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Mensaje por Invitado Jue Feb 16, 2012 4:45 am

La noche había comenzado intensa. Había luchado con algunos hombres de las hordas de Caim, el cual se estaba apropiando de la ciudad, mi ciudad, que lo hiciera con la de otro no me importaba. El mundo era cada vez más pequeño, despoblado y oscuro, para mí la oscuridad era alimento y en ella me movía. Los Ángeles era una ciudad hermosa y oscura, mi ciudad, la ciudad a la cual había terminado anclándome como barco varado. Venía de otro mundo, el viejo mundo, en España quedaba menos que nada.

La crisis económica que hundió al país en una crisis política, financiera, social y sanitaria no se aplacó, se endureció con la guerra. Parte del norte había sido arrasado y los frondosos bosques gallegos mutilados, incluso aún hoy era una selva de carbón. El centro de las dos castillas estaba tan árido y desértico como siempre lo fue. Andalucía, cuna de la cultura y la belleza, se mantenía en pie a duras penas y parecía que el Hércules de su bandera se había vuelto más fiero.

Toda Europa tenía lugares como España. Londres sin embargo, aunque ciertamente estaba algo reconstruida, aún estaba hecha añicos. Recordaba a los aristócratas que caminaban elegántemente por las calles sintiéndose orgullosos de su reina, así como de sus tazas de té impecable y sus elegantes trajes hechos con la mejor tela que había en todo Reino Unido. Sin embargo, ahora tendrían que correr como locos por las calles buscando algún bar que no estuviera infectado por hordas demoníacas tan poderosas como las de Caim, Belial o cualquiera de los más de setenta demonios.

El “Nuevo Mundo” era la salvación para muchos. Yo estaba en él desde poco antes del 2012. Era peor que un animal salvaje, mataba por diversión y aniquilaba el mundo a mi paso. Pero había terminado más calmado después de la guerra. Tanta sangre, tanta muerte, tanta destrucción y sobre todo tanta ira descontrolada dieron una nueva visión a mi dolor. Había sufrido desde niño hasta adolescente, pero ahora tenía que disfrutar al ser un vampiro y tal mortal como el resto.

Desde mi cambio de cuerpo, algo más crecido gracias al poder de Daichi, y las caricias sosegadas de Killian, mi consorte, había regresado al instinto depredador. Aunque no era tóxico con todo el mundo, sólo con ciertos elementos como las hordas de demonios que me perseguían. Ellos querían “marcha” y yo quería darles “marcha para el cuerpo”.

Mi voz sonaba por los callejones atraiéndolos como ratas al río, el río de su propia sangre, pero esos malditos idiotas temían encararse conmigo una vez más. Había matado a tres demonios en las calles aledañas a mi sede central, allí donde estaban algunos lycan curándose de las heridas de las noches pasadas. Mi ángel guardián, el de la finca, era un ángel caído que estaba enamorado de una de las hechiceras que cuidaban con cierta soltura a los lobos que poseía mi ejercito.

-¿Dónde estáis? ¿Habéis ido con vuestro papaito?-murmuré acariciando mi espada desenvainada.-¡Salid demonios! ¡Hijos de puta! ¡Qué alguien me alegre la noche! ¡Quiero llevarme cabelleras de recuerdo a mi hogar!

Recordé que el “hombre blanco” había enseñado a los “crueles pueblos” nativos americanos el matar de esa forma. Cuantas más cabelleras de enemigos conseguían ellos les daban un precio, un dinero, pero no fueron capaces de ver que finalmente todos los pueblos nativos se unirían en contra de los “hombres blancos” o más bien bastardos.

Una canción surgió como si fuera de debajo del asfalto, una negra capa que cubría todo. No sentía cerca a mis hombres, ni siquiera al temeroso de Faolan. Estaba solo, pero aún así podía percibir una presencia extraña. Si cantaba era para que surgiera de donde fuera y se presentara.

Canción: https://www.youtube.com/watch?v=LUkwoSC5up4
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Mensaje por David Talbot Sáb Feb 18, 2012 10:35 am

David, en otros tiempos fue cazador, aventurero, convocante de espíritus, amante de hombre y mujeres, todo las decisiones tomadas a lo largo de su vida con más o menos acierto lo llevaron a ocupar el sillón de director supremo de la orden de la Talamasca. Se decía que el poder corrompía pero David estaba hecho de esa fibra con las que pocos hombres están construídos, era incorruptible, su palabras, sus principios estaban por encima de cualquier ambición, incluso la del Don oscuro. Lestat lo tuvo que convertir a la fuerza, pero mientras Louis, estuvo varios siglos lloriquendo, David se adaptó rápidamente a su nuevo cuerpo, a su nuevo estatus y probó de las mieles que le ofrecía la inmortalidad.

2012 cambió todo, ya no podría continuar siendo un mero observador, el nuevo mundo tenía nuevas normas y él estaba dispuesto a jugar en aquel juego. Se volvió a unir a la Talamasca y aunque era otra vez un integrante de la misma, seguía sus propias leyes, la orden lo consentía, no contaba con demasiados vampiros en sus filas y permitían que David hiciera las cosas "a su manera", a cambio tenían un agente dispuesto a ir donde los ángeles temían que arrancaran sus alas. Y allí estaba, David había venido por el cuarto libro sobre demonología, sabía que aquel territorio era un feroz campo de batalla y la Talamasca no tenía acuerdo alguno con ninguno de los líderes que disputaban en aquella ciudad sus privilegios, por tanto era un intruso y una presa. Había encontrado el cuarto libro, lo tenía en su posesión un licántropo, no sabía ni lo que era porque simplemente no lo podía leer, estaba escrito en el lenguaje de los demonios y se tardaba años en dominarlo, David intentó pactar con él, prefería la buena educación a la fuerza, pero aquel estúpido se empeñó en insultarlo e intentar robarle, pensando que era un pequeño vampiro sibarita, una rata anacrónica de la vieja nobleza, no le pareció tan gracioso cuando David le partió el cuello con las manos desnudas, escuchando como crujían las vértebras bajo su presión, más tarde supo que era un lacayo de Amaury.

Y allí estaba huyendo, saltando entre las azoteas, seguido por aquellos que apenas podían mantener su ritmo, no era amigo de huir, prefería quedarse y hablar, solucionar el malentendido pero si había que luchar, lo haría y ha muerte. Era un caballero pero en la guerra todo vale y no dejaría que una pandilla de perros adoradores d ela una, vampiros neófitos apenas destetados, creyeran que pudieran aplastarlo. Volvió a saltar entre dos rascacielos derruídos, vestía de negro, un pantalón militar, un abrigo con capucha, una camiseta, botas militares y en su cadera, sus dos revólveres de hierro, nácar y plata, saldría de aquella ciudad antes de que el sol asomara en el horizonte.

Y lo sintió, el poder, el aroma que prendió el mismo aire como si fuera fuego, calentado los atómos, infiiltrando su piel dura como el marmol, entrando por sus labios entreabriertos, tentando su paladar y sus dorados ojos brillaron casi voracidad. Aquella presencia...no era como la de las demás, no era tan insulsa, latía como un carazón salvaje en la noche, llamando, desafiando junto con aquella profunda voz que retumbaba, no en sus oídos sino en su misma mente. Giró en pleno aire, se dejó caer desde quiniento metros de altura y aterrizón en el asfalto, este se quebró en torno a el, una rodilla en el suelo y despacio fue alzando sus ojos orbes de oro fundido, clavándolos en el otro vampiro.

-Quizás podríamos resolver todo esto tan solo con palabras-su acento británico hizo que sus palabras sonaran formales, casi altivas. Dudaba que en aquella ciudad supieran lo que era el debate, menos una conversación educada.
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Mensaje por Invitado Sáb Feb 18, 2012 12:42 pm

En aquellos días, o más bien últimas horas, no sólo había tenido que lidiar con los regalos que me dejaban a las puertas de mi territorio, varios de mis hombres masacrados por las hordas de Caim, sino también la muerte de uno de los cachorros que poseía entre mis filas. Aquello fue terrible, puesto que el primero en encontrar su cuerpo destrozado fue su padre y lo llevó sollozando, entre grandes alaridos y muestras de dolor, hasta la puerta de nuestro hospital de campaña.

Era un muchacho intranquilo, pero callado, siempre buscaba el riesgo, siempre, y su padre jamás permitió que participara en las batidas. Debí de presentirlo, sobre todo cuando se coló en la biblioteca de nuestro supuesto líder. Estuvo preguntando por varios libros de demonología que poseía, yo simplemente intenté hacerle comprender que no era quién para luchar contra los demonios, menos un lycan que no poseía ni cincuenta años.

-Podría estudiar tus libros.-dijo.-Me gustaría ser como el líder, aunque sea un vampiro.-comentó clavando sus orbes azules en mí, como si intentara encantarme con su sonrisa y sus palabras de halago hacia un hombre que desconocía, a pesar de tenerlo frente a él.-Quiero luchar contra los demonios, necesito hacerlo.

-No.-fue mi rápida respuesta, como una exhalación.

-¡¿Por qué?!-gritó golpeando la mesa donde yo leía con cuidado uno de aquellos viejos libros.-¡Dime! ¡Tú no eres el líder! ¡No eres más que un chupatintas! ¡Eres un administrativo! ¡Un vampiro cobarde que se folla a su amante en cualquier rincón!-aquello provocó que lo abofeteara y lo empujara contra una de las estanterías.

