Día en el mar

Yo aun no conocía muchas cosas tenía poco de estar ahí en la tierra a demás de que había pasado la mayor parte del tiempo junto con mi “hermano” ayudando a los que lo necesitaban, por eso no podía dar crédito a sus palabras, yo había visto bondad en aquel lugar y además todos sabíamos que el padre con solo arrepentirse de corazón de lo que hubieras hecho mal él lo perdonaría porque él era amor, aun que en cierta forma comprendía que en él había demasiado dolor como para entender eso me sentía algo impotente por que no podía ayudarlo porque se cerraba tanto temía lo sabia pero no quería soltar aquello que sentía.

-Irme?, pero si hay tanto que hacer aquí y tanto por conocer- dije viendo cómo veía el mar que se veía agitado, tal como se encontraba el -Si hay cosas que se pueden rescatar aquí hay bondad y amor- yo lo había visto en aquella aldea que habíamos ido a ayudar con su puente y su camino, pero el solo veía lo malo de lo que estaba rodeado a lo que se aferraba -Si tu quisieras no tendrías que ir allá, pero no te obligare a nada, cada quien es dueño de su destino así siempre ha sido -

En cierta forma veía que no lo hacía por maldad si no por preocupación hacia mi o más bien hacia los de mi raza -No te preocupes por mi yo estaré bien se que no todo es bueno pero tampoco todo es malo, como tu hay bondad en ti aun que lo niegues y sé que hay cosas que pueden tratar de hacerme daño pero yo tengo lo que necesito para estar bien - dije viéndolo y sin pensarlo me acerque un poco a el tomando su mano con delicadeza sin hacer nada mas ya que cuando quise quitar su dolor no me dejo.

-Yo sólo te doy un consejo, de este lugar es mejor marcharse cuanto antes.-dije recostándome bien en la arena.-Yo moriré pronto, en unos años quizás, y lo haré contra demonios. Sé que me mataran, que los volveré a ver en el infierno y lo saludaré levantando mi dedo.-levanté mi puño con un dedo alzado, el corazón.-Les diré que "jodeos" y luego quizás me torturan durante siglos. Pero están equivocados, hacer aquí el infierno no les dará mayor placer. Van a crear podedumbre, la misma de la cual huyen.

La arena se movía lentamente por el aire, se levantaba jugueteando con mi flequillo. El mundo estaba hecho un desastre, pero siempre podías encontrar algún trozo de paraíso... en el cual desear que el tiempo se parara para poder disfrutarlo.

Lo escuche nuevamente, sus palabras eran las mismas, acaso no había escuchado que si había bondad en aquel mundo en el cual solo veía desolación?, lo observe acostarse en la arena mientras sus palabras aun fluían y dejaba ver cual era el destino que creía merecer, no me moví un centímetro mientras lo escuchaba, padre cuanto dolor había en el y sin poder hacer nada ya me había rechazado varias veces así que desistí, tal vez cuando el quisiera el consuelo lo buscaría, eso me hizo no sentirme tan triste por el -Aun no sabes bien cual es tu destino - nadie lo sabia ni yo siendo hija del padre no sabia que me deparaba mi destino y mi futuro, solo sabia que debía aprender y conocer todo lo que pudiera y ayudar a quien lo necesitaba, me quede ahí sin saber que mas decir ni que mas hacer

-Mujer, sólo tienes que ver a los demonios.-comenté mirando el mar.-Lo conquistan todo, lo dominan todo, y al resto le da igual. Los ángeles no tenéis mucho futuro aquí, sois una de las razas que me agrada, como los lycan, y algunos vampiros que sólo cazan determinados seres.-me levanté por completo sacuiendo mi areja para quedar frente a ella, mirándola fijamente.

El viento corría de aquí para allá danzando con la arena y arrojando el aroma del mar, ese perfume salino que se pegaba a nuestras ropas, mientras algunas gaviotas juguetaban en el aire buscando algún pez cerca de la costa para hacerse con él.

-El mundo no tiene solución, tal vez hace tres o cuatro siglos sí.

