menor peso. Aunque luego nunca sucedían estas cosas, eran más resistentes que las modernidades que se fabricaban ahora. O bueno... antes de que todo esto sucediese.
Sentados en la mesa, me quedo maravillado mirando el local. No faltaba ningún detalle, para hacerme recordar tiempos mejores en una Italia antigua, de la Edad Media. Había visitado cientos de lugares como este, en los que caballeros borrachos se peleaban con otros mientras el resto de asistentes disfrutaban con el espectáculo. Entre ellos, seres con capucha y capas, se escondían de la justicia e intentaban pasar desapercibido. Gracias a sitios como este, se conseguían trabajos truculentos y fuera de la ley, por una gran suma de dinero. Cogí la carta con una gran sonrisa, y me oculté tras ella, leyendo lo que allí ofrecían, aunque sin dejar de escuchar ni una palabra de lo que iba contando Vittorio.
- Te entiendo Vittorio, es difícil encontrarlos y más aún escuchar una explicación coherente de ellos. - digo dejando la carta sobre la mesa, habiendo elegido una cerveza negra. Hacía tiempo que no probaba una como esas. - Los padres a veces hacen cosas que no tienen lógica, por lo menos para nosotros. Aunque... luego lo piensas y ves que tienen razón. - digo con una sonrisa triste en los labios. - Por ejemplo, mis padres me encerraron en mis aposentos para no encontrarme con una bella mujer de la que estaba enamorado. ¿Sabes quién fue esa mujer? - pregunto dejando un espacio de silencio - La que me convirtió en lo que soy ahora. - susurro, para que el resto de clientes no me escuche. Levanto la mano para llamar la atención del tabernero.
Las calles estaban vacías, no se veía a nadie andando por aquellas aceras iluminadas por unas pocas farolas de las cuales la mayoría estaban rotas. Menos mal que la luna hacía bien su trabajo, dando algo más de claridad a las calles. Nuestros pasos resonaban mientras nos encaminamos hacia un bar para poder tomar algo y hablar con más tranquilidad. Creo que ambos tenemos cosas que contarnos, con ganas de poder soltar lo que llevamos dentro. Ambos hemos encontrado en el otro, una persona que está pasando más o menos por la misma situación. Sonrío de forma amplia, cuando escucho que el nombre de Ángelica en muy bonito. Aquel gesto amistoso y fraternal, sirvió para algo y espero que con nuestra conversación, consiga resolver alguna de sus problemas.
- Haces bien. Esto no es nada bueno, pero... - digo encogiendo mis hombros y soltando una bocanada de humo. - Que se le va a hacer. - añado poniendo una sonrisa de medio lado. Enarqué una ceja, cuando escucho su profesión. Policía de homicidios tal como andan los tiempos, no debe ser un buen trabajo. - ¡Vaya! Habrás tenido que ver....demasiadas cosas asquerosas. - digo poniendo una mueca de asco. - Creo que tu trabajo es más noble que el suyo. Siempre necesitamos al brazo de la ley ¿no? Si el mundo está hecho una mierda, imagina como estaría sin vosotros. - dije intentando reconfortar a aquel hombre. Podría haber bromeado, pero supongo que no es la mejor opción. Hago un aspaviento con la mano para quitarle importancia a la frase que acaba de decir. - Soy un vampiro, y si alguien quiere matarme que lo intente. - guiño un ojo, bromeando.
Tras girar en una calle, nos encontramos ante un edificio como los muchos que había por estas calles, intentando no llamar la atención. Al parecer aquel era el sitio donde íbamos. En cambio su interior, decía cosas distintas. Las paredes eran de piedra y todo estaba iluminado por candelabros, me transporto a un tiempo antiguo. Cuando vivía con mi familia cerca del castillo señorial. Suspire, mientras asentía con la cabeza.
- Bonito sitio. - digo siguiendo a mi compañero hasta una mesa que parecía que se resquebrajaría ante el menor peso. Aunque luego nunca sucedían estas cosas, eran más resistentes que las modernidades que se fabricaban ahora. O bueno... antes de que todo esto sucediese.
Sentados en la mesa, me quedo maravillado mirando el local. No faltaba ningún detalle, para hacerme recordar tiempos mejores en una Italia antigua, de la Edad Media. Había visitado cientos de lugares como este, en los que caballeros borrachos se peleaban con otros mientras el resto de asistentes disfrutaban con el espectáculo. Entre ellos, seres con capucha y capas, se escondían de la justicia e intentaban pasar desapercibido. Gracias a sitios como este, se conseguían trabajos truculentos y fuera de la ley, por una gran suma de dinero. Cogí la carta con una gran sonrisa, y me oculté tras ella, leyendo lo que allí ofrecían, aunque sin dejar de escuchar ni una palabra de lo que iba contando Vittorio.