Peleamos, lo hicimos porque al ser joven era demasiado testarudo, aunque yo lo era aún más. Me había hecho destrozar justo la estantería donde estaban mis viejas novelas. Había sido escritor de éxito, no sólo un drogadicto que cantaba en los escenarios esperando que alguna fan me alegrara la noche. Había estado escribiendo varios años en la soledad grotesca de mi habitación, para después publicarlo con un seudónimo bastante peculiar “Ángel Metálico”. No había terminado como un ángel, sino como demonio nocturno que bebía de seres crueles y violentos, igual que yo, aunque mis acciones cada vez menguaban más hacia un rumbo distinto, la libertad e igualdad de todas las razas.

Dejé aquel libro, el cual leía con avidez intentando encontrar nuevos fragmentos sobre Caim, cuando escuché la alarma. Habían atacado a varios de mis lycan. Cuidaba de aquellos hombres como si fueran de mi familia, era un hombre entregado a mis guerreros. Atsushi Sakura hacía la ronda cuando se encontró con aquellos demonios, varios de mis lycan aparecieron como escolta colaborando con el poderoso vampiro que me acompañaba. Mi pareja se encontraba inquieto cuando aquello pasó, como si lo presintiera. Él me robó el libro y corrió pos las calles con él en sus manos. Ni siquiera sabía leer aquel intrincado idioma. Horas más tarde, cuando la batalla había finalizado, él apareció muerto y sin mi libro. No me percaté del robo hasta entrar en mi biblioteca para seguir leyendo algunas líneas buscando la solución a nuestros problemas, pero no lo hallé sobre la mesa.

Desde ese momento recorría las calles destrozando a todos los demonios que iban a mi encuentro. Estaba bañado en sangre, como he dicho, mientras gemía de dolor. Era mi culpa, le habían asaltado por aquel libro, eso pensaba, y tenía que hallar al que había sustraído mi libro de sus muertas garras.

Me comentaron sobre un vampiro nuevo en la zona, uno que no habían visto jamás siquiera en la ciudad, y según contaban olía a él. Mi lycan olía a su estúpido perfume de una marca inglesa. Cuando encontré al individuo en aquella calle, hablándome de esa forma, lo supe. Inglés y rogando conversación ¿tenía que obtener más pistas?

Alcé mi espada señalándolo desafiante con la punta de la hoja. Un rugido parecido a un aullido surgió de mi garganta, mis ojos parecieron llenarse de ira a parte de las muestras de dolor por mi compañero. En mi organización todos éramos iguales, valíamos lo mismo. Aquel cachorro había muerto en sus manos, tenía esa corazonada, y él moriría en las mías.

-¿Cómo te atreves a pedir diálogo cuando has matado a quien a penas era un niño?-pregunté con la voz ronca.-¿Cómo te atreves? ¡¿Cómo?!-exclamé aproximándome sin importarme sus pistolas.-¿Cómo te atreves a robarme? ¡Le has arrancado mi libro de sus manos muertas!-grité aún más furioso.-¿Pides diálogo? Tal vez de donde vengas las cosas se hacen así, pero de donde yo vengo se paga con sangre y sufrimiento cada lágrima que se ha derramado por mi protegido.

Había cambiado durante doscientos años. De ser un asesino sin piedad a regresar al chico noble con aquellos que me demostraban ser decentes, fieles y sobre todo grandes guerreros. El muchacho tenía un futuro prometedor, en unas cuantas décadas hubiera sido el líder de su manada. Me acordé de Aquiles en aquel momento, cuando Patroclo moría a manos de Héctor. Si bien, quien había venido hasta las tierras de otro robando un libro era él y no yo.

-Deja tus pistolas, aquí se pelea como en la antigua Grecia o en las cruzadas. Se usan espadas, no balas.-le miré serio con un tono de voz desafiante.-Los duelos en tu tierra son así ¿no? Maldito inglés.
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Mensaje por David Talbot Sáb Feb 18, 2012 10:35 pm

David se fue poniendo en pie, recto, el aire de la noche corrió por la gran avenida, aullando como los mismos lycan que se acercaban a su espalda,levantando las largas solapas de su abrigo como si fuera un par de alas. Pero David no era un ángel aunque llevara el nombre de uno, el tiempo de éstos ya había pasado hace mucho, era el tiempo de criaturas como ellos, salidos de la oscuridad pero estableciendo sus propias leyes, lejos de la mano de Dios y sin necesidad de rogar nada, los milagros se tendrían que obrar por las manos de uno mismo. La capucha cayóhacia atrás, revelando su rostro, aquel rostro que ahora era suyo, masculino, hermoso con aquella patina sobrenatural que cubría su morena piel pero su propia personalidad le otargaban un aire más serio y sus ojos eran de anciano, David ya era viejo cuando fue convertido.

Posó sus ojos dorados en el otro vampiro, siempre era como enfrentarse a una caja de Pandora, uno no sabía que era capaz de hacer el otro hasta que comenzaba la lucha, bien era cierto que los neófitos tenían el aura de recién nacido y desprendían fragilidad, cosa que no hacía el inmortal que orgulloso se erguía delante de él pero tampoco era uno de los ancianos, no percibía era cualidad de poder aplastante que por ejemplo rodeaba a Marius. Ladeó el rostro, estaba siendo rodeado, ojos amarillos y rojos brillaban entre las ruinas, lycans enfurecidos por la muerte de aquel cachorro a sus manos pero se contenían por la presencia de su líder, el jefe de la manada era quien debía asestar el primer golpe.

Lamentaba haberle dado muerte, no creyó que fuera tan débil, un lycan de más años es capaz de regenerar la vértebras quebradas y para darle muerte hay que arrancarles la cabeza, ni siquiera bebió de él pero el libro era más importante, era el cuarto volumen, de por si era poderoso pero solo era una pieza más del rompecabezas que David estaba empeñado en armar y aunque algunos inocentes resultar masacrados por sus manos no se detendría, entraría en guerra contra el mundo entero si fuera necesario. Ya estaba manchado, era un pecador, sabía que parte de su ser se desgarraría por sus acciones pero si con ello lograba asestar una puñalada mortal en el mismo corazón del Infierno se daría por satisfecho.

Así que todo tendría que ser solucionado mediante la fuerza otra vez y aquel vampiro apelaba a su sentido de la cabellerosidad inglesa, David casi rió pero en cambio una sonrisa afilada se dibujó en sus labios, no había humor en ella, se limitaba a mostrar sus blancos dientes-Grecia, las Cruzadas, todo eso pertenece al pasado de un mundo que dejó se existir hace dos siglos-aunque él mismo hubiera rescatado todo lo posible de museos abandonados, perseguido a ladrones hasta volver a recuperar piezas importante que ahora. Pero Londrés se podría hundir en las aguas del mar en una noche pero él seguiría siendo "un maldito inglés" como lo llamaba aquel vampiro-Pero es cierto que allí hacemos la cosas de una forma más civilizada y si quieres un duelo, rey de los bajos fondos, será sin armas, con las manos desnudas, ¿aceptas, yanki?-se llevó las manos a sus caderas, fue desabrochando despacio el cinturó y alzó las armas que destellaron, los lycan aullaron, el desafío estaba siendo aceptado. Las depositó en el suelo.

David sentía el rumor de su sangre, latiendo en sus sientes, sus pupilas se comenzaba a contraer, casi desapareciendo en aquellos mares de oro que eran sus orbes. Luego metió su mano bajo el abrigo y extrajo el libro, las tapas de cuero eran rojo oscuro, la sangre de otros ya habían manchado aquel volumen, sus páginas estaban llenas de perversidad y sangre inocente siempre se derramaría sobre él.

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Mensaje por Invitado Dom Feb 19, 2012 4:43 am

Se presentó ante mí como un ángel compadeciente, sus ojos parecían burlarse de la desdicha y sus acciones demostraban que no devolvería siquiera el libro. Nada más hablar comenzó a cometer errores, el primero pedir que lo hiciéramos con las manos desnudas, segundo pensar que mi territorio era únicamente el de los suburbios y el tercero llamarme yanki. No tuve otra opción que reír de aquella forma metálica que parecía desgarrar al mundo desde los mismos infiernos, más allá de nuestros pies. Los lobos aullaban en la lejanía mientras la luna de plata se alzaba entre las brumas grisáceas. Hoy habría varios funerales, no sólo el de mi joven pupilo.

-Ni siquiera sabes distinguir orígenes, pardillo.-comenté bajando mi espada para apoyarla en el suelo y dejar mis muñecas sobre el mango.-¿Pretendes hundirme como la armada invencible? ¿También allí lo hicisteis con las manos desnudas?-dije clavando mis ojos en él.-Hijo de fenicios, celtiberos e iberos, suevos, vascones, bizantinos, romanos, árabes, judíos y todo aquel que besó las tierras de Cádiz o profundizó por el centro del Reino de España. Por supuesto sin olvidar la sangre gitana, ella siempre estará pegada a mí.-volví a reír de forma estridente con mis enormes dientes mostrados ante él.-Además, no soy un simple vampiro.