En mis viejos informes, aquellos que una vez conseguí con esfuerzo, podía leerse claramente como era el mundo. Todo se fue a pieque en la era industrial, la contaminación comenzó a surgir como si fuera un terrible demonio, la codicia hasta ese momento de ciertas clases envolvió a todos. Poco a poco el hombre quería más y más, más de cualquier cosa aunque ni siquiera supiera para qué las poseía. El ser humano estaba podrido y podría todo. El mundo se hundiría pronto en las mareas turbulentas de su destino.

Sus palabras seguían fluyendo una tras otra todas me pegaban y me llenaban de dolor y de dudas, no debía permitir eso el padre era bueno y si me había mandado ahí era por algo, Rafael me enseño tantas cosas buenas que había y que si había esperanza, aun que había estado con el en un momento muy difícil cuando aquel hombre falleció por que su hora había llegado, en esa ocasión no me separe de el ni un momento tratando de darle consuelo a su alma ya que lo necesitaba bastante.

-Si hay esperanza y si se puede hacer algo - dije con convicción, no podía perder todo aquello que anhelaba y me mantenía ahí aun que el decía que lo mejor era irme de regreso a casa yo no creía que eso fuera verdad, yo tenia aun mucho que hacer por muchos, tal vez el no me quería dejar que hiciera algo por el pero por otro si podía hacer

-Si piensas que la hay, si ese es tu sueño. Síguelo y no te detengas.-comenté mirando como las olas llegaban a la costa, la espuma salpicaba a las rocas y el aire se volvía intenso con cierto toque a sal y arena.-Hazlo, no te detengas. Pero, no olvides lo que te he dicho. Si el mundo cae no será culpa vuestra, Dios debió mandaros mucho antes y permitiros ser más libres. Si oprime tanto se quedará solo.

Me levanté sacudiendo bien mis pantalones, quedando frente a ella con los ojos fundidos en los suyos y una leve sonrisa. Era agradable, pero no podía permitir que se culpara como tantos otros. Había visto ángeles muy creyentes que a los pocos meses habían caído.

-¿Te gustan los helados con chocolate fundido por encima y cacahuetes?-pregunté.-No tengo mucho dinero encima, pero puedo invitarte a uno.

Escuche sus palabas, aun eran de advertencia pero aun así no hacían que cejara con lo que deseaba hacer, aun que no se como le hacia que siempre me hacia hacerme preguntas a mi misma y dudar un poco, el padre no nos tenia opresos, no sabia por que pensaba eso, y mas por que le molestaba tanto, todas las criaturas tenían libre albedrio así que no tenían por que sentir esa opresión que el menciono, aun nosotros terminamos elección aun que sabíamos lo que había que paga si hacíamos ciertas cosas.

Después cuando escuche lo del helado no puede evitar sonreír ya que todo lo que había probado dulce en la tierra me había gustado mucho -No he probado el helado pero me gustaría mucho probar uno - dije sonriendo con algo de entusiasmo, sería interesante probar algo nuevo que se escuchaba tan bien cuando lo mencionaba

No tenía culpa de los errores de Dios, pero debía advertirla antes que acabara llorando culpándose por todo. Me acerqué a ella tomándola de la mano, una mano suave y muy cálida como la de cualquier chica. Tiré de ella hacia el inicio del paseo marítimo, donde estaban las escalerillas para subir hasta la zona comercial y la carretera hacia la ciudad.

No muy lejos había una pequeña heladería, en invierno no tenía mucha clientela. Sin embargo, era un buen lugar para tomar dulces y batidos en invierno, aunque tenía helados. No había de todos los sabores posibles, pero había algunos que sabía que le gustaría. Los más clásicos, como el de turrón o chocolate, estaban esperándonos.

-Yo pediré por ti, espero que te guste mi elección.-decía aquello cruzando la calle con ella, hasta la acera contigua donde estaba situada aquella minúscula tienda con encanto.

-Buenos días, ¿qué desean?-preguntó un chico joven, más o menos de mi edad, desde la barra.