- Te entiendo Vittorio, es difícil encontrarlos y más aún escuchar una explicación coherente de ellos. - digo dejando la carta sobre la mesa, habiendo elegido una cerveza negra. Hacía tiempo que no probaba una como esas. - Los padres a veces hacen cosas que no tienen lógica, por lo menos para nosotros. Aunque... luego lo piensas y ves que tienen razón. - digo con una sonrisa triste en los labios. - Por ejemplo, mis padres me encerraron en mis aposentos para no encontrarme con una bella mujer de la que estaba enamorado. ¿Sabes quién fue esa mujer? - pregunto dejando un espacio de silencio - La que me convirtió en lo que soy ahora. - susurro, para que el resto de clientes no me escuche. Levanto la mano para llamar la atención del tabernero.
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Re: Cerca del mar
Cada vez que hablaba sobre mi profesion me sentia vacio y triste. Distaba mucho de cuando era un niño y soñaba con impartir justicia, capturar a los malos y salvar a los inocentes...y ahora era un policia, un pequeño pez que nadaba en un mar de tiburones y cachalotes, corruptos y podridos.
-Se dice, no, se comprueba que los policias tienen una estrecha relacion con el alcohol...no en vano, lo necesitamos para olvidar toda la mierda que hemos visto.- explique con una sonrisa un tanto amarga y un leve encogimiento de hombros -Desgraciadamente Markus, nuestro papel ha sido tan ridiculizado que ya nada mas somos marionetas de los monstruos que mueven los hilos, por ello me estoy planteando establecerme por mi cuenta. Ellos no me protegeran si me meto en problemas por que no soy como ellos.- hice un aspaviento y dejé la carta sobre la mesa, ya habia decidido lo que tomaria. Me apetecia algo suave para comenzar, una muerte subita con sabor a frambuesa, si, una bebida de nenas, pero joder, estaba deliciosa. Viendo que Markus tambien habia decidido lo que iba a tomar, iba a alzar la mano para llamar la atencion del camarero pero se me habia adelantado.
-Cuando estamos enamorados somos imparables, nos cegamos y nos volvemos sordos hacia los consejos, a veces sabios de nuestros mayores- asenti sonriendo ligeramente -¿Te arrepientes de haber ido con ella?- pregunte con curiosidad, despues de todo un ser como el habrá vivido tanto que a veces se habria cuestionado su propia existencia. Lo habia hecho yo y solo llevaba unos cochinos veintipocos años existiendo.
-Yo estuve un tiempo enamorado, al principio todo era como un cuento, yo lo cuidaba a él por que él tendia a la depresion. Lo cierto es que nuestra historia seria propio argumento de una pelicula dramatica. Un joven que hacia la calle rescatado por un policia que sintio predileccion por el.- sonrei melancolico recordando aquellos dias de confusión e irasciblidad.
-A veces me arrepiento de haber tomado ese camino. La felicidad duró poco.- silencié mi boca cuando se acercó el chico a tomarnos el pedido, le pedi mi cerveza especial de nenas y espere a que Markus hiciera lo mismo. Mientras lo miraba. Me estaba siendo muy facil contarle todo a este hombre, como si confiase en el, de toda la vida. Me senti abrumado por ello de pronto. ¿Era normal esto? Mi primera norma de superviviencia consistia en no confiar en nadie.
-Se dice, no, se comprueba que los policias tienen una estrecha relacion con el alcohol...no en vano, lo necesitamos para olvidar toda la mierda que hemos visto.- explique con una sonrisa un tanto amarga y un leve encogimiento de hombros -Desgraciadamente Markus, nuestro papel ha sido tan ridiculizado que ya nada mas somos marionetas de los monstruos que mueven los hilos, por ello me estoy planteando establecerme por mi cuenta. Ellos no me protegeran si me meto en problemas por que no soy como ellos.- hice un aspaviento y dejé la carta sobre la mesa, ya habia decidido lo que tomaria. Me apetecia algo suave para comenzar, una muerte subita con sabor a frambuesa, si, una bebida de nenas, pero joder, estaba deliciosa. Viendo que Markus tambien habia decidido lo que iba a tomar, iba a alzar la mano para llamar la atencion del camarero pero se me habia adelantado.
-Cuando estamos enamorados somos imparables, nos cegamos y nos volvemos sordos hacia los consejos, a veces sabios de nuestros mayores- asenti sonriendo ligeramente -¿Te arrepientes de haber ido con ella?- pregunte con curiosidad, despues de todo un ser como el habrá vivido tanto que a veces se habria cuestionado su propia existencia. Lo habia hecho yo y solo llevaba unos cochinos veintipocos años existiendo.
-Yo estuve un tiempo enamorado, al principio todo era como un cuento, yo lo cuidaba a él por que él tendia a la depresion. Lo cierto es que nuestra historia seria propio argumento de una pelicula dramatica. Un joven que hacia la calle rescatado por un policia que sintio predileccion por el.- sonrei melancolico recordando aquellos dias de confusión e irasciblidad.
-A veces me arrepiento de haber tomado ese camino. La felicidad duró poco.- silencié mi boca cuando se acercó el chico a tomarnos el pedido, le pedi mi cerveza especial de nenas y espere a que Markus hiciera lo mismo. Mientras lo miraba. Me estaba siendo muy facil contarle todo a este hombre, como si confiase en el, de toda la vida. Me senti abrumado por ello de pronto. ¿Era normal esto? Mi primera norma de superviviencia consistia en no confiar en nadie.
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