Aún apoyado en mi espada dejé que se liberara todo mi poder, el mismo que ocultaba por seguridad. Nadie que me había visto había sobrevivido. Era el gran Dios Oscuro, pero siempre ocultaba esos pensamientos hacia mis víctimas. Mis ojos tornaron un color más oscuro, contemplando los suyos dorados y su rostro de rasgos más orientales que occidentales. Mis cabellos se movían con rabia, la misma que intentaba contener para no cegarme. Bajo mis pies los guijarros comenzaron a temblar, rompiéndose las baldosas del suelo y abriéndose tremendas grietas en aquel suelo de lava fría que era el asfalto.

-Un vampiro contra un krusnik que ha bebido incluso de demonios, ángeles e hijos del milenio. Interesante, no pretendo ser soberbio ni egocéntrico... pero nadie mata a alguien de los míos y se va tan tranquilo. Además, eres un sucio ladrón.-ese libro era mío, lo devolvería a mi estantería y limpiaría el honor de aquel cachorro.-Ni siquiera sabes la lengua de los demonios, lo doy por hecho. ¿De qué te sirve ambicionar algo que no te servirá para otra cosa que para morir?-murmuré riendo bajo.-No sabía que había vampiros más estúpidos que el viejo Lestat, felicidades le ganas. Tendré que contarle a sus nietos que encontré otro más bobo y me lo cené.

Un joven vampiro vino por las calles buscándome, quería darme los informes de las bajas que tendríamos durante algunos días. Sus torpes piernas aún fallaban tras varias noches de conversión. Se presentó frente a nosotros y al contemplarme tembló. Su corazón bombeaba como si aún estuviera vivo y su frente tenía cierto sudor sanguinolento que parecía haber tenido una corona de espinas. Sus cabellos dorados caían como cascadas sobre sus hombros y aquellos ojos azules me miraban temeroso.

-No quiero ahora los informes.-comenté antes de notar que se había quedado paralizado.-Te quedarás aquí para recoger todas nuestras armas, al parecer mi contendiente quiere que lo haga con mis propias manos.

-Sí, sí Amaury.-balbuceó antes de girarse hacia mi oponente extendiendo sus frágiles manos, esperaba que él diera sus armas para tomar mi espada.

-Déjele las armas a Romeo, supongo que si sobrevive se las devolverá. No es un ladrón, es sólo un muchacho como el que usted, maldito inglés, mató.-sonreí de forma cruel.-No me fío del suelo, ya sabe cualquiera puede recogerlas.-miré al muchacho con cierta protección, como las que hacían los viejos guerreros a los jóvenes en las viejas batallas.-Cógelas del suelo tú mismo, sin miedo.

El chico caminó unos pasos y tomó las armas, para luego caminar hacia mí temblando. Sus ojos estaban llenos de lágrimas porque sentía pavor, no sabía que se desarrollaría ante mi presencia. Ofrecí mi espada mientras temblaba.

-Cuídala.-murmuré.-Si acabo mal dile al rubio que lo siento.-susurré inclinándome.-No llores jamás frente a un enemigo, eso te hace parecer cobarde y débil. Eres un Thorns, no un cualquiera.-mis murmullos se podían escuchar en el aire dándole cierto valor.

Cuando se apartó mostré mi cuerpo desnudo de armas, ni siquiera había tomado mis pistolas. Iría rápido y directo como una flecha lanzada por Robin Hood, aunque sería de dirigente a ladrón. Los mayores ladrones en esta época convulsa eran y son los Talamasca. Intentan recoger secretos y anotarlos con tesón. Sabía que de mí había informaciones, pero con otro rostro y cuerpo. A parte, no sabían que era el líder de los Thorns, pues los Thorns tenían sólo a los generales visibles y no al "rey" de todos ellos.

Alcé la vista hacia la luna, en esos momentos imponente, sus rayos incidían sobre la maltrecha ciudad y sus edificios desquebrajados. Mis labios se movieron tarareando bajo "Hijo de la Luna". Me recordaba un poco a mí, mis padres jamás me quisieron e incluso me intentaron matar... pero yo fui más rápido y acabé con ellos antes de verme en el ataúd. La luna, la noche misma, me envolvió como si fuera su hijo dándome el poder de la sangre.

Esperaba que él diera el primer golpe, concentrando mi mente en trivialidades, no le daría la oportunidad de saber que era el líder de aquella organización que había deshonrrado. Seguía tarareando mirándole ahora a él, evitando cualquier pensamiento lógico en mi cerebro. No cerraba mi mente, pero tampoco se la regalaba. De ese modo no podría saber qué pensaba realmente o qué tenía pensado hacer, todo sería sorpresivo si intentaba leer mis pensamientos.

Podía acabar todo seduciendo a su instinto con mi voz, influyendo en él con el canto, pero sólo templaba los nervios. La lucha tendría lugar. Killian sufriría si acababa maltrecho porque mi oponente parecía capaz de dañarme, pero no podía dejar que esa muerte quedara impune.

https://www.youtube.com/watch?v=vBDaBWsgJaU
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Mensaje por David Talbot Lun Feb 20, 2012 2:49 am

David en realidad no escuchó gran parte de su discurso, mientras Amaury hablaba y hablaba, él ya había sondeado las mentes de los Lycans, continuaban teniendo mucho de lobos, eran en gran parte puro instinto y le decían muchas cosas, para comenzar actuaban como una manada, tenían los rangos claramente definidos y el hecho que estuvieran contenidos, esperando una señal de aquel hombre erguido frente a él, le decía; primero que era muy poderoso y segundo que era el macho alfa para los licántropos, solo podía haber un lider en un territorio y tenía que suponer que aquel vampiro estaba por encima de todos ellos...ah sí líder de líder. Era demasiado evidente en la forma de dar las órdenes y como lograba dominar a todos. Incluso poseyó a uno de los lycans sin que apenas se diera cuenta, sondeando a través de sus ojos, viendo las posibles salidas, si aquello salía mal aunque venciera, se le echarían encima no había demasiado honor allí, se mataba y se moría, presa y cazador, el eterno ciclo.

Volvió de nuevo sus orbes dorados hacia él, observándolo, así que era un inmigrante, extranjero y extraño,he viajado,desde el mar hasta el desierto como rezaba aquel poema, aquella canción. Un hispano, cierto con varias herencias culturales, los españoles y los ingleses jamás estuvieron en buenos términos, él también tenía varias herencias culturales pero al final era David, un individuo, sus principios y valores lo definían. Era David y lo seguiría siendo durante mucho tiempo, no sería allí donde caería, no aquella noche, aun no estaba escrito, no había visto a la muerte en sus sueños.

Rodó levemente los ojos hacia el joven vampiro que se acercó a tomar sus armas, eran armas artesanales, él mismo busco al hombre que las forjó, dándole unos planos de Leonardo Da Vinci con algunas modificaciones de su propia cosecha, eran muy valiosas y aquel chico las tomó como si fueran pescado, sin el menor respeto por lo que tenía entre sus dedos, lo sondeó, cogiendo su señal mental, débil ante él, si luego quería recuperarlas tendría que buscar al tal Romeo. Era curioso, aquello era una de las cosas que había decidido no hacer, convertir a alguien, creía que aquel mundo pertenecía a los humanos, los vampiros eran seres que con los siglos se volvían anacrónicos, indiferentes, no hacía ningún favor creando uno.

David ya tenía poderes antes de ser vampiro, poderes mentales que el don oscuro amplió y ahora levantaba sus propias barreras mentales, un muro de hielo. Sus ojos dorados, herencia de nacimiendo en la oscuridad, resplandecían y el nimbo de sus cabellos castaños se agitaban con la brisa, crujió el cuello, moviéndolo de un lado a otro, las vértebras resonaron, la columna vertebral ondulo bajo la piel de espalda como una serptiente, los músculos se comenzaron a inflar y las venas subían a la superficie, concentraba el poder dentro de él, evitando que se malgastara en una proyección externa, simple ley física aplicada al metabolismo vampírico.

-¿Ya te has cansado de gastar saliva, señor?-las amenezas y los insultos le resbalaban completamente, eran solo un despilfarro de aliento que se llevaba el viento de la noche pero formaban parte del protocolo de un desafío. Por supuesto, él no tenía que decir nada, ni que sabía ni que no, sus conocimientos y saber eran cosa suya pero si aquel vampiro le divertía jugar a los secretos y las adivinanzas, no lo sacaría de su error.

Escuchó como le decía aquellas palabras al neófito, él no tenía nada que decir a nadie, estaba solo, nadie lo esperaba en casa, nadie lamentaría si caía aquella noche ni siquiera el mismo Lestat como estaba ocupado con Louis y su familia, jamás se preocupó en buscarlo a pesar de crearlo, era el juguetero que se cansaba rápido de sus juguetes pero no le guardaba rencor, le dio aquella existencia. David estaba solo, completamente solo, se tenía a él, tenía mucho por lo que luchar, lo haría, seguiría en pie. Él había visto al tigre en la jungla oscura cuando aquel vampiro ni siquiera era un proyecto en el vientre de su madre mortal. Vio la murte en sus orbes naranjas y no huyó, alzó el arma y disparó. Lucharía.