Las mesas eran metálicas y redondas, para tener conversaciones íntimas entre amigos, aunque había algunas amplias al fondo para grandes grupos. Normalmente esas las ocupaban surferos que venían en cualquier época del año a surcar aquellas olas tan desapacibles, intentando domarlas.

-Quiero un helado de tres sabores de chocolate, vainilla y chicle.-dije señalando el cristal de los helados.-Necesito que tenga sirope de caramelo y cacahuetes espolvoreados en tozos pequeños.-el muchacho asintió a mis palabras y yo esbocé una sonrisa.-Otro lo quiero de café, turrón y fresa.

Había comprado los seis sabores que tenía en ese momento para que ella pudiera tomar un poco del mío, así podría probar todos sin necesidad de comprar más helado.

-¿Con cachuetes o nueces? ¿Sipre de chocolate o caramelo?

-Nueces y chocolate.-respondí tendiendo los billetes, casi exactos, que valía nuestro pedido. Había dejado dos dólares de propina, no era mucho pero al menos era algo.

-Siéntense, se lo llevaremos.

Me sente en la mesa que me dijo esperando a que llegara con los helados, jamás había probado uno así que estaba tan emocionada como cuando Darius me llevo a tomar aquel café y ese pastel tan delicioso y cuando tome mi primera taza de cocoa con mi “hermano” toda la comida que había probado durante mi estadía ahí en la tierra, lo vi llegar con dos helados enormes, mis ojos brillaron como los de una niña a la que le darán regalos en navidad o su cumpleaños podría decirse que casi brinque de gusto pero lo espere quieta en mi silla

Aun que el había hecho todo para que yo desistiera de estar ahí todo lo que me había dicho y a pesar de crear pequeñas dudas en mi el era un buen chico y merecía ser feliz, tal vez en algún momento me dejaría ayudarlo aun no perdía la esperanza que pudiera hacerlo ya que alguien como el merecía encontrar paz y felicidad

Ni me había sentado cuando uno de los camareros apareció con aquellos helados. Ella empezó a comportarse como una niña, al menos sus facciones me recordaron a los de una niña. No pude evitar soltar una buena carcajada. Tomé mi cuchara limpia tomando un poco de cada sabor, dejándolo en el platillo que acompañaba a las copas, retirando primero su copa de este platillo y dejándolo para que lo probara.

-Prueba también del mío.-comenté con una sonrisa.-No me importa comer menos, tengo buen saque pero puedo tolerar aguantar hasta el almuerzo.

Solía comer más que un humano común, ya que gastaba mis energías. Era como un pozo sin fondo.

-Adelante, come.-dije antes de comenzar a comer yo mientras miraba la calle, lo hacía recordando momentos que no volverían. Echaba de menos los amigos de la infancia, aunque tuve pocos, y esos largos veranos con un helado en la mano y en la otra un yoyo.

Cuando se sento el chico de los helados llego con ellos y sonreí un poco mas, el pareció divertirse con mi reacción a lo cual no le di demasiada importancia no hacia nada malo, vi mi helado y el de el, eran de distintos sabores, supuse que era para que los probara todos y después lo escuche y sonreí -Gracias- dije y primero comi un poco del mio, su sabor no era comparado con los dulces que ya había probado, era distinto y la frialdad de el también lo hacían bastante interesante.

Di unas cuantas cucharadas mas y lo observe, se veía pensativo, tal vez recordando cosas que le traia aquel dulce, tome su mano para que reaccionara un poco y comiera, el me había caído bien y aun deseaba ayudarlo, en algún momento sabria como hacerlo y lo haría no me podía quedar sin hacer nada

Di un par de cucharadas mas saboreando aquel dulce, como se deshacía en mi boca lentamente, dejando aquella sensación de frio mezclado con lo dulce, aquellos sabores hicieron explocion en mi boca con cada una de las cucharadas que le daba

Era agradable, pero seguía pensando que la iban a desplumar como si guiera en la Tierra. Lo poco puro, o agradable, no debía quedarse aquí porque terminaría mal, muy mal. No me gustaba ver que aquellos que venían con buenas intenciones se iban llorando, derrotados o simplemente caían siendo los ángeles más desgraciados.