De repente su cuerpo se pareció inflar y desapareció, en realidad se movió a aquella velocidad antinatural solo dejando una estela de polvo, una enorme grieta se formó en la carretera, abriéndola por la mitad. La mano de David agarró su propio abrigo, arracándolo de su cuerpo, lo tiró al rostro de Amaury, envolviendo toda su cabeza, los músculos ondularon, la energía fluyó, aquella energía sobrenatural de la cual era él su recipiente, Lestat le había dado mucha de su sangre cuando lo creó, sangre muy poderosa y vieja, la misma que corría por sus venas. La pierna derecha se apantuló en el asfalto con un crujido del mismo y la izquierda se movió, la cadera rotó continuando el giro iniciado desde el torso, David había estado en Brasil,sabía de capoeira. El pie izquierdo impacto demoledoramente en la rodilla derecha de Amaury, torciéndola. David se echó hacia atrás apoyando las manos en el asfato, giró las dos piernas y sus manos se movieron en su suelo su cuerpo rotó y pateó su cuara con los dos pies mientras continaba el giro hacia atrás para volver a su posición inicial.


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Mensaje por Invitado Lun Feb 20, 2012 4:44 am

Spoiler:

Su ataque no se hizo esperar, lo hizo mientras aparentaba no estar concentrado pero lo estaba. Yo no era un vampiro común, tenía más fuerza y velocidad que cualquier otro. Desde pequeño había tenido contacto con una parte de mí que me provocaba terror, a veces me preguntaba si por ello mi padre me golpeaba tan duramente. Podía sentir espíritus, incluso podía verlos, sin embargo no era algo relevante para mi. Creo que todo aquel que tiene cinco minutos de soledad puede llegar a percibir bastantes cosas si se concentra. La concentración para mí partía de tararear aquellas canciones que dejaban mi mente echa un caos para unos, pero para mí era limpia como las manos de un niño.

Romeo quedó parado contemplándonos, sus cabellos se movían con la leve brisa de aquellas calles. Era el hijo de un vampiro que había sido creado el día de su nacimiento, el mismo en el cual su madre murió. Esperó que pasaran los años, que él creciera, para darle vida. Lo veía como un Pinocho que apenas empezaba a jugar en la noche.

Mientras aquel joven vampiro nos contemplaba, David tiró a mi rostro su abrigo. Un gesto cobarde, estúpido y que no me causó pánico. ¿Cómo podía ser alguien tan patético? ¿Así pretendía ayudarse? Aunque no podía verlo por fracciones de segundo sí pude escucharlo a la perfección. Primero fue a mi rodilla, la cual rotó y se fracturó. El segundo golpe fue en el rostro, eché mi cuerpo hacia atrás causándome tan sólo el dolor de una bofetada. Antes que propinara ese segundo ataque había sacado con velocidad, casi imperceptible, mi cinturón. Aquella prenda de vestir me ayudaría a atrapar sus piernas y hacerle caer al asfalto.

Saqué su abrigo de mi rostro y lo dejé a un lado prendiéndole fuego, se consumió en segundos debido a ser tan sintético. Mis ojos no eran muy amistosos, al contrario. Parecía un demonio contemplando con odio a un ángel. Sonreí de lado quitándole el cinturón de sus pies y agarrándolo de la camisa para luego volver a golpearle contra el asfalto.

-¿De esos trucos baratos te vales? ¡Eres patético!-grité moviéndome sin cojera alguna.

Había matado a demonios, bebido de hijos del milenio, ángeles también habían caído en mis fauces y fui plenamente activo en batallas épicas cuando se inició la guerra. No morí entonces, no sentía dolor siquiera en mi cuerpo. Mi cuerpo parecía de piedra. Por una parte era un don, por otro podía morir sin percatarme. Mi pierna había sanado y sólo quedaba una leve marca de aquel golpe.

Alcé mi bota militar y pisé su rostro con rabia, cual colilla de cigarrillo. Me moví rápido provocando que apareciera súbitamente en el mismo lugar donde había quedado esperando sus primeros golpes. Sabía artes de lucha más allá de peleas de bares. Mi padre me había golpeado durante niño, uno aprende a saber esquivarlos.

Durante años leí sobre boxeo, aprendí por mí mismo, y una noche le devolví todas las palizas en un hermoso regalo. Curiosamente unas semanas más tarde me dio tal paliza que prácticamente me mató. No sentía siquiera dolor antes, ya estaba acostumbrado a sentir mi cuerpo molido a patadas, puñetazos, latigazos y cualquier juego perverso que quisiera hacer conmigo. El tatuaje de alas de cuervo de mi espalda, a pesar de ser alas rotas y prácticamente huesudas, no eran más que mi forma de tapar las marcas que aún poseía de aquellos días.

Después de beber de cientos de criaturas supe técnicas de lucha asiáticas, así como mejorar mis movimientos de boxeo, lucha libre y capoeira. Había sido un superviviente frente a terribles demonios, seres provenientes de las peores pesadillas, y no siempre se tiene una espada o unas pistolas.

“No estoy para que uses trucos en los cuales tu honor y tu orgullo queda reducido a los escupitajos que han podido pisar tus relucientes zapatos. Estoy para que lo hagas con honor, si no es así usaré otras técnicas mucho más jodidas y créeme estoy intentando luchar con principios.”

Lo lancé a su mente justo antes de tomar impulso para levantarlo y pegarlo contra la pared. Tendríamos que luchar más cuerpo a cuerpo que con giros, brincos y patadas. Quería mano a mano, a puño limpio, y después ya se vería. Para mí matar con las manos era algo deliciosamente tentador. ¿A cuántos les había arrancado el corazón para después beber de sus arterias? ¿A cuántos rajé con mis uñas algo largas afiladas como cuchillas?
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Mensaje por David Talbot Lun Feb 20, 2012 6:27 am

Spoiler:

David no decía nada ni respondía a nada, en realidad era como luchar contra algo que estaba vivo, que se movía pero que no decía palabra alguna, tampoco emitía sonidos de dolor. David había hecho los primeros movimientos para tantearlo, no era estúpido, su experiencia en muchos paises como cazador y aventerurero le habían hecho fuerte, muchas veces su vida estuvo en peligro de muerte y aprovechaba los conocimientos que poseía para unirlos a su fuerza vampírica Y aquellos siglos, solo, sin apoyo de sus congéneres lo llevó a enfretarse a demonios y otros seres, no tenía miedo, eso quedó atrás la noche que Lestat le arrebató su vida mortal en aquella playa de Barbados.

Le causó hilaridad que lo acusara de usar el truco del abrigo cuando él a continuación usó su propio cinturón a modo de látigo, las peleas cuerpo a cuerpo eran así, se usaba lo que tenías y aquello no era por honor, era un ajuste de cuentas que aquel vampir quería hacer con él, quería su vida a cambio de la del cachorro que él mismo mató, a veces el destino era así, jugaba con esa clase de dados trucados y te encontrabas en encrucijadas como aquellas, era delicoso estar vivo.

Sintió el golpe contra el asfalto, duro pero que apenas repercutió en él aunque todo se agrietó en torno a ellos, sus ojos dorados vieron llegar la bota pero alzó los dedos y aunque logró romperle la nariz y los labios, la sangre brotó, no llegó a hundirse del todo en su cráneo para aplastarlo. Ladeó el rostro y escupió a un lado la saliva ensagrentada, cuando más lo golpeara, más fuerte se sentiría David, más razones le daba para continuar hacia delante, volver a ponerse en pie, no sería con golpes como lograra acabar con toda su determinación.

Notó que lo alzaba del suelo y lo estampaba contra una pared, sus ojos dorados se predieron en los suyos, al contrario que Amaury, en ellos no había odio, ni desprecio, David solo sentía esas emociones cuando era algo personal lo que estaba en juego o sus emociones. Entendía que quisiera venganza, entendía que quisiera que pagara por la vida que arrebató en tan solo unos segundos, lo entendía y eso lo respetaba pero no por ello se iba tirar al suelo y exponer su cuello para que le arrebatara la vida.

"No soy el único que lucha aquí con trucos, no hables de honor cuando usas ese concepto a tu conveniencia" y cerró el canal de pensamiento sobre la marcha. Alzó sus piernas libres ahora y le rodeó el cuello con ellas como si fuera una tenaza, apretando su garganta entre ellas, con sus muslos que eran como de piedra. Eso le dio tiempo para que sus heridas del rostro se cerraran, entrecerró sus orbes dorados y luego echó la cabeza hacia delante y le golpeó con ella directamente, rostro contra rostro piedra contra piedra, sin importarle si los labios o la nariz se rompían de nuevo como las cáscara de huevo.

Lo empujó hacia atrás con violencia, aterrizó y luego salto hacia delante, cogiendo carrera, se echó encima del otro vampiro, los dos cuerpos salieron propulsados como una bola de demolición contra un escaparate, lo hicieron pedazos, cayendo dentro de una tienda ropa llena de maniquies desnudos y de ojos vacíos, la lluvia de cristales cayó sobre ellos y David se puso en pie para asestarle una seria de puñetazos, concentrando todo su poder en ellos y al tiempo intercaló las patadas, moviéndose como si fuera mercurio, como un tigre, convirtiendo todo su cuerpo en un arma llena de gracia.

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Mensaje por Invitado Mar Feb 21, 2012 5:11 am

Spoiler:

-Yo lo hice para evitar un ataque, no para golpear a traición. Eres un pedazo de idiota, un maniquí cutre.-gruñí con rabia. Si había algo que despreciara más en un hombre, o mujer, era su deshonor. Para mí las luchas eran sagradas, la guerra era distinta. Yo luchaba por el honor de aquel joven lobo, no por destrozarle como si fuera un melón maduro y yo un bate de béisbol. No se trataba de ira, se trataba de limpiar el nombre de un joven guerrero que ni siquiera iniciaba su entrenamiento.

Justo cuando terminaba mis palabras caímos entre maniquíes. Recordé entonces la tienda de mi viejo amigo Cat, di gracias que no fuera la suya o tendría a un vampiro histérico gritándome como si fuera mi madre, o quizás peor. Me dieron ganas de reír cuando vino esa imagen a mi mente, pero mi cuerpo sentía los golpes de aquel imbécil. Era un patán que se creía un elegante caballero, pero en realidad un gigoló barato de tres al cuarto. No parecía inglés por su aspecto, tal vez más oriental por el color tostado de su piel pero mis lobos le señalaban a él como inglés, venido de aquella vieja y achacosa ciudad llamada Londres, o lo que quedaba de ella.

Por unos instantes recordé la creación de Lestat, aquel ilustre hombre de más de sesenta años que cayó en otro cuerpo, el de un joven de aspecto similar al que tenía aquel vampiro, y que se dedicó en cuerpo y alma a Talamasca.

-¡Talamasca!-exclamé furioso cuando recordé como uno de sus estúpidos sicarios me había intentado robar ese mismo ejemplar años atrás, el cual terminó muerto convertido en fuego por mis poderes sobrenaturales.-¡Hijos de perra!

Salté sobre él enfurecido, si él me golpeaba con fuerza yo no iba a ser menos. Había permitido que me sacudiera porque meditaba, ya que no sentía los golpes pero sí mis huesos. Algunos estaban machacados, como el de mi nariz, o el de mi mentón, pero se iban regenerando a velocidad. Era un amante de la sangre de demonio, así como la de vampiros estúpidos como él.

-¡¿Eres de esa organización?!-grité agarrándolo por la camisa, cayendo sobre él y golpeándolo contra una de las baldosas del local, la cual hice quebrar con su cráneo.-¡Dímelo! ¿¡Por qué en vez de pedirme colaboración me intentáis robar!? ¡Dime!

Solté un fuerte puñetazo en su cara, hundiéndolo en su pómulo izquierdo. Noté como se le desencajaba la mandíbula y al levantarlo lo golpeé contra lo poco que quedaba de aquel escaparate. Él se regeneraría rápido, igual que yo, era una lucha de seres llenos de rabia. Percibí entonces cerca a varios de mis hombres, generales todos de mis pequeños ejércitos en la ciudad. Tenía aún más territorios en el mundo, pequeños núcleos que iban creciendo como si fueran un cáncer, la revolución estaba a las puertas. Pronto conseguiríamos que el poder establecido cayera, que todos los demonios fueran destruidos, y al fin dejáramos de ser un ciudadano cero.
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Mensaje por David Talbot Mar Feb 21, 2012 6:32 am

Spoiler:

¿Dolor? claro que sentía dolor, aquello era una sinfonía, con crecendos y pianos, acelerando y disminuyendo continuamente, algo casi delicioso, casi embriagador para su cuerpo vampirico, el dolor como el placer siempre eran bienvenidos porque le recordaban a David lo vivo que estaba, incluso dentro de aquel cuerpo poseído por el Don oscuro, incluso con aquella sangre maldita corriendo por sus venas. No había criatura más sensible que un vampiro, el dolor para ellos se alargaba en el tiempo, entraba en sus células y en su alma. Escuchaba el sonido de los huesos crujiendo, rompiéndose uno a uno, su rostro se bañó de su propia sangre cuando los nudillos de Amaury lograron agrietar su patina natural para accerder a la morena piel que había bajo ella y desgarrarla a golpes. Por supuesto, aun notaba la rabia en él, manando de su aura, de todo su ser porque al tiempo no paraba de hablar para insultarlo, tratando de herir su alma como estaba hiriendo su cuerpo inmortal, machacándolo una y otra vez.

David percibió que sus labios sensuales se partían de nuevo que la mandíbula era desencajada, percibió que varios dientes se soltaban y rodaban por el suelo, los colmillos no, estos no se movieron ni medio milímetro de su lugar, aferrados a su carne. Consiguió desviar varios golpes para no perder el sentido del todo hasta que pronunció el nombre de su orden; Talamasca. Los ojos dorados de David variaron de tonalidad, varias tonalidades aureas, entre la sangre que se derramaba por sus esculpidos ragos, hubiera querido evitar que lo indenticara con la orden. Otro golpe hundió su pómulo, agrietando parte de su rostro, mas dolor que fue sumando a su cuenta pero que no le impidió detener otros golpes, sobre todo, evitar que se aproximara a su cuello, sabiendo de que se alimentaba.

"Talamasca" una y otra vez, exigía respuesta pero aquel vampiro era como una mera bestia, ¿qué respuesta iba a obtener que si no detenía los golpes? parecía que algo como la simple lógica escapaba a su procesos mentales cuanto menos nublados por esta lucha. Fue alzado del suelo como si su peso fuera solo una mera pluma y lanzado contra la luna de cristal, atravesándola, los cristales se clavaron a su cuerpo por la velocidad del impacto, desgarrando parte de su camiseta y los pantalones a la altura de los muslos. Rodó por el asfalto y se puso en pie casi de inmediato, mirándolo, todo su cuerpo ahora adornado por jirones de ropa.

Alzó las manos y se comenzó a colocar la mandíbula, moviendo apenas su lengua hasta que éste se amoldó perfectamente, sus ojos dorados se posaron en el vampiro que salía entre los restos del escaparate-¿Cómo quieres repuesta si te empañas en seguir golpeando como un niño emperratado?-la voz de David no se alteró para nada, suave y profunda, como no estuviera pasando aquella lucha entre ellos.-Es cierto, soy de la Talamasca aunque admito que no debería hacer responsable a la orden por todas mis acciones. Y en cuanto a ladrón..-sonrió levemente-ahora todos los somos, al igual que tu tomas lo que debes y por quienes debes, no juegues a esta doble moral conmigo.

Sus dedos comenzaron a extraer los pedazos de cristal de su cuerpo, tirándolos al asfalto con un tintineo-si quieres que pague por la muerte de ese cachorro, lo comprendo y si quieres que pague por el libro, también lo haré-lo necesitaba, lo necesitaba como los otros tres que ya estaban en su poder, solo asi se iria componiendo el rompecabezas o eso esperaba-dime el precio que debo pagar.-si eso arreglaba las cosas de forma mas civilizada, estaba dispuesto-si quieres continuar luchando..también.

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Mensaje por Invitado Mar Feb 21, 2012 8:38 am

Salí con el hombro izquierdo dislocado, la cara hecha un maldito cromo y varios cristales clavados en mi torso. Mis tatuajes estaban borrados por la sangre y el sudor sanguinolento. Mi aspecto era el de un ser proveniente de los mismos infiernos ¿no era allí donde me crié? En un piso humilde embarrado en mis propias heces y sólo lavado cuando mi padre quería jugar conmigo, juegos que me humillaban como ser humano y como hombre. Hice crujir mis dedos mientras él se colocaba su mandíbula, más que le iba a dar si no me daba una respuesta.

-Hablas mucho, lanzas acusaciones como si nada sin siquiera saber mi nombre.-comenté sacándome los cristales que tenía clavados en el vientre, en el cual se podía leer “La bestia”. Normalmente cubría mi cuerpo salvo cuando salía de cacería, no solían verme y a duras penas sentirme cuando ya estaba enganchado a sus gaznates.-Yo todo lo que tengo es una fortuna que ha ido creciendo con el paso de los siglos, dinero que yo mismo gané con mi esfuerzo y con muchos cojones. Porque a esta vida hay que echarle más de dos pares de cojones, más de una docena de huevos y ahora en estos tiempos aún más.-notaba como comenzaba a cicatrizar y joder escocía.-Talamasca si que roba, pero la anterior vez fue más divertido matar a esa cucaracha. Lástima, se sabía mover en la cama.

La última vez que un Talamasca entro en mi pequeño hospital, el mismo que compré por poco más de quinientos dólares porque iba a ser derribado y que reconstruí con esfuerzo, fue porque estuvo en mi cama. Una vampiresa bastante atractiva, fue una lástima tener que beberme hasta la última gota de su sangre cuando ni siquiera había satisfecho del todo mis ganas de catre. De eso hacía un par de años, tal vez casi una década.