Comencé a comer con calma, saboreaba aquello mirando hacia el muelle. Recordé la vez que fui a pescar con mi hermano, dijimos de ser marineros y enfrentarnos a monstruos marinos. Sonreí por inercia mientras sentía su mano sobre la mía.

-Supongo que algún día todo esto se irá a la mierda, del todo, o quizás haya esperanza... pero por ahora se siente bien tomar helado ¿verdad?-pregunté antes de dar otra cucharada.

Sus pensamientos parecían ser agradables ya que sonrio, al hacerlo yo lo hice igual sintiéndome algo satisfecha por verlo sonreír aun que fuera un poco, volvi a tomar un poco de aquel helado saboreando las nueces y el chocolate que lo cubria, sus palabras aun no eran lo que esperaba pero bueno no podía hacer nada para cambiar su pensamiento tan drásticamente a demás que violaría el libre albedrio algo que el padre había dado como regalo a todos los seres sobre la tierra.

-Si hay esperanza ya lo veras - le dije con una sonrisa calida sin soltar su mano, yo creía que si la había y deseaba que el lo creyera también -Si es muy agradable comer helado -era algo muy rico no lo podía comparar con la cocoa o con el pastel, cada uno tenia su sabor su encanto aquello que te arrancaba una sonrisa y te hacia sentir feliz

La gente iba y venia, algunos tan absortos en sus asuntos que ni siquiera notaban algunas cosas pero eso no quería decir que fueran malos o que no hubiera remedio para el mundo, tenia fe de que haríamos algo éramos pocos pero deseábamos en verdad que todo cambiara para bien y hacer notar el amor del padre por todos como sus hijos que éramos

Aunque no lo creyera, era más fácil vivir sin esperanzas que con ellas. No dije nada sobre su afirmación, me mantuve callado porque sabía que podía molestarla y ya lo había hecho por mucho rato. Sonreí al ver que el helado era un alimento que le agradaba, para los ángeles los dulces y salados parecían ser más sabrosos que lo picante o amargo.

-Otro día te invitaré a flan, si nos volvemos a ver.-comenté antes de tomar un poco más de mi helado, ya casi no quedaba y los sabores se iban mezclando.-Debería de irme ya, tengo cosas que hacer y supongo que tú tienes personas a las que atender.-dije llevándome la última cucharada a la boca.

El helado me había llenado de gran alegría, era una de las cosas que me gustaban de este lugar, la tierra tenia tantas cosa que ofrecer todo maravilloso lugares que jamás había imaginado y sabores que llenaban el alma de alegría, el helado pronto se termino entre cucharadas -Me agradaría - dije ante su invitación, me gusto la idea de probar ese nuevo postre, tal vez cuando nos volviéramos a encontrar podría ayudarle y darle esa felicidad que no me dejo en ese momento.

-Claro tengo algo pendiente - dije recordando aquel asunto, hacia días no sabia nada de el y tenia que encontrarlo, tal vez regresaría al bosque para ver si podía hallarlo, -Cuidate y espero que nos encontremos de nuevo - dije y le di un beso en la mejilla al despedirme de el

Las chicas no solían darme besos en la mejilla, normalmente buenas bofetadas. Pedían que fueras sincero, si lo eras ibas mal. Yo había sido sincero con ella, pero esta vez no para sexo o algo más allá. Fue algo directo, la avisaba a mi forma que no todo era tan cándido.

Me quedé allí mirando mi copa de helado, el poco que quedaba se había convertido en una masa de color extraño, aunque el sabor y el aroma eran buenos a pesar de tener apariencia de fango.

-Mejor cuídate tú, un humano menos no importa. Un ángel menos sí importa, Oli.-murmuré cuando se fue quedándome perdido en mis pensamientos, tal vez escribiría ese encuentro pero sin dar muchos detalles, sólo algunos para no olvidarme.