-Eres muy bravucón para ser un niño bonito.-murmuré pasando mi mano derecha por el rostro, sacándome trozos de piel y sangre.-Dime ¿cómo pretendes pagar la muerte de un inocente? ¿hasta que punto se puede perder la maldita cabeza para matar por una documentación? Es valiosa, pero si tanto quieres ese libro es para matar demonios y dudo mucho que un lycan, además uno tan joven, sea un puto y asqueroso demonio. Sobre el libro olvídate, tengo cuentas pendientes con varios demonios en esta ciudad, el primero es Caim. Digamos, que quiero saldar cuentas personales.-en ese libro tal vez podía encontrar como derrotarlo, lo había estado traduciendo durante años y poseía varias copias en varios idiomas. Había reproducido incluso los dibujos.-Si me lo hubieras pedido por favor, si por lo menos hubieras intentado hablar con el chico que lo llevaba antes de sacarle las putas tripas... no sé... tal vez te hubiera pasado el traducido para inglesitos, así en perfecto inglés y con explicaciones de todo lo que hay entre sus pastas. Pero claro, preferiste joder al hijo de un buen amigo. ¡Felicidades!-aplaudí rabioso.-No sé como demonios vas a consolar a un padre.
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Mensaje por David Talbot Miér Feb 22, 2012 12:10 am

David iba sintiendo que su rostro se recomponeía, lástima que no sucediera lo mismo con sus ropas que colgaban en torno a su cuerpo, ahora más oscuro con la sangre que se deslizaban por la piel que de nuevo gracias al don oscuro volvía a cubrirse con esa patina sobrenatural que le otorgaba aquella apariencia dorada y carente de humanidad, aun así, se podría sentir afortunado de que de momento solo fueran huesos rotos, el fuego era uno de los grandes enemigos del metabolismo vampírico, la destrucción de todos los tejidos precisaba de una consumición abundante de sangre como demostró Lestat en su momento y sin embargo, eran capaces de sobrevivir aunque dependía mucho más de la fuerza de voluntad del propio vampiro. Sus ojos dorados recorrieron el rostro de su contendiente, mirando la sangre que caía en gotas al asfalto, malditos fueran sus ojos, hasta en ese momento se sentía maravillado por las preciosas esferas escarlastas pero logró centrarse, tenía que hacerlo.

-Soy David Talbot-se presentó, al menos que supieran su nombre, crujió su cuello de un lado a otro, relajando la tensión de sus hombros, a traves de los jirores de la camiseta de veían los poderosos músculos de sus brazos...oh sí, Renglam buscó un excelente recipiente en su momento.

Cuando escuchó el nombre de Caim un estremecimiento imperceptible lo recorrió, hubiera preferido que no mencionara el nombre del ser en voz alta, alguno de los demonios eran capaces de sentir cuando se les nombraba sobre todo cuando era una criatura de poder quien lo hacia, la oscuridad llama a la oscuridad. Sabía quien era ese ser, la Talamasca poseía archivos sobre él pero David al contrario que otros miembros, no había sido partidario de enviar a nadie a invertigarlo personalmente, no estaban preparados, se iban a una batalla se debían poseer todas las armas, Caim era un criatura poderosa, no era un mero demonio que sale a jugar por las noches con almas fáciles de corromper, Caim jugaba en la liga de los profesionales, era un rey en su tablero y si entrabas jugabas con sus reglas-No será con ese libro como lo derrotes, ese demonio es un Lord infernal, un caballero de la llama, un Sire del primer círculo, no sera con un solo libro como lo destruyas y tengo mis dudas que un ser así pueda ser destruído. Es mucho más viejo que nosotros, que todos juntos, es un pilar de la maldad, es la otra cara de un arcangel, no..un libro solo no basta.-su voz se elevó con facilidad, encajando las ideas como cuchillas de una sierra-te harán falta todas la piezas del puzzle para derrotarle y exiliarlo para siempre de este plano terrenal, hay que despojarlo de lo que la da sustancia y ser, y en ese libro no esta ni una décima parte del ritual.

Suspiró y ladeó el rostro, su mente sondeó a los hombres que los rodeaban, entrecerró sus orbes dorados, notando un dolor que se elevaba de uno de los lycans, un dolor que atravesó su sensible psique como un hierro al rojo vivo, entrando en su cerebro y removiéndolo, sí, ese debía ser el padre de la pobre criatura a la cual el arrancó la vida- A tu cachorro solo le partí el cuello, un lycan de más edad podría regenerar toda la columna sin problemas.. Su cuerpo está completamente intacto, el cuerpo humano tarda una media de cuatro horas perder todo su temperatura y la descomposición celular sobreviena casi de inmendiato aunque es realmente irreversible justo cuando el cuerpo se queda frío, la carga eléctrica del cerebro dura más tiempo, las sipnasis neuronales son complejas y sobreviven más tiempo. El alma se aferrra a la carne durante esas cuatro horas o puede que más, dependiendo de la voluntad-volvió los ojos hacia Amaury-Lo maté solo hace una hora y media...te ofrezco traerlo de vuelta, aun se puede pero para eso preciso el libro. O podemos seguir peleando y dejar que su cuerpo se pudra y su alma emprenda el camino al otro lado.
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Mensaje por Invitado Miér Feb 22, 2012 1:58 am

Guardé silencio como si fuera un muro de piedra al que le rebotan las palabras. Ahora todo cuadraba. Había pensado en el afán del vampiro creado por Lestat, su afán de sabiduría y en Talamasca cuando supe que había matado únicamente por y para el libro. Así como oí su larguísima explicación sobre Caim, sabía a lo que me enfrentaba. El libro que poseía no era el único en mi estantería, poseía pergaminos de más de mil años y escritos antiquísimos que había acaparado poco a poco, conseguido vendiendo y pactando. Sobre la resurrección del cachorro no dije nada, tan sólo miré a Romeo que estaba arrinconado temblando.

-Trae mi espada y sus armas.-comenté serio moviéndome con cierta clase, aprendida de imitar a Lestat y a la vez como lo haría un cazador, sigiloso y atento a todo. Caminaba hacia él observándolo frente a frente.-Aunque me encantaría seguir pateándote, my lord.-dije con cierta sorna.-Si lo hiciera dos buenos amigos sufrirían, no me apetece.

-Amaury.-dijo Romeo aproximándose torpemente hacia nosotros.-Tu espada.-susurró confundido.

Tendría que tener una nueva reunión con Atsushi Sakura, él borraría los recuerdos modificando cada uno de estos. No recordarían siquiera mis tatuajes, los cuales sólo lucía en las batallas más amargas. Acaricié mi espada antes de introducirla en mi cinto, para darle la espalda comenzando a caminar por la calle a paso lento, como si fuera un humano y no un inmortal. Odiaba mostrar todo lo monstruoso que podía ser, él sólo había visto un guiño de ese ser que podía llegar a convertirse en un engendro en segundos.

Varios lobos se aproximaron a nosotros surgiendo de las calles aledañas, así como vampiros y un par de ángeles caídos que batían sus alas oscuras entorno a nosotros. Habían sido espectadores silenciosos, guareciéndose entre las ruinas y las calles prácticamente desérticas, acompañados de humanos que allí vivían en penosas condiciones, aunque en ocasiones lograba que todo luciera como si jamás hubiera sentido el dolor y la miseria. Eran las calles que custodiaba, como custodian los ángeles el cielo y los demonios su reino infernal.

De nuevo era la cabeza visible de la organización, alabado y admirado... y yo detestaba tanto esas palabras orgullosas, llenas de amor y respeto como podía detestar las de odio. Prefería ser uno más, y así sería en cuanto hablara con uno de mis generales. Él tenía que seguirnos, si quería estar frente a su cuerpo y conseguir una copia del libro.

https://www.youtube.com/watch?v=gBMn8l9Zbio

Al otro lado de aquellas calles se exhibía un enorme edificio grisáceo, un viejo hospital reconstruido y mejorado tecnológicamente. Los lycan comenzaron a correr en manada, una pequeña manada para todos los hombres que poseía en mis filas. Mi voz sonaba siniestra y sosegada, deseaba inducirlos a una calma aparente aunque debían estar alerta.

-¡Hector!-exclamé dirigiéndome a uno de los pocos hechiceros que venían con nosotros.-Que Killian no me vea, inventa cualquier treta. Da igual que excusas pongas sobre la mesa, pero que mi pareja no me vea. ¡Adelántate!-grité en un rugido que parecía el de un gran felino en medio de una jungla de asfalto grotesca.

Sus ojos de rubí se iluminaron y su don, una velocidad pasmosa, provocó que fuera ante todos una brisa como la del mar. Sus cabellos rubios no se podían distinguir en movimiento, sólo era una sombra borrosa moviéndose por la oscuridad magnética de la noche.
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Mensaje por David Talbot Miér Feb 22, 2012 3:00 am

David mantuvo sus ojos dorados, atemporales, fríos, místicos en el rostro del otro vampiro, esperando su respuesta. Lucha o paz, vida o muerte, ahora dejaba la decisión en sus manos, ponía la pelota a en su campo y aguardaba. Los minutos transcurridos le dieron tiempo a que los huesos acabaran de soldarse y su rostro volviera a lucir tan natural como siempre, apuesto y de rasgos esculpidos pero masculinos, no había debilidad en ellos. Al parecer aquel hombre consideró todas sus opciones y le daba el beneficio de la duda o al menos la posibilidad de redimirse cuando llamó al neófito, éste se aproximó a él, temblando, mirándolo también con abierta curiosidad de un muchacho. David alargó sus oscuras manos hacia sus preciosas armas pero no rozó los dedos del joven en ningún momento, las colocó de nuevo en sus fundas, tenían un cañón muy largo para ser simples revólveres-Gracias.-le dijo a Romeo antes de girarse para encaminarse tras Amaury.

Mientras caminaba, David pudo percibir como cada vez iban siendo rodeado por más criaturas, alguna de ellas tenían grandes poderes mentales, alzó más fuertes sus barreras mentales, no deseaba que ni uno solo de ellos se metiera dentro de su cabeza que por otro lado estaba perfectamente amueblada. David era un vampiro lleno de secretos, demasiados quizás, su pasión por recopilar vidas lo hacía poseer de secretos que solo eran suyos sino de otros, los guardaba en los más profundo. Pero él mismo tenía pasiones, emociones, pensamientos que no exhibiría más que en la estricta intimidad, eran solo suyos y de nadie más. Se movía como si fluyera, mercurio en movimiento, cada paso daba la impresión que aquel lugar fuera tan familiar como su hogar, sin miedo o vacilación, David tenía demasiada seguridad en si mismo como para que un gesto consciente se escapara a su control al menos que una profunda emoción lo invadiera.

Observó que varias de las zonas estaban reconstruidas, incluso algunas en muy buen estado, allí se estaba trabajando duramente para volver a alzar los pilares de lo que fue una vez una ciudad y una civilización, inclusio vio a humanos. Londres estaba peor, la Talamasca no se implicaba de esa forma con su entorno, David había acogido a protegidos en sus catacumbas, enormes y extensas pero era solo algo provisiones, se preguntaba cuánto tiempo podría proteger a esos frágiles mortales, puede que un día, algún ser poderoso diera con ellos...no, no quería pensar eso, no quería ni siquiera imaginarlo, solo esperaba que el tigre no apareciera en sus sueños, siempre anunciaba desastre.

Sus ojos se posaron en la entrada del hospital, subieron los escalones y David se sorprendió al ver todo de un blanca impoluto, había camillas y boxers, también parecía que posesían mobiliario e instrumental médico, sus ojos repasaron a los trabajadores que se hicieron a un lado para darles paso. Giraron en una esquina y entraron en una sala, los ojos de David se vieron inmediatamente atraídos por el cuerpo desnudo que estaba sobre la cama, era el cachorro al que dio muerte hace una hora y media. Se concentró, notó cólera y dolor, un aullido, el espíritu aun estaba en la habitación.

Se adelantó y lo examinó, sus dedo dorados recorrieron los hombros del joven inerte con la delicadeza de un amante y luego se posaron en el cuello, estaba rotado de forma horrible, lo comenzó a girar, cogiendo la cabeza por debajo de las mandíbulas hasta colocarlo en la posición correcta. Sus dedos tantearon toda la nuca, la vértebras estaban de nuevo alineadas, ahora había que soldarlas y anclar de nuevo el alma al cuerpo. Sus dedos bajaron la sábana hasta la cintura del joven, tocó su pecho, a la altura del corazón-...entonces estamos de acuerdo?-ladeó el rostro hacia Amaury.

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Mensaje por Invitado Jue Feb 23, 2012 10:55 am

Varias plantas de aquel hospital estaban reconstruidas para curar heridas de las distintas razas, los hechiceros se apuraban, así como las brujas, a curar las heridas que dejaban las novedosas y crueles armas que uno y otro bando usábamos. Mis pasos eran serenos por aquel suelo de baldosas, tan blancas como mis dientes. Las paredes tenían un ligero toque azul, pero era casi imperceptible, las puertas estaban lacadas en blanco y poseían pomos de metal plateado. Se podía leer en cada pasillo qué clase de seres descansaban en ellos.

Llegamos directos al tanatorio, allá donde arreglaban los cuerpos de los guerreros para que estuvieran presentables durante el sepelio. Al fondo se encontraba una oficina que nadie deseaba conocer, era el lugar donde se leía el testamento de las víctimas y se decidía cómo se haría el funeral, cuántos familiares directos y amigos acudirían y la forma en la cual se harían la escolta al féretro. Muchos deseaban un funeral vikingo, otros preferían un nicho donde tuvieran inscrito sus hombres y había algunos que deseaban ser enterrados en el monte o hundidos en pleno océano.

Al otro lado estaba el despacho de mi pareja, donde solía contar una y otra vez las vendas, medicamentos, pociones y cualquier suministro que caía en nuestras manos, ya fuera de forma legal o ilegal. También hacía el reparto de obligaciones, así como de guardias. Yo hacía lo mismo pero en las calles, era uno de los chupatintas de aquella organización que siempre quedaba al descubierto. Mi hombre de confianza hacía un trabajo duro borrándoles las mentes con sueños, modificando y alterando por completo la realidad que vivían.

-Sí, te entregaré una copia puesto que el original es mío.-comenté inspeccionando el cuerpo, dejando que una lágrima roja rozara mi mentón. Limpié con rapidez esa lágrima, ya que para mí era signo de debilidad.-Haz que su padre tenga de nuevo a su hijo, tú hazlo y yo mismo te guiaré hasta la biblioteca para que puedas tomar ese dichoso libro.

Mi biblioteca era inmensa, tenía novelas clásicas como algunas más modernas. Poseía poemas, libretos de música, manuales de mecánica, libros sagrados y documentación de todo tipo. También poseía un archivo al cual pocos tenían acceso, eran libros de hechicería muy antiguos y que prácticamente se deshacían al contemplarlos. Más de uno de mis ángeles caídos se dedicaban a reproducirlo a mano, pues no permitía la copia por magia.

-Señor.-aquel joven vampiro se aproximó hacia donde estábamos, traía una camiseta para mí y una toalla empapada para que me limpiara la sangre.-Le traigo esto.-comentó entrando intentando contener las náuseas de aquella impactante escena.

-Ve fuera.-dije tomando la toalla y la camiseta.

Comencé a limpiarme allí mismo, tirando la toalla a la papelera y esperando que empezara de una vez. Me coloqué la camiseta, un viejo grupo rock que me gustaba y que solía escuchar como un nostálgico. A veces me sentía como aquellos viejos en los geriátricos cuando escuchaban sus viejos pasodobles, empezaban a decir levantando el bastón “esto es música, es música...” Yo ahora me sentía así.

Me habían convertido con veinte años, envejecí siendo vampiro y tuve un cuerpo como el que hubiera poseído con treinta años. Pero seguía siendo un niño rebelde, bipolar y con tanta mala leche como bondad. Iba de un camino a otro, por eso me llamaban La Bestia. Podía mostrar las dos caras de una misma moneda.

(Joder lo siento, no vi que habías respondido)
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Mensaje por David Talbot Vie Feb 24, 2012 5:35 am

(No pasa nada, es normal que pasara desapercibido cuando otros responden temas en el mismo subforo)

David se sorprendió al ver aquella lágrima de sangre y contuvo el gesto de alargar la mano y cogerla entre sus dedos, era algo que lo fascinaba porque él todavía no era capaz de derramar las suyas, parecía que esas emociones estuvieran selladas dentro de él, sin poder mostrarlas. Y haca poco, Lestat,también derramó lágrimas en su presencia, preciosas y cristalinas como brillantes. Ojalá pudiera atesorarlas como gemas porque eran valiosas, casi dio un quejido quedo cuando se la restregó tan bruscamente..¿acaso se avergonzaba de ser capaz de expresar dolor o mostrarlo en su presencia? seguramente era eso, él era el enemigo.

David esperó que el muchacho saliera de la habitación, sus dedos aun estaban puesto en el pecho del cadáver, mirando su rostro que aun parecía dormido. A continuación cerró los ojos, había que tener puesto el corazón en ello para establecer el puente entre el mundo de las almas y el mundo físico, en realidad coexistían uno al lado del otro, parelelos, tocándose pero al tiempo los separaba un abismo, el mundo de los muertos no debía de interferir con el mundo de los vivos, era una de las reglas. Pero había seres como él, capaces de establer el enlace, el puente duramente unos minutos. El aire de la habitación se comenzó a remover, las voces se escuchaban rodando por las paredes y en torno a ellos, casi se manifestaban visulamente, a veces una mano, otras un ojo, incluso un par de figuras ingrávidas atravesaron el suelo y luego subieron al techo pero David solo buscaba a uno a quien amarrar a la carne.

Tatareó en portugués, las palabras que aprendió de aquella oficiante en Río, extendiendo su propio poder en torno a él, despacio alargó la mano derecha, haciendo un gesto de invitación con ella mientras que la izquierda permanecía sobre el pecho del muchacho, a la altura del corazón. La silueta transparente se materializó, era la del joven lycan que miró a Amaury con ojos asustados y luego a David, por fin estiró su mano insustancial y cogió la del inmortal que haló de él y lo acostó sobre el cuerpo, una luz dorada, suave y serena los rodeó a ambos, por fin había fundido el alma con la carne.

Pero no era suficiente, aun tenía que poner el marcha el corazón y soldar las vértebras rotas, David se mordió la lengua con los colmillos, notando el dolor pero no paró hasta que toda su boca se llenó de sangre oscura y rica. Abrió los ojos, sus dedos aferraron con suavidad las mejillas del lycan, se inclinó y posó su boca sobre la suya, entreabriendo sus labios y deslizó la sangre en él, no era para convertirlo, para eso se precisaba mucha sangre y él solo le daba un sorbo para poner en marcha todo el organismo. El cuerpo sufrió un espasmo, tembló y se arqueó con fuerza para luego caer de nuevo sobre las sábanas. David separó su boca y joven dio una profunda inspiración de aire, su corazón latía, sus vertebras se soldaban. David sabía que puede que ahora viera cosas, espíritus, había estado al otro lado y había vuelto.

Se seperó con un gesto de cansancio en su rostro, se apoyó contra la pared mientras el lycan iba abriendo los ojos poco a poco, David lo observó con sus dorados orbes y cruzó los brazos sobre su fuerte pecho.-Bienvenido...de nuevo.-sonrió levemente cuando el cachorro le gruñó.
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Mensaje por Invitado Vie Feb 24, 2012 7:03 am

Aquello tiempo atrás se podía haber condenado al ser que intentar hacer aquello, lo tacharían de brujo y lo quemarían en la hoguera. Muchos hechiceros, así como hombres poderosos con ese don de atraer espíritus, fueron quemados junto a mujeres que decían escuchar voces del más allá. Todos ellos quemados, como si tuvieran miedo de escuchar la verdad del mundo en la lengua de los muertos. Mis ojos observaban con detenimiento todo el proceso.

Aquel chico era el hijo de un viejo amigo, un aguerrido que había soportado que Killian le tuviera por un mes inactivo. Las operaciones en su pierna derecha le hizo estar convaleciente, así como las mejoras en sus muñecas. Era un lobo viejo, lleno de sabiduría, y bueno en la batalla. En esos momentos, todavía por desgracia, había perdido a su último hijo. El resto ya eran adultos, todos eran lobos que pasaban el siglo. El muchacho era un milagro, una loba tan mayor no tenía ya suficiente fertilidad para ello. Por eso era el orgullo de su padre, un gran honor concedido por los dioses y los espíritus tan parecidos al Dios y a los ángeles que muchos decían haber visto u oído.

Yo la verdad es que únicamente vi a un ángel, un hombre de cabellos oscuros y piel alto tostada que desenvainaba su espada en contra de un demonio. El resto lo había visto carbonizado, los cuerpos que habían llevado destrozados por completo, así como el de los demonios. La guerra había dejado estampas grotescas y crueles en mis retinas, no se iban por más que intentara cerrar los ojos con fuerzas y decirme a mí mismo que eran viejos recuerdos de películas abandonadas en mi trastero.

-Chico.-dije chasqueando los dedos para que me viera, aún aturdido y gruñendo bajo.

Él me miró con sus ojos castaños, aquellas cejas largas y pobladas como era su pelaje, tan oscuro como la noche. Me acerqué a él acariciando sus cabellos mientras reía.

-Tio, estás hecho una mierda.-murmuré y él intentó tragar saliva.-No digas mucho, aún no estás del todo. Iré a por los hechiceros.-comenté golpeando leve su hombro.-Tú, sígueme.-dije a tal David, el de las crónicas, que me siquiera.

En el pasillo me esperaban varios familiares del chico, además de una hechicera a la cual le tenía estima. Les dejé pasar, sobretodo a ella para que comenzara a curar por completo su cuerpo. Mis pies se movían elegantes pese a lo que era, a ser un cretino de veintipocos años con cuerpo de hombre de treinta y trescientos años.

Entramos en el ascensor, esperé a que subiera y una vez allí le di al botón que indicaba la planta número quince. En aquella planta se encontraba mi biblioteca, únicamente mía, a la cual tenían acceso el personal más próximo a mí y algunos estudiantes de magia. Entré pulsando la clave que cambiaba cada dos días, justo dos días, junto a ofrecer mi ojo para que tuviera lectura de retina.

“Bienvenido William Rose” se escuchó de la máquina, un pequeño aparato que había obrado el milagro de provocar que las puertas se abrieran.

Como si la cueva de Ali, y los cuarenta ladrones, se tratara se abrió. Allí no había nadie más que nosotros. Se podían ver decenas de libros en vitrinas o estanterías, clasificados por antigüedad y también por autor, temática y edición. Poseía varios equipos informáticos que no estaban conectados a la red, era para la enciclopedia, la cual tenía incluso tiradas de periódico y las impresionas que causaron en el mundo, que sólo se poseía gracias a potentes microchips.

Al principio de todo había un cuadro de mi viejo aspecto. Había pintado aquello hacía décadas. Me gustaba la fantasía, por eso se veían a varias razas vinculadas conmigo. Había lobos a mi lado, un ángel en cada hombro, uno caído y otro puro, así como unos terribles ojos de dragón a mi espalda y varias plantas que ya no se veían. Mi viejo cuerpo, mi viejo yo, con mis cabellos negros, castaños y tonos rojizos. Era español, pero también tenía linaje ruso del cual siempre me enorgullecía.

-Pasa.-dije caminando hacia la extensa estantería de demonología. Había de todo allí, era lo más completo que se podía conocer. No estaba en lenguaje oculto, sino en inglés, y era para los estudiantes antes mencionados. Debían conocer bien al enemigo, como si fueran ellos mismos.-Puedes quedártelo.-comenté tomando aquellas viejas pastas de piel.-El original, si te hubieras dado cuenta estarías escandalizado... está escrito en piel humana.-comenté.-Este sólo lo imita.
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Mensaje por David Talbot Sáb Feb 25, 2012 3:14 am

El vampiro se fijó en las altas medidas de seguridad, era evidente que aquel lugar haría falta una fuerza considerable para entrar, lo cual, en el fondo era gracioso, porque si lo pensaba bien, "una fuerza considerable" para la Talamasca era el mismo David. Sus dorados ojos pasearon entre las altas estanterías, muchos de los volúmenes los conocía, otros no estaban allí, simplemente porque eran tablas de arcilla o mármol, muy antiguas y que tuvo oportunidad de leer solo una vez en sus tiempos. Y aun así, se había perdido tanto, valiosos conocimientos, historias que jamás conocería, vidas sobre las que nunca sabría.

David estiró la mano, al contrario que Amaury, él continuaba con las ropas hechas jirores y le rostro cubierto de sangre seca, el dorso de las manos cubierto de polvo y los pantalones con rasgaduras a la altura de la rodillas pero antes de tocarlo, frunció el ceño, llevó las manos a sus caderas y frotó los dedos con fuerza contra ella, limpiando la porquería de sus dedos que se desprendión con facilidad, entonces si atrevió a coger el tomo con delicadeza, con el cuidado amoroso de un padre.

Hizo una ligera mueca cuando mencionó la piel humana, no por asco sino por la íntrinseca estupidez de los demonios, ellos consideraban terrorífico usar piel humana, David lo consideraba pura imbecilidad. La piel humana era demasiado grasa, la tinta no se fijaba bien ella y para colmo de males se degradaba con suma rapidez lo cual llevaba a una continuo y extenuando mantenimiento Los dedos de David lo abrieron y miró la primera página, tocó un borde de la misma, allí esta la runa, el símblo que continuaba la runa de la última página del tercer libro. Era una forma de continuar el puzzle, uniendo las piezas y las claves ocultas.

A continuación fue a la última página y sus ojos ardieron-no...-susurró, no estaba la runa, al parecer alguién, una figura oculta en las sombras, había borrado las pistas a partir del cuarto libro, incluso de aquella copia que ahora estaba entre sus dedos. Cerró los ojos y apretó los dientes con fuerza, tanto que sus mandíbulas se marcaron, casi lanzó el libro a un lado de pura rabia frustada pero eso solo duro unos segundos. Se fue calmando, despacio, inspiró lentamente y metió el libro en un bolsillo de los pantalones militares-gracías. Me marcho ya, me queda un largo camino de vuelta.

Se giró para salir de la enorme biblioteca, tenían al menos dos horas antes del amanecer para encontrar su contacto y dejar la ciudad, podía decirse que no todo había sido en vano pero no estaba satisfecho, todo se había complicado más todavía, mucho más.

(Si quieres cerramos aquí o como veas)
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Mensaje por Invitado Sáb Feb 25, 2012 10:55 am

Permití que se fuera farfullando. Poseía copias de los otros manuscritos, salvo del número cinco. Había tenido aquellos libros en mis manos antes que los perdiera. No recuerdo como los hallé, pero los encontré poco después de haber asesinado a mis padres. Estaban en el sótano junto a los rituales de magia negra que ellos hacían, misas negras alabando a los demonios que tanto amaban. Yo era un niño cuando noté como el hedor a azufre surgía de los cuartos contiguos, durante algunos minutos pensé que había un incendio porque el humo se expandía, hasta que escuché aquellos cánticos y juro que me oriné en la cama. Tenía unos siete años, me dejó marcado aquello. Desde ese momento tuve miedo a mi padre.

Cerré mi biblioteca recordando tantas canciones que solía susurrar para olvidar, canciones que ahora entonaba con aquel extraño sentimiento en mi pecho. No sabía como se habían desperdigado, pero fue durante la guerra. Mis padres habían tenido aquello entre sus dedos. Desconocía el paradero de los otros, pero tenía los traducidos salvo el quinto. Aquel era tan extraño que no logré descifrarlo.

Me marcharía a buscar a Killian y poder deshacerme en caricias contra su cuerpo cálido. Deseaba hundirme en mi amante para olvidar aquellas visiones que creí olvidadas.

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